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C OLECCIÓN C LAVES

Dirigida por Hugo Vezzetti Joel Candau

ANTROPOLOGÍA
DE LA MEMORIA

Ediciones Nueva Visión


Buenos Aires
INTRODUCCIÓN

153 14 Candau, Joél


CAN Ant ropo log ía de la memoria l ' ed , -1; reimp.
Buenos Aires : Nueva Visión, 200 6
128 p.: 20x13 com - (Claves)
Traducció n de Paula Mahler
ISBN 950-602-440-5
I Titulo - 1. Mnemotrop ismo

En la Grecia Antigua , los hombres comunes qu e desaparecían


en el olvido del Hades se volvía n nonumnoi , "a nóni mos", "sin
Título del origi nal en francés: Anthropologie de la m émoire nombre".' "En cada momento me parece que me escapo",
Copyright © Presses U niveris taires de France, 1996 exclama Montaigne, sin dudas porque, en tanto "hombre que
no retiene n ad a", lo aflige un a "monst ruosa" falta de memo-
ría." "No sé ver n ada de lo qu e veo, confesaba m á s tarde
Rousseau, no veo bien lo qu e recuerdo y sólo t en go pen samien-
tos en mi s recuerdos"," Sin memoria, el sujeto se pierde, vive '
únicamente el mom ento, pierde sus cap acid ades conceptuales
y cognit ivas . Su mundo estalla en pedazos" y su identidad se
Es ta obr a se publica en el marco del Programa Ayuda a la
desva nece. Sólo produce un s ucedá ne o de pen samiento, un •
Edición Victoria Ocampo del Mini sterio de Asuntos Extran-
pensamiento sin duración , sin el recuerdo de su gén esis,
je ro de Francia y el Servicio Cultural de la Embajada de
condición necesari a para la concienci a y para la conciencia de
Fran cia en la Argentina. un o mis mo. Así , cuando Proust se de spierta en su habitación
de Com br ay en medio de la noche y no recon oce el lugar dond e
descansa , se siente "más despoj ado qu e el h ombre de las
Traducci ón de Paula Mahler cave r n as" y solam ente el r ecuerdo logra "saca rl o de la nada"."
La facultad de la memoria, esencial para el individuo en
I.S.B. '. \ 0.: 950-602-440-5 todos los momentos de su vida, ti ene un papel de importancia
I.S.B.N. 13.:97 8-950-6D2-440-6 may or en la vida social. En una de sus al egcría s ," Voltaire
describe la vengan za de la s mu sa s que, para defender a su
T oda repr od ucción t otal o parcia l de esta
obra por cu alq u ie r sistem a -incluyendo el 1 Jean-P ie rre Vernan t, "L'individ u da ns la cit é", e n S ur l'indi uid u (obra
fot ocopiado- que n o haya si do ex presa men- colectiva ), París, Seuil, 198 7, p. 25.
te au tor iza d a por el edi to r constituye una , Mo ntaigne, Es.~ ais . París, Ga llimard, 1965, i, IX 83 Y n. X. 104.
in fracció n a los derech os del a utor y se rá 3 .Jea n-J aeq ues Rousseau , Les confessions , Pa rí s, GaJlimard, 1959, libro
reprim id a con pen a s d e h as ta seis años de tercero . p . 114-115 .
prisión (a rt . 62 de la ley 11.723 y a rt . 172 , Alexander Luria, L'hotnme dont la m émoire oolait en éclats , París,
del Código Pena l) . Seuil, 1995, 310 p.
~ Ma re el Prou s t , Du cot éde che z SW(llln , Par ís , Robert Laffon t , 198 7.
p. 27 .
© 2002 por Ediciones Nueva Visión SAlC . Tucumá n 3748 , (l I89) 6 Voltaire , A venture de la m émoire, en Romans el con les en uers el en

Buenos Aires, Re pública Argentina . Qued a hecho el depósito q ue pro se, P a r is, Librairie générale fra npise, 1994 , p. 77 0-773.
marca la ley 11.723 . Im preso en la Argentina I Prin ted in Argent in a
5
madre Mnemosina , le quit a n el don de la memoria a la indisp en sables para cualquier enfoque antropológico de la
Non sobre y a los liolisteos, sejanistas y dicast éricos.' Estos, memoria : bases anatómicas y biológicas , por supuesto, pero
aliados en contra del em pirismo de Locke, proscri bían la tambi én filosóficas y psicológicas.
memori a y los cinco sentidos con el objetivo de promover el Esto s primeros capítulos introdu cen un componente esen-
innatismo ca rtesiano . Entonces ,la situación era "m uch o peor cial de la memoria: el olvido. Solam en te después de haber
que en Babel". Los h ombres y ' las muj eres se olvida ban experimentado el olvido, los indivi d uos son capaces de apre-
totalmente de quién es eran y toda la vida social, todo el ciar el recuerdo; los gr upos y las sociedades construye n su
pen sa mien to Se volvieron im posibles , hasta que las musas • identidad jugando per man en t emente con los dos r egistr os:
levantaron el cruel casti go cuya lección era cla ra: "la mem oria por una parte, el deber o necesidad de memoria (la Biblia
es el único instrumento por el cual podemos unir dos ideas y recuerda este im perativo dece nas de veces: "Recuerda") qu e
dos pal abras", es decir , escapar del apodera miento de la puede ser una condición del inter cambio y de la reci procida d:
in me diatez. Sin la memori a no hay más contr ato, ali a nza o "R ecu érden me y me acordaré de ustedes" (Corán Il , 147); por
convención posible, no hay más fidelid ad , no h ay más pro me- otra part e, el deber o la necesida d de olv ido ("no piensen má s
sas (¿quién va a recordarlas"), no hay más vínc ulo social y, por en los hechos pasados", Is . 43,18). Inten tal' una a ntropología
consiguiente, no h ay más socieda d, identi da d individual o de la memoria es tomar en cue nta el proceso de la memoria en
colectiva, n o hay más saber; todo se confunde y está con dena- s u dobl e dimensión: s u sotana - el recuerdo- y su zona um -
do a la muerte, "porq ue es impos ible comprenderse"." bría - es decir, lo opaco, oscuro, olvidado (la amnesia) o lo que
Podríamos multipl icar los ejemplos que ilust ran el lug ar original mente está ausente de la memoria (la am nemosi nia)
cen tral de la memori a en las sociedades hum anas: la visió n del por razones que hay que explicitar-o Est a ambivalencia de la
m undo tripa rtita, pr esente en los princi pa les puebl os indoeu- memoria es el "h ilo conductor" de esta obra.
ropeos , según Dumézil; la influencia que eje r cieron en la
literatura, en n uestr o lenguaje y en nuestra vi da cotidiana los
grandes r elatos fun dacionales; el a umento conside rable de
saber y de experiencia de las sociedades h uma na s desde el
neolítico. La m emor ia ejerce en cada uno de estos casos un a
influen cia tot al.
Hoy observam os en l as sociedades mode r nas - y es pecial-
mente en la socie dad fr an cesa - un a com pulsión de la memo-
ri a, un "mnemotropismo", qu ej ustifica a u n m ás el pr oyecto de
un a antropologí a de la mem oria . Este culto de la mem or ia se \
expresa de diversas man eras: fren esí por el patrimonio, con-
memoraciones , entusiasm o por las gen ealogías, retrosp ección
generaliz ada, bú squedas múltiples de los oríge nes o de las
"raíces", éxitos edit oriales de las biogr afías y de los relatos de
vida, r em in iscencia o inven ción de m uch as t radici ones. E sta .
te nden cia , que trabaja profund am en t e en la s socied ad es con-
te mporáneas, es el objeto de los tres cap ítulos reunidos en la
segunda part e de este libro. La primera parte, es decir los tres
capít ulos qu e siguen a esta int rod ucción , propon e las bases

• Es decir. respectivament e. La Sor bona , los Jes uitas discípulos de


Loyola, los J ansenis ta s y los magis trados del parlame nto .
s Op. cit .• p. 772.

