PRINTED IN ARGENTINA
I M P R E S O EN L A A R G E N T I N A
Queda hecho el depósito que previe-
ne la ley 11.723. © 1970, Editorial
Sudamericana, Sociedad Anónima,
calle Humberto V 545, Buenos Aires.
PRÓLOGO
EL CAMINO CARTESIANO
EL CAMINO HISTÓRICO
7 Krtefa, p. 72 s.
LOS CAMINOS DE LA FENOMENOLOGÍA 29
OBJETIVISMO Y SUBJETIVISMO
EN LA FILOSOFÍA GRIEGA
12 Erate Phil. I, p. 8.
LOS CAMINOS DE LA FENOMENOLOGÍA 35
sófar, como se ha considerado siempre, sino, al contrario, su
comienzo propiamente dicho.
Mirado a través de la imagen tradicional del escepticismo,
esto parece una extravagancia, pero Husserl no se atiene a
dicha imagen, sino que interpreta el escepticismo de nuevo
desde el seno de su propia idea de la filosofía. Según él,
“la esencia de todo escepticismo es el subjetivismo”.13 Esto
también nos lo enseña la historia de la filosofía tradicional.
En la definición de Husserl, empero, la palabra “subjetivis
mo” es ambigua, pues posee tanto un sentido positivo como
uno negativo. Husserl se mueve en esta ambigüedad de la
palabra, y tomándola ya en un sentido, ya en otro, puede
salvar la imagen histórica del escepticismo y, al mismo tiem
po, presentarlo como el origen de todo filosofar auténtico.
En su exposición de la sofística (una muestra superlativa
de cómo Husserl traduce lo histórico a sus propias ideas y
a su propio lenguaje) presenta como tesis centrales de la
doctrina escéptica —que ve encarnada de modo ejemplar
en los sofistas Protágoras y Gorgias— las siguientes:
En la relación entre el yo y el mundo, lo objetivo existe
originariamente para el sujeto en cuanto este lo experimenta.
Un sujeto tiene experiencia de un objeto cuando este aparece
de algún modo en la subjetividad. Los modos de aparición
son numerosos. El objeto se ofrece ya en este, ya en el otro
modo, y cada sujeto lo ve como se le muestra en cada caso.
Solo sobre lo dado realmente, sobre el objeto en el aspecto
que muestra en la conciencia, se pueden enunciar proposi
ciones indudables. En cambio, de un objeto en sí, de un
objeto absolutamente idéntico a sí mismo, desligado de sus
modos de aparecer, no se puede saber nada. Hay, pues,
conocimiento de los objetos únicamente en sus formas cam
biantes de aparición subjetiva. Por lo tanto, los objetos son lo
que son solo para nosotros; su ser no es un ser en sí, sino un
18 Erste Phil. 1, p. 9,
1!' Erste Phil. J, p. 11.
211 Erste rhil. 1, pp. 9 ss , 206.
40 FILOSOFÍA SIN SUPUESTOS
21 E r s te P h il. I, p. 13.
44 FILOSOFÍA SIN SUPUESTOS
-- E rstc P h il. í , p. 3 2 2 .
LOS CAMINOS DE LA FENOMENOLOGIA 45
al ílujo de los fenómenos externos y al vaivén de los hechos
síquicos, que sirvan de soporte permanente a los juicios que
integran dicho saber. Los sofistas dan el giro hacia lo sub
jetivo, eliminando así la inconstancia de los fenómenos ex
ternos como base del conocimiento, pero no avistan las ideas
en la nueva dimensión, quedándose en el terreno movedizo
de los hechos síquicos, sobre el cual no se puede fundar
ningún saber duradero. Platón va más allá de la esfera
síquica. En este movimiento de superación encuentra las
ideas. Con el rebasamicnto de la facticidad de lo síquico y
el descubrimiento de las ideas, Platón pone las bases para
la superación de la crisis del saber provocada por los solistas
en el siglo v a. d. C., dándoles un nuevo impulso a las cien
cias, que vuelven a ponerse en marcha.
