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Aaron Coplan

Música e imaginación
Edit. Emece
Argentina 2003
pps. 208
Rafael Ramírez Hernández
Antropología histórica.
zs15030301

“El amor es fundamental. Sin amor, es difícil trabajar


bien. Y, en la cocina, eso es muy importante. Cuando
alguien es amado, puede crear mejor. Hay más pasión.
Hay más pensamientos bellos. Gracias al amor,
hacemos cosas lindas y gracias al amor, a veces
creamos catástrofes.“
---Ana Roš

La imaginación en la música.
Una vez más, luego de leer este libro estamos ante una incógnita gigante que
me acompaña a lo largo de la investigación documental que supone mi segunda
práctica de campo, y que en ella, pretendo hacer análisis respecto al cómo funciona
la dinámica antropohistórica de la música.
Este libro fue formado por seis disertaciones que nuestro autor, aborda
libremente sobre el papel que desempeña la imaginación en el arte de la música.
Las preguntas que debemos hacernos, sin temor a equivocarnos, luego de la
lectura de este libro donde sale a relucir la dicotomía entre lo que se dice y sentimos
al escuchar la música, son bastantes cardas. ¿Quiénes somos cuando escuchamos
música? ¿Dónde estamos cuando escuchamos música? ¿Cómo escuchamos
música? ¿Somos mejores personas cuando escuchamos música? ¿Qué técnica
debemos emplear cuando escuchemos música? ¿Cómo debemos escuchar
música? ¿Qué música merece especial esfuerzo para ser escuchada y valorada?
En fin, sólo por enunciar algunas preguntas que son las que plantea Copland
en su libro, pero no pararíamos por preguntar más, porque más pregunta un niño
que responde un sabio.
Para el caso que nos compete, hacer una antropología de la historia a partir
de las lecturas de este tipo de libros, es menester hacer hincapié en el proceso en
cómo músicos de la talla de Copland, Stravinsky o Carlos Chávez, piensan la
música y cómo la música, en su papel de elemento de comunicación, se
desenvuelve en la sociedad que, además de consumirla, produce, reproduce, y
eventualmente, determina qué género escuchar sobre los demás. Por ello, Copland
reconoce dos tipos de escuchas aunado a esto: El oyente experto, que bien
podríamos llamar melómano y el oyente analfabeta, por llamarle para identificarlo.
Al primero se le distingue por tener unos gustos musicales un tanto más exigentes
ya que se debe a la experiencia y a un compromiso especialmente de tipo individual,
a esa pasión por adentrarse al mundo sonoro y que, reforzado con el don de saber
escuchar – nos dice Copland – es capaz de alcanzar un disfrute tal que muy pocas
personas podrían, ya que separan la mitología o todo el halo de misterio que rodea
a una obra musical y del que la vox populi no hace sino ensombrecerlo, es el disfrute
por el disfrute dividiendo el canon de lo que se dice que es la música de lo que es,
en el instante que se disfruta por un goce más bien personalizado.
Para el caso del oyente incauto, es sino la curiosidad lo que lo atrapa, es la
curiosidad que lo lleva a gustar y disfrutar un estilo de música, y pocas o raras veces,
son gustos concienzudos merced a la publicidad, o el bombardeo del que es víctima.
Es decir, que el oyente analfabeta, es poco más que un consumidor pasivo y el cual,
imagina, comprende y sólo consume lo que la oferta del mercado sonoro le ofrece.
Es este el oyente promedio, y sin embargo, no todo suena tan mal. Pues, la música,
la que se llena de mitos populares, es la música muchas veces de las naciones, es
la música que cumple una función social específica. Y aquí es donde hay un
contraste entre el escucha que, se siente identificado con un tipo de música que,
acrisolado con los discursos que claman por reforzar una identidad.
La imaginación es un poderoso elemento personal que, nutre de ideas y de
apreciaciones sensitivas a un colectivo de personas, y que, van indicando pautas
de cómo aprecian la música. Pero sumados a ello, la industria musical hace mella y
también se vale de esto para que, con su gama de ofertas, nutra el arcoíris musical
del que dispone las nacionalidades. Y si a esto, le atribuimos la música nacional, de
protesta, música sacra, música contestataria, música de denuncia social… música
y tradición oral, tenemos como resultado, un panorama bastante variado y diferentes
formas de ver, escuchar, así como diversos escenarios y momentos en los que la
música se desarrolla.

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