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Capítulo V
MEMORIAS fun daciona l. Ca da vez que la hi toria se esfue rza por poner
y AMNESIAS COLECTIVAS dis tan cia r especto del pasado, la mem or ia inten t a fusionarse
con él. Finalmente, s i no existen sociedades si n m moria ni
socieda des sin hi storia , la Hi storia en tanto disciplina cientí-
fica no es una preocupación compartida de la m isma manera
por todas las culturas : en este campa,,el abanico va desde el
desinterés total a la pasión ab soluta . Estas on las primeras
oposiciones que se nos a pa re cen cuando comparamos la disci-
plina hi stórica con la fa cultad de la memoria . Halbwachs
dist inguió entre la "memor ia histórica", qu e sería una memo-
ria prestada, aprendida escrita, pragm ática, larga y unifica-
:raá~~~a~l .tí~u~o de! capí~ulo a n te rior es "me mo ria y razón . da y la "me mor ia colectiva" qu e, por el contrario, se rí a una
me moria producida, vivida , oral, normativa, cor ta y plural.
t ura l" e, es e la bn a podido llam arse "memor ia y raz ón cul- .
(orde;a~u~s . los aspectos ~u.ncionales de la memorización Por s u parte, Pierre Nora opone radicalme n te memoria e
en . e. tiempo, trans mitir un saber, encontrar un lu ar
em ~n linaj n) le ~e~en.: 1 paso a los aspectos s im bólicos. ~in h i toria .' La primera es la vida, vehiculizada por gru pos de
gente viva , en permanente evolu ción, múl tiple y multiplicad a ,
a rgo, est~ d is tin c í ón e pura men te r et ór ica pues como
sabemos r azon práct" · , "abie rta a la dialéctica del recuerdo y de la amnesia , in cons-
rna ' Ii d ica y r az on cultural siem pre están inti- ciente de sus deformaciones sucesivas, vuln ra ble a tod as las
men t e iga as.
utiliza ciones y manip ulaciones, sus cepti ble de larga la ten-
cias y de súbitas revitalizaciones". Afectiva y má gica , arraiga-
da en lo concreto, el gesto, la imagen y el objeto, la mem oria
I. M EMORIA E H ISTORIA "solame nte se aco moda a los detall es qu e la reaseguran; e
nu tre de recuerdos vagos, qu e e inte rpene tran, global es y
¿Cu~le
J rna
son las rela cion es entre Mnemosina y Cl ío? Ésta es
e l~s pr egunta s más a ct ua les de la cultura occid~n ta]' en
~ qu e o se rvamos sun ult áneamen te un a pasi ón por la memo-:
fluctuantes, pa rticulares o si mbólicos, se ns ibles a todas las
transfere ncias, pan tallas, censuras o proyeccion es". En ca m-
bio, la histori a "sólo se vincula a las con tinui da des temporales,
a las evolucion es ya las relaciones entre las cosas". Pertenece
-
n a G- ~~ inrnen o esfuer zo hi stor iográfi co a lime ntado por la a todos y a nadie, tien e vocación de universal idad . Es una
~~ . lclOn por conocer el p as ado integra l de toda la humaní- operación universal y la ica qu e dem anda el a nál isis, el discur-
"t).••

-. so crític o, la explicac ión de las causas y de las cons ecuenci as.