¿Debemos, entonces, concluir que Platón funda la iilosoíía
que busca Husserl en sus reflexiones sobre el pensamiento
griego? De ninguna manera; para él, Platón se queda a me
dio camino, sin poder alcanzar el saber que demandaba la
superación de la crisis producida por los sofistas. Esta su
peración exigía el establecimiento de un saber totalmente
exento de supuestos, de un saber en que no quedara ningún
concepto oscuro, de un saber desde las raíces, detrás del cual
ya no se pudiera retroceder más, pues sin dicho saber radi
cal la filosofía tenía que seguir expuesta a la crítica escéptica.
Platón estaba movido por esta exigencia, pero no pudo cum
plirla del todo. ¿Por qué? Platón no es suficientemente
radical, no llega hasta las raíces, pues las ideas no son lo
último que encuentra el pensar. Lo último es la subjetividad,
que Platón no tematiza. Y sin investigar la subjetividad mis
ma, las ideas quedan en el aire, pues no se las ve desde el
suelo de donde brotan. En otras palabras: Platón descubre
las ideas, pero es ciego para el ideín en que ellas son
lo que son. O en un lenguaje más preciso: Platón pregunta
por el ser de los entes; esta pregunta lo lleva a las ideas,
que se le convierten en la fuente de todo ser, sin darse cuenta
46 FILOSOFÍA SIN SUPUESTOS
Ersta Phtl. I, p. 3
33 Erate; Phtl I, p. 56.
FILOSOFÍA SIN SUPUESTOS
TRIUNFO D EL SUBJETIVISM O
EN LA FILOSOFIA MODERNA
34 Krisís, p. 194.
56 FILOSOFÍA SIN SUPUESTOS
■
1lS K ris is , p. 79.
LOS CAMINOS DE LA FENOMENOLOGIA 61
nes, etc.). Pero todo esto es, como dice Husserl, intencio
nal; es decir, apunta a algo. Toda cogitatio tiene, pues, un
cogitatum. Y este también es evidente. Yo puedo dudar,
por ejemplo, de que el árbol que percibo exista — podría
ser el engendro de una alucinación. Pero la duda se estrella
contra el árbol como percibido, contra el percepto. Exista
o no exista el árbol en el mundo exterior, ahí está en mí
como percibido. Extendiendo esta consideración a todos
los actos, resulta: lo que del mundo destruye la duda me
tódica es solo su existencia fuera de mí; pero su existencia
en mí como mundo percibido, pensado, recordado e ima
ginado, se resiste a toda duda. Lo que queda del mundo
después de la destrucción es, pues, el mundo como cogi
tatum, como algo inmanente. El mundo trascendente, en
cajjibio^ desaparece £ con él la relación yo-mundo de la
actitud natural. E l yo se absorbe el mundo.
Gracias a esta interpretación del punto de partida carte
siano, amplía Husserl el contenido del cogito , A este per
tenecen: el ego, sus cogitationes y los cogitata de estas.
Este es el campo de la subjetividad y lo último que se
puede encontrar en la búsqueda de “un comienzo absoluta
mente necesario del filosofar”. Y si más allá del ego no
hay nada a lo cual pueda ser referido, y como ha sido
depurado de todo lo que se da más acá de él, reposa in
contaminado en sí mismo, desligado de todo, es puro y ab
soluto. De otra parte, como este comienzo se ha encontrado
dándole la espalda a todo lo que no sea el ego mismo, su
conocimiento se ha extraído de “un autoconocimiento ab
soluto y completamente puro”.
Las Meditationes d e prima phitosophia nos colocan, pues,
en el comienzo de la filosofía. Pero hasta aquí solo hemos
dado un primer paso. Aún queda un largo camino por
recorrer, a través del cual aquellas ya no nos podrán ayudar.
“Descartes —dice Husserl— es el auténtico iniciador de la
filosofía, de la verdadera filosofía, pero solo el comienzo
62 FILOSOFÍA SIX SUPUESTOS
11 Krisis, p. 87.
LOS CAMINOS DE LA FENOMENOLOGIA 65
en cambio, lo somete a un análisis. Para él no es, por
consiguiente, un “punto arquímedico”, sino un vasto campo
de investigación, el tema de una ciencia del ego, de una
egología.
Con todo, también en este punto se desvia Locke de la
meta de la filosofía trascendental. Si la ciencia que estudia
la subjetividad es la sicología, el método de investigación
tiene que ser un método empírico y el ego investigado un
ego empírico. La ciencia egológica que inicia Locke no
es, pues, una “egología trascendental” sino una “egología
sicológica”, como dice Husserl.1“ De modo que Locke va
más allá de Descartes en lo tocante a la tematización de
la subjetividad, pero dejando perder el yo puro descubierto
por aquel.
