El episodio de Emma
Freud estaba tratando a Emma, una paciente que sufría de histeria. Le había pedido Fliess
(como en otros casos) que le examinase para detectar cualquier patología de los cornetes y
de los senos nasales que pudieran constituir un factor determinante de sus síntomas
abdominales histéricos. Fliess llegó desde Berlín para operar a Emma en febrero de 1895,
pero no pudo permanecer en Viena el tiempo suficiente para ocuparse de su asistencia post
operatoria.
El primer triunfo
A lo largo de todo éste período se encontraba dedicado a escribir sus contribuciones a los
"estudios sobre la histeria". Además trabajaba en un ensayos sobre la neurosis de angustia.
No obstante, ninguno de ellos representaba el área de sus esfuerzos principales. Freud
estaba siendo su primer intento por llegar a una psicología general. Al hacerlo, se debatía
entre la tentación de formular su hipótesis dentro del marco de la neurofisiología y el
creciente reconocimiento de que tendría que desarrollar sus conceptos dentro de un marco
puramente psicológico. La primera línea de pensamiento dio lugar, en el otoño de 1895, al
"Proyecto"; la segunda, después de cuatro años más de tanteo, al capítulo 7 de "La
Interpretación de los Sueños".
Por otra parte, Freud había comenzado a entender que una comprensión satisfactoria de la
patología psíquica sólo podía alcanzarse si se la basada en una verdadera comprensión del
funcionamiento psíquico normal. Estaba naciendo el postulado de que el psicoanálisis tenía
que ser parte integral de una psicología general.
Freud le envió una carta el día siguiente de su sueño de Irma. Según la propia interpretación
de Freud, el tema principal del sueño de Irma era su deseo de exculparse de cualquier
responsabilidad por los continuados síntomas de su paciente. Si continúa con síntomas, éstos
tenían que deberse a alguna enfermedad orgánica. La exculpación desplazó toda culpa hacia
su amigo Otto (el doctor Oskar Rie), que aparentemente había cuestionado sus resultados
con Irma en una conversación con Breuer, y delineó dos grupos de personas a las que
adjudicada ideas opuestas. Uno de los grupos estaba compuesto por aquellos que "no sabían";
que hacían diagnósticos disparatados; que como Otto, aplicaban inyecciones con jeringas
sucias; que, como M (Breuer) hacían observaciones estúpidas mientras examinaban a la
paciente. El segundo grupo estaba compuesto por una sola persona: la exaltada figura de su
amigo Fliess. Las asociaciones de Freud también incluían su preocupación por Fliess porque
éste sufría de rinitis supurante, dolencia que podía provocar piemia.
Freud también mencionó que había hecho examinar a Irma por Fliess para descartar dicha
patología nasal. Todas estas conexiones con el episodio de Emma indican que él deseo
principal que se escondía detrás del sueño de Irma no era el de exculparse a si mismo, sino a
Fliess. Su deseo consistía en no poner en peligro su relación positiva con Fliess.
Interpretación del primer sueño no sólo marcó un hito en la evolución del psicoanálisis, sino
que también se convirtió en el vehículo fundamental del autoanálisis de Freud y, por tanto,
de su evolución personal. A partir de ese momento, una parte de Freud comprendió que era
él que estaba explorando algunos de los grandes enigmas de la vida, mientras Fliess iba
camino de perderse en especulaciones cada vez más fantásticas. La inevitable disolución del
elemento de tipo transferencial en su relación seguirá un curso lento y difícil.
En septiembre de 1895, Freud visitó a Fliess en Berlín. En el tren, de regreso a Viena,
comenzó a escribir su "proyecto para una psicología científica", que completó en unas pocas
semanas. Aunque se trata de una obra fragmentaria, es ahora, después de 70 años, cuando
comenzamos a comprender todas sus implicaciones en el desarrollo pasado y futuro del
psicoanálisis como psicología general, y a correlacionarla con los más modernos
descubrimientos de la neurofisiología.
Además dentro de describir las enormes dificultades que encontró en sus intentos para
terminar el "proyecto", las cartas de Freud correspondientes a éste período reflejan también
la agitación creada por su autoanálisis y el flujo de nuevas ideas sobre la génesis de la
neurosis, acompañados de un resurgimiento de los sentimientos positivos hacia Fliess,
obviamente intensificados por su encuentro en septiembre.
Los síntomas de Freud no duraron mucho y a partir de ese momento parecieron ceder
gradualmente, aunque Freud se hallaba inmerso en el período más intenso de su
autoanálisis. Esto ocurría dos años después de que los síntomas se hubieran presentado por
primera vez y unos 20 meses después de los ataques más agudos de dolor anginal y de
taquicardia paroxística, calendario que se ajustaba a mi hipótesis de que, en la primavera de
1894, Freud había sufrido una trombosis coronaria leve.