se ~~~u:de existir hi stor ia sin ~ emorización y el historiador Para la historia todo es prosaico: e n tanto qu e "la memoria
b ' ,n ge ne ra l! en da tos Vinculados a ]a mem oria. Sin
em argo, a me mo na no es la hi stori a Am ba
-.. in stal a el recu erdo en lo sagrado la hi storia lo desaloja de allí".
Dado qu e memoria e historia se opon en tota lme nte, el "cri ti-
taciones d ] sa d
exacti t ud ~
.
.Pt '. s so n r epresen-
0 ,. pero la .se gun da tiene como obj eti vo la
. c.a rept esentacJOn en tanto qu e lo único u e
cismo destructor" de la segu nda se utiliza para r eprimir y
destruir a la prim era . Podríamos resumir la perspectiva de
~ l f te ndf la primera ~s se r verosímil. Si la histor ia apun G a ora con la sigu ien te expresión: la h istori a es una anti -
mem oria y, recíprocam ente, la mem oria es la a nt i-historia.
b ~ ar~r tO m eJolr J?o ibl e el p as ado, la memori a bu sca m ás-
len , in s aurar o m staura c¡ . ]
" L hi '. IOn II1manente a acto de mernori- Sin em bar go, en muchos asp ecto s la hi storia toma ciertos
zacion .. al IstorJa bu s ca revel ar la s form as del pasado la
mernorra as mod ela un 1 h ' rasgos de la memori a . Como Mnemosina, Clío pu ede ser
pre ocupaci ón de l ' . p oco como o ace la t radició n. La arbitraria , se lect iv a, plural, olvid adiza, falibl e , ca pr ich osa,
a prim er-a es poner orde n la segunda es t á
~t;~~::;o~~ L~r~:s~~~?~'den dde la p~~ión, de l~s emoc ion;s y de 1 P ierre Nora, "Entre Mérnoire el Histoire", en Les lieux ele m émoire. 1. La
e pu e e legItImar, pero la me moria es
R épublique, Par ís, Gallimard, 1984. pp. XV-XLII.
56
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interpretativa de los hechos q ue se esfuerza por sacar a luz y sea pertinente par a la disciplina histórica. Tzvetan Tod?rov
comp re nder. Como ella, pu ed e r ecomp oner el pasado a partir des ar r olla un pu n t o de vista cer cano, aunque menos radl~~I ,
de "peda zos elegi dos", volve rse un a a puesta, ser obj et o de una investigación sob re los r ecu erdos sobre la Ocupaci ón
lu ch as y servir a es t rategias de det ermin ad os partidario e~e llevó a ca bo en Boisch a ut Sud (Depart am ent o ~el C~er).6
F in almente, la hist or ia pu ed e conve rtirse en un "obj eto d~ ~ e esta investigación s urge qu~ , por u na part e , la historia, ~n
memoria" como la m emoria pued e convertirse en un objet o ciertos casos, también es p arcial y, por otr a, qu~ la memona
hi stóri co. ortadora de una verdad reveladora del se ntido que com-
H ay muchos ejem plos de una hist ori a arbitr ari a en sus es P, mpli amentc su r elativa inep titud para establecer una
pensa a . . di
enfoq ues (his tori a de los acontecimientos, hi storia de las verdad de adec uación. Por es ta r azón , la memona es III is pen-
me ntal idades, antropología hi stórica, mi cro-historia ), en sus sable para la hi stori a . .
categor ías.! en sus sec uencias" tempor al es y en la elección de Qui zás podríamos decir que la m emoria da ~ue.nta n atu-
términos y conce ptos . Por ejem plo , M. 1. F inl ey señala que el r almen te de una ve rdad semántica de los acont eclllu ent.os ~ue
té r mino "Griegos", utilizado en u n enunciado histórico sobre no enco nt ramos fácil me nte en la ve rdad ~e los aC?ntecllI~len­
la Antigü ed ad , cons t ituye un a ge ne ralización engaños a qu e tos rest ituida por el trabajo' del h istonador ".Pierre Vi dal-
no co~sidera las diferentes maner as de er gri ego, variables Naquet in sisti ó en esta aptitud d~ la memona par~ h acer
en el tiempo, pero tamb ién según las r egiones, las clases , eté.' surgir det alles que comúnmente le mt e,resan a l novehs t~, no
Asi mismo, la histo ria es simpli fica dora, selectiva y olvidadiza 1historiador. A propósito de la meplon a de 1~ Sho_ah, senala
de los h echos. Finl ey sie m pre r ecu erda qu e el pas ado sólo se ~ue la historia necesita esta visión de n~vehsta < lo qu e es
vue lve int eligible a partir del m omento en qu e el histor ia don posible ve r ificaren el m agnífico libro de ícole Lapíerre sob~e
reali za una cierta selección en torn o de uno ova rios cen tr os de . de los j ud íos de Plock ." In cluso u n testímomo
1a memoria .. 1 1
inter és . Los documentos y a rchivos son interrogados en rela- erróneo o alterado por el olvido puede per m Ih r ~ canz~r .e
ción con el presente del historiador y no siempre en funció n de se ntido de un acontecimiento que , con frec uencia. se sitúa
su cont en ido. Jeanne Favret-Saada , a propósito de la ciencia más allá de la ve rdad de los h ech os, ra zón por la qu e el
nazi, men cion a que h u bo que es perar h asta 1984 a que , testimonio se a parta d e ella. Eviden tem en t e, esta ver~ad
a parec iera el libro de M üller-Hill iTodliche Wissenschaft ) factual debe establecerse previament~. De hech.o, m~,mona e
para que se desarroll ara una historia sobre el papel de los h istoria son complemen~arias Yel peh gr o estar ía en sac~rle
eugenist as, de los antropólogos y de los psiq uiatras durante el la m emoria" a la h ist or ia , del mis mo modo qu e es posible
l
período del nac ion al-socialismo. Esta historia fu e t an tardía ' sac arle el enc anto al m u n d o . . . '
porque la prohibía "un cierto es tado de las fuerzas qu e orga- Aunque algunos histori ad ores conSIderen que .l a historia
ni zan la mem oria social, t anto en Alem ania como en otras debe'combati r la m em ori a , h ay mucho,s qu e adJ?-lten que ~ a
partes".'; Por lo tan to, como todo el mundo, los hi storiadores verdader a histori a t iene el deber de no Ignorar m la memona
están insertos en un trabajo de constr ucción social de la ni la hi storia oral. E n r ealidad , 10 h acen cad a vez ~enos , en
m em or ia , "su producción es s olamente uno de lbs avatares es pecial desd e 1977, cu ando La légende des Ca m.l.~ard~_ de
posibles de la mem oria social". El trabajo de esta memoria es Philippe J outard a pareció como un text? fu~daclOn~1 en
Francia. Vid al-Naqu et observ a que un a h istoria ~el crLm~n
el qu e hace qu e talo cu al objeto, en un momento determinado,
~Supra, capítulo IV, nota 7 .
. '
nazi 'que ignorara la s memori as y sus trans form aclOr:e; se na
un a h istoria muy pobre . Los "asesinos de la mem on a no se
"E l historiador puede deteners~ diez páginas en una jornada y desliz ar
3

dos lín eas sobre diez años: el lector confi ará en él, como en un bu en novelista G T:zvetan Todorov, ~La mémoire devant l'hi stoire", T errtu n. , 25 de sep-
y supondrá que estos diez a ñ os están vacíos de acontecimientos (Pa u l Veyne,
tiembre de 1995, p. 10 1-112. . . '
Comment on écrit l'hitoire suiui de Foucault r éoolutionn e l'histoire París. 7 Pierre Vidal-Naquet, Les Ju ifs , la m ém orre el le présent , París, La
Seuil, 197 1 & 1978, p. 23). ' ,
D écouverte 1991 , p. 392 . J ... d
41\'1. I. Finley, op. cit., p. 124. ,; ¡ icole Lapierre . Le silcll ee de la m émoire. A la rech erch e des UI, S e
5J ea nne Favret-Saada , Sale histoire, Gradhiua , n° lO, 1991 , p.4. Ploch , P arís , Plan, 1989 , 292 p.
59
58
. .n em bar <To m uy práctica . E s
equivocaron: cuando niegan las memoria pl urales de E sta no ción es dlfu s a x s~e conci;n~ia colectiva (y , a
Shoah "quiere n gol pear a una com unidad en las mil fi br as qu ;
todavía duelen y que la ligan al pasado propio"." De h echo, la
t an d ifu _a com o la. n oci on I ti ) com o el concepto de
fort íort,, d e 'mcon s cic n t e ca ec lVO ,
. .'
. tid d
o las t eorí a s de id en I a
~

