Una psicóloga señala que el mejor predictor del éxito no es la inteligencia, sino la
perseverancia y la pasión que se le ponga a ese objetivo.
Estos dos personajes tan disímiles tienen algo en común, además de haber
llegado a la cima de la popularidad. Según Angela Duckworth, una psicóloga de la
Universidad de Pensilvania, a Smith e Irving los une el temple para seguir una
meta a pesar de los tropiezos que se encuentran en el camino.
Según esta experta, el temple, que ella define como una mezcla de pasión y
perseverancia, es el factor que predice el éxito con mayor exactitud, incluso más
que el coeficiente intelectual. Ese es el argumento de Grit, The Power of Passion
and Perseverance, el libro que Duckworth acaba de publicar en Estados Unidos.
“Esta medida le gana al coeficiente intelectual, y a las pruebas de conocimiento en
la predicción de quienes van a tener éxito en ciertas situaciones”, dice.
Uno de esos sitios fue West Point, la academia donde se entrenan los militares en
Estados Unidos. A pesar de que apenas 1.200 hombres y mujeres entran a este
plantel cada año, 20 por ciento renuncia antes de graduarse. Para su sorpresa, los
que lo hacían habían mostrado potencial en liderazgo, altas credenciales
académicas y mejor forma física. Al diseñar una prueba para medir su coraje,
encontró que los que lograban graduarse estaban hechos de un material más
fuerte que solo inteligencia y aptitud física. “Eran personas con metas a largo
plazo y trabajaban constantemente para lograrlas”, señala. Tenían arrojo,
constancia, coraje, en una sola palabra, tenían temple.
No todo el mundo tiene esta virtud. Algunas personas son exitosas con el viento a
su favor pero se desbaratan en la adversidad. Por eso es importante ponerse de
pie y seguir después del fracaso, como sucedió con un personaje que ella
entrevistó para el libro: sus escritos al comienzo eran burdos y melodramáticos
pero fue afilando su pluma hasta ganar una beca Guggenheim, una de las más
apetecidas del mundo. O como el caso de Bob Mankoff, el editor de caricaturas de
la revista New Yorker, quien sometió a consideración de sus futuros jefes 2.000
dibujos antes de que accedieran a publicarle uno.
Su teoría ha sido objeto de críticas. Algunos lo han visto como un viejo concepto
disfrazado en una nueva palabra. En algunas de las reseñas del libro mencionan
que en el fondo lo que ella quiere decir con temple es muy similar a la noción de
que se requieren 10.000 horas de práctica para el éxito, que Malcom Gladwell
plasmó en su libro Outliers. Pero una de las críticas más fuertes es que tener
temple suele confundirse con ser disciplinado, uno de los cinco rasgos básicos de
la personalidad descritos en la psicología. Aunque ella acepta la crítica, piensa
que la disciplina encierra otros conceptos diferentes al temple como el orden, la
puntualidad y la confiabilidad. El temple sería una faceta más de la disciplina y la
que mejor predice el éxito en los logros exigentes y significativos.