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Actas del Tercer Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Sevilla, 26-28 octubre 2000, eds. A. Graciani, S.

Huerta,
E. Rabasa, M. Tabales, Madrid: I. Juan de Herrera, SEdHC, U. Sevilla, Junta Andalucía, COAAT Granada, CEHOPU, 2000.

Posibilidades de la Arqueología de la Arquitectura.


A propósito del estudio de la primera arquitectura
abovedada altomedieval de la Península Ibérica

Luis Caballero Zoreda

La arquitectura altomedieval hispánica ofrece buen un grupo intermedio «de transición» (Palol 1967) Y a
número de edificios de importancia, esencialmente Ja búsqueda afanosa de paraleJos foráneos (Schlunk y
religiosos, que han centrado líneas de investigación Hauschild 1978), existe un salto difíciJ de explicar
desarrolladas durante más de un siglo procurando fe- entre los sistemas constructivos tardorromanos y los
charlos y comprender la secuencia de su desarrollo visigodos y asturianos a niveJ de aparejo, formas, es-
histórico. Para ello se han utilizado modelos de análi- tructuras y decoraciones. Históricamente, este saJto
sis procedentes de la Historia del Arte y de la Arqui- se justifica aprovechando la crisis de la invasión islá-
tectura, básicamente influidos por modelos previos mica a comienzos del s. VIII que permitiría, a su vez,
historiográficos y por métodos filológicos (fuentes explicar la similitud existente entre el arte visigodo y
escritas) y estilísticos. Ello dió lugar a una explica- el asturiano. Pero esta relación se entendería mejor si
ción de esta arquitectura que, después de Jas primeras invirtiéramos el sentido de la evolución hoy conside-
indecisiones, se acepta hoy como definitiva. La ar- rada canónica, esto es, considerando precedentes Jas
quitectura paleocristiana, caracterizada por plantas manifestaciones asturianas y consecuentes, de Re-
basiJicales con armaduras, a través de modeJos de conquista, las hoy denominadas visigodas. De este
transición, daría lugar a la visigoda o de época visi- modo se rellenaría el vacío de la activa producción
goda, tendente a la planta centrada, con aparejo de arquitectónica que citan los documentos de este mo-
sillería, abovedada y decorada con escultura; y ésta, mento y que no puede explicar solo la tardía edilicia
a su vez, a la asturiana de aparejo de mampostería, mozárabe que, además, presenta una difícil relación
bóvedas de ladrillo y decorada con escultura y pintu- directa con lo andalusí y, al contrario, una compleja
ra. La ruptura de esta secuencia gradualista vendría red de relaciones indirectas con lo andalusí y lo Jla-
con la llamada arquitectura mozárabe, que introduci- mado visigodo y asturiano.
ría el influjo islámico aportado por grupos de mozá- La toma de conciencia de estas contradicciones, de
rabes huidos de al Andalus y asentados en la frontera las que ya se hicieron eco algunas propuestas distintas
cristiana del Duero a partir del s. X, con tipologías al modelo consensuado (Puig i Cadafa1ch 1961; Ca-
variadas, abovedados o con armadura, con el fósil di- món 1963), y especialmente la ordenación alternativa
rector de sus capiteles y, en ocasiones, con escultura de paralelos formales y estilísticos y el análisis de su
decorativa. relación con las fórmuJas constructivas y escultóricas
A pesar de su aceptación generalizada, este mode- omeyas, me ha pennitido plantear un modelo expJica-
lo continuista presenta suficientes contradicciones tivo distinto, «catastrofista», que intenta resolverlas.
como para que se haya planteado su revisión (Real Éste supone que eJ sistema conocido como arquitectu-
1995; Caballero 1994-95). Pese al intento de definir ra visigoda es en realidad una consecuencia de Ja im-
126 L. Caba1lero

