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14/2/2019 El hablar en lenguas: la evidencia física inicial del bautismo en el Espíritu Santo

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El hablar en lenguas: la evidencia física inicial del


bautismo en el Espíritu Santo
Por A. Reuben Hartwick

La Declaración de Verdades Fundamentales de las Asambleas de Dios lee como sigue:

Párrafo 7: El bautismo en el Espíritu Santo

Todos los creyentes tienen el derecho de recibir y deben buscar fervientemente la promesa del Padre, el bautismo en el
Espíritu Santo y fuego, según el mandato del Señor Jesucristo. Esta era la experiencia normal y común de toda la primera
iglesia cristiana. Con el bautismo viene una investidura de poder para la vida y el servicio y la concesión de los dones
espirituales y su uso en el ministerio (Lucas 24:49; Hechos 1:4, 8; 1 Corintios 12:1–31). Esta experiencia es distinta a la del
nuevo nacimiento y subsecuente a ella (Hechos 8:12–17; 10:44–46; 11:14–16; 15:7–9). Con el bautismo en el Espíritu
Santo el creyente recibe experiencias como la de ser lleno del Espíritu (Juan 7:37–39; Hechos 4:8), una reverencia más
profunda para Dios (Hechos 2:43; Hebreos 12:28), una consagración más intensa a Dios y dedicación a su obra (Hechos
2:42) y un amor más activo para Cristo, para su Palabra y para los perdidos (Marcos 16:20).

Párrafo 8: La evidencia física inicial del bautismo en el Espíritu Santo

El bautismo de los creyentes en el Espíritu Santo se evidencia con la señal física inicial de hablar en otras lenguas como el
Espíritu los dirija (Hechos 2:4). El hablar en lenguas en este caso es esencialmente lo mismo que el don de lenguas (1
Corintios 12:4–10, 28), pero es diferente en propósito y uso.

El bautismo en el Espíritu Santo

El bautismo en el Espíritu Santo es una investidura de poder desde lo alto para la vida y el servicio.  “Pero recibiréis poder,
cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo” (Hechos 1:8). El término se usa por primera vez en Mateo 3:11, por
Juan el Bautista. En Hechos 1:5 Jesús lo utilizó, y dijo: “Mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no
muchos días.” Pedro lo usó al informar acerca de lo que había sucedido con los gentiles en la casa de Cornelio. “Entonces
me acordé de lo dicho por el Señor… vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo” (Hechos 11:16). Es diferente, y
subsecuente, al nuevo nacimiento. El Espíritu Santo bautiza al creyente en el cuerpo de Cristo (1 Corintios 12:13). Cristo
bautiza a los creyentes en el Espíritu Santo (Mateo 3:11). En estas dos referencias, obran dos distintos miembros de la
Trinidad y el creyente es bautizado en distintos elementos.

La evidencia física inicial

¿Qué es lo primero, o lo inicial, que le sucede a quien es bautizado en el Espíritu? ¿Cuál es la primera señal física, visible y
notoria? ¿Cuál es la primera evidencia física, o la prueba, de que uno puede decir con confianza: “He recibido la promesa
del Padre”? Para cada una de las preguntas anteriores, la respuesta es: “hablar en lenguas”. Sin embargo, debemos recordar
que el bautismo en el Espíritu Santo es más que la evidencia física inicial; es una experiencia continua. Su propósito es
también enriquecer y edificar a la persona en su relación con Cristo en devoción y adoración personal de nuestro bendito
Salvador. El bautismo en el Espíritu Santo NO ES un fin en sí; no es una meta, sino una puerta de entrada a una vida llena
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del Espíritu y de poder. En Efesios 5:18 Pablo nos exhorta a ser “llenos del Espíritu”. La evidencia continua es el fruto del
Espíritu que se manifiesta en la vida del cristiano de una manera más completa.

