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UMCE

Profesor: Dino Plaza


Nombre: Matías Lizama

Título: Comentario a las tierras arrasadas.

Una lectura de Las tierras arrasadas nos sumió en un lugar en el que la línea que
diferencia a los humanos con las mercancías se desdibuja; un lugar donde esa
escisión que marca un abismo entre algo que podríamos llamar <<nuestra
naturaleza propiamente humana>> y aquello que nace de nuestras manos, de
nuestra producción, desaparece.

A raíz de ello es que viene a nuestra mente el último capítulo de su libro,


“Espectros de Marx”, Jacques Derrida, pues, bajo el contexto de la controversia en
torno a “La ideología alemana” de Karl Marx, nos planteará el siguiente problema:
¿en qué momento se gesta el carácter fetiche de las mercancías, y por tanto, del
mundo en que circulan?

Primeramente, si como individuos nos identificamos en una realidad común


mediante lo ético y, <<en cuanto modo de actuar universal>>, es que aparece
entre nosotros la costumbre; y ésta a su vez, como hábito de lo ético, se convierte
en una segunda naturaleza que ocupa el lugar de la primera voluntad meramente
natural y es el alma, el significado y la efectiva realidad de su existencia. “Es el
espíritu que existe y vive en la forma de un mundo, el espíritu cuya sustancia es
por primera vez como espíritu”1. El verbo se ha hecho carne 2 y desde entonces ha
encontrado un dominio sobre el mundo. pues, al igual que el extravagante que no
vive sino en el mundo fantástico que crea su imaginación, el espíritu se ve
reflejado en el <<mundo espiritualizado>> que se ha convertido en una suerte de
casa encantada. En este sentido, seríamos desde entonces, los servidores de
nuestros pensamientos; obedeceríamos sus órdenes, como en otro tiempo las de
1
G. W. Hegel, Principios de la filosofía del derecho, § 151.
2
Juan 1, 14
los padres o la de los hombres. “Son ellas (ideas, representaciones, creencias) las
que reemplazan a los mandatos paternos y las que gobiernan nuestras vidas” 3.

Si para el joven no hay placer más vivo que descubrir y hacer suyo el
pensamiento puro, descubrir bajo la luz de los astros brillantes que alumbran el
mundo las ideas que emanan de él —la patria, la verdad, la libertad, la humanidad,
el hombre, etcétera—, hasta quedar hipnotizado, ¿cómo es entonces que el
hombre maduro, a diferencia del joven, toma al mundo como es sin ver por todas
partes mal que corregir, ni entuertos que enderezar?, ¿cómo es que el joven
abandona su estado infantil para darle paso a la siguiente etapa de su vida como
hombre maduro?

Junto a estas preguntas, en las tierras arrasadas se escucha:

- ¿Quién es la patria? –vocifera Estela dándose la vuelta.

- ¡Yo soy la patria! –responde Epitafio abriendo los brazos teatralmente.

- ¿Y qué quiere la patria?

- La patria quiere que se hinquen.

- Ya escucharon: ¡hínquense ahora mismo todos!

- La patria dice: que se tumben sobre el suelo –añade Epitafio él también gritando y
fingiendo, con los brazos, una deferencia.

- ¡Todos bocabajo! –ruge Estela–: ¡y no se muevan… no los quiero ni siquiera ver


temblando”

Podríamos decir, de esta manera, que aquel estadio infantil representa al


<<fantasma absoluto>>, en cuanto es la encarnación del <<Espíritu hegeliano>>.
Respecto a éste punto, Derrida dirá:

“la producción del fantasma, la constitución del efecto fantasma, no es simplemente una
espiritualización, ni siquiera la autonomización del espíritu, de la idea o del pensamiento,
tal y como se produce por excelencia en el idealismo hegeliano. […] No hay fantasma, no
hay nunca devenir-espectro del espíritu sin, al menos, una apariencia de carne, en un

3
Max Stirner, El Único y su propiedad, pág., 59.
espacio de visibilidad invisible, como des-aparecer de una aparición. Para que haya
fantasma es preciso un retorno al cuerpo, pero un cuerpo más abstracto que nunca” 4.

