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CENTRO SALESIANO DE ESTUDIOS SUPERIORES

La propuesta educativa salesiana, una


antropología, inmersa en el quehacer
educativo
Filosofía de la educación

Angel Luis Reyes Torres


28/05/2018
Índice
Introducción…………………………………………………………………. 3
Desarrollo …………………………………………………………………….
I. La Iglesia católica y la educación en valores 6
II. El educador 7
III. El educando, retos y actitudes 9
IV. Red Salesiana de Educación en México (RSEM), una propuesta
actualizada 11
Conclusión…………………………………………………………………… 14
Bibliografía…………………………………………………………………... 16

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La complejidad de los fenómenos educacionales hace tan difícil su estudio, que ha
generado recurrir a la creación de modelos educativos. ¿A qué será que se de este proceso? ¿En
dónde radica la problemática educativa o que los modelos existentes no respondan a las
necesidades de las personas, de la sociedad, de la humanidad? ¿De dónde podemos partir esta
reflexión? Sin duda alguna, del ser humano y de la naturaleza. El ser humano pertenece a la
naturaleza. Los griegos le llaman physis que indica “producir”, “engendrar”, “hacer crecer”. Es
aquel ámbito en el cual todo se produce, lo que es así, no pudiendo ser de otra manera. Con los
sofistas nace el concepto de nomos –ley escrita por los hombres- y el de polis –espacio
geográfico y civilizado que hace posible la existencia del hombre; lo que es así, pudiendo
siempre ser de otra manera.
Los latinos denominaron a ésta natura, enlazándolo con nascor, nacer; la naturaleza es aquel
ámbito en el cual unas cosas nacen de otras inacabablemente. La naturaleza será en consecuencia
kosmos, que significa orden y armonía. Así la noción de naturaleza se convierte en el correlato
del conocimiento de las leyes que objetivan a los movimientos tanto astrales como terrestres.
Según Kant, como intelige la naturaleza, ésta se opone a la idea de libertad, como se opone lo
que sucede en conformidad con leyes y lo que sucede al margen de leyes necesarias y rígidas.
Todo este proceso de concepción de lo que nos rodea, de lo que se produce, de la naturaleza
misma, va generando una manera de concebir al ser humano y, por ende, “resulta difícil definirlo
o describirlo teóricamente” (Echeverria, 2013, pág. 18). Es por eso que aún se tiene la tarea de
poder simbolizar la realidad del ser humano que va produciendo y desde la cual se va
conformando. El ser humano se enfrenta con el mundo de dos maneras principales: conociéndolo
y actuando en y sobre él. Dispone de la capacidad para analizar todos estos juicios y enunciados:
a este trabajo de análisis se le puede denominar filosofía.
En este trabajo, filosofía, hombre y educación son conceptos relacionados. El concepto
de filosofía se ha venido modificando a través de la historia. “La filosofía al igual que todas las
creaciones del hombre -arte, ciencia, religión, etc. -, es histórica. No puede comprenderse la
filosofía si no se le relaciona con el hombre y con las situaciones concretas en que ésta se da”
(Albarrán, 1994, pág. 11). Por otra parte, para la antropología, el “anthropos -hombre- es la
unidad funcional implicada en la praxis educativa” (Fullat, 1997, pág. p. 27). Y la educación es
“un proceso de transmisión de posibilidades que una generación lega a la siguiente” (Echeverria,
2013, pág. 105). Con estos elementos se puede descubrir la interrelación de los conceptos y del

