1. INTRODUCCIÓN.
Las desigualdades entre hombres y mujeres, así como las creencias estereotipadas
que se atribuyen a unos u otros, establecen un modelo de socialización desde el
conocimiento del sexo de la persona, influyen notablemente en la formación de su
personalidad y marcan el modo en el que nos relacionamos.
De la misma manera estas expectativas, asentadas en una sociedad patriarcal,
constituyen importantes factores de riesgo para la violencia de género, ya que otorgan
la supremacía de un sexo sobre otro.
Es necesario, por tanto, un cambio social, un modo de socialización igualitaria en el
que se otorgue igual valor a mujeres y a hombres. Esto requiere indudablemente una
transformación educativa para poder conseguir relaciones más igualitarias y
deconstruir creencias tradicionales, que implican dominio y control del hombre sobre
la mujer, y que son limitadoras y peligrosas para ambos.
Este proceso educativo de cambio debe partir de la crítica constructiva de nuestra
sociedad actual, empezando por un análisis de lo que se ha venido llamando el
“espejismo de la igualdad”, reconociendo los beneficios que la igualdad en general y
entre sexos en particular, supone para el modelo de Estado de Bienestar.
El objetivo es conseguir unas relaciones de género sin jerarquías, imposiciones ni
desigualdades, con hombres y mujeres libres para comportarse sin las restricciones
que conllevan los mandatos tradicionales de género.
En los siguientes apartados trataremos algunos de los conceptos básicos necesarios
para entender qué es la socialización diferenciada, quienes son los agentes
socializadores y de qué manera influye en los ámbitos de nuestra vida cotidiana.
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2. CONCEPTOS BÁSICOS
En este apartado definiremos algunos de los conceptos que nos van ayudar a entender
las diferencias que se llevan a cabo en el proceso de socialización.
2.1. Conceptos de sexo y género
Al hablar de sexo nos referimos a los elementos que constituyen las diferencias entre
machos y hembras. En las personas se refiere a las diferencias biológicas (anatómicas y
fisiológicas) entre hombres y mujeres que hacen posible la reproducción. Son
universales y coinciden en todo tiempo y cultura.
Al hablar de género nos referimos a la construcción cultural que hace una sociedad a
partir de las diferencias biológicas. Mediante esta construcción se adscriben cultural y
socialmente aptitudes, roles sociales y actitudes diferenciadas para hombres y mujeres
atribuidas en función de su sexo biológico.
En las sociedades patriarcales, con la finalidad de mantener la
hegemonía de los hombres en los órganos de poder, y perseverar
las situaciones de dependencia de las mujeres respecto de los
hombres, se atribuye a hombres y mujeres papeles distintos, en
función de su sexo.
Lo “femenino” y lo “masculino” no son hechos naturales o biológicos, sino
construcciones culturales.
Hablamos de funciones, de tareas a realizar, de responsabilidades que asumir y todo
ello llega incluso a determinar que mujeres y hombres no tengan las mismas
oportunidades de ejercer los derechos que les corresponden por el mero hecho de ser
ciudadanas y ciudadanos.
A lo largo de nuestro proceso de socialización, según seamos hombre o mujer,
aprendemos y ponemos en práctica una serie de comportamientos aceptados como
femeninos y/o masculinos, comportamientos que van a ser considerados como
apropiados o no, favoreciendo nuestra inserción como miembros en la sociedad a la
que pertenecemos o provocando reacciones adversas.
Dichos comportamientos se denominan roles de género, y están directamente
relacionados con el reparto de tareas entre mujeres y hombres. Así, por ejemplo, a las
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mujeres se les asignan unos roles vinculados con el desempeño de tareas en el ámbito
doméstico, relacionadas con el cuidado del hogar y con el cuidado de las personas en
el entorno familiar, mientras que a los hombres se les asignan roles relacionados con el
ámbito público, el empleo remunerado y la participación en los órganos de toma de
decisiones que afectan al conjunto de la sociedad.
