Una de las maneras en las que el alcohol puede descarriar a alguien
es haciendo que baje la guardia y deje de hacer lo que es
correcto. Oseas 4:11 dice: “El vino y las bebidas fuertes quitan el buen juicio” (La Palabra de Dios para Todos).
Puede llevar a la pobreza y causar enfermedades graves (Proverbios
23:21, 31, 32).
Impide pensar con claridad y nubla el juicio (Proverbios 23:29-35).
Una persona borracha no puede cumplir con el mandato bíblico de ofrecer su cuerpo —en sentido figurado— como “sacrificio vivo, santo, acepto a Dios, un servicio sagrado con su facultad de raciocinio” (Romanos 12:1).
Hace que uno se desinhiba —o no controle del todo su
comportamiento— y pierda la motivación para hacer lo correcto (Oseas 4:11; Efesios 5:18).