LEILA FERNÁNDEZ-STEMBRIDGE
Para que el crecimiento económico chino pueda ser sostenido, el país debe hacer
frente a una compleja reforma estructural del sistema de Seguridad Social, que
sustituya el obsoleto modelo maoísta, garantice la cobertura universal y rompa
la brecha en la dualidad campo -ciudad.
Reformar el sistema de Seguridad Social constituye una prioridad política para China.
Las razones son múltiples y complejas: el envejecimiento de su población; el éxod o
de más de 200 millones de trabajadores campesinos a las ciudades, traducido en una
creciente presión social e institucional; la reducción de la pobreza rural resultante del
aumento general en la producción; la desaparición del sistema de Seguridad Social
heredado del periodo de Mao, en el que la “unidad de trabajo” o danwei proveía a sus
trabajadores de cobertura médica, alojamiento y educación gratuitos, como
consecuencia de la creciente absorción laboral en las empresas no estatales y el
aumento de la pobreza urbana. Mientras estas tendencias son resultado inevitable de
una economía en transición que deja de lado el equilibrio social, la presión sobre el
gobierno aumenta y la tensión social deja de ser tabú en las decisiones de alto nivel.
A pesar del intenso debate interno, hasta ahora no se ha abordado una reforma real y
efectiva de la Seguridad Social. Esto, en gran parte, se debe a la fragmentación en el
reparto de las competencias institucionales. El ministerio de Recursos Humanos y
Seguridad Social se encarga fundamentalmente de la Seguridad Social, pero también
hay otros ministerios con competencias paralelas: el ministerio de Asuntos Sociales
(apoya los sistemas rurales y da asistencia social a la población urbana); el ministerio
de Finanzas (controla el Fondo Nacional de la Seguridad Social); el ministerio de Salud
(aprueba nuevos fármacos en el mercado); la Comisión Nacional del Desarrollo y de
la Reforma (decide sobre los precios de los fármacos).
Principales obstáculos
– reducción de la pobreza;
Cobertura insuficiente. Aunque por ley la cobertura del sistema de Seguridad Social
es obligatoria para la totalidad de la fuerza laboral urbana, en la práctica, los
principales beneficiarios son los residentes urbanos contratados en el sector formal.
Esto implica que la tasa de participación sea elevada en el ámbito público y en las
empresas privadas grandes, pero reducida en las pequeñas y medianas empresas,
fundamentalmente en el sector servicios. Como consecuencia, mientras la fuerza
laboral se desplaza del sector estatal a las pymes privadas, resulta cada vez más
complicado extender la cobertura de la Seguridad Social. Además, el sistema no solo
no se extiende a la totalidad de la fuerza laboral urbana y excluye a aquellos sin
actividad laboral, sino que escasea en las zonas rurales. Efectivamente, la Seguridad
Social no cubre ni a los trabajadores asalariados de empresas rurales no agrícolas
(que representan un total de 140 millones de empleados) ni a las familias campesinas,
a quienes se les asigna una porción de tierra que les sirve como fuente de ingresos,
pero que tienen una capacid ad limitada para contribuir a la Seguridad Social. En
términos generales, existe una tasa elevada de participación de los contribuyentes en
ciudades desarrolladas (Shanghai) y muy baja en provincias pobres (zona oeste de
China).
Inversión con bajos rendimientos y fraude en los fondos de pensión. Los fondos
urbanos para la jubilación se invierten únicamente en depósitos bancarios y en bonos
del tesoro que, por definición, son de bajo riesgo y aportan menores rendimientos. En
el caso de los fondos rurales de pensión, aunque se pagan con rendimientos
predeterminados, tienden a ser considerados por las autoridades locales como
rendimientos derivados de impuestos, lo que a su vez conduce al amiguismo y a la
corrupción. Inspiradas por el Fondo Gubernamental del Pe tróleo de Noruega, las
autoridades centrales decidieron crear en 2000 el Fondo Nacional para la Seguridad
Social (FNSS). El FNSS se concentra en la inversión de bonos del tesoro y es
supervisado por el ministerio de Finanzas. Constituye una reserva de pens iones
basada en dos principios clave: seguridad de los activos y liquidez, lo que hace que
la asignación de activos tienda a ser bastante conservadora.
