Érase una vez una fábrica es una fábula que habla sobre la situación de una
empresa llamada puntuación S. A la cuál era líder en la producción de signos
de puntuación, buscando la innovación. Esta empresa logró mantenerse por
mucho tiempo en los primeros lugares del mercado al contrario de nuevas
empresas que no lograban captar el interés del público y desaparecían
rápidamente.
De tal manera que el gerente de Puntuaciones S.A. le dio tantas vueltas a ese
asunto en su cabeza que llegó a hacer de todo, con tal de mejorar la calidad de
su empresa, de manera que nadie pudiera superarle nunca.
Para arreglar el desastre que creó tuvo que cambiar el sistema, pesando que la
mejor solución era la prevención. Cuando por fin creía que lo había conseguido,
recibió la visita de un cliente el cuál venía a expresar su inconformidad con la
empresa debido a problemas de diseño y de producción. El gerente intentó
buscar una explicación a la falta pero no consiguió nada. No fue hasta que se
quedó solo en su oficina, reflexionando en las necesidades específicas que
requerían sus clientes, cuando “se le prendió el bombillito”. Se dio cuenta de
que todo lo que hacia la empresa no servia para nada sin antes consultar la
opinión del cliente y ajustarse simple y llanamente a su necesidad. Con esta
nueva manera de pesar la empresa Puntuaciones S. A. logró resolver el
problema de la calidad.
Conclusión: Cuando una empresa decide trabajar un producto debe de realizar
una investigación de mercado para garantizar que los mismos se ajusten a las
necesidades de los clientes.