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quehacer histórico-educativo-filosófico del hombre. Es por eso que, descubriendo la importancia
de la antropología filosófica en el quehacer educativo, la cual ha generado diversas perspectivas
y modelos de educación, y junto con la filosofía de la educación, la cual “aborda la educación
desde múltiples perspectivas” (Echeverria, 2013, pág. 2), se pueden valorar los avances que se
han dado en la educación.
La antropología filosófica es “saber sobre el sentido del ser humano” (Fullat, 1997, pág.
16). Este saber permite tener diversas maneras de ver al hombre; de atender a sus necesidades; de
conocerle o de que él sea objeto directo o indirecto de conocimiento. Porque como dice
Echeverría (2013) “es importante tener en cuenta esta situación, ya que detrás de cada teoría
pedagógica subyace una filosofía del ser humano, implícita y o explícita” (pág. 6).
El presente trabajo, valorando las diversas ideas y propuestas de tantos autores, solo quiere
recoger algunas líneas sobre la educación y presentar la educación salesiana como oportunidad
de transformación desde los valores. Sabiendo que esta es una propuesta integral y que busca el
desarrollo de las potencialidades de la persona.
La persona está en el camino de su perfeccionamiento, a través del uso adecuado de su
libertad; hacer buen uso es optar en vista de valores auténticos. Estos son aquellos que
promueven y desarrollan mi ser como persona. En ese sentido, el valor central es la
persona misma, su dignidad, que debe ser respetada y promovida. Así, pues, el criterio
que define a una cosa como valor es la medida en que tiende al bien auténtico de la
persona. (Echeverria, 2013, pág. 112)
La educación ha sufrido cambios considerables. Aquellos que se dedican a educar corren
el riesgo de salirse del camino, siguiendo los procesos y normas que el gobierno ha
implementado con las llamadas “reformas educativas”. Según la Real Academia Española (RAE)
educar, del lat. Educāre, significa 1) Dirigir, encaminar, doctrinar. 2) Desarrollar o perfeccionar
las facultades intelectuales y morales del niño o del joven por medio de preceptos, ejercicios,
ejemplos, etc.
¿Acaso las reformas educativas responden al sentido, estricto, de educar? “El sistema
educativo ha ido experimentando cambios originados por diferentes factores políticos, jurídicos,
sociales y económicos que influyen en su concepción, funciones, operación y gobierno”
(Zorrilla & Barba, 2008). Esto permite abrir la posibilidad que, la educación, puede estar
perdiendo el rumbo y la realidad se ha maquillado con discursos bonitos y números inciertos. Si

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las reformas educativas no cumplen con la misión de educar, debe quedar claro que, según
Delors (1996) “la educación tiene la misión de permitir a todos sin excepción hacer fructificar
todos sus talentos y todas sus capacidades de creación, lo que implica que cada uno pueda
responsabilizarse de sí mismo y realizar su proyecto personal” (p.18). Por lo tanto queda claro
que, sin importar lo que haga el gobierno o quienes estén al frente de los sistemas educativos,
cada uno debe tomar las riendas de su educación.
En el proceso de hacer responsable, de acompañar, de hacer fructificar los talentos y
valores de las personas, vienen los salesianos con el modelo educativo preventivo, obra del santo
Juan Bosco. El cual pretende dar a conocer las normas y, después, vigilar el cumplimiento de las
mismas. Descansa por entero en “la razón, en la religión y en el amor” (J. Bosco, 1877). Este
sistema es lo que se ha puesto en práctica desde 1845. Actualmente por ejemplo, los salesianos
(por sus siglas SDB) y las Hijas de María Auxiliadora (por sus siglas HMA) trabajan bajo una
‹red salesiana de escuelas en México› (por sus siglas RSEM) con la misión de “encontrar un
trabajo educativo de calidad que apunte a cómo lograr mejores estándares de aprendizaje que
empoderen especialmente a la infancia y a la juventud más postergada” (ENES, 2017, p.5).
Tanto Delors como los salesianos, tienen claro que empoderar o hacer fructificar, a través
de la educación, es parte de las herramientas que pueden llevar a la transformación del individuo
y de la sociedad, porque esta educación se basa en valores. Por otra parte, Echeverría (2013) dirá
que “será uno de los fines primordiales de la educación formar al educando en la responsabilidad
en cuanto al uso de su libertad” (pág. 109). También la línea de los valores, porque esto va
generar que se logre que cada uno se enamore del conocimiento en sí; de la búsqueda; de los
libros; de la educación. Solo así, logrando esto en las primeras etapas educativas, se podrá ver
grandes cambios sociales. Está comprobado que a “mayor tiempo de escuela no significa
calidad…”, no son las muchas horas lo que genera el conocimiento; son los métodos, la
pedagogía, la preparación del docente para responder y atender las necesidades; así como el
compromiso de la sociedad, de su núcleo, la familia y de cada individuo que desea ir pos de la
transformación.
Una educación por la cual se esté dispuesto a dar la propia vida, porque, como dijo Juan Bosco
(1877)
es un difícil arte de educar a la juventud… pues el educador es una persona consagrada al
bien de sus alumnos; por lo que debe estar pronto a cualquier molestia o fatiga, con tal de