A partir de ese momento, el síntoma físico que Freud mencionó, con mayor frecuencia fue la
"migraña", dolencia que tanto el cómo Fliess padecían.
El año acabó, para Freud, con un acontecimiento optimista. El 3 de diciembre de 1895, nació
su sexto hijo y "evidentemente fue portador de fortuna" porque a partir de entonces la
práctica profesional de Freud casi se duplicó.
Autoanálisis
Freud comenzó el nuevo año -1896- con una larga carta en la que expuso una especie de
síntesis de sus últimos esfuerzos por conceptuar sus descubrimientos. Desde entonces (con
ciertas excepciones, como en “Más allá del principio de placer”, de 1920, y “El bloc
maravilloso”, de 1925), Freud abandonó sus propósitos de formular conceptos en términos de
neuroanatomía y neurofisiología y se dedicó a las formulaciones expresadas en términos
psicológicos. Al parecer, durante esta época, Fliess ya estaba profundamente envuelto en
sus hipótesis sobre la “periodicidad”.
En una carta del 13 de febrero de 1896, Freud utilizó por primera vez el término
"metapsicología" en relación con su intento de formular una psicología general "en
profundidad".
Durante esta época, también podemos destacar cierto cambió en la relación de Freud con
Fliess.
Una semana después de escribir la carta del 13 de febrero, Freud recibió el manuscrito del
libro de Fliess, Diebeziehungen zwischen nase und weiblichen gescklechtsorganen in iheren
biologischen bedeutungen dargestallt, que se publicaría en 1897. Este manuscrito contenían
las inverosímiles especulaciones de Fliess sobre la periodicidad, es formulada de la siguiente
manera:
"la hemorragia menstrual de la mujer es un proceso que afecta a ambos sexos, y cuyo
principio es anterior a la pubertad...
aparte del proceso menstrual de 28 días, existe otro tipo de fenómenos periódicos, con un
ciclo de 23 días, al que se encuentra sujeta gente de todas las edades y de ambos sexos.
Y si ambos están presentes tanto en el hombre como en la mujer, eso resulta coherente con
nuestra constitución bisexual. Además, tanto el día de nuestra muerte como el de nuestro
nacimiento están determinados por los mismos y los trastornos de las enfermedades están
sujetos a las mismas leyes periódicas.
La madre trasmite sus periodos al hijo. Los períodos se continúan en el hijo y se tramiten de
generación en generación. Estos ritmos no están limitados a la humanidad, sino que se
extienden al mundo animal y, probablemente, a todo el mundo organico.La maravillosa
precisión con que se cumple el periodo 23 o, según sea el caso, de 28 días enteros, permite
sospechar una conexión más profunda entre las relaciones astronómicas y la creación de los
organismos.
Freud, a cambio del interés y el estímulo que proporcionará Fliess, le brindaba admiración
efusiva y alabanzas pro su obra. Había estado dispuesto aceptar teorías inverosímiles
lo que probablemente atrajo Freud de la hipótesis de la neurosis nasal refleja fue que Fliess
relacionaba muchos de los síntomas, presuntamente vinculados con la patología nasal, con
trastornos vasomotores de origen sexual que trataba, y afirmaba curar, mediante
aplicaciones locales de cocaína, una forma de terapia basada en la investigación de Freud
sobre la cocaína.
Más difícil resulta comprender que indujo a Freud aceptar la especulaciones de Fliess sobre
la periodicidad de los acontecimientos biológicos. En cualquier caso, la especulaciones de
Fliess sobre la influencia de ciertos períodos en la fecha de las enfermedades y de la muerte
contribuyeron a la preocupación obsesiva (tan semejante la superstición) de Freud con
respecto a su propia muerte y a la fecha en que se produciría.
En un principio, Freud creyo que en la hipótesis de la periodicidad de Fliess había un area
que podía proporcionar algún tipo de base "orgánica", fisiológica, a la periodicidad de los
ataques de angustia que se producen en la neurosis de angustia. Pero Fliess llego,
progresivamente, a considerar que los "períodos críticos" constituía en el factor etiológico
decisivo, en tanto que Freud subrayó la importancia del conflicto psíquico como factor
desencadenante de la neurosis.
Las últimas hipótesis de Fliess crearon una nueva complicación; la migraña y otros tipos de
dolor de cabeza parecidos por Fliess se proyectaban y se predecían para ciertas fechas
"críticas" y, por supuesto, con frecuencia se cumplían. Pronto, para consternación de Freud,
hasta las fechas de sus "congresos" tenían que coincidir con períodos "no críticos". En su carta
del 16 de marzo de 1896, Freud expresó: "realmente, todavía no ha superado la depresión
que me produjo tu calendario de dolores de cabeza. De algún modo me alegro de que la
próxima Pascua esté alejada del periodo que has subrayado como más crítico".
