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El sexo y el crimen según Sade

Rolando H. Karothy

Karothy, Rolando
Una sola gota de semen: el sexo y el crimen segün Sade. - 1º ed. -
Buenos Aires: Lazos, 2005.
300 p.; 24 x 15 cm .

ISBN 987-98877-5-1

1. Psicoanálisis. 1. Título.
CDD 150.195

© Rolando Karothy
© Editorial Lazos
Mansilla 2621 1º 4, C iudad Autónoma de Buenos Aires,
Repüblica Argentina.
E-mail: rkarothy@psinet.com.ar

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sin permiso previo por escrito de la editorial.
Prólogo

E n su libro Memorias póstumas de Brás Cubas, el prestigioso li-


terato brasileño Machado de Assis hace decir al narrador unas pa-
labras dirigidas a aquel que lee: "Que Stendhal confesara haber
escrito uno de sus libros para cien lectores es algo que sorprende
y consterna. Lo que no es sorprendente ni sea probablemente
consternan te es que este libro no tenga los cien lectores de Stend-
hal, ni cincuenta ni veinte y como mucho diez. ¿Diez? Tal vez
cinco. [... ].La escribí [se refiere a su novela] con la pluma de la
mofa y la tinta de la melancolía, y no es difícil de prever lo que
podrá salir de ese connubio. A lo que hay que añadir que la gen-
te seria hallará en el libro apariencias de pura novela, al tiempo
que la gente frívola no hallará en él su habitual novela; hete aquí
que acaba privada de la estima de los serios y del amor de los frí-
volos, que son las dos columnas máximas de la opinión".
¿Qué puede esperar el novelista como destino de su obra? El
narrador responde: "Pero yo aún espero granjearme las simpa-
tías de la opinión, y el primer remedio es escaparle a un prólo-
go explícito y largo".
Entonces, ¿cuál sería el ideal de un prólogo? Nuevamente, el
narrador responde: "El mejor prólogo es el que menos cosas
contiene o el que las dice de modo oscuro y trunco".
El libro que ahora el lector tiene en sus manos no fue escri-
to.con "la pluma de la mofa y la tinta de la melancolía" pero tra-
tándose de Sade y su compleja relación con Kant y con Lacan,
las palabras de Machado de Assis me orientan para hacer breve
este prólogo y esperar que el trabajo realizado granjee no tanto
las simpatías del público sino una lectura que abra nuevas lectu-
ras y polémicas necesarias en el campo del psicoanálisis.
Así concluye este prólogo que trata de contener pocas cosas
o que se asume trunco para que comience la tarea del lector o,
por qué no, de los lectores . .. tlu

7
1

De Aristóteles a Kant
con Sade

S ad< no " tan ,6lo un pmonaj< ac<pcional <xhumado


por Maurice Heine antes que ningún otro. Más allá del espan-
to que acompaña su memoria, es también un pensamiento y,
como dice Georges Bataille, "fue más o menos el mismo pensa-
miento que hacia la misma época inspiró la música de Mozart,
bajo el aspecto de Don Giovanni" . 1
Por otra parte, sostener que Sade se adelantó a las ideas de
Freud es un planteo que resulta mejor, en principio, que consi-
derarlo un siniestro sujeto cuyos efectos en el campo social eran
tan nefastos que merecía estar preso o internado en un manico-
mio. Sin embargo, la creencia en esa tarea de precursor, desde
el punto de vista de la conceptualización teórica, es una banali-
dad.
Por el contrario, la argumentación de Lacan señala que la
importancia de la producción del marqués de Sade no consiste
en adelantarse a la obra de un gran creador como Freud al
enunciar un catálogo de las perversiones, sino que su interés ra-
dica en que el tocador sadiano tiene el mismo valor que la Aca-
demia, el Liceo o la Stoa, esos lugares que han quedado para
siempre marcados en la historia de la filosofía occidental como
sitios esenciales de renovación y creación del pensamiento.

' Georges Bataille: "Sade, 1740-18 14", en La felicidad, el erotismo y la litera-


tura. Ensayos 1944-1961, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2001, pág. 267.

9
Desde esta perspectiva subrayamos la siguiente frase de La-
gares de la filosofía antigua, tanto como en el tocador sadiano,
can, correspondiente a Kant con Sade: "En cambio considera-
al transformar toda la moral y la filosofía previas, se puede es-
mos que el tocador sadiano se iguala a aquellos lugares de los
tablecer y pensar una nueva praxis y también la teoría que le es
que las escuelas de la filosofía antigua tomaron sus nombres:
inherente.
Academia, Liceo, Stoa". 2
En este sentido remarcamos la siguiente frase de Lacan: "Si
Pero Lacan da un paso más, pues considera que en realidad
Freud pudo enunciar su principio del placer sin tener siquiera
el marqués de Sade rectifica la posición de la ética. Aquí como
que señalar lo que lo distingue de su función en la ética tradicio-
allá, en esos cuatro lugares -Academia, Liceo, Stoa y tocador sa-
nal, sin correr ya el riesgo de que fuese entendido, haciendo eco
diano- se prepara la ciencia rectificando la posición de la ética.
al prejuicio introvertido de dos milenios, para recordar la atrac-
El párrafo siguiente al que consideramos antes avanza aún
ción que preordena a la criatura para su bien con la psicología
más: "En esto, sí, se opera un despejamiento que debe caminar
que se inscribe en diversos mitos de benevolencia, no podemos
cien años en las profundidades del gusto para que la vía de
por menos de rendir por ello homenaje a la subida insinuante a
Freud sea practicable. Cuenten otros sesenta años más para que
través del siglo XIX del tema de «la felicidad en el mal»". 5
se diga porqué todo eso".:i
Se percibe que Freud es considerado como alguien que aun
Por lo tanto, el camino trazado nos lleva a considerar, por cuando enuncia su principio del placer éste no se corresponde
una parte, que el valor de la obra de Sade no consiste esencial- con el sentido tradicional de la ubicación del placer y la felicidad
mente en adelantarse a Freud y, por otra parte, que el tocador en la ética aristotélica. Entonces, esa "subida insinuante a través
sadiano tiene la misma importancia en el pensamiento occiden- del siglo XIX del tema de la «felicidad en el mal>>'', es algo que
tal que la Academia, el Liceo o la Stoa. De este modo, el paso prefigura de otro modo la obra de Freud. "Prefigura'' no signifi-
inmediatamente posterior consiste en analizar de qué manera ca que el marqués de Sade ha hecho un catálogo de las perver-
las ideas del marqués rectifican la posición de la ética. siones, sino que plantea una reformulación de la ética. Así se po-
En el texto de Lacan antes citado, Kant aparece menciona- dría afirmar que, en la historia occidental, Kant y Sade posibili-
do dos párrafos después, y ese es el punto clave donde encon- tan el despliegue posterior de la obra freudiana en tanto ellos,
tramos la originalidad del maestro francés pues nunca se había con concepciones que no son equivalentes punto a punto ni
dicho absolutamente nada parecido a esta. formulación: se trata complementarias, producen un giro esencial en la historia del
de una particular articulación de Kant con Sade que después pensamiento occidental respecto de la ética de Aristóteles.
analizaremos en detalle. 4
Si en el tocador, en la Stoa, en la Academia y en el Liceo, se
prepara la ciencia rectificando la posición de la ética, en esos lu- La ética de Aristóteles
2
Jacques Lacan: "Kant avec Sade", en Écrits, Ed. du Seuil, Paris, 1966, pág. Frente al modelo fisiológico y al modelo intelectualista pla-
765.
¡ lbíd. tónico, Aristóteles intenta explicar el movimiento de los anima-
' El filósofo Theodor Adorno puede considerarse una excepción a este plan - les y los seres humanos como respuestas en las que intervienen
teo pues en Dialéctica del iluminismo efecruó también una relación entre Kant y
Sadc que sólo en algunos puntos coincide con las ideas de Lacan. 1 Jacques Lacan : Op cit.

10 11
deseos, creencias y percepciones. Para ello elige un término que En este sentido, según Aristóteles el campo del deseo queda
no aparece en la obra de Platón y que indica un fenómeno ge- afuera de la consideración ética porque ésta se relaciona esen-
neral de atracción y repulsión, con la capacidad de englobar a cialmente con el conocimiento práctico. Por eso se dice que es-
todos los deseos y aspiraciones dirigidos a un objeto: órexis. Sus ta ética implica siempre un medio para un fin; se trata, por lo
especies son: thymós (impulso), epithymía (apetito) y búfesis (vo-
tanto, de una ética finalista.
lición o deseo razonado). Como dice Gadamer, el elemento que Es notable la distancia que existe entre concebir una ética fi-
sustenta el saber ético es la órexis. El intelecto no se mueve sin nalista como la de Aristóteles y una ética no finalista como la de
órexis. La órexis es el motor de la acción, pero nada hace por sí Freud, ya que el más allá del principio del placer no implica una
sola, sin la colaboración del pensamiento o de la percepción. Só- finalidad, según la reformulación efectuada en 1920 a la com-
lo el hombre posee elección racional (prohairesis). 6 pulsión de la repetición (Wiederholungszwang) introducida en
Si bien en Aristóteles no se puede identificar el placer con el 1914 en Recordar, repetir y elaborar.
Bien, ya que el Bien coincide esencialmente con la felicidad, su La ética de Aristóteles, según lo desarrollado hasta aquí, es la
ética es más eudaimónica que la de Platón. El finalismo de la ética del amo antiguo, donde la parte superior del alma debe do-
concepción aristotélica orienta el placer hacia una dirección minar la parte inferior constituida esencialmente por las pasio-
progrediente. Platón, en cambio, lo concibe siguiendo el mode- nes. El Estagirita decía que nadie puede ser un amo en la polis si
lo del restablecimiento de un estado anterior perdido y lo liga al es esclavo de sí mismo, lo cual determina que su ética esté ínti-
reposo y a la ausencia de turbación. Por su parte, para el Estagi- mamente conectada con la política en la cual deriva, y por eso un
rita el placer supone una actividad, enérgeia, diferente del movi- texto clave en esta dirección se llama, precisamente, Política.
miento. El acto realiza su propia plenitud, su propia perfección. Para Aristóteles, el filósofo debe evitar el éxtasis, es decir el
La esencia del acto es el placer y como la vida es enérgeia el pla- desorden, el exceso, que obstaculiza la vida moral. El verdadero
cer es la autoafirmación de la vida. Sin actividad no hay placer filósofo es philote, tiene el derecho a quererse a sí mismo: Verus
y el placer perfecciona toda actividad. philosophus est arnator sui. Al10ra bien, como el filósofo tiene el
Pero la felicidad del hombre se halla en la realización de su derecho a quererse a sí mismo ¿qué relación tiene éste con el
potencia más alta, la intelectual, que se alcanza por medio del egoísmo? Según el Estagirita, hay dos tipos de egoístas: el egoís-
hábito. La eudaimonía resulta del aprendizaje (mathesis) con el ta vulgar, que desea "lo que toma por su interés", y el egoísta vir-
objetivo de lograr la perfección (arete}. tuoso, que "pone sus complacencias en la parte de él mismo que
Alejado del intelectualismo socrático según el cual el hom- tiene la autoridad suprema y a la cual obedece todo lo restante".
7

bre cede al deseo por ignorancia, Aristóteles plantea que el de- El verdadero egoísta es el que se identifica con la más noble
seo puede ser dócil al conocimiento y entonces, como dice Fou- parte de sí mismo, puesto que ama su pensamiento, que "es él
cault, la facultad de desear debe obedecer a la razón como el hi- mismo"; mientras que el vicioso, el egoísta vulgar, tan sólo quie-
jo al padre. Saber hacer con el exceso no consiste en rechazarlo re la parte inferior de su alma, que no es él, y por tanto, sin sa-
sino en adaptarlo a las necesidades, a las oportunidades.

7 Aristóteles: Etica Nicomachea, Ed. Bywater, Clarendon Press, Oxford, 1894


"Lu is Enrique Varela: "Deseo y argumentación en la ética aristotélica", en
(hay traducción castellana: Ética a Nicómaco, Ce ntro de Estudios Constituciona-
EL murciélago Nº 11 , Buenos Aires, l 999.
les, Madrid, IX, 8, 1970).

12 13
berlo, se "odia a sí mismo". La definición del egoísta verdadero ción de esa parte de lo divino que hay en él: el pensamiento- el
y la del filósofo muestran que son posiciones equivalentes. intelectual sigeriano es un intelócrata. No hay ningún triunfo
Como egoísta virtuoso, el filósofo es así el prototipo de un del encratismo 9 , ningún pesimismo sexual, ningún clericalismo,
hombre auténticamente libre, de un hombre noble que no obe- sino una reasunción de esa tendencia intelectualista de la filoso-
dece sino a sí mismo. Es aquí donde se sitúa el sentido filosófi- fía griega que lleva el nombre de aristotelismo. Es este programa
co de la verdadera continencia. El continente no es aquel que de vida el que exaltará Dante en El Banquete. 1º
domina sus pasiones, sino aquel cuyo intelecto domina las pa- Según Aristóteles, entonces, sólo se puede plantear que es
siones, puesto que, como todo hombre, no tiene otro sí que el posible incluir el deseo en la ética, si ese deseo se domestica con
intelecto, pero, a diferencia del vulgar, lo sabe. una pedagogía. La única alternativa para darle un estatuto ético
Estas ideas se actualizan en la Edad Media, particularmente al deseo es hacerlo entrar en el campo de la razón por la vía de
con la obra Cuestiones morales de Siger de Brabante, escritor del la educación. La garantía es otorgada por la virtud, de modo tal
siglo XIII, arquetipo del filósofo medieval. Enteramente articu- que el virtuoso es el que obedece el plan de la razón que permi-
lada sobre el libro IX de la Ética, la cuestión V, descuidada por te dominar el deseo y obtener el bienestar y, por lo tanto, el fin
los historiadores, contiene la doctrina que funda la teoría filosó- último de la ética que es la felicidad.
fica de la continencia a partir de la exposición de la moral del El placer y la felicidad constituyen el Sumo Bien hacia don-
egoísmo, sin la cual no sería posible aquella teoría. de todos se dirigen. Si hacemos un co11traste rápido con la ética
"El vicioso no se ama a sí mismo", el hombre de bien es el freudiana sabemos que para este encuentro con el placer y con la
único en poder gozar de su propia compañía, el único que pue- función del deseo y del goce no hay nada preparado, no hay nin-
de querer "vivir consigo mismo". Hay una convivencialidad gún plan de coherencia adaptativa que posibilite una dirección,
egoísta que se manifiesta por la ausencia de escisión: el filó sofo una racionalidad de ese encuentro. Recordemos la famosa frase
es aquel que no ha trabajado por "la discordia del intelecto y del de Lacan en el Seminario VII: La ética del psicoanálisis donde di-
deseo"; es tá unido consigo mismo, pues "¿con quién puede es- ce que en el campo freudiano hay un ética que consiste en el bo-
tar más unido el hombre, sino consigo mismo?". Si el amor es rramiento de todo lo que pertenece al campo del hábito. 11
una especie de unión, es en la vida intelectual que el hombre en- Una última consideración sobre lo que Koyré llama "obse-
cuentra su bien verdadero, puesto que se encuentra a sí mismo: sión de la circularidad" nos permite evocar una pregunta. Al re-
"Amarse a sí mismo persiguiendo los bienes exteriores es malo y ferirse a los descubrimientos de Kepler y en particular a la tra-
digno de oprobio. Amarse a sí mismo buscando los bienes del yectoria elíptica de las órbitas planetarias, dice: "¿ No unió a un
pensamiento es bueno y digno de alabanza". 8
La emergencia del intelectual como figura social en la Edad ·> Los encratis tas eran los miembros de una secta radical del Asia Menor apa-
Media es inseparable de la invención de una nueva forma de no- recida en el siglo II y que se extinguió a principios del siglo V No sólo reproba-
bleza, la nobleza del intelecto, superior a la nobleza de la sangre. ban la vida sexual sino que también condenaban el matrimonio pues as imilaban
Virgen, egoísta, noble -o más bien ennoblecido por la elec- el estado conyugal al adulterio y al pecado.
'º Alain de Libera: Pensar la Edad Media, Anthropos, Barcelona, 2000, pág.
113 y sigs.
"Siger de Brabante: "Quaestiones moral es", en Écrits de logique, de mora/e et 11 Jacques Lacan: Le Séminaire, Livre VII: L 'éthique de la psychanalyse, Ed. du

de physique, Ed. de B. Bazán, Lovaina-Paris, 1974, págs. 103-105. Seuil, Paris, 1986.

14 15
genio matemático de primer orden una audacia de pensamien- 11
to sin igual, audacia que le permitió librar a la astronomía y, por
lo tanto a la física y a la mecánica, de la obsesión de la circula-
ridad?" .1 2
Esta "obsesión de la circularidad" se reflejó en la ética occi- El mal: de Spinoza a Sade
dental - sobre todo en los desarrollos del cristianismo- desde el
momento en que la problemática del bien y del mal conducen

E.
a la idea de un Dios perfecto que no ha creado el mal en el
mundo sino sólo su posibilidad derivada del libre albedrío de
los seres humanos, como postuló San Agustín.~ prnfundiw la temática del mal -que ºº' conducid a
Sade- es necesario recurrir a Spinoza quien no concibe a la vo-
luntad como lo hacía Descartes, libre y más amplia que el en-
tendimiento. La voluntad no es "causa de esta o aquella volición
dado que sólo constituye un cierto modo de pensar" . 1 Las voli-
ciones son necesariamente libres como las determinan sus cau-
sas. La necesidad y la libertad no son contrarios. Lo contrario
de la necesidad es lo fortuito (si afirmamos que los tres ángulos
de un triángulo son iguales a dos rectos, negamos que ello ocu-
rra por azar) y lo contrario de la libertad es la coerCión.
La libertad es la libre necesidad. "Si libre es aquella cosa que
exis te y obra por la sola necesidad de su propia naturaleza, y
constreñida, por el contrario, es aquella que está determinada
por otra cosa a existir y obrar de cierta manera, consecuente-
mente Dios es causa libre, aunque necesaria, de todas las cosas,
y todas las cosas están constreñidas y determinadas no sólo a
existir de una manera específica, sino también a que se compor-
ten de tal y cual modo" .2
Spinoza no admite que los pecados y el mal sean algo posi-
tivo pero mucho menos que algo exista contra la voluntad de
Dios. Sólo impropiamente decimos que pecamos contra Dios
dado que ese es un modo de hablar tan humano como incorrec-

12
'Sebasrián Carassai: ''Apología de lo necesario", en Horacio González: Cón-
Alexandre Koyré: Estudios de historia del p ensamiento científico, Siglo
cavo y convexo. Escritos sobre Spinoza, Ed . Altamira, Buenos Aires, 1999, pág. 16.
Veintiuno editores, Madrid, 1977, p<ig. 76.
' !bíd., pág. 17.

16 17
to. Si se considera algo en sí, sin referencia a ninguna otra cosa,
metría de las pasiones es al mismo tiempo un análisis de la li-
ese algo contiene cierta perfección que en cada cosa se extiende
bertad humana y tal análisis se basa en unos pocos principios.
hasta donde se extiende la esencia de la cosa misma, dado que
En este sentido el principio fundamental es que cada cosa
la esencia no es ninguna otra cosa.
tiende a perseverar en su ser y este esfuerzo (conatus) es la esen-
Por ejemplo, en la decisión de Adán de comer el fruto pro-
cia actual de la cosa misma y de él surgen las pasiones básicas
hibido no hay imperfección; la decisión no era mala, dado que
(la alegría y la tristeza), las que implican pasividad y, por ende,
si la voluntad de Adán fuese contra la ley de Dios, iría igual-
inadecuación y confusión de ideas. Cuando la alegría y la tris-
mente contra el entendimiento divino, puesto que en Dios
teza van acompañadas por la idea de una causa externa que las
esencia y existencia, voluntad y acto, no discrepan, lo que cons-
determina, originan el amor y el odio.
tituiría nuevamente un absurdo. "Preguntar a Dios por qué no
A partir de estas ideas, Spinoza sostiene que la naturaleza no
le dio a Adán una voluntad más perfecta [según Spinoza] sería
tiene ningún fin y que el hombre libre domina las pasiones,
como preguntarle por qué no le dio al círculo todas las propie-
obra independientemente de ellas, las comprende en su necesi-
dades de la esfera. Dado que a la naturaleza de cada cosa no le
dad, y al comprenderlas deja de ser su esclavo.
pertenece nada más que lo que sigue necesariamente de la cau-
El derecho natural supone que el hombre sólo es libre en el
sa dada de la misma, no nos encontramos privados de un en-
sentido de poder existir según las leyes de su propia naturaleza:
tendimiento mayor más de lo que el círculo se encuentra priva-
"La libertad humana, en cuanto se funda en el conocimiento de
do de las propiedades de la esfera.
la necesidad de las pasiones y, en general de todo lo que existe,
Entonces, si bien Dios es la causa del acto de Adán, no lo
se funda en el conocimiento de Dios. Spinoza llama amor inte-
es del hecho de que sea malo. Pues el mal no surge de las cosas
lectual de Dios a la alegría que nace del conocimiento de aquel
en cuanto se las considera en sí mismas, sino de la comparación
orden que es la misma sustancia de Dios. [ ... ] Dios es el orden
de las cosas entre sí; y por lo tanto, el mal que había en aquel
geométrico necesario del universo [... ]".'
hecho no era otra cosa que la privación de un estado que Adán
Nuestra libertad no reside en cierta contingencia ni en cier-
debía perder a causa de su acción. Esa privación sólo puede lla-
ta indiferencia, sino en el modo de afirmar o de negar; cuanto
marse tal con respecto a nuestro entendimiento, pero no con
menos indiferentemente afirmamos o negamos alguna cosa,
respecto a Dios, puesto que lo que definimos como privación
tanto más libres somos. Afirmar menos indiferentemente algu-
no es el acto de privar, sino una simple y mera carencia, que, en
na cosa significa conocer las causas que la determinan. Nunca
sí, nada es". ·1
somos más libres que cuando afirmamos que de la naturaleza
Por otra parte, Spinoza considera que las pasiones no son
del triángulo se infiere que sus tres ángulos son iguales a dos
cosas que estén fuera de la naturaleza sino cosas sometidas a las
rectos. Sin embargo, dicha libertad no reposa en el hecho de
comunes leyes de la naturaleza; que valen en todos los órdenes
que podamos realizar esa afirmación o su contraria.
y también en el hombre. Sólo en base a esas leyes es posible
A pocas páginas de comenzar la ética, nuestro geómetra
comprender al ser humano de modo que hay que tratar de ma-
propone: "Las cosas no han podido ser producidas por Dios de
nera geométrica las acciones y deseos de los hombres. Su geo-

j lbíd., pág. 19. ' Nicolás Abbagnano: Historia de la filosofla, Ed. Montaner y Simón,
Barcelona, 1978, pág. 245.

18
19
ninguna otra manera y en ningún otro orden que de la manera Spinoza. Si todo emana de una inevitable necesidad de Dios; si
y en el orden en que han sido producidas" .5 Si imaginamos una formamos parte de la naturaleza entera, cuyo orden seguimos; si
piedra, que recibe un impulso externo, una causa externa por la en el terreno de la moralidad la naturaleza no es algo a combatir
cual toma cierta cantidad de movimiento y por la cual después sino que forma parte de un monismo armonioso; si la libertad,
de cesar el impulso de la causa externa continúa moviéndose lejos de constituir una idea noble de la razón comprobable en la
necesariamente, consideramos que dicho movimiento está de- práctica, no consiste sino en conocer las causas que determinan
terminado por el impulso de la causa externa. No sin ironía Spi- nuestras acciones; si no perseguimos las cosas porque las juzgue-
noza nos invita a realizar un provocador ejercicio: dotemos de mos buenas sino que, contrariamente, son buenas porque gozan
pensamiento a la piedra, imaginémosla reflexiva; dado que sólo de nuestra persecución; si las leyes que rigen nuestro comporta-
tendría conciencia de su esfuerzo, creerá que es completamente miento no se distinguen de aquellas que rigen la naturaleza; si no
libre y que persevera en el movimiento por ninguna otra causa gozamos de una potencia absoluta sobre nuestras acciones sino
sino porque quiere. Esta es "esa famosa libertad humana que to- que, tanto lo que hacemos como lo que padecemos se explica y
dos se jactan de tener, y que sólo consiste en esto: que los hom- entiende por una cadena de causas necesarias; en fin, si reempla-
bres tienen conciencia de sus deseos pero ignoran las causas que zamos el hombre dotado de una buena voluntad en sí por otro
las determinan" (Carta LVIII, 1674). con voliciones determinadas por el esfuerzo de conservarse y per-
No lo saben pero lo hacen, se anima Marx casi doscientos severar en el ser: ¿qué espacio queda para los imperativos?, ¿en
años después. En pleno siglo XVII holandés, el filósofo que go- qué resquicio de este colosal sistema puede infiltrarse un a priori
zaba de la admiración de Rembrandt -expresa Sebastián Caras- universal?, ¿dónde simar el juicio, el castigo y la recompensa?". 6
sai- no se fatiga en reiterar cuantas veces puede que los hombres "Si el asesinar es o no agradable a Dios - pregunta muy fre-
saben lo que hacen pero no porqué lo hacen. Como el infante cuente en la correspondencia con Blyenbergh- encuentra en Spi-
que cree apetecer la leche por un libre decreto de su alma y el noza una respuesta de tal asombro y desconcierto que se ve obli-
ebrio que cree que expresa libremente lo que cuando lúcido pre- gado a terminar las discusiones diciendo: «No sé que me quiere
feriría haber callado, somos concientes de nuestras acciones pero decir con esas palabras». Si atribuimos a Dios aquellos atributos
desconocemos las causas que las determinan. La unicidad del que hacen perfecto al hombre, atribuyamos también al hombre,
pensamiento spinozista, su sediciosa impronta no dual, su con- aquellos atributos que hacen perfecto [... ] al elefante o al asno.
tundente esfuerzo anti-finalista, fundan el intento de una teoría [ ... ] destruir los tribunales eternos, aniquilar las recompen-
omnicomprensiva de los comportamientos humanos, que expli- sas y desechar los castigos futuros, despojarse del temor a Dios
ca el amor, el odio, la envidia, la gloria, los celos, la nostalgia y los [ ... ], frente a un mundo que no sabe pensarse sin jueces, sin
demás estados del alma como propiedades semejantes al calor, al premios y sin condenas. Si todo fuese excusable, ¿para qué es-
frío, al buen tiempo, al maremoto y demás manifestaciones de la forzarse por la virtud y para qué evitar la necedad? Si Dios no
naturaleza. Existen causas ciertas tanto para estos fenómenos (lo es juez, ¿por qué no asesinar en vez de dar limosnas, por qué no
cual nadie objeta) como para aquéllos (lo cual nadie tolera). cometer acciones impías y olvidar las pías?". 7
"Si la moral kantiana debe temerle a alguien, es a la ética de
'' Sebastián Carassai: Op. cit., pág. 23.
' Baruch Spinoza: Ética, Ed. Aguilar, Buenos Aires, 1975, pág. 68. 7
!bíd., pág. 24.

20 21
Spinoza advierte que poco hay de justo en aquel que no co- ce su convicción de que todas las acciones fluyen necesariamen-
mete injusticias sólo porque tiene temor. "No escaso desprecio te de las leyes y los decretos eternos de Dios y dependen conti-
manifiesta nuestro autor frente a quienes se han convertido en nuamente de Él. Sea ello lo que sea, Dios es absoluta y soberana
esclavos de la Iglesia, no guiados por el amor a Dios sino por el causa de todo lo que tiene esencia. Si alguien' demostrase que el
temor al infierno". 8 mal, el error, el pecado, fuesen algo que expresase esencia, Spi-
De esta manera, Spinoza pareciera preguntarnos: ¿para qué noza debería admitir que Dios es causa de todo ello. Pero no es
endilgarle a Dios funciones judiciales, si el premio a la virtud es éste el caso: ni el mal, ni el error, ni el pecado, expresan esencia.
la virtud misma y el castigo a la necedad es la necedad misma? Los de Spinoza son conceptos absolutos y no polares. To-
El que espera ser honrado por su virtud y por sus óptimas ac- memos por caso el infinito. Dios, la sustancia, es infinita, pero
ciones, ha convertido la virtud en suma servidumbre y en má- este concepto no se levanta frente al concepto de lo finito. Dios
xima esclavitud, ha trocado el amor a Dios en miedo y en te- es infinito y no precisa de lo finito para su infinitud. Es infini-
rror, ha renunciado a la alegría de ser feliz y se ha entregado a to en acto, esto es: eterno, indivisible, simple. Gebhardt, si-
la tristeza de esperar serlo alguna vez. guiendo a Wolflin, encuentra en el dinamismo de la idea de in-
Para Spinoza, las cosas que concuerdan con su naturaleza finitud spinoziana un rasgo fuertemente barroco opuesto al de
son necesariamente buenas. Si cuando más acuerde una cosa delimitación renacentista". 9
con nuestra naturaleza tanto más útil y mejor es -y viceversa- Promediando el texto Kant con Sade, Lacan desarrolla lo
nada, pues, habrá "más útil al hombre que el hombre". que denomina "la subida insinuante del mal", expresión que en
Los hombres gobernados por la razón quieren y buscan pa- realidad ya está al comienzo del texto. Toda la problemática del
ra los otros lo mismo que quieren y buscan para sí mismos. Es- mal está íntimamente ligada a la máxima sadiana que luego de-
te sentimiento de la íntima unión entre los hombres, de la amis- sarrollaremos. De todas maneras esta cuestión no empieza con
tad, y en última instancia del Estado, hace de la ética de Spino- el marqués de Sade sino que es un viejo problema, pues se pue-
za más un estilo de vida que una sujeción, supersticiosa o no, a de encontrar en el entrecruzamiento de la filosofía con las ma-
una moralidad arbitraria. nifestaciones más puramente teológicas, como sucede en la co-
"Spinoza -sostiene Sebastián Carassai- se aparta de cualquier rrespondencia de Spinoza con Blyenbergh.
pirronismo moral. Las acciones de los hombres no son equipara- Se conocen ocho cartas entre estos dos pensadores que in-
bles. La perfección en el hombre es tanto mayor cuanto mayor es teresaron mucho a Deleuze, quien hace algunos comentarios
su alegría. Cuanto más alegre es, es decir, por un lado, cuanto más valiosos sobre esa correspondencia. Fueron ocho cartas inter-
afectado sea por cuerpos externos que aumenten la capacidad de cambiadas, cuatro de Blyenbergh y cuatro de Spinoza, entre di-
obrar de su cuerpo y, por el otro, cuanto más favorezca el alma su ciembre de 1664 y junio de 1665.
potencia de entender concibiendo ideas verdaderas o adecuadas, Hay muchos detalles que se juegan en ese intercambio episto-
más le será necesario participar de la naturaleza divina. lar pero interesa marcar uno porque tiene relación con el texto de
Por lo tanto, para Spinoza las acciones difieren entre sí, no Lacan. Blyenbergh era bastante inquisitivo, interrogaba insistente-
sólo en grado sino también en esencia, y esto en nada contradi- mente a Spinoza sobre la problemática del mal. Le preguntó en

"Jbíd., pág. 25. ') lbíd., pág. 27.

22 23
una oportunidad si no existían ciertas esencias humanas que en- Desde el nacimiento nos espera una condena: estamos some-
contraban en el crimen no un veneno sino un delicioso alimento. tidos al azar de los encuentros. Esta idea es profundamente anti-
El filósofo, en la carta de contestación, le dice que si alguien ve cla- cartesiana pues en el libro 11 de la Ética afirma que no podemos
ramente que puede gozar de la vida mucho mejor cometiendo crí- conocernos a nosotros mismos y que sólo podemos conocer los
menes que ateniéndose a la virtud, sería un perfecto insensato si se cuerpos exteriores por las afecciones que producen en el nuestro.
abstuviera de realizarlos, pues "visto desde una naturaleza humana Esta proposición anticartesiana y también anticristiana excluye
tan pervertida los crímenes resultarían una virtud". toda eventualidad de aprehensión de la sustancia pensante por sí
El libro, con prólogo de Deleuze, titulado Las cartas del mal misma y así descarta toda posibilidad de cogito. Al mismo tiem-
permite leer las cartas de Blyenbergh y de otros autores que tam- po, como ya dijimos, cuestiona la supuesta perfección de Adán.
bién intercambiaron correspondencia con Spinoza. En el prólo- La idea de la caída supone que Adán era una criatura perfecta an-
go, Deleuze dice: "Pero el meollo de la correspondencia con tes de pecar. Para Spinoza eso no es posible pues el primer hom-
Blyenbergh es cómo Spinoza va a transformarla radicalmen te. Si bre sólo puede existir expuesto al azar de los encuentros y de las
el mal no es nada, según Spinoza, esto no es porque el bien es y acciones de otros cuerpos sobre él. De modo que si suponemos la
hace ser, sino al contrario, porque el bien no es más que el mal existencia de Adán es bajo el modo de la imperfección absoluta.
y el Ser está más allá del bien y del mal". 10 Spinoza considera la historia de Adán bajo la forma de una
Se percibe con claridad que es posible situar una anticipación intoxicación. Dios no le prohibe nada sino que le otorga una re-
del pensamiento de Nietzsche: "Si alguien puede vivir más cómo- velación pues lo previene de los efectos nocivos de la manzana
damente en la horca que sentado a su mesa -dice Spinoza-, obra- sobre su cuerpo. Adán no escucha la advertencia y el cuerpo de
ría muy neciamente si no se al1orcase. Y aquel que dice claramen- la manzana actúa sobre su cuerpo. Ese encuentro con el veneno
te que podría gozar realmente de una vida o de una esencia me- disminuye la potencia de actuar y produce un afecto fundamen-
jor y más perfectamente perpetrando crímenes que siguiendo a la tal: la tristeza.
virtud, también sería necio si no lo hiciese. Pues respecto a una Deleuze señala acertadamente que Spinoza no hace una mo-
naturaleza humana tan pervertida, los crímenes serían virtudes" . 11 ral por una razón muy simple: nunca se pregunta lo que debe-
Nos encontramos con un típico razonamiento de Sade, pero mos sino que constantemente se pregunta por lo que podemos,
enunciado por Spinoza. Por eso entre los antecedentes del marqués por lo que somos capaces, es decir, por nuestra potencia. De es-
no se encuentra sólo La Mettrie, el autor de El hombre máquina, un ta manera la ética no se haría cargo de un problema de deber si-
pensador clave del materialismo ateo francés, sino también Spinoza. no de potencia. "Spinoza es profundamente inmoral. Spinoza
En la misma línea de pensamiento leemos esta frase: "Si el tiene una naturaleza alegre porque no comprende lo que quiere
crimen correspondiera a mi esencia sería pura y simplemente decir el problema moral, el problema del bien y del mal. Él
virtud". 12 comprende los buenos y malos encuentros, los aumentos y dis-
minuciones de potencia. Hace una ética y no una moral. Por eso
ha marcado tanto a Nietzsche". 13
" Gilles Deleuze: "Prólogo", en Baruch Spinoza: Las cartas del mal, Folios
1

ediciones, México, 1986, pág. 12.


11
Baruch Spinoza: Las cartas del mal, Folios ed iciones, México, 1986, p<íg. 18. u Gilles Deleuze: En medio de Spinoza, Ed. Cactus, Buenos Aires, 2004, pág.
" lbíd. 182.

24 25
Es así como Spinoza propone el amor Dei intellectualis, una III
paradójica expresión que articula el intelecto y la pasión, un
amor que propone vivir, como lo señala Diego Tatián, en la "in-
manencia de lo real contra la alienación teológica" que el Trata- La ética de Kant
do breve había planteado: "[ ... ] podemos considerar como un
gran absurdo aquello que muchos, a quienes por lo demás se
considera teólogos, dicen, a saber, que si del amor de Dios no
se siguiera una vida eterna, ellos buscarían su mejor bien perso-
nal, como si fueran a descubrir algo que fuera mejor que Dios.
Es tan ingenuo como si un pez, para el que no hay vida fuera E n "''e capítulo demmllaremo' alguna' cue>rione> cefe-
del agua, dijera: si a esta vida en el agua no va a seguir para mí ridas a la ética de Kant y al modo en que son trabajadas por La-
una vida eterna, quiero salirme del agua a la tierra" . 11 can en el comienzo del escrito Kant con Sade.
Concluyo con esta frase de Diego Tatián: "El programa spi- Lacan afirma que La filosofla en el tocador de Sade le aporta "al-
nozista es el de aprender a gozar del mundo como los «peces go- go" al clásico texto de Kant Crítica de La razón prdctica. Por eso dice:
zan del agua», al igual que a ellos no les espera premio alguno "La Crítica de La razón prdctica es de 1788, La filosofla en el tocador
por haber nadado, tampoco los hombres deben realizar su esen- es de 1796. Si después de haber visto que concuerda con ella, demos-
cia y vivir bien absteniéndose de ciertas cosas por esperanza de tramos que la completa, diremos que da la verdad de la Crítica".'
una vida que no sea esta. No hay pues otro premio que la vida
buena en sí misma, ni otro castigo que el mal vivir".' s;tn
1
Jacques L'lcan: "Kant avec Sade", en Écrits, Ed. du Seuil, París, 1966, pág.
765. El título de este texto es "engañoso", como señala Jean Allouch, puesto que L'l-
can une a Kant con Sade para poder separarlos mejor. Pero cabe aclarar que, según
mi criterio, es necesario primero cons iderar las particularidades de esa "unión", con
el objeto de establecer luego sus diferencias y también b sepa ración "del psicoana-
lista Lacan con respecto a Sade" (Jean Allouch: Faltar a la cita. "Kant con Sade" de
jacques Lacan. Erotología !!!, Ediciones literales, Có rdoba, 2003, págs. 13-14). Esta
separación entre Lacan y Sade la trataremos en un próximo libro sobre el deseo del
analista donde proponen~os profundizar la tesis de Serge André en torno a la analo-
gía estructural y la fundamental oposición entre dicha función y la apatía sadiana.
La versión de "Kant con Sade" publicada en el número 191 de la revista Criti-
que en abri l de 1963 es diferente a la que aparece en los Écrits en 1966. Para citar
sólo un ejemplo, en 1963 dice Lican que los derechos del hombre se reducen a la
"libertad de desear" mientras que en 1966 postula que se reducen a la "libertad de
desear en vano''. Más adelante indicaremos otras diferencias señaladas en el libro de
" Baruch de Spinoza: Tratado breve, Ed. Alianza, Madrid, 1990, págs. 163- Allouch antes mencionado como la referida a la máxima sadiana, por ejemplo.
164. Por otra parte, el texto -que debía ser el prefacio de La jilosofia en el tocador-
" Diego Tarián: Spinoza y el amor del mundo, Ed. Altamira, Buenos Aires, primero fue rechazado pero cuando finalmente es publicado no fue colocado en
2004, pág. 113. su sirio en las obras completas de Sade por los editores del Círculo del libro co-

26 27
Según Lacan, entonces, el texto clave del marqués de Sade con- progreso, santidad, amor, satisfacción de la ley, voluntad del su-
cuerda con el texto básico de la reformulación ética de Kant, pero jeto y función de utilidad.
además completa y da la verdad de la Crítica de la razón práctica. Con la clave dada por el tocador sadiano se pone al desnudo
¿Qué indican los tres verbos concuerda, completa y da en relación la subversión que se encontraba de un modo u otro reprimida por
con la verdad del texto kantiano? Se puede afirmar que señalan que una cierta necesidad ideológica de cerrar el discurso sobre las má-
La filosojla en el tocador aporta la llave y la clave que permite abrir ximas que se inscribían en el campo moral del tiempo de Kant.
aquello sobre lo que la Crítica de la razón práctica se cierra. De esta La coartada de la inmortalidad, y todo lo que hace a la sa-
manera, una vez que el marqués, con aquel texto, abre la caja fuer- tisfacción de la ley, que menciona principalmente como "pro-
te de los postulados que Kant formula, gracias a esa llave sadiana no- greso, santidad y aun amor", se entienden en base al modo en
sotros podemos encontrar la joya, el diamante oculto en ese cofre. que la ley kantiana ordena el mundo.
La frase siguiente del texto de Lacan, en relación con las afir- La ética de Kant parte de la división que realiza entre sensibi-
maciones en que acaba la Crítica de la razón práctica, concluye: lidad y razón. Para el filósofo alemán, el objeto del deseo y todo
"[ ... ] la coartada de la inmortalidad adonde rechaza progreso, lo que gira en torno a la sensibilidad no pueden constituirse co-
santidad y aun amor, todo lo que podría provenir de Satisfacto- mo un imperativo moral. La única posibilidad de que el objeto
rio de la ley, la garantía que necesita de una voluntad para quien del deseo lleve a una formulación ética es a partir de ciertas máxi-
el sujeto al que se refiere la ley fuese inteligible, perdiendo inclu- mas pero éstas no dan como resultado lo que le interesa a Kant,
so el chato apoyo de la función de utilidad en que Kant los con- es decir, la universalidad, porque esas máximas son subjetivas.
finaba, devuelven la obra a su diamante de subversión". 2 Para decirlo de otro modo: si seguimos la ética de Aristóteles, se-
Estas últimas palabras -"diamante de subversión"- permi- gún la cual el objetivo principal es lograr la felicidad o el bienestar
ten decir que la llave del tocador sadiano sirve para abrir lo que -donde el Bien es idéntico al bienestar-, ent~nces no podemos
Kant encerraba en sus postulados de la Crítica de la razón prác- constituir una universalidad porque lo que es objeto de bienestar
tica. La cuestión principal consiste en pensar por qué los postu- para unos puede no serlo para otros. Esto es aún más evidente cuan-
lados de la razón práctica posibilitan establecer una articulación do se sigue la lógica de la "felicidad en el mal", pues en ese caso el
con el fantasma sadiano y, por otro lado, determinar una ética, problema no es sólo que el objeto de bienestar para uno puede no
es decir, una reformulación de la concepción de la ley que, a su serlo para otro sino que también se puede estar bien en el Mal o mal
vez, nos ayuda a pensar de otro modo la ética del psicoanálisis. en el Bien. De igual modo aparece ese problema en la frase cuestio-
Por eso es importante, para entender la última frase citada, nada por Kant y citada en el mencionado texto de Lacan: " [. .. J man
considerar los postulados que aparecen en la ética de Kant don- fohlt sich wohl im Guten" ("se siente uno bien en el Bien").
de se encuentran algunos términos importantes: inmortalidad, La transformación de la ética del Estagirita que Kant efec-
túa, preparada por la argumentación de Descartes, es la separa-
ción entre el Bien y el bienestar, separación que resume el valor
leccionable. En el tomo III de esa obras completas de 1966, el escrito de Lacan de la subversión ética del filósofo de Konigsberg.
fue ubicado como postfacio (el prefacio es de Pierre Klossowski) y en el sumario
La ética kantiana es una ética sacrificial pues se desarrolla de-
de la página 585 "es ubicado decididamente en los índices [... ] tipogdficamen-
te, y por ende literalmente hablando, en el índex", como lo notó Allouch.
jando de lado todos los objetos que Kant llamaba, de una manera
' lbíd. muy interesante, "objetos patológicos", es decir, los objetos de bie-

28 29
nestar, de modo tal que sacrificándolos el sujeto está solo frente a
la ley, pero no ante los contenidos de una ley sino ante su forma. ventosas, es decir, objetos que funcionan como verdaderas aspi-
Según Kant, una acción no se define en el sentido ético por- radoras del deseo y que prometen el bienestar inmediato, pero
que cumple un mandato que puede formularse en términos de un un bienestar muy particular en términos de plus-de-goce. En-
contenido de la ley -por ejemplo, salvar la vida a una persona que tonces, de esta manera cada uno encontraría pret-a-porté, listos
se está ahogando movido por un sentimiento de amor o para ob- para su uso, los objetos de goce en el mercado.
tener un reconocimiento producto de una noble acción. Enton- Es importante remarcar que estas "letosas" funcionan con
ces, no importa el contenido de la ley sino cumplir con lo que ella una particularidad: se ofrecen como modelo de satisfacción del
ordena con lo cual se percibe que la pretensión de Kant de borrar goce para todos, es decir, con la pretensión de universalizar las
todos los objetos, en tanto objetos de bienestar, lo deja sometido condiciones de goce que, sin embargo, no son universalizables.
a un único objeto, mucho más terrible, que es la voz del superyó. Se produce, de esta manera, la proletarización de los sujetos
Cuando se sacrifican todos los objetos de bienestar en esta que quedan convertidos así en individuos (en Televisión es una
ética derivada del pietismo, la concepción protestante de Kant, de las pocas veces que Lacan utiliza el término individuo) so-
el sujeto queda solo y enfrenra-do a la voz del superyó. No es ca- metidos a esta· estructura en la cual cada uno se halla ubicado
sualidad que Freud haya identificad-O el superr-ó con este térmi- en una posición relativa a esa colectivización, en esta uniformi-
no kantiano que es el imperativo categórico. zación de las condiciones de goce, solo con su plus-de-gozar. Es
una paradoja en lo que concierne a la doble cara de la colecti-
vización y del individualismo.
La ética kantiana preanuncia el discurso capitalista La colectivización y Ja uniformización derivadas de la lógi-
ca del discurso capitalista genera este individualismo. La expre-
En esta ética se preanuncia el discurso capitalista pues esta sión "todos proletarios" indica la proletarización del sujeto
posición en la que cada uno está solo con la ley nos advierte so- cuando se convierte en individuo sometido al mercado, pero es
bre el modo en que el mencionado discurso propicia que cada claro que, como algunos pueden consumir más que otros, no
uno esté solo con su plus-de-gozar. resultan todos iguales. Efectivamente hay asimetrías, pero éstas
Se trata de un planteo donde lo universal sacrifica lo singu- se esconden en la proletarización. La opción actual no es pen-
lar pero, sin embargo, da lugar al individualismo. Esta es la pa- sar la estructura social sólo en términos de explotadores y explo-
radoja que después se refleja con otra modalidad, pero siguien- tados, sino en términos de las diferencias en el seno de la uni-
do la misma lógica: en el discurso capitalista todos están univer- formización en tanto proletarización de todos los sujetos. 3
salizados en función del consumo que el mercado ordena, pero
cada uno a solas con su plus-de-gozar. Uno de los fenómenos
-' El discurso capitalista permite la articulación entre la lógica del "para to-
que el capitalismo siempre le condenó al comunismo, es decir, dos", que la ciencia impone, y la producción forzada del "con la excepción de al-
la colectivización, reaparece en su propia estructura como una gunos" que implica los efectos de segregación.
colectivización derivada de la proletarización de los individuos a El capitalismo presenta su paradoja fundamental en el empuje a una produc-
causa del sometimiento a los objetos de consumo del mercado ción ilimitada combinado con el funcionamiento del "para todos" que precipita a los
que Lacan llamó "lathouses" o "letosas", palabra que rima con sujetos .a la persecución de diversas formas de goce. Ese empuje al goce es correlati-
vo de la función superyoica y de la ertcarnación de un límite en la figura del amo.

30
31
Otro aspecto del problema de la diferencia puede estudiar- propio de esta época conlleva modificaciones en el tratamiento
se a partir de la represión primaria, que es la barra con que el del goce. ¿Cuáles son estas modificaciones y cuáles sus impli-
lenguaje hiende el goce, separando al ser hablante de su sexo, cancias en el nivel de la sexuación?
exiliándolo para siempre de la relación sexual hacia una existen- En esta época, el Ideal ya no trata el goce en juego; éste "es-
cia de lenguaje. tá extraviado", dice Lacan en Televisión. Esa regulación del go-
Había una época en que parecía existir un tipo ideal para ce queda a cargo del S 1 pluralizado.
cada sexo caracterizado por la manera en que cada uno de ellos El Ideal, así desarticulado del goce y desligado del Otro, es
se anudaba al semblante fálico. Pero en todos los casos este una pura exigencia que pierde la localización simbólica que le
anudamiento era subsidiario del semblante paterno, el cual, conferiría el Otro, queda suelto manifestándose únicamente en
encarnando en el jefe de la familia paternalista el lugar del el registro imaginario: es el reino de la imagen, con su reverso
agente de la castración, vehiculizaba la amenaza como modo de mirada planetarizada, pero mirada vacía, sin Otro (a la inver-
de anudamiento para el varón y la promesa para la mujer. Es- sa del amo de un estado policíaco que soñó Orwell en 1984).
to llevó a Freud a inventar el mito edípico y a testimoniar, en Este capitalismo globalizado, lejos de ser un estado policíaco go-
su conceptualización de la experiencia analítica, hasta qué bernado por un amo del mundo, está regido por las leyes del
punto estos tipos ideales fallaban en regular el goce, dando por mercado que son las que regulan la distribución de goce.
resultado la obsesión y la histeria como encarnaciones dramá- Por otro lado, cada uno está con su plus-de-gozar: con su
ticas de la pregunta que se ubicaba en esta hiancia entre Ideal grupo, su religión, su modo de goce sexual, su idea de qué es
y goce, hiancia que se terminaría localizando, en el análisis, en ser hombre o mujer, etc. Cada uno por su lado pero juntos to-
la protesta del varón frente a esa amenaza siempre presente y, dos los que gozan de una manera similar, en tanto se trata de
por parte de la mujer, en la envidia del pene por ese falo siem- una proletarización, y los dem <1s segregados.
pre prometido. En este estado de cosas tenemos individuos, tal como La-
Pero en nuestra época nos encontramos con otra situación, can afirma en La tercera: "Sólo hay un síntoma social: cada in-
con una diversidad de maneras de hacer de hombre o mujer dividuo es realmente un proletario, es decir, que no tiene nin-
que, por su pluralidad misma, carecen del estatuto de Ideal, o gún discurso con el que hacer un vínculo social [ .. . ]".' El in-
en todo caso dan cuenta de un Ideal correlativo de un Otro dividuo, indiviso, no reconoce un Otro, por eso no hace lazo
agujereado: 1 (A). Este Ideal equivale a un S, que, en Lacan, es social. El rechazo del Otro es una consecuencia posible del es-
correlativo del pasaje del Nombre-del-Padre a los nombres del tatuto del Ideal en esta época, dejando al ser hablante presa del
padre. Es ya un resto del Ideal estallado en una multiplicidad narcisismo y sus espejismos, tal como ocurre en la anorexia
que no conforma un todo consistente y por eso se encuentra co- que es un rechazo del Otro, en particular de la madre nutri-
nectado al Otro tachado. Así, los nombres del padre pueden cia.5
prescindir totalmente de la figura del padre como agente de la
castración, ya que en ellos el padre se reduce al nombre de la
operación de nominación, que es lo que anuda la estructura, ·• Jacques Lacan: "La tercera", en Actas de la Escuela Freudiana de París, Ed.
eso que después Lacan nombrará sinthome. Petrel, Barcelona, 1980, pág. 169.
5 Nieves Soria: Psicoanálisis de la anorexia y la bulimia, Ed. Aruel, Buenos Ai-

El vaciamiento del lugar del Otro como referente del Ideal


res, 2000, pág. 102 y sigs.

32
33
El sacrificio y la conciencia moral
El tabú, punto opuesto a la ley simbólica, "sólo se manifies-
En este apartado extraemos algunas ideas postuladas por ta en la venganza silenciosa que sucede a la transgresión. Se sa-
Daniel Gerber porque las consideramos muy apropiadas para el be que hubo violación del tabú cuando éste se ha vengado, es
tema que nos ocupa. decir, siempre a posteriori, a partir de esta venganza que es por
Desde muy temprano Lacan relaciona la paternidad con la lo general la muerte. El tabú es una presencia que no remite a
carencia. En La familia se refiere a la falta de la imago paterna. ninguna otra cosa, sólo a ella misma, no es presencia que evo-
En 1953 hay un viraje, sobre todo en El mito individual del neu- que, re-presente, no es representación psíquica, no forma parte
rótico, cuando sobrepasa la dimensión imaginaria de la paterni- del pensamiento inconciente. No se transmite por medio de la
dad y plantea que el padre debe ser ubicado en lo simbólico co- palabra sino de lo que excede a ésta''. 7
mo Nombre-del-Padre. Pero no alcanza con el padre simbólico, El tabú no forma parte de lo simbólico pues está en el lugar
debe haber un padre que encarne esa función aunque es impo- de ese defecto fundamental del inconciente que hace que toda
sible que el padre real la recubra en forma absoluta de modo simbolización sea incompleta lo cual significa que "hay real, fal-
que el padre es carente pues es discordante con su función. El ta original, pecado original, pecado del padre[ ... ]. Si lo que de-
padre real no puede estar a la altura de su función simbólica. fine [a la función paterna] es decir un no al goce que amenaza
Cada sujeto singular resuelve esa distancia entre el padre sim- la sobrevivencia del sujeto en el orden simbólico y la del lazo so-
bólico y el padre real con la producción del padre imaginario, cial, su fracaso resulta del desdoblamiento del padre entre su faz
esencial para la constitución de la imago paterna que es sopor- significante y la dimensión gozosa que lo habita y no se deja re-
te del Ideal del yo. ducir por el orden simbólico.
El padre imaginario que devora y rebasa la prohibición pa- El Nombre-del-Padre -continúa Daniel Gerber- fracasa
terna prefigura la dimensión del goce del Otro y retorna bajo porque no asegura el pleno dominio de la simbolización. Este
esa figura totémica del padre devorador, forma que para Freud fracaso es otro nombre de lo real. Es por ello el nombre de una
encarna el tabú. Daniel Gerber señala con precisión este aspec- falta cuya existencia remite a un goce nunca evacuado del mun-
to del exceso: "Claro exponente de la estrecha relación que exis- do. Una falta de origen, causa de la transmisión fallida de la ley.
te entre la figura del padre imaginario y ese goce del Otro que . ral el pecado original, pecado del padre". 8
excede la prohibición, el tabú es una figura mayor del goce. Su Más adelante, el mismo autor expresa: "Parte del padre no
presencia indica el punto de articulación del incesto con la accede a la simbolización, por lo que éste queda en estado de
muerte, del padre simbólico con la imaginarización del incesto «muerto viviente», presencia de lo que no puede morir que se fi-
como goce del padre. El tabú encarna una amenaza terrorífica gura imaginariamente en lo monstruoso y lo desmesurado. Esta
que jamás desaparece pues el padre muerto -simbólico- retor- fo lta del padre, falta de elaboración significante del goce que lo
na bajo la fachada -imaginaria- del goce incestuoso". 6 habita, es causa de una culpabilidad inevitable, corrosiva". 9
La culpa se origina porque el goce falta; "pero esta falta de
6
Daniel Gerber: "Suplencia sin titularidad", en Las suplencias del Nombre-
7
del-Padre, Coloquios de la Fundación, Siglo Veintiuno editores, México, 1998, !bíd., pág. 31.
págs. 28-29. '!bíd.
') !bíd., pág. 32.

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35
goce implica también su carácter inapropiado: el goce que es to viviente, el sujeto toma sobre sí la culpabilidad y goza de su
posible no es el apropiado para que exista relación sexual. Do- afán por depurar el orden simbólico de la mancha de lo real im-
ble defecto -falta por un lado, carácter inapropiado por el otro- posible de borrar allí.
que fundamenta el imperativo del superyó [... ]". 10 Pero "tam- La neurosis obsesiva es para Freud el paradigma del modo
bién falta goce, paradójicamente, por su exceso; exceso que va a en que el tabú -portador de goce- produce la conciencia culpa-
alojarse en el síntoma para dejar así también al sujeto en falta" . 11 ble y la moral". 13 El maestro vienés decía que en la primerísima
Lacan aborda en serie la posibilidad de tres culpables, para infancia se experimentó un intenso placer de contacto pero
considerar finalmente sólo a uno de ellos: "Ese goce cuya falta pronto una prohibición contrarió desde afuera ese placer: la pro-
hace inconsistente al Otro, ¿es pues el mío? La experiencia prue- hibición de realizar ese contacto. Pero ella no consigue cancelar
ba que ordinariamente me está prohibido, y esto no únicamen- la pulsión y arroja como resultado la represión de la pulsión y
te, como lo creerían los imbéciles, por un mal arreglo de la so- su destierro al inconciente. 14
ciedad, sino, diría yo, por la culpa del Otro si existiese: como el El goce es cortado en acto y "como acto por el enunciado
Otro no existe, no me queda más remedio que tomar la culpa de la prohibición. Ésta deviene conciente, pero el sujeto nada
sobre Yo (Je), es decir creer en aquello a lo que la experiencia nos sabe del goce que [ ... ] permanece en el inconciente. [ ... ] Hay
arrastra a todos, y a Freud el primero: al pecado original". 12 dos corrientes que no se encuentran [... ]sino que delimitan un
Al explicitar esta referencia de Lacan, Gerber indica: "La espacio ante cuya proximidad se suscita [... ] el horror sagrado;
culpa no está ni en la «mala organización» de la sociedad ni [.. . ] el sujeto quiere realizar esa acción pero al mismo tiempo
tampoco en el Otro, que, en la medida en que no existe, no aborrece de ella" . 15
puede responder por el «mal» que introduce en el mundo go- De esta manera se produce la "primera inscripción del goce
bernado por el símbolo. No queda otra alternativa para la cul- que lo sitúa como lo éxtimo del orden significante. Goce desco-
pa que recaer sobre «yo», es decir el sujeto en su existencia tan- nocido que suscita el horror sagrado. [Se necesita] la prohibición
to de ser viviente como sexuado: sólo «yo» puede llevar la carga exterior para que se produzca la fijación de la pulsión, es decir,
-tanto en el sentido de peso como de responsabilidad- del go- la primera inscripción de goce, consecuencia de la constitución
ce que a la vez que falta está en exceso. del sujeto en el lenguaje. Esta fijación es correlativa de la repre-
Es por esto por lo que la conciencia es mala conciencia; sión [ ... ] que deja a la pulsión en reserva. Así perdura el goce
efecto de la percepción inconciente de la «mala» simbolización que, desde esta posición, da su fuerza a la prohibición [ . .. ].
del padre que, reconstruido en la dimensión imaginaria, es el A la voz alta de la represión responde el silencio ensordece-
testigo de esa falla, el espectro condenado a errar indefinida- dor del goce no integrado a la red de representaciones incon-
mente por no poder acceder a la muerte simbólica que pueda cientes. La prohibición no sofoca el goce, lo deja en reserva y,
otorgarle la paz eterna. Para nada saber de la carga de este muer- fi jándolo, extrae su fuerza de él mismo. Cabe destacar que

1
" Ibíd. Daniel Gerber: Op. cit., p:íg. 33.
11

11 Jbíd. "Sigmund Freud: "Tótem y rabli", en Obras completas, Amorrortu editores,


12
Jacques Lacan: "Subversion du sujet et dialectique du désir dans l'incon- Buenos Aires, 1980, vol. XIV, p:íg. 37.
cient freudien", en Écrits, Ed. du Seuil, París, 1966, págs. 819-820. IS fbíd.

36 37
Freud no dice que sea el deseo el que perdura en el inconcien- ponda por la causa del sujeto. Por su carácter fundante, el goce
te sino el goce: ese placer que «persiste en lo escondido», cuyo «inconciente» tiene como consecuencia la imposibilidad de que
acto está suspendido, y su cumplimiento prohibido, no puede ex ista institución sin tabú; tampoco sin elaboración -o tentati-
ser sino goce de la fijación misma; goce del tabú, en los dos sen- va de elaboración- del tabú en ley.
tidos del genitivo; [ ... ] goce del sujeto provocado por un obje- Por esta razón, la conciencia es en primer lugar conciencia
to puesto a distancia, prohibido, intocable, sagrado, peligroso, moral, conciencia culpable, que se funda en el tabú. La concep-
y goce localizado en el tabú mismo en tanto que objeto al cual ción freudiana de la historia -influida por la idea tan cara al si-
el sujeto permanece fijado. glo XIX del progreso lineal hacia estados cada vez más «civiliza-
Precisamente por este valor de goce «inconciente» el objeto dos»- presenta una distinción entre las supersticiones primitivas
tabú toma su sacralidad, su doble dimensión de santidad y ab- y las formas superiores de adoración de lo sagrado o de la mo-
yección. Es un goce «secreto» del cual el inconciente nada dice, ralidad en general. De ella proviene la identificación del «primi-
un goce silencioso que redobla en lo real el mandato simbólico tivo» con el neurótico; pero en realidad esta identificación cues-
de toda prohibición, goce que se liga a un objeto convertido en tiona tal concepción porque viene a mostrar una presencia del
tabú, mancha que lo simbólico no puede borrar. La prohibi- Labú «primitivo» en el hombre «civilizado» que impide pensar
ción, finalmente, no se opone al goce; es subtendida por éste y en la existencia de algún tipo de «progreso» entre uno y otro. Y
su insistencia es goce en acto: «Es una ley de la contracción de es ta presencia del tabú es el sustento del imperativo categórico
neurosis el que estas acciones obsesivas entren cada vez más al kan tiano, fuente de toda moral.
servicio de la pulsión y se aproximen de continuo a la acción Lo que finalmente se encuentra en Freud, a partir de una
originariamente prohibida». equiparación que no se limita a una simple curiosidad arqueo-
Existe entonces una estrecha relación entre fijación de goce, lógica, es el hallazgo de que la conciencia moral sólo pude expli-
prohibición y consumación desplazada del acto prohibido. Es la carse desde el tabú" Y
situación que conforma el trasfondo de la angustia [... ]. La an- En Tótem y tabú aparece por primera vez la referencia de Freud
gustia no es sin objeto, su objeto es goce no elaborado en lo al imperativo categórico kantiano, "referencia que será esencial
simbólico del cual ella es señal, indicación de que algo se ha de- tiempo después para la definición del superyó como un manda-
sencadenado: un excedente que adopta la fachada del mons- miento «insensato» que carece -como el tabú- de justificación fue-
truo. En última instancia se trata del desencadenamiento de las ra de él, mandamiento que se impone por sí mismo y no en nom-
tres dimensiones que, encadenadas, aseguran la discontinuidad bre de algo que lo trascienda. Se puede sostener entonces, de ma-
sujeto-Otro y el cercamiento del goce". 16 nera categórica, que el tabú no es un simple resabio de «primitivis-
En relación con las instituciones' sagradas, Gerber plantea: mo» sino el fundamento inobjetable de toda conciencia (moral).
"Las instituciones sagradas son instituciones sin causa, ellas De hecho, a partir de Tótem y tabú Freud no cejará en su
mismas están en el lugar de la causa indecible para mostrar tam- planteamiento de que la conciencia de sí -la vieja conciencia de
bién que toda institución -y ante todo la sociedad humana mis- la que la psicología clásica hizo su objeto de estudio-y la concien-
ma- se constituye a partir de la ausencia de un término que res- ia moral son una y la misma cosa: «¿Qué es la conciencia moral?

"'Daniel Gerber: Op. cit., págs. 34-35. 17


lbíd., pág. 37.

38 39
Según el propio lenguaje lo atestigua, pertenece a aquello que se carácter angustioso de la conciencia de culpa". 21
sabe con la máxima certeza: en muchas lenguas, su designación Eso desconocido es un anhelo (Begehren) de muerte, motivo
apenas se diferencia de la conciencia (Bewusstsein)». inconciente de la culpa. Anhelo de muerte -aclara Daniel Ger-
Conciencia y conciencia moral no se distinguen, indistin- ber- que da consistencia al sistema tabú y a la ley moral ya que
ción de la que también la lengua española da fe: un mismo sig- anhelar el asesinato es lo siempre presente en el fundamento del
nificante alude tanto a la conciencia como ese «conocimiento inconciente: "Tras cada prohibición, por fuerza hay un anhelo.
inmediato de nosotros mismos y de lo que nos rodea» como a la Supondremos que ese anhelo de matar está presente de hecho en
conciencia moral, certeza del goce que nos habita, de ese «nú- lo inconciente, y que ni el tabú ni la prohibición moral son su-
cleo oscuro de nuestro ser», único real al que estamos anclados. perfluos psicológicamente, sino que se explican y están justifica-
La conciencia es saber del gozar inconciente: fundada en la dos por la actitud ambivalente hacia el impulso asesino". 22
percepción «interna» del fantasma de goce que induce -al igual Concluimos este apartado con las siguientes palabras de Da-
que la alucinación- una imposibilidad de olvido, de inconcien- niel Gerber: "La desestimación del goce hace a los sujetos cul-
cia, ella es conciencia de lo no simbolizado, certeza de lo real. pables y simultáneamente anhelantes de eliminar violentamen-
Esta percepción «interna» es para Freud percepción de algo te la causa de esa culpa por medio del acto sacrificial. En este
que no es simplemente objeto de un rechazo o de una represión sentido, si la empresa freudiana puede calificarse de esencial-
sino de una Verwerfung'.' 8 mente ética es porque pretende hacer accesible a la conciencia
El maestro vienés ha producido esta definición de la con- sus fundamentos inconcientes, permitiéndole el contacto con
ciencia moral: "Conciencia moral es la percepción interior de sus raíces de goce: hacer accesible a la conciencia (moral) el sa-
que desestimamos [forcluimos] determinadas mociones de de- ber sobre el motivo de la desestimación que la funda.
seo existentes en nosotros; ahora bien el acento recae sobre el Se trata de un pasaje, pasaje del tabú a la conciencia (moral)
hecho de que esa desestimación (Verwerfung) no necesita invo- que, a diferencia del sacrificio, sJca a la luz el motivo del «nada
car ninguna otra cosa, pues está cierta de sí misma". 19 querer saber»; pasaje por el cual el sujeto puede hacerse respon-
El fundamento de la conciencia moral es esta desestimación, sable del goce inconciente que funda su conciencia (moral)". 23
es decir, "el tabú que designa lo que se prohibe por sí mismo. Di-
cho de otro modo, la conciencia (moral) no es sino la elaboración
del tabú, la transformación en imperativo moral de la angustia li- El concepto de Schwarmerein
gada a él". 20 Freud dice que la conciencia de culpa posee la natu-
raleza de la angustia; es angustia de la conciencia moral. Si las mo- Ya planteamos que la separación del Bien y del bienestar en
ciones de deseo son reprimidas su libido es mudada en angustia. la ética de Kant es el giro fundamental en tanto que la ley como
En la conciencia de culpa hay algo desconocido e inconciente, la Bien no se confunde con el biene~tar. Más aún, el sujeto queda
motivación de la desestimación. A esto no sabido "corresponde el enfrentado a la ley como imperativo categórico en la medida que

IK !bíd., págs. 37-38. 11


Sigmund Freud: Op. cit., pág. 74.
19
Sigmund Freud: Op. cit., pág. 73. "lbíd., pág. 75.
20
Daniel Gerber: Op. cit., pág. 39. 23 Daniel Gerber: Op. cit., págs. 42-43.

