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ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE EL CARÁCTER VINCULANTE DE LA

JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL Y LAS CONSECUENCIAS QUE DE EL


SE GENERAN

Ramsis Ghazzaoui

Introducción

Tratar el tema del carácter vinculante de la jurisprudencia constitucional, es tan


importante como controvertido. Importante, pues es incontrovertible que la
jurisdicción constitucional ha adquirido a lo largo de su historia un renombre que la
posiciona sin más, como una especie de guardiana del Estado de Derecho. Esto
sin exageración alguna, toda vez que con la aparición de una Constitución
plenamente normativa, la jurisdicción constitucional garantiza esta larga conquista,
lo cual es sin el mínimo atisbo de duda, la joya más preciada y fundante del
Estado de Derecho. Por otra parte, el tema aquí tratado es controvertido, dado que
se discuten preguntas fundamentales como ¿Qué es lo vinculante? ¿Qué función
exacta ha de cumplir este carácter dentro de un sistema jurídico particular? La
respuesta a esta y otras preguntas, incidirá de modo particular en el Estado de
Derecho.
Es entonces que, en un primer esbozo de esta materia, podemos darnos cuenta
que la misma nada paralelamente en dos aguas, aguas que no deben ser
contradictorias entre sí, sino que por el contrario, deben colaborar
armoniosamente a la construcción de un sistema constitucional armónico, el cual
no debe tener la posibilidad de una manipulación a conveniencia, de aquellos
sectores sociales que tienen las condiciones políticas, económicas, filosóficas,
sociológica, y por supuesto, jurídicas para hacerlo, sino que debe tratarse
esencialmente de un sistema, que propicie un análisis adecuado del carácter
ontológico de aquel que es principal objeto y sujeto del sistema, es decir, el ser
humano en todas sus realidades y facetas. Este análisis global es capital, pues la
eliminación parcial o total de algunas de sus realidades, dará lugar
indefectiblemente a un sistema inhumano.
En este punto, nos topamos de frente con el tema ideológico, el cual debe influir al
Derecho, de modo que esta ciencia fundamentalmente social, sea un adecuado
instrumento de colaboración para el hombre, con el fin nada despreciable de
conocerse a sí mismo. En este sentido, nos luce catedralesca la equivocación del
positivismo jurídico en general, uno de cuyos autores insignes y más conocidos es