Mas lo peor de todo es que en el desarrollo de esta ego
logía sicológica el ego se pierde nuevamente de vista. Pues
el análisis a que se lo somete acaba por destruirlo. Locke
inicia la destrucción; Hume la termina. Pero lo que la pone
en marcha hay que buscarlo en Descartes.
La destrucción cartesiana del mundo no fue suficiente
mente radical. El mundo queda en ella invalidado, pero
las categorías mundanas siguen vigentes. Es decir, la acción
destructora de la duda metódica se paraliza no solo frente
a la evidencia del ego cogito, sino también frente al imperio
callado e invisible de los conceptos ortológicas con que se
venía pensando el mundo desde los griegos. Descartes no
se dio cuenta de ello. Opera simplemente con dichos con
ceptos sin llegar a tematizarlos. Se trata pues de concep
tos operativos o supuestos, en el sentido que le da Hus
serl a esta palabra. Uno de ellos es el de substantia. Ope
rando con él, el yo, que había sido purificado artes de todo
lo mundano, se le convierte ahora a Descartes en substantia
cogitans, esto es, en algo mundano.
Loe, cit.
68 FILOSOFÍA SIN' SUPUESTOS
iT Kriste, p, 86.
72 FILOSOFÍA SIN SUPUESTOS
F.rstr Fh>]. T, pp S i l s.
■1,1 E rstc Fhil. 1, p, 3G!)
1 K ris is , p. 202,
74 FILOSOFÍA SIN SUPUESTOS
=1 Krisis, p. 205.
61 Krisis, pp. 198 s¡>.
56 Krisis, p. 196.
V
SUPERACIÓN DE LA METAFISICA DE LA
SUBJETIVIDAD
VI
EL CAMINO DE HEIDEGGER
SUJETO Y YO
I
SU PER A C IÓ N DE L A M E T A F ÍS IC A DE LA S U B JE T IV ID A D 135
lr S e m tin d Z eíf, p , 4 5 s,
136 F IL O S O F ÍA SIN SU PU ESTO S
O p. cit., A 182.
144 F IL O S O F ÍA SIN SU PU ESTO S
23 O p, cit., A 177. \ h
4
SU PERA CIÓ N DE LA M E T A F ÍS IC A DE LA S U B JE T IV ID A D 145
base del mero pensar, del pensar aislado de la intuición.
Como sujeto del mero pensar, el yo no puede ser objeto
porque en él no se da una multiplicidad sensible temporal
con la cual debería unirse para convertirse en substancia,
lo cual es condición de posibilidad de toda objetivación.
Ahora podemos ver con más claridad los dos sentidos de
la palabra sujeto, Referido a las cosas, equivale a substancia.
Lo que está a la base de la cosa (el mbjectum en sentido
medieval) es, como dice la primera analogía, “lo perma
nente (la substancia)”; es decir, lo permanente en los múl
tiples modos de aparecer sensible de la cosa. Referido al
yo, el sujeto es solo lo permanente a la base del pensar.
Por ello lo llama Kant un “sujeto lógico”, para diferenciarlo
del primero, al cual le da el nombre de “sujeto real”.24 El
sujeto que esté a la base del “yo pienso” (sujeto en el sen
tido moderno) no es un substrato real substancial, sino la
unidad funcional lógica de la actividad pensante.
De manera que el yo del ego cogito no puede interpre
tarse como objeto, ni como cosa, ni conio alma substancial.
¿Qué quiere decir, entonces, Kant cuando identifica al yo
con el alma y le llama “un objeto del sentido interno”?
El yo de que habla aquí Kant es el yo empírico, que po
dríamos llamar también yo anímico, en cuanto no es más
que el polo síquico de la relación alma-cuerpo, en la cual
el alma ejerce la función de animadora del cuerpo. Este yo
sí es objeto y, en cuanto tal, substancia. Su objetivación es
posible porque en él se nos da una multiplicidad temporal
sensible —la corriente interna de las vivencias—, que po
demos pensar mediante conceptos del entendimiento, arti
culándola en un sistema a cuya base está un substrato
permanente (el sujeto síquico como substancia) que se
mantiene idéntico en medio del cambio incesante de las
2~ S f in uncí Z ett, § 6 4, p, 3 2 0 .
