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Agustín Adúriz-Bravo
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Áreas y Estrategias
de Investigación
en la Didáctica
de las Ciencias Experimentales
Colección
Formación en Investigación para Profesores
Volumen I
Cristian Merino Rubilar, Adrianna Gómez Galindo
y Agustín Adúriz‐Bravo (Coords.)
Universitat Autònoma de Barcelona
[2008]
Departament de Didàctica de la Matemàtica
i de les Ciències Experimentals
ISBN: 84‐920738‐2‐9
Colección
Formación en Investigación para Profesores
Volumen I
Impresión
Universitat Autònoma de Barcelona
Servei de Publicacions
E-08193 Bellaterra (Cerdanyola del Vallès), España
sp@uab.es
http://publicacions.uab.es
Diseño y Maquetación
Cristian Merino Rubilar
Impreso en España.
ISBN: 84-920738-2-9
Depósito legal:
Agradecimientos
Unidad Monterrey
Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional-CINVESTAV
Monterrey, México
Índice
Presentación. 5
Sin duda, el siglo XX, que hace bien poco hemos dejado atrás, se caracterizó por un crecimiento
acelerado en el conocimiento científico y por la generación de tecnología; quisiéramos pensar que el siglo
XXI, que apenas comienza, se caracterizará por un amplio acceso por parte de la población, especialmente
niños y niñas, adolescentes y jóvenes, al conocimiento científico y a la comprensión de las aplicaciones
tecnológicas. Estamos hablando aquí, no de una mera transmisión enciclopédica y de un uso mecánico de la
tecnología, sino de que las nuevas generaciones de nuestros pueblos de habla hispana obtengan herramientas
intelectuales que les permitan operar con la información, tanto para tomar decisiones relacionadas con la
salud, el medio ambiente, el uso de la tecnología, o los apoyos a programas de investigación, por ejemplo,
como para disfrutar de la comprensión del mundo desde el particular punto de vista que brinda el
conocimiento científico.
Siendo así, la enseñanza de las ciencias1 se ha propuesto como uno de sus objetivos primordiales la
alfabetización científica de todos los niños y niñas, adolescentes y jóvenes de cada país. Esta labor se ha
identificado como prioritaria, pero también como problemática. Por ejemplo, encontramos altos índice de
fracaso (reprobación, repitencia, deserción) en el área de Ciencias en los diferentes niveles educativos.
Además, estamos viendo que cobra una enorme importancia para la sociedad el desarrollo científico y
tecnológico, pero ha disminuido la cantidad de alumnos y alumnas que entran a carreras científicas y, con ello,
la formación de científicos y científicas. Por otra parte, aumentan cada día las desigualdades en el acceso a la
ciencia y la tecnología entre los diferentes grupos sociales.
Coincidimos en este sentido con los planteamientos de algunos autores como Agustín Adúriz-Bravo
y Mercè Izquierdo2, quienes han caracterizado la Didáctica como una “teoría aplicada”, comparable en
muchos aspectos con la medicina o la ingeniería en tanto que tecnologías. La Didáctica de las Ciencias
constituiría una práctica profesional que remite a un cuerpo de conocimientos básicos y aplicados.
La Didáctica de las Ciencias busca identificar y resolver las cuestiones relacionadas con la enseñanza
de las ciencias. Tiene una doble labor, como actividad de investigación que genera conocimiento científico
sobre qué y cómo enseñar, y como actividad de intervención en el mundo, en la práctica de la enseñanza de
las ciencias, que involucra conocimientos que van más allá de los aspectos teóricos desarrollados por la misma
Didáctica. Esta disciplina adapta, combina, transforma y profundiza las contribuciones teóricas de diferentes
campos (ciencias experimentales, psicología, pedagogía, sociología, filosofía de la ciencia…) con el fin último
de mejorar la enseñanza de las ciencias.
1Al referirnos a “ciencia” hacemos alusión a las ciencias experimentales o naturales (química, física, biología, geología…). La matemática
y las ciencias sociales tienen, a su vez, sus propias Didácticas Específicas.
2Adúriz-Bravo, A. e Izquierdo, M. (2005). Utilising the ‘3P-model’ to characterise the discipline of didactics of science. Science &
investigadores e investigadoras de esta disciplina con otros que se dedican a la Didáctica de la Matemática.
5
Durante dicho encuentro se discutieron algunas de las finalidades de la RedIIDCyM, destacándose la
necesidad de conjuntar esfuerzos para impulsar la investigación y la formación de recursos especializados en
el área. En el presente año (2008) se planea realizar el Segundo Encuentro de la Red, en Montevideo, Uruguay,
en el mes de mayo.
Con este libro queremos invitar a los estudiantes e investigadores noveles a sumarse a los esfuerzos
de construir una comunidad articulada y reconocida en Didáctica de las Ciencias y la Matemática. Tal como ya
mencionamos, la Didáctica de las Ciencias es una disciplina joven, con un campo de acción en reconstrucción
y en pleno desarrollo. Si bien se ha nutrido de las teorías generadas en otras disciplinas que la antecedieron en
la historia, es necesario remarcar que no se trata de una mera aplicación de los conocimientos generados en
otras áreas, como por ejemplo en la pedagogía, la psicología educacional o las mismas ciencias experimentales.
Nuestra disciplina no es una subárea de la pedagogía, ni una mera difusión de los conocimientos disciplinares
en ciencias. Si bien se ha aceptado a la Didáctica como una ciencia por la comunidad de didactas, aún es
necesario buscar su reconocimiento entre otros grupos.
Aceptar a la Didáctica de las Ciencias como disciplina implica también la formación de recursos
humanos especializados para la investigación en dicha área. Ello conlleva la necesaria generación de más
programas específicos de formación de investigadores en esta área, especialmente en Latinoamérica.
También es necesario establecer más y mejores formas de comunicación entre los y las integrantes
de la comunidad, especialmente los investigadores y el profesorado. Esto implica establecer vínculos
significativos que permitan hacer llegar al aula los resultados de la investigación y abordar investidamente los
problemas relevantes del aula.
Estos no son los únicos retos que les invitamos a asumir, pero queremos cerrar este apartado
invitando a los lectores y lectoras a imaginar las múltiples posibilidades que también se presentan en una
disciplina que se está inventando a sí misma.
Creímos pertinente organizar el volumen en dos partes. La primera contiene seis capítulos que
abordan algunas áreas de investigación de manera bastante general. La segunda parte, cuatro capítulos más
centrados en estrategias concretas de abordaje del trabajo didáctico, con el foco puesto en un nivel más
concreto. Esperamos lograr, con la sucesiva edición de otros volúmenes, la incorporación de más líneas de
investigación y grupos existentes en la comunidad de habla hispana.
6
El contenido del libro se organiza de la siguiente manera:
• En el primer capítulo de la primera parte, Adrianna Gómez Galindo aborda la línea de investigación
sobre las llamadas ideas alternativas como punto de partida para reconocer la importancia de los
modelos explicativos del alumnado y para apreciar la dificultad de modificarlos mediante una
instrucción tradicional. Posteriormente, presenta un panorama de la innovación educativa que busca
formas nuevas de enseñar ciencias que apoyen la evolución de los modelos de los estudiantes.
• En el capítulo 2, Mercè Izquierdo nos invita a investigar en torno a nuevas programaciones para la
enseñanza de las ciencias. En su capítulo, ella plantea una reflexión sobre el término “contenido
científico de la clase” (¿qué enseñar?), proponiéndolo sustituir por el término “actividad científica
escolar”. Con ello nos sitúa en una perspectiva de educación de competencias que, al desarrollarse y
llevarse a la práctica, dan lugar a una “ciencia del profesor” (la Didáctica de las Ciencias, o
Didactología).
• En el capítulo 3, Digna Couso, Mercè Izquierdo y Cristian Merino proponen reflexionar sobre la
resolución de problemas científicos en el aula, reivindicando su importancia como una
habilidad/competencia imprescindible para los estudiantes de ciencias. Los autores plantean que
identificar un problema e intentar resolverlo ha sido considerado como el principal estímulo para la
investigación científica. Consideran que en el proceso de resolución se producen variaciones
conceptuales gracias a las cuales los conocimientos científicos (teorías, procedimientos y lenguajes)
evolucionan. Este esquema puede aplicarse también a la enseñanza de las ciencias.
• En el capítulo 4, Roser Pintó, Marcel·la Saez y Montserrat Tortosa nos muestran cómo la naturaleza
interactiva y dinámica de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TICs) pueden
facilitar a los alumnos y las alumnas la visualización de procesos y de relaciones cualitativas y
cuantitativas entre las variables relevantes de un fenómeno. Señalan cómo fomentar que los
estudiantes accedan a la explicación de procesos de forma más rápida y fácil, formulen nuevas ideas
y las transfieran entre contextos.
• En el capítulo 5, Agustín Adúriz-Bravo nos dibuja un panorama general sobre la línea denominada
“naturaleza de las ciencia” (NOS); en ese panorama, el autor repasa brevemente conceptos, ideas,
propuestas y materiales generados desde la línea de investigación que intenta enseñar a diversas
poblaciones la cuestión de qué es la ciencia y cómo trabaja.
• En el capítulo 6, Conxita Márquez nos invita a promover la competencia lectora de textos científicos de
diversas procedencias que contribuyen a la alfabetización científica de los ciudadanos y ciudadanas.
La autora nos plantea preguntas tales como: ¿qué significa leer en clase de ciencias?; ¿qué
dificultades tienen los textos científicos?; ¿qué metodologías de investigación se utilizan?; y,
particularmente, ¿qué actividades de aula promueven la lectura crítica?
• En el capítulo 7, el primero de la segunda parte de este libro, Mario Quintanilla y Cristian Merino
Rubilar nos proponen algunas orientaciones teórico-metodológicas que permiten al profesorado de
ciencias diseñar, elaborar e investigar sobre secuencias didácticas que incorporen la historia de la
ciencia en la enseñanza. Para ello, sugieren analizar los criterios pedagógicos y didácticos a tener en
cuenta y discuten el uso de instrumentos elaborados a partir de trabajos anteriores. Además
proporcionan actividades específicas y analizan su implementación.
• En el capítulo 8, Carolina Pipitone, Anna Sardà y Neus Sanmartí nos presentan la argumentación
como un elemento esencial en la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias, que permite al alumnado
pensar sobre los fenómenos con planteamientos alternativos a los intuitivos. Las autoras enfatizan
que la argumentación implica analizar diferentes puntos de vista y tenerlos en cuenta al momento de
arribar a una conclusión.
• En el capítulo 9, Lizette Ramos De Robles y Mariona Espinet, moviéndose en le marco de la
formación del profesorado bajo la óptica del Espacio Europeo de Créditos por Competencias
(EECC), donde los contenidos disciplinares son enseñados en ambientes multilingües, nos muestran
el uso de narrativas experimentales como instrumentos que pueden colaborar en la mejora tanto del
aprendizaje de las ciencias como del dominio de una segunda lengua.
• En el capítulo final de este volumen, Fanny Angulo y Mª Pilar Garcia sugieren y desarrollan la idea
de que la formación del profesorado de ciencias incluye la reelaboración personal de los modelos
teóricos de la ciencia (modelización), así como la de los modelos didácticos desde los cuales el profesor
o profesora toma decisiones cuando enfrenta la realidad de la enseñanza (modelización didáctica).
7
Finalmente, al encargar esta obra a una diversidad de autoras y autores, hemos pretendido que cada
tema estuviera desarrollado por investigadores e investigadoras con amplio conocimiento teórico y práctico
del mismo. En efecto, las reflexiones aquí presentadas son, en buena medida, fruto de un trabajo continuado
a lo largo de cada línea, a nivel de maestría, doctorado y posterior.
Otro factor que hemos tenido en cuenta ha sido garantizar una variada procedencia disciplinar (entre
quienes escriben hay biólogos, químicos, físicos, geólogos y pedagogos) y profesional (profesores de primaria,
instituto y universidad), de manera que se incluyan e interrelacionen ricamente diversas perspectivas.
Es nuestro sincero deseo que puedan disfrutar de la lectura de este primer volumen de la Colección
tanto como nosotros hemos disfrutado preparándolo.
Marzo de 2008
8
Parte I.
Áreas de Investigación
en la Didáctica de las Ciencias Experimentales
Áreas y Estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
CAPÍTULO 1
LAS CONCEPCIONES ALTERNATIVAS, EL CAMBIO CONCEPTUAL Y LOS
MODELOS EXPLICATIVOS DEL ALUMNADO
Adrianna Gómez Galindo
Unidad Monterrey-Educación en Ciencias
Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados del IPN-Cinvestav
Monterrey, México
Resumen. En este capítulo se presenta el campo de investigación sobre enseñanza de las ciencias centrado en la figura
del alumno. Inicialmente se aborda la línea de investigación sobre ideas alternativas del alumnado como punto de partida
para reconocer la importancia de sus modelos explicativos y la dificultad para modificarlos mediante una instrucción
tradicional. Posteriormente, se presenta la innovación educativa dirigida a la búsqueda de nuevas formas de enseñar
ciencias que apoyen la evolución de los modelos de los y las estudiantes. Se muestra el diseño de actividades y unidades
didácticas y su estudio a través del análisis del discurso y de la argumentación en el aula. Finalmente, se dan algunas
recomendaciones para realizar investigación sobre actividades diseñadas para promover la evolución de las ideas de los y
las estudiantes.
Una de las autoras más reconocidas y citadas en el campo de la didáctica de las ciencias es Rosalind
Driver. Nacida en Inglaterra el año de 1941, presenta su tesis de doctorado, desarrollada en la Universidad de
Illinois, en 1973. En ella llama la atención sobre el hecho de que los alumnos llegan al aula con conocimientos
generados en dominios específicos. Estos hallazgos se contraponían con las posturas aceptadas hasta ese
momento que, siendo de corte piagetano, sostenían que las capacidades lógico-matemáticas eran globales y no
suponían la existencia de diferencias en el conocimiento en dominios específicos. La tesis de Rosalind, sus
trabajos posteriores (Driver, 1997 y Driver et al., 1999), así como los estudios generados a continuación, han
dado lugar a una línea de investigación que se ha llamado genéricamente de “ideas previas”, “ideas
alternativas” o “concepciones alternativas”. Esta línea no es solamente una de las más consolidadas en la
investigación en la Didáctica de las Ciencias, sino que representa un amplio campo de acción en investigación
e innovación y de posibilidades para la planeación educativa.
Al desarrollarse la línea de investigación sobre ideas alternativas, empiezan a surgir otros estudios
que reconocen las implicaciones de sus resultados en una escala mayor. Una de estas reflexiones versa sobre
la relación entre cómo los alumnos aprenden y cómo los profesores enseñan. Estudios posteriores han venido
mostrado que la concepción que tenemos sobre cómo aprenden nuestros alumnos nos lleva a concebir cómo
debemos enseñarles, y por tanto influye fuertemente el diseño de actividades de aula. Cuando pensábamos
que los alumnos llegaban a nosotros con una mente en blanco, que eran una tabula rasa en la cual escribir,
dispuesta a interiorizar nuestras enseñanzas; enseñábamos en consecuencia: con un modelo de transmisión,
donde la mente del estudiante era una pagina en blanco y aprender ciencias era asimilar contenidos (para una
descripción de modelos de enseñanza y aprendizaje ver Jiménez, 2000).
Reconocer que los alumnos llegaban al aula con modelos explicativos4 sobre los fenómenos
naturales y aceptar la dificultad para modificar o sustituir esos modelos durante la enseñanza nos brindó una
nueva visión sobre cómo debería abordarse la enseñanza de las ciencias. Los profesores y profesoras llegan al
aula con propuestas para explicar los fenómenos que se han generado desde la ciencia erudita; los alumnos,
con explicaciones de sentido común. ¿Cómo transitar entre ambos discursos?
4Algunos autores hablan sobre ideas alternativas, otros sobre modelos alternativos. La diferencia entre ideas y modelos no es trivial y es
fuente de numerosas discusiones teórico-metodológicas. Las investigaciones en Didáctica han seguido, desde hace ya algunos años,
diferentes caminos. Una perspectiva ampliamente desarrollada es la del cambio conceptual; otra menos conocida, pero bastante estudiada, es
la de la modelización. Algunos autores encuentran reconciliables ambas perspectivas, otros no tanto. En este capitulo se menciona la
perspectiva de cambio conceptual, pero no se desarrolla; para ello sería necesario otro capítulo. Tampoco se ahonda en la perspectiva de
la modelización. Sin embargo, cabe aclarar que esta última es en la que está fundamentado mi trabajo de investigación, tanto respecto a
las innovaciones como a su análisis, y es la que fundamenta las propuestas que hago en este capítulo.
11
Gómez Galindo, A.
cambios en los currículos de ciencias y las aportaciones de la filosofía de la ciencia, las ciencias cognitivas y la
pedagogía jugaron un papel relevante en la generación de esta nueva búsqueda.
Muchos de los aspectos que pueden estudiarse en las innovaciones didácticas se presentan en otros
capítulos de este mismo libro. Aquí tomamos algunos de ellos e incluimos otros, en los que el énfasis está
puesto en el papel del estudiante como constructor de sus modelos explicativos, sin dejar de lado el papel del
profesor o profesora como gestor de actividades y promotor de la incorporación de nuevas ideas y
experiencias.
El estudio de las ideas con las que llegan los alumnos al aula y que utilizan para explicar los
fenómenos naturales, las llamadas “ideas alternativas”, es uno de los campos de investigación con mayor
consolidación en la Didáctica de las Ciencias. Daniel Gil y colaboradores, en la revisión de la Didáctica como
disciplina emergente (2000), no dudan en considerarla como la línea con mayor consolidación e impacto. Tal
como mencionan estos autores, ello puede deberse a dos cosas. Primeramente, a que los resultados obtenidos
en estas investigaciones son más claros y convincentes que los derivados de otro tipo de estudios. En
segundo lugar, y quizás más importante en el desarrollo de la Didáctica, a que sus resultados han cuestionado
profundamente los modelos de enseñanza por transmisión y han llevado a un serio replanteamiento de la
labor docente.
Podemos situar el inicio del estudio de las ideas alternativas en ciencias con la publicación de las tesis
doctorales de Rosalind Driver (1973) y Laurence Viennot (1976). Esta última versa sobre las concepciones de
los estudiantes de física sobre la idea de fuerza. De entonces a la fecha se han publicado cientos de trabajos
sobre el tema. Las revisiones de Duit (1994) y Pfundt y Duit (1994), el monográfico de la revista Alambique
número 7, de 1996, entre otros muchos textos, nos permiten observar el desarrollo exponencial de la línea.
En sus inicios, estas ideas o concepciones fueron denominadas de diversas maneras; actualmente, y tras la
propuesta de Wandersee, Mintzes y Novak (1994), parece que ha habido un acuerdo en llamarles concepciones
alternativas.
En una revisión del tema, Carles Furió y colaboradores (2006: 67) presentan algunas de las
características encontradas para estas concepciones alternativas:
• Están ampliamente representadas en el aprendizaje de las diferentes áreas científicas. Estos autores
mencionan, a manera de ejemplos: la estrecha relación entre la fuerza y el movimiento de los
cuerpos en mecánica; la asociación entre la flotación de los cuerpos y su falta de peso; la poca
materialidad de los gases, y de ahí que no se los considere como sustancias que intervienen en las
reacciones químicas; la influencia del medio físico en los cambios del genotipo de los seres vivos,
entre otras muchas ideas.
• Las más estables están organizadas en esquemas conceptuales coherentes y son más resistentes a la
enseñanza habitual.
• Algunas se parecen a ideas existentes en épocas pasadas de la historia de la ciencia. Por ejemplo, en
nuestros estudios hemos encontrado que algunos niños de 5º grado de primaria (11 años), al dibujar
12
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
la recepción de estímulos en un ave, trazan una flecha del ojo del ave hacia lo que se supone que esta
observa (Gómez, Sanmartí y Pujol, 2007). Esta forma de explicar la visión se encuentra en la Óptica
de Ptolomeo, en la que se utiliza este “rayo de visión” inventado por los griegos (Guillaumin, 2005:
149).
Ante estos resultados, en la década de los 90s se hizo evidente que era necesario ir más allá.
Habíamos de utilizar nuestra nueva comprensión sobre las formas en las cuales los estudiantes aprendían para
buscar que las concepciones alternativas se modificaran o se construyeran otras en paralelo, acercándose a las
explicaciones aceptadas desde la ciencia. Se destacaba también que los alumnos habrían de encontrar sentido
a la ciencia que se les enseña. Esto se refleja en los títulos –y el contenido– de los libros de Rosalind Driver y
colaboradores, Making sense of secondary science (1999), y de Eduardo Mortimer y Philip Scott, Meaning making in
secondary science classrooms (2003).
Inicialmente, los trabajos se orientaron a alcanzar un cambio en las concepciones, o cambio conceptual,
y se estudiaron las posibles estrategias para lograrlo. Una vertiente posterior ha llevado a reconsiderar la
complejidad de los procesos de aprender ciencia.
Actualmente hemos reconocido que no es suficiente intentar que los alumnos cambien sus
concepciones alternativas, sino que se busca que desarrollen una comprensión de los fenómenos en la que se
consideran los ejes epistemológico, axiológico, praxiológico y retórico, integrando pensamiento, lenguaje y
acción (Izquierdo, 2004). Se da importancia, también, a aprender a hablar y escribir ciencias y a argumentar
(Sutton, 1992; Lemke, 1997; Jiménez, 2005). Igualmente importante es la reflexión sobre la construcción del
conocimiento científico como actividad humana contextualizada y a la comprensión de esta actividad (Adúriz-
Bravo, 2001). Una propuesta, que respaldo, es considerar las ideas y modelos alternativos como punto de
partida con valor epistémico para el desarrollo de modelos escolares en los estudiantes; es decir, no como
obstáculos en el aprendizaje sino como posibilidades para el trabajo en el aula.
Es en este contexto que podemos identificar, como un área de investigación, una de las líneas de
trabajo consiste en el diseño y el análisis de actividades didácticas en condiciones “naturales”. En esta línea se
busca un enfoque integral que considera como actor central al alumno, sin dejar de lado el papel del docente
como gestor y guía de las actividades, y donde se considera el carácter específico del contenido a aprender.
En este cambio de paradigma, el diseño de actividades didácticas se revela no solo como un ámbito
de investigación sino también de innovación (ver el volumen 26, número 5, del año 2004, del International
Journal of Science Education, dedicado al análisis de la implementación de secuencias didácticas). Muchas
investigaciones en esta área se centran en el diseño, aplicación y análisis de secuencias para la enseñanza de
temas específicos, muchas veces insertos en programas de desarrollo de materiales y de investigación-acción,
buscando no sólo la comprensión sino la modificación de las prácticas.
13
Gómez Galindo, A.
Algunos de los temas que he abordado en mis investigaciones, en colaboración con diversos colegas,
se relacionan con los siguientes puntos:
Para esta planificación puede resultar útil identificar obstáculos específicos y tratar de definirlos de la
manera más clara. En su identificación, así como al proponer posibles soluciones, la conformación de grupos
de trabajo es muy enriquecedora (aunando docentes, investigadores, directivos, padres y madres de familia,
etc.), pues posibilita incorporar diferentes miradas al mismo obstáculo.
Dado que la Didáctica de las Ciencias es una ciencia joven, la adaptación de marcos teóricos
provenientes de otras disciplinas es una tarea que concierne a los investigadores actuales. La adaptación de
estos marcos para resolver problemas específicos en el aula resulta una tarea interesante. Cabe aclarar que
consideramos que la relación entre las dificultades en el aula y la adaptación de marcos teóricos para su
superación no es unidireccional. La ampliación de marcos teóricos nos permite a su vez identificar obstáculos
en el trabajo en el aula; recordemos que la observación va cargada de teoría.
La reflexión en la acción es el proceso central del “arte”7 por medio del cual los profesionales se
relacionan con las situaciones “problemáticas”. Ocurre precisamente cuando una situación hace que el stock
de conocimiento del profesional (su conocimiento en acción) ya no sea adecuado.
5Philip Scott y Rosalind Driver (2003) mencionan por su parte dos fases: la fase preparatoria y la fase de intervención.
6Hacemos énfasis en que han de plantearse claramente dos tipos de objetivos: de investigación y de aprendizaje para los alumnos; si bien
ambos se relacionan, es conveniente identificarlos y diferenciarlos explícitamente.
7La “competencia artística”, según Schön, es un proceso no técnico en el cual los practicantes clarifican sus concepciones de la “situación
problemática” que se presentan de forma “indeterminada”, “confusa” y “problemática”, y que surgen de un conflicto de valores. La
14
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Schön dice que la “reflexión en la acción” surge cuando (Schön, en Carr, 1989: 13):
[…] respuestas rutinarias dan como resultado una sorpresa […] La sorpresa nos lleva a una reflexión dentro del
tiempo real de la acción. Consideramos tanto el acontecimiento inesperado como la acción que nos ha llevado a él […]
La reflexión en la acción tiene una función crítica que cuestiona la estructura conceptual del conocimiento en acción.
Reflexionamos críticamente sobre el pensamiento que nos ha llevado a este punto […]
Figura 1. Diagrama que muestra dos ciclos de investigación. (Tomado de Gómez, 2004: 63.)
Así pues, para Schön, la “reflexión en acción implica una reflexión sobre el conocimiento en acción”. El
conocimiento implícito se hace explicito, se examina críticamente en función de los marcos teóricos de
referencia, se reformula y se comprueba mediante la acción posterior. En este sentido, la reflexión en la
acción es un proceso investigativo a través del cual suceden, de manera simultánea, el desarrollo del
conocimiento profesional y la mejora de la práctica profesional. Nuevamente según Schön:
[…] cuando uno reflexiona al actuar, se convierte en un investigador dentro del contexto práctico. No depende de las
categorías de la teoría y de las técnicas establecidas, sino que constituye una teoría del caso único […] No separa los
medios de los fines, sino que los define interactivamente como trama de la situación problemática […]
Schön, en Carr, 1989: 14.
d. Modificación del estado de conocimiento. Durante las etapas anteriores se van estableciendo relaciones
entre las experiencias, los resultados obtenidos y los marcos teóricos. Sin embargo, en esta fase se
describen críticamente, detectando los obstáculos y las vías encontradas para su superación (en
relación a los objetivos de la investigación). Este punto se puede considerar una reflexión holística,
que retoma todo el ciclo sin separar teoría y práctica. Esto lleva a un nuevo punto de partida
emergente que da como resultado la nueva propuesta y genera el siguiente ciclo de investigación.
Si bien la descripción clara y crítica de estas etapas, y su revisión respecto al marco teórico
actualizado, puede ser una investigación completa, el análisis en profundidad de lo que sucede en el desarrollo
de las interacciones de los alumnos y los profesores es un trabajo que termina de dar fundamento al proceso
de investigación e ilumina muchas áreas no consideradas en un primer acercamiento. Una posible vía para ello
es a través del análisis del discurso.
El análisis del discurso de las interacciones, entre alumnos o entre alumnos y docentes, puede
resultar una metodología adecuada para buscar la comprensión de los procesos de construcción de ideas y
nociones por parte de los alumnos. Algunos ejemplos pueden encontrarse en: Candela, 1990 y 1999; Jímenez
y Díaz, 2003 y Gómez, 2005. El análisis del discurso incluye las conversaciones, pero también los escritos,
“competencia artística" les permite redefinir sus problemas en términos tanto de los fines a conseguir como de los medios para su
consecución; para ello, este autor propone la investigación reflexiva.
15
Gómez Galindo, A.
dibujos, y maquetas. El análisis multimodal abarca el uso interrelacionado de diversas formas comunicativas
(se puede ver en el trabajo de Márquez, 2002).
Para buscar la comprensión de los procesos de construcción de significados en el aula es útil, desde
nuestro punto de vista, partir de definir la comunicación en clase como una actividad dinámica continua en la
que hay una historia compartida entre docentes y escolares. Esta se desarrolla en un contexto que es entendido
como escenario físico, es decir, como localización física espacial y temporal, pero también como escenario
psicosocial, es decir, la imagen del evento elaborada por los participantes dada su pertenencia a un grupo
cultural (Calsamiglia y Tusón, 1999). Sin embargo, reconocemos también que esta contextualización es
acumulativa, continua e interactiva, por lo que el lenguaje no sólo se presenta en un contexto de acción y
circunstancias, sino que es también a su vez contextualizador (Mercer, 1996).
Por ello, creemos que el análisis de las interacciones en el aula requiere un conocimiento no sólo del
contexto como escenario, sino un seguimiento detallado de las interacciones que se producen y de su
evolución. Bajo este enfoque, el investigador no puede ser un observador externo ajeno a la actividad misma
que se desarrolla. Tal como lo han propuesto algunos etnógrafos, ha de ser parte de la comunidad que
investiga, ya que de otra manera no podría comprender el sentido de las interacciones.
No hay duda que esta propuesta es polémica. Por una parte, ¿es posible que el investigador participe
en el proceso mismo que analiza? Y de ser así, ¿cómo han de considerarse sus interpretaciones? Estas
preguntas se encuentran en el centro de una de las principales preocupaciones sobre el empleo de los
métodos etnográficos de investigación en educación, tal como menciona Mercer (1996: 14):
Efectivamente, la interpretación de los sucesos por parte del investigador o investigadora se encuentra
inmersa en su propio marco de referencia teórico y práctico, y es desde este que ha de leerse dicha
interpretación. El investigador ha de ser consciente de lo anterior y asumirlo de manera explícita en su
trabajo. Con la finalidad de dar transparencia a la investigación se ha de explicitar el contexto de toma de
datos, además de incorporar fragmentos de la trascripción textual de segmentos de la conversación, lo cual
ayuda al lector a acercarse a la interpretación del investigador, al observar el aspecto de la realidad que este
interpreta.
Una etapa previa al análisis consiste en la trascripción de las conversaciones. Existen muchas
convenciones utilizadas en la trascripción de discurso. En el cuadro 1 reproducimos las utilizadas en Gómez,
2005.
16
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Tabla 1. Algunos criterios para la trascripción de las cintas. Tomamos de Tusón (1995) y Payrató (1995) (en Casamiglia y
Tusón, 1999: 361-363) y ampliados por Gómez (2005). En las conversaciones grabadas se daba la convivencia del
castellano y el catalán: algunos criterios están destinados a resaltarla.
…
102 D1.- bueno muy bien Josy | ha empezado un incendio | pero bueno | qué pasaría con todas
103 las plantas y animales que hay
104 Na.- los pájaros volarían | las animales saldrían huyendo | los que están más cerca primero
105 D1.- -- pasa a moverlos || y cómo es que las aves saben que hay un incendio?
106 Na.- porque vuelan ((el niño mueve el ave))
107 D1.- a ver porque vuelan no | vuelan porque saben que hay un incendio…
108 No.- porque lo ven =
109 Na.- = perquè fa olor
110 D1.- por la vista
111 Na.- por el olfato
112 Na.- = = por el olfato
113 Na.- porque sienten el calor
114 D1.- por ejemplo este que está aquí podría sentir el calor verdad?
115 Ns.- = = sí
116 D1.- cuando estamos hablando de que ven | de que sienten podría ser que escucharan algo?
117 No.- sí las ondas
118 D1.- las ondas de que?
119 No.- del fuego
[…] La mirada etnográfica esta orientada por categorías teóricas que interesan al investigador, pero es el análisis
fino de las situaciones de interacción, la búsqueda del sentido de los datos para los actores del proceso, en un ir y
venir entre referentes teóricos y lecturas sucesivas de las transcripciones, lo que permite ir creando categorías analíticas
17
Gómez Galindo, A.
que medien entre lo observado y la construcción teórica […], sin separarse del complejo carácter específico y
circunstanciado de lo dicho en el discurso. […]
Finalmente delimitamos estas cuatro categorías: Explicaciones, Evidencias, Regulación y Quién promueve la
actividad. Cada categoría ha de delimitarse claramente para indicar qué se identifica en ella. Para cada una
establecimos indicadores, es decir, posibles estados de la categoría definida. La tabla 2 ejemplifica la definición
de categorías.
En cuanto a las evidencias por observaciones son claras, por ejemplo, en la actividad J ‘Nutrición en plantas’, los
estudiantes han traído plantas provenientes de semillas que han puesto a germinar en su casa, en la línea 47 de la cinta 29,
encontramos:
89 D1.- pero éstas dijimos que se estaban muriendo || quizás necesitan ayuda | no? | cuál
90 puede ser la explicación | Marisol?
91 Na.- necesitan sol
92 D1.- dónde las teníamos
93 No.- en el laboratorio
94 D1.- cómo estaba?
95 Ns.- oscuro
96 D1.- cuando apagamos la luz queda oscuro | no tenían
suficiente luz |
97 D1.- y eso qué podía producir?
98 Na.- que no pudieran fabricar su alimento
Nota: las negritas sirven para resaltar las evidencias identificadas en el discurso.
Tabla 3. Fragmento en el que se describe cómo se identificaba en las transcripciones una categoría: las evidencias.
Tomado de Gómez, 2005: 136.
Actualmente existen software de análisis cualitativo asistido por computadora (por ejemplo, el
MAXqda) que nos permiten ir señalando estos fragmentos y estableciendo relaciones entre ellos.
18
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Para el trabajo en el aula es reconocida la importancia de tomar en cuanta lo que el alumno sabe.
David Ausubel nos dice que un principio básico es investigar lo que el niño sabe y enseñarle en consecuencia.
Sin embargo, si bien resulta relativamente sencillo identificar las ideas o los modelos explicativos de partida de
los alumnos, la gestión de actividades tendientes a modificar o reorganizar sus ideas, para acercarse a los
modelos explicativos de la ciencia no ha resultado nada sencilla.
Dentro de las sugerencias que se han derivado de la investigación didáctica mencionaré, a modo de
ejemplo, las relacionadas con el uso de representaciones en clase. Entendemos por representación:
[…] La expresión concreta de un modelo en algún registro semiótico determinado (lenguaje natural, imagen,
maqueta...). Esta expresión es creada con un propósito particular, ya sea comunicativo, para negociar significados,
cognitivo, para razonar, u operatorio, para resolver problemas […]. Las representaciones son externas, es decir,
‘observables’ en sentido amplio (tienen soporte simbólico). […]
Adúriz-Bravo et al., 2005: 2.
Entre las ideas derivadas del uso de representaciones en clase, podemos mencionar:
• El uso de representaciones para que los alumnos comuniquen sus modelos. Se solicita que ellos realicen dibujos,
maquetas, redacciones o comentarios, para explicar los procesos o para mostrar cómo se imaginan
los eventos. Por ejemplo, lo que sucede dentro de un ser humano cuando este se come una
manzana, o las partes que forman el agua u otros materiales, etc. También que realicen maquetas
sobre lo qué sucede en un proceso. Estas representaciones sirven al maestro/a para identificar los
modelos de partida de los alumnos o para identificar su evolución.
• El uso de representaciones o modelos intermediarios. Llamamos modelos intermediarios a aquellos que se
construyen en clase con la finalidad de ayudar a pensar, actuar y hablar en relación a los fenómenos
y los modelos que los explican. En una investigación que realizamos en la escuela primaria,
utilizamos una maqueta del bosque como modelo intermediario (Gómez, 2005). La maqueta fue
elaborada y manipulada por los alumnos/as simulando un incendio y el posterior proceso de
regeneración del bosque. La maqueta permitía que los alumnos partieran de ideas que les eran
cercanas (los seres vivos del bosque, su distribución espacial) para ir hacia las ideas de un modelo de
ser vivo que se construía. Se buscaba que los alumnos incorporarán la nutrición, la relación y la
reproducción en sus explicaciones sobre lo que sucedía a los seres vivos en un incendio forestal.
• El uso de diferentes formas de representación de los fenómenos, de forma combinada, apoyándose mutuamente. Es
sabido que una representación tridimensional de la célula nos permite resaltar ciertos aspectos,
mientras una representación en dos dimensiones, otros. Igualmente en el área de física una formula
y una gráfica pueden representar el mismo fenómeno, pero los jóvenes no pasan de una a otra
representación de forma inmediata.
• La incorporación de procesos de regulación de la representación. Creemos que los modelos y sus
representaciones evolucionan de forma conjunta. Las representaciones generadas en clase deben
evolucionar, no han de ser estáticas. Para lo anterior se pueden agregar flechas, comentarios,
sobreponer imágenes, etc. La regulación, además de apoyar la evolución de los modelos, permite la
generación de conductas metacognitivas en los alumnos (Jorba y Sanmartí, 1994). Para ello, es
importante el reconocimiento de la tarea y sus finalidades (qué se va a aprender y para qué) así como
identificar los cambios que se van produciendo entre las representaciones generadas.
6. Actividades didácticas.
Retomando la última idea introducida –la regulación de las representaciones–, esbozamos una
actividad, realizada en la escuela Coves d’en Cimany por la autora de esta capítulo y la profesora Teresa
Pigrau, dirigida a niños de 5º año de educación primaria (10 a 11 años).
Durante diversas actividades en el aula se discutió la fotosíntesis en platas. Una actividad fue la
realización de un dibujo sobre cómo las plantas producen su alimento. Este dibujo era una representación de
los modelos explicativos construidos por los alumnos. La siguiente actividad fue la regulación de las
representaciones. Para ello elegimos 8 dibujos de los alumnos/as, los fotocopiamos eliminando el nombre y
reduciendo el tamaño y entregamos a los alumnos 2 hojas, con 4 dibujos de sus compañeros/as en cada hoja.
La tarea consistía en evaluar los dibujos de acuerdo a los que les parecían más correctos para representar el
proceso que habíamos estudiado. Los niños valoraban los dibujos utilizando una escala numérica.
19
Gómez Galindo, A.
Posteriormente realizamos una valoración grupal, de tal forma que identificamos los dos dibujos que
a toda la clase nos parecían los mejores. Después discutimos sobre las razones de que estos dibujos nos
hubieran gustado más (siempre insistiendo con los alumnos sobre considerar la explicación de un proceso y
no lo bonito del dibujo). Finalmente los alumnos procedieron a mejorar su propio dibujo, en al menos tres
cosas. Tras esta actividad hubo una evolución en las representaciones de los alumnos.
En esta actividad se buscaba que los alumnos analizaran las representaciones de sus compañeros y
las compararán con las propias; además, que fueran adquiriendo elementos para la evaluación de las
representaciones. La discusión sobre por qué se eligió un dibujo y no otro permite trabajar tanto la
explicación de los procesos como la argumentación en clase y la toma de decisiones.
La discusión generada entre maestras y alumnos/as puede grabarse y después analizarse con fines de
investigación.
Este es un ejemplo entre muchas posibilidades abiertas ante esta forma de abordar la enseñanza de
las ciencias y la investigación en el área. Aquí, al igual que en muchas otras áreas de la vida “se hace camino al
andar”, así que solo resta esperar encontrarnos en el camino.