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conseguir el fin que se propone, a saber: la educación ciudadana, moral y científica de sus
alumnos (p. 233).
Difícil, pero no imposible. Pues hombres ya han emprendido este camino y la Iglesia siempre ha
estado promoviendo una educación que transforma, una educación en valores.

I. La Iglesia católica y la educación en valores


La Iglesia, siempre, ha sido promotora de la educación. ¿qué puede ofrecer, la iglesia, a
la sociedad en la actualidad? una educación en valores como la propuesta, específica, del Modelo
Educativo Salesiano que tiene como misión: “Educar en los valores cristianos, teniendo como
base el amor que encontramos en Cristo, para así crecer en nuestra sociedad, a través de otros
valores, como la justicia, la paz, la solidaridad” (2016). Los valores son respuestas a las mismas
necesidades de la sociedad y, también, un reflejo de la unión con Dios. Esto se logra gracias a
que la Iglesia, según José María Barrio (2000) “ha propiciado la idea de que la educación ha de
atender al desarrollo armónico de la personalidad, desde una peculiar antropología cristiana”
(pág. 71). Y la Iglesia, como institución religiosa, “trata de aquellos valores que tienden a
responder a las cuestiones más importantes del hombre, a iluminar el sentido último de la vida
humana; donde el punto focal es Dios” (Echeverria, 2013, pág. 121)
Los valores se han entendido como: “guías que encaminan la conducta personal hacia
determinada meta; indican qué ‘se debe hacer’; definen lo correcto y lo incorrecto; lo importante
y lo superficial. Para que un valor lo sea realmente es necesario creerlo, decirlo y actuarlo de
manera constante” (Pick, S. 2009). Pero para la Iglesia católica, según el P. Thomas Williams,
L.C. en su libro “Virtudes y valores” define a los valores como “aquellos bienes que nos
mejoran como personas, y que practicarlos libremente construye una personalidad coherente y
rica”. Se entiende ¿qué es un valor? y también ¿para que educar en base a ellos? para “construir
una personalidad coherente y rica”, “ser fuertes” o “encaminarnos hacia determinada meta”.
Los valores ayudan en el manejo de las emociones y pensamientos con el fin de hacer lo
más conveniente, aunque algunas veces no sea lo más placentero o correcto. Yáñez nos dice que:
“la escuela de los primeros años es responsable de improntas decisivas en la vida
estudiantil. ‹si no se aprende en primaria a esforzarse, a ser ordenado, a decir la verdad y
a aceptar la autoridad del maestro, es difícil que esto se aprenda más tarde›” (p.100).

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Por lo tanto es tarea de todos sumarse a la educación en valores, desde etapas tempranas de
desarrollo psicosocial-intelectual del niño.
A lo largo del siglo XX algunos filósofos elaboraron una listas de valores y establecieron
una escala de los mismos, pero es importante darse cuenta que todos los seres humanos tenemos
valores propios. La aparente carencia consiste en que hay diferencias en su orden jerárquico y
éstas dependerán de la historia de cada individuo. Sin embargo, Delors nos dice que “la
educación debe esforzarse al mismo tiempo por hacer al individuo consciente de sus raíces, a fin
de que pueda disponer de puntos de referencia que le sirvan para ubicarse en el mundo, y por
enseñarle a respetar las demás culturas” (1996, p.52). No importará el orden jerárquico, si en la
base se encuentra el respeto. Para jerarquizar los valores es importante preguntarse ¿Qué es lo
más importante para mí?, y como católico, es importante preguntarse y responder ¿Cuál es mi
esencia de ser cristiano? Así se podrá descubrir sobre qué se está caminando.
Según Juan XXIII “el bien común de la sociedad, es la suma de aquellas condiciones de
vida social mediante los cuales los hombres pueden conseguir más plena y rápidamente su
perfección, consiste, sobre todo, en el respeto de los derechos de la persona humana (1961,
Mater et Magistra). Por ello, la protección del derecho a la libertad y libertad religiosa,
corresponde tanto a los poderes civiles como a la Iglesia y a otras comunidades religiosas, de un
modo propio cada uno, conforme a su obligación con respecto al bien común. Así que es
esencialmente obligación de todo poder civil el proteger y promover los derechos inviolables del
hombre. La Iglesia católica, en especial, debe de ayudar para que su aportación en la sociedad no
sea solo espiritual, que falta hace, sino también proactiva; buscando nuevas formas de insertarse
y de actualizarse, siendo así solidaria, congruente y entablando un dialogo, abierto, sobre los
problemas que atañe a la sociedad.