152 F IL O S O F ÍA s i n su pu esto s
VICISITU D ES D E L YO EN HUSSERL
Lo«. cit.
SU PER A C IÓ N D E LA M E T A F IS IC A DE L A S U B JE T IV ID A D 161
02 Véase “Aus einem Gespräch von der Sprache”, en. Unterwegs zur
Sprache (Pfullingen, 1959), p. 92.
190 FIL O SO FÍA SIN SU PU ESTO S
E L SER DE LA FILOSOFÍA
XI
LA ACTITUD NATURAL Y E L
ORIGEN D E LA FILOSOFÍA /
Se ha observado a menudo que la filosofía es la única
forma del saber que puede volverse sobre sí y convertirse
a sí misma en tema de meditación. Tal observación ha
surgido en el horizonte de la pregunta por el ser de la
filosofía, la cual está íntimamente trabada con la pregunta
por su diferencia con las ciencias particulares. Pues, a los
primeros pasos en esta dirección, se hace patente dicha ca
pacidad reflexiva de la filosofía. Las ciencias particulares,
en cambio, están dirigidas hacia sus objetos propios de
investigación en forma tan inflexible, que si desvían de ellos
la mirada dejan de ser lo que son. La física, por ejemplo,
se constituye, existe y se desenvuelve en su enfrentamiento
con los fenómenos físicos, y en el momento en que plantea
la pregunta por su propio ser abandona su dominio propio
y deja de ser física, pues una ciencia no es un fenómeno
físico; de aquí que se vea obligada a abandonar tal pregunta
a otra disciplina — a la epistemología o teoría de la ciencia.
La pregunta por el ser de la filosofía, por el contrarío, es
una cuestión estrictamente filosófica, que solo puede resolver
la filosofía misma. Por ello se habla desde Dilthey de una
“filosofía de la filosofía”. Sin embargo, en las investigaciones
que caen bajo este título se ha tenido en cuenta únicamente
la cuestión de la esencia de la filosofía, la cual no abarca
todo el problema del ser de la filosofía, al cual pertenece
también la cuestión de su origen.
La palabra origen no debe tomarse aquí en sentido co
E L SE R DE LA F IL O S O F IA
1 Ideen 1, p . 57.
KL SE R DK LA FIL O SO FÍA 261
7 D e anim a, 432 b 8.
s O e anim a, 433 a 21.
a D e anima, 432 b 28-29.
E L SE R DE LA F IL O SO F IA 267
Si el lector ha podido seguirncs por este trecho del camino
erizado de palabras griegas —lo cual es inevitable siem
pre que se quiera interpretar seriamente un texto griego y
no solo repetir una fábula corvenida, tejida con vocablos
que en lugar de traducir los originarios los encubren—, si el
lector ha podido seguirnos, entonces podrá entender la si
guiente observación: la rekcióú originaria del hombre con
el mundo es una relación pragmática.
Así hemos roto el esquema Husserl. E l concepto con
ductor en la interpretación de la relación del alma con el
mundo no es la visión, sino h acción, o, como dicen los
griegos, la praxis.
Primariamente, el hombre no se enfrenta a las cosas en
una actitud contemplativa, sino afanándose en tomo a ellas,
ocupándose de ellas y preocupándose por ellas: evitándolas
o persiguiéndolas, construyéndolas o destruyéndolas, usán
dolas o botándolas, aprovechaído sus energías o desvián
dolas, poniéndolas a su servicio a dejándolas en reserva.
Primariamente, lo que se da no es lo aísthetón —lo in
tuido—, ni lo noetón —lo pensado—, sino como dice Aristó
teles, lo praktón — lo que hay <iue hacer.10 Solo dentro del
horizonte que abre lo praktón se hacen posibles la intuición
y el pensamiento.
Primariamente, en fin, lo qu£ se da no son, en realidad,
las “cosas”, sino los prágmata 11'· El pragma no es la cosa
con sus propiedades, sino lo que hay que despachar, el
asunto, lo importante para nú. lo que me sirve o me
estorba.. .
