‘MEDITACIONES CARTESIANAS’
DE EDMUND HUSSERL
1
ideas mencionadas son reunidas en ‘Lógica formal y lógica trascendental’
(1929) y en ‘Meditaciones cartesianas’ (1931).
Presentado este esquema, sería ingenuo querer exponer aquí en detalle lo tratado
por Husserl en cada una de estas etapas, lo cual constituye una tarea inacabable,
teniendo en cuenta la complejidad y el volumen de su producción filosófica. Por
ello, nos parece pertinente limitarnos a exponer brevemente lo que constituye el
problema fundamental de la fenomenología en su fase de madurez, para luego
ingresar en el pensamiento de las ‘Meditaciones cartesianas’.
Que nuestra conciencia sea constitutivamente intencional quiere decir que ella es
siempre conciencia de ‘algo’, darse cuenta de eso, esto o aquello. Pero ese ‘algo’
intencionado no puede ser un dato meramente fáctico, un hecho empírico bruto,
por decirlo así, sino que debe portar necesariamente un contenido eidético, pues
sin la captación del sentido del algo en cuestión, no se lo podría pensar: no habría
un significado que hiciera inteligible la multiplicidad de las impresiones
percibidas.
Husserl deja en claro que a través del conocimiento sensorial no puede haber
unidad de sentido, puesto que sólo capta impresiones atómicas, discontinuas e
individuales. Sostiene que, cuando los hechos se presentan ante la conciencia,
ésta reconoce tanto su ‘hic et nunc’ como su ‘quid’, al cual se precisa por el
‘método de la variación eidética’ que descubre las propiedades esenciales del
objeto y permite su definición conceptual. 1
1
“La esencia es lo que se encuentra en el ser autárquico de un individuo constituyendo lo que él es.”
(‘Ideas para una fenomenología pura’, F.C.E, México, 1962, nº 10)
2
conocimiento, Husserl pretende superar el dilema existente entre el idealismo y el
realismo, porque, desde su punto de vista, sujeto y objeto no se oponen sino que
son correlativos. Con esta novedad se evita el problema del ‘representacionismo’,
que había llevado a la doctrina del conocimiento a un callejón sin salida desde
Descartes en adelante, pues la fenomenología no vincula los polos del sujeto y
del objeto a través de una idea, sino que ante la conciencia aparecen las ‘cosas
mismas’ en persona y de manera inmediata.
Pues bien, ¿en qué consiste esta correlación? Conviene señalar que se trata de
una identidad intencional en la que el sujeto cognoscente se identifica con el
objeto conocido en una correlación de mismidad esencial y alteridad existencial
que asegura la independencia ontológica de ambos. Pero, a diferencia de lo que
sucede en la teoría del conocimiento tradicional, la correlación intencional
husserliana, que se traduce en la fórmula ‘ego cogito cogitatum’, designa la
estructura inmanente de la conciencia, la cual mediante un acto de reflexión o
vuelta sobre sí misma, explicita su desdoblamiento en un polo noético (relativo al
acto del sujeto) y en un polo noemático (relativo al sentido del objeto). 2
Adviértase que la fórmula no afirma ‘ego cognosco aliquid’, sino ‘ego cogito
cogitatum’, en donde el ‘cogitatum’ queda más allá, o mejor, más acá de la
realidad, reducido a término intencional de la conciencia. Así, todos los objetos
intencionales en tanto objetos, no se refieren a entidades reales, sino a modos
cognoscitivos que permanecen en la actividad interna de la conciencia. 3
2
“La intencionalidad es esta propiedad fundamental de la conciencia, consistente en ser ésta conciencia
de algo, en llevar la conciencia en sí misma, en cuanto cogito, su cogitatum.” (‘Meditaciones
cartesianas’, F.C.E, México, 1942, p.61)
3
“Objeto es para nosotros un nombre para las relaciones de la conciencia.” (‘Ideas’, nº 145)
3
Desde su reacción contra el psicologismo, Husserl advirte que el ‘cogitatum’
como fenómeno puro es ser como ‘esencia’. Pues bien, el giro trascendental
husserliano descubre que la esencia de la esencia es ser como sentido objetivo, lo
que equivale a decir que el ser se constituye desde la conciencia misma como
fuente de todo sentido.
Según venimos viendo, todo objeto es considerado por Husserl como una auto-
objetivación de una subjetividad configurante. Este es un punto de llegada,
consecuencia de haber aplicado el método de la reducción fenomenológica a la
experiencia subjetiva. La o reducción fenomenológica es el método
asumido por Husserl, a fin de llegar a una evidencia apodíctica que constituya la
base absoluta, para erguir la filosofía como saber riguroso, así como Descartes
partía de la duda metódica para arribar a una primera certeza indubitable.
