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"Burdel", por Marco Aurelio Denegri

El polígrafo escribe sobre el origen de la palabra burdel y cómo ha cambiado su uso con el tiempo

Del antiguo francés bordel, choza, casucha, y éste del céltico borda, tabla. En castellano, la primera
documentación se remonta al siglo XIV. Hoy se reputa burdel por voz inconveniente; pero en lo antiguo
era eufemismo. Dejó de serlo, muchos años después, para convertirse en disfemismo. El disfemismo es
un modo de decir que consiste en nombrar una realidad con una expresión peyorativa o con intención
de rebajarla de categoría. Burdel es vocablo disfemístico. Por eso causó tanto alboroto la observación de
Pablo Macera cuando dijo: «El Perú es un burdel.» Los términos castizos en nuestro idioma fueron
putería y mancebía, junto a los cuales, como dice Corominas, se introdujo el forastero burdel como
eufemismo.

La casa de prostitución tiene en castellano varios nombres; a saber:

1) casa de mancebía (o simplemente mancebía)

2) casa de lenocinio (o simplemente lenocinio)

3) putería

4) putaísmo (tercera acepción)

5) ramería

6) casa pública

7) casa de trato

8) casa de camas

9) casa llana

10) lupanar

11) prostíbulo

12) burdel

Qué lejos estamos, realmente, del lenguaje enérgico y directo del Código de las Siete Partidas. En la
primera ley del título veintidós de la séptima Partida, se distinguen cinco clases de alcahuetes. Los de la
primera son los que guardan a las rameras en la ramería, tomando parte de su ganancia, o como lo dice
muy expresivamente el texto, «los bellacos que guardan las putas que están públicamente en la putería
tomando su parte de lo que ellas ganan».

Una redacción así se consideraría hoy escandalosa. A mediados del siglo XIII era normal y perfectamente
admisible.
—Encinta—

De una mujer embarazada se dice que está encinta. El adjetivo encinta proviene del latín tardío incincta,
que significa desceñida no-ajustada, desajustada. Refiriéndose Ovidio a una mujer que lleva el vestido
ajustado al pecho, dice: “Múlier cincta vestem ad pectus.”

La mujer que no está embarazada está ceñida, pero la gestante no puede estarlo, ya que su preñez la
abulta y la desciñe. Ya no está cincta, ceñida, sino incincta, desceñida (in-, prefijo privativo equivalente a
no, y cincta, ceñida).

—Bienhumorado—

Guillermo Thorndike, en las páginas 84, 137, 148 y 212 de su libro "El Rey de los Tabloides", dice
bienhumorado, que es el antónimo de malhumorado. Así como existe malhumorar, puede existir
también bienhumorar, ¿por qué no? El verbo bienhumorar y el participio pasivo bienhumorado son
perfectamente admisibles
Marco Aurelio Denegri escribe sobre los celos

Hay definiciones formales y académicas de los celos y otras agudas, ingeniosas y mordaces.

Formalmente se pueden definir los celos así:

“Inquietud, desasogiego y preocupación de la persona que teme que aquella a quien ama dé la
preferencia o conceda la primacía a otra.”

Una definición informal y cáustica de los celos es la del gran satírico norteamericano Henry Louis
Mencken, que al respecto dice lo siguiente:

“Celos: creencia que consiste en suponer que hay gente que tiene tan mal gusto como uno.”

Pero aunque hoy no escasean las definiciones de los celos, antes no solamente escaseaban, sino que
prácticamente no las había.

Varios pensadores, filósofos y psicólogos no mencionan los celos cuando se ocupan de las emociones y
pasiones. Aristóteles no los menciona; tampoco Locke, ni William James. Montaigne no dice sobre el
particular ni pío en sus Ensayos. Pascal no mienta los celos ni siquiera una vez en su Discurso sobre las
pasiones del amor. Voltaire, en su Diccionario Filosófico, dedica todo un capítulo al celo, pero de los
celos no dice nada. Se ha manifestado que el filósofo Baruch Spinoza tampoco discurrió acerca de los
celos. Sin embargo, en el escolio del teorema trigésimo quinto del libro tercero de su Ética, se lee lo
siguiente:

“Los celos no son más que una fluctuación del alma nacida de un amor y un odio simultáneos,
acompañados por la idea de un tercero a quien se envidia [...]; aquel que se imagina que otro posee a su
amada, no solamente sufre por las trabas puestas a la satisfacción de su amor, sino porque está forzado
a asociar la imagen de la cosa amada con las imágenes físicas de esa posesión por otro.” (Cf. José
Ingenieros Tratado del Amor, p. 4, c. 4, a. 3.)