Frente a este proceso <<espectrógeno>>, a la producción de fantasmas, es que


re-conocemos en ésta incorporación paradójica un <<movimiento>> ——
escamoteo— similar al de la circulación de las mercancías: circulación de ideas y
pensamientos enajenados, y cada veza mas enajenados, dentro de la producción
social humana.

Dividiremos este proceso de producción y circulación en tres momentos:

1.- Las ideas y conceptos se desgajan de su substrato —del sujeto ético—, primer
momento del proceso.

2.- Éstas necesitan volver a nuestra realidad, necesitan un receptáculo a través


del cual poder seguir circulando. Las ideas y pensamientos que nos vinculan con
el espíritu, no son de carácter neutral, configura a su forma la carne-receptáculo a
través del cual van y vienen ideas y pensamientos. Así, dándoles cuerpo, a estas
ideas que circulan en el mundo <<espiritualizado>>, se engendra el fantasma
como testimonio del espíritu. Segundo momento.

3.- Tercer momento del proceso de producción: las ideas no vuelven al cuerpo vivo
del que son arrancadas, sino que, encarnada en una segunda (tercera, cuarta o
quinta) naturaleza —a la que eludía Hegel en cuanto a la relación entre la ética y
la costumbre— es que se desgajan más ideas y pensamientos; pero ya no de un
cuerpo-vivo, sino que, a partir de un cuerpo-artefactual; en definitiva, en un cuerpo
protético del cual se desgajarán nuevas ideas para continuar, hasta el infinito, este
proceso.

Un cuerpo protético que se renueva eternamente y que lo mantendría puramente


joven. Un cuerpo artefactual puesto <<a disposición de…>> Es por ello que, para
introducirnos en ésta aporía que nos impide hablar con propiedad tanto de la
mercancía como de una auto-constitución de un sujeto ético (es decir la capacidad
de decir: <<yo soy, y estos son mis pensamientos y esta mi voluntad>>; hemos
4
Jacques Derrida, Espectros de Marx, pág. 144.
adscribirnos a la siguiente definición de metafísica: “como la pregunta por lo ente
en cuanto tal y en su conjunto”5.

Pero, ¿por qué hemos de pensar en la metafísica? Primeramente, porque “para


Hegel, el asunto del pensar es <<el pensamiento>>, el cual, desarrollado hasta la
máxima libertad de su esencia es la <<idea absoluta>>. [...]Con ello, Hegel mismo
le da expresamente al asunto de su pensar ese nombre que está por encima de
todo el asunto del pensar occidental, el nombre ser”6.

En cuanto al ente, entendiéndolo como el receptáculo del ser, de la <<idea


absoluta>>, es que se vuelve más clara la relación que establecemos entre la
metafísica y el problema que hemos ido trabajando. La relación entre <<valor de
uso>> y <<valor de cambio>>, en cuanto que, sobre el segundo, se aplicaría un
agregado, una plusvalía —un fantasma— respecto al primero; de la misma
manera en que el ente se relaciona con el ser; de la misma manera en que Estela
y Epitafio se relacionan con las personas llegadas de otras tierras cruzaron la
frontera.

¿Cómo plantear la auto-constitución de un sujeto ético, siendo que al momento de


preguntarnos “¿qué puedo hacer?”, “uno no se interroga acerca de los entes
factuales ni sobre <<el ser en cuanto tal>>, sino acerca de ese dominio
intermediario donde ciertos ordenes de cosas, que se manifiestan a través de las
conductas problematizadas, se suceden unos a otros”? 7 En otras palabras, ¿cómo
pensar más allá, o más acá, de la conexión de los fenómenos que constituyen una
red epocal?

