Por:
Krystel Roca Heredia
Resumen
Uno de los sucesos más importantes que ha marcado un hito en la historia contemporánea y
un resquebrajamiento en la hegemónica Globalización, fue la tan diferenciada revolución
iraní de 1979. Aquella no se levantó en busca de los valores universales; la libertad,
igualdad y fraternidad. Mas lo hizo en busca de un retorno a sus raíces ancestrales; la re
islamización del Estado. Instaurada la República Islámica, finalizada la Guerra Fría y ante
el nuevo ordenamiento del sistema internacional, Irán ha pasado a constituir una amenaza
para el mundo Occidental. El Islam ha reemplazado al otrora mal soviético. Más que una
religión monoteísta, toma significancia como fenómeno político y desde Occidente se va
forjando un paradigma de corte xenófobo y peyorativo bajo el mito del Orientalismo y
fundamentalismo islámico.
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Introducción
Occidente siempre se ha esforzado por propagar sus ideas basadas en una estructura liberal,
democrática, como un modelo conveniente para administrar comunidad. Las potencias
coloniales no solo dominaban los países colonizados sino también dominaban todo lo que
se podía entender sobre ellos. De este modo nace el Orientalismo1 que servía para legitimar
y reproducir poder desde Occidente.
1
Edward W. Said plantea el “orientalismo” no como una inocente rama del saber que estudia la civilización y
las costumbres de los pueblos orientales, sino un sistema para conocer Oriente mediante el cual Occidente
ha sido capaz de dominarlo desde un punto de vista político, sociológico, militar e ideológico.
Edward W. Said, Orientalismo. De Bolsillo, Barcelona, 2007.
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planteamientos subjetivos para justificar la posición europea sobre ese “otro” que
representa una amenaza a su visión de mundo.
¿Con qué condición una cultura puede determinar una rebelión partiendo de una esperanza
y de una experiencia marcada por «acontecimientos producidos en el cielo»? El filósofo
francés Michel Foucault ve desde el comienzo que allí la historia es la expresión de una
meta-historia o aun de una hiero-historia, que la temporalización del tiempo queda
suspendida en acontecimientos mesiánicos cuyo lugar no es el mundo de los fenómenos
conocidos por la ciencia. Foucault ve también que cierto tipo de subjetividad es entonces
posible, una subjetividad bastante alejada del tema de la ciencia, del derecho y de la moral.
2
"La religión es el opio de los pueblos" (traducción de la cita original del alemán Die Religion. Sie ist das
Opium des Volkes) es una cita hecha en 1844 por Karl Marx.
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Punto de inflexión en el Siglo XX: El reto a la Modernidad
El problema es que los modernos no han sabido tratar con la sagralidad de la vida
humana... y la religión se nos ha colado e instituido en todas las instancias de poder
–Eugenio Trías –
Alrededor de treinta años atrás el mundo atestiguaba uno de los eventos más importantes en
el Siglo XX que tuvo lugar en Irán. Un levantamiento masivo, guiado por un líder religioso
islámico desde el exilio, intentando destronar veinticinco siglos de sistema monárquico. Es
que los años 50´s y 60´s significaron un importante periodo para Irán durante el cual, bajo
el gobierno del Sha Mohamed Reza Pahlevi, se estableció una serie de políticas de reforma
y relaciones con Occidente que, además de influir en la economía, política y sociedad del
país, afectó las tradicionales bases culturales y creó un lazo de dependencia hacia los
Estados Unidos.
Para el Estado iraní, el colonialismo significó la imposición de una cultura ajena y extraña,
la occidental. La rápida modernización y las tensiones religiosas revelaban movimientos
basados en los valores. Huntington sostiene que la modernización “tiende a producir
alienación, anomia y falta de normativa generadas por el conflicto de los viejos y los
nuevos valores. Los nuevos valores minan las antiguas bases de asociación y de autoridad
ante nuevas capacidades, motivaciones y fuentes que pueden ser traídas a la existencia para
crear nuevos agrupamientos”3. En general, los esfuerzos del régimen para occidentalizar la
cultura nacional iraní produjeron serias contradicciones culturales y tensiones que
promovieron un movimiento islámico.
