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LAS UVAS DE LA IRA Y LAS TRANSFORMACIONES RURALES

Tuve la oportunidad no de ver sino de leer completa la novela titulada las Uvas de la Ira. Esta
aborda el problema del éxodo rural, del desarraigo de las masas de agricultores empobrecidos
procedentes del medio oeste y su marcha hacia lo que ellos creen la tierra prometida, California,
donde descubrirán que uno también puede sentirse extranjero en su propio país: que el emigrante
siempre es el otro.

El núcleo del relato lo forma la marcha de una familia de granjeros de Oklahoma, los Joad,
en busca de un nuevo lugar bajo el sol, y su progresiva desintegración mientras se les niega incluso
la condición de seres humanos, reducidos a un término despectivo, el de okies, que encierra todo el
desprecio del mundo.

La novela es un inolvidable alegato humanista que destaca por su forma de hacernos conocer
un mundo rural de gentes sencillas, en muchos casos primordiales, sus protagonistas son gentes los
humildes, son desamparados que tienen tan poco que para ellos la mínima pérdida es una catástrofe
que anula su pasado como si nunca hubieran existido.

Es imborrable el capítulo V, que cuenta el modo en que los representantes de los bancos se
presentaban ante los pobres granjeros y, alegando la imposibilidad de hacer frente a un enemigo sin
rostro concreto (el capitalismo más deshumanizado), les arrebataban todo, dándoles un plazo para
abandonar sus tierras sin más cosas que las que pudieran llevar. La indignación que produce esta
crónica viene acompañada de la profunda empatía que despiertan esos seres.

El tema principal de la novela es el de la progresiva desintegración de un núcleo


familiar. La familia es el símbolo de la identidad, del mismo modo que la posesión de la tierra era
la garantía de su perdurabilidad. Sin ella, obligados a vivir en la carretera o en los precarios
campamentos, la familia va desmoronándose cuando surgen distintos intereses en función de la
diferente edad e intenciones de sus miembros. Los primeros en desaparecer, lógicamente, son los
mayores.

Es evidente que, sin renunciar a su trasfondo social, lo que más interesó al escritor de la
novela fue el miedo al desarraigo. Tenemos que tener en cuenta que la película está tratando de
mostrarnos una realidad muy concreta; su tema principal no es la crisis de los años treinta en EEUU,
el tema gira entorno a la dureza de la vida de un emigrante, las injusticias sociales, y la falta de
consistencia de lo que algunos llaman el “sueño americano”.

Entonces como ahora, la situación no puede ser peor: tanto la familia como sus sueños poco
a poco se van viniendo abajo, y los que quieren luchar se arriesgan a perder su vida e incluso, a
morirse de hambre, pero quienes no luchan tienen todo perdido.

Es dramático que un padre de familia tenga que vivir resignado a trabajar explotado, por una
miseria, porque sabe que sus hijos tienen que comer. No se puede dar el lujo de sumarse a una huelga,
porque en sus manos no sólo está su vida, también la de su familia. Este sentimiento de impotencia
ante las injusticias que se estaban cometiendo se ve muy claramente a lo largo de toda la
novela/película. Podríamos decir que todos aquellos que luchan por acabar con la deshumanización
que refleja son verdaderos héroes. No es fácil dejar una familia y una serie de expectativas atrás por
luchar por un ideal, por el respeto de los derechos inherentes a todo hombre, y esto es lo que
finalmente decide hacer Tom, pelear por cambiar la situación, no resignarse a ella.

Es muy fácil vivir nuestra propia vida y desentendernos de la de los demás, lo difícil es
preocuparse, colaborar y no conformarse cuando cada día vemos como cientos de personas luchan
por escapar del infierno en que viven en nuestro propio país y son engañados, explotados, mal tratados
y discriminados

Si bien la mayoría de la población del planeta vive actualmente en ciudades y el fenómeno


de la urbanización tiende a consolidarse para el presente siglo, es pertinente y necesario generar una
reflexión sobre la ruralidad y sus tendencias, en la medida en que como sistema territorial interacciona
con lo urbano, y tradicionalmente ha sido determinado por éste, como sistema de mayor agregación
y jerarquía que es.

A pesar de que el espacio rural permaneció durante un largo periodo de tiempo, visualmente
diferenciado del urbano, cada día se está urbanizando más en términos sociales, culturales y
económicos; y es precisamente la progresiva invasión del campo por la ciudad y sus necesidades, lo
que ha obligado a replantearse la definición tradicional de lo rural, por cuanto se entiende que se han
ido borrando progresivamente las características tradicionales que hacían del campo un modo de vida
identificado con el mundo campesino.