Profesor de Derecho Administrativo en la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), Caracas,
Venezuela. Profesor en la Maestría en Derecho Constitucional de la Universidad Católica Andrés
Bello (UCAB), Caracas, Venezuela. Profesor invitado en la Maestría en Estudios Constitucionales y
Comparados de la Universidad de Carabobo, Valencia, Carabobo, Venezuela y en la
Especialización en Derecho Constitucional de la Universidad Arturo Michelena, Valencia,
Carabobo, Venezuela. Email: rghazzao@ucab.edu.ve
el austríaco Hans Kelsen, en el sentido de pretender una ciencia del derecho
absolutamente ayuna de la ideología. Sostener esto, implicaría una falacia
difícilmente defendible: el ser humano se encuentra en un plano absolutamente
ajeno a toda realidad que pueda influir en él y por tanto el derecho puede ser
correctamente ubicado dentro de un voluntarismo intercambiable que se refleje en
la norma jurídica. Partimos pues, de la premisa del error epistemológico del
positivismo jurídico.
Sin embargo, el error que hemos referido, el cual resulta esencial en el desarrollo
de este artículo, se ha intentado deslastrar, procurando colocar de relieve
precisamente la premisa contraria, esto es, que el derecho no tiene nada que
hacer con el entendimiento del hombre, lo cual quizás sería tarea de otras ciencias
pero no de la nuestra, y que todo lo más, el derecho ha de ocuparse sencillamente
de la paz social, en pocas palabras, ha de tratar de buscar la manera en que los
hombres no se dañen entre sí, y para esto no es necesario acudir a otros saberes
distintos a la mera técnica jurídica normativa, y de pronto a un toque de
voluntarismo legislativo como antes señalamos. Este argumento, sólo sirve para
confesar más contradicciones, pues ¿Cómo puede entenderse la paz social,
objetivo de una ciencia supuestamente pura, sin entender al hombre que gozará
de dicha paz?
En efecto, sí podría entenderse pero sólo forzosamente, es decir, destruyendo el
mismo concepto de ciencia jurídica, que como mencionábamos es netamente
social. Se trataría sin más de sustituir la rigurosidad intelectual que ha de
caracterizar una ciencia, por la voluntad de un grupo con suficiente poder para
poder sustituir la verdadera ciencia, y querer convertir en paradigma algo que ni
siquiera aguanta el más mínimo análisis serio, todo lo cual sería peor si se tratase
de una única persona con vocación autoritaria.
Ahora bien, el entender correctamente al hombre, punto fundamental para un
encuadramiento justo de un sistema constitucional completamente humano, pasa
obviamente por entender ¿qué es el hombre?, ¿cómo debe llevar a cabo sus
relaciones con todo lo que le rodea en orden a que viva armónicamente consigo
mismo y con los demás? ¿Qué características debe tener todo sistema que rija
estas relaciones para cumplir la condición de ser verdaderamente humano? Estas
y muchas otras preguntas, no se encuentran lejos del derecho, como podría
pensarse, sino que por el contrario, constituyen la piedra angular en torno a la cual
ha de construirse un sistema jurídico serio, que se precie verdaderamente de
científico, al entender previamente en todas sus dimensiones el objeto de estudio.
Este prius metodológico, debe por tanto, tener su lugar medular en este artículo.
El lugar esencial que le va a ser dado al mismo hombre dentro de estas líneas, va
a estar marcado precisamente por la constante interrogante sobre la filosofía del
carácter vinculante de la jurisprudencia constitucional. Es obviamente nada más
que una rozada sobre la necesidad de que el hombre en toda su dimensión
ontológica, la cual imbuye toda su realidad existencial, sea no solamente partícipe
en la construcción del sistema jurídico, sino que sea esencia del mismo, realidad
verdaderamente palpable. Esta necesidad que huelga por ser satisfecha, la cual
en el presente no puede ser abordada sino respecto al tema propuesto, pero que
debe ser objeto de estudio específico, se particulariza en la materia que será
abordada, en que esta vinculatoriedad liga al operador jurídico a entender la
Constitución de una modo concreto, generando respuesta a las preguntas arriba
planteadas.
Como puede preverse, una inadecuada respuesta a estas interrogantes
estructurales , las cuales se resumen en la respuesta a ¿Qué es el hombre para el
sistema jurídico?, no generarán una inconstitucionalidad formal, pero sí de facto,
dentro de una realidad ávida por entender al hombre en su dimensionalidad real,
es decir, en clave de respeto los unos por los otros, de ayuda mutua en nuestras
necesidades, considerando que pueden ser en cualquier momento las nuestras,
de utilización del sistema jurídico para reivindicar verdaderos derechos y no
ocurrencias de una moda pasajera, o a lo más nada sólidos. Todo esto, y muchas
otras premisas, deberán constituir la brújula de un sistema jurídico modelo a nivel
universal, que se caracterice no por respuestas de compromiso, sino por
respuestas sólidas, en lo que a lo largo de los siglos ha probado objetivamente ser
lo más bondadoso.
En este marco, lo que aquí entendemos como más bondadoso es algo muy claro y
profundo, no objeto ni sujeto de manipulaciones, se trata de una dicotomía
extrapolable al campo jurídico sobre todo constitucional, es simplemente la
contraposición libertad-libertinaje. Entonces, aquello que es más bondadoso
dentro de las ciencias sociales en general y el derecho en particular, es lo que
propicia una verdadera libertad.
Es pues de la esencia de todo lo hasta ahora apuntado, que esta libertad
auténtica debe ser entendida no como configuración jurídica de la voluntad
particular y caprichosa de un grupo, aunque este pueda ser considerado en
oportunidades, según el sano juego de la democracia, como mayoría, sino como
criterio impersonal, superior al Estado de Derecho mismo y como tal lo identifica y
lo llena de contenido, según el cual todos tienen los mismos derechos debiendo
cada individuo respetar los derechos de los demás, y que por encima de todo
nadie tiene derecho de atentar contra los derechos y deberes inmanentes a su
propia persona y naturaleza.
Este principio tiene como corolario lógico que para que un derecho se entienda
como legítimo, es decir, pasible de tutela jurídica sin ser repulsivo a los sistemas o
subsistemas sociales e individuales objetivamente considerados, ha de referirse a
todas aquellas necesidades del ser humano en cuanto tal en sentido amplio, sin
que sea una reivindicación individual o grupal de carácter relativamente novedoso
y que las razones por las cuales se reivindica, provengan del mencionado
individuo o grupo de un modo casi exclusivo, sin ser compartidos en abstracto por
el todo social de modo unánime. Esto que acabamos inmediatamente de apuntar,
constituye una parte esencial del sistema jurídico, sin embargo como dijimos
anteriormente, por esta vez sólo podrá ser apuntado al específico tema que nos
ocupa, correspondiendo para otra oportunidad su desarrollo específico.
Todo lo anterior, es introducción necesaria y marco propicio para la adecuada
comprensión de nuestro tema, el cual como pretendimos dejar claro, constituye
una parte verdaderamente importante para el sistema jurídico constitucional en
particular, y por esta vía, para conseguir una respuesta más certera sobre qué
debe perseguir en general y en particular el derecho. Así podremos convertirnos,
finalmente, en verdaderos agentes en la realización teórica y práctica de una
ciencia del derecho que verdaderamente sea útil al ser humano, y para ser tal
debe sin miedo impregnarse de la axiología necesaria a tal propósito.
Dentro de esta filosofía, abordaremos en primer lugar el concepto de
jurisprudencia constitucional en sus aristas más importantes, en segundo lugar se
tratará el importante tema del por qué de este carácter vinculante, es decir su
fundamento, luego nos ocuparemos de extraer las consecuencias derivadas de
modo muy general de este pequeño estudio de la cuestión que intitula este
artículo. Finalmente estableceremos algunas conclusiones.
¿Qué se entiende por jurisprudencia constitucional?
La aclaración previa del concepto de jurisprudencia constitucional constituye en
este caso, según lo aconseja la mejor metodología, una base sólida para el
posterior tratamiento de las cuestiones que anteriormente adelantábamos, pues
sin haber enmarcado nuestro objeto de estudio principal, no podremos entender
plenamente respecto a qué se establece el carácter vinculante, y por lo tanto, no
podríamos desentrañar el por qué este tema resulta tan trascendental para el
Estado de Derecho. En fin, si el presente estudio no principia por donde debe, nos
daríamos cuenta al concluirlo que todo el esfuerzo investigativo emprendido
quedaría echado a saco roto, o a lo más constituiría una dispersión de ideas sin la
compactación lógica necesaria, o aún peor, no tendría la solidez académica
necesaria para generar interés legitimo en él.
Para realizar de la mejor manera la tarea arriba señalada, dividiremos este
capítulo en cuatro acápites que tocarán estos temas: 1- El origen, 2-
Características fundamentales, 3- Distintos métodos para establecerla, y
finalmente, 4- Su concepto.
1. Orígenes de la jurisprudencia constitucional
Los orígenes del concepto de jurisprudencia constitucional, pueden ir
acompasados por el mismo origen de un cambio de paradigma trascendental, que
ha cambiado sin lugar a dudas la historia del Derecho Constitucional, es más, le
ha dado nacimiento a una parcela de la ciencia del derecho que ya no constituirá
más política sino derecho. Nos referimos ni más ni menos, al paso de una
Constitución programática a una Constitución normativa. Este paso, como se
sabe, fue producto de un despertar individual y colectivo respecto a la dignidad
fundamental del ser humano, lo cual por supuesto paso por una serie de
revoluciones del status quo establecido, que implicaron como bien recoge la
historia sangre, sudor y lágrimas de parte de los promoventes de las mismas, pero
que generaron un nuevo modo de entender las relaciones humanas.
Este fenómeno, que por supuesto se desenvuelve dentro del marco general de la
existencia temporal del hombre, tiene para el derecho un matiz muy particular, que
cambiará para siempre la clave de lectura del derecho desde sus fundamentos. Se
trata de que en un contexto de relaciones cada vez más tirantes con el Poder, el
cual acostumbraba a violar los derechos de sus súbitos sin ulteriores
consecuencias trascendentes, se haya podido lograr mediante un hastío en dichas
relaciones y un conjunto de cambios no pacíficos, una verdadera y plena
Constitución. Estamos hablando como se dijo antes de una Constitución normativa
y plenamente jurídica.
La importancia de este cambio nos las describe Eduardo García de Enterría
citando a su vez a Kaegi con estas palabras: “…La Constitución jurídica
transforma el poder desnudo en legítimo poder jurídico. El gran lema de la lucha
por el Estado constitucional ha sido la exigencia de que el (arbitrio) government by
men debe disolverse en un (jurídico) government by laws.” 1 Pero como si fuese
poco, el mismo autor establece como aserto claro y lapidario de cualquier duda
sobre la trascendencia de esta conquista la siguiente frase: “…De este modo, esta
técnica aparentemente formal de la decisión colectiva ha resultado
indisolublemente vinculada al pensamiento iusnaturalista material de unos
derechos innatos o preestatales en el hombre, que no sólo al Estado cumple (sic)
respetar sino también garantizar y hacer efectivos como primera de sus
funciones.” 2
Sin embargo, aquí no se acabó la historia. En efecto, la importancia del cambio y
su impresionante contraste con la situación anterior, no pasó desapercibida ni para
el mundo académico ni para el profano, por lo que se sentaron las bases para que
la Constitución mantuviese el orden de principios y valores que la inspiraron, para
que así fuese más difícil el volver a la situación de subyugación anterior.
Con todo, ni los mecanismos ni los tiempos fueron idénticos en todos los lugares.
En Norteamérica, esta conciencia fue originada desde el mismo momento del
nacimiento de los Estados Unidos de América, en parte porque la idea de
normatividad oponible al Estado arrancó en Inglaterra antes que en el resto de
Europa, y en parte porque en esa nación la historia de embates político-sociales

