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Especialización en Educación y Derechos Humanos

SEMINARIO DE CUIDADO Y PREVENCIÓN DE


ADICCIONES EN EL ÁMBITO EDUCATIVO

Clase 3: Algunas ideas para pensar el abordaje


de la prevención en el nivel secundario y en el
primario

¡Hola colegas!

Bienvenidos y bienvenidas a nuestra tercera clase.

En el encuentro anterior nos focalizamos en los sujetos y en la sociedad de consumo


como contexto. Nos preguntamos acerca del rol docente en la prevención de
adicciones y definimos a la escuela como una estructura de acogida que debe
generar las condiciones para “alojar” a las niñas, niños, adolescentes y jóvenes. En
este sentido, identificamos la escucha activa como una herramienta clave con la que
contamos como educadores/as para lograr ese desafío. Así, vimos que la escucha,
la mirada y la palabra que nos muestran disponibles para el otro son elementos
fundamentales para abordar la prevención en la escuela. Afirmamos, también, que
la prevención no es una tarea individual sino que implica la construcción de una
cultura institucional centrada en el cuidado. En esta clase profundizaremos esta idea
pensando en dos niveles educativos en particular: el secundario y el primario.

Los contenidos de la clase son:

 Modalidades de prevención sectoriales e integrales.


 La cultura del cuidado en el nivel secundario.
 La participación de la juventud y la vinculación con el cuidado.
 El abordaje de la prevención en el nivel primario.
 Prevención inespecífica y específica en la escuela primaria

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Modalidades de prevención sectoriales e integrales


Comencemos explicando dos términos que nos permitirán ordenar las propuestas de
prevención que solemos encontrar en las escuelas.

Existen dos modalidades de prevención: las sectoriales y las integrales. En las


primeras, la prevención es un contenido disciplinar, que abarca todas las acciones
que se realizan para prevenir y ubica al “problema de las drogas” como parte del
diseño curricular de materias como Formación Ética y Ciudadana y/ o Biología. En
esta modalidad, las niñas, niños y jóvenes son considerados grupos de riesgo, y,
como tales, son las/os destinatarias/os privilegiados de las acciones planificadas.
Por lo general, desde la modalidad sectorial se brinda información sobre las

sustancias y sus efectos en el cuerpo, y se refuerzan hábitos que socialmente

son considerados positivos y saludables (Touzé, 2010).

La modalidad de prevención integral, en cambio, procura acciones globales -e

incluso inespecíficas- que promuevan actitudes de cuidado en general. Considera,


como planteamos en clases previas, que los consumos problemáticos son un
problema social que abarca a todas las clases sociales y grupos etarios. Por lo tanto,
las acciones preventivas en este marco se llevan a cabo para toda la comunidad
educativa. Desde este modelo se promueven espacios de participación, recreación y
reflexión, así como proyectos colectivos que resulten significativos para los sujetos.
Todo esto en el marco de un clima institucional de cuidado y afecto que fortalezca el
lazo social entre los distintos actores de la comunidad.

La prevención integral implica un posicionamiento ético y no moral, ya que no se


trata de enjuiciar a las niñas, niños, adolescentes y jóvenes, sino de promover el
interés por su cuidado y el cuidado de los/as otros/as. En esto, la prevención
integral se acerca a lo que Rolando Martiñá llamó “Ética del cuidado”:

La “Ética del cuidado” no le pide a la gente que sea lo que no puede ser,
pero lo invita a ser siempre más de lo que es. Sabe que la violencia es
constitutiva de la experiencia humana desde los orígenes, pero que también

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lo son el juego y el amor. Y que no se puede decidir que no llueva, pero,


muchas veces, sí se puede decidir no dejarse mojar (en Touzé, 2010).

La cultura del cuidado en el nivel secundario


Siguiendo la línea de la modalidad de prevención integral, en las clases anteriores
planteamos que el objetivo de la prevención tiene que ser instalar en las
instituciones una cultura del cuidado que se oponga a la cultura del consumo.
Pero, ¿cómo lograr este objetivo en la educación secundaria en particular? ¿En qué
acciones podemos traducir estas ideas acerca de la prevención integral y el cuidado
propio y de las/os otras/os en este nivel? ¿Cómo transformamos la escucha activa y
el estado de “disponibilidad” en prácticas que trasciendan las habilidades o
intenciones individuales, de modo que emerjan como prácticas colectivas e
instituidas en las escuelas secundarias? ¿Cómo hacer para que se conviertan en
acciones habituales y no excepcionales en las escuelas?