40 41
hay una renuncia a los objetos de bienestar, esto es, a todo lo que de noviembre de 1960, Lacan da una breve definición del con-
puede dar satisfacción, por ejemplo, realizar un acto para obte- cepto que nos ocupa: "Schwdrmerein, en alemán, para aquellos
ner un premio, reconocimiento, amor, prestigio o estar movido que no lo saben, significa ensoñación, fantasía, dirigido hacia
por otros sentimientos en relación con los cuales utiliza una ex- algún entusiasmo y más especialmente hacia algo que se sitúa o
presión irónica y despectiva: "compasión debilitante". se dirige hacia la superstición; en resumen, la notación crítica
Podemos recordar a este respecto los términos que plantea en el orden de la orientación religiosa que es agregada por la
Lacan para referirse al deseo de Antígona en el Seminario VII: historia. En los textos de Kant este término tiene netamente es-
La ética del psicoanálisis: sin compasión y sin temor. 21 ta inflexión".
Un aspecto esencial de la dimensión pasional que debe ex- En el Seminario X La angustia, el 8 de mayo de 1963 dice:
cluirse en la ética está contenido en el término alemán Schwdr- "Son las aspiraciones, los instintos, las necesidades, agreguen re-
merein. En Platón, la palabra griega correspondiente significa el ligiosas, y no darán sino un paso más. Seremos responsables de
movimiento consistente en recubrir el vacío impenetrable del todos los extravíos de la razón, la Schwdrmerein kantiana con
ser mediante la "idea del soberano Bien". Pero en Kant remite todas sus implícitas desembocaduras en el fanatismo".
a los extravíos de la ley moral que determina el soberano Bien, En Kant con Sade, la frase donde aparece el término tiene la
objeto y meta de la razón pura práctica y no a la inversa. traducción más literal. Dice así: "Negros enjambres, os manda-
Es un término que está en varios textos de Lacan, por ejem- mos lejos para volver a la función de la presencia en el fantas-
plo en el Seminario V!Ir La transferencia y también en el Semi- ma sadiano".
nario X· La angustia, y, por supuesto en Kant con Sade. Esa pa-
labra alemana se traduce a veces por "enjambre", pero también
quiere decir "fantasía" o "entusiasmo". Evidentemente un en- El imperativo categórico
jambre se refiere al movimiento apasionado, entusiasta, de las
abejas. Lacan juega también con la homofonía en francés cuan- En el período que se extiende de 1959 a 1966, Lacan reto-
do habla del S 1 (essaim: enjambre, es homofónico con S 1). ma algunas preguntas de Freud con el objetivo de releer y cam-
En el siglo XVI esta palabra designaba a los activistas de la biar algunas de sus respuestas. Sus argumentos muestran que no
reforma religiosa, indicaba a los entusiastas, tan entusiastas que está de acuerdo con la clásica ·tesis del superyó como heredero
en realidad eran fanáticos. del complejo de Edipo y que, además, la ética del psicoanálisis
El término Schwdrmerein es usado por Kant en las tres Crí- en ninguna circunstancia puede estar sostenida en la función de
ticas: la Crítica de la razón pura, la Crítica de la razón práctica y ese imperativo.
la Crítica del juicio. En el Seminario V!Ir La transferencia, el 16 "La búsqueda del bien -dice Lacan- sería pues un callejón
sin salida si no renaciese das Gute, el bien, que es el objeto de la
ley moral" y agrega: "Nos es indicado por la experiencia que te-
" No es una casualidad que a Lacan le res ultara el seminario que más resis- nemos de oír dentro de nosotros mandatos, cuyo imperativo se
tenc ia le producía para su publicación tal como él mismo lo indica en el comien-
presenta como categórico, dicho de otra manera incondicional". 25
zo del Seminario XX: Encore. Es interesante preguntarse qué problemas importan-
tes hay en la argumentación de Lacan en el Seminario Vil: La ética del psicoaná-
lisis como para provocar semejante autocrítica. " Jacques Ltcan: "Kant avec Sade", en Écrits, Ed. du Seuil, Paris, 1966, pág. 766.

42 43
En estas citas aparecen varios términos: el Bien, la ley moral y Cooper, confundido, vacila. No sabe aún cómo reaccionar.
lo incondicional que evocan la diferencia radical que plantea Kant Los hombres del pueblo, sin embargo, no demoran en señalar-
entre el Bien y el bienestar. Recordemos que este es uno de los ele- le lo que debe hacer: debe irse. Uno de ellos, Thomas Mitchell,
mentos fundamentales del giro kantiano respecto de la ética aris- uno de los que más ascendiente tiene sobre los demás, es parti-
totélica, es decir, el establecimiento de la diferencia clara entre el cularmente insistente: no deberá dispararse un solo tiro más en
Bien y el bienestar y la afirmación de que el objeto de la ley mo- ese pueblo, están por llegar capitales del Este y cualquier violen-
ral es el Bien (das Gute, y no Wohlstand, que significa bienestar). cia habrá de amedrentarlos, imposibilitando así la moderniza-
El idioma alemán posee expresiones que no permiten dejar ción, el progreso de la comunidad. El sheriff Cooper, en suma,
de lado la diferencia entre el Bien y el bienestar. Para lo que los debe resignar ahora su coraje (el mismo que cinco años atrás le
latinos designan con una sola palabra -bonum- tiene dos con- sirvió para liberar al pueblo del outlaw), debe, con generosidad
ceptos y expresiones diferentes: Gute y Wohl y en el caso de ma- dejar de lado su orgullo meramente individual y alejarse con su
lum también: Base y Übel. 26 joven esposa. La joven esposa, por otra parte, así lo desea. Re-
A partir del valor que tiene la conceptualización del Bien cordemos que es cuáquera y odia la violencia, toda violencia".27
surge la posibilidad de la propuesta del carácter universal de la Sin embargo, Cooper decide enfrentar a los "fuera de la ley"
ley moral. pues -dice- que si no los enfrenta deberá huir durante el resto de
Un breve análisis de la película A la hora señalada, hecho por su vida. Solicita la colaboración de los hombres del pueblo para
Feinmann, nos permitirá incursionar en la lógica del imperati- formar una partida y así, unidos, derrotar a los bandidos. Pero to-
vo categórico. Se trata de un bandolero condenado a prisión por dos le niegan su apoyo, incluida su esposa, la joven rnáquera.
la acción del marshal Cooper. Una vez liberado, decide volver al Cooper, entre tanto, sólo sabe que debe ser valiente ("/ only
pueblo donde éste reside y vengarse. know l must be brave"). Ésta es la máxima ele su voluntad. Y se-
Gary Cooper se casará ese día. Entre la satisfacción y la al- gún dijera Kant: "Ni en el mundo ni fuera de él hay nada que
garabía de la gente del pueblo sale de la iglesia con su mujer, una pueda considerarse como absolutamente bueno más que una
joven cuáquera de firmes convicciones religiosas. "Sólo resta buena voluntad". 28
ahora despedirse, subir al pequeño carruaje que los espera y par- Para Kant, un acto es moral en la medida en que puede ser
tir hacia la chacra donde vivirán. Es en ese instante cuando la aceptado como ley universal. Así lo afirma la ley fundamental de
noticia sorprende a Cooper: el asesino ha regresado. Y no viene la razón pura práctica: "Obra de tal modo que la máxima de tu
solo, tres de sus hombres lo esperan en la estación del ferroca- voluntad pueda valer siempre al mismo tiempo como principio
rril. Se han dado cita allí para perpetrar una venganza. de una legislación universal". 29 Así lo entiende también el mars-

"' Wohl o Übel significan sólo una relación con nuestro estado de agrado o
desagrado, de regocijo o sufrimiento. El bien (Gute) o el mal (Bose), seglin Kant, 27 José Pablo Fcinmann : Pasiones de celuloide, Ed . Norma, Buenos Aires,
significan siempre una relación en la voluntad "en cuanto ésta está determinada 2000, pág. 21 l.
por la ley de la razón a hacer de algo su objeto; pues la voluntad no se determi- '" Manuel Kant: Fundamentación de La metaflsica de las costumbres, Ed. Espa-
na nunca inmediatamente por el objeto y su representación, sino de una facultad sa-Calpe, Madrid, 1981 , pág. 27.
de hacerse de una regla de la razón, la causa motora de una acción [... ]" (Manuel "' Manuel Kant: Crítica de la razón práctiaz, Ed. Espasa-Calpe, Madrid,
Kant: Crítica de La razón práctica, Ed. Espasa-Calpe, Madrid, 1984, pág. 91). 1984, libro 1, cap. [,parágrafo 7, pág. 50.

44 45
ha! Cooper. Como hombre de ley, su imperativo es "debo ser va- geliana. Pero, en fin, ¿por qué no? ¿O acaso es equivocado su-
liente". Esta valentía, a su vez, es un acto moral porque se opo- poner que los hombres del pueblo le están enseñando a Cooper
ne al robo y al asesinato (representado por los fuera de la ley). Si que un individuo no puede realizarse en contra de su comuni-
no realizara este acto moral, el marshal Cooper (en tanto hom- dad? En suma: los hombres de la comunidad, en High Noon,
bre de la ley) se autodestruiría al contribuir a edificar una socie- confían en que su rechazo de la violencia evitará toda violencia.
dad basada en el robo y el asesinato. La ley moral debe ser, an- Porque la violencia, en ese pueblo, pertenece al pasado, y todo
te todo, coherente consigo misma. lo que pertenece al pasado está inexorablemente muerto. Con-
Esta ética presupone una coincidencia ideal de todos los fían, en fin, en que el Volkgeist hegeliano (el espíritu del pueblo)
hombres, de todos los seres racionales, como criterio de mora- triunfará sobre la anarquía. Por eso tienen razón.
lidad. Es la ética de la Aujklarung, la ética de la Ilustración eu- Pero -continúa Feinmann- ¿por qué no admitir que tam-
ropea que no puede pensar las contradicciones. De este modo, bién Cooper tiene razón? "Honesto kantiano, debe quedarse en
las distintas voluntades individuales crean la armonía social a ese pueblo y enfrentar su destino. Debe ser valiente. Debe ser
través del "contrato social". fiel a la máxima de su voluntad.
No es casual que se haya visto en el marshal Cooper la aca- Por todo esto, A la hora señalada es una de las grandes tra-
bada figura del hombre moral del capitalismo. Es, en efecto, es- gedias de nuestro tiempo. Todos tienen razón. La comunidad y
ta sociedad basada en la competencia la que ha creado a este G ary Cooper. Porque así es la tragedia: no es la simple lucha de
Cooper individualista, capaz de enfrentar a toda la comunidad lo bueno contra lo malo, ni de lo justo contra lo injusto, sino
y transformarse en un héroe, demostrando así que los valores el complejísimo enfrentamiento de lo bueno contra lo bueno y
individuales valen más que los colectivos. de lo justo contra lo justo. A la hora señalada, además, plantea
José Pablo Feinmann afirma: "Dejemos de lado la teoría del el más profundo, eterno problema de la ética: la armonía de la
miedo. Escuchemos sin prejuicios lo que los hombres del pueblo cticidad colectiva con los fines de la libertad individual". 31
le están diciendo a Cooper. Su historia, le dicen, no tiene sentido,
no tiene sentido disparar un solo balazo más en este pueblo, esa
época -la suya- terminó. Usted y esos cuatro asesinos que quieren Elfoctum del imperativo categórico y lo incondicionado
matarlo pertenecen al pasado. Le agradecemos lo que usted hizo
por nosotros en ese pasado, pero ya está, se acabó. Nuestra comu- En Televisión Lacan se refiere a las tres preguntas kantianas
nidad, hoy, es otra. Todos hemos cambiado. Usted no cambió. Es - ¿qué puedo conocer?, ¿qué debo hacer?, ¿qué me cabe espe-
usted quien atrae la violencia. A usted lo buscan. Sin usted, no ha- rar?- en especial a la primera, que está referida al saber. En
brá violencia. Los bandidos no nos atacarán a nosotros. Nuestro aquel texto, dice: "En cualquier caso no puedo saber nada que
mundo ya es otro. Sin ninguna violencia, la actualidad de nuestra no tenga la estructura del lenguaje" y asevera que es un tipo de
vida comunitaria los rechazará como escoria del pasado".'º respuesta que repite a Kant pues el elemento a prio.ri de todo sa-
Sólo algunos aspectos de la película posibilitan esta inter- ber es la estructura del lenguaje. Afirma: "Yo también respondo
pretación que desplaza el problema de la ética kantiana a la he- con el a priori pero mientras tanto hubo los hechos del incon-

·'º José Pablo Feinmann: Op. cit.


.ll !bíd.

46 47
ciente". Cuando dice "hechos del inconciente" alude al impera- ble la aparición de ese mundo fenoménico, de cosas que se nos
tivo categórico pues para referirse a él Kant habla del factum de aparecen y no la cosa en sí, porque el ser humano está privado
ese mandato. ¿Cuáles son los hechos del inconciente? Se trata del conocimiento de lo absoluto a raíz de la finitud de la razón
en cada cual de la escritura de una fórmula propia. Cuando humana. En la medida que el conocimiento que <\!canza no es
conceptualizamos el fantasma como un axioma que rige la con- absoluto, entonces, nunca logra conformar y, por lo tanto, nun-
ducta y las significaciones a las cuales cada uno puede tener ac- ca satisface en forma plena.
ceso, nos referimos a un imperativo unipersonal cuya fórmula En este sentido, la experiencia nos da siempre conocimien-
sería: "Obra de tal modo que maximices tu goce". Eso sería lo tos de algo que es condicionado. En la obra de Kant la oposición
"universal del imperativo de cada cual''. 32 entre lo condicionado y lo incondicionado es esencial. La expe-
Una breve incursión sobre algunos aspectos de la Crítica de riencia nos da siempre conocimientos de algo condicionado, lo
la razón pura es ahora importante con el objeto de entender los cual significa que ese "algo" está en función de condiciones o li-
conceptos de inmortalidad, de Dios, lo condicionado y lo in- mitaciones. Decía Kant que podemos conocer un hecho cuando
condicionado, la diferencia entre el Bien y el bienestar, para conocemos su causa pero esta causa puede ser efecto de otra cau-
volver después a uno de los conceptos fundamentales de la Crí- sa y así sucesivamente de modo que se produce una deriva del
tica de la razón prdctica que es el imperativo categórico. conocimiento en la medida en que esa causalidad puede ser in-
Kant logró explicar y también justificar la posibilidad del finita. De esta manera, el entendimiento, por su propia natura-
conocimiento necesario y universal en las denominadas ciencias leza, va realizando síntesis cada vez más amplias hasta que llega
de la naturaleza. Pero, como es sabido, ese conocimiento no al- el momento en el que se produce un salto que nos envía más allá
canza al noúmeno y la cosa en sí pues no es un conocimiento de todas las condiciones y ese entendimiento o ese conocimien-
en el sentido de todo lo que era la filosofía anterior, de Platón to se transforma en lo que Kant denominaba "la razón".
hasta Descartes, sino que es esencialmente fenoménico, es de- La razón es la facultad de lo incondicionado, es decir, lo que
cir, que lo que conocemos no son las cosas en sí sino las cosas está más allá de todas las condiciones. En este sentido, la razón es
tal como se nos aparecen. Sin embargo, esto no quiere decir que la facultad que busca lo absoluto, porque si bien el hombre es fi-
el conocimiento sea ilusorio, sino que es de apariencias o me- nito nunca se conforma con lo que ya sabe, ya que siempre lo que
jor, de cosas que se nos aparecen y no de la cosa en sí-3-' sabe es poco comparado con lo que resta por saber. Es decir, más
El valor de Kant en la Crítica de la razón pura consiste en el allá de todo lo que se sabe se buscan condiciones más amplias,
establecimiento de los límites del conocimiento y de la razón más lejanas que posibilitarían la explicación de un mayor núme-
humana. Estos límites existen por el hecho de que sólo es posi- ro de fenómenos. De ahí surge que la razón busca este principio
de lo incondicionado, la totalidad de las condiciones, un princi-
32
Jacques-Alain Miller: Lakant, Ed. Tres Haches, Buenos Aires, 2000, págs. pio que, en tanto incondicionado, es un absoluto. Kant llama
58-59. Idea a este concepto de lo incondicionado o absoluto .
.13Es necesario aclarar que la cosa en sí o el nóumeno incognoscible no es
De este modo distingue tres Ideas: la Idea de Dios, la Idea
exactamente lo mismo que lo real en psicoanálisis porque, en la filo sofía, la refe-
rencia se realiza fundamentalmente en torno al plano del conocimiento mientras
del alma y la Idea del mundo. Estas Ideas no resultan de algo
que en el psicoanálisis se trata de lo imposible, lo no simbolizable, lo exclu ido del caprichoso sino que brotan de la organización misma de la ra-
campo del saber incon ciente, agujero siemp re relativo al sexo y a la muerte. zón aunque ésta no las pueda conocer. Estos objetos a los cua-

48 49
les las Ideas se refieren, Dios, el alma y el mundo, no se pueden ten los "objetos" a los que ellas se refieren. Entonces, las Ideas
conocer. Sin embargo la razón, por su propia naturaleza, pro- en la obra de Kant no tienen un valor "constitutivo", es decir,
duce esas Ideas. No podemos saber si existe o no Dios, queda no son principios que puedan convertir las intuiciones en obje-
indecidible; lo mismo sucede con la Idea del alma y con la Idea tos y por eso sostiene que no son constitutivas sino regulativas.
del mundo. La expresión "Idea regulativa", en el sentido kantiano, es in-
Kant fue el primero en decir que el "escándalo de la filoso- teresante porque lo que está planteando es que lo absoluto, la
fía" consiste en que nadie ha podido demostrar que exista un totalidad de las condiciones, no es algo que se pueda lograr pe-
mundo fuera de nosotros pero él no indica que lo va a demos- ro sí representa una tarea infinita, de modo que la Idea es el ín-
trar de modo tal que no pretende borrar ese escándalo. En rea- dice de la tarea que le espera al conocimiento humano para que
lidad, el filósofo de Konigsberg dice que esa Idea de la existen- una investigación científica no se detenga pensando que una
cia de un mundo fuera de nosotros es indemostrable, lo mismo condición es la última, ya que esa detención es lo que denomi-
que las Ideas del alma y de Dios. namos dogmatismo.
En una de las primeras clases del Seminario X· La angustia, Se puede hacer una relación entre este concepto de Idea re-
Lacan plantea la postulación del mundo y luego de la escena y gulativa y el concepto de la Cosa en un tiempo de la obra de
finalmente, en un tercer tiempo, la escena sobre la escena. Sos- Lacan, obviamente dentro de parámetros de pensamientos dis-
tiene la existencia de un mundo fuera de nosotros con una afir- tintos. Este concepto de incondicionado tiene relación tanto
mación muy amplia: "hay un mundo". De esta manera -a par- con el plano del conocimiento, en la Crítica de la razón pura,
tir del paradigma de los tres registros- tiende a romper con un como con el plano del ideal del Bien, en la Crítica de la razón
aspecto esencial de la polémica entre el materialismo y el idea- práctica, como con el concepto de la Cosa en lo que podría lla-
lismo: la oposición sencilla, simple, incluso banal, que reduce el marse, en el campo analítico, la función del deseo. En todos los
problema a dos términos: la conciencia y el mundo. casos, efectivamente, funciona como motor.
La misma oposición binaria es la que permitía establecer, en Por eso Kant hace un juego con tres palabras: dice que las
Marx, la diferencia entre el materialismo y el idealismo. Marx Ideas no son algo dado, gegeben, sino que representan una tarea,
decía: el materialismo consiste en que el mundo crea a la con- Aufgabe, que nos es propuesta, aufgegeben. Se percibe el juego
ciencia y el idealismo en que la conciencia crea al mundo. En el con esos tres términos con el objeto de significar que la Idea es
establecimiento de esa diferencia no hay nada más que dos tér- algo que se nos propone por la naturaleza misma de la razón
mmos. humana.
Según Kant, en realidad, no podemos demostrar la existen- Pero lo interesante es que las Ideas son regulativas: no les
cia del mundo pero, sin embargo, para no caer en el prejuicio corresponde ningún objeto de la experiencia. En este sentido, si
idealista ni tampoco en el materialismo más elemental, decimos Kant ubica aquello que tiene que ver con la experiencia siem-
que a pesar de ello debemos suponer la existencia de ese mundo pre en el plano de lo intuitivo, no hay ninguna intuición ni del
más allá de cada uno de nosotros. alma ni del mundo ni de Dios. Por eso, como todo concepto
Dijimos que las Ideas de mundo, alma y Dios surgen de la sin intuición es vacío -famosa frase de Kant-, las Ideas son va-
organización misma de la razón pero ésta no alcanza jamás lo cías porque carecen de intuición.
absoluto. La razón afirma las Ideas pero no puede saber si exis- Este recorrido por un aspecto muy parcial de la Crítica de

50 51
la razón pura es útil para ubicar la diferencia entre lo condicio- con el superyó en la obra de Freud mas no en la de Lacan-, es-
nado y lo incondicionado que Lacan plantea en Kant con Sade tablecemos un cierto contacto con lo absoluto porque la con-
y para pensar el mismo problema en el plano de la ética y en la ciencia moral es la conciencia del deber, es decir, es la concien-
Crítica de la razón práctica. cia que manda de un modo absoluto, que ordena de un modo
Por un lado, Kant afirma que no podemos conocer lo abso- incondicionado.
luto puesto que todo conocimiento humano se ciñe a los fenó- La conciencia moral nos conduce a la idea del superyó freu-
menos del mundo, es decir a lo que está determinado por los lí- diano. No fue una casualidad que Freud, que conocía estas ideas
mites de la experiencia. Recordemos que no es posible conocer de Kant, relacionara el superyó con el imperativo categórico o
a la cosa en sí sino a la cosa tal como se nos aparece. Pero en es- conciencia moral. La conciencia moral no dice, por ejemplo,
te sentido, en tanto el hombre es un ser facultado de razón, y la que hay que realizar una acción porque ello nos permitirá sen-
razón es la facultad de lo incondicionado, esta búsqueda de lo tirnos bien o congraciarnos con alguien o ganar dinero, sino que
absoluto es una disposición natural del hombre. dice que "hay que hacer tal cosa'', nada más. El mandato no es
En el prefacio de la primera edición de la Crítica de la razón un criterio de conveniencia práctica, ni una especie de regla de
pura, dice que las cuestiones metafísicas referidas a las Ideas de sagacidad, tampoco una regla de prudencia. La conciencia mo-
Dios, alma y mundo -agrega más tarde la libertad-, son asun- ral dice: debo hacer tal cosa porque mi deber es hacerlo, aunque
tos que no pueden ser indiferentes al hombre, tal como se da me cueste la vida, la fortuna o lo que sea. Es decir, lo que el de-
por el hecho de que cada uno de nosotros siempre toma alguna ber manda, lo manda de un modo incondicionado. Por eso Kant
posición respecto de la existencia de Dios, la existencia del al- dice que, si bien no conocemos lo incondicionado, tenemos
ma, aceptando o negando la libertad, etc. contacto con ello a través de la conciencia moral. ¿Por qué? Por-
El filósofo alemán intenta una solución para esta imposibi- que la conciencia moral ordena de ese modo y ahí cada uno de
lidad de relación con lo absoluto pero no en el campo de la ra- nosotros tiene contacto con un mandato incondicionado.
zón pura o razón teórica o teorética -que es el campo del cono- No importa esencialmente el contenido, importa que hay
cimiento-, sino en el campo de la ética y de la moral, en el te- una orden. Por eso decimos que la ética kantiana es formal, un
rreno de la "razón práctica'', es decir, la razón en tanto que de- formalismo de la ley, porque lo que interesa es la forma de la ley:
termina la acción del hombre. hay un mandato y hay que cumplirlo, no importa qué dice.
Entonces, en efecto, no conocemos lo absoluto, tal como es Que la conciencia moral es incondicionada quiere decir que
planteado desde la Crítica de la razón pura; sin embargo, pode- se trata de una exigencia absoluta, una exigencia que no se ex-
mos tener algún acceso, algún contacto con lo absoluto o, me- plica. No tiene ningún sentido si uno la analiza desde la pers-
jor dicho, con alguna parcela de lo absoluto, a través de la con- pectiva de los fenómenos de la naturaleza porque en la natura-
ciencia moral. La conciencia moral es en primera instancia la leza no tiene sentido la palabra deber, sino el suceder según cau-
conciencia del bien y el mal, la conciencia de lo justo y lo in- sas. Por ejemplo, no es que una piedra deba caer o no en el sen-
justo, la conciencia, en síntesis, de lo que debemos hacer o de tido moral del término, la piedra simplemente cae o no. Por eso
lo que no debemos hacer. Kant afirmaba que la naturaleza es el reino del ser mientras que,
A través del imperativo categórico o conciencia moral -re- en cambio, la conciencia moral es el reino del deber ser.
cordemos la identificación de estos dos términos en relación En el dominio de la naturaleza, en ese dominio del ser, todo

52 53
está condicionado según la serie infinita de las causas. En cam-
ahoga. Otra persona hace lo mismo: trata de salvar a alguien
bió, en la conciencia moral aparece un imperativo que ordena de
que se está ahogando y lo salva. El tercer caso presenta la si-
modo incondicional, el imperativo categórico. Por ejemplo, la
guiente situación: alguien está pescando con una gran red y, por
conciencia moral ordena: "no mentirás", y al mismo tiempo no
casualidad, saca al sujeto junto a algunos peces y le salva la vida.
somete este mandamiento a alguna condición. No dice, por
En el primer caso está el intento de salvar a alguien de ese
ejemplo, "no debes mentir porque por ello obtendrás una recom-
accidente y no se logra mientras que en los otros dos casos sí; el
pensa", convirtiendo ese mandato en cierta regla de astucia: "si
filósofo alemán se pregunta por el valor moral de esos actos. Se
quiero ganar dinero no debo mentir". En ese caso, el imperativo
podría decir que el tercer caso, donde la salvación se produce por
estaría sujeto a una condición: la de ganar dinero.->4
casualidad, no tiene valor moral, es moralmente indiferente, ni
Kant opone el imperativo categórico al imperativo hipotético,
bueno ni malo. En cambio, los otros dos, en los que juega la in-
el que tiene una condición, ya que el verdadero imperativo ético y
tención, en los que participa lo que llama "buena voluntad", son
moral para el filósofo alemán es incondicional, es decir, categórico.
actos moralmente buenos y ambos tienen el mismo valor, aun-
Una frase de la Fundamentación de la metaftsica de las cos-
que en un caso se haya producido la salvación y en el otro no.
tumbres, que es, junto con la Crítica de la razón práctica, uno de
Kant dice que la buena voluntad no es buena por lo que
los textos fundamentales de Kant sobre la ética, dice: "Ni en el
efectúe o realice sino que es buena en sí misma. No se define
mundo, ni en general tampoco fuera del mundo, es.posible pen-
como la simple intención de obrar bien, sino como un querer
sar nada que pueda considerarse como bueno sin restricción, a
puesto en práctica, como voluntad misma en cuanto es capaz
no ser tan sólo una buena voluntad". 35
de actuar determinada por la razón.
No se trata de que algo sea bueno o malo, sino del modo en
Si el fin propio de la vida humana hubiera sido la obtención
que ese "algo" se utiliza. Por ejemplo, no puede decirse que el di-
de la felicidad, nada más inapropiado que la razón para conse-
nero sea una u otra cosa, pues puede ser empleado a los fines de
guirla; la determinación del "instinto" hubiera sido mejor me-
realizar un viaje o como elemento de corrupción. En cambio, lo
dio e instrumento. La felicidad es más bien un concepto empí-
único que es bueno, absolutamente bueno, es la buena voluntad.
rico y la razón no logra precisarlo de un modo universal y ne-
Kant agrega: "La buena voluntad no es buena por lo que
cesario. De aquí que no sea, propiamente, con vistas a la felici-
efectúa o realiza, no es buena por su adecuación para alcanzar
dad por lo que está dotado el hombre de razón y voluntad, es-
algún fin que nos hallamos propuesto, es buena sólo por el que-
to es, de racionalidad práctica, sino para ser digno de ella.
rer, es decir, es buena en sí misma''. 36
La voluntad será buena cuando lleve a una acción hecha por
Un ejemplo servirá para explicar la idea: un sujeto se está
deber. No es buena por el fin que pretende, o por el bien que
ahogando en un río, alguien trata de salvarlo, no lo logra y se
consigue; lo es en sí misma, porque quiere que lo que hace sea
conforme al deber, cosa que logra cuando actúa por respeto a la
" Esta fórmula del falso imperativo categórico está teñida por una denega- ley moral. Actuar por respeto a la ley, que Kant denomina "re-
ción que se sostiene en la astucia del discurso capitalista. presentación de la ley en sí misma'', es lo que hace absoluta-
'' Manuel Kant: Fundamentación de la metaflsica de las costumbres, Ed. Espa- mente buena a la voluntad y lo que da valor moral a la acción.
sa-Calpe, Madrid, 1981, pág. 27. Este concepto del deber como valor moral en sí mismo no
'" !bíd.
puede sino fundarse en la naturaleza humana misma, lo cual es

54
55
demostrado en la segunda sección de la Fundamentación de la que se convierta, al mismo tiempo, en ley universal". 37
metaflsica de las costumbres, titulada "Tránsito de la filosofía mo- La "máxima'' se refiere a los principios subjetivos de la volun-
ral popular a la metafísica de las costumbres". tad, a sus propios móviles que, de no existir el imperativo categó-
La moralidad así entendida -obrar por deber- ha de valer pa- rico impuesto por la razón, se impondrían a la voluntad. Si se tie-
ra todos los hombres, para todos los seres racionales en general ne en cuenta que la idea que poseemos de la naturaleza es que se
(universalidad), y de un modo necesario: debe tener, por tanto, trata de nuestra experiencia explicada por leyes universales, el ám-
una fundamentación a priori en la misma razón. El único concep- bito de la moral regida también por leyes universales categóricas
to de deber que puede basarse en la sola razón es el que se presen- puede ser considerado como una segunda naturaleza. Por lo que
ta bajo la forma de imperativo. Porque el hombre es razonable, ac- el imperativo categórico podría formularse de una segunda ma-
túa según los motivos objetivos que el entendimiento propone a la nera: "Obra como si la máxima de tu acción debiera convertirse,
voluntad, pero sucede, además, que la voluntad posee sus propios por tu voluntad, en ley universal de la naturaleza''. 38
motivos subjetivos; sin embargo, el hombre racional acepta que el Esta formulación del deber excluye cualquier finalidad rela-
entendimiento constriña a la voluntad a someterse a su mandato. cionada con principios subjetivos (condicionados) de la volun-
Tres son los tipos de mandatos, o imperativos, que pueden tad, porque supone que no hay que buscar más que una finali-
imponerse a la voluntad: los técnicos, esto es, aquellos que son dad absoluta; ahora bien, sólo el ser racional es fin en sí mismo.
reglas necesarias para llevar a cabo una habilidad (quien quiera 1
De aquí que el imperativo categórico pueda formularse tam-
ser rico ha de ahorrai:)~ lo~ pragmáticos, como son los consejos bién así: "Obra de tal modo que te relaciones con la humani-
de la prudencia (quien quiera conservar la salud debe vigilar su dad, tanto en tu persona como en la de cualquier otro, siempre
dieta; quien considere que su fin último es el placer, que calcu- como un fin, y nunca sólo como un medio". 39
le bien el disfrute de placeres) y, finalmente, los morales, aque- La idea de un ser racional que es fin en sí mismo fundamen-
llos que hacen que algo sea necesariamente buc'no. ta la idea de autonomía moral. Pues no se actúa moralmente si-
Las dos primeras clases son imperativos hipotéticos, puesto no en conformidad con uno mismo, esto es, el hecho de tener
que sólo existen si alguien se decide a obtener los objetivos que co mo imperativo categórico el respeto a la misma humanidad
procuran (si quiero un fin he de poner en práctica los medios como fin en sí misma nos constituye a la vez en legisladores
adecuados), mientras que los últimos obligan incondicional- universales; por eso, la moralidad puede llamarse también reino
mente: son categóricos y prescriben la moralidad a modo de jui- de los fines. "Reino", o sea, sociedad de seres racionales someti-
cios sintéticos a priori. dos a las mismas leyes; "de fines", es decir, sociedad en la que
Estos juicios son a priori porque no dependen ni de la expe- los miembros son seres racionales autónomos; en e~e reino, los
riencia ni de las propias intenciones, y sintéticos porque repre- miembros, como soberanos legisladores, se dan la ley a ~~is­
sentan algo más que la misma voluntad. Actúan como principios mos y la moralidad consiste, una vez más, en actuar de acu~rdo
a priori constitutivos de la moralidad: no porque algo sea bueno con una ley que haga posible un "reino de los fines".
se impone a la voluntad, sino porque la voluntad se impone al-
go a sí misma esto que se impone es necesariamente bueno. Y así
" lbíd., pág. 67.
son los imperativos categóricos, cuya formulación primera es la
lbíd.
.IH
siguiente: "Obra sólo según aquella máxima que puedas querer "lbíd., pág. 79.

56 57
Según esta idea, el imperativo categórico puede ahora formu- Un callejón sin salida
larse de la siguiente manera: "Obra siguiendo las máximas de un
miembro legislador universal en un posible reino de fines". De es- A partir de las consideraciones efectuadas respecto de la Crí-
te modo el ser racional puede otorgarse a sí mismo una ley que no 1ica de la razón práctica, haré hincapié en una frase de Kant con
es la de la naturaleza y en ello estriba su grandeza y su dignidad. Y Sade, que dice: "Ningún fenómeno puede favorecerse de una re-
en esto consiste también la autonomía de la voluntad, que radica, lación constante con el placer".4 1
según Kant, en actuar por principios que puedan convertirse en le- El principio del placer es la ley del bien, que es el Wohl. Der
yes universales. La conclusión de su explicación lleva a aclarar el Wohlstand, el bienestar, tiene la misma matriz. Es útil volver a
principio: sólo una buena voluntad es algo incondicionalmente aclarar que la lengua alemana no admite la homonimia, posible
bueno. Y así, la voluntad es buena porque se impone a sí misma la en nuestra lengua, entre el bien (equivalente al bienestar) y el
única ley que puede compartir todo ser racional: la de actuar de Bien al cual nos referimos como un ideal más bien abstracto. En
acuerdo con el imperativo categórico que no es más que una for- alemán esa homonimia no se produce porque bienestar se dice
ma de querer, una forma, sin un contenido moral concreto. Wohlstand, y el Bien al cual se refiere la ética es das Gute.
El fundamento de este imperativo categórico sólo puede ser "Ningún fenómeno puede favorecerse de una relación cons-
analizado por una crítica de la razón pura (práctica). De esto tante con el placer" es una frase que surge debido a la objeción
trata Kant en la sección tercera: "Último paso de la metafísica que plantea Kant a la fundamentación de una ética en aquello
de las costumbres a la crítica de la razón pura práctica". Se trata que Lacan llama el "encadenamiento fenomenal que determina
del análisis de la razón práctica, de la voluntad, como causa li- los objetos".
bre. Las ideas de esta última sección coinciden con las ideas fun- Esa objeción de Kant es, según su estilo de rigor, una obje-
damentales de la Crítica de la razón práctica. ción intrínseca. Si la relación entre el Bien y el bienestar no im-
El deber es la buena voluntad bajo ciertas restricciones y obs- plica una relación de identidad sino una diferencia, esto es por-
táculos subjetivos, porque el hombre no es sólo un ser racional que establece en la ética una objeción a esa identidad, objeción
sino también sensible, es decir, en él conviven el mundo inteligi- intrínseca a la estructura de rigor que propone en la relación que
ble y el mundo de las pasiones, el mundo sensible. Es por ello existe entre los fenómenos de la sensibilidad (a los cuales perte-
que las acciones están determinadas por la razón pero también nece el bien como bienestar) y los fenómenos que están más allá
por las intenciones o inclinaciones (el a~or, el orgullo, el odio, de la sensibilidad, es decir, ubicados en lo trascendental.
el placer, la avaricia, etc.) que son los obstáculos a la ley moral y La frase en cuestión también se podría entender planteando que
que Kant llama "la imperfección subjetiva de la voluntad". la objeción intrínseca que efectúa Kant a la idea del Bien como bie-
En el caso que hubiese una voluntad solamente racional, sin nestar, remite al siguiente hecho: para que el ser se revele en la sen-
este obstáculo subjetivo de las inclinaciones pasionales, enton- sación es necesario considerar que ese ser no se agota en el aparecer.
ces se trataría de una voluntad perfectamente buena a la que de- Inmediatamente el texto de Lacan dice: "Ninguna ley pues
nomina "santidad" o "voluntad santa" .40 de un bien tal puede enunciarse que definiese como voluntad al
sujeto que la introduce en su práctica".
'" Lacan, en Televisión y en joyce, el síntoma, dice que la vía del santo es equi-
valente a la vía del analista.
" Jacques Lacan: "Kant avec Sade", en Écrits, Ed. du Seuil, Paris, 1966, pág. 766.

58 59
Se percibe que las dos frases empiezan con el término "ningún": miento, la cosa en sí. Kant se pregunta entonces si hay algo dis-
• "Ningún fenómeno puede favorecerse de una . relación tinto de lo fenoménico del mundo, que contenga el fundamen-
constante con el placer". to de su orden y una conexión con leyes universales. La respues-
•"Ninguna ley pues de un bien tal puede enunciarse que de- ta del filósofo de Konigsberg es que, sin duda, existe.
finiese como voluntad al sujeto que la introduce en su práctica''. Este es uno de los postulados importantes de Kant, tanto en el
La única posibilidad para evitar el callejón sin salida, al cual campo de la teoría del conocimiento como en la ética, es decir, tanto
Lacan se refiere en el párrafo siguiente, consiste en establecer la en la Crítica de la razón pura como en la Crítica de la razón práctica.
diferencia entre el bien con minúscula y el Bien con mayúscula. El filósofo alemán se interroga sobre los límites de la razón
La búsqueda del bien sería un callejón sin salida si no renaciese y sobre los límites de la sensibilidad. Toda la Crítica de la razón
das Gute, el Bien, que es el objeto de la ley moral. pura está centrada, en última instancia, en esta idea según la
La palabra "bien" escrita con minúscula, en alemán das Wohl cual la razón no puede ir más allá de los límites de la experien-
(relacionado con der Wohlstand, el bienestar), remite en última cia. Las preguntas que se hace en torno a estos límites de la ra-
instancia al campo de la sensibilidad; para fundar una ética es ne- zó n y que verdaderamente marcaron una revolución en el cam-
cesario otro objeto, no el objeto de la sensibilidad -también Kant po del pensamiento son las siguientes: ¿De dónde puede venir
lo llamó objeto- sino el objeto de la ley moral denominado das la indicación de tales límites? ¿Cuál es la extensión de esos lími-
Gute. Entonces, estarían por un lado el objeto de la sensibilidad tes? ¿Esos límites pueden asegurar el valor del conocimiento?
que produce placer (bien en el sentido de bienestar) y, por otro la- Kant plantea estas preguntas en un texto preparatorio de la
do, el objeto de la ley moral, que es el Bien, das Gute. Crítica de la razón pura escrito once años antes de la misma y co-
Lacan va dando pasos lentos en este tema y dos o tres párra- nocido habitualmente por los especialistas como la Disertación de
fos más adelante define el Bien por sustracción de los objetos de 1770. Su título completo fue escrito en latín y traducido como
la sensibilidad y describe lo que le sucede al sujeto cuando se La forma y los principios del mundo sensible e inteligible.
produce el sacrificio de esos objetos. Esta Disertación fue un texto que, en realidad, escribió y pre-
Torretti, en su libro sobre Kant, donde no trabaja tanto la sentó cuando fue nombrado Profesor Ordinario de Lógica y Me-
ética sino más bien la Crítica de la razón pura y los textos que tafísica en la Universidad de Konigsberg en 1770, año en que na-
tienen relación con esta obra, dice: "La interpretación realista de cieron Hegel y Holderlin, y en que se publicó una de las obras
Kant consiste esencialmente en sostener que la existencia reve- más admiradas por el marqués de Sade, el Sistema de la naturale-
lada en la sensación no se reduce enteramente a lo exhibido o za del Barón D'Holbach, libro clásico del materialismo ateo. 43
exhibible en el fenómeno, que la cosa en sí que está en su base
lo trasciende de manera irreductible" .4 2 4
.1 Kant influyó profundamente en Holderlin. En una carta a su hermano, el
En otras palabras, por un lado existe aquello que pertenece 2 1 de mayo de 1794, escribe: "Por ahora, Kant es mi única lectura. Cada vez me
al campo fenoménico de la sensibilidad, es decir, lo que se exhi- desvela más ese maravilloso espíritu". En 1799 celebra a Kant como "el Moisés
be, lo que se muestra en el fenómeno; y, por otro lado, está lo de nuestra nación, que la conduce desde la postración egipcia al desierto libre y
solitario de su especulación y trae la enérgica ley desde la montaña sagrada".
que trasciende el fenómeno que es, en el campo del conoci-'
El Hiperión del Fragmento del Hiperión es un personaje kantiano y muestra las
insuficiencias del planteo de Kant. Kantiano, en tanto que toda su acción viene de-
" Roberto Torretti: Kant, Ed. Charcas, Buenos Aires, 1980, pág. 495 . term inada por la razón {autónoma); pero su exigencia de que salga a luz "el gran

60 61
La línea de la tesis de Kant, formulada en la Disertación de 1:1 Disertación, es extender esta teoría de los límites a todo el cam-
1770, consiste en sostener que la existencia de los límites delco- po de la sensibilidad y del entendimiento humano. En los once
nocimiento no es algo que quita valor al conocimiento humano :iños que transcurrieron entre la Disertación y la Crítica de la ra-
sino que en realidad es la única garantía posible de su validez. De "Ón pura Kant se convenció que no sólo para la sensibilidad, si-
este modo propone "la ciencia de los límites de la razón huma- no también para el conocimiento racional, para la vida moral,
na", que no sólo es la certificación de tales límites, sino que es, p::ira el gusto, vale el principio de la filosofía trascendental.
ante todo, la justificación de que en virtud de tales límites es po- Toda facultad del hombre puede encontrar la garantía de su
sible el poder de la razón humana. Se trata de un aspecto impor- valor y de su fundamento sólo en el reconocimiento explícito de
tante de su filosofía, a la cual llamó "análisis trascendental". sus límites. El valor efectivo del conocimiento, dice Kant, con-
Los límites de la razón humana, ya que la actividad racional siste en la imposibilidad del conocimiento de traspasar los lími-
humana es autónoma, sólo se pueden establecer a partir de la ra- tes de la experiencia. Esta es una de las caracterizaciones impor-
zón humana misma, no desde afuera de ella. Por eso combatía 1antes en la Crítica de la razón pura.
toda tentativa de poner límites a la razón en nombre de la fe, en En el campo que nos interesa en relación con el texto de La-
nombre de cualquier experiencia mística. c::in, existe otra imposibilidad que el filósofo de Konigsberg po-
El resultado principal de la Disertación de Kant es la delimi- ne de manifiesto en la Crítica de la razón práctica y que tiene ín-
tación de dos campos, el campo del conocimiento sensible por Lima relación con la ética: es la imposibilidad de la actividad
un lado y el campo del conocimiento intelectual por el otro. El práctica de alcanzar la santidad, es decir, la identidad perfecta de
conocimiento sensible se llama apariencia y la comparación que la voluntad con la ley.
el entendimiento hace de múltiples apariencias se llama expe- Tanto en el campo del conocimiento, como en la ética y en
riencia. La experiencia es el contraste, la comparación que el en- la estética, Kant ubica una imposibilidad esencial. En el caso del
tendimiento hace de múltiples apariencias. conocimiento, la imposibilidad de traspasar los límites de la ex-
No es que todo lo que va a plantear en la Crítica de la razón periencia; en el caso de la ética, la imposibilidad de alcanzar la
pura esté incluido en la Disertación pero de algún modo se halla santidad; y en el caso de la estética, la imposibilidad de domi-
su germen. Lo que hace la Crítica de la razón pura, en relación a nar o atrapar o subordinar la naturaleza al hombre. 44

misrerio, que me de la vida o me la arrebare" es la exigencia de conocer la verdad " La esrética rrascend ental pertenece al campo de la sensibilid ad. Ahí inclu-
de la cosa, lo cual desde los planreamienros kanrianos, es imposible alcanzar para el ye la problemárica de lo bello que es tradicional en la temática estética; pero el
sujero humano, que debe sarisfacerse con la ünica certeza de la auroevidencia de su juicio estético implica un juicio basado en la sensibilidad. Esto lo menciona
conciencia. Pero Hiperión no queda sarisfecho con esre conocimienro residual. Él Freud cuando dice que hay que reformular las formas puras de la sensibilidad
sabe, precisamente porque es kantiano, que su subjerividad jamás alcanzará el gra- kanriana. Después lo retoma Lacan en el Seminario IX, donde plantea la misma
do de la cerreza objeriva; una subjetividad que sin embargo le hace sentir, suponer idea, pero utiliza el término "estética" y dice que hay que refo rmul ar la estética
o quizás soñar que hay una conexión más elevada enrre ella y el rodo de la narura- 1rascendental kantiana.
leza que la rodea. Sabe en definiriva de la separación enrre él y la naruraleza; sabe Esta nueva formulación es importante, sobre todo en el caso de la angustia,
que exisre lo orro y quiere una unidad sentida, supuesra o quizá sólo soñada. El pro- para pensar la función del objeto a. La in troduce ya en el Seminario IX para pen-
blema es que el absolurismo de la razón prohibe sentir, suponer o soñar (Cf Salva- sar la topología y una estética trascendental distinta a la de Kant. Se tr,a ta de pos-
dor Mas: Holder/in y los griegos, Visor Oís, Madrid, 1999, págs. 58-59). 1ular un espacio distinto al espacio euclidiano, que es la primera topología. ¿Por

62 63
El peso, el antipeso y el contrapeso decir, contra y para con todo objeto que le pusiera su condi-
ión, por oponerse a cualquiera de los bienes inciertos que esos
Una de las tesis fuertes de El malestar en la cultura se basa objetos puedan aportar, en una equivalencia de principio, por
en la premisa según la cual la naturaleza misma de la pulsión se- imponerse como superior por su valor universal. Así su peso no
xual es incompatible con la satisfacción plena, ahí hay una im- aparece sino por excluir pulsión o sentimiento [... ]". 46
posibilidad, la referida a la satisfacción plena y todo lo que es El párrafo concluye diciendo que su peso -el peso del Bien-
del orden de la imposibilidad implica la función del malestar. "no aparece sino por excluir pulsión o sentimiento"; es decir, si
De hecho Kant es el primero que introduce esta función de lo hay Bien es porque se excluye todo objeto patológico (pulsión
imposible y en ese sentido aludimos a la santidad. o sentimiento). Ese es el peso del Bien que no es propio sino un
El "fanatismo moral" es una expresión interesante que utiliza peso por exclusión.
Kant. El fanatismo moral pretende cumplir la ley de buen grado La exclusión de los objetos patológicos o de la sensibilidad,
en virtud de una inclinación natural, y así sustituye la virtud que de todas aquellas pasiones que puedan afectar al sujeto en su in-
es la intención moral de lucha, por la santidad de una creída pose- terés por un objeto -son pasiones en el sentido de lo que al-
sión de la perfecta pureza de intención. El fanatismo moral incita guien padece, por lo cual Kant las designa como patológicas-
a los hombres a las acciones más nobles, más sublimes, presentán- cs la condición de la ética. Él sostiene que hay una facultad, es
dolas como puramente meritorias, pero sustituye el respeto por un decir, una posibilidad del ser humano que se llama "facultad de
motivo patológico, porque se funda en el amor a sí mismo y de- la razón práctica" cuya crítica "tiene, pues, la obligación de qui-
termina una manera de pensar ligera y superficial.1 5 tar a la razón empíricamente condicionada la pretensión de
Lacan, por su parte, afirma: "Observemos que este bien só- querer proporcionar ella sola, de un modo exclusivo, el funda-
lo se supone que es el Bien por proponerse, como acabamos de mento de determinación de la voluntad".1 7
En el párrafo siguiente al que antes mencionamos de Lacan,
qué? Porque para Kant las formas puras de la estética, es decir el e la se nsibilidad, éste expresa: "Sería pues por inducción sobre ese efecto como se
son el es pacio y el tiempo en una perspectiva euclidiana. encontraría en él el Soberano Bien de los antiguos si Kant, según
El espacio y el tiempo son los dos a priori que fundamcman cualquier captación su costumbre no precisara también que ese Bien no actúa como
sensible. En el psicoanálisis es necesario refo rmular el espacio euclidiano. El tiempo
ontrapeso, sino, si así puede decirse, como anti peso, es decir, por
llegó a ser reformulado por Freud con la Nachtrdglichkeit, con la retroacción . L•can
avanza y formula también algunos desa rrollos sobre la retroacción y el tiempo lógi -
b sustracción de peso que produce en el efecto de amor propio
co. Pero con respecto al espacio, Freud dice pocas cosas. En todo caso, en esas notas (Selbstsucht) [Quiere decir egoísmo más que amor propio; o amor
póstumas que se publicaron con el título de Conclusiones, ideas y problemas, afirma propio pero en el sentido de egoísmo] que el sujeto siente como
que el aparato psíquico tiene su extensión en el espacio. A eso se refería L•can en el co ntentamiento, arrogantia de sus placeres por el hecho de que
Seminario IX: hay que "reformular la estética trascendental"; no dice que no hay que una mirada a ese Bien vuelve esos placeres menos respetables". 48
tener una estética trascendental sino que en el psicoanálisis hay que plantear otra, di-
ferente a la kantiana, lo cual significa que es necesario pensar un espacio no euclidia-
no. La banda de Moebius, el toro, la botella de Klein y el cross-cap son formas intui- "Jacques Lacan: "Kant avec Sade", en Écrits, Ed . du Seuil, París, 1966, pág.
tivas que dan cuenta de otro espacio distinto al espacio del sentido común. º! 66.
" Cf Manuel Kant: Crítica de la razón práctica, Ed. Espasa-Calpe, Madrid, "Manuel Kant: Op. cit., pág. 28.
1984, pág.124. " Jacques Lacan: Op. cit., p<íg. 767.

64 65
Este fragmento indica con precisión que el Bien, tal como clu ye que a veces es deber del sabio salir de la vida aunque sea
lo piensa Kant, "no actúa como contrapeso" sino que funciona l'cl iz, y del estulto permanecer en ella aunque sea desgraciado".51
como un "anti peso". No es un contrapeso porque éste indica el Séneca, a su vez, replica: "Malo es vivir en la necesidad: pe-
modo en que actúa el Soberano Bien de los antiguos. Dicho de ro no hay ninguna necesidad de vivir en la necesidad. ¿Y por
otra manera: el Soberano Bien de los antiguos actúa como con- qué no existe ninguna? Se abren en todas partes muchos cami-
trapeso mientras que el Soberano Bien de Kant lo hace como 11 os breves y fáciles a la liberación. Agradezcamos a los dioses
anti peso. que nadie puede ser retenido forzosamente en la vida [ ... ]". 52
¿Qué significa que el Soberano Bien de los antiguos actúa Se percibe que esta actitud descripta por los estoicos funcio-
por contrapeso? Para responder a esta pregunta es oportuna es- 11:1 de contrapeso pues es como si fuera la otra parte de la balan-

ta referencia de Séneca: "La constitución del hombre es racio- 't,a frente a los sufrimientos de la vida. Los "objetos patológicos"
nal y por ello el hombre se ama a sí mismo, no en tanto animal, 110 sólo son los objetos de placer, sino también todo lo que to-

sino en tanto racional. El hombre se ama a sí mismo por aque- ca la sensibilidad humana, placer o sufrimiento.
lla parte por la cual es hombre". 49 En Kant no se trata de un contrapeso sino de un antipeso,
La razón es un atributo propio del ser humano y por ello ,.s decir, una sustracción. No es poner otra cosa en el otro pla-
supera a los animales e imita a los dioses, dice Séneca. Una de tillo de la balanza, es una sustracción de peso.
las actitudes habituales de los estoicos, como es sabido, es la re- ¿Cómo se realiza? Observemos cómo termina el fragmento
signación frente al destino. Otro estoico, un tal Cleanto, dice: de Lacan citado antes de introducir a los estoicos. Dice: " [ ... ]
"Conducidme oh Zeus y tú, Hado, hacia el lugar que estoy des- 11na mirada a ese Bien vuelve a esos placeres menos respetables.
tinado por vosotros: así-os seguiré sin vacilación y aunque no . , extual tanto como sugerente". SJ La palabra "respetable" hay
quisiese, igualmente os deberé seguir convertido en malo"."' Se- que tomarla en forma textual; respectable quiere decir mirar pa-
guir el destino y someterse al destino aun con el sacrificio d e la 1.1 atrás, mirar para otro lado. Por un lado, mirar ese Bien de-
vida es la justificación estoica del suicidio. 1nmina que esos objetos de placer aparezcan menos respetables
En esta cita encontramos la idea del contrapeso. Veamos pero, al mismo tiempo, como algo que queda afuera o atrás. Por
también esta frase de Cicerón: "Y haciendo de ello todos los de- 1'Ml el enunciado de la ley del Bien kantiano es una paradoja.
beres, no sin razón se dice que a ellos se refieran todos nuestros !{,:rengamos la paradoja: es en el momento en que el sujeto no
designios, comprendiendo entre ellos el huir de la vida y el per- t il-ne frente a él ningún objeto cuando encuentra una ley, la
manecer en ella; en efecto, aquel, en quien preponderan las 111:11 no presenta fenómeno alguno sino una voz en la concien-
condiciones conformes a la naturaleza, tiene el deber de perma- 1i:1 que, al articularse como máxima, propone el orden de una
necer en la vida; aquel, en el cual resulta prevalecer, en el pre- 1,1·1.ó n puramente práctica o voluntad.
sente o en el futuro, la preponderancia de las condiciones con- Lacan hace una extrapolación porque le atribuye a Kant un
trarias, tiene el deber de abandonar la vida. De lo que se con- 1.•1111nciado que no le pertenece. Kant nunca usó exactamente la

'" Citado en Rodolfo Mondolfo: B pensamiento antiguo, Ed. Losada, Bue- " fbíd.
nos Aires, 1959, tomo !I, pág. 133. ,, fbíd.
11
50 Jbíd., pág. 135. Jacques Lacan: Op. cit.

66 67
expresión "voz de la conciencia''. Esa expresión es empleada por
Esta máxima implica el derecho de cualquiera al goce de mi
Rousseau en una frase de La profesión de fa del Vicario Saboyano,
cuerpo, goce que cualquiera puede tener y que no está limitado por
_ que dice: "Conciencia, conciencia, instinto divino inmortal y ce-
mi derecho. Por eso es que la lógica de esta máxima, que es la má-
leste voz, voz de la conciencia''. "Voz de la conciencia'' es un giro
xima del derecho al goce, no está identificada con los llamados de-
que da para pensar si Lacan hace algo así como un préstamo y un
rechos del hombre, donde está planteada siempre la reciprocidad.
traspaso de la expresión de Rousseau a Kant, y quizá eso tiene al-
La clara diferencia entre lo que postula esta máxima y la re-
gún valor, pues se podría pensar que ahí Kant no es del todo con-
ciprocidad puede obtenerse a partir de la definición que Kant da
secuente con su teoría trascendental, ya que al final apela a una
del matrimonio:" [... ] es la unión de dos personas de sexo dife-
conciencia empírica, equivalente a la "voz de la conciencia'', voz
rente para la posesión recíproca y por vida de sus propiedades
que, ahora lo sabemos, tampoco alude a un objeto empírico sino
sexuales". Algo equivalente es dicho en una frase referida al co-
a la función del objeto a.
mercio sexual: "Un comercio sexual es el uso recíproco que ha-
La paradoja que enuncia Lacan es que cuando el sujeto ya
ce un ser humano de órganos y poderes sexuales de otro". En los
no tiene frente a sí ningún objeto porque han sido substraídos
dos casos -en la definición del matrimonio y en la definición de
todos los objetos patológicos, sin embargo tiene presente uno
la relación sexual- está usada la palabra "recíproco". 56 Posesión
que caracteriza la ley: la "voz de la conciencia''.
recíproca, uso recíproco.
Kant no la llamó "voz de la conciencia'' pues pensaba que de-
La máxima sadiana no sigue la misma lógica de reciproci-
saparecía todo objeto y quedaba sólo el Bien. Pero es necesario
dad. El escritor francés decía que no se puede acceder a la repú-
decir que además del Bien está la voz de la conciencia. No es só-
blica -obviamente la república sadiana- más que haciendo el es-
lo la idea del Bien ni el imperativo sino que además éste tiene va-
fuerzo de renunciar a toda lógica de la propiedad. La máxima
lor de voz que, lo repetimos, es una de las especies del objeto a.
del derecho al goce no está limitada por aquel cuyo cuerpo es el
Lacan efectúa una relación entre el imperativo kantiano y el
objeto, lo cual implica que el ejercicio de este derecho ignora to-
imperativo sadiano. La máxima sadiana, que Lacan explicita, di-
da piedad y compasión.
ce: "Tengo derecho a gozar de tu cuerpo, puede decirme quien-
quiera, y ese derecho lo ejerceré sin que ningún límite me de-
tenga en el capricho de las exacciones que me venga en ganas sa- blicada en la revista Critique en 1963, el texto es diferente pues en es te caso ha-
ciar en él". 54 Es una máxima bastante extraña. Empieza así: bla el torturador y no la víctima: "Tengo derecho a gozar de tu cuerpo, le diría a
"Tengo derecho a gozar de tu cuerpo ... ". Pero sigue:" ... puede q uien me plazca, y ejerceré ese derecho sin que ningún límite me detenga en el
decirme quienquiera'', con lo cual se percibe una diferencia, cla- capricho de las exacciones que tenga ganas de saciar".
ramente planteada ahí, entre el sujeto del enunciado y el sujeto L'l corrección d e 1966 parece solucionar un problema de la primera versión,
el referido a la dificultad de pensar que el imperativo sea al mismo tiempo im-
de la enunciación. El sujeto del enunciado es el "yo tengo"; el
puesto al Otro y por el Otro. "La correción de 1966 soluciona el problema al
sujeto de la enunciación sería el "me" del decirme.5 5 simplificarlo: desde el momento que habla la víctima, el Otro puede ser a la vez
esa voluntad que impone y la racic;inalidad que por sí sola funda la imposición"
(Jean Allouch: Faltar a la cita. "Kant con Sade" de Jacques Lacan. Erotología !!!,
"!bíd., págs. 768-769.
Ediciones literales, Córdoba, 2003, pág. 110).
" Es necesario precisar que la fórmula transcripta es la que figura en la ver-
" Manuel Kant: Fundamentación de la metaflsica de las costumbres, Ed. Espa-
sión de "Kant con Sade" de los Escritos, mientras que en la versión anterior, pu-
sa-Calpe, Madrid, 1981, cap. l.

68
69
Según el marqués de Sade, la máxima del derecho al goce es
universal de lo particular, los juicios válidos conforme a ese princi-
la afirmación de un deber que excluye cualquier motivación por
pio tienen que ser insensibles a la naturaleza específica y al contexto
fuera de aquella que implica la propia orden terminante inhe-
del problema que en cada caso esté necesitado de solución, y han de
rente a la máxima. Es cierto, hay un punto en común muy fuer-
permanecer externos a los casos particulares. "La conciencia moral,
te con el imperativo categórico: está siempre el rechazo a lo pa-
al tratarse del sencillo saber y querer del deber puro [... ] está referi-
tológico y la referencia a la forma pura de la ley. En este senti-
da a la realidad del multiforme caso y tiene por ello una multiforme
do, Kant y Sade pueden homologarse: rechazo de lo patológico
cualidad moral [... ].En lo que respecta a los deberes en plural, pa-
y énfasis en la forma de la ley, en el estatuto formal de la ley. La-
ra la conciencia moral sólo vale el deber puro en ellos contenido; los
can dice que es necesario reconocer en el imperativo sadiano el
deberes en plural en tanto que son plurales están por ello determi-
carácter de una regla universal ya que tiene la virtud de instau-
nados, y por ello no son nada sagrado para la conciencia moral". 59
rar a la vez la expulsión de lo patológico y la forma de la ley.
3) La objeción de Hegel contra la impotencia del mero deber:
El sujeto kantiano es autor y ejecutor de la ley y, también,
orno el imperativo categórico ordena separar estrictamente el
víctima de la ley porque el imperativo implica esta puesta en
deber del ser, ese mandato es forzosamente incapaz de mostrar
juego de la ley en cada uno.
cómo se pueden llevar a la práctica las convicciones morales.
4) La objeción de Hegel contra el terrorismo de La actitud in-
terior pura: dado que el imperativo categórico separa las exigen-
Las cuatro objeciones de Hegel a Kant
cias puras de la razón práética del proceso de formación del es-
píritu y de sus concreciones históricas, aconseja a los abogados
Jürgen Habermas señala las cuatro objeciones de Hegel con-
de la cosmovisión moral una política que se propone, como ob-
tra la filosofía moral de Kant: 57
jetivo, la realización de la razón y que con vistas a fines más al-
1) La objeción de Hegel contra el formalismo de La ética kan-
tos asume y aprueba la realización de acciones inmorales.
tiana: dado que el imperativo categórico exige abstraer de cuantos
Hegel dedica al terror jacobino de la actitud interior un famo-
contenidos particulares tengan las máximas de acción y los debe-
~o capítulo que lleva el título "La virtud y la marcha del mundo",
res, la aplicación de ese principio moral produce forzosamente jui-
en el que muestra cómo la moral se convierte en un medio para
cios tautológicos. "La materia de la máxima sigue siendo la que es:
"llevar el bien a la realidad sanificando la individualidad". 60
una determinación o particularidad, y la universalidad que la aco-
gida en la forma le concede es por tanto una unidad estrictamen-
te analítica, y si la unidad que se le concede se expresa meramente
La crítica de Schopenhauer
en una proposición, la proposición es analítica y una tautología'' .58
2) La objeción de Hegel contra el universalismo abstracto de La
En el prólogo a Crítica de La filosofla kantiana, Pilar López de
ética kantiana: dado que el imperativo categórico exige separar lo
S::m ta María señala que Schopenhauer cuestiona el concepto kan-

" Jlirgen Habermas: Aclaraciones a la ética del discurso, Ed. Trotta, Madrid, 2000.
,., Wilhelm F. Hegel: Fenomenología del espíritu, Fondo de Cultura Económi-
" Wilhelm F. Hegel: 'Über die wissenschaftlichen Behandlungsarten des Na-
r a, México, 1966, pág. 386.
turrechts", en Werke, Suhrkampt, Frankfurt am Main, 1969, vol. 2, p~íg. 460.
'~ Ibíd., pág. 289.

70
71
tiano de deber porque éste sólo puede tener cabida en una moral floja, que no merece a su juicio ni siquiera ser criticada, ya que
teológica pero nunca en una moral filosófica. La idea de un de- habrá de morir por sí misma. 61
ber incondicionado no es más que una contradictio in adjecto. A partir del pesimismo de Schopenhauer está excluida la so-
El deber está siempre en conexión necesaria con un premio lidaridad del deber con cualquier situación positiva. La oposi-
o castigo y pierde todo significado desvinculado de ellos. El de- ción a la moral de Kant y Fichte parte del hecho de que estos dos
ber separado de todo fin, el deber categórico válido por sí mis- filósofos consideraban como "absolutamente necesarias ciertas
mo, tal como Kant lo enseñaba, es una concepción nunca efec- formas de conducta y, por tanto, las creían de valor absoluto". 62
tuada y, en realidad, contradictoria. Sin embargo, de su análisis
se desprende que ni el deber kantiano es tan incondicionado ni
su ética tan desinteresada, y ello por dos razones: en primer lu- La universalidad de la ley o Kant con Peirce
gar, porque el deber termina finalmente postulándose como
condición de la felicidad, sin la cual no se realiza el Bien supre- Podemos leer ahora una frase de Lacan perteneciente a Kant
mo. En segundo lugar porque la fuente última del principio éti- con Sade que tiene una retórica sorprendente pero conviene pre-
co kantiano no es, según Schopenhauer, más que el egoísmo. guntarse por qué le da ese giro, esa forma un tanto extraña,
La argumentación de Schopenhauer en este punto está me-
jor desarrollada en su escrito Sobre el fundamento de la moral.
'·' Arthur Schopenhauer: Crítica de la fiLosofia kan tiana, Ed. Trotta, Madrid,
Allí plantea que el deber incondicionado exige la posibilidad 2000, pág. 21 . En relación con estas críticas es interesanre mencionar b s ideas de
de universalizar la máxima de la acción, de modo que a quien D urkheim. Dos escuelas dominan el debate filosófi co contemporáneo de Durk-
busca crear reglas para su propia voluntad se le impone la ta- he im: el kantismo y el uti!irarismo. El primero hace de la moral una realidad tras-
rea de buscar otra para la voluntad de todos. Pero esta regla cendente y concibe al individuo como un ser con valor intrínseco; para el segun-
universal no puede ser más que el propio egoísmo, ya que só- do el acro moral es una mera aplicación de la psicología. Frcnre a los kanrianos,
que cifran la moral en lo internamente obligatorio, Durkheim cree que el acro mo-
lo a él afecta la conducta de los demás y sólo en virtud de él
ral debe ser además deseable, que ha de encamin arse a la büsqueda del bien, y que
puede uno querer en los demás una conducta sin que le resul- riene que derivarse no de la obediencia a un imperativo caregórico impersonal si-
te indiferente. no del respeto que infunde la sociedad como ente superior a la mera reunión de
Así que el imperativo categórico se refiere inmediatamente individuos. Frente al urilitarismo spenceriano, que enriende el alrruismo co mo un
al padecer y sólo mediante éste al hacer. Su exigencia de univer- ego ísmo disfrazado, Durkheim concibe la sociología como una ciencia de la exis-
salidad viene a decir simplemente que uno no debe querer ha- rencia cuya función es hacer vivir juntos a los hombres (Em il e Durkheim: La cien-
cia positiva en Alemania, Revue Philosophique, XXIV, 1887, pág. 43).
cer lo que no puede querer padecer. Mas quien decide esta úl-
La fuente de la actividad moral es la vinculación a algo que sobrepase al in-
tima parte es el egoísmo. Como fundamento de la doctrina del dividuo; por eso, cuando los hombres se asocian no es sólo para defender intere-
Estado, este principio sería excelente; como base de la ética, re- ses sino por el placer de hacer algo en comün. La subordinación de la utilidad pri-
sulta del todo inservible. Tras criticar de pasada la idea del "de- vada a la comün tiene un carácter moral y con lleva un esp írim de sacrificio y ab-
ber por el deber"(una apoteosis del desamor y de la moral de es- negación. La moral comienza con el desinrerés, o al menos co n la vinculación a al-
go superior. Sólo en este engarce seremos plenamente humanos, dice Durkhcim
clavos) y hacer hincapié en el carácter innato de la virtud y la
(Helena Béjar: EL corazón de fa república, Ed. Paidós, Barcelona, 2000, pág. 138).
imposibilidad de enseñarla, Schopenhauer pasa, sin apenas de-
'" Georg Simmel: Schopenhauer y Nietzsche, Terramar Ediciones, l11 1 ~ n os
tenerse, sobre la doctrina kantiana del derecho. Una obra tan Aires, 2000, pág. 132.