1 GARCÍA DE ENTERRÍA, Eduardo: La Constitución como norma y el Tribunal Constitucional.


Tercera Edición. Editorial Civitas. Primera Parte: La Constitución como norma jurídica. Pág. 49.
2 Ibíd. Pág. 46.
fue por así decirlo menos convulsionada. Todo esto propició el establecimiento de
jueces que velasen por la integridad de la Constitución. En Francia, por el
contrario, debido a la conocida desconfianza en el poder judicial, la historia se
materializó de manera distinta. De hecho, fue el legislativo el encargado de
realizar un cierto catálogo de derechos de los que en principio podía gozar cada
ciudadano. Pero, en la realidad del día a día, en Europa esto fue caldo de cultivo
para nuevos dominadores.
La historia europea como puede verse, estuvo durante un período largo, llena de
personajes que lejos de buscar materializar verdaderamente las reivindicaciones
por las cuales empezaron a luchar en Francia a finales del siglo XVIII (1789),
provocaron un ejercicio personalista del poder, para seguir subyugando al pueblo
con sus caprichosos designios, lo cual no tuvo como resultado una valoración real
y sincera de la necesidad de protección a los derechos ciudadanos, sino que hizo
privar en todo el ámbito del desenvolvimiento social, los intereses de un dictador
con afán de gloria. Con todo esto, parecería que este estado de cosas no iba a dar
un giro fácil hacia unas acciones tan claras como las acaecidas en los Estados
Unidos de América, y en efecto fue así, siendo necesario un remecimiento de los
fundamentos propios originados en la Revolución Francesa.
Fue así como Europa no despertó del aletargado sueño del que la tenían sus
hábiles y autoritarios encantadores de serpientes, hasta que no acontecieron los
sucesos de una era que influenció a toda Europa, y que la misma recuerda con
horror, y precisamente como ejemplificación cruda y real de aquellas relaciones
inhumanas que se pueden tejer entre los ciudadanos y el poder cuando hay total
ausencia de control y limitación del poder, el cual se llega a considerar en
detrimento de los ciudadanos como omnisciente y omnicomprensivo. Estamos
hablando sin más del la época del nazismo, a cuya cabeza se encontraba Adolfo
Hitler. Se trató en profundidad, de una época en que producto de la humillación
tras haber perdido la Primera Guerra Mundial, el pueblo alemán, considerado el
más culto de Europa en la época, pretendió vengarse de aquellos que lo habían
arruinado.
Sin embargo esta nueva movida en Europa iba a ser bastante costosa, pues nadie
en un principio alcanzaba a imaginar la magnitud de la trascendencia de esta
época negra de la historia universal, la cual en un principio lució ser la salvación
de una nación absolutamente devastada. En verdad, si lo fue en el sentido
económico de esta realidad compleja, pero no en todo lo demás, que en definitiva
resultaba ser lo más importante y verdadero, que se resumía de manera concreta
en el respeto a los derechos inherentes al ser humano sobre todo por parte del
poder. En este marco, el denominado holocausto nazi, fue el más vergonzoso y
asqueroso desfile de la cosificación del ser humano, con el fin de ejercer una
reivindicación que se convierte en inhumana. Fue una de las expresiones más
prácticas de la expresión maquiavélica de que el fin justifica los medios.
A todo esto, y ya finalizada la época del terror que puso en vilo a toda Europa, se
imponía una profunda reflexión, no solamente sobre la época tan espantosa que
se acababa de vivir, sino también de sus causas, y la serie acontecimientos
históricos que se fueron viviendo en toda Europa, a partir de la Revolución
Francesa, que habían de unirse en un todo con el fin de comprender desde su raíz
el por qué acontecían en Europa sucesos que terminarían por avergonzar a todo
un continente. La conclusión fue bastante clara: el derecho como medio
privilegiado para lograr el control y limitación del poder no había sido
correctamente valorado, sino que por el contrario, se menospreció pretendiéndole
otorgar un carácter fundamentalmente político y no jurídico, convirtiéndolo así en
un medio maleable al gusto del tirano de turno.
Esta reflexión de la realidad existente, que se realizó por fuerza de las
circunstancias, constituye un medio preponderante para generar un avance en la
interacción que realizan entre sí los distintos factores que engloban las relaciones
humanas. Tanto es así, que a lo largo de la historia se ha podido ver como esta
suerte de introspección social, ha identificado nuevas necesidades a ser
satisfechas, y unido a ello nuevas formas, a veces creativas, de dar solución a las
mismas.
De esta manera, el análisis de un acontecimiento de tanta magnitud, que movió
los sentimientos y las conciencias de los más impávidos, no puede quedarse al
margen del devenir histórico universal de irrespeto por el ser humano. Es por esto
que Pierre Sauvage, sobreviviente de aquellos sucesos dijo con toda razón: “Si
recordamos únicamente el horror del Holocausto, somos nosotros los que
cargaremos con la responsabilidad de haber creado el pretexto más peligroso de
todos: que el ser humano no era capaz de saber [lo que ocurría] ni de interesarse
[en ello]" Y precisamente son este conjunto de reflexiones, las que llevaron a
subsanar, aunque sea de modo convencional y parcial, esta falencia de la
conciencia humana que produjo tantas minusvalías en el camino a un desarrollo
verdaderamente integral del ser humano, el cual entiende al hombre como fue, es
y será.
Esto tuvo como consecuencia privilegiada, que el derecho, y la Constitución como
expresión principal y suprema del mismo, dejase de concebirse en una manera
meramente programática y pasara a incardinarse dentro de una concepción
controladora y limitadora del poder, poder este que como vimos, tantas malas
pasadas había jugado en Europa, para virar ahora sí, a ser una Constitución
verdadera y realmente normativa. Nos estamos refiriendo a la luz de lo anterior, a
un modelo jurídico, político y social que sufrió mucho para consolidarse, pero no
para consolidarse de un modo cualquiera, sino para internalizar de manera por lo
menos decente, en la necesidad del respeto y garantía a los derechos ciudadanos
como arriba mencionamos. Puede decirse en breve, que fue en este momento
donde hubo una especie de fusión jurídico- metodológica entre Europa y
Norteamérica.
Esta especie de fusión respecto a la comprensión sobre la necesidad de una
Constitución normativa, que privilegie como tantas veces ya lo hemos señalado el
control y limitación del poder, produjo en Europa, tan igual como en los Estados
Unidos, pero por distinta vía, es decir, por el abandono del prurito revolucionario
de la desconfianza en el poder judicial, el encargo a los jueces de velar
precisamente por la integralidad de la Constitución, de aquellos principios que a
partir de ahora aparecerán tan sagrados. Todo un mundo intelectual y profano
debió darse cuenta que en el poder judicial hallaba un aliado invaluable en el
mantenimiento de una comprensión del concepto normativo de Constitución, que
precisamente por sufrido, terminó siendo la conquista más apreciada y cuidada
desde por lo menos un largo tiempo.
Empero, sin ahorrar esfuerzos, se adopta una solución distinta a la
norteamericana, se trató del establecimiento de Tribunales Constitucionales que
velarán de modo privativo por la unidad constitucional antes mencionada, los
cuales al igual que los tribunales de los Estados Unidos mucho tiempo antes,
generaran una jurisprudencia constitucional que pretenderá construir una
coherencia jurídico política tan importante y perdida en tiempos anteriores. Aquí es
donde se marca el inicio de la puja general por un nuevo modo de hacer derecho y
de entender el derecho, la cual se unirá evidentemente a la experiencia ya
acumulada en este sentido, desde hacía ya bastante tiempo por los Estados
Unidos. La jurisprudencia constitucional, será así un referente que será informado
únicamente por criterios jurídicos objetivos, que fortalecerá los derechos
inherentes a todo ser humano.
Ahora bien, merece la pena volver a insistir una vez más respecto a la ratio iuris
del nacimiento de este nuevo método, la jurisprudencia constitucional. Esto con
una motivación definida: su aislamiento, nos dará la base teórica fundamental
sobre la cual desarrollar el tema aquí propuesto, en otras palabras, se trata de dar
respuesta adecuada a la pregunta ¿Cuál es la importancia práctica de fortalecer la
técnica de la jurisprudencia constitucional, otorgándole carácter vinculante? Nos
estamos refiriendo, como nítidamente ya lo establecimos, a la búsqueda de una
manera efectiva para generar un control y un límite al poder. Este control y límite
al poder, no puede buscarse de cualquier manera formalmente válida, sino que
por el contrario, debe superar una última barrera material, el enaltecimiento de la
dignidad del ser humano, sin lo cual no tendría sentido real.
Es pues, tan importante dentro de un sistema constitucional sólido y desarrollado
la idea de control y límite al poder, que la mejor doctrina en la materia se
encuentra conteste en este argumento nodal. En efecto, a este respecto nos
enseña el profesor español Manuel Aragón Reyes lo siguiente: “… No es
concebible, pues, la Constitución como norma, y menos la Constitución del Estado
social y democrático de Derecho, si no descansa en la existencia y efectividad de
los controles. De ahí que éstos se hayan ampliado y enriquecido en la teoría y
práctica constitucional de nuestro tiempo, como garantía de una compleja división
y limitación del poder, o, si se quiere, de un complicado sistema pluralista al cual la
Constitución, preservando y regulando su equilibrio es capaz de dotar de
unidad…”3 Se trata de una afirmación contundente, pero que costó tiempo y
esfuerzo para darse.
Es por tanto, síntesis de todo lo dicho, que la jurisprudencia constitucional
pretende ser una técnica para la preservación de una evolución ideológica
fundamental en la historia de la humanidad, el constitucionalismo. Este resultado,
aparece como personaje estelar y es ensalzado por aquellos que ayudaron a su
construcción y fortalecimiento, el pueblo, expresión del ser humano mismo, pues
se trató de un salto cualitativo en el modo de vivir y de entender al ser humano. De
este modo, como indica el autor citado en último término, citando a su vez
palabras de Friedrich: “El constitucionalismo es probablemente el mayor resultado
conseguido por la civilización moderna y poco o nada del resto de esa civilización
es concebible sin aquel. Bajo él, por primera vez en la historia humana, se ha
conseguido para el hombre corriente un cierto grado de libertad y bienestar.” 4
Así mismo, huelga señalar, que el origen de la jurisprudencia constitucional, jamás
ha de quedar en el análisis como un evento aislado, sino que más bien, constituye
el culmen de una etapa, la de la lucha por el respeto irrestricto a los derechos del
ser humano en cuanto tal, cuestión que ha de iluminar todo su desarrollo en todos
los ámbitos y tiempos, pues el ser humano es en sí mismo una realidad inmutable,
y lo que cambia son las realidades bajo las cuales lucha y siente, pero esto no
implica que se deba indubitable garantizar y promover la dignidad del ser humano.
Se trata de que el carácter vinculante de la jurisprudencia constitucional debe
tener su explicación precisamente en la garantía y promoción objetiva la dignidad
del ser humano, pues esta es la razón de su existencia, y si no es así, estaríamos
ante un nuevo y depurado dominador: el poder judicial.
2. Características fundamentales de la jurisprudencia constitucional
Necesario es, abundar en el fenómeno que estudiamos, bajo el prisma de sus
características fundamentales, con lo cual identificaremos aquellos elementos o
rasgos que dan vida a la jurisprudencia constitucional, y permiten individualizarla
como tal, como objeto de estudio científico, sin estarnos refiriendo a otro distinto.
Esto tiene un propósito intrínseco al propio objetivo de estas líneas, es decir, que
unido a la fundamental importancia que tiene la jurisprudencia constitucional en el
marco del sistema jurídico general a la luz de su origen y desenvolvimiento en la
realidad cotidiana, se comprenda y determine con mayor precisión, la
trascendencia, no solamente jurídica, sino más bien sociológica en sentido amplio,
de trazar su carácter vinculante, pues se juega con elementos superiores al
Estado de Derecho mismo.

