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Universidad de Baja California

DOCTORADO EN EDUCACIÓN

REPORTE DE LECTURA
APORTES DE LAS TEORÍAS NO EUCLIDIANAS A LA
FILOSOFÍA DE LA CIENCIA

ASIGNATURA
Filosofía de la Ciencia

NOMBRE DEL ALUMNO


Lucía Quintana Caracas

NOMBRE DEL CATEDRÁTICO


Dr. Luis David Pérez Rosas

Palmira, Colombia; marzo 17 de 2016.


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APORTES DE LAS TEORÍAS NO EUCLIDIANAS A LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA

INTRODUCCIÓN.
La geometría euclidiana, es aquella conocida como parte del saber común, derivado
de lo que se aprende en la escuela, conocida también como geometría plana, marcada
por unas reglas precisas - axiomas o postulados - que permiten la comprensión del
espacio inmediato que rodea al ser humano.

A partir del estudio meticuloso de lo planteado por Euclides, en particular el quinto


postulado -trazado de paralelas-, surgen las geometrías no euclidianas, un saber ajeno
a la mayoría de las personas, que corresponde a una época revolucionaria de la
historia de la matemática, un proceso nada sencillo y fácil, debido a que rompió con
muchos esquemas y concepciones establecidas en torno a la geometría clásica,
ampliando la concepción espacial, más allá de la percepción inmediata, con notoria
influencia no sólo en la matemática sino también en la física e inclusive el lenguaje.

Rescatar los aportes de las teorías no euclidianas a la filosofía de la ciencia, es una


tarea inmensa, a la que el presente artículo pretende aproximarse desde una breve
mirada a una de las más grandes revoluciones del pensamiento humano, desconocida
para la mayoría aunque trascendental para la comprensión del universo.

DESARROLLO TEMÁTICO.

Desde la escuela, se dimensiona el saber geométrico en dos dimensiones, mientras


que la física suele estar bajo la tutela de Newton, como afirma Accinelli (2004) Todo
tiene su explicación en un universo de apariencia físicamente newtoniana y
geométricamente euclidiana, es decir podemos justificar cualquier problema de la
mecánica celeste mediante la aplicación de modelos considerados dentro de este
marco referencial.

“La Geometría Euclidiana (o Plana), como su nombre lo indica se le debe a Euclides (300
a,c.), El Libro I de los Elementos de Euclides, recoge los conocimientos de Geometría Plana de
la época en 48 Proposiciones, las cuales se deducen lógicamente de un conjunto de 23
definiciones, 5 axiomas y 5 postulados. Se dice que éste es el primer tratado de la Matemática
pura, El método axiomático y deductivo empleado por Euclides es el preferido por la mayoría de
los matemáticos de hoy en día, pues garantiza la solidez relativa de la teoría que lo utilice”
(Tejada, 2003)

Un conocimiento que ha prevalecido por más de 2000 años en la cultura occidental,


y que se aplica muy bien a los problemas de caída libre o al desplazamiento de los
objetos, pero que se queda corto, al tratar de explicar algunos fenómenos de la física
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del universo. Acerca de los límites de la geometría clásica, Ruiz (1999) plantea dos
características esenciales:

“Por un lado: los griegos antiguos establecieron que las construcciones geométricas y la
geometría en general tenían que hacerse con base en la regla y el compás, lo cual restringía
extraordinariamente los resultados geométricos. De la misma manera, la geometría era estática,
las figuras que se dibujaban eran producto de los procedimientos con regla y compás que se
habían establecido y, salvo en algunas excepciones importantes y significativas, el grueso se
realizaba de esa manera.
Por otro lado: las limitaciones en el álgebra, también, hacían que la geometría no tuviera una
interrelación que pudiera potenciar sus posibilidades.”