Lo anterior quiere decir q te el hombre es originaria
mente un ser pragmático. Y, en realidad, dentro de este
horizonte plantea Aristóteles el problema del hombre en
la Etica nicomaquea, que no es una ética en el sentido
METAFISICA Y TEOLOGIA
3 M etaph., A 981b28.
3 M etaph,, A 982a4.
290 filo s o fía s in su p u e sto s
4 M e ta p h ., G 1-2, E 1, K 1-8.
E L S E R DE L A F IL O S O F ÍA 291
a M e t a p h K 1 0 6 0 b 3 1 ss.
E L SEH DE EA F IL O S O F IA 293
es la ciencia de un ente particular, de lo theion, y que,
justamente por ello, es general y la ciencia del ente en
cuanto ente.9
Enfrentado a este pasaje, Jaeger pierde la serenidad filo
lógica. Como aquí no puede resolver la contradicción des
menuzando el texto y refiriendo sus partes a diferentes épo
cas de la “evolución intelectual” del autor, debido a la evi
dente unidad y corta extensión de aquel, resuelve hacerlo
de una manera antifilológica: decretando que el enredo
estaba en la cabeza de Aristóteles. Jaeger dice que los dos
conceptos contradictorios de la metafísica, combinados en
el pasaje citado, “no brotaron, ciertamente, de uno y el
mismo acto de reflexión”, y que “aquí están entretejidos dos
cursos de pensamiento fundamentalmente diversos”: el de
un Aristóteles platonizante y el de un Aristóteles liberado
de su maestro.10 El filólogo se convierte así en un siquiatra,
y explica la contradicción en el pasaje, en último término,
como el producto de im desdoblamiento de la personali
dad. Pues lo que Jaeger afirma, en el fondo, es que, al
escribir las pocas líneas de que consta el texto griego, Aris
tóteles unas veces empuñaba la péñola como platónico, y
otras como él mismo.
Lo dicho hasta aquí nos obliga a reconocer la contra
dicción interna en que se debate la Metafísica de Aristó
teles. Ella es el problema cardinal que nos ofrece este
tratado. Pero su solución no puede consistir en negar la
autenticidad de algunas partes de este, ni en desmenuzarlo
distribuyendo los desarticulados miembros entre las distin
tas etapas de la evolución del pensamiento del autor. El
tratado tiene una unidad, aun cuando sea una unidad de
fuerzas encontradas. La contradicción aquí es esencial. Por
consiguiente debemos dejarla intacta.
9 M etaph., E 1026al5-30.
10 Jaeger, op. cit., p. 227.
294 F IL O S O F ÍA SIN SU PU ESTO S
M e ta p h ., A 1 0 1 3a 18.
296 f il o s o f ía s in su pu esto s
32 M e ta p h ., K 1 0 6 4 b l.
E L S E R DE L A F IL O S O F IA 297
Un ejemplo de esto es Descartes. El título de su obra
fundamental, Meditationes de prima philosophia, revela su
conexión con la metafísica griega. La philosophia prima
corresponde a la prote philosophia de Aristóteles. Mas en
Descartes esta descubre un campo completamente nuevo,
en el cual se va a mover el pensamiento moderno.
Si tenemos en cuenta el camino que sigue Aristóteles, se
podría decir que Descartes comienza por el fin. Aquel
investiga primeramente las arkhaí, los principios; la inves
tigación lo lleva a establecer una prote arkhé, un primer
fundamento, del cual deriva todo lo demás. Descartes, en
cambio, principia preguntando por lo primero y último, por
por lo que él llama el fundamentum primum, saltándose:
los principios por medio de la duda metódica. Con todo,
este fundamentum primum no es el Theés, como en Aristó
teles; no es algo trascendente, sino la inmanencia humana,
el ego cogito, el hombre como res cogitatis. La subjetividad
se convierte así en el nuevo campo de la metafísica, y esta
comienza a adquirir una nueva figura: la de una onto-antro-
pología. Esto tiene lugar en Descartes. Las primeras Medita
ciones nos relatan la marcha de este acontecimiento, el
cual va a determinar la marcha de la Edad Moderna, no
solo en su filosofía, sino en su totalidad. Pero en medio
de este filosofar novísimo en Occidente, a partir de la tercera
Meditación, reaparece el Deus, como el Dios creador del
cristianismo. Entonces la res cogitans pierde su preemi
nencia, convirtiéndose en una res creata, y el Creator ocupa
el lugar de fundamentum primum, Y así recobra la meta
física su figura bifronte de onto-teología.