En la siguiente carta del 16 de abril de 1896 dice Freud: "... con la cabeza llena de períodos
y de presentimientos sobre sumas, orgulloso de haber alcanzado cierto reconocimiento y con
un audaz sentimiento de independencia, regrese con una sensación real de bienestar y tengo
la esfera intermedia, un refuerzo de la impresión de que todo es como yo supongo y que
todo quedará claro. REESCRIBIR LA CARTA esta carta es notable. Es raro encontrar tantas
expresiones de su estado de ánimo y tantas descripciones de su estado físico, aparentemente
contradictorias, en una sola carta.
En la primera parte de la carta, Freud manifestaba su independencia y su convicción de que
todas sus resoluciones se iban confirmando gradualmente. Al mismo tiempo, le asegurara a
Fliess que se estaba sometiendo a su sugerencia de romper todo contacto social y científico.
Por un lado, algunas cartas de ésta época indicaban que Freud tomaba nota sobre sí mismo y
su familia para controlar la validez de los "períodos" y, por el otro, que sus ataques de temor
a la muerte no tenían nada que ver con la periodicidad, para proclamar en el párrafo
siguiente cuando bien le habían dicho su encuentro con Fliess.
Añadase a esto las aparentes contradicciones entre la manifestación inicial de bienestar
físico y la enumeración de síntomas tales como migraña, secreción nasal y accesos de temor
a la muerte. La migraña y la secreción nasal crean síntomas que tanto Freud como Fliess
padecían y en cuya etiología los dos estaban interesados.
En principio, Fliess atribuyó la migraña, en gran medida, a la patología de la nariz y de los
senos nasales. Más tarde intentó también enlazar las fechas de los ataques de migraña con
sus cálculos de las leyes de periodicidad.
Las ideas de Freud referentes a la causas de migraña y a los factores que desencadenaban
dicho ataques reflejadas las vicisitudes de su relación con Fliess, su autoanálisis y el progreso
alcanzado en sus conceptualizaciónes.
Durante la década de 1890, Freud hizo alusión con frecuencia ataques de migraña y
resfriados. Se inclinaba a relacionar sus dolores de cabeza con la nariz. En consecuencia, no
sólo recurrió a frecuentes aplicaciones locales de cocaína, sino también permitió que Fliess
le practicará diversas cauterizaciones y, quizá, algunas intervenciones quirúrgicas de los
cornetes, en ocasión de sus "congresos". Cuando Fliess comenzó a ser cálculos sobre las leyes
de "periodicidad", Freud intentó averiguar si, al menos, era discernible alguna recurrencia
periódica de su migraña. Pero simultáneamente tomó conciencia de la conexión existente
entre la migraña y el conflicto neurótico. Aunque Freud clasificó repetidas veces este
síntoma de como perteneciente a la histeria, en realidad estaba describiendo lo que ahora
denominaríamos como síntoma "psicosomático".
Pero éste punto Freud entró en conflicto con sus descubrimientos psicológicos, con la
hipótesis de Fliess y con sus sentimientos personales hacia el. ¿Debía asignar mayor
importancia a los factores "psicogenéticos", a la patología nasal o a los cálculos de
periodicidad? Durante un tiempo transigió; la "nariz" y, cada vez con mayor renuencia, los
"períodos" eran reconocidos, y el conflicto neurótico se consideraba un factor
desencadenante; no obstante, en la valoración de Freud creció la importancia de éste
último, y no sólo con respecto a la migraña.
Sobre la base de su correspondencia con Fliess, podemos asumir que durante la década de su
relación íntima muchos de los ataques de migraña de Freud se vieron precipitados en su
autoanálisis. Cuando el análisis lo liberó no sólo de síntomas como su fobia a los viajes, su
preocupación excesiva por la fecha de su propia muerte y, sobre todo, de sus conflictos de
tipo transferencial, los ataques de migraña perdieron importancia y, en consecuencia,
disminuyó el interés de Freud en la misma.
En la singular carta del 16 de abril de 1896, fueron mencionaba también ataques de temor a
la muerte. En ese caso había reconocido que los mismos eran carácter neuróticos, originados
por una identificación neurótica con la muerte de del escultor Tilgner.
Víctor Tilgner era un escultor que había conquistado considerable reputación en Viena. Su
biografía y ciertos detalles de las últimas semanas de su vida parecían, "hechos a medida"
para favorecer una identificación neurótica con el.
Habitualmente, Freud escribía sus cartas -como ésta dirigida a Fliess-a última hora de la
tarde, de modo que tuvo oportunidad de enterarse de la muerte de Tilgner en la edición
vespertina de Neue Freie Presse, que leía fielmente todas las tardes y que contenía una
extensa nota necrológica con la biografía de Tilgner y una amplia descripción de su ataque
mortal, una típica trombosis coronaria que era, en muchos aspectos, una réplica de los
ataques de Freud.