I
irrupción de la memoria en la disciplina h istórica e volvi n1entali d adcs en hIston a , clomfantasía de un "alm a del
inevitable a partir del momento en que los que transmitían cultu r al c?leetiva o .co m~o a ~a Volk skunde alema.na . .De
memoria comenzaron a ha cer historia, como sucedió Con 1 pueblo", S I no~ refcrImo~odas las retóricas com ulUtan a s,
víctimas del nazismo que se comportaron - y siguen hacié nds, hecho eS t an dIfusa codmo 1 ncepciones holísticas de la
lo- como los archivistas de la tragedia . b ' u a orno to a s a s co . t 1
t an a rn Ig c . de los comportanllen os Y
Para terminar con este tema señalemos qu e la compara, cultu r a , de las reprcsentalclO~es" em plo en sociología es la 1
ci ón entre memoria e historia se di ficulta a causa de"-'la de la s actitu~e~, (u n :xI~~a~n ~s~~ explica que la m~mo~ia
polisemia de esta última pa la br a . Marc Au gé observa que noción de OpllllOn pub ' .d da com o al go "m Is ten o- I
la palabra "historia" tiene una triple acepción , ya que design colectiv a haya podid.o ser CO~~I c~~~ste mi sterio cuando al
sim ultáneamen te un a disciplina . el contenido de un aco nteci- o". Jocel yne Dakhh~ t r o):ctiva de los habitantes de los
miento y una forma de conciencia colectiva e id entitaria.' 'Si in v~sti gar l.a m emon~ J~ Túnez , recibió sobre t odo r el ato.s
nos r eferimos a la di sciplina, a la Hi storia con hache mayús- nasrs de J end , en el.su . ' d historia privada poco conci-
cula , hay que admitir que la distancia con la memor ia es de h istoria de los 11l1 ~~ es ) u~ dest ino eorn ün. "
considerable, Pero, como subraya Paul Veyne, es t a "idea d'e li ables con la ev ocacIo~ ,de memoria colectiva es práctica ,
Hi storia es un límiteinaccesible o, m ás bien , una idea tra cen- Por otra parte, la nocion d e. de otro m odo que con este
dental"." En la práctica, la h istori a, en sus motivacion es , ues no es posibl e ver cómo desi gnar del pasado (o de íncon s-
P . r. mas de conCi enCia id
objetivos y, a veces, métodos , siempre toma algunos rasgo de té r mi no CIertas ror id ) temente comparb as por
la memoria, aunque ésta maniobre todo el ti empo para prot e- d encia en el ca so d~l ~lVI o 1 a paren
gerse de aquélla. Por est a razón es "h ija de la memoria" , 1:1 Por un conju nt o de indI\'1du os .
otra parte', ambas s e conjugan en grados variables en toda . 'b' , de este modo un fenómeno
memoria colectiva, noción que ahora tenemos que pr ecisar. lari e-Aimée Duv;rnOl~~;s: ~~urgognc, mino rí a reli giosa
curioso entre los Blan d d . 1 s después del Concord a-
, C rca e os srg o li
anliconcordatana . e d ' arai nalizac ión al coho 15 -
. frien o mas m o · " . s
II . L A aCIóN DE MEMORIA COLECTIVA
to, est e grupo Sigue su . y enfer medades psicosam atlca
roo depresion es nerYlb~s<1? , Su conciencia exacerbad a de
1

que el resto de la po acion. t mal es podría basarse en la


Ma urice Halbwachs es qui en primero forjó , y luego im pus o, la ma lestar, orig~n apar~ntc ~~ies ~s oposición entre Blancos ~
no ción de memoria colectiva como concepto explicativode una
cierta cantidad de fenómenos sociales en relación con la
memoria tr ágica de .a a .If te Simon Schama IDostro
católicos,H En un :eIP,strlo di crepnesi~~s a la instauración de
memori a . Lo hizo sobre todo en tres de sus obras : Les cadres dí tribuir os cam . .
cómo po ian con . t bi én influir e n el scntImlCn-
, partIda v am I , " d
sociaux de la mémoire (1925), La topographie l égendaire des una memona corn . -, t do la tradición poebca e
É uangiles en Terre sointe. Étude de m émoire collectiue (1941),' to de identidad n~c~onal._~e~::t~l~ dna geografia (campos
YLa m émoire collectioe, pu blica da en 1950 de m an er a p óstu-' la "dulce Francla re~l e bos ues Yrío s arrooniosamen-
ma (su autor había muerto en el campo de Buchenwald en culti va dos , vergeles, vlOedos, hq'stori a a milos y a relatos
I
d te ) cua nto a una I , . 1 '
1945). En ellas encontramos la definición sociológica de 1 te ordena 0 5, e " 1 1 lu gar en es pecia , siempre
legen da r ios rc1atlvoS a ta o ella
noción de memoria colectiva. . a. l"ep rellUe
- l -t' La mémoire coII ectlVe
P. Vidal-Nnquet, op. cit. p. 8,
9 lJ J ocely ne Dakhlia , L 'ou bl! de a C,I \ . Découverte, 1990, 326 p.
10 Marc Au g é, Pour un e anthropologie des mondes contem porai nes, París, du lignage dan s le jérid 11l '~ISI~~' Pa:;he~: réciproque- La st igmatisa t ion
S
Aub ier , 1994 , p. 21. 14 Ann e-M a rie DuvcrnOl , e m I d de la Bourgogn e-.LeMonde
11 P. Veyne , op. cit. , p. 29.
, . 'té re ligieu se: les Blanes, dans e su
d u ne mmor i 15 137
120 p. cit . • p, 15. alpin el rJlOda ni en , n° 2·4186 , p. 1 . ,
61
60
constituidos por varias capas de mernori 1:; L .
ca n el lugar que ocupa e l bosq ue e
ti
?' . o nllSInOs UC de
g rm amco en 1a ID • "
de los grupo hum anos para elaborar un a me moria común,
ca Iec IVa y e~ la i~eolOgía del Tercer Reich. U ' le e ~mon :'l un a memoria compartida cuya idea es muy antigua. Los
muestra cuan difícil es no usar esta ,~ u clIma eJempló m itos Jas leyendas, las creencias, las di ferentes religiones son
ca Jec tiv
na. cuando se rea l ízo un d d 1noci ón e mem ori" " cons tr ucciones de las memorias colectivas. Así , a través del
• " l. son ea e otro lado d 1R' .' mito los miem bros de una sociedad dada buscan tr as pas ar un a
ocasion del CIncuen tenario del 8 d d e In en
la siguiente pregu nta : "¿Qu ié n tuv~ ~ayo e 1~4~,. se formuJ 9.~ image n de su pasado de acuerdo con su propia representación
en el a plastamien to del n a zis mo?" ~ responsab lhd ad mayoli de lo que son , a lgo totalmente explícito en los mi tos sob re los
alema nes .de l Oes te respond ió: "E~tad~:~~?~ ~;I 80% de los . orígenes. El con tenido de l mito es objeto de una regula ción de
de los hab ita n tes de la ex RDA nom br ó a la J R~S Ire~ el 9~% , la memoria colectiva que depend e, como el recuerdo indivi-
d e memona colectiva el .' a nOClon dual, del contexto social y de lo qu e se pone en juego en el
representaciones del asa dcuen ta convementemente de do '~ momento de la narración .
gan as a la pobla Cla '. PI a o que se para en dos grandes cate- .' Pero incluso en el caso del mito, ¿qué es lo que efectiva men te
n a emana.
compar te el gr upo que nos a utoriza a h ablar de memoria
Por 10 tanto podemos a dm iti r 1 . colectiva? En ú lt ima ins t ancia, las represent aciones que aca -
"per cepciones fundamenta les " ( qU\ a socledad prod Uce rrea y provoca el mito son objeto de variaciones personal es,
Diderot ) qu e por a nalogías p o p~ra CI a r una expresión de individuales, aun cuando sean elaboradas en marcos sociales
n as, idea s, etc. provoca~ r~cu:~d~on es entre l ugares, pcrso, determinados y aun cuando podamos admitir que la significa-
ción que se les da a esos mitos es obje to de una focalización
ti dos ~or :,arios individu os, in cluso ;o~~~d~tden..sedr cdo~lpar­ cultural qu e produce de esta ma ne ra un a "memori a étnica",
es to SIgnIfica concebir la . . e a SaCIe a . ¿P er o para retornar u na expresión de And ré Leroi-Gourhañ ."
se ntación au tón om a del ::~~rla colectIva ,como un.a r epre-
de m em orias individ ual~s qu e fq ue.emergdel'la de un conj unto Sin cor rer grandes r iesgos podem os afi r mar qu e existen
me nte par 1 I . unciona n e manera m asi va-
com o u a ed.a , para ~~arl am etáfora informáticao. tam bié n configuraciones de la m em or ia car acterísticas de cada socie-
. . na se Imentac lOn colectiva de 1 1 " · , dad humana pero que, al fin de cue ntas , en el inter ior de esta
n as mdividuales si es ta ve z 1 . os a U\ IOnes de mem o- configuraciones cada in divid uo im pone s u propio estilo, es t re -
lario a la geolocria? Ín 1 . e pedlm os pr es tado el voca bu-
b " C uso en este cas o aun d ' . chamente dependi en t e por una parte de su historia y, por otra ,
un corpu de recu erdos con sti t ti ' cuan .o exístíer a de la organizac ión de su propio cerebro q ue, r ecordemos,
de una socieda d dad 1 . 1 U lV~S de la mem OrIa colectiva
a, as secue nCIaS de evo .. d iempre es ú nica . .
r ecuerdos estaría n obligat ' e • • cac ton e es tos
dualmente, si m plemen te ~~Iam ~n te, dl~e:enciadas índívi- Ademá ,lo que denomin amos memo ri a colectiva con fr ecuen-
tod os las mismas cosas en ~l que os mdlvlduos no piensan cia es el producto de un apilamien to de estratos de me moria
que en algún mom ento la en~l1lsm o momen to: " a~a indica muy dife rentes; estas capas sedimentarias pued en sufri r
taci ón ~e un mi mo aconte~imi:~;o"duz:a la mIsm ~ mterpre- cambios impor t ant es sí se prod ucen temblores de la memoria.
Fred enk Barth Ji Con lo i
o se nala a pr opIada me n te Así, si bien podemos admiti r que los lugares de m emoria nos
Edelman, quie~ recuerd~ue~: ~ne ~ n~uro?iólogo G,er.ald M. hablen de ciertas modalidades de la mem oria colectiva (me-
una cuestión en r elaci . q 1 a e~perIencta fen om emca "es mori a-reino, me mo ria-Estado, memoria-nación , mernoria-ciu-
ion con a prIm era pers " dadano, memoria-patrimonio)," las lugares son, la mayor
es ta causa, no puede compartirs e con otros.;sona y que, por parte del t iempo, la conde ns ación de mem or ias plurales más
o menos a ntiguas, con frec ue ncia conflictivas y qu e in te rac-
Sin embargo ningü t • túan entre sí. Los ejemplos son múltiples: los "Tr es Colores",
, n an ropologo puede discu ti r la voluntad
el Panteón, las celeb rac iones de la Revolución Francesa, de la
15 Simon Schama Lalldsc ' d M,
1995, p. 15. ' ape an em ory , New York , Alfred A. Knopf, Vendée, el soldado Chauvin, el gallo ga lo o, tambié n, los
16 L 'E nombres de las calles. Lo que observamos en cada ocasión no
1_ • xpress , 10 de agosto de 1995.