8. Lecturas recomendadas.
Los siguientes números monográficos de la revista Alambique nos presentan una recopilación de
trabajos que complementan algunas de las reflexiones de este capítulo:
Referencias
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la ciencia escolar: La propuesta de ‘función modelo teórico’. Enseñanza de las Ciencias, número extra
VII Congreso. En línea: ensciencias.uab.es/webblues/www/congres2005/material/Simposios/
04_Generar_resolver_sit/Aduriz_740.pdf
ADÚRIZ-BRAVO, A. e IZQUIERDO, M. (2005). Utilising the ‘3p-model’ to characterise the discipline of
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BANET, E. (2000). La enseñanza y el aprendizaje del conocimiento biológico, en Perales, F.J. y Cañal. P.
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CANDELA, A. (1990). Investigación etnográfica en el aula: El razonamiento de los alumnos en una clase de
ciencias naturales en la escuela primaria. Investigación en la Escuela, 11, 13-23.
20
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
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JIMÉNEZ, M.P. y DÍAZ, J. (2003). Discurso de aula y argumentación en clase de ciencias: Cuestiones
teóricas y metodológicas. Enseñanza de las Ciencias, 21(3), 359-370.
JORBA, J. y SANMARTÍ, N. (1994). Enseñar, aprender y evaluar: Un proceso de regulación continua. Propuestas
didácticas para las áreas de Ciencias de la Naturaleza y Matemáticas. Madrid: MEC.
LEMKE, J. (1997). Aprender a hablar ciencia. Barcelona: Paidós.
MÁRQUEZ, C. (2002). La comunicació multimodal en l’ensenyament del cicle de l’aigua. Tesis Doctoral. Bellaterra:
Universitat Autònoma de Barcelona.
MERCER, N. (1996). Las perspectivas socioculturales y el estudio del discurso en el aula, en Coll, C. y
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en Gabel, D.L. (ed.). Handbook of research on science teaching and learning, 177-210. Nueva York:
Macmillan Publishing Company.
Sobre la autora:
Adrianna Gómez Galindo
Es Bióloga Marina y Doctora en Didáctica de las Ciencias Experimentales por la Universitat Autònoma de
Barcelona. Su línea de trabajo es el desarrollo y análisis de actividades de innovación para favorecer la
construcción de explicaciones científicas escolares, con énfasis en el tránsito entre el fenómeno y la teoría, la
definición y el uso de evidencias, la introducción de lenguaje científico, la generación de modelos analógicos
como mediadores didácticos, el uso de diversas representaciones y la negociación de significados.
Actualmente trabaja como Investigadora en la Unidad Monterrey del Centro de Investigaciones y Estudios
Avanzados del IPN (Cinvestav), México.
Consultas y contacto: agomez@cinvestav.mx
Página web: www.mty.cinvestav.mx/index.html
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Áreas y Estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
CAPÍTULO 2
LA ORGANIZACIÓN Y LA SECUENCIACIÓN DE LOS CONTENIDOS PARA
SU ENSEÑANZA
Mercè Izquierdo
Departament de Didàctica de la Matemàtica i de les Ciències Experimentals
Facultat de Ciències de l’Educació, Universitat Autònoma de Barcelona
Bellaterra, España
Resumen. En este capítulo planteamos una reflexión sobre el término ‘contenido científico de la clase’ (¿qué enseñar?),
que proponemos sustituir por el término ‘actividad científica escolar’. Con ello nos situamos en una perspectiva de
educación de competencias, que desarrollamos para dar lugar a una “ciencia del profesor” (la Didáctica de las Ciencias o
Didactología). Vamos a tratar los aspectos siguientes: la oportunidad del tema, los elementos para una teoría de los contenidos
y un ejemplo de programación.
Hay ahora muchos indicios que muestran que los ‘contenidos de la clase’ son un problema que está
haciendo fracasar reformas curriculares que habían despertado muchas expectativas. Lo mismo está
ocurriendo al introducir la evaluación “por competencias”: el énfasis en lo que los alumnos son capaces de
hacer de manera autónoma requiere nuevas estrategias docentes que ponen en evidencia la necesidad de
nuevos temas de enseñanza y la dificultad de diseñar lo que se ha de enseñar en las clases de ciencias.
Creo que ahora, con la perspectiva de casi veinte años, podemos afirmar que se trataba de una buena
propuesta, aunque provocó rechazo en una parte del profesorado porque se aplicó sin tener en cuenta los
recursos de todo tipo que necesitaba (económicos, de investigación, de formación del profesorado), porque
no se ponderaron las dificultades reales de ajustar los conocimientos a los nuevos alumnos en una escuela
que hubiera debido organizarse de manera diferente. En definitiva, se olvidó que existía una incipiente
Didáctica de las Ciencias que podía aportar un poco de luz a este problema ya que, desde esta ‘ciencia del
profesor de materia’1 se han hecho aportes de gran importancia, como veremos (transposición didáctica,
PCK, ciencia escolar, Didaktik…).
Los proyectos
Los problemas que se acaban de mencionar, relativos a la aplicación de la LOGSE en España, no son el único
ejemplo de desajuste entre intenciones adecuadas a los nuevos tiempos, las nuevas audiencias, los nuevos
valores educativos. La necesidad de nuevos currículos ha dado lugar a numerosos proyectos de enseñanza de
las ciencias que hacían gala de su intención transformadora frente a la enseñanza tradicional. Estos currículos
ponen el énfasis en diferentes aspectos que los caracterizan, según la finalidad que quieren conseguir: la
epistemología y la historia de la ciencia, la sostenibilidad y el medio ambiente, la relación entre ciencia, técnica
y sociedad, la experimentación, la resolución de problemas, las moléculas, la ciencia cotidiana… Roberts
(1982) se refiere a líneas que hablan por sí solas: Nature of Science, Solid Foundation, Self as Explainer,
Scientific Skills, Science/Technology/Decisions,… Y, en 1998, muestra como estos ‘énfasis’ han dado lugar a
currículos con contenidos nuevos y bien delimitados, como Salters, PLON, etc.
Siguiendo esta misma orientación, en nuestro departamento hemos desarrollado una determinada
propuesta de ‘ciencia escolar’ (actividad científica escolar, ACE) fundamentada en un modelo cognitivo de ciencia.
Diversos grupos de investigadores en Didáctica de las Ciencias en España han propuesto nuevos currículos
CTS (Aureli Caamaño, Carpena y Lopesino, Daniel Gil, Jordi Solbes, Amparo Vilches, Eduardo García) y
proyectos de ciencia integrada o coordinada (ver Alambique, “Nuevos tiempos, nuevos contenidos”, nº 29).
1¿Cómo debemos llamarla? El nombre de ‘Didáctica de las Ciencias’ se confunde con la acción de enseñar ciencias y no representa la
reflexión teórica que identifica esta área de conocimiento. Estany e Izquierdo (2002) propusieron llamarla ‘Didactología’.
23
Izquierdo, M.
En conjunto, las aportaciones que se han hecho al tema han sido importantes, y van a serlo cada vez
más porque el diseño de qué enseñar constituye ahora uno de los problemas de investigación más centrales en
la Didáctica de las Ciencias, que va disponiendo de una fundamentación teórica adecuada para acometerlo.
Desde la Didáctica de las Ciencias, debemos alegrarnos de este énfasis en la competencia, puesto que
con ello se está promoviendo el aprendizaje significativo frente al memorístico. Podemos comprender
también la inseguridad que estos cambios generan en el profesorado: es debida a que no van acompañados de
la necesaria reflexión didáctica, la cual, si bien no puede ofrecer soluciones mágicas, sí que puede orientar el
diseño de la clase según estos nuevos requerimientos. Porque, efectivamente, la nueva clase de ciencias que se
perfila es muy diferente de la clase tradicional que aún tiene vigencia en muchos centros escolares.
A pesar de su indudable interés, los nuevos currículos se dedican o bien a conocimientos adecuados
a nuevas finalidades (ciencia para todos, ideas claras, saberes prácticos) pero que finalmente no se concretan
en nuevas estrategias docentes, o bien a cambios en la gestión de la clase en los que se difuminan los temas a
aprender (como si la nueva manera de llevar la clase para llegar a evaluar competencias pudiera aplicarse a
cualquier contenido). Porque en efecto, y de manera general, si la innovación se refiere a los temas, no se
habla de la metodología didáctica y de la gestión de la clase y, al contrario, si la innovación es de estrategia
docente, los temas pierden importancia. En cambio, la visión sistémica de la clase a la que nosotros
adherimos muestra que un cambio en la metodología docente requiere nuevos temas, y que nuevos temas
requieren un cambio en la manera de enseñarlos: cambiar uno de los dos aspectos no sirve, y cambiarlos los
dos, de manera sincronizada, requiere un conocimiento específico, que apunta hacia lo que White denominó
una “teoría de los conocimientos escolares”, y que es fundamental desde la perspectiva de la Didáctica de las
Ciencias.
Lo que ocurre es que quizás estamos superando la época del “conocimiento especializado”, la cual, a
su vez, había sustituido a la época del “conocimiento razonado”, al pasar de la filosofía natural de la Ilustración
a las diversas disciplinas científicas del siglo XIX. Lo que ahora vamos viendo es que el conocimiento no es
un retrato del mundo que es mejor cuanto más detallado, sino que es el resultado de una intervención
experimental y cognitiva que se lleva a cabo con una intención precisa, según valores compartidos por un
grupo de científicos. Por todo ello, depende de la perspectiva desde la cual se formulan las preguntas a las que
responde. Por lo tanto, si bien el conocimiento especializado se ha de enseñar, no se puede hacer desde la
lógica según la cual lo han elaborado los especialistas, puesto que los alumnos se plantean otras preguntas y
tienen otras finalidades; a partir de ellas deberán generarse en el aula las ideas básicas de las ciencias.
24
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Si se piensa bien, la propia palabra ‘contenido’ sugiere que los conocimientos están en algún
recipiente, probablemente un libro y que, por ello, ya están fijados; por ello, es un término que no corresponde
a una concepción interactiva de la clase (considerada un sistema didáctico) ni al proceso histórico de formación
de las disciplinas científicas, que se han estructurado y reestructurado a lo largo del tiempo en función de los
conocimientos emergentes en la investigación y de la necesidad comunicarlos y divulgarlos.
Las nuevas estrategias de gestión de la clase y los nuevos temas emergentes han de adaptarse unos a
los otros según criterios didácticos. Por ello, decidir qué enseñar requiere más atención de la que está
recibiendo actualmente; este es el problema que vamos a analizar aquí y, para resolverlo, deberíamos avanzar
hacia una teoría de los conocimientos escolares.
2. La ‘ciencia del profesor de materia’ para la evaluación de los alumnos por competencias.
El cambio en la manera de evaluar requiere otros cambios e incide de manera especial en los
contenidos de la enseñanza. Es muy conveniente disponer de orientaciones teóricas que ofrezcan pautas para
escoger y estructurar estos contenidos según criterios didácticos. Se requiere investigación para llegar a
disponer de esta “teoría de los contenidos”, aunque ya existen algunos puntos de partida interesantes.
Según Fensham (1999), el libro The content of science dejó el problema de los conocimientos escolares
sin resolver porque, en sus diferentes capítulos, se limitó a comentar las ideas previas en las diferentes áreas
del currículo. Sin embargo, él reconoce que el problema de los conocimientos escolares es importante y
destaca la relevancia de las preguntas que en ese libro se plantean. Al mismo tiempo, muestra que la
investigación actual en Didáctica de las Ciencias / Science Education (admitiendo que ambas tradiciones
tienen elementos en común pero un énfasis diferente en el qué enseñar) aporta ahora nuevas ideas que son
relevantes para formular con precisión el problema y para avanzar en la perspectiva adecuada para resolverlo.
Tales ideas son las siguientes:
• La atención a las ideas previas, que se ha centrado en currículos “académicos” y poco en ideas más
“populares” (agujero de ozono, crisis energética...).
• Los nuevos proyectos que abren nuevas perspectivas e incitan a integrar conocimientos.
• La voluntad de motivar a toda clase de alumnos, en grupos-clase heterogéneos y sin expectativas
“universitarias”, y el reconocimiento de la importancia de la dimensión afectiva en la enseñanza, de
negociar los objetivos, de avanzar hacia una educación científica intercultural.
• El desplazamiento de la atención hacia las habilidades superiores de razonamiento científico; al
reconocer que es imposible la adquisición significativa de la enorme cantidad de conceptos
científicos detallados, se considera que se ha de aprender a argumentar científicamente y que la
comprensión de la ciencia requiere habilidad para participar en un discurso científico (Kuhn, 1993;
Ohlsson, 1995) y se limitan las posibilidades de enseñar según un ‘método científico’ basado en la
experimentación (Millar y Driver, 1987).
• El conocimiento metadisciplinar, que permite estructurar una propuesta de estructuración de los
conocimientos (García, 1998; Izquierdo et al., 1999).
25
Izquierdo, M.
Todos estos aspectos se han de atender al diseñar la clase de ciencias; son tantos, que se comprende
la diversidad de “énfasis curriculares” que han emergido recientemente, según se prioricen unos u otros. Al
mismo tiempo, puede desconcertar la pérdida de unos conocimientos considerados, por todos, válida,
imprescindible y común. En efecto, sería un problema que cada profesor, que cada escuela, optara por un
currículo diferente que, además, no tuviera continuidad si el alumno cambia de profesor o de escuela. Por
ello, a pesar de la variabilidad que ahora se va produciendo, los conocimientos escolares han de asegurar que
se adquieren algunas ideas/competencias consideradas básicas e imprescindibles.
Por ello debemos hallar nuevos criterios para diseñar lo que se ha de enseñar, que ya no es sin más el
conocimiento disciplinar, para poder asegurar que sea relevante y educativo.
Cuadro 1.
Este planteamiento es coherente con las ideas de Chevellard (1991), que considera la clase como un
sistema didáctico cuyos elementos son los alumnos, los profesores y los contenidos; la eficacia de la clase se
consigue cuando los alumnos aprenden, y para ello es necesario conseguir la interacción óptima de estos tres
elementos (figura 1). La profesionalidad del docente se manifiesta en la capacidad de organizar un escenario
en el cual se aprenda la ciencia que se enseña, mediante un complejo proceso de transposición didáctica.
Con Klafki y Chevellard se hace evidente una nueva cualidad del conocimiento escolar: ha de poder
ser aprendido, porque no todo puede serlo de manera significativa por todas las personas; las causas de esta
dificultad son diversas y es imprescindible analizarlas, como haremos a continuación.
26
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Al pretender que toda la población aprenda ciencias con el objetivo, novedoso, de poderlas aplicar a
su vida para tomar sus propias decisiones, se pone en evidencia que el proceso de transposición didáctica es
mucho más complejo de lo que fue hasta ahora: más que seleccionar conocimientos mediante una
“transposición de conocimientos académicos”, va a ser necesario organizar un “escenario” en el cual pueda
llevarse a cabo la actividad científica con la cual se aprendan conocimientos científicos que sintonicen con los
intereses y las necesidades educativas de los alumnos. La reflexión que propone la Didáctica de las Ciencias ha
de ofrecer fundamentos y orientaciones para poder organizar esta actividad científica escolar (ACE) y no, como
algunos creen aún, ofrecer recursos para “tragarse” unos conocimientos que quizás fueron útiles a los
científicos de la anterior generación pero que no lo son para futuros ciudadanos que no serán científicos.
Los contenidos aparecen así como un problema de investigación para la Didáctica de las Ciencias, y no
sólo como algo que viene dado y que los profesores han de comunicar de la mejor manera posible.
Gracias a las nuevas aportaciones de las ciencias cognitivas y de la comunicación, podemos ahora
comprender mucho mejor los procesos de enseñanza-aprendizaje en la escuela e identificar los factores que
van hacer que a ACE sea eficaz. Todo ello contribuye a que la Didáctica de las Ciencias adquiera las
características propias de una nueva ciencia, la “ciencia del profesor”.
La revolución cognitiva
La ciencia cognitiva, en la cual convergen ciencias muy diversas (filosofía de la ciencia, psicología,
neurociencias, lingüística, computación…), se interesa por la formación (y la emergencia) del conocimiento
humano, tanto si se trata del conocimiento científico (logogenia) como del individual en el aprendizaje
(ontogenia). Muestra que no es posible generar cualquier conocimiento ni de cualquier manera, y destaca la
importancia de la motivación y de la capacidad de tomar decisiones para generar conocimientos significativos.
Introduce el nuevo concepto de ‘representación mental’, haciendo ver que las personas tienen ideas, imágenes
y diversos lenguajes en su cerebro-mente, que son las que articulan sus conocimientos y que estas
representaciones (modelos mentales) pueden ser estudiadas y modificadas2.
Todo esto es una novedad, porque hasta hace poco (los años setenta) “lo que hay en la mente” era,
para la educación, una “caja negra”: se guiaba por conductas y por pruebas de inteligencia (según Gardner,
1996). Con la revolución cognitiva, la “caja negra” deja de serlo. Todos los seres humanos piensan mediante
representaciones mentales comunes (Chomsky, 1980): el lenguaje es un tipo especial de sistema cognitivo que
tiene su propio sistema de representaciones psicológicas y (es de suponer) neurológicas, con las que se nace, y se supone que
las personas disponen de otras estructuras mentales dedicadas a la conciencia del número, de las relaciones
espaciales, de la música, a la comprensión de otras personas, las que proporcionan capacidad de reflexionar
sobre la propia memoria y el propio pensamiento (metamnemónica y metacognitiva) y sobre las propias
representaciones (metarrepresentación). Lo que es más importante para la educación es que las pautas de uso
de estas diferentes dimensiones cognitivas se aprenden, porque dependen del contexto cultural.
La configuración de las inteligencias y la relación entre ellas pueden cambiar con el tiempo, según las
experiencias vividas, y así se configura la personalidad. La educación se enriquece de manera muy notable con
esta perspectiva. Porque el significado de lo que detecta el cerebro no está determinado por el propio cerebro,
sino que las decisiones se toman en base a un conjunto de valores: las vivencias dan sentido al conocimiento,
y proporcionar las vivencias adecuadas es ahora lo que debe preocuparnos cuando diseñamos la ACE.
Podemos identificar un ‘aspecto sintáctico’ de las teorías, es decir, el cuerpo de teoremas enunciados
en el lenguaje particular elegido para expresar esta teoría. Y un ‘aspecto semántico’, formado por el conjunto
de modelos que interpretan conjuntos de fenómenos a los que se vinculan mediante hipótesis teóricas que
hacen que los modelos y los hechos sean similares unos a otros. Las teorías científicas son conjuntos de
modelos caracterizados por lenguajes específicos y relacionados con los fenómenos mediante las reglas del juego
con las que contrastan las hipótesis teóricas exitosas. Ambos aspectos son imprescindibles; en la enseñanza,
sin embargo, a menudo se prioriza el aspecto sintáctico (las relaciones matemáticas entre las entidades
científicas) y no se acierta a hacer ver a los alumnos a qué se refieren exactamente las fórmulas y ecuaciones
que se les proporcionan: no se les ofrece el modelo adecuado.
2 Filósofos como Platón, Aristóteles, Descartes o Kant habían creído siempre en estas representaciones mentales.
27
Izquierdo, M.
Si sólo se tiene en cuenta el primer aspecto, puede parecer que el lenguaje es la teoría; pero si se
consideran a la vez los dos, el lenguaje usado para expresar la teoría no es lo fundamental, sino que los
modelos (los hechos del mundo que son sus ejemplos) ocupan el primer plano, porque muestran cuál es el
problema y de qué se está hablando. En la enseñanza, los modelos van a ser lo primero, y los lenguajes deben
ser los que permitan que se pueda caracterizar el modelo de manera adecuada a lo que se va a poder hacer en
clase.
Hipótesis teóricas
Modelo Hechos
Caracterizan al modelo
Lenguajes
Figura. 2. Los científicos contrastan los modelos y la realidad mediante hipótesis teóricas.
Así, las teorías científicas tienen significado, pero no por los lenguajes, sino en relación a los
fenómenos en los que se ha intervenido (son ‘experiencia’, no sólo experimentos), y por esto Giere (1988)
insiste en que una teoría es un conjunto de modelos, adecuados, cada uno de ellos, a conjuntos de hechos del
mundo que han sido interpretados por la teoría y que las formulaciones lingüísticas de las teorías son
‘verdaderas’ si lo que pretenden y consiguen es caracterizar la población de modelos, creando para ello los
lenguajes apropiados que resultan, a la vez teóricos y especializados (ver Duschl, 1996).
Es importante hacer notar aquí que no existe una única “manera de mirar” (un modelo) que abarque
todas las explicaciones de las diferentes ciencias. Si bien todas ellas ven en el mundo ‘cambios’, ‘estructuras’,
‘sistemas’ y ‘equilibrios’, no los identifican ni los caracterizan de la misma manera. Por ejemplo, la Física “ve”
cuerpos, masas, fuerzas, campos… y la Química “ve” sustancias que desaparecen o aparecen y elementos que
se conservan. La Biología se interesa por la vida y “ve” células, mientras que la Geología se interesa por la
Tierra en su conjunto y “ve”, en las rocas y en sedimentos, indicios de su historia que se cuenta en millones
de años.
Por esto, cuando se trata de enseñar los aspectos básicos de las ciencias a todos los jóvenes va a ser
necesario empezar por mostrarles cuáles son estos diferentes enfoques y los diferentes fenómenos que, en
consecuencia, resultan relevantes, así como las diferentes reglas que regulan la intervención experimental en
ellos y las entidades y lenguajes que se derivan de ellas. Para ello va a ser necesario seleccionar ‘hechos
relevantes’ para cada uno de estos enfoques, y hacer que encajen en la perspectiva adecuada, que va a ser el
modelo tórico inicial que se deberá desarrollar al aplicarlo a nuevos ejemplos que deberán ir siendo interpretados
a lo largo del curso, generando así una familia de modelos. Las familias de modelos que corresponden a un
mismo modelo teórico representan conjuntos de fenómenos que pasan a ser el “mundo científico” de los
alumnos, con diferentes grados de abstracción (según sean las posibilidades del alumnado).
Con todo ello se nos proporciona una manera de considerar la ciencia que es realista (hay un mundo
de fenómenos que es necesario conocer y que se controlan según reglas precisas) pero que admite diversas
perspectivas e intervenciones según las cuales se generan los lenguajes adecuados para explicarlas (ya no son
sólo los lenguajes que se derivan de las ecuaciones matemáticas con las cuales se representan las relaciones
entre las entidades más abstractas de las ciencias en las disciplinas científicas académicas).
Podríamos reconstruir la historia de la ciencia haciendo ver que ha habido diversidad de modelos y
diversidad de lenguajes, y que todos ellos han intentado comunicar ideas y acciones sobre el mundo: todos
ellos han transformado el mundo, porque se refieren a ideas y a acciones.
Lenguaje y conocimiento
Según Guidoni (1985), que aplica las ciencias cognitivas a la enseñanza de las ciencias, las tres dimensiones del
sistema cognitivo humano que conviene considerar de manera principal al ‘enseñar para que se aprenda’ son
las que permiten pensar (mediante representaciones o modelos mentales), actuar (adquirir experiencias
significativas, personales) y comunicar (mediante diversidad de lenguajes). El conocimiento científico
significativo requiere la coherencia entre las tres dimensiones, cuando “algo de fuera” tira de nosotros, nos
28
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
sorprende, nos incita a conocerlo, y de esta manera permite hacer lo que se piensa y decirlo de tal manera que
se transforma tanto lo que se ha hecho como lo que se ha pensado... para poder actuar y pensar de nuevo.
Desde esta perspectiva, se impone una reflexión sobre el lenguaje. Desde el punto de vista de la
investigación en Didáctica de las Ciencias, se ha dicho que “es el principal observable del pensamiento” y, en
efecto, la relación entre pensamiento y lenguaje es muy importante. En la clase de ciencias tradicional se ha
creído que, actuando sobre el lenguaje, cambiando expresiones de lenguaje cotidiano por los lenguajes
especializados de las ciencias, se podía conseguir cambiar también las ideas: el ‘qué enseñar’ se podía reducir a
‘qué saber decir’; sin embargo, al introducir también la experiencia como dimensión imprescindible de la
cognición, la relación entre el pensamiento y el lenguaje debe revisarse y adquiere nuevas características, más
sociales, más discursivas.
Para mostrar la diferencia entre estas dos maneras de considerar el lenguaje, veamos el “Discurso
preliminar” que A.L. Lavoisier escribió como prólogo de su libro Éléments de Chimie en 1789, con el cual inició
una nueva etapa científica en la cual los lenguajes especializados de cada disciplina sustituyeron a una manera
de argumentar común a todas las ciencias que estudiaban el mundo físico:
[…] Y en efecto, mientras que sólo creía ocuparme de la nomenclatura, mientras que mi único
objeto era perfeccionar la lengua química, el trabajo se transformó insensiblemente en mis
manos, y sin poderlo evitar, en un tratado elemental de química.
La imposibilidad de aislar la nomenclatura de la ciencia y la ciencia de la nomenclatura, se
debe a que toda ciencia física se forma necesariamente de tres cosas: la serie de hechos que
constituye la ciencia, las ideas que los evocan y las palabras que los expresan. La palabra debe
originar la idea, ésta debe pintar el hecho: he aquí tres huellas de un mismo cuño. Y como las
palabras son las que conservan y transmiten las ideas, resulta que no se puede perfeccionar la
lengua sin perfeccionar la ciencia, ni la ciencia sin la lengua; y por muy ciertos que fuesen los
hechos, por muy justas que fuesen las ideas que originasen, sólo transmitirían impresiones
falsas si careciéramos de expresiones exactas para nombrarlas...
...y yo he designado, cuando me ha sido posible, a las substancias simples con palabras sencillas
y, por lo tanto, éstas son las primeras que me he visto obligado a nombrar...Respecto a los
cuerpos formados por la unión de varias substancias simples, los hemos designado con nombres
compuestos, por ser así ellos mismos; pero caeríamos en el desorden y confusión si no
hubiésemos establecido clasificaciones. […]
A.L. Lavoisier, Discurso preliminar, Traité Élémentaire de Chimie.
Lavoisier, de manera muy bella, se refería a las nuevas palabras ‘oxígeno’ u ‘óxido de mercurio’ con
las cuales se podía “hablar” de la calcinación de los metales según una teoría que consideraba que no existía el
flogisto, que los metales eran sustancias simples y no compuestas y que la cal, en cambio, era una sustancia
compuesta. Efectivamente, una nueva idea que reinterpreta un hecho conocido necesita una nueva palabra,
un ‘término especializado’.
Ahora bien, la relación que Lavoisier establece: del hecho a la idea, de la idea a la palabra... no funciona,
en sentido contrario, como él suponía, en el aprendizaje: de la palabra especializada no se pasa fácilmente al
hecho interpretado por la idea.
Para nosotros, profesores de ciencias, lo más intrigante es la dificultad que aparece al interpretar la
experimentación, que requiere que exista ya, previamente, la palabra, que se supone contiene a su vez la idea.
El problema aparece porque la experiencia que fundamenta el conocimiento científico no es la que se deriva
de la actividad cotidiana, sino algo mucho más sofisticado, que sólo tiene sentido cuando ya se dispone de una
perspectiva científica; a los alumnos les falta una relación directa entre la ‘palabra especializada’ y el hecho.
Por más que se proporcione la ‘palabra científica’ a los alumnos, estos no pueden utilizarla a la manera de los
científicos, porque, para ellos, esta palabra no conecta con ninguna intervención cognitiva en los hechos a los
que se refiere. En palabras de Wittgenstein, para que los términos especializados (científicos) tengan sentido
para los alumnos éstos han de haber jugado “el juego de la ciencia”.(Wittgenstein, 1997).
La relación entre pensamiento, experiencia y lenguaje no funciona fácilmente desde el punto de vista
del alumnado. Se entiende mejor “el agua disuelve el carbonato de calcio” que “la disolución acuosa de
dióxido de carbono está en equilibrio con ácido carbónico; por esto, reacciona con el carbonato de sodio y
forma una sal ácida, el hidrogenocarbonato de calcio, que es soluble en agua”. Da la impresión de que la
claridad y el rigor sean incompatibles en la clase de ciencias (Lemke, 1997).
29
Izquierdo, M.
Aprovechando los recursos que nos ofrece la representación del conocimiento mediante un círculo
en el que se muestra la interacción entre experiencia, lenguaje y pensamiento (ver la figura 3), podemos decir
que tanto las teorías como la experiencia científica son lo que son gracias al lenguaje, así como el lenguaje es
lo que es porque es, a la vez, pensamiento y acción. La experimentación sólo es experiencia para quien sabe
muy bien lo que hace y por qué. Vemos ahora que pensar que lo principal, en las ciencias, son sus lenguajes
especializados es una trampa: el primer lugar lo ocupa el lenguaje, antes de poder ser ‘especializado’ y, según
nos recuerdan Lakoff y Johnson (1980: 228-237 de la traducción española), este es, siempre, experiencia.
El reto es conseguir que los alumnos aprendan a ‘hablar y escribir ciencias’, y para ello han de
superar el mito de la “suprema bondad del lenguaje especializado”, para descubrir que el lenguaje es un juego
(es, también, acción, además de ser pensamiento) con el que se puede generar una realidad pensable sobre la
cual pueden actuar, de acuerdo con una intención. En realidad, han de descubrir que no existe el lenguaje
especializado, sino sólo el lenguaje adecuado a un determinado juego, el de los químicos. Han de ser
‘aprendices’ de una actividad que incluye jugar el juego del lenguaje científico escolar.
3. Una epistemología escolar, fundamentada en valores ‘no cientistas’, para una actividad científica
escolar (ACE).
El conocimiento no está en la naturaleza, que no es un libro, sino en nuestra interacción con ella, la
cual da lugar a la cultura científica si se adapta a determinadas pautas; y consideramos que la ciencia, por sus
características de verdad, de belleza y de utilidad, ha de ser enseñada a todos, en la escuela básica. La actividad
de los alumnos en la clase de ciencias debe llevarse a cabo intencionadamente, en el marco explícito de un
modelo científico para, así, obtener conocimiento que transforma la manera de mirar gracias a la generación de
los lenguajes científicos adecuados.
Llegamos así al meollo del problema. Para ajustar el qué enseñar debemos preguntarnos qué pueden
hacer tan significativamente los alumnos que puedan hablar de ello, cuando aún les faltan las palabras
científicas adecuadas, las cuales, como hemos visto, son a la vez teoría y práctica, y son las que han
transformado el mundo de los fenómenos en un mundo científico (Izquierdo y Adúriz-Bravo, 2003). La
respuesta que demos a esta pregunta deberá integrar temas, experiencias, lecturas, visitas extraescolares…, y
todo ello en un escenario que también deberá ser diseñado cuidadosamente. Como ya hemos adelantado, será
un diseño de Actividad Científica Escolar (ACE), que ha de conseguir que el alumnado vea la clase de ciencias
30
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
como una ocasión de entrar en una historia como protagonistas (de las vivencias de “su” ciencia), como
narradores (de las historias que vivieron otros) y como guionistas (de lo que se proponen hacer). Además,
como que su finalidad es educar, la ACE ha de proporcionar herramientas para ayudar a vivir, haciendo ver
que la capacidad de conocer es una de las características más notables de todas las personas y un valor
precioso.
Como que la ciencia escolar es una ‘ciencia para todos’, no puede ser una copia de ninguna de las
disciplinas científicas tradicionales: el diseño de la ACE es más radical y multidimensional de lo que
contemplaba la transposición didáctica de Chevellard o el análisis pedagógico del contenido de Klafki. Pero
tampoco puede desconocer ni renunciar a las disciplinas: ha de rescatar los modelos básicos e irreducibles, que se
han de identificar, seleccionar y reelaborar, y que no serán ni los más modernos ni los más antiguos, sino los
que agrupan los conocimientos según la intencionalidad cognoscitiva y educativa del currículo.
Podemos conectar fácilmente lo que se ha expuesto en los apartados anteriores de este capítulo y en
otros artículos anteriores (ver Izquierdo, 2005) con las dimensiones que White otorgaba a estos contenidos en
1994; ambas aportaciones van dando sentido a lo que tienen en común los contenidos de la clase de ciencias,
es decir, los elementos que configuran el ‘qué enseñar’ (ver tabla 1).
Tabla 1. Dimensiones de los contenidos, aportaciones de la DC y elementos a tener en cuenta al diseñar ACE.
• Las finalidades destacan el énfasis curricular de la ACE que se diseña. Este énfasis puede ser diverso
pero, como ha de tener en todos los casos una dimensión educativa, ha de proporcionar vivencias
en las que aplicar valores básicos: democracia, no sexismo, respeto a la diversidad, sostenibilidad,
razonabilidad…
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Izquierdo, M.
• Los núcleos temáticos y sus vías de acceso; una vez seleccionados los temas, las vías de acceso pueden ser
diversas porque los alumnos lo son. La selección de los núcleos temáticos viene condicionada por la
posibilidad de intervenir en ellos (los ‘episodios’) para construir un hecho científico.
• Los modelos teóricos y los conocimientos estructurantes que dan sentido a ‘conceptos transversales’ como
energía, equilibrio, estructura, cambio…, que se miden de manera diferente en cada modelo teórico
y adquieren, por ellos, su sentido específico (por ejemplo, la energía se mide de manera diferente en
relación a un sistema vivo, o a un sistema químico, o a un sistema eléctrico; o el equilibrio, que se
define de manera ligeramente diferente en estos mismos sistemas).
• Los episodios, que son situaciones en las que los alumnos pueden intervenir o conectan con su propia
experiencia. Cuando esta intervención adquiere un objetivo, se genera un experimento con el cual se
construye un hecho científico, es decir, un hecho-ejemplo del modelo teórico.
• Los hechos-ejemplo o hechos paradigmáticos, como acabamos de decir, son el resultado de un
experimento en el cual se ha utilizado la manera de intervenir en el mundo que es propia de la
Biología, de la Química, de la Mecánica, de la Geología…
• Los procesos epistemológicos: son el conjunto de procesos que determinan lo que se ha de saber hacer,
lo que se ha de saber ‘escribir’, representar, decir; los problemas que se pueden resolver, los
problemas que se llegarán a plantear. Lo que se ha de conseguir es que el alumnado ‘progrese’ y sea
consciente de ello, y por ello se ha de diseñar una estrategia de progresión, que proporcione un ritmo al
aprendizaje (según el ciclo de aprendizaje, ver Sanmartí, 2002).
• Los criterios para reconocer los conocimientos que son incompatibles entre sí o irrelevantes, para
saber cómo conectar con otros conocimientos a fin de poder continuar aprendiendo, y para
seleccionar nuevas informaciones de interés. Estos criterios son imprescindibles para coordinar los
temas a lo largo de los años de escolaridad y orientar así la progresión de la ciencia escolar.
Para la química, el cambio químico no es algo bien acotado y ya conocido, sino que es la fuente de
innumerables problemas a resolver: identificar interacciones y controlarlas, clasificar sustancias, determinar
propiedades químicas, establecer regularidades, proporcionar criterios que permiten seleccionar determinados
fenómenos por su ‘similitud química’… Para ello, ha establecido sus propias reglas del juego del hablar y
escribir, del hacer y del representar lo que ocurre cuando se interviene en este tipos de cambio; y lo hace
mediante nuevas entidades abstractas, como las ‘sustancias’, los ‘átomos de los elementos’, los ‘enlaces’…
Estas entidades proporcionan un lenguaje propio del Modelo de Cambio Químico, que se va consolidando a
medida que se juega el “juego del lenguaje químico” en unas clases de ciencias en las cuales se va conociendo
la manera de identificar algunos cambios químicos y de intervenir en ellos.
32
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Estas reglas permiten, por ejemplo, ver el cambio químico como interacción entre sustancias, que
cambian por más que se conservan los elementos; considerar el átomo del elemento químico como un
“paquete” de masa irreducible a la de otro elemento, que participa entero en el cambio químico; imaginar
estructuras de las sustancias para poder aplicar la conservación de la energía y, en general, los principios de la
termodinámica, a los cambios químicos; caracterizar el estado de equilibrio químico a partir de las
propiedades químicas de las sustancias que forman los sistemas; atribuir propiedades ‘eléctricas’ o ‘cuánticas’ a
los átomos de los elementos a partir de fenómenos como la electrólisis del agua, las pilas o la conductividad
eléctrica de algunas disoluciones.
Los temas del currículo en los cuales se puede producir una intervención química son diversos. Por
ejemplo:
33
Izquierdo, M.
Cualquiera de estos temas se va a estructurar y a desarrollar según sea la finalidad y los valores que
van a entrar en juego. Por ejemplo, puede presentarse como parte de un problema planetario, económico,
moral… o de una aventura en la cual se pone en juego un enigma, o una novedad tecnológica… o de una
historia del pasado que ilustra algún episodio relevante para la historia del conocimiento.
Sea como sea, deberemos concretar el desarrollo del tema de manera que pueda conectar con el
modelo teórico apropiado para la Química, es decir, llegar a verlo como un cambio químico según el modelo que nos han
ido proporcionando otros casos químicos que ya conocemos: veremos en él materiales que interaccionan, elementos que
se conservan, relaciones de masa constantes que son debidas a que los átomos de los elementos tienen masas
características, cargas eléctricas que circulan pero se conservan…
La historia humana de la que formen parte los hechos seleccionados es la que da interés a las
entidades de la química, que fueron creadas precisamente para esto: para explicar algo que se estaba
buscando, para responder alguna pregunta, para hacer algo que se consideró necesario. Se generan así episodios
en los que se puede intervenir y que pueden ser reproducidos, previo diseño, en el laboratorio, para
convertirse en hechos científicos y acabar dando lugar a un texto ritual.
Vamos a tomar como ejemplo el primero de los temas de la lista, Las funciones de los seres vivos. Lo
escogemos con la intención de mostrar que la Biología proporciona muchas situaciones que pueden ser
abordadas por la química3. Vamos a suponer que los abordamos desde la perspectiva de la ciencia como aventura
humana con la cual se da sentido al mundo. Esto significa que, para comprender cómo es el cuerpo humano y
cómo funciona, debemos mirarlo desde la perspectiva del ‘Modelo Ser Vivo’, que nos proporciona algunas
“reglas de ser vivo”: intercambian energía y materia con el medio, se relacionan, se reproducen. La química
interviene aquí aportando informaciones para comprender cómo se producen los cambios materiales propios
de la vida; a la inversa, estos cambios que todos conocen hacen que las entidades de la química tomen
significado.
Intercambio de energía y de Los elementos de la vida, el agua, los enlaces
materia químicos y las ‘cascadas de electrones’
Reproducción Las estructuras gigantes, la regulación de los
procesos
Relación Los iones y los electrones para propagar los
estímulos y responder a ellos
El modelo teórico genera las entidades científicas que se prevén en el currículo (las fuerzas, la
energía, los átomos, los electrones, los equilibrios químicos), no a la inversa. Esto ocurre también así en la
formación histórica del conocimiento científico, aunque las entidades no eran previstas por nadie ni tan sólo
son las únicas que podían haber emergido. Las entidades científicas funcionan como si fueran ‘objetos’, pero
representan relaciones entre los fenómenos, y esto es lo que no se puede explicar, se ha de vivir. Se vincula
con los hechos concretos mediante hipótesis teóricas, que tienen significado experimental y que permiten
hacer previsiones; un hecho del mundo interpretado por un modelo teórico-teoría es ya un hecho científico y se
habla de él en los términos que han surgido de esta interpretación. (El carbonato de calcio no se ha disuelto,
porque en el agua no lo hay; se forma cuando calentamos el agua.)