plantación del estado andalusí en nuestro suelo, que La brevedad del texto impide desarrollar los argu-
aportaría con sus fórmulas arquitectónicas procedentes mentos y los caracteres de nuestro nuevo modelo ex-
del arte omeya sirio una mezcla de influjos romanos plicativo, a pesar de la estrecha relación que tiene
orientales, bizantino s y sasánidas principalmente. con el tema del Congreso. Por ello solo me voy a re-
Frente a la teoría tradicional, este modelo propone ferir a su aspecto metodológico y a su capacidad
una clara ruptura entre nuestro arte tardorromano -pa- heurística. La demostración de un nuevo modelo ex-
leocristiano--- y el alto medieval o prerrománico. En plicativo, y más si ello conlleva la refutación (no
época visigoda, la arquitectura dependería de fórmulas exactamente el rechazo) de otro previo, necesita la
evolucionadas sobre las que incidirían, sin duda, in- construcción de una metodología adecuada al objeti-
flujos mediterráneos que aún darían lugar a magnífi- vo que se pretende alcanzar. El empleo de la misma
cas basílicas como la de Sta. Eulalia de Mérida (Ma- metodología usada para la construcción del modelo
teos 1999) o la de la ciudad de Recópolis. Pero las tradicional supone jugar con unas limitaciones que
nuevas fórmulas son aportación del arte omeya, es- posiblemente sea imposible superar. Solo con la
pecialmente el abovedamiento en sillería, la talla de puesta en marcha de una metodología adecuada a los
los sillares, o la recuperación de la escultura decora- problemas planteados se puede proponer un nuevo
tiva y el ladrillo. Habría que considerar los edificios paradigma. Por ello, tras la proposición del modelo
llamados «visigodos», unos como específicamente siguiendo la metodología empleada en el plantea-
andalusíes o muladíes, -palacios emirales de Méri- miento tradicional, procuré utilizar un nuevo instru-
da (Alba 1997) y Pla de Nadal (Valencia, Juan y Pas- mento analítico dotado de una mayor capacidad y ri-
tor 1989)-; otros mozárahes fechados hacia el 800- gor (no objetividad como en ocasiones se dice
manifestación de comunidades cristianas bajo equivocadamente) a la hora del análisis y de la ob-
dominio islámico, como El Trampal (Cáceres, Caba- tención de datos. Este método es la llamada Arqueo-
llero y Sáez 1999) y Melque (Tole do, Caballero y logía de la Arquitectura, la aplicación de la metodo-
Latorre 1980)-; y otros de Reconquista, relacionados logía arqueológica al análisis del resto material que
con el arte asturiano y fechados hacia el 900 -Ban- es el edificio histórico construido. No podemos de-
de (Orense, Caballero 1991), la Nave (Zamora, Ca- cir que esta metodología halla resuelto el problema
ballero y Arce 1997) o el grupo riojano-burgalés del cambio de datación de esta arquitectura, pues
(Caballero 1999)-. Parecidas técnicas y fórmulas esta resolución supone algo más que la mera conse-
fueron asumidas por grupos sociales muy diferentes, cución de nuevos datos, como su modelización y ex-
la sociedad fiscal islámica andalusí; la sometida so- plicación histórica. No pretendo demostrar, por tan-
ciedad cristiana mozárabe; o las clases aristocrática y to, la exactitud o la incorrección de uno u otro
eclesiástica de la naciente sociedad feudal cristiana. modelo, sino sólo la capacidad heurística del método
El nuevo modelo explicativo no soluciona todas las arqueológico aplicado al estudio de la arquitectura.
