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EL SIGLO DE LAS LUCES Y LA DANZA

Siglo de las Luces o Ilustración, término utilizado para describir las tendencias en el
pensamiento y la literatura en Europa y en toda América durante el siglo XVIII previas a la
Revolución Francesa. La frase fue empleada con mucha frecuencia por los propios escritores
de este periodo, convencidos de que emergían de siglos de oscuridad e ignorancia a una nueva
edad iluminada por la razón, la ciencia y el respeto a la humanidad.

A principios del s. XVIII la danza empieza a sufrir modificaciones, adaptándose a los


nuevos tiempos y a las nuevas formas de hacer y coincidiendo con una gran cantidad de
hombres y mujeres brillantes que surgen. En este siglo los teóricos y profesionales van a
intentar la emancipación de la danza de las otras artes, entre ellos y sobre todo Noverre, con
su ballet d’action. Es en este siglo cuando tienen lugar las mayores innovaciones en torno al
vocabulario, que queda asentado, elemento que propiciará que la danza en el Romanticismo
empiece a compararse a las otras artes en cuanto a independencia artística y estética. Se
introducen algunos términos italianos en el vocabulario pero finalmente la belle danse
francesa (llamada posteriormente danza clásica o académica) se emancipa de la danza culta
italiana. Sus principios serán: l´en-dehors y la verticalidad. Su estilo responderá a las reglas del
clasicismo: orden, equilibrio, simetría, medida, armonía, precisión y limpieza.

En 1713 se crea la Escuela de Danza o Conservatorio de Danza dentro de la Academia


Real de la Música. La danza se profesionaliza definitivamente.

A partir de 1760 se produce la especialización de los intérpretes en estilos: danza


heroica y seria, danza de semicarácter, danza cómica y grotesca.

Los bailarines y bailarinas también contribuyeron intentando liberar a la danza de tantas


constricciones. Uno de los elementos que ayudó a desarrollar la danza fue el cambio paulatino
en la vestimenta. Una de las primeras bailarinas que abandonó las danzas deslizadas (danse
basse) y usó el salto (danse haute) fue Marie Camargo, destacando por la ejecución de varios
tipos de jetés. Para esto acortó la falda, y quitó el tacón de sus zapatos algo que causó en
principio gran escándalo. También provocó gran revuelo el que Marie Sallé, rival de la
Camargo, decidiera quitarse el miriñaque y prescindir de la careta en las actuaciones (Londres,
en 1734).

Estas modificaciones en el vestuario permitieron por una parte que se perfeccionara el


uso de la técnica y también que los coreógrafos pudieran probar nuevas formas. La lucha por
la reforma de los trajes continuó hasta la Revolución, cuando Maillot, modisto de la Ópera
inventó las mallas con las que se implantó definitivamente una forma de bailar mucho más
libre en cuanto a movimientos, aunque el Papa autorizó su uso tan sólo en color azul para no
sugerir el color de la piel.

Durante esta época empezaron a aparecer nuevos pasos como resultado del desarrollo
de la danza académica tanto en los pasos como en las coreografías. Pero también propició el
que la expresión fuese elemento importante en la representación, por lo que el avance de la
danza en forma y expresividad fue muy importante.

Bailarines, coreógrafos y maestros de ballet (mayoritariamente franceses) se mueven


por Europa, difundiéndose el vocabulario francés de danza (el francés se convierte en el
idioma de la diplomacia). La belle danse será adaptada al sistema de valores y a la estética
propios de cada país.

De la Real Academia de la Danza partieron también muchas reformas, como por


ejemplo el tratado de Rameau en 1725, Maître a danser, que recogía todos los avances
técnicos hasta el momento, atribuía la codificación de las cinco posiciones de pies. Otro
elemento importante que aparecía era el reconocimiento de que la danza debía ser algo más
que un elemento de divertimento cortesano.

En estos momentos París dejará de ser la capital de la danza, entre otras cosas por la
aparición de Carlo Blasis en Italia, y el desarrollo de la danza en lugares como Stuttgart o Viena.

El gran reformador de la danza en este siglo fue Jean Georges Noverre, nacido en París
en 1727 y discípulo de Louis Dupré, considerado el “dios de la danza”. Noverre denunciaba la
situación a la que la danza había llegado sobre todo en París, ciudad que le cerraba sus puertas
por considerar sus ideas demasiado revolucionarias. Noverre, hombre cultivado en las artes,
fue el precursor del ballet d’action, que consistía en concebir un ballet que fuera capaz por sí
mismo de expresar la acción, sin necesidad de texto cantado o recitado.

Noverre aspiraba a que la danza prescindiera de todo artificio y de todas las


convenciones a las que había estado sujeta, trabajando en sus obras para que los sentimientos
dictaran el desarrollo dramático y coreográfico de sus ballets.

Más adelante Noverre realiza un examen a las bases anatómicas y técnicas de la danza, así
como también estudia los defectos de conformación que se observan en los bailarines y los
medios para combatirlos. También expresa la necesidad para bailar de la rotación de las
piernas hacia fuera, el en dehors.

Llegó, a través de la evolución de su pensamiento a distinguir entre la danza, el ballet y


la pantomima. La danza era el arte de los pasos, el ballet, del cual la danza es ornamento,
consiste en el arte de dibujar figuras, y la pantomima es el arte de expresar las emociones por
medio de gestos. Estas tres cosas diferentes forman unidas el ballet de acción.

El siglo XVIII supone el paso necesario para que la danza se asiente como arte
independiente, mediante la profesionalización de los bailarines y la elaboración de un
vocabulario y un código propio. En esta época aumenta también la importancia del elemento
dramático en el ballet, elemento que lo dotaba de coherencia y sentido artístico, pues sostiene
el espectáculo sin necesidad de acudir a otros recursos fuera de la musicalidad y el
movimiento.
ESCUELA SUPERIOR DE DANZAS DE LA PROVINCIA DE MISIONES

EL SIGLO DE
LAS LUCES
Y LA DANZA

PROFESORADO DE DANZAS

CATEDRA: HISTORIA Y ESTETICA DE LA DANZA


PROFESORA: MARTA BONETTO
ALUMNO: CLAUDIO BENITEZ

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