El nombre de Tilgner, Víctor, era el mismo que el de Adler, uno de los fundadores y líderes
del partido socialdemócrata, quien había desempeñado un papel importante en la evolución
de Freud durante sus años estudiantiles.
La vida y la obra de Víctor Tilgner habían sido, en muchos sentidos, paralelas a las de Freud.
Nacido en 1844 (12 años antes de Freud) había llegado a Viena a los dos años de edad y
pasado su infancia en una gran pobreza. Había mostrado talento artístico ha edad muy
temprana y le fue concedida una beca para estudiar esculturas en la academia de arte de
Viena; aunque recibió muchas medallas, debió luchar duramente por su sustento diario. Era
conocido por su resistencia a hacer concesiones en su credo artístico en respuesta a la crítica
pública.
Incluso cuando Tilgner había alcanzado ya moderado éxito como escultor, no se atrevía a
probar suerte monumentos y estatuas que, poblaban palacios, teatros y plaza de Viena.
Sentía que antes de hacerlo debía visitar Italia, el país de sus sueños. El viaje fue posible por
el generoso regalo de un acaudalado industrial, que le proveyó de fondos necesarios.
Las cartas de Freud a Fliess, estaban impregnadas de su anhelo por ver Italia, especialmente
Roma. Logró ver Toscana y el norte de Italia antes de 1897, pero no visitó Roma hasta 1901.
El tema del sufrimiento por las deudas económicas (a las que presuntamente escapó Tilgner)
también figuraba en la vida de Freud. En 1896, todavía debía dinero a algunos de sus amigos,
principalmente a Breuer, situación que le molestaba en exceso. En años posteriores no podía
tolerar deberle nada a nadie.
Cuando la ciudad de Viena decidió erigir una gran estatua de Mozart, Tilgner se presentó a
concurso y lo ganó. El último año de su vida estuvo principalmente dedicado a la creación de
este monumento. Cuando presentó síntomas anginales, sus médicos le aconsejaron limitar
drásticamente su actividad. Sin embargo, continuó trabajando sin cesar y sólo consintió en
tomar unas breves vacaciones cuando su obra estaba preparada para ser trasladada de su
estudio a la plaza. Comenzó a sentirse acosado por ansiosas dudas, "mi gratificación sólo será
completa si pudo verla [la estatua] libre y totalmente descubierta".
De inauguración de la estatua de Mozart estaba programada para el 21 de abril de 1896. La
tarde del 15 de abril, Tilgner dio las instrucciones finales para grabar algunos compases del
don Juan de Mozart en la base del monumento. Pasó la tarde jugando "Taroco", el juego de
cartas predilecto de Freud y durante la noche, Tilgner tuvo repetidos ataques de dolor muy
intensos en la región del corazón, acompañado de dificultades respiratorias y murió a la
mañana siguiente.
Es bastante curioso que a Freud, que no era en absoluto amante de la música, preguntarán
las óperas de Mozart, especialmente don Juan. Los compases que debían grabarse en el
monumento estaban tomados de la escena final de la ópera: la escena en la que el espectro
del comendador, a quien don Juan había matado después de seducir a su hija, aparece ante
el villano, que muere bajo el impacto de la aparición. Es difícil pensar que fuera casual el
hecho de que Tilgner eligiese este motivo, en una época en que sentía desgarrado entre
expectativas conflictivas de triunfo artístico definitivo y la muerte. Freud todavía no había
alcanzado el punto de poder hacer frente a la última e inescrutable realidad con plena
serenidad. Por otra parte, su propio padre envejecía con rapidez y, de hecho, enfermó
mortalmente pocos meses después.
No es sorprendente que la lectura de todos los detalles de la vida y muerte de Tilgner
evocara en Freud un ataque de temor a la muerte. Más aún, reconoció su relación como una
respuesta neurótica y no presentó ningún síntoma de este tipo después de su autoanálisis.
Por esta razón, Freud podía decir en ese entonces que se sentía bien, porque cada vez era
más capaz de no preocuparse por ligeras molestias físicas. Podía dominar su temor a la
muerte en tanto comprendía su causa.
Podemos atribuir ambas contradicciones aparentes -la que hay entre su orgullosa
independencia y su agradecida sumisión a Fliess, y ya que aparece entre el bienestar físico y
diversos síntomas físicos y temores neuróticos-el progreso de su autoanálisis.
Como Freud decía en su carta del 16 de abril de 1896, tenía que cumplir un compromiso
antes de refugiarse en un aislamiento completo: una conferencia en la sociedad psiquiátrica.