En otro contexto, ¿seremos capaces de empatizar, o si quiera comprender, las


experiencias re-caídas sobre quienes cruzaron la frontera, y engañados, terminan
chingados y valiendo pura verga; quienes por algún azar del destino quedan
reducidos a la materialidad misma de sus cuerpos: entes sin un ser propio, y que
están a disposición y merced de la decisión de la metafísica-nacional de Epitafio?

5
Martin Heidegger, La constitución onto-teo-lógica de la metafísica, pág., 4.
6
Martin Heidegger, La constitución onto-teo-lógica de la metafísica, pág., 1.
7
Reiner Schürmann, De la constitución de uno mismo como sujeto anárquico.
“No debí haberlo intentado… No debí nunca haberme ido…
Y pensar que yo creía que sí podría… por pendejo… por no
Creer que no se puede… que uno sale siempre derrotado…
Que lo derrota a uno este sitio… que lo derrotan siempre
A uno estas gentes… convirtiéndolo en perro…
Un animal pues solamente.”

Dice Quienconservóaúndespuéssuvoz. Y es que nos preguntamos, después de


ver como en las tierras arrasadas las gentes son tratadas como mercancías, como
si fueran cualquier cosa, ¿cómo pretender poder hablar de un <<puro y simple
valor de uso>>, estar al servicio de las Luces, y decir que el <<valor de uso>>, en
sí mismo, no tiene nada de <<misterioso>>? Atendiendo al valor de uso, las
propiedades de la cosa, en el fondo siempre son muy humanas y, por eso
mismo, tranquilizadoras8. Siempre que se refieren a lo <<propio del hombre>>, a
las propiedades del hombre: o bien responden a las necesidades de los hombres,
y ése es, justamente, su <<valor de uso>>, o bien son el producto de una actividad
humana que, al menos a primera vista, parece destinarlas a ello.

Así, en las tierras arrasadas, los seres humanos son reducidos a la expresión más
mínima de ellos mismos, para satisfacer las <<pulsiones naturales humanas>> de
otras gentes que viven en las tierras arrasadas.

“A dos de las mujeres las violaban a diario. Parecían


de trapo, las mujeres. A las que ellos violaban.
Y las mujercitas esas, a las que violaban
una y otra vez y a cualquier hora,
a mí me recordaban a mi hija”.

Es por ello que el rumbo que tomaremos será el de hacer de la metafísica un


problema; ya que, problematizarla, es indagar en las condiciones y fundamentos
que la hacen posible. Hacer de la metafísica un problema, nos mostraría que la
verdad que se revelaría en ella como la <<red epocal dentro de la cual las cosas

8
G. W. Hegel, Principios de la filosofía del derecho, agregado al § 46: “En la propiedad mi voluntad es
personal, pero la persona es un esto, la propiedad será por lo tanto lo personal de esta voluntad. Puesto que
por medio de la propiedad le doy existencia a mi voluntad, la propiedad debe tener la determinación de que
algo sea mío. Ésta es la importante doctrina de la necesidad de la propiedad privada. Si bien admite
excepciones por parte del Estado, éste es el único que puede hacerlas, aunque con frecuencia, especialmente
en nuestro tipo, ha restaurado la propiedad privada. Así muchos Estados han clausurado monasterios con
razón, pues una comunidad no tiene el mismo derecho de propiedad que la persona”.
son dadas (a la <<donación>> misma>>), y a su vez, nos revelaría la intersección
de estrategias de discurso y de poder que la constituyen como una <<red
epocal>>.

Es en este punto en donde se hace presente la infancia de Lacarota:

“Justo entonces, el graznido de una urraca, como le pasa casi siempre que una urraca lo
sorprende, conduce a Lacarota al solar de aquella casa en que naciera y en la que todo
pareció ser felicidad por varios años: esos años en los que él y sus hermanos no hicieron
otra cosa que jugar bajo un cielo interminable.