II. El educador
Dicen que los profesores si existen. Dentro del modelo educativo salesiano, aunque ya se
han desarrollado algunas características, es importante mencionar más rasgos de aquel que debe
y desear hacer de la educación transformadora en los valores. El docente, primero, debe conocer
la figura de Buen Pastor. Después debe empezar un proceso de acercamiento a los valores
cristianos y a la vivencia de los sacramentos. Luego debe ir conociendo el estilo salesiano, para
poder combinar las dos líneas.

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Los primeros ejercicios que debería realizar son importantes: la opción por los jóvenes,
ese es pilar. Luego empezar a ser sensible a las necesidades, a la realidad, a la presencia del
joven. Porque, solamente así, como dice Álvarez (2010)
“es necesario partir, no sólo de los conocimientos previos, sino de las condiciones
sociales que han rodeado al sujeto a lo largo de su historia en vistas a diseñar una
intervención educativa que responda a situaciones sociales donde existe ausencia de
elementos materiales y ambientales propicios para la educación” (p.104).
Otro ejercicio es la empatía que permite la aceptación integral de la persona. Considerando que
esto permite dar pasos seguros. El modelo educativo salesiano maneja cuatro componentes de la
formación integral que conforman el perfil del educando y que cada educador debe conocer y
ayudar a desarrollar.
 El sentido de Dios (espiritual): Aquel que conecta con nuestro Padre Dios.
 La aceptación del crecimiento personal (humano): Aquel que permite conocer y ver lo que
somos y a que se está llamado. Este tiene una conexión muy profunda con el espiritual.
 El compromiso por los demás (apostólico): Este es un reflejo de la sensibilidad por las demás
personas, movidos por el amor de Dios. Es un reflejo de cumplir con lo que Dios manda que
se haga, servir y amar al prójimo.
 La responsabilidad con el entorno (social/comunitario): Es un componente importante que
permite crecer en ser comunidad o ser iglesia, miembros de un mismo pueblo, hijos de un
mismo Dios. Hace sensibles a las necesidades del lugar donde, cada persona, se encuentra
con el mundo, casa de Dios. Hace trabajar por la justicia, la paz y el bien común; este acerca
al mundo, esté o no acorde con la fe se profese.
Para lograr lo anterior, el educador, debe tener presente a Dios en su vida, para no salir
del camino a seguir. Hacer un trabajo, consciente, de las limitaciones en cada persona que
acompaña, pues uno de los problemas es generalizar las deficiencias. Según Leaman (2012) “lo
que hace que una persona progrese en una situación puede causar problemas en otra” (p 15).
También es importante conocer las dimensiones y ser pacientes en el acompañamiento, pues es
un trabajo que conlleva tiempo. “El sistema preventivo, por su parte, subraya la vigilancia del
educador como un elemento esencial para el éxito de un proceso educativo” (Álvarez, 2010, p.
115).