3 ARAGÓN R., Manuel: Constitución y control del poder. Introducción a una teoría constitucional
del control. Primera Edición, 1999. Editorial Universidad Externado de Colombia. Pág. 36.
4 Ibíd. Pág. 35.
Así las cosas, José Peña Solís nos establece como primer plano, una
característica que puede lucir obvia, si consideramos que en la actualidad es
pacífica la idea de que la Constitución tiene un carácter normativo, y que al tener
la norma constitucional un grado de abstracción tal que para aplicarla debe ser
interpretada, la interpretación judicial realizada por el órgano encargado de ello
tiene un lugar preponderante para el Estado de Derecho. Se trata de que la
jurisprudencia constitucional sea fuente de derecho.5 En efecto, el autor nos
apunta: “… si la doctrina está conteste en que resulta condición necesaria que un
acto o hecho jurídico, sea idóneo a la luz de la Constitución, para crear, modificar
o extinguir derecho, para revestir el carácter de fuente normativa, entonces
pareciera indiscutible que la jurisprudencia constitucional es una verdadera fuente
del Derecho…” 6
En segundo lugar, el mismo autor que venimos comentando, nos advierte que
indisolublemente ligada a la característica anterior, está otra que profundiza en el
carácter de fuente de derecho de la jurisprudencia constitucional, pero que va aún
más allá, dado que al ser tal, puede perfectamente enmarcarse dentro de los
diversos niveles normativos que conforman el ordenamiento jurídico. De tal suerte
que señale: “…Si admitimos que la jurisprudencia constitucional, concebida en los
términos antes expuestos, es una fuente del Derecho, por fuerza de reglas
elementales de la lógica, igualmente debe aceptarse que resulta susceptible de
ser encuadrada en una de las categorías construidas sobre la base del principio
de jerarquía normativa: fuentes de rango constitucional, de rango legal y de rango
sublegal”. 7 Subsecuentemente, su dinámica aplicativa será distinta en cada caso.
Seguidamente, debemos preguntarnos ¿Qué parte del trabajo del órgano
encargado de interpretar judicialmente la Constitución es jurisprudencia
constitucional? El jurista cuyas ideas estamos siguiendo nos asienta una primera
aclaración: “… Es cierto que la que recibe la denominación de jurisprudencia
constitucional”, no resulta equiparable a la “jurisprudencia ordinaria”, porque esta
es el producto de la interpretación y aplicación del Derecho por los demás
tribunales, incluyendo las restantes Salas del Tribunal Supremo de Justicia, siendo

5Esto sigue siendo cierto para el caso venezolano y para todos aquellos ordenamientos
constitucionales que se encuentren en una situación jurídica similar, pues aunque nuestra
Constitución no es tan clara como la Constitución española, toda vez que esta última en su artículo
164.1 señala: “…Las [sentencias] que declaren la inconstitucionalidad de una ley o de una norma
con fuerza de ley y todas las que no se limiten a la estimación subjetiva de un derecho, tienen
plenos efectos frente a todos.”, sí contiene otros preceptos que por deducción lógica y doctrina
consolidada según lo que hemos dicho, van en esta misma línea. Nos referimos esencialmente al
artículo 7 de la Constitución, según el cual: “La Constitución es la norma suprema y el fundamento
del ordenamiento jurídico…”. Pero también nos sirven de argumentos para sostener la conclusión
indicada, lo prescrito en los artículos 334, 335 y 336 eiusdem, normas estas dirigidas a asegurar la
integridad constitucional.
6 PEÑA S., José: Las fuentes del derecho en el marco de la constitución de 1999. Caracas, 2009.