contradicciones del hoy consensuado; al contrario, su Igual que se afirma de la Arqueología, la Arqueolo-
evidencia de problemas irresolutos suponen para él, a gía de la Arquitectura (Caballero y Escribano 1996)
la vez, nuevas contradicciones, como las fechas ar- posee tres estrategias o líneas de actuación principa-
queológicas de la llamada cárcel de S. Vicente de les: -la estratigráfica, para la que hoy se utiliza el
Valencia (Soriano 1995) y del palacio episcopal de denominado método Harris (1991) de lectura y do-
Barcelona (Bonnet y Beltrán de Heredia 1999), o la cumentación estratigráfica, que distingue las distin-
datación de la de Baños (Palencia) en 652 o 661 por tas unidades de construcción y destrucción efectua-
la inscripción dedicatoria del rey Recesvinto (Caba- das a lo largo de su vida en el edificio y que
llero y Feijoo 1998). Es posible que algunos de estos determinan su aspecto actual, que ofrece una se-
edificios, aunque pertenecientes formalmente al gru- cuencia cronológica relativa sometida a los princi-
po «prerrománico», se adelantaran a su momento pios estratigráficos; -la tipológica que agrupa los
histórico, tras la crisis del s. VII que supuso la consi- elementos constructivos según sus distintos caracte-
guiente expansión islámica con la implantación de res formales, que fecha relativamente una vez que se
nuevas condiciones sociales y la consecuente oportu- ordena su línea evolutiva; -y las de las Ciencias
nidad para un nuevo y revolucionario sistema cons- utilizadas por la Arqueología como auxiliares, analí-
tructivo. ticas de las Ciencias Naturales y filológicas o docu-
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mentales de las Ciencias Humanísticas, que suelen mentan en la comprensión social del lugar. Las múl-
ofrecer cronologías absolutas. tiples razones, económicas, sociales, políticas, reli-
Pero antes de desarrollar ejemplos de estas tres lí- giosas, que justifican la creación de una implantación
neas, debo incidir en la lógica que obJiga a utilizar mozárabe se presentan y se complementan tanto a
una metodología arqueológica para el estudio de la través del yacimiento como del edificio. La arquitec-
Arquitecturd histórica. Ha sido la actividad urbanísti- tura de la iglesia refleja estrictamente el proceso de
ca humana la que ha creado las manifestaciones ma- creación de la explotación original; su inmediato
teriales culturales que denominamos yacimientos ar- abandono; la recuperación tardomedieval; el paulati-
queológicos. Parece evidente que se utilice un mismo no decaimiento hasta el abandono de 1800; su repo-
sistema de análisis para los elementos que son conse- blación como consecuencia de la Desamortización;
cuencia de la misma génesis histórica, construccio- su definitivo abandono; y ]a última intervención, ar-
nes y yacimientos. Los yacimientos son la última ex- queológica y arquitectónica.
presión de la actividad urbanizadora humana, cuando Todos los edificios históricos presentan una se-
los grupos habitacionales, construidos sobre las rui- cuencia estratigráfica, que, aunque no estemos acos-
nas de otros, definitivamente pierden su función. Los tumbrados a eIJo, es mucho más rica de lo que en
elementos y las huellas de las actividades humanas principio creemos. Secuencias que derivan de las su-