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El educador debe tener “las condiciones necesarias para preparar materiales, corregir
tareas, continuar su formación, documentar el trabajo didáctico, redactar proyectos y mantener
contactos” (Yánez, 2016, p. 71). El día que la sociedad comprenda lo que significa ser profesor,
maestro, docente… y dejen de ver, pensar o creer que es “un camino fácil”, para tener un trabajo
ese día se podrá caminar hacia el éxito de la educación. La clave es valorar la importancia del
profesor y después de ahí tomar otras medidas de atención. La educación es siempre una tarea
agotadora. Y siguiendo el modelo educativo salesiano se debe tener presentes las palabras de San
Juan Bosco, en su opúsculo sobre el Sistema Preventivo (1877)
“la práctica de este sistema, preventivo, se apoya totalmente en las palabras de San Pablo:
‹‹la caridad es benigna y paciente; todo lo sufre, todo lo espera y lo soporta todo››. Por
consiguiente, sólo el cristiano puede practicar con éxito el Sistema Preventivo. Razón y
religión, son los medios de que ha de valerse continuamente el educador, enseñarlos y
practicarlos él mismo, si desea ser obedecido y alcanzar su fin”.

III. El educando, retos y actitudes


“Parece clara la necesidad de contar con una precomprensión antropológica más o menos
explícita de lo que es el hombre y lo que puede dar de sí” (Barrio, 2000, pág. 26). No existe un
alumno especifico, todos y cada uno es diverso en su historia, en su contexto, en su pensar, en su
actuar, inclusive cuando viven en la misma casa o con los mismos padres. El educando vive
conforme va aprendiendo y experimentando su realidad. En la educación no es la excepción. Son
diversos los factores que pueden influir para que esta se viva o se experimente, pero bien se sabe
que hay algunos retos que como individuo y como sociedad se deben enfrentar y que impactan
en el proceso de aprendizaje. Ya se ha mencionado que la familia es educadora, y es educadora
en valores, aunque existen propuestas; sin embargo no todos alcanzan a ser beneficiados, por
ejemplo por la propuesta educativo salesiana. ¿Qué se aprende en casa? ¿Qué valores se
transmiten en las nuevas familias? ¿En qué contexto se está educando?
El futuro de la educación-la escuela del futuro, según Terry Wrigley (Yánez, 2016) está
influyendo en muchas escuelas, dice el autor. Terry habla sobre la escuela como una casa de
aprendizaje, sin embargo ¿Qué pasa en realidad? La casa no es lugar de aprendizaje; actualmente
es un lugar de violencia, de falta de vínculos, desmotivadora, que no lucha; usar la palabra casa,

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no es la mejor metáfora. Siguiendo la propuesta de Terry el futuro de la educación es educar
familias, educar la casa. Según Delors
“en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Social, celebrada del 6 al 12 de marzo de
1995 en Copenhague, se hizo un balance alarmante de la situación social actual,
recordando en particular que ‹‹más de mil millones de seres humanos en el mundo viven
en una pobreza abyecta y la mayoría padece hambre todos los días›› y que ‹‹más de 120
millones de personas en el mundo están oficialmente desempleadas y muchas más están
subempleadas” (p. 56).
En este contexto, de peligros para la buena enseñanza, hay factores internos y externos a la
escuela; estos, son, “condicionamientos que afectan el entramado social y la eficacia de la
escuela, incluso, el propio sentido y relevancia de la institución pedagógica” (Yánez, p. 107).
Sin duda existe la necesidad de enfocarse en las familias y sus contextos, para poder
conocer a que se enfrentan los niños y jóvenes, en la actualidad. Además, se tiene una deuda ¿por
qué será importante la educación en la familia? Un niño, en la familia, aprende a escuchar, a
seguir indicaciones, aprender valores, desarrolla habilidades de comunicación e interacción; sus
primeros aprendizajes se asocian a sentimientos de seguridad o de culpa… Y quien “siempre esta
o debería estar acompañando” serán los progenitores-padres. La educación inicia en casa y se
estandariza en las aulas, con los profesores, también. Dice Yánez (2016) que “distintos estudios
y autores sostienen: la importancia y apoyo que la familia concede a la educación de los hijos
puede ser más determinante que la escolaridad de los padres o su nivel socioeconómico” (p. 83).
Se puede hablar, entonces, de la importancia de la presencia educativa del padre de familia.
El educando, en este contexto donde se vive y se mueve, debe “no solo participar con sus
opiniones, debe ser partícipes en la gestión escolar”; “disciplina, orden, limpieza,
responsabilidad individual…aprecio por la lectura, uso eficaz del tiempo y esfuerzo” (Yánez,
2016, p. 99, 103). El educando, el joven debe dejarse guiar por aquel que sabe desea llevarlo por
buen camino. “En la confianza recíproca se encontraba la clave para lograr los frutos educativos
esperados o echarlos a perder… se tenía una respuesta positiva, querida por parte de los jóvenes,
la correspondencia a la actitud de amor del educador” (Peresson, 2010, p. 367).
Corresponde a la relación del joven consigo mismo buscar, en su interior, las
herramientas y las respuestas para subsistir. Encontrar ese deseo de crecer y madurar como