Ediciones Funeda. Capítulo IV: Los referendos y la jurisprudencia constitucional como fuentes de
derecho. Pág. 163.
7 Ibíd. Págs. 183-184.
su carácter reiterado el requisito esencial para su configuración… En cambio este
requisito resulta irrelevante en el caso de la jurisprudencia constitucional, pues
basta una sola sentencia de inconstitucionalidad o una sola sentencia
interpretativa… para que adquiera el carácter de “jurisprudencia constitucional”…”8
Sin embargo, esta aclaración aunque importante, no nos responde la pregunta
formulada, cuya respuesta ha de caracterizar frontalmente la jurisprudencia
constitucional, pues nos focalizará en el tema específico sobre el cual versa, y
como tantas veces ya lo hemos dicho, nos dará cuenta de la trascendencia de
estatuir su contenido como vinculante. Debemos observar qué parte de la
sentencia constitucional constituye jurisprudencia vinculante. A este respecto,
José Peña Solís evidencia lo que sigue: “… cabe concluir que para determinar el
carácter de jurisprudencia constitucional… en primer lugar, debe diferenciarse
entre su parte dispositiva y su parte motiva, y en segundo lugar, se pasará a
examinar cada una de estas partes, pudiendo inferirse de dicho análisis, que tanto
la parte dispositiva como la parte motiva, revisten el carácter de jurisprudencia
constitucional…” 9
Ahora bien, ¿Qué ha de buscarse en el análisis de las partes de la sentencia para
concluir que se trata de jurisprudencia constitucional? El tantas veces citado autor
destaca lo que sigue respecto a la parte dispositiva de la sentencia: “… se infiere
un criterio operativo para determinar cuándo la parte dispositiva de una sentencia
de la Sala Constitucional, reviste el carácter de “jurisprudencia constitucional”, que
consiste en precisar si esa parte innova el ordenamiento jurídico”10
Por otra parte, con respecto a la parte motiva de la sentencia, constituida por las
razones de hecho y de derecho esgrimidas por el juez en su decisión, en donde el
juez realiza básicamente una interpretación constitucional, lo que constituye
jurisprudencia constitucional en este caso sería precisamente eso, o en palabras
del mismo autor, el proceso justificativo seguido por el juez para: “…interpretar las
normas o principios constitucionales denunciados como violados, y a partir de esa
interpretación o tesis interpretativa, pasar a determinar la compatibilidad o no de la
norma con la Constitución…”11, debe tratarse en efecto de: “… interpretación de
normas o principios constitucionales pertinentes para poder decidir el asunto que
se le plantea, independientemente de cuál sea el contenido de la dispositiva…”12
Ahora vemos con claridad, que aquellas partes de la sentencia constitucional, que
podremos denominar jurisprudencia constitucional, constituyen por decirlo de
algún modo, las partes críticas o fundamentales de la misma, las cuales incidirán
de modo positivo o negativo dentro de la configuración del sistema constitucional,
lo cual obviamente tendrá su efecto reflejo dentro del sistema jurídico en general.
8 Ibíd. Págs. 167-168.
9 Ibíd. Págs. 172-173.
10 Ibíd. Pág. 169.
11 Ibíd. Pág. 176.
12 Op. Cit.11.
Por todo esto, se trata de una tarea que debe realizarse con la mayor seriedad y
compromiso con el Derecho.
En síntesis, todas las características fundamentales de la jurisprudencia
constitucional que han sido explicadas, denotan que se trata de una técnica
esencial para el mantenimiento de la completa vigencia de una Constitución
normativa, y en consecuencia la Democracia y el Estado de Derecho, por lo tanto
los magistrados a los que se encargue la alta tarea de proferirla, deben actuar con
serenidad y responsabilidad, pues de lo contrario, ocurre el triste resultado según
el cual: “… Cuando los órganos jurisdiccionales, recurren a las leyes para alterar el
equilibrio de poderes y usurpar competencias y atribuciones consideradas
tradicionales dentro del sistema jurídico venezolano [pero puede ser de cualquier
otro], se constata que no sólo se hace al Derecho inestable, sino que elimina las
bases firmes que sustentan al Estado de Derecho…”13
3. Los distintos métodos para establecer jurisprudencia constitucional
Los distintos métodos que se emplean para establecer jurisprudencia
constitucional, se encuentran directamente relacionados con los métodos de
interpretación constitucional utilizados para resolver cada caso concreto, pues
como se dijo arriba, esta interpretación es la manera privilegiada de desentrañar el
sentido establecido en la norma constitucional de manera abierta. Esta unión
intrínseca, se ha de manejar en clave de la sustancial importancia que tiene la
jurisprudencia constitucional para el derecho mismo, y al ser este uno de los
medios que más irradia la configuración de las relaciones humanas, para el
hombre mismo, para el respeto a su dignidad. De este modo, dependiendo de los
distintos métodos a aplicar, se pueden generar resultados muy diversos, que lejos
de finalizar en un momento específico, hunden sus raíces en el entendimiento
pleno del derecho y el hombre.
Es así como lo establece Laguna Navas, citando a Pedro González Trevijano y
Jorge de Esteban en la siguiente forma: “La función interpretativa de la justicia
constitucional aparece así como un criterio de orientación política y legislativa que
le hace participar, directa o indirectamente, en un proceso de creación de la ley.”14
Esta interpretación constitucional, ha de lidiar con valores y principios, los cuales
por virtud de ella, habrán de gozar de un contenido determinado, contenido que
recae, es bueno tenerlo presente, sobre la construcción de un determinado
entendimiento del papel mismo del derecho como orden normativo en la sociedad,
y al ser este un medio apreciado, que moldea fácilmente la conducta del ser

13 LEÓN., Ramón E.: El precedente constitucional: definición y límites. En Revista venezolana de


Derecho Constitucional nº 8, Julio-Diciembre 2003. Pág. 255
14 LAGUNA N., Rubén J: La Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia: su rol como

máxima y última intérprete de la Constitución. Ediciones Universidad Central de Venezuela. Serie


Trabajos de Grado nº 7. Caracas, 2005 .Capítulo V: Las sentencias abstractas de la Sala
Constitucional. Su carácter vinculante. Págs. 232.
humano, también del entendimiento de qué es el hombre. Es esto lo que nos dice,
Teresa Freixes Sanjuán y José Carlos Remotti, citando a Antonio Pérez Luño al
revelar que: “… los valores tienen una función fundamentadora, ya que son el
núcleo básico e informador de todo el ordenamiento; una función orientadora,
dirigiendo al ordenamiento hacia metas o fines predeterminados, y una función
crítica porque sirven como criterio o parámetro de valoración de hechos o
conductas…”15
Para más abundamiento, al ejecutar la tarea a la que nos acabamos de referir, tan
importante para una correcta realización del orden constitucional, pues esta debe
de estar presidida por el carácter axiológico de la norma constitucional, debe
tenerse muy claramente en cuenta que: “… En la interpretación de valores y
principios se deberá buscar, en cada caso concreto, el máximo efecto integrador
en aras de conseguir que, en esencia, el efecto normativo y la función legitimadora
de valores y principios se ajuste a la estructura y funciones previstos
constitucionalmente para ellos…”16
Ahora bien, es el caso que de los distintos métodos conocidos por la teoría
general de la interpretación constitucional, para realizar una interpretación
adecuada, todos son utilizables siempre y cuando se adecúen a la realidad del
caso concreto, realidad que ha definitivamente de tocar personas específicas, por
lo cual, la utilización de estos modos de interpretar, no puede llevar aparejada la
descontextualización de los derechos y los deberes inherentes a todo ser humano,
y así generar una afrenta directa a los principios generales que deben regir esta
materia, los cuales han sido enunciados en la introducción del presente artículo,
los cuales permiten una objetivización clara y no manipulable de la interpretación,
de modo que no quepan graves contradicciones lógico-filosóficas, en donde varias
premisas principalistas contradictorias puedan tener a su vez valor de verdad
constitucional.
De este modo, somos de la opinión que en este contexto, no se puede
sobreestimar el valor de la democracia como productora de una Constitución
normativa, dando valor completamente intercambiable a cualquier principio, valor o
norma jurídica, pues por este rumbo, el derecho dejaría de ser el sistema

15FREIXES S. Teresa, RENOTTI C., José C.: Los valores y principios de la interpretación
constitucional. En: Revista española de Derecho Constitucional número 35, mayo/agosto 1992.
Publicado en: http://www.cepc.es/revistas/revistas.aspx?IDR=6&IDN=337 Pág.101.

16 Ibíd. Pág. 109.


normativo que en verdad es, para convertirse en un conjunto de reglas a la carta
que finalmente se volvería contra aquellos que batallaron por ellas, pues
terminaríamos en una situación en que exista una legitimación jurídica de la
anarquía, o mejor dicho, que el derecho poco a poco se acerque a esta. Todo este
panorama, pinta aún peor al que teníamos en una situación de absolutismo, de
irrespeto a voluntad de los derechos y deberes de cada ser humano, pues bajo el
nombre y la conciencia de estar en una democracia, se pretenden imponer
pseudo-paradigmas, por lo menos, poco serios.
En este contexto, juzgamos un error epistemológico, el pretender que: “…El
fundamento del derecho de decisión en una democracia, escapa así pues incluso
de aquellos que podrían ser codecisores políticos, por estar facultados para ello, o
simplemente tener la capacidad de hacerlo. La decisión por tanto va más allá,
llevándolos a afrontar y convivir con ella, estando en cuenta que la decisión no
será arrollada o anulada en virtud de una certidumbre de lo correcto proveniente
de un orden superior, ya que dicha certidumbre en el fondo no existe. De esta
manera, le corresponde al pueblo erigirse como la última instancia normativa, a lo
que podemos decir: …“La democracia presupone el relativismo”…” 17 Se trata de
un error, porque la democracia no es un concurso de popularidad, sino que esta
debe exaltar los valores más serios y profundos de la humanidad.
Resumidamente, podemos establecer lo siguiente: para realizar una jurisprudencia
constitucional que se precie de seria, los operadores jurídicos encargados de
realizar este cometido, deben como tarea principal, realizar un test de corrección
teleológica, según el cual no basta averiguar el desiderátum jurídico-filosófico de la
norma constitucional a interpretar, para que conforme a él sea interpretada de
forma cuasi-mecánica, sino que por el contrario, urge la necesidad de dar cuenta
de las implicancias directas e indirectas que dicho desiderátum tienen en el
respeto a la dignidad de las personas implicadas y de terceros, para que sólo ante
una respuesta positiva, dicha interpretación pueda ser aplicada. La dignidad del
ser humano, se debe manifestar en una precisión concreta: darle verdadera
cabida existencial a los valores angulares que han guiado siempre al hombre.
4. Concepto
Llegados a este punto, corresponde plasmar, en una suerte de síntesis de todo lo
abordado en este capítulo, un concepto que pueda fijar una panorámica general
de la idea de jurisprudencia constitucional, con la finalidad de no dejar dudas
sobre la particular y muy influyente materia sobre la cual se va a establecer
carácter vinculante, procurando ser un nuevo llamado de atención respecto a que
esta materia debe ser analizada bajo el crisol de un muy prudente examen, que
tenga en cuenta que las consecuencias de su encuadre científico, terminarán por