Es que se intentaba borrar las raíces históricas de toda una civilización. Reemplazarla por
valores ajenos donde la identidad estaba en juego. El Islam no es meramente una religión,
es un estilo de vida total y unificado, tanto religioso como secular; es un conjunto de
creencias y un modo de adoración; es un vasto e integrado sistema legal; es una cultura y
una civilización; es un sistema económico y un modo de hacer negocios; es una forma de
gobierno y un método de gobierno; es una clase especial de sociedad y un modo de
3
Huntington, 1970, 37.
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administrar una familia. Es una totalidad espiritual y humana, de este mundo y del otro
mundo4.
Para un país musulmán cuya religión oficial es el chiismo5 desde el siglo XVI cuando la
dinastía Safavi lo implantó, un cambio de paradigma llevó al reordenamiento de todo su
sistema. La revolución fue el ejemplo más dramático de la expresión política del Islam. La
larga trayectoria de oposición del clero chiita a la monarquía y su gradual politización giran
en torno de un argumento central que es la violación a la Sharia, el ordenamiento divino. El
clero se levanta en defensa de ésta y clama por el establecimiento de un régimen acorde a
sus creencias. El Islam juega un triple papel simultáneo, es a la vez ideología de lucha,
religión y guía para el establecimiento de una utopía social conforme a un orden divino
preestablecido.
Bien se entiende desde el Siglo XVIII, que cualquier proyecto revolucionario tiene el
propósito de transformar la nación desde sus estructuras más básicas, y el caso iraní no fue
la excepción. La revolución del clero chiíta triunfa e impone su visión política, económica y
cultural de un Islam integrista por encima de los demás proyectos alternativos,
convirtiéndose en heredero único de la revolución y creando un régimen islámico clerical
comandado por Jomeini.
4
Jansen, 1979, 17.
5
Según León Rodríguez, la separación entre chiitas y sunitas responde a una disputa política que obedeció a
la oposición de criterios en lo que se refiere a la sucesión legítima de Mahoma. Para los sunitas, la sucesión
debía recaer en el más apto, el más piadoso y en el que la comunidad de creyentes designara por consenso;
mientras que, para los chiitas la sucesión correspondía exclusivamente a los descendientes sanguíneos del
profeta. Así, los chiitas se definieron como los partidarios de Alí, quien era el primo y yerno del profeta,
casado con su hija Fátima, motivo por cual, tenía el derecho divino de sucesión como guía o imam de la
comunidad musulmana.
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internacional post guerra fría, han convertido al Islam en el otrora imperio del mal soviético
para los designios ideológicos y políticos de Occidente.
Para el antiguo Imperio Persa se establecía un régimen monolítico donde política y religión
están mezcladas en una misma amalgama. Idea no concebida para la sociedad occidental
que defiende un sistema secular de Estados no confesionales.
Con las reservas del caso, la Revolución de Irán es, en efecto, una revuelta contra la historia
occidental. Fue una revolución hecha para conservar las tradiciones propias, para volver al
camino de la ley plasmada en el Corán. No es una revolución que hable de “Libertad,
Igualdad y Fraternidad”, no es una revolución por la democracia, ni para imponer la
dictadura del proletariado o del campesinado. Esta revolución marca un punto de inflexión
en la historia de la modernidad pues asume un proceso de deconstrucción conceptual
colonial y de construcción y recuperación de saberes y valores ancestrales.
6
Sociólogo y científico social histórico estadounidense. Principal teórico del análisis de sistema-mundo.
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de lado cualquier tipo de saber, de espíteme cultural, tradicional, ancestral generada en las
colonias. La modernidad a través del conocimiento fue la responsable de un proyecto de
imposición de la blanquitud7 euro céntrica del saber. La expansión moderna correspondía a
combatir toda –otra– forma de espíteme del mundo, en este caso, la islámica.
Sin embargo, este mundo moderno, occidental, racional/ilustrado que pretendía ser una
receta uniforme al sistema internacional, nunca imaginó que una revolución se hiciera en el
nombre de Dios, que introdujera un elemento extraño en esta época, un elemento que
invadía lo social, lo político y lo económico, un determinante por el cual esta revolución
jamás sería cabalmente entendida en los países occidentales: El alma.