En una carta a Fliess, comenzaba el 26 y terminaba el 28 de abril, describía esa experiencia:
"una conferencia sobre la etiología de la histeria en la sociedad psiquiátrica mereció una
gélida recepción por parte de los asnos y esta singular evaluación de Krafft-Ebing: "suena
igual que un cuento de hadas científico". ¡Esto después que uno les ha demostrado la
solución a un problema que tiene más de 1000 años... una "fuente del Nilo"!".
Autoanálisis sistemático
sólo pocos días después encontramos dos cartas, escritas con 48 horas de diferencia (4:06 de
diciembre de 1896) rebosan ideas, descubrimientos y planes para el futuro.
La carta del 3 de enero de 1897 dice:
"no fracasaremos: es posible que el lugar del estrecho que buscamos hallemos océanos cuya
exploración completa deberá ser emprendida por quienes nos sucedan. Dame diez años más
y concluire la neurosis y la nueva psicología... cuando no me dominan los temores, me siento
capaz de enfrentarme con todos los demonios y en cuanto a ti, todavía no sabes lo que es el
miedo (C.54)".
Todo el pasaje indica un cambio sutil pero importante en la actitud de Freud ¡ahora es el
quien tranquiliza a su amigo!.
La vena optimista continuó.
La carta del 24 de enero terminaba así: "creo haber pasado ahora el límite de edad; mi
estado [mental y de salud] es mucho más estable" (C.57).
Las cartas de este período, que comenzó el 4 de diciembre de 1896 y se prolongó durante
todo 1897, estaban plagadas de indicios de constante progreso y de esfuerzos.
En 1987, Freud se había aproximado mucho más al desarrollo de la técnica de la asociación
libre.
Los logros de Freud en este período derivaban de la plana atención con que escuchaba las
declaraciones de sus pacientes y la suiza propias.
En marzo de 1897, la lucha interior de Freud se vio intensificada a causa de su profunda
preocupación por la enfermedad de su hija mayor Mathilde, que sufría un grave caso de
difteria (la difteria era entonces una de las enfermedades más temidas de la infancia).
Eso carta del 16 de mayo de 1897, Freud le dijo a Fliess: "algo hierve y fermenta dentro de
mí. Sólo aguarda o una nueva embestida". En esta carta mencionó, por primera vez, su
proyecto del libro de los sueños.
La carta de Freud del 31 de marzo de 1897 demostraba que se había descubierto la
importancia de los impulsos hostiles contra los padres y que había vislumbrado las causas de
los tabues contra el incesto, antes de comenzar consciente y "oficialmente" su autoanálisis.
El autoanálisis consumió todo el tiempo y las energías de Freud y frecuentemente
experimentaba algo semejante a la "parálisis". El 14 de agosto, Freud manifestó:
"este análisis es más difícil que ningún otro. Sin embargo, creo que debo proseguirlo (C.67)".
En esto Freud se comportaba como esperariamos que lo hiciese un paciente en análisis. No
vaciló en comunicarle a su "analista" todos sus pensamientos con respecto a él, incluso los
hostiles y desaprobatorios. Y podemos preguntarnos cómo respondió Fliess, a tales
observaciones.
En rápida sucesión comprendió la naturaleza de las fantasías sexuales infantiles y la rivalidad
entre hermanos, que en su caso implicaba deseos de muerte contra su hermano menor, los
cuales posteriormente llegaron a ser una fuente importante de sentimientos de culpa.
Reconoció que las fuentes infantiles de la ambivalencia hacia sus amigos, incluyendo a
Fliess. Finalmente, logro comprender el complejo de Edipo como un fenómeno universal en
el desarrollo humano.
Uno de los primeros resultados importantes de su autoanálisis fue la comprensión de que las
"seducciones" tempranas cometidas por parientes y relatadas por sus pacientes eran, en la
mayoría de los casos, fantasías. Entusiasmado, se comunicó a Fliess el 21 de septiembre de
1897 (C.69).
Con la carta mencionada del 21 de septiembre de 1897 comenzó el que fue, quizás, el
período más dramático de la vida de Freud. En el plazo de tres meses, su autoanálisis
desvelo recuerdos de la primera infancia, que condujeron a descubrimientos de influencia
radical en el futuro del pensamiento humano.
El reconocimiento de que las fantasías de sus pacientes representaban lo que más tarde
designó como "realidad psíquica", preparó el camino para el descubrimiento de la sexualidad
infantil.
El proceso de ruptura
el encuentro en Breslau, puso en evidencia algunas dificultades insalvables en su relación
con Fliess. Durante el período de su sobrevaloración de Fliess, las facultades críticas de
Freud estaban embotadas. Suponiendo que todo este periodo-es decir desde 1893 hasta 1901
aproximadamente-coincidiera con el autoanálisis de Freud, podemos distinguir varias etapas
en su relación de tipo transferencial.