17WINIFRIED., Hassemer: Jurisdicción Constitucional en una democracia. En: WINIFRIED.,


Hassemer et al: Jurisdicción Constitucional, Democracia y Estado de Derecho. Editorial UCAB,
Caracas 2009. Págs. 31.
hundir, más temprano o más tarde, muy profundas raíces en los cimientos de una
cultura, la cual sacará a flote lo más real de las motivaciones existenciales de una
sociedad, y cada uno de sus individuos. Esto permitirá, a través de su análisis
previo, sincero y real, el propiciar un verdadero desarrollo integral desde el
derecho.
Considerando pues, toda esta estructura de orden filosófico, podemos concluir que
la jurisprudencia constitucional es una fuente del derecho de raíz jurisdiccional, por
medio de la cual el órgano encargado de emitirla interpreta normas o principios
constitucionales, o innova dentro del ordenamiento jurídico constitucional, con el
fin de preservar el carácter eminentemente normativo de la Constitución,
propiciando así un fortalecimiento en el Estado de Derecho, pero teniendo en
cuenta a su vez como factor primordial que la misma tendrá directa influencia en
un verdadero respeto y garantía de los derechos de los ciudadanos, y en
consecuencia no existirá verdadera jurisprudencia constitucional, si no se tiene en
altísima estima la dignidad del ser humano, entendida como resguardo de los
valores angulares, no producto de alguna moda, que siempre han caracterizado al
hombre.
¿Por qué establecer su carácter vinculante? Su fundamento
Con lo que llevamos dicho, hemos ya avanzado en la tarea de responder
adecuadamente a la pregunta planteada, pues la respuesta pudiese ser avizorada,
considerando la suficientemente fundamentada trascendencia de la jurisprudencia
constitucional dentro de un sistema constitucional. Sin embargo, cabe añadir que
la obligatoriedad del precedente constitucional, según la Corte Constitucional
Colombiana cumple varias funciones: “… Primera, la de preservar la seguridad
jurídica y la coherencia del orden jurídico… Segunda, la preservación de los
derechos fundamentales y las libertades ciudadanas, así como garantizar el
crecimiento económico y el desarrollo sostenible… Tercera, la de preservar el
valor supremo de la igualdad, evitando que casos iguales con identidad de
supuestos fácticos, sean resueltos de manera distinta… Cuarto, la de ejercer el
control de la propia actividad jurisprudencial…”18
Sin embargo, para poder enmarcar correctamente la pregunta sobre el por qué, se
debe abordar como un prius lógico, la pregunta sobre el qué, es decir, lo que se
entiende por carácter vinculante, y a estos efecto, el autor precedentemente citado
anota que el carácter vinculante: “…significa que la doctrina constitucional creada,
así como las sub-reglas extraídas de las normas implícitas de la Constitución,
contenidas en las sentencias constitucionales, tienen que ser aplicadas
obligatoriamente, por el resto de los órganos del poder público; por lo mismo, por

18 RIVERA S., José A: Fundamentos sobre el carácter vinculante de las resoluciones del Tribunal
Constitucional. En: Anuario Iberoamericano de Justicia Constitucional. Publicado en:
http://www.cepc.es/revistas/revistas.aspx?IDR=8&IDN=402 Pág. 350.
los jueces y tribunales que forman parte del Poder judicial, en la resolución de
todos los casos que presenten supuestos fácticos análogos…”19
Todo lo anteriormente dicho, determina que la jurisprudencia constitucional tenga
una importancia primaria para el Estado de Derecho, y más aún si se establece
que esta jurisprudencia constitucional gozará de carácter vinculante, es decir, el
establecimiento de un sistema en el cual será un órgano jurisdiccional el
encargado de determinar con carácter obligatorio, la amplitud o estrechez
interpretativa de la norma suprema.
1. Importancia de la jurisprudencia constitucional para el Estado
Constitucional
Ya hemos establecido que el Estado de Derecho, como conquista que partió de
las grandes luchas sociales, políticas y jurídicas iniciadas con la Revolución
Francesa, tuvo una gran influencia dentro de la jurisprudencia constitucional, pues
este fue capaz de dotar al Estado de una situación que antes carecía, estamos
hablando de una batería novedosa de principios filosófico-normativos, en virtud de
los cuales el Estado, o más bien el tirano, no tendrá ya más la posición de factor
omnicomprensivo y omnisciente dentro del Estado, sino que ahora el gobernante
deberá reconocer en los ciudadanos una persona tan igual a él, y por lo tanto
merecedora de que se le garanticen todos sus derechos como persona humana.
Pero esto no fue todo, pues el Estado de Derecho, tributario de la época histórica
mencionada, evolucionó a una situación jurídica de mayor fortalecimiento de las
garantías indicadas. Se trató de un viraje de un Estado de Derecho, regido
fundamentalmente por el principio de legalidad, a un Estado Constitucional en el
cual con una Constitución de carácter normativo como instrumento fundamental,
se logra que los derechos anteriormente reconocidos, no solamente se amplíen en
número, contenido y modos de garantía, sino que adquieran una vocación de
perpetuidad al incluirse en la norma fundamental del ordenamiento jurídico, con
rango superior a la ley. Aquí es donde se incardina la jurisprudencia constitucional
en todo un contexto de luchas difíciles y dolorosas, como las descritas al principio.
Se trata pues, como lo señala el autor citado inmediatamente arriba: “…En este
modelo de Estado cambian las condiciones de validez de las leyes, pues ya no
dependen sólo de la forma de su producción sino también, y principalmente, de la
coherencia de sus contenidos con los valores y principios consagrados en la
Constitución…”20
La jurisprudencia constitucional, es un mecanismo por medio del cual se facilita la
aplicación de la Constitución a una realidad compleja, en donde si compagina
aquello que es establecido con carácter vinculante mediante este mecanismo, con