72 73
complicada. Se refiere a la ley kantiana y, en última instancia, de llegar a la religión dado que la posibilidad del Bien se juega
también sadiana, que es su otra cara y considera, en suma, la
en la obediencia a la ley. Expresamos también que el postulado
universalidad de la ley.
de la razón práctica en Kant no es el bienestar sino el estar bien
Kant diferencia las máximas del concepto de ley: la máxima en la ley, pues el Bien es la obediencia a la ley de la razón.
es subjetiva y, por lo tanto, no es universal. Lacan comenta es- Todo esto remite a lo que se denomina clásicamente lamo-
ta universalidad de la ley kantiana de la siguiente manera: "Pa- ral cristiana, y de allí a la idea de la inmortalidad que se podría
ra que esa máxima haga la ley es preciso y suficiente que ante la definir como un bienestar más allá de la vida. La postulación
prueba de tal razón pueda retenerse como universal por derecho ética de Kant no se propone lograr la felicidad en la satisfacción
lógico. Lo cual, recordémoslo, de ese derecho no quiere decir
de la ley sino que se pregunta cómo es posible hacer el bien a
que se imponga a todos, sino que valga para todos los casos; o
partir de la ley, a partir de una relación con la ley. De esta ma-
mejor dicho, que no valga en ningún caso si no vale en todo ca-
nera queda como meta, como fin, un más allá de la muerte fí-
so" .63
sica. Este más allá de la muerte física es el Bien a obtener, un
La universalidad de la ley no quiere decir que se impone a
Bien que no se articula con el bien de los sentidos y es por ello
todos sino que vale en todos los casos. Pero a continuación di-
q ue a partir de ahí quedan como corolarios la idea de Dios y la
ce que, "mejor dicho", no vale en ningún caso si no vale en to- idea de la inmortalidad. Se puede explicar de este modo el Bien
do caso. Se produce ahí un giro retórico extraño que es el que supremo ubicado más allá de las pasiones, que es la base, el fun-
refleja la expresión "ningún caso", fórmula que se relaciona con
damento de la ética kantiana en su diferencia con la ética de
la excepción.
Aristóteles.
Para avanzar en la comprensión de esta frase se trata de leer
En relación con la frase transcripta, realizaremos algunas
a Kant con Peirce pero no en el sentido en el que entendemos
precisiones con el objeto de pensar la articulación entre Kant y
la expresión "Kant con Sade", sino Kant criticado a través de
Sade. En este momento, casi al comienzo del texto del que he-
Peirce. El texto de Lacan que acabamos de citar es contemporá-
mos extraído la cita, Lacan sostiene que el carácter universal de
neo -con unos pocos meses de diferencia- a su trabajo en el Se-
la máxima sadiana indica que no existen condiciones de exis-
minario IX La identificación donde trata el problema de la de-
tencia que puedan oponerse a su aplicación.
finición por exclusión con el ejemplo de los mamíferos. Es conocido que en la obra de Kant aparecen algunas for-
La frase de marras hay que leerla a través del cuadrángulo
m ulaciones a modo de interrogantes que son centrales en la
de Peirce, donde introduce por primera vez la idea de la excep-
ética. Por ejemplo: ¿es un deber mentir al tirano para proteger
ción que es, a su vez, una crítica al universal aristotélico y kan-
a un amigo? Kant responde que se debe decir la verdad, con las
tiano. La referencia a lo que no vale "en ningún caso si no vale
co nsecuencias que eso pudiera acarrear, porque no tiene que
en todo caso", compleja desde el punto de vista de la organiza-
haber ninguna consideración "patológica", en el sentido de la
ción retórica, tiene importancia porque permite diferenciar el
sensibilidad, que pueda impedir la aplicación moral. Esto sig-
"todo", el "todos los casos" y el "ningún caso".
nifica que aunque ese sujeto sea un tirano no se debe mentir
Habíamos dicho que por la vía de la ética de Kant se pue-
aun cuando eso implique, por ejemplo, que pueda morir un
:im1go.
'" Jacques Lacan: Op. cit., pág. 767. ¿Pero por qué Lacan utiliza una retórica tan complicada en

74
75
la frase citada? Transcribimos nuevamente la última parte:"[ . . . ] vale para todos, que vale para todos los casos, pero no para todos
no quiere decir que [el imperativo categórico] se imponga a to- los individuos. 64
dos, sino que valga para todos los casos o, mejor dicho, que no Hay una diferencia muy importante que fundamenta este
valga en ningún caso si no vale en todo caso". giro retórico particular cuando Lacan dice "para todos los ca-
Para encontrar el valor de este giro retórico, es necesario sos". ¿Que se imponga a todos? No, más bien, dice: "[ ... ] que
ubicar este texto en su época. Kant con Sade está fechado en sep- valga para todos los casos o, mejor dicho, que no valga en nin-
tiembre de 1962. Lacan había pasado las vacaciones del mes an- gún caso si no vale en todo caso".
terior, agosto de 1962, en Guitancourt, redactándolo y aparece Es válido consignar ahora la primer frase del Tractatus ... de
después de haber dictado el Seminario IX La identificación, en Wittgenstein que dice que el mundo es todo lo que es el caso.
el que se ocupa, entre otras temas, del problema de lo univer- Esa sería la primera operación lógica a construir: el todo no es el
sal, y se dedica aproximadamente tres meses a trabajar diversos conjunto de todos los individuos, sino que significa "en todos
aspectos de las argumentaciones de Kant. los casos". Es decir, el primer acto del lógico al que sigue Lacan
Kant sostenía que, en relación con la lógica de Aristóteles, en esta formulación, es constituir la expresión "todos los casos",
no había muchas cosas para cambiar o agregar. Aristóteles re- la cual hace un conjunto de los casos pero no de los individuos. 65
partía los seres y los enunciados posibles en universales y parti- La torsión retórica de la frase es que, hablando de "todos los
culares, y la cartografía lógica que armaba permitía concebir casos", repentinamente Lacan introduce el "ningún caso" . No
esos enunciados o seres en universales afirmativos o negativos y dice que "la máxima universal es la que vale en todos los casos".
particulares afirmativos o negativos. Esta idea está representada No es la que se impone a todos, tampoco es exactamente la que
en el conocido cuadrángulo de Aristóteles, referido a uno de los
puntos más centrales de su lógica, que se basa en una clasifica-
ción de los enunciados en universales o particulares. "'El Ideal es colectivizante, es un Uno unifi ca nte que obedece a la lógi ca del
Uno Todo. El significante del Ideal remite al punto que culmin ará en identifica-
Kant se apoya en esa clasificación y sostiene que hay un ti-
ción pues la transferencia lleva siempre la demanda a la identificación. En un aná-
po especial de juicios universales que son los juicios éticos. Si lisis se pueden franqu ea r las identificaciones pero queda un punto fijo. La espe-
bien no es lo mismo el imperativo categórico, con las distintas cificidad del ca mpo escópico estriba en que, por reducirse al punto ce ro, "el ob-
formulaciones ofrecidas por Kant, que la frase "todos los hom- jt:to a queda reducido a una función puntiforme y deja al sujeto en la ignorancia
bres son mortales", en ambos casos se trata de enunciados uni- de lo que está más allá de la apariencia" Oacques Lacan: El Seminario, Libro Xi:
versales. El imperativo categórico es un tipo especial de enun- l.os cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Ed. Paidós, Buenos Aires,
J ')89, pág. 84).
ciado universal que implica la idea del todo, igual que en el
Cuando el analista, haciéndose soporte del a separador, abre la vía al atrave-
enunciado lógico "todos los hombres son mortales". samiento del fantasma ¿cómo pensamos la función del Id eal? Una vez subjetivi-
La idea del "todo" en el juicio universal aristotélico y kantia- ·1.ada la imposibilidad de significantización del objeto a, el operador Uno en más
no, por definición, imposibilita considerar la existencia singular. sustituye al uno Todo y así deja al conjunto siempre abierto. Por eso la caída de
Se puede hablar entonces del derecho lógico, que es lo que dice los ideales es un cambio de lógica y no el borramiento de los mismos.
" La primer frase del Tractatus.. . es: "Die Welt ist alfes, was der Fati ist" que
Lacan: "Para que esa máxima haga la ley es preciso y suficiente
se puede traducir así: "El mundo es todo lo que el caso es". La versión de Enri-
que ante la prueba de tal razón pueda retenerse como universal que Tierno Galván dice: "El mundo es todo lo que acaece" (Ludwig Wittgens-
por derecho lógico". Hablar de derecho lógico quiere decir que 1cin: Tractatus Lógico-Philosophicus, Ed. Alianza, Madrid, 1979, pág. 34).

76 77
vale para todos los casos, sino que, "mejor dicho", es "la que no A
vale en ningún caso si no vale en todo caso".
Pero ese "ningún" en la lógica aristotélica no tiene impor-
tancia porque en esta torsión que realiza Lacan se introduce la
I E
función de la ausencia. Este "ningún caso" significa la ausencia,
con lo cual se puede entender este párrafo apelando al esquema
de Peirce del Seminario IX, ya que Lacan lo usa para criticar el _____.....
universal aristotélico, es decir, el universal kantiano. 66 o
¿Qué es lo que se proponía Peirce con el esquema? Peirce no
quería constituir una categoría del universal a priori, como ha- A: Todo trazo es vertical
cían Kant y Aristóteles, sino del universal a priori en su exten- E: Ningún trazo es vertical
sión. Por ejemplo, si digo que todos los animales llamados to- 1: Algún trazo es vertical
ros son de tal modo, primero se plantea el concepto de toro y O: Algún trazo no es vertical
luego se pasa a su descripción.
Peirce, en cambio, partiría de una investigación pragmática En este esquema no se toma en cuenta la expresión "todos
sobre los toros y no del concepto de toro y trataría de ver si exis~ los trazos" en particular, sino más bien "todos los casos". En la
te un toro que pudiera funcionar como un modo de contrade- zona donde no hay trazos, donde no hay nada, donde hay va-
cir el criterio definido inicialmente. cío, se aplica también el universal. Por eso todavía ese vacío no
Su idea era criticar la denominada deducción a priori.67 El está planteado exactamente como el "no todo" -que aparecerá
esquema de Peirce se puede representar de la siguiente manera: con claridad en el Seminario XX: Encore- pero, sin embargo,
hay un límite al "todo" derivado de la existencia singular.
'"· Eric Laurenr: "Comentario de «Kant con Sade.»', en Modos de entrada en Es una determinación que pone límite a lo universal que es,
andlisis y sus consecuencias, Ed. Paidós, Buenos Aires, 1995, págs. 71-73. a la vez, la condición de la existencia. Si se distingue el "todo"
"' A partir de la década de los sesenta la influencia de Charles Sanders Peirce del "todos los casos", es posible percibir que la expresión "todo
(1839- 191 4) en el pensamiento co ntemporfoeo se ha ido incrementando sin interrup- trazo es vertical" -que está anotada como "A", e incluye las dos
ción. Probablemente ha sido Karl Otro Apel (Düsseldorf, 1922) uno de los filósofos
partes superiores- es válida para el casillero vacío aun cuando
que ha protagonizado este proceso de transformación que se ha producido en la culru-
ra contempon\nea desde hace ya cien años entre dos modos opuestos de entender el no exista allí trazo alguno.
trascendentalismo, similares a los defendidos por Kant y Peirce respectivamente. Por su En este sentido se puede entender porqué Lacan hace sur-
parte, ha propiciado el giro lingüístico que ha ten ido lugar en el pensamiento contem- gir en ese giro retórico el "ningún caso", algo así como un espa-
poráneo durante estos últimos cincuenta años, heredando las dificultades y paradojas cio vacío, una caja vacía en esta consideración de lo universal.
que Peirce ya detectó dentro del pragmatismo. ''Asombrosamente el programa que aca-
Lo hace surgir porque el universal parece que puede prescindir
bamos de esbozar desde una perspectiva actual (transformar semióticamente la filoso-
fía trascendental) ha sido desarrollado hasta el detalle por un contemporfoeo america- de la existencia.
no del neokantismo alemán. Este fue el programa de C. S. Peirce -el Kant de la filo- El cuadrángulo de Peirce nos sirve para hacer visible lo que
sofía americana, como muy bien podríamos denominarle" (Karl O. Apel: La tramfar- ·stá oculto en Aristóteles y en Kant, es decir, que lo universal
mación de /,a fi!osojla, Taurus ediciones, Madrid, 1985, tomo Il, págs. 155-156). prescinde de la existencia. Peirce defiende explícitamente, en su

78 79
desarrollo lógico y semiológico, la existencia contra el a priori de der a ello. Lacan lo dice así: "Retengamos la paradoja de que sea
lo universal. 68 en el momento en que ese sujeto no tiene ya frente a él ningún
Cuando Aristóteles considera los enunciados particulares, objeto cuando encuentra una ley[ ... ]".69
afirmativos o negativos, da lugar efectivamente a lo que no es En este sentido el problema del sujeto en la ética y en lamo-
universal; pero lo que esconde es que la existencia misma de lo ral kantianas es que encuentra la ley, al modo de decir "todo tra-
universal prescinde de que exista una cosa que pueda no respon- zo es vertical", cuando ya no hay ningún objeto que responda a
esta ley, cuando no hay más puesta en juego del amor, de la sen-
"' L-i. sem iótica de Peirce afirma el concepto lacaniano de fuga de sentido en el
sibilidad, de las pasiones, del afecto por un amigo, de ningún
análisis porque el sujero se confronta con el querer decir y no logra alcanzar un de- "objeto patológico", de ninguna pasión que alguien pueda tener
cir más que relativo. Lo imposible a decir relativo queda enmarcado por la interpre- en la vida. Cuando no tiene más ninguno de esos sentimientos
tación y está en relación con el S,; lo imposible a decir absoluto está en relación con es cuando descubre la ley pura.
el objeto. Alguien criticó una vez a Kant y dijo que "parecía'' tener las
En el Seminario XIX la intervención de Recanati desarrolla el concepto de
manos limpias. Pero el problema es que Kant no tenía manos,
campo potencial por el que Peirce ubica el campo de inscripción de las im pos i- .
bilidades aún no inscriptas, es decir, el campo que define lo imposible como aunque si en realidad las hubiera tenido no hubieran estado tan
aquello que queda por fuera del campo potencialmente factible de inscripción . limpias porque, como Aristóteles, lo que escondía con la tesis
Define la inscripción de una inexistencia y señala que se puede oponer el vacío a del universal es que en función del Bien se podría matar a cual-
la nada en tanto el vacío inscripto como tal representa algo, inscrip to como cero quiera con el objeto de preservar el universal.
y contado como Uno, y de allí deduce por repetición de la inscripción la se rie de
Kant es la culminación de esta ética que predica el universal
los números enteros.
En la clase del 19 de enero de 1972, Lacan se refiere a la inex istencia ins-
y que tiene su conclusión dramática en distintas situaciones pe-
cripta como tal, para deducir de allí la necesidad planteada en el discurso , en tan- ro particularmente en el terror posterior a la Revolución Fran-
to es por la necesidad situada como después que el antes de la inexistencia ins- cesa, es decir, una experiencia política que no respetó la existen-
cripta co mo tal toma su estatuto en el discurso. cia para establecer el reino de lo universal. 70
"Este concepto nos interesa porque hay necesidad en el síntoma, necesidad Es cierto que el Iluminismo -y esto lo dijo Adorno antes que
lógica en el no cesa de escribirse en el síntoma y para que haya necesidad es pre-
Lacan- desembocó en la Revolución Francesa, pero ésta, a su
ciso que antes haya vacío, inscripto como tal , de modo que el primer Uno de la
insistencia, el primer Uno que no cesar~\ de escribirse, est~í fundado sobre la su-
vez, fue una política que, al fracasar, culmina en el terror. El te-
posición de una inexistencia, que no es más que consecuencia de la producción rror no fue más que el establecimiento de lo universal a expensas
de necesidad. de la existencia. Para decirlo en términos políticos prácticos: si al-
Aclara Lacan que la inexistencia sólo hace cuest ión por tener respuesta y es guien, cualquiera que fuere, un aristócrata, un sujeto del antiguo
en relación a la verdad y el goce, marcando la repetición del síntoma a nivel de la régimen, no se insertaba en el nuevo universal, se le cortaba la ca-
reiteración del efecto de escritura en el no cesar de escribirse.
beza. Pero lo que en el mismo movimiento del terror se iba des-
Es a parrir de la modalización que Lacan aborda la cuestión del escrito por-
que ello le permite además introducir la cuestión del tiempo, de allí que lo que plegando era que este tratamiento de guillotinar, aparentemente
no cesa de escribirse encuentre su límite en la co ntingencia. Esa es nuestra opor-
tunidad, el único camino para la inscripción sexual en relación al o rdenam iento "" Jacques Lacan: "Ka~t avec Sade", en Écrits, Ed. du Seuil, París, 1966, p:íg.
fálico" (Oiga Gonzalez de Molina: "Comentario sobre Peirce", en El Caldero de
767.
la Escuela, Buenos Aires, julio de 1966, págs. 61-63). 70
Eric Laurent: Op. cit, pág. 74.

80 81
limitado en los comienzos a los enemigos de la patria, después se Una posición similar puede ser estudiada a partir de las ideas
empleó con cualquier ciudadano. Esto fue el descubrimiento del de Walter Benjamin quien considera la caída de la ilusión de
horror: todos en última instancia podían ser iguales frente a la una modernidad que habiendo prometido la felicidad para los
muerte y el universal podía muy bien prescindir de la existencia seres humanos acabó abriendo las puertas de una catástrofe cu-
de cualquiera. Es lo que sucede siempre en aquellos movimien- yos símbolos más elocuentes se resumen en dos palabras: Ausch-
tos de masas que consideran que no hay ningún límite a lo uni- witz e Hiroshima.
versal. Alcanza con recordar el nazismo o la masacre de Pol Pot
en Camboya, donde fueron prácticamente exterminados millo-
Pero el caso de Krstic es el primero, en las causas originadas en la sangría de los
nes de seres humanos en nombre de lo universal.7 1 13alcanes, que reconoce la comisión de un acto genocida, en los términos en que de-
fine ese crimen la Convención Internacional Antigenocidio de 1948: la destrucción
71 Poi Pot -cuyo verdadero nombre era Saloth Sar- fue el líder histórico de - o intento de destrucción- rotal o parcial de un grupo nacional, étn ico, racial y/o re-
la guerrilla camboyana del Khmer Rojo y responsable de la ma ta111~1 de más de li gioso. La idea que subyace tras esta caracterización se abonó en el Holocausto que
un millón de personas durante los cuatro años que estuvo en el poder a partir del Adolfo Hitler ensayó antes y durante la Segunda Guerra Mundial, con los judíos co-
momento en que cayó el régimen del mariscal Lou Nol el 17 de abri l de 1975. mo principal pero no únicas víctimas. Antes de llegar a la letra de una convención
Pol Pot se lanzó a una experiencia comunista basada en la agr icu ltura, la au- internacional, alumbrada en el marco de Naciones Unidas, se formuló jurídicamen-
re en los primeros tribunales que lidiaron con esta aberración en escala: los que juz-
tosuficiencia económica y una colectivización que resultó ser un inhumano sistc- .
garon en la ciudad alemana de Nüremberg a muchos jerarcas del régimen nazi".
ma de trabajos forzados. La población fue diezmada por las ejecuciones y el ham-
También se puede citar el histórico juicio contra el ex presidente yugoslavo Slo-
bre. Camboya tenía ocho millones de habitantes en 1975 mientras que en 1983
bodan Milosevic que comenzó el 12 de febrero de 2002 en La Haya con una aguda
sólo había cinco millones seiscientos mil.
exposición de la fiscal general del Tribuna l Penal Internacional (TPIY), la sui7~1 Carla
El jefe del Khmer Rojo fue depuesto el 7 de enero de 1979 por las tropas de
Id Ponte, quien acusó al imp<ívido ex mandatario de ser responsable de los "peores
Vietnam. Se refugió con sus hombres en la frontera con Tailand ia y siguió com-
crímenes conocidos por la humanidad", cometidos con "salvajismo casi medieval".
batiendo contra los vietnamitas con el apoyo de Estados Un id os y China. Sólo la
"Excelente táctico, pésimo estratego, Milosevic no hizo más que perseguir su
derrota norteamericana en Vietnam eclipsó la tragedia de Camboya e hizo pasar
ambición, al precio de sufrimientos indecibles impuestos a quien es representaban
al olvido al genocida contra el que nunca se tomó ninguna sanción.
1111a amenaza a su ansia desmedida de poder", afirmó b fiscal.
En la misma línea de pensam iento es posible recordar el genoc idi o de K rs-
El acusado, de 60 años, enfrenta un toral de sesenta y seis cargos de genoci-
tic. Osear Raúl Cardoso escribió en el diario Clarín del 4 de agosto de 2001 un
d io y otros crímenes de guerra en los conflictos de Croacia (1991-1995), Bosnia
artícu lo titulado "El progreso de la justicia", donde dice: "El ex general Rad islav
( 1992- 1995) y Kosovo (1998-1999), que dejaron por lo menos doscientos cin-
Krstic, un serbio de Bosnia, acaba de ser blanco de lo que, en el lenguaje colo-
uenta mil muertos, más de dos millones de desplazados y cientos de ciudades
quial de los argentinos, se conoce como «Un tiro disparado para el lado de la jus-
des truidas. Cada cargo conlleva una sentencia máxima de prisión perpetua, y se
ticia». La bala es metafórica: se trata de una condena de 46 años de prisión por
·stima que el juicio durad como mínimo dos años.
crímenes contra la humanidad que le impuso la Corte Internacional de Justicia
El enjuiciamiento que enfrenta el hombre que gobernó Yugoslavia durante
que juzga, en La Haya, Holanda, las atrocidades cometidas en las sucesivas gue-
1rece años (I 987-2000) es el mayor proceso internacional desde los tribunales de
rras libradas durante la pasada década en el territorio de la ex Yugoslavia. N üremberg contra criminales nazis y el primero contra un jefe de Estado por crí-
No por metafórico este proyectil judicial será, con el condenado, más piado- menes contra la humanidad. Pero, a diferencia de Nürembcrg, el TPIY -creado
so que el plomo; Krstic tiene 53 años de edad y las posibilidades de sobrevivir ca- :n 1993- no puede imponer condenas de mu erte, ya que la máxima pena que
si otro medio siglo entre rejas para volver a respirar la libertad son, cuanto menos, 1.·o ntemplan sus estawtos es la prisión perpetua.
biológicamente escasas. No es ésta la primera sentencia draconiana que dictan los En todos estos casos, el ideal de la salvación de todos, centrado en un parti-
jueces de esta corte especial; hace unos meses le impusieron 45 años de prisión a r11 lar concepto de Nación asociado a la "limpieza étnica", recorta el campo del
un militar croata, Tihomir Blaskic, quien ya comenzó a cumplir la condena. ·11 emigo a exterminar.

82 83
Para ello Benjamin se inspira en las olvidadas obras de los tesala del genocidio nazi. Se trata de una "lógica del mal" que
maestros del barroco alemán y las críticas surgidas de la rebe- pudo realizar su misión destructiva amparada en los ideales
lión romántica contra el racionalismo del siglo XVIII y su ideo- más altruistas.
logía del progreso con la intención de mostrar de qué manera "Benjamin, lector de Kafka, entendió el asfixiante peso de
en el corazón de la razón se dibujaba el rostro de la barbarie. la verdad histórica antes de que ésta acabara de realizar su ta-
Hannah Arendt - dijo Remo Bodei- estudiando los docu- rea, pero lo hizo utilizando los recursos ofrecidos no sólo por la
mentos del proceso a Eichman, descubrió que quien desarrolla al tradición de un pensamiento crítico sino incorporando los se-
mal no tiene nada de grandioso ni está fascinado por él como por ñalamientos anticipatorios de aquellos que partían de una ra-
un fruto prohibido sino que sólo es un burócrata de la muerte, dical recusación de una modernidad a la que, por otra parte,
un ayudante del mal pues transforma el homicidio y la tortura en Benjamin intentaba rescatar" .73
un trabajo rutinario y se justifica apelando a la obediencia. El autor de Angelus novus, como el Schiller de Los bandidos,
Según Kant, la ley no debe ser aceptada por los efectos que se interesa en detectar de qué manera la realización del Bien no
produce sino simplemente porque es un mandato. Por eso hace otra cosa que extremar las condiciones para la cristaliza-
Hannah Arendt sostiene que si sustituimos la fórmula del im- ción del mal.
perativo categórico por la voluntad del Führer se presenta una La industria de la cultura, tal como fue planteado por
continuidad entre la ética de Kant y la posición del nazismo. Adorno y Horkheimer en Dialéctica del Iluminismo, logró que
Dijimos en varias oportunidades que la fórmula del impera- las imágenes de la opresión y del dolor humanos se volvieran
tivo categórico anuncia que se trata del cumplimiento ciego a una mercancías y temas fagocitados por la estetización generalizada
orden. Entonces, cuando quedan vaciados todos los objetos pa- que permite alejar las inquietudes convirtiéndolas en produc-
tológicos, es decir, los objetos de bienestar, se produce solamente tos de consumo cultural.
la relación con una ley que ordena el cumplimiento absoluto. El pantano en el que el hombre moderno "hunde sus pies",
En esta línea de pensamiento, Kant cita a Juvenal en la Crí- según la expresión de Holderlin, no es un equívoco de la racio-
tica de la razón práctica: sic volo, sic iuveo ("así lo quiero, así lo nalidad sino la esencia de la modernidad y constituye el terre-
ordeno"). Esa sentencia pertenece a la Sátira sexta, 220-225, no por el que intenta caminar el sujeto que, a cada paso se hun-
cuando una mujer ordena crucificar a un esclavo y enuncia esa de más y más.
frase para agregar luego: "Sirva como razón mi voluntad". 72 "El último gran proyecto de autocomprensión de la moder-
A partir de estas ideas referidas a un mandato absoluto y la nidad, el que comienza con Kant y finaliza con Hegel, no elu-
predominancia del Ideal se percibe la continuidad entre la gui- dió la cuestión del mal. Todo lo contrario, ya con el concepto
llotina y los campos de concentración sin que ello signifique re- kantiano de «mal radical» asociado a la acción libre del hom-
ducir la experiencia de la Revolución Francesa a una mera an- bre, pasando por el mayúsculo planteamiento schellinguiano
de la libertad como territorio del mal, para culminar en el in-
72 Juvenal también es citado por Lacan en Kant con Sade y en la clase del l l
t cnto hegeliano de reducir esa «tragedia» a la astucia de la ra-

de enero de 1967 del Seminario XIV cuando recuerda la siguiente frase: Et non prop-
ter vitam vivendi perder-e causas (Cf Jorge Alemán: Jacques Lacan y el debate posmo- 7
·' Ricardo Forster: Walter Benjamin y el problema del mal, Ed. A!tamira, Bue-

derno, Ediciones del Seminario, Buenos Aires, 2000, págs. 38-39 y 160-174). nos Aires, 2001, pág. 25.

84 85
zón, observamos de qué modo el pensamiento filosófico 74tuvo ceda. Sin embargo, este iluminismo voltaireano será duramente
que vérselas con este nudo esencial del devenir histórico" . criticado por la escuela de Frankfurt. Adorno y Horkheimer es-
A partir de estas consideraciones se percibe la importancia del criben Dialéctica del Iluminismo y parten de una certeza semejan-
pensamiento de Benjamín sobre el mal que permite comprender te a la del Cdndido de Voltaire. Escriben: "Lo que nos habíamos
la estrecha relación entre sueño y pesadilla, entre promesa reden- propuesto era nada menos que comprender por qué la humani-
cional y violencia exterminadora de modo que entre los pliegues dad, en lugar de entrar en un estado verdaderamente humano,
de la cultura surgen los signos inequívocos de la barbarie no co- desembocó en un nuevo género de barbarie". 76 Habrán de llegar
mo un accidente en la marcha de la civilización sino como uno a resultados antagónicos a los de Voltaire. Ahí donde éste encon-
de los modos ejemplares del ser de la cultura humana. traba la solución (en la razón y su poder para transformar y do-
El pecado que marca el ser demoníaco de la civilización es minar la realidad), Adorno y Horkheimer habrán de hallar el ori-
el de Caín, que interrumpe el ciclo de la naturaleza y asesina a gen del proceso histórico que llevó a Auschwitz: la razón enten-
su hermano el pastor. "Desde ese momento cualquier acción, dida como instrumentalidad, como dominio y sometimiento. En
por pequeña que pueda parecer, supone la liberación de fuerzas última instancia, cuando Hannah Arendt habla de la banalidad
oscuras y maléficas. Secularizada, esta imagen cainita nos lleva del Mal se refiere al uso burocrático de la racionalidad.77
directamente a la interrogación por la condición mefistofélica
del hacer humano, nos enfrenta, Schelling dixit, al vínculo in- "' Theodor W Adorno y Max Horkheimer: Dialéctica del Ilu minismo, Ed.
disoluble entre libertad y mal". 75 Sur, Buenos Aires, 1973, pág. 7.
Benjamin, al seguir el razonamiento de Schelling, sabe que 77
Slavoj Zizek afirma: "En una elaboración más profunda, se pueden propo-
en la libertad prometida por la Ilustración y fecundada en los 11 er cuatro modos del Mal político, que forman una especie de cuadrado sem ióti-
campos de batalla inaugurados por la Revolución Francesa se o greimasiano: el Mal totalitario «idealista», llevado a cabo con las mejores inten-
ciones (el terro!· revolucionario); el Mal autoritario, cuyo objetivo es el poder y la
encuentra el gérmen de su contrario: la opresión que a ojos de
simple corrupción (sin otros objetivos más elevados); el Mal «terrorista» funda-
los románticos asumió la terrible forma del terror y de su má- mentalista, abocado a infligir daños masivos, destinado a causar miedo y pánico;
quina infernal, la guillotina. Es por ello que todo aquel que y el Mal «ba nal » de Arendt, llevado a cabo por estructuras burocráticas anón imas.
apuesta a la inexorabilidad del progreso acaba topándose con el Sin embargo, lo primero que hay qu e señalar e., que el marqués de Sade, el epíto-
rostro de la barbarie de modo que el final del camino no es la n1 c del Mal moderno, no se adecua a ninguno de estos cuatro modos: hoy es atrac-
1 ivo porque, en su obra, los personajes malvados son superlativamente demonía-
felicidad sino el encuentro con el horror.
cos, se reflejan en lo que hacen y lo hacen inrencionalmente: lo opuesto de la «ba-
Pangloss -el personaje del Cdndido de Voltaire que caricatu-
11a lidad del Mal» de Arendt, del Mal totalm ente incomparable co n los personajes
riza la teoría del mejor de los mundos posibles de Leibniz- ejem- grises, mediocres, pequeñoburgueses (a lo Eichmann) que lo organizaron. Aquí es
plifica un optimismo que acepta el mundo tal cual es y no se re- do nde Pasolini, en su los 120 días de Sodorna, se equivoca: «Sade y Auschwitz tie-
bela contra la cuestión fundamental que la novela expresa: que el nen poco en común. No es probable que pueda enconrrarse una fórmula general
Mal se ha enseñoreado de la tierra. Voltaire apuesta a la revolu- 11uc los comprenda, y todo intento de hacerlo puede ocultar lo moralm ente im-
po rtante en cada uno», escribió Neiman.
ción y también al poder de la razón como instrumento para ha-
El «Mal» es, pues, una categoría mucho más complicada de lo que podría pa-
recer. No es una simple obscenidad excéntrica comparar la famosa fórmula místi-
" !bíd., pág. 33. l ''1 de Angelus Silesius «La rosa no tiene porqué» con la experiencia de Primo Le-

" lbíd., P'ig. 35. vi en Auschwitz: cuando, sediento, intentó llegar a un pedazo de nieve en la ven-

86 87
José Pablo Feinmann se interroga si en un mundo entrega- En esta línea de razonamiento, la tesis de Lacan es que Kant
do al Mal sirve de algo el optimismo: "¿Qué oponerle al Mal? y Sade sacrifican la existencia, en el sentido de la singularidad,
¿La racionalidad voltaireana? ¿El silencio del positivismo lógico con las variantes correspondientes en los dos casos. Se nota así
de Wittgenstein? ¿El abandono de la razón entendida como ins- lo que se podría llamar la vertiente sádica de Kant. Es lo que
trumentalidad que llevan a cabo Adorno y Horkheimer? Porque observó Adorno antes que Lacan: que las manos limpias de
hay algo realmente terrible que los filósofos de Frankfurt [... ] Kant escondían en algún lugar un goce.
han eludido. La cuestión no reside en entender cómo la huma- En la misma línea de pensamiento es particularmente inte-
nidad entró en un estado de barbarie en lugar de entrar en un resante mencionar la frase "Viva Polonia, porque si no hubiera
estadio «Verdaderamente humano», sino en aceptar que la bar- Polonia, no habría polacos", extraída de la obra de teatro Padre
barie ha sido y es un estadio verdaderamente humano, acaso el Ubú de Alfred Jarry 79 , el creador de la "patafísica'', pues en esa
más humano de los estadios, sin duda el más persistente. Reali-
dad que el optimismo nunca revelaría y sí, en cambio, un pesi- 79
Alfred Jarry (1873-1907) fue uno de los anrecedentes principales del da-
mismo crítico-práctico, como el que deberíamos ejercer". 78 cb.ísmo y del surrealism o en un pie de igualdad con Lautréamont. En la obra
Ya explicitamos que una crítica fundamental a la ética de mencionada el personaje se hizo famoso porque comienza con la expresión mer-
Kant es que se trata de una ética que sacrifica la particularidad del rlre, un neologismo que se ha traducido como mierdra.
José B. Alique comenta que "cuando Jarry llega al París de 1890, justo a riem-
goce a expensas del imperativo universal. Por ello Kant con Sade
po de asistir a la fundación del Mercure de France, dirigido por V:1lerrc, y del Théa-
es un texto que revela que el imperativo kantiano es equivalente tre d'.A rt - que después se llamaría de l'Oeuvre- de Paul Fort, la sensibilidad del ago-
en algunos puntos a la operación sadiana, puesto que Sade quie- nizante siglo está al ciento por ciento revolucionada. Agrupados por libérrima de-
re sacrificar también a todo el mundo al universal de su goce y en cisión en torno a Mallarmé, los poetas admiradores de Verlaine y que han sabido
ese sentido los dos autores se encuentran. Kant quiere sacrificar as umir el mundo revelado por Baudelaire, se han lanzado a un a apasionada explo-
por su ley a todas las existencias mientras que el marqués puede ración del inabarcable universo de las correspondances. El simbolismo triunfa tam-
bién en las demás ramas de la literatura, al igual que en pintura se empieza a im-
hacer pasar a todo el mundo al papel de víctima en nombre del
po ner la revolución impresionisra de Monet, Pissaro, Seurat, y, en música, la que
universal de su goce, es decir, la máxima del derecho al goce. 1 iene como líderes a Debussy y Ravel. Bergson dicta sus cursos en la Universidad

y, en la singular con fusión, conocen as imism o su pleno apogeo movimientos ran


d iversos, pero tan confluyentes, como los rep resentados por René Ghil -el del Trai-
rana de su barraca, el guardia le griró desde afuera que se rerirara; en respuesta al ré du Verbe-, Huysmans, Leon Bloy, Remy de Gourmont, el Sar Peladan y los Ro-
perplejo «¿Por qué?» de Levi -por qué el rechazo de un acro que no hiere a nadie sacruces finiseculares ... Temprano e íntimo am igo de Leon Paul Pague, asiduo po-
ni rompe las reglas-, el guardia replicó: «No hay porqué aquí, en Auschwitz». Qui- co después de Marce! Schwob, a quien dedicará la edición popular de Ubú Rey y
zá la coincidencia de estos dos «porqués» es el «juicio infinito» último del siglo XX: de quien ensalza, por ejem plo, La Croisade des Enfants, lector de Coleridge, Grab-
el hecho sin fundamento de una rosa que goza de su propia existencia se toca con be, Bergerac, Rabelais, Homero y hasta, ¡cómo no!, de su contemporáneo Jules
su «determinación oposicional» en la prohibición del guardia hecha de puro goce, Verne -¡ese maravilloso Voyage au Centre de fa Terre!- , el joven poeta bretón, que
porque sí. En otras palabras, lo que en el ámbito de la naturaleza es puro, es ino- se reconoce influenciado por Villiers del'Isle Adam y se declara, no sin cierta dosis
cencia pre-ética, retorna (literalmente) como venganza en el ámbito de la natura- de soberbia, continuador del Lautréamont de los Chants de Maldoror, atacado por
leza, bajo la forma de puro capricho del Mal" (Slavoj Zikk: "«Esclavo» es la pa- 1111a especie de «iluminación», del estilo de las que provocasen las excelsas imáge-
labra que nombra al amo fingido", Página 12, Buenos Aires, 22 de abril de 2004). nes de Rimbaud, empieza a dar a conocer una poesía que, mezclada a veces co n
"José Pablo Feinmann: "Voltai re contra el optimismo", en Página 12, Bue- fragmentos en prosa, no puede por menos que aparecer insólita a quienes la lee n.
nos Aires, junio de 2000. Violentas en ocasiones hasta extremos sorprendentes, sus palabras, con frecuencia

88 89
sentencia se percibe también la primacía del universal pero, sin la ley moral ninguna intuición ofrezca ningún objeto fenomenal". 81
embargo, como afirma Lacan, " [. . . ] los polacos se han reco- Una definición universal, continúa Lacan, podría afirmar: "Vi-
. mendado siempre por una resistencia notáble a los eclipses de va Polonia porque si no hubiera Polonia no habría polacos". Se no-
Polonia, e incluso a la deploración que se seguía de ellos". 80 1a que la existencia de los polacos depende de la existencia de Polo-

Lacan comenta otra frase de Jarry de un modo más o menos nia, el universal. Todos los sujetos de Polonia son polacos porque
divertido. Dice así: "Que nadie por alguna lentitud, o incluso emo- pertenecen a esa patria. Si desaparece Polonia, que es el universal,
tividad, dude aquí de nuestro apego a una libertad sin la cual los desaparecen los polacos. En realidad, se trata de un chiste del Padre
pueblos están en duelo. Pero su motivación aquí analítica, aun Ubú en la obra de Jarry, pero lo que agrega Lacan después es que la
cuando irrefutable, se presta a que lo indefectible de ella se atem- existencia de los polacos es distinta que el universal pues puede de-
pere con la observación de que los polacos se han recomendado saparecer el universal y, sin embargo, no desaparecen los polacos.
siempre por una resistencia notable a los eclipses de Polonia, e in-
cluso a la deploración que se seguía de ellos. Volvemos a encontrar
lo que autoriza a Kant a expresar el pesar de que a la experiencia de Una comparación entre Kant y Lacan

ocurrentes neologismos, se encadenan desencadenando un ritmo agobiante para el Un estudio comparativo siempre tiene límites pero también
lector atento, a quien llegan a colocar, casi por completo desolado, al borde mis- una utilidad metodológica en la medida que establece algunos
mo de lo absoluto. En 1894 aparece, por fin, su primer libro - Les Minutes de Sa-
parámetros comunes, así como también propone las diferencias
ble Memorial. Le seguirá, antes del escándalo y la polémica consagración, el premo-
nitoriamente titulado César-Antéchrist ( 1895). Publicaciones y dedicación no obs- en juego en conceptualizaciones que se ocupan de los mismos
tante las cuales, tan apasion adamente enamorado de la liberrad como desinteresa- problemas aunque desde ópticas diversas.
do en cuanto a aventuras de faldas, encue ntra tiempo de asombrar al París artísti- Es por ello que se puede hacer un esquema para comparar la
co y literario con sus excentricidades y ocurrencias ge niales, entre las que, a modo estructura que ofrece Kant en la Crítica de la rdzón pura con la
de muestra y por su futura repercusión, solamente citaremos la de apoyar frente a
que está sostenida en la Crítica de la razón prdctica y, a partir de
todo y contra todos al luego universalmente reconocido Douanier Rousseau.
El 10 de diciembre de 1896 se produce, por fin, el estreno del Ubú Rey, que
allí, desplegar la relación diferencial con algunos conceptos laca-
como ya es lugar común constatar llega a constituir una segu nda «batalla de Her- nianos que resultan esenciales para la ética del psicoanálisis. 82
nani», rep itiendo y llega ndo a dejar pequeño, también, el estrépito con que en su
momento fuese acogida la obra de Edmond Rostand titulada Cyrano de Bergerac. "Ibíd.
Puesto que de los mismos textos complementarios contenidos en la presente ed i- 82
El esquema y muchos de los conceptos que siguen es tán basados en el ar-
ción se desprende la información suficiente, no nos ocuparemos aquí de las anéc- t fc ulo de Bemard Baas titulado "Le désir pur. A Propos de «Kant avec Sade» de
dotas tantas veces repetidas referentes al escándalo. Comparado por unos y por 1.acan", publicado en el número 43 de la revista Ornicar?
otros con Proudhomme, Macaire, Thiers, Torquemada, Deutz, Vaillant, Macbeth, Sostiene Jean Allouch que Baas pretende encontrar en Kant con Sade un "cues-
Calibán, Napoleón, Maximiliano, Boulanger, Sarcey, Polichinela, Punch, Karag- 1 ionamiento trascendental en la teoría del deseo" mientras que L~can dice en su rex-
heuz, Mayeux, y, nada menos que por Max Jacob, después, hasta con Jesucristo, 10 que no discute ahí "un verdadero tratado del deseo". También aclara acertadamen-
el personaje alcanza pronto la suficiente celebridad para que, basándose en eviden- t e que Baas decide promover la Cosa como si ocupara "el sitio exacto de lo que Kant
cias insuficientes y deformadas, algunos oscuros eruditos lleguen a negar su pater- llama lo incondicionado absoluto cuando el verdadero fin del hegelian ismo lacaniano
nidad a Alfred Jarry, atribuyéndosela al militar C harles Morin" (José Benito Ali- !si puede usarse esa expresión] no fue la Cosa sino lo que Baas escamotea detrás de su
que: "Introducción", en Todo Ubú, Ed. Brughera, Barcelona, 1980, p<igs. 8-10). promoción de la Cosa, a saber el objeto a" Qean Allouch: Faltar a la cita. "Kant con
"' Jacques Lacan: "Kant avec Sade", en Écrits, Ed. du Seuil, Paris, 1966, pág. 768. Sade" de ]acques Lacan. Erotología !!!, Ediciones literales, Córdoba, 2003, pág. 75) .

90 91
KANT KANT LA CAN La letra U (unidad sistemática) del esquema escribe un equi-
Crítica de la razón pura teórica Crítica de la razón pura práctica (crítica del deseo puro} valente a la función de la Ley a partir de lo que afirma Kant "de
incondicionado absoluro incondicionado absoluto incondicionado absoluto la relación legítima del entendimiento con las ideas de la razón
(Dios) (Dios- inmortalidad del alma) (Cosa) como ideas de lo incondicionado absoluto: la regulación, a con-
-,--,.-
dición de no invertirse en condición de conocimiento, aporta a
(regulaciónJI j(~) (postulados) (~ (Ley) i l . ~) la facultad de conocer la unidad sistemática de la que tiene ne-
~ ~s J cesidad y que, sin ella, sería imperfecta''. 84
facultad de conocer Voluntad libre autónoma Facultad de desear En el caso de la Crítica de la razón práctica, la libertad de la
= entendimiento puro voluntad está articulada con el carácter hipotético de los postu-
(a priori) (a priori) (a priori) lados de la razón práctica en tanto ellos no son objeto de un co-
nocimiento cierto para la razón teórica, ya que fuera de ese mo-
síntesis trascendental universalización do el sujeto no actuaría por deber sino por temor a cualquier
esquema ripo otro sentimiento propio de una voluntad sometida a lo patoló-
gico. Por ello, Kant afirma que la fe no puede preceder nunca a
fenóm eno acción empírica épithumene

deseo en el sentido habitual de la palabra. Esto es cierto, pero no dice nada en con-
El incondicional absoluto es causa primera y causa de sí. Pa- tra de la propuesta de aplicar la palabra «deseo» no sólo allí donde lo permite el
ra Kant lo incondicionado no es cognoscible, no es un objeto a uso habitual del lenguaje sino de declarar que todo querer es un desear. En contra
de esto habla el hecho ele que la exp licación no hace justicia a su objeto. Querer
conocer sino una Idea que se puede pensar. Es por ello que se
hacer algo es de un tipo diferente al desear o ansiar algo. Un signo al respecto es
puede efectuar legítimamente un uso regulativo de lo incondi- que cuando alguien le atribuye un deseo a otra persona se supone que aquel con-
cionado y ello excluye el uso constitutivo. 83 sidera que este algo existe o que, al 1úenos, así lo cree el que desea. Sólo se puede
desear aquello que está ahí dado, y la única cuestión es saber si lo «logrará». Pero
"" Es interesante consignar también la siguiente referencia de Rüdiger Bittner: cuando alguien quiere hacer algo, aquello que quiere todavía no está dado y qui-
"La aseveración de que el obrar debe ser entendido como un obrar de acuerdo con zás no se dará nunca, porque la intención puede fracasar. Querer algo es como te-
leyes no se vuelve trivial con la ampliación del significado de «ley... Representa una ner un propósito o concebir un plan. No se ansía algo que ya está ahí sino que se
alternativa al concepto del ob rar como reali7~1.ción de un deseo. Esta concepción proyecta un hacer que todavía no está ahí. Otra diferencia es que un deseo es al-
entiende «querer hacer algo» de acuerdo con el modelo «querer una cosa». Quien go que se presenta, algo que lo asalta a uno; uno es presa ele un deseo. En cambio,
desea hacer algo, se dirige a algo, la voluntad es la facultad de desear y el acto ha- no sería correcto decir que uno, por así decirlo, es asaltado por su propio querer.
ce real aquello a lo que se dirigía el deseo. Por el contrario, la concepción del obrar Es uno mismo quien quiere algo. E n el caso del querer no conocemos la duplici-
según leyes entiende el «querer una cosa» de acuerdo con el modelo «que rer hacer dad intrasubjetiva que a veces suponemos en el caso de un deseo. De aquí se sigue
algo». Quien está dirigido hacia algo desea hacer una -acción de un cierto tipo; la una tercera diferencia. No carece de sentido hablar de una regulación o de contro-
voluntad es la facultad de obrar según leyes y el acto es un caso de la ley. La tesis les comprensibles de la influencia que el deseo ejerce en la acción. Puede desde lue-
kantiana según la cual la voluntad no es nada más que razón práctica, co nfiere a go ser difícil describir cómo actúa este control. Pero es un sinsentido habl ar ele una
esta concepción una expresión nítida y es inconciliable con la concepción de lavo- regulación o control de la influencia que el querer ejerce en el obrar. Detrás del
luntad como facultad del deseo. Lo que habla en contra del concepto de voluntad querer no hay nada más que pudiera controlarlo" (Rüdiger Bittner: Mandato mo-
como facultad del deseo no es la circunstancia de que también podamos decir de ral o autonomía, Ed. Alfa, Barcelona, 1988, págs. 127-129).
alguien que quiere hacer algo cuando no puede atribuírsele un correspondiente "' Bernard Baas: Op. cit., pág. 77.

92 93
la moralidad con el objeto de servirle de móvil.
de la madre y en el acto de coserle la vagina. La expresión "v ...
La letra S (Selbstzuftiedenheit) escribe la "satisfacción negati-
ada" puede remitir en castellano a "violada" pero si se cubren los
va', una satisfacción que no resulta de actuar desde una fe que
puntos suspensivos de otro modo también corresponde a "ve-
precede a la moralidad para servirle de móvil en función de la
dada". Allouch propone leer esa palabra como "verolée" (sifili-
esperanza de una recompensa o del temor al castigo. La mencio-
zada) porque en una de las versiones del texto original Lacan
nada "satisfacción negativa" indica el lugar referido a la Ley -no
usa cuatro puntos y no tres: v .... ée.
la ley hegeliana del patíbulo, es decir, del castigo- en la medida
Entonces: aunque violada, en realidad vedada y cosida, la
que prohibe transformar los postulados de la razón práctica en
madre sigue estando prohibida. Sigue vigente este primer in-
móvil de la acción.
condicional, lo absolutamente imposible de atrapar, de restituir,
La letra J (jouissance) indica el goce singular referido a la cu-
lo absoluto, lo inaccesible. Das Ding representa la figura princi-
ra y no el goce que tensa al sujeto sadiano en su fantasma. Re-
pal de la inaccesibilidad del goce. Lacan indica efectivamente
mite así al lugar donde está significada la Ley, en tanto que pro-
esta prohibición y la función del señuelo que prohibe hacer de
hibe el acceso del deseo a la Cosa.
la Cosa un objeto de deseo.
Este esquema permite pensar algunas relaciones que hay en-
tre las argumentaciones de Kant y el despliegue que hace Lacan.
De hecho, la expresión kantiana "incondicional absoluto" es
El universal, la angustia y el tabú
usada por Lacan en La significación del falo pero resulta cuestio~
nable la expresión "facultad de desear" porque el deseo no es
En su trabajo "Suplencia sin titularidad", Daniel Gerber
uqa facultad sino una "condición absoluta".
efectúa reflexiones interesantes sobre este tema: "La angustia
En Kant con Sade es interesante considerar, según Bernard
surge de la confusión entre el mundo de la forma humana y lo
Baas, ese tiempo inicial del incondicional absoluto como un equi-
que hay de inmundo por la invasión de lo informe. El horror
valente a das Ding, término utilizado para pensar esa forma míti-
causado por la mixtura monstruosa está -ligado al hecho de que
ca de la Madre, que es el objeto incestuoso pero en el sentido de
el caos es puesta en continuidad de lo que debe permanecer dis-
lo imposible de restituir como goce pleno y absoluto. El final de
continuo por la acción de lo simbólico, de la palabra en su in-
Kant con Sade, dice: "Sea como sea, se ve que no se ha ganado na-
termitencia que opera como el interruptor que enciende yapa-
da con reemplazar aquí a Diótima por Dolmancé, persona a quien
ga el flujo continuo de goce. El monstruo de la ficción es faera-
la vida ordinaria parece asustar más de lo que es conveniente y que
de-la-palabra, silencio absoluto de donde puede llegar el aullido.
¿lo ha visto Sade?, concluye el asunto con un noli tangere matrem.
La angustia es también angustia de contaminación. El Otro
V ... ada y cosida, la madre sigue estando prohibida. Queda con-
que goza es una amenaza; amenaza de borrar la necesaria dis-
firmado nuestro veredicto sobre la sumisión de Sade a la ley''. 85
continuidad, la distancia entre el sujeto y el mundo. Es aquí
La traducción del término francés v .. . ée como "v ... ada' no
donde el pensamiento racista aparece como el intento de disol-
es un juego de palabras, es sustracción de algunas letras. La úl-
ver, «solucionan> esta angustia; de ahí que su manifestación ex-
tima escena de La filosofla en el tocador consiste en la violación
trema reciba el ominoso nombre de «solución final», que no es
sino la tentativa de forcluir, de hacer desaparecer la presencia
" Jacques Lacan: Op. cit., pág. 790.
del «agente contaminante». Paradójicamente, el goce cuya pre-

94
95
sencia en el lazo social se trata de eliminar reaparece como go- remonias expiatorias, son el testimonio de esta necesidad de
ce de la aniquilación del Otro; es así como las comunidades hu- templos donde el goce y el temor se localizan, donde la magia
manas gozan con un goce que la prohibición perpetúa, sea que se cierne". 87
quede fijado en acciones sustitutivas, sea que encarne en accio-
nes aniquiladoras: «el placer originario de hacer aquello prohi-
86
bido sobrevive en los pueblos donde el tabú impera». ¿El padre para todos?
Las llamadas ceremonias expiatorias, destinadas a depurar el
mundo simbólico del goce que retorna para «contaminarlo» En un texto que lleva por título esa pregunta, Eric Laurent
forman parte de ese goce que pretenden eliminar. De este mo- recuerda que nuestra época es la época de la crítica del univer-
do, el grupo social se funda sobre un saber, el saber del goce sal, de modo que la orientación del "padre para todos" no es
prohibido, excluido por efecto de una pérdida constitutiva. El más una solución posible; además, es la orientación que Lacan
sacrificio tiene una doble función: en lo simbólico, anular su ha cuestionado en la enseñanza de Freud. En las tres formula-
pérdida; en lo real, reactualizar su presencia. Repetición del go- ciones que daba del lugar del padre, interrogó la categoría del
ce originario y expiación de la culpa son dimensiones indisocia- "todo", preguntándose si podía haber un padre para todos.
bles del acto sacrificial. En un primer tiempo, en el mito edípico, Freud presenta al
El tabú no tiene un fundamento que le sea exterior, se pro- padre en tanto está ligado a la familia. En un segundo tiempo,
hibe por sí mismo sin otra razón que por el peligro que consti- representado por Tótem y tabú, el padre está presentado como
tuye; no remite a ninguna causa externa: organiza el mundo de el padre "de la horda", que goza de todas las mujeres. Finalmen-
modo que sin su presencia este devendría el caos absoluto. Es te, en Moisés y la religión monoteísta, Freud consagra el final de
un mensaje proferido por nadie, una amenaza proveniente de su existencia a tratar de circunscribir el surgimiento del Dios
ninguna parte, un «centro» que está en todos lados para orga- que sería para todos y a responder en qué condiciones las reli-
nizar el universo en torno de su mandato. Por el tabú, todo su- giones, no sólo monoteístas, sino también universales, han po-
jeto será portador de un miedo sin causa que no es sólo miedo dido originarse.
de lo prohibido sino, fundamentalmente, miedo de encontrar No se trata de hablar del "judeo-cristianismo" pues hay una
la ocasión de realizar la transgresión. d iferencia fundamental entre ambas religiones. Esta brecha re-
Hará falta entonces una localización sobre un objeto, suje- side en que los cristianos quieren, a todo precio, convertir la tie-
to o grupo social, de esa prohibición tabú para que hacia ese lu- rra entera y los judíos no. Estos últimos sólo exigen que el buen
gar se dirija el miedo y la repulsa. De otra manera, sin el tabú y judío respete la regla, o sea Dios, no piden que todo el mundo
su memoria, la muerte, -el goce- circula errante y puede atraer siga sus creencias. De lo que se trata para el judío es que todo
en cualquier parte y en cualquier instante. Los espacios sagra- aquel que es creyente y practicante respete aquello que tiene
_dos son una necesidad que la estructura del sujeto engendra; la {(lle respetar y en relación con los demás ... ¡que hagan lo que
existencia de ellos, como la de los tabúes, los sacrificios, las ce- q uieran!, mientras que el cristianismo se interesa en lo que ha-

"'Sigmund Freud: "Tótem y tabú", en Obras completas, Amorrortu edito- "' Daniel Gerber: "Suplencia si n titularidad", en Las suplencias del Nombre-
res, Buenos Aires, 1980, pág. 39. tlrl-Padre, Siglo Veintiuno editores, México, 1998, págs. 35-36.

96
cen los otros y nadie queda al margen de su discurso evangeli- En el psicoanálisis no podemos adherir a una posición nostál-
zador. El cristiano quiere interesar a los otros en su Dios, lo cual rica, a una defensa del padre en perdición; debemos desconfiar de
trae por consecuencia, como Freud lo ha puesto en evidencia, ;sos ángeles que quieren enrolar el psicoanálisis para que restaure
que a partir del momento en el que surgen los monoteísmos los encantos y la seguridad de la familia pequeño-burguesa.
universales -el primero es la interpretación paulina del cristia- El padre y su nostalgia era lo que Freud percibía en su libro
nismo- se declara la guerra universal. m malestar en la cultura, la Vatersehnsucht (nostalgia del padre).
El padre para todos es lo que se esconde detrás de la varian- l~ I veía en esa añoranza, derivada del desvalimiento infantil, un
te jurídica del monoteísmo universal que aparece cuando se re- hecho fundamental del malestar en la cultura y, por otro lado,
clama un padre para todos. Freud propuso que el psicoanálisis sean cuales fuesen las medidas de derecho que podrán tomarse
podría contribuir a ese derecho al padre para todos, para todos siem pre habrá una Vatersehnsucht en la civilización como funda-
los hijos. Ahora bien, el problema es saber si la categoría de mento de la religión. Ya que nunca tendremos la dosis suficien-
Freud es realmente aristotélica. te de padre, siempre se pedirá más. Es necesario separar lo ati-
Un universal aristotélico es un término que estaría presente nente al padre en psicoanálisis y los problemas de derecho que
en la totalidad de las instancias, sea cual fuere la iteración del se plantean pero, de todos modos, es importante limitar los des-
padre. En la lista de padres, el término padre, si es universal, o mantelamientos de los derechos del padre que han comenzado
sea aristotélico, estará presente como esencia en cada una de las ·n la década del setenta y que producen indiscutiblemente una
instancias de esta totalidad. Nuestra época pone en duda esta s<.: rie de casos extraños. 88
totalidad . Por ejemplo, como dice Putnam, el interés de Witt- Al padre hay que pensarlo por fuera del horizonte de la pro-
genstein y de su noción de juego reside en que una noción no creación. Edipo no es el padre de la fecundidad sino de la sexua-
necesita una esencia para sostenerse. De la mism a manera, ex- lidad . El padre es el responsable de que el destino del deseo que
presa que el autor del Tractatus ... no hace tabula rasa de esas liga a un hombre y a una mujer tiene un resto. El deseo no se
nociones, sino que sostiene que hay que buscar un fondo, que :11m ta en el símbolo, no sólo tiene una caída, sino también un
lo único que hay son empleos en listas sin la necesidad de una
esencia. Por otro lado, el psicótico Wittgenstein que no tenía "Solamente a modo de ejemplo citamos el caso de Jeanin e S., una mujer de
un sentido de la familia muy grande, prefería decir que los "jue- (12 años que dio a luz un bebé concebido mediante una técnica de fertilización
gos de lenguaje" permitían reconocer nociones que tenían "ai- , 1 ~ i s t ida , quien reveló que el semen usado para fecundar el óvulo donado era de
1> 11 propio hermano, de 52 años.
res de familia''. Todo esto hace que Putnam, filósofo americano
La confesión es aún m<ÍS retorcida: lo hicieron para evitar que el patrimonio
tan divertido como Rorty, proponga, en lugar del universal, el
ll11n iliar cayera en manos de extraños. Además tomaron un reaseguro: la donan-
concepto de "noción de amplio espectro" (al modo de "antibió- '" fue madre portadora de una beba, concebida in vitro a partir de otro óvulo su-
ticos de amplio espectro"). Se hace una lista, la noción funcio- yo y esperma del hermano de Jeanine.
na y es válida para un cierto espectro pero no compromete el El caso, que horroriza a las autoridades sanitarias francesas y a los miembros
universal. No hay compromiso sobre una esencia que permiti- 1lt-I C omité de Ética Médica, fue revelado en el año 2001 por el diario Le Pari-
ría justificar que el conjunto sea uno. Esta "noción de amplio 1im. Vicken Sahakian, el ginecólogo que intervino, primero dijo haber sido en-
¡•,. di:tdo por los hermanos, quienes se presentaron como una pareja. Pero luego
espect.ro", según Eric Laurent, corrobora que estamos en la épo-
1 n nsideró que, como en la fertilización asistida "no hay incesto, no me preocupa
ca de las listas. q 11 ién sea el donante del esperma".

98 99
resto por el cual, según la fórmula del deseo del hombre, está versal, pero tampoco al imperio de la nada, dado que el goce es
puesto en posición de causa. Es por eso que Lacan ha incitado imposible de negativizar. Los significantes amos son necesarios
a los psicoanalistas a leer la historia de Edipo más allá de Edipo para hacer que los goces sean compatibles, y Lacan, en este sen-
en Tebas; propuso leer Edipo en Colona, que narra el encuentro rido nunca tuvo la más mínima complacencia por el infierno
del padre y del hijo, luego que el deseo incestuoso ha sido con- sartreano que denunciaba a los otros para poder hacerle un lu-
sumado. ¿Qué sentido tuvo ese deseo? Justo antes de morir, gar al guía que ha sido para Sartre el Partido.
Edipo le dice a su hijo: "Mejor hubiera sido no haber nacido" . "Lo que el psicoanálisis pide se puede resumir en una frase:
En esa expresión hay una maldición profunda que une la rela- qu e a cada uno, uno por uno, se le deje la posibilidad de exa-
ción padre-hijo. minar aquello que el Nombre-del-Padre tiene para él de irre-
La maldición se halla presente también en el desencuentro ductible, el lugar que tiene para cada uno el amor del padre. Es-
que se produce en el sueño del padre que escucha decir a su hi- Lo da la posibilidad de saber qué ha sido para cada uno el pa-
jo: "Padre, ¿no ves acaso que estoy ardiendo?". dre, a condición de que ningún discurso preestablecido venga a
La relación de filiación, si bien da un nombre, no obstante
decírselo de antemano. Este es el único anhelo que el psicoaná-
deja al sujeto sin saber que está muerto. Dar un nombre al res- li sis tiene con respecto al padre. Es el derecho a que el lugar del
to de lo que ha sido el deseo del padre y los estragos que ha pro- discurso sobre el padre quede vacío. A partir de ese momento,
ducido esta creación: el hijo, la hija, su función es la de darle un un psicoanálisis podrá comenzar". 89
nombre a este destino. ¿Qué tipo de nombres? En la Biblia Cada vez que un sistema de pensamiento busca concretar el
constituyen un problema teológico muy importante como, por punto absoluto con que sueña, ¿el resultado de la puesta en ac-
ejemplo, saber si son irreductibles, impronunciables y las dife- to no será una práctica masiva de la perversión? Esa carrera in-
rentes utilizaciones de los nombres en los textos sagrados dan fl nita del pensamiento se apoya en un primer vacío de identi-
lugar a una teología extremadamente compleja. dad, que es también una primera identificación. Pero los ele-
El Nombre-del-Padre se presenta bajo la forma de nombre mentos identificatorios, las cualidades identificatorias vienen a
de nombre de nombre y no como derecho al padre para todos, rellenar la carencia de ser de la primera identificación, pero nin-
sino para el examen del encuentro fallido, del resto. El respeto
guna es propio del sujeto.
al padre o el amor que el padre puede inspirar, decía Lacan, de- El nazismo, el Ser alemán ¿no trató de dar una respuesta,
ben examinarse, igual que el modo en el cual el padre ha podi- perversa, en sus trazos esenciales, a la cuestión de la identidad?
do hacer, de una mujer, la causa de su deseo. ¿La aspiración a terminar con la división, no puede engendrar lo
En el fondo, lo que reivindica el psicoanálisis no es la vía in humano, el acto monstruoso como extremo de lo humano?
nostálgica, ni la vía del derecho para todos, sino el examen del ¿El paisaje que veo desde siempre no me dice quien soy? Un
uno por uno, en un cálculo colectivo que sí debe ser posible p:iso más y la raza, la nación, la clase obrera, tendrán esa fun-
-contra la psicología de masas-, examen lúcido de lo que ha si- :ión de lugartenientes de la nada, de pasiones del Ser a quienes
do el padre para cada uno. la voluntad de poder les calza corno un guante.
En este sentido, comenta Eric Laurent que el psicoanálisis
no es un pesimismo ni un nihilismo, es una crítica (más cerca-
''' Eric Laurent: "¿El padre para todos?", en Registros Nº 6, Buenos Aires,
na al escepticismo relativo, agregamos). No se consagra al uni- 1999 , pág. 20 .

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101
"¿A quien reclamarle ese poder sino a un padre? El primer La relación con ese padre engendra la perversión, porque
vacío de identidad - sostiene Gérard Pommier- es a la vez iden- ¿cómo desprenderse de su imperio? Someterse o actuar como él
tificación con el falo, y a causa de ella llamado al padre. Equiva- es la salida de un enfrentamiento obligado por el amor. El epí-
ler a una potencia vacía es angustiante, y por eso un padre es lla- logo es siempre la derrota porque quien se identifica con ese pa-
mado al ejercicio de esa función. En la carencia de identidad de dre apoderándose de sus fetiches se pierde en esa identidad fic-
la primera identificación no se convoca sólo un mito originario ticia, y el que no lo hace conserva tal vez lo más íntimo que tie-
sino que se requiere la fuerza de un padre para poder atribuir la ne pero en la sumisión. Las consecuencias perversas de ese pro-
investidura fálica en vez de padecer su vacuidad". 90 ceso de identidad pueden ser sádicas, por ejemplo en el racis-
El padre aquí convocado no podría definirse por su nombre mo. También es posible sacrificarse por la patria, la raza, etc.
ya que viene al lugar de lo sin nombre. Padre simplemente in- ¿No es la simple invención de un padre desencarnado, sim-
vestido de una cualidad cualquiera: raza, religión, clase social, bólico, análogo al dios del monoteísmo lo que mantiene aleja-
país, pertenencia política, filosófica o psicoanalítica, poco im- da esa violencia? ¿El Nombre de un padre desencarnado puede
portará con tal que el trazo pueda considerarse signo de poten- salvar del enfrentamiento con otro padre?
cia. ¿Por qué la atribución de una cualidad en el vacío de la En el complejo de Edipo se distinguen dos figuras del pa-
identidad merece definirse como paterna cuando la ligadura de dre, la de la potencia fálica, la del padre con quien rivaliza el ni-
la palabra lanza al vacío al ser de quien se presta a ella? ño y luego la que permite metaforizada, gracias al don del nom-
La cualidad le dice no al vacío de identidad, así como el padre bre, padre desencarnado que pacifica y permite dialectizar lo te-
le dice no al goce, y por eso la cualidad de la primera identifica- rrorífico de la primera figura paterna.
ción se le otorga a un padre potente. El padre potente le dice no al El padre simbólico, desencarnado, que se conforma con dar
horror al incesto, que es esa primera identificación con el vacío. su nombre, permite dialectizar la potencia terrorífica del padre
Si el vacío de la primera identificación busca su calificativo en de la horda primitiva. ¿No podemos pensar que con la sociedad
el padre totémico es por el horror del goce incestuoso: el vacío de pasa lo mismo y que el pasaje del totemismo al monoteísmo re-
la identidad con el falo apela a la primera identificación con el pa- presenta el abandono de las figuras encarnadas del poder en be-
dre. Esa identificación, efectuada gracias a sus cualidades, le da neficio de una divinidad sin imagen ni cualidad? Eso no es pre-
nacimiento a un sujeto todavía sin nombre, sólo dominado por la conizar las virtudes del monoteísmo sino de la metáfora pater-
voluntad de potencia, es decir por la voluntad de Ser. , n;t, cuyo ejemplo comprensible es el monoteísmo.') ' ~
El padre mítico de la primera identidad es salvador porque
su presencia borra lo angustiante de la demanda materna. Pero
entonces posee una potencia tanto más brutal que el amor que
despierta: es amado pese a ser un rival, y por salvador que sea se-
ñala la vía del mal. ¿Existe mayor maldad que atar con el amor
en el momento de la rivalidad?

'"' Gérard Pommier: La neurosis infantil del psicoandlisis, Ed. Nueva Visión,
Buenos Aires, 1992, pág. 214 y sigs.
'" lbíd., pág. 217.

102 103
IV

El marqués de Sade

Aunque la pmpcrtiva de nuemo t<abajo no coincide wn


las visiones médico-psiquiátricas, psicológicas o literarias que han
:nfocado la obra de Sade consideramos que, para ubicar histórica y
literariamente al marqués, es valiosa la posición de Julio Seoane Pi-
nilla en una antología titulada La ilustración olvidada donde incor-
pora fragmentos de obras de quince "ilustrados'', a quienes divide
l:ll tres segmentos: 1) Los "indignados": Bernard Le Bovier de Fon-

tenelle, Louis Sébastien Mercier, Alexandre Deleyre, Fougeret de


Monbron y Nicolas-Edme Restif de la Bretonne; 2) Los "proposito-
res": Jean de La Fontaine, Jean Frarn;:ois Marmontel, Jean Meslier,
Honoré Gabriel Riqueti (conde de Mirabeau), Morelly (seudónimo
de un gran utopista crítico de la propiedad) y Donatien-Alphonse
Frarn;:ois (marqués de Sade); 3) Los "moralistas": Frarn;:ois, sexto du-
que de La Rochefoucauld, Denis Diderot, Pierre Carlet de Cham-
blain de Marivaux y Luc de Clapier (marqués de Vauvenargues).
El prologuista de la obra, Carlos Thiebaut, señala por lo me-
nos cinco características comunes entre todos ellos: una con-
fianza en la razón crítica y en sus capacidades de interpretación
de la naturaleza y la sociedad, un relato naturalista o naturaliza-
do de los procesos sociales y de nuestra urdimbre moral, un
:1cento sobrecargado en el individuo como agente del conoci-
miento y de la acción, un rechazo de las imágenes y costumbres
heredadas y un marcado sentido de renovación epocal. 1

' Julio Seoane Pinilla: La ilustración olvidada, Fondo de Cultura Económi-


c~, México, 2000.