Entre las cosas que caracterizan a ese acontecimiento revolucionario, está el hecho de que
revela –y pocos pueblos lo han podido lograr en su historia– una voluntad absolutamente
colectiva. La voluntad colectiva es un mito político con el que los juristas o filósofos
intentan analizar o justificar instituciones. Es un instrumento teórico, la voluntad colectiva
no se puede ver.
7
El rasgo identitario-civilizatorio que queremos entender por “blanquitud” se consolida, en la historia real,
de manera casual o arbitraria sobre la base de la apariencia étnica de la población europea noroccidental,
sobre el trasfondo de una blancura racial-cultural. A lo largo de tres siglos (del siglo XV al XVIII), esa
casualidad o arbitrariedad se fue convirtiendo poco a poco en una necesidad y pasó a ser co-determinante
de la identidad moderna del ser humano como una identidad civilizatoria capitalista, en su variante puritana
o “realista”.
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En su desarrollo, la Revolución Iraní se ajusta en sus rasgos generales al patrón establecido
por la Revolución Francesa. Sin embargo, en sus postulados e ideales, el movimiento de
Jomeini niega aquello que las grandes revoluciones seculares y ateas que la precedieron
habían proclamado como valores universales.
Irán con su revolución de 1979, pone en evidencia que no existen estándares o ideales
políticos universales. Ha sido tan abrumador y calculadamente agresivo el ataque contra las
sociedades contemporáneas árabes y musulmanas, acusándolas de ser retrógradas, carecer
de democracia y abrogar los derechos de las mujeres, que se olvida que las nociones de
modernidad, iluminismo y democracia no son conceptos acordados en consenso ni son en
modo alguno, tan simples que puedan encontrarse o perderse en cualquier forma de
gobierno.
El fenómeno religioso, nacido en la revolución Islámica de Irán pone todo eso en tela de
juicio. Significa un clivaje en la historia moderna del Siglo XX como la conocemos.
Estudiar la relación existente entre el Islam y Occidente implica enfrentarse a grandes retos.
Por un lado se debe considerar que esta relación data de siglos de antigüedad, y que ha sido
objeto de grandes cambios, altibajos y sobresaltos. Islam y Occidente son historias
diferentes pero no asiladas; ambas civilizaciones han estado una frente a la otra
interactuando, retándose, influyéndose. Por otro lado, se tiene que la mayoría de la
información sobre el Islam y el Medio Oriente fue escrita desde Occidente, bajo una
respectiva de Occidente y para Occidente.
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Historia y análisis van de la mano cuando se explora la relación entre Islam y Occidente.
Este apartado, de manera breve pretende abordar cómo la relación centenaria entre Islam y
Occidente se ha estudiado desde un punto de vista Occidental, europeo, dando paso a
interpretaciones erróneas o distorsionadas sobre lo que la realidad islámica representa. No
se puede negar que existe un discurso que ha evolucionado por los años, con una fuerte
visión euro centrista, donde se percibe al islam con una connotación negativa, un
fundamentalismo islámico, un Orientalismo.
El Orientalismo clásico representa la visión más occidentalista, donde el contacto con una
cultura distinta a la propia crea una conciencia de la diferencia respecto del otro. Se ve la
historia del Islam como un reflejo invertido de la historia de Occidente, que presenta una
imagen simplificada y desvalorizada de aquella8. El concepto de Orientalismo no puede ser
tomado como una realidad creada por Europa, sino que es un cuerpo de teorías que se han
puesto en práctica durante muchas generaciones y una especie de embudo a través del cual
penetra Oriente a la conciencia occidental; es la noción colectiva que define a los europeos
en contra de aquellos que no lo son9.
Empero, resulta que Oriente no es sólo el vecino inmediato de Europa, es también la región
en la que Europa ha creado sus colonias más grandes, ricas y antiguas, es la fuente de sus
civilizaciones y sus lenguas, su contrincante cultural y una de sus imágenes más profundas
y repetidas de lo otro. Además, Oriente ha servido para que Europa (u Occidente) se defina
en contraposición a su imagen, su idea, su personalidad y su experiencia. En contraposición
a las ideas euro centristas, el conocimiento que América tiene de Oriente parece
considerablemente menos denso; sin embargo la creciente expansión política y económica
de Estados Unidos en Oriente Próximo ha influido decisivamente en nuestro conocimiento
de esta región.