I~ CItado en i\L Ki lani, op. cit., p . 24. 19 A. Leroi-Gourhan, op. cit., p. 13, n. 14.
G.-M . Edelman , op. cit. , p. 24. ~ Pierre Nora , "La nation-m émoire", en Les lieux de m émoire Il. La
Na tion, 3. La g/oire. Les mots , pp. 647-658 .
62
63
es el trabajo de una memoria sino la obra de rnernor¡
' If I
~u tp e , a v~c~s conver n tes , con frecuencia divergentesase ción no es verdaderamente atisfactoria, pues es to recuer-
Incluso antag ónicas , Por con siguiente, la memoria colectiva dos, una vez transmitidos, pue den se r objeto de un proce a-
no es nunca un ívoca . ' mient o especial por parte de cada ind ividuo "recept or", lo que
La, ~cvolución Francesa s una muestra excelente de las ' impi de suponer la existencia de un a memoria realmente
múltipl es ~a,cetas que puede tomar la memoria colectiva y de . compart ida. Sin embargo , t iene razón cuando subraya qu e la
u In cr:~~lOn en la larga duración. En una obra ded icada a la persiste ncia de recuer dos comunes dentr o de un gru po nece-
tra~s~lslOn2~ e ~a memori~ sobre 1789 de una ge neración a sit a la repetición, contrariame nte al r ecuerdo in divi dua l que
I~ siguiente, G~rard Belloin demostró que la transmisión era pue de desp er ta rse de pronto, de pués de años de estar dor mi-
si empre u n ~ rem te rpre ta cion del pasado en el marc o de
recuerdos mas recientes (la lucha contra el fascis mo el Fren te
do, sin que se h aya hecho nada para manten erl o des pa bilado.
Popular, I~ Resistencia , la Libe ración), qu e contri bu ía a la Evide nteme nte, en la necesi da d de la re petición y de la
persrstencia de me morias r esplandecien tes de la Revolución. presencia de un entor no favorable para la memorización
Pascal 0'1' se interesó especialmente en las conm emoraciones aparece el r ol de los marcos sociales o marcos colectivos de la
d.ela Revolucí ón.v Centenario, Sesq uicentenario y Bicentena- memo ria, sobre los que in isti ój ustamen te Halbwachs .
n o: ~ada una de. estas retrospecciones reavivó y alimen tó ' Esta noción de ma rcos sociales de la memoria es mucho
multIples memonas, pero la República supo aprovech arlas más convince nte que la de me moria colectiva. Parece indi scu-
para reforzar con mayor o menor éxi to, la identida d na cional. tible qu e "completamo nu estros r ecuerdos ayudándono s, al
menos en parte, con la m emori a de lo otro " . 2~ La recons tr uc-
Lo único que los micmbros de un gru po o de una sociedad ción de un recuerdo pasa por la de las circunstancias del
com1?arte.n realmen te es lo que olvidaron de su pa sa do en acontecimient o pasado y, por consiguiente de los marcos
c0",lun. Sin dud as, la memo ria colectiva es más la s uma de los sociales o colectivos entre los que .se encuentra el lenguaje, el
olvI d~s qu e la ~uma de los recuerd os pues, ante todo y marco social que mayores restricciones presenta : las conven-
esencialrnentn, e tos son el r es ult ad o de una elaboración cione verbales , las simples palabras qu e la sociedad nos
índí vidu al, en tan to qu e aq ué llos tienen en común precisa- propone tien en un poder evocador y proporcionan él sentido
me nte, el haber sido olvidados. Por lo tanto, la so~iedad .se de esta evocación como, por otra part e, cualquier ideación.
encue n.t ra menos unida por s us recuerd os que por s us olvidos. Según Hal bwachs, cuando un individuo tiene afasia, la natu-
Es 'pOSI ble ver qu e existe una casi certeza en cuanto a los raleza de esta discapacidad (ver bal, nominal , int áctica o
olvI.dos comunes de un grupo, de un a socieda d, pero nu nca es semá ntica) se explica , en diversos grad os, "por u na alteración
posibl s e.star seguro en cuanto a los recuerdos pu es cada uno profun da de las relaciones entre el individu o y elgrupo"," es
~e ~1I?s, Incluso el hist órico, recibe la impronta de la memoria decir, por un a rupt ura con los m arcos socia les de la memoria .
indivi dua], L~ a use ncia es segura, las modalidades in ciertas Cuando la afasia se a naliza según los progresos r ealizad os en
de la pres en eia qu edan por de ter minar . bioquímica de la mem oria, esta tesis es muy di scu t ible pero,
. M. 1. ~i~ley intenta sos laya Lelegan te me nte estas dificul- sin embargo, podem os ret en er la idea de qu e según modal ida-
tades .teon cas al afirmar que "después de todo, la m emoria des variables , est a facultad humana se ejerce siem pre en
col e~tIva no es otra cosa qu e la trans misión a una gran marcos instaurad os por la socieda d y qu e, en part e, la det er-
cantida d de ind ividu os de los recuerdos de uno solo o de minan. " o h ay memori a posible fuer a de los marcos que
a lgu nos hombres, repetidos muchas vec s . 23 Pero su definí- utilizan los hombres qu e vive n en sociedad para fija r y
encontrar su s r ecu erdos"." Estos marcos no son solamente un
G~rard .Belloin, Ent endez·uous dans nos m émoi res... ? Les Fran cais el envoltorio para la mem oria, sino qu e ellos mism os integran
»:Revo/ullOfl,
21
París, La Découv erte, 1988, 270 p.
a ntiguos recu erdos que orientan la const ru cción de los n ue-
- Pascal 01)', Une nation p our m émo ire. 1889 1939 1989 t '.' bil é
. luti . , • r Ol S JU 1 es
rev~ uuonnaires. París, Presse s de la Fon clation na tional des Sciencos 2' Maurice H albawchs, Les cadres sociaux de la m émoire, Pa rís, Albin
polit iques, 1992, 276 p. Michel, 1925 & 1994, p. 21.
23
11. 1. Finley, op. cit., p . 32 . :!S Op. cit., p. 69 ,