Ahora bien, Husserl no abandona su meditación en este punto, sino que va más
allá, planteándose como problema radical la subjetividad como constitución
trascendental de la objetividad. Se incorporan a la reflexión husserliana el tema
del mundo, del tiempo y de la intersubjetividad, siempre vinculados al eje central
de la intencionalidad. Es la fase de la ‘fenomenología genética’, denominada así
porque considera la génesis del objeto y del sujeto, en contraposición a la anterior
‘fenomenología estática’, en la que el objeto y el sujeto eran considerados como
unidades ya constituidas.
4
“La reducción fenomenológica nos dio por resultado el reino de la conciencia trascendental como reino
de un ser absoluto.” (‘Ideas’, nº 76)
5
“Frente a la tesis del mundo, que es una tesis „contingente‟, se alza la tesis de mi yo puro y de la vida
de este yo, que es una tesis „necesaria‟, absolutamente indubitable. Toda realidad dada en persona puede
no existir; ninguna vivencia dada en persona puede no existir.” (‘Ideas’, nº 86)
4
Comencemos por el ‘mundo’. Para todo objeto que se nos hace presente, existen
otros posibles modos de manifestarse y un trasfondo de otros objetos. Y no hay
conciencia de un objeto individual sin una conciencia de un horizonte abierto a
otras apariciones y a manifestaciones de nuevos objetos. Esto significa que la
intencionalidad de un acto está acompañada de la intencionalidad de horizonte
dirigida a nuevas experiencias. Y todos los horizontes de experiencia remiten, en
última instancia, al mundo como horizonte de todos los horizontes.
Este mundo del que hablamos no puede ser considerado como un mundo ‘en sí’,
lo cual implicaría eludir el campo trascendental y llevaría a una platonización de
la fenomenología. Por el contrario, la experiencia del mundo es siempre una
manifestación de la intencionalidad como mundo ‘para mí’, en el cual ciertos
elementos se revelan como permanentes: horizonte, espacio, tiempo, sujeto y
objeto. Dicho esto, se comprende que la intencionalidad, el tema fundamental de
la fenomenología, pueda ser reformulada como la correlación entre el mundo y la
conciencia del mundo. 6
6
“Así, pues, el mundo es un problema egológico universal.” (‘Meditaciones cartesianas’, p. 94)
7
“El ego se constituye para sí mismo en la unidad de su historia.” (‘Meditaciones cartesianas’, p. 135)
5
palabras, el sujeto trascendental permanece idéntico pero no igual: lo eterno en la
fenomenología está en la intencionalidad de la conciencia y en las esencias que
ella proyecta sobre los objetos cambiantes.
En segundo lugar, entre los objetos del mundo se encuentran ciertos cuerpos que,
por sus movimientos y gestos, revelan una analogía con el cuerpo propio y, por
consiguiente, son aprehendidos por vía empática como otros yoes. La empatía
permite hacer una experiencia del otro a través de la cual me represento las
vivencias de su conciencia y, de este modo, puedo llegar a una convergencia con
las mías, reconociéndolo como ‘alter ego’. De ahí descubro que yo estoy
enlazado con los otros yoes a través de un ‘ser-con’ o ‘proto-intersubjetividad’. 8
En tercer lugar, cabe decir que el yo trascendental tiene una historicidad que
comprende no sólo la propia vida, sino la de nuestros semejantes. Por medio de
los actos sociales los yoes se integran entre sí en una unidad operacional, en una
vida interpenetrada y coparticipada. Así, se estructura una historia común,
resultado de la sedimentación de los actos intersubjetivos.
8
“La yoidad del uno no está junto con la del otro, sino que vive y actúa en la del otro.” (Husserliana,
XIV, ‘Fenomenología de la intersubjetividad’, p. 179)
6
III.- LA FENOMENOLOGÍA EN LAS ‘MEDITACIONES CARTESIANAS’
Meditación 1
9
‘Meditaciones cartesianas’, p. 21
10
‘Meditaciones cartesianas’, p. 24
11
‘Meditaciones cartesianas’, p. 32
7
Husserl responde: “el ego cogito, como base apodícticamente cierta y última de
todo juicio, en que hay que fundamentar toda filosofía radical.” 12 Este ha sido el
hallazgo de valor eterno que Descartes ha legado al mundo de las ideas. Por eso
Husserl considera que su fenomenología puede ser denominada como un
neocartesianismo, pues busca fundar toda verdad a partir de las operaciones del
‘ego cogito’. Sin embargo, es necesario señalar el error que ha llevado a
Descartes a adherir a un ‘realismo trascendental’, doctrina que ante los ojos de
nuestro filósofo constituye una contradicción en los términos.