Luego, un día cualquiera, empezaron los años del encierro: podían Epitafio y sus
hermanos salir sólo un rato cada día. Y luego cada tantos días un rato, acompañados por
su padre o su madre.

Al final los niños ya no pudieron salir de casa nunca: algo acechaba sin que Epitafio
entendiera qué era. Epitafio: este hombre que quiere ir a descansar ahora a la casa que un
día fue matadero y que por eso apura a Mausoleo sobre las piedras color sangre”.

En el corazón del matadero, mientras tanto, los muchachos que obedecen a Lacarota
siguen castigando a los hombres y mujeres que vinieron de otras tierras.

Vemos aquí, como la voz narrativa nos presenta aquel lugar en donde creció
Epitafio. Lo sugerente de aquel lugar es cómo pasó de ser su hogar (lo más
propio) en un lugar asfixiante. El cómo el matadero pasó a ser una categoría ética
de Epitafio que se exterioriza tanto en él como en los entes que dispone.

Que el mundo devenga, por medio de la técnica mecanizada, en una imagen


antropológica le da otro matiz al proceso de producción de fantasmas. ¿Qué es
finalmente lo humano y qué es lo fantasmal?, ¿es que acaso, en las tierras
arrasadas, ya se volvieron completamente indistinguibles? Si para la mayoría de
los seres humanos la consecuencia de una vida dominada por el trabajo: media
vida pasada en escuelas, fábricas, oficinas y prisiones; este no sería un problema
propio de los humanos, no son los únicos atrapados en esta red, animales de
todo tipo son sujetos a los que se les aplica el sufrimiento industrial y la muerte
estando en libertad o en fábricas, granjas, laboratorios.
En las historia de las humanidades jamás ha existido, en el interior de las mismas
estructuras políticas, una combinación tan compleja de técnicas de individuación y
de procedimientos totalizadores: el Estado moderno ha colocado a sus ciudadanos
en una doble atadura: la de la sujeción y de la subjetivación. La individuación no
designa únicamente la condición atomizada de la vida en las sociedades
modernas, sino también, y más radicalmente, la exposición inmediata e íntima de
cada individuo frente al Estado. “El origen del Estado benefactor en el cuidado
cristiano de las almas ha sido notado antes por Foucault. Al igual que la iglesia
estaba presente para la conciencia de cada uno, el Estado en los regímenes
liberales está presente para la vida de cada uno” 9. Con la constitución de las
democracias en el estado moderno el poder de tipo pastoral se extendió
repentinamente al conjunto del cuerpo social. La doble atadura reside en la tarea
del Estado de unificar a sus miembros en un todo mientras que organiza todas las
dimensiones de su existencia privada.

En ese sentido, el matiz pastoral del Estado no sería el único, ni tampoco


excluyente. Como destaca el colectivo Antagonism & Practical History: <<la
adopción de técnicas de producción más intensivas, destacando la agricultura,
sirvió al interés de grupos dominantes en la sociedad, teniendo en cuenta que el
nuevo régimen económico atrapó a la gente dentro de estructuras económicas y
sociales de las cuales llegaron a depender por completo>>. En este sentido, <<la
domesticación de seres salvajes y la vida salvaje en general, es una metáfora y
mecanismo para el control de la sociedad>> 10. La domesticación se convirtió en el
patrón arquetípico de otros tipos de subordinación, y que el Estado/patria/Lacarota
utiliza para gestionar las relaciones del ente/pueblo como un inmenso matadero:
animales y trozos de carne circulan por las calles de las tierras arrasadas.

Así, la pregunta del sujeto ético, <<¿qué debo hacer?>>, es una pregunta que
presupone demasiada autonomía, a saber, la autonomía de darse a sí mismo una
ley moral obligatoriamente universal. Pero esta aporía respecto al sujeto ético se

9
Reiner Schürmann, De la constitución de uno mismo como sujeto anárquico.
10
Antagonism & Practical History, Bestias de carga: Un intento de replantearse la separación entre liberación
animal y las políticas comunistas, pág.8.
remite al carácter propio de la meditación que éste realiza. La meditación implica a
un sujeto móvil, y modificable por el efecto de los acontecimientos discursivos que
se producen en la <<red epocal>> en que se encuentra.