Es importante tener en cuenta que el territorio rural además de estar ocupado por actividades
agrarias, está siendo invadido, cada vez con mayor énfasis, por elementos construidos y urbanos, por
ejemplo, infraestructura lineal como vías, ferrocarriles, viaductos, redes de transmisión eléctrica,
infraestructura concentrada como hidroeléctricas, termoeléctricas, carboeléctricas, etc.

El espacio urbano se imbrica cada día más en el espacio rural, hecho que no puede juzgarse
como algo pasivo, ya que dicho fenómeno trasforma las dinámicas sociales, culturales, económicas y
ambientales. Por ello es preciso armonizar las diferentes demandas y presiones que ejerce la ciudad
en el ámbito rural, si no se quiere infringir daños irreversibles desde el punto de vista ecológico y
social. Como puede apreciarse actualmente en el mundo, lo rural está transitando hacia una nueva
funcionalidad, por otros usos que la sociedad demanda tales como: la conservación de la naturaleza,
la producción de agua y energía, el ocio y la recreación. Usos estos en los que no tenemos mucha
tradición aún, los cuales se han determinado o por decreto en el caso de las zonas de protección o por
espontaneidad en el caso del turismo.

Esta nueva situación donde lo rural y urbano acortan sus distancias, incluye un acercamiento
en sus formas paisajísticas o su fisonomía, merced a la urbanización del campo y a la ruralización de
la ciudad, lo que dificulta aún más los límites entre una u otra. Ejemplo de ello son los núcleos
turísticos o periurbanos, con muy poca población agraria, que además representan una prolongación
de la ciudad en el campo.

El sector agrícola colombiano ha experimentado enormes cambios a partir de la década de


los ochenta, particularmente en la producción de frutos. El reemplazo del sistema de ascenso por uno
de trabajo asalariado comenzó con el proceso de reforma agraria implementado con distintos
resultados en América Latina a partir de la década de los sesenta, pero la transformación
ocurrida en las últimas décadas se ha caracterizado por la predominancia del trabajo asalariado, donde
predominan las relaciones laborales ‘informales’ o flexibles.

La presencia y fortalecimiento de la pluriactividad en las áreas rurales, es el resultado de las


nuevas dinámicas presentes en el campo colombiano, el reacomodamiento de la producción
agropecuaria, la presencia de economías de escala, la fuerte concentración de la propiedad de la tierra,
en el marco de verdaderos procesos de relatifundización rural.

Las fuertes transformaciones rurales que ha vivido el país presentan una multicausalidad, la
cual debe ser abocada en el momento de diseñar e implementar política pública dirigida a la búsqueda
de mejoras en la calidad de vida de población, que permitan cerrar la brecha de pobreza e indigencia.
Si bien interesan las transformaciones que se operan en la propiedad de la tierra,
paralelamente surgen otras preocupaciones que tienen que ver con el empleo rural, las nuevas
recomposiciones que adquiere, el surgimiento y fortalecimiento de los procesos de terciarización de
la producción rural, trayendo como consecuencia la precarización de los ingresos rurales, la
desmotivación por las actividades agropecuarias, la poca participación del PIB agrario dentro del PIB
total, la pérdida de calidad de vida de la población.

Finalmente resulta de gran importancia, hacer un balance de las transformaciones que se han
operado en los espacios geográficos, de los cambios en el uso del suelo, del papel de las dotaciones
de tales recursos y el papel que se juegan en los nuevos marcos internacionales, que permitan
garantizar la seguridad alimentaria del país, en momentos en que éstos recursos presentan fuertes y
aceleradas caídas en los precios internacionales

Referencia:

ECHEVERRI, Rafael. Colombia en transición. Una visión desde lo rural. IICA, 1998,
Santafé de Bogotá, pp 193.

SOCIEDAD COLOMBIANA DE AGRICULTORES. El desarrollo agrario y rural


colombiano. EN: Revista Nacional de Agricultura. N 924-925, Santafé de Bogotá, SAC, 1998.

Título: Las uvas de la ira / The Grapes of Wrath. Año: 1940

Dirección: John Ford. Guion: Nunnally Johnson, según la novela de John Steinbeck. Fotografía:
Gregg Toland. Música: Alfred Newman. Reparto: Henry Fonda (Tom Joad), Jane Darwell
(Madre), John Carradine (Casy), Russell Simpson (Padre), Dorris Bowdon (Rosasharn), Charley
Grapewin (El abuelo), John Qualen (Muley). Dur.: 129 min.

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