Meditación 2
12
‘Meditaciones cartesianas’, p. 33
13
‘Meditaciones cartesianas’, p. 37
14
‘Meditaciones cartesianas’, p. 55
8
Esta consiste en una vuelta de la conciencia sobre sí misma que tiene por fin la
descripción de las estructuras noético-noemáticas de la vida trascendental como
condición de posibilidad de toda experiencia. La fenomenología, así
transformada, puede elegir entre dos direcciones para sus investigaciones:
focalizar en el ‘noema’ o en la ‘noesis’. En el primer caso se estudia el objeto
intencionado o ‘cogitatum’ y en el segundo caso se describen los modos del
sujeto intencional o ‘cogito’ como condición de posibilidad del significado
noemático. Ahora bien, la dualidad de la investigación de la conciencia (el polo
noemático y el polo noético) ha de caracterizarse como una indisoluble
correlación, pues tal correlación (esto es, la intencionalidad) permanece siempre
idéntica en los diversos modos de conciencia.
9
vida de conciencia.” 16 Si pensamos un objeto en general como hilo conductor de
nuestra experiencia, la variedad de posibles modos de conciencia de él se
especifica en una serie de tipos noético-noemáticos diversos: percepción,
significación, recuerdo, expectativa, estimación son ejemplos de tales posibles
perspectivas intencionales correlativas a todo objeto imaginable.
Meditación 3
Ahora bien, la verdad se verifica, ante todo, en la evidencia. Sobre ésta habló
Husserl desde sus primeros escritos. En estos el conocer era para él siempre
intuitivo y la intuición terminaba en la evidencia del objeto intuido. El
intuicionismo penetraba todos los modos de conocimiento, desde las intuiciones
de la experiencia empírica exterior hasta la intuición de las idealidades. A todas
estas evidencias nuestro filósofo las denomina ahora ‘asertóricas’ (que las tiene
por ciertas), mientras que a la evidencia absolutamente indubitable de la
conciencia pura la llama ‘apodíctica’ (que no admite contradicción). Según
vemos, el giro trascendental ha trocado también la semántica del término
evidencia: en el campo trascendental del ego puro “el término evidencia designa
el protofenómeno universal de la vida intencional” 19 como la presencia de un
hecho objetivo, una idea o un valor en la conciencia.
16
‘Meditaciones cartesianas’, p. 90
17
‘Meditaciones cartesianas’, p. 96
18
‘Meditaciones cartesianas’, p. 102
19
‘Meditaciones cartesianas’, p. 103
10
Toda conciencia tiene en sí misma el carácter de la evidencia en cuanto da
auténticamente su objeto intencional o tiende por esencia a darlo, tanto en el
dominio de las ‘realidades’ como en el de las ‘posibilidades’. Y puesto que la
realidad es el correlato de la verificación evidente, sucede que verdad y realidad
se identifican, ambas son dadas en la simple evidencia intencional y tienen su
fundamento en la subjetividad trascendental. En efecto, “la existencia para mí de
objetos en la más amplia acepción del término (cosas reales, vivencias, números,
hechos objetivos, leyes, teorías, etc) no significa por lo tanto nada que merezca
llamarse evidencia, sino tan sólo que esos objetos valen para mí, existen para mí
en mi conciencia, como „cogitata‟, de que tengo conciencia en cada caso en el
modo posicional de la creencia cierta.” 20
Meditación 4
20
‘Meditaciones cartesianas’, p. 107
21
‘Meditaciones cartesianas’, p. 111
22
‘Meditaciones cartesianas’, p. 118
11
dos perspectivas: el ‘yo mundano’ es considerado sujeto de las vivencias
empíricas del mundo circundante y el ‘yo trascendental’ designa al mismo sujeto
en tanto sujeto de todas las intuiciones eidéticas o de posibilidades esenciales.
23
Meditaciones cartesianas’, p. 124
24
Meditaciones cartesianas’, p. 148
25
Si bien con esto acaba nuestra exposición, debemos señalar la existencia de una quinta meditación
presente en las versiones francesa y alemana de nuestra obra, la cual no ha sido traducida al español en la
edición del Fondo de Cultura Económica (traducción José Gaos) que hemos utilizado. Mencionemos, al
menos, que allí se plantea el problema de la intersubjetividad dentro del marco del idealismo
fenomenológico trascendental. Husserl advierte que el hombre es un ser racional y, si la razón es
universalmente válida, es decir, válida para cada uno de los sujetos, ha de buscarse una racionalidad
trascendental intersubjetiva que fundamente la experiencia de un mundo común objetivo. En esta quinta
meditación al problema del ‘alter ego’ se le suman el de la corporeidad del yo, la comunicación
interpersonal, la vida social y la historicidad cultural. Su contenido anticipa la temática de ‘La crisis de las
ciencias europeas y la fenomenología trascendental’ (1936).