105
En lo que respecta a la p roducción de Sade podemos efec- res a justine. Tenemos a Clarissa de Richardson (1 748) y otra
tuar la siguiente clasificación: el "Sade trovador" (en Los infor- novela que puede considerarse un antecedente de Sade es La re~
tunios de la virtud, un cuento de 1787 que anticipa a]ustine) es- ligieuse de Diderot, donde se proclama el derecho supremo del
cribe fábulas en las que fulgura un arte de amar de gusto nove- individuo a la felicidad y al placer en oposición al despotismo
doso; el "Sade novelista'' (en]ustine o los infortunios de la virtud de la moral y la religión. Sin embargo, si Diderot aprovecha to-
publicada en 1791 sin mención de autor) hace brillar la virtud dos los recursos del diálogo filosófico Sade los agota y logra que
moral aplastada por el vicio, y el "Sade moralista" (en Justine o la "postura" intelectual de cada interlocutor se deshaga como la
los infortunios de la virtud seguido de Historia de ]uliette donde de los cuerpos. Por otra parte, las pretensiones cientificistas que
se transforma la novela de 1791 en sublime lección de moral) imperaban en la época hacían que muchas veces los novelistas
desarrolla un nuevo arte de escribir. Este brillo hace las veces de invocaran el testimonio de famosos viajeros y hombres de cien-
la verdad del autor y muestra las señales de su encuentro con el cia con la finalidad de crear una fundamentación documental a
goce del Otro, el de la mujer en la primera versión, el de Dios las pretensiones propiamente filosóficas y morales. Así, por
en la segunda, el de la Naturaleza en la tercera, como lo atesti- ejemplo, Diderot escribió un pequeño libro titulado Supplé-
gua la Idea sobre la novela, complemento de los textos anterior- ments aux Voyages de Bougainville, un suplemento de La religeu-
mente citados. se, en el que invoca la ignorancia de los nativos de Tahití respec-
Si evaluamos a Justine como un personaje literario - dice to de las nociones de fornicación, incesto y adulterio para jus-
Salvador Elizondo- es más bien pobre pues más que un perso- tificar la descripción de estos hechos en su propia obra. Sade
naje es un pretexto del que Sade se vale para hacer más explíci- también emplea larguísimas notas a pie de página para docu-
ta su concepción de la vida. En esa época era común que al des- mentar sus más exaltadas fantasías eróticas y darles con ello un
cribir la naturaleza humana los autores partieran de un esque- carácter "científico".
ma al que se le iban agregando los juicios y atributos que lo di- Esta actitud la encontramos luego en Baudelaire quien en
ferenciaban cada vez más específicamente. Recordemos a este una sola frase sintetizó genialmente esa posición al referirse a la
efecto la estatua de Condillac y el hombre máquina de La Met- más consumada de todas las novelas del género: Les Liasons
trie, lo cual prefigura el carácter de objeto pasivo que tendrá la Dangereuses de Lados, cuya lectura le provocó la siguiente ob-
mujer en Baudelaire. Pero esta posición de Elizondo es riesgosa servación: Ma tete seule firmentait; je ne désirai pas de jouir, je
y problemática porque lleva a confundir la vida de Sade con su voulais savoir. En esta frase encontramos, según el poeta fran-
obra, cuestión que Lacan diferencia en Kant con Sade a partir cés, la esencia de la sensualidad sádica encaminada en su apa-
de la presentación de los dos grafos que luego analizaremos. riencia a la posesión del fruto prohibido por el sólo hecho de
En sentido literario, Justine representa un procedimiento ser prohibido, para saber, para obtener esa sabiduría en la que
de composición novelística bastante común en su época y simi- los teólogos veían el pecado supremo contra el Espíritu Santo y
lar al del famoso ejemplo de Condillac en la filosofía. Es el per- q ue constituía una de las determinantes inmutables del pensa-
sonaje-esquema que se va enriqueciendo por el autor mediante miento del racionalismo. Los personajes de Sade no se excitan
las situaciones en que lo involucra. en sentido pasional, sino sólo en sentido intelectual. Las 120
La doncella virtuosa perseguida por el destino o por el vicio jornadas de Sodoma son una investigación racional sobre las po-
es el personaje central de muchas novelas anteriores y posterio- sibilidades de las combinaciones eróticas.

106 107
Pero para Baudelaire el erotismo y la tortura no son, como a. Sade no sólo habría imaginado y registrado por escrito las
para Sade, el resultado de una ética y un mandato de goce, si- más tortuosas escenas en las que se entrelazan el placer y el su-
no una experiencia de sensaciones. 2 fri miento, sino que además se afirma apresuradamente que ha-
bría vivido lo que cuenta: el marqués se transforma así en un
héroe t<fágico, el que va más allá de lo que cualquier cultura
Un costado inédito de Sade puede tolerar.'
Los personajes de sus novelas son adultos poderosos (obis-
Sade, del que hay más retratos imaginarios que reales, se ha pos, príncipes, hombres riquísimos, ministros) que se compor-
convertido en el hombre de los mil rostros: la biografía de Fran- Lan como si fueran niños extremadamente perversos, a los cua-
cine du Plessix Gray encara un costado inédito en el marqués les la educación no ha logrado inculcarles ningún límite. Qui-
más inspeccionado de la época moderna que es el Sade feminis- 1

zá por eso resulta irónico que uno de los antepasados del mar-
ta o Sade de entrecasa: a través de las cartas a su mujer, de los qués (el más lejano del que existe un registro preciso) sea Louis
registros personales, de los textos autobiográficos, du Plessix de Sade, un rico magnate textil que en 1177 financió la cons-
Gray descubre un Sade bastante diferente al de la leyenda. Para trucción del puente de Aviñón, el mismo de la conocida can-
la autora, no es casual que los personajes más interesantes de las ción infantil. Un tataranieto de este Louis, Hughes de Sade, ·
novelas del marqués sean mujeres. Sade sería uno de los prime- contrajo matrimonio con una mujer que se convertiría en el
ros autores modernos en darle a la mujer un papel equivalente emblema del amor cortés: Laura de Noves, la musa del poeta
-cuando no, superior- al del hombre. Y buena parte de esa ad- italiano Petrarca. La historia literaria de Laura enorgullecía a los
miración "sádica" por el género femenino se debería a los bue- Sade: durante cinco siglos, generación tras generación, alguna
nos oficios de su mujer. 3 niña de la familia recibía el nombre de la musa.
Hoy el marqués de Sade es uno de los pocos personajes his- El marqués de Sade nació en París el 2 de junio de 1740 y
tóricos cuyo nombre se ha transformado en un adjetivo que vivió el período del cambio del régimen monárquico hacia el
existe en casi todos los idiomas. Como Maquiavelo o Platón, Estado moderno. Fueron sus crueles textos, en los que exponía
Sade parece expresar una forma de la conducta humana que su tesis del goce a través del dolor y varias acusaciones de viola-
sobrevive incluso a los cambios históricos. Su obra da cuenta ción los que lo llevaron a la cárcel, con condena de muerte en
del goce que puede obtenerse ejerciendo una crueldad sistemá- 1772. Participó en la Revolución Francesa y, tras el triunfo de
tica, creciente, obsesiva y aparentemente ilimitada. Además, la los revolucionarios, volvió a ser encarcelado. Luego fue prohi-
obra de Sade está íntimamente ligada a una leyenda, tan por- bido por Napoleón hasta su muerte, en Charenton, el 3 de di-
tentosa como los escritos mismos del marqués: esa leyenda ciembre de 1814.
afirma que la obra tiene una base esencialmente autobiográfi- El marqués de Sade (bautizado Donatien-Alphonse Fran-
c:;:ois) gozó de ese título ya al nacer. Como sus padres residían en
2
Salvador Elizondo: "Quién es Justine'', en Teoría del infierno y otros ensayos,
Ed. del Equilibrista, México, 1992, págs. 49-69.
'En la descripción de la vida de Sade consideramos el desarrollo efectuado
.1 Francine du Plessix Gray: M arqués de Sade. Una vida, Javier Vergara edi-
po r Daniel Moli na en su artículo "La leyenda del maldito" publicado en Clarín
tor, Buenos Aires, 2000.
'°;ultura y Nación el 3 de septiembre de 2000.

108 109
el exterior porque el rey les había encomendado una embajada, 1 • 1 1 ~·on tró en una biblioteca la imagen terrena del Paraíso. La es-
Sade pasó su primera infancia en la casa de los Condé, una de 1il é- ndida biblioteca que había en el castillo del abad abundaba
las familias más ricas del reino. La residencia parisina de los 1•11 clásicos (Cervantes, Boileau, Racine, Moliere), tenía todas las
Condé era la más extensa propiedad privada de la capital fran- 11liras que estaban formando el pensamiento ilustrado (Hobbes,
cesa: las cientos de hectáreas de su parque ocupaban toda la su- Mo ntesquieu, Rousseau, Voltaire, Diderot, Locke), había en ella
perficie del actual Jardín de Luxemburgo. 11t1merosos tratados de antropología y de religión comparada,
"Hasta los diez años el pequeño Donatien vivió una infan- qu e estaban prohibidos (¡quién se atrevía a comparar el cristia-
cia consentida en medio del lujo de los Condé, la protección de nismo, considerada la religión verdadera, con otras creencias!) y
su abuela y el afecto de su tío abad. Desde muy pequeño, Sade todos los libros importantes de literatura erótica. A edad muy
disfrutó del placer de hacer todo lo que su capricho le sugería: t t.:mprana, el marqués leyó el famoso Libro de las posturas, de
en su novela más autobiográfica, Afine y Valcour, el marqués re- Aretino, y decenas de obras obscenas y pornográficas, que esta-
cuerda con alegría cómo, a los cuatro años, había decenas de ban de moda entre la gente ilustrada de toda Europa.
sirvientes adultos que se postraban ante él y corrían para satis- También conoció en su infancia a una de las personas que
facer sus órdenes. más lo impresionaron: el conde de Charolais, hermano del
A los seis años fue enviado a Provenza para que viviese al príncipe Condé. Era un tipo especialmente cruel y sanguinario,
cuidado de su tío, el abad Jacques-Franyois de Sade, en el casti- q ue amaba los placeres feroces. Así como otras personas gustan
llo medieval que éste poseía. El castillo de Saumane (que aún se de la sangre de los animales y van de cacería para matar cone-
conserva) impresionó tanto al niño por sus pasadizos secretos, jos, zorros o ciervos, el conde de Charolais (que no gozaba de
sus mazmorras oscuras, sus escaleras empinadas y mil otros de- las metáforas) hacía blanco directamente en los trabajadores
talles lúgubres, que cuando, como escritor, tuvo que buscar un que reparaban los tejados del pueblo cercano a su castillo y en
escenario para situar las orgías salvajes de Las 120 jornadas de los campesinos que tenían la desdicha de cruzarse en su cami-
Sodoma reprodujo casi al detalle el hogar en el que pasó parte no: mató a decenas (quizás, a cientos) por pura diversión. Este
de su infancia''. 5 hombre le sirvió a Sade de inspiración para describir a los pro-
El abad era un libertino, amigo de Voltaire. Hombre erudi- tagonistas más depravados de sus relatos.
to, que escribió una monumental biografía de Petrarca y que se A los diez años volvió a París para ingresar al colegio más
sentía atraído por las ideas nuevas que estaban surgiendo en el exclusivo: el Louis le Grand, que regenteaban los jesuitas y al
ambiente de los enciclopedistas, el tío del marqués gozaba con que concurría lo más selecto de la nobleza. Allí descubrió tres
fruición de todo tipo de placeres, especialmente de aquellos que prácticas habituales en los colegios selectos de la época: el tea-
su estado religioso supuestamente le prohibía. Mantenía en su tro, los latigazos y el sexo entre varones. El castigo con el látigo
castillo a varias mujeres y se hacía traer prostitutas de los pueblos se consideraba noble, en contraposición a las burguesas bofeta-
vecinos. El marqués se llevaba extraordinariamente bien con su das o a los aún más plebeyos tirones de orejas.
tío: Sade siempre recordó sus años infantiles en Provenza como A los catorce años su padre lo saca del ambiente disciplina-
la época dorada de su vida. Como Borges, también el marqués rio del colegio para incorporarlo al no menos disciplinario del
ejército. Al igual que el colegio parisino, el rigor militar en el
s Ibíd. que el joven marqués pasó su adolescencia incluía una exacer-

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bación extrema de todas las prácticas sexuales que el cristianis- ce ser en ella en quien piensa· Sade cuando habla de "los viciosos
mo consideraba pecaminosas y castigos corporales no menos de la virtud"-, fue musa del libertino más extremo de la historia:
violentos. Sade intervino en la Guerra de los Siete Años, desde para hacer menos vacías las horas terribles de la prisión, Sade co-
que se inició hasta que se selló la paz. En eI campo de batalla, menzó a escribir las novelas que lo harían famoso un siglo y me-
por su heroísmo, obtuvo el grado de capitán. A los 23 años fue dio después de muerto, las mismas que su suegra detestó desde el
licenciado por el ejército y su padre lo obligó a casarse con Re- momento mismo en que tuvo noticia de algunas de ellas.
né-Pelagie, hija del prefecto de Montreuil. Pelagie no era ni be- Después de haber pasado por varias prisiones y períodos de
lla ni interesante, pero tenía una muy buena posición económi- autoexllio en Italia (escapando de las condenas en Francia), Sa-
ca y resultó una buena compañera durante años. de fue trasladado en 1785 a la Bastilla. Agitador nato, el mar-
Pocos meses después de su matrimonio sucede el primer es- qués solía arrojar hacia la calle, por el ínfimo ventanuco de su
cándalo en el que se ve envuelto el marqués: es den,unciado por celda que lo comunicaba con el exterior, notas subversivas que
una joven llamada Rose Keller. La muchacha alega que él le ha denunciaban la condición de la vida en la mazmorra. La mayo-
practicado diversos tormentos: azotes, cortes en la piel, quema- ría de los historiadores no cree que la propaganda de Sade haya
duras con cera incandescente. El tribunal ni se inmuta: si bien influido para que el pueblo se dirigiera hacia la Bastilla el 14 de
no es lo más habitual, no es tan raro que los nobles practiquen julio de 1789, pero no hay ninguna explicación mejor sobre el
violencias parecidas con sus parejas sexuales (aunque, parece ser suceso que simboliza la revolución que cambiaría la historia: en
que en esta ocasión los golpes habían sido más salvajes que lo la fortaleza carcelaria casi no había otros detenidos. Sea como
que se consideraba "normal"). El escándalo, sin embargo, se de- fuere, desde el primer momento de la revolución, Sade (que re-
sata porque se denuncia que atentó contra la religión: obligó a cuperó su libertad tras la toma de la Bastilla) se incorporó al mo-
la muchacha a pisar un crucifijo, a blasfemar y otras cosas por vimiento, pero su relación con las masas sublevadas siempre fue
el estilo. Sade, que era tan arrogante como para no pedir la pro- conflictiva: el escritor Pierre Klossowski, incluso, sostiene que la
tección de algún noble con mayor poder, quedó ante la opinión obra de Sade es una crítica despiadada del terror revolucionario.
pública como un monstruo moral: ahí nació la leyenda.
Desde entonces, varias veces fue detenido, juzgado o perse- suerte logró escapar por una de sus ventanas. Después empieza a recorrer Francia y
guido por prácticas inmorales. Su suegra, una mujer poderosa e obtiene una audiencia con el Papa. Se entrevista con Rousseau en Ginebra, y en
influyente, fue la principal responsable de sus prolongadas esta- 1777 es arrestado nuevamente por otra estraragema de su suegra, quien ordena lla-
marlo con la excusa de que su madre estaba muy grave. En esa oportunidad es de-
días en prisión (el marqués estuvo casi un tercio de su vida entre
tenido en Vincennes aunque nuevamente cons igue escapar. Pero poco después es
rejas). 6 Sin quererlo, esta mujer moralista hasta el extremo -pare-
capturado en su castillo y trañsladado de nuevo a Vincennes. En ese momento em-
piezan a aflorar en el marqués algunos síntomas paranoides y en una carta a La Jeu-
'• En el año 1772, el marqués de Sade viajaba por Italia acompañado por su cu- nesse, su amanueflse, en 1780, se burla de las señales que dice recibir. Él decía que,
ñada, que era su amante, y con su criado Carteron, apodado La Jeunesse, que más según el número de las sílabas que escuchaba, se podía establecer la fecha de su li-
tarde sirvió como su amanuense. Poco tiempo después es detenido y encarcelado beración. La Jeunesse escribe algunas carcas muy burlonas dirigidas a su amo y se
por un pedido personal de su suegra; ella solía privarlo de su libertad con frecu en- queja de que la escritura del marqués de Sade parece un enjambre de abejas.
cia porque tenía una lettre de cachet, un documento especial que el rey entregaba a Es curioso el uso del término enjambre, pues la Schwiirmereien, es decir, el
algunos personajes de la nobleza y que otorgaba poderes para arrestar. En diciem- entusiasmo, es lo que hay que dejar afuera, tanto en el campo de la ley kanti ana
bre de 1772 es llevado preso a una fortaleza durante cinco meses y con un poco de como en la máxima sadiana.

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Lo cierto es que Sade, que era partidario de las ideas más radica- al borde de su destrucción. Recién alcanza difusión masiva en
les, las de Marat, se aparta del movimiento cuando comienza el los años '60, cuando se están produciendo cambios culturales,
Terror, esa época en la cual la pena de muerte era casi el único políticos y sociales radicales. Pier Paolo Pasolini filma Saló, su
argumento político. El marqués jamás toleró la idea de que el Es- última película, adaptando la novela más extrema del marqués:
tado tuviese la potestad de matar a nadie a sangre fría, y menos Las 120 jornadas de Sodoma. Para Pasolini, la republiqueta de
que nada por motivos políticos. Esta oposición le costó algunos Saló, en la cual se refugia el fascismo antes de caer, es un labo-
años de prisión bajo el gobierno revolucionario: estuvo a punto ratorio que muestra el futuro del capitalismo: transformarse en
de morir guillotinado (incluso está documentado que fue trasla- una máquina cuya única finalidad es actuar cruelmente.
dado en la carreta de los condenados a muerte hasta el pie de la "Ahora, que la globalización está generando un tipo de socie-
máquina, pero se desconoce cómo salvó la vida). dad para la cual aún no existe un nombre (Gilles Deleuze había
En 1801, durante el gobierno de Napoleón, Sade vuelve a ser propuesto que se la llamase «la sociedad del control»), una socie-
encarcelado. Se lo acusaba de escribir el libro más escandaloso dad en la cual el poder parece ejercerse sin límites, pero en la
que la imaginación humana pudiera haber concebido: Justine. El cual, por primera vez, a pesar de que hay hombres y grupos so-
libro era realmente tan provocador que el propio autor niega ha- ciales poderosos, el poder es una especie de máquina anónima,
berlo escrito. Abjurar no le sirve de nada: Sade va a ser encarce- autónoma y fluyente (la máquina anónima de la crueldad, que
lado hasta su muerte, en 1814. En vez de enviárselo a la cárcel, imaginó Pasolini leyendo al marqués), Sade ofrece una fórmula
se lo encierra en el manicomio de Charenton, donde el marqués para pensar la época. Sería la época en la cual l~ crueldad se tor-
organiza con los locos representaciones teatrales. Sade es uno de na absoluta porque ya no produce placer. Hay máquina de po-
los primeros perseguidos políticos que es considerado "mental- der, hay sufrimiento, hay tortura y despojos humanos arrojados _
mente insano": se estaba fundando la moderna psiquiatría. al azar del destino, pero no hay sujeto que lo disfrute. Sólo que-
La vida de Sade -continúa Daniel Molina- parece seguir el da en pie el dolor, que se ha hecho tan intenso que el lenguaje
destino prescrito por un dios subalterno y satírico, un demonio carece de palabras para nombrarlo, y que, además, se ha hecho
que goza en dejar pistas secretas. El marqués es exactamente universal. El dolor que expresa el reino del malestar". 7
contemporáneo ( 1740-1814) de la construcción de una iglesia Aun hoy la figura de Sade sigue interesando a los ensayistas
parisina, cuyo nombre parece surgido de la imaginación del es-
critor: San Suplicio. 7
Daniel Molina: "La leyenda del maldico'', en Clarín Cultu1-a y Nación, Bue-
Su obra, que describe la maquinaria del goce que nace del
nos Aires, 3 de septiembre de 2000. Estas palabras pueden aceptarse si aclaramos
ejercicio desmedido del poder, surge en la misma época en que que esa "máquina de poder" deja a quien se supone regularla en situación de ob-
lo hace la primera Revolución Industrial, la que daría naci- tener un goce derivado de ser el instrumento de goce del Otro y al que la pade-
miento al capitalismo moderno. En el momento más violento ce en posición de víctima sacrificial. De todos modos creo que la apelación ideo-
de la expansión imperialista, al comienzo de la Primera Guerra lógica al fascismo u otras formas totalitarias es un disfraz que encubre el desnu-
Mundial, un siglo después de la muerte del marqués, su obra damien to que efectüa Sacie, un recubrimiento de la revuelta sadiana, una peligro-
sa maniobra que tiende a colocar la criminalidad en otro lugar y no en el co ra-
empieza a ser valorizada positivamente por las vanguardias ar-
zón de codo sujeto humano porque "siempre es más cómodo considerar el crim en
tísticas: se encuentran en ella temas y valores que ponen en como resultado de una opción ideológica aberrante que como la expresión ck la
cuestión el optimismo racionalista que había llevado al mundo naruraleza humana", como dice Annie Le Brun.

114 115
contemporáneos. Un debate sobre la felicidad ha sido lanzado por presupone un «cálculo de las delicias», un sometimiento de la
el novelista y filósofo Pascal Bruckner, que en su libro L'euphorie pasión a la exigencia metódica. En el seno del mismo siglo tam-
perpétuelle (La euforia perpetua) se rebela contra la felicidad obliga- bién hubo notables difere~cias entre un marqués de Sade, que
toria de la sociedad de consumo. Señala Alicia Dujovne Ortiz: "En concebía la felicidad como transgresión, y un Rousseau, que la
síntesis, Bruckner, ex alumno de Roland Barthes y ex colaborador pensaba como un acuerdo con la naturaleza[ ... ].
de Alain Finkielkraut, sostiene lo sig~iente: la sociedad actual nos De lo anterior se desprendería que hay tantas felicidades co-
vuelve ansiosos al provocarnos una obsesión invasora, la del deber mo seres, y que acaso del modo de encarar el tema resulten las
de ser felices. Nuestro hedonismo se relaciona con el slogan publi- minúsculas: no la Felicidad con una enorme F, sino las relativas
citario y la economía de mercado: hay que gozar enseguida, ya, sin y plurales felicidades a las que humildemente nos predispone
espera, pero también sin contentarnos con el bienestar obtenido y nuestra «constitución». Al respecto [podemos recordar] un
aspirando a un mejor-estar que hace retroceder la felicidad a me- cuento del desaparecido Marco Denevi sobre una mujer de un
dida que multiplicamos los medios para conseguirla [. .. ] . barrio porteño que decide llamarse un día Félicité de la Bonne-
Sin embargo, no por considerar a la burguesía como la clase carriere. Para ella, que nunca había tenido auto, la felicidad con-
mediocre por excelencia, este autor básicamente descontento de- sistía en apoyar el antebrazo bronceado en el marco de la venta-
fiende a los llamados «cruzados de la intensidad», esos «místicos nilla mientras la velocidad le alborotaba el pelo. Si para Nietzs-
de los puntos culminantes» que, como Sade, Nietzsche o Rim- che consistía en un combate y para Schopenhauer en no sufrir,
baud, sólo ven la vida como una «carrera sobre las cumbres» [. . . ]. la dicha de la conmovedora Madame de la Bonnecarriere parece
En su número de julio y agosto de 200 l, el Magazine Littérai- lo bastante lícita como para ocupar un lugar en este recuento,
re recoge el guante lanzado por Bruckner y nos invita a un reco- por «obligada» o hasta «inmunda» que parecer pueda [ ... ]". 8
rrido filosófico-literario sobre el tema de la felicidad. Michel On- El debate lanzado por Pascal Bruckner tiene la ventaja de re-
fray, filósofo hedonista, se remonta a su propia «biblia», las Vidas plantear una definición imposible en términos absolutos, y es
de filósofos ilustres, de Diógenes Laercio (siglo III de nuestra era), útil para lograr lo que sí tenemos derecho a obtener: un goce de
diciendo que Diógenes, cuya filosofía es un «arte de vivir», se for- la vida que se parezca más a la "infelicidad común" que a la "mi-
mula la única pregunta llena de sentido: «¿cómo vivir felices?». A seria neurótica".
partir de allí, Onfray estudia las distintas escuelas helénicas o ro-
manas: los eudemonistas, que incluyen a los estoicos y a los epicú-
reos, y los hedonistas, entre los que se cuentan los cirenaicos·y los El racionalismo y el naturalismo "ateo" de Sade
cínicos. Para los primeros se trata de la extinción o de la «dietéti-
ca» de los deseos; los segundos, opuestos a la rarefacción de estos El marqués de Sade destituye en apariencia la idea de Dios
deseos, defienden su realización o, mejor aún, su celebración. Pe- y se declara ateo, con lo que se propone anular el postulado kan-
ro todos coinciden en que lo esencial consiste en una buena vida, tiano de la inmortalidad instaurando así lo que se conoce como
y que conseguirla es un problema de voluntad y decisión. la segunda muerte, es decir, no sólo la aniquilación de la vida,
Otros artículos del mismo número describen la respuesta li-
bertina del siglo XVIII al gran imperativo voltairiano: «El úni- •Alicia Dujovne Ortiz: "El retrato de la felicidad", en La Nación, 22 de agos-
co asunto que debe interesarnos es vivir felices»; respuesta que ro de 2000.

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sino también la anulación de la posibilidad de que esa aniquila- cuerde lo suficiente como para poder tomar partido por la refuta-
ción sea el principio de nueva vida. ción de esta obra. Estoy dispuesto a rendirme si ando equivocado
La segunda muerte es una pretensión de aniquilación absolu- pero para eso es preciso que pongáis a mi disposición los medios
ta. Recordemos el testamento del marqués de Sade que plantea precisos. Pide a Vilette que me la preste sólo por ocho días y na-
que su paso por la vida y su cuerpo debían quedar absolutamen- da de tonterías sobre esto, sería una grandísima tontería que se me
te perdidos, confundidos con la naturaleza, pero no como fuente negara un libro que he hecho leer hasta al Papa, en una palabra,
de nueva vida como sucede habitualmente con la destrucción. un libro de oro, un libro que debería estar en todas las bibliote-
Al postular el naturalismo ateo, se puede suponer que Sade cas, en todas las mentes, un libro que destruye para siempre la
propone una especie de "instintivización" de la pulsión, pues más peligrosa y la más odiosa de todas las quimeras, aquella que
pretende darle un objeto, de modo que la destrucción de la Ley ha hecho verter más sangre sobre la tierra y contra la cual debería
deriva en su degradación a norma. En este caso, entonces, el unirse todo el universo para borrarla sin posibilidad de resurgir, si
marqués anhelaría eludir la función de la cultura y el lenguaje los individuos que forman este universo tuvieran la más elemen-
para poder alcanzar el goce del objeto. Veremos luego los lími- tal idea sobre su felicidad y su bienestar". 9
tes de esta interpretación. También en ese mes de noviembre de 1783, unos pocos días des-
Una obra muy admirada por Sade sostiene el naturalismo pués, insiste sobre lo mismo en otra carta y hace una petición equi-
ateo: se trata del Sistema de fa naturaleza, del Barón D'Holbach. valente: "Me es imposible adentrarme en la lectura de La Refutación
En un breve artículo denominado La lectura de Sade, Marcelin del Sistema de fa naturak:za si no me mandáis el propio Sistema".
Pleynet, del Grupo Tel Quel, caracteriza esta relación del marqués El Sistema de la naturaleza de D'Holbach se publicó por pri~
de Sade con el Barón D'Holbach: "Es fácil advertir que la filoso- mera vez en el año 1770 y después tuvo múltiples ediciones. Pa-
fía de las luces se instituye en Francia por el crédito a los deístas rece que el marqués de Sade lo leyó en el año 1776. Las cartas
Rousseau y Voltaire, mientras que los ateos no son citados jamás. mencionadas son de 1783. De todas maneras, lo más interesan-
Y es precisamente al más enconado y sistemático de estos ateos, te es una argumentación que efectivamente se complementa
D'Holbach, a quien Sade reconoce como maestro. A fines del mes con lo que dice Lacan en su texto. Hay dos líneas que conflu-
de noviembre de 1783, desde el Castillo de Vincennes donde es- yen con los argumentos que Lacan sostiene en Kant con Sade.
tá recluido, Sade escribe a su esposa: -¿Cómo pretendes que me Una es la incidencia del racionalismo y del naturalismo ateo del
interese por la Refutación del Sistema de fa naturaleza [se supone Barón D'Holbach y también las ideas de El hombre máquina de
que se está refiriendo a un libro del Abate Bergier que había.sido La Mettrie mientras que la otra línea es la tesis que plantearon
publicado en 1771 , que era, como el título lo indica, una refuta- Horkheimer y Adorno en un capítulo de su libro Dialéctica del
ción de un religioso al libro del materialista ateo D'Holbach, lla- !luminismo, quienes antes que Lacan señalaron la relación entre
mado Sistema de la naturaleza] si no me mandas también el libro Kant y Sade.
al cual se impugna? Es como si quisieras que juzgara un proceso Considerar la influencia del racionalismo es muy distinto a la
sin conocer las dos partes del mismo. Además sabes bien que el suposición de un marqués de Sade lanzado al despliegue de las
Sistema es real e indudablemente la base de mi filosofía, de la cual
soy sectario hasta el martirio si fuese necesario; por lo tanto com- ., Marcelin Pleynet: "La lectura de Sade", en Teoría de conjunto, Ed. Seix Ba-
prende que después de siete años sin verla es imposible que la re- rral, Barcelona, 1971, págs. 308-309.

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pasiones. Pleynet lo señala cuando dice: "[ ... ] por poco que co- otra cara de la ética de Kant y que tiene raigambre iluminista o
nozcamos la obra de Sade nos damos cuenta que su mente exal- racionalista. El tema principal del pensador francés se juega en
tada es todo lo contrario de una mente enloquecida, que es una términos de la libertad sin límites de la razón humana. Según
cabeza razonable y racional que no deja nunca de situar sus refl~­ Bataille, nadie antes que Sade había evaluado, con sangre fría,
xiones histórica y teóricamente y que en el camino de su pensa- la posibilidad de sobrepasar los límites. "Pues sin las leyes que
miento es mucho más consecuente que todos aquellos legistas lo condenan, el crimen acaso sería lo imposible, pero no se lo
que le condenan y al controlar sus lecturas le prohiben Rousseau, consideraría así. Y el alucinado por lo imposible quiere también
permitiéndole leer a Lucrecio". 10 que el objeto de su obsesión sea verdaderamente imposible. Tal
Por otro lado, es interesante constatar que el marqués de Sa- vez la sociedad no sea entonces la que castiga. A menudo el mis-
de se opuso, a pesar de lo que se pudiera creer, en todos sus es- mo criminal quiere que la muerte responda al crimen, que le
critos, a la pena de muerte. Las víctimas de sus novelas están apliquen finalmente la sanción sin la cual el crimen sería posi-
condenadas, en realidad, a una vida perpetua. Maltratadas, fus- ble, en lugar de ser lo que es, lo que el criminal anhela''. 11
tigadas hasta lo increíble, son inmediatamente reparadas para En una línea diferente en algunos puntos a lo que en este
volverlas a un estado de normalidad que permitirá convertirlas libro proponemos, el escritor argentino Juan José Saer se refie-
nuevamente en víctimas deseables. Eso era justamente el fantas- re a la reivindicación de Sade por Gilbert Lely y comenta que
ma mayor desplegado en su obra: el tormento continuo. le da al estilo del biógrafo un sabor de énfasis en la argumen-
El marqués de Sade era una especie de educador ejemplar, tación pero culmina confundiendo la perversión con la pul-
enciclopedista y "kantiano" que siempre se propuso escribir lo sión: "No pocas veces, al concepto lo sustituye el homenaje. El
imposible de escribir y llegar inclusive a una mostración del se- defecto no es de Lely, sin duda, sino de la causa sadiana, que
xo que, en última instancia, quedaba siempre limitada por el es difícil de defender. El énfasis del biógrafo proviene de que
axioma de la totalidad: mostrar todo el sexo y también todas las aun cuando le falten argumentos, no deja de tener razón. Creo
posturas. Esto es notable sobre todo en Las 120 jornadas de So- sin embargo que el buen razonamiento se puede intentar. Sa-
doma y derivó en que 'algunos autores, como por ejemplo Ro- de no es subversivo cuando flagela prostitutas (en eso es mera-
land Barthes, dijeran que la lectura del marqués de Sade fuera mente perverso), sino cuando lo reivindica como una conduc-
particularmente aburrida. ta inherente a su naturaleza, y lo erige en principio. Esto ocu-
Su obra no presenta el erotismo de la novela libertina sino rre bastante tarde despué.s de los cuarenta años, cuando Sade se
que tiene una característica discontinua en el esquema de la re- da cuenta que su salida de la cárcel se vuelve problemática. En
tórica, ya que las escenas de placer, las posturas, etc., cada tanto tanto que miembro de la nobleza, se sentía al abrigo de perse-
son cortadas con argumentaciones, es decir, en las escenas más cuciones y, en cierto sentido, veía la sociedad como el terreno
eróticas aparece la enseñanza, algo así como dar cátedra, inclu- natural para exteriorizar sus pulsiones. Mientras que los casti-
sive surgen argumentaciones referidas a la estructura misma de gos que se le infligen son veniales, Sade mistifica, minimiza,
la sociedad y de la república. promete. Únicamente cuando sus pares lo abandonan se radi-
El marqués de Sade mantiene una ética libertina que es la
" Georges Baraille: "Sade, 1740-1814", en La ftlicid<td, el erotismo y la literatu-
10
lbíd., pág. 31 O. ra. Ensayos 1944-1961, Adriana H idalgo edirora, Buenos Aires, 2001, págs. 268-269.

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caliza, porque por primera vez se le vuelve claro el conflicto del siglo XVIII? Es alguien que pretende no someterse al discurso
entre pulsión y sociedad. Se siente diferente, y por rabia, por dominante, es decir a las creencias religiosas y a la regulación de
desesperación, por impotencia cuando ya no le sirve de nada las costumbres que de ellas se derivan. El ateísmo propio de los li-
prometer y suplicar, teoriza, con la virulencia del que ya no bertinos es, en realidad, un cuestionamiento radical del sujeto su-
tiene más nada que perder, la legitimidad de sus pulsiones". 12 puesto saber operante en aquella época, particularmente el dios
Zizek, por su parte, dice que el imperativo de un goce sin cristiano. El libertino pretende destronar a ese dios en pro de una
límites del sujeto sadiano satisface los requisitos del imperativo celebración de la Naturaleza. Ésta, sin embargo, no reemplaza
categórico y agrega que Lacan purifica a Sade porque la volun- exactamente al dios supuesto saber: lo sustituye, pero como sustan-
tad de goce sadiana es un caso ejemplar de un deseo puro, no cia supuesta gozar. El libertino, en suma, desplaza el valor de ver-
patológico. 13 dad desde el polo del saber hasta el polo del goce" . Su denuncia a
la religión es "porque constata la impotencia del mito de la crea-
ción divina como explicación de la causa del universo, del porqué
El libertino, el fantasma sadiano y la Naturaleza del Ser, y en consecuencia, del goce". 14 Este hecho es lo que Sade
celebra a su modo en las declaraciones de un exacerbado ateísmo
La argumentación de Lacan respecto de Sade es muy dis- que contiene, por ejemplo, su poema de 1787 titulado La verdad,
tinta a la de ciertos interpretadores que lo consideran simple- texto que culmina con un llamativo elogio a la Naturaleza:
mente como un libertino en el sentido de un irracionalista y, si
se quiere, también con todos los términos despectivos agrega- Allá todo se reproduce, todo se regenera;
dos tales como perverso, criminal, loco. Ya mencionamos las La puta es la madre de los grandes y de los pequeños,
diferencias que podría haber con el discurso psiquiátrico o con Y todos nosotros siempre somos muy queridos por ella,
el de otros autores de la época del marqués. Monstruos y malvados tanto como buenos y virtuosos. 15
La palabra "libertino" enlaza las dos vertientes, sádica y ma-
soquista, del fantasma sadiano. El fantasma sadiano está desdo- En tales afirmaciones se percibe que Sade es mucho más que
blado. No se debe confundir el fantasma del héroe sadiano del un libertino. "Él revela la cara reprimida del libertinaje, sigue
relato (indiscutiblemente un fantasma sádico) con el sujeto Sa- avanzando ahí donde el libertino más convencido empieza a re-
de, el sujeto para quien ese relato cumple determinada función troceder. En efecto, en la filosofía que desarrolla en sus relatos y
(la cual, por otra parte, no coincide con la que pueda tener pa- sus ensayos, Sade sustituye la falsa libertad moral celebrada por
ra su lector). Por eso Lacan escribe ,sus grafos que luego anali- los libertinos y propone a cambio una moral nueva que es, en
zaremos. este caso, de estricta obediencia. Donde los libertinos se confor-
Serge André se pregunta: "¿Qué es un libertino en ese final man con promulgar la desobediencia de la ley moral establecida
divulgando un mensaje que dice, en resumidas cuentas: «Se
12 Juan José Saer: La narración-objeto, Ed. Seix Barral, Buenos Aires, 1999,
págs. 186-187. 1
Serge André: La impostura perversa, Ed. Paidós, Barcelona, 1995, págs. 20-21 .
'
"Slavoj Zizek: ''The vanishing mediator", en The indivisible reminder, an es- 15
Sade: La verdad, Atuel-Anáfora, Buenos Aires, 1995, pág. 25 {las cursivas
say on Schelling and related matters, Verso, London-New York, 1996, págs. 172-173. son nuestras).

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puede obtener placer, no está prohibido», Sade, por su parte, doja en su ensayo de 1949, La razón de Sade. Aunque la Natu-
franquea el límite del placer y propaga una ley moral todavía raleza tiene necesidad del crimen, contra ella no hay ningún
más severa, pues su mandato es, en suma, el siguiente: «Hay crimen posible. En consecuencia, en sentido estricto, no hay
que gozar, es una obligación»". 16 ningún crimen posible. Sólo está la Ley. Incluso para Sade, la
De todos modos, en esa obligación, mantenida en nombre Cosa permanece inaccesible. Por ello, agrega Serge André, "la
de la Naturaleza omnipotente, es donde Sade tropieza con su lí- voluntad de goce no llega a nada y queda reducida a la «descar-
mite y es condenado a la prisión. "La Naturaleza sadiana quie- ga» final por la que se resuelve en placer.
re gozar, y prohibe que nada, ni siquiera lo humano, obstaculi- Sade, en su vida, eligió convertirse en prisionero perpetuo
ce su goce destructor. Nuestro deber -de esencia kantiana[ ... ]- de este límite. De tal manera, que la monotonía de su obra só-
es por lo tanto anonadarnos para dejarle vía libre, para que se lo es aventajada por la uniformidad de su vida, aunque ésta no
pueda cumplir la Ley. La Naturaleza, en Sade, exige el crimen, se desarrolló como la realización del fantasma de sus relatos
20
porque tiene necesidad de cuerpos muertos para poder repro- [. .. ]. Es más bien al revés: en su vida, Sade es víctima''. Pero
ducir nuevos cuerpos: la Ley, es que es preciso destruir para po- no se trata de una contradicción. Al contrario, "el rigor de su
der crear. La justificación del asesinato, en este planteamiento, pensamiento pasó a la lógica de su vida'' y ello en la medida en
no tiene nada que ver con la licencia del placer. D e hecho, el que no es engañado por su fantasma. "¿Qué quiere decir esto?
verdugo sadiano sacrifica su subjetividad a ese Otro sanguina- No que Sade se liberara de su fantasma, sino más bien que se
rio y apremiante". 17 Se reduce -señala Serge André- a no ser consagró a él, sabiendo que era un fantasma, aunque pagó por
más que "una voz que enuncia el mandato natural del goce, ello el precio requerido. Digamos pues: Sade, el prisionero del
además de un instrumento que lo ejecuta como un funcionario fantasma, y precisemos que fue tanto su prisionero voluntario
celoso. La víctima es quien duda y plantea preguntas sobre lo como su víctima. Lo demuestra su reacción al saber que le ha-
que quieren de ella (pues ignora la Ley, y por ello necesita ser bían condenado a muerte por sodomía. En un áspero mentís al
educada), sólo la víctima queda dividida entre cuerpo y palabra, apólogo kantiano del hombre amenazado con el cadalso, la res-
experimentando además todo el peso de la angustia" . 1H puesta de Sade ante tal noticia fue esta exclamación: «¡Me cago
Sin embargo, la apología sadiana del crimen se detiene en en Dios! A eso quería yo llegar, ya estoy cubierto de oprobio;
un horizonte: La filosofía en el tocador fracasa ante las puertas ¡dejadme, dejadme que me corro!», cosa que hizo inmediata-
del asesinato de la madre, nunca realizado pero que permanece mente -al menos eso pretende el narrador de la XXIII de Las
siempre como una amenaza. "Por lo tanto, los crímenes sadia- ciento veinte jornadas de Sodoma.
nos reclamados por la voz de la Naturaleza, parecen posibles só- Encarcelado por un decreto real durante la mayor parte de
lo en comparación con un crimen supremo que, en cambio, si- su vida, Sade se encontró ocupando la posición que, en sus es-
gue siendo imposible". 19 Blanchot ya había señalado esta para- critos, le corresponde a la víctima: la del sujeto en trance de de-
saparecer, el sujeto hundido en lo que él llama el «entre dos
muertes»''. 21
"' Serge André: Op. cit., pág. 21.
17
Jbíd., págs. 21-22.
18
lbíd., pág. 22. 20
Jbíd.
1
' lbíd.
21 Jbíd., págs. 22-23.

124 125
Lacan diferencia el Sade práctico del Sade teórico. Esa di-
va a realizar o se va a producir la revelación de un goce puro, la
ferencia alude al hecho de que una cosa es el Sade teórico que
víctima se desvanece y el amo «se corre»''.2'
se lee a partir del fantasma sadiano y otra cosa es el Sade prác-
Jean Allouch afirma que Lacan rompe la alianza artificial en-
tico del cual no se podría decir que se trataba de un masoquis-
tre la vida y la obra de Sade pues su grafo sirve para distinguir,
ta, pero es válido recordar que estuvo preso durante veintisiete
por la vía de un cuarto de giro, las escenas eróticas sadianas, sos-
años. 22
tenidas por un fantasma, de la vida de Sade, determinada por su
Por eso en Kant con Sade, con el objeto de situar el fantas-
pensamiento y "donde precisamente el fantasma ya no aparece".
ma de Sade, Lacan imprime un cuarto de vuelta al grafo del
Por eso dice que Kant con Sade no versa entonces acerca del sa-
fantasma del amo sadiano.
dismo, ya que por el contrario ese texto lo "desmonta''. 24
En el primer grafo el amo sadiano llevado por su deseo se si-
No hay dudas que Lacan separa con claridad la obra de la vi-
túa en a, es decir en posición de objeto del fantasma. En efecto,
da de Sade. También se puede aceptar que ese texto no trata so-
se sabe instrumento de una voluntad de goce absoluto (V) de
bre el sadismo pero aun así queda abierta la discusión posible so-
esa Ley natural que equivale para Sade a un sustituto de la ley
bre lo que significa "desmontar" el sadismo. Si "desmontar" el
moral kantiana. "Desde ahí, se dirige a su víctima, a quien le ha
sadismo significa algo equivalente a lo que plantea Vernon Ro-
dejado todo el peso de la subjetividad, y la deja profundamente
sario sobre el transexualismo, la cuestión no queda tan clara por-
dividida entre la sumisión a la voz imperativa y la rebelión con-
que cuando este autor -recomendado por Allouch- concluye su
tra el dolor ($), hasta que se desvanece. Pero esta operación, es-
artículo titulado Perversión sexual y transensualismo afirma que
ta aplicación rigurosa de la ley del crimen a la víctima, supone
todos seríamos transexuales "según la rigidez contextual de nor-
lo que Lacan llama un «cálculo del sujeto» -esto simboliza la fle-
m as de sexo y de género". Y agrega: "El transensualimo sería más
cha que va desde a hasta S, pasando por V y$. ¿Cuál es este cál-
bien nuestra condición común, y el transexual el individuo va-
culo? De hecho la maniobra del amo sadiano apunta a producir
liente que, en este momento histórico, se encuentra cargado por
un sujeto mítico, nunca alcanzado, ni por él mismo ni por la
el más agudo conflicto con la edificación de nuestro sistema de
víctima: un «puro sujeto del placer», dice Lacan, es decir un su-
identidad sexual". 25 ¿No resuenan estas palabras como las que es-
jeto que sólo experimentaría placer en el goce. En suma, las tor-
tuvimos acostumbrados a escuchar en la antipsiquiatría de Laing
turas infligidas tienen como finalidad extraer del goce su parte
y Cooper con respecto a la psicosis? ¿No queda irresuelta y esca-
de dolor, aislar lo que, en el goce, es el mal, para revelar un pu-
moteada la pregunta referida a los condicionamientos que llevan
ro placer sin mezcla. En el momento en que esta separación se
a algunos sujetos a solicitar la extirpación quirúrgica de sus ge-
nitales cuando se afirma sencillamente que se trata de "valientes"
22 A los cincuenta años, después de abandon ar la cárcel, Sade le escribe a
que cargan con un "agudo conflicto"?
Gaufridy lo siguiente: "En una palabra: he perdido la vista, el pecho; por falta de
ejercicio he adquirido una corpulencia tan enorme que apenas si soy capaz de 23
Serge André: Op. cit., págs. 23-24.
moverme; todas mis sensaciones se han apagado; ya no me satisface nada, no me 24
Jean Allouch: Faltar a la cita. "Kant con Sade" de jacques Lacan. Erotología
gusta nada; el mundo que tenía la locura de echar tanto de menos, me parece tan
!!!, Ediciones li terales, Córdoba, 2003, pág. 19.
aburrido ... tan triste .. . Hay momentos en los q ue me dan ganas de entrar en la
" Vernon Rosario: "Perversió n sexual y transensualismo", en Litoral 33, Edi-
Trapa [ .. .]" (Carta a Gaufridy, comienzos de mayo de 1790).
ciones literales, Córdoba, 2003, pág. 62.

126
127
Veamos ahora el grafo del fantasma sadiano y su transfor.:.
mación: El segundo grafo representa a Sade en su vida. Aquí es el

d_,N, ªZV
propio narrador quien se encuentra en la posición de sujeto en
V trance de desaparecer: está en la cárcel, como si ya estuviera
muerto, llamado a una ausencia definitiva, apartado del mun-
do por el capricho de su verdugo, es decir su suegra, la señora
de Montreuil. Ésta lo hace encarcelar imponiéndole así una di-
o $
$ s visión radical entre el hombre prisionero y el autor libertino.
t
d
Pero en cierto modo Sade recupera en prisión el sujeto puro del
placer que sus héroes sueñan con alcanzar: en adelante su mu-
Esquema 1 Esquema 2 jer, su cuñada, su criado se consagran a satisfacer sus menores
exigencias. 28
La letra V designa la voluntad de goce mientras que$ remi- El imperativo del fantasma sadiano, antes que su escenifica-
te al otro sujeto que funciona como víctima. "Por medio de su ción en lo imaginario de las escenas sexuales, es de entrada un
sufrimiento, el otro (la víctima) lo confirma como sustancia só-
lida resistente: la carne viva en la que corta el sádico autentifi- sino que más bien desmonta esa "construcción mental" llamada sadismo, produ-
ca, por así decir, la plenitud del ser". 26 cida "bajo los ausp icios del catolicismo". De todas maneras estas afirmaciones de-
En el nivel superior V y S indican el carácter manifiesto de ben demostrarse ya que, según mi opinión, no alcanza con la crítica a la versión
la relación sádica ya que el perverso funciona a partir de la vo- médica o moralizante de la perversión porque si esa crítica queda ahí se cae en
una posición equivalente a la que la antipsiquiatría tuvo respecto de la psicosis.
luntad de goce y atormenta a su víctima con el objeto de alcan-
Ta mpoco es suficiente con señalar, como lo hace acertadamente Allouch, que los
zar la plenitud del ser. grafos distinguen, mediante su cuarto de giro, la vida y la obra de Sade, es decir,
Pero esta relación manifiesta oculta otro vínculo que tiene su vida, determ inada por su pensamiemo, y las escenas eróticas sadianas, regula-
un valor de verdad respecto de la primera y que está señalada en das por el fantasma. Si, como lo muestra Brighelli, el sadismo fue fabricado atri-
la parte inferior del esquema: a O$. buyéndole in tempestivamente a Sade los crímenes que él describió en su obra eso
sólo demuestra que no hay sadismo en Sade "sino contra un fondo de no distin-
Esta fórmula invertida en relación al fantasma neurótico
ción entre la vida y la obra de Sade" . Esta idea sólo critica adecuadamente la atri-
nos revela que el perverso, en tanto voluntad de goce, es un
bución del sadismo a la vida de Sade pero ello nada dice en contra de la posibi-
semblant cuya verdad es el objeto a, instrumento del goce del 1idad de pensar el sadismo y la perversión en general desde una versión diferente
Otro. El sádico apunta a producir la escisión subjetiva al asumir n las formas médicas, religiosas o moralizantes.
el rol de instrumento del goce del Otro y sólo goza cuando su '" El segundo grafo muestra la primera aparición del "cuarto de giro" en la
actividad produce la división en el Otro. 27 obra de Lacan mientras que la segunda oportunidad es cuando articula sadismo
y masoquismo en la clase del 13 de marzo de 1962 del Seminario X. Allouch ha
se ña lado con perspicacia que el segundo grafo no presenta el losange, justamente
" Slavoj Zizek: Todo lo que usted siempre quiso saber sobre Lacan y nunca se para indicar que no se trata del fantasma sadiano sino de su vida, del "asunto Sa-
atrevi6 a preguntarle a Hitchcock, Ed. Manantial, Buenos Aires, 1993, pág. 162. dc". De todas maneras, en su planteo no queda claro qué significa una vida no
27
Como ya señalamos Jean Allouch dice que Kant con Sade no es, como se regida por el fantasma sino sólo por el pensamiento pues ello no parece compa-
cree, el gran texto de Lacan sobre el fantasma ni sobre el sadismo y la perversión 1ible con la posibilidad de pensar la idea según la cual Sade no estaría "engañado

po r su fantasma".

128
129
"hay que oír" y en eso está relacionado con lo más estructural de
la perversión. Antes de que el miembro monstruoso fuerce el ceso que siempre subsiste fuera del decir. Este gabinete es el sín-
ano o la vagina, el enunciado del fantasma fuerza la oreja del toma del fantasma sadiano. 29
lector. La fuerza por su monstruosidad, por su violencia y sobre Del mismo modo que el desenfreno del relato sadiano está
todo por la voluntad totalitaria que implica: la de decirlo todo. planificado como un trabajo en cadena, también la frase del es-
Cuando al final del texto de La filosofía en el tocador la señora crito sadiano tiene tendencia a desarrollarse como si fuera el
de Mistival, que se había desvanecido al ser torturada, es reani- producto del funcionamiento automático de una máquina sin-
mada a latigazos y se queja y pregunta por qué la vuelven a traer táctica, y los autores serían meros recitadores. La frase de Sade
a los horrores de la vida, la respuesta de su verdugo no se hace es el estricto equivalente de la postura que describe. Basta refe-
esperar: "[ ... ] porque aún no se ha dicho todo". En esta respues- rirse a la escena en que Francaville es sodomizado trescientas ve-
ta admirable está todo Sade. Para él, el imperativo de goce me- ces en dos horas. Es imposible describir eso, como si la letra
diante el crimen se convierte, dentro de su prisión, en el impe- siempre fuera en retardo con respecto al goce. 30
rativo de decirlo todo a través de la escritura. En la mayoría de sus obras Sade delineó héroes cuyo erotis-
Esta lógica demuestra que mientras no se haya dicho todo, mo se alterna con la reflexión filosófica. A veces interrumpen el
mientras el objeto de goce no haya sido nombrado, repertoria- primero para sacar conclusiones útiles a la segunda, no sin brus-
do, fundido en letras, debe sobrevivir para seguir a merced de quedad sorprendente para el lector. La acción erótica y la de fi-
los golpes del verdugo que prosigue su despedazamiento simbó- losofar se alternan como si ambas se encargaran por turno de
lico. Por eso en el relato sadiano la víctima está dotada de una resolver una única cuestión. A través de la búsqueda del goce
resistencia y de una capacidad de supervivencia más allá de lo máximo la filosofía sadiana se apoya en el Ser Supremo en Mal-
razonable. Pero sólo puede sobrevivir de esta forma como obje- dad, cuyos designios deberá seguir insoslayablemente quien
to malo, como desperdicio de lo que se puede decir: si todavía
vive y por lo tanto está disponible para nuevas torturas, es por- " La problemática del límite fu e también abordada por Fo ucau lt: "Lo que
que todavía no se ha dicho todo sobre el goce. r:i racteriza a la sexual idad moderna no es el haber encontrado, de Freud a Sade,
La ambición de Sade es alcanzar un decir que no deje nin- r l lenguaje de su razón o naturaleza, sin o el haber sido, y por la violencia de sus
di scursos, «desnaturalizada», echada en un espacio vacío en el que ella no encuen-
gún resto, que englobe el exceso con respecto al decir, es decir,
1ra sino la forma escasa del límite, y donde ell a no tiene una prolongación si no
el propio goce. Pero al avanzar en esta exigencia Sade sabe que
1•11 el frenesí que la rompe. No hemos liberado la sexualidad, sin o más bien la he-
siempre es posible un nuevo exceso, siempre puede imaginarse mos llevado, exactamente, al límite: límite de nuestra concie ncia, porque ella dic-
un goce por añadidura. Y en consecuencia se ve condenado a se- 1.1 finalmente la única lectura posible para nuestra conciencia, de nuestra incon-
guir escribiendo, a seguir su repertorio. ' it: ncia; límite de la ley, porque aparece como el único conten ido absolutamente
El tocador sadiano es el lugar donde se pretende decir todo 1111iversal de lo prohibido; límite de nuestro lenguaje: representa la traza de espu-
11 1:1 de lo que él puede justamente alcanzar sobre la arena del si lencio. No es pues
!llientras que el gabinete secreto es su contrapunto: su función
por ell a que nosotros nos comunicamos con el mundo ordenado y felizmente
es encuadrar el resto, acoger lo que no es enunciable. Este más ¡irnlano de los animales; ella es antes bien hendidura, no alrededor nuestro para
allá del tocador, este lugar donde el desenfreno ya no está orde- 1 d ~ l : 1rnos o designamos, sino para trazar el límite en nosotros, y para representar-
nado por la lengua, indica pues el límite de la transgresión sa- 11os como límite" (Michel Foucault: Prefacio a la transgresión, Ed. Trivial, Buenos
diana; inscribe la necesidad de un imposible de decir, de un ex- Aires, 1993, pág. 37).
"'Serge André: Op. cit., pág. 27.

130
131
quiera hacer cumplir sus deseos en esta tierra. hace cargo de lo excluido del racionalismo característico, típico,
Cuando Sade bosqueja a un filósofo se trata menos de una clásico, sobre todo del que se despliega en el Siglo de las Luces.
figura literaria que de un héroe privilegiado en su dimensión El discurso argumentativo del marqués, por la vía del raciona-
erótica. Es cierto que el marqués se refiere a la filosofía de sus lismo, intenta incluir lo que el racionalismo clásico excluye, es de-
personajes en términos crudos. En Notas relativas a mi arresto cir, la dimensión del crimen y el asesinato. Este racionalismo tan
considera que "los personajes filósofos de esta novela están gan- particular intenta incluir todo lo que pertenece al campo de lo
grenados por la maldad". Ese calificativo, para el caso atribuido "irracional", particularmente el crimen. En este sentido, la actitud
a un filósofo, no es novedoso -afirma Gérard Pommier- pues del marqués de Sade tiene un cierto valor que conmociona la clasi-
Platón distinguía ya al hombre honesto del malvado en materia ficación racionalista tradicional como si utilizara el mismo aparato
filosófica: uno se entregaba al pensamiento como a la única ac- ideológico y racional del Iluminismo con el propósito de dirigirlo
tividad capaz de elevarlo, el otro se servía de la filosofía para jus- al objeto irracional excluido del sistema racionalista para poder ahí
tificar o favorecer su máxima pasión. 31 legitimarlo y revalidarlo, es decir, incluirlo como un valor. Tanto es
Sin embargo, la novedad puede encontrarse tanto en la for- así que postula la creación de la Sociedad de Amigos del Crimen.
ma a través de la cual Sade procesa esa "maldad" albergada en el Sade lleva hasta la exacerbación y hasta las últimas conse-
corazón de todo ser hablante como en la lógica que la sostiene. cuencias el argumento que había planteado Rousseau y que con-
sistía en la justificación del asesinato del rey por sus súbditos.
Los textos del marqués, al mismo tiempo que argumentan,
El racionalismo y el cristianismo en Sade enseñan. En esta función del libertinaje está puesta en juego una
enseñanza, caracterizada fundamentalmente por la enseñanza del
En La filosofta en el tocador, así como en otros textos que for- exceso. No se trata del decoro sino del desorden, de la crueldad,
man parte también de la literatura denominada erótica -por del derramamiento de sangre, de la representación sexual, de una
ejemplo El Decamerón- los personajes cuentan historias. Ahora actitud teatralizada donde aparecen los cuerpos desnudos.
32

bien, en el caso del marqués de Sade, tanto en La filosofta en el to-


cador como en juliette, en Justine o en Las 120 jornadas de Sodo- .. , Freud recurre varias veces a la palabra "crueldad" (Gmumsamkeit) y la reins-
ma, el planteo argumentativo desplaza a la narración porque lo cribe en una lógica psicoanalítica relativa a la pulsión de muerte. Más de una vez re-
que se cuenta en todo caso es un largo proceso retórico de argu- conoce el "placer que se obtiene de la agresión y la destrucción" (Die Lust an der Ag-
mentaciones que se van sucediendo unas a otras. Los personajes gression und Destruktion), las "innumerables crueldades de la historia" (ungeziihlte
charlan, dialogan entre sí, se trata de un discurrir muy largo de re- Graumsamkeiten der Geschichte), las "atrocidades de la historia" (Greueftaten der Ges-
chichte), las "crueldades de la Santa Inquis ición" (Graumsamkeiten der hl. lnquisition) .
laciones corporales, de relaciones incestuosas, a veces criminales.
Al relacionar el derecho y el poder (Recht und Macht), Freud p,ropone derivar
La posición del marqués de Sade es un modo particular de ra- uno del otro a partir de una genealogía que remite al padre de la horda primitiva y
c~onalismo, pero ese racionalismo, que se opone al romanticismo su asesinato. El pasaje de la violencia al derecho determina que este último monopo-
de Sacher-Masoch, tiene una particularidad: consiste en que se liza la violencia de la comunidad que así se protegería contra la violencia individual.
En la doble huella de Nietzsche y Freud, la crueldad no tiene contrario, es
irreductible de modo que se puede preconizar una política de "diversión" indirec-
:i i Gérard Pommier: La neurosis infantil del psicoandlisis, Ed. Nueva Visión,
ta para que las pulsiones sean derivadas, diferidas y que no encuentren su expre-
Buenos Aires, 1992, pág. 214 y sigs.
sión en la guerra.

132 133
Tiempo después el famoso poeta Rimbaud va a propugnar en su concepción griega, retorna a concepciones pre-cristianas.
poética lo que llama "el desorden de los sentidos". A su vez, todo el mecanismo sadiano conserva del cristianis-
Este aparente desorden de los cuerpos que se muestra en el mo el procedimiento de la inquisición, pero con una transfor-
relato del marqués de Sade sufre en realidad un ordenamiento mación: ahora la víctima es el Dios del cristianismo sometido al
muy particular en tanto sigue el paradigma racionalista. En el suplicio, al largo suplicio de la razón. Todas las categorías del
texto sadiano, en la formalidad del texto sadiano, se encuentra paradigma cristiano están sometidas a la multiplicidad de argu-
la ideología racionalista del Iluminismo que está, a pesar de las mentos de los personajes del marqués de Sade y todos sus me-
apariencias, llena de contradicciones. Por ejemplo, la famosa canismos y engranajes son desarmados y desmontados pieza por
consigna "libertad, fraternidad e igualdad" estaba planteada en pieza por medio de un análisis que descompone los elementos
el mismo momento en el que Francia sostenía sus colonias y que constituyen la superestructura del cristianismo.
aplastaba en forma sangrienta rebeliones de esclayos. 33 Pero el marqués de Sade no se limita a hostigar la religión
Dolmancé, en La jilosofla en el tocador, es el encargado de en esta base doctrinal e ideológica sino también tiene por fun-
dirigir la educación de la joven Eugenia y aparece dirigiendo las ción desenmascarar los fuertes vínculos que la religión tiene con
operaciones y las posiciones de los cuerpos. En este sentido hay el poder político. El ataque tiene que ver, además, con lo plan-
una relación muy particular entre la concepción de Sade y el teado en el panfleto "Franceses, un esfuerzo más y seréis repu-
cristianismo, sobre todo a partir de esta necesidad de ubicarse blicanos", incluido en La jilosofla en el tocador.
en relación a la razón y a los cuerpos. Si Sade postula el paganismo en lugar del cristianismo, es
Es cierto que la racionalidad occidental necesita de la reli- porque retorna ya no sólo de la posición del monoteísmo al po-
gión cristiana para su constitución y de ahí es que el Iluminis- liteísmo, sino también porque se opone por la vía de la repübli-
mo, del cual se nutre el marqués, opera con categorías que son ca a la monarquía. Es como si hiciera una ecuación: frente al
propias del cristianismo pero, por supuesto, transformadas y re- monoteísmo y a la monarquía, es decir a la alianza de la iglesia
contextualizadas. Es el caso de la luz, famosa metáfora del cris- con el poder político, monoteísmo-monarquía, él plantea poli-
tianismo, que ya no representa a Dios sino a la Diosa Razón, así teísmo-repüblica. Le agrega aun otro elemento que también es-
llamada por los iluministas, a quien además había que construir- tá en antagonismo con el cristianismo y que es la poligamia ver-
le los templos adecuados. Por lo tanto, el Iluminismo se perfila sus la monogamia. Entonces: poligamia-politeísmo-repüblica
como una variante religiosa donde lo endiosado es la razón. v<Msus monogamia-monoteísmo-monarquía.
La manera de atacar la simbología cristiana, es decir, la El marqués de Sade muestra la dimensión política de la igle-
ideología del cristianismo, es retroceder a cierta etapa pre-cris- sia y también toda su estrategia, sus dispositivos y las estrechas
tiana en la cual se alude a los dioses y las diosas, es decir, a una relaciones que mantiene con la nobleza de modo tal que la teo-
posición que rompe con la idea del monoteísmo para volver a cracia y la aristocracia no son más que anverso y reverso. En es-
cierta concepción politeísta. Desde esta concepción, el raciona- te sentido, Sade no se equivocaba, porque, en efecto, tanto Car-
lismo vuelve a la relación entre lo dionisíaco y lo apolíneo de la lomagno como Bonaparte fueron coronados Emperadores por
el Papa. Pero él va todavía más lejos en el ataque al cristianismo
.u Gastón M. Español: "Racionalismo iluminista e irracionalidad", en Docu- ya que no sólo postula el paganismo politeísta sino que plantea,
mentos de cultura Nº 1, Buenos Aires, 1996, pág. 32. como ya habíamos dicho, el ateísmo total. Dice: "Destruyamos

134 135
para siempre toda idea de Dios. El ateísmo es el único sistema
No es que eso es lo que quedó de un conjunto de textos porque
de todas las personas que saben razonar".
escribieron hace mucho y se perdieron los demás. No, los "pre-
Esta caracterización del ateísmo implica un adelanto de lo
socráticos" escribían así. La parataxis remite a esa fragmenta-
que postularía Nietzsche, quien no se va a conformar sólo con
ción del discurso, frases cortas pero que además tienen relación
este intento de socavar el edificio religioso, sino que también di-
con superposiciones y reiteraciones.
rigirá sus embates contra el cientificismo racionalista en su con-
En el caso de Sade las reiteraciones en el relato aluden tam-
junto. Ahora, es cierto, nosotros podemos decir que este ateís-
bién a lo que se está relatando: un cuerpo se relaciona con otro
mo, en el fondo, también conserva una enorme cuota de fe muy
cuerpo, cambia de posición y vuelve a la posición anterior, etc.
particular que hace a la estructura misma del fantasma sadiano.
El texto aparentemente más aburrido, en ese sentido, a causa de
Sin embargo, lo interesante es que el marqués de Sade agre-
las reiteraciones, es Las 120 jornadas de Sodoma.Y'
ga a esta caracterización una retórica referida al cuerpo. El dis-
Todos los textos importantes del marqués de Sade tienen que
curso y la relación con el cuerpo están íntimamente vinculadas
ver con el modo en que, por la vía discursiva, intenta dar cuenta
en sus textos. El cuerpo, y sobre todo lo real del mismo, apare-
de lo que sucede a nivel del cuerpo y eso no termina más que pro-
cen claramente como un efecto del discurso. Por otro lado, las
duciendo lo real del cuerpo. Ese intento de manipular, de domi-
relaciones entre los cuerpos, sobre todo en términos eróticos, se
nar, de hacer entrar dentro de la lógica fálica.el funcionamiento
presentan como formas particulares de relaciones de poder, es
de los cuerpos no hace más que producir como indominable, de-
decir, de subordinación en una estructura jerárquica. Aparecen
bido al fracaso de la voluntad de goce, lo real del cuerpo.
en los textos, según los distintos momentos del relato, cuerpos
A diferencia del racionalismo de Sade, en los "presocráticos"
soldados, incrustados, con sucesiones de orgasmos.
la parataxis está usada con la finalidad de introducir la dimensión
Todo este tipo de posicionamientos en función del cuerpo
del enigma en un discurso que tiene una raigambre más bien
tiene una clara coincidencia con las formas discursivas del rela-
poética. La forma de la escritura de los "presocráticos" implica
to del marqués de Sade. Una forma retórica muy comt'm en sus
una alusión a la poesía. Parménides escribió el poema Sobre la
textos es lo que se denomina parataxis, es decir, un discurso que
naturaleza, que tiene la misma estructura enigmática que los afo-
reitera y que repite, pues está coordinado con la temática en
rismos de Heráclito.
cuestión (parataxis significa coordinación) .
En Sade hay un uso distinto de la parataxis; por eso lo úni-
La parataxis en los autores mal llamados "presocráticos" es
co que tienen en común es este carácter más parcial y fragmen-
una superposición de textos muy cortos, muy breves, coordina-
dos con la evanescencia del Ser. Los "presocráticos" escribían al
-" Georges Bataille comenta con lucidez que si bien es cierto que de la mons-
modo de la parataxis. El problema no consiste sólo en que de
1ru osidad de los textos de Sade se desprende aburrimiento, sin embargo ese mis-
ellos quedan fragmentos, sino en que también escribían_frag- mo aburrimiento es lo que proporciona su sentido. "Como ha dicho el cristiano
mentariamente y además - esto ya es más particular de los "pre- Klossowski, sus interminables novel as se parecen más a los diccionarios que a los
socráticos" y no del discurso del marqués de Sade- incluían un lib ros que más nos divierten" (Georges Bataille: La literatura y el mal, Taurus edi-
alto grado de enigma en la formulación. Heráclito dice: "Todo cio nes, Madrid, 1985, pág. 93).
lo rige el relámpago'', frase que Lacan cita en el texto sobre el Pero el ab urrimiento puede ser considerado como una reacción defensiva
frente al horror que produce en el lector el desnudamiento de las pasiones crimi -
pase y considera el problema de la traducción correspondiente.
na les humanas que Sade hace ver.