¿Cuál fue la evidencia común cuando el Espíritu vino sobre una persona en el Antiguo Testamento? En Números 11:25-26,
setenta varones fueron escogidos por Moisés, “y cuando posó sobre ellos el espíritu, profetizaron”. Sobre Eldad y Medad
también reposó el espíritu, “y profetizaron en el campamento”. En 1 Samuel l0:6, se le dijo a Saúl que el Espíritu vendría
sobre él y que profetizaría, y sería mudado en otro hombre. En 2 Samuel 23:2, David escribió: “El Espíritu de Jehová ha
hablado por mí, y su palabra ha estado en mi lengua.” Todavía en tiempos del Antiguo Testamento, pero que fue registrado
en el Nuevo Testamento, Elizabeth (en Lucas 1:41,42) se llenó del Espíritu Santo y exclamó a gran voz, en lo que ha sida
llamado su Bendición. Al oír esto, María exclama en el versículo 46: “Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se
regocija en Dios mi Salvador.” Esta ha sido llamada el Magníficat. Alrededor del nacimiento del Salvador hay varias
personas que expresaron espontáneamente palabras de alabanza. Los pastores regresaron del establo cantando su
doxología. El anciano Simeón vino por Espíritu al templo y le dijo: “Señor, despide a tu siervo en paz” (Lucas 2:29) en su
Nunc Dimittis. En cada uno de estos casos, fue evidente que hubo expresión de palabras cuando el Espíritu vino sobre
ellos.

Glosolalia

La palabra glosolalia se compone de dos palabras griegas: gloso, que significa “lenguas”, y lalia que significa “habla”. Por
lo tanto, usamos el término “hablar en lenguas”. En el día de Pentecostés, lo que los discípulos dijeron fue entendido por
personas de unos15 diferentes pueblos, en su propio dialecto o idioma. No fue una experiencia extática, “fuera del cuerpo”.
Ellos eran conscientes de su entorno. Aunque sea un idioma desconocido para el hablante, la glosolalia puede ser una
lengua reconocida o no reconocida por parte de los oyentes. En 1 Corintios 13:1, Pablo escribe: “Si yo hablase lenguas
humanas y angélicas...” Él también dice del hablar en lenguas, que “el que habla en lenguas no habla a los hombres, sino a
Dios “(1 Corintios 14:2). Por lo tanto, en el día de Pentecostés, los que visitaban a Jerusalén oyeron los discípulos recién
bautizados en el Espíritu hablaron “las maravillas de Dios” (Hechos 2:11). Jesús dijo, en Juan 16:13-14, “Pero cuando
venga el Espíritu de verdad... Él me glorificará”. La glosolalia no se usa para la evangelización, ya que más tarde ese
mismo día, Pedro predicó su famoso sermón, tal vez un discurso inspirado que tomó la forma de una palabra profética, en
un idioma que todos ellos entendieron (Hechos 2:14).

Acontecimientos bíblicos

El bautismo en el Espíritu Santo es una obra de Dios, específica y subsiguiente, aparte de la salvación. Jesús dijo en Hechos
1:5, “seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días”. Ellos ya habían sido regenerados. “Vosotros estáis
limpios por la palabra que os he hablado” (Juan 15:3). Jesús prometió en Juan 15:26-27 que enviaría “el Espíritu de la
verdad”. El domingo de Resurrección, como se registra en Juan 20:19-22, Jesús sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el
Espíritu Santo”. ¿Recibieron entonces el Espíritu? El día de la Ascensión, Jesús siguió prometiendo la venida del Espíritu,
diciendo que permanezcan en la ciudad hasta que sean investido de poder de lo alto (Lucas 24:49). En Hechos 1:1-4,
leemos: “que  esperasen la promesa del Padre... seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de no muchos días”. Jesús
dijo a los discípulos antes de su ascensión que debían quedarse en la ciudad de Jerusalén, HASTA que fueran investidos de
poder desde lo alto para ser testigos. Era una orden, no una opción.

El libro de Hechos registra varias ocasiones en que el Espíritu Santo vino sobre los creyentes. En el día de Pentecostés
hubo un viento y lenguas de fuego que no se repitieron. En Hechos 4 se produjo un terremoto, que no se repitió. Pero hay
repetidos casos cuando los creyentes hablaron en lenguas. En el día de Pentecostés, la multitud se reunió y oyó a los
creyentes hablar en lenguas. La conclusión de algunos que los oyeron fue que estaban borrachos. Peter refutó esa acusación
diciendo que ése era el cumplimiento de la profecía de Joel, registrada en Joel 2. En la casa del gentil Cornelio, en Cesarea,
ocho años después del día de Pentecostés, los judíos creyentes se sorprendieron de que los gentiles fueran bautizados en el
Espíritu Santo (Hechos 10:45). Los judíos que habían venido con Pedro no se sorprendieron de que los gentiles podían ser
convertidos. Ellos esperaban que fuera el resultado de la predicación de Pedro, ya que había prosélitos en el judaísmo.
(Uno de los primeros diáconos, en Hechos 6, era un prosélito.) En Cesarea hubo dos experiencias con muy poco tiempo
entre la salvación y la recepción del “mismo don”. Dios “dio testimonio” dándoles el Espíritu Santo. La aceptación del
evangelio precedió a la recepción del Espíritu.