Por este motivo, al dar un paso hacia atrás y hacer de la metafísica un problema,
es que llevaremos a cabo, en un primer momento, una meditación; en cuanto ésta
implica una reflexión sobre la esencia de lo ente así como una decisión sobre la
esencia de la verdad.

“Esto debido a que la metafísica fundamenta una era desde el momento en


que, por medio de una determinada interpretación de lo ente y una
determinada concepción de la verdad, le procura a ésta el fundamento de la
forma en su esencia”11.

¿Qué meditación es posible llevar aquí, en las tierras arrasadas? ¿<<Qué


hacer>>?, se pregunta para sus adentros un boxeador, ante la brutalidad que
desfila frente a sus ojos.

“Escuchando el estallar en carcajadas de sus hombres, Epitafio avanza hasta el gigante


[mausoleo, el boxeador], lo sujeta de los pelos, lo zarandea y lo patea en las costillas:
¡párate que no estoy jugando… ya te lo había advertido! Más que el dolor de los golpes
que le inflingen, es el miedo lo que hace a Mausoleo abra los ojos, destape sus oídos y
otra vez ponga atención a Lacarota: ¡párate y recoge ahora esa mierda!, grita Epitafio, y
viendo luego a sus muchachos suma a voz pelada: ¡y ustedes ya están callando… quién
les dijo que se rieran?”

Siendo que este fundamento domina por completo todos los fenómenos que
caracterizan dicha era, y viceversa. De esta manera, quien sepa meditar puede
reconocer en estos fenómenos el fundamento metafísico de su era, de su <<red
epocal>>. Por ello podemos definir a la meditación como “el valor de convertir la
verdad de nuestros propios principios y el espacio de nuestras propias metas en
aquello que más precisa ser cuestionado”12.

11
Martin Heidegger, La constitución onto-teo-lógica de la metafísica, pág., 1.
12
Martin Heidegger, La constitución onto-teo-lógica de la metafísica, pág., 1.
¿Qué sería, finalmente, aquello que nos cuestionaremos al meditar? Ya no sería
en las palabras de Mausoleo en donde reconoceremos esta decisión, sino en sus
acciones:

“Los [los cigarrillos los] dejé en la camioneta, recuerda Lacarota luego de un momento y
está a punto de volverse hacia la puerta: si no lo hace es solamente porque siente como
propia a energía que ahora emana del grandote: esta corriente casi eléctrica que da voz al
nuevo idioma con que se habla Mausoleo, que sorprende a los hombres aferrados a sus
armas y que aterra a los que fueron secuestrados en el claro Ojo de Hierba.”

Sería en relación al pensamiento como el mundo puede volverse objetivo. O


incluso: en cuanto que son re-presentadas para el ego es como las cosas se
vuelven objetos, y como la naturaleza, vuelta así el otro del Yo, es susceptible a
ser dominada. No sólo la naturaleza, los individuos también caen bajo este
proceso general de objetivación y dominio.

En consecuencia, tenemos que distinguir entre:

1. el <<Hombre>> como postulado último de una organización epocal, como el


espíritu al que el sujeto ético aspira como realización; como representación
de una política cultural hacia la cual apunta el sujeto ético en tanto que
trabaja sobre sí mismo, como obra de arte, en tanto que objeto de vivencia.

Vemos este postulado reflejado en lo que la voz narrativa nos presenta


como el actuar de Epitafio frente a Mausoleo:

-soy el señor yo de la suerte y te la estoy aquí entregando –insiste Epitafio-: te


estoy haciendo el mejor puto favor que te haya hecho.

-…

- soy la suerte y soy la patria –suma Lacarota cuando llega mausoleo a su lado, y
señalando una silla añade -: siéntate y observa lo que viene… eso también tendrás
que hacerlo.