136
137
tario, pero en el marqués está al servicio de la referencia al cuer- despliegan algunos códigos secretos.37
po y de la lógica demostrativa. 35 Pero pareciera que el efecto En este sentido el marqués de Sade postulaba la existencia
producido por Sade no es poético sino que genera algo opues- de la Sociedad de Amigos del Crimen, una sociedad secreta que
to al placer que puede causar la poesía: el hastío. En el marqués intentaba consolidar las distintas variantes de la ar~resión, por
está al servicio de una lógica demostrativa y por eso algunos han ejemplo el acto sexual era identificado a un acto ~sesino. Para
dicho que aburre. En los "presocráticos", al contrario, se puede Sade siempre había un hilo muy débil que separaba la sexuali-
generar una cierta oscuridad, un apresuramiento a comprender dad de la muerte, pero particularmente de la criminalidad.
o una sensación de sinsentido, pero difícilmente el aburrimien- En el discurso sadiano esa íntima relación puede leerse en su
to. Un buen ejemplo es la sentencia de Anaximandro. 36 De es- dimensión más literal, no en términos simbólicos o paródicos. Es
te autor "presocrático" queda una sola frase, y uno se pregunta: cierto que esto, así como cierta lectura tradicional del superhom-
¿cómo es posible que alguien haya pasado a la historia por una bre nietzscheano, puede llevar a suponer que el pensamiento de Sa-
frase? Heidegger escribió un texto titulado La sentencia de Ana- de es una antesala del fascismo, es decir, de la exaltación del crimen.
ximandro, donde analiza de manera brillante ese fragmento. En cambio, la lectura entre líneas, tanto de esta estructura del
Otro aspecto interesante a considerar es el que se refiere a la discurso sadiano como del concepto de superhombre nietzschea-
estructura de la sociedad secreta que plantea el marqués de Sa- no, permite ver esa dimensión de humor o de parodia. El marqués
de. La idea de la existencia de una sociedad secreta aparece en
distintos lugares de la historia de la literatura, por ejemplo en el " Ll palabra asesino deriva etimológicamente de una secta mus~lmana, llamada
Decamerón de Bocaccio, en 1984 de Georges Orwell, en Faren - "la secca de los asesinos" y que tenía por objetivo dominar a todo el mundo musul-
heit 451 de Bradbury, en La naranja mecánica de Anthony Bur- mán a través del asesinato de importantes dirigentes políticos. Los integrantes de esa
secta, que existía en la Edad Media, acosmmbraban tomar hasch ish; y de ese término
gess, en Los siete focos de Roberto Arlt y, por supuesto, en Las
"haschish", derivó la palabra asesino, derivación que tuvo lugar también durante la
120 jornadas de Sodoma. época de las cruzadas. Se ve, entonces, la importancia que tiene esa estructu ra ya que
Funcionan como microsociedades utópicas que apuntan a hay referencias a esa secta en Marco Polo, en Baudelaire, en Poe, en Nietzsche, en
cambiar o transformar el estado de cosas existentes y en ellas se Hemy Miller; también la mencionan Borges y Roberto Arlt. Hay un equivalente a la
Sociedad de Amigos del Crimen en la obra de Roberto Arlt que es el "Club de los caba-
lleros de la medianoche", que aparece en ti juguete rabioso y también en Los siete locos.
.. , Octavio Paz cons idera que mientras Madame de Merteuil piensa como En este sentido hay un aspecto interesante a considerar en relación con lo que
moralisca, Saint Fond, Juliette y Dolmancé son "espírims sistemáticos que apro- ~e puede ubicar como la referencia a lo secreto que posteriormente pasa a estar en
vechan cada ocasión, y son muchas, para exponer sus ideas" (Octavio Paz: Un mds riesgo de desaparición o de ext inción cuando esa logia o secta o sociedad secreta tie-
allá erótico: Sade, Ed. Vuelta, México, 1993, pág. 27). 11 c una expansión derivada de su incorporación a la vida comün o de la toma del
"' En la vers ión de Nietzsche la sentencia dice: "De donde las cosas tienen su poder. Todos sabemos que algunos de los llamados grandes próceres de América per-
origen, hacia allá tienen que perecer también, según la necesidad, pues tienen que 1rnccían a sociedades masónicas que en los com ienzos estaban más bien al servicio
pagar pena y ser juzgadas por su injusticia, de acuerdo con el orden del tiempo". d<: los intereses económicos del imperio británico. La alianza de las burguesías ame-
Dicha sentencia, segün la versión de Heidegger, enuncia: "Pero de qué es el nacer ' ica nas con el poder británico intentaba avanwr primero por esta vía secreta pero
para las cosas, también el sustraerse a éste nace segt'111 la necesidad; a saber, se dan l111.;go fue creciendo de otras maneras para sustituir a la cultura del Virreinato.
razón y pena entre sí para la injusticia segün la disposición del tiempo" (Martin De hecho esas logias funcionaban como una imitación de lo que eran los
Heidegger: "La sentencia de Anaximandro", en Sendas perdidas, Ed. Losada, Bue- 1 lubs de los revolucionarios jacobinos o montañeses, que se reunían en genera l en

nos Aires, 1979, pág. 272). los cafés de París, en particular durante la Revolución.

138 139
de Sade bordea muchas veces lo que comúnmente llamamos "hu- Pero volvamos ahora al estilo argumentativo de Sade. En
mor negro" y éste con toda su cuota de ironía y de sátira social, es 1793, Kant escribe La religión en Los límites de la simple razón,
una parodia de discursos establecidos. cuya parte tercera es intercambiable con pasajes del panfleto de
A partir de esta característica que se puede leer en la vía sim- La filosofla en el tocador, en particular los lugares donde Kant
bólico-paródica del discurso de Sade, Lacan diferencia entre lo discute los ritos religiosos y los ritos de la iglesia.
razonable del humor negro y lo racional del humor. Lo razona- En una novela se puede suponer que la narración es la que
ble del humor negro del marqués apunta particularmente a un conduce el hilo del desarrollo. Entonces, ¿se encuentra alguna
cuestionamiento de la estructura que subyace al poder del capi- conexión en el hecho que el énfasis esté puesto en lo argumen-
talismo naciente. Esa voluntad de goce que postula -si se lee tativo y no en lo narrativo con el fantasma sadianci? No impor-
desde la perspectiva de la parodia- permite establecer lo que se ta mucho lo que pase, sino por qué pasa y cómo se argumenta
oculta detrás de la apariencia del discurso burgués, esto es, esa la lógica de lo que sucede.
voluntad de goce que mucho tiempo después Lacan va a esta- Lo argumentativo se relaciona con una característica de la
blecer con la fórmula del discurso capitalista: todos sometidos a lógica del fantasma perverso que es la necesidad de establecer la
un mercado frente al cual los objetos que se ofrecen son, en su demostración de la existencia del Otro, de un Otro que goza en
manifestación, objetos "a la mano" para el goce. particular. Lacan define al perverso como aquel que se hace el
No es que la máxima sadiana sea igual a ese discurso, sino que O tro para asegurarse de su goce, a diferencia del neurótico que
esta lectura permitiría pensar que ella opera como parodia de la es- se tiene que asegurar del Otro, pero no se hace el Otro. Hacer-
tructura que mucho tiempo después, con más claridad en la actua- se el Otro para asegurarse de un Otro que goza requiere una ló-
lidad, Lacan define como el discurso capitalista, en tanto es un mer- gica demostrativa que es típica de la estructura perversa. Está
cado el que ofrece los productos supuestamente aptos para el goce siempre definida por la más pura manifestación de fe y el juego
de todos. De ello deriva una esclavización a esa lógica del mel'cado. demostrativo, como pasa en la teología cuando se plantea por
El discurso capitalista es una variante del discurso del amo un lado la fe pero, por otro lado, la necesidad de establecer una
que Lacan estableció alguna vez con gran precisión y no avanzó lógica demostrativa que justifique la existencia de aquello en lo
mucho más. Dentro de los discursos es el más cercano a lo que que se cree. Por eso es que se han intentado pruebas de la exis-
se podría llamar el lazo perverso. tencia de Dios: San Anselmo, Santo Tomás.
Pero en el perverso se necesita el partenaire. Por eso, si bien En última instancia es el mismo razonamiento. Es como si el
se acerca, el discurso capitalista no es idéntico a lo que podría- marqués de Sade tuviera en este punto una cercanía con Santo To-
mos llamar lazo perverso. En dicho-discurso se trata de cómo ca- más, aunque el autor de La filosofla en el tocador manifiesta la ne-
da uno, en tanto "individuo'', está sólo con su plus de gozar. 38 cesidad de demostrar la existencia de un Ser Supremo en Maldad,
un Dios negro, un Dios oscuro centrado en relación al goce.
" En realidad también caben dudas de que el discurso capitalista sea efecti-
Es pertinente ahora efectuar la siguiente pregunta: ¿por
vamente un discurso por varios motivos: uno de ellos es que él parece no hacer qué, en general, los héroes son masculinos, salvo en una que
lazo social. Además, en este caso la verdad no es determinante, sino que es el su- otra literatura heroica rusa o en algunas obras de Bataille?
jeto el que aparece determinando el lugar de la verdad, ya que Lacan invierte las Si tomamos la idea de Lacan de que la perversión está esen-
flechas, con lo cual parece romperse la estructura del discurso. ·ialmente referida a la posición masculina (pues el hombre_es el

140 141
sexo débil respecto de la perversión) uno ubica ahí más fácil-
mente esta cuestión del libertino, ya sea el libertino de Las amis-
V
tades peligrosas, de Choderlos de Lados (1741-1803), o la figu-
ra del Don Juan o el marqués de Sade, en su dimensión teóri-
ca, con todas las diferencias que hay entre ellos. Si bien no to- El universal kantiano
dos funcionan al modo perverso, estas referencias a la búsque-
da de un goce, la indagación de un goce y sobre todo el inten-
y la igualdad de Sade
to de ubicar todo goce dentro de lo dominable, lo calculable y
lo demostrable, son más característicos de la función fálica, del
lugar de lo masculino.
En este sentido se puede decir que tiene razón también el
E l univmal kantiano" doble porque exi"e por un lado
marqués cuando plantea que los que adoctrinan, los que ense-
la universitas de la obligación por la ley, que inviste a la volun-
ñan, son esencialmente los hombres, que pueden en todo caso
tad en su totalidad y la universa/itas de los sujetos a los que se
estar ayudados por algunas mujeres, como Madame de Saint
aplica (extensión total, la ley vale para todo ser humano). Estas
Ange en La filosofla en el tocador. La otra forma es pensar que
proposiciones, que fundan la idea de una república democráti-
algunas figuras funcionan como representantes de lo m asculino
ca, son expresadas tanto por Kant como por Sade.
desde el fantasma femenino, como Don Juan: es el modo en
Sade lo dice en La filosofla en el tocador en el apartado "Fran-
que una mujer supone que el hombre goza fálicamente, es de-
ceses, un esfuerzo más ... ": se trata de mostrar que si en una so-
cir, por la vía del intercambio y la sustitución de los objetos. .
ciedad democrática ningún hombre puede hacer de otro su pro-
Todo apunta en última instancia a ubicar esencialmente en
piedad, esta igualdad en el derecho al goce implica también que
el lugar del libertino, con todas las inflexiones hasta llegar al lí-
cualquier hombre puede reducir a cualquier otro al rango de
mite del perverso, a todo aquel que se conduce por una vía a
instrumento temporario de ese goce puesto que "todo hombre
través de la cual se supone posible hacer controlable todo goce,
es tirano cuando goza". Así Lacan ve en Sade como en Kant, un
es decir, que todo goce sería siempre un goce fálico.
heraldo del "para todo hombre" que caracteriza la filosofía de los
De todos modos, no nos parece que lo esencial del pensa-
derechos humanos.
miento sadiano se pueda reducir a la idea enunciada en el pá-
Ese "para todo hombre" se define en Kant por la incondi-
rrafo anterior sino más bien a la mostración de la criminalidad
;ionalidad de su relación con la ley que supone la exclusión de
que late en el corazón de todo parletre..(Ó)
los objetos patológicos, objetos de la sensibilidad que generan
:1tracción o rechazo.
La ley moral se dirige a todo hombre y tiene el mismo status
que el agente del tormento en la experiencia sadiana pues impli-
ca neutralidad impersonal e impasibilidad, es decir, apatía. 1 .

'Jacques Lacan: "Kant avec Sade", en Écrits, Ed. du Seuil, Paris, 1966, pág.
72.

142
143
En Sade - aparente caricatura de Kant- un término sensible Es un dato poco conocido pero ya Kant en 1797 -en la
o patológico en el sentido kantiano ocupa el lugar de lo incon- Doctrina del derecho- decía que no se puede omitir en un siste-
dicionado porque el universal sadiano no tiene por experiencia ma de moral la idea de "maldad formal', es decir, lo que podría-
básica el respeto sino la blasfemia. mos llamar inmoralidad formal o sadiana.
En posición de incondicionado se instala ya no la ley moral Dolmancé -el personaje-instructor de La filosofla en el toca-
kantiana sino el placer de uno solo que asigna a todos los demás dor- no se contentaría con estar "fuera de la ley": su posición
el estatuto de objetos equivalentes de placer. era la de tomar en cuenta una máxima diametralmente opues-
En este sentido es conveniente explicitar ahora el modo en ta a la ley, su ley era actuar contrariamente a la Ley.
que procede Lacan para procesar el problema de la Ley en rela- La máxima sadiana es igual al imperativo kantiano pero con
ción a los criterios que la rigen. signo negativo:
Lacan desarrolla tres tiempos que pueden esquematizarse A: - ('í/ a) ('í/x) (Max)
con esta secuencia: versión, enunciado y demostración. 2 B: b pone en acto M
1) La versión lógica de la "ley moral' que es, al mismo tiem- C: b sabe que A = B
po, un algoritmo. La "maldad formal" se define si alguien (Dolmancé, en este
2) El enunciado de la "máxima sadiana" del derecho al goce. caso) sabe que su acto no satisface la ley kantiana, sabiendo lo que
3) La demostración del hecho de que la máxima sadiana sa- hace y haciéndolo únicamente porque ese acto no la satisface.
tisface un criterio "lacano-kantiano".
3) Demostración del criterio "lacano-kantiano" de la máxima.
Veamos en detalle los tres tiempos mencionados: sadiana
También podría tomarse en cuenta el algoritmo de la ley
1) A lgoritmo de la ley moral kantiana moral kantiana antes planteado y decir que la moralidad o in-
Planteamos tres pasos que escribimos con las letras A, B y C: moralidad de b es función sólo del valor de verdad de la propo-
A: (V a) ('í/x) (Max) (la máxima vale para todos los casos y sición A: si A es verdadera, b es digno de figurar en el conjun-
para todo ser racional) to de los seres moralmente irreprochables; si A es falsa, b es dig-
B: b pone en acto M no de figurar en el panteón sadiano.
C: b sabe que A = B En base a lo anteriormente dicho se puede plantear que la
"ley moral" de Kant es un puro algoritmo a doble entrada:.éntre
2) Máxima sadiana bondad y maldad formales, los únicos valores de moralidad po-
El enunciado de esta máxima por parte de Lacan es el siguien- sibles en Kant, la única diferencia es la que separa la falsedad de
te: "Tengo derecho a gozar de tu cuerpo, puede decirme quienquie- la verdad de una proposición (la proposición A). Esta es la ló-
ra, y ese derecho lo ejerceré, sin que ningún límite me detenga en gica bivalente en juego que le permite decir a Sade: "Yo no soy
el capricho de las exacciones que me venga en gana saciar en él". inmoral por sentimiento sino por sistema''.
Entre el quinto y el sexto diálogo de La filosofla en el toca-
2
Thierry Marchaise: "Kant avec Sade? Sur la conjecture de Lacan", en dor, Sade "intercala un texto sobre las leyes fundamentales de la
Littoral Nº6, Ed. Eres, París, 1982. República que afirma que todo hombre tiene derecho a <?cupar

144 145
el lugar de lo incondicionado en la satisfacción de sus deseos: exceso de población (aborto u homicidio) son bienvenidos.
tal es el sentido de la igualdad democrática que impone la rede- El motivo económico - una sociedad no puede sobrevivir si
finición de las relaciones del Estado y la religión con el goce de los ciudadanos son muy numerosos- sirve de máquina para una
los ciudadanos".J apología de la destructividad, atribuida a la Naturaleza.
Podemos considerar ahora dos diferencias entre Kant y Sade: Según Sade se trata de instaurar un régimen de igualdad en
en Sade el término incondicionado es empírico (ya no existe la que cualquier individuo puede forzar a cualquier otro a gozar y
trascendencia del hecho de la razón) y dicho término se toma a de inscribir en la legislación la constancia de que esa es la fuen-
continuación como elemento del "para todo hombre". te de la igualdad política. "Cualquier ciudadano equivale a cual-
Por otra parte, Sade diferencia el libertinaje masculino del quier otro porque todo hombre es un déspota cuando goza y la
femenino . Madame de Saint Ange afirma el derecho a los pla- igualdad consiste en dejar que en todo gozador se desarrolle el
ceres innumerables pero su justificación no es la blasfemia sino despotismo del goce. Esto supone la intercambiabilidad absolu-
la venganza (hacia el tiempo que pasa) a través de la ilimitada ta de los ciudadanos gozadores, a imagen de la permutabilidad
cantidad de sus deleites. 4 rigurosa de los órganos eróticos en las posturas libertinas.
El libertino masculino no hace sólo de un placer singular el Lo incondicionado existe porque se trata de crear una situa-
término único y precioso entre todos sino también ese término ción de igualdad en que ningún hombre conozca más que su go-
único adquiere valor de incondicionado por el ultraje que infli- ce (que cada uno reduzca a los demás al rango de esclavos)".7
ge a todos los valores morales. Veamos como ejemplo estas fra- No fue necesario esperar a Marx -afirma Zizek- para des-
ses: "Una sola gota de semen eyaculada por este miembro, Eu- cubri r el desequilibrio, "las paradoj as del principio burgués de
genia, es para m í mucho más valiosa que los más sublimes ac- la igualdad formal, pues las dificultades ya habían surgido con
tos de una virtud que desprecio" .5 "La gota de esperma es la jo- el marqués de Sade. Su proyecto de una democracia del goce
ya que debe su precio al desprecio que asesta a la virtudes más (tal como la formuló en «Franceses, un esfuerzo más ... ») trope-
sublimes".6 Así pues no hay placer sin una multitud de térmi- zaba con el hecho de que la democracia sólo puede ser una de-
nos sacrificados y la palabra sacrificio siempre sale al encuentro mocracia del sujeto (del significante): no hay democracia del ob-
de Dolmancé. jeto. Los ámbitos respectivos del fantasma y de la ley simbólica
Monique David-Ménard expresa: "Sade afirma que no hay son radicalmente divergentes. Es decir que la naturaleza misma
que legislar para la colectividad a partir de lo individual. Para la del fantasma se resiste a la universalización: el fantasma es el
víctima el asesinato es un mal pero a escala de la sociedad,es in- modo absolutamente particular en que cada uno de nosotros
dudable, según el marqués, que todos los medios de eliminar el estructura su relación «imposible» con la Cosa traumática. Es el
modo en que cada uno de nosotros, por medio de un guión
imaginario, disuelve u oculta, o ambas cosas, el atolladero fun-
.i Monique David-Ménard: Las construcciones de lo universal. Psicoandlisis y
damental del Otro inconsistente, el orden simbólico. El campo
Filosofla, Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 1999, pág. 49.
de la ley, de los derechos y deberes, por otra parte, pertenece por
' Ibíd., pág. 53.
5 Marqués de Sade: "La filosofía en el rocador", en Obras selectas, Edimat Li- su propia naturaleza a la dimensión de la universalidad, es un
bros, Madrid, 2000, pág. 312.
'· Citado en Monique David-Ménard: Op. cit., pág. 54. ' !bíd., pág. 72.

146 147
campo de igualación universal generado por el intercambio poco antes, un poco después, nos enredamos en una especie de
equivalente y la reciprocidad. En consecuencia, podríamos de- autoobstrucción; por definición, los fantasmas no pueden coe-
finir el objeto a como el excedente que se sustrae a la red del in- xistir pacíficamente en algún ámbito neutral. Por ejemplo,
tercambio universal, razón por la cual la forma del fantasma co- puesto que no hay relación sexual, un hombre sólo puede desa-
mo irreductible a la dimensión de la universalidad es $ O a, es rrollar una relación duradera con una mujer en la medida en
decir, el sujeto confrontado con este excedente imposible. que ella entre en el marco de la peculiaridad perversa del fan-
El «heroísmo» del proyecto de Sade consiste en su esfuerzo tasma de él. ¿Qué podemos decir, entonces, de alguien con
imposible por conferir al campo del goce (del fantasma que es- quien sólo es posible una relación sexual si ha sufrido la abla-
tructura el goce) la forma burguesa de la legalidad universal, del ción del clítoris? Además ¿qué podemos decir sobre la mujer
intercambio equivalente, de la reciprocidad de derechos y debe- que acepta esta condición y exige el derecho a padecer el peno-
res iguales. A la lista de los «derechos del hombre» proclamados so ritual de esa ablación? ¿Forma esto parte de su «derecho al
por la Revolución Francesa, Sade añade el «derecho al goce», un goce», o se supone que en nombre de los valores occidentales,
suplemento perturbador que secretamente subvierte el campo debemos liberarla de este modo «bárbaro» de organizar su go-
universal de los derechos en el cual pretende situarse. Una vez ce? La cuestión es que no hay ninguna salida: aunque sostenga-
más encontramos la lógica del no todo: el campo de los dere- mos que una mujer puede humillarse en tanto lo haga por su
chos universales del hombre se basa en la exclusión de cierto de- propia voluntad, es posible incluso imaginar la existencia de un
recho (el derecho al goce); en cuanto incluimos este derecho en fantasma que consista en ser humillada contra su voluntad". 8
particular, el campo de los derechos universales pierde el equi-
librio. Sade parte de la afirmación de que la Revolución Fran-
cesa se había quedado a medio camino en el ámbito del goce, 'Si bien es válido considerar la función de la paradoja en la política, no dejan
seguía siendo prisionera de valores prerrevolucionarios, patriar- de resultar llamativas, al menos para usar una palabra suave y también para explici-
ta r su llam ado para que los Estados Unidos rep rese nten "más hones tamente el pa-
cales, no emancipados. Pero, como Lacan lo demostró en Kant
pel de policías globales" (sic), las declaraciones de Z izek al diario La Nación, publi-
con Sade, cualquier intento de darle al derecho al goce la forma cadas el 10 de marzo de 2004, cuando afi rma: "En contra de lo que opinan muchos
de una norma concordante con el imperativo categórico, nece- intelectuales de izquierda, que siempre se están qLr~jando del imperialismo de los Es-
sariamente termina en un atolladero. Esa norma sadiana deter- rados Unidos, yo creo que este país debería intervenir mucho más. Debería haber
minaría que cualquiera (fuera cual fuere su sexo, edad, condi- intervenido en Ruanda, por ejemplo, para derener la tremenda masacre que tuvo lu-
ción social, etc.) tiene derecho a disponer libremente de cual- gar allí. ¿Por qué no lo hizo? Tomemos el caso de lrak. Saddam Hussein es un mal
tipo , no tengo lágrimas para él. Pero el crimen más grande que cometió fue atacar
quier parte de mi propio cuerpo, para satisfacer sus deseos, de
ldn, y eso los norteamericanos no lo señalan como deberían, porque lo apoyaron
cualquier modo concebible. [ ... ] Lacan señala que esta máxima ~ n aquella aventura. Ahora, ¿por qué los Estados Unidos atacan Irak? Más allá del
universal, aunque satisface el criterio kantiano del imper.ativo discurso que siempre se repite acerca de los intereses económicos norteamericanos,
c<1;tegórico, se anula a sí misma, en cuanto excluye la reciproci- io cierto es que el régimen de Saddam ya declinaba y el verdadero objetivo de Was-
dad: en última instancia, uno siempre da más de lo que toma, hington no era Saddam, sino lo que vendría después de él. Los Estados Unidos sa-
es decir, que todos se encuentran en la posición de víctimas. Por bían que el régimen de Saddam era secular y temían que, cuando se desintegrara,
nlgú n movimiento fundamentalista musulmán tomara el poder. De modo que lo
tal razón, no es posible sancionar el derecho al goce en la forma
qu e hicieron fue efectuar un golpe preventivo, pero al hacerlo, paradójicamente,
de «Todos tienen derecho a ejercer su fantasma particular». Un cr.:aron las condiciones reales para que surgiera un movimiento de esas característi-

148 149
Zizek continüa con algunas consideraciones sobre la demo-
VI
cracia que merecen una reflexión crítica: "¿Qué hacer, entonces,
ante este atolladero fundamental de la democracia? El procedi-
miento modernista (ligado a Marx, y que consiste en desenmas-
carar a la democracia formal, en sacar a luz el modo en que la Sade y Rousseau
forma democrática oculta siempre un desequilibrio de conteni-
dos) implica llegar a la conclusión de que la democracia formal
como tal debe ser abolida y reemplazada por una forma supe-
rior de democracia concreta. El enfoque postmoderno, por el
contrario, nos exigiría asumir esta paradoja constitutiva de la
Ecault tiene món cuando con<idern que la obrn de Sade "'
democracia[ ... ]. La actitud democrática se basa siempre en una
el indicio de una historia más vasta que se desarrollaba en otra
cierta escisión fetichista: Sé muy bien (que la forma democráti-
parte y más allá de la conciencia de los actores. En un primer
ca es sólo una forma maculada por manchas de desequilibrio
tiempo, Foucault tenía fascinación por Sade, pero luego cambió.
«patológico»), pero de todos modos (actuaré como si la democra-
En la Historia de la locura el marqués es la encarnación de la des-
cia fuera posible). Lejos de indicar su defecto fatal, esta escisión
mesura del deseo. Luego, en Las palabras y las cosas, su obra está
es la fuente misma de la fuerza de la democracia: la democracia
asignada a un giro de todo el sistema general de signos. Final-
puede tomar conciencia del hecho de que su límite está en ella
mente, repudia a Sade en La voluntad de saber. Sade es el repre-
misma, en su antagonismo interno". 9a':n
sentante tardío de la "sangre" y de la "raza", extraño al dispositi-
vo moderno de la norma y del poder sobre la vida (Sade arcaico
y reaccionario) y, en el fondo, partidario de la pastoral cristiana
cas. Esa es la tragedia de los Estados Unidos: en el corto plazo ganan guerras, pero cuyo deber esencial es "llevar todo lo tocante al sexo al molino sin
en el largo plazo esas guerras terminan por agravar los conflictos que debían resol- fin de la palabra". 1 Por otra parte e;n Sade, sargento del sexo dice
ver. El problema es que ellos deberían representar más honestamente el papel de po-
que nos aburre porque encarna el control casi militar de los cuer-
licías globales. No lo hacen, y pagan el precio de no hacerlo".
En un nivel de desarrollo más coherente, Erik Porge menciona el híbrido pos, inherente a los protocolos modernos de la normalización.
Nombre-del-Padre SsS en nuestra sociedad democr<Ítica de hoy fijado, como a su Tal vez Sade sea todo eso si se adoptan los sucesivos puntos
reverso, al "sujeto supuesto no saber nada de lo que todo el mundo sabe". Se trata de vista de Foucault; pero éste olvida -pues no los considera-
de sujetos comunes y corrientes víctimas de "desperfectos simbólicos" que r~velan otros tres aspectos de Sade: Sade filósofo, Sade teólogo y Sade
una suerte de "psicosis fría", como aquel hombre que lavó a su perro y después lo
escritor, dice Bernard Sichere.
puso a secar en un horno de microondas para que no tomara frío. "No sabía que el
Este autor menciona a Moliere y dice que Tartufo es el her-
animal iba a reventar. Aterrado primero y enfurecido déspués por el resultado, de-
mandó al fabricante de hornos por no indicar en el prospecto que no había quepo- mano de Don Juan por lo menos en un rasgo: sólo creen en su
neF animales a secar. ¡Y ganó el juicio! Es el nuevo sujeto que la democracia inven- deseo solitario, y ese deseo, que acecha detrás de todas las más-
ta, según dice Dany-Robert Dufour en Folie et démocratie" (Erik Porge: Los nom- caras, revela un aspecto de sadismo y de horror. Tartufo no tie-
bres del padre en Jacques Lacan, Ed. Nueva Visión, Buenos Aires, 1999).
' Slavoj Ziiek: Mirando al sesgo, Ed. Paidós, Buenos Aires, 2000, págs. 272- 1 Michel Foucault: Historia de la sexualidad J. La voluntad de saber, Siglo
275. '
Veintiuno editores, México, 1987, pág. 29.

150
151
ne rostro porque la violencia del deseo del ateo no tiene rostro. necesita de una jovencita extraordinaria para ser feliz. Lo que me
Don Juan tampoco tiene rostro ni historia, sólo presenta se- hace feliz lo tiene cada jovencita, por eso las tomo a todas". Las
cuencias yuxtapuestas en una especie de suspensión del tiempo, jovencitas cualesquiera existen sin necesidad de que un predica-
algo semejante a la yuxtaposición en la ficción de Sade de las se- do las convierta en Mujer, eligiéndolas en la unicidad del amor.
cuencias intemporales de las claudicaciones de la virtud y de los Eric Laurent, en Lacan y los discursos, comenta el capítulo 8
triunfos del vicio. Esto se explica porque la historia era conce- del Seminario XVII donde dice que el padre, más allá del mito,
bida hasta entonces en los términos de la dramaturgia cristiana, es un operador de estructura en cuanto a vigilar y encarnar el
centro organizador de toda experiencia entre la prehistoria de la goce. "Como operador estructural, el padre no es más que un
caída y el más allá esperado de la redención. Don Juan no vie- significante, ya que se trata del padre muerto [... ]. La verdad
ne ni va a ninguna parte. Su tiempo es el tiempo de la repeti- del padre se designa en la horda darwiniana: el padre que goza
ción. Desapareció el telos del dogma cristiano que fijaba la al- de todas las mujeres [ ... ]. Si la histérica lo inventó, o participó
ternancia pecado-salvación. Sólo queda la sucesión encantada en su mantenimiento, es que el sujeto histérico quiere un amo
de instantes que parecen completos en sí mismos y que no pi- [. .. ] para operar y alojar allí su síntoma. Y se puede decir: el pa-
den ninguna trascendencia capaz de reemplazar el desarrollo in- dre, mito histérico. Como Lacan pudo decir: Don Juan, mito
manente de esos instantes. femenino . Porque el padre encarna el mito de que pudieran
La lógica del no-todo es la que no se colectiviza, no se agre- existir las mujeres como un todo: si hay uno que pueda gozar
ga bajo el signo de una propiedad lingüística. La mujer no exis- de todas, entonces se constituye el conjunto de todas. Don Juan
te porque es imposible completar el catálogo de todas las muj e- es un mito femenino porque constituye el conjunto de las mu-
res. Por eso el Don Juan es un sueño femenino, el que garantiza jeres, pero una por una, y se sabe qu~ es una tarea sin fin; el po-
la mujer en su propia existencia. bre tipo trabajaba con una disponibilidad total, sin nada que
Un conjunto se puede construir de dos modos: enumerando pudiera distraerlo o hacerlo retroceder". 2 Su única manera de fi-
los elementos o indicando una propiedad característica. Don Juan nalizar era encontrar un límite en el padre que iba a buscarlo, a
sigue ambas, porque el aria cantada en la ópera de Mozart por Le- llevarlo al infierno. Es un mito femenino porque asegura la se-
porello concluye resaltando aquello que no puede ser definido si- rie, lo cual es la función de un mito: asegurar un universo. Don
no como una propiedad universal: "porque lleva pollera usted sa- Juan es como un padre intuicionista, es decir alguien que sos-
be lo que hace", .explica a Doña Elvira, desengañándola de la es- tiene que la verdad no se puede ubicar en una demostración fi-
peranza de ser la única. nal sino paso a paso.
Don Juan es el prototipo del seductor porque su amor no En el capítulo 8 del Seminario XVII ya mencionado, Lacan
es fiel; privado de fe, no ama una sino que las ama a todas, l~s anuncia lo que va a desarrollar en seminarios posteriores: el pa-
seduce a todas. No tiene tiempo para los preparativos, las estra- dre es en Freud un mito porque constituye la sociedad de las
tegias, las esperas, la conquista mediata, como Valmont. Don mujeres como un todo y lo que se puede aprender de la expe-
Jua~ es inconstante, el hombre del puro presente, de la ocasión riencia analítica es que las mujeres están del lado del no-todo.
inmediata, no logra interesarse en las nimias diferencias entre
una mujer y otra. Hace existir a La mujer. ' Eric Laurent: "Lacan y los discursos", en Lacan y los discursos, Ed. Manan-
Kierk:egaard hace decir a Don Juan: "Yo no soy el marido qlie tiales, Buenos Aires, 1992, pág. 38 .

152 153
Así el goce no se puede pensar como "el" goce sino como el go-
En el texto de Marcelin Pleynet, mencionado en un capítulo
cé de una, de una y de una. No hay aquí un todo. Esto es lo que
anterior, también es digno de mención este párrafo: "El situar la
Lacan propone como alternativa a la vida contemporánea y por
obra de Sade inserta en el contexto cultural que la produjo y al que
eso menciona el texto de Balzac, El envés de la vida contemporá-
nunca dejó de referirse nos permite plantear una serie de proble-
nea que es parte de su gran Comedia y recorre dos libros, Ma-
mas y de razones que, sin desvirtuar la violencia transgresiva de la
dame de la Chanterie y El iniciado, que son entre sí el revés, co-
producción sadiana, nos permitirán la aproximación a la lectura
mo Juliette y Justine. Madame de la Chanterie es un ideal fe-
de un texto desmistificador por excelencia. La filosofía de las lu-
menino perfecto y, como la pobre Justine, pasa por diversas
ces, responsable de la aparición de la obra de Sade, no aparece
aventuras, que padece con un ideal extraordinario.
exenta de contradicción y ambigüedad dividida como está entre
Cerca del final de la segunda parte del Seminario XVII, Lacan
D'Holbach y Rousseau, entre ateos y creyentes, y con el triunfo de
dice que los materialistas del siglo XVIII, en apariencia todos
la moral y el deísmo rousseaunianos después de lo que fue su prác-
ateos, son los creyentes por excelencia. Hace referencia al sistema
tica más inmediata: la revolución de 1789. Recordemos a título de
del Papa Pío VI en los Escritos I, en el Seminario VII y en el XVII
curiosidad que la existencia de un Ser supremo y la inmortalidad
y habla del goce de la naturaleza y del apetito del deseo de muer-
del alma fue votada unánimemente por la Convención de 1794.
te de la naturaleza que, entonces, reclama asesinatos. Esta es la
En 1795 Sade finaliza La Philosophie dans le boudoir. Esta contra-
creencia que denuncia Lacan en los héroes de Sade, la creencia en
dicción (D'Holbach-Rousseau) no le pasa desapercibida a Sade, el
el crimen. Esta creencia en el crimen es, finalmente, creencia en
cual a lo largo de su obra citará pasajes enteros del Syst?:me de la
un Dios gozador; se llama Naturaleza y el acto de creencia del su-
nature no cesando jamás de oponerse a Rousseau".3
jeto es consentir ese crimen.
El mundo cerrado y artificial de Las 120 jornadas de Sodo-
Rousseau y Sade, en lo que se refiere al mal y a la naturaleza,
ma se opone al reino de la naturaleza tan añorado por Rousseau
tienen dos posturas diferentes: uno el exorcismo del mal y la
de modo que los cuatro libertinos que habitan en el castillo de
afirmación de la inocencia; el otro una posición de desafío li-
Silling son la negación del "buen salvaje". Ese mundo licencio-
bertino. Las dos posturas responden a la misma decadencia de
so es, como dice Annie Le Brun, la contra-utopía del mundo
la dramaturgia cristiana que había detectado Moliere un siglo
q ue comienza a imaginar Rousseau en El contrato social.
antes. A esa decadencia Rousseau responde con el invento de
Asimismo, en relación con D'Holbach, hay que señalar que
una doble dramaturgia: la dramaturgia pedagógica de la nueva
Sacie se diferencia de él y otros pensadores ateos pues no acepta
sociedad transparente para sí misma (Carta a D 'Alembert sobre
la tendencia a reconciliar las pasiones con los intereses y, por lo
los espectáculos) y de la fundación del nuevo individuo inocente
tanto, a separar las pasiones útiles de las nocivas. Sade efectúa la
y autónomo (Emilio) y la dramaturgia literaria de las Confesio-
más radical desocialización de las pasiones.
nes, en virtud de la cual el sujeto singular convertirá a sus con-
Habermas, por su parte, señala que Rousseau ya había plan-
temporáneos en tribunal de su vida justa, en testigos de la evi-
teado que la transformación del hombre natural, que es apropia-
dencia de que el mal nunca vino sino de afuera. Pero la maldad
do para la vida aislada y autárquica, en un ciudadano del Estado
negada en el interior retorna fuera de éste en la forma de un ,
misterio, de un complot enigmático, opacidad de ese algo in-
-' Marcelin Pleynet: "La lectura de Sade", en Teoría de conjunto, Ed, Seix Ba-
quietante y extraño concebido como momento de angustia.
rral, Barcelona, 1971, pág. 312.

154
155
apto para una pacífica cooperación, era el resultado de una con- El mito político de Georges Sorel 8 -una élite sindical revo-
versión. Por tanto el contrato social postula la desnaturalización lucionaria que ejerza la violencia y promueva la huelga general-
de la existencia surgida naturalmente en una existencia moral es anticipado "en el nuevo culto y en sus festividades naciona-
por antonomasia. "Por esto Rousseau sólo considera posible una les, entra en escena la fraternidad y bien pronto se producen
constitución según los principios de contrato social en pequeños sentimientos que hacen justicia a la revolución a la sombra de
pueblos, que se encuentren en un estado evolutivo primitivo; la guillotina. Por el contrario, Thomas Paine [... ] no necesita-
por ejemplo en Córcega [.. . J". 4 Para los grandes Estados no to- ba dar cabida en su cálculo sobre la revolución ni a la virtud, ni
maba en consideración una transformación republicana. a una virtud forzada por manipulación y, finalmente, por te-
Robespierre fue el primero en percibir la dificultad de pen- rror: cualquier mejora efectiva de las condiciones de vida debe
sar la estructura republicana en sociedades más desarrolladas. conseguirse [... ] por medio del interés personal en todos los
Puesto que se atiene al principio de que el establecimiento del particulares" .9
derecho natural por medio del poder asegurador de la libertad La posición de Sade representa otro giro significativo. Con-
y de la igualdad de un soberano internamente coercitivo sólo es temporáneo de Rousseau y de la Revolución Francesa, inventa
posible gracias a la virtud y no al interés, el problema de una su propia dramaturgia, esta vez con trazas de pesadilla, momen-
culminación con éxito de la revolución se le plantea de la si- to de angustia equivalente al que podíamos distinguir en Mo-
guiente forma: ¿cómo puede prender en la masa de la población liere, sólo que aquí está llevado algo más lejos e insertado en
un sentimiento virtuoso? "La sociedad-decía Robespierre- rea- una organización diferente, permitida por la explosión del gé-
lizaría su obra maestra si, en relación a los aspectos morales del nero literario.
hombre, creara un rápido instinto, que sin el apoyo ulterior del El genio de Sade estriba en la facultad excepcional de repre-
pensamiento, lo llevara a realizar el bien y a evitar el mal" .5 Ha- sentar en el espacio literario todas las posturas posibles, litera-
bermas agrega: "A finales del siglo cuyas energías espirituales rias, filosóficas, políticas, morales o pornográficas. N o hay nin-
habían sido utilizadas sobre todas las cosas para el desenmasca- guna posición política, moral o sexual a la que uno pueda ad-
ramiento del engaño sacerdotal, Robespierre se ve obligado, herirse porque todas son excesivas, extralimitadas.
con el objeto de producir una virtud que ya no nacía por sí mis- En Sade, ningún enunciado puede saturar la fuerza de
ma del suelo de un pueblo íntegro, a una cuestionable restaura- enunciación, la cual desarrolla todos los enunciados filosóficos
ción de la fe racionalista en Dios" .6 Quiere decretar el culto al posibles, así como desarrolla todas las posturas posibles del go-
Ser Supremo. "La idea del Ser Supremo y de la inmortalidad del ce. Esto está de acuerdo con el nuevo surgimiento de una sub-
alma -agregaba Robespierre- es una constante apelación a la jetividad atea concebida como fuerza sin rostro que manifiesta,
justicia; por ello es, pues, social y republicana" .7 detrás de las máscaras y de las figuras delimitadas del placer, al-
go informe, inquietante y extraño. Ese algo informe que se ha-
lla en el texto de Sade tiene un nombre: el monstruo.
'Jürgen Habermas: "Derecho natural y revolución", en Teoría y praxis, Ed.
Hay que considerar que Sade toma en serio el mal. Esto lo
Altaya, Barcelona, 1999, pág. 109.
, !bid., pág. 110.
'· Ibíd. ' Georges Sorel: Réflexions sur la violence, Riviere, Paris, 1908.
7 Citado por Jürgen Habermas: ibíd. ''Citado por Jürgen Habermas: ibíd.

156 157
plantea Klossowski quien llega al punto de hacer de Sade un ¿Es Sade la realización acabada de la perversión generalizada
gnóstico que pretende desatar hasta un punto extremo todos los que Hegel pretendía descifrar en El sobrino de Rameau? En cier-
recursos del mal para liberar al mundo de éste en medio de una to modo sí, responde Sichere. Pero Sade va más lejos de lo que
gigantesca ordalía. En efecto, en Sade se percibe una obsesión podía imaginar Hegel. ¿Hasta dónde va Sade? ¿Hasta la Natura-
por la purificación feroz y el impulso de agotar todas las figuras leza? Si, pero la Naturaleza no es más que una palabra. El mal es
de la violencia, violencia que incluye en sus puestas en escena una ferocidad sin límites y no debemos atribuirlo a la Naturale-
soñadas más o menos todas las prácticas de castigo y de suplicio za que es indiferente y neutra. La conclusión es que el mal está
conocidas hasta entonces en la historia de los hombres. De to- en otra parte: en el "negro corazón del sujeto". El mundo de Sa-
das maneras, no se encuentra en Sade ninguna huella de una vo- de es un afuera respecto de todo mundo, pero ese afuera es al
luntad de expiar por sí solo "la criminalidad virtual de sus con- mismo tiempo un adentro ferozmente encerrado en sí mismo.
temporáneos" por la sencilla razón de que él sólo habla y se in- Lo que Sade llama N aturaleza no es más que ese algo extra-
teresa de sí mismo. Para el marqués no se trata de expiar la cri- ño e inquietante, intersección del adentro y el afuera, del suje-
minalidad, sino de verla y distinguirla debajo de los sentimien- to y aquello que lo desborda como otro. El lugar del suplicio es
tos con que los hombres se recubren. Se trata, como dice Annie la proyección en el espacio de esa intersección, un afuera res-
Le Brun, de una voluntad de ver para no engañarse y la "insa- pecto de toda comunidad civilizada, que al mismo tiempo es
nía" de Sade sería por querer hacer ver lo que toda sociedad también un adentro, el adentro de una maldad encerrada en sí
quiere ocultar, es decir, el salvajismo que nos habita. misma que es, a la vez, una exterioridad pura respecto de lo que
El héroe libertino es relativo a una maldad trascendental atri- puede asumirse subjetivamente. Cuando se entra en el castillo
buida a la Naturaleza y que se da más allá de toda subjetividad. El del vicio no se puede salir de la intensidad del mal que está en
discurso de Saint-Fond sobre el Ser Supremo en Maldad está to- todas partes y en ninguna parte, inmanente al mundo y razón
davía dentro del marco teológico, en tanto que el discurso atribui- inconfesable del mundo.
do al Papa en el mismo relato se sitúa más allá de toda teología y Sade nos dice que "en la médula de todo deseo hay un go-
no se debe a una casualidad que constituya la última gr.an revela- ce inhumano, así como en todo vínculo social hay una virtua-
ción que Juliette encontrará en su camino. Aquí ya no estamos en lidad criminal". 11 f{:n
las tradicionales coordenadas de la corriente libertina: el libertino
sadiano, del que es fulgurante encarnación Juliette, debe conce-
birse como un sujeto sometido a una energía despersonalizante
(se trata de la doctrina de la "apatía") que es el propio mal que
trasciende todo valor enunciable, tanto el valor de un vicio como
el de una virtud. "Discurso de pesadilla es ese que presenta el ho-
rror desnudo como realización del goce y la avidez destructora de
la Naturaleza como la verdad inhumana del mundo" . 1º

'º Bernard Sichere: Historias del mal, Ed. Gedisa, Barcelona, 1-997, págs.
169-170. 11
!bid., pág. 171.

158
VII

Sade y el "sexo del amo"

H "'ªavanzado el <iglo XVIII -comenta Michel Fou-


cault- la monstruosidad era criminal en sí misma pues era una
transgresión de las leyes naturales y jurídicas. Esa manifestación
natural de la contranaturaleza llevaba en sí un indicio de crimi-
nalidad. Recién hacia 1750 aparece la figura del criminal mons-
truoso, del monstruo moral. La relación se invierte pues apare-
ce la sospecha sistemática de monstruosidad en el fondo de to-
da criminalidad. "Cualquier criminal, después de todo, bien
podría ser un monstruo, así como antaño el monstruo tenía
una posibilidad de ser un criminal". 1 El monstruo moral surge
a fines del siglo XVIII a partir de la literatura con la novela gó-
tica y con la pluma de Sade, aunque también aparece en el
mundo jurídico y médico.
En el derecho romano el crimen no, era sólo el daño volun-
tario infligido a otro o una lesión y un perjuicio contra los in-
tereses de la sociedad en su totalidad sino que, además, afecta-
ba los derechos, la voluntad del soberano, presentes en la ley. En
todo crimen había enfrentamiento de fuerzas, rebelión, insu-
rrección contra el soberano. En el crimen más mínimo, se per-
filaba un pequeño fragmento de regicidio. 2 Por eso el castigo no
era simplemente ni reparación de los daños ni reivindicación de

' Michel Foucault: Los anormales, Fondo de Cultura Económica, Buenos Ai-
res, 2000, pág. 83.
2 En el parricidio, según el derecho romano, se atacaba la estructura jurídi-

ca en su totalidad.

161
los derechos fundamentales de la sociedad sino algo más: la se reitere. Esa unidad de medida es la razón de ser del crimen.
venganza del soberano, el contragolpe de su fuerza. "El sobera- Se plantea así el problema de la naturaleza del crimen, una con-
no volvía a enfrentar al criminal, pero esta vez en el despliegue ducta que tiene una inteligibilidad natural. La conducta crimi-
ritual de su fuerza, en el cadalso, lo que se producía era sin du- nal tiene un interés tal que viola el interés de los otros. Es un
da la inversión ceremonial del crimen''. 3 interés ciego a su propio fin, que no calcula sus consecuencias.
El problema de la relación entre el crimen y el castigo no es- El criminal retoma su interés egoísta, lo arranca a la legislación
taba considerado en términos de medida sino de réplica. El ex- del contrato y lo hace valer contra el interés de todos. Es una
ceso del castigo debía responder al exceso del crimen y era pre- especie de retorno a un estado natural anterior al contrato so-
ciso que hubiera una suerte de plus del lado del castigo. El plus cial, como si fuera una naturaleza contra natura, un monstruo.
era el carácter aterrorizador del castigo y de ese modo el crimen En efecto, es en esta especie de clima general en el que la
debía actualizarse en el castigo y, además, tenía que manifestar- nueva economía del poder de castigar se formula en una nueva
se la venganza del soberano, que debía confirmarse como insu- teoría del castigo y la criminalidad, donde vemos aparecer por
perable e invencible. Por último -agrega Foucault- tenía que primera vez la cuestión de la naturaleza eventualmente patoló-
aparecer la intimidación para cualquier crimen futuro. gica de la criminalidad. En una tradición que encuentra en
El saber del juez debía cercar al criminal en cuanto sujeto Montesquieu pero que se remonta al siglo XVI, a la Edad Me-
poseedor de la verdad y no en cuanto autor de un crimen. Fou- dia y al derecho romano, el criminal y sobre todo la frecuencia
cault señala con precisión que no se trataba de comprender el de los crímenes representan en una sociedad algo así como la
crimen más que para saber si fue cometido. La economía del enfermedad del cuerpo social. A partir del siglo XVIII el crimen
poder punitivo era tal que hasta fines del siglo XVIII la natura- no es la enfermedad del cuerpo social, sino que el criminal en
leza del crimen no tenía que plantearse. "Hasta esa época el po- cuanto tal bien podría ser un enfermo"."
der tenía que manifestarse en ciertos momentos, en forma !acu- De esta manera surge la figura del monstruo moral, cuya
nar, con rituales discontinuos. A partir del siglo XVIII el poder primera forma en términos jurídicos es el monstruo político, el
llegó a ser continuo, no se ejercía a través del rito sinó de los criminal político . .En las transformaciones que aparecieron en
mecanismos permanentes de vigilancia y control. Esto hace que esa época en la teoría del derecho peoal se considera que el cri-
\
a un crimen deba corresponder una pena que tendrá que admi- minal vuelve a un estado de naturaleza -vale aquí la roussonia-
nistrarse de modo que se castigue exactamente lo necesario pa- na referencia al hombre de la selva- porque rompió el contrato
ra que el crimen no vuelva a comenzar, y nada más. Todo el ex- original. El criminal es pensado como un pequeño déspota que
ceso, toda la gran economía del derroche ritual y magQífico del hace valer su interés personal.
poder de castigar, va a desaparecer ahora en función de una eco- Otra transformación aparece en Francia hacia la década de
nomía ya no del desequilibrio y del exceso, sino de la mesura. 1760: la relación de cercanía entre el criminal y el tirano. El rey
Será preciso encontrar una unidad de medida entre el cri- tiránico es un monstruo pues hace valer su violencia y sus ca-
men y el castigo, que permita adaptar la sanción de tal modo prichos como ley general o razón de Estado. "El primer mons-
que sea justo lo suficiente para castigar el crimen e impedir que truo identificado y calificado no es el asesino, el violador, no es

3
Michel Foucault: Op. cit., pág. 84. ; lbíd., pág. 93.

162 163
quien rompe las leyes de la naturaleza. El primer monstruo es La autodestrucción de la Naturaleza, que es un tema funda-
el rey. El rey es el gran modelo general a partir del cual se deri- mental en Sade, es una suerte de monstruosidad desencadena-
van históricamente los innumerables pequeños monstruos que da, nunca se concreta si no es por medio de la presencia de cier-
van a poblar la psiquiatría del siglo XIX. Todos los monstruos ta cantidad de individuos que poseen un superpoder. El super-
humanos son descendientes de Luis XVI".s poder del príncipe, del señor, del ministro, del dinero, del in-
¿Hay que aplicar las leyes que consideran al rey un traidor surgente. En Sade no hay monstruo que sea políticamente neu-
cuando el rey nunca suscribió el contrato social? Esta pregunta tral y mediocre: o proviene de la hez del pueblo o es un prínci-
de Saint Just era pertinente en la concepción de la época. Si el pe o un rey. De todas formas, el poder, su exceso es siempre el
rey nunca suscribió el contrato social habría que matarlo por- operador del libertinaje en Sade. Es ese superpoder el que trans-
que es el enemigo <tbsoluto. Discusiones de este tenor se conti- forma el mero libertinaje en monstruosidad". 6
núan en el siglo XIX en la psiquiatría cuando se plantea si al cri- En otro texto, que profundiza estas ideas, Foucault analiza
minal nato, que nunca suscribió las leyes, se le deben aplicar la manera en que la lógica del poder dominante del cristianis-
realmente las leyes. mo organizaba la vida cotidiana en torno a la confesión: obli-
Foucault considera a María Antonieta como la primera re- gación de expresar en palabras las acciones de todos los días, las
presentante de la figura del monstruo, mujer desenfrenada e in- faltas banales, las debilidades incluso imperceptibles, las turba-
cestuosa con su hermano. Al mismo tiempo, enfrente de esta fi- ciones de pensamientos, intenciones y deseos.
gura aparece el monstruo popular y revolucionario. Este ritual de confesión implica que aquel que habla es al
"Estas dos formas del monstruo -señala Foucault- las en- mismo tiempo aquel del que se habla, lo que se dice en su
contramos en Sade. En la mayor parte de sus novelas, o en to- enunciado deriva en un oscurecimiento de la enunciación, pe-
do caso en Juliette, está presente este acoplamiento muy regu- ro al mismo tiempo se anula la propia confesión que debe per-
lar entre la monstruosidad del poderoso y la monstruosidad del manecer en secreto y no dejar detrás de ella otros signos que no
hombre de pueblo, y la complicidad de uno con otro. Juliette y sean las marcas del arrepentimiento y las obras de penitencia
la Dubois están en el centro de esta serie de parejas de la mons- correspondientes.
truosidad superpoderosa y la sublevada. En Sade, el libertinaje "El Occidente cristiano -indica Foucault- ha inventado es-
siempre está ligado a un desvío del poder. En el monstruo no es ta sorprendente coacción que ha impuesto a todos y cada uno
simplemente una naturaleza intensificada, una naturaleza más la obligación de decirlo todo para borrarlo todo, de formular
violenta que la de los demás. El monstruo es un individuo a hasta las menores faltas en un murmullo ininterrumpido, en-
quien el dinero, la reflexión o el poder político brindan la posi- carnizado y exhaustivo, al que nada debe escapar pero que, al
bilidad de volverse contra la naturaleza. De modo que en el mismo tiempo, no debe sobrevivir ni un instante. Centenas de
monstruo de Sade, por ese exceso de poder, la naturaleza se m illones de hombres durante siglos han debido confesar el mal
vuelve contra sí misma y termina por anular su racionalidad na- en primera persona, en un susurro obligatorio y fugitivo" .7
tural, para no ser ya más que una especie de furor monstruoso
que se encarniza no sólo contra los otros, sino contra sí mismo. "lbíd.
7
Michel Foucault: La vida de los hombres infames, Ed. Altamira, Montevi-
deo, 1992, págs. 188-189.
5 !bíd.

164 165
Sin embargo, a partir de finales del siglo XVII, el mecanismo milia, sus hijos o hijas, sus vecinos, y a veces por el cura de la pa-
de la confesión fue enmarcado y desbordado por otro cuyo funcio- rroquia o algún notable local". Estas órdenes se solicitaban como
namiento era muy diferente. Se trataba de una gestión administra- si se tratase enfrentar algún crimen que debía merecer la cólera del
tiva y no ya religiosa; "mecanismo de archivo y no ya de perdón". soberano, cuando en realidad sólo se trataba de alguna oscura his-
No obstante, al menos parcialmente, el objetivo buscado era el toria de familia: "esposos engañados o golpeados, fortunas dilapi-
mismo: explicitación de lo cotidiano, "viaje por el universo ínfimo dadas, conflictos de intereses, jóvenes indóciles, raterías ,o borra-
de las irregularidades y de los desórdenes sin importancia''. cheras y todo un enjambre de pequeños desórdenes de conducta''.
Al caer la confesión del papel eminente que el cristianismo La lettre de cachet surgía aparentemente de la voluntad ex-
le había otorgado empiezan a utilizarse sistemáticamente proce- presa del rey, con el fin de encerrar a alguien, al margen de los
dimientos antiguos hasta entonces muy locales: "la denuncia, la procedimientos de la justicia ordinaria, pero en realidad no era
querella, la encuesta, el informe, la delación, el interrogatorio", más que la respuesta a esa demanda procedente de alguna "os-
todo registrado por escrito y acumulado en historiales y archi- cura historia de familia".
vos. La confesión penitencial, voz única que no dejaba trazas, "El sistema de la lettre de cachet-encierro -señala Foucault-
que borraba el mal borrándose a sí misma "es sustituida, a par- no fue más que un episodio bastante breve: duró poco más de
tir de entonces, por múltiples voces que se organizan en una un siglo y estaba localizado en la historia de Francia. No sirve
enorme masa documental y se constituye así, a través del tiem- tanto para asegurar la irrupción espontánea de la arbitrariedad
po, en la memoria que crece sin cesar acerca de todos los males real en el ámbito más cotidiano de la vida, como para asegurar
del mundo. El mal minúsculo de la miseria y de la falta ya no es la distribución de todo un juego de demandas y de respuestas
reenviado al cielo por la confidencia apenas audible de la confe- siguiendo complejos circuitos. ¿Abuso de absolutismo? Posible-
sión sino que se acumula en la tierra bajo la forma de trazos es- mente, pero no en el sentido de que el Monarca abusase pura y
critos. Se establece así otro tipo muy diferente de relaciones en- simplemente de su propio poder, sino en el sentido de que ca-
tre el poder, el discurso y lo cotidiano, una manera muy diferen- da uno puede utilizar en beneficio propio, para conseguir los
te de regir este último y de formularlo. Nace una nueva.puesta propios fines y en contra de los demás, la enormidad del poder
en escena de la vida diaria''. 8 absoluto: una especie de disponibilidad de los mecanismos de
Los primeros instrumentos de este poder son las instancias, las soberanía, una posibilidad, proporcionada a cualquiera que fue-
lettres de cachet o las órdenes reales, los diversos tipos de reclusión, se lo suficientemente listo como para utilizarla, de desviar en
los informes y las decisiones policiales. Las lettres de cachet y otros beneficio propio los efectos de la soberanía''. 9
instrumentos remiten al despotismo de un monarca ·absoluto, pe-
ro esa "arbitrariedad" -agrega Foucault- era una especie de servi- '' Foucault también señala que de aquí se derivan una serie de consecuencias:
cio público pues las "órdenes del Rey'' en general no surgían de im- la soberanía política se injerta en el nivel más elemental del cuerpo social; entre
sujeto y sujeto - y muchas veces se trata de los más humildes- , entre los miem-
proviso, como resultado de la cólera del Monarca, sino que la ma-
bros de una familia, en las relaciones de vecindad, de interés, de oficio, de rivali-
yor parte de las veces "estas órdenes eran solicitadas contra alguien
dad, de amor y de odio, uno se puede servir, además de las armas habituales de
por sus allegados, su padre, y su madre, uno de sus parientes, su fa- la autoridad y la obediencia, de los recursos de un poder político que adopta la
forma del absolutismo; cada uno , si sabe jugar bien el juego, puede convertirse
' !bíd.. pág. 189. para otro en su monarca terrible y sin ley: horno hominis rex.

166 167
Foucault agrega que no hay que extrañarse de que este po- atravesadas por los mecanismos del poder político. Durante lar-
der desmesurado del Rey, que funcionaba de este modo en me- go tiempo sólo habían merecido ser dichos sin burla los gestos
dio de las pasiones, de los odios, de las miserias y las felonías, de los grandes; sólo la sangre, el nacimiento y las hazañas tenían
haya podido llegar a ser, a causa de su utilidad misma, objeto derecho a la historia. Y si a veces sucedía que los más humildes
de abominación. La trampa de la complicidad aprisionaba a los participaban en cierto modo de la gloria se debía a algún hecho
que utilizaban las lettres de cachet como al rey que las concedía: extraordinario, a la manifestación patente de la santidad o a la
los primeros perdieron cada vez más su poder tradicional en be- especularidad de un crimen. El hecho de que en el orden mo-
neficio de un poder administrativo, mientras el rey, al verse im- nótono de lo cotidiano pudiese existir un secreto a descubrir o
plicado todos los días en tantos odios e intrigas, llegó a ser él que lo inesencial pudiese ser en cierto modo importante, esto no
mismo odiable. Por eso es válida la afirmación del Duque de aconteció hasta que la blanca mirada del poder se posó sobre es-
Chaulier en las Memoires de deux jeunes mariés, donde decía que tas minúsculas turbulencias.
la Revolución Francesa, al cortar la cabeza del Rey, había deca- Nacimiento pues -continúa Foucault- de una inmensa po-
pitado a todos los padres. sibilidad de discursos. Un determinado saber sobre la vida coti-
De todo esto se puede retener, por el instante, lo siguiente: d iana encuentra así al menos una parte importante de su razón
por medio de este dispositivo de lettres de cachet, internamien- de existir y con él se proyecta en Occidente sobre nuestros ges-
tos, acciones de la policía, surgen muchos discursos que atravie- tos, sobre nuestras maneras de ser y de actuar, un nuevo registro
san en todos los sentidos lo cotidiano y gestionan, de un modo de inteligibilidad. Pero para que esto sucediese fue precisa la
absolutamente distinto al de la confesión, el "mal minúsculo de omnipresencia a la vez real y virtual del monarca, fue preciso
las vidas sin importancia". "En las redes del poder, siguiendo imaginarlo bastante cercano a todas estas miserias, bastante
circuitos bastante complejos, quedan atrapadas las disputas de atento al menor de estos desórdenes para poder solicitar su in-
vecindad, las querellas entre padres e hijos, las discordias fami- tervención; fue preciso que él mismo apareciese dotado de una
liares, los abusos del vino y del sexo, los desórdenes públicos y especie de ubicuidad física. Este discurso de lo cotidiano, en su
otras tantas pasiones secretas". 10 forma primigenia, estaba totalmente vertido hacia el rey, se di-
En todas esas agitaciones y estos pequeños sufrimientos la- rigía a él, se filtraba en los grandes rituales ceremoniosos del po-
te un inmenso afán por desarrollar un discurso. "Comienza a der y debía adoptar su forma y revestir sus signos. Lo banal no
elevarse un murmullo que ya no cesará, un murmullo en el que podía ser dicho, escrito, descripto, observado, organizado y va-
las variaciones individuales de la conducta, las vergüenzas y los lorado más que en una relación de poder que estaba obsesiona-
secretos se ofrecen mediante el discurso a la incardinación del da por la figura del rey, por su poder real y por el fantasma de
poder. Lo menor deja de pertenecer al silenció, al rumor que su poderío. De aquí que la forma singular de este discurso exi-
circula o a la confesión fugitiva. Lo ordinario, el detalle sin im- gía un lenguaje decorativo, imprecatorio o suplicante. Cada una
portancia, la oscuridad, las jornadas sin gloria, la vida común de estas pequeñas historias de todos los días debía ser dicha con
pueden y deben ser dichas o mejor escritas. Se convierten así en el énfasis de los sucesos poco frecuentes, dignos de atraer la
descriptibles y transcriptibles e.q la medida misma en que están atención de los monarcas; la alta retórica debía revestir estas na-
derías. Ni la aburrida administración policial ni los historiales
"' Michel Foucault: Op. cit., pág. ] 93. de medicina o psiquiatría lograron nunca más tarde conseguir

168 169
parecidos efectos de lenguaje: a veces nos encontramos con un
esa vida se convertía en algo decible; lo que la colocaba en· una
suntuoso monumento verbal para contar una oscura villanía o
situación inaccesible le permitía al mismo tiempo funcionar co-
una intriga sin importancia, otras algunas frases breves que ful-
mo lección y ejemplo. Cuanto más salía de lo ordinario la na-
minaban a un miserable y lo arrojaban a las tinieblas, y en otras
rración mayor fuerza cobraba para hechizar o persuadir. (... ]
el largo recital de las desgracias era presentado adoptando la fi-
Desde el siglo XVII Occidente vio nacer toda una «fábula»
gura de la súplica o de la humillación. El discurso político de la
de la vida oscura en la que lo fabuloso había sido proscripto. Lo
banalidad no podía ser más que solemne". 11
imposible o lo irrisorio dejaron de ser la condición necesaria pa-
Pero llegó un día en que estos disparates desaparecieron. "El
ra narrar lo cotidiano. Nace así un arte del lenguaje cuya tarea
poder que se ejercerá en la vida cotidiana ya no será el de un
ya no consiste en cánticos a Jo improbable sino en hacer aflorar
monarca omnipotente y caprichoso, fuente de toda justicia y
lo que permanecía oculto. En el momento en que se pone en
objeto de cualquier seducción [ ... ]; entonces el poder estará
funcionamiento un dispositivo para obligar a decir lo ínfimo, lo
constituido por una espesa red diferenciada, continua, en la que
que no se dice, lo que no merece ninguna gloria, y por lo tanto
se entrelacen las diversas instituciones de la justicia, de la poli-
lo «infame», se crea un nuevo imperativo que va a constituir la
cía, de la psiquiatría, de la medicina. El discurso que se forma-
ética inmanente del discurso literario de Occidente: sus funcio-
rá entonces ya no poseerá la vieja teatralidad artificial y torpe,
nes ceremoniales se borrarán progresivamente; ya no tendrá por
sino que se desplegará mediante un lenguaje que pretenderá ser
objeto manifestar de forma sensible el fulgor de la fuerza, de la
el de la observación y el de la neutralidad. Lo banal será anali-
gracia, del heroísmo, del poder, sino ir a buscar lo que es más di-
zado siguiendo el código, al tiempo gris y eficaz, de la adminis-
fícil de captar, lo más oculto, lo que cuesta más trabajo decir y
tración, del periodismo y de la ciencia, salvo que se pretendan
mostrar, en último término lo más prohibido y lo más escanda-
buscar sus esplendores un poco más lejos en la literatura. Los si-
loso. Una especie de exhortación destinada a hacer salir la parte
glos XVII y XVIII constituyeron todavía esa edad rugosa y bár-
más nocturna y la más cotidiana de la existencia va a trazar la lí-
bara en la que todas estas mediaciones no existían. El cuerpo de
nea de evolución de la literatura desde el siglo XVII [ .. . ]". 12
los miserables se enfrenta casi directamente al del Rey, y las agi-
En esa producción literaria se trata de la obligación de de-
taciones de unos a las ceremonias del otro; no existe tampoco
cir los más comunes secretos. Así lo cotidiano pasa al orden del
entonces un lenguaje común, pero sí un choque entre los gritos
discurso también en la literatura. Pero en ese gran sistema de
y los rituales, entre los desórdenes que tienen que ser verbaliza-
coacción que en Occidente obliga a pasar lo cotidiano al discur-
dos y el rigor de las formas que es preciso seguir. [ ... ]
so, la literatura ocupa un lugar especial: está "consagrada a tras-
Durante mucho tiempo en la sociedad occidental la vida de
pasar los límites", a descubrir los secretos, a desplazar las reglas,
todos los días no accedía al discurso más que ~arcada y trans-
a decir lo inconfesable, a colocarse fuera de la ley. "Más que
figurada por lo fabuloso; el-a preciso que saliese de sí misma me-
cualquier otra forma de lenguaje la literatura sigue siendo el dis-
diante el heroísmo, las proezas, las aventuras, la providencia o
curso de la «infamia», a ella le corresponde decir lo más indeci-
la gracia o eventualmente el crimen. Era preciso que estuviese
ble, lo peor, lo más secreto, lo más intolerable [... ]". 11
marcada por un trozo de impos'ibilidad. Únicamente entonces

,, !bíd. " lbíd., P'íg. 20 l.


u lbíd.