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persona y salir adelante aun a pesar de las inclemencias del tiempo, de la realidad… algunos le
llamaran resilencia.

IV. Red Salesiana de Educación en México (RSEM), una propuesta actualizada


La RSEM es “un signo de esperanza y propuesta de futuro” (ENES, 2017, p. 5), pues es
una respuesta a la compleja tarea educativa, ya que es sensible a los signos de los tiempos, las
necesidades y los contextos. En la propuesta salesiana, sus integrantes, sus destinatarios,
internos-externos, deben ser conscientes que la educación nos sobrepasa, que no es un espacio;
son sus integrantes, sus ideas, su pensamiento, la búsqueda de conocimiento y bienestar social lo
que interesa. Ya que esto se funda en el sistema preventivo de Don Bosco, el cual es “un estilo
pedagógico que parte de una auténtico amor educativo por los jóvenes que los conduce a su
máxima realización: ser buenos cristianos y honestos ciudadanos” (ENES, 2017, p.11).
Educar preventivamente es anticiparse a la acción y reacción del joven que responde al
medio en que se encuentra y con las herramientas que tiene. Por lo tanto es importante conocerle
y estar donde él se encuentra, para poder guiarlo, acompañarlo y/o dirigirlo en un ambiente de
confianza y con un amor recíproco. Educar preventivamente es creer, es tener esperanza e ir al
encuentro; buscar la cuerda, del joven, que se debe de tocar para ayudarle a crecer de manera
integral. Se vive estando en medio de los niños, adolescentes y jóvenes. Compartiendo con ellos
diversos momentos, que permiten interactuar y conocerles. Generando un ambiente de alegría y
diversión, basado en el respeto mutuo. Proponiendo maneras de encontrarse, ya sea el juego, el
diálogo, el estudio, que permitan potenciar las capacidades que tienen e ir integrando aquellas
que carecen. Dice Yánez (2016) “el ambiente escolar es más importante que la belleza de los
edificios…” (101).
La preventividad y el estilo educativo que vive el carisma salesiano trata de ser integral y
de vivir las diversas dimensiones de la propuesta educativa salesiana; tiene un mayor avance en
preparar para la vida; dicen que los profesores “perfectos” existen según Leaman (2012) cuando
un maestro va a motivar, debe “explicar, a los alumnos, por qué están estudiando el tema que se
trate y cómo puede ayudarles” (p. 78). Cuando, en un grupo, se entra en esa dinámica, las clases
trascienden, tienen sentido y los alumnos responden de manera asertiva. Siguiendo en la
propuesta salesiana, se hace una opción por la dimensión evangélica; donde se desarrollan