Otro de los criterios básicos para cuestionar los obstáculos a la igualdad entre mujeres
y hombres en nuestra sociedad, son los estereotipos de género que hacen referencia a
una serie de ideas impuestas, simplificadas, pero fuertemente asumidas, sobre las
características, actitudes y aptitudes de las mujeres y los hombres, que como señala,
acertadamente, Nuria Varela “Se hacen verdades indiscutibles a fuerza de repetirse”
(“Feminismo para Principiantes” Ediciones B 2005 pg. 301).
2.2. Socialización Diferenciada
Tanto los roles como los estereotipos de género son aprendidos e interiorizados a
través de un proceso de aprendizaje, por el cual las personas aprenden e incorporan
valores y comportamientos de la sociedad en la que nacen.
Este proceso es denominado socialización.
La socialización se inicia en el momento del nacimiento y perdura durante toda la vida.
Estas pautas socialmente compartidas regulan el comportamiento de todas las
personas, siendo estas más o menos aceptadas en la sociedad.
Hablamos de socialización diferenciada cuando nos referimos a la adquisición de
identidades diferenciadas en base al género, es decir, mujeres y hombres se socializan
en valores, actitudes, conductas diferentes debido al hecho de haber nacido macho o
hembra, hombre o mujer.
Simone de Beauvoir (1908 – 1986) feminista, filósofa y escritora, define con una frase
este proceso de socialización diferenciada, “No se nace mujer, se llega a serlo”, quiere
decir, que aprendemos a comportarnos en el rol de cuidadora, madre, esposa, así
como también el hombre se hace, se educa en valores como la competitividad, la
fuerza, etc.
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Afortunadamente en la última década se han producido muchos avances en materia
de igualdad de oportunidades, tanto a nivel legislativo como social, pero no debemos
olvidar que la lucha por la igualdad es una carrera de fondo, que aun existen muchos
sustratos machistas debido a la sociedad y cultura patriarcal de la que venimos.
Este proceso de socialización se realiza a través de mensajes que provienen de los
llamados agentes socializadores, como son la familia, el sistema educativo, los medios
de comunicación, el grupo de iguales, etc.
Pasaremos más adelante a analizar de qué forma influyen estos agentes sociales, que
facilitan la transmisión de roles diferenciales en base al género, asociando
masculinidad al espacio público, al poder, a la fuerza, y feminidad al ámbito privado, al
cuidado, la belleza y la delicadeza. Trasmitiendo un mensaje oculto o subliminal de que
lo masculino tiene más valor que lo femenino.
2.3. Discriminación por razón de sexo, Igualdad Formal e Igualdad Real
Estas diferencias en la socialización nos llevan a una discriminación en el trato a
mujeres y hombres, así como en el reconocimiento y puesta en práctica de los
derechos.
Podemos definir discriminación como:
"Toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado
menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por las mujeres, con independencia de
su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y de la mujer, de los derechos humanos
y las libertades fundamentales en las esferas políticas, económicas, sociales, cultural y civil o en
cualquier otra esfera". (Convención sobre eliminación de todas las formas de discriminación
contra las mujeres, diciembre de 1979 organizada por Naciones Unidas).
El movimiento feminista ha venido luchando por eliminar este tipo de discriminación y
conseguir una igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres. Por ello debemos
puntualizar que el movimiento feminista defiende la igualdad de derechos y
obligaciones entre ambos sexos, NO persigue la supremacía de mujeres sobre varones,
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y por lo tanto feminismo no es contrario a machismo, ya que este último concepto
(machismo) sí eleva la categoría de hombre por encima de la de mujer.
Nos referimos a igualdad formal, cuando hablamos del reconocimiento del derecho a
la igualdad en la legislación o normativa, así, en España, la Constitución de 1978,
nuestra carta magna en su artículo 14 ya propugna:
“Los españoles son iguales ante la Ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna
por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o
circunstancia personal o social”.
Pero es necesario dar un paso más para alcanzar lo que denominamos la igualdad real
y efectiva, para ello el ordenamiento jurídico español ha desarrollado leyes como la
Ley Orgánica, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, cuyo
objetivo principal es “hacer efectivo el derecho de igualdad de trato y de oportunidades
entre mujeres y hombres, en particular mediante la eliminación de la discriminación de
la mujer, sea cual fuere su circunstancia o condición, en cualesquiera de los ámbitos de
la vida y, singularmente, en las esferas política, civil, laboral, económica, social y
cultural”.