La investigación en Didáctica de las Ciencias debería proporcionar los criterios que necesitamos para
seleccionar lo que se ha de enseñar, ajustando el por qué enseñar a qué enseñar. Si bien en estos momentos de cambio
este ajuste no es fácil, creo que la Didáctica de las Ciencias nos proporciona criterios para considerarnos
preparados para emprender el camino hacia una ‘teoría de los contenidos de la clase’ que nos guíe no sólo en
la elección de qué enseñar sino en la compleja construcción del escenario en el cual se pueda llevar a cabo la
actividad científica escolar. Si bien para muchos profesores innovadores el conocimiento siempre ha tenido
algo de ‘variable’ (y por esto se han organizado grupos de trabajo, seminarios, Escuelas de Verano, y se han
escrito unidades didácticas diversas), ahora se ha de ir más lejos y encabezar una cierta “revolución de los
contenidos” que dé lugar a una concepción de la clase como ACE en lugar de centrarse en lo que está
contenido en el libro.
3El currículo podría simplificarse de manera muy notable si se incidiera en temas relevantes desde perspectivas diferentes que lo
enriquezcan; con ello, se identificarían y comprenderían mejor los fenómenos de los cuales se habla. No podemos profundizar aquí y
ahora en este punto. Baste decir que una revisión de los libros de texto muestra hasta qué punto se ignoran materias que deberían ser
complementarias y que, al hacerlo así, se introducen explicaciones que son no sólo confusas sino incluso erróneas.
34
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Una teoría de ‘qué enseñar’ (del conocimiento escolar) ha de referirse a una actividad científica
(escolar) en la que se desarrolle la relación entre pensar, experimentar (vivir) y comunicar, al utilizar los
conocimientos. Por ello, ha de tener en cuenta las aplicaciones de los conocimientos: las implicaciones que
tienen o pueden tener en la vida de las personas y las tecnologías que se derivan de ellos.
Según hemos ido viendo hasta aquí, esta teoría de fundamentaría en las ideas que constituyen el
‘núcleo duro’ de la Didáctica de las Ciencias:
• La transposición didáctica, que adquiere un nuevo sentido a medida que se adquiere autonomía en el
diseño de los contenidos ‘aprendibles’. En efecto, no se trata de adaptar las ideas de los científicos a la clase,
sino de diseñar unas ciencias propias de la clase. Esta afirmación, que habría sido inaceptable hace un
tiempo, ahora es razonable, porque tampoco existe “la” ciencia de los científicos, sino una
determinada selección de temas que en algún momento ya lejano parecieron adecuados a alguien
para la formación de los científicos y técnicos.
• Las ideas de los alumnos, para el aprendizaje significativo. Se trata de comprender los obstáculos que se van
a presentar, pero también de aprovechar lo que el alumnado ya conoce y hacia lo cual está motivado. Una vez
superada la exigencia de precisión del lenguaje, por imposible, se puede ‘jugar con el lenguaje’ para
favorecer la interpretación más válida de un término de significado impreciso o demasiado amplio,
pero no necesariamente erróneo del todo.
• La evaluación que conecta con la metacognición, para ‘aprender a aprender’. Siguiendo los
requerimientos de la ‘revolución cognitiva’, la implicación personal, la gratificación recibida en clase,
son esenciales para aprender. Desarrollar la habilidad cognitiva superior de ‘hablar con uno mismo’ es esencial
para modificar las ideas, y por esto se le ha de dar la importancia básica, vinculando estrechamente a ella la
evaluación, que pasa a ser, en gran parte, autoevaluación, y que ha de ser gratificadora.
• El lenguaje, liberado del requisito de ser ‘preciso’ para pasar a ser ‘honesto’. Entiendo por lenguaje
deshonesto el del parte metereológico: miles de personas lo “leen” en la TV diariamente, pero
cuántas podrían explicar el significado de las líneas que allí aparecen. Más o menos se sabe que si hay
una D encima de nuestra ciudad, será que lloverá, o incluso alguien podrá relacionar la estructura del
conjunto de líneas isóbaras con un posible vendaval… pero esto no tiene nada que ver con
comprender el lenguaje simbólico que allí aparece. Lo ‘honesto’ sería o bien explicar bien lo que
pasa, o bien utilizar la simbología adecuada a las conclusiones que finalmente van a retener y
comprender los televidentes.
Todo lo que se ha dicho hasta aquí plantea un interesante trabajo a emprender, en el que podemos
ser muy útiles: en educación a distancia, en contribuir a que los museos de ciencias sean más eficaces, en
materiales didácticos TIC que funcionen mejor, facilitando el paso de niveles educativos… Podemos
contribuir a ofrecer conocimientos que se puedan aprender a nuevas audiencias y mediante nuevos canales
comunicativos.
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35
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Sobre la autora:
Mercè Izquierdo
Es Licenciada en Ciencias (Química) por la UB, 1963. Doctora en Ciencias (Química) por la UAB, 1982.
Profesora de química en secundaria (desde 1964) y en la UAB (desde 1970) y de Didáctica de las Ciencias y de
Historia de la Química en la UAB, desde 1987. Actualmente es Catedrática de Universidad (Didáctica de las
Ciencias), en el Departamento de Didáctica de las Matemáticas y de las Ciencias Experimentales. Su búsqueda
se ocupa prioritariamente de la fundamentación de la enseñanza de las ciencias (especialmente de la química),
a partir de la filosofía y de la historia de la ciencia. Se dedica especialmente al lenguaje científico, al trabajo
experimental y a los libros de texto.
Consultas y contacto: merce.izquierdo@uab.cat
36
Áreas y Estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
CAPÍTULO 3
LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS
Digna Couso
Centre de Recerca en Educació Científica i Matemàtica (CRECIM) /
Departament de Didàctica de les Matemàtiques i les Ciències Experimentals
Facultat de Ciències de l’Educació, Universitat Autònoma de Barcelona
Bellaterra, España
Mercè Izquierdo
Departament de Didàctica de les Matemàtiques i les Ciències Experimentals
Facultat de Ciències de l’Educació, Universitat Autònoma de Barcelona
Bellaterra, España
Resumen. Identificar un problema e intentar resolverlo ha sido considerado como el principal estímulo para
la investigación científica: en el proceso de resolución se producen variaciones conceptuales gracias a las
cuales los conocimientos científicos (teorías, procedimientos y lenguajes) evolucionan. Este esquema puede
aplicarse también a la enseñanza de las ciencias. En efecto, la resolución de problemas viene siendo, en las
últimas décadas, un ámbito de gran interés en la didáctica de las ciencias Si bien la bibliografía especializada
muestra claramente que, en general, los alumnos no aprenden a resolver problemas sino que mecanizan los
procesos de resolución de algunos que les parecen relevantes y los aplican de manera memorística y poco
razonada, en la actualidad se revindica la importancia de la resolución de problemas como una
habilidad/competencia imprescindible para los estudiantes de ciencias. En este capítulo se dibuja un sucinto
panorama de este ámbito de investigación y se repasan brevemente conceptos, ideas, propuestas y materiales
que a ella se refieren.
La resolución de problemas es una actividad habitual en el aula de ciencias a la que se dedica una
parte considerable del tiempo de enseñanza-aprendizaje. La importancia de la resolución de problemas queda
patente desde diversos ámbitos. En los curriculums oficiales se ha incluido generalmente como
procedimiento de las ciencias, al mismo nivel que la observación o la experimentación. Ocupa también un
papel destacado en los libros de texto, donde la presencia de ejercicios y problemas es muy significativa,
existiendo incluso manuales especializados y volúmenes dedicados íntegramente a la resolución de problemas
(sobretodo para los niveles de bachillerato y universidad). Diferentes resultados de investigación muestran
que para los profesores de ciencias los problemas constituyen un objetivo básico del aprendizaje de los
alumnos (Campanario, 2002; Garret, 1988). En consecuencia, la resolución de problemas es uno de los
instrumentos de evaluación sumativa más utilizados, tanto en el aula como fuera de ella (evaluaciones
externas). También existen abundantes ejemplos de investigación de las ideas alternativas de los alumnos que
utilizan los problemas como contexto privilegiado para “poner en funcionamiento” su pensamiento
científico. Por todo ello, la resolución de problemas ha constituido durante cierto tiempo un área de
investigación prioritaria en didáctica de las ciencias (Gil, Carrascosa, Furió y Mtnez-Torregrosa, 1991). Así, en
el primer Handbook de investigación en enseñanza y aprendizaje de las ciencias (Gabel, 1994) se dedican 6 de
sus 19 capítulos a la resolución de problemas. Se han publicado abundantes libros a nivel internacional pero
también en español (Carrascosa y Martínez, 1997, Gil y Martínez Torregrosa, 1987; Oñorbe et al, 1993;
Perales y Cañal, 2000; Pozo et al, 1994; Ramirez, Gil y Martínez Torregrosa 1994;), siendo numerosas las Tesis
Doctorales dedicadas a ésta temática (Martinez Torrejosa 1987; Ramírez, 1990; Reyes, 1991; Varela 1994) al
tiempo que revistas como Alambique y Educación Química (XVI; 2; 2005) han publicado monográficos.
Conviene destacar el Hanbook of Research on Science Teaching and Learning en el se hace referencia a las
aportaciones realizadas por los grupos de investigación españoles en este campo (Maloney, 1994: 344).
El escenario presentado muestra que han sido abundantes los esfuerzos que se han realizado desde
la didáctica de las ciencias y áreas afines, sobretodo la psicología, a explorar el complejo proceso de la
resolución de problemas y obtener implicaciones para la enseñanza y aprendizaje. Si hacemos un repaso a la
historia reciente de la investigación en éste ámbito (la resolución de problemas de ciencias) y hasta nuestros
días, se evidencia que a lo largo de las últimas décadas ha habido diversos cambios de enfoque teórico y
37
Couso, D., Izquierdo, M. y Merno Rubilar, C.
metodológico (Good y Smith, 1987) que han tenido una gran influencia didáctica. Estos cambios,
estrechamente relacionados entre sí, podemos resumirlos en: cambios respecto al tipo de problemas que se
analizan (qué es un buen problema para investigar / aprender ciencias); cambios respecto al contexto en el
que se realizan las investigaciones (cuál es un buen contexto de resolución de un problema de ciencias) y
cambios respecto a las teorías psicológicas en las que se enmarcan estos estudios (como consideramos que se
aprende a resolver problemas de ciencia). A continuación presentamos un breve resumen de la evolución de
estas perspectivas.
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Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Tabla 1. Principales diferencias entre los conocimientos y estrategias de resolución entre expertos y novatos en el
ámbito de la resolución de problemas de ciencias.
Contenido adaptado de Campanario, 2002, Perales, 2000 y Sanmartí, 2002 (a partir de resultados de
Blessing y Ross, 1996; Camacho y Good, 1990; Genyea, 1982; Kempa y Nicholls, 1983, Larkin y Reiff, 1979;
Mayer, 1992; Pozo, 1987; Shoenfeld, 1987; Simmons y Lunetta, 1993).
En las últimas décadas la investigación, éste área ha recibido diversos aportes que la han modificado
substancialmente. Por un lado, las componentes sociales, culturales y emocionales han ido tomando
relevancia frente a la tradicional perspectiva únicamente cognitiva. Así, se ha hecho patente que en la
resolución de problemas (como en el resto de actividades de enseñanza-aprendizaje) tiene una influencia
fundamental el contexto: el contexto social (individual, cooperativo) en el se plantea la resolución, la
relevancia del problema en el contexto socio-cultural de los alumnos, su influencia en la motivación y el
interés de los mismo, etc. Por otro lado, los nuevos enfoques pedagógicos vinculados a la idea de evaluación
por competencias han hecho que la resolución de problemas “auténticos” (aquí en el sentido de reales,
complejos, profesionales, interdisciplinares, etc.) se convierta en un objetivo educativo primordial. Sin
embargo, la verdadera revolución en el ámbito de la investigación en la resolución de problemas ha sido el
empezar a entender este proceso no sólo como una competencia a conseguir, sino también como una
estrategia de enseñanza y aprendizaje.
En términos generales, un problema suele ser definido como un obstáculo que hace difícil alcanzar
un objetivo deseado, pero también puede ser entendido como una situación en la que se tiene la oportunidad
de hacer algo diferente, algo mejor. Estas dos concepciones nos sirven como metáfora para situar, en un
espectro definido, los diferentes aportes que desde la investigación en didáctica de las ciencias se hacen a la
enseñanza y aprendizaje de la resolución de problemas, y a la caracterización y forma de entender los
problemas en el aula de ciencias.
Por un lado los problemas, tal y como se utilizan tradicionalmente en la enseñanza y aprendizaje de
las ciencias, resultan problemáticos. Existe consenso en la literatura en destacar que los resultados de los
alumnos son altamente insatisfactorios (Gil et al, 1991). Además, el análisis de los problemas que se utilizan
muestra grandes limitaciones y deficiencias, sobretodo con respecto al aprendizaje de conceptos o modelos
globales y a la imagen de la naturaleza de la ciencia (ver ejemplos a partir de investigaciones clásicas en
resolución de problemas de biología, química o física en la Tabla 2). Uno de los motivos principales es el
hecho de que los problemas que se utilizan en el aula (los denominados problemas académicos) no son
generalmente problemas en el sentido didáctico del término.
En el ámbito del aula de ciencias, diferentes autores han esbozado diferentes definiciones sobre qué
constituye un problema de ciencia (escolar), destacando que para que exista un problema que conlleve a un
intento de resolución por parte del alumno en el que se “pongan” en marcha sus conocimientos conceptuales
y procedimentales, debe haber:
• una pregunta o cuestión, es decir, algo que no se sabe, algo por resolver
• deseo, motivación, interés en la resolución
• un reto, de forma que la estrategia de solución no resulte evidente
A pesar de las dificultades de establecer buenos problemas (buenas preguntas, preguntas relevantes,
productivas, que pongan en funcionamiento los modelos y conceptos que se quieren trabajar etc.) en
contextos motivadores que despierten su interés, es sobretodo respecto al último punto que la literatura de
los problemas de ciencias los evidencia como “problemáticos”, o más bien, “poco problemáticos. Así, con
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Couso, D., Izquierdo, M. y Merno Rubilar, C.
respecto al planteamiento de un reto, podemos decir que mayoría de los problemas tradicionales de aula no
plantean realmente un problema al alumno: son problemas generalmente cerrados (problemas con una única
respuesta acertada y en ocasiones una única estrategia de resolución posible) (Garret, 1988), con enunciados
enormemente simplificados, datos escogidos a priori (generalmente solo aquellos que se necesitan) y
consignas de respuesta implícitas (Dumas-Carré, 1987) y muy repetitivos con respecto a sus algoritmos de
resolución (Gil et al, 1991).
Por otro lado, y a pesar de este panorama aparentemente pesimista, es el cambio de enfoque de los
problemas de ciencias mencionado en el apartado anterior el que está propiciando actualmente las propuestas
didácticas más innovadoras del campo de la Didáctica de las Ciencias: el aprendizaje basado en problemas, la
enseñanza-aprendizaje por indagación, etc. Esto es debido al enorme potencial que presentan los problemas
de ciencias no como contexto de investigación o evaluación, sino como contexto de aprendizaje privilegiado.
40
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Resolver problemas como estrategia de aprendizaje implica repensar los problemas como “problemas
para aprender”, es decir, problemas que hacen posible la emergencia de nuevo conocimiento. Han de ser
“problemas auténticos” (Garret et al, 1990), en el sentido de problemas que plantean “buenas preguntas”: que
hacen pensar, que el estudiante puede entender y compartir, que puede formular con sus propias palabras.
Los estudiantes han de tener ocasión de ensayar las estrategias de resolución y por ello estos problemas han
de poder ser resueltos con autonomía por parte de los estudiantes (disponiendo de la ayuda del docente), es
decir, son problemas que presentan un reto alcanzable: se sitúan en la ZPD del alumno. Estos problemas no
han de contener ninguna 'trampa' que sólo puedan superar los estudiantes excelentes o aquellos que conocen
las “reglas del juego” académico, sino que han de ser tareas que ayuden a construir conocimientos.
Finalmente, han de ser relevantes para los alumnos en el contexto del aprendizaje de ciencias, es decir,
problemas relevantes para la disciplina. Así, deben conectar con problemáticas globales que resulten
interesantes para los especialistas, por qué también son problemas para ir aprendiendo a ser científicos. En
resumen, han de incidir en las ideas clave de los programas, han de tener en cuenta los conocimientos previos de los estudiantes
(en contenidos y en procedimientos) y han de plantear buenas preguntas (Roca, 2008).
Si optamos por estos tipos de problemas, la forma de entender los problemas de estudiantes y
profesores cambia sustancialmente. Los estudiantes se han de dar cuenta de que, debido a su finalidad
formativa y docente, no tiene sentido intentar memorizar las soluciones ni copiarlas del compañero. Preparar
un examen no ha de ser repetir una y otra vez problemas que ya han sido resueltos por el profesor, por algún
compañero o en el libro, intentando memorizar los mecanismos de resolución sin llegar a entenderlos. El
profesorado se enfrenta a un reto mayor: inventar nuevos problemas, en los cuales aquello que quiere enseñar
sea sugerido a partir de la situación problemática que se plantea, que el alumnado ha de poder interpretar (al
menos en parte) gracias a los conocimientos que ya tiene para que, con la ayuda del profesor, de compañeros
o de la guía del propio problema, pueda desarrollarlos al responder a las preguntas que esta situación les
plantea. Los problemas para aprender, además, se han de enseñar a resolver explícitamente y de manera
heurística, conectando con los modelos teóricos propios de la disciplina y no pasar únicamente por
mecanismos rutinarios que oculten la reflexión.
Pero ¿cómo conseguimos diseñar estos problemas para aprender? ¿Cómo sabemos si un problema
sirve para aprender? Podemos empezar por analizar los enunciados de los problemas a partir de las
consideraciones que se han realizado hasta aquí y que se concretan en tres aspectos: la finalidad docente del
problema; la pertinencia de su contenido y la aportación específica que hace su formato a la finalidad de
aprendizaje que se persigue; la estrategia de resolución que se quiere potenciar. Así, proponemos una pauta de
análisis de los problemas (ver cuadro 1) en la que se desarrollan estos tres aspectos los cuales, en un buen
problema, han de estar relacionados de manera coherente.
Cuadro 1.
A. Finalidad (docencia)
• ¿Cuál es la finalidad docente?
• ¿De que va el problema y qué tiene que ver con el programa del curso?
• ¿Cuál es el concepto clave, desde el punto de vista del profesor?
• ¿Cuál es el problema que se quiere plantear a los estudiantes? (¿un fenómeno nuevo?, establecer nuevas
relaciones entre conceptos? ¿solucionar conflictos mediante el sentido común?, otros)
• ¿Qué conocimientos previos se necesita tener?
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Couso, D., Izquierdo, M. y Merno Rubilar, C.
Un ejemplo
Veamos como ejemplo el análisis de un problema de química que es parecido a muchos de los problemas de
estequiometría de los libros de texto de química general. Como veremos, el resultado del análisis nos conduce
a la conclusión de que no alcanza los requisitos mínimos para ser considerado 'un problema para aprender'
sino que se trata simplemente de un ejercicio de cálculo sin demasiado interés para la química.
Una muestra de 1.036 g de una sustancia orgánica (con un doble enlace), que sólo contiene C, H, N,
ha sido quemada dando 2.116 g de dióxido de carbono y 1,083 g de agua. Además, se sabe que 0.1366 g del
compuesto fijan a la molécula todo el bromo que hay en 66,2 cm3 de agua de bromo (disolución de bromo
en agua) que contiene 3,83 g de bromo por cada litro de solución. Si cada mol del compuesto fija un mol de
bromo en su molécula, encontrar la fórmula empírica y molecular de la sustancia orgánica.
El enunciado presenta con claridad una situación que requiere un calculo estequiométrico, expresada
con un lenguaje correcto. La pregunta no recuerda al estudiante lo que debe razonar, ni le despierta interés
científico por aquello que se le solicita. La consigna que se le entrega de manera implícita es que se puede
saber la formula a partir de los datos empíricos que se le proporcionan en el enunciado, pero uno de estos
datos (la relación de moles de bromo y moles de sustancia) no es empírica, sino didáctica: se proporciona para
que se pueda resolver el problema, puesto que aquí estaría en realidad el problema: que no se sabe cuál es la
masa molar de la substancia. Y la respuesta que se espera obtener es un determinado resultado: escribir dos
formulas, una empírica y otra molecular.
El proceso de resolución requiere conocer unos cálculos determinados que podrían provenir de rutinas;
si fuese así, podría ser que no haya ‘problema’ para el alumno, ya que sólo habría que repetir un esquema de
calculo (cuadro 2) y que se tratara de un ejercicio en el cual no se genera nuevo conocimiento sino que se
aplica y se consolida el que ya se ha visto en clase.
1. Calculo de nCO2 y de nH2O; calculo de nC y de nH; calculo de gC y de gH; calculo, por diferencia
de gN y después de nN.
2. Fórmula empirica de la sustancia X
3. Formula molecular de X.
Tal como avanzábamos, como conclusión del análisis, podemos decir que se trata de un ejercicio de
aula, cerrado, que demanda sólo un resultado cuantitativo sin una reflexión adecuada a la tarea a la que se
refiere, la cual es crucial para la investigación química. Tal como está redactado no es un ‘problema para
aprender’.
A partir de este análisis podemos hacer propuestas para transformar este ejercicio en un problema
para aprender (Izquierdo, 2005a). Para ello es necesario dar un sentido químico al cálculo estequiométrico que
se ha de realizar proporcionando información sobre la finalidad que se persigue (determinar la fórmula de un
substancia que se acaba de obtener), formular la pregunta de acuerdo a esta finalidad y pedir una respuesta
justificada en relación a la operaciones químicas que se han realizado. En la nueva redacción del problema
debe trabajarse sólo con los datos del análisis elemental, puesto que éstos son los únicos datos de que
disponemos; y por ello la pregunta no puede ser cuál es la fórmula sino por qué no es posible saberla con
certeza aunque se puedan hacer conjeturas. El alumno puede comprender de esta manera la dificultad de
asignar fórmulas a las substancias y valorar la aventura intelectual que representó llegar a hacerlo para todas
las substancias conocidas; y, también, que a pesar de disponer ahora de métodos y criterios químicos bien
fundamentados, la dificultad se plantea de nuevo cada vez que se obtiene una substancia nueva que ha de ser
caracterizada.
42
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Se ha hallado una sustancia desconocida ha partir de un proceso natural y hay que identificarla. Es un sólido blanco, de
punto de fusión bajo, que decolora el agua de bromo. Al quemarla se forma dióxido de carbono, agua y nitrógeno. El
análisis elemental (por combustión) con una muestra de 1,036 g de una sustancia orgánica, da 2,116 g de dióxido de
carbono y 1,083 g de agua. Además, se sabe que 0,1366 g del compuesto fija todo el bromo que hay en 66,2 cm3 de agua
de bromo (disolución de bromo en agua) que contiene 3,83 g de bromo por cada litro de disolución: (C=12; H=1;
O=16; Br=81).
- ¿Cuál es la fórmula empírica de esta sustancia? ¿Cuál podría ser su formula molecular? ¿Cómo sabemos con certeza?
¿Qué más abría que hacer para comprobar si la propuesta que haces es correcta? Justifica tu respuesta.
- Explica por qué es importante conocer las fórmulas moleculares de las sustancias y por qué son tan limitadas las
posibilidades de conseguirlo.
4. ¿Qué es lo que caracteriza a un problema para aprender? Una aproximación filosófica desde
Stephen Toulmin
En el ejemplo anterior hemos visto que resaltar la 'idea química' esencial a la que se refiere el
enunciado y hacer que los cálculos se relacionen con ella proporciona mucho más interés al problema. Al
intentar generalizar esta idea nos damos cuenta que lo importante de un problema es que coloque al alumno
en la frontera entre lo que sabe y lo que ha de aprender, de manera que el esfuerzo por resolver el enigma que
se le plantea contribuya a hacer emerger el nuevo conocimiento que se está trabajando en clase. Así, los
conocimientos del alumno cambian como consecuencia de haber resuelto el problema, de la misma manera
que, según Toulmin y otros filósofos de la ciencia, las disciplinas cambian a medida que se resuelven los
problemas que se plantean en su seno
Esta idea sobre filosofía de la ciencia nos resulta sugerente para la didáctica de las ciencias, puesto
que también así podría caracterizarse un buen 'problema' que ayude a aprender ciencias, haciendo evolucionar
el conocimiento del alumno. Ahora bien, los “problemas para aprender” han de poder ser resueltos: de la
misma manera que la ciencia avanza por el logro de ideales explicativos particulares (las expectativas de
solución de preguntas que se plantean), el logro de los estudiantes es llegar a aprender la ciencia de la escuela.
Esto no significa que los problemas en la clase de ciencias sean idénticos a los problemas de la investigación
científica; al contrario, el diseño de la ciencia escolar y de los problemas a resolver que les son propios no
reproduce la dinámica de la ciencia a lo largo de la historia. Los problemas para el aula de ciencias han de
adaptarse a las capacidades de los alumnos y a las finalidades y contenidos específicos de la enseñanza en cada
uno de los niveles de enseñanza que el alumnado ha de ir superando.
43
Couso, D., Izquierdo, M. y Merno Rubilar, C.
Para resolver éstas cinco principales tipologías de problemas, de acuerdo con Toulmin las ciencias
disponen de tres mecanismos principales de resolución, irreducibles unos a otros:
• Mejorar la representación (modelos teóricos)
• Introducir nuevos sistemas de comunicación (nuevos lenguajes simbología gráfica o matemáticas)
• Refinar los métodos de intervención experimental en los fenómenos (las aplicaciones, los
procedimientos, la tecnología)
Los tres mecanismos de solución están relacionados con el hecho de que para responder una
pregunta (un problema) se ha de comprender el contexto en el que el ésta se genera, que se caracteriza por
cómo se representa el fenómeno, cuál es el lenguaje con el cual se expresa la intervención en él y las
aplicaciones que se pueden dar a estas intervenciones.
El enfoque de Toulmin se puede aplicar de manera muy clara a la enseñanza de las ciencias: los
conocimientos científicos de los alumnos también han de evolucionar y los problemas que identifican y que
resuelven contribuyen a ello. Como que estos conocimientos han de permitir intervenir en los fenómenos de
manera 'teórica' (a partir de los modelos científicos) y alcanzar competencias de pensamiento científico
(Chamizo y Izquierdo, 2005), esta consideración nos conduce a destacar el proceso de 'modelización' como
una de las principales manifestaciones de la manera de actuar en ciencias y, por ello, la necesidad de
incorporarlo en la educación científica. (Carr, 1984; Grossligth, et al, 1991; Gilbert, 2000; Erduran y Duschl,
2004). Coll y Taylor (2005) reconocen:
[…] Cuando los científicos pretenden explicar la naturaleza macroscópica (por ejemplo, las propiedades
físicas y químicas de las substancias) recurren inevitablemente al uso de modelos. Así, los modelos y la modelización
son características clave de la ciencia y por lo tanto lo son también de la educación científica cuando ésta pretende hacer
que el alumno acceda al conocimiento científico. […]
Así, podemos decir que comprender la ciencia es comprender sus 'Modelos': los 'hechos del mundo'
idealizados que muestran el significado de las entidades científicas con las cuales se justifica su
comportamiento (Harrison, 1996). El filósofo R. Giere (1999), en sus reflexiones acerca de los Modelos
Teóricos en los libros de texto, propone el péndulo como ejemplo: se trata de un artilugio real pero
idealizado, con un movimiento específico, en el cual las leyes generales de la Mecánica se expresan de manera
simplificada pero, a la vez, generalizable a otros objetos del mundo que se comportan de la misma manera.
La tarea que ahora nos queda es identificar los ‘modelos teóricos’ (MT) propios de las disciplinas
(Izquierdo, 2005b), que son los que los alumnos han de ir dominando a lo largo de su formación: los
‘problemas para aprender’ que vamos a proponer a los alumnos deberán referirse a estos MT, que irán tomando
significado y robustez a medida que conecten con 'hechos del mundo' que lleguen a ser 'ejemplos' de
comportamiento científico (es decir, que lleguen a ser explicados mediante les mismas entidades científicas
porque se interviene en ellos mediante unos mismos instrumentos y una misma representación conceptual).
Por ejemplo, todos los MT de la química comparten las mismas entidades teóricas del cambio químico:
substancia simple y compuesta, propiedades y estructura, control del cambio… pero se aplican de manera
ligeramente diferente según se refieran a reacciones en el agua, a la vida, a las relaciones entre los materiales y
la electricidad, a la interacción luz-materia, a los gases o la industria química…
44
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Los cinco tipos de problemas a los que se refiere Toulmin y los tres procesos de resolución nos
proporcionan ideas y recursos para diseñar auténticos 'problemas para aprender' que impulsen el proceso de
modelización en la ciencia escolar porque presentan situaciones en las cuales pueden plantearse 'buenas
preguntas', es decir, aquéllas que dirigen la atención del alumno hacia las principales cuestiones que deberá
resolver para comprender 'dónde está el problema'. Como veremos a continuación, tener en cuenta los cinco
tipos de problema nos ayuda a superar la tendencia a presentar problemas pertenecientes a una sola disciplina;
y procurar que los problemas se resuelvan poniendo en juego los tres procesos de resolución (modificando la
representación, refinando el lenguaje, introduciendo nuevas técnicas experimentales) asegura que la actividad
escolar se asimile a la actividad científica.
En efecto, los cinco tipos de problemas que impulsan el cambio en las disciplinas, según Toulmin,
tienen relación con el proceso de modelización propio de la actividad científica escolar, centrada en la
resolución de problemas auténticos y contextualizados. Algunos de estos tipos de problemas, que coinciden
con los problemas más tradicionales en la clase de ciencias, plantean preguntas propias de la disciplina y del
tema que se está estudiando: son los problemas del tipo 1, 2 y 3. Su relación con el proceso de modelización
es evidente. Los problemas de tipo 1 se plantean en el marco de uno de los modelos teóricos de la disciplina y
el 'caso' problemático que ha de llegar a ser explicado al resolver el problema es el 'hecho' que ha de llegar a
ser considerado como parte del modelo. Los problemas del tipo 2 inciden en la propia argumentación que
'explica porque un hecho forma parte / es justificado en términos de las entidades del modelo. Los problemas
de tipo 3 requieren la relación entre entidades del Modelo que, a su vez, sólo pueden comprenderse si se
establecen las oportunas relaciones entre diferentes hechos o ejemplos paradigmáticos del Modelo.
Pero una gran parte de estos problemas (que podemos calificar de 'reales' porque tienen que ver con
episodios que los alumnos conocen, han experimentado y pueden identificar) pertenecen a más de una
disciplina simultáneamente: son los problemas del tipo 4 y 5. Los problemas del tipo 4 combinan conceptos
de más de una disciplina y requieren un punto de vista o Modelo Teórico 'ad hoc' que permita dar sentido a la
pregunta que formula el problema; son interesantes porque permiten desarrollar criterios para seleccionar los
conocimientos adecuados y pensamiento crítico. Los problemas de tipo 5 plantean conflictos con el uso
social del conocimiento: con el 'sentido común, con la opinión social, con las decisiones que se han de
tomar… (Ver en la Tabla 3 algunos ejemplos de química)
e) La resolución de los conflictos entre científicos y ideas científicas. Este es el caso más frecuente en el
aula, ya que la escolarización es un proceso de "inculturación" que se ocupan siempre con el contraste
entre las nuevas ideas científicas y de nuestra propia manera de interpretar. Por ejemplo, conflictos con
una supuesta 'desaparición de la materia' al no tener en cuenta la existencia de substancias gaseosas
Tabla 3. Ejemplos de tipos de problemas según la clasificación
de Toulmin para la enseñanza de la química.
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Couso, D., Izquierdo, M. y Merno Rubilar, C.
argumentar, discutir…. En efecto, la discusión ayuda a los estudiantes a solucionar conflictos de ideas y
ajustar la ampliación de sus conceptos, con lo cual se favorece la construcción de soluciones (Hestenes, 1987;
Halloun y Hestenes, 1987).
También va a ser necesario promocionar una determinada imagen de 'Ciencia', como actividad
humana y no sólo como conocimiento acumulado en los libros y susceptible de ser aprendido al margen de
las intervenciones experimentales a las cuales se refiere. Hay historias interesantes que vivieron los científicos
(hombres y mujeres) de todos los tiempos y que podrían ser utilizadas para trabajar en el aula como se
desarrolla la actividad científica, pero también que cada estudiante llegue a darse cuenta de que tiene una
historia que ha de ser vivida paso a paso a lo largo de la cual sus conocimientos se desarrollan, se revisan y,
con ello, cambian.
5. Consideraciones finales.
La resolución de problemas ha estado íntimamente relacionada, durante mucho tiempo, con los
exámenes: eran una manera de determinar si los estudiantes podían superar el curso o debían repetirlo
(Izquierdo, 2005a) Sin embargo, se ha visto que tener éxito en la resolución de un determinado tipo de
problema (cuantitativo, descontextualizado, referente a situaciones poco significativas para los alumnos) no
aumenta la competencia de éstos para resolver nuevos problemas ni para pensar de manera científica. Todo
ello ha conducido a una nueva manera de enfocar la resolución de problemas: hacerlos más auténticos, más
cercanos a los estudiantes y a sus conocimientos reales y relacionarlos con el lenguaje, la experimentación
científica y sobretodo con el proceso de modelización, el cual ha de ser el núcleo de la actividad científica
escolar.
Además de los problemas de aprendizaje, con el uso tradicional de los problemas las universidades
se han convertido en academias para los estudiantes, los lugares en que el conocimiento científico actual no
parece ser creado, se pierde… creemos en que se han de potenciar y convertirse en lugares donde se
evidencia que se generan los nuevos conocimientos entre los estudiantes y los profesores. La importancia de
este cambio de enfoque radica en la negativa influencia de los problemas tradicionales en la epistemología de
la ciencia de los estudiantes (futuros científicos). Al mostrar problemas científicos como no problemático,
cerrados, resuelto por rutinas algorítmicas, limitado en temática, a efectos de evaluación, desconectado de la
teoría, con menos estatus que la teoría, etc., se está mostrando un pobre espectro de problemas científicos, y
por tanto, un pobre modelo de ciencia y también un pobre modelo educativo.
Insistimos, por tanto, en la finalidad docente de los problemas. Como que 'son para aprender'
(ciencia, a hacer ciencia y sobre ciencia, Hodson 1998), han de poder ser resueltos con a máxima autonomia
posible por los alumnos. Va a ser necesario, por tanto, enseñar explícitamente estrategias de resolución de
problemas, que incluyan el análisis cualitativo y múltiples representaciones (Reif y Heller, 1984), así como el
desarrollo de estrategias de lectura y escritura, y de metacognición: los estudiantes deben describir la forma en
que va a resolver determinados problemas para, así, desarrollar tanto su capacidad de resolución de problemas
como la comprensión conceptual de los mismos (Leonard, Dufresne, y Mestre, 1996).
Las ideas de Toulmin nos han inspirado en el proceso de diseño de la ciencia en la escuela y también
en el proceso de orientar y evaluar los resultados obtenidos por los alumnos. Hemos de continuar explorando
las posibilidades que nos ofrecen las quince variantes conceptuales que Toulmin identifica para diseñar
problemas que aprovechen todas las posibilidades de impulsar la emergencia de nuevos conocimientos en la
clase de ciencia, gracias a una actividad conjunta, científica, de profesores y alumnos que se enfrentan a
auténticos problemas en el contexto en el cual viven y esperan llegar a trabajar.
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Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
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Licenciada en Ciencias Físicas. Profesora Asociada del Departamento de Didáctica de las Matemáticas y de las
Ciencias Experimentales e investigadora del Centre de Recerca en Educació Científica i Matemàtica
(CRECIM) de la Universidad Autónoma de Barcelona. Realiza su docencia en la Facultad de Ciencias de la
Educación, en Didáctica de las Ciencias y en asignaturas de itinerario de Ciencias de las especialidades de
Educación Primaria e Infantil, en especial Física, así como en el Master de Formación de Profesorado de
Secundaria y en el Master de Iniciación a la Investigación en Educación en Ciencias y Matemáticas de la
misma universidad.
Consultas y contacto: digna.couso@uab.cat
Mercè Izquierdo
Es Licenciada en Ciencias (Química) por la UB, 1963. Doctora en Ciencias (Química) por la UAB, 1982.
Profesora de química a secundaria (desde 1964) y a la UAB (desde 1970) y de Didáctica de las Ciencias y de
Historia de la Química a la UAB, desde 1987. Actualmente es Catedrática de Universidad (Didáctica de las
Ciencias), al Departamento de Didáctica de las Matemáticas y de las Ciencias Experimentales. Su búsqueda se
ocupa prioritariamente de la fundamentación de la enseñanza de las ciencias (especialmente de la química), a
partir de la filosofía y de la historia de las ciencias. Se dedica especialmente al lenguaje científico, el trabajo
experimental y a los libros de textos.
Consultas y contacto: merce.izquierdo@uab.es
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Áreas y Estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
CAPÍTULO 4
LAS TECNOLOGÍAS DE LA INFORMACIÓN Y COMUNICACIÓN
Roser Pintó, Marcel·la Saez y Montserrat Tortosa
Centre de Recerca en Educació Científica i Matemàtica (CRECIM),
Departament de Didàctica de la Matemàtica i les Ciències Experimentals
Facultat de Ciències de l’Educació, Universitat Autònoma de Barcelona
Bellaterra, España
Resumen. Las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) brindan un espectro de herramientas diferentes
para su uso en la didáctica de las ciencias, tanto por la gran cantidad de actividades de acceso libre en la red y recursos que
ofrecen oportunidades para la práctica, dentro y fuera del aula, como por la incorporación de nuevos aparatos en los
laboratorios. La naturaleza interactiva y dinámica de las TIC puede facilitar a los alumnos la visualización de procesos y de
relaciones cualitativas y cuantitativas entre las variables relevantes de un fenómeno. Las TIC fomentan la autorregulación
y el trabajo colaborativo de los alumnos. En el capítulo se exponen las características de las herramientas TIC más
utilizadas en los procesos de enseñanza-aprendizaje de las ciencias.
1. Introducción.
Las TIC proporcionan un espectro de herramientas diferentes para su uso en la Didáctica de las
Ciencias, tanto por la gran cantidad de actividades de acceso libre en la red y recursos que ofrecen
oportunidades para la práctica, dentro y fuera del aula, como por la incorporación de nuevos aparatos en los
laboratorios.
La sociedad de la información en la que estamos inmersos propicia el uso de las nuevas tecnologías
en todos los ámbitos. Su uso en la enseñanza-aprendizaje de las ciencias supone un reto, tanto para
desarrollar sus posibilidades en el aula como para explorar los modelos de actuación que en la práctica lleva a
cabo el profesorado de ciencias. Actualmente se acepta que las TIC pueden mejorar las posibilidades de un
aprendizaje significativo en ciencias en alumnos de todas las edades, ya que pueden ayudar a desarrollar
habilidades cognitivas de alto orden (McFarlane y Sakellariou 2002).