E l mismo fenómeno ocurre en la filosofía posterior. En
Spinoza se hipertrofia el momento teológico de la metafísica.
En Leibniz, Kant, Fichte, Schelling, Hegel y liasta en Niclz
sche reaparece este momento imperiosamente en medio úc
una meditación que había tomado su punto de partida en
la subjetividad, en desarrollo del programa originario de
298 F IL O S O F ÍA SIN SU PU ESTO S
DespiieTT^^s^^ciaracuontenmnoBgicamSnentaiTpo^
demos volver a plantear nuestra pregunta: ¿Como qué se
pone en marcha la filosofía en Husserl?
La respuesta está a la mano si tenemos en cuenta lo
dicho en las páginas anteriores. Si la metafísica pregunta
por el fundamento de los entes, lo que tenemos ante nos
otros en el capítulo en cuestión es un esquema de la meta
física. El sujeto trascendental es aquí prote arkhé, el fun
damentum primum, al cual hay que “reducir” todos los entes
(objetos). E l esquema tiene como modelo la metafísica de
la subjetividad que se inicia con Descartes. En Husserl la
filosofía se pone, pues, en marcha, como una metafísica.
Revelador de lo anterior es, por lo demás, el hecho de
300 F IL O S O F ÍA SIN SU PU ESTO S
18 Ideen 1, p. 138 s.
20 Ideen 1, § 51, Anmerktmg, pp. 121 s.
E L SE R DE L A F IL O S O F ÍA 30 5
el “principio teológico”, que identifica con el “principio
ordenador de lo Absoluto”.21 Aquí lo Absoluto es la con
ciencia. De manera que esta tiene también un principio,
un fundamento. La necesidad de este fundamento se basa
en las siguientes razones. La conciencia constituye el mun
do de las cosas. El producto de esta constitución es un
‘'inundo morfológicamente ordenado”. Este orden, su 'racio
nalidad”, depende del orden del fuctum del curso de la con
ciencia. Pero el orden en la conciencia no depende de ella
misma. La “racionalidad” que ella realiza en su actitud
constituyente no se puede explicar por su propia esencia.
Aquí hay una “teleología maravillosa”, que exige ser ex
plicada por algo que está más allá de la conciencia, y que
no es el mundo. Por eso “el paso a la conciencia pura
conduce necesariamente a la pregunta por el fundamento
(Grund) de la facticidad de la conciencia”.22 Este funda
mento, como queda dicho, es Dios.
Ahora bien, si Dios es el fundamento de la conciencia, y
esta es el fundamento de las cosas, entonces Dios es el
“Fundamento”. Así tendríamos un segundo Fundamento.
Además, si Dios es independiente de la conciencia y de
las cosas, entonces es absoluto. Este “Absoluto”, que Husserl
escribe entre comillas, es absoluto “en un sentido totalmente
distinto de lo Absoluto de la conciencia”.“3 Así tendríamos
un segundo Absoluto.
En suma, hay dos formas de lo Absoluto: la una es la
conciencia; la otra, Dios. Hay dos formas del Fundamento:
Dios y la conciencia. Pero el Fundamento o, lo que es
lo mismo, lo Absoluto tiene que ser uno ( üv). Esto ya lo
sabemos hasta la saciedad. Si la conciencia es, realmente,
un principium primum, no puede híiber un “principio teo-
- l Id een I, p. 121.
-- Ideen I, § 58, p. 139.
Ideen I, p, 140.
306 F IL O SO F ÍA SIN SU PU ESTO S
- i I d e e n I , p. 122,
E L S E E DE L A F IL O S O F IA 307
P r im e r a paute
S eg u n d a paute
SUPERACIÓN DE LA METAFÍSICA
DE LA SUBJETIVIDAD
T ercera pa rte
E L SER DE LA FILOSOFIA
XI. ¿Es la filosofía una ciencia estricta?..................... 217
XII. La actitud natural y el origen de la filosofía . . . 236
XIII. El punto de partida de la filosofía . . . . ............. 259
XIV. Metafísica y teología ................................,... .. 286