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diversos itinerarios de crecimiento en la fe, como las clases de religión, celebraciones
eucarísticas, mensajes de buenos días, que son
“palabras afectuosas en público a los alumnos antes de que se vayan… para
avisarlos o aconsejarlos sobre lo que han de hacer o evitar; procurando sacar una
moraleja… aquí está la clave de la moralidad y de la buena marcha y éxito de la
educación” (Bosco, 1877).
Dentro del modelo educativo salesiano, uno de los rasgos significativos que propone es el
encuentro con el joven. Dicen Leaman (2012) “la atención personal y conocer a los alumnos,
haciendo que se sientan valorados como personas…” (78). La oportunidad de conocer al joven
permite que, partiendo de sus necesidades, se le pueda atender. Una de las propuestas de Carmen
Gaita dicen que el docente “será consciente de que cualquier proceso educativo necesita tiempo
que no puede estar previamente determinado. Estaré abierto a modificaciones en la
programación, a partir de los alumnos” (Yáñez, 2016, p.73). Se entiende que, en el sistema
salesiano, sea un encuentro cargado de “una presencia que ejerce un fuerte poder de persuasión
en el cumplimiento de las normas y procesos educativos… así como apoyo en el infradesarrollo
de habilidades y capacidades” (Álvarez, p.107).
El trabajo en red, de los salesianos en México, favorece a la comunidad educativa que
“prepara a las personas, tanto en nuevas aptitudes, como en las actitudes y valores” (ENES,
2017, p. 13). Tiene una visión fundamentada en cuatro pilares: integral, flexible, perfectible y
responsable socialmente. Esto quiere decir que, según el Modelo Educativo Salesiano:
“Es una visión que tiene diversos pasos, previamente establecidos, y abarca a toda la
persona; el modelo se adapta a las necesidades de los tiempos; se le permite modificarse,
siempre y cuando el objetivo sea ser más eficaz y tenga un impacto en la sociedad”
Con este trabajo se pretende que “la centralidad descanse en la persona del educando
como auténtico protagonista” (Álvarez, 2010, p.82). Es un reto en la actualidad, porque se tiene
la idea que “asistimos a un cambio de escuela con una serie de acciones colaterales
características de esta nueva época, como son la sociedad de la información y del conocimiento;
crisis económica y de valores” (ENES, 2017, p. 7). Sin olvidar que, en la actualidad, somos
como quien ha ingerido una píldora que nos hace receptores pasivos de los mensajes de los
superiores; actualmente esa píldora nos ha enajenado de nosotros mismos, nos ha cegado y
ensordecido, nos ha llevado al límite de la parsimonia y la desganes…olvidándonos de hacer que

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los alumnos “caminen gustosos hacia la fuente de agua fresca donde beberán el conocimiento de
un libro…” (Yáñez, 2016, p.57).
Dentro de la propuesta salesiana, uno de los factores claves para poder llevar acabo esta
misión, requiere que el educador funja como acompañante del proceso educativo. “La necesidad
del acompañamiento se sustenta en el hecho de que el aprendizaje no es meramente la expansión
de una fuerza interior autocreativa” (Álvarez, 2010, p. 106). El profesor es una persona de la cual
se espera compromiso, dedicación; se necesita de alguien que pueda ir trazando el rumbo,
educativo, y el deseo de transformar los discursos con la realidad de una vida apasionada por
educar. “Las escuelas del siglo XXI deben fiarse de los profesores dispuestos a hacer esfuerzos
considerables y a ejercitar, más allá de las exigencias tradicionales de su trabajo en el aula”
(Yáñez, 2016, p.38).
RSEM sigue trabajando para que los más de 50 colegios que atiende, en México, se
presenten como “una fuerza educativa y evangelizadora que la familia salesiana tiene en las
distintas sociedades y que demanda mayor organización y calidad educativa” (ENES, 2017,
p.32).