Para dar algunas respuestas a estos interrogantes tomamos las palabras de Néstor
Rebecchi, profesor de Historia, licenciado en Enseñanza de la Historia y director de
la E.E.M. N° 2 del Distrito Escolar 4°. Desde su experiencia como director de una
escuela de reingreso plantea algunas ideas que nos ayudan a pensar el nivel
secundario y las/os jóvenes que lo habitan. Rebecchi propone alcanzar el objetivo
de que la escuela no excluya a las/os jóvenes sino que sea un lugar que ellas/os
deseen habitar. Para eso es necesario que todos los actores conciban a las/os
jóvenes como sujetos de derecho, y que ese sea el punto de partida de todas las
prácticas pedagógicas que se lleven a cabo. De esta manera, la inclusión
educativa es un “acto de justicia”, porque garantiza su derecho a la educación, y
a la educación secundaria en particular (Rebecchi, 2015).

La institución debe convertirse en una estructura de acogida que aloje a los/as


jóvenes y les permita concebirse y reconocerse como sujetos de derechos. Para
esto, como educadoras/es, tenemos que ir más allá de una dimensión meramente
declarativa y desarrollar prácticas que permitan este reconocimiento a través del
ejercicio mismo de su ciudadanía. Para todo esto, asegura Rebecchi, es necesario

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que la escuela cambie; debe superar las prácticas tradicionales que se basan en la
concepción del alumno/a como un sujeto pasivo, homogéneo y universal. Estos
cambios se vuelven urgentes si queremos trabajar para promover el cuidado del
propio cuerpo, de la salud y el interés por los/as demás.

Como vimos en el módulo de Educación en Derechos Humanos, desde sus orígenes,


la escuela secundaria ha sido elitista y selectiva, y aun hoy persisten discursos que
sostienen que la secundaria no debería ser para todas/os. Esto plantea desafíos
específicos a este nivel a la hora de pensar la prevención.

Rebecchi propone democratizar las decisiones que se toman en la escuela,


activar las potencias de las/os jóvenes, dar lugar a sus voces, permitir un espacio
para la escucha, y fomentar vínculos de confianza que sean apuestas a futuro
de las que no se espera nada a cambio. La escuela debe brindar las condiciones
para que las/os adolescentes y jóvenes puedan construir un proyecto de vida
colectivo. Estas propuestas vuelven a plantear la necesidad de crear espacios de
participación como modos de prevención integral.

Las y los invitamos a escuchar a Néstor Rebecchi quien, a partir de


algunas experiencias que podríamos llamar “exitosas”, sistematiza
ciertas líneas básicas para pensar las acciones de promoción del
cuidado de las/os jóvenes que transitan la escuela secundaria.

https://youtu.be/_-TU3fW_As8

La participación de la juventud y la vinculación con el cuidado


La participación es tanto un medio como un fin para alcanzar la cultura del cuidado.
Es a través de la participación que podemos darle voz y voto a las/os jóvenes, que
podemos permitirles tener un lugar protagónico en la vida institucional de las
escuelas. Pero también es a través de ella que pueden hacer las búsquedas
necesarias para resolver los problemas que los aquejan y construir proyectos
colectivos significativos con los cuales identificarse y desarrollar un sentido de
pertenencia. Las identidades forjadas participativamente con otros/as son las que
les permiten defenderse de esas “miradas que manchan”, que prejuzgan y

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sentencian a las/os adolescentes, a las/os jóvenes, a las/os que tienen problemas


vinculados al consumo de sustancias, a las/os pobres, etc.

Débora Kantor (2005), licenciada en Ciencias de la Educación y especializada en el


trabajo con adolescentes y jóvenes, nos ayuda a pensar la importancia de la
participación y la recreación en el trabajo con estos grupos. Kantor caracteriza la
participación como un derecho y una práctica social de significado valioso en
general, pero, especialmente, para la formación de adolescentes y jóvenes. Se
trata, sobre todo, de un proceso, un camino en el que estos deben aprender a
comprometerse para tomar decisiones que les permitan afrontar los problemas que
las/os involucran. Estas prácticas participativas, contra lo que puede sugerir el
sentido común, requieren de adultos referentes que direccionen el proceso sin
imponer el camino, respetando tiempos, momentos y contextos diferentes:

La participación como meta y como modalidad de trabajo, inscripta en la


responsabilidad de educar y en el derecho a una educación integral, no
define un espacio vacío, una “zona liberada” de adultos, al contrario: está
profundamente impregnada de acción pedagógica (Kantor, 2005:14).