2.4. Perspectiva de género
Para alcanzar lo que hemos descrito en el apartado anterior como igualdad real y
efectiva, es necesario introducir un nuevo concepto, la denominada perspectiva de
género.
Los poderes públicos haciendo caso al mandato constitucional de remover los
obstáculos que impiden que la libertad y la igualdad de los individuos y los grupos en
que se integran sean reales y efectivas, deben incorporar en sus actuaciones una
mirada a la realidad que permita elaborar propuestas que tengan en cuenta las
diferencias entre las necesidades, condiciones y situación de las mujeres y los
hombres, tanto en las fases de diseño y planificación, como en las de ejecución y
evaluación de todas sus políticas.
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Es lo que denominamos perspectiva de género, que en otras palabras lo podemos
definir como:
“prestar atención y tomar en consideración a las diferencias entre mujeres y hombres
en cualquier actividad o ámbito enmarcados en una política”.
De esta manera, incorporando la perspectiva de género, se tendrá en cuenta cómo
afectan las decisiones tanto a hombres como a mujeres de tal forma se deberá actuar
en consideración para nivelar cualquier desigualdad que se pudiera producir en la
aplicación de dichas decisiones.
La incorporación de la perspectiva de género debe aplicarse de un modo transversal
en todas las políticas y decisiones, es lo que se ha denominado “maistreaming de
género” o transversalidad de la perspectiva de género.
Una vez que se ha realizado un análisis desde la perspectiva de género de la sociedad y
se comprueba que siguen existiendo ámbitos en los que aun existe discriminación por
razón de sexo, es necesario aplicar para corregir estas desigualdades lo que se
denominan Acciones Positivas, a favor del sexo que se encuentra en esa situación de
discriminación.
Son acciones positivas todas aquellas estrategias destinadas a establecer la igualdad
de oportunidades por medio de medidas que permitan contrarrestar o corregir
aquellas discriminaciones que son el resultado de prácticas o sistemas sociales.
Ejemplos de acciones positivas:
‐ Participación equilibrada de hombres y mujeres en las listas electorales (con el
objetivo de conseguir una mayor representación de la mujer en la esfera política,
ámbito que anteriormente le ha sido vetado)
‐ Reservas de plazas para personas con discapacidad en las convocatorias públicas de
empleo (facilitar el acceso a un puesto de trabajo a personas con especial dificultad)
‐ Etc.
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Las acciones positiva tiene una duración determinada, mientras exista la desigualdad,
de tal forma cuando se produzca la equidad/igualdad entre los sexos, una igualdad
real, la acción positiva debe desaparecer.
3. AGENTES SOCIALIZADORES
3.1. La familia y el grupo de iguales como agentes
socializadores.
La familia es el primer lugar de socialización,
aprendemos nuestros primeros comportamientos,
actitudes y valores dentro del ámbito familiar y vamos a estar influenciados/as por
este aprendizaje a lo largo de toda nuestra vida. Por ello debemos procurar a la
infancia modelos de familia igualitarios, en los que la madre y el padre se encuentren
en situaciones equivalentes de poder y jerarquía.
La familia tradicional española basada en valores patriarcales ha tenido siempre como
figura de “cabeza de familia” al hombre, era el referente en cuanto a autoridad y de
abastecimiento de bienes a la familiar, mientras que la mujer, como venimos
repitiendo, ha sido la figura de apego, cuidado y labores domésticas. Esta
representación familiar ayuda a perpetuar roles de género diferentes en hombres y
mujeres, niños y niñas siguen perpetuando comportamientos estereotipados en base
al sexo, ya que los aprenden en su primera socialización en la familia por propia
imitación de los padres.