La primera etapa concluyó con el sueño de Irma (24 de julio de 1895). Durante la misma,
Fliess desempeñar el papel de juez y mentor exaltado que, además, durante el episodio
cardíaco se convirtió también en el médico de confianza y en representante del destino que
decidiría la duración del plazo de vida que le quedaba a Freud.
En la época del sueño de Irma, sus síntomas cardíaco se habían vuelto también menos
intensos y a partir de entonces disminuyeron gradualmente. En consecuencia, de manera
muy gradual, Freud se volvió menos dependiente de la aprobación de sus ideas por parte de
Fliess, relativamente menos vulnerable a sus propias dudas y a las decepciones por la
evolución de sus pacientes.
Con esa seguridad creciente luminoso también la necesidad que Freud tenía de aceptar la
hipótesis de Fliess. Por otra parte, pero se dio cuenta de la ambivalente aceptación de Fliess
con respecto a sus propios descubrimientos: por un lado, Fliess parecía creer en la
"psicogénesis" desiertos síntomas neuróticos; pero por el otro, insistía en que la
manifestación de todos síntomas se precipitaba por el factor de periodicidad.
La creciente convicción de Freud respecto de la importancia de los primeros años de vida,
estaban cubiertos por la aprecia; su cada vez mayor dominio de la interpretación de los
sueños, que le había enseñando la crucial importancia de la asociación libre; y su reacción
ante la muerte de su padre, todo esto lo condujo, aparentemente en la primavera de 1897, a
comenzar su autoanálisis sistemático. Éste hecho marcó el fin de la segunda etapa de su
relación de tipo transferencial.
Durante la última etapa, la relación continuó en dos planos diferentes. Freud extrajo de una
"derrota" la victoria de descubrir la realidad psíquica, cuando comprendió que las fantasías
de sus pacientes, más que tempranas seducciones, eran el factor etiológico más frecuente
de su histeria; descubrió el papel de la sexualidad infantil y el conflicto edipico en el
desarrollo normal y anormal. Junto con esta convicción, alcanzó una independencia interior,
y se reafirmó en el la parte crítica en relación con Fliess. El conflicto entre ambos aparece
abiertamente por primera vez cuando Fliess cambió la teoría de la bisexualidad genética
inherente al ser humano por una teoría de la bilateralidad. La bisexualidad tenía
connotaciones evolutivas, embriologicas, biológicas y psicológicas, en tanto la bilateralidad y
a arbitraria y literalmente en una mitad femenina (izquierda) y otra masculina (derecha) en
todo ser humano.
Con la evolución de su autoanálisis, Freud comenzó a comprender que no sólo había
sobrevalorado a Fliess, sino que este estaba llegando aún. Sin retorno, en tanto el "trataba
de alcanzar el cielo". Además, Fliess comenzó a exigir de Freud la aceptación incondicional
de sus hipótesis. En consecuencia era inevitable que esta relación se encaminará hacia una
ruptura dolorosa.
Durante los dos años siguientes, los sueños dominaron completamente el pensamiento de
Freud. Esto se reflejaba con claridad en sus cartas a Fliess, en las que a menudo aludía a
sueños que más tarde aparecieron en "la interpretación de los sueños".
El 24 de marzo de 189 8, Freud le rodaba Fliess: "no debe negarte mi primer público y mi
juez supremo"
esta necesidad de tener a Fliess como público, crítico y "juez supremo" explica porque la
crisis de su relación, que se produjo a principios de 1 8 de 8, a causa del problema de la
bilateralidad, no sólo no terminó en una ruptura abierta, sino que fue seguida por otro-el
último-resurgimiento de las manifestaciones positivas de tipo transferencia al, que
continuaron hasta 1900. No obstante, el lado negativo aparecían las cartas y, mucho más
directamente, en algunos de los sueños de Freud.
En ese momento, justamente cuando Freud tenía tanta necesidad de Fliess, su relación
volvió a verse expuesta atenciones externas. La esposa de Fliess parecía un embarazo
complicado, Fliess se sentía muy mal y sufría dolores de cabeza "periódicos".
No obstante se produjo un incidente mucho más serio. Fliess (1897) había publicado su libro
sobre la relación entre la nariz y los órganos sexuales femeninos, en el que aparecían la
mayor parte de sus ideas sobre la periodicidad.
Apareció una devastadora crítica del libro de Fliess en Weiner Klinsch Rundschau, de cuyo
consejo de reacción forma parte Freud, curso redactor jefe, El Dr. Paschkis, era amigo de
Freud. La crítica, firmada "Ry", fue publicada en el número del 10 de abril de 1898 (justo
cuando Freud había salido de viaje haciaIstria). Cuando Freud Center donde está crítica,
escribió una firme carta de protesta aPaschkis. Al no recibir una respuesta satisfactoria,
dimitió del consejo de reacción, lo mismo que hizo finalmente el Dr. Oska Rie, amigo de
Freud y cuñado de Fliess. Pero lo sorprendente es que el propio Freud no se diera cuenta de
lo disparatado de las hipótesis de fíes.