8
Djait, Hicjem: Europa y el Islam, Madrid, España. 1990.
9
Said, Edwar. Orientalismo, p. 21.
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encendida en el campo de las relaciones internacionales en torno a esta cuestión 10. Para
Huntington, estamos en un mundo multipolar y multicivilizacional. Aunque los Estados-
Naciones seguirán siendo los actores más importantes de las relaciones internacionales, los
conflictos futuros tendrán carácter cultural y no tanto político o económico; se producirán
entre civilizaciones, entre grupos de naciones de diferentes civilizaciones. Según
Huntington, la violencia islámica no sólo se dirige a Occidente; "las fronteras islámicas son
sangrientas, desde África a Asia Central": con los serbios en los Balcanes, judíos en Israel,
hindúes en la India, budistas en Birmania y católicos en Filipinas 11
El orientalismo establece que la diferencia entre las dos culturas, primero crea un muro
infranqueable y más tarde propone a Occidente el control, la dominación y el gobierno del
otro puesto que posee un conocimiento superior. Esa es la tónica esencial del espíritu
orientalista. Por un lado están los occidentales que son "racionales, pacíficos, liberales,
lógicos, capaces de mantener valores reales", y por otro los orientales que no poseen
ninguno de aquellos.
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británico y el francés, fueron, unas veces aliados, otras rivales, pero compartieron no sólo el
territorio, los beneficios o la soberanía, sino el poder intelectual que fue el archivo general
de las informaciones e ideas adquiridas en el proceso de dominación. Tales ideas
explicaban el ser de los orientales, su comportamiento, otorgándoles una mentalidad, y
hacían posible que los europeos entrasen en contacto con ellos, considerándolos de acuerdo
a dichas ideas.
Para entender la esencia del Islam resulta menester rechazar las tesis del Orientalismo12,
que lo presentan como “extraño, exótico y misterioso pero también sensual, irracional y
potencialmente peligroso”13. El regreso al modo de vida islámico en Irán es concebido por
la totalidad de la población, logrando lo que pocos pueblos han podido en su historia, una
voluntad colectiva. La religión se vive de modos muy diferentes en Occidente y en Oriente.
El mundo occidental ha aprendido a separar el aspecto religioso de la vida política,
mientras que en Oriente, la religiosidad se vive de manera más intensa y se acepta que esté
mezclada con todos los aspectos de la vida tanto privada como pública. En Irán esta
característica se manifiesta de manera pronunciada con la revolución de 1979, ilustrando
cómo la religión ha sido siempre un factor determinante en el destino político de este país.
Kazemipur y Rezaei explican cómo la religión más allá de ser solamente una cuestión
espiritual, ha llegado a ser un factor de identidad cultural e incluso a politizarse 14:
12
Turner, Bryan: Capitalismo y clases en el Medio Orientes (Teorías del cambio social y desarrollo
económico), México. 1989.
13
Turner, Bryan: La religión y la teoría social, una perspectiva mercantilista. México. 1988, p. 47.
14
Abdollmohammad Kazemipur y Ali Rezaei. Religious life under Theocracy: The case of Iran.
15
Kazemipur y Rezaei, “Religious Lifer Under Theocrazy”.
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La tradición chiíta islámica ha dotado a los líderes religiosos un linaje tal –que viene del
parentesco con Mahoma– que les otorga una legitimidad de facto. Dicha legitimidad les ha
permitido contar con el respeto del pueblo. Éste fue el caso del Ayatollah Jomeini quien
llevo con mucho éxito su proyecto de reislamización en Irán. Pues a pesar de que el Sha
intentó aplicar un modelo occidental, la sociedad iraní se aferró a sus tradiciones islámicas
de origen chiíta. Este movimiento es reflejo del interés de presentar la cultural nacional y la
predominancia del Islam en la sociedad iraní, rechazando de manera tajante los ideales del
mundo occidental respecto el secularismo y la democracia.
