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VIDA CONSAGRADA

Pensando en los jóvenes que pretenden dar una respuesta a su inquietud vocacional,
sean chicos o chicas, traigo aquí tres respuestas autorizadas a una pregunta fundamental
sobre la vida consagrada: ¿qué son los religiosos o las religiosas?
1 – Responden primero un grupo de dominicos presos en Brasil:

Los religiosos son aquellos cuya vida es el signo de que el Reino de Dios es lo
primordial. Son los testigos vivos de que el amor, la justicia y la verdad constituyen la
base sobre la cual ha de elevarse cualquier desarrollo auténtico del mundo. Son un
signo profético y un testimonio escatológico que atrae a los hombres a la vida cristiana,
mostrando claramente que sin amor nada tiene valor. Ya que son más libres que los
demás hombres para consagrarse a lo esencial, más que nadie tienen el deber de
rehusarse a hacer componendas con la injusticia. Para ellos el absoluto es Dios, es el
amor, y ellos no podrían atemorizarse al arriesgar su vida por el amor a sus hermanos
oprimidos: así más que nadie ellos darán testimonio de que el reino de Dios es lo
primordial, que la única vida que vale la pena es la vida en Jesucristo...”
2 – Pasamos ahora la palabra a Fray Carlos Azpiroz Costa siendo el maestro
general de los dominicos:
“Para mí, la vida consagrada significa algo así como tener los dos pies en la tierra,
pero sin techo por encima de nuestras cabezas. Algunos piensan que la vida
consagrada nos encierra. ¡Nada de eso! Sin techo significa que no existen límites por
arriba, pero debemos estar bien enraizados en la realidad. Y yo creo que recibir esto es
un don de Dios. La tentación hoy es la alienación del mundo – pues ciertas personas no
aman el mundo tal como se les presenta – e intentan huir del mundo.
Tenemos los pies en el mundo, pero con horizontes amplios, sin techo alguno por
encima de nuestras cabezas, sin muros que aprisionen, sino marchando hacia delante”.
3 – En último lugar recojo las palabras del Papa Francisco en una entrevista
concedida al P. Antonio Spadaro, S.J., Director de La Civiltá Católica, para las revistas
de los jesuitas. Su respuesta es sobremanera interesante por tratarse del primer Pontífice
que proviene de una orden religiosa después del camandulense Gregorio XVI, elegido
en 1831, hace 182 años. Estas son sus palabras:
“Los religiosos son profetas. Son los que eligieron un modo de seguir a Jesús que imita
su vida con la obediencia al Padre, la pobreza, la vida de comunidad y la castidad. En
este sentido, los votos no pudren acabar convirtiéndose en caricaturas, porque cuando
así sucede, por ejemplo, la vida de comunidad se vuelve un infierno y la castidad una
vida de solterones. El voto de castidad debe ser un voto de fecundidad. En la Iglesia los
religiosos son llamados especialmente a ser profetas que dan testimonio de cómo se
vive a Jesús en este mundo, y que anuncian cómo será el Reino de Dios cuando llegue a
su perfección. Un religioso no debe jamás renunciar a la profecía. Lo cual no significa
actitud de oposición a la parte jerárquica de la Iglesia, aunque función profética y
estructura jerárquica no coinciden Estoy hablando de una propuesta positiva, que no
debe realizarse con temor. Pensemos en lo que han hecho tantos grandes santos de la
vida monástica, religiosos y religiosas, desde tiempos de san Antonio Abad. Ser profeta
implica, a veces hacer ruido, no sé cómo decir. La profecía crea alboroto, estruendo,
alguno diría que crea gran confusión. Pero en realidad su carisma es ser levadura: la
profecía anuncia el espíritu del Evangelio”.
¿Se animará alguno de nuestros jóvenes a emprender esta “revolución” evangélica que
nos ayude a salir de esta situación de modorra y perplejidad que sufrimos?

Florentino Gutiérrez. Sacerdote www.semillacristiana.com Salamanca, 26/X/13

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