2" Op. cit., p . 79 .

64
65
vos. Cuando estos marcos se dest r uyen , se rompen , se dislo- rep rochá rsel e haber planteado una auto~~mía demasiado
can o, simplemente se modifican, los modo s de memorización importante de la m emoria colectiva en relaci ón con las,~emo­
de una determin ada sociedad y de sus miembros s e transfor- rias in divi duales, Halbwachs , sin embargo, t uvo el mento ~ e
man para adaptarse a los nuevos marcos sociales que habrán insisti r en es a imposibilidad del hombre de usar la memor~a
de inst aur arse. fuera de la sociedad: "los m ar cos sociales de la Im~m?Tl,a
encie r r an y relacionan entre sí nuestros recuerdos mas ínt i-
En toda discusión sobre la noción de memoria colectiva encon- mas. •' o es necesario que el grupo los conozca. Basta con q~e
tramos el viejo debate sobre las relaciones entre el individuo podamos encararlos de un modo que no sea externo, es decir,
y el grupo, mal pl antead a cuando imaginamos que podemos poniéndonos en el lugar de los demás y <:Iue, para encontrarl,os,
pen sar en uno de estos térm inos y exclui r el otro. Desde este ten aamos qu e seguir el mismo camino que ellos h abrían
punto de vista, Roger Bastide define de manera más satisfac- se~i do en nuestro lugar".:11 Esta idea aparece nuevamente en
toria que Maurice Halbwachs la memoria colectiva: para él es
un "sistem a de in t er rela cion es de memorias indi viduales. Si, sul:lobr a póstuma, cuando define la ~emoria,in~i~idual co~o
como afirma correctamen te Halbwach s . el otro es necesario un "punto de vista sobre la memoria colectiva , • con~eb:da
para recordar, esto no s ucede porque "yo y el ot ro" nos s umer- como un a combinación de influencias de naturaleza s.ocI al. ~E n
gimos en el mismo pensa miento social, si no porq ue nuestr o un momento o en otro, la memoria individ ual necesl.ta ~l eco
recuerdos personales se a rticula n con los recu erdos de otras de la memoria de los otros, y un hombre que solitario se
personas en un juego muy r egulado de imá genes recíprocas y acue r da lo qu e los demás no recuerdan corre el riesgo de,pasar
complementarias ". El gru po no con serva más qu e la est ru ctu ra por alguien con "alu cin acion es".33 Desde ~sta p~:spectlv ~ , la
de las conexiones entre las diversas me mo rias individ ua les ." memoria individual siempr e tiene u na dimensión Col~ctlva,
ya que la sign ifica ción de los acontecimientos memonzado~
De hecho, no existen ni memoria estrictament e in divid ual, por el s ujeto se mide siempr e segú n] a vara de s u ~ultu:~ . ASI,
ni memoria estrictamente colectiva , observación qu e fue alguien qu e "t rans mite la memorra puede ve rse l.nvesb~o de
h echa ya hace mucho tiem po por los psico an ali stas en relación pr estigio por el grupo cuando lo que r ecu erda es ta v.a lonz~do
con el tema del surgimiento de la memoria. Cuando se produ- (es el que sabe) o, por el contrario. p~ed e se r estIgmabza-
ce una bocanada de memoria, ést a implica el deseo del s uj et o, do cuando la imagen del pa sado que emite es recha~ad a por la
pero sólo puede expand irse "en el tej ido de las imágenes y del socied ad (se convi erte en aquel del que no se qUler~ s aber
lenguaje"'lS propuesto por el gru po. "La semilla de la remerno- nada ). Esto equiva le a decir que el estatus de cust~~lO de la
ración"29de que habla Halbwachs necesita un terreno colecti- memoria qu e , en muchos ca sos , parece ser ~n a fUnCI?n pura-
vo par a germinar. P or otra parte , es posible que cuando la mente individual es inse parable de las acci on es SOCIales .
germinación no se logre , porque hay incompatibilidades entr e En conclusión ' los fundamentos teóricos de la noción de
el te rreno colectivo y el trabajo personal de la memoria (poco memoria colectiva parecen poco sóli dos , contrariamente a los
im porta aquí cuál sea el sentido del rechazo ), se llegu e a los de los marcos sociales de la mem or ia . Si una teorí~ es un
síntomas neuróticos , a una memoria salvaje e inestable por en unciado que tiene cierto valor explicativo de la ~ea}¡dad.' no
estar mal arraigada en lo socia l." podemos hablar realmente de teoría ~e la memon.a co.lectiVa.
El "h om bre desnudo" no exi ste,ya que no hay individuo que En efecto esta noci ón es más expresiva que explica ti va. Ex-
no llev e el pe so de su propia memoria sin qu e es té me zclada presa adecuadamente una cierta realid~d: cóm o cier tos acon-
con la de la sociedad a la que pertenece. Aunque pued a tecimientos parecen m emorizados u olvidados por una. de~er­
minada sociedad cómo exist en capacidades de m ernorra dife-
27 Roger Bastida, M érnoire collective et sociologie du bricolage, Bastidia-
rentes entre gen~raciones, entre clases soci~les : en,t r.e sexos ,
na, 7..s, ju lio-diciembre de 1994 , p . 209 -242 . etc. Pero no explica de qué manera las memonas individuales,
28 Le Poulichet S., ap. cit., p. 170.