Mas estos ideales significan una nueva amenaza para los regímenes occidentales, lo cual
instaura una reveladora situación mundial luego del fin de la Guerra Fría. La imagen de un
Oriente Islámico y bárbaro ha sido fuertemente alimentada por el gobierno norteamericano
desde la Edad Media. A tiempos más actuales, una situación se inscribe en el imaginario
colectivo occidental tras la indeleble fecha del 11-S. Ésta marcó un hito en la meta narrativa
histórica occidental, pues ahora contaban con un argumento más para librar una guerra justa
en contra el mal musulmán; y así fue. La respuesta norteamericana a este episodio, fiel a su
tradición en materia de cultura político-estratégica, fue lanzar la guerra contra el terrorismo.
Es así que el islam muta de una de las tres religiones monoteístas más antiguas para
convertirse en un fenómeno político, un fundamentalismo islámico como la nueva amenaza
ante un mundo libre. El Islam por su larga tradición cultural y teórica que ha sido
desconocida por Occidente, hace que se tengan imágenes estereotipadas, y en algunos casos
falsas, de lo que significa ser musulmán y practicar la religión islámica.
Desde hace varios años para Occidente, Irán constituye una gran preocupación. Gobernado
por musulmanes chiítas que basan sus prácticas de gobierno en principios religiosos, con
investigaciones científicas que buscan capacidad nuclear y con riquezas petroleras que les
permiten llevar a cabo sus ambiciones, Irán es una bomba de tiempo en el centro del Medio
Oriente.
16
Título del libro de Boaventura de Sousa Santos.
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población subyugada, alienada; para plantear una mirada generacional, geocentrada desde
América Latina especialmente desde su concepción epistémica ubicada en el Sur17.
Cuando en la sociedad latinoamericana se inició una conversación acerca de por qué los
proyectos de desarrollo -financiados por la cooperación internacional- no funcionan.
Cuando se entendió que el concepto de desarrollo no tiene traducción a las lenguas
amerindias. Fue emergiendo esa reflexión desde una perspectiva teórica crítica a la actual
configuración del orden internacional, para plantear un nuevo paradigma civilizatorio
alternativo al tradicional hegemónico capitalismo.
Casi iniciando el nuevo siglo, Venezuela con Hugo Chávez marcaba el primer precedente
de esta tendencia de giro a la izquierda. Inicialmente su única aliada seria la longeva Cuba
Socialista. Brasil bajo el gobierno de Inácio Lula Da Silva desplazaba la política brasileña a
un ala más progresista y social. Evo Morales en Bolivia, Rafael Correa en Ecuador
instauraban en sus gobiernos un proceso de reconfiguración de las fuerzas políticas, nuevos
actores y un discurso cercano a los más desfavorecidos. Empero, el elemento más
significativo era ese algo transversal a cualquier política de desarrollo; una cosmovisión
local que pone en tela de juicio los alcances del sistema capitalista, un modelo civilizatorio
alternativo que cuestiona desde el Vivir Bien.
Vivir Bien en las poblaciones de las Américas expresa un proceso, una construcción
paulatina, significa el establecimiento de las condiciones materiales y espirituales para el
desarrollo pleno de los individuos y de la sociedad en armonía con la naturaleza en la
búsqueda y realización de su plena felicidad. Es analizado transversalmente como
cosmología, cosmovisión de los pueblos indígenas originarios. Como escenario de
confluencia y articulación de alianzas estratégicas heterodoxas del sur como espacio de
emancipación.
17
Sur no como zona geográfica, sino como concepto de desarrollo.
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trascendentales, pues América Latina asume el riesgo de repensar desde los eventos
actuales propuestas de nuevos órdenes tanto en lo político como en lo social y cultural, ante
la imperante necesidad de refundar el Estado desde los pueblos que la sustentan.
Sin duda, estos esfuerzos forman parte de las luchas llevadas a cabo de los movimientos
sociopolíticos ancestrales. Son reflejo y manifestación de su insurgencia política, una
insurgencia epistémica. Epistémica no solo por cuestionar, desafiar y enfrentar las
estructuras dominantes del Estado, sino también por poner en escena lógicas,
racionalidades y saberes distintos que hacen pensar el Estado y la sociedad de manera
radicalmente distinta. Es esta insurgencia política y epistémica que está trazando nuevos
caminos, que realmente dibujan un horizonte decolonial, haciendo dar la vuelta a lo que
hemos entendido como Estado y a las lógicas y significantes que han sostenido tal
entendimiento.