que eHos conservan son en su gran mayoría de carác- cesivas superposiciones, pero también de los cortes
ter edilicio, estrictamente coetáneos y asociables a que provocan pérdidas o hiatos no siempre debida-
los elementos y actividades que dieron lugar a los mente vaJorados. Las reconstrucciones y, sobre todo,
edificios en pie y cuyas huellas se conservan en las restauraciones de carácter historicista pretenden
ellos. Lógicamente se someten a los mismos princi- maquil1ar e] edificio ocultando miméticamente lo
pios genéticos y, por tanto, nada impide, sino al con- que es y lo que no es en el edificio histórico. Esto es
trario, todo demanda que se utilice la misma técnica lo primero que resalta la lectura de paramentos o es-
de análisis (Harris 1991). Tanto arquitectos como ar- tratigráfica. Luego, lo que se espera, la secuencia de
queólogos debemos evitar las reticencias a utilizar un construcción, ruina y reconstrucción que sucesiva-
método que nos parece ajeno o un objeto de estudio mente ha sufrido el edificio hasta nuestros días, de
que no creemos nuestro. El método arqueológico de- modo que encontramos varios edificios integrados en
viene de las Ciencias Naturales y de la Historia del donde parecía haber solo uno, cada cual con sus es-
Arte tanto o más que de la propia Historia y debe ser pecificidades formaJes y funcionales; normalmente el
considerado propio de unos y otros sin aprensión primero de mayor empuje y los demás dependientes
ninguna. de éJ. Tobi1las (ÁJava, Azkárate 1995b), S. Pedro el
Un ejemplo de esto lo ofrece el estudio de la igle- Viejo de Arlanza y S. Vicente del Valle (Burgos, Ca-
sia del Trampa] (CabaIJero y Sáez 1997). Aparte de baHero y Cámara 1995 y Arce ]998), La Nave (fiígu-
la ubicación de la iglesia en un «yacimiento», el pro- ra. 3), Baños, El Trampal o Bande, todos en mayor o
pio edificio lo es, al haberse arruinado algunas de sus menor medida presentan esta riqueza secuenciaJ. Ba-
partes hasta desaparecer como elementos aéreos. ños es un ejemplo de la delimitación del proceso de
Pero además, el «yacimiento» ha crecido sobre las intervención contemporáneo, al distinguirse una ac-
cubiertas del edificio que pueden excavarse igual que tuación cercana a Ja anastilosis en el muro que sostie-
un yacimiento. Análisis estratigráficos de yacimiento ne su arcada meridional a lo que nosotros sabemos
y de edificio suponen una misma secuencia (cons- desconocida hasta ahora (figura. 1; CabalJero y Fei-
trucción, degradación y reordenación y sucesivos joo ] 998).
procesos de ruina, readaptación y reconstrucción) Una característica que es también típica de la lec-
que se ordena en un mismo diagrama cronológico tura estratigráfica es el descubrimiento de edificios
(figura 5). Los materiales agregados a las unidades que no son lo que parecen o que son lo que no apa-
estratigráficas (por identidad o por inclusión) del ya- rentan. Azkárate (1995a) ya llamó la atención sobre
cimiento y del edificio, sean restos cerámicos o es- eIJo, derivado de la conclusión implacable a que con-
cultóricos, se estudian del mismo modo. Epígrafes, duce el rigor metodológico y la ayuda de la informa-
uno latino grabado en la pared del edificio y otro ára- ción documental. Atán (Lugo, Caballero y otros
be grabado en una cerámica del subsuelo, se comple- 1999b), una «iglesia románica del s. XV!», es nues-
128 L. Caballero