Los intentos del monje Jesuita Gerolamo Saccheri por reforzar la geometría
euclidiana en el siglo XVIII, lo llevaron a negar el quinto postulado, concerniente al
trazado de las paralelas, convirtiéndose en el primer precedente de las llamadas
geometrías no euclidianas, como lo afirma Martínez (2013):

“el objetivo de Saccheri era todo lo contrario de lo que logró, esto es, se proponía fortalecer
la geometría euclidiana tratando de reducir al absurdo las posibilidades de desarrollos
geométricos alternativos. Y efectivamente sus resultados fueron tan extraños que él los
consideró absurdos, pero en el sentido coloquial del término. Hoy podemos decir, por el
contrario, que desde el punto de vista lógico (y metamatemático), los teoremas desarrollados por
Saccheri no son absurdos, por más que parezcan bastante raros y anti-intuitivos, pues en verdad
son perfectamente consistentes, carentes de contradicción y, por ende, legítimos teoremas
matemáticos válidos”.

Con respecto al quinto postulado, Ruiz (1999), sostiene que:

“El quinto postulado ha sido el controversial. Es diferente de los otros porque no se puede
verificar empíricamente si dos rectas se cortan, ya que solo podemos trazar segmentos y no las
rectas completas. Podemos extender los segmentos cada vez más lejos para ver si se cortan en
algún punto, pero no se pueden extender infinitamente. Con ese postulado, Euclides ofreció una
formulación de este asunto fundamental que es el paralelismo”.

En concordancia con lo anterior, Tejada (2003), plantea que:

“el quinto postulado difiere de los otros postulados por su especial complejidad. Esta
característica llamó la atención de los matemáticos desde el principio, pues lo colocaba más
cerca de las proposiciones que de los postulados. El mismo Euclides lo sabía y lo introdujo
solamente después de la Proposición 28; quizás esperando poder deducirlo lógicamente de los
otros postulados. Lo introduce justo en el momento en el cual ya le era inevitable tener que
usarlo”.

El trabajo de Saccheri no tuvo gran divulgación ni acogida, debido al contexto de su


época, aunque llegó a un formidable resultado pero no pudo obtener las conclusiones
adecuadas debido al marco intelectual que usaba (Ruiz, 1999). Los intentos de probar
o simplificar este postulado -por centenares de años-, marcarían un hito en la historia
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de las matemáticas, problema que sólo pudo ser solucionado con el surgimiento de un
nuevo marco teórico que transformaría la percepción de las matemáticas, sacándolas
de su entorno aislado, a partir de la aparición de las geometrías no euclidianas, hecho
revolucionario si se tiene en cuenta que en el momento de su desarrollo no existía una
base real para demostrarlas, conforme lo establecido por Tejada (2003):

“corresponde a una época revolucionaria en la historia de la Matemática, no solamente porque


estas geometrías se desarrollaron prácticamente en el aire, sin un apoyo en la "realidad" de ese
momento, sino porque, también, su aparición cuestiona lo que es un sistema axiomático, lo que es un
axioma independiente y lo que significa la consistencia de una teoría matemática. Estas preguntas
estaban presentes en el momento de la crisis de los fundamentos de la Matemática (a finales del
Siglo XIX y comienzos del XX) y darían comienzo, un poco más adelante, a la estructuración de la
Lógica Matemática”.

Surgen en este contexto figuras como Lambert, Lobachevsky, Bolyai, Gauss y


Riemann entre otros que trabajaron desde diversas perspectivas, descubriendo en su
camino muchos de los teoremas que hacen parte de las geometrías no euclidianas, un
trabajo que muchos matemáticos mantuvieron en secreto y poco se atrevieron a
publicarlo al ir en contravía con las corrientes e ideologías filosóficas y matemáticas de
la época, como sucedió inicialmente con Gauss y Bolyai por ejemplo.

“Históricamente la geometría no euclidiana constituía una auténtica revolución. Sin embargo,


su influencia en la comunidad matemática tomó su tiempo. Gauss no publicó sus resultados y
Lobachevsky y Bolyai no provenían de los países “importantes” en la ciencia de la época.
Lobachevsky publicó primero en ruso y los rusos que lo leyeron fueron muy severos con su
trabajo (fue hasta 1840 que Lobachevsky publicó en alemán). Dos cosas más deben
mencionarse: por un lado, durante esa época la geometría de moda era la proyectiva, y, por otra
parte, los matemáticos no se sentían cómodos con ideas radicalmente nuevas (Ruiz, 1999)”.

