—William Blake
En una de las cartas más hermosas escritas por Blake, el poeta de veinte
años —siempre incómodo con las convenciones sociales de su era—
aseguró a su patrón que, a pesar de haber intentado seguir las
indicaciones que se le habían dado para hacer las ilustraciones, su estilo
era una especie rara y no parecida a ninguna otra, y que las imágenes
que había mandado habían sido dictadas por “su genio o su Ángel”, al
que seguía ciegamente. La explicación nal de Blake es irrevocable: “No
pude hacerlo de otra manera. ¡Estaba fuera de mi poder!”.
Blake asegura en su carta al reverendo que el espíritu de su creación, a
pesar de ser llamado suyo, no lo era en realidad, pues respondía a
impulsos más grandes y poderosos que cualquier ser humano. Así, en la
misiva el poeta de ende su visión ante un ofendido Trusler, que había
de nido el arte del joven como demasiado imaginativo. La respuesta
estaba llena de sabiduría y dureza:
Lamento de verdad que usted se encuentre distanciado del mundo
espiritual, especialmente si soy yo quien tiene que responder por ello. Si
estoy equivocado, lo estoy en buena compañía… Lo que es grande es
necesariamente incomprensible para los hombres débiles. Aquello que
puede hacerse explicable para los tontos no merece mi atención.
Siento que un hombre podría ser capaz de ser feliz en este mundo. Y sé
que éste es un universo de imaginación y visión. Veo que todo lo que
pinto existe en este mundo, pero no todos lo ven de la misma manera. A
los ojos de un indigente, una moneda es más hermosa que el sol, y una
cartera gastada por haber estado llena de dinero ostenta proporciones
más bellas que una vid cargada de uvas. El árbol que mueve a algunos al
punto de las lágrimas, para otros es solamente una cosa verde que
estorba en su camino. Algunos ven a la naturaleza ridícula y deforme, y
yo nunca regiré las proporciones de mi arte bajo estos preceptos; hay
personas que ni siquiera ven la naturaleza. Un hombre es, y así es como
ve. […] Usted está ciertamente equivocado cuando clama que las
visiones fantasiosas no pueden ser encontradas en este mundo. Par mí,
este universo es una sola y continua visión de la imaginación…
Los genios verdaderos, como William Blake, son esas mentes que
exceden a la época en la que viven y sus convenciones: genios que,
como el del poeta en esta preciosa carta, son capaces de realizar los más
hermosos actos de rebeldía en nombre de la dignidad y la delidad a
uno mismo. Blake cierra la carta al reverendo John Trusler con la ironía
que sólo su elegancia podría haber formulado:
WILLIAM BLAKE
*Imagen: 1) remix desde la obra de William Blake: The First Book of Urizen, Plate 2,
“Preludium to the Book of Urizen” (Bentley 2a), 1794; 2) The Poems of Thomas Gray,
Design 65 The Bard 13, de William Blake, 1797 / Dominio Público