En los días previos, los campesinos dirigidos por Hipólito Rentería se declararon
en Asamblea Permanente y organizaron el asalto que se llevó a cabo el domingo
27 de enero de 1937. En la lucha, varios dirigentes cayeron detenidos, pero al día
siguiente fueron liberados por orden del presidente Lázaro Cárdenas. Al mismo
tiempo, Cárdenas envió a Mexicali al jefe del Departamento Agrario para que
dirija el reparto de tierras.
Este apoyo hizo que los campesinos de todo el valle se repartan las tierras en
toda la región colocándoles banderas rojas como símbolo de posesión. En los
meses siguientes se formaron decenas de ejidos con cien mil hectáreas. Miles de
familias fueron beneficiadas y el progreso se extendió por toda la región.