En este contexto, Bolyai y Lobachebsky en forma independiente se atreven a negar


públicamente el quinto postulado, construyendo con este hecho una nueva geometría,
tan consistente como la de Euclides, aunque en vida nunca lo supieran (Tejada, 2003).

Por otra parte, además de su impacto en la historia de las matemáticas, las


geometrías no euclidianas también tuvieron una notoria influencia en la física y la
ciencia en general, máxime al surgir la teoría de la relatividad de Einstein, que vino en
su rescate debido a que sólo puede ser explicada apoyándose en éstas.

“Aunque Gauss, Bolyai y Lobachevsky creyeron en la aplicabilidad física de sus nuevas


geometrías, los matemáticos siguientes no pensaron igual. Incluso Cayley, Klein y Poincaré no
visualizaron aplicaciones. Klein, por ejemplo, pensaba que el espacio fundamental era el
euclidiano y las otras geometrías eran otras formas de geometría euclidiana con algunas
variaciones (con nuevas funciones de distancia). Poincaré a lo único que llegaba es a decir que
la geometría euclidiana era la más conveniente. Con la emersión de la teoría de la relatividad por
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Einstein todas estas valoraciones del papel, importancia y lugar de las geometrías no euclidianas
y, por ende, de la euclidiana, tuvieron que cambiar drásticamente (Ruiz, 1999).”

El reconocimiento de la geometría no euclidiana llega con la publicación de los


trabajos de Riemann, alumno de Gauss, que procede por una vía totalmente distinta al
cuestionar el quinto postulado, negando la existencia de las paralelas, a partir de un
trabajo inicial sobre superficies curvas de Gauss.

“Este concepto generalizado se denomina Geodésica, la trayectoria más corta entre dos
puntos en cualquiera de las geometrías. En el caso de la geometría plana o espacial de carácter
euclidiano, la geodésica corresponde a la línea recta, en la riemanniana sería parte de una
circunferencia o una elipse y en la de Bolyai-Lobachevsky, sería un segmento de hipérbola. La
geometría de Riemann se puede denominar elíptica, la de Euclides, parabólica y la de Bolyai-
Lobachevsky, hiperbólica (Martínez 2013).”

No obstante, los planteamientos de Riemann no dejaban de ser algo más que una
especie de matemáticas exótica sin una aplicación concreta, hecho que cambiaría en el
contexto de la teoría de la relatividad, que comenzó a madurar al probarse que para
todo observador la velocidad de la luz es la misma, algo que Einstein necesitaba
fundamentar matemáticamente y se escapaba de los cánones de la geometría
euclidiana, pues necesitaba una geometría que fuera relativa a cada observador,
necesitaba una geometría que variara de un lugar a otro en el espacio según la
concentración de la materia presente en el lugar del observador (Tejada, 2003). Un
hecho que marcó el papel de la geometría no euclidiana en la fundamentación de la
física moderna.

Los cambios generados por las nuevas concepciones del espacio-tiempo, junto con
los nuevos planteamientos no euclidianos, generaron una crisis que revolucionó a las
matemáticas al dejar atrás la concepción a priori euclidiana típica; pasando a una
nueva concepción donde la validez lógica y el rigor conceptual serían los nuevos
parámetros que le darían validez a las teorías y conceptos de las matemáticas.

“La visión intuicionista de la matemática, aunque no desapareció del todo, tuvo que ceder el
paso a dos nuevas concepciones: la lógica-matemática y la línea formalista axiomática. Estos
desarrollos tendrían, en primera instancia, una notable influencia en la filosofía y a largo plazo,
un impacto tremendo en la tecnología y, por ende, en la economía y la forma de vida de todo el
mundo, a través de la computación (Martínez, 2013)”.

Surge una nueva concepción simbólica, de signos y formas donde la matemática se


encuentra con otras ciencias fines en este sentido, como la lógica, la lingüística y la
semiótica, lo que tendría gran preponderancia en el siglo XX. Con importantes logros
de Frege en el camino de la lógica y Hilbert siguiendo los caminos de la la
axiomatización en vez de la lógica, frente a esto último Martínez (2013) sostiene que:
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“Volviendo a Hilbert hay otro aspecto que merece destacarse. Él es el primero que
diferencia claramente entre lenguaje objeto y metalenguaje, siendo este último el
lenguaje que permite hablar del primero. Personajes como Russell, Wittgenstein, Carnap,
Gödel seguirán su ejemplo y se lograrán solucionar por fin antiguas paradojas, aporías o
antinomias”.