tro ejemplo más claro, de la que se nos preguntó si gótica de Baños (Caballero y Feijoo 1998), ayudados
alguna de sus partes podía ser prerrománica dada la por las escasas noticias dejadas por la información
reutilización en ella de celosías así consideradas. No documental y la reconstrucción histórica (figura. 2).
sólo no pudimos distinguir partes tan antiguas, sino Parecido, desde la tipología pero sin la previa lectura
que llegamos a la conclusión de que la iglesia se estratigráfica, es el estudio de la modulación de los
construyó aprovechando restos de edificios anterio- edificios asturianos efectuada por Arias (1995) que le
res, entre ellos de una iglesia románica con cuyos permite reconstruir las formas perdidas y, lo que es
restos se rehizo posiblemente en el s. XVI el ábside y más importante, los principios de sus trazados.
dos portadas románicas, tallando en ese momento los Las huellas conservadas en el edificio ayudan a re-
elementos que necesitaban para completar lo reutili- construir lo perdido del sistema constructivo que im-
zado. Los elementos decorativos románicos están pide su perfecta comprensión. En las iglesias de Ar-
«incluidos» en las unidades renacentistas que se fe- lanza (Caballero y Cámara 1995), S. Vicente del
chan por sus elementos que imitan a los románicos y Valle (Arce 1998), La Nave (figura. 4; Caballero y
que, aunque engañan a primera vista, se diferencian Arce 1997) y El Trampal (figura. 6 y 7; Caballero y
de ellos tipológicamente permitiendo datar el edifi- Sáez 1999) es el tipo de ruina (desplazamiento de los
cio. En otras ocasiones, como demuestran Feijoo y sillares, inclinación de los muros, rotura de los teste-
Rúa (1995) en S. Martín de Prado (Pontevedra), ocu- ros o de los dinteles de las puertas, grietas) lo que
rre al contrario: una iglesia cuyo aspecto es moderno ayuda a reconstruir el sistema constructivo, esto es
oculta una iglesia prerománica prácticamente com- los arcos en las pilastras adosadas, las arcadas en las
pleta. En este caso es la ausencia de «fósiles- guía» naves y sobre ellas la cubierta abovedada. La siste-
del edificio original y, en cambio, la presencia de mática conservación de las bóvedas en los ábsides y,
formas de tipología moderna (marcos de puertas y en ocasiones, en las cabeceras y la presencia de ar-
ventanas) lo que determina la inadecuada datación, maduras (de restauración) en el cuerpo de las iglesias
solo corregida parcialmente por la datación relativa «visigodas», hizo pensar que alternaban en ellas los
que ofrece la estratigrafía. Muchas de nuestras igle- dos sistemas constructivos. Sin embargo, los nuevos
sias rurales presentarán ambas situaciones, debiendo datos obtenidos permiten afirmar que estuvieron
reubicarse en los respectivos catálogos, atrasando o completamente abovedadas, extrapolando la conclu-
adelantando su adscripción cronológica y aportando sión al resto del grupo (figura. 8). Probablemnte fue
una información preciosa sobre la prehistoria de la el ensayo de estos sistemas de abovedamiento lo que
intervención restauradora. hizo que sus empujes mal equilibrados provocaran su
La estratigrafía de paramentos no sólo sirve como ruina en un proceso iniciado en unos casos a poco de
un instrumento de indudable caracterización cronoló- construirse y prolongado en otros hasta nuestros días.
gica. El ejemplo de Atán a que acabo de referirme in- Algunas, como Arlanza y S. Vicente del Valle, se
dica también bastante sobre la ideología de sus cons- restauraron en el acto con sistemas prerrománicos,
tructores, de su comprensión de los estilos y de la incluso en varias ocasiones, mientras que las más se
economía, de la perduración de las soluciones cons- restauraron con sistemas que no tenían en cuenta e
tructivas y decorativas, y, quizás, del prestigio social incluso variaban el sistema original, como ocurrió en
de formas tradicionales o modernas, según el caso. La Nave y El Trampal. Los resultados permiten la rc-
Además, la estratigrafía, al diferenciar entre unidades construcción virtual de los edificios originales.
originales, superficies de rotura o ruina y unidades Analizados los edificios actuales, documentadas
añadidas de restauración permite verificar los daños descriptiva, planimétrica y diagramáticamente sus
sufridos por el edificio y a través de ellos «diagnosti- secuencias históricas, datadas éstas al menos relati-
car» los problemas constructivos a que se debían y vamente y reconstruidas las formas constructivas;
las características constructivas del edificio. Ante cntonces se pueden plantear tipologías. Las ofrecen
todo la discriminación de los elementos pertene- los materiales constructivos, los aparejos, los ele-
cientes a cada época permite reconstruir hasta donde mentos decorativos y las estructuras o los sistemas
es posible pero con rigor y seguridad las fonnas de constructivos. El grupo mayoritario retalla sillares
los varios edificios que se sucedieron. Este es el caso expoliados de construcciones romanas (y también
de la reconstrucción de las iglesias prerrománica y maderas), ajustando la talla a su posición, con los