La naturaleza interactiva y dinámica de las TIC puede facilitar a los alumnos la visualización de
procesos y de relaciones cualitativas y cuantitativas entre las variables relevantes de un fenómeno. De esta
manera pueden ayudar a los alumnos a acceder a sus ideas de forma más rápida y fácil, a formular nuevas
ideas y a transferirlas entre contextos.
Además, estudios como los de Cox (1997) o Deaney et al. (2003) nos muestran que, para los
alumnos, las TIC son intrínsecamente más interesantes y excitantes que otros recursos. Como consecuencia,
su uso aumenta la motivación y persistencia en la participación de los alumnos, que pueden percibir más
control de sus propios aprendizajes. Así pues, son herramientas que pueden fomentar la autorregulación y el
trabajo colaborativo de los alumnos.
Son diversas las potencialidades de las TIC para realzar aspectos teóricos y prácticos de la
enseñanza-aprendizaje de las ciencias, tanto por sus características técnicas como por la forma de utilizarlas en
el aula. Algunas TIC, como por ejemplo la tecnología MBL, pueden agilizar y mejoran la producción de los
alumnos, liberándolos de algunos procesos manuales en la toma de datos experimentales y proporcionándoles
de esta forma más tiempo para la observación y análisis del fenómeno, así como para la discusión (alumno-
alumno, alumno-profesor) e interpretación de los datos (Barton 1997a; Pintó, 2001; Finlayson y Rogers 2003).
Esta tecnología permite tomar datos y estudiar un fenómeno de una forma rápida, precisa, fiable y exacta.
Con el feedback inmediato que proporciona la toma de datos y su representación, facilitan e incrementan las
probabilidades que los alumnos relacionen la actividad y sus resultados, apoyando de esta forma la
exploración y experimentación.
51
Pintó, R, Saez, M. y Tortosa, M.
Otras TIC, como las Simulaciones o los Laboratorios Virtuales hacen posible la realización de
experiencias inviables por su peligrosidad, complejidad o alto coste para un laboratorio escolar. Posibilitan el
estudio de fenómenos nuevos o, desde otra perspectiva, aumentando el nexo entre la ciencia escolar y la
ciencia contemporánea.
A pesar de sus potencialidades, las TIC a menudo están infrautilizadas en los centros y poco
eficientemente integradas en las prácticas docentes (Ofsted, 2001; Hammond 2001; Newton 2000). La
motivación que demuestran muchos docentes para utilizar las TIC en sus aulas de ciencias, su contexto
escolar (a nivel físico, sociopolítico y educacional) regula en mayor o menor medida el grado en que estos
pueden integrarlas realmente. En ocasiones no se les proporciona suficiente tiempo para ganar confianza y
experiencia en el manejo de TIC (Dillon, Osborne, Fairbrother and Kurina, 2000). Otras veces, la falta de
disponibilidad de equipos y materiales TIC en la escuela o el acceso limitado a recursos fiables o de calidad
son las causas para dificultar su uso. Un currículo sobrecargado de contenidos o la falta de soporte técnico
son otros obstáculos para la implantación de las TIC en muchas aulas (Schofield, 1995; Williams et al., 2000;
Dawes, 2001; Pintó, 2007).
No se puede pues, asumir que la simple introducción de las TIC en las aulas necesariamente
transformará la didáctica de las ciencias. A pesar del papel crítico del profesorado en la creación de
condiciones para desarrollar una enseñanza mediada con TIC (seleccionando y evaluando recursos
apropiados, diseñando, estructurando y secuenciando las actividades con TIC), a menudo las utiliza como un
soporte para replicar experiencias sin TIC, mejorar o complementar sus prácticas en el aula, más que como
una herramienta que les permita reelaborar los contenidos y objetivos, o las actividades y el enfoque didáctico
de sus materiales docentes (Hennessy et al., 2003; Kerr, 1991; Watson et al., 1993; Hayes, 2004).
Moseley et al. (1999) exponen que los profesores escogen las aplicaciones TIC, las actividades a
desarrollar con ellas y el enfoque didáctico que usarán en función de sus perspectivas de enseñanza-
aprendizaje. Parece pues que para conseguir una integración eficaz de las TIC es necesario desarrollar una
apropiada pedagogía con los docentes. Estos deben asumir inicialmente los potenciales beneficios de las TIC
para la enseñanza-aprendizaje de las ciencias y después empezar a incorporarlas progresivamente en sus
prácticas de aula par llegar a transformarlas. El enfoque didáctico debe propiciar que los docentes seleccionen
la TIC adecuada no en función de su atractivo visual sino según su potencial relevancia para la enseñanza-
aprendizaje de la materia, de forma orientada a los objetivos de aprendizaje de cada tema (Ofsted, 2001).
Debe evitarse el diseño de secuencias didácticas con TIC donde la primera actividad se plantee
como un uso pasivo de estas herramientas, por ejemplo, el visionado de una animación. Esto supone una
demanda cognitiva muy baja para los alumnos. Tampoco debe diseñarse el uso de TIC como herramientas
sustitutas de otras sino complementarias a estas, exponiéndolo en el aula.
Una secuencia didáctica que incorpore el uso de TIC, no supone por sí misma que los alumnos
aprendan automáticamente, ya que los alumnos no aprenden de las herramientas informáticas sino pensando
(Jonassen, 2006). Así, el objetivo principal en el diseño de actividades con TIC no es encontrar la mejor TIC
que enseña más sino la que más se adecue a las forma de aprender de los alumnos.
Es necesario que el enfoque didáctico de las actividades con TIC tenga presente las prácticas
existentes de los docentes y las concepciones iniciales de los alumnos. El diseño de estas actividades debería
potenciar que los alumnos piensen en los conceptos implicados en el fenómeno analizado y sus relaciones,
creando tiempo para razonar, discutir (entre grupos de alumnos, entre profesor-alumno, entre todo el grupo
clase), analizar y reflexionar. Es importante también que contemple que los alumnos se responsabilicen de su
aprendizaje y les proporcione oportunidades para la participación.
A continuación expondremos a lo largo del capítulo algunas de las herramientas TIC que se utilizan
para el aprendizaje de las ciencias: las animaciones, las simulaciones, las Webquest, los laboratorios virtuales y
los laboratorios remotos y la tecnología MBL. Presentaremos sus características y posibles implementaciones
en el aula, basadas en investigaciones en Didáctica de las Ciencias.
Consideramos a las animaciones como aplicaciones informáticas formadas por imágenes dinámicas
donde se representa o imita algún fenómeno real o irreal en un entorno virtual. Algunas animaciones pueden
llegar a mostrar fenómenos imposibles en la realidad o contradecir alguna ley natural. Todas las animaciones
solo pueden ser visualizadas y no permiten la interacción entre el alumno y el modelo que representan. A
52
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
menudo, este modelo que se ejecuta no es transparente y nunca es posible la modificación de algunos de sus
componentes.
En cambio, a las simulaciones y los applets4 que utilizamos en los cursos de Ciencias les otorgaremos la
consideración de aplicaciones informáticas constituidas por imágenes dinámicas en las que el alumno puede
interactuar (a través de “controladores” o campos numéricos) y modificar alguna de las variables de los
componentes del sistema representado. El número de variables y componentes del sistema que el alumno
puede modificar varían según el diseñador de la simulación, aunque sus objetivos pedagógicos, pericia
informática, dominio del modelo teórico subyacente, etc., condicionan tal variedad.
Cuando un alumno interacciona con una simulación, modificando alguna de sus variables, realiza
una modelización exploratoria del fenómeno físico, analizándolo bajo ciertas condiciones e identificando
variables o parámetros relevantes. El proceso de modelización del alumno se llevaría a cabo como resultado
de la interacción entre el modelo mental que tiene respecto al fenómeno y el modelo científico subyacente en
la simulación.
Según Monaghan y Clemens (1999), la interacción de los alumnos con una simulación informática
facilita que elaboren simulaciones mentales que después utilizaran en la resolución de problemas entorno al
fenómeno tratado en la simulación. Entendiendo simulación mental como la visualización de imágenes
mentales correspondientes a la recreación de una experiencia, que, como mínimo en algunos aspectos, se
parece a una experiencia real percibida de un objeto o hecho. Los alumnos forman pues, un modelo general
esquemático sobre el fenómeno, que depende de estas simulaciones mentales y que permite la elaboración de
analogías adecuadas a nuevas situaciones para hacer inferencias.
4Un applet es un componente de una aplicación que se ejecuta en el contexto de otro programa, por ejemplo un navegador web. Un applet
se puede cargar y ejecutar desde cualquier explorador que soporte JAVA. Ejemplos comunes de applets son las Java applets y las
animaciones Flash.
53
Pintó, R, Saez, M. y Tortosa, M.
aquellas simulaciones que incorporaran sistemas de ayuda sobre el funcionamiento de la simulación, ya que
evitan que alumnos, con insuficiente conocimiento de la materia, actúen arbitrariamente y sin planificación
(Reid et al., 2003).
Igualmente es interesante seleccionar aquellas simulaciones con gran riqueza conceptual de los
fenómenos simulados y variada propuesta de métodos de investigación para los alumnos (Sierra y Perales,
2007).
Para conseguir integrar una simulación de forma efectiva en el aula, es conveniente familiarizar
primero a los alumnos con el simulador, y asegurarse que también tengan unos conocimientos mínimos sobre
el tema de la simulación y conozcan el modelo científico que utiliza (Monoghan y Clemens, 1999; Beaufils,
2001; Pintó y Gutiérrez, 2004). Además, la metodología de trabajo en el aula debe contemplar el uso de una
guía de actividades o tareas que oriente el trabajo de los alumnos y favorezca su reflexión durante el proceso
de manipulación de la simulación (Pontes, 2005).
Hay visiones muy diversas sobre el momento adecuado del uso de las simulaciones. Algunos las
consideran herramientas de refuerzo y aplicación de la teoría (Barton y Still, 2004), otros las consideran más
útiles para predecir y planificar trabajos prácticos (Walker, 2002).
Existen una gran variedad de animaciones y simulaciones de libre acceso en Internet. Siendo posible
encontrarlas para todos los niveles educativos (desde primaria hasta universidad) y para numerosos aspectos
de la física, la química y la biología.
Las recopilaciones de animaciones y simulaciones, como la realizada por M.I. Lacasa (2007), donde
se han recogido, clasificado y evaluado gran cantidad de estos recursos para la enseñanza de la biología, son
grandes puntos de búsqueda de estos recursos. Algunas webs con simulaciones para la enseñanza de la física
interesantes son:
• http://www.xtec.net/cdec/actuals/TICs/d119/projec0405/portal.htm
• http://baldufa.upc.es/baldufa/lbindex/lbindex.htm
4. Webquests.
En algunas webquests también hay un apartado para los créditos y la guía didáctica. Según
Fernández-Hierro (2005a), el objetivo fundamental de este tipo de actividades es que el alumnado aprenda a
seleccionar los datos de fuentes diversas y desarrolle su pensamiento crítico. Las palabras clave que utiliza la
metodología son: transformar la información para construir el propio conocimiento y desarrollar en el
alumnado un pensamiento de alto nivel (sintetizar, analizar, comprender, valorar, juzgar).
En la introducción, el autor sitúa el problema dando información general. La tarea explica el producto
final que deben obtener los alumnos (por ejemplo una presentación digital en el que se clasifiquen distintos
elementos según sus propiedades). A veces es conveniente dividir la tarea en subtareas que ayuden a la
planificación de la actividad. El proceso describe el camino a seguir para obtener el producto (por ejemplo
cómo pueden trabajar cooperativamente) y describe los roles que cada estudiante deberá asumir. El apartado
recursos proporciona una selección de recursos que el alumnado puede utilizar para realizar la tarea
54
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
encomendada. En la conclusión se propone realizar una reflexión sobre lo que se ha hecho y dar aplicación o
continuidad a lo que se ha aprendido. Finalmente en la evaluación se informa de los criterios de evaluación.
Las webquests pueden estar diseñadas para una sola materia o bien ser interdisciplinares, asimismo
pueden ser de corta duración (una a tres sesiones lectivas) o larga (de una semana a un mes).
Para preparar una buena webquest es recomendable identificar y proponer un tema o problema que
pueda motivar al alumnado, y reflexionar sobre la manera de optimizar el trabajo de los estudiantes para que
se centren más en el procesamiento de la información que en su obtención. Para su diseño no es necesario
conocer técnicas de diseño de páginas web, ya que existen plantillas prediseñadas de libre distribución en la
red, y fáciles de utilizar. La página pionera en la creación de webquests es la de la Universidad Estatal de San
Diego (webquest.sdsu.edu). Respecto a las utilizaciones didácticas de las webquests en la enseñanza de la
física y química, es notorio el trabajo de Fernández-Hierro (2005b).
Un laboratorio virtual (LV) o virtual laboratory experiment (VLE) es una aplicación informática o sistema
computacional que pretende aproximar el ambiente de un laboratorio tradicional o convencional, permitiendo
la realización virtual de determinados procedimientos experimentales. De forma similar a un el laboratorio
tradicional, cada paso que debe realizar un alumno se acompaña de instrucciones sobre qué debe hacer y de
explicaciones de su finalidad.
• Laboratorios virtuales software: son laboratorios virtuales desarrollados como un programa de software
independiente destinado a ejecutarse en la máquina del usuario y no requieren un servidor web.
• Laboratorios virtuales web: son laboratorios virtuales basados en software que dependen de recursos de
un servidor determinado. No son programas que un usuario pueda descargar en su equipo y ejecutar
localmente.
Los laboratorios virtuales permiten simular fenómenos y modelos físicos, conceptos abstractos,
mundos hipotéticos, controlar la escala de tiempo, etc., ocultando el modelo matemático y mostrando el
fenómeno simulado de forma interactiva. Con ellos los alumnos alteran las variables de entrada, configuran
nuevos experimentos, aprenden “mentalmente” el manejo de instrumentos, personalizan el experimento, etc.
Las características propias de los laboratorios virtuales pueden proporcionar en algunos alumnos una
disminución del temor a sufrir o provocar un accidente o dañar alguna herramienta o equipo. Les permite
también trabajar sin avergonzarse de realizar varias veces la misma práctica, ya que pueden repetirlas sin
límite.
En los laboratorios convencionales, diversos grupos de alumnos pueden obtener resultados más o
menos diferentes al realizar un mismo experimento o un mismo grupo al realizar la práctica en varias
ocasiones o producir cambios en algunas variables. Esto no puede suceder en el uso de un laboratorio virtual.
Tampoco pueden observarse resultados no esperados o deseados ni ningún tipo de imprevisto. Todo lo
anterior puede permitir a los alumnos de forma diferente, agudizar su capacidad de análisis, deducción e
inferencia, en función de dicho análisis.
Para evitar que los alumnos se comporten como meros espectadores, es importante que las
actividades a realizar en el laboratorio virtual, se acompañen de un guión que explique el concepto a estudiar,
así como el del modelo teórico utilizado (Rosado y Herreros, 2005).
Un laboratorio remoto (LR) o real laboratory experiment (RLE) es un laboratorio real que permite el
manejo y obtención de datos través de una intranet o de Internet. En los laboratorios remotos los equipos de
medida están conectados entre si mediante un ordenador, que se denomina servidor de instrumentación.
55
Pintó, R, Saez, M. y Tortosa, M.
Este ordenador se conecta a un servidor web que lo gobierna y alberga el espacio web para trabajar
con los recursos del laboratorio. Los alumnos acceden a estos recursos a través de una página web en la que
encuentran una interfaz gráfica para acceder virtualmente al equipo. Entonces ellos pueden configurar los
parámetros del experimento (dentro de unos límites que no supongan un peligro para la integridad de la
instalación) y realizar las medidas oportunas, pulsando los botones de la interfaz gráfica. La interfaz simula
con gran realismo el frontal de los instrumentos de medida, con sus diversos botones, barras, palancas, etc.
Estos laboratorios suelen ofrecer imágenes en directo de la evolución del sistema. Los resultados de las
medidas se pueden mostrar a los alumnos en forma de gráficas, tablas e imágenes. Pueden entonces guardar
estos datos de forma local en su ordenador (Gómez-Arribas et al., 2005). A veces es necesario inscribirse en
una lista de espera para utilizar algún laboratorio remoto ya que sólo es posible que un alumno acceda al
experimento cada vez.
Los laboratorios convencionales ofrecen a los alumnos la oportunidad de percibir sensorialmente las
características de los materiales o reactivos usados (textura, masa, olor, sabor, etc.) y los procesos (formación
de un precipitado o de un gas, cambio de color o temperatura, ignición espontánea, etc.) que se producen
utilizando un laboratorio virtual esto no es posible de apreciar. Por lo tanto el impacto que pueda producir un
experimento mediante la manipulación real nunca podrá ser igualado por un laboratorio virtual. No son pues
herramientas sustitutas de las prácticas experimentales tradicionales sino como complementos o ampliaciones
de ellas (Rodríguez y Meza, 2006).
Tanto los laboratorios virtuales como los remotos facilitan el acceso a la realización de experiencias
prácticas a un mayor número de alumnos, ya que pueden ser una solución parcial a los problemas de
infraestructura que aparecen en las prácticas convencionales por congestión de los espacios físicos. Además
su uso reduce el coste del montaje y mantenimiento de un laboratorio convencional. No precisan de la
compra de reactivos químicos, materiales y equipos varios de laboratorio, que en ocasiones suponen grandes
reembolsos de dinero del centro educativo, ni tampoco causan ningún problema o gasto en la recogida de los
residuos producidos en el laboratorio. Asimismo, permiten realizar prácticas de laboratorio que de otra
manera serian inviables por su coste, peligrosidad o grado de contaminación medioambiental. En resumen, la
infraestructura que un centro debe tener para usar estos recursos multimedia son ordenadores con conexión a
Internet o a una intranet.
Tanto los experimentos reales como los virtuales pueden servir para aprender diferentes partes del
proceso experimental, pero los reales son más completos porque implican todas sus partes y a la vez son los
únicos que permiten practicar el”estar en el laboratorio”, con todo lo que esto conlleva (normas de seguridad,
de comportamiento, obtener y guardar el material, gestión de residuos, etc. (Aliberas, 2007).
La utilización de los laboratorios virtuales y los laboratorios remotos debe insertarse adecuadamente
en las actividades didácticas de aula. Su uso propicia un cambio en el proceso habitual de enseñanza, en el que
se suele comenzar por el modelo matemático.
Estudios como el de Triona y Klahr (2003) indican que no hay diferencias significativas en el grado
de aprendizaje y de transferencia a otros contextos, entre alumnos que realizan experimentos virtuales y los
que realizan la misma experiencia de forma convencional. En cambio la adquisición de destreza en el manejo
adecuado de equipo, reactivos y aparatos, el desarrollo de agudeza en la percepción espacial y en las
habilidades necesarias para medir las diferentes magnitudes, son capacidades que pueden ser conocidas
teóricamente mediante el uso de laboratorios virtuales y complementadas y ampliadas con la realización de
prácticas en un laboratorio convencional.
Materiales disponibles
Mientras que las aplicaciones multimedia y los applets de Java y Flash que forman los laboratorios virtuales
están bastante extendidos en Internet, no ocurre lo mismo con los laboratorios remotos. Estos laboratorios
suponen un coste inicial de instalación y de mantenimiento superior ya que precisan de una infraestructura
informática en tiempo real con procesadores potentes y tareas de actualización y protocolos de
comunicaciones adecuados. Esto en ocasiones fomenta la ubicación física distribuida de los laboratorios
remotos entre diversas instituciones.
56
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Las imágenes muestran ejemplos de laboratorios virtuales y remotos con sus direcciones web
actuales:
El trabajo con sensores, que tiene diversas denominaciones: tecnología MBL (microcomputer based
laboratories), dataloggers, probeware, EXAO (experiencias asistidas por ordenador) o experimentos en tiempo real, consiste
en que los alumnos realicen un experimento, de manera que uno o más sensores capten las señales del
fenómeno a estudiar. Estos sensores están, conectados a una interfaz que está conectada a su vez a un
ordenador. De este modo, las señales recogidas por el sensor pueden pasar al ordenador que las convierte en
datos y resultados del experimento y puede visualizarlos en su pantalla. El esquema de este tipo de equipos es
el siguiente:
Los sensores o transductores transforman una medida física en una tensión eléctrica. Se pueden
utilizar sensores de la mayoría de magnitudes físicas que son de manejo habitual en los cursos de ciencias:
posición/distancia, fuerza, presión, temperatura, radiación, intensidad de luz, de sonido, de campo magnético,
pH, concentración de oxígeno, ritmo cardíaco etc.
57
Pintó, R, Saez, M. y Tortosa, M.
mostrar en pantalla tablas de datos, gráficos que se van generando. Si se desea, la grabación en vídeo del experimento
también puede mostrarse.
La diferencia entre los dataloggers y los equipos MBL radica en que, en los primeros, los datos
pueden almacenarse y utilizarse con posterioridad, mientras que en los segundos los datos se envían
directamente al ordenador, con lo cual son experimentos en tiempo real. En estos, los estudiantes pueden
observar en pantalla la gráfica del fenómeno que está sucediendo en el mismo momento que acontece.
En la práctica, muchas veces no se hace distinción entre los equipos, pues en los dataloggers el
momento en que se visualiza la gráfica del fenómeno puede no ser lejano del momento en que se produce.
Esta tecnología resulta fácil y rápida de manejar. Especialmente relevante resulta que la toma de
datos no suela durar más de unos minutos y en algunos casos dura segundos.
Figura 5. Pantalla de resultados de medidas de presión (naranja) y temperatura (azul) en una experiencia para determinar la
presión de vapor de un líquido con un equipo MBL de la casa comercial MultilogPro®.
Los resultados muestran que esta tecnología presenta ventajas respecto a las prácticas
convencionales, tanto en la recolección de los datos como en su visualización (Redish et al., 1997; Nakhleh y
Krajcik, 1994; Euler y Müller, 1999). Las características técnicas de los sensores les permiten realizar medidas
precisas de fenómenos muy rápidos (por ejemplo la caída libre) o muy lentos (por ejemplo los cambios de la
presión atmosférica). Esta rapidez hace posible reproducir el experimento diversas veces durante una sesión
de prácticas y aumenta el tiempo que se puede dedicar a la discusión de los resultados experimentales (entre
profesor-alumno y alumno-alumno). Como consecuencia, los alumnos pueden mejorar la conexión cognitiva
entre los aspectos teóricos involucrados y el fenómeno observado (Pintó y Aliberas, 1996).
Las diversas funciones del software del equipo posibilitan una visualización múltiple de los datos del
fenómeno, a través de opciones de selección de los datos que son representados, cambios de escala, ajustes
matemáticos, etc. Esto promueve que sean los alumnos los que escojan la mejor manera de representar los
datos en cada momento, propiciando la distinción entre sus modelos interpretativos y los datos
experimentales.
En resumen, en el trabajo experimental con MBL, el fenómeno se hace más tangible, próximo y real
para el alumno, incrementando la conexión entre el mundo físico y el abstracto (representado por gráficos).
Promueve la mejora de la habilidad para la interpretación de gráficos (Mokros y Tinker, 1987; McDermott et
al., 1987; Mee, 2002; Sassi et al., 2005) y puede favorecer su capacidad de razonar (Friedler et al., 1990) y de la
58
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
comprensión conceptual (Thornton y Sokoloff, 1990; Fernández et al., 1996; McRobbie, 2002; Marcum-
Dietrich, 2002; Pintó y Saez, 2005; Saez et al., 2005).
Estudios sobre las dificultades que encuentran los profesores a la hora de utilizar la tecnología MBL
nos proporcionan una serie de recomendaciones para un uso eficaz en nuestras aulas (Pérez-Castro, 2001;
Saez, 2006):
• La distribución de los alumnos en grupos pequeños (de tres o cuatro alumnos) facilita el acceso de
todos al equipo MBL durante la realización de la experiencia de laboratorio, aumentando las
posibilidades de manejo individual del equipo y favoreciendo la discusión en grupo de los datos
recogidos.
• Conseguir una dotación de equipos MBL adecuada al número de grupos que realizan la práctica
hace posible su distribución en grupos pequeños y además puede suponer disponer de material de
repuesto en caso de que algún componente del equipo falle durante una sesión de prácticas.
• Conviene utilizar un equipo MBL con un software de fácil puesta a punto y utilización sin el
requerimiento de conocimientos electrónicos ni de asesoramiento de expertos.
• Es preferible utilizar un equipo MBL con un hardware con el mínimo número de componentes,
resistente para el uso de alumnos poco diestros, gran resolución, amplio rango de entradas
analógicas, facilidad de calibrado de los sensores e instrucciones para solución de problemas
técnicos.
• Tener presente aspectos prácticos como: las horas lectivas dedicadas al trabajo de laboratorio y su
periodicidad, quien realizará el montaje del equipo MBL para desarrollar la experiencia (los alumnos
o el profesor), que secciones del guión de prácticas se podrán realizar en el laboratorio (por ejemplo
la toma de datos) y cuales se pueden llegar a trasladar al aula ordinaria (por ejemplo, la discusión de
los datos, resultados y conclusiones).
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Pintó, R, Saez, M. y Tortosa, M.
aprendizaje de ácidos y bases. Más recientemente (Tortosa et al., 2007b) ha estudiado la integración, por parte
del alumnado, de estos conceptos en situaciones contextualizadas.
Los montajes que proponemos tienen una característica común: el tiempo de ejecución del
experimento es corto, de segundos o apenas minutos, hecho que permite que se puedan plantear
experimentos en las que los alumnos tengan que identificar y controlar variables.
Con este montaje se puede medir la evolución de la presión al interior del erlenmeyer. Por ejemplo si
se introduce carbonato de calcio sólido en el recipiente, y ácido clorhídrico en la jeringa, al empujar el émbolo
de la misma, se produce la reacción entre los dos reactivos, y se obtiene dióxido de carbono. En la pantalla
del ordenador observaremos las variaciones de presión dentro del erlenmeyer en función del tiempo. A partir
de este gráfico de la variación de la presión (figura 8), pueden determinarse las velocidades de la reacción en
distintos intervalos. Este montaje permite, por ejemplo, estudiar los factores de los que depende la velocidad
de reacción y por tanto, estamos introduciendo los conceptos de cinética química de manera muy simple y
visual.
Δ [ CO2] ΔP
v = ------------ v = ---------
Δt RT Δ t
Figura 8. Gráfico obtenido de la presión en función del tiempo para la reacción del carbonato de calcio sólido con ácido
clorhídrico.
El mismo montaje experimental permite trabajar con la presión de vapor de los líquidos, o la
determinación de la masa molar de un líquido volátil. Se pueden encontrar los detalles experimentales en
Tortosa, 2005.
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Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Sensor
de pH
Figura 9: Montaje para comparar el comportamiento de las disoluciones reguladoras de pH y las que no lo son, utilizando
sensores de pH.
Las observaciones directas a estudiantes la primera vez que trabajan con equipos MBL, permiten
afirmar que estos equipos no representan dificultades técnicas para los alumnos y su utilización es intuitiva,
tienen pues un gran potencial de utilización en las aulas (Tortosa, 2007).
A continuación exponemos una práctica de física contextualizada como una actividad para la
educación vial, donde se plantea el estudio del movimiento de un objeto desde el paradigma de la cinemática
y de la dinámica. La práctica está diseñada para ser realizada durante una mañana (cuatro horas) con alumnos
de entre 15-16 años que cursan 4º de ESO (Enseñanza Secundaria Obligatoria).
Presentamos las diversas secciones de la práctica y su contenido siguiendo la estructura del guión de
prácticas presentado en Tortosa, Saez, Pintó (2007a):
5http://antalya.uab.es/crecim/Revir/Revir.htm
6Pintó, R., Couso, D., García, P., Hospital, S., Oro, J., Saez, M., Tortosa, M (2006). El REVIR: Una aproximación Educación Secundaria-
Universidad. Actas del congreso Encuentros de Didáctica de las Ciencias Experimentales, Zaragoza (España).
7http://www.crecim.cat
8Catalunya es una comunidad autónoma de España, situada al nordeste de la Península Ibérica.
61
Pintó, R, Saez, M. y Tortosa, M.
62
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
8. Consideraciones finales.
En este capítulo hemos tratado brevemente algunas TIC, exponiendo sus potencialidades y dando
algunas orientaciones didácticas para su uso. Con toda la información de este capítulo esperamos contribuir a
fomentar el uso adecuado de las TIC para la enseñanza-aprendizaje de las ciencias. Por ello, a pesar de los
inconvenientes señalados, creemos que merece la pena resaltar que las experiencias positivas de los profesores
usuarios de diversas TIC superan con creces las dificultades de desarrollo en el aula y, por ello, animamos a
los futuros docentes a integrar estas herramientas en su habitual desarrollo de aula.
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66
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Marcel·la Saez
Licenciada en Biología y Magister en Didáctica de las Ciencias Experimentales por la Universitat Autònoma
de Barcelona, actualmente en proceso de tesis doctoral, dirigida por la Dra. Pintó. Trabaja como Profesora
Asociada del Departament de Didàctica de la Matemàtica i les Cièncias Experimentals de la Facultad de
Educación de la UAB, y como Técnica de Soporte a la Investigación en el CRECIM. Su línea de interés es el
e-learning, actualmente en un contexto de aula hospitalaria.
Consultas y contacto: marcela.saez@uab.cat
67
Áreas y Estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
CAPÍTULO 5
LA NATURALEZA DE LA CIENCIA
Agustín Adúriz-Bravo
Grupo de Epistemología, Historia y Didáctica de las Ciencias Naturales (GEHyD),
Centro de Formación e Investigación en Enseñanza de las Ciencias (CEFIEC)
Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEyN), Universidad de Buenos Aires (UBA)
Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
Resumen. Los profesores y profesoras de ciencias experimentales estamos asistiendo, en los últimos veinte años, a una
importante producción intelectual, de carácter tanto teórico como práctico, que tiene como fin fomentar la incorporación
de la Filosofía y de la Historia de la Ciencia en la educación científica para todos y todas. Esta producción, que constituye
por derecho propio una nueva área de trabajo dentro de la Didáctica de las Ciencias Experimentales, se conoce
colectivamente con el nombre de “naturaleza de la ciencia”. En este capítulo se dibuja un sucinto panorama de tal área y
se repasan brevemente conceptos, ideas, propuestas y materiales provenientes de ella.
En los últimos veinte años surge y se consolida dentro de la Didáctica de las Ciencias
Experimentales9 una extensa y pujante área de investigación, innovación, docencia y extensión, área que
comparte el nombre con su objeto de reflexión teórica: la naturaleza de la ciencia (en inglés, “nature of science”,
muchas veces denotada mediante su acrónimo NOS) (Matthews, 1994; McComas, 1998; Flick y Lederman,
2004; Adúriz-Bravo, 2005b). Esta área tiene como objetivo principal dar respuestas educativamente válidas a
la famosa pregunta epistemológica de “qué es esa cosa llamada ciencia”, formulada de esa manera tan sugerente
por el filósofo Alan Chalmers (2000).
Hoy en día existe un acuerdo generalizado entre los didactas de las ciencias acerca de que tanto esa
área de trabajo como el objeto que ella estudia se han tornado indispensables y vertebradores en la discusión
sobre la calidad de la educación científica de todos los ciudadanos y ciudadanas. Para Mercè Izquierdo (2000),
por ejemplo, es necesario que los profesores y profesoras de ciencias nos preguntemos qué es la ciencia si
queremos enseñarla adecuadamente, y de allí la necesidad que ella reconoce de una mirada fuertemente
metateórica (esto es, de “segundo orden”) que acompañe a la reflexión de carácter didáctico.
El reconocimiento de la naturaleza de la ciencia (de aquí en más, NOS) como núcleo importante de
la enseñanza de las ciencias comienza también a producirse en otros campos profesionales cercanos a nuestra
disciplina: especialistas en las llamadas metaciencias (Filosofía, Historia, Sociología y Psicología de la Ciencia,
entre varias); investigadores educacionales; científicos y científicas en actividad; decisores y políticos de la
educación; diseñadores del currículo de ciencias; formadores de formadores; divulgadores y periodistas
científicos; y profesorado de ciencias de los distintos niveles educativos, desde el infantil hasta el universitario.
Como área curricular emergente, la NOS se puede entender como un conjunto de contenidos
metacientíficos funcionalmente transpuestos y seleccionados por su valor para la educación científica de todos y todas (Adúriz-
Bravo, 2005b). Es decir, la NOS agrupa saberes que sirven a modo de herramientas intelectuales para poder
pensar sobre las ciencias en el ámbito de la formación de personas científicamente cultas, pero esos saberes
han sufrido un proceso de selección y de transformación adaptativa desde su formulación originaria en el
espacio académico de las metaciencias.
9A lo largo de este capítulo se utilizará la expresión de “ciencias experimentales” para referirnos a la Física, la Química, la Biología, la
Geología, la Astronomía, etc., y la expresión “Filosofía de la Ciencia” para referirnos a la “metaciencia por excelencia” (Klimovsky,
1995), esto es, aquella disciplina que se pregunta por la ciencia como proceso y como producto. Dados los propósitos y alcances de este
libro, la elección de estas dos expresiones se hace para atender a las formas que son quizás más usuales en España y en Latinoamérica.
Sin embargo, en Argentina (y en algunos otros países de la región) usamos en su lugar las expresiones “ciencias naturales” y
“Epistemología” respectivamente, que consideramos más correctas desde el punto de vista metacientífico (ver Klimovsky, 1995; Adúriz-
Bravo, 2001).
69
Adúriz-Bravo, A.
De allí el interés que este tipo de estudios NOS, que enriquecen la Didáctica de las Ciencias
Experimentales con otra mirada, han venido suscitando en las últimas dos décadas entre algunos didactas de
las ciencias. Quienes investigamos e innovamos en este campo reconocemos en él un área específica de
trabajo, con personalidad distinguible, que posee ya marcos teóricos y metodológicos compartidos, e incluso
cuenta con su propio foro (el International History, Philosophy, and Science Teching Group10) y su propia publicación
periódica (la revista Science & Education).
La NOS es un área de investigaciones de origen y carácter netamente anglosajones que, sin embargo,
comienza a florecer, ricamente “reinterpretada” desde la perspectiva didáctica, en Europa continental y en
América Latina. Actualmente, desde estos países hay una producción sugerente ocupada de los “fundamentos
epistemológicos” de la enseñanza de las ciencias (ver Izquierdo y Adúriz-Bravo, 2003).
A mediados de la década de los 80s, el didacta de las ciencias estadounidense Richard Duschl (1985)
denunciaba un “desarrollo mutuamente excluyente” de las metaciencias, por un lado, y de la educación
científica, por otro. A menos de una década de esa denuncia, el didacta australiano Michael Matthews (1994),
uno de los más destacados especialistas en NOS a nivel mundial, reconocía ya una “aproximación” entre
estos dos campos, señalando la existencia de un corpus de investigaciones e innovaciones más que interesante
que puede incidir positivamente en la calidad de la educación científica en todos los niveles educativos.
Históricamente, la NOS se inició como una serie de investigaciones que pretendían detectar las
imágenes de ciencia y de científico sostenidas por diversas poblaciones (en una primera época se trabajaba sobre los
y las estudiantes, para luego dar paso al profesorado de ciencias, a los científicos y científicas, y al público
general). El diagnóstico, como es usual en la perspectiva de las llamadas concepciones alternativas (misconceptions),
ha venido siendo abiertamente pesimista: se identifican imágenes distorsionadas, de cariz positivista y
empiroinductivista, instaladas en lo profundo del imaginario social y manifestándose, por ejemplo, en los
medios de comunicación masivos, en los libros de texto y en las prácticas de aula en la escuela y en la
universidad (Fernández Montoro et al., 2002).
Actualmente, la NOS queda incluida en una aproximación más genérica a las aportaciones que
puede hacer el pensamiento metacientífico a la investigación de los problemas que plantea la propia
educación científica. Este campo más amplio, al que muchos se refieren con las siglas HPS (por la versión
inglesa de “Historia y Filosofía de la Ciencia y enseñanza de las ciencias”) está integrado por trabajos tan
variados como los que se refieren a:
En nuestros días, la NOS se ocupa fuertemente de avanzar más allá del diagnóstico de lo que
piensan distintas “poblaciones blanco” relevantes, para intentar “intervenir” en ellas ayudando a crear
imágenes de ciencia y de científico más compatibles con la producción metateórica reciente, alejadas de la
10Ver el portal oficial del grupo: www.ihpst.org; en esa página web hay un link a la revista Science & Education y se informa de las
reuniones periódicas que el grupo organiza.
70
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
visión neopositivista ingenua, en el entendimiento de que estas imágenes “novedosas” son más potentes para
poder desempeñarse como ciudadanos y ciudadanas en el mundo científico-tecnológico actual.
Además de los mencionados Duschl y Matthews, podemos señalar como autores importantes del
área HPS/NOS a los estadounidenses Norman Lederman y William McComas, al canadiense Derek Hodson,
a las españolas Mercè Izquierdo y Marilar Jiménez Aleixandre y, en Sudamérica, a Mansoor Niaz.
a. Reflexiones acerca de la necesidad y la urgencia de incorporar la NOS como contenido en la alfabetización científica. En
esta línea se trabaja en debates públicos y abiertos, con la participación de distintas “voces”, con el fin de
encontrar consensos acerca de la inclusión de la NOS en la formación de ciudadanía.
b. Discusión acerca de qué NOS enseñar. En esta línea se discute qué escuelas, autores, modelos, ideas y textos
metacientíficos de diversas épocas acercar a las aulas de ciencias para mejorar la calidad de la educación
científica.
c. Diagnósticos acerca de las imágenes de ciencia y de científico circulantes en diversas poblaciones. En esta línea se estudia
empíricamente qué piensan estudiantes y profesores acerca de la actividad científica y de quienes la llevan
adelante, tratando de rastrear los posibles orígenes y consecuencias de estas ideas usualmente distorsivas.
d. Propuestas curriculares con una fuerte componente NOS. En esta línea se trabaja a nivel curricular general, con
grandes programas y proyectos apoyados, fundamentados e “informados” desde la NOS, y a nivel más
micro, generando asignaturas y unidades didácticas que enseñan sobre la ciencia.
e. Producción de actividades didácticas para enseñar la NOS. En esta línea se generan intervenciones específicas
que enseñan la naturaleza de la ciencia como contenido particular (por ejemplo, el famoso “método
científico”) o en relación con contenidos científicos socialmente validados.
f. Diseño de materiales atravesados por la NOS. En esta línea se producen, por una parte, materiales didácticos y
textos para apoyar la enseñanza de la NOS en las aulas y, por otra parte, insumos para enseñar ciencias
con una mirada fuertemente epistemológica e histórica.
Una posible contribución de carácter práctico al área de innovación NOS está constituida por lo que
hemos dado en llamar ideas clave de la naturaleza de la ciencia (Adúriz-Bravo, 2005a, 2006). Se trata de
afirmaciones sencillas, formuladas en un lenguaje poco técnico, que expresan algunas características de la
ciencia que se desea enseñar dentro del contexto de la educación científica.