En todo caso, el desafío que tenemos como adultos es aprender a facilitar y guiar
esos procesos participativos. Incluso es necesario que como educadoras/es
sepamos cómo enseñar a participar, porque la participación no suele producirse
espontáneamente. Como afirma María Teresa Sirvent (1994), la participación es una
conquista y, en ocasiones, alcanzarla se convierte en un desafío en sí mismo.

Por otra parte, una buena alternativa para abordar el cuidado de las/os
adolescentes y jóvenes es partir de intervenciones recreativas y de carácter
participativo que no estén pensadas con el objetivo particular y único de prevenir
conductas o consumos de riesgo, sino que busquen activar sus potencialidades, que
les permitan visibilizar sus fortalezas y valorar sus capacidades:

…decimos junto con R. Efron (1996:40), que “la voz firme del adulto y
las instituciones que lo respaldan, al existir y autorizar, de alguna
manera previenen; y no porque muestran el camino verdadero, sino
porque evitan quedar fuera del camino”. La recr eación en tanto

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espacio educativo, con sus instituciones y sus adultos, es un lugar


pertinente, y puede ser un lugar potente para este tipo de
intervenciones” (Kantor, 2005:8).

De esta manera, la cultura del cuidado puede definirse también como una cultura
institucional inclusiva -como la denomina Rebecchi-, que implica por parte de
los/as educadores/as un posicionamiento ético-político-pedagógico, comprometido
con la defensa y garantía de los derechos de las niñas, niños, adolescentes y
jóvenes. Este compromiso puede sintetizarse con las siguientes palabras: “cuidado,
respeto, diálogo, participación, acompañamiento y disponibilidad”.

Para seguir reflexionando, las y los invitamos a ver dos videos


sobre el proyecto “No te sientas zarpado (NTSZ). Hablemos de
drogas”, con testimonios de jóvenes de González Catán y de
algunos/as profesionales, acerca de qué significa “acompañar” en
relación a los consumos problemáticos.

“No te sientas zarpado, radio” forma parte de un dispositivo de


abordaje del uso problemático de drogas y promoción de vínculos
saludables con adolescentes en situación de vulnerabilidad social
en el ámbito escolar en esa zona de la provincia de Buenos Aires.
Es un proyecto que desarrolla Intercambios Asociación Civil junto a
la Fundación Armstrong.

Los videos fueron realizados para la campaña internacional:


“Acompañe. No Castigue”, que promueve desterrar la lógica del
castigo vinculada a los consumos problemáticos y concientizar
sobre la importancia del acompañamiento para el abordaje de
estas situaciones:

https://youtu.be/-Y9JInzAPD4
https://youtu.be/55eICLQW uXw

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Si quieren conocer más sobre este proyecto y otros trabajos de la


Asociación Civil Intercambios pueden ingresar al siguiente
enlace: http://intercambios.org.ar/

Para obtener más herramientas para abordar la prevención desde la perspectiva


integral con adolescentes y jóvenes, pero desarrollando algunas acciones
específicas, las y los invitamos a leer el material “Preventores educativos”,
publicado por SEDRONAR, disponible en el siguiente enlace:

https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/sedronar-0._preventores_educativos.pdf

Se trata de una propuesta que busca la constitución, capacitación y


acompañamiento de “Grupos Preventores” formados por adolescentes que,
acompañados/as por sus educadores/as, desarrollan iniciativas de cuidado entre
pares y de sensibilización hacia la escuela y la comunidad en torno al consumo
problemático. El cuadernillo inicial está acompañado por los materiales para
desarrollar los siete encuentros que conforman la propuesta total. Todos los
documentos pueden encontrarlos en el siguiente enlace:

https://www.argentina.gob.ar/publicaciones-sobre-prevencion-en-el-ambito-educativo

El abordaje de la prevención en el nivel primario


Habitualmente se suele circunscribir la prevención de adicciones al grupo de
adolescentes y jóvenes. Sin embargo, estamos convencidos de que es necesario
pensar el cuidado y la prevención desde el nivel primario, ya que, como señalamos
en la Clase 2, la edad promedio del primer consumo de sustancias psicoactivas se
sitúa entre los 13 y 15 años, lo que sugiere la necesidad de realizar acciones de
cuidado y prevención desde edades cada vez más tempranas. En este nivel también
tenemos que pensar tanto en contenidos específicos como en modalidades

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integrales inespecíficas de prevención. No obstante, es a partir de los principios de


estas últimas que se deben plantear las acciones vinculadas a los contenidos
específicos.