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que realizan aparejos de una apariencia fonnal muy recer una u otra hipótesis. Es el caso de ]a fecha de
perfecta, con cadenas de grandes sillares en los extre- carbono-14 de una cuerda de esparto de los estucos
mos de los paramentos y paños de hiladas más estre- que decoran la iglesia de Melque (¿visigoda o mozá-
chas y onduladas (Caballero 1999); y cubren con bó- rabe?) que abarca el último tercio del s. VII y los tres
vedas sobre pechinas los ábsides y quizás los primeros cuartos del s. VIII (Caballero y Fernández
cruceros, y con bóvedas de cañón sobre arcadas las Mier 1999). Además, su margen cronológico depen-
aulas de tres naves. Este tipo se extiende en época de de en gran parte de la curva de calibración por lo que
Reconquista especialmente por el valle del Duero y se prevé que cualquier otra muestra coetánea dará un
las zonas de Burgos y La Rioja. Con sus diferencias parecido margen cronológico. Un grafito del Tram-
y excepciones pueden agruparse variantes según ca- pal se dató en el s. VIII, pero la inc1usión de esta
racteres geográficos, culturales y cronológicos: mo- iglesia en el grupo canónico visigodo impedía la
zárabe, extremeño, burgalés-riojano, los definidos aceptación de esta fecha, por ]0 que se consideró mo-
como no «visigodos» -asturiano, mozárabe leonés y dernizante y se puso en reserva (Caballero y Veláz-
catalán entre otros- y portugués. Desde otra postu- quez 1989). Lo mismo había ocurrido antes con e]
ra, algunos elementos parecen aislados ya porque no grupo decorativo más avanzado de la escultura arqui-
tuvieran éxito o porque no han llegado a nosotros tectónica del taller de Mérida que su estudiosa (Cruz
más individuos de los tipos que formaran. Por ejem- 1985) consideraba dependiente del arte omeya, pero
plo, la iglesia del Trampal ofrece unos tipos de mam- de la que mantenía su cronología «visigoda» mien-
postería y de bóvedas sobre arcadas adosadas a los tras otros argumentos no demostraran lo contrario.
muros que, a no ser por su relación con los palacios Un problema semejante debe ocurrir con las últi-
emeritenses, la habitación trasera de Melque y su le- mas cerámicas visigodas y las primeras emirales, para
jana relación con fórmulas asturianas, se hubieran las que no se poseen exactos referentes cronológicos,
dado por únicos. La sillería sacada de cantera y la por lo que ]a cronología de sus tipos vaciJa entre poco
bóveda vaida de la iglesia de Melque no ofrecen pa- antes y poco después del 700 según nuestros intere-
ralelos; pero su iglesia alterna con la perfecta mam- ses. En El Trampal (Caballero y Sáez 1999) se ha di-
postería de sus edificios quizás monásticos. Aunque ferenciado, lógicamente, junto a un grupo de cerámi-
tipológicamente podamos proponer que la decora- cas de tipología anda]usí otro que se considera de
ción de frisos, impostas y capiteles de las supuestas tradición visigoda. Siendo ambos grupos coetáneos,
iglesias visigodas deriva de prototipos omeyas, en re- sin embargo el visigodo funciona como «incluido»,
alidad desconocemos todo sobre su modo de transmi- mientras que el primero, tecnológicamente más mo-
sión y los eslabones intermedios, salvo un caso tan derno, lo hace como «de identidad tipológica» o «fó-
discutido como el de los estucos de Villajoyosa (Ali- sil directof» y, por lo tanto, data el contexto y la igle-
cante ). sia a que se asocia. Las mismas diferencias se pueden
Pero el problema de mayor importancia y más di- hacer con la escultura arquitectónica. Así ocurre en
fícil de resolver es el de la cronología absoluta. Ante Baños (Caba11ero y Feijoo 1998) donde se han podido
todo, como sabemos, los datos de cronología «abso- distinguir tres grupos decorativos, los dos primeros
luta» siempre se han de analizar a la luz del contexto «incluidos» y solo el tercero «fósi1» identificador (ti-
a que pertenecen, «relativizándose» por tanto. En pológicamente) del momento constructivo de la igle-
este sentido, es paradójico y equívoco separar una sia. Varias impostas de los capiteles y estos mismos
cronología absoluta de otra relativa, dado que la pri- son reutilizados y de segura cronología tardorromana
mera no debe utilizarse fuera del marco de un con- (grupo 1). El «típico» grupo de impostas con círculos
texto, una secuencia y una hipótesis explicativa. secantes o cuadrifolias y cintas que decoran los ábsi-
La ubicación cronológica de los datos que bordean des y el aula reutilizan también piezas recortadas, me-
los límites de una crisis -«catastrofismo»- aparece ticulosamente ajustadas al edificio (grupo 2). Estos
a la investigación como imprecisa, de modo que, en elementos se consideran prototipo de la decoración
el momento de proponer un cambio de paradigma, «visigoda» pero, aunque lo sean a pesar de sus claros
parece que, situarlos a uno u otro lado del «límite», referentes con la decoración omeya, es evidente que
depende más del modelo que se sigue o, dicho de no son coetáneos a la construcción de la iglesia que es
otro modo, que los datos en sí son incapaces de favo- posterior dado que los reuti]iza. De ser un "fósil di-
130 L. Caballero

