Cinco
razones y una reflexión
No hay semana de clases en que no me enfrente a la siguiente frase: “Profe, ¿de qué me va
a servir a mí saber cómo se creó la escritura, o cómo se expandieron los romanos, o cuáles
fueron las características de la Edad Media?”. Un profesor de Historia con un mínimo de
experiencia estará ya preparado para ese tipo de preguntas. La respuesta más obvia es la
siguiente:“Estudiamos historia para no repetir los errores del pasado”.
Sí, pero a veces nuestros alumnos no son capaces de interiorizar del todo esa respuesta,
sobre todo si nos encontramos estudiando la Antigua Grecia o la Alta Edad Media, etapas
históricas lejanas en el tiempo cuyas consecuencias no son tan evidentes en nuestro
presente (como sí lo son la Guerra Civil española o la Segunda Guerra Mundial). Aquí van
algunas de las mejores respuestas a la pregunta de por qué estudiamos historia, a la que
cualquier profesor de Historia se enfrentará alguna vez en sus clases:
¿Os habéis preguntado alguna vez cómo era la vida antes de que existieran los
ordenadores? ¿Cuándo comenzó a habitarse tu pueblo? ¿Qué pasaba antes de que ir al
colegio fuese obligatorio por ley? ¿Qué estarías haciendo ahora si vivieras en el pasado?
¿Por qué celebramos el Carnaval o la Semana Santa? ¿Por qué tenemos castillos, murallas o
grandes piedras colocadas en vertical?
¿Te suenan algunas de estas imágenes? Los Simpsons están plagados de referencias
históricas. En este artículo puedes visitar algunas de ellas: 15 momentos en que Los
Simpsons quisieron emular la historia.
Por qué hay ahora una crisis de refugiados en Siria. De dónde viene eso. Por qué Corea
del Norte es el país más hermético del mundo. Por qué Cuba ha estado bloqueada
internacionalmente por Estados Unidos desde hace medio siglo. Por qué los españoles y los
franceses no nos llevamos muy bien (y no sólo en los deportes). Y muchos
etcétera.Estudiar historia nos ayudará a comprender algunos de los porqués del presente.
Sirios emigrando en el contexto actual de crisis de los refugiados sirios.
Estudiar historia nos ayudará a comprender y a recordar que el problema actual de la crisis
de los refugiados sirios, por ejemplo, no es nuevo, que los europeos ya tuvimos que
emigrar en masa, a otros lugares, huyendo de la crisis (crack del 29), de la guerra (Guerra
Civil española o la Segunda Guerra Mundial) o por cuestiones políticas (Guerra Fría).
Y por último, la razón que más me gusta y que considero un poco más importante de las
anteriores. Estudiar historia nos capacita para hacernos preguntas y extraer
conclusionesa partir de indicios disponibles. Podremos juzgar, en la medida de lo posible,
las decisiones que otros tomaron en el pasado y que afectaron a miles o a millones de
personas, y pensar qué podría ocurrir en casos en que lo actual se presente como algunos
momentos del pasado. Porque el pasado es una rueda de molino que siempre vuelve.
Hoy en día parece que las asignaturas de humanidades están cada vez más
arrinconadas, porque “la moda” es priorizar las asignaturas quizá más prácticas para el día
a día. Quizá el error radica en lo que todos pensamos que es el hecho de estudiar historia.
Esta materia no tiene como objetivo el convertir a los estudiantes en grandes jugadores de
Trivial, o en loros que aprenden a base de repetición y olvidan más rápido aún. Mi lucha
particular como profesor de Historia es la de que mis alumnos no memoricen, sino que
“piensen históricamente” y, que, por tanto, entiendan. Esta asignatura no sirve para
almacenar conocimiento como si fuésemos un lápiz USB. Como ya hemos visto, ¡estudiar
historia tiene una importancia capital! Sirve para comprender todo cuanto nos rodea:
cómo la civilización ha evolucionado hasta hoy, por qué el mundo es como es, cuál es la
razón de los conflictos, el nacimiento de las culturas o de los países. Sin historia,
crearíamos jóvenes sin pasado y sin pensamiento crítico.