En la ciudad de Samaria, Hechos 8, Felipe el evangelista predicó a Jesús a los samaritanos. Ellos creyeron y fueron
bautizados en agua. La noticia llegó a los apóstoles en Jerusalén acerca del avivamiento, por lo cual Pedro y Juan fueron
allá para orar por ellos de modo que recibieran el Espíritu, porque el Espíritu Santo aún no había descendido sobre ninguno
de ellos” (8:16), aunque habían sido salvos y bautizado en agua. Simón, el mago, que vio a través de los apóstoles algo

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muy obvio sucedía, así que les ofreció dinero para que le concedieran el poder para que produjera resultados similares.
¿Qué vio Simón? Podemos suponer que observó que hablaban en lenguas.

En Hechos 9, después de la experiencia de salvación de Saulo/Pablo en el camino a Damasco, él estuvo orando por tres
días cuando Ananías recibió el encargo de ir a orar por él. Ananías protestó, pero fue persuadido para ir cuando el Señor le
informó que Saulo oraba. Entró en la casa, se dirigió a Saulo como HERMANO, y le dijo: “El Señor Jesús, que se te
apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.” Las
evidencia no se da en Hechos 9, sino en 1 Corintios 14:18, donde Pablo dice:” Doy gracias a Dios que hablo en lenguas
más que todos vosotros.” ¿Cuándo comenzó a hablar? Probablemente cuando Ananías oró por él para que recibiera el
Espíritu. Razonablemente, si se ha establecido un patrón, la ausencia ocasional de repetir cada elemento del patrón
realmente refuerza el patrón, ya que se supone que los lectores harán las apropiadas inferencias del patrón establecido.

La base doctrinal

Nuestro punto de vista sobre cualquier doctrina debe basarse no en la experiencia, sino en la Escritura. La experiencia debe
ser juzgada por la Escritura y conformarse a ellas. La verdad de las lenguas como la evidencia físico inicial del bautismo en
el Espíritu Santo está basada en la Sagrada Escritura. Todo lo que decimos y hacemos como pentecostales carismáticos
debe ser juzgada por la Escritura.

Creemos que Hechos, que es historia sagrada, tiene la intención de enseñar la doctrina de las lenguas como la evidencia
física inicial. Algunos dicen que es incorrecto hermenéuticamente utilizar la historia narrativa como una base doctrinal.
Afirman que la doctrina puede basarse sólo en material más abiertamente didáctico, como de las epístolas. SIN
EMBARGO, el nacimiento virginal, una doctrina cardinal de todos los evangélicos, se refiere sólo en la narrativa histórica
de los evangelios (Mateo 1 y Lucas 1). En Isaías 7:14 está la profecía de que “la virgen concebirá, y dará a luz un hijo”.
Esto se cita en Mateo 1:23. Lucas llama a María una parthenon, que se traduce como “una virgen”. En las epístolas, sin
embargo, este acontecimiento se hace valer como ley (Gálatas 4:4). En The Charismatic Theology of St. Luke[Una teología
carismática de San Lucas] Roger Stronstad justifica esta narrativa histórica como doctrina, de la siguiente manera:

“Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron” (Romanos 15:4). Así, para citar sólo un
ejemplo de la metodología de Pablo, las experiencias de Israel en el desierto “les acontecieron como ejemplo, y están
escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Corinthians10: 11). Si para Pablo
los relatos históricos del Antiguo Testamento tuvieron lecciones didácticas para los cristianos del Nuevo Testamento,
entonces sería muy sorprendente si Lucas, que modeló su historiografía conforme a la historiografía del Antiguo
Testamento, no aportara su propia historia del origen y la expansión del cristianismo con una significancia didáctica.1

Tipológicamente, el rechazo de Jesús en Nazaret es el mismo que de los profetas antiguos. Como Moisés transfirió el
Espíritu en los setenta, incluso en Eldad y Medad, Dios ungió a Jesús con el Espíritu; Jesús a su vez bautizó a sus
seguidores con el Espíritu Santo. Una vez más, debemos basar nuestras conclusiones en la Escritura y no en la experiencia.
La experiencia debe ser juzgada por la Escritura, y no la Escritura por la experiencia.