rector» de lo considerado visigodo han pasado a ser Como es sabido, los modelos previos son necesa-
un impreciso dato «post quem» de la iglesia. La data- rios para poder desarrollar una investigación, pero
ción de la iglesia viene determinada por el tercer gru- estos modelos suponen el peligro de que datemos
po decorativo --el verdadero «fósil» director- for- por ellos los elementos forzando la fecha. Es lo que
mado por las piezas del grupo anterior retalladas para nos ocurrió con Bande, fechada por una fuente escri-
poder ser aprovechadas y nuevas piezas, ajimezes, ta (Caballero, Arce y Utrero 1999a). En una dona-
impostas y canceles cuya tipología se relaciona per- ción de 982 se consigna que la iglesia fue repoblada
fectamente con la prerrománica. De este modo se en 872, cuando llevaba abandonada 200 o más años,
plantea otro problema de datación al contradecirse la por lo que se supuso que fue construida hacia 672.
fecha de la inscripción del rey Recesvinto (652 ó 661 Sin embargo su consideración visigoda se contrade-
de.) con este tercer grupo que identifica tipológica- cía con el estilo «asturiano» de algunos de sus ele-
mente la iglesia en el s. IX. Esta inscripción, por tan- mentos (capiteles, imposta, bóvedas de ladrillo), lo
to, también pasa de considerarse «fósil director» a ser que se pretendió solucionar suponiendo que el ábsi-
un elemento <<incluido», un dato «post quem». Para de y las bóvedas de ladrillo pertenecerían al momen-
poder utilizar correctamente la fecha absoluta de esta to de Repoblación del s. IX. Pero el resultado de
«fuente escrita» era necesaria su previa relativización, nuestra reciente lectura de paramentos indica que el
la cual era imposible mientras no se aplicara al análi- edificio es básicamente unitario y que sólo en el ex-
sis del edificio una metodología específica como es la terior los muros han panzeado por efecto de la pre-
Arqueología de la Arquitectura. sión de las bóvedas siendo restaurados en distintos
Un caso semejante pero opuesto al de la inscrip- momentos (figura. 9). Demuestra por lo tanto que
ción de Recesvinto en Baños ocurre con la viga des- fue el modelo previo y la ausencia de un riguroso
cubierta en la iglesia de La Nave cuando fue des- método de análisis lo que forzó una comprensión in-
montada por Ferrant para su traslado. La lectura correcta del edificio. Admitiendo de antemano que
estratigráfica asegura razonablemente que pertenecía la iglesia del documento y la de la Arqueología son
a la estructura original y que, por tanto, debía fechar la misma iglesia, la contradicción entre la noticia
el momento de su construcción. La pregunta a la ana- documental y la evidencia arqueológica solo puede
lítica era simple: si la viga pertenecía al s. VII, según ser resuelta aceptando que la iglesia está fechada por
la explicación tradicional, o a los siglos IX-X según los elementos de cronología más moderna que la
la nueva explicación. La conclusión del análisis den- otorgan su «identidad tipológica», esto es los que se
drocronológico y de carbono-14 la fecha en el s. IV, fechan por su paralelo con lo asturiano en el s. IX,
contradiciendo las hipótesis previas y abriendo por obligando a buscar otra explicación al dato docu-
tanto una nueva, la re utilización del material que, mental que, posiblemente, solo pretendía subrayar la
como sabemos, es una constante de estos grupos antigüedad de la iglesia.
constructivos (Rodríguez Trobajo y otros 1998). No quiero terminar mi texto sin referirme a dos
Mientras que con la viga fue posible conseguir una cuestiones finales que, a mi modo de ver, dejan
fecha «absoluta» -aunque con su lógico margen- abierta la esperanza a la resolución de esta problemá-
al conservar su albura, no ocurre lo mismo con las tica que, de tan complicada como nos parece, tende-
grapas que ataban los sillares y cuya cronología que- mos a simplificarla en un «problema de fecha»,
da «flotante» al tener que sumarIa una variable des- ¿pero de cuándo son en realidad estas iglesias?
conocida, «post quem» por lo tanto para la iglesia. Por una parte, parece reducirse a un problema de
De hecho todos estos elementos datados «absoluta- fecha que, desde la situación «límite» en que se en-
mente», por más que nos tiente, no podemos consi- cuentran y la relatividad cronológica de las secuen-
derarlos «fósiles directores», de fecha equivalente a cias estratigráfica y tipológica, es imposible conse-
la de su edificio. Pensemos qué hubiera ocurrido si el guir. Sin embargo, a mi parecer, es en estas propias
análisis de la viga hubiera dado s. VII: se habría con- secuencias cronológicas relativas, por su rigor y or-
siderado coetánea a la iglesia y asegurado su visigo- den, donde podemos encontrar ayuda a la hora de op-
tismo, sin pensar en la posibilidad de una reutiliza- tar por un modelo explicativo. Si la secuencia tipoló-
ción más tardía hasta que alguna contradicción gica de la escultura decorativa o, en general, del tipo
hubiera obligado a re-contextualizarla. revolucionario de iglesia abovedada, engarza, por
Posibilidades de la Arqueología de la Arquitectura 131