La propuesta es enseñar estas ideas claves ajustándolas a las poblaciones, finalidades y contextos
específicos en los que nos toca desempeñarnos. Para ello nos hemos de plantear tres preguntas ineludibles
desde el punto de vista didáctico: para qué enseñar la NOS, qué enseñar de la NOS, y cómo enseñar eso.
En el caso de la primera pregunta, resulta indispensable pensar en si el foco está puesto en saber
algo más sobre la dinámica de la propia ciencia (qué es el conocimiento científico, cómo se produce y valida,
en qué se diferencia de otros tipos de conocimiento), o bien en establecer juicios de valor sobre alguna
porción concreta del saber científico –teoría o modelo– (de qué manera representa al mundo real, cuáles son
sus alcances y límites, qué cuestiones éticas suscita).
En el caso de la segunda pregunta, cada idea clave evoca una escuela metacientífica en particular y
conecta con una determinada respuesta a una cuestión NOS. Por tanto, nos posiciona en una determinada
manera de ver la ciencia que no es neutral, ingenua ni aséptica. Así, las afirmaciones que hagamos sobre el
carácter provisorio, teórico, experimental, hipotético, pragmático, idealizado, objetivo, moderadamente
racional, etc., de las ideas científicas nos acercan o nos alejan de planteamientos como el realismo ingenuo, el
instrumentalismo, el realismo pragmático, el racionalismo hipotético, el relativismo... planteamientos que se
han de seleccionar fundamentada y coherentemente para la escuela, en equipo de trabajo.
En cuanto a la tercera pregunta, una restricción fuerte queda impuesta por la necesidad de que la
reflexión NOS en nuestra aulas no se reduzca a una “reproducción” de posturas filosóficas famosas. Se trata
de que nuestros destinatarios puedan usar flexible y significativamente la NOS para operar sobre el saber
científico que van teniendo en cada etapa de escolaridad. Por tanto, las lecturas críticas, los debates, las
dramatizaciones, las analogías y metáforas, las argumentaciones orales y escritas, entre otras herramientas,
pueden resultar potentes para conseguir nuestros objetivos (Adúriz-Bravo, 2007).
71
Adúriz-Bravo, A.
Para iniciarse en la temática de la NOS desde la práctica de enseñar ciencias experimentales, una
aproximación valiosa puede ser diagnosticar las ideas de nuestros estudiantes sobre la ciencia (es decir, relevar
el constructo de imagen de ciencia). Primeramente, por medio de diversos instrumentos disponibles, propuestos
por investigadores e investigadoras del campo (entre otros: escalas Likert, cuestionarios, entrevistas clínicas e
incidentes críticos). De entre estos instrumentos, hay ya algunos muy estandarizados y validados en la
comunidad NOS/HPS (ver McComas, 1998; Manassero et al., 2001), de los que podemos echar mano.
En una segunda etapa, se puede intentar diseñar pequeños instrumentos originales, en grupo de
trabajo. Esta es una propuesta potente tanto en la etapa de formación inicial11 que atravesamos como docentes,
como en la etapa de formación profesional, cuando nos reunimos en colectivos de discusión y de innovación
didáctica.
Una vez hecho el diagnóstico, se habría de pasar a la “segunda fase” del trabajo: atacar las
concepciones detectadas y promover en nuestras clases la reflexión sobre la NOS desde marcos más
adecuados. Para ello se pueden diseñar pequeñas intervenciones utilizando las ideas reportadas en este
capítulo y las propuestas presentes en las referencias bibliográficas sugeridas más abajo.
A modo de ejemplo, presentamos una pequeña secuencia de trabajo para el caso de las llamadas
imágenes de científico. En un primer momento, la propuesta podría ser utilizar el “instrumento de indagación” ya
validado por nuestro grupo GEHyD, proveyendo a los destinatarios la siguiente consigna (Adúriz-Bravo et al.,
2006):
Por favor, dibuja una persona que hace investigación científica tal como te la imaginas en un día de trabajo.
Los resultados “típicos” (ver figura 1) pueden ser luego estudiados críticamente en términos de los
siguientes ejes de análisis: género, edad, vestimenta, aspecto físico, carácter, entorno (físico y social), finalidades,
etc., del “personaje” representado.
Figura 1. Imagen “estereotipada” de científico (varón de mediana edad, en bata blanca y con gafas, trabajando solo en un
laboratorio de química-biología) típicamente obtenida como respuesta a la consigna de indagación que utilizamos en
nuestras intervenciones con el GEHyD.
En segundo lugar, se trataría de realizar una variación de esta indagación original añadiendo
ingredientes propios, consensuados en el equipo de trabajo (grupo-clase de formación inicial o colectivo de
formación continuada).
Por último, se podría realizar una intervención acotada, con voluntad educativa, y evaluar en qué
medida ella contribuyó al cambio de los resultados iniciales (esto sería lo que llamamos una estrategia “pre-
post”). La intervención podría ser, por ejemplo, conversar con científicos y científicas reales en una “jornada
científica” realizada en la escuela donde se está trabajando o haciendo prácticas.
11En el caso de llevar adelante esta propuesta de indagación en el marco de la formación inicial del profesorado –en institutos de
educación superior o universidades– el profesor o profesora de Didáctica de las Ciencias puede contribuir fuertemente al diseño,
conducción, evaluación y comunicación del proyecto.
72
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
En este capítulo señalaremos cuatro de estas directrices (Adúriz-Bravo, 2001, 2005a, 2005b, 2006),
que pueden ser de ayuda para que los profesores y profesoras de ciencias nos incorporemos a estas “formas
de hacer” novedosas:
a. Muchas escuelas de la filosofía de la ciencia del siglo XX tienen aportaciones valiosas para la educación
científica; por tanto, los profesores y profesoras de ciencias estamos autorizados a ser un poco eclécticos
y bastante pragmáticos en nuestro diseño de la enseñanza de la NOS, tomando aquellas ideas y autores
que nos parecen más valiosos para cada nivel, objetivo y finalidad, y transponiéndolos con libertad para
conseguir objetivos estrechamente relacionados con la alfabetización científica que consideremos
“deseable”.
b. Los contenidos de la NOS conforman una red compleja y altamente jerarquizada, no exenta de dificultad
teórica. Un punto de entrada interesante a esta red es tratar en la educación científica lo que hemos
denominado más arriba ideas clave de la naturaleza de la ciencia, a modo de ideas-fuerza o conceptos
estructurantes para pensar sobre la ciencia. Estas ideas admiten un tratamiento didáctico muy rico en
nuestras clases de ciencias.
c. La selección de las ideas epistemológicas clave puede obedecer a diversas finalidades: algunas ideas son
valiosas en tanto que productos culturales; otras sirven para pensar metacientíficamente la ciencia; otras
sirven para aprender mejor los contenidos científicos (Adúriz-Bravo, 2001, 2006). Antes de lanzarnos de
lleno a incorporar la NOS a nuestras prácticas, los profesores y profesoras deberíamos reflexionar sobre
qué aporta ella concretamente a nuestras clases.
d. La naturaleza de la ciencia puede ser entendida como el aprendizaje de una mirada de carácter
mayormente epistemológico, ambientada en episodios seleccionados de la historia de la ciencia, y
“advertida” por la sociología de la ciencia contra el dogmatismo y el elitismo de la posición cientificista
tradicional.
Nuestro grupo de trabajo GEHyD12 ha venido desempeñándose unos diez años en la producción de
unidades didácticas para enseñar la NOS al estudiantado y profesorado de ciencias (ver, por ejemplo, Adúriz-
Bravo, 2002, 2004; Adúriz-Bravo e Izquierdo, 2004). En esta sección presentamos una de esas unidades,
referida a la siguiente idea epistemológica clave: que la explicación científica se realiza en relación con un modelo que
“carga” de teoría las observaciones e intervenciones sobre el mundo.
La unidad tiene entonces como objetivo principal reflexionar sobre los modelos y la modelización en
ciencias experimentales. Inicialmente, se trabaja con una analogía entre un cuento de terror y la investigación
científica, que nos sirve para pensar en las diferentes operaciones cognitivas, discursivas, materiales y sociales
involucradas en el proceso de modelización.
En la unidad que presentamos aquí, el realismo pragmático (Giere, 1992) es entendido como una
relación de semejanza o similaridad entre un modelo teórico y el sistema real que él pretende representar, que, al
ser visto desde el modelo, queda “cargado” de teoría. La construcción de un sistema abstracto e idealizado que
funciona como objeto para la investigación científica se apoya en la selección de los hechos tenidos como
relevantes desde el modelo teórico, su transformación y su estructuración mediante relaciones inferenciales.
Para enseñar este contenido NOS al profesorado de ciencias trabajamos sobre el cuento fantástico
“La patrona”, del escritor galés Roald Dahl (1990). Inicialmente se les pide a los profesores y profesoras que
lean el cuento completo, o este se les narra en clase; alternativamente, se les puede entregar un apretado
resumen (presentado para los lectores en el cuadro 1). Tras haber tomado contacto con el argumento, los
profesores tienen que proponer y justificar una respuesta a la pregunta de qué le pasará probablemente a Billy
Weaver, el protagonista del cuento. El acuerdo en la respuesta es total, los profesores coinciden en que Billy
morirá envenenado y será embalsamado por la macabra patrona. Se trata entonces de reflexionar acerca de los
razonamientos por los cuales los profesores han llegado a construir esa respuesta.
12 Formado por una veintena de profesores y profesoras de ciencias, en formación y en actividad, para todos los niveles educativos.
73
Adúriz-Bravo, A.
Resumen del cuento “La patrona” de Roald Dahl (1990) que se entrega como material
en nuestra unidad didáctica.
A fines de la década del ’50 del siglo XX, el joven Billy Weaver viaja de
Londres a Bath, en el oeste de Inglaterra, para incorporarse a su nuevo
empleo de viajante de comercio. Llegado a Bath en tren al anochecer,
pregunta dónde hospedarse, y los lugareños le recomiendan una posada.
En su camino a la posada, Billy pasa frente a una acogedora casita donde
se ofrecen alojamiento y desayuno, y decide probar suerte allí. Es recibido
por una incongruente patrona, que parece haber estado esperando su
llegada.
Tras acomodar a Billy en su habitación, la patrona le pide que se registre
en el libro de huéspedes. Allí él encuentra sólo dos entradas: los nombres
de los jóvenes que se alojaron en la casa años antes, Chris Mulholland y
Greg Temple. Estos nombres le resultan a Billy extrañamente familiares; él
tiene la impresión de haberlos leído en el periódico, mencionados juntos
en una misma noticia de carácter policial.
La patrona invita a Billy a bajar a la sala para tomar el “té de las cinco” con
ella; allí el joven encuentra un perro y un loro primorosamente
embalsamados. Mientras Billy sorbe su taza de té, la patrona le habla
extensamente sobre los antiguos huéspedes, alabando su belleza física, así
como la del propio Billy.
A Billy le resultan chocantes tanto el marcado olor a productos químicos
que exhala de las manos de la patrona como el notorio sabor a almendras
amargas de la infusión. En un momento dado, la patrona le dice como al
descuido que los antiguos pensionistas todavía están en la casa, juntos, en
el tercer piso.
Cuadro 1.
La discusión que se genera en la clase alrededor del cuento permite introducir, como se dijo, un
constructo epistemológico famoso: la llamada carga teórica de la observación. Para construir un sistema de ideas
coherente (la respuesta al enigma, debidamente fundamentada) se procede primeramente a seleccionar solo
algunos de los hechos narrados, cuya relevancia viene dada por un marco teórico identificado previamente, y
a descartar todos los demás, asumiendo que no participan de ese sistema. A su vez, los hechos seleccionados
son “leídos” desde la teoría, que los transforma significativamente. Por ejemplo, los profesores de ciencias
dicen que el “olor a pasillos de hospital” que emana de la patrona es un hecho relevante, puesto que ayuda al
proceso de construir la solución, pero esto sucede solo si se acepta la pertinencia explicativa de un determinado
modelo teórico (“la anciana señora, aparentemente inofensiva y querible, que resulta ser una psicópata
envenenadora”), en el seno del cual ese olor remite a las sustancias usadas para embalsamar.
Una vez recolectados los hechos que cuentan a la luz del modelo, es necesario darles una estructura
relacional. Esta estructura es explicativa, esto es, justifica satisfactoriamente todos esos hechos con referencia a
un cierto marco de suposiciones, que es el final “fantástico” postulado por los profesores, e inferencial, pues
reconstruye los huecos faltantes en la trama por medio de vínculos generados en procesos de razonamiento.
Por ejemplo, los profesores de ciencias formulan aserciones tales como: “suponemos que la patrona embalsama
jóvenes guapos porque tiene olor a formaldehído en las manos y porque sus anteriores huéspedes desaparecieron
y porque el té tiene sabor a almendras amargas y porque ella conoce al dedillo las técnicas de embalsamamiento”.
Sin embargo, y dado que Dahl nunca desoculta este modelo en el cuento, la estructura de relaciones
entre los hechos reconstruidos es además hipotética, vale decir, se necesita de una serie de intervenciones activas
para contrastar su validez. A modo de ejemplo, los profesores pueden proponer “entrar por la fuerza en el
tercer piso para encontrar los cuerpos prodigiosamente conservados de Greg y Chris”, o “analizar
químicamente el contenido de la taza de té de Billy para descubrir el ácido prúsico introducido por la maléfica
patrona”.
74
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
De este modo, el modelo teórico funciona a modo de “núcleo” que guía (figura 2):
Figura 2. Los diversos elementos del llamado modelo teórico: hechos (re)construidos, predicciones del tipo “si…
entonces…”, e intervenciones observacionales y experimentales.
Hasta aquí hemos expuesto lo que sería la “fase exploratoria” de la actividad (Sanmartí e Izquierdo,
1997), en la cual hemos trabajado siempre dentro del campo semántico de la ficción literaria, en pequeños grupos
y en plenario, con discusiones y puestas en común. A partir de este punto se procede a analogar los
elaborados procesos cognitivos y lingüísticos identificados en la tarea con los que se usarían típicamente en la
metodología científica. Resulta interesante, por ejemplo, utilizar el célebre caso Semmelweis –el descubrimiento
de las causas de la llamada fiebre puerperal– tal cual lo narra Carl Hempel (1973), para establecer dicha analogía.
7. A modo de conclusión
La línea de trabajo NOS de la didáctica de las ciencias es, sin lugar a dudas, una de las más relevantes
actualmente y, al mismo tiempo, una de las más promisorias a futuro. A lo largo de estas últimas dos décadas
de trabajo, los profesores y profesoras de ciencias hemos llegado a un consenso acerca de la centralidad que
tiene la mirada metacientífica a la hora de diseñar, llevar adelante y evaluar una enseñanza de las ciencias
experimentales de mayor calidad, que “sintonice” con los ambiciosos, y un poco utópicos, objetivos que hoy
en día nos planteamos para nuestros y nuestras estudiantes, especialmente durante la educación obligatoria
(en muchos casos, de los 5 a los 16 años).
En estas páginas hemos tratado de acompañar a los lectores y lectoras –considerando que son
futuros o actuales colegas– en un “sendero” por el campo HPS/NOS, destacando algunos logros, planteando
interrogantes pendientes, y proveyendo “puertas de acceso” a quienes quieran profundizar en los derroteros
aquí iniciados.
8. Lecturas recomendadas
Matthews, M. (1994). Science teaching: The role of history and philosophy of science. Londres: Routledge.
Este libro se ha establecido como el clásico fundacional del área general de investigaciones HPS, con multitud
de secciones dedicadas a la NOS. Se trata de la primera reflexión teórica extensiva, sistemática y profunda de
los diferentes aspectos involucrados en la incorporación de la naturaleza de la ciencia dentro de la educación
científica.
Duschl, R. (1997). Renovar la enseñanza de las ciencias: Importancia de las teorías y su desarrollo. Madrid: Narcea.
Este libro presenta reflexiones y propuestas para acercar la naturaleza de la ciencia al aula. Se articula en torno
a la aceptación del carácter teórico de la ciencia como aquello que la distingue de otras empresas humanas y, por
tanto, como aquello que se ha de poner en relieve en nuestras clases.
75
Adúriz-Bravo, A.
McComas, W. (ed.) (1998). The nature of science in science education: Rationales and strategies. Dordrecht: Kluwer.
Este libro funciona a modo de handbook para el campo de la NOS, pues reúne una importante diversidad de
trabajos dedicados a los tipos de investigación e innovación disponibles (diagnóstico, diseño, intervención,
evaluación, currículo).
Adúriz-Bravo, A. (2005). Una introducción a la naturaleza de la ciencia. La epistemología en la enseñanza de las ciencias
naturales. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Este libro presenta doce actividades didácticas para introducir la naturaleza de la ciencia en las clases de
ciencias experimentales de los distintos niveles educativos. Las actividades se organizan a lo largo de tres ejes:
qué es la ciencia, cómo cambia en el tiempo, y cómo se relaciona con la sociedad y la cultura.
Referencias
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científica para la ciudadanía. Revista Eureka sobre Enseñanza y Divulgación de las Ciencias, 1(1), 3-16.
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Bellaterra: Universitat Autònoma de Barcelona. [En línea.] http://www.tdx.cesca.es/TDCat-
1209102-142933
ADÚRIZ-BRAVO, A. (2002). Aprender sobre el pensamiento científico en el aula de ciencias: una propuesta
para usar novelas policiacas. Alambique, 31, 105-111.
ADÚRIZ-BRAVO, A. (2004). Methodology and politics: A proposal to teach the structuring ideas of the
philosophy of science through the pendulum. Science & Education, 13(7), 717-731.
ADÚRIZ-BRAVO, A. (2005a). ¿Qué naturaleza de la ciencia hemos de saber los profesores de ciencias? Una
cuestión actual de la investigación didáctica. Tecné, Episteme y Didaxis, número extra, 23-33.
ADÚRIZ-BRAVO, A. (2005b). Una introducción a la naturaleza de la ciencia. La epistemología en la enseñanza de las
ciencias naturales. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
ADÚRIZ-BRAVO, A. (2007). La naturaleza de la ciencia en la educación científica para todos y todas.
Educación en Ciencias e Ingeniería, 5(1), 28-36.
ADÚRIZ-BRAVO, A., GODOY, E., IGLESIAS, M., BONAN, L. y GONZÁLEZ GALLI, L. (2006). Las
imágenes de ciencia y de científico en una propuesta de educación inclusiva para todos y todas, en
Añaños Bedriñana, F.T. (coord.), García Mínguez, J., Bedmar, M. y Montero, I. (eds.). Educación
social. Formación, realidad y retos, 427-435. Granada: Grupo Editorial Universitario.
ADÚRIZ-BRAVO, A. e IZQUIERDO, M. (2002). Directrices para la formación epistemológica del futuro
profesorado de ciencias naturales, en Perafán, G.A. y Adúriz-Bravo, A. (comps.). Pensamiento y
conocimiento de los profesores. Debate y perspectivas internacionales, 127-139. Bogotá: Universidad Pedagógica
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76
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
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societat. Palma de Mallorca: Conselleria d’Educació i Cultura del Govern de les Illes Ballears.
MATTHEWS, M. (1994). Science teaching. The role of history and philosophy of science. Nueva York: Routledge.
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contribute to science literacy. Nueva York: Plenum Publishers.
MCCOMAS, W. (1998). The nature of science in science education: Rationales and strategies. Dordrecht: Kluwer.
SANMARTÍ, N. e IZQUIERDO, M. (1997). Reflexiones en torno a un modelo de ciencia escolar.
Investigación en la Escuela, 32, 51-62.
Sobre el autor:
Agustín Adúriz-Bravo
Es Profesor de Enseñanza Media y Superior en Física por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la
Universidad de Buenos Aires y Doctor en Didáctica de las Ciencias Experimentales por la Universitat
Autònoma de Barcelona. Sus áreas de investigación giran en torno a la epistemología y a la historia de la
ciencia en la formación del profesorado de ciencias. Forma parte de numerosas redes de trabajo tanto a nivel
anglosajón como iberoamericano. Conocida es su trayectoria y producción científica en libros, artículos y
conferencias. Actualmente trabaja en Argentina en la formación inicial y continuada del profesorado en todos
los niveles educativos (desde inicial hasta universitario) y como consejero en proyectos y programas de
divulgación científica.
Consultas y contacto: aadurizbravo@cefiec.fcen.uba.ar
77
Áreas y Estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
CAPÍTULO 6
LA COMUNICACIÓN EN EL AULA
Conxita Márquez
Grup de Llenguatge i Ensenyament de les Ciències (LIEC),
Departament de Didàctica de la Matemàtica i de les Ciències Experimentals
Facultat de Ciències de l’Educació, Universitat Autònoma de Barcelona
Bellaterra, España
Resumen. Promover la competencia lectora de textos científicos de diversas procedencias (Internet, prensa, libros de
divulgación, libros de texto, etc.) contribuye a la alfabetización científica de los ciudadanos y ciudadanas. Para desarrollar
esta competencia será necesario diseñar, planificar y evaluar actividades específicas que permitan a los alumnos aprender a
leer textos científicos, es decir, identificar preguntas, evidencias y argumentos en los textos y evaluarlos críticamente. Este
capítulo plantea y propone algunas respuestas a las siguientes preguntas: ¿qué significa leer en clase de ciencias?; ¿qué
dificultades tienen los textos científicos?; ¿qué trabajos de investigación se están desarrollando en este ámbito?; ¿qué
metodologías de investigación se utilizan?; ¿qué actividades de aula promueven la lectura crítica?
Asimismo, una constatación cada vez más evidente, en relación a cómo las personas aprendemos, es
que el proceso de aprendizaje se realiza a través de la interacción de distintos modos comunicativos. Siendo el
modo lingüístico (oral o escrito) un medio fundamental para aprender, no es el único. También aprendemos
de las representaciones visuales de todo tipo, estáticas y dinámicas (dibujo, pintura, gráficos, fotos, películas,
videos, simulaciones en 3D). Y aprendemos al observar y al participar en actividades (escuchar, pensar, hacer,
gesticular, sentir). Es decir que se accede al conocimiento a partir de integrar significados, a través de todas las
modalidades comunicativas. Esta integración no se produce de manera natural y automática, sino que debe
ser enseñada y aprendida (Lemke, 2005).
Situados en este paisaje comunicativo, el aula se convierte en el espacio en el que se desarrolla una
actividad comunicativa conjunta de profesores y alumnos y en la cual los distintos lenguajes presentes
contribuyen a construir significado. Profundizar en la contribución del lenguaje en el proceso de la enseñanza
y del aprendizaje de las ciencias es, según Fensham (2004), una nueva y prometedora frontera en el ámbito de
la Didáctica de las Ciencias.
En los últimos tiempos, cuando se reformulan los objetivos de la educación científica, estos se
acostumbran a expresar en términos de alfabetización científica. El término ‘alfabetización’ es usado de manera
cada vez más generalizada, pero no siempre con el mismo significado. Para Norris y Phillips (2003), la
alfabetización es entendida como la conjunción de dos aspectos o sentidos. Tiene un sentido que denominan
fundamental, que significa la capacidad para leer y escribir. Y otro, que denominan derivado, que significa
conocimiento, aprendizaje y educación. Los dos sentidos están relacionados, y estos autores defienden que el
fundamental es central para conseguir la alfabetización científica, ya que en el estado actual de la ciencia
occidental, una persona que no sea capaz de leer y escribir tendrá serias limitaciones para adquirir y
profundizar conocimientos. Así, para estos autores, estar alfabetizado científicamente implica no sólo
dominar las grandes ideas de la ciencia, sino también ser capaces de leer y escribir ciencia.
La relación tan intensa entre pensamiento y lenguaje hace que sean mutuamente dependientes; el
lenguaje ayuda a construir modelos o teorías más elaboradas y estas ayudan también a configurar un lenguaje
más idóneo (Locke, 1992). Para Vigotsky (1925), lenguaje y pensamiento son los extremos de un continuo.
79
Márquez, C.
Este es uno de los motivos que hacen que el lenguaje ocupe una posición clave en el aprendizaje de las
ciencias.
Muchas veces se piensa que las personas “aprendemos” un determinado conocimiento y
posteriormente lo expresamos a través de palabras, y que de hecho “conocer” y “hablar” son dos procesos
bien diferenciados. Es muy habitual creer que se puede “saber” ciencias, u otra disciplina, y no
necesariamente saber comunicarlas. Y a veces podemos opinar “que un alumno sabe pero que no lo sabe
decir”. Pero de la propia experiencia como profesores de ciencias, se constata que a veces no hemos acabado
de entender un concepto que se nos resistía hasta que nos hemos encontrado en situación de tenerlo que
explicar, de construir un discurso coherente (Sanmartí, 1995). Elaborar este discurso implica relacionar de
manera convincente los elementos que intervienen y de hacerlo utilizando un lenguaje comprensible para el
receptor. Este proceso provoca una intensa reelaboración del contenido.
El lenguaje, por tanto, juega un papel esencial en el proceso de construcción de las ideas ya que es el
medio a través del cual se regula dicha construcción. En el campo de la Didáctica de las Ciencias, empiezan a
ser numerosas las investigaciones que adjudican al lenguaje un papel fundamental en el proceso de enseñanza
y aprendizaje de las ciencias (Fesham, 2004; Sanmartí, 2003; Lemke, 1997; Sutton, 1996; Arcà et al, 1990).
El lenguaje científico es un lenguaje específico diferente del que se utiliza en situaciones cotidianas y
debe ser enseñado de manera explicita (Lemke, 2004, 1997; Locke, 1992). Para hablar, escribir, leer... ciencia
hay que ir aprendiendo a utilizar este lenguaje para favorecer la comunicación.
Una de las peculiaridades del lenguaje de la ciencia es que tiende a expresar con una sola palabra una
idea compleja y extensa. En sus trabajos, Sutton (1992, 1996) analiza la progresión existente desde el estilo
personal de escritura de los científicos, en sus primeras afirmaciones provisionales en una investigación, hasta
la forma convencional y neutra de presentación del conocimiento público, una vez consolidado, que aparece
en los libros de texto. Al primer tipo de lenguaje lo denomina lenguaje como sistema interpretativo y al segundo,
lenguaje como sistema de etiquetaje. Así, los modelos científicos, que tienen inicialmente una voluntad interpretativa
se convierten para las personas no expertas en un conjunto de “etiquetas” no significativas. Por ello, Sutton
propone que el estadio inicial del lenguaje científico no sea escondido a los estudiantes para que así puedan
ver como se construyen los significados, y como consecuencia permitirá mostrar una visión de la ciencia más
dinámica: la ciencia abre la posibilidad de entender el mundo de otras maneras y estas nuevas formas de ver
los fenómenos requieren de nuevas maneras de expresión.
La ciencia tiene unas exigencias propias. Elabora el conocimiento con métodos sofisticados que
requieren tecnología compleja e investigaciones costosas y refinadas. Estos conocimientos son expresados a
través de: mucha terminología, estadísticas complicadas, fórmulas, ecuaciones, tablas de datos, fotografías,
simulaciones por ordenador, etc. Este lenguaje es tan especializado que sólo lo puede usar el científico
especialista en el tema. De hecho, aprender a ser científico es aprender a dominar este lenguaje, aprender a
leerlo y a escribirlo.
Sin embargo, la ciencia, necesita divulgar sus avances y acercarse a la comunidad, por ello la
ciudadanía debe poder leer y comprender ciencia para poder adquirir conocimientos sobre áreas que tienen
enormes repercusiones en sus vidas. Y en este sentido el papel de la educación obligatoria es fundamental.
3. La lectura de textos científicos.
Tal como se ha comentado anteriormente, adquirir una buena competencia lectora contribuye a la
alfabetización científica. La lectura ha sido, y continua siendo, uno de los recursos más utilizados en la clase
de ciencias. Asimismo, cabe considerar que leer no es un simple instrumento de transmisión de la ciencia,
sino que es una parte constitutiva de la ciencia y una manera de aprenderla (Norris y Phillips, 2003).
Leer toda clase de textos (Internet, periódicos, libros de divulgación científica...) es una vía de acceso
a la producción científica por parte de la población no especializada. Incorporar esta amplia gama de
documentos en la formación del alumnado debería ser un objetivo de la enseñanza de las ciencias porque
prepararía a los lectores del futuro, formando sujetos lectores (Da Silva y Almeida, 1998), con interés para
seguir leyendo, estudiando, una vez terminados los estudios obligatorios. Mediante la lectura autónoma y
significativa de textos y documentos de divulgación las personas pueden actualizar el conocimiento de los
nuevos saberes científicos, sustentando la formación de opiniones y la toma de decisiones.
80
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
a. Concepción lingüística. Según está concepción el significado está en el texto. El contenido del texto
surge de la suma de los significados de todas las palabras y oraciones. Así, el significado es único,
estable, objetivo e independiente de los lectores y las condiciones de lectura. Según está concepción,
aprender a leer es una cuestión lingüística.
b. Concepción psicolingüística. El significado del texto no está en las palabras, ni es único, ni es estable ni es
objetivo. Se ubica en la mente del lector. Se elabora a partir del conocimiento previo que el lector
aporta, y por este motivo varia según el individuo y las circunstancias. Así, leer requiere desarrollar
las habilidades cognitivas implicadas en el acto de comprender: aportar conocimientos previos, hacer
inferencias, formular hipótesis y saber verificarlas o reformularlas, etc.
c. Concepción sociocultural. La orientación sociocultural entiende que la lectura y la escritura es una
“construcción social, una actividad socialmente definida”. Leer es una práctica cultural que se da en
una comunidad particular que tiene su historia, una tradición, unos hábitos y unas prácticas
comunicativas especiales. Aprender a leer exige aprender estas particularidades, propias de cada
comunidad. No es suficiente saber descodificar las palabras y hacer inferencias. Es necesario
conocer la estructura de cada género textual en cada disciplina, cómo lo utilizan el autor y los
lectores, qué funciones desarrolla, cómo se presenta el autor, qué conocimientos se dicen y cuáles se
presuponen, cómo se citan las referencias bibliográficas, etc.
Desde la Didáctica de las Ciencias, Olson (1994) entiende el proceso lector como un encuentro entre
tres mundos distintos: el mundo del lector (con sus conocimientos, sus creencias, sus emociones), el mundo
de papel que viene definido en el texto y el mundo exterior. Esto significa que el significado del texto no está
en el propio texto, sino que cada lector tiene que construirlo a partir de sus referentes. Esto podría llevarnos a
pensar que a partir de un mismo texto se pueden construir multitud de significados, y si bien es cierto que
cada lector construirá su propio significado, también lo es que lectores que compartan los mismos referentes,
construirán significados muy parecidos.
Para ayudar a los estudiantes, a leer siendo consciente del proceso lector, es útil la propuesta de
Wilson y Chalmers-Neubauer (1988) de los diferentes niveles de lectura, propuesta que los autores diseñaron
para la lectura de manuales de laboratorio de química. Los cuatro niveles, con posibles preguntas para cada
ámbito son:
La capacidad de analizar críticamente los textos -datos y argumentos que aportan-, y de justificar el
propio punto de vista, requiere el desarrollo del pensamiento crítico, campo en el cual se está investigando
desde distintas perspectivas (Paul y Elder, 2003; Phillips y Norris, 1999). Leer críticamente supone reconocer
que el texto es un instrumento cultural contextualizado en una época, corriente, historia. Reconocer que el
autor no es un ser neutro, sino que tiene unos conocimientos, cultura e intenciones que se plasman en el texto
y que el lector debe interpretar. Y también reconocer la ideología, el grado de certeza y el estatus de las
afirmaciones científicas que aparecen en el mismo (diferenciar, por ejemplo, afirmaciones, hipótesis,
especulaciones, predicciones, etc.) (Cassany, 2006).
En el este sentido y para conseguir una lectura crítica, Bartz (2002) propone el acrónimo CRITIC.
Su intención es proporcionar a los estudiantes un instrumento paso a paso para aplicar el pensamiento crítico
a una lectura. El autor elaboró la siguiente correspondencia:
81
Márquez, C.
• T—Test? o En caso de dudar sobre lo que expone el texto, ¿qué test o prueba se podría diseñar para comprobarlo?,
• I—Independing testing? o ¿Se puede considerar que aquello que se afirma ya a sido demostrado y validado ha
través de un test independiente?
• C—Cause proposed? o La explicación causal que se da ¿es consistente con el conocimiento científico actual?
Un lector poco experto dispone así de un recurso mnemotécnico que puede aplicar en sus lecturas o
visionado de materiales de todo tipo (texto escrito, documentos internet, materiales audiovisuales,
documentales, etc.). La mecanización del esquema puede dar profundidad a sus lecturas.
Los textos científicos dirigidos a estudiantes suelen comportar un grado de dificultad superior a la
mayoría de lecturas que efectúan en otros contextos. Por eso es muy importante la actuación del profesorado,
los puentes que tiene que tender para relacionar todas las actividades de aula con los referentes que aparecen
en las lecturas, para así conseguir que cada alumno vaya reconociendo en el texto aquello que ha
experimentado, hablado, discutido en el aula.
Las características del lenguaje de la ciencia suelen actuar más de barrera que de puente para facilitar
el conocimiento a una mayoría de alumnado. Un alumnado acostumbrado a la conversación directa,
contextualizada, que combina conjuntamente recursos lingüísticos con gestos, miradas, tonos de voz y que a
través del diálogo tiene la posibilidad de reformular o pedir aclaraciones, se encuentra en una situación muy
distinta ante un texto científico. Ante él, cada lector sólo dispone del bagaje de sus conocimientos (no
siempre coincidentes con los que presupone el autor) y de su habilidad para interpretar y dar sentido a lo
desconocido. Difícilmente se pueden imaginar significados para palabras desconocidas, o se pueden hacer
hipótesis sobre el contenido de los textos, puesto que las inferencias nos pueden conducir a deducciones
equivocadas. Más difícil todavía es relacionar el contenido de un texto con un modelo científico si no se
expresa de manera explícita.
Asimismo, en los textos aparecen muchos conceptos e ideas científicas expresadas de una manera
“comprimida” a través de un nombre o término. La mayoría de estos términos científicos son el resultado de
un largo proceso, de la necesidad de encontrar una palabra que definiera un conjunto de relaciones, una idea,
una manera particular y nueva de ver un fenómeno. Para las personas que las proponen por primera vez y
para los científicos son palabras llenas de significado. Estas mismas palabras, tan significativas para la ciencia,
pierden parte de su sentido para los lectores no expertos.
El proceso de descodificación puede ser muy complicado para el alumno si no tiene más referencias
que el texto que esta leyendo porque los alumnos elaboran el conocimiento científico a lo largo de su vida.
Una palabra, un concepto remite y se relaciona con otros significados y así va adquiriendo consistencia,
porque el significado de los términos se va construyendo.
4. Antecedentes.
• Los que se refieren a estrategias de metacognición y el control de la lectura. Koch (2001) y Baker
(2004) muestran correlación entre estas destrezas y los resultados en la comprensión de mensajes
científicos textuales (Yore y Treagust, 2005). Asimismo, Sardà et al. (2006) muestran la importancia
82
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
de plantear preguntas de tipo inferencial, evaluativo y creativo para ayudar a los alumnos a
reflexionar sobre el contenido conceptual de los textos y para hacerlos conscientes de la dificultad
de las distintas demandas cognitivas que estas plantean.
• La capacidad de analizar críticamente los textos –datos y argumentos que aportan–, especialmente
los textos de Internet, y de justificar el propio punto de vista, requiere el desarrollo del pensamiento
crítico, campo en el cual se está investigando desde distintas perspectivas (Paul y Elder, 2003;
Phillips y Norris, 1999). También hay investigaciones que consideran el potencial de la prensa en la
alfabetización científica. Ya que sus artículos nos sitúan en los problemas reales de nuestro entorno y
nos permiten el contacto continúo con los avances científicos. Y los estudiantes no pueden quedar al
margen de la información derivada de la prensa. Hay algunos estudios que muestran los usos del
periódicos en las clases de ciencias, pero pocos profesores usan los artículos de periódico para
desarrollar la habilidad de leer críticamente (Elliott, 2006). En este sentido, Prat, Márquez y Marbà
(2007) han investigado el uso del CRITIC en la lectura de anuncios que se basan en evidencias
pseudocientíficas.
• También hay estudios que tratan de caracterizar y evaluar las estrategias lectoras como variables que
influyen en el aprendizaje de las ciencias. La identificación e interpretación de evidencias es una
competencia que también se aplica y se desarrolla a partir de lectura de textos de distintos tipos (de
divulgación, periodísticos, Internet, libros de texto). El desarrollo de la competencia lectora se
relaciona con la capacidad de aplicar conocimientos al análisis e interpretación de situaciones y
problemas diversos, ya que el lector ha de inferir el modelo teórico que ha de activar al leer para
comprender la argumentación (Kamil y Bernhardt, 2004).
El interés en este campo de investigación tuvo su origen en la incorporación en las prácticas de aula
de actividades de coevaluación entre el alumnado. Observamos que cuando un alumno debía evaluar un
trabajo escrito de un compañero/a era muy exigente. A menudo manifestaba que lo que escribía su
compañero no se entendía, asimismo cuando el compañero recibía su evaluación no aceptaba las críticas
puesto que pensaba que ya estaba bien escrito y que era el compañero el que debía esforzarse para leer entre
líneas.
Al escribir, los alumnos suelen seguir las mismas pautas que cuando hablan, sin respetar las
estructuras sintácticas que rigen el texto escrito. Así, escriben improvisando y acomodando su discurso,
continuamente, a un hipotético receptor que entienden como concreto y real. No son conscientes de que el
texto escrito debe tener una coherencia global, una planificación y una progresión en las ideas que se quieren
expresar y que el destinatario es general e indefinido. Tampoco tienen en cuenta que la volatilidad de las
palabras del discurso oral no tiene nada que ver con su permanencia en el texto escrito; al escribir, las frases
pueden ser más o menos largas, pero no existen periodos de silencio, ni gestos mímicos, ni entonaciones de
voz. De hecho, escribir conlleva una reelaboración del discurso oral y un ejercicio de abstracción, requiere
configurar una determinada estructura y realizar un juego de relaciones distinto del empleado al hablar. Si
además, lo que se pretende es escribir un texto científico, las dificultades aumentan, dado que también hay
que apropiarse de las características del discurso científico.
Asimismo, en las clases de ciencias es necesario producir diferentes tipos de textos, cada uno con sus
finalidades. Una descripción, una definición, una explicación, una justificación, una argumentación se realizan
con fines distintos pero a la vez con características formales distintas.
Las demandas “explica cómo es….”, “explica qué es…”, “explica cómo funciona….y saca una conclusión”,
“explica por qué ….”, etc... requieren respuestas que ponen en acción distintos mecanismos intelectuales de
relación y que se comunican a través de textos también distintos.
Las habilidades cognitivolingüísticas (HCL) (Jorba et al., 1998) son aquellas habilidades que se activan y se
manifiestan mediante la producción de textos, ya sean descriptivos, expositivos, argumentativos, justificativos,
etc. Estas habilidades son válidas para todas las áreas curriculares pero se concretan de manera diferente para
cada una de ellas.
83
Márquez, C.
