Ni que decir tiene que ante este panorama es de lo más normal que te
asalten emociones como la tristeza y la desesperanza, que acabarán por
consumir aún más tu energía y te llevaran a una espiral en la que ponerte en
pié te costará cada vez más.
Puede que una vez en el baño, frente al espejo, o frente a la ventana, caigas
en la cuenta de que hoy has conseguido algo distinto, levantarte porque tú
así lo has decidido, sin hacer caso a tu mente, sin dejarte afectar por las
sensaciones negativas, sin evaluar negativamente la situación.
Disfruta de tu día
A partir de aquí puedes también decidir lo que harás con el resto de tu día.
Puedes estar en paro, o tener que ir a un trabajo que no te gusta, o tener que
ocuparte de obligaciones que no te apetecen…. pero al levantarte de esta
nueva forma también estarás aprendiendo que la vida se puede vivir de dos
formas muy distintas, según las ganas o energía que tengamos para
enfrentarnos a nuestro día a día, o según nuestra firme y voluntaria decisión
de afrontar nuestra vida independientemente del estado de ánimo en el que
nos encontremos.