Pero, ¿quiénes son esas/os niñas/os que están en la escuela primaria?, ¿qué
características tienen las infancias de hoy?

En primer lugar, debemos tener en cuenta que se trata de una etapa de mucho
crecimiento; es una niñez que crece mientras se transita el nivel primario. Por eso,
la escuela primaria debe recuperar la idea de infancia como un momento de mora,
alejado de las preocupaciones de las personas adultas. Sin embargo, esta
concepción de la infancia aparece hoy cuestionada. Por ejemplo, podemos observar
un proceso de “adultización” de la infancia en los medios de comunicación,
como expresión del mercado. Por lo general, la infancia no es considerada una
etapa fundamental de cuidado; más bien las niñas y niños aparecen en roles de
adultos y toman decisiones sobre cuestiones que antes eran consideradas propias
de ese mundo. Esto conduce a una indiferenciación de las identidades de adultos y
niños, que aparecen homogeneizadas en el mercado (Storino, 2015).

Estamos convencidas de que una tarea fundamental de la escuela es resaltar


el derecho de los/as niños/as a ser niños/as y a recibir cuidado y protección.
Lass personas adultas tenemos la responsabilidad y el compromiso de
garantizar esos derechos. Es en la escuela donde podemos trazar una
diferencia con la lógica y los valores que transmite el mercado, con prácticas
pedagógicas que refuercen la concepción de los niños y las niñas desde el
paradigma de protección integral, para promover la construcción de su
ciudadanía con un pleno ejercicio de sus derechos.

Prevención inespecífica y específica en el nivel primario


Como mencionamos a propósito del nivel secundario, por prevención inespecífica
nos referimos, antes que a contenidos particulares relacionados con los consumos
problemáticos, a una cultura del cuidado en general que haga foco en las niñas,
niños como sujetos activos.

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Desde las etapas más tempranas de la niñez podemos comenzar instalando una
cultura institucional inclusiva focalizándonos en ese curriculum invisible que no
consiste en los contenidos listados de una disciplina, sino en un abordaje de
las dimensiones vinculares, afectivas y comunitarias. Estas dimensiones se
ponen en juego en el modo en que la escuela recibe a esas niñas y niños, en cómo
entabla lazos, en el tipo de vínculos que favorece, el lugar que les otorga en las
aulas, el valor que da a sus palabras, en el modo en que se sanciona y en el tipo de
acciones que se recompensan y en el modo de hacerlo. Además, tenemos que
interrogarnos sobre cómo se concibe y se ejerce la autoridad.

Todos estos elementos toman características específicas en el marco de una


cultura del cuidado. Para construirla, debemos promover, desde la primaria, la
valorización del vínculo de confianza hacia el/la otro/a, en contraposición a la
mirada desconfiada que promueve el mercado. La valorización de los vínculos de
cuidado colectivo, la transmisión de la potencia, la seguridad y la protección que
brindan las acciones colectivas. Acciones en las que la voz propia sea reconocida y
valorada, fortaleciéndonos tanto a nivel social como individual. Como afirma Storino
(2015), si la escuela fomenta un colectivo de confianza “los chicos volverán al
colectivo”.

Para algunas autoras, se trata, en definitiva, de una “lógica comunitaria”, que se


opone a la lógica individualista del mercado en la que los sujetos son tratados como
objetos desechables; en la que abundan miradas de sospecha y desconfianza hacia
las otras y los otros, y en la que se pretende suprimir la diversidad en pos de una
universalización de prácticas, deseos y necesidades. La propuesta entonces, en el
nivel primario, es también pensar en estos contenidos invisibles y en las
potencialidades del accionar en conjunto, comunitariamente.

Llamamos a esta modalidad “inespecífica” porque se realizan acciones de


prevención aun cuando el foco no sea hablar a las niñas y niños del alcohol, el
tabaco u otras drogas. A partir de la promoción de este tipo de vínculos con los/as
otros/as, alimentamos la confianza que los/as niños/as tienen en sí mismos/as, la
seguridad de saber que serán escuchados/as, la confianza en que podrán afrontar
los problemas, y en que habrá otras/os para ayudarlas/os en ese camino. Estas

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cuestiones, entre otras, son parte de las fortalezas que podemos promover para que
desplieguen los niños y niñas del nivel primario. Fortalezas que muchas veces no
encontramos en los sujetos que padecen situaciones asociadas a los consumos
problemáticos.