En nuestra experiencia (Sanmartí et al., 2003) hemos vinculado la actividad de aprender ciencias a
través de la actividad de modelización con la producción de textos de diferentes tipologías, es decir, con las
diferentes habilidades cognitivo lingüísticas tal como se muestra a continuación:
En las clases de ciencias combinamos los diferentes tipos de texto continuamente, pero cada uno
tiene unas finalidades específicas en el proceso que comporta la construcción de modelos teóricos. Así, la
descripción nos sirve para situar al manera de mirar el fenómeno, de empezar a hablar de él, de identificar
aquello que es relevante; la explicación, para relacionar los hechos en el espacio y el tiempo, la argumentación,
para identificar aspectos que son o no relevantes en el modelo; la justificación, para organizar bien la historia;
la definición, para generalizar, para abstraer los aspectos más relevantes.
Actualmente en el seno del grupo de investigación LIEC (Llenguatge i Ensenyament de les Ciències, de la
UAB)13 estamos desarrollando otra línea básica de investigación relacionada con la competencia lectora en
ciencias. Nuestro objetivo es caracterizar, diseñar y evaluar las estrategias lectoras como variables que influyen en el
aprendizaje de las ciencias.
Más concretamente estamos interesados en dos ámbitos de actuación. El primero, relacionado con
el alumnado para que sea capaz de:
c. la identificación de las características del texto que lo hacen adecuado para desarrollar estas
capacidades.
Puesto que las metodologías de investigación deben adaptarse al problema planteado, estas
evidentemente son variadísimas.
Las consideraciones que se harán a continuación están, pues, relacionadas con el trabajo realizado
por los miembros del grupo LIEC. El objetivo es investigar el efecto de la utilización en el aula de estrategias
de instrucción y tareas, basadas en la lectura de textos, en el desarrollo de las competencias científicas, tanto
de forma cualitativa como cuantitativa.
Un primer ámbito metodológico, de tipo cualitativo, está relacionado con el análisis de textos, tanto
los propuestos para la lectura, como los elaborados por los propios alumnos.
En relación al análisis del contenido del texto son de gran utilidad las propuestas de análisis
conceptual de Thagard (1992), Olson (1994) y García, Izquierdo y Sanmartí (2002), Marbà (2004). También es
de interés analizar los textos en función de variables como, por ejemplo comunicabilidad, racionalidad,
modelo didáctico.
84
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Asimismo, en al caso de los textos elaborados por los alumnos que requieran justificar sus opciones
será necesario el análisis de respuestas a estos cuestionarios a partir de los argumentos utilizados por los
alumnos al valorar la credibilidad y grado de fiabiliadad de la información aportada por el texto (Sardà y
Sanmartí, 2000; Norris y Phillips, 2003). Las categorías de análisis que se utilicen en estos casos ayudarán a
evaluar la competencia científica de los alumnos.
Un segundo ámbito está relacionado con el estudio del discurso en el aula (Mortimer y Scott, 2003;
Mortimer, 2000; Lemke, 1998), en el caso de estudios, como el nuestro, en que la recogida de datos se realiza
en contextos reales, el estudio del discurso de aula permite un análisis en profundidad en la situación real de
las aulas y laboratorios de Ciencias.
No hay duda de que una de las competencias básicas que debe adquirir el alumno en clase de ciencia
es en el campo de la comprensión lectora. La lectura es una parte fundamental en el proceso de adquisición
del conocimiento científico. El profesorado debe ser consciente que el estudiante modeliza cuando habla,
cuando escribe, cuando lee, cuando escucha, cuando piensa o actúa.
El reto que como profesores tenemos en la formación del lector debería ser conseguir que los chicos
y chicas lean, se informen, intenten interpretar la realidad por el puro placer de saber, por curiosidad, por el
deseo de participar a su manera de los avances de la ciencia. Deberíamos conseguir que dentro o fuera de los
centros escolares, el lector disfrute con los textos científicos, con los reportajes, con los documentales, con las
noticias de avances científicos, que podemos conocer a través de Internet casi en el mismo momento en el
que se producen. Leer, mirar, consultar documentales de ciencia puede ser tan apasionante como leer una
novela o mirar una película. El problema es como conseguir que nuestros alumnos disfruten y aprendan
leyendo y muy especialmente, leyendo ciencias. No es tarea fácil ya que, además de las resistencias del
alumnado hacia la lectura debemos ayudarles a superar muchas dificultades y malos hábitos lectores
adquiridos. Pero valoramos que nuestra tarea es enseñar a partir de estos condicionantes.
Así, una implicación didáctica será la necesidad de trabajar con una tipología de textos amplia, de
manera que contengan contenidos más próximos a los que interesan a cualquier persona adulta. Por eso será
necesario combinar el libro de texto con otros de divulgación y con material de todo tipo que se pueda
encontrar en Internet. Son textos mucho más reales, con dificultades superiores por el hecho de no haber
sido escritos pensando en un público joven, pero tienen un plus de motivación porque ponen a los
estudiantes en contacto con los problemas del mundo real.
85
Márquez, C.
Entender la lectura como un proceso más complejo que la descodificación, implica que desde cada
una de las materias deberíamos enseñar a leer para conseguir que una amplia mayoría del alumnado sea capaz
de entender, y de aprender, a partir de un texto. Aprender a leer ciencias es una actividad realmente compleja
y multimodal (Màrquez, Izquierdo y Espinet 2006): las ciencias tienen un lenguaje y una manera de
comunicarse propias (gráficas, fórmulas) a parte de las propias características del conocimiento científico, por
lo que es desde las clases de ciencias desde donde se puede enseñar a leer o a escribir ciencia.
Asimismo, las características del conocimiento científico hacen recomendable idear estrategias que
permitan al estudiante reconocer la naturaleza del mismo. De está manera, los alumnos puedan discriminar
qué valor tiene la información que están leyendo, así como reconocer cual es la intención del autor,
favoreciendo así la evolución de su modelo científico, permitiéndole participar de la ciencia del momento.
El profesorado de ciencias tiene que ser consciente de la importancia del lenguaje (leer, escribir…)
para aprender. Se tienen intuiciones sobre el uso del lenguaje en clase puesto que en todas se habla, se escribe,
se lee. Pero no son suficientes. Afortunadamente disponemos actualmente de trabajos de investigadores en
este campo, por ejemplo, Lemke, (1998) que nos abren caminos de reflexión, pero también nos orientan en la
práctica. Si se asume la responsabilidad de compartir la formación lingüística del alumnado, si se entiende,
como dice Lemke, que se hace ciencia a partir del lenguaje, en este caso cada profesora, cada profesor, debe
procurarse una formación lingüística adecuada que le permita orientar actividades lingüísticas de todo tipo.
8. Actividades didácticas.
A continuación se exponen algunas estrategias que pueden ayudar a nuestros alumnos a leer
comprensivamente textos de ciencias, es decir a establecer relaciones entre la información que proporciona el
texto y la adquirida en otras situaciones o contextos, a promover la reelaboración de un nuevo texto a partir
de seleccionar, generalizar y construir. Y todo ello en un proceso de construcción personal pero realizada en
interacción. Estas actividades han sido diseñadas y llevadas a la práctica por miembros del grupo LIEC
(Márquez y Prat, 2005).
Las actividades se han agrupado según 3 ejes distintos: Organización del proceso de lectura, tipos de
actividad/preguntas promovidas y metarreflexión sobre las implicaciones de una lectura.
Organización del proceso de lectura y, muy especialmente, de la interacción entre los alumnos.
Diversos autores han establecido (Dansereau, 1987; Colomer, 2002) que los alumnos entienden más un texto
y retienen mejor la información cuando el texto ha sido analizado en grupo que cuando únicamente ha sido
trabajado individualmente. El aprendizaje es social ya que se aprende en la medida que se comparten tareas y
actividades con otras personas, contando con el apoyo de expertos. Por ello es conveniente plantear
actividades de lectura cooperativa. Las actividades de lectura cooperativa también sirven para hacer
conscientes a los alumnos de la complejidad del proceso de leer, en el cual necesariamente ha de descodificar
el texto pero también comprender, interpretar y participar.
86
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Las actividades antes de la lectura tendrán como finalidades principales activar la información que ya
tiene el lector, anticipar las posibles dificultades que se pueden encontrar en el texto, predecir que
información aportará el texto, a partir del título, subtítulo, autor, imágenes, etc... Durante la lectura, las
actividades deben ir encaminadas a verificar las predicciones a regular y modificar las hipótesis y finalmente
después de la lectura se debería reorganizar e integrar toda la información.
Tampoco favorece la comprensión del texto el tipo de preguntas que a veces se plantean.
Por ello, tal y como se ha comentado anteriormente, es interesante plantear preguntas que
favorezcan diferentes niveles de lectura: literal, inferencial, evaluativa y creativa (Wilson y Chalmers, 1988).
Esta estrategia la hemos aplicado, por ejemplo, en los guiones de las prácticas de laboratorio, en lecturas del
libro de texto y artículos periodísticos.
Concretamente, un grupo de alumnos de primero de ESO (12 años) tenían que leer una lectura del
libro de texto sobre jabones y detergentes (Sardà, Márquez y Sanmartí, 2005). Después tenían que contestar
individualmente un cuestionario con preguntas de los cuatro niveles. Las respuestas de los alumnos, así como
su valoración de la dificultad de las preguntas, se recogieron y analizaron.
En el debate posterior, los estudiantes expresaron que eran conscientes que las preguntas literales
eran más fáciles porqué la respuesta estaba en el mismo texto y sólo tenían que copiarla. Valoraron que las
creativas comportaban más dificultad porqué para contestarlas tenían queutilizar argumentos científicos y
pensar en otras situaciones para poder aplicar sus conocimientos.
Preguntar, por ejemplo, por qué creen que les hacemos leer un determinado texto, suscita el
desconcierto a los alumnos. Están acostumbrados a que los profesores les inviten a leer textos sin ningún tipo
de aproximación previa: explicitación de intenciones, motivaciones del texto por parte de la profesora o
profesor, interés respecto a los contenidos que se están trabajando, orientación para facilitar la lectura. La
preparación de la lectura activa las estructuras de conocimiento y permite un acceso más fácil a los contenidos
que se expresan. También se interesante preguntar cómo leen textos de ciencias.
Cada alumno tiene sus estrategias. Conocer las estrategias lectoras del alumnado es útil para el
mismo chico o chica que las hace explícitas, para los demás que aprenden otras nuevas y las comparan con las
suyas, para el profesor que puede interpretar el origen de algunos errores o actitudes habituales. En esas
intervenciones de los estudiantes abundan actitudes de poco control de la comprensión, de lectura mecánica,
de mínimo esfuerzo, que contrastan con los que evidencian capacidad de poner en práctica estrategias de
experto. Además, una ayuda por parte del profesor puede mejorar las habilidades individuales y colectivas.
Aplicar esta actividad al aula no quiere decir, trabajarlos todos siempre, sino que el objetivo es más a
largo plazo: que cuando el alumnado abandone la escuela sea capaz de pensar sobre lo que lee, pensar de qué
le sirve lo que lee, pensar en porqué debe leerlo o de qué influencias hay en el autor. En el fondo, es hacer
consciente al alumnado de lo que hay detrás de las líneas.
87
Márquez, C.
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Sobre la autora:
Conxita Márquez
Es licenciada en Ciencias Geológicas el año 1979 y Diplomada de Formación del Profesorado de EGB.
Obtuvo el Doctorado por la UAB, especialidad Didáctica de las Ciencias Experimentales, en el año 2002. Ha
sido maestra de Primaria y de Secundaria en diferentes centros de enseñanza pública. Actualmente, está en
excedencia y es profesora del Departamento de Didáctica de la Matemática y de las Ciencias Experimentales
de la Universitat Autònoma de Barcelona, donde colabora desde hace años en la docencia y participa en
diferentes proyectos de investigación. Sus intereses de investigación y formación están relacionados con el
lenguaje y la enseñanza de las ciencias, y con el análisis de clases de ciencias desde una perspectiva de
comunicación multimodal. Es miembro del grupo y coordinadora del grupo consolidado de investigación
LIEC (Lenguaje y Enseñanza de las Ciencias) de la UAB.
Consultas y contacto: conxita.marquez@uab.cat
89
Parte II.
Estrategias de Investigación
en la Didáctica de las Ciencias Experimentales
Áreas y Estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
CAPÍTULO 7
ELABORAR UNIDADES DIDÁCTICAS INCORPORANDO LA HISTORIA DE
LA CIENCIA
Mario Quintanilla
Grupo de Reflexión en Enseñanza de las Ciencias y Didáctica Aplicada (GRECIA)
Facultad de Educación, Pontificia Universidad Católica de Chile
Santiago, Chile
Resumen. La historia de la ciencia alerta a los profesores que tienen una actitud crítica frente la enseñanza de las ciencias,
sobre la necesidad de una aproximación fenomenológica de las representaciones e ideas científicas que se han de
comunicar en el aula, esto es comprender que los estudiantes necesitan saber con qué y cómo se relacionan dichas ideas y
poderlas así confrontar con situaciones de su vida cotidiana, o mejor aún con situaciones de la vida real en otros
momentos de la evolución de la ciencia misma (García, 2003). En este trabajo proponemos algunas orientaciones teórico-
metodológicas que permiten al docente de ciencias la elaboración de unidades didácticas que incorporen la historia de la
ciencia en la enseñanza. Para ello se analizan los criterios pedagógicos y didácticos a tener en cuenta y se sugieren
instrumentos, contenidos y actividades específicas para poder implementarlas debidamente.
1. Introducción
Haciendo uso de una analogía esencial, planteamos que la historia de la ciencia se convierte en una
estrategia válida e interesante para la formación inicial y continua de docentes ya que no sólo están estudiando
su saber erudito en particular, sino que se están cuestionando con base teórica en la didáctica de las ciencias,
la manera como se genera el conocimiento (epistemología) promoviendo cambios conceptuales que se espera
queden reflejados en la manera en que abordan los conceptos y/o modelos científicos con sus estudiantes
desde una visión naturalizada de la ciencia (Quintanilla y García, 2005). Abordar hoy la historia de la ciencia
como un componente curricular y didáctico nos permite adelantar polémicas y debates sobre la noción actual
de ciencia y conocimiento que se proyecta en el aula en todos los niveles educativos. Esto requiere asumir el
carácter metacientífico de la historia de la ciencia en la enseñanza y en el aprendizaje. Para Rodríguez (2007), las
dimensiones funcional y de eficiencia proyectadas hacia el conocimiento desde los procesos y la ideología de
la economía financiera actual han puesto entre paréntesis a la historia. Sin embargo, como lo plantea el mismo
académico, se trata de una perspectiva restringida del conocimiento, de los procesos humanos y de la historia,
una perspectiva que carece de una epistemología que vaya más allá de lo instrumental. Si bien es un saber que
tiene poder para coaccionar el desarrollo de los conocimientos y orientar la funcionalidad de éstos hacia una
teleología de la instrumentación, no logra configurar en su ideología, a lo menos explícitamente, que se trata
de una construcción cultural que se revierte sobre sí misma (Rodríguez, 2007). En el prólogo se su libro,
Quintanilla (2007) hace suyas las ideas de Rodríguez (2007) quien insiste en señalar que:
[…] las ciencias naturales han proyectado, por su parte, una imagen y han creado un imaginario
de conocimiento verdadero neutral en la población, como prolongación de la construcción
epistemológica del siglo XVII, en la que se consideraba a sujeto y objeto como una interactuación
natural, existía una presencia inmediata y directa del objeto en el sujeto; el conocimiento era
concebido como un proceso natural producto de la relación sujeto – objeto. Sin embargo, en el mismo
siglo XVII Immanuel Kant cuestiona la naturalidad e inmediatez del conocimiento. Indaga sobre
la razón humana marcada por la tragedia en cuanto no puede evitar plantearse preguntas que no
puede resolver – así inicia su libro Crítica de la razón pura-, por cuanto la razón no tiene un
conocimiento de totalidad, no puede conocer la totalidad, si bien ello no limita al pensamiento sino
al conocimiento. Es esta tensión entre conocer y pensar la que sustenta al conocimiento y en esa
tensión se establecen regularidades que articulan los extremos. En este contexto, la historia de la
ciencia nos hace concebir la esperanza que existen regularidades en los fenómenos humanos
colectivos, porque no tenemos una comprensión de totalidad, no tenemos una compresión de las
expresiones fenoménicas de la libertad de la voluntad; ello lleva a producir finalidades en la
historia, que no son sino la elaboración de los sujetos […]
Rodríguez, 2007: 6.
Hemos planteado la idea de la historia de las ciencias como una disciplina meta científica. También
podemos pensar que la historia de las ciencias (HC) es el arte de narrar historias, es decir, que la HC que es la
historia de la cultura, de los valores, de la historia de personas que han hecho ciencias para explicar una
93
Quintanilla, M y Merino Rubilar, C.
historia, narrativas ‘bonitas’ y estéticamente convincentes. Narrativas en las cuales se vea la ciencia en su
contexto, en un contexto de ideas, de valores, que nos dan ideas para inventarnos historias que ayuden ha
aprender y a comprender el mundo. La historia nos ayuda a ver la ciencia en un contexto de tecnología y
sociedad y a lo largo del curso debemos de prever que nos proporcione recursos para lo nuestro y lo nuestro
es la clase de ciencias. No dar clase de historia de las ciencias. Ni tampoco para hacer una didáctica de la
historia de las ciencias, sino de la didáctica de las ciencias.
En primer lugar, queremos dirigir nuestra atención a la propia 'Historia de las Ciencias', para no
confundir la historia de la ciencia con la propia ciencia que se enseña en diferentes niveles educativos y,
diríamos con finalidades similares. La pregunta que nos hacemos es ¿cuáles son las limitaciones que el rigor
científico impone a un didactólogo/ profesor de ciencias cuando éste se aventura en una disciplina en la cual
no se ha formado y que va a utilizar en su beneficio y en el de sus estudiantes?
En lo que proponemos a continuación nos guiamos por las aportaciones de Helge Kragh (1987)
sobre la historiografía de las ciencias. La primera cuestión a considerar en este sentido, es el significados del
término historia. Como que en ningún caso es posible la observación directa del pasado ni acceder por
completo a lo que fue (tampoco podemos hacerlo por completo con lo que ocurre en nuestra propia época),
no existe una historia totalmente objetiva. Kragh llama H1 al conjunto de datos 'en bruto' que se refieren a
algo que conocemos imperfectamente y a partir de fuentes diversas que pueden ser combinadas de manera
diversa, que han de ser necesariamente interpretados por diferentes públicos y audiencias en determinados
contextos de comunicación y aprendizaje. Y llama H2 a esta interpretación teórica del pasado. Por ejemplo, la
identificación de 'períodos históricos' (la revolución científica, por ejemplo) es obra de los historiadores, no
de la historia. Siguiendo con el ejemplo, podemos destacar que hay dos maneras de organizar la historia de la
ciencia: verticalmente, considerando diversos problemas específicos en un mismo período de tiempo, u
horizontalmente, analizando la evolución de un 'problema' científico a lo largo del tiempo. O bien, debido a que
los objetivos y métodos de organizar los datos recopilados no surgen del pasado, pueden ponerse al servicio
de una ideología que puede ser externa (determinar los aspectos institucionales o políticos que se supone
determinan el desarrollo científico), interna (dirigiendo la mirada exclusivamente a la comunidad científica) o
intrínseca, combinando ambos aspectos según adquieran importancia en el desarrollo de una disciplina
concreta. Es fácil ver que se ha de ser cauteloso al tomar cualquiera de estas opciones.
Al afirmar que los datos históricos en bruto aún no son historia sino que se han de interpretar (hay
pocos del tipo 'Darwin nació en 1802' y, en todo caso, son poco interesantes), podríamos suponer que no
existe nada objetivo en la historia y que por lo tanto 'todas las interpretaciones son posibles'. Esto no es así;
hay una 'teoría de la historia' que decide si las fuentes son fiables, si son suficientes y qué interpretaciones
son válidas o han de rechazarse; es decir, que puede distinguir entre juicios históricos verdaderos o falsos.
Una de las principales tendencias que puede conducir a juicios históricos erróneos (y así ha sido muy
a menudo) es la visión anacrónica del pasado, según la cual éste se estudia y se valida a la luz del presente; su
contrapartida, la visión diacrónica, consiste en estudiar la ciencia del pasado de acuerdo a las condiciones que
existían realmente en ese pasado. Pero esta difenciación plantea importantes problemas a los profesores y no
es de extrañar que aparezcan tanta 'historias anacrónicas' en los libros de ciencias. El mismo Kragh indica que
la historiografía diacrónica estricta es un ideal, puesto que el historiador no puede liberarse de su tiempo ni
evitar completamente el empleo de patrones contemporáneos. Es más, una historia estrictamente diacrónica
no tendría ningún interés para el profesor y muy poco para el didácta. Sin embargo, es evidente que una
historia anacrónica no sólo es falsa, sino que podría utilizarse para sustentar toda clase de retóricas (de
progreso constante de la ciencia, de exclusión o no de las mujeres, de conflictos entre ciencia y religión) en
lugar de favorecer una reconstrucción serena y documentada de los datos, y un reconocimiento de la falta de
ellos, cuando sea así.
¿Qué hacer, para no presentar el presente como consecuencia directa del pasado pero, a pesar de
ello, poder vincular de alguna manera el pasado al presente, en interés de la formación científica de los
alumnos? Vamos a ver los diferentes caminos que se han ido tomando para avanzar por este camino tortuoso
que va abriendo el profesor /didactólogo por el que avanza de la mano del historiador.
Admitir que una historia positivista no es posible ni tampoco lo es la historia diacrónica estricta, sin
valorar suficientemente la teoría de la historia , nos podría llevar a una visión ‘presentista’ de la misma, según la
cual la historia ha de estar forzosamente comprometida con el presente para tener sentido y razón de ser. Al
suponer que la historia se justifica sólo si aporta algo al presente se puede caer tanto en el idealismo como en
un pragmatismo extremo, como si la historia en si no tuviera ningún interés y que sólo su reconstrucción
94
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
(para 'dar vida' a situaciones pretéritas al intentar revivirlas uno mismo) la hiciera interesante. Algo de esto
puede haber, si se controla bien.
Bachelard (1993), propuso el término 'historia recurrente' o 'historia sancionada' a una historia del
pasado evaluada según los valores de la ciencia actual; es, por lo tanto, una historia que se está escribiendo
constantemente, pero sin pretender que el pasado se desarrolló de manera continua hasta llegar al presente.
Con ello, da a entender que un historiador de la ciencia no es un historiógrafo de 'hechos', sino un
historiógrafo de la verdad. Esto puede llevar a no explicar episodios de la ciencia que han resultado falsos y a
distorsionar de manera importante el significado de la actividad científica al vincularla exclusivamente al éxito;
o, aún más grave, a mostrar la ciencia como un proceso que avanza sin cesar, dejando de lado las supuestas
desviaciones de este paseo triunfal.
Al diseñar una unidad didáctica que incorporen historia de las Ciencias ¿Cuál(es) errores resultarían
más tentadores? Es fácil darse cuenta de los peligros pero, a la vez, la seducción de estas posturas, que
soluciona el problema de limitarse a una historia anticuarista que no interese a los profesores pero que
presenta muchos otros problemas; puede parecer, por ejemplo, que los conceptos del pasado tienen relación
directa o son los mismos (aunque en una etapa menos desarrollada) que los actuales. O podemos olvidar que
cuando Harvey imaginó la circulación de la sangre sólo le apoyaron los místicos y alquimistas, mientras que el
atomista Gassendi se opuso a ella; haciéndolo así, se pierde la ocasión de comprender bien las relaciones entre
las ciencias, la cultura y los valores que condicionan las vidas de las personas en una determinada época
(Uribe, Quintanilla, 2005).
Es importante destacar, sin embargo, que los conocimientos actuales permiten analizar
conocimientos históricos de una manera que sería imposible desde una postura diacrónica estricta, puesto que
se pueden estudiar relaciones entre conocimientos que no se dieron durante la vida de un científico concreto,
con lo cual sus ideas conjuntamente con otras, se transformaron y dieron lugar a un 'descubrimiento'; o
simplemente hacer ver similitudes entre las obras de científicos de épocas diversa, cosa que hubiera sido
imposible en vida de ninguno de ellos. Todo ello da lugar a 'reconstrucciones' que sin haberse dado en el
pasado, constituyen una interpretación seria del mismo de gran interés para la enseñanza de las ciencias.
Así, la historia que se utiliza en DC ha de ser la historia que surge del trabajo de los historiadores,
procurando huir del anacronismo y de la hagiografía. Si bien es legítimo que los profesores hablen en clase de los
‘héroes’ de las disciplinas, deben hacerlo teniendo en cuenta el conjunto de aportaciones científicas en su
época; si han de plantear determinadas preguntas y enfoques adecuados a la docencia, se ha de procurar que
haya un trabajo historiográfico serio que permita abordarlas. Aparece así un importante ámbito de
colaboración entre disciplinas, que es justamente el que deberíamos desarrollar conjuntamente, sabiendo que
el didactólogo/ profesor no va a ir más allá de lo que permita la historiografía ni el historiador va a ir más allá
de lo que le permita la didactología (exigiendo determinados niveles de exactitud histórica en las unidades
docentes, por ejemplo, o prohibiendo determinadas preguntas o hipótesis que la historia quizás no puede ni
debe responder pero que pueden tener interés docente).
A partir de estas reflexiones hemos desarrollado un instrumento de evaluación (ver cuadro), que
nos permita reflexionar sobre la historia de la ciencia en la enseñanza, que ayudará al profesor a revisar sus
criterios historiográficos y generar una base para comenzar a elaborar las Unidades Didácticas desde
narraciones breves y lecturas complementarias que colaboren en la motivación inicial, para un contenido
especifico determinado, para promover comparaciones en la sociabilización del hecho histórico, desde cómo
se abordaba en el contexto seleccionado y cómo se aborda en la actualidad en el currículo formal de la
escuela. Aunque, de todas maneras, vamos a explicar una historia de la manera que más conviene y nunca será
'toda la verdad y nada más que la verdad' sino que ayudará a los alumnos a plantearse preguntas y a evitar una
imagen de la ciencia excesivamente triunfalista, con poco espacio a la creatividad y sin futuro, al menos para el
estudiantado que se encuentra aún muy lejos de ser científicos.
Se ajusta
Contenido de las Preguntas
Mucho Poco Nada
1. ¿Se describen los acontecimientos concretos que se produjeron en el pasado en
su propio contexto?
2. ¿Se analiza la investigación y sus resultados sin olvidar los objetivos, los motivos
y los valores?
3. ¿Es una interpretación de los hechos según planteamientos actuales?
95
Quintanilla, M y Merino Rubilar, C.
Con estas 15 preguntas no sólo podemos evaluar nuestros criterios historiográficos, sino además
revisar materiales o libros de texto de uso frecuente ya elaborados para evaluar el enfoque presente en los
materiales en la inclusión de la historia de la ciencia en cada uno de ellos, identificando cuales son sus
finalidades educativas específicas.
La Unidad Didáctica (UD) surge como método estratégico debidamente fundamentado desde la
nueva Didáctica de las Ciencias (NDC) para planificar y sistematizar, en la práctica escolar, las diferentes
tareas que un profesor lleva a cabo con un grupo específico de alumnos; lo que implica la determinación de
qué se pretende enseñar, cómo hacerlo y cómo y con qué procedimientos evaluarlo (Sanmartí & Jorba, 1996).
A continuación vamos a presentar algunas ideas centrales y de carácter muy general que, una vez
cumplimentadas, permitirán visualizar, de forma esquemática, cuantos elementos conforman una unidad
didáctica concreta y durante este proceso incorporar elementos de historia de la ciencia tras la invitación a
reflexionar las 15 preguntas para el análisis de las aportaciones históricas a la didáctica de las ciencias. Como
es lógico, cada profesor podrá ajustar a sus necesidades específicas nuestras sugerencias e introducir en dichas
ideas a las concreciones que considere más oportunas. Las desarrollaremos en formato “tablas”, ya que
creemos que de esta manera será más asertiva en su aplicación y finalidades específicas.
96
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Ítem 2 Introducción
97
Quintanilla, M y Merino Rubilar, C.
Ítem 7. Evaluación
De comprensión.
De expresión y socialización
De reflexión.
De analisis
De síntesis
De resolución de problemas
Las estrategias de aprendizaje pueden agruparse en los bloques o dimensiones que se recogen a
continuación, y en los que se detalla su amplia variedad:
98
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Entre los diferentes tipos de actividades que pueden proponerse -y al margen de las específicas de
evaluación- nos resultan particularmente atractivas las siguientes:
• Actividades de introducción.
• Actividades de identificación.
• Actividades de profundización y refuerzo.
• Actividades de ampliación.
• Actividades de transferencia.
• Actividades de síntesis.
99
Quintanilla, M y Merino Rubilar, C.
a. Actividades de introducción. Sirven de ‘marco de presentación’ de los contenidos concretos que se van a
abordar, y conectan, por tanto, con el tópico específico del saber erudito en que dichos contenidos
científicos se inscriben.
b. Actividades de identificación de conocimientos previos, es decir, de aquello que los estudiantes conocen,
y han de permitirles establecer las oportunas relaciones con los nuevos contenidos de aprendizaje
que está introduciendo paulatina e intencionadamente el docente.
c. Actividades de profundización y refuerzo. Permiten atender las diferentes demandas informativas y de
conocimientos a lo largo del proceso de enseñanza-aprendizaje. Sirven para responder a las
diferencias individuales de los estudiantes y a sus distintos ritmos de aprendizaje. Téngase presente
que refuerzo no equivale a reiteración: las actividades de refuerzo no son “más de lo mismo”, sino
que con ellas se persigue alcanzar los objetivos y trabajar los contenidos mediante otras estrategias y
otros tipos de actividades.
d. Actividades de ampliación. Son actividades de aprendizaje que -además de poder utilizarse como
consolidación o como profundización y refuerzo- sirven para “saber más” y, sobre todo, para “saber
mejor” sobre y acerca de los contenidos científicos.
e. Actividades de aplicación. Mediante este tipo de actividades, el alumno “pone en práctica”, organiza,
integra o utiliza los conocimientos adquiridos durante el proceso de enseñanza aprendizaje.
f. Actividades de transferencia. Permiten ‘proyectar’ los conocimientos a nuevas situaciones, trascendiendo
el contexto en el que se produjo su adquisición, y mediante el establecimiento de analogías,
inferencias, etc. En consecuencia, son actividades con cierto nivel de complejidad, ya que por medio
de ellas se puede comprobar la funcionalidad de los aprendizajes. Son actividades de transferencia a
nuevas situaciones o a ‘nuevas audiencias o públicos’.
g. Actividades de síntesis. Aglutinan e integran varios contenidos científicos. Son muy adecuadas para
poner en marcha la capacidad creadora y metacognitiva de los estudiantes.
Algunas de estas propuestas y ejemplos se pueden encontrar con mayor desarrollo en:
ww2.educarchile.cl/eduteca/planificador/index_conc.htm
Con el propósito de garantizar la mayor rentabilidad didáctica (racional y razonable) de las diferentes
actividades de aprendizaje y evaluación, consideramos oportuno incluir en la unidad didáctica de HC
determinadas estrategias de aprendizajes orientadas a adquirir información, interpretarla, analizarla,
organizarla conceptualmente, y comunicarla de forma coherente y sistematizada; y por medio de los cuales se
pretende lograr una mayor autonomía en los aprendizajes de los estudiantes.
Con respecto al diseño actividades y la reflexión entorno a las 15 preguntas, podrían evocar en
pequeñas investigaciones entorno a el diseño y la inclusión de la historia de las ciencias en Unidades
Didácticas. Podemos ir desde el estudio de las transiciones en las actividades y su vinculación con los hechos
históricos o episodios seleccionados que forman parte de la unidad. Por ejemplo, algunas preguntas para
debatir, contextualizadas al saber erudito específico, serían las siguientes:
• ¿En que grado, o cómo afecta las concepciones de ciencia de los estudiantes, la inclusión de la historia
de las ciencias en las Secuencias de Enseñanza Aprendiza (SEA), en la comprensión del cambio químico,
en el contexto escolar?
• ¿Cómo abordar la reproducción de experimentos científicos del siglo XVII-XVIII, para la enseñanza de la
química?
• ¿Cómo adecuarse a las características psicológicas del alumnado al que van destinadas las unidades
didácticas en las cuales hay una aproximación desde la historia de las ciencias?
• ¿Cómo presentar diferentes grados de dificultad, con el fin de ajustarse a los distintos ritmos de
aprendizaje de los alumnos? (Nos referimos al carácter progresivo de las actividades de aprendizaje que
ha de afectar tanto a la complejidad de los contenidos como a las estrategias para la resolución de las
mismas.)
• Podríamos estratificar las actividades con inclusión de la historia de las ciencias para cada caso en la
que mejor convenga su contenido.
100
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
7. Actividad.
Para mayor información sobre cómo desarrollar las actividades de investigación ingresa al sitio web:
www.puc.cl/sw_educ/educacion/grecia
Te invitamos a que revises el siguiente material con las 15 preguntas que aparecen el recuadro
trabajado anteriormente. Qué elementos se aproximan mucho, poco o nada a una visión historiográfica de la
ciencia. Si se aproximan, menciona cuáles son. De lo contrario, cómo crees que habría que se debería haber
abordado.
101
Quintanilla, M y Merino Rubilar, C.
La formación de profesores de ciencia ha de hacer ver que un ‘modelo’ no es sólo una manera de
representarse los fenómenos mentalmente sino también una forma de pensar y de actuar en el mundo: se han
de mostrar los aspectos ontológicos, epistemológicos y praxiológicos de la ciencia y su enseñanza. Los
ejemplos que se proponen han de ser adecuados al modelo, para poder comprender las similitudes y
diferencias entre ambos: por ejemplo, hay demasiada distancia entre la electrólisis y su ecuación o entre la
molécula de oxígeno representada por dos bolas unidas y su función en la combustión y las ‘historias’ que
encierran su descubrimiento, negociación y sociabilización. Al respecto hay un fértil camino de innovación
que se empieza a trabajar basado en la investigación en la nueva didáctica de las ciencias (NDC). Este es
simplemente un pequeño aporte en ese sentido.
Referencias
BACHELARD, G. (1993). La formación del espíritu científico. Siglo XXI editores: Madrid
CHALMERS, D. (1993). ¿Qué es esa cosa llamada ciencia? Siglo XXI editores: Madrid
GARCÍA, A. (2003). Aportes del estudio histórico de instrumentos científicos a la formación del profesorado de ciencias. Tesis
de Maestría, Universidad Autónoma de Barcelona
KRAGH, H. (1989). Introducción a la historia de la ciencia. Barcelona: Crítica
IZQUIERDO, M. (2000). Fundamentos epistemológicos. En Perales, F. y Cañal, P (ed.) Didáctica de las
Ciencias Experimentales. Teoría y Práctica de la Enseñanza de las Ciencias, 35-64. Alcoy-Marfil: Madrid.
MATTHEWS, M. (1994). Science teaching. The role of history and philosophy of science. Nueva York: Routledge.
MERINO, C. y QUINTANILLA, M. (2005) Propuestas de un instrumento de evaluación para establecer
criterios sobre el uso de la historia de las ciencias en a enseñanza. Enseñanza de las Ciencias, número
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QUINTANILLA, M. (2007). Historia de las Ciencia: Propuestas para su divulgación y enseñanza, Vol I y II. Arrayán:
Santiago de Chile
QUINTANILLA, M., ADÚRIZ-BRAVO, A. e IZQUIERDO, M. (2007). Discusión en torno a un modelo
para introducir la historia de las ciencias en la formación inicial del profesorado de ciencias. En
Izquierdo, M., Caamaño, A. y Quintanilla, M (eds.) Investigar en la enseñanza de la Química. Nuevos
horizontes: contextualizar y modelizar, pp.173-196, Universidad Autónoma de Barcelona: Bellaterra.
QUINTANILLA, M. (2005). Historia de las Ciencias y formación docente: una necesidad irreductible. Revista
TED, numero extra, 34-43, Universidad Pedagógica Nacional. Bogotá.
QUINTANILLA, M., ADÚRIZ-BRAVO, A., y IZQUIERDO, M. (2005). Characteristics and
methodological discusión about a theoretical model that introduces the history of science at an early
stage of the experimental science theachers’ professional formation. Proceedings of 8th IHPST ,
Universidad de Leeds: Leeds, [En línea]
<http://www.ihpst2005.leeds.ac.uk/papers/Quintinilla_Izquierdo_AdurizBravo.pdf>
[Consulta: 25 febrero de 2008]
QUINTANILLA, M. y GARCÍA, A. (2005). Historia de las ciencia y formación docente. Algunos elementos
para el debate didáctico. Actas de las IV Jornadas Internacionales para la enseñanza preuniversitaria
y universitaria de la Química, Universidad Autónoma de México: México D.F
RODRÍGUEZ, E. (2007). Prologo, En Quintanilla, M. (ed.) Historia de las Ciencia: Propuestas para su divulgación y
enseñanza, Vol. II, pp-6-7. Arrayán: Santiago de Chile
102
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Es Especialista en Didáctica de las Ciencias Experimentales. Su principal línea de investigación está vinculada
al discurso científico, la resolución de problemas científicos en el aula y la inclusión de la historia, filosofía y
epistemología de las ciencias en las enseñanza de las ciencias En este sentido ha publicado artículos de
divulgación e investigación relacionados con el discurso profesional del profesor de ciencia, las ideas
científicas en los adolescentes, las representaciones de la ciencia y la enseñanza de las ciencias en profesores
en formación y profesores en ejercicio. Actualmente se dedica a la docencia e investigación en la Facultad de
Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile desde donde dirige y coordina al grupo de reflexión
en enseñanza de las ciencias e investigación en didáctica aplicada GRECIA.
Consultas y contacto: mquintag@puc.cl
Página web: www.puc.cl/sw_educ/educacion/grecia/plano/html/quienes/quienes.html
103
Áreas y Estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
CAPÍTULO 8
FAVORECER LA ARGUMENTACIÓN EN LA CLASE
Carolina Pipitone, Anna Sardà y Neus Sanmartí
Grup de Llenguatge i Ensenyament de les Ciències (LIEC),
Departament de Didàctica de la Matemàtica i les Ciències Experimentals
Facultat de Ciències de l’Educació, Universitat Autònoma de Barcelona
Bellaterra, España
Resumen. En el siguiente capítulo trabajaremos la argumentación como una forma de enseñar y aprender ciencias desde
diferentes puntos de vista y a pensar sobre ellas con planteamientos alternativos a los intuitivos, es aquí donde la
argumentación implica analizar las diferentes visiones y tenerlas en cuenta al momento de arribar a una conclusión.
Desarrollar esta competencia científica permitirá no sólo la movilización del conocimiento científico para poder
comprender los problemas de la sociedad, sino también para actuar responsablemente, desarrollando un pensamiento crítico,
que posibilitará en el alumnado evaluar la información, ideas y conceptos, y a partir de la cual podrán decidir qué aceptar,
qué creer y qué actuaciones promover.