170
171
La erótica y el sexo del amo la problemática central en torno a lo cual giró la cuestión se-
xual. Esa cuestión surgió de la antinomia, aparecida muy tem-
Según Jean Allouch, "el psicoanálisis abrió una brecha esen- pranamente en la Grecia arcaica, entre el amo y el sexo: no hay
cial en la erótica al poner de relieve que el sexo del mamífero amo del sexo ni sexo del amo". 16 El nombre griego de esa anti-
humano no es un dato, mucho menos un dato natural [... ]". 14 nomia y de ese paisaje es katapugon. El horror por excelencia no
En cambio, al pensar que el "dispositivo de sexualidad" que se era la castración femenina sino el kinaidos, el derrotado en la
supone permite a cada uno de esos animales capturados por el guerra que es sodomizado y que así justifica la imagen del sexo
lenguaje declararse sexuado de una manera masculina o feme- como una caza, tal como dice Lacan en el Seminario XIX: . . . ou
nina era esencialmente el de los complejos conjuntos de Edipo pire el 17 de mayo de 1972.
y castración, o bien incluso el de la reformulación lacaniana con El "paisaje del sexo en términos ganador-derrotado" es muy
una metáfora paterna que origina la significación del falo, el diferente a la problemática castroedípica. El kinaidos es el hom-
psicoanálisis "construyó sin darse cuenta una especie de cortina bre que desea perder y ser poseído. 17 Este comportamiento es
de humo que esconde otro paisaje". 15 hoy un crimen en la mayoría de los países del mundo y, por lo
Así, continúa Allouch, sacando a luz ese otro paisaje se puede tanto, es punible, incluso cuando es efectuado por dos adultos
explicar parcialmente la presencia de manchas opacas en el psicoa- con mutuo consentimiento.
nálisis (especialmente la llamada "sexualidad femenina") y revelar Para los romanos -recuerda Allouch- el amo domina todo
además que la misma definición de lo sexual depende de ello. La- lo que es otro y la sumisión es asunto de esclavos. El respeto del
can, en el Seminario XII!- El objeto del psicoanálisis, el 15 de junio esclavo al amo se extenderá, en determinado momento perfec-
de 1966 dice: " [. .. ] lo que se trata de articular es el fundamento tamente fechable, a la relación de los amos con el emperador
del deseo y en tanto que no se llega hasta ahí, ni siquiera se ha ase- (así Augusto iniciará una etapa represiva de la sexualidad en la
gurado el campo de la sexualidad. El mito de Edipo no nos ense- cual se podrá alojar la as ces is cristiana). 18
ña nada en absoluto sobre lo que es ser hombre o mujer". Todo lo anteriormente dicho le permite a Allouch deslindar
Pero, agregamos nosotros, ¿esta afirmación de Lacan permi- cuatro problemas no resueltos porque, según su posición, han
te decir entonces que la castración tampoco "enseña nada en sido mal planteados:
absoluto sobre lo que es ser hombre o mujer"? Tampoco ense- 1) Al diferenciar el katapugon del rol atribuido al complejo
ñaría nada cualquier parámetro si anhelamos despejar el "ser" de Edipo en psicoanálisis no se trata de decir que este último no
hombre o mujer. Sin embargo ¿no nos enseñaría qué significa es universal sino que no es lo que impera en Occidente sobre el
decirse hombre o mujer tal como lo refiere Lacan corí los ma- conjunto de las modalidades de la sexuación. Podemos conside-
ternas de la sexuación a partir de la función fálica y lo que cae rar lo que se denomina homosexualidad. ¿Es ella el resultado de
más allá de ella, según la formulación del Seminario XX?
"En Occidente -sostiene Allouch- la castración no es ni fue
"' lbíd., pág. 50.
17 John Winkler: "Laying clown rhe law: the oversight of men ' s sexual beha-
"Jean Allouch: "Para introducir el sexo del amo", en Litoral 27, Edelp, Cór- vior in classical Athens", en Befare sexuality. The construction oferotic experience in
doba, 1999, pág. 48. the ancient greek world, Princeton University Press, Princeton, 1990, pág. 177.
IS fbíd.
"Jean Allouch: Op. cit., pág. 55.

172 173
una detención en el desarrollo como decía Freud en una época 4) Tomar en serio la tesis "no hay relación sexual" es declarar
(lo cual mostraría que no es una enfermedad sino un inacaba- muerta a la homosexualidad que nació en el discurso médico de
miento, posición que fue en aquella época una bocanada de ai- la norma en 1869 y que fue declarada oficialmente muerta por ese
re fresco)? ¿O bien ella depende de otro esquema de la sexuación mismo discurso en 1973 (año en que la Asociación de psiquiatras
donde se problematiza el sexo del amo? Es que de la sexualidad americanos la retira de su catálogo de patologías o DSM).
del amo depende históricamente la homosexualidad en Occi- Leo Bersani, mencionado por Allouch como el mejor ami-
dente. Además, la sexualidad del amo no vectoriza sólo la homo- go de Foucault en California, dice al comienzo de uno de sus li-
sexualidad, pues su incidencia se plantea también en la psicosis. bros: "Hay un gran secreto sobre el sexo: a la mayoría de las per-
Se puede decir, sostiene Allouch, que el Edipo ha caído de sonas no les gusta". 2º Esta declaración -comenta Allouch- pro-
su pedestal desde donde pretende legislado todo y se extrae así viene de alguien muy informado de que en las comunidades
una lección epistemológica: las vías de la sexuación son múlti- "hornos", gay, queer, leather, faery, sucede lo contrario. El sexo
ples y eso nos ofrece la posibilidad de estudiar esas diferentes en el sentido de coger es fácil, inmediato, frecuente, casi sin pro-
vías sin tener que admitir a priori que algunos son norm ales y blemas. Renaud Camus llamó tricks a esos encuentros al estilo
otros son perversos ("la perversión es normal" decía Lacan, lec- del marqués de Sade. Son encuentros fugaces, sin amor pero
tor de Freud). Pero, agregamos nosotros, ¿qué significa la pala- con cogida, "sólo ocurre una vez, mejor que un levante, menos
bra "normal" ya que, según Lacan, la neurosis y la psicosis tam- q ue un amor". 2 1 Si bien no son consustanciales con la homose-
bién lo son? xualidad parecen más específico de ella y mucho más practica-
Esa pluralidad de vías es en sí misma un problema, pues dos que en la heterosexualidad.
pueden ser concurrentes o antagónicas. El 3 de febrero de 1972, Lacan sostiene algo equivalente:
2) ¿Se trata de dos sexualidades, la masculina y la fem enina? luego de plantear que no hay conjunción armoniosa entre hom-
En la cama ¿hay dos sexualidades? bre y mujer dice que por el contrario "cada uno tiene relación
3) El orgasmo -esa "crisis de histeria", dice La can- puede más bien con <P x y no con el otro. Lo confirma bastante bien
apaciguar a la vagina por un tiempo mientras que la ausencia de el término ecce horno. Es totalmente seguro que a los hornos se
orgasmo hace del recto 'un órgano esencialmente insaciable. les para mejor, más a menudo y más firmemente. Un hecho cu-
Nada lo vence, ningún falo que lo penetre hasta quedar flácci- rioso, pero es un hecho. A pesar de todo no se engañen. Hay ho-
do puede vencerlo. rnos y hornos. No hablo de Gide [... ]".
Pero el orgasmo no es más que ese sacar del juego al.falo. El La cuestión no es tan simple como para afirmar que en un
prospecto del más grande sex club del universo, en San Francis- ej ercicio semejante del deseo a unos les gustaría más el sexo que
co, anunciaba una orgía colectiva desde las 23 hasta el amane- a otros. En efecto, Foucault señalaba que el problema sexual en
cer con la siguiente promesa: "Cogeremos hasta caer". Con res- ese contexto se desplaza a después . "¿Habría entonces, a pesar de
·pecto a esta expresión Allouch pregunta: ¿No promete cierto la facilidad horno para coger, una confirmación y no una refu-
"dejar caer" en juego en cada uno de los casi siete millones de
actos sexuales que se producen diariamente en el mundo? 19 "' Leo Bersani: ¿El recto es una tumba?, Cuadernos de Litoral, Córdoba,
1999, pág. 13.
"Jbíd., pág. 61. "Renaud Camus: Tricks, P.O.L, Paris, 1988.

174 175
ración en los hornos del «don 't like Ít>>?". 22 del goce fálico y del Otro goce que posibilitan pensar los posi-
¿Cuál es la razón de ese "don 't like it" o miseria sexual? Se cionamientos 'discursivos del lado masculino y femenino más
puede conjeturar -añade Allouch- que el katapugon no sería si- allá de las diferencias anatómicas.
no un caso particular, el del amo occidental antiguo, del hecho Por otra parte, declarar muerta a la homosexualidad requie-
de que "no todo" el cuerpo deba pasar al sexo. "Especialmente re una aclaración: si sólo es heterosexual -en sentido psicoana-
no su vida. ¿Alguna vez se abraza por otra parte todo un cuer- lítico- quien se relaciona con el Otro sexo, entonces sólo desa-
po? Las heroínas de Sade, observaba Lacan, permanecen en per- parece la homosexualidad en su sentido vulgar pero no en su
fecto estado de salud. Porque si pasa allí una vida, mal que le pe- contraste con lo "hetero" ¿Será también por eso que hay "ho-
se a Kant, al menos tendrá la consecuencia de hacer desaparecer rnos y hornos"?
el sexo al mismo tiempo que la vida.
Ese «no todo el cuerpo» explicaría también la necesaria bre-
vedad del orgasmo, que se desvanece en el instante en que todo El "axioma de Sade"
podría ser presa del arrebato. Esa brevedad es ya una miseria". 23
Todo el planteamiento de Allouch que aquí hemos sinteti- El "axioma de Sade" -planteado por Jean-Claude Milner-
zado parte de una premisa discutible y que consiste en un recha- es moderno pues sigue tres principios: hay placeres sexuales
zo del concepto de castración y de la idea de la existencia .de dos -anudamiento de placer y coito-, hay placeres amorosos -anu-
sexos lo cual puede borrar de un plumazo uno de los pilares fun- damiento de placer y amor- y el amor y el coito pueden anu-
damentales del psicoanálisis así como la dimensión diferencial darse. En el mundo antiguo era imposible el placer sexual pues
el paradigma del placer es el hambriento que come o el sedien-
22
Jean Allouch: Op. cit., pág. 91. to que bebe, es decir el modelo de la incorporación. El placer
"' !bíd, pág. 93. En cuanto al mejor momento del amor, el all[or que nos sexual es el placer que puede causar un cuerpo a otro cuerpo.
ocupa cons idera cinco respuestas pero se verá que ninguna alcanza el núcleo de Pero es imposible que un cuerpo incorpore a otro cuerpo por la
verdad del sexo. Casanova decía que lo mejor era "cuando un o sube la escalera",
penetración. La doctrina antigua -en este sentido se puede ape-
ese momento en que se ganó pero no se obruvo casi nada de esa victoria; en los
griegos era penetrar o ser penetrado; para el cristian o es b erección; para Fo ucault
lar en particular a Lucrecio- enuncia su fracaso. Todas las téc-
cuando "el amante se alej a en taxi" y para Lacan cuando uno es estafado: aquel nicas sexuales son ornamentos o compensaciones insuficientes
que estaría allí si en el mismo insta nte de su rea lización no se desvaneciera (con la de ese fracaso. El orgasmo es el sustitutivo soñado de la impo-
puesta fuera de acción del falo), es decir atravesar un punto de angustia-y después sible fusión o incorporación mutua y recíproca de los cuerpos. 24
de la pequeña muerte, una vez más se sale bien del paso. Milner supone que el pasaje de lo imposible a lo posible en
El sexo es una derrota, dice Allouch. De coger, cualquiera sea el sexo y el
la modernidad tiene relación con otra conversión mayor de lo
compañero, "se sale como los trapos". "Coger es ir a una derrota". Es una derro-
ta a lo Pirro. Pascal Quignard sostiene que Epicuro decía antes de Freud que un
imposible en posible: la resurrección de la carne, ella misma co-
"l1ombre que no goza fabrica la enfermedad que lo consume [ . .. ]. El placer nos rolario de la resurrección de Cristo y ésta de la encarnación. Só-
quita el deseo. El flash del placer borra el deseo deslumbrándolo." lo un universo donde resucitan los muertos puede admitir que
El sexo-derrota -añade Allouch- explica también que las relaciones poder/su-
misión sean tan importantes en el coger y que la pasividad tenga la t'.1ltima palabra. 21
Jean-Claude Milner: Lo triple del placer, Ed. del Cifrado, Buenos Ai~es,
''Todo hombre, toda mujer son pasivos cuando llega el goce", señala Quignard.
1999, págs. 28-29.

176 177
el coito y el placer se anudan. El placer sexual es un invento ju-
del otro garantiza que se trata de otro cuerpo, con la condición
deo-cristiano.
mínima de que yo no sienta la menor compasión por ese sufri-
Además el placer ya no se basa en la incorporación sino en
miento, sino que por el contrario me provoque alguna alegría.
el uso. No hay más necesidad de metaforizar la devoración que
Solamente entonces puedo afirmar que el otro no es una varian-
pierde su pertinencia.
te del Mismo sino que es el soporte del Otro como tal. A par-
En el universo sadiano las cosas materiales han perdido sus
tir de ello puedo sostener que existe el uso, sin sombra de inter-
cualidades y de esa manera ninguna materia puede ocasionar
cambio alguno.
un placer. Para Sade sólo un cuerpo puede ocasionar el placer
"Dentro de este júbilo que atraviesa al sujeto provisto de un
de otro cuerpo con la condición de que se encuentre en excep-
cuerpo, al reparar en el sufrimiento físico del otro, hay que re-
ción con la materia. Es el humanismo de Sade. Pero el cuerpo
conocer una' pasión trascendental: el análogo exacto del respeto
tampoco tiene cualidades. O, mejor, esas cualidades no son más
kantiano hacia la Ley, que precisamente no tiene parecido con
que un residuo polvoriento, ese mismo que después se llamai"á
nosotros. La distancia que se supone aquí debe confirmar la di-
sexualidad. Allí nace el ejercicio espiritual de Sade: el placer de-
ferenciación de los cuerpos para que tal vez, algún placer nazca
be ser separado de las cualidades, de las cosas y sobre todo del
en el universo de Descartes y de Newton, lejos del mercado". 26
lujo mercantil derivado de la civilización. La anulación del mer-
Este placer moderno es puro: puro de la mercancía y puro de la
cado es un momento necesario del proceso. Así como Licurgo
cualidad.f.12u
había prohibido el comercio en la virtuosa ciudad de Esparta,
la máxima cantidad de víveres debe ser gratuita en los castillos
sadianos (y no debe haber salarios ni precios, todo ocurre entre
ricos). Depurado de todo agrado extraído de una materia que
no sea un cuerpo, el efecto del placer debe ser reducido a la sim-
ple excitación sexual. Depurada de toda cualidad, la causa del
placer sólo acepta como cualidad la simple experiencia de la di-
ferencia entre un cuerpo y otro. 25
Esta experiencia de la diferencia irreductible lleva un nom-
bre: el uso, de donde el placer moderno extrae su paradigma ex-
clusivo. La sexualidad es el valor de uso de un cuerpo y el valor
de uso de un cuerpo se remite siempre a la sexualidad. Ahora
bien, el valor de uso es lo que no se intercambia. Concluimos
que la sexualidad sadiana no da lugar a forma alguna de inter-
cambio.
No se basa en lo Mismo (philia en la incorporación de la
axiomática antigua) sino en lo Otro. El sufrimiento ~orporal

25
lbíd., pág. 56.
"' !bíd., pág. 30.

178
179
VIII

Sade y Sacher-Masoch

De>pué' de"'º' d"mollo, e> poúble ttabajac alguno'


aspectos de la relación entre Sade y Sacher-Masoch, y a partir
de ahí pensar diversos problemas interesantes respecto del fan-
tasma sadiano.
La tesis de Lacan según la cual no hay complementariedad
sadomasoquista -y que es otra forma de decir "no hay relación
sexual"-, indica que Sade no encuentra su otra mitad en Ma-
soch. ¿Por qué? En las líneas que siguen trataremos de respon-
der a este interrogante.
El marqués sostiene una ética libertina de raigambre racio-
nalista o iluminista y uno de sus temas básicos es el de la liber-
tad sin límites de la razón. Cuando el marqués de Sade inte-
rroga a la Naturaleza para exigirle respuestas, la eleva al esta-
tuto de un gran Otro, una especie de biblioteca universal que
al final de sus tratados queda ungida como "el verdadero ma-
gistrado del siglo de las luces, el único que es capaz de enseñar
el sentido de la Ley" y sostener correlativamente el derecho al
goce. 1
Un siglo separa el Iluminismo del Romanticismo, es decir,
el marqués de Sade de Sacher-Masoch. Ese paso de cien años
también es un pasaje que transforma aquello que Lacan llama

' Antonio Godino Cabas: "De Sade a Masoch: un paso", en Descartes 1111'2,
Anáfora editora, Buenos Aires, 1993, pág. 30."

181
"las profundidades del gusto", expresión que aparece al comien- amo, la mujer que representa el lugar del amo, en realidad tor-
zo de Kant con Sade. tura bajo las órdenes de su víctima.
Es un paso pequeño en el tiempo pero suficiente como pa- En el sugerente libro de Deleuze, Presentación de Sacher-
ra distinguir el drama libertino iluminista y racionalista del Masoch, aparecen al final una serie de notas, entre ellas diversas
marqués de Sade de la trama romántica de Sacher-Masoch. versiones de los contratos que efectúan Wanda y Sacher-Ma-
El romanticismo de Sacher-Masoch -señala Godino Ca- soch. Por ejemplo, uno de ellos dice: "Las condiciones bajo las
bas- efectúa una revisión de los temas libertinos de Sade, pero cuales te acepto como esclavo y te soporto a mi lado son las si-
lo hace bajo el signo de la tragedia porque el Romanticismo guientes: [ ... ] no tendrás más voluntad que la mía. Estarás a mi
presenta ya un cierto saber sobre el terror. Sabe que hay un pun- disposición como un ciego instrumento que cumple todas mis
to de tinieblas, un punto de oscuridad en las luces de la razón órdenes sin discutirlas. Cuando olvides que eres mi esclavo y no
y que la libertad humana siempre va a encontrar algún límite en me obedezcas absolutamente en todo, podré castigarte y corre-
su horizonte, límite que el marqués de Sade intentaba borrar. El girte a capricho y sin queja por tu parte.
Romanticismo al fin de cuentas sabe que el último capítulo de Cualquier benevolencia o favor que tenga a bien dispensar-
la obra del libertino es la guillotina, pero es la guillotina quien te, será una gracia que tú deberás reconocer agradecido. Cual-
escribe ese último capítulo. La historia es implacable cuando se quier acción mía deberás considerarla como justa; no tendré
dispone a dar su testimonio del goce del Otro. En este sentido, ningún deber para contigo.
Leopold von Sacher-Masoch era más o menos fiel a su tiempo, No serás ni hijo, ni hermano, ni amigo; sólo serás un escla-
porque el siglo XIX vio transformar toda esa época de la racio- vo miserable que se arrastre en el polvo.
nalidad en las tempestades de la pasión que, a su vez, deja mu- Me pertenecer<Ín tanto tu cuerpo como tu alma; aunque es-
chas veces al sujeto humano a merced de los caprichos del des- ta situación se te haga muy penosa, deberás someter a mi con-
uno. sideración tus sensaciones y sentimientos [... ]".
El sujeto inherente a la concepción de Sacher-Masoch ya no Al final agrega: "Tu honor me pertenece, lo mismo que tu
es más como en el marqués de Sade un ciudadano del derecho, sangre, tu espíritu y tu capacidad de trabajo. Yo soy tu sobera-
es un ser sometido a los poderes de una Naturaleza que ya no na, dueña de tu vida y de tu muerte. Si llegara a suceder que ya
quiere ni pretende liberar al ser humano. Pero, a pesar de eso, no puedes soportar mi trato o que las cadenas te resultaran de-
el mismo Sa~her-Masoch advierte que la llama libertina todavía masiado pesadas, tendrás que suicidarte porque nunca te devol-
permanece viva. veré la libertad". Y al pie aparece la firma de Sacher-Masoch
El retrato que Sacher-Masoch hace de su persoúaje, arrodi- con esta leyenda: "Yo me obligo bajo mi palabra de honor a ser
llado a los pies de quien representa la voluntad del Otro, "no es- el esclavo de la señora Wanda de Dunaier tal como ella lo pide,
conde ni la mordaz ironía ni el tono de franca caricatura cuan- sometiéndome por entero y sin resistencia, en todo aquello que
do presenta a ese Otro con los trazos de una mujer enamorada, quiera ordenar". 3
Wanda, que cede su cuerpo para hacerse instrumento de lavo- En este sentido el siglo que separa a uno de otro, a Sade de
luntad del goce de su siervo". 2 Dicho de otro modo: Wanda, el
' Gilles Deleuze: Presentación de Sacher-Masoch, Taurus ediciones, Madrid,
2
!bíd., pág. 31. 1974, págs. 140-141.

182 183
Masoch, no se mide sólo por el tiempo, por el cambio de cir-
cunstancias históricas o por el cambio de concepción, sino so- identidad desaparece bajo el peso del número". 6 Esta voluntad sin
bre todo por la modificación del estilo. Con el marqués de Sa- límites de un amo se caracteriza porque, en la medida en que esos
de todavía es posible creer aquello que dijo Buffon: "el estilo es torturadores están multiplicados, ello ejemplificaría una voluntad
el hombre". Lacan le agrega los puntos suspensivos y la expre- anónima, tantos son que ya no se sabe quien es el torturador.
sión: " ... al que uno se dirige". Wanda, en cambio, encuentra en la singularidad de su sier-
Con Sacher-Masoch se produce una rectificación de ese vo, el exclusivo agente de su sufrimiento. Aquí también el pro-
aforismo que correspondería más bien a lo que Lacan enuncia tagonista esencial es una voluntad de goce que la hace vacilar en
de otro modo: "el estilo es el objeto" . la medida que "la induce a creerse dueña y señora aun sabien-
Tanto en el autor "libertino", el marqués de Sade, como en do que la causa -su causa- se aloja en el enigmático designio de
el escritor romántico, Sacher-Masoch, se produce el despliegue su adorador y esclavo". 7
de un fantasma literario. Se trata de una ficción hecha funda- El resultado -dice Godino Cabas- es que allí donde Sade
mentalmente para explicitar el goce que encuentra siempre su multiplica para hacer su serie, Masoch reduce para extraer de la
soporte en una mujer, o en las mujeres. Tanto en un caso como operación una presencia singular y única, y al final obtiene el
en el otro, la mujer es definida "como el instrumento de un go- retrato de un hombre que se hace esclavo, esclavo y mártir -en
ce cuya razón y cuyo objeto están por fuera de ella". 1 suma, el desecho de un fantasma- para encarnar la función de
A la mujer, en la medida en que es excéntrica o tiene aire de la causa, para ocupar el lugar del objeto.
extravío, sólo le cabe ingresar en el fantasma a título de herra- Dijimos que en la referencia al estilo, Masoch remite más a

mienta.
I
la frase de Lacan que rectifica su idea anterior: el estilo ya no es
Tanto Justine en relación a sus amos, como Wanda en rela- sólo "el hombre al que uno se dirige", sino que el estilo es el ob-
ción a su siervo, son el contrapunto de una escena donde las jeto. En este sentido, Sacher-Masoch va todavía más allá que el
mujeres no son protagonistas sino en una perspectiva de puras marqués de Sade. En una oportunidad Lacan dijo que si bien el
apariencias porque tanto Sade como Masoch sólo tienen en mi- psicoanálisis inventó un nuevo amor, el amor de transferencia,
ra un bien, una finalidad que es "la educación de las mujeres, no inventó ninguna perversión porque en realidad no se puede
con lo que demuestran una rara vocación para legislar y regla- inventar ninguna perversión más, pues la más extrema en su in-
mentar el Otro sexo". 5 tento de dominar lo real ya está inventada, es el masoquismo.
Pero salvo este momentáneo entrecruzamiento, los caminos Mientras el torturador sadiano no deja de ser una especie de
de Sade y de Sacher-Masoch divergen. Justine, torturáda, maltra- humilde funcionario encargado de agenciar la división en el
tada, encuentra siempre en la multiplicidad de los autores, de los Otro, el esclavo de Masoch es el verdadero agente y destinata-
agentes de ese tormento, un agente anónimo. El verdadero prota- rio último de toda la operación, el que verdaderamente maneja
goi;iista que castiga, que tortura en el fantasma sadiano, bien ejem- los hilos. El esclavo es el único al que le cabe disfrutar de la di-
plificado en Justine, es "la voluntad sin límites de un amo cuya visión en el Otro bajo la forma de una satisfacción indecible cu-
ya marca se contabiliza en su propia carne.
' Antonio Godino Cabas: Op. cit., p<íg. 31.
' Ibíd. '· Ibíd.
' Ibíd., págs. 31-32.

184
185
Para decirlo de otro modo, si aceptamos la expresión de La- formar al Otro en un objeto inanimado. Pero Masoch va más
can según la cual Sade da la verdad de Kant, podría decirse que lejos todavía, no es ya la libertad de goce del Otro de la máxi-
Masoch entrega la verdad del montaje sadiano. Montaje sadiano ma sadiana, es la reducción al estatuto de un puro instrumento
que se puede escribir invirtiendo la fórmula común del fantas- al servicio de una voluntad cuyo verdadero amo, como dijimos,
ma neurótico. Es decir, en vez de $ Oa, la escritura sería: a O$. es el destinatario del castigo, es decir, la supuesta víctima.
El paso que separa a Sade de Masoch no es sólo un paso his- Deleuze afirma que en el masoquismo se trata de deshacer el
tórico, es "un paso lógico que se mide por el estilo final adjudi- vínculo del deseo con el placer: el placer interrumpe el deseo, de
cado a la cuota de goce". En este sentido se podría formular que tal modo que la constitución del deseo como proceso debe con-
el perverso más auténtico y más extremo es el masoquista, en la jurar el placer y posponerlo al infinito. "La mujer verdugo envía
medida que la perversión "se ordena según un fantasma cuyo sobre el masoquista una onda retardada de dolor que este utili-
enunciado quiere, al modo de lo que planteaba Freud, que un za evidentemente no para obtener placer sino para remontar su
niño sea golpeado y cuya enunciación revela que la imagen de curso y constituir un proceso ininterrumpido de deseo. Lo esen-
la víctima sólo sirve para ocultar las facciones del sujeto". H cial se convierte en la espera o el su~penso como plenitud, como
La escuela de Sacher-Masoch no completa, no rectifica la en- intensidad física o espiritual. Los ritos de suspensión se convier-
señanza sadiana, es decir, Masoch no es el complemento de Sade. ten en los personajes novelescos por excelencia: a la vez en lo que
La Venus de las pieles comienza cuando el goce queda ocul- se refiere a la mujer-verdugo que suspende su gesto, y en lo que
to a través de los disfraces del amor. Todo, al principio de la no- se refiere al héroe-víctima cuyo cuerpo suspendido espera el gol-
vela, hace creer que se trata de un encuentro amoroso entre un pe. Masoch es el escritor que convierte el suspense en el resorte
hombre y una mujer. Sin embargo, poco a poco empieza a des- novelesco en estado puro, casi insoportable. La complementarie-
nudarse esa densidad de la trama que deja caer por tierra, que dad contrato-suspense infinito desempeña en Masoch un papel
echa por tierra esos velos, esos disfraces, esas máscaras que cu- análogo al del tribunal y al «aplazamiento ilimitado» en Kafka:
bren los misterios de la escena, y empieza a revelarse lo esencial un destino diferido, un juridismo, un juridismo extremo, una
del drama romántico de Sacher-Masoch. La verdad de esa esce- Justicia que en ningún modo se confunde con la ley" . 10
na masoquista, consiste en que hay un goce que no se relacio- Masoch, en la opinión de Pascal Quignard, hace "balbucear"
na con el deseo del Otro. El personaje masculino, la supuesta la lengua: balbucear que es una suspensión, mejor que tartamu-
víctima, s6lo puede relacionarse con la mujer si hace d~ ella una dear, que es una repetición, una proliferación, una bifurcación,
estatua de suprema belleza esculpida en piedra. La operación una desviación. Pero esta diferencia no es lo esencial. Hay mu-
masoquista consiste en transformar a Wanda, a la mujer, en
mármol o en piedra, en una "representación petrificada de un '" G illes Deleuze: "Re-presentación de Masoch", en Critica y clínica, Ed.
fetiche forrado en pieles''. 9 Anagrama, Barcelona, 1997, pág. 78.
Esto es un modo metafórico de decir que en el masoquis- En este mismo texto Deleuze recuerda que Bernard Michel hace notar que
el nombre del héroe de La metamorjósis, Grcgor Samsa, es probablemente un ho-
mo se trata del rechazo más extremo del deseo del Oti-o: trans-
menaje a Masoch pues Gregorio es el seudónimo que adopa el héroe de La Ve-
nus ... y Samsa parece un anagrama parcial de Sacher-Masoch. De todas mane-
R /bíd., pág. 32. ras, es cierto que hay grandes diferencias entre el juridismo de tribunal de Kafka
•) lbíd. y el juridismo de contrato de Sacher-Masoch .

186 187
chos indicios o procedimientos variados que el escritor puede La muerte, la belleza y la estética de la destrucción
tender a través de la lengua para convertirlos en estilo. Y cada vez
que una lengua se ve sometida a tratos creadores semejantes, to- En la caracterización sadiana la segunda muerte es la que
do el lenguaje en su conjunto es llevado a su límite, música o si- Sade dice sentirse tentado de aplicar a aquellos a quienes con-
lencio. Eso es lo que Quignard muestra: Masoch hace que la len- dena a interminables tormentos infernales. No alcanza con in-
gua balbucee, y empuja así el lenguaje hasta su punto de suspen- fligir la primera muerte, en una destrucción irrisoria del otro
sión, canto, grito, silencio, canto de los bosques, grito de la al- imaginario, sino que se trata de que el objeto sea fantasmática-
dea, silencio de la estepa. El suspense del cuerpo y el balbuceo de mente indestructible para renovar en él esta muerte. Ese otro
la lengua constituyen el cuerpo-lenguaje o la obra de Masoch. 11 imaginario funciona como el soporte de esta indestructibilidad
El siguiente esquema sobre las diferencias entre Sade y Sacher- consagrada a la tortura y a la segunda muerte.
Masoch, según Deleuze, permite reconocer algunas oposiciones: 12 "Esta imagen narcisista que sólo puede tener los atributos
de lo bello -dice Jacques Hassoun- está en el origen de la con-
Marqués de Sade Von Sacher-Masoch templación, estática cuando no fascinada, de la maravilla, lugar
ideal, al cual se apunta en primera instancia. Respecto de ella se
Spinozismo Platonismo origina una radicalidad que funciona como barrera al deseo en
Sexualidad, locura Arte lo que éste tiene de más vivo.
Instructor Educador El soporte de este fantasma de sufrimiento es el significan-
Demostración Persuasión te de un límite. En efecto, aquello que es puesto en el lugar del
Indecencia Decencia sufrimiento gana la propiedad de ya no poder volver en adelan-
Aceleración, condensación Fijación, suspenso te en la aniquilación, en la desaparición: está congelado como
Libertino cruel Mujer déspota un objeto especularmente inmutable. Lo bello está designado
Activo Pasivo paradojalmente de un modo neutro: existe el objeto indestruc-
Verdugo Víctima tible, en calidad de tal y sólo en calidad de tal porta los atribu-
Ley Contrato tos de la belleza.
Ironía Humor El sadismo y el masoquismo han permitido a Freud y Lacan
Decepción Decepción avanzar en la elaboración de la pulsión de muerte, luego de la
segunda muerte, núcleo central y fundamental en torno al cual
se organiza el deseo.
" Pascal Quignard: L 'etre de balbutiement, essai sur S-M., Mercure de Fran- Podemos apreciarlo también en nuestra relación con lo be-
ce, París, 1991, págs. 21-22.
llo que de algún modo presentifica el tiempo en que un objeto
12
Milcíades Soto: "Comentario del texto de G. Deleuze sobre Sacher-Ma-
soch", en Freudiana Nº 1, Escuela Europea de Psicoanálisis, Barcelona, 1991, pág.
cualquiera remite a lo incomparable y que es contemporánea de
99. No hay dudas sobre la pertinencia de establecer oposiciones en la temática que la inscripción de la pulsión de muerte en el Yo. Lo cual ha sido
nos ocupa. Pero también es necesario plantear sus límites: por ejemplo, oponer la referido por Lacan a la Cosa y a su asesinato. Esta Cosa que re-
ironía sadiana al humor de Sacher-Masoch es muy relativo ya que el humor no es- sulta de la división del primer Otro al diferenciar el !ch (el s4-
tá ausente en el pensamiento sadiano. jeto) , lejos de tener alguna consistencia se presenta como una

188 189
vacuola, un levantamiento, una burbuja en la textura apretada desunión de las pulsiones y de la articulación de la pulsión de
del goce. La Cosa y su asesinato son constitutivas del margen de muerte únicamente al fantasma de destrucción.
un texto a escribir, y es la palabra la que asegura a este conjun- Un fantasma que, a pesar de todo, intenta situar al objeto
to su validez lógica. en una relación con el deseo tal que éste no puede ser eludido.
Lo bello estará presente como testigo de la imagen, pero la Este fantasma de sufrimiento y/o destrucción está en lugar y
sublimación que asegura su aura representará la parte de su función de un deseo que el sujeto parece tener que sostener con
arrancamiento a la imagen. De allí esa impotencia ante lo subli- todas sus fuerzas a fin de no naufragar en el más acá de la trai-
me y la fascinación por un vacío, una ausencia que opera aquí ción. Incluso ese fantasma puede estar contra el fading pero
como la estética de una obra: es lo que no muestra lo que cons- también contra esa precipitación en la muerte real. Acto extre-
tituye su valor. mo que Lacan considera ejemplar en el Discurso de Roma con
Destruir una obra, quemar libros ¿acaso no es eso lo que Empédocles.
permite al hombre considerar con desprecio esta impotencia Las desintrincaciones que tienen por nombre el fantasma de
para dominar lo que se le escapa? ¿Acaso no se intenta a través sufrimiento y/o destrucción serían las últimas barreras alzadas
de esas profanaciones encontrar bajo un modo provocador o contra los efectos de un deseo vuelto radicalmente destructor y
criminal lo imaginario de lo bello y su forma, para despojarlos cuyos efectos parecen ineluctables.
de lo sublime, es decir, del discurso que los soporta? Sea como fuere no hay sujeto que no conozca esos momen-
Evocar la estética de la muerte o convertirse en el apóstol so- tos de desunión de las pulsiones. Sintomáticamente metafori-
litario o el jefe de la banda de una empresa en la que la obra de zan la pulsión de muerte y revelan su articulación al deseo y de-
arte estaría hipostasiada ¿no sería acaso la marca de una derrota jan percibir el desarrollo de aquello que se significa en el discur-
en la intrincación, un intento de estar lo más próximo posible so en términos de sufrimiento, detenciones, pasiones e idealiza-
de la segunda muerte para encontrar en ella un goce mortal? ciones".13
De esta destrucción de la obra de arte, de la creación a la Efectivamente no es lo mismo el funcionamiento de la pul-
destrucción de un humano, no hay más que un paso virtual: en sión cuando ella se anuda al deseo -en última instancia su desti-
ambos casos se trata de desprenderse de una fascinación por la no- que cuando queda librada a su propio movimiento tanático.
imagen del otro mutada en odio por el clivaje del cual es testi- Moustapha Safouan, por su parte, sostiene que la pulsión de
momo. muerte puede estar declinada en la dirección de un deseo de no-
Odio por la imagen ... ¿No es lo que hace actuar a quien, ser a menos que uno pueda ser el falo. En otras palabras, es un
presa de la xenofobia, semejante a un niño feroz «Se aparta gri- rechazo de la castración lo que está implicado, y un rechazo que
tando ante la·vista de un rostro extraño», como decía Freud en da una nota inimaginable de maldición al rechazo de la vida.
Resistencias al psicoandlisis? Esta misma pulsión aparece también en otra forma, en la
Odio por la imagen ... ¿No es este lugar donde podemos que la muerte es presentada como la condición del goce. El
descubrir la línea que franquea la pasión cuando el 6dioamora- "significado" más comúnmente atribuido a la muerte es efecti-
miento melodramáticamente abraza al apasionado al punto de
destruirlo o de llevarlo a destruir al otro?
1.1 Jacques Hassoun: Las Indias Occidentales, Ediciones de la Equis, Rosario;
Otros tantos casos en los que advertimos los efectos de la 1995, pág. 77.

190 191
vamente el del goce ya sea como vuelta a la madre tierra, ya sea más allá de lo bello, mostrar el desecho que la belleza esconde.
como unión con Dios. En síntesis: la belleza puede hacernos dimitir de nuestro acto.
Estas dos clases de inflexión que experimenta la pulsión de Freud en Acerca de la guerra y la muerte reivindica lo peren-
muerte, a través de lo que se puede llamar el condicionamien- ne de la belleza, que a la vez oculta y revela la castración y la
. to fálico del narcisismo, indica con no poca claridad que en al- muerte. En ese límite de lo bello se ubica el fantasma que así
gunos aspectos significación fálica es equivalente al estableci- "usa" ese límite. En ese límite, el marqués de Sade logra - por la
miento en la "psique" de la idea o de la representación de un belleza inmutable de sus víctimas- frenar el acceso al más allá
goce y que, yendo mucho más allá de los límites necesarios del del principio del placer. La víctima sadiana acampa en este se-
placer natural, nos hace enemigos de la vida; ya sea porque su gundo límite pero colocando allí el significante del sufrimien-
ausencia hace vana nuestra existencia o porque la muerte es el to, concepción impensable para los griegos.
camino que conduce a él. El sufrimiento detiene al sujeto en ese límite, manteniendo
Esta perspectiva tiene como resultado una identificación de la belleza eterna de las víctimas como protección frente al más
Eros y Tanatos, términos que Freud ponía en oposición. Esta allá del principio del placer. Por ello Sade es mucho menos
identificación, sin embargo, no implica la negación de la defi- transgresor de lo que pretende ser, su obra no es más que fan-
nición general del amor como tendiente hacia la unión, simple- tasma, no realización del deseo.
mente le da un sentido irónico a esta unión. 14 Paul-Laurent Assoun en El perjuicio y el ideal, cita la frase
de Goethe: "¿Qué te han hecho, a ti, pobre niño?" -se refiere a
Mignon, personaje de su texto Werther, esa pobre niña maltra-
La belleza y el cuerpo tada que sin embargo es "graciosa como un corazón"-, un mo-
do de "subrayar que el asesinado conserva, más allá del horror
El esquema del entre-dos-muertes planteado por Lacan in- del tratamiento de que fue objeto, ese carácter bonito de la in-
dica una topología del deseo. Cuando el sujeto atraviesa el lími- fancia que resiste" . 15
te del Bien surge el temor (el Bien es equivalente a la conserva- Los héroes torturadores de Sade no realizan su deseo ni
ción de la vida y bienes de la ciudad). Cuando el sujeto atravie- tampoco lo hacen sus víctimas sino más bien quedan "presos
sa el límite de la Belleza aparece el velo del odio. El límite de la del instante del fantasma, incesantemente reanudado en su
Belleza protege al sujeto del ser para la muerte y de la c~stración . obra". 16
El odio surge al atravesar la barrera de lá belleza, pues la función Sade coloca el sufrimiento en ese límite porque, como dice
de la belleza es ocultar la maldad fundamental de la Cosa, das Lacan en el Seminario VII y lo repite en el Seminario XXI, "el
Ding, término introducido por Freud en el Proyecto .. .. cristianismo erige el sufrimiento en el lugar de todos los otros
En el Seminario XXI, Lacan se pregunta acerca de la relación dioses, en ese lugar donde en Antígona, en la tragedia griega, es-
entre dichos límites y la sexualidad. El "horror al acto", en rela-
ción con el acto analítico, se refiere al horror que provoca ir más
allá del servicio de los bienes y del amor al prójimo y también ir
15
Paul-Laurcnt Assoun: El perjuicio y el ideal, Ed. Nueva Visión, Buenos Ai-
res, 2001, pág. 1O.
' Diana Rab inovich: Modos lógicos del amor de transfarecia, Ed. Manantial;
11

" Moustapha Safouan: El ser y el placer, Ed. Petrel, Barcelona, 1.9§2, pág. 107.
Buenos Aires, 1992, pág. 30.

192 193
tá el capricho, el querer ciego de los dioses, esos dioses que son amado por el amante). El "querer inexorable de los dioses" es
definidos como el desencadenamiento del significante en el reemplazado por el amor de Dios: sustitución del deseo del Otro
campo del Otro". 17 por el amor del Otro, lo cual implica la expulsión del cuerpo de
En ese límite que es la belleza, el dios cristiano instala el su- su posición media en el nudo del amor cortés y por ende "la ex-
frimiento, se coloca la imagen de la crucifixión allí donde los pulsión simultánea del deseo que es solidario del cuerpo" . 18
antiguos situaban la belleza, conjurando lo que está más allá de El amor divino, al producir la volatilización del cuerpo, al
ese límite. En este sentido, Lacan llega a preguntarse si la ima- expulsarlo de su posición de medio, sitúa allí el significante del
gen de Cristo no es una especie de apoteosis del sadismo avant goce, haciendo que el cuerpo devenga muerte y la muerte de-
la lettre porque la persistencia del ser en el sufrimiento protege venga cuerpo ..
del anonadamiento y no es posible así la creación ex-nihilo. Para los griegos el cuerpo estaba relacionado con la armonía
El masoquismo es impensable sin el desplazamiento que y la belleza. Con San Pablo, en los primerísimos tiempos del
efectúa el amor divino respecto del amor cortés (se pierde ahí la cristianismo, surge el concepto de carne. La carne es "la concre-
adecuada articulación entre lo real de la muerte y lo significan- tización dolorosa de la vulnerabilidad del ser humano ante un
te del goce ya que en el amor cortés el medio era el cuerpo que peligro inédito para el paganismo: el de la tentación. Peligro in-
sale de ese lugar en el amor divino). separable del pecado original que nos sumió en la sexualidad y
Pero esa articulación perdida retorna, en el marco del cris- la muerte". 19
tianismo, bajo esa forma particular del amor que Lacan llama Por algo esta vulnerabilidad está en nosotros, arraiga en las
masoquismo, donde lo real de la muerte hace de medio entre lo profundidades de nuestro ser y no depende de la ate (la de los
significante del goce y lo imaginario del cuerpo. pies ligeros, como la llamaba Homero). 20
En el amor divino y en el precepto del amor al prójimo hay Los gnósticos, por ejemplo, ansiaban volver al hombre en
entrega al Otro, vaciamiento del amor sexual, desensibilización su estado de perfección, anterior a la caída de Adán. Los roma-
del cuerpo (los mártires superan el dolor en aras del Otro divino). nos también tenían normas estrictas del control del cuerpo, pe-
El cuerpo experimenta una mutación, pierde algo de su cor- ro ese control no era sobre la tentación sino sobre una necesi-
poreidad misma, desarrolla cierta desensibi lización, de la cual los dad natural. ~
mártires dan testimonio al hacer gala de su resistencia a la tortu-
ra. Es un sacrificio en honor a Dios (distinto al sac;rificio huma-
no tal como era concebido por los griegos: Ifigenia, por ejemplo,
es una víctima elegida por el "querer inexorable" de un dios). El
"lbíd., pág. 37.
mártir cristiano, a diferencia del sacrificio pagano, es una vícti-
"lbíd., pág. 39.
ma injusta de una sociedad terrena que acosa a la religión verda- 20
Juan Carlos Cosentino señala acertadamente q ue para el mundo cerrado
.dera (cuyo dios es todo amor, a diferencia de los dioses de la An- de los griegos existía una fijeza del destino a causa de los dioses y que la tragedia
tigüedad que eran más respetados y temidos que amados). era el modo de exorcizar esa fatalidad (ate). Sócrates introdujo un giro en esa con-
Dios es amante, realiza la metáfora del amor (sustitución del cepción al afirmar el valor del discurso de modo que el dispositivo filosófico
"anuncia otro lugar para el mal y otra posición para el sujeto" (Juan Carlos Co-
sentino: "El deseo del analista: repetición y destino", en Seminario Lacaniano 15- ·
17
lbíd.
16, Buenos Aires, 2001, págs. 35-36).

194 195
IX

Sade: goce, angustia y deseo

Sade y las figuras femeninas

L a 'ºlución rndiana -exp"'" Ya>mine Grn,,;e<- "da cuen-


ta del lazo del sujeto con la Cosa femenina. El fantasma es el lu-
gar donde se produce este encuentro que concierne al deseo de
la madre, en el punto en que se enlaza con la ley. Esta cuestión
funda la moral".'
La experiencia de la verdad sadiana implica la necesidad de
Sade de que el rasgo del escrito, que da sostén a lo real del go-
ce, se aloje en el Otro. Impotente "para prestar su cuerpo a la
verdad divina, a la que no puede alcanzar, se sirve del rasgo que
divide al sujeto como de un instrumento de goce. El resultado
es que Sade se extenúa queriendo dar cuerpo, mediante el ma-
nejo incesante de la inicial V, a la verdad que él conjuga con la
voluntad y con el vel alienante o con el vicio y la virtud" .2
Esto lleva a Lacan a construir los dos grafos que aparecen en
Kant con Sade: "[ ... ] uno para dar cuenta de la subversión liber-
tina cometida por un Sade que arroja el goce al ser más allá de la

' Yasm ine Grasser: "Las figuras femeninas del marqués de Sade'', en La sexua-
lidad en los desfiladeros del significante, Ed. Manantial, Buenos Aires, 1991, pág. 85.
2
!bid., pág. 86.

197
muerte, con el fin de preservar la eternidad de la belleza cortés; el de decir. Este nombre asume pues la función de sostener el evi-
otro sigue de cerca su experiencia de goce con partenaires heroi- tamiento de la interrogación freudiana: was will das Weib?, re-
cas e inscribe la maldición de un me finai que lo fija en efigie". 3 gulando en lo social la relación de los sexos. La fábula veda aquí
El aparato lógico de Sade apunta a La Mujer, el Otro nom- La Mujer y el trovador hace de su belleza una alegría que entra
bre de ese dios cuyo Ser de Maldad da eternidad al "servicio de en los significantes del discurso". 6
la merced" inclinándose ante la belleza inviolable del cuerpo de Yasmine Grasser afirma que Sade, el trovador negro, fuerza
la partenaire. "Tal es la unión de los dos tipos de mujer que, esta ética y produce, mediante un ejercicio exacto del lenguaje,
perteneciendo a la historia, funda la creencia de Sade en Otro otra fábula que en lugar de sostener el decir del amor, intenta
que goza". 4 apoderarse de la esencia femenina de sus víctimas. La belleza
La verdad sadiana reside en el saber hacer de su escritura, ante la que se detiene le sirve para velar la desnudez del objeto
donde se dedic~ a convertirse en el eterno sirviente de una mer- femenino y más allá el vacío de Dios, y para hacer brillar como
ced imposible de decir al Otro que no hay, para hacer existir a fetiches en su obra los nombres de estas víctimas y en su vida la
La Mujer. Por este hecho, su deseo es el envés de la Ley. ilusión agalmática de un nuevo arte de amar a la manera pro-
En 1970, Lacan relaciona la verdad sadiana con la posición venzal junto a complacientes partenaires (Laure de Lauris, Julie,
de Julie, la cuñada del marqués. Ella "es la figura lógica que sos- actrices, su mujer, etc . . . ).
tiene en el lugar de la verdad el goce Otro, aquel que está en el La ética cortés no toma en cuenta el ser del sujeto dado que
fundamento del sistema sadiano y del funcionamiento del len- el caballero es el sirviente de un mandato que ordena la alegría o
guaje".5 la muerte para todos. Este fingimiento tiene el fin de encarnar en
Sade completa al Otro de la ética cortés. Su recuerdo de lo social el lugar del goce Otro que no existe para prohibirlo. 7
Laura de Sade, dama cortés celebrada por Petrarca en el siglo
XIV, está resguardado cuando él se hace guardián de su belleza
en un arte de escribir donde se designa como trovador del siglo Goce, angustia y deseo
XVIII y "guardián de su tumba, que sustrae al vandalismo re-
volucionario como miembro de la sección de los Picos. Pero si Para interrogar el deseo y el goce en la praxis analítica, es
respeta el formalismo de esta doble causa es sólo porque ella sir- conveniente analizar el fantasma, del cual la fórmula que Lacan
ve a su fantasma. Sabemos, por los teóricos del amor 'cortés, que le da en su álgebra es: $ Oa, donde el rombo se lee "deseo de" .
la Dama inaccesible representa el lugar de la muerte o de Dios. "Es que un fantasma es efectivamente bien molesto -como lo
Sin cuerpo y sin imagen, su nombre es soberano y hace las ve- dice Lacan- por el hecho de que está allí, entero en su natura-
ces de un secreto sobre el cual debe indagar el caballero. Ahora leza de fantasma que no tiene otra realidad que de discurso
bien, la belleza o la alegría de amor que él canta no son sino [ •• • ]". La máxima que lo trama pretende, se sabe, inscribir allí
8

máscaras que encubren la verdad del goce femenino imposible

' lbíd., pág. 88.


'fbíd. 7
!bid., pág. 89 .
• lbíd. " Cf Jacques Lacan: "Kant avec Sade", en Écrits, Ed. du Seuil, Paris, 1966,
' Ibíd., pág. 87. pág. 779.

198 199
el deseo de someter la voluntad de todos al goce. Y por esta re- poder arrancarle la segunda, para ser más útiles a la naturaleza.
ferencia explícita al goce, al plantearse como regla general de Porque es el anonadamiento lo que ella quiere. Está fuera de
una sociedad, articulada por lo demás en los términos de la ley nosotros dar a nuestros crímenes toda la extensión que ella de-
moral de Kant, se marca el paso inaugural de Sade: la subver- sea".1º
sión del eje antiguo de la ética. La libertad del goce sustituida Según Hervé Castanet, en esta composición ficcional, en el
al egoísmo de la felicidad. corazón mismo de esta fábula que es La historia de Juliette en la
La máxima sadiana, según la versión de 1966, enuncia: que se sigue, hasta los límites de lo imaginable, la descripción
"Tengo derecho a gozar de tu cuerpo, puede decirme quien- precisa de un fárrago de atrocidades, se revela el sistema, men-
quiera, y ese derecho lo ejerceré sin que ningún límite me de- cionado por Sade, del Papa Pío VI. A través de ese sistema Sa-
tenga en el capricho de las exacciones que me venga en gana sa- de produce, anima la teoría del crimen, la ratio filosófica de di-
ciar en él". chas atrocidades dadas a conocer. Ese mismo lugar, ficción "teó-
Señalemos primero el filo de la subversión sadiana: el enun- rica'' dentro de la ficción novelesca, como un sueño dentro del
ciado de semejante máxima excluye como tal la reciprocidad, la sueño, indica una relación más cercana, más viva de esta sor-
reversibilidad que unirían en una relación equivalente un yo prendente teorización de lo real. O sea, en este caso, el despren-
con su proyección: el semejante. Dicho de otro modo, este dimiento de esta paradoja: "Está fuera de nosotros, escribe Sa-
enunciado introduce una fundamental disimetría. Sade no es de, dar a nuestros crímenes toda la extensión que ella desea''.
Charles Fourier. Es así como en la ficción sadiana, la víctima Extensión. Fuera de nosotros. Es decir que en el corazón de la
nunca llega a consentir en la intención del torturador y menos praxis del torturador, al cual, parece, nada podría resistir en el
aún, en respuesta a dicho consentimiento, a engordar la tropa horror, se presenta ese punto crucial de imposible, ese imposi-
de los libertinos. Es en eso que en Sade, paradójicamente, la ble de arrancar al cadáver, de matar una segunda vez. En el cen-
educación, en esa utopía del mal, fracasa y la virtud triunfa: ca- tro de cada crimen realizado, ese punto de real que ninguna vo-
da personaje está siempre del mismo lado, del bueno o del ma- luntad, ninguna determinación pueden reducir. Un más allá de
lo. Nada cambiará en ello. Por ejemplo, a una joven víctima que la vida perdida. Esa segunda vida, que pide al torturador una
se había dejado llevar por algún placer, su torturadora, una li- segunda muerte, aquella aun fuera de su influencia -esa segun-
bertina, le recuerda duramente: "El deber de una víctima es da vida en la que se alojaría la verdad del deseo sadista. Deseo
consentir. Jamás debe permitirse compartir placer alguno. Va- que desafía, o mejor, que no cesa de causar.
mos [ .. . ] es preciso que la azote para enseñarle [... ]". 9 Seguramente, esa afirmación, largamente detallada por Sa-
Proseguiré con una de esas citas "teóricas", extraídas de La de, de que los crímenes favorecen al funcionamiento de la na-
historia de Juliette, con las cuales Sade suspende, provisoriamen- turaleza es irrisoria, aun miserable. Lo esencial no está ahí. Por
te, el desarrollo de su ficción novelesca y donde se desnuda ese el contrario, Lacan en el Seminario VII: La ética del psicoanáli-
fahtasma, aquí cuestionado en su lógica. "El crimen no quita sis (1959-1960) pone en paralelo esa rabia destructiva de Sade
más que una vida al individuo al que golpeamos. Habría que con la pulsión de muerte freudiana para sacar la siguiente con-
clusión: en primer lugar, dichas nociones no son ni verdaderas
"Sade: "Histoire de Juliette", en Oeuvres completes, Cercle du Livre Précieux,
París, 1962, tomo IX, pág. 450. . - '" lbíd. , tomo III, pág. 235.

200 201
ni falsas sino sospechosas. Por eso, lo que importa es interrogar nizada en tanto que víctima. Tal es la forma de esa utopía del mal.
ese punto de abismo, profundamente problemático, que hace El infierno, pues, como apogeo paradójico de la intención
necesarias esas construcciones que se dirán míticas. Y el mito, sadiana, pero también -lo cual se verifica más prosaicamente en
recordémoslo al pasar, no es ni lo imaginario ni lo irreal sino lo cada párrafo de la fábula- que la víctima sobrevive a todos los
que se articula precisamente a lo real. suplicios infligidos, sobrevive sin degradación, ni alteración, ni
Para concluir, es posible afirmar que dichas construcciones, usura. Afirmación que redobla sin cesar su incomparable belle-
tanto en Sade la segunda vida, como en Freud la pulsión de za. O sea la pregnancia perdidamente valorizada de la imagen,
muerte, dependen de " [ ... ] ese elemento estructural que hace de la única superficie del cuerpo. Después de haber padecido los
que, desde el momento en que tenemos que vérnosla con cual- peores horrores, Justine dice de uno de sus torturadores: "Provis-
quier cosa en el mundo que se presenta bajo la forma de la ca- to de un frasco de nafta, me frota con ella varias veces. Las hue-
dena significante, hay en algún lado, pero seguramente fuera llas de las atrocidades de mis verdugos (los vestigios de sus cruel-
del mundo de la naturaleza, el más allá de esa cadena, el ex-ni- dades) se desvanecen [... ]". 13 Infierno o supervivencia intacta de
hilo sobre el cual ella se funda y se articula como tal" . 11 la víctima. Así, pues, lo que afirma el fantasma sadiano es el ca-
Ahí está ese campo "donde el sujeto - prosigue Lacan- si rácter potencialmente indestructible del Otro - en tanto que, a
subsiste, es incuestionablemente un sujeto en tanto que no sa- ese Otro, es la figura de la víctima quien lo sostiene.
be, en un punto de ignorancia límite, si no absoluta'' . 12 Prosigamos echando mano de ese grito de la misma Justine
Y es a ese punto infranqueable totalmente impenetrado por que agrega: "Pero nada calma mis dolores". ¿Dolores, sufri-
el sujeto - no ve más que azul- que apunta la metáfora de esta mientos en el cuerpo? D esde luego que no. La ficción sadiana
segunda vida inalcanzable, construida por el libertino filósofo. acaba de demostrarnos que, con algunos frascos mágicos, heri-
Este punto en el que míticamente se sujetaría, ¡por fin!, el ab- das y rastros de los tormentos pueden desaparecer en el acto:
soluto comienzo introducido por el orden significante, o sea el inalterable belleza.
ex-nihilo del verbo. El personaje Justine sufre los tormentos más excesivos y re-
Y ahí se perfila, en el acmé de dicha paradoja de la segunda surge cada vez intacta. La frecuencia en los textos de Sade de la
muerte, la afirmación del infierno en Sade. Ese infierno que, ade- indestructibilidad de los personajes sometidos a castigos así como
más, por cierto, rechaza durante páginas como sumisión a la tira- la inexistencia de un fantasma de fusión de los sujetos en las or-
nía de los sacerdotes. Pero al poner esta Otra escena, el infierno, gías -cada uno de ellos permanece aislado- muestran que lo que
como aquello que, in fine, motiva el acto de su héroe con el horri- el verdugo quiere extraer de la víctima no es sangre sino tinta. El
ble Saint-Fond en La historia de }uliette, Sade funda la posibilidad látigo es una pluma para marcar la materia y Justine, por ejem-
de un suplicio eterno infligido, en el más allá, a la víctima. El tor- plo, puede ser pensada como la página blanca cubierta "con una
turador, en su rito secreto se asegura de la condenación eterna de escritura nerviosa, la página reemplazada, apenas está completa-
aquel a quien asesina y la víctima se encuentra virtualmente eter- mente garabateada, por otra página blanca -ad libitum" . 14

11
Jacques Lacan: Le Séminaire, Livre Vil: L 'éthique de la psychanalyse, Ed. du u Sade: Op. cit., pág. 335.
Seuil, Paris, 1986, págs. 251-252. 14 Jean-Pau l Brighelli: "Justine, o la relación textual", en litorttl 32, Edicio-
12
lbíd., pág. 252. nes literales, Córdoba, 2002, pág. 37 .

202 203
Como afirma de un modo interesante Jean-Paul Brighelli: en la intención sadiana, su búsqueda sabiamente teatralizada
"El mensaje escrito por el látigo desaparece sobre la piel de la en un dispositivo ritual, debe ponernos en guardia, dice Lacan.
heroína, renovada incesantemente, pero no está perdido para Esta búsqueda no podría definir la posición sadiana. En efecto,
todo el mundo. El proceso se parece al palimpsesto: bajo la epi- la fábula de Sade lo muestra, el deseo del torturador -su volun-
dermis inmaculada subsiste el texto que se acaba de leer, y así tad de goce- fracasa, encontrando su punto de apoyo en su
sucesivamente" . 15 ejercicio mismo. Porque no sabe al servicio de qué goce se ha-
Lo que busca el sádico "no es pues el sufrimiento del cuer- ce el artesano de esa búsqueda desenfrenada de la angustia del
po de la víctima. Lo que intenta, con ese rito al cual se some- Otro. En todos los casos, no es al servicio del suyo. Dicho de
te, es provocar a la víctima en lo más íntimo de sí misma, más otro modo, lo que intenta realizar Sade con sus referencias al
allá del recinto yoico. Dicho de otro modo, es la tentativa de infierno, a la segunda vida, lo articula en su ficción y es el go-
alcanzar ese punto, esencialmente subjetivo, de esquizia, de di- ce de ese Ser Supremo en Maldad por el cual designa a Dios.
visión radical del sujeto, ese punto en el que se conjuga la ope- Pero ese punto subjetivo -ser el brazo torturador al servicio del
ración: ¿«en A cuántas veces $»? O sea, hacer surgir en la vícti- goce de Dios- le sigue siendo totalmente opaco, perfectamen-
ma su angustia, en tanto que ella no engaña, angustia situada te impenetrado.
en ese entredós del sujeto mítico del goce y del sujeto del de- Al arrojar en ese Otro que es la víctima, ese dolor de existir,
seo. Su angustia, en cuanto que esta operación: ¿«en A cuántas ese insoportable de un horror fundamental - aquel que hace de-
veces $»?, no está en lo cierto: proceso significante donde a se cir al coro de Edipo en Colona: «mejor sería no haber nacido»-
deduce como irreductible. La angustia es la única traducción el libertino mismo, en cuanto agente del tormento , se transfor-
subjetiva de a. ma, a su vez, en «objeto eterno». Se reduce entonces a no ser
De un suplicio, Justine dice: «Es el último, era hora, estaba más que ese instrumento eternizado del suplicio, o sea, se redu-
por desvanecerme». Pero entonces, con una simple decisión de ce a ser ese puro objeto, ese fetiche negro de la fórmula del fan-
los torturadores, «la postura se rompe», el desvanecimiento se tasma: a, proceso significante completamente sorprendente
suspende y un nuevo dispositivo se dispone relanzando otra se- donde el objeto, descendido de su inaccesibilidad fundamental,
rie de tormentos. Qué quiere decir sino que el fantasma, en es- se revela como el ser-ahí, el Dasein, del libertino. Y es entonces
ta punta, demuestra la intención sadiana, o sea, que en un pro- cuando la tropa de los torturadores, al situarse en lo real, pr~­
ceso radicalmente subjetivo -el desvanecimiento físico lo hu- senta más variedades. Por un lado, la monotonía de la posición
biera impedido- la angustia de la víctima pueda volver a desen- subjetiva de la víctima, por el otro multiplicidades y refina-
cadenarse. «Era hora», hace decir Sade a Justine. Hora de que mientos variados de esos instrumentos torturadores que son los
ese desvanecimiento corporal fuera nuevamente corrido un libertinos. La razón de ello es de estructura. La fórmula del fan-
punto con el fin de que la esquizia del sujeto se aguce. «La víc- tasma lo demuestra: $ Oa.
tima, escribe Lacan, tiene la monotonía de la relación del suje- Así, pues, armadura, fortaleza, fuerte en el que el sadista, a
to con el significante en la cual consiste». Lo que se escribe: $. semejanza de las defensas del obsesivo, se impediría el acceso a
Pero, no obstante, ese afloramiento explícito de la angustia lo que Freud señaló precisamente, en el Hombre de las ratas,
como el horror de un goce que él mismo ignora. Ese goce de
IS fbíd., pág. 41.
Dios, para el cual se ejecuta en su rito.

204 205
Sin embargo, aquello que, por esta rigidificación furiosa del X
agente en tanto que objeto, se oculta, es el carácter de trabajo,
de producción que dirige la intención sadiana. Es decir, el tor-
turador se toma un trabajo terrible, considerable, agotador, pa-
ra construirse, por un proceso subjetivo, como ese instrumento La Naturaleza y el crimen en Sade
purificado, desubjetivado de acoso de la angustia de la víctima.
Pero decir «proceso subjetivo, operación significante» es plan-
tear que el deseo sadiano, en tanto que se da como voluntad de
goce, como lo que hace la ley, como subversión de la ley común
pues, está ahí fundamentalmente sometido.
De estas afirmaciones quiere la prueba en esos momentos
particulares en los que el libertino se extasía verdaderamente y L a obra del ma.qué' de Sade puede leme no como una
en los que después de una serie de tormentos que lo agotan par- rebelión contra la ley paterna sino contra la madre despótica, es
ticularmente, exclama, exultante, «he tenido la piel de la con- decir, contra lo que él llama la Naturaleza, pero a través de una
cha». 16 «Concha», palabra con la que Sade nombra el interior forma paradoja! que consiste en una cierta voluntad de colabo-
del sexo femenino. Y con ese grito de victoria se indica el pun- ración porque dice: "hay que imitar a la Naturaleza". Quiere
to de mira última del sádico: esa búsqueda del reverso del suje- usar los mismos recursos que el enemigo: adivinar lo que la Na-
to - inversión de un guante-, ese pasaje al exterior de lo que es- turaleza quiere, consentir a sus deseos es el único modo de subs-
tá más oculto. «La piel de la concha», o sea la metáfora purifi- traerse a la dominación que la N aturaleza ejerce. Copiar a la
cada de ese objeto a en cuanto que designa aquello que se pier- Naturaleza, imitarla es un modo de competir con ella para al fin
de en la significantización, que simboliza ese resto lógico del su- liberarse de su tutela. Imitarla es la pretensión de igualarla.
jeto -el sujeto como real". 17«-ii Igualarla con el objeto de ridiculizar sus leyes. 1
El marqués de Sade se encuentra con un problema: si imitar
la Naturaleza es un modo de oponerse aunque sea para rechazar
sus leyes, todavía sigue siendo un modo de someterse a ella. Si la,
Naturaleza en términos de la Naturaleza segunda, aun a pesar de
la destrucción, se propone siempre propagar la vida, estaría en el
poder del hombre oponerse a esa Naturaleza (por ejemplo a tra-
vés del asesinato y la sodomía, qme serían las dos formas de opo-
nerse a la vida). Pero aun así no es posible oponerse a esa Natu-
"' En la traducción del texto de Castanet, Laura Araujo señala que en fran -
raleza segunda porque ella también utiliza la corrupción de los
cés con designa el gen ital femenino y a partir del siglo XIX se convierte en una
injuria vulgar con el se ntido de "boludo", a partir de lo cual la frase sadiana po- cadáveres para engendrar nueva vida. Eso significa que si se ex-
dría traducirse también como "he tenido la piel del boludo".
17
Hervé Castanet: Goce, angustia, deseo, ficha de circulación interna de La- ' Catherine Millot: "Ensangrentar el revés de nuestros corazones . . . ", en La
zos Institución Psicoanalítica de La Plata, traducida por Laui·a Araujo. vocación del escritor, Ed. Ariel, Buenos Aires, 1993, pág. 158.

206 207
tiende la destrucción todavía se la sirve mejor porque la Natura-
criaturas, de las que sufren y de las que hacen sufrir, es decir,
leza aprovecha siempre la destrucción para generar nueva vida.
tanto de las virtudes corno de los vicios.
Al respecto Sade dice: "Para servirla serían necesarias des-
En La literatura y el mal, Bataille dice: ''Al excluirse de la hu-
trucciones completas, mucho más completas que las que pode-
manidad, Sade no tuvo en toda su larga vida más que una ocu-
rnos operar, es la atrocidad, la extensión lo que ella quiere en sus
pación que decididamente le interesó: enumerar hasta el agota-
crímenes [... ]. Sería necesario poder oponerse a la regeneración
miento las posibilidades de destruir seres humanos, destruirlos
del cadáver que enterrarnos. No sólo con el cadáver, el asesina-
y gozar con el pensamiento de su muerte y de su sufrirniento". 6
to, el entierro, sino oponerse a la regeneración del cadáver. El
Klossowski, autor clásico que escribió Sade mi prójimo, di-
asesinato sólo quita la primera vida del individuo [ ... ]". 2
ce: "Podríamos finalmente ver la voluntad de Sade desolidari-
Se capta la idea: la primera muerte quita la primera vida. "El
zarse del hombre al poner el imperativo categórico en una ins-
asesinato sólo quita la primera vida del individuo al que golpea-
tancia cósmica que exige el aniquilamiento de todo lo que es
rnos; haría falta poder arrancarle la segunda, para ser más útiles
hurnano". 7
a la Naturaleza; porque lo que ella quiere es el anonadamiento:
Una frase del texto del marqués de Sade, nos acerca aún
está más allá de nosotros el darle a los asesinatos la extensión que
más a lo que decíamos en relación con el crimen y la Naturale-
ella desea''. 3 Porque la Naturaleza primera "querría que ustedes
za: "Odio la naturaleza. Quisiera alterar sus planes, obstaculizar
se opusieran a toda reproducción, que ustedes pudiesen aniqui-
su marcha, detener la rueda de los astros, trastornar los globos
lar los tres reinos para facilitarle nuevos proyectos". 4
que flotan en el espacio, destruir lo que la sirve, proteger lo que
En relación con las leyes de la Naturaleza y las leyes de la
la daña, insultar en una palabra todas sus obras y no puedo lo-
materia, agrega: "Las leyes de la materia son corno las olas del
grarlo".
mar que suben y bajan todo el tiempo sin que aumente la ma-
En párrafos anteriores decíamos que en la voluntad de goce
sa de agua; es un movimiento perpetuo, que ha sido y que será
del marqués de Sade se trataba de considerar la importancia que
siempre, y nosotros nos convertiremos en sus principales agen-
tenía esta identificación con la Naturaleza con el objetivo de
tes, sin duda, por nuestros vicios y virtudes". 5
frenar a la Naturaleza segunda, representada por la Madre; in-
Ahora bien, si se supone que la Naturaleza tiene un autor,
troducía por esta vía al padre en relación a lo que llamaba una
no sólo se propone la imitación sino también la asimilación con
Naturaleza primera, que es una Naturaleza que prescinde abso-
ese Dios que ahora el marqués de Sade concibe corno un prin-
lutamente de la creación y la reproducción, es decir que es pu-
cipio maligno denominado Ser Supremo en Maldad. Si Dios
ra destrucción sin recreación. Pero agrega que no puede lograr-
existe hay que imputarle entonces el haber querido la creación
lo, con lo cual apunta a eso que Lacan considera corno el fraca-
con todas sus consecuencias incluyendo el sufrimiento de sus
so de la voluntad de goce.
Hay un personaje en juliette, un filósofo que, en una expli-
2
Sade: "Hiscoire de Juliette", en Oeuvres completes, Cercle du Livre Précieux, cación dada a la protagonista, dice: "Cesa de engendrar, destru-
Paris, 1962, tomo IX, págs. 176-177. ye completamente todo lo que existe, no alterarás en nada mi
¡ Jbíd.