Algunos de estos autores, todos ellos de nombradía, mencionan ocasionalmente la envidia, pero no los
celos. ¿Por qué?

Porque los celos no son una emoción única, sino más bien un producto social que, de acuerdo con
valores y normas vigentes, utiliza varias emociones, como son el amor, el odio, el temor, la ira, el orgullo
y el resentimiento.

Los celos son una constelación emotiva cuya intensidad y manifestación se conexionan íntimamente con
la estructura social. Los cambios que se producen en ésta, provocan cambios en la vivencia, expresión e
interpretación de los celos.
Evidentemente, cuando los celos frustran su objetivo por exceso, resultan disfuncionales; lejos de
proteger, destruyen; alteran la relación y la envenenan; en lugar de corregir un principio de desarmonía,
intensifican la desarmonía. Entonces la relación se vuelve, o un infierno, o una mentira.

Las palabras son: innovación y coraje

Blog León Trahtemberg, Lima-Perú, 09 May 2018

A veces me pregunto, si tuvieran que tener una imagen-objetivo en la cabeza los gobernantes respecto al
desarrollo del país, y en particular la educación, que pudiera ser representada por una palabra y un valor
¿cuáles serían? Para mi entender, INNOVACIÓN y CORAJE

INNOVACIÓN, porque todo lo hecho en educación desde después de Velasco es regresar al libreto de
Odría, con más de lo mismo aunque con maquillajes cosméticos. Las G.U.E. se llaman colegios
emblemáticos, el currículo por contenidos y objetivos se llama currículo por competencias, las notas se
ponen con letras en primaria, la queja de falta de presupuesto para infraestructura, equipamiento,
salarios docentes sigue igual y con ello se justifican los fracasos, la pedagogía maestro centrada en la que
el profesor y alumno de hoy pueden ser reemplazados por los de hace 100 años porque hacen lo mismo
sigue intacta, y por si fuera poco, no hay mejoras significativas ni siquiera en los indicadores que el
Minedu se ha inventado para hablar de logros de aprendizajes escolar (salvo para los triunfalistas que
dicen que tener 65% de fracasos en esas retrógradas pruebas estandarizadas es un logro frente a tener
85% de fracasos, olvidando que los niños no van a la escuela para fracasar, mucho menos a los 7 años).

Me ilusiona pensar en que algún día tendremos un gobernante en América Latina (ojalá el Perú) que diga
“este modelo no da para más, no cumple su misión, hay que ir por otra vía”. Y que esa vía se construya a
partir de la suma de centenas de iniciativas innovadoras que se desarrollen en el terreno. Que el Minedu
no se vea a sí mismo como el genio creador de innovaciones sino como el angelical promotor de
alicientes e incentivos para que hagan innovación los que son capaces de hacerla, para luego aprender
de ellos y difundirla. Talento hay. Incentivo ninguno.

CORAJE, porque para hacer lo anterior hay que tener coraje, valentía, capacidad de dar la lucha
liberadora por ideales. Mientras la política del Gobierno y el Minedu sea hacer más de lo mismo con algo
más de plata para no abrirse frentes de resistencia, y estén motivados por “no hagas X no vaya a ser que
Y se moleste”, y no estén dispuestos a dar la batalla abierta para que el público entienda que lo que les
está dando el sistema educativa es muy poco, no lo lograremos. El modelo actual no los pone en
condiciones de tener éxito como ciudadanos (la democracia peruana hace tiempo se cae en pedazos), ni
ser competitivos (el desempleo por incompetentes de los egresados del sistema educativo incluyendo
profesionales es fuente de enorme frustración) ni de ser socialmente responsables (el egoísmo, la
corrupción, la inseguridad, la polarización política generan enormes dificultades e ineficiencias).

El Perú necesita un sueño, una meta visible que entusiasme y convoque voluntades colectivas, una
sensación de orgullo que no nazca antes de un partido de fútbol y se caiga luego de la derrota, y que
denote que ya somos capaces de levantar la cerviz, porque ya abandonamos el sentimiento de
inferioridad e impotencia frente a lo extranjero que nuestro ADN heredó por 500 años.

El Perú necesita reconstruir su imagen de país viable, en el que la educación innovadora lidera la
ambición pública y política, porque es el único ámbito en el que todos los peruanos transitan al menos
por algunos años de su vida, en el rol de alumnos y luego de padres y abuelos.

La huella que les deja ese paso es la que define si avanzaremos (porque somos capaces y corajudos) o
perderemos (porque somos cobardes e incompetentes).

Estamos en la puerta de una nueva página en la historia de la educación peruana. Veamos si esta vez
cambian el diseño y los colores del libreto.

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