1. Introducción
Desde el programa de evaluación PISA, la competencia científica se define como “la capacidad para
utilizar el conocimiento científico para identificar preguntas y obtener conclusiones a partir de evidencias, con la finalidad de tomar
decisiones sobre el mundo actual y los cambios que las actividad humana produce en él” (OCDE/PISA, 2000). Desde esta
perspectiva, será importante que el alumnado aprenda a participar en los debates ciudadanos y a actuar de
manera reflexiva y crítica, teniendo en cuenta tanto conocimientos científicos actuales y datos como también
valores, y sabiendo situarse en el punto de vista de los demás para poder encontrar los argumentos que mejor
puedan convencerlos.
Como dice Kuhn (1991), el uso válido de la argumentación no se da de manera natural sino que se
adquiere mediante la práctica. La enseñanza de la argumentación en las clases de ciencias depende tanto del
dominio del lenguaje de la ciencia como de los conceptos, por lo que su aprendizaje se ha de promover de
forma interrelacionada.
Como profesores de ciencias, frecuentemente comprobamos que nuestros alumnos y alumnas tienen
grandes dificultades para pensar, hablar y escribir con el lenguaje de la ciencia. Por eso nos preguntamos: ¿Es
posible ayudar a los alumnos en su proceso de aprender a hablar y escribir y, en concreto, a argumentar de
manera fundamentada científicamente? ¿Aprender a argumentar tiene alguna relación con el aprendizaje de
modelos teóricos? ¿Qué nos dice la investigación realizada en este campo? ¿Qué tipo de actividades pueden
ser útiles en los procesos de enseñanza? ¿En que grado los alumnos aprenden a partir de las actividades que
les proponemos? ¿Qué aspectos deberían continuar siendo investigados? En este capítulo plantearemos
posibles respuestas a estas preguntas.
105
Pipitone, C., Sardà, A. y Sanmartí, N.
Giere (1999) entiende que el razonamiento científico es un proceso de elección entre los modelos
teóricos que se proponen y que compiten, con el fin de optar por el que en un momento histórico
determinado presenta la explicación más convincente para un fenómeno particular del mundo. En la
evaluación de los modelos teóricos, son más importantes el conjunto de argumentos y las interrelaciones que
se elaboran para construir un razonamiento, que no el posible proceso de inferencia. Este proceso de
elección entre modelos se puede producir debido, fundamentalmente, a tres factores (Duschl, 1997):
• A interpretaciones diferente de unos mismos datos que se dan dentro de la comunidad científica.
• A avances tecnológicos que posibilitan nuevas formas de observar y obtener datos.
• A cambios en los objetivos de la ciencia como una extensión de los cambios en los problemas
sociales que se plantea la humanidad.
Pero los cambios en las teorías aceptadas, generalmente, no se producen de forma radical, por
revoluciones, como proponía Kuhn, sino de forma gradual a través de una cadena de razonamientos, dado
que en ciencia algunas discusiones tardan años en resolverse y que a veces no se resuelven nunca. Muy a
menudo es necesario esperar mucho tiempo para demostrar que las evidencias son suficientes para dar fuerza
a una argumentación y poder establecer un nuevo modelo teórico.
De la misma manera que las ideas evolucionan al formular un modelo teórico, la manera de hablar
de ellas también evoluciona. Sutton (1997) señala que el lenguaje inicial es muy personal, con mucho uso de
analogías y metáforas, y los razonamientos utilizados tienen finalidades especulativas y persuasivas. En
cambio, cuando las ideas ya están consolidadas, el lenguaje para comunicarlas se hace más formal, impersonal,
preciso y riguroso y las palabras que identifican las nuevas ideas –quark, DNA o cualquier otra- se utilizan
como etiquetas de algo que tiene una existencia real indiscutible.
Se puede pasar del primer tipo de lenguaje, el más individual, al calificado de más ‘científico’ porque
ambos tienen en común un patrón de relaciones de significado que describen el contenido científico incluido
en la primera interpretación y que se concretará en conceptos y en un modelo teórico determinado. A este
patrón de vínculos semánticos Lemke (1997) lo denomina patrón temático. Lo que los distingue es el patrón
estructural, que se refiere al tipo de discurso. Es obvio que las estructuras retóricas (silogismos, analogías,
metáforas...) y de género (descripción, justificación, argumentación, elaboración de informes...) han de ser
diferentes en uno y otro caso, porque primero deben convencer a la comunidad científica y después se han de
comunicar al resto de las personas.
Pero en la génesis tanto del conocimiento científico y como del conocimiento científico escolar es
también muy importante el proceso que lleva a elaborar explicaciones de los fenómenos observados y de las
regularidades identificadas, así a como la evaluación de la calidad de cada explicación. En este ámbito el
lenguaje tiene una doble función (Izquierdo y Sanmartí, 2000): como instrumento que da sentido a los hechos
y como medio para contrastar diferentes explicaciones y consensuar la que se considera más idónea en
función de los saberes propios del momento histórico en el que se discute (o de la edad de los alumnos).
Tal como indican Arcà et al. (1990), experiencia, conocimiento y lenguaje son tres palabras emblemáticas
en la educación científica. Cada uno de estos conceptos presupone de algún modo los otros dos ya que están
íntimamente interrelacionados, sin un orden jerárquico entre ellos. Aprender ciencias comporta aprender a
mirar y ver las experiencias desde puntos de vista distintos y a pensar sobre ellas con planteamientos
alternativos a los intuitivos. Este mirar y pensar diferente se genera al hablar, aunque sea al hablar con uno
mismo, y se concreta en el uso de un vocabulario y de unas expresiones también distintas. Pero es también en
el proceso de intentar comunicar coherentemente unas ideas, que éstas se reformulan y que se priorizan unos
datos sobre otros (figura 1).
106
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Figura 1.
Por ejemplo, chicos y chicas de 14 años que se están iniciando en el estudio de la Química discuten
si una pastilla efervescente reacciona con el agua o se disuelve en ella. Cuando hablan empiezan diciendo que
se ha disuelto y sus razones son que no se ve, que está repartida, que el agua tiene el gusto de la pastilla…
Pero también reconocen que estas razones no son suficientes para explicar si se ha producido un cambio
químico o no. Para encontrar nuevos argumentos más válidos tienen que pensar en sus modelos iniciales de
‘disolución’ y de ‘cambio químico’, y pensar en si sus observaciones del fenómeno las confirman o no. Una
alumna dice que “ha salido un gas que no estaba antes y no puede ser una disolución”, otro alumno le dice que cuando
“se abre una botella de gas, también sale gas que estaba disuelto” y así se inicia un debate en el que se van
introduciendo argumentos. La conversación pone de manifiesto que sin haber observado cuidadosamente el
fenómeno no hubiera sido posible hablar de sus características, y que sin tener un primer modelo de
‘disolución’ y de ‘cambio químico’ tampoco, pero que es en el proceso de contrastar las diferentes maneras de
ver y de pensar que se avanza en la conceptualización de dichos modelos (Jiménez-Aleixandre y Diaz, 2003).
Al mismo tiempo, al intentar hablar de sus ideas con más precisión reconocen que son necesarios
nuevos términos para expresarlas, tanto para abstraer las ideas generales como para nombrar aspectos
específicos. De hablar de que la pastilla “se ha disuelto” e incluso de que “se ha fundido”, se pasa a decir que ”ha
reaccionado químicamente”, y de hablar de “pastilla” y de “agua” se pasa a hablar de reactivos y de productos, de
disolvente y de soluto, etc.
Pero nos equivocaríamos si pensáramos que sólo se trata de incorporar un vocabulario nuevo, más
preciso y abstracto. Cada una de estas palabras empaqueta mucha información, mucho conocimiento, que el
alumno tiene que haber construido. Las palabras tienen sentido cuando tiene sentido el conocimiento que
resumen y generalmente se llega a ellas cuando se demuestran necesarias para hablar de un fenómeno o de
una idea.
[…] La costumbre de pensar científicamente puede ayudar a las personas en todos los momentos de su vida
introduciendo sensatez ante los problemas que a menudo requieren identificar evidencias, cuantificar, formular
argumentos lógicos y afrontar la incertidumbre. Sin la habilidad de pensar crítica e independientemente, los
ciudadanos son fácilmente atacados de dogmatismo o magia y dan soluciones simples a problemas complejos.
[…]
107
Pipitone, C., Sardà, A. y Sanmartí, N.
Según Facione (2001), las habilidades básicas del pensamiento crítico son el análisis, la inferencia, la
explicación, la interpretación, la evaluación y la autorregulación. Incluyen la capacidad de elaborar conjeturas
e hipótesis, examinar ideas, detectar argumentos, considerar que información es relevante, reconocer
evidencias, justificar el razonamiento, emitir juicios…
Pero según este mismo autor, los buenos pensadores críticos pueden, además, explicar cómo
llegaron a estos juicios y aplicar estas habilidades a ellos mismos, para así mejorar sus opiniones anteriores. Es
decir, son capaces de autorregularse metacognitivamente a partir de revisar tanto los objetivos, la planificación y los
resultados de, por ejemplo, una argumentación, como los propios criterios utilizados para evaluar su calidad
(Sanmartí y Jorba, 1995). De la misma forma, los buenos aprendices son aquellos que son capaces de
reflexionar metacognitivamente acerca de su propio aprendizaje (Duschl y Osborne, 2002).
Por tanto, una de las finalidades importantes de la enseñanza de la argumentación en las clases de
ciencias es que el estudiante se implique en la toma de decisiones que sean coherentes con sus argumentos y,
al mismo tiempo, tome conciencia de los procesos implicados en su elaboración. El conocimiento científico
posibilita un tipo de participación en la sociedad que no se reduzca a reproducir o consolidar relaciones ya
establecidas sino que promueva plantearse nuevas preguntas y transformar actuaciones (Martins, 2007).
En estos momentos una fuente importante de argumentos se encuentra en Internet. Sin embargo, el
uso de esta información requiere aprender a analizarla críticamente. Es indispensable evaluar lo que se ha
leído e integrar esa comprensión en el conocimiento previo que se tiene del mundo (Kurland, 2003). Se deben
tener criterios para decidir qué se puede aceptar como argumento fiable y útil. Muchas veces estos criterios
pasan por identificar quien ha escrito un texto y con qué finalidades y, muy especialmente, por evaluar que
tipo de evidencias aporta.
En síntesis, enseñar a argumentar en las clases de ciencias formaría parte del desarrollo de las
capacidades que según la OCDE/PISA (2000) son el objetivo de la enseñanza de las ciencias para toda la
población. Desde esta perspectiva, la finalidad es formar personas que, haciendo uso del conocimiento
científicos, sean capaces de actuar de manera reflexiva y crítica y de posicionarse en roles diferentes al suyo
con el fin de encontrar los argumentos que mejor puedan convencer a otros.
En las últimas dos décadas se ha venido estudiando en el campo de la didáctica de las ciencias el
papel que juega la argumentación en su aprendizaje (Duschl y Osborne, 2002; Sampson y Clark, 2006). Ello
ha comportado también profundizar en los aspectos que caracterizan una argumentación científica.
Una argumentación tiene como objetivo convencer a otros de la idoneidad de una idea sobre la que
pueden haber posturas distintas. Requiere ser capaz de reconocer el punto de vista de los demás, identificar
evidencias y razones que avalen la propia argumentación o que refuten las contrarias, evaluarlas y organizarlas
en un discurso que sea persuasivo. Jorba el at. (2000) definen la argumentación como “Producir razones o
argumentos, establecer relaciones entre ellos y examinar su aceptabilidad con el fin de modificar el valor epistémico de la tesis desde
la postura del destinatario”.
108
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
lugar, un componente retórico ya que al argumentar existe la intensión de persuadir al interlocutor, y en cuarto
lugar, un componente pragmático puesto que la argumentación se produce en un determinado contexto, al cual se
adapta y en el cual adquiere sentido (Revel et al., 2005).
Simon (2006) distingue entre argumento y argumentación. Los argumentos se refieren solo a la sustancia
de las afirmaciones (“claims”), hechos, garantías y antecedentes (“backings”) que contribuyen al contenido de
un argumento, mientras que la argumentación se refiere al proceso que reúne estos componentes.
El discurso argumentativo se puede analizar desde diferentes perspectivas. Una de las más
extendidas es la propuesta por S. Toulmin (1958), cuyo modelo se fundamenta principalmente en el análisis
de los componentes lógicos de la argumentación. Otros modelos son, por ejemplo, los propuestos por Van
Dijk (1978 o por Adam (1992), que desde la lingüística textual se plantean el análisis de las unidades
comunicativas que van más allá de los límites de las oraciones gramaticales.
Según S. Toulmin hay normas universales para construir y evaluar las argumentaciones, que están
sujetas a la lógica formal. Según él, el esquema de una argumentación (Fig. 2), está constituida básicamente
por los siguientes elementos:
• Datos (D): Son los hechos que se utilizan para validar, y/o justificar la tesis que se desea legitimar.
• Conclusión (C): El valor al que se desea llegar a partir de la tesis.
• Justificaciones (J): Razones que se proponen para justificar las interrelaciones entre los datos y la
conclusión.
• Calificadores modales (Q): Aportan comentarios implícitos de la justificación, son el refuerzo que le
otorga la justificación al argumento.
• Refutadores (R): Comentarios implícitos de la justificación, pero señalan las circunstancias donde las
justificaciones no son ciertas, se encuentran debajo del calificador modal porque son excepciones.
• Fundamentos (F): Son los conocimientos básicos, son las bases de la justificación.
Según este modelo, en una argumentación, a partir de unos datos obtenidos o de unos fenómenos
observados, justificados de forma relevante en función de razones fundamentadas en el conocimiento científico
aceptado, se puede establecer una afirmación o conclusión. Esta afirmación puede tener el apoyo de los
calificadores modales y de los refutadores o excepciones (Figura 2).
Sin embargo, tal como indican Driver et al., (2000), el modelo toulminiano presenta el discurso
argumentativo de forma descontextualizada sin tener en cuenta que depende del receptor y de la finalidad con
la cual se emite. Por lo tanto, es útil para tomar conciencia de la estructura de una argumentación, pero no de
su validez.
El modelo de Toulmin, adaptado a la práctica escolar, permite reflexionar con el alumnado sobre la
estructura del texto argumentativo y aclarar sus partes, destacando la importancia de las relaciones lógica que
debe haber entre ellas. Es decir, posibilita una metareflexión sobre las características de una argumentación
científica racional, profundizando sobre cómo se establecen las coordinaciones y las subordinaciones, sobre el
uso de los diferentes tipos de conectores (adversativos, causales, consecutivos...), sobre la no-linealidad de los
razonamientos, etc.
Desde el modelo de Van Dijk (1978) lo que define al discurso argumentativo no es su carácter lógico
sino su finalidad: convencer a otra persona. Para él, los componentes fundamentales son la justificación y la
conclusión. La justificación se construye teniendo en cuenta razones que el emisor considera que son
compartidas por el receptor, por lo que depende de las circunstancias. Por ejemplo, en el contexto del aula no
109
Pipitone, C., Sardà, A. y Sanmartí, N.
sería válido, normalmente, que un alumno reforzara un argumento diciendo “tal como dijo Newton…”,
hecho que en cambio sí que sería aceptable en el contexto de un artículo científico. Como las circunstancias
son diferentes, también lo es la argumentación construida.
El modelo de Van Dijk resulta muy interesante para trabajar el texto argumentativo en el aula. El
hecho de que la intención comunicativa del texto responda a convenciones sociales puede ayudar a trabajar
las normas de una sociedad democrática, basada en el diálogo y la comprensión de los otros, donde no
debería haber lugar para las falacias ni engaños.
Finalmente, Adam (1992) se centra en analizar como se consigue que una argumentación sea
persuasiva. Toma como base el modelo de Toulmin, pero analiza los textos como secuencias argumentativas
encadenadas en las que se puede dar el caso de que la conclusión de una secuencia sea la premisa de la
siguiente. Considera que en una argumentación tienen cabida secuencias introductorias descriptivas,
narrativas o de otros tipos, pero lo importante es que el mensaje que le llegue al lector u oyente sea el
argumentativo, a pesar de que tenga que hacer varias inferencias debido a que muchas de las razones sean
implícitas.
Esta visión es importante para no caer –ni el profesorado ni el alumnado– en intentar escribir textos
con una estructura muy rígida –hecho que podría suceder si se enseña el modelo toulminiano de forma
mecanicista. La finalidad es no eliminar la creatividad y ser capaz de analizar la validez de un texto de manera
flexible.
Como indican Driver et al., (2000), se puede distinguir entre argumentos retóricos y dialógicos,
según su finalidad sea convencer a otros o analizar distintas ideas alternativas, y entre argumentos racionales o
persuasivos según se pretenda demostrar que la solución a un problema es racional o llegar a un consenso
sobre una determinada solución. En el contexto de las clases de ciencias nos interesa especialmente promover
los discursos dialógicos y racionales. En esta línea, Revel et al. (2005) definen la argumentación científica
escolar como “la producción de un texto en el cual se subsume un fenómeno natural bajo un modelo teórico por medio de un
mecanismo de naturaleza analógica”.
Sin embargo, no podemos dejar de tener en cuenta la importancia de los argumentos retóricos y
persuasivos, especialmente cuando el objeto de la argumentación sea el análisis de un problema relevante
socialmente, realizado con la finalidad de defender alguna de las posibles opciones de actuación.
En el trabajo realizado hemos utilizado un esquema de texto argumentativo, adaptado a partir del
modelo de Toulmin, como instrumento para la reflexión con nuestros alumnos sobre como elaborar buenos
textos argumentativos en clases de ciencias (Figura 3).
El desarrollo de la habilidad de argumentar en ciencias es un proceso complejo que para que los
alumnos la aprendan se requiere el diseño actividades de enseñanza con esta finalidad específica (Kuhn,1991).
Normalmente es un proceso largo, que lleva tiempo y no es fácil. Inicialmente las chicas y los chicos no
comprenden porque su profesor o profesora de ciencias quiere que aprendan algo que les parece más propio
de las clases de lengua.
Al principio, escriben pocas frases y sin conectores textuales entre ellas, incluyen pocas ideas
justificadas, utilizan pocos contraargumentos y muy a menudo los hechos y las conclusiones no concuerdan.
Pero poco a poco los textos son mucho mejores y los chicos y las chicas (y sus profesores) se sienten
satisfechos al reconocer su calidad. El precio de la tarea es una dosis gigante de paciencia y una profunda
convicción por parte de los que enseñan que sus alumnos lograrán el objetivo. La condición primera es la de
no renunciar a conseguirlo, aunque se perciba como muy difícil.
110
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
función de un marco teórico que le da sentido a las razones que se aportan para fundamentar las conclusiones
a las que se pretende arribar.
• Sobre hechos para las que aun no hay un cuerpo teórico científico consensuado para
explicarlos, como por ejemplo, sobre las posibles causas que explican el cambio climático.
• Sobre como dar respuesta a problemas abiertos o auténticos (Reigosa y Jiménez-Aleixandre,
1988), cuya solución admite más de un punto de vista. Por ejemplo, ante problemas
ambientales, que comportan tomar posturas frente a las formas de actuar.
• Sobre las ideas iniciales para explicar determinados hechos, aunque en estos casos la finalidad
de la actividad argumentativa no será tanto la de convencer a los demás del interés de un
determinado razonamiento, sino la de favorecer la toma de conciencia de la diversidad de
argumentaciones, del posible interés de argumentos ajenos y de las limitaciones de los propios.
Cuando los alumnos empiezan a comprender que se entiende por afirmación por argumento, por
evidencia, por contraargumento, por justificación, por conclusión…, se introduce el esquema de referencia de
la figura 3, que es una adaptación del modelo de Toulmin. Se llega a un consenso con los alumnos acerca de
su significado y se utiliza colectivamente para valorar la calidad de algún texto argumentativo-tipo,
reconociendo que tiene en cuenta las partes de esquema pero insistiendo en que cada persona puede
redactarlo con su propio estilo, creativamente.
Se les ayuda a reconocer algunas de las características gramaticales de los textos argumentativos
como, por ejemplo, el uso de verbos del tipo: decir, creer, pensar, opinar, etc.; de oraciones subordinadas,
entre otras, causales, consecutivas y adversativas; de conectores de distintos tipos; de recursos como las
interrogaciones con el fin de cuestionar los distintos puntos de vista; etc. (Prat, 2000).
A partir de este momento se les pide que redacten sus argumentaciones teniendo en cuenta el
esquema. En la actividad del anexo III (Campos de Golf), se da al alumnado distintos tipos de argumentos, y
han de saber seleccionarlos y organizarlos en un texto que convenza.
En la actividad del anexo IV (radiactividad), los argumentos los han de encontrar los alumnos a
partir de acceder a Internet. Esta actividad tenía como finalidad que los alumnos encontraran información en
Internet sobre ventajas e inconvenientes de las radiaciones y que, a partir de la información obtenida,
elaboraran un texto argumentativo.
111
Pipitone, C., Sardà, A. y Sanmartí, N.
Esta actividad se diseñó de manera que los estudiantes realizaran en todo momento un proceso
consciente de búsqueda de información, estimulando su autorregulación. Se les pidió que reflexionaran sobre
sus estrategias o criterios de búsqueda de argumentos y cómo escogían las palabras clave o textos que
utilizaron en los buscadores (Google, Altavista, etc.). También se les pidió que autoevaluaran tanto, los
criterios utilizados para la búsqueda como la pertinencia de la información obtenida en función del objetivo
de la actividad. Esta información la organizaron en proargumentos y contraargumentos y, teniendo como
referencia el esquema de la estructura del texto argumentativo que ya conocían (figura 3), elaboraron su
escrito.
Finalmente, es importante que los instrumentos que se propongan para evaluar los aprendizajes
finales sean coherentes con los objetivos de aprendizaje. En el anexo V se reproducen dos preguntas
planteadas en un examen final, después de afrontar con los alumnos el análisis del problema que representa la
eliminación de los residuos urbanos.
Las actividades mostradas son sólo algunas de las realizadas en distintos cursos con alumnos entre
12 y 16 años. También se han planteado juegos de rol (por ejemplo, para argumentar que tipo de industria
conservera se podría instalar en un pueblo para el tratamiento de embutidos, teniendo en cuenta tanto las
ventajas de cada método de conservación, como de tipo ambiental, costes, etc.), debates para valorar teorías o
ideas históricas (buscando las evidencias que las demuestran o contradicen en función de los conocimientos
actuales), evaluaciones de textos que han escrito otros chicos y chicas (con la finalidad de convencerlos de los
aspectos que tendrían que mejorar y porque), etc.
Al realizar estas actividades es muy importante estimular la reflexión sobre sus objetivos, sobre
como planificar la acción y sobre criterios de evaluación, condiciones para que puedan autorregularse
Sanmartí y Jorba, (1995). Se trata de promover que los alumnos se pregunten por qué se les pide que realicen
la tarea y qué aprenderán, qué harán primero y sucesivamente (teniendo en cuenta el esquema consensuado),
y en qué se fijarán para reconocer si el texto final es un buen texto argumentativo.
Aprender a plantearse buenas preguntas en cada momento de la actividad es útil para guiar la acción,
pedir o buscar la ayuda adecuada y regular el proceso. También es muy rentable que los estudiantes se
intercambien sus producciones y se ayuden mutuamente con la finalidad de mejorarlos. Analizar los errores es
una tarea que requiere mucho esfuerzo y que la mayoría estudiantes, inicialmente, no quieren hacer. Pero en
cambio, si que están interesados en detectar los aciertos y dificultades de los textos de compañeros y
compañeras, y haciéndolo reconocen muchas veces sus propios errores.
Pero como hemos dicho, conseguir que los alumnos autorregulen los textos que escriben (tanto las
ideas que se explicitan en ellos, como la forma de comunicarlas) es un objetivo que requiere que el
profesorado tenga una gran capacidad para animar a sus alumnos constantemente, y un convencimiento de
que es posible. Si ante las primeras dificultades pensamos que “con mis alumnos eso no es posible” o que “no
hay tiempo para ello” o que “mi trabajo es enseñarles ciencias, no a leer y escribir”, es evidente que no
aprenderán.
En los últimos 4 años hemos realizado un estudio para comprobar la hipótesis de que si se enseña a
los alumnos a hablar y escribir ciencia y a autorregularse, se obtienen buenos resultados. Para ello se ha hecho
el seguimiento de un grupo de alumnos desde los 12 a los 16 años, en las clases de ciencias. Su profesora fue
la misma en los 4 años, con lo cual se aseguró la coherencia en el planteamiento de las clases, y desde el inicio
se fijó como objetivo el desarrollo de competencias, especialmente las relacionadas con la capacidad de
comunicarse aprendiendo a describir, justificar, argumentar..., y con la capacidad de autorregular sus
aprendizajes.
Al finalizar este período se evaluó a estos alumnos, comparándolos con los de otras 9 clases de
características diversas pero de un mismo nivel sociocultural. Se aplicó a todos un cuestionario con 4
preguntas “PISA” cuyos resultados se muestran en la tabla 1. Se puede comprobar que los del grupo piloto
son especialmente buenos para los alumnos con mayores dificultades, mientras que el porcentaje de alumnos
con mejores resultados también es alto si se tiene en cuenta que era un grupo con problemas. Es decir, los
buenos alumnos no se vieron perjudicados y al mismo tiempo, muchos alumnos fueron capaces de responder
con éxito a buena parte de las cuestiones planteadas.
112
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
También se realizó un estudio comparativo sobre la calidad de los textos argumentativos elaborados
por los alumnos del grupo piloto (P) y de otro grupo-clase (X) al realizar la actividad recogida en el anexo 3
(Radiactividad) y descrita en el apartado anterior (Pipitone, 2006). Los dos grupos-clase pertenecían a la
misma escuela, eran del mismo nivel y habían estudiado los mismos contenidos, pero el grupo piloto había
trabajado además, de manera explícita, la habilidad argumentativa, interrelacionando el aprendizaje de los
patrones estructurales y temáticos.
Analizamos los textos por un lado desde su estructura y por otro desde los contenidos. Un resumen
de los resultados es el siguiente.
• Los textos del grupo P presentan un mayor número de secuencias parciales frente a los del grupo X.
Los hechos de dichas secuencias están justificados en todos los casos del grupo P, sin embargo, no
todas las secuencias del grupo P están completas.
• El 80 % de los textos del grupo P el hecho principal esta justificado y expresado de manera clara. En
el grupo X, el 46 % de los textos expresan el hecho principal de manera clara.
• Los contraargumentos más utilizados en ambos grupos fueron los relacionados con el uso de las
armas nucleares y su poder de destrucción masiva. En el grupo P utilizan una mayor variedad de
contraargumentos.
• Las conclusiones fueron planteadas en todos los textos del grupo P. Los alumnos reflejaron su
visión sobre los diferentes usos de las radiaciones de origen nuclear y se posicionaron
mayoritariamente a favor del uso para realizar investigaciones que favorezcan la calidad de vida y
para fines relacionados al campo de la medicina. En cambio, en el grupo X los textos que
presentaban conclusiones en su mayoría no tomaban una postura crítica definida.
113
Pipitone, C., Sardà, A. y Sanmartí, N.
En este estudio se ha podido comprobar que muchos de los errores conceptuales detectados
provenían de las mismas páginas de Internet consultadas. Como los alumnos no disponían de conocimientos
conceptuales suficientes para diferenciar entre radiaciones no tuvieron criterios para analizar críticamente la
información recogida. Ello nos muestra la importancia de enseñar a leer críticamente los textos que se
encuentran con Internet. Algo a tener en cuenta es la importancia que tiene el origen de la información que
utilizan para argumentar y que los alumnos han de disponer de criterios para identificar que tipo de páginas
Web son más o menos confiables, y que ideas son aceptadas desde la ciencia actual.
• Cómo promover que los alumnos y alumnas aprendan a aplicar un pensamiento complejo y crítico
en sus argumentaciones.
• Cómo ayudarles a apropiarse de los criterios que les posibiliten evaluar la calidad de las evidencias y,
en general, de los argumentos incluidos en textos provinentes de distintas fuentes.
• Se trata pues de un campo de investigación abierto, con muchas ramificaciones, ya que se relaciona
con una visión del aprendizaje que interrelaciona marcos teóricos de índole socioconstructivistas y
cognitivos junto con otros relacionados con la literacidad crítica y la complejidad.
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Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
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ANEXOS
Ejemplos de actividades realizadas en las clases de ciencias con alumnos entre 12 y 16 años para
promover el desarrollo de su capacidad de argumentar
115
Pipitone, C., Sardà, A. y Sanmartí, N.
- Revisar el texto (grado de comprensión, coherencia, uso de los conceptos científicos, uso de los
signos de puntuación, conectores argumentativos, ortografía...).
6. Evaluación mutua: ¿La argumentación que han escrito los compañeros y compañeras es una
buena argumentación?
Comentarios del grupo que evalúa Estamos de acuerdo con la evaluación de los
compañeros?
Anexo III: “Qué opinamos sobre la instalación de un campo de golf en un espacio determinado”.
La actividad II se diseñó como actividad de aplicación de una unidad didáctica par el estudio de
ecosistemas, con el objetivo de analizar los distintos argumentos que se dan en una situación que afecta a
varias entidades. Es un problema real del lugar en el que viven los alumnos, que conocen superficialmente y
cuya solución admite más de un punto de vista. Se les dio a los chicos y las chicas distintos argumentos y se
les animó a analizarlos los no tanto desde su propia opinión, sino teniendo en cuenta posibles evidencias,
116
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
marcos teóricos y valores. Para ello, trabajaron en grupos de 4 y prepararon conjuntamente la justificación de
los distintos argumentos, de manera que tuvieran en cuenta los distintos pareceres. Posteriormente redactaron
individualmente su argumentación, que después compararon y discutieron.
117
Pipitone, C., Sardà, A. y Sanmartí, N.
10. Las aguas de riego del campo se eliminarán por escorrentía superficial .
11. Se puede producir un aumento de nitratos en los acuíferos, en los pozos y en los ríos, porque el
mantenimiento del césped necesita un aporte constante de fertilizantes y biocidas (herbicidas,
plaguicidas, fungicidas, insecticidas...).
Argumenta si la construcción del campo de golf representa un problema y de qué tipo, y qué
solución crees que sería razonable. Razona cuáles son los pro y contraargumentos de tu opción y justifícalos
utilizando conceptos de ecología que conoces y que has estudiado, los personajes y entidades que están
implicados, etc. Recuerda cómo es la estructura que hemos estado trabajando del texto argumentativo: (Se incluye aquí el
esquema de la figura 3.)
Normas:
• El texto ha de tener entre 400 y 800 palabras
• La investigación de la información se ha de hacer exclusivamente en Internet, siguiendo las
instrucciones que se dan en el procedimiento
• Se ha de enviar a la profesora por correo electrónico el guión del “procedimiento” cumplimentado y
el texto argumentativo escrito, y una copia en papel sólo del texto (impresión a doble cara).
Procedimiento:
1 Antes de hacer la investigación en Internet, con los conocimientos que ya tienes sobre la radioactividad,
escribe tu opinión inicial:
2. Mientras buscas en Internet, anota las palabras claves o el texto que introduces y los buscadores que
utilizas:
- Buscadores:
- Palabras clave o texto:
3. Rellena la siguiente tabla, que te ayudará a recoger y sintetizar les ideas que podrás utilizar en tu
argumentación:
118
Áreas y estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Datos o informaciones
recogidas:
Tipos de documentos:
Referencias:
Dudas:
4. Realiza una breve descripción de cada un de los usos que has encontrado con los cuales elaborarás tu
argumentación.
5. Según la opinión que quieras defender, elige las razones que te servirán como proargumentos y las que te
servirán como contraargumentos, y escribe tu argumentación. Recuerda que la estructura de un texto
argumentativo puede seguir el siguiente esquema: (se incluye el esquema de la Figura 3)
6. Finalmente, valora si este guión de trabajo que has completado mientras buscabas la información en
Internet te ha ayudado a hacer una investigación más útil, a seleccionar la información, a reconocer si los
argumentos eran adecuados...
En este anexo reproducimos dos preguntas de evaluación final planteadas a los alumnos para
identificar sus aprendizajes después de haber abordado el estudio del problema del tratamiento de los
residuos urbanos. En esta ocasión se diseñaron dos versiones de la demanda de argumentación y los
resultados se utilizaron para discutir las diferencias respecto al grado de formalidad y al tipo de argumentos
teóricos, evidencias, analogías, metáforas y otros recursos retóricos utilizados en cada uno de los casos para
convencer a los distintos destinatarios.
Versión 1
“En un planeta lejano semejante al nuestro no saben que hacer con los residuos que generan y cada vez mas,
se están quedando sin recursos. Con todo lo que has aprendido en esta unidad didáctica, redacta un escrito
bien argumentado científicamente, para convencerlos de lo que tu piensas acerca de la problemática de los
residuos y de lo que deberían hacer con los que generan. El escrito más convincente se publicará en una
revista que pueden llegar a leer muchos de los habitantes de este planeta.
Versión 2
Con todo lo que has aprendido en esta unidad didáctica, redacta un escrito bien argumentado científicamente,
para a tu Ayuntamiento de lo que tu piensas acerca de la problemática de los residuos y de lo que deberían
hacer con los que generan.
Es Profesora de Enseñanza Media y Superior en Física, por la Universidad Nacional de San Luis y Master en
Didáctica de las Ciencias Experimentales por la Universitat Autònoma de Barcelona. Su área de estudio e
interés giran en torno a la enseñanza de la argumentación científica escolar en contextos específicos. Es
investigadora del Grupo Lenguaje y Enseñanza de las Ciencias (LIEC), del Departamento de Didáctica de las
Matemáticas y de las Ciencias Experimentales de la Univesritat Autònoma de Barcelona.
Consultas y contactos: mariacarolina.pipitone@campus.uab.cat
Es Licenciada en Biología y Master en Didáctica de las Ciencias por la Universidad Autónoma de Barcelona.
Actualmente su actividad docente como investigadora se centra entorno al desarrollo de habilidades
cognitivo-lingüísticas enfocado hacia las ciencias. Es investigadora del Grupo Lenguaje y Enseñanza de las
Ciencias (LIEC), del Departamento de Didáctica de las Matemáticas y de las Ciencias Experimentales de la
Univesritat Autònoma de Barcelona.
Consultas y contacto: anna.sarda@uab.cat
119
Pipitone, C., Sardà, A. y Sanmartí, N.
Neus Sanmartí
120
Áreas y Estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
CAPÍTULO 9
UTILIZAR LAS NARRATIVAS EN EL TRABAJO EXPERIMENTAL
1. Introducción.
Enseñar y aprender ciencias en el contexto escolar implica trabajar hacia el logro de una alfabetización
científica de los estudiantes, la cual se caracteriza por la integración de los conocimientos científicos, las
prácticas y los valores que se consideran potencialmente valiosos para comprender determinados fenómenos
del mundo natural y poder intervenir en ellos con un nivel de competencia propicio, así como para participar
y tomar decisiones fundamentadas dentro de los distintos ámbitos de la sociedad actual. Dada la importancia
de las ciencias en la formación de los ciudadanos éstas tienen un papel prominente dentro del currículum
escolar, sin embargo las investigaciones desarrolladas en el campo de didáctica de las ciencias ponen de
manifiesto las numerosas carencias en la formación científica de los estudiantes y consideran que la forma de
enseñar es una de las causas principales dado que enfatizan en el dominio del conocimiento de los temas
científicos y descuidan el desarrollo de habilidades para la resolución de problemas, por tanto no contribuyen
al aprendizaje de la ciencia para la comprensión (Anderson, 2007).
Uno de los medios que ha sido considerado de los más potenciales para el logro de los propósitos de
la educación científica es la realización de actividades experimentales dado que promueven el interés para
cuestionarse sobre los fenómenos del mundo natural, contribuyen al conocimiento de conceptos y
procedimientos científicos, al uso de importantes herramientas y habilidades para desarrollar nuevos
entendimientos, y ayudan a los estudiantes a vislumbrar ideas a cerca de la naturaleza de la ciencia (Lunetta et
al., 2007: 394). Sin embargo, el desarrollo de la actividad experimental comparte las problemáticas de la
enseñanza de las ciencias y otras propias de su implementación ya que se han convertido en actividades cuyo
principal propósito es que los estudiantes sigan las instrucciones para verificar conclusiones previamente
presentadas en el libro o por el maestro, son prácticas de baja calidad donde raramente se reflexiona (Weiss,
et al. 2003). Esta poca eficacia aunada a percepciones de docentes que no les otorgan valor alguno lleva en
muchas ocasiones a prescindir de la actividad experimental tanto en educación primaria como secundaria.
121
Ramos De Robles, L y Espinat, M.
Antes de presentar el análisis de los datos es necesario delinear dos aspectos fundamentales para
comprender nuestro contexto y forma de trabajo: la visión de ciencia escolar y el enfoque metodológico
CLIL.
Nuestra visión sobre la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias experimentales se nutre del
llamado modelo cognitivo de ciencia (Giere, 1988, 1992), modelo teórico de la filosofía de la ciencia reciente que
viene resultando de gran ayuda para entender las relaciones mutuas, y las similitudes y diferencias, entre la
ciencia “de los científicos” y la ciencia escolar (Izquierdo et al., 1999; Izquierdo y Adúriz-Bravo, 2003).
Siguiendo las ideas de un “modelo cognitivo de ciencia escolar”, reconocemos que ambos tipos de ciencia
comparten una meta –entender y representar el mundo con teorías–, sin perder de vista que el “hacer” ciencia
de los científicos no es el mismo que el de los estudiantes en la clase de ciencias.
Desde este enfoque teórico de la didáctica de las ciencias experimentales, es de suma importancia la
modelización, es decir, el proceso de dar significado al mundo mediante entidades teóricas y comunicarlo a
través de representaciones simbólicas altamente elaboradas. Dichas representaciones, de diversa naturaleza –
entidades lingüísticas, modelos materiales, mapas, analogías, gráficas, entre otras muchas– “funcionan” a
modo de modelos teóricos escolares. En el contexto de la clase de ciencias, el proceso de modelización se
caracteriza por la construcción de significados a través de “mediaciones” que acerquen los modelos iniciales
de los estudiantes a los modelos científicos escolares prescritos en el currículo (Izquierdo y Aduriz-Bravo,
2003; Adúriz-Bravo et al., 2005).
Por otra parte y como respuesta a las necesidades de un mundo cada vez más globalizado que ha
establecido nuevos retos en materia educativa y en específico dentro de la formación del profesorado,
impartimos el curso de Didáctica de las Ciencias en inglés aplicando un nuevo enfoque denominado CLIL
(Content Language Integrated Learning) que representa una plataforma para un acercamiento metodológico
innovador mucho más amplio que la enseñanza de las lenguas; es un aprendizaje integrado de contenidos y
lengua, por tanto se utilizan por lo menos dos idiomas dentro del proceso de enseñanza a través de los cuales
se desarrollan algunos contenidos del plan de estudios. Este enfoque intenta desarrollar habilidades tanto en
los contenidos como en el lenguaje en el que son enseñados, dando la misma importancia a ambos (Eurydice
European Unit, 2005). A través de estas prácticas promovemos el multilingüismo, el cual representa uno de
los retos educativos más importantes desde la consolidación de la Unión Europea dado que la capacidad de
entender y comunicarse en más de una lengua es considerada como "habilidad de vida deseable para todos los
ciudadanos europeos" que debe ser promovida principalmente durante la escolarización (Commission of the
European Communities, 2007). Además el multilingüismo permite que los individuos se puedan desenvolver
con comodidad y ser cada vez más competentes, contribuye al acercamiento con los otros, a sus culturas y
puntos de vista, mejora las habilidades cognoscitivas y ayuda a consolidar las habilidades de la lengua materna,
incluyendo la lectura y la escritura; por tanto se convierte en una de las competencias que un profesional
egresado de cualquier universidad europea debe poseer.