No obstante, debemos recordar que Freud estaba profundamente inmerso en el libro de los
sueños: un extraordinario mundo nuevo. ¿Podía atreverse hacer crítico cuando el mismo
estaba explorando lo desconocido? Freud llegó a decirnos por qué ocurría todo esto, al
manifestar que esperaba recibir el mismo tipo de críticas duras para su propia obra y que se
preparaba a recibir la, misma burla que supuestamente atribuida a los críticos de fíes. Es
significativo el hecho de que incluso mientras escribía el ensayo "los sueños" en 1900, cuando
la ruptura con Fliess sea en un hecho consumado, aún necesitará aferrarse a la ficción de
que las especulaciones de Fliess sobre la periodicidad eran válidas. Como veremos más
adelante, no superó totalmente esta convicción durante muchas décadas, si es que alguna
vez la superó. En lo que respecta a los temores de Freud sobre la acogida de su libro de los
sueños, demostraron ser realistas. La obra fue recibida con burla en algunos círculos y
totalmente ignorada en otros. El 9 de junio, Freud se vio obligado a informar que su trabajo
en el libro de los sueños había tropezado con una seria dificultad. Todavía no podía
conceptualizar plenamente lo que llamaba "nueva psicología" de los sueños. Escribió:
"Estoy atascado ante la relación entre los dos sistemas de pensamiento: tendré que
decidirme a abordar seriamente esta cuestión".
Interpretación de los sueños, Freud conceptualizó lo que en esta cartas llamaba "los dos
sistemas de pensamiento", como proceso primario y secundario del funcionamiento mental.
Freud había aprendido que la afluencia de nuevas ideas creativas o de nuevos materiales en
su autoanálisis no podía aparecer a voluntad, que debía aceptar dolorosos períodos de
espera. Durante el verano de 1898, Freud llenó uno de esos períodos de espera con la lectura
de las obras de Meyer, novelista suizo y autor favorito de Fliess. La carta 91 (20 de junio de
1898) contenía la primera muestra del análisis aplicado a una obra de arte. También observó
que todos los poetas, escritores y pintores revelaban en sus obras de arte muchos de sus
propios conflictos.
En vista de la compleja constelación familiar en la que Freud pasó los primeros años de su
vida, en Freiberg, es pertinente que el primer problema que escogió fuera el de la novela
familiar (acuñó esta expresión para describir las frecuentes fantasías del niño pequeño que a
menudo afirma que una figura venerada es uno de sus padres, generalmente el lugar de su
padre real, o que es hijo adoptivo (o encontrado) de un "rey" o de un "héroe" .)
En una carta escrita durante sus vacaciones, Freud informó que por fin había comprendido
"una pequeña cosa": el significado de una parapraxia, al igual que los medios de descifrarla
mediante el método de la asociación libre. De este modo, descubrió un nuevo enfoque del
"inconsciente" que condujo a la psicología de la vida cotidiana. La primera parapraxia
analizada de este modo se refería al olvido del nombre del poeta alemán Julius Mosen. Julius
era el nombre del hermano de Freud que había muerto el 15 de abril de 1858. El interés
principal de Freud seguía centrado en el libro de los sueños.
En esta carta, Freud seguía ofreciendo su amistad, pero esta vez era el quien ayudaba y
aconsejaba, quien ofrecía comprensión y consuelo. Se estaba invirtiendo los papeles.
El 9 de junio de 1901, Freud escribió Fliess una carta de extraordinaria belleza, que puede
considerarse como la carta del adiós:
Querido Wilhelm:
aprovecho este extraño domingo para escribir que una vez más. Se trata del primer domingo
en que soy completamente libre y del cual nada me recuerda que, en otros momentos, soy
médico. ayer trajimos al campo a mi anciana madre, a quien he estado visitando dos veces
por día a horas determinadas, y yo he estado mirando el reloj cada quince minutos para
asegurarme de que no le hacía esperar demasiado tiempo para su inyección. Así, seguimos
sintiendo las cadenas aún después que no son quitadas e ignoramos, realmente, como gozar
de nuestra libertad
me has traído a la memoria aquella época hermosa y difícil en que tenía razones para creer
que estaba muy próximo al fin de mis días y fue tu confianza la que me permitió continuar.
Por cierto, no me comporte muy valiente ni muy sensatamente, entonces. Era demasiado
joven, mis instintos eran excesivamente ávidos y mi curiosidad todavía demasiado grande
para lograr permanecer indiferentes. No obstante, nunca he sentido el mismo optimismo que
tu. Indudablemente, es tonto desear eliminar el sufrimiento y la muerte de la tierra, como
hacemos en nuestros buenos deseos de Año Nuevo, y no fue ésa la razón de que
prescindiéramos de Dios nuestro señor, para traspasar ambas cosas de nosotros y nuestros
seres queridos a los extraños.