'Jbíd., pág. 180. 6


Georges Bataille: La literatura y el mal, Tau rus ediciones, Madrid, 1985, pág. 92.
, Jbíd., pág. 177. 7
Pierre Klossowski: Sade mon prochain, Ed. du Seuil, París, 1947.

208
209
marcha. Que destruyas o crees todo es más o menos igual a mis Después de la muerte las criaturas humanas estarían Ilama-
ojos, me sirvo de ambos procedimientos así que[ ... ] destruye a das a reintegrar su principio y unirse con la divinidad de la cual
tu capricho, el sol saldrá igualmente. Todos los globos que sus- proceden. El marqués de Sade dice: "He aquí lo que debe com-
pendo, que dirijo en el espacio, seguirán teniendo el mismo prometer a los hombres a volverse lo más malvados posible, pa-
curso" . ra que, parecidos a las moléculas a las que deben unirse algún
' Si existe también una voluntad de dañar, esta voluntad que día, tengan en este acto de disolución que sufrir infinitamente
se despliega en el "espectáculo del mundo" no puede ser más que menos". Pues "cuanto más el hombre haya manifestado los vi-
una\ voluntad que pertenece al Ser Supremo en Maldad, es decir, cios y crímenes en este mundo, más se habrá acercado a su irre-
un ser de malignidad suprema que está animado por un goce cu- mediable fin que es la maldad; en consecuencia sufrirá menos
ya maldad lleva al extremo de imaginar suplicios eternos. cuando se una al foco de la maldad que es la materia prima de
tJay muchos límites al sufrimiento humano, uno de ellos es la composición del mundo". 9
la muerte. El marqués de Sade decía que el infierno supone una La Naturaleza aparece equiparada a la función de la Madre.
segunda vida que no va a tener nunca un límite al sufrimiento, Lo que pasa es que en este punto extremo se confunde con la fi-
una vida que no implica el límite de la muerte como un freno gura de Dios. Cuando eso lo establece como Ley, entonces la
al sufrimiento. pretensión del marqués de Sade es ubicarse compitiendo con esa
I}ant era cristiano desde una de las versiones extremistas de Ley, es decir, transformándose él también en alguien que tiene
la concepción protestante denominada pietismo. Si en princi- una voluntad de goce. Como dice Lacan en el Seminario X, en
pio Lacan pone en la otra cara de la misma moneda al marqués última instancia se transforma en un instrumento de ese goce.
de Sade es porque éste también lleva al otro extremo la lógica Creyendo dominar el goce se transforma en un instrumento, pe-
cristiana. Esta idea del infierno es la idea según la cual el mar- ro en el extremo, al final, se confunden las dos figuras.
qués de Sade propone extender al infinito los suplicios infringi- Se trata de servir a la Naturaleza con el objetivo de que la
dos a la criatura humana. Naturaleza segunda no exista más como potencia generadora de
El marqués de Sade dice: "Existe un Dios [tiene razón Lacan vida. El único objetivo está en poder identificarse a esa poten-
cuando dice que el marqués de Sade no es ateo, como habitual- cia absoluta de una Naturaleza sólo destructiva, equivalente a la
mente se cree]; una mano cualquiera ha creado necesariamente voluntad del mal. No hay voluntad del mal en la Naturaleza se-
todo lo que veo. Pero lo ha creado para el mal y no se complace gunda porque hay siempre recreación.
más que en el mal. El mal es su esencia, y el que nos hace come- Son modelos para pensar estos intentos extremos a los cua-
ter es indispensable para sus planes. Soy feliz con el mal que ha- les Sade se somete. Se somete a la voluntad de goce, voluntad
go a los otros como Dios es feliz con el que me hace". 8. que no es sólo una cuestión especulativa en la lectura de los tex-
En este sentido, según Sade, el crimen es el acto más ade- tos del marqués de Sade, sino que es fundamental para enten-
cuado para esta voluntad de Dios. Es una especie de "mística der la perversión (lo cual no significa atribuirle la perversión a
cristiana invertida" -señala Catherine Millot- que encontraría Sade). En este sentido es voluntad de goce que fracasa, porque
su fin en una unión con Dios, ya que Dios es el mal. absoluto. es un servirse de ella para poder dominar cuando, en realidad,

' Sade: Op. cit., tomo VIII, pág. 383. "lbíd., pág. 385.

210 211
al final termina sirviendo a la ley del mal, creyendo saber y do- la naturaleza y más diestra, me permito decirlo, ha creado otras
minar el mal. En realidad se somete y está tan sometido a la ley más bellas todavía[ . . .]. No quiero hacer con usted lo que todo
que por eso no es una buena expresión decir que el perverso es- el mundo quiere hacer, me parece que haré con este culo, obra
10
tá fuera de la ley. Está sometido a una ley, pero es la ley del mal. de mi imaginación, cosas que los dioses no inventarían" .
Hay momentos en que aparecen separadas la figura de la Como se ve, hay efectivamente una facultad activa derivada
Naturaleza y la figura de Dios y hay momentos en que se con- de la imaginación sadiana que permite la extensión del pensa-
funden. Se podría hacer este esquema: frente a la potencia de la miento más allá de los límites de la sensibilidad, algo así como
Naturaleza identificada a ese goce del Otro que el marqués de negar los límites que la realidad impone. A través de este poder
Sade llama la Madre, él propone un límite, un límite indicado más trascendente de la imaginación sadiana se encuentran algu-
como voluntad de goce. Ese límite de la voluntad de goce es un nos límites que siempre va a intentar exceder. Un ejemplo de lo
límite a la voluntad del Otro materno llamado Naturaleza. Lo antedicho puede citarse en un encuentro entre Juliette y Clair-
que propone nuestro autor es imitar a la Naturaleza de modo will, al pretender éste verla desnuda: "Saquémonos estos velos
tal que acote en un punto su potencia de maldad, es decir en el inoportunos. ¿No son ya muchos los que nos impone la natu-
aspecto inherente a la Naturaleza primera que presenta esa mal- raleza? Ah, cuando excito en ti tus arrebatos me gustaría ver pal-
dad en forma absoluta. pitar tu corazón". 11
En esa identificación con la Naturaleza primera termina La expresión "ver palpitar" es como si dijéramos que se tra-
proponiendo la identificación con Dios que es el Ser Supremo ta no sólo de sacar el velo de la vestimenta, sino también sacar
en Maldad, el principio de la malignidad. Al identificarse con el velo de la piel, sacar todo el velo y ver el corazón palpitando.
la Naturaleza primera lo que en realidad propone es identificar- Otro de los personajes, Saint-Fond, siempre sueña con pro-
se con el principio que rige esa Naturaleza que es un principio longar sus ferocidades más allá de la tumba. Dice que tiene una
viril, ubicado como Dios. La Naturaleza en sí sería la Madre. receta para hacer eternos los efectos de su crueldad, que es "in-
Por lo tanto, propone identificarse a ese principio que rige la troducir en el culo de sus víctimas justo en el momento de la
Naturaleza con el objeto de oponerse a la Madre. muerte, un mensaje para el infierno, firmado con su sangre, en-
En las obras del marqués el libertino siempre va más allá, tregando sus almas al diablo". 12
pretende actuar todavía mejor que Dios porque para eso le sir- Esta posibilidad de identificación superadora de Dios, del
ve, para ser todavía mejor. ¿Y por qué puede llegar a ser mejor Ser Supremo en Maldad, para poner límite al goce arbitrario y
aparentemente? Porque puede llegar a concebir lo imposible. Un todopoderoso de la Madre, consistiría en esta esperanza de ex-
personaje de }uliette, llamado Belmor, dice al hablar con la jo- tender los sufrimientos hasta el infinito y entonces gozar. Saint-
ven: "Usted habría debido darse cuenta de que mis más dulces Fond dice gozar del "placer delicioso de haber prolongado [el
goces con usted son aquellos que dando vuelo a nuestras dos ca- sufrimiento] más allá de los límites de la eternidad si es que la
bezas nos permiten crear seres de una lubricidad tal, que su exis- eternidad tiene límites" . "Con menos crueldad en el corazón,
tencia es infelizmente imposible [ ... J. Se devasta el mundo [ ... J.
Uno lo repuebla con objetos nuevos que se inmolan también
"' lbíd., págs. 500-50 l.
[... ].He aquí sus nalgas, Juliette, las tengo bajo mis ojos, las en- 11
lbíd., pág. 264.
cuentro bellas pero mi imaginación, siempre más brillante que 12 Catherine Millot: Op. cit., pág. 163.'

212 213
tus dogmas serían menos sanguinarios y tú prefieres exponerte el padre. En sus obras hay tanto parricidas como matricidas; pe-
a tí mismo a la eterna condena de la que hablas antes que re- ro no lo son de la misma manera. A la madre se la identifica con
nunciar al delicioso goce de aterrar a los otros[ ... ]. No mates a la naturaleza segunda [ ... ] sometida a las leyes de la creación
un individuo por un largo tiempo, lo que es imposible; pero [que es lo que hablábamos antes, es decir a la conservación y la
asesina a muchos otros, lo que es factible'', le dice Clairwill a reproducción]. Por el contrario, el padre no pertenece a esa na-
Saint-Fond después de haber refutado la idea del infierno en la turaleza nada más que por conservadurismo social. En sí mismo
polémica que surge entre estos personajes. 13 representa a la naturaleza primera al margen de cualquier norma
Las acciones parecen extenderse más allá de los límites de la [... ]. El esquema sádico se basa en un tema que Klossowski ha
vida de una persona. El asesinato moral -señala Catherine Mi- estudiado profundamente: el padre destructor de su propia fa-
llot- liquida la pasividad del estado de muerte y acrecienta la milia impulsa a la hija para que torture y asesine a la madre". 15
posibilidad de actuar por intermedio de otros agentes de propa- Esta es la escena que en última instancia rige todo el hilo de
gación. Clairwill afirma: "Un libertino, decidido a este tipo de La filosofía en el tocador (recordemos que las obras del marqués
acción, puede fácilmente en el curso de un año corromper tres- de Sade son muy variadas, muy extensas y muchas de las que
cientos niños". Esa es la idea de la extensión de la corrupción circulan en su mayoría son resumidas), remite a su esencia y por
espiritual. ''Al cabo de treinta años habrá corrompido nueve algo Lacan dice que se trata de un texto clave para entender la
mil, y si cada niño corrompido por él lo imita aunque fuera en ética sadiana en comparación con la ética de Kant. Los otros
un cuarto de su corrupción -cifra verosímil- y si cada genera- trabajos son muy valiosos, pero sobre todo es importahte La fi-
ción actúa de la misma manera, al final de treinta años el liber- losofía en el tocador.
tino, que ya habrá visto nacer dos generaciones corrompidas, El esquema sádico se basa en ese tema. El padre sólo puede
tendrá nueve millones de corruptos, o por él o por "los princi- ejercer de padre situándose por encima de las leyes, desinte-
pios que habrá establecido"." grando a la familia y prostituyendo a los suyos. El padre, a la
La corrupción espiritual, avanzando a modo de una gran vez, es el principio de la Naturaleza primera, poder general y
epidemia, tiene un poder enormemente más grande que el po- anárquico que intenta aniquilar las leyes y las criaturas que -es-
der de la procreación. Se confirma el poder de la actividad des- tán bajo su dominio. Por eso el sádico no cesa hasta que logra
tructora sobre el poder de la actividad creadora. su finalidad, que es acabar con todo tipo de procreación que ha-
Deleuze agrega otras consideraciones interesantes en rela- ga competencia con la Naturaleza primera.
ción con el lugar del padre y de la madre. Dice: " [... ] el tema del La rpujer sádica llega a serlo a través de una relación sodo-
padre es algo dominante en el sadismo. Aunque en las l_lOvelas mítica con el padre, inspirada por una alianza dirigida contra la
de Sade abundan las figuras femeninas, sin embargo; éstas, en madre. Desde cualquier punto de vista el sadismo representa
sus placeres, en las tareas y acciones que emprenden, imitan al una negación constante de la madre mientras afirma la figura
hombre, exigen la mirada y la presencia del hombre. La andro- del padre como ser por encima de las leyes. Esta es una tesis que
ginia de Sade es el resultado de la unión incestuosa de la hija con avanza Deleuze con una sagacidad clínica notable.

" Sade: Op. cit., pág. 382. " Gilles Oeleuze: Presentación de Sacher-Masoch, Taurus ediciones, Barcelo-
" lbíd., pág. 504. na, 1975, pág. 62.

214 215
La idea de la prostitución universal en Sade, que aparece en
el texto titulado La Sociedad de Amigos del Crimen, surge de una En cambio el perverso se ubica en el lugar de una voluntad
institución objetiva que debe asegurar a la vez la destrucción de de goce, poniendo al otro en el lugar de la castración. Ya diji-
las madres y la selección de las hijas. Es algo muy distinto a lo mos que el sádico no puede hacer pareja con el masoquista por-
que sucede en Sacher-Masoch, en donde todo se establece a tra- que requiere que el otro esté en posición de sujeto, no en posi-
vés de un contrato. En Sacher-Masoch no hay un desprecio a la ción de objeto que es la posición en la que el masoquista se co-
ley, hay en todo caso una ley contractual en juego y además, en loca. Por eso el sádico nunca va a encontrar su partenaire en el
esa ley contractual, el masoquista persuade esencialmente a una masoquista, ya que el masoquista se posiciona como objeto, y
mujer para que pueda también entregarse a otros o para que la lo que el sádico desea desde su voluntad de goce es que el otro
castiguen. se angustie y por lo tanto muestre ahí un indicador de una po-
En este mismo sentido, Deleuze fue el primero que señaló sición subjetiva, en todo caso en el límite posible de convertir-
con claridad que entre sadismo y masoquismo no hay comple- se en un objeto, pero no siendo un objeto. En lugar de cargar
mentariedad. En el contrato masoquista se trata de un pacto es- sobre sí la barra, el perverso la empuja al otro por la vía del ul-
tablecido con una mujer para conjurar el peligro del padre. traje al pudor y la transgresión del límite.
El siguiente fragmento, referido al sádico, es interesante.
"El sádico adopta una posición irónica con la ley. Como ésta es
la norma de la Naturaleza segunda, su forma de sobrepasarla es El pudor: histeria vs. perversión
con la idea del mal absoluto, cuyo modelo más perfecto son las
instituciones anárquicas dotadas de movimiento perfecto y en Lacan se refiere al dominio del pudor en Kant con Sade
revolución permanente. La ironía es ese remontarse de la ley a cuando señala que el perverso apunta a ese lugar en que en el
ese principio superior". 16 Por eso la lucha permanente del mar- otro surge el pudor que es, justamente, lo que el perverso viola.
qués de Sade en relación a las instituciones. Antes de esa referencia encontramos un desarrollo ·sobre el
Volvamos ahora a la voluntad de goce, voluntad que gene- dominio qel pudor (Aidos, Scham) en La significación del falo
ra la división entre el sujeto barrado y el sujeto sin barrar, con (párrafos 40-41) y en el Seminario V.
lo que Lacan indica respectivamente el sujeto de la razón prác- Para Freud el pudor es uno de los tres diques de la moral (as-
tica y el sujeto patológico, el sujeto bruto del placer. co, vergüenza y pudor). Sólo puede tener pudor un sujeto divi-
En una neurosis el sujeto carga con la barra. Recordemos el dido; en La significación del falo, Lacan dice que una vez devela-
materna del discurso histérico, donde el lugar del ag~nte está do el falo, cuando se corre el velo de la latencia, no desaparece el
ocupado por el sujeto barrado y es en el lugar del otro donde velo sino que se transforma en la barra que divide al sujeto.
está la suposición de saber sobre el goce. De ahí surge una ma- "En el momento en que el falo hace su aparición, el sujeto,
nera de entender la frase de Lacan según la cual el neurótico necesariamente, aparece como dividido, pues el corrimiento del
sueña con ser perverso en tanto su sueño es dominar el goce a velo lo divide. El demonio del pudor lo divide en su enfrenta-
partir de la función del saber. miento con lo que debe ser reprimido. Lo reprimido queda
marcado «como la progenitura bastarda de su s;oncatenación
16
Jbíd. significante». La alusión al término «bastardo» se debe a que los
bastardos de la aristocracia tenían una barra en su escudo de ar-
216
mas, una barra cruzada que para la heráldica era índice de bas- rico que lo rige) el goce de la histérica asombra por su polimor-
tardía, de ilegitimidad. El sujeto dividido, el sujeto del incon- fismo, su carácter proteiforme, su imposibilidad de fijarse. Cla-
ciente es definido aquí por Lacan como un bastardo del signi- ro que sin que quepa exagerar: también acá se halla encubierta
ficante [... ] . En este sentido, como sujetos divididos, todos so- la compulsión de repetición y la fijeza en la conjugación del
mos bastardos [... ] . fantasma. Los infortunios de la virtud no son más divertidos
El bastardo, aquí, es el producto de la unión desigual, hete- que la prosperidad del vicio". 19
rogénea, entre el significante y el cuerpo. El sujeto barrado es el El perverso se afirma como voluntad de goce y ese es el
bastardo de las nupcias entre el cuerpo y la cadena significante; nombre que tiene el deseo en él. La histérica, en cambio, "con-
es bastardo, pues es hijo de la unión de dos órdenes diferentes: sigue gozar con su rehusamiento y su indiferencia frente a los
lo real y lo simbólico". 17 goces terrenales en nombre de un goce absoluto y por tanto
Precisamente, la diferencia entre neurosis y perversión está imposible, más allá y en contra del goce fálico, aportando al de-
en que lo que se ubica como voluntad en el neurótico no es vo- seo la insatisfacción. El síntoma y el asco, el dolor y el pudor,
luntad de goce, sino algo así como el intento de querer lo que colonizan para ella las comarcas del goce perdido". 20 Sostenida
se desea, y que la relación es esencialmente a un otro dejando en la creencia de "decir no al goce del Otro lo sostiene precisa-
sobre el sujeto la barra de la castración. No es ese el caso de la mente como goce apartándolo de las vías facilitadoras del prin-
perversión, porque su ubicación es desde la voluntad de goce. cipio del placer. Es el valor ético del apostolado de la dificultad
Pero en tanto la voluntad de goce es una voluntad que fracasa, que ella ejerce.
él también está sometido a un Otro. Su cuerpo se entrega como un conjunto de partes dispersas
Para la histérica más que para cualquier otro hablante exis- y carentes de unidad para que sean la palabra y el deseo del
te no sólo la disociación sino la franca oposición entre placer y Otro las argamasas que hagan de «eso» un conjunto. Ella rehu-
goce, y esta es una diferencia fundamental entre perversión e sa las consecuencias del significante en lo real y viye como su-
histeria. 18 Para el perverso, su goce es algo buscado y muy difí- jeto en función de la separación entre el goce y el cuerpo. El
cil -sino imposible- de distinguir del placer. cuerpo es ofrecido como en un anfiteatro de anatomía, es el
En una comparación interesante entre el perverso y la his- cuerpo de la lección de Rembrandt sobre el cual disertan los sa-
. " •2 1
b !OS
térica, N éstor Braunstein dice: "Podría decirse que [el perverso]
consuma la hazaña de vivir el placer como goce, mientras que El cuerpo de la histérica puede metaforizarse con el cuerpo
para la histérica el goce es displacentero, doloroso, vergonzoso, anestesiado sobre la mesa del quirófano, con una particular in-
asqueante. Si el goce del perverso es monótono· en su escenifi- sensibilidad al sexo, y en tanto que "repudiado o vivido en la
cación (pocos libros son más aburridos que Las 120 jornadas de indiferencia, es el cuerpo ofrecido al bisturí que corta segmen-
Sodoma una vez que se ha captado el plan organizador matemá- tos o nervios imaginarios de la sensibilidad, lo que podría re-
presentar una ganancia en la espiritualidad. Carne de cirujano,
17
Diana Rabinovich: Lectura de "La significación dei falo", Ed. Manantial,
Buenos Aires, 1998, pág. 60.
19
Néstor Braunstein: Goce, Siglo Veintiuno editores, México, 1990, pág. l lO.
"Carmen Gallano: "Le barrage de l' identification hysterique" , en Actes de "'lbíd.
l'ECFN° 11, Paris, 1986, pág. 115.
21
Jbíd.

218 219
presta al suicidio focal y al descuartizamiento".22 ral". Para Sade "esa coerción tomó la forma de la presión ejer-
Braunstein continúa con una interpretación acertada: "Des- cida sobre él por el ambiente, por su suegra, que una y otra vez
confía y rechaza el goce del Otro, ese goce que ella produce por lograba su encarcelamiento y hasta por el propio Napoleón que
medio de la insatisfacción con que nutre al deseo. Así se aliena lo confinó en un asilo. Sade era la víctima de un acoso incesan-
del goce, lo recluye en el síntoma y parece decir: «yo no gozo pa- te, un objeto sobre el que se encarnizaban con su sadismo mo-
ra que el Otro, el Otro de la identificación, no goce de mÍ». ralista los organismos del Estado" .24
«Pues supone que el Otro demanda su castración». Y en esa me- El juego de ese "sadismo moralista de los organismos del
dida es que se presenta como «castrante» al representar la ima- Estado" así como la lógica de Sade es señalado con alguna pre-
gen viviente de la castración, con su cuerpo de lagartija, de par- cisión por Simone de Beauvoir aunque ella creía que Sade se
tes modulares que se cortan y se reconstituyen. "engañaba". 25
Pues, sustrayéndose demuestra la validez universal de la castra- Es curioso que el siglo XVIII al que debemos los cuadros de
ción, consagrándose al Padre primitivo, al de la fórmula ::lx <I>x costumbres más cínicos de nuestra literatura nos haya dado dos
(existe un x tal que no <I>x) a diferencia del perverso que es quien
niega el no-toda de la mujer y afirma la validez absoluta de 'í/x <I>x,
" Slavoj Zizek: Todo lo que usted siempre quiso saber sobre Lac,m y nunca se
eso que Freud designa como premisa de la universalidad del pene. atrevió a preguntarle a Hitchcock, Ed. Manantial, Buenos Aires, 1993, pág. 162.
De allí procede otro rasgo clínico, el de la inconstancia, el ca- " "C reyendo defendernos, nos derrumbamos. El mérito inmenso de Sade es
rácter caprichoso e impredecible, la frecuencia de los berrinches que reivindica, en contra de las abstracciones y los enajenamientos, que no son
histéricos. Eso de lo que se quej a el Otro, presentándose como o tra cosa que .huidas, la verdad del hombre. Nadie se ha afiliado más apasionada-
«víctima de la histérica» y pretendiendo ignorar el goce que, tam- mente a lo concreto. Nunca acordó crédito al «se dice» del cual los espíritus me-
diocres se nutren perezosamente. Sólo se afilia a las verdades que le son dadas por
bién él, deriva del tensamiento de la laminilla, allí donde se llega
la evidencia de su experiencia vivida, y por ello superó el sensualismo de su épo-
al extremo de la palabra y aparece el goce en el límite de lo arti-
ca, para transformarlo en una moral de autenticidad.
culable, en la injuria, en la paliza y en el desvanecimiento. Esto no significa que la solución que propone pueda satisfacernos. Pues si la
Pues el goce de la histérica y el de su partenaire, radica en la grandeza de Sade surge de su tentativa por captar desde su singularidad la esen-
sustracción que ella efectúa al deseo proclamándolo como un cia misma de la condición humana, la misma singularidad señala sus límites. La
más allá de las satisfacciones y de las reducciones de tensión. salida que eligió la juzgó válida para codos, con la exclusión de cualquier otra. Y
con ello se engañó por partida doble. Pese a su pesimismo, estaba socialmente del
Catherine Millot define a la histérica como la guardiana del
lado de los privilegiados y no comprendió que la iniquidad social alcanza al indi-
misterio de lo que es inalcanzable por el lado del goce fálico. Pe- viduo hasta en sus posibilidades éticas. La rebelión misma es un lujo que exige
ro esta insatisfacción con el goce fálico no es patrimonio de las cultura, ocios, y se aparta frente a las necesidades de la existencia. Si los héroes de
mujeres. Es una limitación de todo hablante, un efecto de que Sade le pagan con su vida, por lo menos perecen cuando la rebelión ha otorgado
no hay significante de la mujer [ ... ]". 23 a sus existencias un sentido valedero. Mientras que para la inmensa mayoría de
El verdadero lugar del objeto perverso es el de ser un objeto los hombres la rebelión coincidiría con un suicidio estúpido. Contrariamente a
sus deseos, es la suerte, no el mérito, lo que operaría la selección de una minoría
a me~ced de la voluntad del Otro que deriva en "coerción mo-
criminal. Si se le reprocha que jamás tendió a la universalidad y le bastó con ase-
gurar su propia salvación, no se le hace justicia. Se propuso como ejemplo, pues-
22
lbíd. to que ha escrito -y con cuanta pasión- su experiencia. Y sin duda no contaba
23
!bid., pág. 172. con que su llamado fuera entendido por todos. Pero pensaba en dirigirse sola-

220 221
grandes pintores del pudor: Marivaux y Sade.
mente a los miembros de la clase privilegiada, cuya arrogancia abominaba. Esa
El miedo ante el amor, la alarma y el temor ante una heri-
suerte de predestinación en la que creía, la concebía democráticamente, y no hu-
biera querido descubrir que dependía de circunsta ncias eco nó micas, a las cuales, da -típicos del marivaudismo- no se entienden si no es porque
de acuerdo con su pensamiento, le sería posible eludir. hay riesgo de heridas, porque el amor es peligroso.
Por otra parte, Sade no supuso que pudiera existir otro camino que el de la Las heroínas de Marivaux son púdicas, como si ellas hubie-
rebelión individ ual. Sólo conoce una alternativa: la moral abstracta o el crimen . ran leído justine. Parece que Hegel, además, había leído las no-
Ignora la acción. Si sospechó que era posible una comun icación concreta entre
velas de Marivaux, por ejemplo La vida de Mariana, donde ata-
los seres a través de la tarea de integrarse todos en un proyecto general de ser
hombre plenamente, no se detuvo en ello. Negando al individuo su trascenden-
ca el falso ascetismo de los hipócritas. El convento donde Ma-
cia, lo condenó a una insignificancia que autoriza a violentarlo. Pero esa violen- riana se refugia, así como aquel donde la secuestran, ofrece un
cia, ejercitándose en el vacío, se hace irrisoria y el tirano que busca su afirmación aspecto acogedor: se reciben visitas galantes, comen bien, etc.
mediante ella sólo descubre su propia nada. El filósofo alemán no acepta la crítica de la época al ascetis-
A esta contradicción Sade puede, sin embargo, oponer otra, pues el sueño mo, crítica sostenida en que esa concepción nos privaría del
acariciado por el siglo XVIII de conciliar los individuos en el seno de su inma-
placer, nos alejaría de la naturaleza, etc. Hegel sostiene que el
nencia, es de todos modos impracticable. Al desmentido que debía infligirle el
Terror, Sade lo encarnó a su manera patéticamente. Al individuo que no consien-
engaño del ascetismo consiste más bien en que nos somete aún
te en renegar de su personalidad la sociedad lo repudia, pero si se prefiere reco- más a la naturaleza, en que hipertrofia el yo y obtiene lo con-
nocer solamente en cada individuo b trascendencia que lo une concreta mente trario de lo que se propone. Todo intento de renunciar a sí mis-
co n sus semejantes, se llega a enajenarlos a todos a nuevos ídolos y su insignifi- mo se trueca necesariamente en una afirmación de sí. "La con-
cancia personal vuélvese aún más evidente. Se sacrificará el hoy al mañana, la mi- ciencia se siente aquí como esta existencia singular y no se deja
noría a la mayoría, la libertad de cada uno al cumplimienro colectivo. La prisión,
engañar por la apariencia de su renunciamiento, pues la verdad
la gu illoti na, serán las consecuencias lógicas de esa negación. La embuste ra fra-
ternidad consúmase en los crímenes en donde la virtud reconoce su rostro abs- de esta conciencia continúa siendo siempre el hecho de que no
tracto. «Nada se asemeja más a la virtud que un gran crimen», ha dicho Sain t- se ha abandonado ella misma". 26
Just. ¿No es mejor entonces as umir el mal y no suscribirse al bien que acarrea tras El alma bella -expresión de Marivaux- se engaña a sí mis-
de sí abstractas hecatombes? Sin duda, es imposible eludi r el dilema. Si la rotali- ma al engañar a los demás y su aprendizaje consiste en dejar de
dad de los hombres que pueblan la tierra se hicieran presentes a todos, en su to- engañarse cobrando paulatinamente conciencia de sí ("la parte
tal realidad, la acción colectiva no podría realizarse y el aire to rnaríase para cada
que le toca en el desorden del que se queja'', recuerda Lacan de
uno irrespirable. En cada instante millares de seres sufren y mueren, vanamente,
injustame nte, y nosotros no nos conmovemos. A ese precio, nuestra' ex istencia es Dora en su trabajo con influencias hegelianas titulado Interven-
posible. El mérito de Sade reside no solamente en haber gritado lo que cada uno ciones sobre la transferencia).
se confiesa vergonzosamente, sino en no haber elegido esa actitud. Contra la in-
diferencia prefirió la crueldad. Por eso sin duda encuentra hoy tanto eco, en mo- ven las peores amenazas. Sade ha vivido hasta las heces el momenro del egoísmo,
mentos en que el individ uo se sabe menos la víctima de la maldad de los hom- de la inj usticia, de la desdicha y clama por la verdad. Lo que constituye el valor
bres que de su conciencia li mpia. Es acudir en su socorro el herir a ese terrorífi- sup remo de su testimonio es que nos inquieta. Nos obliga a volver a plantearnos
co optimismo. En la soledad de los calabozos, Sade tuvo también su noche ética el problema esenc ial, que bajo otras apariencias obsesiona a nuestro tiempo: las
parecida a la noche intelectual con que se envolvió Descartes. No logró el surgi- verdaderas relaciones del hombre con el hombre" (Simone de Beauvoir: El mar-
miento de una ev idencia, pero por lo menos discutió rodas las respuestas dema- qués de Sade, Ed. Siglo Veinte, Buenos Aires, 1974, págs. 115-119).
siado fáciles. Si es posible superar la soledad de los individuos es a condición de "' Wilhelm F. Hegel: Fenomenología del espíritu, Fondo de Cultura Económi-
no desconocerla. En el caso contrario, las promesas de dicha y de justicia envuel- ca, México, 1966, pág. 137.

222 223
La Mariana de Marivaux corresponde al "alma bella" que a lo que está planteado en la Fenomenología del espíritu de He-
Hegel describirá. Si los regalos del Tartufo encierran la amena- gel. Lejos de renunciar realmente al mundo, Mariana lo con-
za de una mancha, ella los devuelve. Cuando el amor de Valvi- quista con su renunciamiento, sin advertirlo al principio, y
lle implica el riesgo de que Mariana pierda la estimación de su comprendiéndolo después poco a poco: a la larga aprenderá a
bienhechora, ella misma propone el sacrificio-"[ ... ] esta niña servirse de su alma bella como de una arma que le permite do-
me conmueve [ ... ] es realmente un alma bella, un carácter sin minar a otro y afirmar su yo.$:n
tacha'', dicen de Mariana. 27
La vida de Mariana rehace el itinerario de un alma bella que
paulatinamente deja de engañarse a sí misma, en forma similar

27
No es un alma bella incorregible. En un verdadero "progreso fenomeno-
lógico" corrige su error, aunque no siempre evita la hipocresía. Mariana siente el
uso que puede hacerse del alma bella. Hay en esto una mezcla de ingenuidad y
pillería. La experiencia y el tiempo borrarán paulatinamente la ingenuidad y só-
lo dejarán el ardid.
Mariana sentirá y concebirá que no existe acción a la que no se pueda con-
ferir la apariencia del deber. En' esa cambiante dualidad ("nosotros y nuestra vir-
tud somos dos") discernirá, para retomar aquí los términos hegelianos, que el de-
ber universal y la inclinación personal se vinculan indisolublemente en la acción
real. Hegel dirá que toda acción por universal o universalizable que parezca, es
siempre también el resultado de "un impulso hacia una felicidad propia , incluso
cuando ésta consiste sólo en la vanidad moral interior".
Mariana no ejecuta ninguna acción "noble" que no responda a su interés.
Muy pronto realizará sólo por interés actos aparentemente generosos. En esto
Marivaux le aporta a Hegel "un conocimiento más cabal del alma humana". Le
demuestra que toda acticud moral, al acentuarse o prolongarse, se convierte en su Lo que Hegel le reprocha a Kant es lo que Marivaux había cuestionado. En
contraria, que está implícita en ella desde el principio. el escritor francés la dialéctica espontánea de la conciencia alcanza un grado de
Quien renuncia a su individualidad, se torna en el más rec;lcitrante egoísta. lucidez interesante. El teatro y el diálogo de Marivaux son escuelas de dialéctica.
El ascetismo no sólo es moralmente condenable y socialmente perjudicial. La vi- Además su teatro es fenomenológico, en sentido hegeliano, pues siempre devela
da de Mariana demuestra que por encima de todo, es insostenible: se sobrepasa y desmistifica lo que al principio estaba oculto, disfrazado.
a sí misma en su propia experiencia. La única salvación posible es una reconcilia- A lo largo de su vida, Mariana no hizo más que cobrar progresivamente con-
ción de lo universal y lo particular: ninguno de ellos puede perdurar sin el otro. ciencia de lo que al principio ella era por instinto. En realidad, la sinceridad de
Como se ve, la lectura de Marivaux inmunizaba a Hegel contra Kant. Se conver- la Mariana que recuerda es la reunión de "las sinceridades sucesivas" vividas por
tirá en antikantiano incluso antes de conocer bien a Kant. Mariana. Así alcanza una suerte de saber absoluto de sí misma. La dama, ya an-
A partir de octubre de 1798, Hegel estudió críticamente la Doctrin(l de la ciana, revive el pasado del que está hecha. Mariana recuerda y todas las figuras de
virtud de Kant. Lamentablemente las malas críticas de Hegel sobre esa lectura se este ballet de la existencia que supo danzar tan graciosamente refluyen hacia ella
han perdido, pero Rosenkranz, que pudo leerlas dijo: "Hegel protestaba contra la y se reúnen en una última ronda que las resume, las retoma y las exalta en una
asfixia a que Kant sometía a la naturaleza, contra la fragmentación del hombre y verdadera apoteosis Qacques D'Hont: De Hegel a Marx, Amorrortu editores,
contra la casuística productora del absolutismo del concepto de deber". Buenos Aires, 1970, pág. 24 y sigs.).

224 225
XI

La apatía sadiana

K a n t ha denominado "pum" a todo aquello que e' ab-


solutamente heterogéneo a lo empírico. En la obra de este filó-
sofo, el deseo -relacionado con el bienestar del sujeto- es obje-
to de una implacable crítica porque es el movimiento del sujeto
hacia objetos empíricos o patológicos. De ahí la necesidad de la
ética kantiana de distinguir un a priori del deseo: la experiencia
sensible solamente puede decidir acerca del placer y a partir de
allí no puede constituir una regla universalmente válida.
"El planteo ético de Kant -señala Daniel Gerber- se funda so-
bre la identificación del sujeto con la Ley y sobre su apatía, consti-
tuyendo esto lo que Lacan llama «rechazo (rejection) de lo patológi-
co». [El sujeto escapa así] a toda lógica del interés sensible y puede
identificarse a la Ley que se impone incondicionalmente[ ... ].
Por otra parte, identificándose con la Ley, el sujeto puede
afirmarse como legislador de la misma a la cual se somete. La
apatía subjetiva equivale a lo incondicional de la Ley en tanto
que pura, desprendida, despojada de todo interés por sí mismo
y por el semejante. Así la ley moral es la ley del deseo, pero no
del deseo entendido como movimiento que conduce al sujeto a
los objetos patológicos sino de un deseo puro, desprovisto de to-
do objeto que pueda causarlo". 1

' Daniel Gerber: "Nada en exceso'', en La clínica del amor, Fundación


Mexicana de Psicoanálisis, México, 1992, pág. 96.

227
Lacan, a su vez, dice: "[ ... ] el patíbulo no es la Ley. La Ley mental: más allá de la posib,ilidad de desear -que hace de un ob-
es otra cosa''. 2 La Ley está postulada como otra cosa porque "es- jeto sensible un objeto deseado- está la Cosa. Esta es la pura fal-
tá más allá del juego de recompensas y castigos; más allá de ta, que no es sustituto ni metonimia de nada distinto y previo
aquello que el significante articula, del deseo sometido a la me- a ella, es la Cosa no condicionada a ninguna otra pues consti-
tonimia significante. La Ley no está del lado del significante si- tuye lo incondicionado por excelencia [... ],lo imposible de fi-
no de la Cosa, se confunde con ésta porque es pérdida pura y gurar, lo «fuera de significado»''. 5
originaria que impone incondicionalmente un «más allá del bie- La escena final de La filosofía en el tocador, en la que la ma-
nestar», el sacrificio de todo bienestar en nombre de la Ley". 1 dre es condenada al suplicio de la costura de su sexo, muestra
De esta manera, en tanto Cosa, la Ley es causa de la división que Sade se somete a la Ley que indica la imposibilidad de ha-
del sujeto porque le exige, más allá de toda búsqueda de placer, cer de la Cosa un objeto de deseo.
una entrega incondicional a ella misma, ese retorno a un origen En el Seminario XI, Lacan afirma que la ley moral no es más
oscuro que ilustra Edipo en Colona: "No nacer es la suerte que que ese deseo en estado puro, el mismo que conduce al sacrifi-
sobrepasa a todas las demás; pero una vez nacido, el volver lo cio. La ley moral es la Cosa indiferente que reclama el sacrificio
más pronto posible al origen de donde uno ha venido es lo que del objeto de amor para hacer existir el Otro del Otro. Ese de-
procede". 4 seo puro equivale al imperativo categórico, incondicional, la
La Ley antes de llenarse de contenido empírico es forma voz sadiana del superyó obsceno y feroz.
pura. Del lado de la Cosa no hay consistencia: la Cosa es la Ley
en tanto instancia de la que procede la posibilidad misma de
desear. La apatía sadiana y la frialdad masoquista
En este sentido, Sade es la verdad de la pureza kantiana. Es-
to es así pues "el derecho al goce del cuerpo del otro no se sos- El personaje sádico, lo mismo que el ideal femenino de Ma-
tiene sino en su enunciación misma, enunciación que es incon- soch, se caracteriza por una esencial frialdad que Sade llama apa-
dicional porque el goce no tiene otra razón que él mismo y pro- tía. Pero el problema principal estriba, precisamente, en saber si,
cede de la voluntad del Otro [ ... ]. El sujeto no es sino el agen- desde el punto de vista de la crueldad misma, existe diferencia
te-instrumento de la ley cuya realización supone la apatía, esto entre la apatía sádica y la frialdad del ideal masoquista; y aún
es, la eliminación de toda consideración por el bienestar. En este más, si la confusión, demasiado fácil, de estos conceptos no está
sentido, Kant debe leerse a la luz de Sade quien revela aquello favoreciendo la abstracción sadomasoquista. Podemos adelantar
que el primero escamotea: el otro lado de la «neutralidad» de la que no se trata en absoluto de la misma frialdad e indiferencia.
ley moral, su maldad y obscenidad, su indiferencia por el suje- La apatía sádica -señala Deleuze- actúa esencialmente con-
to, el goce que se oculta tras su aparente pureza. tra el sentimiento, cualquiera que sea, incluso el sentimiento de
De Kant y Sade el psicoanálisis retoma un aspecto funda- hacer el mal; se pone en guardia contra todos ellos, porque su-
ponen un peligroso despilfarro, impidiendo que la energía se
' Jacques Lacan: "Kant avec Sade", en Écrits, Ed. du Seuil, Paris, 1966, pág. 782. condense y precipite como el elemento puro de una sensualidad
1
Daniel Gerber: Op. cit., págs. 100-1 Ol.
'Sófo~les: Edipo en Colona, Aguilar, México, 1976, pág. 71.
'Daniel Gerber: lbíd., pág. 102.

228
229
impersonal y demostrativa. "Procura convertir en placer todo lo · más "éxito" en el intento fallido de dominio de lo real, como si
que inquiete tu corazón", decía Sade. representara con más fuerza la función del objeto, el lugar de
Todos los entusiasmos, también el del mal, están condena- objeto del goce del Otro. Es cierto que tanto en el sadismo co-
dos porque nos encadenan a la "naturaleza segunda" y son "pe- mo en el masoquismo, se trata de ser instrumento del goce del
ligrosos" restos de bondad. Los personajes sadianos están ex- Otro pero en el masoquismo está más "lograda'' esta función de
puestos al recelo de los verdaderos libertinos cuando manifiestan objeto, de resto.
estos sentimientos, aunque versen sobre el mal, porque están in- Una particularidad llama la atención y el breve contraste
dicando que se podrían convertir ante la "primera desgracia''. efectuado entre Sade y Masoch puede ayudar a pensar la si-
En cambio, la frialdad masoquista tiene otro sentido dife- guiente pregunta: ¿por qué el marqués de Sade siempre sostenía
rente: no se trata de la negación del sentimiento, sino más bien que lo esencial se jugaba en la necesariedad, para el torturador
de "denegar" la sensualidad. Es como si el sentimentalismo fue- sadiano, de lograr el ideal de la apatía?
ra quien asumiera las funciones superiores del elemento imper- Quizás el fragmento donde aparece la importancia que tie-
sonal, y la sensualidad la que nos mantuviera encadenados a ne la apatía con más claridad sea el siguiente, extraído de Juliet-
particularidades o imperfecciones de la "naturaleza segunda". te: "Pasé la noche siguiente con Alejandrina. Esta muchacha era
El ideal masoquista -continúa Deleuze- se propone el sin duda deliciosa, pero confieso que la miré tan filosóficamen-
triunfo del sentimentalismo por medio de la indiferencia y a te con los sentidos de tal modo en calma que sentía tan firme
través de la frialdad. Se diría que la frialdad rechaza tanto la sen- en mis ideas la moral dominante tan bien como el físico; la in-
sualidad pagana (masoquista) como la sensualidad sádica. La diferencia era tal, mi flema tan sostenida que, sea por saciedad,
sensualidad desde el momento que es denegada, deja de existir sea por depravación, sea por sistema, pude sin embargo tenerla
como sensualidad; por eso Masoch anuncia el nacimiento del diez horas en mi lecho, masturbarla, hacerme masturbar, chu-
"nuevo hombre sin amor sexual". parla, sin siquiera calentarme la cabeza. He aquí, oso decirlo,
La indiferencia masoquista constituye un grado de congela- uno de los frutos felices del estoicismo. Rigidizando nuestra al-
ción, de transmutación dialéctica, "sublime latencia en la catás- ma contra todo lo que pueda conmoverla, familiarizándola con
trofe glaciar". "Lo que subsiste bajo la capa fría es un sentimen- el crimen por libertinaje; y de ese estado en el que su actividad
talismo, rodeado de hielo y protegido por pieles, y este senti- no le permite permanecer mucho tiempo, pasa a una especie de
mentalismo, a su vez, brilla a través de esta frialdad como prin- apatía que se metamorfosea enseguida en placeres mil veces más
7
cipio de un orden generador, como una cólera o una crueldad. divinos que aquellos que le procurarían las debilidades" .
Frialdad, sentimentalismo y crueldad. La frialdad es a la vez, Poco después agrega: "Acostumbrados a no rehusamos na-
medio protector y medium, capullo y vehículo, que protege al da estamos hartos de todo y los tontos no comprenden a dón-
8
sentimentalismo suprasensual como vida interior y lo expresa, de llega esta apatía del alma''.
en el orden externo, como cólera y severidad". 6 La apatía constituye uno de los pilares fundamentales del
El masoquista se ubica más allá porque es como si tuviera
7 Sadc: "Hisroire de Juliettc ",en Oeuvres completes, Cercle du Livre Précieux,
'' Gilles Deleuze: Presentación de Sacher-Masoch, Taurus ediciones, Madrid, París, 1962, romo VIII, págs. 463-464.
1973, págs. 54-56. , 'lbíd.

230 231
sistema sadiano: es la condición que permite la purez.a de un que llevaron a ese estado fueron accidentes desastrosos innece-
goce libre de lo patológico en el sentido kantiano del término. 9 sarios o misterios ininteligibles le pareció a Vico una ignorancia
En este sentido, el marqués de Sade actúa en resonancia con el respecto de la naturaleza humana. Para Vico los hombres son lo
ideal kantiano de la prescindencia de los "objetos patológicos" . que son en virtud de su desarrollo, de acuerdo con una secuen-
La apatía es la condición para lograr un goce libre de lo patoló- cia inteligible a través de estadios, de suerte que cada uno de
11
gico, un goce que no esté limitado al sujeto de bienestar. ellos justifica la existencia de los otros.
Refiriéndose a la apatía, Deleuze dice: " [... J es indispensa- Los estoicos, por su parte, concebían dos tipos de hombres:
ble que la violencia [... ] no se deje influir por pequeños place- los sabios que están tranquilos y en paz, nunca sufren de nin-
res que espera y que acabarían por encadenarnos para siempre gún mal, y los malvados, que entre ellos son todos enemigos y
12
a la naturaleza segunda. Por el contrario, es preciso que esta vio- viven en la desgracia toda la vida.
lencia proceda a sangre fría [ . .. ] que es la frialdad y rigor del
pensamiento como proceso demostrativo". 10

11 lsaiah Berlin: Vico y Herder, Ed. C\ted ra, Madrid, 2000, págs. 111 - 11 2.
12 Los esto icos fu ero n representantes de una escuela fil osófica surgida a fines
La apatía estoica del siglo IV a. C. sobre la base de la cu ltura helenística, al difundirse ideas cos-
mopolitas e individualistas y al desarrollarse la técn ica sustentada en los co noci-
En el libro de lsaiah Berlin titulado Vico y Herder, el autor mientos mate1m\ticos. Los pensadores más notables de la escuela es toica de los si-
comenta que para Vico las civilizaciones avanzan lenta y dolo- glos IV y llI fueron Zenón y Crisipo.
rosamente hacia la madurez después del desorden y la lucha. Se- Los esto icos defi nían co n la siguiente comparació n el lugar y el papel de las
ciencias por ell os cultivadas: la lógica es la cerca; la física, la tierra fért il; la ética,
gún Vico, quien conocía y admiraba a Lucrecio y a los estoicos
los frutos que esta tierra da. L1. tarea principal de la filosofía radica en la ética; el
pero no coincidía con ellos cuando planteaban que el hombre co nocimiento no es más que un medio para adqu irir la sabidu ría, el arte de saber
podría haber seguido siendo racional y armónico si no hubiera vivir. Es necesario vivir co nfo rm e a la naturaleza. Tal es el ideal del auté ntico sa-
sido por la puesta en juego de la religión, se ha de pagar siem- bio. La felicidad radica en lib rarse de las pas iones, en el sosiego del alm a, en la in-
pre ese precio. diferencia. En la vida, todo se halla predeterminado por el des tino. A quien así lo
La idea de que el oscurantismo podría haberse evitado de quiere , le lleva el destino tras sí; a quienes se res isten, los arrastra a la fuerza.
Los estoicos eran materialistas .e n lo tocan te a la concepción ele la naturale-
no haber sido por la intervención de fuerzas que escapan al con-
za. En el mundo no hay más que cuerpos de densidad diferente.
trol humano, la idea de que el oscurantismo religioso y el temor Es necesario dis tinguir lo verdadero y la verdad. En verdad existen sólo
cuerpos. Lo verdadero, en cam bio , es incorpóreo y no ex iste. Lo ve rdade ro es só-
'' Un autor como Diderot estaba dispuesto a considerarse "sen timentalista" y lo en unciació n. En el esto icismo, el materialismo se comb ina con el nominalis-
pensaba que la virtud tendía a pertenecer al partido de los sentim entalisras. Por mo. Los sentidos perciben la realid ad como algo sin gular. La ciencia tiende a co-
otro lado, era imposible aca llar la noció n de que el sentimentalismo parecía ir de nocer lo general, pero en el mundo lo ge neral como tal no existe. Los estoicos
la mano de la mediocridad y constituir la antítesis del genio. En La paradoja del adm itía n cuatro categorías: 1) substrato (lo que existe); 2) cualid ad; 3) esraclo
comediante sost iene que el actor de gen io manifiesta las emociones con tanta fuer- (por ejemplo, "encontrarse") ; 4) estado relativo ("enco ntrarse a la derecha de al-
za precisamente porque no siente n~nguna (Cf P. N . Fu rbank: Diderot, Emecé, guna cosa").
Buenos Aires, 1994, págs. 230-23 1). En co ntraposición a la lógica de los predicados los esto icos crearon la lógica
'º Gilles Deleuze: Op. cit., pág. 32. de las proposiciones, que tiene en su base los juicios condi cio nales y no los categó-

232 233
La naturaleza, madre y nodriza de la humanidad y fuente.de ligencia e inventan sus propios fines. Sus impulsos son de en-
todas las normas, concede sus dones según el principio griego trada desmedidos.
de "nada en demasía". El mal se introdujo en el mundo con la Con los estoicos de Atenas el logos deja de ser un valor para
pleonexía, con el "querer más de lo necesario", que despertó al convertirse en un elemento del psiquismo hu~ano, distinto a
espíritu técnico. La falta humana aparece en el momento en partir de entonces de la razón ejemplar. La fuerza del drama ra-
que se sobrepasa el metron, la medida, y el hombre se interna dica en que la inteligencia queda al servicio de las pasiones, las
más allá del umbral fijado por la naturaleza, que establece co- setenta y seis pasiones del hombre. 13
mo norma que lo necesario es lo suficiente. En relación con la represión de la sexualidad debemos decir
Para los estoicos la pasión no es diferente a la razón. Son dos que no surge con el cristianismo sino que ya antes existía en Ro-
variantes del logos que no se oponen entre sí sino que son dos ma. El cristianismo introduce el pastorado y lo toma de la so-
aspectos de una misma alma. No obstante, la pasión es también ciedad hebraica: David, primer rey de Israel, recibe de manos
un impulso desmedido contrario a la razón. de Dios la tarea de convertirse en el pastor de su pueblo. En al-
Se trata de dos dimensiones del logos. La pasión se opone a gunas circunstancias el psicoanalista se ubica como el buen pas-
la recta razón de la naturaleza. A los hombres malvados les co- tor. Lacan había advertido ese deslizamiento puesto que termi-
rresponde la pasión, la inteligencia, la hormé (impulso) desme- nó diciendo que el psicoanalista "descarita'' (décharite, neologis-
surada, el placer. A los hombres sabios les corresponde la apa- mo, negación de chariter: ejercer la caridad).
tía, la hormé medida, la satisfacción, la orexis (apetito). Desco- El estoicismo buscó y llevó la miseria sexual - de la que
nocen el placer y el deseo. Los impulsos del sabio están imbui- hablaba Foucault- al rango de un ideal y en la misma dirección
dos por la recta razón de la naturaleza y se conforman espontá- intervino el cristianismo con la célebre metáfora de la sexuali-
neamente a los fines de ésta. dad del elefante. El elefante no realiza el acto sexual más que
Para concebir la felicidad estoica, hay que intentar imagi- cinco días cada dos años y sólo con miras a la procreación. "Ha-
narse que el acto de comer pueda procurar un profundo gozo, gan lo mismo'', dice la pastoral cristiana. Si fornicar está al ser-
pero no debido a lo que se come, sino porque asocia a la cria- vicio de la procreación, Dios está presente hasta en el acto de
tura viva con los fines de la naturaleza. Tal felicidad supone que, coger. Pero si el sexo es olvido de sí es también olvido de Dios.
al igual que los animales, se está privado de razón o que se po- Por otra parte -comenta Allouch- el cristianismo renueva
see la episteme del sabio. Los malvados, en cambio, poseen inte- el previo rechazo al katapugon (sometimiento anal): no puede
haber otra sumisión más que a Dios. 14
ricos; establecieron los tipos de nexo entre juicios que la lógica moderna denomi- En lo que respecta al conocimiento, el problema estoico es
na implicación material. que la aprehensión del objeto se hace mediante los sentidos.
Los estoicos más relevantes de las épocas subsiguientes fueron los discípulos
Hay que precisar de entrada que para los antiguos estoicos, la
de Crisipo, Zenón de Tarso y Diógenes de Seleucia; Boezo de Sidón (murió en
119) y Panecio de Rodas (siglb 11 d. C ). En los primeros siglos de nuestra era,
empezó a desarrollarse el estoicismo en rerrirório romano, con la particularidad u María Daraki y Gilbert Romeyer-Dherbey: El mundo helenístico: cínicos,
de que se elaboraban en lo fundamental las ideas morales y religiosas de la doc-
estoicos y epicúreos, Ed. Akal, Madrid, 1996, págs. 24-26.
trina estoica; entre los estoicos de esta época hay que incluir a Lucio Anneo Sé-
'' Jean Allouch: "Para introducir el sexo del amo", en Litoral 27, Edelp, Cór-
neca, Musonio Rufo, Epicteto y el emperador Marco Aurelio.
doba, 1999, págs. 91-92.

234 235
percepción es un contacto, la vista se da por la luz que Line al
Los "placeres disolutos" son rechazados, no por una conde-
vidente con el objeto en forma de cono cuya punta está en el
na desde el mirador de la virtud sino porque no le parecen pro-
ojo y la base en el objeto. El aire vibrante da la señal y la per-
vechosos según su cálculo utilitario y porque no aportan sereni-
cepción sensorial pasa del ojo al alma. Pero aunque la impresión
dad al alma ni dan ataraxia al espíritu y tampoco son estables
sea una impresión estática de reposo, se trata de la impresión
para la felicidad del cuerpo. Se percibe entonces la diferencia
que causan las olas o incluso, siguiendo una imagen cara a los
entre la apatía estoica y la ataraxia de Epicuro pues este último
estoicos, la del pulpo cuyos seudopodios son animados incesan-
privilegia el cálculo de los placeres para lograr su moderación y
temente por el movimiento y se hayan unidos entre sí. Se trata
no su ausencia.
de una corriente de sentido doble, continua, del ojo al alma y
En la Crítica de la razón pura, Kant afirma que los epicúreos
del alma al ojo. De ese contacto con el objeto nace la represen-
habían aceptado falsamente a la felicidad como principio supe-
tación phantasia, y esta imagen, este aire vibrante, es ¡;uscepti-
rior de la moral y habían puesto la máxima de la elección arbi-
ble de ser comprendido, catalepsis.
traria ("cada uno según sus inclinaciones"), en lugar de una ley.
El alma da entonces su asentimiento, segkatatesis, que hace
Los estoicos, en cambio, habían elegido muy bien -dice
pasar la phantasia mediante la comprensión al dominio del co-
Kant- el principio superior práctico, es decir, la virtud, como
nocimiento. Ese contacto es estructurado por el hegemonikon de
condición del Supremo Bien. Pero "al representar el grado de
modo que los sentidos están completamente atravesados de ra-
virtud exigible para la ley pura del Supremo Bien, como com-
zón, de logos, y la representación que se ve así ordenada por el
pletamente realizable en esta vida, no s'ólo habían extendido la
lagos, es una phantasia logike.
facultad moral del hombre, bajo el nombre de sabio, más allá de
Es por eso que la proposición, el juicio, que es la represen-
todos los límites de su naturaleza y admitido algo que contra-
tación incorporal de un hecho incorporal, el cual se produce en
dice todo el conocimiento humano, sino que también habían
el registro del discurso de la palabra, es indisociable de la phan-
dejado el segundo elemento perteneciente al Supremo Bien, es-
tasia, representación corporal del individuo corporal. 15
to es, la felicidad, sin querer darle el valor de un objeto particu-
Es necesario aclarar que la posición de los estoicos con res-
lar de la facultad humana de desear; su sabio, como una divini-
pecto a la apatía debe confrontarse con la manera de percibir el
dad en la conciencia de la excelencia de su persona, habíanlo
valor del placer en la filosofía de Epicuro (341-270 a.C.) con el
hecho enteramente independiente de la naturaleza [ ... ] expo-
objeto de establecer una diferencia pertinente. Para este filósofo,
niéndolo, pero no sometiéndolo a los males de la vida [ ... ]". 17
orientado a una sabiduría práctica y a una astucia seleccionado-
ra, la pauta ética coincide con la phronesis (prudencia) pues se
trata del encomio de la temperancia y la sensatez "no porque se
El pasaje del estoicismo al escepticismo en Montaigne
haya buscado tal virtud, por ella misma, sino porque la práctica
de semejante virtud y el cálcblo utilitario resultan coincidir" . 16
Montaigne ( 1533-1592) es un auto r interesante para perci-
bir el pasaje del estoicismo al escepticismo. En el capítulo XII
15
Mayette Vilrard: "Volverse del color de los muertos", en Litoral 22, Edelp,
Córdoba, 1996, pág. 27 y sigs. 17
Manuel Kant: Crítica de la razón pura, Espasa-Calpe, Madrid, 1984, pág.
"' Ca rlos García G ual: Epicuro, Alianza Editorial, Madrid, 1996, pág. 187.
178.

236
237
del segundo tomo de los Ensayos, titulado ''Apología de Rai- tiempo, es un punto de inflexión que conduce a la madurez del
mundo Sabunde'', comenta y en parte critica las tesis de ese au- Libro III de los Ensayos. El escepticismo de la Apología ... sirvió
tor catalán admirado por su padre, quien antes de morir le en- para bajarle los humos a la filosofía, pero no para negar cual-
comendó la traducción de su libro. quier posibilidad de conocimiento pues, al final, el escepticis-
El filósofo Raimundo Sabunde, muerto en 1436, dejó una mo se convierte eh un saber eminentemente práctico, que per-
obra, el Liber creaturarum seu de homine, que se difundió mu- mite enjuiciar la propia conducta y, por extensión, la de los de-
cho en el Renacimiento. En ese texto decía que la revelación es- más hombres, por cuanto "cada hombre lleva la forma entera de
tá contenida en las Escrituras pero también hay otro libro, el de la humana condición".
las criaturas, que Dios puso a disposición de todos los hombres La Apología ... es también una crítica epistemológica o me-
para que, por medio de la razón, pudieran llegar a conocer las todológica que acaba salvando la posibilidad de la "razón prác-
verdades reveladas. 18 tica", a partir de la cual puede construirse una moral aunque
Montaigne proyectó escribir los Ensayos con la intención de dentro de los límites humanos.
colmar el vacío producido por la pérdida de su gran amigo
Étienne de La Boétie, autor de La servitude volontaire. Él dijo
que La Boétie fue el único que "gozó de mi verdadera imagen" La apatía estoica y sus diferencias con la apatía sadiana
y que ésta se la llevó consigo al morir. Los Ensayos pueden ser
entendidos, en consecuencia, como la restitución de aquella El análisis de Flaubert que efectúa Catherine Millot es útil
imagen verdadera de sí mismo que Montaigne jamás atrapó de para precisar la diferencia que estudiamos. Esta autora recuerda
los otros, ni como señor feudal ni como hombre pú~lico. que un año después de la crisis de Pont-l'Éveque, Flaubert ter-
Pero este proceso de reconstitución acabó siendo un genui- minaba la primera Éducation sentimentale. A diferencia del ni-
no proceso de invención -al modo de la suplencia- a través de hilismo de Novembre, novela sobre la pasión vacía, perpetua-
la escritura de los Ensayos. En ese movimiento se distinguen va- mente frustrada, en la que ningún objeto está a la altura del de-
rias fases: primero es estoico y quiere prepararse para la muerte, seo, condenado a consumirse de insaciabilidad, la primera Édu-
critica las ilusiones de los hombres y aspira a una vida sin com- cation es la novela de formación del escritor Flaubert; traza, ba-
plicaciones; pero la virulencia de la guerra civil entre hugonotes jo el nombre de Jules, uno de los dos héroes, su programa y sus
y católicos y la lectura de Sexto Empírico diluyen ese estoicis- planes para el futuro.
mo inicial y llega al escepticismo. Es bajo el impacto del escep- En primer lugar, curarse de la pasión y despedir el pathos.
ticismo que Montaigne escribe la Apología ... y acuña su frase Jules "quiere que su palacio esté vacío para caminar en él con
Que sais-je? mayor comodidad" y se dedica metódicamente a destruir sus
La crítica del dogmatismo filos~fico y de la presuntuosa ra- sentimientos y sus deseos, a fin de alcanzar esta famosa tranqui-
zón humana que contiene la Apología ... ha sido vista como una lidad de espíritu, condición para convertirse en artista más que
superación del estoicismo inicial de Montaigne pero, al mismo protección contra el sufrimiento. El arma que vuelve contra sí
mismo con este propósito es la misma que le sirve para devaluar
"Miguel de Montaigne: Apología de Raimundo Sabunde, Ed. Sarpe, Madrid, los objetos de sus pasiones: la ironía. Se endurece hasta "petri-
1984. ficar el corazón" pero no tanto que no pueda ser conmovido por

238 239
la imaginación. Se trata, efectivamente, de dominar la sensibi- na, aunque se asemeja más a la ataraxia de los estoicos.
lidad para hacerse instrumento de los objetivos del artista. Mientras ponía los últimos toques a esta primera Éducation
Vemos aquí esbozarse una de las grandes tesis de Flaubert, sentimentale, el autor, despedido junto con lo patético, desaparecía
según la cual, para describir bien las pasiones, es necesario no del relato flaubertiano. Ninguno de sus personajes fue ya el porta-
padecerlas: "Aquel cuyo dominio es el corazón humano deberá voz de Flaubert, quien quiso estar de esta manera ausente de su
acorazarse en los lugares sensibles y colocarse una visera sobre el creación como Dios lo está de la suya. En cuanto al perro, regresa-
rostro para vivir tranquilo en medio del incendio que produce, rá a pesar de todo con la fidelidad de lo reprimido, bajo la forma
invulnerable en la batalla que contempla: quienquiera que esté de la carroña inflada de su tedio. "Tengo dentro de mí", le escribi-
comprometido con la acción no ve el conjunto, el jugador no rá a Louise Colet el 20 de diciembre de 1846, "un fastidio radical,
siente la poesía del juego que está en él, ni el libertino la gran- íntimo, acre e incesante, que me impide disfrutar de nada y me lle-
deza del libertinaje, ni el amante el lirismo del amor, ni el reli- na el alma hasta hacerla estallar. Reaparece por cualquier motivo,
gioso, quizá la justa grandeza de la religión. Si cada pasión, ca- como las carroñas de los perros que surgen a la superficie del agua,
da idea dominante de la vida, es un círculo dentro del cual gi- a pesar de las piedras que se les ha atado al cuello para ahogarlos". 20
ramos, para ver la circunferencia y la extensión no debemos Cuando tenía veinte años, no experimentó más el deseo de
permanecer encerrados en él sino colocarnos fuera de él". 19 Co- vivir ni tampoco el de morir. Muerto para las pasiones comunes,
mo Paris, raptado en combate por Afrodita, el artista debe ase- "contempla la vida con una mirada tranquila'', convocando al
gurarse una posición de extraterritorialidad. El mundo no se le universo con el pensamiento, "sentado aparte", como "un rey
dará como espectáculo si él no se excluye y se ausenta. _ que recibe tributos".
En este punto de su itinerario ascético Jules encuentra, du- Se redujo -dice Catherine Millot- a no ser más que "el ins-
rante un paseo, un perro perdido que se suma a sus pasos y del trumento de su propio empresa, el crisol de la transformación
que trata en vano de desembarazarse; el animal rechazado vuelve del mundo en libro, el lugar del pasaje entre la Vida y el Arte":
sin cesar a la carga. La angustia termina por oprimirlo ante la mi- lo que la vida le ofrece, él lo da al arte.
rada insistente del animal. Presa de pánico, huye y, y~ en su casa, A lo largo de 1844, Flaubert se dedica a trazar los planes de
se encierra con siete llaves. Pero a la mañana siguiente descubre su vida póstuma, es decir, de su vida de escritor. La mortificación
con horror que el animal está allí, bajo el umbral, a la espera. en la cual se adiestra cumple diversas funciones: sacrificial, pues
Lo siniestro de este episodio autoriza a considerarlo como "se hace expiatoria del deseo de muerte con respecto al padre y
una formación del inconciente. Imagen del retorno de lo repri- propiciatoria, a fin de doblegar el poder paterno", preventiva,
mido y de su insistencia, este perro sarnoso es el representante pues "sirve para esquivar el sufrimiento y el fracaso: nada más
de aquello que Jules-Gustave se ha propuesto "colocar afuera" : puede ocurrirle a un muerto" y retributiva, ya que "pretende pa-
él mismo como sujeto, sufriente de deseo, con el fin de alcan- gar por anticipado la deuda del deseo: ¿qué más se le puede pe-
zar lo que Flaubert llamará la "impersonalidad" del artista, la dir a alguien que ha consagrado su vida al Arte? Nutre, además,
cual no deja de implicar cierta proximidad con la apatía sadia- el goce sexual del fantasma de sumisión al escalpelo paterno". 21

"Catherine Millot: "El culto a la imperso nalidad", en La vocación del escri- "' !bíd.' pág. 112.
tor, Ed. Ariel, Buenos Aires, 1991, P'íg. 110. "!bíd., pág. 114.