Para el desarrollo de este tipo de propuestas partimos de una visión de lengua que reconoce que la
capacidad de utilizar una lengua es mucho más que saber sus palabras, su gramática y hablar oraciones
perfectamente formadas (Marsh & Lange, s.f.). La lengua es un recurso y una herramienta para comunicarnos
y aprender al mismo tiempo, la perfeccionamos en la medida que la utilizamos y el objetivo principal es “usar
el lenguaje para aprender y aprender para usar el lenguaje”(Marsh, 2002).
En este panorama y con la finalidad de atender las necesidades educativas actuales presentamos a
través del presente capítulo parte de los resultados obtenidos de la implementación y valoración del uso de
narrativas experimentales dentro de la formación inicial de docentes de ciencias de educación primaria
desarrollada bajo el enfoque CLIL. Algunas preguntas que orientaron el análisis fueron: ¿Qué ventajas ofrece
el uso de narrativas como instrumentos para reportar las prácticas de laboratorio? ¿Ayudan a desarrollar
competencias comunicativas en otra lengua como el inglés? ¿Contribuyen al desarrollo de la reflexión sobre la
futura profesión docente?
122
Áreas y Estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
El contenido del curso de formación se centra en el desarrollo de modelos teóricos escolares a partir
de la experiencia directa con los fenómenos y de modelos didácticos socioconstructivistas que sean útiles para
trabajar las ciencias en la escuela primaria. Uno de los modelos teóricos escolares que se trabaja con más
intensidad en la formación docente y también en la educación primaria es el de “Ser vivo”. Las actividades
experimentales que realizan los estudiantes de magisterio se organizan por fases que favorecen la
construcción de dicho modelo. En un primer momento se confronta a los estudiantes con actividades muy
abiertas, enfocadas a nivel individual y en contextos cotidianos fuera de la universidad. Con ellos se pretende
que los estudiantes tomen conciencia a nivel individual de los modelos mentales a través de la utilización de
un lenguaje cotidiano. Estas actividades experimentales van acompañadas de actividades de representación
que pueden ser textos, maquetas, representaciones corporales, murales, etc. Posteriormente se plantean
actividades de contrastación de los modelos mentales individuales para construir interpretaciones colectivas
con un nivel de abstracción mayor y con la introducción de un modelo teórico escolar también de mayor
alcance. Finalmente se proponen actividades experimentales en las que se enriquecen los modelos escolares
construidos colectivamente en base a introducir nuevos fenómenos que abordan los aspectos macro y micro
de los seres vivos.
Para el presente trabajo se analizó una actividad inicial que consistió en entregar a los 37 estudiantes
cinco semillas de judías para que trataran de hacerlas crecer en un contexto familiar usando las estrategias que
consideraran convenientes. Posteriormente se les pidió que escribieron una historia de redacción libre
(narrativa experimental): A story of five beans and how they helped me to become a science teacher, la cual compartieron
en el grupo de clase como inicio para la socio construcción del modelo de ser vivo.
La narrativa experimental es considerada como una manera de reconstruir la experiencia con los
fenómenos para dotarlos de significado a través del lenguaje. La decisión de utilizarla se apoya en el
reconocimiento de que en los últimos años ha tenido un papel importante dentro de la educación en ciencias
porque representa un medio para facilitar los procesos de modelización (Millar y Osborne, 1998); una
estrategia que mejora la memoria e incrementa el interés en el aprendizaje y la comprensión de lo aprendido
(Norris et al. 2005); y es un instrumento que permite reflejar la estructura fundamental de nuestra mente: hacer
público lo privado (Eisner, 1994). Asimismo las narrativas facilitan la apropiación de saberes culturales diversos
aportando un marco para el diálogo entre emociones, razón y experiencia (Egan, 1994) y se utiliza como una
herramienta que permite jugar con la mente y las experiencias en dos sentidos: hacer comprensible lo
incomprensible y hacer incomprensible lo comprensible considerando que ambas acciones contribuyen a
conocer nuestro mundo y la interacción que tenemos con él (0chs, 1997). También la narrativa se ha
utilizado con fines de conocer la cultura docente, utilizando el análisis narrativo como una metodología
innovadora que permite el acercamiento con las experiencias y las creencias docentes Cortazzi (1993), y se
han abordado cuestiones de identidad a través del estudio de la autobiografía o de la autoetnografía, con una
visión dialéctica entre lo individual y lo colectivo (Roth y Tobin, 2007).
Se optó por una redacción libre con la finalidad de identificar el mayor número de detalles que
permitieran conocer las formas en que los estudiantes se enfrentan al conocimiento de los fenómenos
naturales, las relaciones que establecen con sus conocimientos previos y las reflexiones que surgen en torno a
su futura profesión como docentes. Además una narrativa libre sobre un fenómeno permite, a diferencia de
otras modalidades utilizadas para reportar las prácticas de laboratorio más estructuradas, que la persona refleje
elementos dialécticos entre sus vivencias pasadas, su presente y su visión a futuro.
Una vez que los estudiantes elaboraron las narrativas se realizó un análisis estructural considerando
los elementos: introducción, desarrollo y conclusión.
Se identifica como describe Ricoeur (1995), que las narrativas representan una particular
reconstrucción de la experiencia por la que, mediante un proceso reflexivo, se da significado a lo sucedido o
vivido, ya que las producciones muestran una gran diversidad de formas de narrar la experiencia científica.
123
Ramos De Robles, L y Espinat, M.
124
Áreas y Estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
4. Implicaciones didácticas.
No obstante la variedad de narrativas producidas, es posible identificar ciertas características que dan
cuenta tanto del proceso desarrollado por los estudiantes al conocer un fenómeno como de la reflexión que
éste provoca en torno a la consolidación de su futura labor docente.
Si partimos de la primera parte del análisis relacionado con la forma en que abordan la actividad, nos
damos cuenta que casi su totalidad la asumen con tarea y responsabilidad de estudiantes, es decir, como algo
que se tiene que hacer porque es parte del curso y porque esas fueron las actividades asignadas por la docente;
a pesar de las diferentes formas de abordar la actividad los une el hecho de cumplimiento. Una vez asignada la
actividad la forma más común antes de su desarrollo es recurrir a los conocimientos previos, principalmente a
experiencias escolares de la primaria, éstos representan el punto de partida para enfrentar la actividad. Son
muy pocos los que recurren a la búsqueda de información en textos o Internet.
En el segundo elemento (desarrollo), que representa la parte más extensa podemos identificar que la
narrativa libre permite a los estudiantes una mayor fluidez en el uso del lenguaje, ya que no están presionados
por la utilización de la terminología científica correcta, en este sentido podemos valorar que además
promover el desarrollo de las competencias escritas de otra lengua los estudiantes dan cuenta detalladamente
de cómo fue su relación con el fenómeno y aunque en este momento no es nuestra intención valorar la
construcción del conocimiento científico, consideramos que las narrativas son instrumentos muy valiosos
para el desarrollo de la construcción de modelos (modelo de ser vivo) y saber cómo los estudiantes “hablan
de ciencia” (Lemke, 1993) . Este apartado permitió comprobar que la riqueza de la narrativa permite además
la expresión de estados emocionales, reflexiones, auto valoraciones y metáforas. Los estudiantes hacen
público lo privado y no sólo la parte académica que comúnmente se trabaja en la escuela sino también la
emotiva.
Por último, en el análisis de las conclusiones es donde identificamos las reflexiones en torno a las
implicaciones de la actividad en su futura labor docente, donde establecen el puente entre su situación actual
como estudiantes y su próxima profesión. De acuerdo con lo manifestado por los estudiantes este tipo de
experiencias las deben saber como estudiantes para enseñarlas como docentes, lo que viven hoy lo imaginan
125
Ramos De Robles, L y Espinat, M.
en un escenario futuro. Se identifica el concepto de imaginación que propone Wenger (1998), como uno de los
principales componentes de la identidad que permite ampliar nuestro yo trascendiendo nuestro tiempo y
nuestro espacio y creando nuevas imágenes del mundo y de nosotros mismos; imágenes del mundo que
trascienden al compromiso. En sus reflexiones aparece una tendencia a resaltar cuestiones de dominio de
contenido y de reproducción de lo aprendido más que de cuestiones didácticas. No obstante, el hecho de que
pongan por escrito este tipo de implicaciones representa el primer paso para el inicio de una reflexión más
profunda. Coincidimos con Brown (2000), en la necesidad de escuelas en las que el aprendizaje gire en torno
al pensamiento y en donde los alumnos aprendan reflexionando sobre lo que aprenden y consideramos de
especial importancia implementar actividades que favorezcan el “alfabetismo reflexivo” en los espacios de
formación docente.
5. Perspectivas.
Reconocemos que este análisis de producciones escritas de los estudiantes representa sólo el primer
paso del proceso de modelización en este caso desarrollado en el ámbito del laboratorio y con una actividad
específica. Para tener una visión más completa y compleja de los acontecimientos es necesario dar
seguimiento sobre las acciones desarrolladas, creemos que la utilización de una perspectiva de cognición
situada y un enfoque sociocultural son elementos valiosos para ampliar la comprensión de nuestro contexto
específico o de nuestra “comunidad de práctica” (Lave & Wenger, 1991). De acuerdo con Moschkivich
(2002), la perspectiva situada-sociocultural en contextos bilingües puede ampliar la visión de análisis y generar
diferentes cuestiones sobre los recursos situacionales que los estudiantes usan y las maneras en que sus
discursos sobre las ciencias son relevantes para una situación específica.
Referencias
126
Áreas y Estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
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http://www.tieclil.org/html/products/pdf/%201%20UK.pdf
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classroom; a study of k-12 mathematics and science education in the United States. Chapel Hill, NC: Horizon
Research.
WENGER, E. (1998). Communities of practice: Learning, meaning and identity. Reino Unido: Univerdity of
Cambridge.
Anexo 1.
127
Ramos De Robles, L y Espinat, M.
Es licenciada en Ciencias Químicas el año 1979 y obtuvo el grado en la especialidad de Química Inorgánica el
año 1981. Obtuvo el doctorado en Didáctica de las Ciencias a los EE.UU. el año 1990 gracias a una beca
Fulbright-La Caixa. Ha realizado docencia a la educación primaria y secundaria, a la Universitat Oberta de
Catalunya (UOC) y actualmente es profesora titular del Departamento de Didáctica de la Matemática y de las
Ciencias Experimentales de la Universidad Autónoma de Barcelona. Sus intereses de investigación y
formación se centran en la divulgación científica para el público infantil, y en la formación de maestros de
Educación Infantil en Didáctica de las Ciencias y en Educación Ambiental.
Consultas y contactos: mariona.espinet@uab.es
Es licenciada en Educación Primaria por la Benemérita y Centenaria Escuela Normal de Jalisco en el año
2000 y en Educación Medica Básica en el Área de Ciencias Naturales por la Escuela Normal Superior de
Jalisco en el 2002. Obtuvo el Master en Ciencias de la Educación por el Instituto Superior de Investigación y
Docencia en el año 2005. Ha realizado docencia en educación primaria y en educación superior dentro de la
formación y actualización del profesorado. Actualmente es candidata a Doctora en Didáctica de las Ciencias
Experimentales por la Universidad Autónoma de Barcelona. Su línea de investigación se inserta dentro de la
formación del profesorado de ciencias y enfatiza en el análisis de la construcción de significados dentro de las
actividades experimentales en contextos multilingües.
Consultas y contacto: silvializette.ramos@uab.es
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Áreas y Estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
CAPÍTULO 10
FORMAR PROFESORES MEDIANTE LA INVESTIGACIÓN-ACCIÓN
Fanny Angulo
Grupo de Investigación Educación en Ciencias Experimentales y Matemáticas (GECEM)
Facultad de Educación, Universidad de Antioquia
Medellín, Colombia
Resumen. En este documento se sugiere que la formación de los profesores de ciencias, incluye la reelaboración personal
de los modelos teóricos de la ciencia (modelización), así como la de los modelos didácticos desde los cuales toma
decisiones cuando enfrenta la realidad de la enseñanza (modelización didáctica).
1. Introducción.
• El pensamiento del profesor, creada por Lee Schulman (1986), abarca estudios sobre las
creencias y juicios de los profesores, desde un enfoque psicológico. El concepto de Pedagogical
Content Knowledge (PCK) acuñado por Schulman es el que identifica esta línea de investigación.
• El conocimiento profesional del profesor, recoge estudios sobre la práctica, los sistemas
personales de constructos en torno a la enseñanza y el aprendizaje, ubica la profesor como un
‘sujeto epistemológico’ que genera teorías sobre su práctica e incluye estudios sobre el papel de
los contenidos escolares. En esta línea, se han identificado unos componentes de conocimiento:
Pedagógico, del Contenido, del Contexto y Didáctico del Contenido (PCK). Esta línea se ha
soportado en enfoques histórico-epistemológicos y socioculturales –entre otros.
Las propuestas de formación del profesorado de ciencias, se pueden identificar con alguna de estas
líneas, no obstante, los resultados de las investigaciones suelen trascender de la mera adscripción a una u otra,
en cuanto se entiende que la formación del profesores es un proceso complejo. La revisión de literatura
muestra interesantes propuestas que han sido desarrolladas en el marco de proyectos de investigación o de
innovación en España (El Profesor como Investigador: Porlán et al, 1988; Martín del Pozo & Rivero, 2001; Furió
& Gil, 1989); en Australia (El Desarrollo Metacognitivo de los Profesores en Formación Inicial: Gunstone et al, 1993),
en Norteamérica (Constructivismo y Práctica Reflexiva: Hewson et al, 1999) y en el Reino Unido (Profesores que se
Autoevalúan: Woolnough, 2000). Todas ellas buscan producir cambios en los futuros profesores, pero se
diferencian en la forma de alcanzar dichos objetivos; varios de ellos los han venido desarrollando equipos de
investigación bastante grandes y de reconocida trayectoria. Esto les ha permitido diseñar y llevar a cabo
estudios que abarcan la formación inicial y continuada del profesorado de primaria y secundaria, así como
también, algunos se refieren a los niveles de primaria, secundaria y universidad, a lo largo de varios años. A
modo de contribución al campo de investigación sobre la formación de profesores de ciencias, presentamos
una propuesta centrada en la idea de que aprender a enseñar ciencias a lo largo de la vida profesional, implica
pensar la realidad de la enseñanza a través de modelos teóricos. A este proceso lo hemos denominado
‘modelización didáctica’.
Porlán et al (1996) han hecho una caracterización del conocimiento que consideran deseable para los
profesores de ciencias, sugieren los niveles de formulación de dicho conocimiento y los obstáculos que suelen
129
Angulo, F. y Garcia Rovira, Mª.P.
aparecer en su construcción. Su propuesta, tiene como meta estratégica una concepción investigativa del trabajo
docente, entendida desde la Investigación – Acción en el aula.
Para estos autores (Hewson et al, 1999) lo que el profesor piensa sobre la ciencia, la enseñanza, el
aprendizaje y los contenidos, influye en la forma en que enseña ciencias – y al parecer, todos los que
estudiamos la formación del profesorado, estamos de acuerdo con esto. De hecho, ellos argumentan que:
entonces, es necesario investigar cómo se puede ejercer dicha influencia sobre el pensamiento de los futuros
profesores, para modificar y/o profundizar las metas de estos programas.
Quienes trabajan la formación del profesorado en ese país (Woolnough, 2000), comentan que la
visión que hay detrás de este modelo, es la de que sólo hay una forma de enseñar ciencias que es la mejor,
independientemente de las condiciones del profesor, de los alumnos y de la escuela. Este modelo, que a
nuestro modo de ver coincide con la descripción de los modelos de ‘racionalidad técnica’ (Mellado, 2001),
para muchos investigadores resulta particularmente inapropiado (Porlán et al, 1996; Furió & Gil, 1998), en
una época en la que se forman profesores para enseñar en un mundo y en una escuela que cambian con
rapidez (Woolnough, 2000; Mellado, 2001).
130
Áreas y Estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Las reflexiones que se presentan en este documento, proceden de una investigación14 desde la cual,
aprender a enseñar ciencias comporta adquirir conocimientos sobre las bases teóricas en que se fundamenta la
didáctica de las ciencias experimentales. Los futuros profesores deben saber que hay más de una forma de
explicar qué es la ciencia y que las discusiones sobre qué contenidos enseñar en el aula y para qué enseñar
ciencias a los alumnos, se toman –entre otros aspectos-, con base en una de las posibles explicaciones sobre la
naturaleza de la ciencia. Esto requiere de un profesional habituado a cuestionar y a cuestionarse sobre su
pensamiento y su práctica; un profesor con autonomía para aprender desde su hacer, al reconocer aciertos y
fallas, y que es capaz de tomar decisiones apoyándose en la teoría.
Por otra parte, el futuro profesor debe ser capaz de reflexionar sobre cómo aprenden los alumnos y
conocer las teorías actuales sobre el aprendizaje, en particular las propuestas desde el campo de la didáctica de
las ciencias, para interpretar las dificultades de los alumnos en su aprendizaje, así como los factores personales
y sociales que influyen en dicho proceso.
Además, ha de aprender que las decisiones sobre cómo enseñar, no son independientes de los
aspectos antes mencionados y que en función de éstos, el profesor tiene que preparar y seleccionar
actividades de aprendizaje, de evaluación y decidir cómo las secuenciará y cómo las gestionará en el aula.
Desde el punto de vista metodológico, también es necesario que conozca instrumentos, recursos y
estrategias para organizar los contenidos, preparar actividades de evaluación adecuadas a la fase del ciclo de
aprendizaje en la cual se encuentren sus alumnos, a las características del grupo e incluso de la institución.
Del mismo modo que hoy en día un alumno que se educa científicamente, es capaz de pensar sobre
la realidad a través de modelos teóricos (y a ello se dedican los esfuerzos investigativos de autores como John
Gilbert y Rosaria Justi (2003, 2004) para explicar la modelización), un profesor de ciencias tendría que
aprender a pensar la enseñanza desde modelos didácticos.
La modelización.
El concepto de modelización que se aborda en este capítulo, procede de los trabajos de Ronald Giere (1988)
sobre el modelo cognoscitivo de ciencia. Para Giere, los modelos teóricos intentan ser modelos de algo - y no
solamente ejemplares para la construcción de otros modelos teóricos -, funcionan como los medios que los
científicos usan para representar el mundo y son entidades abstractas que no tienen más realidad que aquella
que les concede la comunidad científica. Siguiendo a Izquierdo & Adúriz-Bravo (2005), la modelización es el
proceso de transformación del mundo que se produce como consecuencia del pensamiento científico y es
característico tanto de la ciencia, como de su enseñanza y aprendizaje. Según M. Pilar García (2005) aprender
a pensar a través de modelos supone establecer relaciones entre lo “real” y lo “construido” y desarrollar una
visión multicausal considerando simultáneamente más de una variable, con la finalidad de poder predecir y
explicar. Así entonces, es necesario para un profesor de ciencias de educación básica, tener una idea aceptable
sobre los modelos y la modelización en ciencias, sobre todo cuando se pretende que los modelos enseñados
sean significativos para los estudiantes, en el sentido de que les digan algo sobre el mundo.
La modelización didáctica.
Desde nuestro punto de vista, para un profesor de ciencias es necesario reelaborar para sí mismo los modelos
teóricos de la ciencia, tanto desde el contexto universitario –en cuanto tendría que ser un par académico en el
terreno científico- como desde el contexto escolar –porque ese será su espacio y su tiempo de influencia-,
entendiendo su naturaleza y alcance explicativo en cada caso. No obstante, son escasas las oportunidades que
el profesor tiene para hacer esta reconstrucción, de manera que cuando enfrenta la realidad de la enseñanza
de las ciencias, puede llegar a asumir que los modelos teóricos como entidades reales y se limita a la capacidad
del modelo para describir los fenómenos, pero no para entenderlos.
14ANGULO, F. (2002). Aprender a enseñar ciencias. Análisis de una propuesta para la formación inicial del profesorado de secundaria,
131
Angulo, F. y Garcia Rovira, Mª.P.
Pero las exigencias para el profesor de ciencias no se detienen aquí. Además de esto y como
decíamos anteriormente, el profesor debe entender que:
• puede enseñar ciencias desde diferentes perspectivas teóricas;
• que dada la enorme influencia de su experiencia como alumno, aquella que suele privilegiar es la que
corresponde a modelos tradicionales de enseñanza y aprendizaje, pero,
• que las metas curriculares lo ponen en situación de aprender a enseñar de otros modos, es decir,
debe hacer una modelización didáctica, en cuanto se trata de comprender la realidad de la
enseñanza de las ciencias, desde diferentes modelos didácticos. Estos modelos son la base desde la
cual el profesor toma decisiones respecto a la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias.
En este sentido, un profesor de ciencias tendrá que saber pensar el mundo y sus fenómenos a través
de modelos teóricos (de la ciencia), además de saber pensar la enseñanza de las ciencias a través de modelos
didácticos. En efecto, ambos son procesos de modelización de una realidad y por eso, tienen un carácter
epistemológico, además de que demandan la puesta en escena de capacidades cognitivas como la
representación, la anticipación, la planificación o la regulación. Pero estos procesos se diferencian en la
naturaleza del conocimiento implicado en ellos: podríamos decir que a través de la modelización didáctica, el
profesor de ciencias aprende a enseñar en cuanto aborda la realidad del aula desde distintas perspectivas y
elige aquella/s desde la/s cual/es, la ciencia, la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación, hacen posible una
educación científica más pertinente para sus alumnos, dadas las condiciones del mundo de hoy. El tipo de
conocimiento implicado en la modelización didáctica, no es solamente el de los modelos teóricos propios de
la ciencia que enseña, también requiere de conocimientos de orden epistemológico, cultural, psicológico,
pedagógico y social –entre otros, y que hacen parte de los modelos didácticos que aprende a lo largo de su
vida profesional.
Cuando los futuros profesores se enfrentan por primera vez a una nueva forma de enseñar ciencias,
intentan traducirla al modelo que ya traen por su experiencia como alumnos y que generalmente, es
tradicional. Según parece, en los primeros momentos, el nuevo modelo no les dice nada, porque está cargado de
una gran cantidad de nuevos significados que no tienen referente en aquel que ellos conocen. El reto está en
presentar ese nuevo modelo, de manera que conecte con sus significados, pero que a su vez les ayude a ver la
naturaleza de las relaciones entre sus concepciones de ciencia, enseñanza, aprendizaje y evaluación y las de la
nueva perspectiva y los prepare para aprender a enseñar ciencias.
Las actividades de enseñanza – aprendizaje – evaluación del curso Didáctica de las Ciencias15, que se
diseñó para poner a los estudiantes en situación de llevar a cabo esta modelización didáctica, reunían las
siguientes características:
a. Cada actividad del curso era una oportunidad para aprender a enseñar ciencias: porque se ayudaba al
estudiante a poner en marcha alguna estrategia metacognitiva (anticipar, planificar, regular…), a la
vez que aprendía sobre el conocimiento didáctico.
b. Los contenidos del curso estaban organizados por unidades didácticas que correspondían a
secuencias de aprendizaje. Cada una de estas secuencias tenía una serie de actividades ajustadas a un ciclo de
aprendizaje que comprendía las siguientes fases: exploración, introducción de nuevos conocimientos,
estructuración y aplicación. Las actividades de la fase de exploración, tienen por objetivo la
explicitación de las ideas de los estudiantes y se inicia con la comunicación de los objetivos de
aprendizaje; las de la fase de introducción han de servir para que ellos conozcan los nuevos puntos
de vista que se proponen sobre la enseñanza, desde la didáctica de las ciencias; en la fase de
estructuración, las actividades están orientadas a que el estudiante realice una síntesis y una
elaboración personal de las nuevas ideas, contrastándolas con su propio punto de partida y
finalmente, en la fase de aplicación, se realizan actividades que permitan llevar las nuevas ideas a
situaciones distintas o a la práctica (Jorba & Sanmartí, 1996).
En cada fase del ciclo, se utilizaban situaciones de aula, próximas a la realidad, no sólo para facilitar
la transferencia de este conocimiento, sino la construcción de los significados que le daban sentido a las
nuevas relaciones que se les pedía a los estudiantes que establecieran, entre sus concepciones de ciencia,
15Este curso lo diseñó y realizó M. Pilar García en el marco del Certificado de Aptitud Pedagógica – CAP que ofrecían los ICE en
España.
132
Áreas y Estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
a. Averiguar lo que los estudiantes conocen sobre la enseñanza de las ciencias, era siempre la primera actividad a
realizar, cuando comenzaban las unidades didácticas más relevantes. Intentamos propiciar
oportunidades para que los futuros profesores expliciten sus ideas y las puedan criticar, en el marco
de los conocimientos producidos por la investigación en didáctica de las ciencias. Consideramos que
en la formación inicial es de suma importancia para el futuro profesor y para el profesor-formador,
conocer las ideas que el primero maneja y usar esa información para diseñar actividades que le
permitan construir nuevos significados y/o reestructurarlos, de acuerdo con el modelo de enseñanza
que se pretende que aprenda.
b. La actividad está diseñada para que el estudiante aprenda a identificar elementos esenciales para el
aprendizaje, que desde un modelo tradicional no son tenidos en cuenta. Estos elementos esenciales son por
ejemplo, las fases del ciclo de aprendizaje, la presencia de la evaluación a lo largo del ciclo o la
exploración de las ideas alternativas de los alumnos para usarlas como punto de partida en la
enseñanza. El reconocimiento de este tipo de elementos, asociado al papel que juega en el
aprendizaje de los alumnos, le ayudaba al profesor a diferenciar el modelo de enseñanza que se le
presentaba, de aquellos que él/ella ya conocía. Creemos que este proceso de diferenciación era el
punto de apoyo sobre el cual el estudiante construía las nuevas relaciones entre ciencia, enseñanza,
aprendizaje y evaluación.
c. Muy en relación con la característica anterior, está la de que el desarrollo de la actividad implicaba
que el estudiante usara el nuevo conocimiento didáctico que estaba aprendiendo sobre modelos de enseñanza y lo
relacionara con otros contenidos como la imagen de ciencia y la evaluación. De este modo, el nuevo
modelo empezaba a tener sentido y referentes propios dentro de los esquemas de pensamiento del
estudiante.
a. Se intentaba comunicar a los estudiantes el objetivo que se buscaba con cada una de las actividades: De este modo,
el estudiante se hacía una primera representación de lo que se esperaba de él/ella y de la finalidad de
llevar a cabo la actividad. Por lo general, la profesora – formadora les comentaba a los estudiantes de
qué se trataba, pero sabíamos que este comentario pocas veces era suficiente para que ellos se
hicieran una buena representación de los objetivos, de manera que se llevaron a cabo algunas
actividades de comunicación de objetivos (para la realización de la memoria de fin de curso; sobre los
modelos de enseñanza de las ciencias,…). Esta primera representación iba cambiando a medida que
el estudiante avanzaba sobre la actividad y a lo largo del curso, cuando se hacía alusión a ello. Los
autores franceses (Paquay et al, 1990), dicen que gran parte del éxito en el aprendizaje del estudiante,
radica en la proximidad de sus objetivos a los del profesor. De ahí que en esta propuesta, fuese tan
importante lo que al respecto, Nunziati (1990) llama ‘trabajar en la transparencia’. También lo era
tener presente que la regulación (ya sea externa por parte de los compañeros, por la profesora –
formadora o por el instrumento que mediatiza la actividad), no puede faltar, porque va ligada a la
generación de una postura metacognitiva por parte del futuro profesor (autorregulación).
133
Angulo, F. y Garcia Rovira, Mª.P.
b. A su vez, el lenguaje que se usaba para redactar los enunciados de la actividad, tenía que facilitar al estudiante el
reconocimiento de las demandas que se le hacían: Además de que la actividad estuviese contextualizada en
situaciones próximas al futuro profesor y/o a aquellas que seguramente enfrentará en su vida
profesional, era necesario presentarlas en un lenguaje oral y escrito, con la precisión suficiente para
que los estudiantes supiesen qué se les estaba pidiendo hacer. Las carencias explicativas que pudiera
tener el discurso de la profesora, se podían suplir a través de la presentación escrita de la actividad y
de la interacción que tenía lugar en la coevaluación y en la evaluación mutua.
c. Con respecto al lenguaje y a la comunicación entre profesora – formadora y estudiante, la actividad
se comentaba y se redactaba de modo que las ideas allí expuestas, persuadieran al estudiante de que
el nuevo modelo de enseñanza que se le presentaba era convincente. De este modo, había un esfuerzo por llevar
a la práctica el poder de la argumentación (Márquez, et al, 2001; Tamayo & Sanmartí, 2001).
d. La actividad debía en lo posible, propiciar oportunidades para la modelización didáctica. Por un lado, era
muy importante que la actividad permitiera al estudiante, la apropiación significativa del modelo
didáctico presentado y por otro, que le ayudara a explicitar su representación del modelo de
enseñanza de las ciencias que conocía y la contrastación de sus formas de pensar y actuar. Las
actividades estaban diseñadas de manera que el futuro profesor expresara sus puntos de vista sobre
la enseñanza y no, respuestas que podían ser la evocación de los contenidos que se habían abordado
durante la clase. Así, podía contrastarlos con los de sus compañeros y con los que la profesora –
formadora le presentaba, darse cuenta de las diferencias y tener una base para elaborar las nuevas
relaciones entre los significados que hacen parte del nuevo modelo de enseñanza.
e. Por otra parte, la actividad tenía que aportar elementos para la reflexión, desde el conocimiento específico en ciencias
y desde el conocimiento didáctico. Esta característica es muy importante, porque tiene que ver
directamente con el aprender a transponer el conocimiento científico y con el papel de la ciencia en
la escuela. Esta reflexión implicaba las finalidades de enseñar ciencias en la secundaria, la
formulación de los objetivos, el papel de los currículos CTS, la toma de conciencia sobre el dominio
de ciertos conocimientos científicos e incluso, sobre cómo ha cambiado la imagen de la ciencia.
f. Las estrategias de evaluación formadora favorecían la metacognición: La evaluación mutua, la coevaluación y la
autoevaluación, se convirtieron en los modos fundamentales de gestionar las actividades para que los
estudiantes aprendieran a hacer una reflexión metacognitiva. La metodología del curso tenía una
fundamentación teórica que procede de las ideas de Vygotski y sus seguidores: planificamos las
clases teniendo en cuenta el papel mediador del lenguaje, a través de la interacción social y del
diseño mismo de la actividad. Nuestra intención era la de favorecer o potenciar la metacognición a través
de la interacción social, pero no más allá, porque sabíamos que a pesar de que ésta interacción
tuviera lugar, esto no nos garantizaba que los estudiantes aprendieran, pues muchos de ellos no
llegan a internalizar los significados que se van construyendo.
134
Áreas y Estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Identificar las actividades del Trabajo Grupo: ¿Qué actividades del curso
curso con las fases del ciclo de corresponden con cada fase del ciclo de
aprendizaje. aprendizaje?
Anticipación y
Estructuración Anticipar las dificultades que un
Planificación alumno puede tener, cuando se - El grupo recibe una muestra fósil
enfrenta a una actividad de - Escogen una fase del ciclo de
aprendizaje. aprendizaje y diseñan una actividad
usando el fósil.
Diseñar actividades de acuerdo con - Puesta en común de actividades
la finalidad del aprendizaje. diseñadas y valoración general.
Aplicación y
Ejecución Generalización Cada grupo diseña una actividad para su
Diseñar una actividad específica propia unidad didáctica (Ej. Exploración
para las prácticas en el instituto. sobre Reproducción. Meritxell y Marta)
Cuadro 1. La Secuencia de Aprendizaje sobre ‘Actividades de Aprendizaje’, sintetiza algunos de los principales contenidos del curso de
‘Didáctica de las Ciencias’.
Como sugieren varios investigadores que trabajan con la metacognición o con la regulación de los
aprendizajes (Nisbet & Schucksmith, 1987), el problema no es tanto hacer nuevos programas basados en las
habilidades intelectuales o en la resolución de problemas para aplicar las estrategias metacognitivas.
Consideramos que vincular la metacognición a la formación inicial de nuestros estudiantes, supone introducir
nuevos enfoques didácticos, nuevos puntos de vista desde los cuales ver la formación del profesorado. Uno
de estos enfoques, que es el que suscribimos en este estudio, consiste en incorporar a lo largo del curso de
‘Didáctica de las Ciencias’, la enseñanza de estrategias (Monereo, 1999) para aprender a enseñar, a través de
las actividades de enseñanza – aprendizaje – evaluación, que actúan de acuerdo con el ciclo de aprendizaje, tal
y como se muestra en esta secuencia de aprendizaje, para que el estudiante entre en un proceso de
modelización didáctica.
Explorar las ideas de los alumnos, significa poner en evidencia las explicaciones que les sirven para
interpretar cómo funciona el mundo. Para indagar los puntos de vista de los estudiantes sobre la importancia
de explorar estas ideas, les presentamos un instrumento sobre la respiración, con la correspondiente respuesta
de un alumno y acompañada de las interpretaciones de un grupo de profesores, de manera que los estudiantes
pudieran elegir y argumentar con cuales estaban más de acuerdo y con cuales no.
Montse: Estas respuestas… son errores de aprendizaje, o no?…. Es que a un alumno de tercero de BUP,
le deben haber dado un par de horas o tres sobre respiración… le tienen que haber explicado, así que…
Olga: … estoy de acuerdo con estas respuestas [las de los alumnos], porque a mi me parecen
normalísimas… son respuestas que encuentras incluso en los niveles más altos...
David: Yo encuentro que aquí hay un error muy bestia… es que hay mucha distancia… Aquí hay errores
pero es que son alumnos más pequeños, en cambio estos son gente grande…
Olga: Yo pienso que es una respuesta que daría mucha gente, incluso gente grande…
Montse: Pero eso no quiere decir que este bien!
Olga: No, no, no! quiero decir que es razonable que la digan… porque por más que se lo hayan explicado
muchas veces, puede que ellos estén convencidos de que es así…
Mónica: La idea esta de que limpiamos el cuerpo cuando respiramos es muy común… eso lo han visto
hasta en la publicidad!
Olga: … Por eso estamos hablando de las ideas preconcebidas de la gente, no?
135
Angulo, F. y Garcia Rovira, Mª.P.
David: Pero si la idea de una persona es tan diferente de lo que [científicamente] es [la respiración]… y se
trata de aproximar las ideas de esta gente a lo que es la realidad… ¿cómo les cambias de idea?
En general, estos futuros profesores asumen que las ideas de los alumnos son errores y que la madurez
conceptual va asociada a la edad. Para regular esta idea, se les mostró a los estudiantes una síntesis de las
conclusiones de un estudio realizado sobre las ideas alternativas de personas entre 8 y 25 años, respecto al
tubo digestivo. En esta síntesis, los dibujos muestran que las ideas de las personas son bastante similares, con
lo cual, no podemos suponer que el problema de las ideas alternativas, está ligado a la edad, así como
también, queda en evidencia que una persona experta en algún campo de conocimiento distinto al de la
ciencia, puede tener las mismas ideas alternativas que cualquiera otra persona, sobre un fenómeno científico.
Puede ser que el profesor no ha tenido en cuenta los conceptos iniciales de los alumnos y por eso no ha
enseñado como debía enseñar. Si hubiera tenido en cuenta que los alumnos pensaban de esta manera,
habría preparado las actividades de otra manera y puede ser que si hubiera obtenido un cambio…
La modelización didáctica sobre las ideas alternativas de los alumnos, permitió a estos profesores en
formación, entenderlas como formas explicativas cotidianas, que sirven como punto de partida para generar
explicaciones consistentes con las científicas, más que como errores a eliminar. La investigación realizada
mostró que estimulando la toma de conciencia sobre lo que el futuro profesor sabe y está aprendiendo, sobre
las demandas que se le hacen en torno a una actividad de enseñanza y sobre las diferencias entre realizarla de
un modo u otro, hace posible que el conocimiento didáctico pueda ser aprendido (modelización didáctica) y
la autorregulación le ayude al futuro profesor a modificar ese conocimiento a lo largo de su vida profesional.
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Áreas y Estrategias de Investigación en la Didactica de las Ciencias Experimentales
Es Licenciada en Biología por la Universidad Pedagógica Nacional y Doctora en Didáctica de las Ciencias
Experimentales y las Matemáticas, por la Universitat Autònoma de Barcelona. Actualmente es Profesora de la
Universidad de Antioquia (Colombia) e investigadora del Grupo: Educación en Ciencias Experimentales y
Matemáticas – GECEM. Sus áreas de interés son la formación del profesorado de ciencias, la metacognición
y la relación escuela - museo en la educación científica.
Consultas y contacto: fangulo@ayura.udea.edu.co
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Cristian Merino Rubilar es Licenciado en Ciencias de la Educación y Profesor de Química y Ciencias
Naturales por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Es Master en Didactica de las Ciencias
Expeimentales y candidato a doctor adscrito al Departamento de Didáctica de las Matemáticas y de las
Ciencias Experimentales. Se dedica especialmente al trabajo experimental y la enseñanza de la Química
mediante el uso de las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) y al diseño de propuestas
para la enseñanza de la química bajo un enfoque modelizador para la formación del profesorado de primaria
y secundaria.
Adrianna Gómez Galindo es Bióloga Marina y Doctora en Didáctica de las Ciencias Experimentales por la
Universitat Autònoma de Barcelona. Su línea de trabajo es el desarrollo y análisis de actividades de
innovación para favorecer la construcción de explicaciones científicas escolares, con énfasis en el tránsito
entre el fenómeno y la teoría, la definición y el uso de evidencias, la introducción de lenguaje científico, la
generación de modelos analógicos como mediadores didácticos, el uso de diversas representaciones y la
negociación de significados. Actualmente trabaja como Investigadora en la Unidad Monterrey del Centro de
Investigaciones y Estudios Avanzados del IPN (Cinvestav), México.
Agustín Adúriz-Bravo es Profesor de Enseñanza Media y Superior en Física por la Facultad de Ciencias
Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires y Doctor en Didáctica de las Ciencias Experimentales
por la Universitat Autònoma de Barcelona. Sus áreas de investigación giran en torno a la epistemología y a la
historia de la ciencia en la formación del profesorado de ciencias. Forma parte de numerosas redes de trabajo
tanto a nivel anglosajón como iberoamericano. Conocida es su trayectoria y producción científica en libros,
artículos y conferencias. Actualmente trabaja en Argentina en la formación inicial y continuada del
profesorado en todos los niveles educativos (desde inicial hasta universitario) y como consejero en proyectos
y programas de divulgación científica.