Les compartimos, a modo de ejemplo, una actividad para realizar en 1°,


2° o 3° grado del nivel primario. Puede utilizarse para reflexionar con las/os más
chicas/os acerca del cuidado de los/as otros/as, cómo pueden cuidarse entre
ellas/os, cómo se pueden ayudar.

El león y el ratón:

Objetivo: Reconocer que todos tenemos algo para dar.

Desarrollo:

1. Entregar a las/os alumnas/os copia del texto “EL LEÓN Y EL RATÓN”

2. La o el docente lee el texto y abre el debate a la clase.

3. Cada niña y niño vuelve a leer el texto y contesta a estas preguntas:

a) ¿Por qué pensaba el león que el ratón no le podría ayudar?

b) ¿Cómo le ayudó el ratón?

c) ¿En qué pueden ayudarse entre Uds.?

d) ¿Cómo pueden cuidarse entre Uds.?

4. Se hace una lista en el pizarrón con las contestaciones de los puntos c y d.

5. Entre todas/os escriban qué les quedó del cuento, qué les gustó más, qué

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aprendieron.

Fábula: El león y el ratón

Un día un gran león dormía al sol. Un pequeño ratón tropezó con su zarpa y lo
despertó. El gran león iba a engullirlo cuando el pequeño ratón gritó:

- Oh, por favor, déjame ir. Algún día puedo ayudarte.

El león rió ante la idea de que el pequeño ratón pudiera ayudarle, pero tenía buen
corazón y lo dejó en libertad.

Poco después el león quedó atrapado en una red. Tiró y rasgó con todas sus
fuerzas pero las cuerdas eran demasiado fuertes. Dio un potente rugido. El ratón
le oyó y corrió hacia ese lugar.

- Tranquilo, querido león, yo te pondré en libertad. Roeré las cuerdas.

Con sus afilados dientes, el ratón cortó las cuerdas y el león se salvó de la red.

- Una vez te reíste de mí -dijo el ratón-. Creías que yo era demasiado pequeño
para ayudarte. Pero, como ves, debes la vida a un pequeño y humilde ratón

Actividad adaptada de: Docentes en Prevención, Dirección General de Cultura y Educación,


Ministerio de Salud, Provincia de Buenos Aires, 2014.

Sin embargo, como mencionamos más arriba, estas propuestas integrales también
pueden complementarse con estrategias de prevención específicas para
trabajar de un modo sectorial a partir de propuestas áulicas que aborden los
consumos en general -o algunos consumos en particular- como un contenido de
determinadas materias, especialmente en el último ciclo.

Se puede empezar a trabajar, por ejemplo, en relación al vínculo que se establece


con el consumo, sobre qué significa ser consumidor, qué significa ser ciudadano.
También es necesario abordar algunos consumos en particular como el alcohol y el

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tabaco. En esta etapa suelen aparecer algunas tensiones entre el deber moral, lo
que se debe o no hacer, si seguir o transgredir la norma, etc. Allí hay que trabajar
en relación al vínculo con las sustancias que ya tienen tradicionalmente un lugar en
la escuela. En este punto, consideramos necesario cuestionar y repensar, a partir de
la perspectiva de la prevención integral y de derechos, cómo introducir esos
contenidos sin dejar de lado al sujeto y su vínculo con el contexto; cómo integrar
esos contenidos pero desde esta nueva mirada multidimensional e integral.

En la próxima clase, la última de este seminario, retomaremos estas ideas para


profundizar en la prevención de las adicciones como contenido de enseñanza
aprendizaje, considerando los lineamientos curriculares desarrollados por el Consejo
Federal de Educación para cada nivel. Problematizaremos algunos ejemplos
concretos considerando los consumos de sustancias como contenidos de disciplinas
específicas y como contenidos transversales en proyectos integrales.

Esperamos que la clase les haya resultado de interés.