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Conclusión.
A lo largo de este escrito he querido plasmar las ideas más relevantes en torno a la educación,
tomando los diversos materiales vistos desde la filosofía de la educación y la propuesta educativa
salesiana. Ha querido ser un recorrido por las diversas ideas que se conjuntan en esta conclusión.
Primeramente, estoy convencido de la importancia de tener una clara concepción antropológica,
en este caso me baso en la propuesta salesiana. Así como la educación en valores, como
fundamento de la personalidad, de las creencias, de los ideales del ser humano. En segundo
lugar, creo que los valores trascendentales se pueden encontrar en las religiones, especialmente
en la católica. Dentro del desarrollo de los valores he resaltado que debería existir una
jerarquización de los mismos, pero entiendo que cada individuo puede otorgarle un grado de
importancia, diverso a otro. Sin embargo me convenzo que para una sana convivencia, el respeto,
es clave; pero desde un punto espiritual, el amor es trascendente.
Ante esta experiencia, de educación en valores, la cual se ha visto disminuida en la actualidad, y
que podría ser una respuesta a los diversos conflictos que vive la humanidad, voy presentado al
educador y al educando, así como sus retos, actitudes y/o características. El educador, no
solamente, es el docente que se encuentra en un aula; citado anteriormente, Yánez (2016) habla
sobre “distintos estudios y autores que sostienen: la importancia y apoyo que la familia concede
a la educación de los hijos puede ser más determinante que la escolaridad de los padres o su
nivel socioeconómico”. Y esto me parece, absolutamente, relevante. Pues no queda duda que la
figura y el rol de los padres de familia es clave en la educación, es clave en la transformación de
la realidad.
Dentro del libro la escuela que soñamos existe un capitulo que se titula el profesor es una
persona, del cual he realizado una reflexión y la externo aquí mismo:
En este capítulo, el autor, ha distribuido la responsabilidad. Siempre se pueden escuchar
las quejas o reproches de alumnos, padres de familia o directores, diciendo que el docente
no es “competente”. El profesor es una persona de la cual se espera compromiso,
dedicación… pero del alumno se espera, también, compromiso, dedicación…de los
padres de familia se espera compromiso, dedicación…de los directores/instituciones se
espera compromiso, dedicación… me queda claro la educación es una tarea que compete,
de manera diversa, a todos; requiere compromiso, dedicación…

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Esto es, sin duda, una tarea que nos compete a todos y una actitud que debemos de reflejar todos,
el compromiso, la dedicación. Es verdad que las familias pueden estar desfragmentándose, pero
debemos luchar, comprometernos, por velar por su integridad, con la educación en los valores.
Y refiriéndome a velar, luchar, educar, familia, valores… estoy convencido que la propuesta del
modelo educativo salesiano, plasmada en México a través de la red salesiana de escuelas en
México; pero también plasmada en todo el carisma salesiano, de las diversas obras en el mundo,
que atienden SDB e HMA, así como la familia salesiana, son una respuesta actualizada a los
diversos conflictos y situaciones que enfrentamos, no solo, en educación.
El modelo educativo salesiano es una propuesta basada en el amor, que logra convertirse, según
Peresson (2010) en:
la experiencia transformadora, en la medida que la experiencia adquiera el carácter de
vivencia, sea sentida con intensidad y globalidad, y adquiera la dimensión de
profundidad, genera cambios hondos y hasta radicales en las personas y al mismo tiempo
impulsa y promueve transformaciones profundas en el medio donde se vive y en la
sociedad (p. 298).
Esta propuesta, salesiana, se sigue actualizando, según el trabajo plasmado por el Equipo
Nacional de Educación Salesiana (ENES) que en su trabajo 2016-2017, signo de esperanza y
propuesta de futuro plasman las líneas que desean seguir para ser en la Iglesia y en el mundo
“signos y portadores del amor de Dios a los jóvenes, especialmente a los más pobres.” (art. 2,
const. Sdb). Convencido de que la propuesta, de nuestro Padre San Juan Bosco, ha sido
impulsada por Dios para gloria de Él y salvación de la humanidad, especialmente la juventud. No
me queda duda que, lo que los salesianos estamos llamados a ser y hacer puede, todavía,
transformar la educación.
Nuestra vocación nos pide que seamos íntimamente solidarios con el mundo y con su
historia Abiertos a las culturas de los pueblos donde trabajamos, nos esforzamos por
comprenderlas y acogemos sus valores, para encarnar en ellas el mensaje evangélico.
Las necesidades de los jóvenes y de los ambientes populares, y la voluntad de actuar con
la Iglesia y con su nombre, mueven y orientan nuestra acción pastoral por el
advenimiento de un mundo más justo y más fraterno en Cristo (art. 7, const. sdb).
Dejémonos transformar por la presencia de Dios en nuestra vida, para que, reflejando su amor,
transformemos nuestro entorno.

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