Conforme a Lucas 24:49, a los discípulos se les dijo que se quedaran a esperar hasta que fueran investidos de poder desde
lo alto. ¿Cómo iban a saber que había recibido poder? ¿Por la fe o por medio de una señal? Los discípulos salieron del
Aposento Alto con la certeza de que habían esperado recibirlo. Pedro, audazmente, declaró a la multitud reunida de que lo
que habían presenciado era el cumplimiento de la profecía de Joel, algo que ellos también podrían experimentar. Pedro no
puso las manos en los que estaban reunidos en la casa de Cornelio, pero sabía que habían recibido el “don” tal como en el
Pentecostés. Pablo sabía que los cristianos en Efeso habían recibido el poder cuando él puso las manos sobre ellos porque
“hablaron en lenguas”.

Las lenguas en la Historia

Nosotros podemos preguntarnos: ¿hay evidencia de la glosolalia en la historia de la Iglesia subsiguiente a los tiempos del
Nuevo Testamento? Hay informes de la presencia de la glosolalia entre los valdenses de Italia del Norte, entre los
jansenitas en las Tierras Bajas, entre los hugonotes de Francia, y entre los cuáqueros de Inglaterra, entre otros.2 Aun en una
edición de 1944 de la Enciclopedia Británica (Volumen 22:283) sugiere que “se repite la glosolalia en avivamientos
cristianos de todas las épocas”.

La tercera estrofa del himno “Sagrada Cabeza ahora herido”, que generalmente se atribuye a Bernardo de Clairvaux del
siglo 12, lee:

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¿Qué idioma pudiera usar para agradecerte, mi tierno Amigo,
Por tu angustiosa muerte, tu conmiseración sin fin?
¡Oh, hazme tuyo por siempre; y si yo desmayara,
Señor, haz que nunca, nunca jamás, deje de amarte.”

¿Se siente usted así? Desea expresar su amor por el Señor, pero las palabras le parecen tan inadecuadas? Su idioma español
no es lo suficientemente expresivo. Como escribió el salmista: “un abismo llama a otro”. Lamentablemente, en tiempos de
Bernardo de Clairvaux, la Iglesia estaba tan interesada en las estructuras, las ceremonias, las Cruzadas, y las cosas
materiales que eran pocos los que enseñaban cosas espirituales. En nuestros días, muchos fieles pastores y maestros nos
han enseñado que la investidura de poder es un privilegio de todos los creyentes, así como dijo Pedro en Hechos 2:39:
“Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro
Dios llamare.”

Hacia fines del siglo diecinueve, hubo predicación acerca de una experiencia de investidura de poder que se llamaba el
bautismo con el Espíritu Santo. En los escritos recogidos de Edward Irving, él escribió: “Más allá de toda duda... el hablar
en lenguas era la señal del Espíritu Santo en la persona que así hablaba... como la lengua o la palabra del hombre es la
señal de la mente dentro de él; así, cuando otro Espíritu, el Espíritu de Dios, entra en él, Él hace significar su presencia en
una lengua distinta de la que la persona usa.”

Lamentablemente, Irving no tuvo razón en todos sus puntos de vista y sus prácticas en su Capilla Caledenia de Londres,
pero lo anterior fue su sentimiento sobre este tema. Aunque hay poca evidencia de que él mismo haya hablado en lenguas,
lo enseñaba y animaba a otros en su iglesia para que hablaran.3

La pregunta a fines del siglo diecinueve se centraba en torno a la evidencia o señal de que uno había recibido el Espíritu,
del cual predicaban hombres como A. J. Gordon, A. B. Simpson, Charles Finney, y D. L. Moody. Reuben A. Torrey
escribió: “El bautismo con el Espíritu Santo es una obra del Espíritu Santo, distinta, posterior, y adicional a su obra
regeneradora. Un hombre puede ser regenerado por el Espíritu Santo y aun no ser bautizados con el Espíritu Santo. En la
regeneración hay una impartición de vida, y el que la recibe es salvo; en el bautismo con el Espíritu Santo hay una
impartición de poder y el que lo recibe es hecho apto para el servicio.”4 La asignación de Charles F. Parham a sus alumnos
en la Escuela Bíblica Betel en Topeka, Kansas, era que determinaran cómo un creyente del Nuevo Testamento podía saber
que había recibido el Espíritu Santo. Sus alumnos le presentaron el resultado de su estudio inductivo del Nuevo
Testamento, de que el hablar en lenguas era el modelo bíblico. Como resultado directo de este estudio, Agnes Ozman, una
de las alumnas, recibió las lenguas previstas el 1 de enero de 1901.