Sin embargo si proporcionamos modelos familiares igualitarios, en los que el padre y la
madre practiquen la corresponsabilidad, conseguiremos que niños y niñas sean
educados en valores igualitarios, y cuando sean adultos practiquen la igualdad y no la
discriminación y la superioridad de un sexo sobre otro, que es el germen más potente
de la violencia de género. Por tanto, educando a la infancia en valores igualitario
prevenimos la violencia de género.
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El grupo de iguales podríamos decir que conforma un segundo estadio de socialización
tras la familia, mediante las amistades que se forman entre los grupos que comparten
edad, barrio, escuela, etc, las y los menores se desarrollan compartiendo rasgos de
afinidad con dicho grupo.
El grupo permite a las personas desarrollarse en un nivel diferente del familiar o el
estrictamente educativo, mediante la asunción de roles dentro del grupo, los niños y
las niñas desarrollan e interiorizan sistemas de valores y normas dentro del entorno
social, acceden a experiencias valiosas desarrollando un sentido propio sobre si
mismos y logrando la adaptación al grupo.
Pero no debemos olvidar que el grupo también actúa como mecanismo de orientación
social trasmitiendo roles y estereotipos que debemos asumir para adaptarnos al
mismo, y por lo tanto niñas y niños deben cumplir dichos roles y estereotipos
socialmente asumidos.
3.2. El ámbito educativo. De la desigualdad a la co‐educación
En nuestra sociedad, la escuela tiene una importancia extraordinaria, es un agente de
socialización, junto a la familia, los medios de comunicación, el grupo de pares o
iguales (amistades), la religión y el lenguaje. Como agente de socialización, su función,
junto a la transmisión de conocimientos, es la transmisión de valores, actitudes,
aptitudes y comportamientos que los seres humanos debemos aprender e interiorizar,
facilitando nuestra integración en la sociedad en la cual crecemos.
Niños y niñas se educan en las mismas escuelas y, aparentemente, no hay diferencias
de trato, pero cuando analizamos el currículum oculto nos encontramos con las
discriminaciones por razón de sexo, que permiten perpetuar el patriarcado y las
diferencias entre mujeres y hombres.
El currículum oculto son aquellas facetas de la vida escolar de las que se aprende sin
que los y las profesoras sean conscientes de sus efectos, ni el alumnado percibe su
transmisión, es decir, aquello que transmitimos de forma inconsciente y que causa un
efecto determinado en la educación de niños/as.
Como ejemplo y para reflexionar:
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• ¿Quiénes son y a quiénes se refieren los sujetos de los problemas de
matemáticas? Señora que va a hacer la compra, arquitecto, matemático,
profesora, enfermera… Se muestran profesiones feminizadas o masculinizadas
como modelos, lo que causa que niñas y niños se identifiquen con actividades y
profesiones diferentes.
• Los lugares de recreo, su organización y distribución, podemos observar como
niños y niñas se distribuyen de manera diferente en el patio, los niños suelen
ocupar la parte central realizando juegos de competitividad, juego en equipo,
mientras que las niñas se sitúan en las zonas periféricas, a los lados, realizando
juegos representativos, se diferencia entre juego de niños y juego de niñas.
Los sistemas educativos han ido cambiando conforme la sociedad lo ha hecho. Las
escuelas mixtas son relativamente recientes, niños y niñas conviven y, aprenden,
aparentemente, en igualdad de condiciones. La legislación educativa la conocida como
Ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE) recoge por primera vez la
necesidad de reconsiderar toda actividad educativa a la luz de los principios de
igualdad de oportunidades entre los sexos.
Pero, ¿se trata de manera igualitaria la formación y orientación de niñas y niños?
Según avanzamos en el nivel educativo chicas y chicos se distribuyen de manera
diferenciada entre las profesiones, así carreras profesionales relacionadas con el
ámbito social, como Trabajo Social, Educación Social, Magisterio (sobre todo Infantil),
o del ámbito sanitario como enfermería, están feminizadas, es decir, la cursan más
numero de chicas que de chicos, mientras profesiones más técnicas, como
arquitectura, física, matemáticas, ingenierías, la cursan más los chicos.
Desde un análisis con perspectiva de género del ámbito educativo podría decirse que
desde la infancia mandamos mensajes, digamos subliminales o inconscientes, que
hace que la orientación laboral de mujeres y hombres sea diferente.