79 Maurice Halbwachs, La m émoire collecti ce, Pa rís, PUF. 19óO, p. 5. :n M. Ha lbwachs , Les cad res sociau x de la m émaire , p. 145.
30 Para este tema tomamos el a nálisis del d ispositivo simbólico que hace ~2 M, Ha lbwachs. La m émoire collectiue, p. 33.
Richa rd P OU iPf. Anthropologi e du. myth e. París, Editions Kirn é, 1994, p. 179. aa 1\1. Halbawchs , Les cadres :;ucia /lx de la mé mo ire. p. 167.

66 67
que son las únicas que e han verificado des de el punto de rno de Iamemoria. Las copiosas iniciativas de los militantes de
vist a biológico (sola m en te los in divi d uos mem orizan efect iva - la memoria, como por ejemplo la organización de u n "tr en
mente, nunca una sociedad), pu ed en a parej arse para const i- de la memoria" en 1992, par a conmemorar la partid a de
tuir u n a memoria colectiva, de qué manera esta memoria Drancy del pr imer convoy hacia Au sch witz (27 de m arzo de
colectiva pu ede conservarse, transmitirse, modificarse, etc. 1942) a veces son dificiles de canalizar y no im piden un cier to
La noción de "m a rcos sociales" nos ayuda a com prende r cómo desliz~m iento hacia la conmemoración-espectáculo >~ Por otra
los recuerdos individ u ales pueden recibir un a cierta orienta- parte, la puest a en escena de la memoria se rei::ind ica con
ción propia de un grupo, pero el con cepto de memoria colectiva cla ridad en manifest acion es como la r epresentaci ón del com-
no nOS dice cómo or ien ta cion es m á s o menos próximas pueden bate de Vend ée en Puy-du-Fou, la de la vida de J aures e n
volverse idénticas al punto de fusionarse y de producir una Ca r ma u x o, un a m enos conoci da la de los espe ctácu los hi stó-
representación común del pasado qu e adquiere, entonces , s u ricos en la ciudad de Meaux," donde un carnav al sui gene ris
propi a din ámica re specto de la s memorias individuales . Ya creado en 19 80 fu e presentad o como la r estauración de un a
hemos dicho qu e, de sde este punto de vista, la noción de tradición. En todas partes , y a veces h ast a lle gar a la satura-
me moria colectiva es tan discutible como todas las retóricas ción se m a ni fiestan los sign os de u na supe rabu ndancia de la
comunit a ri as. En sentido estricto, en tanto es como aquéllas memoria, de una fie br e conm emorat iva o de un "pro ductivis-
más ex presiva qu e explicativa de la realidad, podríamos decir mo arch iv ístico" par a retom ar un a expresión de Pierre Nora .
que esta noció n es más poética que t eórica . Est a afirmación no En París h a y 1.553 pl acas conme morativas, 658 de las
es de ningún modo crítica, pues no es im posible que las cuales están ded icadas a acontecim ientos de la últ im a gue-
ciencias humanas pertenezcan más al dominio de la expresión rra. 37 E ntre 1986 y 1993 se realizar on 305 celeb racion es
que al de la explicación, al arte que a la ciencia. nacio na les qu e figuran en los an uar ios difundid os por la
Delegación de cele braciones nacionales, que depe nde del
Ministerio de Cultur a (dirección de los Archi vos de Francia ).
lII. D ERECHO, DEBER El a nuar io de 1994 r egistra 47 , desd e el trofeo de Au gu st o en
Y NECESIDAD DE MEMORlA La Turbie (Alpes m arít im os ) h ast a el Desembarco y la Lib era-
ción, pa sando por la Fundación del Conserv atorio nacional de
Con memor aciones, celebraciones, aniversarios, devoción por Artes y Ofi cios o el descubrimien to de l a "Da me de Br assern-
el pa sado, cu lto del patrimonio y otras for mas ritu ales de la pouy". Toda Francia conmemora : si se acumulan t odas las
r em ini scen cia : pareciera que la sociedad en s u conjunto se celebraciones de t odos los aniversarios en todas las ciu dades
esfor zar a por satis facer el imperativo bíblico Zakhor (¡recuer - de Francia , se llega a un total de 1.571 celeb raciones ~ntre
da!). Pierre Nora a lude a una "ola de memoria'v' que se abate 1986 y 1993 .:i8 Thierry Ga sn ier se ñala qu e las cel ebrac ion es
sobre el mundo por entero, otros certifican un deseo de naci onales tienden a no conside ra r los a niversar ios con una
memoria que pro cedería, especialmente, del miedo al vacío fu erte carga de m emoria (como la guerra de Argelia , el
de sentido, explicación "pa r a pensar" la mayoría de los fenó- genocidio de los judíos), como si el proyecto de la Fra ncia
menos sociales contemporáneos . Los nuevos monumentos conmemorativa - a un que también se podría hablar de los
que conmemoran la guerra o la Resi stencia - Pér on n e (in au -
;]o'i Annet te Wieviorka , 1992. "Réflexions sur une comm émoration", An-
gurado en 1992), Caen (1988), Verdun (Cen tr o mundial de la
paz, abi erto totalmente en el v er ano de 1995), Oradour-sur- nales, ESe , mayo-junio de 1993 , 0 ° 3. p. 703 -7 14. .
3GS y lv ie Rouxel, Ql1w ld la m émoire d 'une uille Re met en scime.. . Elude Silr
Glane (donde se abrirá un "Cen t r o de la memoria" en 1997}-
la [onction sociale d es spectucles liistoricues , Parfs, La Docu ment a tion
se convierten en apuestas políticas y económicas y, en algu nos
fra ncaise, 1995, 228 p.
casos, las colectividades locales organ iza n un verdadero t u ris- 3' Ma ria n a Saube r , "Traces fragi les . Le s plaqu es cornm émoratives dans
les rues de P arís", Anuales ESe , mayo-junio de 1993, n° 3, p. 715 -727.
3' Pierre Nora, "La loi de la m émoire", Le d ébat, ene ro-febrero de 1994, n° :lH Thier ry Gasnier, La France commémorative, Le d ébat, ene ro-febrero
78, p. 187-191. de 1994. na 78 , p . 93 .