240 241
"El deseo de muerte con respecto al padre se extendió como gañan y gozan abiertamente' del sufrimiento que infligen. Sade
una gangrena sobre todos los objetos amados. Y llevaba dentro nos muestra lo que puede suceder en cualquier cultura cuando
de sí la rabia del Me finai de Edipo. El deseo de no haber naci- el dolor -redefinido como mero ir y venir de impulsos eléctri-
do se une con el de suprimir al autor de sus días; y la erradica- cos- pierde toda memoria de su contacto con lo trágico". 23
ción de las pasiones equivale al asesinato de su objeto. La Nada Sade ubica la apatía al servicio del goce y de un sistema. Por
contra la cual Flaubert canjea todos los goces, es la marca del go- otra parte, toda la estrategia sadiana consiste en partir de un pa-
ce, poderoso por excelencia, de la pulsión de muerte". 22 so previo a la posibilidad de la educación, esto es, surge de una
La apatía estoica se diferencia claramente de la apatía sadia- posición de saber sobre el goce; desde ahí es posible la educa-
na porque se postula como una indiferencia racional generali- ción o el adoctrinamiento, consecuencia y reafirmación que se
zada a todas las pasiones y está al servicio de una Naturaleza desprende de la posición de supuesto saber sobre el goce.
ajustada a la medida, al equilibrio, a no traspasar el límite y a la En su texto Eichmann en Jerusalén, Hannah Arendt men-
sabiduría. La apatía sadiana, en cambio, está al servicio de la ciona también una referencia al ideal de la apatía. En el juicio
desmesura derivada de una Naturaleza primera puramente des- al que fue sometido, Eichmann planteó que, en última instan-
tructiva. cia, todo lo que él hacía estaba al servicio de una ley que lo
La apatía del erotismo sadiano se parece mucho a una anes- transcendía. 24
tesia selectiva, local, que elimina solamente una zona o rango Antes que Lacan planteara la importancia de la apatía en el
específico de sentimientos mientras potencia las sensaciones fantasma sadiano, Maurice ·Blanchot describió con precisión el
restantes. No hay duda de que los héroes y heroínas de Sade po- problema que nos ocupa pero desde una perspectiva hegeliana.
seen este poder de autoanestesiarse, y en una medida extraordi- Blanchot dice que el principio de la negación constituye el
naria. De Madame Clairwill escribe Sade que no tenía igual en principio mismo del poder, de modo tal que el héroe sadiano
cuanto a falta de sensibilidad: "Se enorgullecía de no haber de- sigue esta lógica de la negación hasta la negación de la negación.
rramado jamás una lágrima". Así como Lacan plantea la articulación de Kant con Sade,
La sublime apatía de Madame Clairwill es el salvaje antído-
to sadiano del "hombre sentimental" del siglo dieciocho. Se v David Morris: "El sexo, el do lor y el marqués de Sade'', en la cultura del
presenta, en todos los sentidos posibles, como el .antitipo del dolor, Ed. Andrés Bello, Santiago de Chi le, 1994, págs. 278-279 .
héroe sentimental. Su apática atenuación de las emociones en " Hannah Arendt, Elie Wiesel y Primo Lcvi contribuyeron a la idea que
busca de sensaciones potenciadas apunta, sin embargo, más allá consiste en pensar los campos nacionalsocialistas como un gran proyecto de len-
guaje administrativo que neutraliz6 la desaforada potencia de las pasiones des-
de la parodia sadiana del sentimentalismo. En casi toda cultura
tructoras pues la efectividad letal que necesi taba la máquina para su funciona-
es precisamente una anestesia selectiva lo que nos permite tole- miento recurri6 a la neutralidad de las pasiones humanas inmediatas. El objetivo
rar lo intolerable. era gestionar los cuerpos como si se tratara de cosas, es decir, materia de investi-
"Las sociedades libertinas de Sade -expresa David Morris- gaci6n, incluso mero soporte químico. "En este destino de cosificaci6n inusitada
no son únicas por su brutalidad (como atestiguan Auschwitz, de la víctima se encuentra acaso la confirmaci6n más extrema de nuestra hip6te-
Camboya y Vietnam), sino porque son concientes y no se en- sis sobre la negaci6n más radical de la violencia en el ideal de exterminio, puesto
que la objetalizaci6n de la víctima la hace incluso indigna de inspirar los más pri-
mitivos deseos o sentimientos humanos" (Vicente Sánchez-Biosca: Funcionarios
" lbíd., pág. 115. de la violencia, Ed. Episreme, Valenci.a, 1997).

242 243
Blanchot relaciona a Hegel con Sade. Afirma que la apatía co- sión subjetiva en el caso de esta figura del marqués de Sade.
mo negación de la sensibilidad conduce más allá de los place- Se podría pensar de la siguiente manera: por un lado está el
res, al goce soberano. "Todos los grandes libertinos [esto está di- polo del sujeto y por otro lado está el polo del Otro. El polo del
cho antes que Lacan escribiera Kant con Sade], que sólo viven sujeto que aparece como agente ejecutor de la ley y el polo del
para el placer, no son grandes sino porque han aniquilado en Otro que está representado tanto por el que prescribe la ley co-
ellos toda capacidad de placer. Por eso llegan a espantosas ano- mo por la víctima. Son lugares de alteridad respecto del sujeto,
malías, si no la mediocridad de las voluptuosidades normales les sujeto que en última instancia es un mediador. Recordemos la
bastaría. Pero se han hecho insensibles: pretenden gozar de su frase del Seminario X· La angustia: "el perverso es instrumento
insensibilidad, de esta sensibilidad negada, y se vuelven feroces. del goce del Otro". El agente ejecutor es el mediador entre es-
La crueldad no es más que la negación de sí llevada tan lejos tas dos alteridades referidas al sujeto: la de la ley y la de la víc-
que se transforma en una explosión destructora; la insensibili- tima. Ahí tenemos la relación del agente ejecutor, que es media-
dad se c~nvierte en estremecimiento de todo el ser [... ]".25 dor e instrumento, con una doble alteridad (la ley y la víctima).
En el marqués de Sade, en general, los personajes desempe- En este sentido el sujeto queda desvanecido y pasa a ubicarse en
ñan tres roles: el rol de víctima, el rol de verdugo -es decir eje- el lugar del objeto a.
cutor- y un tercero que representa la ley, la prescribe, y regula En el Seminario XVI: De un Otro al otro, Lacan dice que el
la escena, por ejemplo dice: "haz tu deber". perverso, en última instancia, se ofrece como a del Otro, que es
En La filosofía en el tocador los personajes son: Madame de una manera de retomar la tesis del Seminario X La angustia;
Saint Ange, la que organiza, prescribe la ley y regula los movi- queda desvanecido y reducido al objeto a. El agente ejecutor
mientos; Dolmancé, el ejecutor, el preceptor, el que enseña; y tiene como regla la apatía. En tanto este agente ejecutor, media-
luego Eugenie, la que es iniciada. Es curioso y significativo que dor, es apático y su presencia se reduce a no ser más que un ins-
si extraemos las iniciales de Saint Ange, Dolmancé y Eugenie se trumento de la ley, cumple un acto que Lacan considera rigu-
escribe el nombre de Sade. rosa y perfectamente moral en el sentido en el que Kant define
Esta tríada muestra el estallido de la unidad del sujeto re- la acción moral.
presentado por distintos personajes, una especie de repartición Esta división subjetiva implica algo que el sujeto sadiano tie-
tributaria. Lacan no lo dice de ese modo pero plantea la divi- ne que soportar y de ese modo se ubica fundamentalmente como
el agente apático de la ley para satisfacer, en última instancia, la
25
Maurice Blanchot: "La razón de Sade", en Sade y Lautréamont, Ed. del
voluntad del Otro. En este sentido, el imperativo kantiano es
Mediodía, Buenos Aires, 1967, págs. 51-52. equivalente, pues también procede de la voluntad del Otro, ya
Blanchot señala con claridad su modo de entender la apatía: " [... ] la aparía que más allá del placer al que parece apuntar este deseo, en reali-
no consiste solamente en destruir los afectos «parasitarios» sino también en opo- dad está el goce que exige el desvanecimiento del placer.
nerse a la espontaneidad de cualquier pasión" (Jbíd., pág. 5 1). Esa voluntad del Otro interviene pues es el modo en que
Para ~I desarrollo del tema de la apatía y el problema de la relación de Kant
funciona, en la razón práctica, la idea regulativa. La idea regu-
con Sade he considerado también los trabajos de Philippe Julien ("Cicerón, Kant,
Freud: trois reponses a la folie des passions ·: en Littoral 27128, Ed. Eres, Par is, lativa funciona en el campo de la razón práctica como aquello
1989, págs. 35-48) y de Jean Paul Abribat ("Une esthetique «non transcendanra- que impone el cumplimiento absoluto de una ley formal y en
le»: le nouage de R.S.I.", en Littoral 22, Ed. Eres, Paris, 1987, págs. 33-44). este sentido es una voluntad que excede la sensibilidad y la ra-

244 245
cionalidad subjetivas y por eso es trascendental. Desde'nuestra mor y la esperanza son las principales, funcionan como las con-
perspectiva decimos que se trata de la voluntad del Otro. diciones de la tiranía. Tristes son las pasiones que inhiben nues-
Cada sujeto es el agente ejecutor de la ley en la medida en tra vis existendi, la expansión de nuestra potencia, que operan
que efectivamente desarrolla y despliega la acción moral. "Mo- una transición de una mayor a una menor perfección. "Un
ral" es un término planteado en el sentido que cumple con una afecto sólo es malo o nocivo en cuanto impide que el alma
ley o está al servicio de una ley, pero la diferencia importante (mens) pueda pensar [ ... ]". 26
con Kant consiste en que, en el marqués de Sade, esa ley se de- En Spinoza se trata siempre de vencer a la pasión con la pa-
fine como ley de la inmoralidad. sión, sustituir, desplazar, torcer las malas pasiones buscando un
efecto de alegría. Será la calidad de mi relación con la exteriori-
dad lo que va a signar el estado ético en el que me encuentro en
Spinoza y la apatía sadiana un momento dado. La ética, por lo tanto, no tiene que ver con
la observancia de principios sino con una continua experimen-
Es cierto que Sade toma prestada del estoicismo -para tación de sí.
redefinida- la noción de apatía, pero también recibe la influen- La preponderancia de la tristeza sobre la alegría promueve,
cia de la filosofía de Spinoza, que el marqués había leído a tra- en el orden político, todo un conjunto de pasiones de someti-
vés de algunos libelos y artículos de la Enciclopedia que circula- miento en virtud de las cuales los hombres "luchan por su es-
ban en su época. Es significativo que un personaje de ]uliette le clavitud como si se tratara de su salvación". A la inversa las pa-
recomiende a la protagonista que se inspire en los grandes prin- siones de libertad -que promueven la actividad- resultan de
cipios de Spinoza. una acumulación de transiciones hacia estados de alegría, que
27
Sade retiene del antiguo estoicismo la ética de una colabo- se dan forma en una política de la amistad.
ración con el orden del universo que llama "imitación de la na- Para Spinoza el cumplimiento ético pasa por desarrollar al
turaleza". Preconiza una aceptación activa, es decir, recomienda máximo las facultades activas. Deleuze, en su libro Spinoza y el
esa tranquilidad del alma que nace de una reducción de las problema de la expresión, afirma que esta ética de Spinoza consis-
fuentes del dolor, que pueden surgir de las ideas narcisísticas, de te en ir hasta el fin con todo lo que se pueda. Esta frase podría ser
la idea de la muerte, del remordimiento, etc. Recordemos que suscripta perfectamente por el marqués de Sade, en el sentido de
Sade pasó veintisiete años de su vida detenido en prisiones, y de que una cosa se define como buena por el hecho de que es desea-
algún modo extrae del estoicismo lo más útil para su situación da, lo cual queda acentuado cuando Spinoza dice que el bien es -
de encarcelado, privado de todas sus libertades excepto de la li- todo género de alegría o todo lo que conduce a ella y principal-
28
bertad de pensar, como diría Sartre. mente aquello que satisface un deseo, cualquiera que sea.
En este sentido, la ética sadiana se coloca cerca de la ética
de Spinoza, porque en los dos casos se trata de la ética del de-
"' Baruch de Spinoza: Ética, Alianza Editorial, Madrid, 1986, pág. 364.
seo como esencia del hombre -frase que recuerda Lacan varias
17 Diego Tatián: "Una política de la cautela", en Horacio González: Cóncavo
veces-, pero en tanto esta ética se define por la tendencia a acre- y convexo. Escritos sobre Spinoza, Ed. Altamira, Buenos Aires, l 999, pág. 82.
centar lo que se podría llamar la potencia del ser. " Cf G illes Deleuze: "Spinoza y las tres «éticas»", en Crítica y clínica, Ed.
Según Spinoza, las "pasiones tristes", entre las cuales el te- Anagrama, Barcelona, 1997.

246 247
La ética de Spinoza propone la conversión del pasaje de la
resultado de las pasiones débiles; por ejemplo, el temor y la pie-
pasividad en actividad y, de ahí en más, postula el pasaje de la
dad, no son más que frenos para la potencia de ser y para lapo-
actividad del cuerpo a la actividad del alma. Este movimiento es
tencia de actuar.
comparable a la ascesis que conduce a la apatía sadiana. Por
Recordemos que el marqués de Sade se proponía, por su teo-
ejemplo, Juliette debe renunciar a las descargas de sensualidad
ría de la exaltación de la naturaleza, imitarla. Las leyes contravie-
para sostener la energía necesaria que le permitirá sobrepasar los
nen el orden de la naturaleza que guía al viviente según la ley de
límites de los prejuicios.
su placer. Saint Fond, uno de los personajes de las novelas de Sa-
de, recomienda a Juliette que se entregue a la puesta en acto de to-
do lo que se imagina, que haga todo lo que se imagina. "Verás Ju-
El crimen y la apatía sadiana
liette -le dice Saint Fond- cuantos obstáculos aportaría a tu deli-
rio un espíritu contenido en los límites de la honestidad o de la vir-
Si, como dice Spinoza, es preciso comenzar aumentando la
tud; sería como si echaras cubos de hielo en el ardor, sería como
aptitud del cuerpo para ser afectado, a fin de desarrollar la apti-
otras tantas cadenas, como otras tantas trabas que abrumarían a un
tud del espíritu, el libertino debe esperar un punto donde, se-
joven corcel que no demanda otra cosa que lanzarse a la carrera". 30
gún el marqués de Sade, "lo físico se abraza con las voluptuosi-
Sade define el crimen como una acción vigorosa, el máximo
dades del espíritu". En este sentido, Juliette deberá apreoder a
despliegue de esa potencia de ser, es decir, un ser sin restriccio-
cometer crímenes a sangre fría y a iluminar sus sentidos con las
nes, que se rehúsa a todo lo que puede poner límites a esa po-
llamas de esos crímenes. Dice: "Mi alma es impasible y desafío
tencia del ser. El libertino sólo está en falta cuando su acción es
a algún sentimiento que se atreva a enternecerla. Soy dueña de
débil, cuando no llega hasta las últimas consecuencias, cuando
las afecciones de esa alma, de sus deseos, de sus movimientos.
realiza una acción de la cual él mismo diría: "Podría haber he-
En mí, todo está a las órdenes de mi cabeza". 29
cho más pero no lo he hecho". 31
El marqués de Sade justifica la existencia del crimen porque
El goce es definido por el marqués de Sade como la afección
el crimen es para él el acto por excelencia. El goce que corona al
que acompaña a la actividad. Es interesante el término que usa
crimen, la ejecución del mismo, se presenta como equivalente a
por la referencia freudiana al carácter siempre activo del movi-
lo que Spinoza llamaba la beatitud. En tanto spinozi~no, no só-
miento pulsional. En este sentido, "cuanto más se es más se go-
lo kantiano, Sade afirma que el crimen es una emoción carente
za", dice el escritor libertino. Aumentar la actividad significa au-
de sentido.
mentar la diferencia entre el sujeto y el objeto. La intensidad de
La Sociedad de los Amigos del Crimen, propuesta por el mar-
la sensación significa que el goce -por el lado del torturador- y
qués, precisa en sus estatutos que cualquier integrante se va a de-
el dolor -en el caso de la víctima- miden el grado de la activi-
dicar al crimen, para conformarse a las costumbres recibidas. En
dad. Tanto más goce en el que realiza la actividad, tanto más do-
este sentido, el crimen sólo existe a los ojos de la ley, que es obra
lor del lado del que sufre miden el grado de la actividad y por
de los hombres. Para Sade, el 1'espeto a la ley no es más que el
eso el máximo grado, la máxima potencia del ser es el crimen.

''' Sade: "Histoire de Juliette", en Oeuvres Completes, Cercle du Livre Pré-


JO f bíd., pág. 329.
cieux, Paris, 1962, tomo VIII, pág. 262.
JI fbíd. , pág. 400:

248
249
El crimen es en Sade el acto por excelencia. En Lacan el acto En el primer esquema ap:uece el lugar del sujeto y del obje-
por excelencia, el modelo teórico de todo acto, es el suicidio. Por to y, al mismo tiempo, se percibe que la voluntad de goce del
eso en el acto erótico, según el marqués, la persona de la que uno agente apático establece dos dimensiones subjetivas distintas.
goza no debe gozar. La similitud que así se produciría anularía la Una es la del sujeto ubicado como sujeto escindido, que Lacan
diferencia entre el agente y el paciente, produciendo un efecto llama sujeto de la razón práctica, y otra se refiere al sujeto pato-
que podríamos llamar "efecto de entropía''. El marqués de Sade lógico, el sujeto no escindido que aparece arriba.
dice: "Es una verdad reconocida que toda potencia compartida se Esta voluntad de goce, representada con la "V", como volun-
debilita. Intentad hacer gozar al objeto de vuestros placeres, no tad kantiana, no se determina sobre la base de un objeto empíri-
tardaréis en daros cuenta de que lo hace a vuestras expensas" .32 Es co, sino que se define a partir del fundamento del deber, es decir,
decir, se trata de lo que se pierde. Además están las impresiones de la autonomía que surge de la potencialidad del hecho de darse
de lo que se quiere producir en el objeto: si se quiere hacer expe- la propia ley. Esto es lo que realizaría la universalidad de una vo-
rimentar a sus "nervios" una conmoción violenta, se percibe bien luntad libre de cualquier motivación singular, sensible, empírica.
que la sensación del dolor será más fuerte que la del placer. El orden del esquema empieza en la ley del deseo, sigue en
El agente "gana'' la dimensión del goce y goza de su potencia el objeto, luego la voluntad y continúa con el sujeto dividido y
de actuar ubicándose como causa de ese espectáculo del quebranto el sujeto patológico. En esa secuencia la voluntad no está en el
del otro. El libertino goza de su potencia de actuar y rechaza la idea primer lugar, sino que ella está determinada. La voluntad de rai-
de ver a otro gozar como él -esta es la función del fantasma sadia- gambre kantiana, definida como voluntad de goce en el fantas-
no-, porque lo reduciría a una suerte de igualdad con su víctima. ma sadiano, está determinada - no es autónoma- pero no por
Podemos formular ahora la siguiente pregunta: ¿la apatía se una función subjetiva, sino por la función del objeto, lo cual
encuentra sólo del lado del torturador? Efectivamente, del lado implica la inversión de la fórmula del fantasma neurótico para
del torturador aparece la apatía mientras que del lado de la víc- poner primero al objeto a, es decir, para ubicar en el origen la
tima no tiene que aparecer el goce sino más bien la angustia. objetivación de un goce petrificado.
Llegados a este punto es importante reproducir nuevamen- El imperativo planteado en el fantasma sadiano, equivalen-
te los grafos siguientes propuestos por Lacan: te al imperativo categórico, impone determinar la voluntad de
goce a fuerza de prescindir de lo subjetivo. Acá encontramos

d~VN' ~z:
nuevamente la idea de la apatía. Se trata de actuar en función de
un principio que sólo tiene la forma de la ley. Por eso se trata de
Kant con Sade, según la expresión de Lacan. De este modo el a
es la forma de la ley en el fantasma sadiano.
1

a O $ Es conveniente citar otra frase del marqués para ejemplificar


t
d
la diferencia de los lugares: "Quien sabe endurecerse frente a los
males del otro se transforma enseguida en impasible ante los su-
Esquema 1 Esquema 2 yos propios". 33

.1
2
lbíd., pág. 257. JI fbíd., pág. 104.

250 251
Que el otro sufra, que la víctima sufra, es uno de los obje- Cuando el libertino es ejecutado por los crímenes perpetra-
tivos del torturador; pero no que ese sufrimiento esté justo ubi- dos, va a extraer de la guillotina un último goce. Es interesante
cado en aquello que el otro espera como punto de goce. En ese leer esta frase: "Oh, Juliette -dice la Borghese-, yo querría que
sentido, por ejemplo, le dice Delvene a Juliette: "Cuanto me- en mis extravíos pudieran arrastrarme como la última de las cria-
nos una es sensible, menos se afecta y más se acerca a la verda- turas a la suerte a donde las conduce su abandono. El patíbulo
dera independencia. Nunca somos víctimas más que de dos co- mismo sería para mí un trono de voluptuosidades y desafiaría a
sas: de los malestares del otro o de nuestros malestares: comen- la muerte gozando del placer de expirar víctima de mis crímenes
cemos por endurecernos frente a los primeros malestares del y de asombrar un día al universo". 36 Si ella muere a causa del
otro, los segundos no nos tocarán, y nada, desde ese momento, odio, la perfidia, la pura violencia de los semejantes, ella va a go-
tendrá el derecho de inquietar nuestra tranquilidad". -'4 zar también por ser "al expirar, la ocasión de un crimen". 37
El partenaire tiene que quedar afectado por lo que el tortu- Según David Morris, Sade examina la conducta sexual hu-
rador efectúa, y una de las afecciones principales es la angustia; mana como "un Linneo ligeramente encorvado", decidido a
pero esto no significa que a partir de este hecho la víctima en- identificar y clasificar toda posible permutación del placer. In-
cuentre un goce. De esta manera reencontramos lo dicho ante- tenta agotar las posibilidades del exceso sexual y rodea a sus mo-
riormente: el ideal del torturador a través de la apatía es que el nomaníacos razonadores y fornicadores (como los llama) con
otro no esté en su misma posición de goce. un campo verbal en el cual nunca nadie tiene la última palabra.
Madame Clairwill, la segunda educadora de Juliette, va to- A las víctimas se las puede reemplazar -o revivir- para que el in-
davía más lejos y le enseña a transformar todo lo que ha sido cesante discurso pueda continuar. La retórica de Sade sabotea
fuente de displacer en fuente de placer: "Si tuvieras el coraje de continuamente a la lógica: nada puede dejar de ser dicho. Al tér-
encontrar placer contemplando los males de otro, na,da más que mino de la enorme novela que lleva su nombre, la voraz liberti-
por la satisfactoria idea de no experimentarlos tú misma, idea na Juliette confirma este ideal sadiano con engañosa literalidad:
que necesariamente produce una voluptuosidad segura, si pu- "Es necesario que la filosofía -observa- lo diga todo".
dieras llegar hasta allí habrás ganado mucho p~1;a tu felicidad, El intento de no callar nada le exige a Sade transgredir todos
sin duda, porque habrás conseguido cambiar ea rosas una par- los vínculos de la decencia burguesa. Pero los viola mucho más allá
te de las espinas de la vida". 35 del decoro. Sade extiende la mirada hacia territorios donde lo su-
La apatía sadiana realiza el ideal de liberación y de dominio primido y lo no hablado bordean, finalmente, lo inefable. Como
sobre todas las formas del padecer para sostener este ideal de la dice Maurice Blanchot: "[ ... ] al final todo es puesto en claro, todo
actividad que despliega hasta el máximo las potencias del ser y logra su expresión, pero todo está también sumergido en la oscuri-
del actuar, a través de la conversión sistemática de la pasividad dad de pensamientos irreflexivos y momentos no formulables". 38
en actividad, para culminar en la transmutación del sufrimien- El tema verdadero de Sade no es si lo obsceno puede esca-
to en goce llegando al último, absolutamente último paso, que par a la censura para decir sus verdades (parciales). Estas verda-
es h~cer de la muerte misma la voluptuosidad máxima.

·"· Ibíd., pág. 70.


"Ibíd.
·" Ibíd., pág. 276.
J\ !bid., pág. 272.
'' Maurice Blanchot: Op. cit., pág. 20.

252 253
des obscenas son pensables y hablables. Lo obsceno sirve, según pensar tanto el fantasma sadiano como algunas cuestiones refe-
Sade, de medio para explorar nuestra participación en una "irra- ridas a la ley y al problema general de las perversiones.
cionalidad" que trasciende completamente el lenguaje. El erotis- Habíamos dicho que, desde una perspectiva aparentemente
mo que celebra con tanto detalle abarca un horror que habitual- estoica y también de raigambre spinoziana, la apatía se origina en
mente nos priva de palabras. Sade, en efecto, se niega a dejar el rechazo furibundo del padecimiento, del padecer en el sentido
que suprimamos lo que no podemos nombrar o comprender e de la pasividad, buscando así lograr una transformación razonada
intenta iluminar una oscuridad más impenetrable que el inte- de esa pasividad en una actividad que nosotros ahora llamaríamos
rior del cuerpo humano. No debiera sorprendernos que el asal- "actividad gozosa" y que Spinoza la postulaba como "actividad de-
to de Sade a lo inexpresable y a lo indecible halle en el dolor sean ce". En este sentido la práctica ascética de la apatía implica la
-con sus notorios silencios- un recurso fundamental. existencia de un deseo que podría denominarse "deseo de deseo
Por otra parte, el despectivo y constante ataque de Sade al absoluto", un deseo sin eclipse, sin declinación, sin intermitencias.
cristianismo incluye la parodia de las actitudes cristianas acerca Sabemos, a parcir de lo afirmado por Freud en el final de La
del valor redentor del sufrimiento. Sade fuerza la imitación de interpretación de los sueños, que el deseo es indestructible pero
Cristo de Justine para que quede establecida la ausencia de su- también es necesario decir que el deseo es intermitente. La apa-
frimiento redentor. El mundo que ella encuentra dentro de la tía, a modo de un ideal ascético, busca un deseo sin descansos,
iglesia es el reflejo exacto de las crueldades libertinas que cono- sin intermitencias, sin declinaciones.
ce en otras parces. 39 Esca aversión por 1a pasividad procede de una problemática
Además, Sade recoge y reconoce la tendencia de la medici- que se encuentra en el fundamento mismo de la filosofía del mar-
na a reducir al ser humano al estatus de una máquina. Recorde- qués de Sade. Efectivamente, la apatía, a modo de ideal ascético,
mos que uno de sus autores favoritos fue el exiliado médico y fi- se sostiene en el profundo horror que le inspira la "Naturaleza''.
lósofo La Mectrie. Dice el marqués de Sade en Justine o los infortunios de la vir-
Cuando los libertinos sadianos hablan del dolor como de un tud: "Sí, mi amigo, aborrezco la naturaleza, la detesto por lo que la
suceso de vacuas fibras nerviosas y fibras neurales, i~vocan una conozco bien. Instruido en sus horribles secretos me he replegado
visión en la cual el alma y la mente han desaparecido en la ma- sobre mí mismo y he sentido, he probado una suerte de placer in-
teria. El erotismo sadiano pertenece entonces al mismo mundo decible en copiar sus crímenes. ¿Su mano bárbara no sabe amasar
de hechos materiales de la medicina moderna que considera más otra cosa que el mal? ¿El mal la divierte, entonces? ¿Podría amar yo
y más a la humanidad co~o apenas una compleja maquinaria in- a tal madre? No, yo la imitaría, pero detestándola. La copiaría. Ella
sólita que de vez en cuando necesita de algunas reparaciones. lo quiere pero eso no sucederá más que maldiciéndola''. 40
La apatía sadiana es uno de los temas fundamentales para Veamos otro enunciado que aparece un poco más adelante en
ese mismo texto, refiriéndose a las expresiones de un químico que
'" También es importante señalar que el cristianismo s~ sostiene en una eró-
se encuentra en los bordes del cráter del Etna y que siente correr
tica centralizada en Dios Padre omnipotente que, según Lacan, significa "todo en
potencia", es decir, un Dios que queda fuera del acto con la necesaria degradación
bajo sus pies la lava del volcán. En ese momento, uniendo a un
que el acto implica. El problema surge cuando ese Dios todopoderoso, que pare-
cía regir el acto sexual sin inmiscuirse, sin embargo está totalmente empapado en 'º Sade: "Justine ou les infortunes de la vertu", en Oeuvres completes, Cercle
él ( Cf Jean Allouch: El sexo del amo, Ed. literales, Córdoba, 2001, pág. 19). du Livre Précieux, Paris, 1962, tomo VII, pág. 4.

254 255
gesto su palabra, dice algo. El gesto es masturbatorio y en el mo-
mento de la eyaculación, cuando tiene la sensación que su esper- Otro en el intento fallido de esclavizarme a su goce, que consis-
ma se mezcla con la lava que corre debajo de sus pies, dice: "Ve- tiría en anonadar mi subjetividad deseante y pongo, así, un lími-
nid a ver brotar los chorros de mi esperma en los del betún y el te al imperio de su arbitrariedad", agrega luego la misma autora. 43
azufre con los que la amable naturaleza nos rodea. Me parece es- De todas maneras, el goce del fantasma sadiano es un goce
tar en los infiernos y me descargo en sus fuegos. Esta idea me di- que está siempre del lado del goce fálico, lo cual delimita la ca-
vierte, en realidad estoy aquí sólo para satisfacerla". 41 racterización sadiana del goce desde la estructura de su fantas-
Esa escena revela la apatía que, como se ve, no es ajena a la ma y permite entender, a su vez, la perversión como el intento
función del goce, no es una indiferencia absoluta, pues tiene de evitar todo goce fuera de los límites del falicismo.
una función de límite respecto al imperio caprichoso del Otro, Este es un goce aparentemente dominable por la voluntad.
es decir, tiene la función de establecer un límite frente a la om- Por más que parezca ilimitado -parece tener una característica
nipotencia caprichosa del Otro. La única defensa que encuentra compartida con el goce femenino o un goce más allá del falo-
el marqués de Sade contra "el goce del Otro" -que en el mar- sin embargo, al ser en apariencia dominable por la voluntad, se
qués toma el rostro, la figura de la Naturaleza, y que él identifi- ubica en relación al falo y pone un límite.
ca con la madre, podríamos decir "la Madre" con mayúsculas-, El goce derivado de la apatía es el límite de la potencia del
contra el goce de esa Madre que adquiere todas las característi- Otro. El marqués de Sade goza con la impotencia que sufre el
cas de una madre absolutamente maligna y caprichosa, contra Otro en el intento fallido de esclavizarlo a su goce. El intento de
ese goce que quiere la aniquilación de toda singularidad, la de- este Otro, según la estructura del fantasma sadiano, sería anona-
fensa consiste en transformarse en un deseo absoluto .. dar al sujeto, borrar la existencia subjetiva en el sentido de que
En Sade aparece la expresión "deseo absoluto" . Podría afir- ahora el sujeto se define a partir del goce. Esto pone un límite,
marse que esta expresión, que tiene el antecedente en la misma como decíamos, al imperio de la arbitrariedad del Otro. Si to-
expresión de Spinoza y es caracterizable como un,a especie de mamos una expresión de Lacan -que, a su vez, extrae de Mar-
deseo sin intermitencias, es el goce. guerite Duras- se puede decir que tiene una función de estable-
Entonces, la apatía tiene esta significación: cualesquiera sean los cimiento de un "dique contra el Pacífico" del goce maternal. 44
procedimientos que el Otro pueda o quiera usar en mi contra, nun-
ca va a impedirme gozar. "Si no puedo escapar de la muerte, a la
4J Jbíd.
que la naturaleza me destina, en cambio, el goce que puedo experi-
"Una obra de Marguerite Duras, publicada en 1950, se llama Un dique contra
mentar se le escapará para siempre", dice Catherine Millot, quien el Pacífico. l...acan en el Seminario VIII: La transferencia, sin decir de dónde saca esa
logró captar la importancia de la relación de Sade con Spinoza. 42 expresión, se refiere a la función de límite frente al goce, hablando del "dique con-
Eso determina que en el sujeto quede la posibilidad de abrir- tra el Pacífico". En la novela se trata de las inundaciones frecuentes en la zona de In-
se a ui:. goce "ilimitado". "Gozo con la impotencia que sufre el dochina Francesa donde Marguerite Duras vivió su infancia y parte de su adolescen-
cia. Esa es una de las cuestiones que hacen al eje del argumento de esa obra. Lacan
aprovecha esa expresión -"dique contra el Pacífico" - que también podría utilizarse
., lbíd., pág. 49. en el sentido de un dique contra una inundación, una invasión de goce, del goce del
"Catherine Millot: "Ensangrentar el revés de nuestros corazones ... ", en La Otro, del goce materno que plantea el marqués de Sade. Entonces, este intento de
vocación del escritor, Ed. Ariel, Buenos Aires, 1993, pág. 157. mantener un deseo sin intermitencias al modo de esta función del goce que definía-
mos más arriba, funciona como w1 "dique contra el Pacífico" del goce maternal.
256
257
Sade ubica dos tipos de N aturaleza: la Naturaleza primera y ferirse al sueño del crimen universal e impersonal.
la Naturaleza segunda. El objetivo inalcanzable es la Naturale- K.lossowski siempre se ocupó de señalar la importancia del
za primera. El establecimiento de dos tipos de Naturaleza en el odio que el marqués de Sade tenía hacia su madre. Es frecuen-
marqués fue puesto de manifiesto por primera vez por uno de te constatar la existencia de un prejuicio que consiste en supo-
sus biógrafos e interpretadores más importantes, Pierre Klos- ner que la perversión es siempre un rebelión contra la Ley pa-
sowski, que es mencionado en el texto de Lacan Kant con Sade. terna. La obra de Sade mostraría más bien una tentativa de
La Naturaleza segunda es la que está sometida a sus propias alianza con el padre, una tentativa en la cual se intenta dar con-
reglas, donde existen creaciones y destrucciones. Si hay desor- sistencia a la figura paterna al modo de la pere-version, a través
den, pérdida y entropía, hay también creaciones, reconstruccio- de la figura del libertino.
nes. Por ejemplo, cuando se produce una destrucción, la muer- La empresa del marqués es perversa en el sentido de la pere-
te inclusive, ella no es total porque puede dar origen a nueva vi- version. Está volcada hacia la invención de un padre. Quien en-
da. Pero el marqués de Sade no aspira a esta Naturaleza pues an- carna la figura del padre es un libertino que manifiesta justa-
hela una destrucción total que no sea el origen de algo nuevo, tal mente esta potencia de desear sin límites, única forma capaz de
como lo expresó respecto de él mismo en su famoso testamento. dar algún límite, de establecer las riendas para limitar el despo-
La decepción del personaje sádico en relación a esta forma tismo de la madre.tln
de Naturaleza es que precisamente lo que él añora siempre es la
destrucción total. ¿Por qué se decepciona con esta Naturaleza?
Porque lo que esta Naturaleza muestra es que el crimen absolu-
to es imposible.
La Naturaleza primera, a la cual aspira el marqué~ de Sade, es
una pura negación. La Naturaleza primera alude a la segunda
muerte y, en tanto es imposible, es postulada como el objeto de
una idea. Por ejemplo, en Las 120 jornadas de Sodoma, el liberti-
no se encuentra excitado "no por los objetos que se hallan aquí y
ahora, sino por el objeto que no está presente, es decir por la idea
del mal". Esta idea del mal -que puede desplegar la destrucción
total- es lo que produce la excitación, pero como esa idea no sur-
ge de la experiencia sino que pertenece a otro plano, sólo puede
ser objeto de demostración. Recordemos que Lacan dice, en el
Semil'!ario X, que la perversión implica una lógica demostrativa.
Los personajes de las obras del marqués de Sade se encuen-
tran siempre atormentados, desesperados, cuando ven que sus
crímenes reales son insignificantes comparados con la idea del
crimen absoluto. Esa idea sólo se encuentra en la razón, es im-
posible desplegarla en la experiencia, por ejemplo es posible re-

258 259
XII

Sade en el cine y la literatura

E n un artículo titulado "Sin etotimo no hay gran litera-


tura", publicado en la revista Babelia el 4 de agosto de 2001,
Mario Vargas Llosa escribe en torno a sus preferencias en el gé-
nero de la literatura erótica y menciona al marqués de Sade:
"En mi canon personal de la literatura erótica entendida en el
sentido tradicional estarían, entre los textos clásicos, el Decame-
rón de Bocaccio, que tiene algunas historias muy ingeniosas y
divertidas. Más tarde, Fanny Hill, de John Cleland, y Memorias.
de una cantante alemana, de Wilhelmine Schroder Devrient. El
marqués de Sade, por supuesto: la historia de fustine quizá sea
la más compacta y ordenada. De Restif de la Bretonne, El pie
de Mignonne (el pie de la bonita, de la chica bonita, podría tra-
ducirse), una novela absolutamente deliciosa en la que los per-
sonajes se enamoran de la protagonista exclusivamente a través
de su pie. Es una novela fetichista con un humor que le da mu-
cha gracia. Dentro de la literatura más moderna, Bataille, des-
de luego. ¿Qué libro de Bataille? La historia del ojo. Es la más
novela, la que tiene mejor tejido narrativo, aunque en ocasiones
el exceso de perversión la desvitalice un poco y la vuelva un tan-
to intelectual. Es, no obstante, un libro excelente. En esa lista
estaría también Sacher-Masoch y La Venus de las pieles. Los tró-
picos de Miller, el de Capricornio y el de Cáncer. El cuaderno ne-
gro, de Lawrence Durrell, aunque es de un erotismo un poco si-
niestro, pero muy bello. Se trata, además, de un acto de gran

261
coraje y de un exhibicionismo bastante audaz" . 1 El cine, el teatro y la figura de Sade
Vargas Llosa se refiere también a la literatura española y di-
ce que "lo más interesante son ciertos capítulos del Tirant lo Para los surrealistas -recuerda Diego Lerer- Sade era un
Blanc, escritos con extraordinaria gracia y talento: las historias santo patrono ("el espíritu más libre que jamás vivió") y para
de la princesa Carmesina y sus juegos con Plaerdemavida. To- autores como Nietzsche y Artaud, fue un genio no reconocido.
das las escenas de alcoba del Tirant son obras maestras de la li- Otros no son tan generosos y consideran su obra monótona,
teratura erótica. Y, por supuesto, La Celestina. Y La lozana an- tediosa y hasta tóxica. 4
daluza, un libro muy divertido, de una libertad insólita para la El cine se vio subyugado por la prosa de Sade, interesado
época en cuestiones de sexo, aunque por momentos haya un ex- en explotar sus más lascivas creaciones, fascinado por las op-
ceso de vulgaridad. Para mí ese exceso en un texto erótico lo ha- ciones que le presentaba. Y también asustado: la censura
ce irreal, lo convierte en un juego verbal". 2 siempre fue muy celosa de cualquier obra que llevara su nom-
Hay otro autor, por último, que Vargas Llosa considera bre.
conveniente citar: "Roger Vailland, que trabajó con Roger Va- Acaso la adaptación más controvertida de ellas fue, es y se-
dim, el director de Y Dios creó a la mujer, la película de Brigit- rá Saló, o los 120 días de Sodoma. Última película de Pier Pao-
te Bardo t ... Vailland escribió algunas novelas que no tienen de- lo Pasolini, se basa en el homónimo texto de Sade, al que el ita-
masiado interés, pero sobre todo escribió La mirada fría, un en- liano ha combinado con situaciones y eventos de otras obras
sayo sobre erotismo que lleva un epígrafe de Sade que dice: «Y del autor. Jamás estrenada en la Argentina y considerada una de
él lanzó sobre mí la mirada fría del perfecto libertino». Es un li- las películas más provocativas de la historia, logra combinar las
bro muy interesante en el que sostiene que para que haya ero- sensibilidades de autor y cineasta como ninguna otra. Al adap-
tismo tiene que haber represión, que la libertad y el erotismo es- tar la época a la Italia de la Segunda Guerra, Saló se convirtió
tán reñidos. Dice que las muchachas del siglo XVIII han pasa- en una devastadora crítica al fascismo.
do a la historia de la civilización como las más eróticas. ¿Por En la madrugada del 1° al 2 de noviembre de 1975, en la
qué? Porque estaban educadas en los conventos, y los conven- playa de Ostia, en las afueras de Roma, el poeta y cineasta
tos, a través de sus prohibiciones y de sus obsesiones, creaban Pier Paolo Pasolini caía asesinado por el adolescente Giusep-
una curiosidad y unos tabúes que eran los mayores fermentos pe "Pino" Pelosi. "Pelosi fue el brazo que mató a Pasolini - es-
para la imaginación. Vailland dice que sin la Iglesia católica no cribió entonces su amigo Alberto Moravia-, pero los manda~
hubiera sido posible el erotismo. Por una parte creó las prohi- tarios del crimen son una legión y, en la práctica, la sociedad
biciones y, por otra, creó un entorno, un ceremonial que le ha italiana entera" . Pocos días antes, Pasolini había concluido Sa-
suministrado al erotismo su instrumental más rico y novedo- ló o los 120 días de Sodoma, un film que parecía llevar en sí el
so" .3 peso de esa muerte violenta y que se convertiría en la creación
más controvertida de toda su obra, lo que no es decir poco pa-
ra un autor que desde cualquier campo -poesía, cine, ensayo-
'Mario Vargas Llosa: "Sin erotismo no hay gran literatura", en Babelia, Ma-
drid, 4 de agosto de 200 l.
2
Ibíd. ' Diego Lerer: "El arte de la provocación. Un divino marqués'', en La Na-
.I lbíd. ción, Buenos Aires, 11 de enero de 2·001'.

262 263
siempre puso al mundo en cuestión. 5 rable" por el público- sin ponerlo en el contexto de su tiempo
Es difícil ver hoy Saló -un film pensado para ser "irrecupe- y en el de la obra toda de Pasolini. Su admiración por el prin-
cipal teórico marxista italiano, Antonio Gramsci, a quien le de-
dicó uno de sus poemas más famosos, Las cenizas de Gramsci
' Pier Paolo Pasolini, un contestatario que se ocupó de la marginalidad y de
la inmigración mucho antes de que el concepto de globalización generara tanto
-"[ ... ] Me acerco a tu tumba I tu espíritu aún vive I aquí entre
segregación como movimientos de reivindicación, nació en Bolonia -uno de los los libres [ ... ]"-, había llevado a Pasolini a creer en un princi-
bastiones de la izquierda polltica italiana- el 5 de marzo de 1922. pio en la posibilidad de realizar un arte nacional-popular, al que
Su primer volumen de poemas, Poesla a Casarsa, revela sus preferencias por poco a poco fue considerando una ilusión. Los espectadores de
Giovanni Pascoli y Eugenio Montale. Seguirán numerosos textos de narrativa y
cine ya no ~ran ese proletariado idealizado sino la odiada bur-
de poesía, hasta que en 1957 se acerca al cine, mediante una colaboración con
Federico Fellini en el guión de Las noches de Cabiria, aunque su nombre no figu-
guesía, a la que Pasolini no consideraba una clase social sino
ra en los créditos. Cuando años más tarde tiene acceso a la cámara, sus preferen- "una enfermedad". Por lo tanto, su cine - y ahí está la herméti-
cias se inclinarán por la trasposición fílmica de fuentes literarias, comenzando por ca El chiquero para probarlo- se vuelve cada vez más intransi-
su propia novela, Una vita violenta, de 1959, que en 1961 se transforma en Ac- gente, más difícil de ser consumido como producto industrial.
cattone y marca su debut como realizador: desconoce la sintaxis del relato fflmi-
Una nueva ilusión, sin embargo, lo mueve a concebir la lla-
co y los recursos del montaje, pero sus imágenes tienen una vida que viene de la
impresión que las pinturas del Masaccio y Piero della Francesca han dejado en su
mada "Trilogía de la vida", integrada por los films El Decame-
sensibilidad. A Accattone sigue Mamma Roma (1962), homenaje a Anna Magna- rón, Los cuentos de Canterbury y Las mil y una noches (1971-
ni, film en el que sigue visitando dramas de los suburbios romanos. 1974), una declaración de amor a la vida y una exaltación del
Otros de sus films fueron El Evangelio según San Mateo (de 1964) y lo que se sexo como último refugio de un pasado incontaminado, como
denominó "la trilogía de la vida": el Decamerón, Los cuentos de Canterbury y Las
emblema de la corporalidad popular. Las películas son un éxito
mil y una noches. De la frescura y la transparencia de éstas parece tener conciencia
el propio Pasolini cuando, caracterizado de Giotto, al final del Decamerón, senten-
pero, según su director, por motivos equivocados. Pasolini sien-
cia: "¿Para qué realizar una obra si es tan bello soñarla solamente?". te que ha caído en su propia trampa, que lo que imaginó como
Pajarracos y pajaritos ( Uccellacci e uccellini, de 1965) fue una de sus escasas un acto de liberación ha sido utilizado como un mecanismo de
incursiones en climas de comedia, con un lenguaje alegórico original e irónico y embrutecimiento, de explotación comercial. Descubre que la li-
la presencia de Toto, el rey de la comicidad itálica, junto a Ninetto Davoli, uno
bertad sexual "no ha sido deseada ni conquistada desde abajo si-
de sus actores fetiches {los otros fueron Sergio y Franco Citti).
Fue proverbial su amistad con Alberto Moravia, con quien en 1960 viajó a
no que ha sido más bien concedida desde arriba, a través de una
África en busca de motivos para su proyecto de un "Edipo negro" que finalmen- falsa concesión del poder consumista''.
te nunca abordó (s( en cambio, dio su célebre Edipo Rey, con María Callas). Pa- Su reacción será brutal: enfurecido, Pasolini realiza Saló o los
solirii creía en la fuerza del subproletariado, como una fuente de energía auténti- 120 días de Sodoma, inspirado en el marqués de Sade, que no es
ca, no corrupta, que podía llegar a transformar la sociedad. A propósito de esa
otra cosa que su abjuración de la "Trilogía de la vida''. Esta vez,
devoción utópica por una clase incontaminada, Moravia afirmaba de él que era
"un conspicuo seguidor de Rousseau".
como nunca, su película resulta imposible de asimilar por el
Su film Teorema {1968), ya en su madurez expresiva y doctrinaria, causó un mercado de consumo. Y no es difícil advertir el porqué. Saló es
impacto en el mundo del cine semejante a la convulsión que había producido el una suerte de desesperado grito moral, una imprecación feroz,
ángel misterioso de su historia en la familia burguesa en la que se instala. JI por- que se propone llegar al límite de lo decible y lo mostrable, en
cile (El chiquero, 1969) fue otra de sus ironías fílmicas (su colega Marco Ferreri
una operación que se equipara a la de Sade, en tanto viene a
participó del rodaje como actor), que precedió a la que sería su despedida y tam-
bién su obra más controvertida y prohibida: Saló o los 120 días de Sodoma.
subvertir la relación del lector-espectador con la ob~a.

264 265
La transposición que hace Pasolini del texto de Sade (escri- Para la misma época en que filma Saló, Pasolini publica en
to hacia 1785) no es menos polémica. Esas 120 jornadas de el periódico Corriere della Sera una serie de artículos que luego
claustrofóbica lujuria transcurren ahora en la llamada Repúbli- serán reconocidos como proféticos: allí denuncia el estado de
ca de Saló, un enclave fascista erigido al norte de Italia, que en- corrupción que predomina en la dirigencia política italiana y
tre septiembre de 1943 y enero de 1944 fue el refugio de Beni- que estallaría recién dos décadas después, con los operativos
to Mussolini. Hasta allí llega un numeroso grupo de prisione- Mani Pulite. "Se los debería juzgar penalmente -escribe- por
ros del ejército nazi, chicas y muchachos muy jóvenes, que son indignidad, desprecio de los ciudadanos, robo de la propiedad
sometidos a las más abyectas vejaciones por el poder de turno, pública, fraude, connivencia con la mafia, traición, por la pas-
que es el poder de siempre, representado por cuatro grandes se- mosa situación de hospitales e instituciones públicas [ ... ]". Po-
ñores: un duque, un banquero, un juez y un monseñor. "Sade cos días después, Pasolini era asesinado, por Pino Pelosi, o por
ha sido el gran poeta de la anarquía del poder. En el poder -en una sociedad que según él estaba dispuesta a jugar el juego de
cualquier poder, legislativo o ejecutivo- hay algo de inhuma- la masacre: "Ganar, poseer, destruir". 6
no", explicaba Pasolini durante el rodaje de Saló. "De hecho, en Luis Buñuel dijo que en una oportunidad un crítico escri-
su código y en su praxis no se hace otra cosa que sancionar y bió que Sade se revolcaría en su tumba si supiera lo que él ha-
volver actualizable la violencia más primordial y ciega de los bía hecho con sus ideas. "Mi única respuesta -aclaró- fue que
fuertes contra los débiles, es decir, digámoslo de nuevo, de los mi motivación no era homenajear a un escritor muerto, sino
explotadores contra los explotados. La anarquía de los explota- hacer una película".
dos es desesperada, idílica, eternamente irrealizada. Mientras Una película de Luis Buñuel, Nazarín, se puede relacionar
que la anarquía del poder se concreta con la máxima facilidad con la obra del marqués de Sade. Octavio Paz afirma que esta
en artículos jurídicos y en la praxis. Los poderosos de Sade no recreación de la novela de Benito Pérez Galdós retoma la vieja
hacen otra cosa que escribir reglamentos y aplicarlos". oposición entre el cristianismo evangélico y sus deformaciones
A partir de esta línea de pensamiento, el film de Pasolini eclesiásticas e históricas. El escritor mexicano agrega: "El héroe
-que a su modo prefigura el funcionamiento de los centros del libro es un cura rebelde e iluminado, un verdadero protes-
clandestinos de detención durante la última dictadura militar tante: abandona la Iglesia pero se queda con Dios. La película
argentina- opera por acumulación, siguiendo paso a paso los de Buñuel se propone mostrar lo contrario: la desaparición de
distintos "círculos" denigratorios y de exterminio que atraviesan la figura de Cristo en la conciencia de un creyente sincero y pu-
sus víctimas: el de las Pasiones, el de la Mierda y el de la San- ro. En la escena de la muchacha agonizante, que es una trans-
gre. Lo perturbador de Saló es la manera en que el film registra posición del Didlogo entre un sacerdote y un moribundo de Sade,
este infierno. Es imposible identificarse con los personajes y, al la mujer afirma el valor precioso e irrecuperable del amor terres-
mismo tiempo, es imposible también permanecer indiferente, tre: si hay cielo, está aquí y ahora, en el instante del abrazo car-
porque .el espectador se encuentra comprometido por la poten- nal, no en un más allá sin horas y sin cuerpos. En la escena de
cia revulsiva de las imágenes. Hay una cierta objetividad de la la prisión, el bandido sacrílego aparece como un hombre no
cámara, una cierta indiferencia, una austeridad de la forma que,
,,
combinada con el horror que presenta, hacen imposible operar 1' Luciano Monteagudo: "El fascismo al desnudo'', en Página 12, Buenos Ai-
una distancia. res, 3 de noviembre de 2001.

266 267
menos absurdo que el cura iluminado. Los crímenes del prime- corridas de toros y la fotografía, Octavio Paz indica algunas re-
ro son tan ilusorios como la santidad del segundo: si no hay flexiones sobre el marqués de Sade en relación con Buñuel: "El
Dios, tampoco hay sacrilegio ni salvación. razonamiento que preside a toda la obra de Sade puede reducif-
Nazarín no es la mejor película de Buñuel pero es típica de se a esta idea: el hombre es sus instintos y el verdadero nombre
la dualidad que rige su obra. Por una parte, ferocidad y lirismo, de lo que llamamos Dios es miedo y deseo mutilado. Nuestra
mundo del sueño y la sangre que evoca inmediatamente a otros moral es una codificación de la agresión y de la humillación; la
grandes españoles: Quevedo y Goya.7 Por la otra, la concentra- razón misma no es sino instinto que se sabe instinto y que tie-
ción de un estilo nada barroco que lo lleva a una suerte de so- ne miedo de serlo. Sade no se propuso demostrar que Dios no
briedad exasperada. La línea recta, no el arabesco surrealista. existe: lo daba por sentado. En esto consiste su originalidad y el
Rigor racional: cada una de sus películas, desde La edad de oro carácter único de su tentativa. El arquetipo de una república de
hasta Viridiana, se despliega como una demostración. La ima- verdaderos hombres libres es la Sociedad de Amigos del Crimen;
ginación más violenta y libre al servicio de un silogismo cortan- el del verdadero filósofo, el asceta libertino que ha logrado al-
te como un cuchillo, irrefutable como una roca: la lógica de Bu- canzar la impasibilidad y que ignora por igual la risa y el llan-
ñuel es la razón implacable del marqués de Sade. Este nombre to. La lógica de Sade es total y circular: destruye a Dios pero no
esclarece la relación entre Buñuel y el surrealismo: sin ese mo- respeta al hombre. Su sistema puede provocar muchas críticas
vimiento habría sido de todos modos un poeta y un rebelde; excepto la de la incoherencia. Su negación es universal: si algo
gracias a él afiló sus armas. El surrealismo, que le reveló el pen- afirma es el derecho a destruir y a ser destruido. La crítica de
samiento de Sade, no fue para Buñuel una escuela de delirio si- Buñuel tiene un límite: el hombre. Todos nuestros crímenes
no de razón: su poesía sin dejar de ser poesía, se volvió crítica. son los crímenes de un fantasma: Dios. El tema de Buñuel no
En el recinto cerrado de la crítica el delirio desplegó sus alas y es la culpa del hombre sino la de Dios. Esta idea, presente en
se desgarró el pecho con las uñas. Surrealismo de plaza de toros todas sus películas, es más explícita y directa en La edad de oro
pero también surrealismo crítico: la corrida como demostración y en Viridiana, que son para mí, con Los olvidados, sus creacio-
filosófica". 8 nes más plenas y perfectas". 9
Después de ciertas consideraciones interesantes sobre las Otra película sobre nuestro autor, Marat!Sade, de Peter
Brook (1966), acarrea los trazos de su pasado teatral. Actuada
7
Sade y Goya vivieron más o menos en la misma época. Sade encerrado en por la Royal Shakespeare Company, narra la terapia dramática
distintas prisiones, Goya, sordo durante treinta y seis años (la sordera total afec- a la que Sade somete a los internos de un psiquiátrico.
tó a Goya en Burdeos en 1792) encerrado en la prisión de su sordera. Ambos tu- Jesús Franco, cineasta español especializado en horror y ero-
vieron esperanza en la Revolución Francesa aunque los dos sintieron una enfer- tismo, dirigió Eugenie, historia de una perversión y Sinfonía eró-
miza aversión por los regímenes que se basaban en la religión. Pero lo que más tica, en tanto que el belga Henri Xhonneux dirigió en 1989
los unió fue la obsesión por los sufrimientos excesivos. Goya, a diferencia de Sa-
Marquis, que se acercaba a la trama del futuro film de Kauf-
de, no aso'ció el dolor a la voluptuosidad. No obstante su obsesión por la muer-
te y el sufrimiento se manifiesta mediante una violencia convulsiva semejante al
man, ya que husmeaba en la vida en prisión del marqués. Uno
erotismo. En cierto modo, el erotismo puede ser una escapatoria del horror. de los últimos en aproximarse a la obra de Sade es el portugués
' Octavio Paz: Corriente alterna, Siglo Veintiuno editores, México, 1979,
págs. 115-116. ') !bíd., pág. 117.

268 269
Joao Cesar Monteiro, el director de Filosofía de alcoba. 10 tras prohibidas, adaptación para la pantalla grande de la obra de
Estrenada en Buenos Aires el 11 de enero de 2001, Qui/Is teatro de Dough Wright. 13
-titulada en castellano Letras prohibidas- con la dirección de En su tratamiento del tema, Letras prohibidas parece coinci-
Philip Kaufman, se basa en una obra de teatro sobre los últi- dir con Octavio Paz, que en su libro sobre Sade y el erotismo,
mos años del marqués en una institución psiquiátrica france-
sa. 11 13 La libertad de expresión y la censura del deseo carnal por parte de la reli-

Un marqués de Sade que parece una estrella de rock ence- gión son más que atractivos para que la pantalla muestre las brillantes interpreta-
rrada en el manicomio de Charenton a comienzos del siglo ciones de Geoffrey Rush -;en el papel del conflictivo marqués-, Joaquín Phoenix
XIX, un malévolo médico, orgulloso de su saber, que aparece -co mo un abad liberal que dirige la institución do nde el marqués está encarcela-
do-, Michael Cai ne -el médico enviado por Napoleón para callarlo-, Kace Wins-
como su opuesto perfecto, una joven lavandera y el atormenta-
lec -como la lavandera que trafica los injuriosos escritos y despierta la pasión del
do abate liberal que dirige el hospicio conforman el singular
abad-, y una sorprendente decena de actores secundarios. El director Philip Kauf-
elenco que interpreta esta película que tiene al marqués de Sa- man dijo: "La película empieza como si fuera un film porno, pero inmediatamen-
de por protagonista. te uno se da cuenta de que está viendo una escena de la posrrevolución francesa,
El director declaró que Quills es un film literario "porque en la que hasta los niños presenciaban cómo mataban gente en la guillotina, y no
apela al costado más depravado y peligroso del arte". "El en- quedan dudas de. que no hay his toria más pornográfica que la de la humanidad.
frentamiento entre el irreprimible marqués y el médico que Nadie censuró sus atrocidades".
"Primero, siempre trato de soñar cómo contaría la historia, qué colores tendría,
envía el Estado para controlarlo tiene algo de esa lucha mítica qué luz, qué müsica -dice Kaufman. En este caso elegimos una paleta verdosa, un
que se entabla siempre entre el arte y el orden social; ahí resi- poco diferente de la que se usa generalmente en las películas de época, que es ma-
de buena parte de la fuerza de esta historia", agregó Kauf- rrón, sepia o azul oscuro. También nos fijamos en la luz de las pinturas de Jean Louis
man. 12 David. y decidimos mover la cámara a través de roturas y agujeros de cerraduras pa-
Durante siete años, Philip Kaufman intentó infructuosa- ra trat.1r de expresar que es una historia donde todos espían a todos, con tomas flui-
das. Y filmamos las escenas en el orden que tienen en la historia, en parte por los ac-
mente que alguno de los múltiples proyectos que desarrollaba
cores, para que cada escena pudiera desarrollarse y crecer hasta su punto culminante
en su pequeña productora de San Francisco -compuesta por su de forma natural, pero también por los escenarios. Al principio, las paredes del asilo
hijo, su mujer y una secretaria- vieran la luz. La historia que lo- están muy limpias, pero a medida que la película progresa comenzamos a ver agua
gró superar todos los obstáculos de producción resultó ser Le- que se filtra y paredes que se oscurecen. Es como si el edificio tuviese un ataque de
nervios. Todo con un aire gótico". La voz del marqués abre la película diciendo:
"Tengo un cuento no muy inocente para contarles". Esto basta para que el especta-
'ºSe pueden mencionar otras películas: El vicio y la virtud (J 962), de Roger dor espere lo peor, un manual de dos horas de depravaciones. Pero no. En Letras pro-
Vadim; The Skull (1965), de Freddie Francis; Philosophy in a bedroom (1966), de hibidas es poco lo que se ve, aunque Kaufman es conocido por su maestría para fil-
Alfred Leslie; La jilosofla en el tocador (197 l }, de Jacques Scandelari; El divino mar escenas eróticas. "Estoy más interesado en la verdad erótica de una situación -di-
marqués (1972) , de Cy Enfield;justine (1972) de Claude Pierson. ce Kaufman. Y creo que muchas veces las situaciones más eróticas se dan cuando las
" Letras prohibidas: la leyenda del Marqués de Sade (Quills, Estados Uni-
luces están apagadas. En cuanto a la desnudez, la clave es que los actores se sientan
dos/2000) . Presentada por 20th. Century FoxArgentina. Dirección: Philip Kauf-
cómodos. Geoffrey, que pasa un cuarto de película desnudo, sentía que la desnudez
man. Con Geoffrey Rush, Kate Winslet, Joaquín Phoenix y Michael Cai ne. era su traje final. Es encontrar la comodidad y no estar preocupado por la belleza a
G uión: Dough Wright, basado en su obra teatral. Fotografía: Rogier Sroffers. base de músculo y silicona. Eso es lo pornográfico, porque son imágenes vacías. Uno
Edición: Peter Boyle. Müsica: Stephen Warbeck. Duración: 125 minutos. . las puede ver en todas las revistas. La mayoría tiene más desnudos que los que hay
12
Cf Clarín Cultura y Nación, Buenos Aires, 3 de diciembre de 2000. en esca película, pero de alguna manera el cuerpo real causa más impacto".

270 27 1
escribió: "Su vida no es menos extraordinaria que su obra. Pa- tenimiento masivo con cierto vuelo más intelectual.
deció prisiones por sus ideas; fue incorruptible e independien- Pero Letras prohibidas, que le debe bastante al preciosismo
te en materia intelectual (a veces hace pensar en Giordano Bru- del cine de qualité de James lvory y también al estilo más de-
no); en fin, fue generoso incluso con sus enemigos y persegui- senfadado de Relaciones peligrosas, va todavía más allá al colocar
dores. El filósofo del sadismo no fue un victimario sino una víc- al marqués como un héroe clásico, un adalid de la libre expre-
tima, el teórico de la crueldad fue un hombre bondadoso". 14 sión capaz de escribir con su sangre y hasta con sus excremen-
"Si bien pasa por una obra histórica, Letras prohibidas es tos sobre la ropa, las paredes y su propio cuerpo, cuando es en-
muy contemporánea. Los temas son la sexualidad, la libertad de cerrado desnudo en una minúscula celda desposeído de sus tin-
expresión y la religión. Esa combinación resulta problemática tas papeles y plumas. 16
para algunos", afirma el director, que pasó buena parte de la dé- Con un origen teatral del cual no puede desembarazarse del
cada pasada dedicado a proyectos que no prosperaron. "Me todo, reflejado en cierto inmovilismo de la puesta en escena y
mandaron el guión en un sobre de papel madera. Lo leí y pen- la grandilocuencia de unos cuantos diálogos, la película propo-
sé que era una gran historia. Sabía que podía convencer a los ne una moderna y pretenciosa moraleja contra el autoritarismo
mejores actores del mundo de que me acompañaran en esto y la censura en la línea de un thriller como El informante o de
-continúa. Es como una fábula". 15 una crítica al abuso psiquiátrico como Atrapado sin salida, con
La película retoma la incontenible angustia del fin de sus guiños que remiten a films como En la boca del miedo y El si-
días en el manicomio, cuando está tan desesperado por escribir lencio de los inocentes.
que, privado de pluma y tinta, recurre a humedecer el dedo en Por otra parte, en nuestro país la figura de Sade no sólo in-
su propia sangre. El film es un contundente argumento en de- tervino en el campo del teatro cuando se representó Madame de
fensa de la libertad de expresión. Sade de Yukio Mishima sino también en la producción teatral
Así como Hollywood apela una y otra vez a fórmulas ya
aplicadas para construir comedias románticas, films de acción o 11• El actor Geoffrey Rush, por su parte, hace desnudos completos en el fil-

historias de terror destinadas al consumo juvenil, los grandes es- me. Dijo al respecto: "Nunca me preocupó hacer un desnudo. La gente suele ha-
tudios recurren también a esquemas preconcebidos a la hora de blar de sus escenas de desnudez e invariablemente dice que se hicieron con buen
gusto. Las mías, no. El marqués de Sade estaba en la cárcel, despojado de ropa y
diseñar sus películas de época dirigidas al público adulto.
poder. Estaba desnudo por dentro y por fuera. Luego halló la manera de cubrir
La relación entre literatura y erotismo y las historias sobre su desnudez con ropas nuevas, sobre todo cuando trató con el cura".
artistas torturados e incomprendidos han dado buenos dividen- Uno de los momentos más controvertidos del filme es una escena de necro-
dos, y es por eso que este film sobre la controvertida y aún hoy filia entre el sacerdote de Phoenix y la lavandera de Winslet. "En realidad no se
enigmática figura del marqués de Sade fue dirigido por Kauf- ven imágenes de necrofilia -se defiende Kaufman. Es una suerte de secuencia oní-
man (La insoportable levedad del ser y Henry & ]une), conside- rica. En buena medida, yo trato la historia como una fábula. En los cuentos po-
pulares, una princesa besa a una rana y ésta se convierte en príncipe. ¿Acaso eso es
rado un .especialista en aquellos terrenos y en conjugar el entre-
zoofilia? Muchas de mis películas se relacionan con el sexo", conclµye el director.
"Hay muy pocos filmes norteamericanos que traten la sexualidad adulta. Es una
11
Octavio Paz: Un más allá erótico: Sade, Ed. Vuelta, México, 1993, pág. 82. lástima. Hollywood trabaja con la violencia, pero no con la sexualidad. Los filmes
"Bruno Lester: "Kaufman: «Es como una fábula»", en Clarín, Buenos Aires, europeos lo hacen, y de muy diversas maneras. El cine que más influencia ejerce
11 de enero de 2001 . en mis filmes es el europeo: ese cine hace que me den ganas de filmar".

272 273
local. El 25 de febrero de 1987 murió el dramaturgo Carlos So-
migliana y a quince años de su muerte el Teatro del Pueblo le
brindó un homenaje con el estreno de La clase del Marqués de
Sade, dirigida por Rubens Correa y Javier Margulis. Un texto
escrito por Roberto Cossa enlazó en el espectáculo dos piezas
breves escritas por Somigliana con cuatro años de diferencia. La
primera, El Mundo Nuevo, fue estrenada en 1980 durante el mí-
tico primer ciclo de Teatro Abierto. La segunda, La democracia
en el tocador, escrita en 1984, nunca fue puesta en escena. De
carácter abiertamente farsesco, las dos piezas tienen como per-
sonaje protagónico al marqués de Sade. La clave de las obras gi-
ra en torno a la premisa ficcional de que el marqués más famo-
so del mundo vivía en la Argentina de los años '80.
Somigliana fue uno de los dramaturgos más impor~antes de
la llamada "generación realista'' de la década del '60, en que des-
Bibliografía
collaban también Roberto Cossa, Osvaldo Dragún y Carlos
Gorostiza. Entre sus obras se destacan Amarillo, La bolsa de
agua caliente, De la navegación y El ex alumno. "Nuestra obliga-
ción como intelectuales es ser la memoria colectiva'', había afir-
mado Somigliana años antes de morir.
Somigliana imaginó que el personaje, luego de escapar del
manicomio parisino de Charenton, se instala en "una imagina-
ria capital sudamericana" durante un gobierno de facto del si-
glo XX. Para el público del Teatro Abierto y los años siguien-
tes estaba claro que ese lugar era Buenos Aires en tiempos de
la dictadura militar. Luego de codearse y alternar con todos los
representantes del poder y frente a la hipocresía reinante, Do-
natien se da cuenta de que tiene mucho que aprender de esa
gente que, a diferencia de él, no llama a las cosas por su nom-
bre. ''Abomine usted de los mandamientos de Dios, si quiere
-lo amonesta un ministro- pero vaya a misa todos los domin-
gos [... ], extermine a los pobres, pero diga que lo hace en
nombre del bienestar futuro". Una vez llegada la democracia,
el marqués sobrevive haciendo "demostraciones teóricas y
prácticas de los goces de la libertad" .tt:ii

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Indice

Prólogo ........................ . ............ 7

De Aristóteles a Kant con Sade ........ ... ......... 9

II El mal: de Spinoza a Sade .. .................. .. 17

III La ética de Kant ...... . ..... ..... .. .. ... . . ... 27

IV El marqués de Sade .......... ........... ..... 105

V El universal kantiano y la igualdad de Sade ......... 143

VI Sade y Rousseau .... .... . ................. .. 151

VII Sade y el "sexo del amo" ....................... 161

VIII Sade y Sacher-Masoch ........................ 181

IX Sade: goce, angustia y deseo .................... 197

X La naturaleza y el crimen en Sade ................ 207

XI La apatía sadiana ........ . ................ ... 227

XII Sade en el cine y la literatura ................... 261

Biblíografía ......................... ... .... 275

'295
No SE ENCUENTRA EN SADE NINGUNA HUELLA de una volun-
tad de expiar por si solo "la criminalidad virtual de sus contem-

poráneos" por la sencilla razón de que él sólo habla y se interesa

de si mismo. Para el marqués no se trata de expiar la criminali-

dad, sino de verla y distinguirla debajo de los sentimientos con

que los hombres se recubren. Se trata, como dice Annie Le Brun,

de una voluntad de ver para no engañarse y la "insania" de Sade

seria por la pretensión de hacer ver lo que toda sociedad quiere

ocultar, es decir, el salvajismo que nos habita.

Sade nos dice que en la médula de todo deseo hay un goce

inhumano, asi como en todo lazo social hay una virtualidad cri-

minal.

1 SB N 987 - 98877 - 5 - 1

9 11 7 89879 11 8 877 52

INDUSTRIA ARGENTINA

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