En consecuencia, soy más humilde ahora, y estoy más dispuesto soportar lo que haya de
venir. No hay duda de que no todos los deseos pueden cumplirse.
Es verdad que muy duro soportar a personas quejumbrosas. También esto he aprendido
comprenderlo. Hace ya muchas semanas que estoy satisfecho con estado de ánimo.
Aunque, a primera vista, esta carta podría parecer pesimista, de hecho es indicativa de los
grandes progresos realizados por Freud en su capacidad para mantener el equilibrio sin
ayuda de ilusiones. Por su serenidad, es comparable a carta que escribió en época muy
posteriores. Sus observaciones sobre el abandono de la creencia en Dios y la omnipotencia
mágica de nuestras deseos constituyen un preludio de "el porvenir de una ilusión".
La carta siguiente (7 de agosto de 1901), no sólo puso al descubierto todo el conflicto, sino
que reveló gran parte de sus orígenes a diferentes niveles. Discutió en primer lugar, los
desagradables conflictos surgidos entre las familias Fliess y Rie. No vaciló en reiterar su
absoluta confianza directiva por su antiguo amigo Rie y continuó la carta diciendo:
no puede ocultarse el hecho de que nos hemos distanciado. Aquí y allá encuentro evidencia
del distanciamiento.
El siguiente párrafo, crucial, estaba relacionado con el hecho de que Fliess y su esposa se
sentían profundamente decepcionados por la forma en que Breuer llevaba el tratamiento de
la madre de Fliess y, aparentemente, estaban a punto de "descartarlo":
... lo mismo que en el juicio sobre Breuer. Ya no lo desperdició. He sentido su fortaleza. Si
está muerto en lo que a vosotros dos concierne, sigue ejerciendo su poder póstumamente.
¿Qué otra cosa hace tu esposa salvo elaborar, bajo una oscura compulsión, la sombra que
Breuer instaló en su espíritu cuando la felicitó por el hecho de que yo no viniera a Berlín y no
pudiera desbaratar su matrimonio?.
En los dos párrafos siguientes, Freud expresó su dolor por la pérdida del amistad de Fliess:
también es esto has alcanzado el límite de tu perspicacia, toma partido contra mi y me dices
algo que invalida mi obra: "el adivinador del pensamiento sólo lee los suyos propios en los
demás".
Si eso es lo que soy, que aconsejó que arrojes "psicopatología de la vida cotidiana" al cesto
de los papeles, sin leerla. Esta plagada de referencias a ti. Aparte de cualquier valor
permanente que su contenido pueda tener, puede considerarlo como testimonio del papel
que ha desempeñado hasta ahora en mi vida.
19 de septiembre de 1901.
Querido Wilhelm:
se, en mi fuero interno, que cuanto dices acerca de mi actitud ante tu obra más importante,
es injusto. Se con cuánta frecuencia he pensado en ella con orgullo e inquietud y cuánto me
perturbó no poder seguirte en alguna conclusión. Bien sabes que carezco y la más mínima
capacidad matemática y que no tengo memoria para los números y las medidas; quizás eso
te dio la impresión de que no sabía apreciar lo que me comunicabas. Quizás te hayas
apresurado al eliminarme como interlocutor.
Yo lamentaba perder a mi "único público". ¿Para quien escribiré ahora?. Si, en cuanto una
interpretación mía te hace sentir incómodo, estas dispuesto a concluir que el "adivinador del
pensamiento" no percibe nada en los demás, sino que proyecta, meramente, sus
pensamientos en ellos, entonces ya no eres realmente mi público y debe considerar toda la
técnica tan inútil como la considerar los demás.
No comprendo tu respuesta sobre la bisexualidad. Obviamente, no resulta muy difícil
comprendernos.
Por mi referencia a ti en "vida cotidiana", como descubridor de la idea, habrá comprobado
que no tengo la intención de exagerar la parte que me corresponde.
La carta de los dos últimos años indican el reconocimiento por parte de Freud de que la
ruptura era inevitable y, por el otro, que resultaba sumamente dolorosa.
La última comunicación fue una tarjeta postal de una línea, enviado durante un viaje a
Italia, escrita del 10 de septiembre de 1902.
Lo que había sido prolongada agonía de una amistad se convirtió en una lamentable ruptura
final en 1904, cuando Fliess acusó Freud de no haber reconocido suficientemente su
prioridad en la conceptualización de la bisexualidad y de no hacer guardar con suficiente
cuidado el "secreto" de las teorías de Fliess: en síntesis, lo acusó de plagio.