La visita de Koncke fue vista con recelo en Managua. Se trata de un puente que
Almagro tiende a Ortega, ansioso de oxígeno frente al desprecio y la presión
internacional por la brutalidad desatada contra quienes exigen un cambio en
Nicaragua. El secretario general de la OEA ya intentó negociar con el régimen
de Managua unas reformas que permitieran mayor transparencia electoral y
garantías de elecciones libres en 2017, pero el sandinista se negó. Ahora
Almagro intenta que la crisis de Nicaragua no desemboque en una situación
similar a la de Venezuela, ofreciéndole una negociación a Ortega, pero con
condiciones claras, que incluyen someterse a las “recomendaciones del
sistema interamericano”.
Países como Argentina, Colombia, Costa Rica, Brasil o Chile ––incluso México
antes del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador–– han exigido en el seno
de la OEA la liberación de los detenidos, el respeto de los derechos humanos,
que finalice la persecución contra las voces críticas y que se convoquen
elecciones anticipadas con garantes internaciones.
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