ejemplo, con los modelos omeyas, lo lógico es consi-


derar que deriven de ellos y no al revés, que nuestras
secuelas se adelanten a los prototipos orientales.
Algo parecido debe ocurrir con la escultura de igle-
sias como La Nave respecto a las asturianas de las
que deben derivar en contra de la opinión tradicio-
nalmente admitida. Más difícil parece encontrar ayu-
da en las secuencias estratigráficas. Pero algunas,
como las de Melque y eJ Trampal surgiendo como
algo nuevo, insólito e inaúdito que enlaza enseguida
y sin solución de continuidad con el momento inicial
Figura l.
islámico, parecen indicamos por sí mismas a qué Lectura de paramentos del alzado sur de la iglesia de S.
lado del límite debemos colocar la secuencia conse- Juan Bautista de Baños (Palencia).
guida, sin aparente hiato.
Por otra parte, rehuso considerar que el problema
se reduzca a «la fecha». Tras cada fecha hay modelos
explicativos muy distintos que versan sobre conside-
raciones muy variadas. El problema (y su solución)
es histórico. Considerarlo de otro modo significa re-
bajarJo y aceptar que tiene un muy relativo interés
frente a otras «historias». Así, la resolución del pro-
blema, refutando (no rechazando) una y otra hipóte-
sis, significa avanzar en la comprensión compleja de
estas producciones y de sus sociedades y, por lo tan-
to, en su estudio como un «programa de investiga-
ción» en que están empeñadas distintas teorías y dis-
tintos equipos de investigación que pertenecen a
profesiones, escuelas y metodologías distintas, arqui-
tectos y arqueólogos, pero también historiadores de
todo tipo, lingüistas, físicos y químicos e, incluso,
meros documentalistas. A mi parecer, no debemos Figura 2.
avergonzamos de hacer Historia en equipo.' Reconstrucción ideal del estado original de la iglesia de S.
Juan de Baños.

NOTAS

l. No hubiera sido posible avanzar en esta argumentación


sin la ayuda de muchos colegas. De ellos sólo vaya ci-
tar algunos más cercanos, arquitectos Pablo Latorre, Le- ~.
andro Cámara y Antonio Almagro; arqueólogos Agustín
Azkárate y su equipo, Fernando Arce, Santiago Feijoo y
Margarita Femández Mier; y físicos y químicos, Femán
Alonso y Eduardo Rodríguez Trabajo.

Figura 3.
Lectura de paramentos de la sección longitudinal a Sur de
la iglesia de S. Pedro de la Nave (Zamora).
~- - ------------

132 L. Caballero

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Figura 5,
Lecturas de paramentos de los aJzados exteriores longitudi-
nales de la iglesia de Sta. Lucía de] Trampal (Cáceres),

Figura 4,
Reconstrucción ideal en sección del estado original de la
igJesia de S. Pedro de la Nave,

Figura 6. Figura 7.
Reconstrucción ideal de las habitaciones laterales above- Reconstrucción ideal del sistema de abovedamiento de la
dadas de la iglesia de Sta. Lucía del TrampaL iglesia de Sta. Lucía del Trampal.
Posibilidades de la Arqueología de la Arquitectura 133

Figura 8.
Reconstrucción ideal, seccionada de la iglesia de Quintani-
Ha de las Viñas (Burgos).

Figura 9,
Vista exterior de la iglesia de Sta. Comba de Bande (Oren-
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