Actividades
Actividad obligatoria: Avance del Trabajo Final
1) Para esta clase les pedimos que entreguen un avance del trabajo final
en el que deberán relatar alguna experiencia de su trayectoria como docentes
(y de la que hayan sido parte), en la que consideren que se haya intervenido
para abordar la prevención y/o el cuidado vinculado al consumo de sustancias.
La situación elegida puede referir a alguno de los siguientes modos de abordar
la prevención:

 Prácticas inespecíficas: no abordan los consumos de sustancias en


particular sino que buscan crear condiciones más generales que se
consideran positivas para promover la salud y el cuidado.
 Prácticas específicas: son aquellas que se ponen en marcha para
trabajar la prevención ante una situación concreta de consumo de
sustancias o como contenido de enseñanza.

2) Describan la intervención que se llevó a cabo, brindando toda la


información relevante que les permita analizarla en una próxima instancia.

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Para eso es importante detallar algunas cuestiones como por ejemplo:


¿En qué institución educativa sucedió la experiencia? ¿Qué
características tiene la institución? ¿Cómo surgió la idea de esa
intervención? ¿Quienes propusieron llevarla a cabo? ¿Cuáles fueron los
objetivos? ¿Quiénes intervinieron? ¿Quiénes fueron las/os
destinatarias/os de las acciones? ¿Cuál fue la secuencia de actividades
que se realizó?
3) Describan y justifiquen cómo podría modificarse esa experiencia
proponiendo nuevas acciones:
¿Qué intervenciones se podrían llevar a cabo que impliquen una
mejora? ¿Qué se podría haber hecho antes? ¿Qué acciones se podrían
hacer luego de esa intervención? ¿Por qué creen que estas nuevas
acciones responden al modelo de prevención de adicciones integral y de
derechos que proponemos en este seminario?
Recuerden que la entrega de este avance es parte de las actividades
obligatorias del seminario.
Junto con esta clase abriremos el Foro Problematizando intervenciones en
la escuela, para que podamos abordar juntos/as algunos aspectos del trabajo
final.

¡Los y las esperamos!

Actividad 2 (optativa):
A quienes tengan ganas, los/as invitamos a construir colectivamente un
banco de recursos sobre instituciones y documentos que puedan ser útiles
para el abordaje de situaciones relacionadas a los consumos problemáticos.

La propuesta es que en un archivo compartido con todos/as los/as


cursantes de este seminario recopilen datos sobre instituciones públicas y/o
privadas que trabajen en la temática y con las que puedan entablarse
vínculos desde la escuela, pero diferenciadas por provincia y región del país.
De esta manera, al finalizar el seminario, podrán descargarla y guardar
como banco de recursos sobre consumos problemáticos. Creemos que
esto puede ser de gran utilidad para planificar acciones de cuidado y
prevención en las escuelas en las que trabajan. También es posible agregar
enlaces de páginas web que tengan material de interés sobre el tema.
Enlace:
https://docs.google.com/spreadsheets/d/1_KskLwQ2GR_MuPVNezDAcUTkJ8b8snoh
O6NGjPGIcOg/edit#gid=0

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Bibliografía sugerida:
 SEDRONAR (2015) Tramando Redes de prevención. La prevención de
consumos problemáticos desde la escuela primaria. Libro para docentes.
(Páginas 77 a 91).

 Kantor, Débora (2005) Adolescentes, jóvenes y Adultos. Propuestas


participativas en recreación, Centro de Estudios de Estado y Sociedad
(CEDES), Buenos Aires.

Bibliografía de referencia:
 Kantor, Débora (2005) Adolescentes, jóvenes y Adultos. Propuestas
participativas en recreación, Centro de Estudios de Estado y Sociedad
(CEDES), Buenos Aires.
 Rebecchi, Nestor (2015) Cuidado y Prevención de Adicciones en el Ámbito
Educativo: Clase 7. Buenos Aires. Ministerio de Educación de la Nación.

 Sirvent, M. T. (1994). Educación de adultos: investigación y


participación. Desafíos y contradicciones. Buenos Aires: Libros del
Quirquincho.Storino, S. (2015) Cuidado y Prevención de Adicciones en el
Ámbito Educativo: Clase 8. Buenos Aires. Ministerio de Educación de la
Nación.
 Touzé, Graciela (2010) Prevención del consumo problemático de drogas.
Un enfoque educativo. Buenos Aires: Troquel.

Cómo citar este texto:


Especialización Docente de Nivel Superior en Educación y Derechos Humanos
(2016). Seminario de cuidado y prevención de adicciones en el ámbito
educativo. Clase 3: Algunas ideas para pensar el abordaje de la
prevención en el nivel secundario y en el primario. Especialización en
Derechos Humanos. Buenos Aires: Ministerio de Educación y Deportes de la
Nación.

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