La familia política es una parte de nuestra nueva vida en común, pero ustedes forman su propia familia cuando se
casan.
Los suegros son buenos suegros cuando respetan la opción matrimonial del hijo o de la hija, aunque no esten de
acuerdo con la elección que haya hecho.
Puede pasar que uno de los dos aun siga muy apegado a sus padres, hasta el punto de insistir continuamente en
comer o cenar con ellos, o en invitarlos a casa. En ocasiones la otra parte se siente molesta, desea más
independencia, comienza a reprochar al cónyuge por seguir tan aferrado a su familia de origen y dañar así el camino
de maduración de la pareja.
Otras veces uno de los esposos adquiere un papel dominante y exige a la otra parte a separarse de sus padres.
Recuerden que la pareja aun sigue siendo hijo y, seguramente, conservará el cariño hacia sus padres, aunque el
cónyuge busque separarlo de ellos.
1. La primera es que un hijo es siempre un hijo, y unos padres son siempre padres, aunque el hijo contraiga un
matrimonio y empiece a vivir en una casa propia.
2. La segunda idea es que cuando decidiste unirte con tu pareja fue con el propósito de construir un hogar y vivir su
propia historia". Refuerzen siempre la importancia de ustedes como una nueva familia. Demuéstrense lo feliz que
estan juntos y que formen un nuevo hogar. Esto ayudará a que poco a poco, de forma sana y sin sentimientos de
culpa, pongan límites y distancia a su familia extensa.
Una familia no puede madurar si gira continuamente en torno a sus orígenes. El centro de la nueva pareja tiene que
ser el amor mutuo, al que se añaden las obligaciones hacia los hijos que puedan nacer.
No faltarán, ciertamente, momentos de dificultad y diferencias de opiniones. Con un poco de paciencia y un mucho
de sano respeto será posible afrontarlas de la mejor manera posible: para el bien de los esposos, y para la paz en los
corazones de sus respectivas familias políticas.
Hay matrimonios que, una parte del fracaso, hay que atribuirlo a que “los parientes” se han metido más de lo debido.
Hay que dejar que los hijos vivan su matrimonio; los padres… que vivan el suyo.
El mando
Se dice que por nuestra cultura machista, los hombres suelen tener la autoridad, sin embargo, esa ya no es la
generalidad, las mujeres han ido ganando terreno, ahora son más influyentes en su hogar. No obstante, el trabajo
conjunto donde el poder es repartido entre ambos cónyuges, es una opción cada vez más acogida.
Cuando uno de los dos cónyuges es el que manda, decide sin pedir opiniones ni consejos, dice qué se hace y como, no
tiene en cuenta los deseos, necesidades, sentimientos de los demás, lo más seguro es que en ese hogar se viva un
ambiente tenso, frío y temeroso.
En una familia sana, debe existir una relación complementaria, donde la toma de decisiones sea de los 2 y asi llegar
a acuerdos comunes y ver qué es lo que más conviene a todos.
Lo mas importante es el trabajo en equipo. En la pareja los dos tienen derechos y la capacidad de conducir el hogar y
formar a los hijos. La comunicación debe ser profunda y el poder debe estar distribuido entre ambas partes, de lo
contrario no tardarán en aparecer los conflictos.
Lo ideal es la negociación, el debate con argumentos dentro de un ambiente de respeto y apertura de mente,
donde se escuche al otro y después de evaluar los pros y contras, llegar a una decisión conjunta.
La repartición de mando se debe hacer en base a las bondades de cada quien y no en el sexo. Por ejemplo, hay
mujeres muy organizadas para administrar las finanzas familiares, la cual era un tarea ejercida únicamente por los
hombres.
No es una tarea fácil. Se tendrá que tener mucha humildad y dejar a un lado la actitud competidora
“Hombre y mujer son diferentes y, sin embargo, iguales. El sentido de esas diferencias se encuentra, precisamente,
en la complementariedad y no en la competitividad.
De ahí que deban buscar entre ellos la suma y la multiplicación, y no la resta y la división”.
Dios suma y multiplica y el Diablo resta y divide.
“Y no sólo eso, sino además conocer y conocerse mejor, de manera que la distribución de funciones y papeles
entre ellos sea lo más acorde posible con sus respectivas habilidades y destrezas”.
Lo mas importante es el bienestar familiar, lo que nos hace recordar la conocida frase “debe prevalecer el bien
colectivo, sobre el bien individual”.
Cualquiera de los siguientes males pueden destruir su relación si les dan lugar en sus vidas:
1. El exceso de trabajo o compromisos y el agotamiento físico
se da mucho en las parejas jóvenes que están tratando de comenzar en una profesión o todavía están estudiando. No
traten de estudiar, de trabajar a tiempo completo, de tener un bebé, de manejar a un niño pequeño, de hacer
reparaciones en la casa, y de comenzar un negocio, todo al mismo tiempo. Suena ridículo, pero muchas parejas
jóvenes hacen exactamente eso y luego se sorprenden cuando su matrimonio se viene abajo. ¿Por qué no habría de
ser así? ¡El único momento en que se ven es cuando están agotados! Es especialmente peligroso cuando el esposo
es el que tiene demasiados compromisos o trabajo, y la esposa está todo el día en casa con un hijo en edad
preescolar. La profunda soledad de ella da lugar al descontento y a la depresión, y todos sabemos a dónde lleva eso.
Deben reservar tiempo el uno para el otro si quieren mantener su amor vivo.
3. El egoísmo
Existen dos tipos de personas en el mundo, los que dan y los que toman. Un matrimonio entre dos personas que dan
puede ser algo bello. Sin embargo, la fricción está a la orden del día entre una persona que da y otra que toma. Pero
dos personas con egoísmo siempre devastará un matrimonio.