12
IV.- CONCLUSIÓN
En efecto, el acto de conciencia de por sí, sólo prueba que existe una conciencia,
pero nada dice acerca de su naturaleza ni sobre la sustancialidad individual
subyacente a esta conciencia. Partiendo del ‘cogito’, gran parte de la filosofía
post-cartesiana considerará a la conciencia como una realidad ‘meta-individual’ y
le atribuirá una función trascendental que fundamenta la universalidad y la
verdad del conocimiento conceptual. Considerado el problema tanto histórica
como teoréticamente, se descubre en el ‘cogito’ cartesiano el germen de la
inmanencia gnoseológica-ontológica del idealismo que le sucederá: la conciencia
no llega a otra cosa que no sea su propia actividad, sea que se la caracterice como
‘apercepción trascendental’ (Kant), ‘autodeterminación subjetiva’ (Fichte),
‘autodeterminación objetiva’ (Schelling), ‘pensamiento del pensamiento’ (Hegel)
o ‘ego cogito cogitatum’ (Husserl).
Sin embargo, hemos de ser justos a la hora de realizar una valoración de nuestro
autor desde el realismo filosófico. Para esto, debemos distinguir en su obra entre
la ‘fenomenología eidética’ y la ‘fenomenología trascendental’. Respecto a la
primera, hay que reconocer la defensa magistral que Husserl ha llevado a cabo
contra todo tipo de relativismo, afirmando la realidad de los conceptos
universales y la legítima intuición eidética que los capta. Esta crítica, expuesta en
sus ‘Investigaciones lógicas’, sigue siendo uno de los alegatos más cabales,
firmes e impresionantes que haya atestiguado la historia de la filosofía a favor del
mundo de las ideas y de los valores.
13
La o reducción fenomenológica comienza siendo planteada como una
simple abstención metódica y termina transformándose en una eliminación real
del mundo, el cual se trueca en simple correlato de la experiencia trascendental.
Tal vez, esto haya acontecido en el pensamiento de Husserl, no sólo por su
actitud fenomenista, sino también por la aversión que mantuvo hacia el
naturalismo, al que calificó siempre de postura ingenua y no filosófica, lo cual
indirectamente le impedía llegar a una ontología realista. Ahora bien,
preguntémonos: ¿es en verdad posible liberarse del mundo por medio de la
? ¿No será, más bien, que el acto de reducción es el acto de un hombre
concreto que existe, si bien de un modo privilegiado, como parte de ese mundo?
14
Más arriba habíamos mencionado anticipadamente el enigma de Husserl. Ahora
estamos en condiciones de responderle: si bien sólo podemos conocer el modo de
ser del objeto radicalmente trascendente a partir del modo de ser captado
intencionalmente en el acto de conocimiento, no se debe inferir de allí que la
existencia de ese objeto deriva de una asignación de existencia en los mismos
actos del conocimiento. El sujeto, es cierto, pone el acto de conocimiento, pero es
el objeto el que da la forma conocida en ese acto. El acto de conocimiento da
lugar a una identidad intencional en el que el sujeto cognoscente se identifica con
el objeto conocido en una correlación de mismidad esencial y alteridad
existencial que salvaguarda la independencia ontológica de ambos. En efecto, las
cosas no son un puro correlato intencional, sino que ellas tienen su consistencia y
su propia estructura entitativa. El concepto fenomenológico de intencionalidad se
ha atenido al ‘darse cuenta de algo’ y ha prescindido de la circunstancia de que
este algo ya está presente a la conciencia sin estar determinado por el ‘darse
cuenta’. La cosa no está presente porque me doy cuenta, sino que me doy cuenta
porque está presente: la realidad es el fundamento del pensamiento.
26
A pesar de estas críticas teóricas y demás diferencias que pudieran haber, valoramos la fenomenología
como propedéutica a una ontología, la consideramos incluso necesaria y admiramos al gran Edmund
Husserl, filósofo apasionado como pocos, trabajador incansable, serio y comprometido en llegar a la
verdad filosófica.
15
V.- BIBLIOGRAFÍA
- Edmund Husserl, ‘La filosofía como ciencia estricta’, Nova, Bs. As, 1962
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