Para evitar este sesgo en base al género debemos revisar nuestro sistema educativo, de
forma que el objetivo principal a conseguir sea el desarrollo integral de las personas
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independientemente del sexo al que pertenezcan, y, por tanto, sin presuponer
capacidades en razón del sexo del alumnado. En definitiva, debemos dar un paso más
allá de la convivencia de niñas y niños en los centros, y este paso es la educación no
sexista o coeducación.
La coeducación ha de ser considerada como un principio transversal, es decir, ha de
estar presente en cada uno de los elementos curriculares, objetivos, contenidos,
espacios, materiales, etc. Para ello los libros de texto deben ser revisados y
modificados de manera que no representen imágenes estereotipadas (amas de casa,
ingenieros, enfermeras, directores, empresarios…) y estén representados los dos sexos
en todos los ámbitos sirviendo de modelos tanto para niñas como para niños. Se debe
también tener en cuenta el lenguaje, hacer un uso no sexista del mismo, observar el
uso de los juguetes, etc.
Vamos a detenernos en este último punto, los juguetes son una herramienta
fundamental en la socialización de niños y niñas, a través de los juguetes aprendemos
habilidades y destrezas que vamos a poner en práctica a lo largo de nuestra vida, por
lo tanto si a las niñas juegan con muñecos/as, cocinitas, etc., es en ese rol en el que
van a aprender a desenvolverse, mientras que si los niños juegan con coches, juegos
de fuerza, competitividad y en muchos casos violencia, van a desarrollar más estas
capacidades y menos las capacidades de cuidado.
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3.3. Medios de comunicación.
Nuestro conocimiento sobre la realidad parte de lo que vemos, oímos y leemos.
Son pues los soportes de los medios de la comunicación una de las vías de transmisión
que más influye en el proceso de socialización de las personas, es decir, son un
importante agente socializador.
Como en otros ámbitos, la presencia de mujer y hombre en medios de comunicación
es diferente, por ejemplo en las noticias las mujeres se concentra en las secciones de
Sociedad, Cultura‐Espectáculos y Gente‐Mundo (conocidas como secciones blandas de
los diarios), mientras es frecuente ver la imagen de hombres en sectores tales como
economía, política o deportes.
Las series, las películas, la publicidad, nos muestran en muchas ocasiones una imagen
estereotipada en base al sexo, de manera que estos estereotipos se siguen
transmitiendo.
Hay que prestar especial atención a la imagen que se muestra en la publicidad de la
mujer, presentándola en muchos de los casos con una imagen con contenido sexual,
mientras al hombre le presenta como una figura de éxito social, laboral y económico.
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4. CONCLUSIÓN
Para terminar me gustaría que reflexionáramos sobre los conceptos que hemos
tratado, y que aprendiéramos a analizar lo que nos rodea desde la perspectiva de
género, siendo críticos con nuestra sociedad, y en ocasiones con nosotros y nosotras
mismas, ya que de modo inconsciente también trasmitimos esos sesgos en los que
hemos sido educados. Debemos valorar la importancia de la existencia de la igualdad
de derechos y obligaciones entre mujeres y hombres, ya que ambos somos titulares de
los mismo derechos deberíamos ser capaces de ejercitarlos de la misma manera, esto
es lo que busca el movimiento feminista, y por lo que ha venido luchando
consiguiendo cosas tan importantes como el derecho al voto y a la participación
política de la mujer, el derecho a la educación, terminando con el veto a las mujeres en
las universidades, y en los últimos tiempo sigue luchando por la incorporación en
igualdad de condiciones de la mujer al mercado laboral, la existencia de una
corresponsabilidad real, reclamando legislación efectiva para erradicar la violencia de
género, es decir realizando el camino que aún nos queda por recorrer.
La transversalidad de la variable género es muy extensa, por lo que en este apartado
se ha tratado de una manera somera los conceptos más básicos para poder entender
por qué hombres y mujeres no nos encontramos en igualdad y somos educados con
diferencias basadas en el sexo.
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