Esta actitud “conservadora” ha sido, sin embargo, puesta en duda desde que tuvieron
lugar los famosos casos de corrupción de Shanghai en 2006, en los que el secretario
del Partido, Chen Liangyu, fue destituido por supuesta corrupción y malversación de
fondos en la Seguridad Social de Shanghai; al igual que Zhu Junyi, responsable de la
Oficina de Trabajo y Se guridad Social de Shanghai y a cargo del FNSS, que fue objeto
de investigación por supuesta malversación de fondos en negocios inmobiliarios y
otros; o Qin Yu, responsable del distrito de Baoshan en Shanghai, detenido por
“sospecha de participación en acti vidades ilegales graves” (irónicamente, Qin Yu tenía
un máster en Ética).
– población rural y urbana, bajo la errónea idea de que los trabajadores rurales son
autónomos y trabajan en la agricultura;
– residentes permanentes y trabajadores inmigrantes.
Para apreciar mejor esta doble dualidad, con viene explicar las características del
sistema de Seguridad Social rural, que gira en torno a una cuestión muy básica: ¿cómo
reducir la pobreza en las zonas rurales y establecer a su vez un sistema de Seguridad
Social eficiente para los campesinos? La prin cipal respuesta podría encontrarse en la
creación de incentivos para los campesinos que dejan la tierra y dedican su mano de
obra a actividades no agrícolas: hoy por hoy, unos 40 millones de familias no disponen
de tierra en el campo (16 por cien del total de las familias campesinas).
Dicho de otro modo, los costes en la sanidad tan solo pueden ser contenidos y
controlados si los problemas de salud de los pacientes son atendidos; se tiene en
cuenta su capacidad financiera; mejora l a gestión; el personal sanitario es designado
de forma apropiada; los sistemas de auditoría mejoran; se aplican sanciones si se
producen gastos excesivos; se establecen mejores mecanismos para la recaudación
de primas; los recursos financieros y humanos es tán mejor integrados; el presupuesto
se comparte mejor entre Pekín y las provincias; el ingreso y el gasto de los hospitales
están claramente separados (el Consejo de Estado dispone ahora de un grupo de
trabajo de 11 departamentos encargados de las operaci ones de los hospitales); y
dentro de este contexto, la cooperación con organismos internacionales aumenta.
Trabajadores inmigrantes con reducida Seguridad Social. Los trabajadores
inmigrantes constituyen la “columna vertebral” del empleo urbano (58 por cie n): el 80
por cien de la mano de obra dedicada a la construccion, 68 por cien de la industria
ligera, 52 por cien de los servicios. En general, solo el 20 por cien de los trabajadores
inmigrantes han trabajado para un único empleador durante más de tres añ os, por lo
que tienen menor poder de negociación (largas jornadas y malas condiciones de
trabajo). Aunque no existen datos estadísticos que confirmen esta tendencia, se
estima que la cobertura de la Seguridad Social de los trabajadores inmigrantes en las
zonas urbanas es inferior al 15 por cien, mientras que muchos de ellos dejan de formar
parte del sistema en cuanto abandonan su trabajo. Dado que sus condiciones laborales
suelen ser malas, existe entre ellos una tasa muy elevada de accidentes de trabajo y
enfermedades. Además, como muchos de los trabajadores inmigrantes se concentran
en el sector informal, tienden a no exigir un seguro médico y mucho menos una pensión
para la jubilación. Se estima en un 65 por cien la proporción de trabajadores
inmigrantes que trabaja en el sector formal y disfruta de algún seguro de accidentes
de trabajo y cobertura sanitaria.
– modelo de Shanghai: sistema comprensivo de Seguri dad Social para gastos médicos,
jubilaciones y accidentes laborales. Los trabajadores inmigrantes pagan un tercio;
– aquellos que han trabajado durante varios años en la ciudad, trabajadores urbanos
de facto;
– aquellos trabajadores temporales cubiertos por contribuciones de sus empleadores
por accidentes laborales y cobertura sanitaria limitada durante la duración de su
contrato, pero sin beneficios acumulados.
Con el tiempo, las autoridades locales deberían promover esquemas concret os,
introduciendo un paquete general de seguros (aun estando siempre enfrentados al
riesgo de que los trabajadores inmigrantes quieran salirse del sistema); o si no,
incorporando los seguros uno a uno (primero, la compensación por accidente laboral;
segundo, la cobertura sanitaria; y tercero, la pensión para la jubilación), con una tasa
contributiva reducida.
Conclusiones