19 Ibíd. Págs. 350-351.


20 Ibíd. Pág. 346.
la realidad a la cual debe aplicarse, la cual tendrá como elemento estrella los
derechos propios del ser humano como tal, el Estado Constitucional no solamente
se verá importantemente legitimado, sino también, y esto parece que es lo más
importante, se convertirá cada vez en una vía más idónea para entender bajo el
derecho, a aquella para la cual la Constitución sirve, la persona humana. Pero, si
no se lleva a cabo de esta manera, la jurisprudencia constitucional no servirá de
mucho pues el Estado Constitucional que le sirve de base perdería todo su
sentido. He aquí la importancia de la jurisprudencia constitucional en el Estado
moderno.
2. El principio stare decisis dentro de la jurisprudencia constitucional. Su
importancia y recepción en el ordenamiento jurídico venezolano
El principio stare decisis, fundamentalmente de origen y perteneciente a la
tradición del common law, es por así decirlo, la raíz que se tomó de esta tradición
jurídica para acuñar dentro de los países del civil law, donde la jurisprudencia no
constituye una fuente de derecho principal, el carácter vinculante de la
jurisprudencia constitucional.
En este orden de ideas, Jesús María Casal señala que: “… La pieza central para
la construcción de la jurisprudencia constitucional vinculante ha de ser el
precedente constitucional… La noción de precedente no es del todo ajena a los
ordenamientos jurídicos del civil law o del Derecho continental, sobre todo en su
modalidad de precedente persuasivo… Pero se ha desarrollado y adquirido plena
vigencia en los sistemas del common law como expresión del principio stare
decisis…”21 Se ha expresado también respecto al principio en cuestión que: “…es
una política pública jurisprudencial, en virtud de la cual, un precedente que resulte
aplicable debe, como regla, ser seguido y obedecido, aún a pesar de que el mismo
caso pasado, si fuese decidido en la actualidad, fuese decidido de manera
distinta…”22
La importancia capital del principio stare decisis, se encuentra consignada en la
sentencia del caso Lawrence vs. Texas del 26 de junio de 2003, de la Corte
Suprema de Justicia de los Estados Unidos, de la siguiente manera: “… la doctrina
del stare decisis es esencial para el respeto a las decisiones de esta Corte, y a la
estabilidad del Derecho, pero no es sin embargo, un comando inexorable [entre
otras cosas, ya que] cuando a una Corte se le pide que cambie o modifique un
precedente que reconoce un interés relacionado con una garantía constitucional,
la confianza que un individuo o la sociedad ha dado a la existencia de esa garantía

21 CASAL H., Jesús M.: Cosa juzgada y efecto vinculante en la justicia constitucional. En Revista
de venezolana Derecho Constitucional nº 8, Julio-Diciembre 2003. Págs. 213.
22 DIAZ C., Hernando.: El principio stare decisis y el concepto de precedente vinculante a efectos

del artículo 335 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela de 1999. En Revista


venezolana de Derecho Constitucional nº 8, Julio-Diciembre 2003. Pág. 219.
pesa con particular fuerza en contra de la posibilidad de modificar el
precedente…”23
Continuando con el tema, es hora de realizar una precisión esencial para entender
a plenitud el principio del stare decisis, de esta manera Jesús María Casal sigue
señalando que: “… La aplicación del principio stare decisis y los precedentes
implica determinar los contenidos de las sentencias que resultan obligatorios en
procesos futuros. De ahí surge la distinción entre la ratio decidendi o holding y los
obiter dicta o dicta. La primera está compuesta por las razones básicas y
necesarias que fundamentan la parte resolutiva o dispositiva de la sentencia,
mientras que los segundos son afirmaciones complementarias o tangenciales
emitidas por el pronunciamiento judicial. Sólo la ratio decidendi integra el
precedente vinculante, que rige los casos sustancialmente iguales que se
presenten posteriormente, y se extiende a los otros casos con base en el
razonamiento analógico…” 24
Ahora bien, estando en cuenta de qué significa el principio bajo estudio, cómo se
aplica y cómo se manifiesta en los países pertenecientes a la tradición jurídica del
civil law, corresponde indicar brevemente cómo se manifiesta el mencionado
principio dentro de nuestro sistema jurídico, para así tener conocimiento de una de
sus aplicaciones prácticas. De este modo, Hernando Díaz Candia escribe lo que
sigue: “…La doctrina del stare decisis fue introducida en Venezuela por el artículo
335 de la Constitución de 1999, que es novedoso en cuanto dispone que
decisiones de un tribunal judicial… tienen carácter vinculante erga omnes. Esto
representa un asunto de suma importancia jurídica, ya que en los aspectos que
sean vinculantes, las decisiones de la Sala Constitucional tienen un rango
prácticamente equiparable al de una ley formal…”25
En fin, podemos señalar que el estudio de este principio, nos puede dar una visión
general sobre la manera en que funciona un sistema de precedente constitucional
vinculante, y el por qué funciona de una determinada manera, para así
comprender el lugar que tiene esta materia dentro un sistema constitucional
depurado.26
3. ¿Qué significa establecer el carácter vinculante de la jurisprudencia
constitucional? Análisis de jurisprudencia comparada.

23 Ibíd. Págs. 219-220.


24 Op. Cit. 21. Pág. 214.
25 Op. Cit. 22. Pág. 220.
26 En este sentido, existe un artículo bastante completo, que nos da una visión comparada del

asunto y nos pasea por sus raíces, el cual sirve de complemento de lo aquí dicho. Se trata de:
HERNÁNDEZ, Tomás M: Aproximación crítica a los sistemas de precedentes judiciales
vinculantes. (Análisis del riesgo totalitario de secuestro de la libertad a través de la legitimidad
formal imperativa). En Revista de Derecho Constitucional nº 8, Julio-Diciembre 2003. Págs. 259-
292
De la lectura y análisis de diversa jurisprudencia constitucional comparada,
proveniente de distintas jurisdicciones constitucionales a nivel mundial27, puede
concluirse que en general la doctrina que se ha cernido en la materia de
precedente constitucional vinculante, se ve claramente reflejada en la
jurisprudencia leída, y que toda la jurisprudencia en referencia al unísono deja
establecido de manera muy clara, que la institución del precedente constitucional
vinculante, constituye en el estado evolutivo del derecho moderno, un medio
privilegiado por medio del cual el Poder Judicial, resguarda una serie de valores
constitucionales, que permiten una cierta uniformidad en el criterio interpretativo
de la norma fundamental, todo lo cual no obsta para que dicho precedente pueda
variar, si así lo amerita la mejor realización de la justicia en el caso concreto.
De manera tal, que ante la constatación del tratamiento de la cuestión de una
forma casi unánime con respecto a las aserciones doctrinales esgrimidas a lo
largo de este trabajo, nos dedicaremos a dar contestación a la pregunta formulada
a la luz de lo que destaca la jurisprudencia comparada en la materia. Es así, como
nos dedicaremos a la consideración de alguna de las sentencias constitucionales
de las jurisdicciones constitucionales de mayor renombre, las cuales establecen
criterios suficientemente esclarecedores en este punto.
A este respecto, luce adecuada la consideración del Tribunal Constitucional
Federal Alemán, en sentencia de la Sala Segunda del 10 de junio de 1975,
número 40,88 , en donde claramente determina que: “…En la medida que el
Tribunal del Estado, haciendo referencia a una sentencia del Tribunal Cameral del
2 de enero de 1974, ha expresado la posibilidad de poderse apartar de los
principios desarrollados en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal…
desconoce en forma violatoria la Constitución, así como la envergadura y efecto
vinculante de esa jurisprudencia… El §31 BVerfGG le atribuye a las decisiones del
Tribunal Constitucional efectos vinculantes en la medida que la función del
Tribunal Constitucional Federal, como intérprete supremo y guardián de la
Constitución, así lo requiera… si una norma es declarada nula en su totalidad… o
si sencillamente es calificada como inconstitucional…no puede hacerse ninguna
diferencia en lo que respecta a la vinculatoriedad de los tribunales restantes…”