En tierra latinoamericana, es a partir del Siglo XXI que se presenta un quiebre, un punto de
bifurcación al sistema tradicional, una ruptura con los patrones de poder
moderno/coloniales propios del sistema mundo, a partir de giros hacia una izquierda
progresista.
Las relaciones existentes entre la Republica Islámica de Irán y la región de América Latina
son señales de un proceso mundial de reconfiguración de la correlaciones de fuerza y
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desplazamiento del poder mundial desde el centro de poder moderno europeo/occidental
hacia las denominadas periferias, constituyéndose el inicio de un orden internacional
multilateral descentrado geográficamente.
¿Qué tienen en común estos dos actores tan distantes geográfica, religiosa y culturalmente?
América Latina e Irán devienen en aliados gracias al rasgo profundamente decolonial que
comparten los procesos políticos internos de ambos. Compartiendo giros de izquierda que
trascienden las temporalidades lineales, haciendo que estas diferencias sean la posibilidad
de un punto de encuentro basado en su pre existencia a la civilización moderna occidental.
Nace de ambos un hilo conductor hacia un responsable representante y configurador del
orden internacional y las consecuencias de sus políticas y acciones estratégicas. La sobre
concentración en Irán, la indiferencia en América Latina, dan oportunamente lugar a la
configuración de procesos contestatarios al orden vigente y bosquejos de ordenes
alternativos.
Buscan una modernización selectiva que por ningún motivo implique una occidentalización
de valores. Buscan destruir las fronteras del Estado-Nación actual, herencias del
colonialismo, y contrarias a una voluntad divina. El antiamericanismo y anti-
occidentalismo no se deben a diferencias religiosas ni culturales, sino al doble rasero de
Occidente a la hora de fomentar la democracia. Demasiado a menudo, se trata al Islam
político como una amenaza global monolítica, del mismo modo que el siglo pasado se
percibía el comunismo.
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A raíz de la presión que la dominación produce, se genera una energía de descontento y
rechazo, la decolonialidad. Es esta energía de naturaleza contestataria la que supera el
orden construido por la modernidad/colonialidad y puede visibilizarse a través de malestar
social.
Tanto iraníes como latinoamericanos –y por qué no ciudadanos de todos los países
subalternizados– pasaron de estupor inicial en el cual los colocó la colonialidad, hacia un
estado de conciencia y lucidez irreversible que permitió interpelar y cuestionar la totalidad
de las verdades moderno/coloniales, para posteriormente reflexionar sobre las propias,
retomar el sentido de la identidad para emprender acciones con banderas decoloniales.
Conclusión
Una revolución que se hizo en el nombre de Dios introdujo un elemento extraño en esta
época, que invade lo social, lo político y lo económico, un determinante por el cual ésta
revolución jamás será cabalmente entendida en los países occidentales: el alma –entendida
desde el aspecto religioso–. En su desarrollo, la Revolución Iraní se ajusta en sus rasgos
generales al patrón establecido por la Revolución Francesa. Sin embargo, en sus postulados
e ideales, el movimiento de Jomeini niega aquello que las grandes revoluciones seculares y
ateas que la precedieron habían proclamado como valores universales.
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una experiencia marcada por “acontecimientos producidos en el cielo”, claramente valores
no proclamados en las revoluciones occidentales, pero tal factor no la descalifica, ni la
elimina de nuestro sistema internacional.
El Islam, el Vivir Bien no son la panacea universal, no son recetas uniformes listas a ser
exportadas al resto del mundo. Los impulsores de la islamofobia, quienes tildan a América
Latina de corrupta y violenta, se nutren de todo aquello que los gobiernos van descuidando
en el momento de transición. El Islam, el Vivir Bien son simplemente una alternativa a los
tradicionales modelos civilizatorios, una alternativa decolonial que busca romper los
patrones moderno/coloniales del poder.
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Referencias
AL’ ALA, Abu. Los principios del Islam. Kuwait. International Islamic Federation of
Student Organizations. 1989. 171 p.
AL- A’LA, Abu. Teoría política del Islam. España. Editorial El Centro Islámico En
España. 1986. 56 p.
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DJAIT, Hicjem. Europa y el Islam, Madrid, España. Editorial Libertarias, 1990.
Pág. | 21