Los sistemas axiomáticos generados a partir de las nuevas concepciones


matemáticas darían lugar por su estructura al formalismo, un sistema convenido,
inventado e independiente de la realidad, es decir, sin compromiso semántico
(Martínez, 2013) un sistema en el que las teorías pueden tener múltiples
interpretaciones y ser confrontadas con la realidad para hallarles sentido en torno a su
aplicabilidad o utilidad, extendiéndose en la filosofía de la ciencia, hasta llegar al
Círculo de Viena, donde pasó a ser parte las teorías de las ciencias empíricas o
fácticas. Cabe destacar que la teoría computacional tiene una base formalista, si se
considera la falta de compromiso semántico existente en un computador, por ejemplo.

CONCLUSIONES.

Las geometrías no euclidianas tuvieron un impacto en la historia de las matemáticas


pero también de la física y la ciencia en general, aportando a la filosofía de la ciencia
las bases de lo que sería el formalismo, generando una revolución en las matemáticas
que las llevó a encontrarse con otras ciencias del lenguaje, como la lógica, la lingüística
y la semiótica.

Por otra parte, la historia de cómo se fueron desarrollando estas nuevas geometrías,
dejan en evidencia la construcción científica como un hecho histórico, social y colectivo,
en el que intervienen muchos factores de influencia, además de lo matemático entre
ellos el contexto socio cultural y las percepciones ideológicas dominantes en cada
época, reflejado en que los planteamientos surgidos, a pesar de su trascendencia
teórica no tuvieron un impacto fuerte ni inmediato en la comunidad matemática de la
época, la cual más bien se mostró recelosa en este campo, tanto que no se atrevía a
abordar abiertamente el cuestionamiento de la geometría euclidiana.

Otro obstáculo al que se enfrentaron las nuevas geometrías fue su aplicabilidad,


tanto que llegaron a ser consideradas una especie de derivaciones interesantes de la
geometría euclidiana, hecho superado al surgir una nueva forma de ver el mundo con
la teoría de la relatividad. Al final las geometrías no euclidianas lograron demostrar que
no hay teorías únicas o definitivas y que las matemáticas no son una isla independiente
y aislada de las demás ciencias.
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

Accinelli, J. (2004). Introducción a las Geometrías no Euclidianas. Argentina: Revista


argentina de psicopedagogía. Recuperado en:
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/1342671.pdf (19/ 02/ 2016)

Martínez, J. E. S. (2013). El Surgimiento de las Geometrías no Euclidianas y su


Influencia en la Cosmología y en la Filosofía de la Matemática1. Barranquilla:
INGENIARE. Año 8, No. 15, pp. 143-155. Recuperado en:
http://www.estunilibrebaq.edu.co/unilibrebaq2/revistas2/index.php/ingeniare/article/view
File/463/417 (22/ 02/ 2016)

Ruiz, A. (1999). Geometrías no euclidianas. Breve historia de una gran revolución


intelectual. San José: Editorial de la Universidad de Costa Rica. Recuperado en:
http://www.centroedumatematica.com/aruiz/libros/Geometrias%20No%20euclidianas.pd
f (26/ 02/ 2016)

Tejada, D. M. (2003). "Geometrías no-euclidianas: Friedrich Gauss, 1777-1855,


Juan Bolyai, 1802-1860; Nikolai Lobachebskky, 1793-1856; Bernhard Riemann, 1826-
1856." 143-159. Medellín: Universidad Nacional de Colombia. Recuperado en:
www.bdigital.unal.edu.co/7932/1/32504397._2003.pdf (23/ 02/ 2016)

1
Este artículo es una versión actualizada de un escrito del autor publicado en la Revista Colombiana de Filosofía de la Ciencia, Vol.
II, Nos. 4 y 5, 2001, pp. 45-63

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