Conclusión
Un modelo ha sido establecido en el libro de los Hechos, que es:

1. OBSERVABLE, por santos y pecadores por igual;


2. UNIFORME, en que hablaron en lenguas;
3. VERBAL, porque declararon las maravillosas de Dios; y sobre todo,
4. SOBRENATURAL, en que nada fue hecho por el receptor.

Teniendo en cuenta la evidencia bíblica, doctrinal e histórica, todos los creyentes debieran buscar de todo corazón ser
bautizados con el Espíritu Santo, con la evidencia física inicial de hablar en otras lenguas como el Espíritu les dé que lo
hagan.

Reuben A. Hartwick es ex profesor y presidente de la División de Estudios Bíblicos y Profesionales, Valley Forge
Christian College.

Notas

1. Roger Stronstad, A Charismatic Theology of St. Luke [Una teología carismática de San Lucas] (Peabody, MA:
Hendrickson, 1984), p. 7. Para un estudio adicional, consulte: Donald Lee Barnett y Jeffrey P. McGregor, Speaking in
Other Tongues [Hablar en otras lenguas] (Seattle, WA: Community Chapel Publications, 1986); Howard M. Ervin,
Conversion-Initiation and the Baptism in the Holy Spirit: A Critique of James D. G. Dunn, Baptism in the Holy Spirit
[Conversión-iniciación y el bautismo en el Espíritu Santo: una crítica de James D. G. Dunn, El bautismo en el Espíritu
Santo] (Peabody, MA: Hendrickson, 1984), Harold Hunter, Spirit-Baptism: A Pentecostal Alternative [El bautismo en el
Espíritu:una alternativa pentecostal] (University Press of America, 1983), Gary B. McGee, ed, Initial Evidence: Historical
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and Biblical Perspectives on the Pentecostal Doctrine of Spirit Baptism [Evidencia inicial: perspectivas históricas y
bíblicas sobre la doctrina pentecostal del bautismo en el Espíritu] (Peabody, MA: Hendrickson, 1991); Watson E. Mills,
Speaking in Tongues: A Classified Bibliography [El hablar en lenguas: una bibliografía clasificada] (Costa Mesa, CA:
Society for Pentecostal Studies [Sociedad de Estudios Pentecostales], 1974); Siegfried Schatzmann, A Pauline Theology of
Charismata [Teología paulina de carismas] (Peabody, MA: Hendrickson, 1987); y John Sims, Power with Purpose: The
Holy Spirit in Historical and Contemporary Perspective [Poder con propósito: el Espíritu Santo en la perspectiva
histórica y contemporánea] (Cleveland, TN: Pathway Press, 1984).

2. Desde un observador simpatético, véanse los escritos de Stanley M. Burgess, The Spirit and the Church: Antiquity [El
Espíritu y la Iglesia: la Antigüedad] (Peabody, MA: Hendrickson, 1984) y The Holy Spirit: Eastern Christian Traditions
[El Espíritu Santo: tradiciones cristianas orientales] (Peabody, MA: Hendrickson, 1989); véase también Ronald Kydd,
Charismatic Gifts in the Early Church [Dones carismáticos en la iglesia primitiva] (Peabody, MA: Hendrickson, 1984), así
como Cecil M. Roebuck, Jr., ed, Charismatic Experiences in History [Experiencias carismáticas en la historia] (Peabody,
MA: Hendrickson, 1985). Para ver evidencia que se encuentra en los escritos patrísticos de los padres de la iglesia, consulte
los varios volúmenes Ante-Nicene Fathers and Nicene and Post-Nicene Fathers [Los padres ante-nicenos, los padres
nicenos, y los padres post nicenos] (Grand Rapids: Eerdmans, 1983, 1985), especialmente los escritos de Justino Mártir,
Ireneo, y Gregorio Nacianceno.

3. Página 545. Véase también Mrs. Oliphant, The Life of Edward Irving, Minister of the National Scotch Church [Vida de
Edward Irving, ministro de la Iglesia Nacional Escocesa], Londres. Illustrated by His Journals and Correspondence
[Ilustrado por sus diarios y su correspondencia] (Nueva York: Harper and Brothers, 1862).

4. Reuben A. Torrey, What the Bible Teaches: A Thorough and Comprehensive Study of what the Bible has to Say
Concerning the Great Doctrines of which it Treats [Lo que la Biblia enseña: un estudio profundo y amplio de lo que la
Biblia tiene que decir con respecto a las grandes doctrinas de la que se trata] (Nueva York: Fleming H. Revell, 1998/33)
p. 271.

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