27 Puede citarse a modo de ejemplo, la siguiente jurisprudencia clasificada por los países cuyos
máximos órganos de justicia constitucional la han proferido: 1-Alemania: Sentencia 40,88 de la
Sala Segunda del 10 de junio de 1975, cuyos extractos han sido publicados en: SCHWABE,
Jurgen (Comp.): Cincuenta años de jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal Alemán.
Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez. Págs 4-5, 2- Bolivia: Sentencias CS 58/2002, del 8/7/02, SC
1310/2002-R del 28/10/2001 y SC1781/2004-R del 16/11/04, 3- Chile: Sentencias Rol Nº 171(1993)
en su considerando número 15, Rol Nº370 (2003) en su considerando nº 13 y Rol Nº 740 (2008) en
su considerando 70, 3- Colombia: Sentencias SU-640 del 5/11/98, SU-047 del 29/1/99, C-836/01
del 9/8/01, T-960 del 6/9/01, y T-131 del 7/12/01, 4- Costa Rica: Sentencia número 01185 del
2/3/95, 5- España: Sentencia 120 del 10/7/87 de la Sala Segunda, 6- Perú: Sentencia del 10/10/05,
expediente número 0024-2003-AI/TC, Sentencia del 14/11/05, expediente número 03741-2004-
AA/TC.
También, la Corte Constitucional Colombiana en sentencia SU-640 de fecha 5 de
noviembre de 1998, fijó que: “…No podría la Constitución orientar el proceso
normativo y el conjunto de decisiones que se derivan de su propia existencia, si
sus preceptos no fuesen acatados por todas las autoridades y las personas. La
Corte Constitucional, cabeza de la jurisdicción constitucional, tiene asignada la
misión de mantener la integridad y la supremacía de la Constitución, de lo cual
depende que ésta pueda conservar su connotación normativa y su poder de
imperio contra todo acto u omisión de los poderes constituidos. La afirmación del
rango normativo superior de la Constitución Política se traduce en las sentencias
que dicta la Corte Constitucional, a través de las cuales esta Corporación cumple
su función de máximo y auténtico intérprete de la Carta…”

Análogamente, el Tribunal Constitucional español ha implantado en sentencia 120


del 10 de julio de 1987 de su Sala Segunda, el criterio siguiente: “…que esa
exigencia constitucional de igualdad en la aplicación de la Ley (o del Derecho)
tiene un carácter predominantemente formal… en el sentido de que a los órganos
del Poder Judicial sujetos sólo a la Ley e independientes en el ejercicio de su
función… no les es exigible la tarea de resolver siempre igual en los supuestos
que se pretendan iguales, pues cada caso, para el mismo Juez o Tribunal, puede
merecer una apreciación diversa, bien por las peculiaridades del mismo, bien por
la variación del entendimiento de la norma aplicable operada por el tiempo, o bien,
en fin, por la necesidad de corregir errores anteriores en la aplicación. Estas
hipótesis es claro que escapan al control de este Tribunal, so pena de interferir en
el exclusivo ámbito judicial... [es por eso que] se impone la explicitación razonable
y justificada de la diferenciación, en armonía, por lo demás, con el deber judicial
de motivar las Sentencias…”

De esta manera, podemos fijar a modo de conclusión, que según la jurisprudencia


constitucional citada, la cual se encuentra de acuerdo en las ideas fundamentales
que han de seguirse para entender y aplicar correctamente la jurisprudencia
constitucional vinculante, la significación real del establecimiento de la misma,
puede señalarse con la siguiente premisa: El establecimiento de jurisprudencia
constitucional vinculante, tiene significado pleno a la luz de la necesidad del
Estado Constitucional de mantener vivo y operativo el conocido y trascendente
carácter normativo de la Constitución, pues dada la generalidad propia de la
norma constitucional, se hace necesario desentrañar los intríngulis de la misma.
Pero esta vinculatoriedad al precedente, no ha de quedar petrificada en el tiempo
y en el espacio, pues puede variar si la justicia lo exige.

4. Problemas constitucionales derivados de no establecer el carácter


vinculante de la jurisprudencia constitucional

La constatación ya suficientemente argumentada, del hecho de que el carácter


vinculante de la jurisprudencia constitucional constituye un instrumento
fundamental de ayuda al robustecimiento del Estado Constitucional, y de este
modo de su pieza estelar, la Constitución, puede darnos material suficiente para
darnos cuenta que si la Constitución como principal instrumento del Estado
Constitucional, no se realiza en la realidad concreta fuera del papel, dándole
pleno apoyo y vigencia verdadera al órgano encargado de la interpretación
constitucional, y por consiguiente a su mecanismo principal de hacerlo, la
jurisprudencia constitucional vinculante, el Estado Constitucional al que hacíamos
referencia, sufriría un atrofiamiento irreversible que haría completamente inútil las
luchas que se dieron y siguen dándose por un Estado que respete la dignidad del
ser humano.

Este atrofiamiento del Estado Constitucional, generaría una serie de problemas


que arropan el ámbito jurídico, pero que al ser fundamentales, trascienden el
propio ámbito de lo jurídico para convertirse en problemas sociales en el sentido
más amplio del término. El primer problema viene desde la consideración anterior:
si una Constitución normativa como generación intrínseca al Estado
Constitucional, cuyo resguardo lo tiene la justicia constitucional, y en primer lugar
la jurisprudencia constitucional vinculante, no consigue el modo de que sea
uniforme y obligatoriamente aplicada, imposibilitará el desarrollo integral de cada
individuo que conforma la sociedad y de la sociedad misma, pues al no haber
parámetros claros de entendimiento de las normas generales de convivencia, no
existe la suficiente cohesión para generar conciencia sólida respecto a la
necesidad del desarrollo.

Unido al problema del desarrollo, se encuentra otro que adquiere características


propias, las cuales hacen considerar que se trata de un dilema fundamental, cuya
consideración desde distintas ópticas, incluida la del derecho, es necesario
realizar, con el fin de hacer las respectivas críticas constructivas serias, respecto
a si estamos construyendo una sociedad sólida, en otras palabras, se trata de
considerar si todas estas ideas, tributarias de nuestra actual sociedad post-
moderna, pueden ayudarnos a construir un ser humano que sea realmente tal.

Estamos refiriéndonos al problema filosófico derivado de que al no existir


jurisprudencia constitucional vinculante – seria, según los parámetros
establecidos aquí- los principios y valores establecidos constitucionalmente se
relativicen, de modo que estos puedan ser válidamente entendidos como
cualquier cosa, generando por erosión de los valores y principios entendidos de
modo inveterado, una conciencia social e individual cada vez más laxa, que
terminará quizá por establecer –ojalá que estemos equivocados- un estado de
anarquía, en el cual todos creen estar defendiendo el mejor derecho, así su base
lógico-filosófica sea evidentemente contradictoria, generando una imposición de
los unos sobre los otros. Sin embargo, al tener una jurisprudencia constitucional
vinculante poco seria, no ganamos nada pues los resultados podrían asemejarse.

Por supuesto, pueden existir otros problemas derivados del no establecimiento de


un mecanismo tan importante, sin embargo, con lo arriba consignado, creemos
que se yergue un marco general, en torno al cual pueden avizorarse problemas
particulares.

5. Consecuencias del establecimiento del carácter vinculante de la


jurisprudencia constitucional.

Al haber ya abordado los fundamentos del carácter vinculante de la jurisprudencia


constitucional, lo cual pretendió dar una conciencia jurídica clara sobre su gran
importancia, corresponde ahora abordar las consecuencias que se pueden
desprender del fenómeno en cuestión. Estas consecuencias, pueden ser
abordadas de modo esquemático, pues al admitir la necesidad de la existencia de
jurisprudencia constitucional vinculante, su futuro dependerá directamente de que
el proceder ciudadano, académico y jurisdiccional, se adapte y asuma el
fenómeno en todas sus consecuencias, pues sólo así gozaremos de una vibrante
Constitución normativa. Así, estas consecuencias son:

a) Es una exigencia que los magistrados encargados de la tarea de


establecer e implementar jurisprudencia constitucional vinculante, tengan
una muy amplia formación, la cual no incluya de modo exclusivo el
derecho, sino que conozcan también las distintas aristas filosóficas,
políticas, sociales y morales del fenómeno, de tal manera que sólo así
serán conscientemente corresponsables de su tarea.
b) Debe propiciarse una mayor y mejor formación ciudadana, de modo que el
individuo en sociedad pueda estar debidamente preparado para recibir de
manera crítica y madura esta jurisprudencia constitucional vinculante.
c) Necesario es también que el producto de una jurisprudencia constitucional
vinculante verdadera, pueda calar más rápido no solamente en la realidad
que se norma, sino también en la conciencia de la sociedad, para así poder
tener un país más fuerte y cohesionado, en donde los antivalores que
dañan a la humanidad sean de muy difícil recibo. Es tarea de la academia,
crear, discutir y mejorar estos métodos.

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