-¿Qué van a hacer?

-¡dirás qué vamos a hacerles! –corrige Epitafio nuevamente a su grandote-: toca


acabar de enmudecerlos… castigarles la cabeza… volverlos ahora nadie.
2. el <<ego>> como efectuando ese centramiento y dominio. Los fenómenos y
representaciones epocales necesitan recaer en nuestra realidad, necesitan
un receptáculo a través del cual poder seguir circulando. Dándole el propio
cuerpo, se engendra el fantasma como testimonio del espíritu, en tanto que
el <<ego>> se reconoce como un <<Hombre>>.

“(…) esta emoción, tan nueva en él como el impulso que lo hizo arremeter contra la
niña, y como esa voz que le habló antes en la sala, se convirtieron en convicción
cuando, recargándose de nuevo en su puerta, Mausoleo siente que se vuelven sus
temores puro orgullo: es él quien hoy vigila a los hombres y mujeres que además
de que no pueden esperar nada del cielo no debieran esperar nada tampoco de
esta tierra.”

3. y el <<individuo>> como objetivado y dominado. El <<individuo>> ya no


como un cuerpo-vivo desde el cual habla un sujeto ético, sino como el
cuerpo-artefactual, a través del cual, por ejemplo, hablarían tanto las
ciencias del lenguaje, del trabajo, de la vida, como también las técnicas del
poder tal como son institucionalizadas en asilos, hospitales, prisiones,
escuelas, etc. El individuo como el <<fantasma absoluto>>.

Por un lado el mismo Mausoleo como cuerpo artefactual, fantasmagórico:

-Tú irás ahí dentro –interrumpe Epitafio nuevamente a Mausoleo, y señalando uno
de los cuartos donde están sus hombres encerrando a los que vienen de otras
patrias finaliza-: vas a cuidarlos… no dejarás que hagan ahí ruido… no los quiero
estar oyendo”.

Por el otro, los entes aun desprovistos de toda cualidad:

“No dejaban de gritarnos y pegarnos y orinarnos… no nos


Dejaban ni hablarnos ni mirarnos… a los que hablaban
Les pegaban con sus trapos empapados… a los que
se buscaban con los ojos se los quemaba con cerillos…
luego decían… “ya te moriste”… así estuvimos
hasta que nos metieron en los cuartos”.
Claramente se dibuja aquí, en las tierras arrasadas, una línea que exhibe a la
violencia como el rasgo permanente de la auto-constitución en occidente, al
menos desde la Antigüedad hasta la modernidad temprana. El sujeto práctico,
siempre es llamado a implantarse en el sitio estrecho y variable que dejan abierto
las constelaciones discursivas y los efectos de poder: en su meditación tiene el
deber de resolver y olvidar la escisión constitutiva de la relación del ser con el
ente.

Bibliografía:
- Antagonism & Practical History, Bestias de carga: un intento de
replantearse la separación entre la liberación animal y las políticas
comunistas. Disponible en: http://libcom.org/library/beats-burden-
antagonism-practical-history.php

- Derrida, J., Espectros de Marx: El estado de la deuda, el trabajo de duelo y


la nueva internacional, Editorial Trotta, 2003.

- Foucault, M., Historia de la sexualidad”, Vol. II: el uso de los placeres, Siglo
XXI editores.

- Hegel, G. W., Principios de la filosofía del derecho, o derecho natural y


ciencia política, Edhasa, 1999.

- Heidegger, M., La constitución onto-teo-lógica de la metafísica, en


"Identidad y diferencia", Ed. Anthropos, 1990.

- Monge, E., Las tierras arrasadas, Literatura Random House.

- Schürmann, R., De la constitución de uno mismo como sujeto anárquico,


Disponible en:
http://www.mxfractal.org/articulos/RevistaFractal75ReinerSchurmann.php

- Stirner, M., El único y su propiedad, Sexto Piso, 2003.

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