El Cerebro Afectivo: Neuroendocrinología del afecto.
1. Conceptos básicos sobre desarrollo cerebral.
Tras la concepción, debemos tener en cuenta que el embrión pasa por una serie de etapas que son de enorme importancia para su correcto desarrollo. Así, la formación del sistema nervioso comienza a la tercera semana de gestación. En esta semana surge la diferenciación de células que darán lugar a la formación de la placa neural. Esta placa se pliega para formar el tubo neural que a su vez dará origen al encéfalo y la medula espinal. La corteza cerebral comienza a ser visible a la séptima semana. A partir de aquí, solo queda esperar a que las principales estructuras del sistema nervioso central maduren hasta el momento del parto. A los 3 años la mayor parte del encéfalo está planamente desarrollada, aunque aún deben madurar la corteza prefontral y visual.
Durante este periodo se desarrollan diferentes procesos de vital importancia
como son la neurogénesis (por la cual se generan nuevas neuronas a partir de células madre y células progenitoras), la migración (consiste en el desplazamiento de las células nerviosas desde el lugar en el que han nacido hasta su zona de destino) y diferenciación celular, y la sinaptogénesis (se crean sinapsis, es decir, conexiones entre las neuronas del sistema nervioso. Una vez terminado este proceso comienza el de poda sináptica y apoptosis, caracterizado por la eliminación de aquellas neuronas que no han sido conectadas de manera correcta y cuya función está deteriorada.
Tras esto tiene lugar el proceso de mielinización que se extiende a lo largo de
la infancia y la adolescencia en mayor medida y cuyo objetivo es dotar a las neuronas de una mayor rapidez comunicativa.
Algo que debemos tener en cuenta es que cualquier teratógeno (agente o
estimulo que pueda alterar estos procesos durante el periodo perinatal) va a provocar cambios irreversibles en la conformación final del cerebro y, por tanto, en la futura conducta del individuo. 2. El estrés crónico afecta el desarrollo cerebral fetal. ¿Qué procesos son los más significativamente afectados? El estrés crónico desencadena modificaciones permanentes manifestadas como alteraciones conductuales, cognitivas y afectivas. Los principales efectos del estrés se han dado en el eje hipotalámico-hipofisiario-adrenal (HHA), los sistemas serotoninérgicos, glutamatérgicos y GABAérgicos, y en estructuras nerviosas corticales (corteza prefrontal, temporal, insular), y subcorticales (amígdala, hipocampo). Los glucocorticoides son los factores de transmisión de estrés materno-fetal más estudiados, con efectos diferenciales según la temporalidad de su acción, la fase del desarrollo y el sexo fetal.
3. Defina la diferencia entre “amnesia retrógrada” y “amnesia anterógrada”.
La amnesia es un trastorno que afecta al funcionamiento normal de la memoria y que hace que quien la sufre sea incapaz de almacenar información o recuperarla de manera correcta. Este trastorno se relaciona significativamente con lesiones en la zona del hipocampo. Si atendemos a la amnesia según su cronología nos encontramos con dos posibles tipos: la amnesia retrograda y la anterógrada.
La amnesia retrógrada es un tipo de amnesia caracterizada por la incapacidad
de recordar los eventos ocurridos antes de la lesión cerebral (o deterioro cerebral) que causó la amnesia. Esta es una amnesia del tipo declarativa, específicamente memoria episódica ya que no se pueden recuperar recuerdos de eventos o hechos de la vida propia.
La amnesia anterógrada es un tipo de amnesia, o pérdida de memoria, donde
los nuevos acontecimientos no se guardan en la memoria a largo plazo, es decir, la persona afectada no es capaz de recordar algo si deja de prestarle atención unos segundos, pero no necesariamente la memoria a corto plazo.
4. Describa brevemente la inter-relación: hipocampo-afecto.
Como hemos indicado en la pregunta anterior, el hipocampo es la principal
estructura que guarda relación con la memoria. Esta estructura es capaz de recibir y transferir a su vez información a otras estructuras relacionadas con las emociones como puede ser la amígdala. De esta manera, se ha demostrado la tendencia a recordar con mayor facilidad los elementos memorizados en un estado de ánimo semejante al que tenemos en el momento de evocarlos. Estando tristes, evocaremos más fácilmente ideas o vivencias que se guardaron en la memoria estando nosotros tristes, y lo mismo pasa con otros estados de ánimo.
Del mismo modo, nuestro estado de ánimo afectará en el momento de
seleccionar qué es lo que guardamos en la memoria: seleccionando aquella información que será más importante para su posterior recuperación. Así, estando de buen humor prestaremos más atención a las cosas que valoramos como positivas, y serán estos recuerdos los que más fácilmente se evoquen después. Este fenómeno se conoce como “procesamiento congruente con el estado de ánimo”.