68 69
Estados U nidos" o de la Alem ania''? conm emorativos- fuera comba t ientes . integrantes de la Res.ist ncia , deporta~os, círcu-
a imponer una memoria de la paz, una imagen consensual de los históricos, etc .) y en el más alto nivel ~stat a1. Da onge.n ~.n u­
sí misma. De un modo general, la conmemoración oficia l merosas publicaciones como el M ém orial de~ ellfa n ts ) u ~t·? .d e
pretende ser (con cada vez mayores dificultades, si tenemos France de Sergc Klarsfeld , pr ognunas de I'ad~o.odetelevlslOn
en cuenta la "bata lla de las memorias")" un 'á lbum de mo nu me ntos, etc. Pero no ba sta con t~'~n sr~ltlr ~n r~cuerdo,
imágenes demasiado erías", una "a u tocolebr aci ón'Y organi- ue es lo qu e se hace en cada calebraci ón. 1am?len tiene qu.e
zada de manera tal que el pasado y la memoria no puedan ~aber receptores de ese recu erdo, o el men~aJe se perderá
cuestionar el presente. Desde este punto de vista, seria lógico tem or que parece fundado si pen.·am~s n ciartas for~na ' de
interesarse tanto por 10 que una sociedad no conmemora por memoria del totalitarismo. La necesIdad de m emon~. qu e
lo que conmemora, pues una vez más, la ausencia (el olvi do) forma pareja con el deber de memori a ",a vec s parece f~lt ar :
tiene tanta importancia como la presencia (la conmemora- si bien a fines de 1950 en Europa OCCId ental se .r~coglCron
ción). alrededor de dieciocho mil testimonios de 'obrevlvlente~ de
los campos de concentración,44 hubo qu e : sp erar cerca de veinte
Si consideramos un mismo hecho hi stórico. la celebración a ños para que Francia se ocupara senam.~n.te del pap~1 q~lC
establece una j erarquía de las memorias -n~a t e ri al i zad a en jugó el rébrimen de Vichy en el exterrm.mo de I? ' JUdlOS
los nombres de las calles , las placas conmemorativas, el franceses o extranj eros y que se comprometíera , no sin pr~?1 -
emplazamiento de estatuas y monumentos- algo que mostró mas . con una historia de los campos fr anceses ?e recluslO~1 .
Gérard Narner en su estudio sobre las conmemoraciones Deterioro de la memoria, recuerdos j erarqUIzados . oficia-
políticas en Francia entre el 26 de agosto de 1944 vel 11 de les o s u bt erráneos, recu erdos ocultados, injuriados , r s pla n-
noviembre de 1945: 13 Éstas permitieron darle un; posición
dominante a la memoria de los integra ntes de la Resistencia dccientes disgregados. herid o " mutilados , a la deriva o
en relaci ón con el resto de la población . Cada conm emoración hundidos; tirantez entre una n ecesidad y un d.eb~r d: h ac er
puede ser definida , en va cío. por los blancos, los "a gujeros ", la memoria : ho ' observamos una e peci e de esqUIzofrema d: !a
ausencias: olvido del recuerdo de los en emigos. de los STO, de memoria en la sociedadfTancesa qu e duda entre la t entaci ón
los pr isioneros , de los deportados no políticos . Entonces, la de una balcanización de la memoria y la voluntad de fund ar
política de la memori a es una puesta e n es cena de s ímbolos una m emoria que unifique la diversidad nacional.
que rem iten a antiguas conmemoraciones (por ejemplo, el
entierro de Vict or Hugo) y que , de este modo, apuntan a dar
una vis ión unificada de una Francia comb ativa y eterna. IV. C ONFLI CTOS y l\L~N II' ULACI ONES DE LA MEMORL~ .
REC ERDOS PLUR.-\LES y EN cml PET ENC JA.
Por lo tanto, es manifiesta la conciencia de un deber de
memoria: se expresa en el seno de muchas asociaciones (ex Raramente los r ecu er dos se mueven al mismo ritmo . En todas
3~ Inauguración de l Vietnam Memoria l Hall, el 7 de noviembre de 1982; partes se enfrentan y esto s~ce~e.mucho más ahora, ya que
conmemoración de la mu erte de Martín Luther King desde 1986: bicentena- hay cada vez más grupos e ~ndlvlduos q~e hacen valer su
rio de la Cons t itución en HJ87 . Colum bus Day . el12 de octu bre. in a ug uración pretensiones a hacer m~m?r~a. En la s soclCda?es mode~nas ,
del Ho locaust Memorial Mu seum, en 1993, etc. la pertenencia de cada individuo a un a plurah?ad degr upos
. 0 Qu into cen tenario de l nacimie nt o de Lutero en 1983; conm em oración h ace imposible la construcción de una me~ona u mfi ca~a . y
de los se tecientos cincue nta años de Berlín en 1987; mú ltiples celebraciones provoca una fragmentación de la~ memorias qu e beneficia
en 1994 y 1995 en rela ción con el fin de la Segunda Gue rra Mundial, et c. enfrentamientos. A veces , el conflicto permanece dentro del
11 Pierre Nora , "L'ere de la com m érnoration" . en Les lieux de m émoire. Les
sujeto, habita~o por recuerdos plura~es o lu chando con su
a
France. 3. De l'archi ue l'emble me, Pa rís . Gall imard, 1992. p. 985 .
propia memoria, como Jorge Semprun que mantien e una
41 P ierre Sansot , "Du bon e l du mo ins bon usage de la com rn émor a tion",
en JI.P. J eudy, op. cit., p. 284.
43 Gérard Name r, M émoire el societ é, Pa r rs, M éridiens Klincksieck, 1987.
u Lucette Valensi, "P r ésence d u pass é, lenteur de l'hi sto ire". A nuales
242 p.. p. 191-215. ESe . mayo-jun io de 199 3. n° 3, p. 494.

70 71
ingular lucha con la escr it ur a que lo mantiene "en la memo- pla ntacio ne s del su r pero, si n embargo, las conclu ion e de
ria atroz del pasado"." Pero i carecemo s del talento del sus trabajos "son t an difer ntes como e posible pensar sobre
escritor, las ún icas batalla que pod emos mantener son las casi todos los aspecto de e t e t em a , ya sea sobre el ca rácte r
públicas qu e son muchas y qu e s e renuevan permanente- efica z y ren t able del trabajo servil, ya se a sobre la personali-
mente. dad del escl avo su s reaccion es, su cul tura , o la s relaciones
El 19 dediciembrede 1995 se clau. uró una exposici ón sob re en tre amos y escla vos"." Como siempre, la di vergencias en
la esclavitud en la Biblioteca del Congreso en Washington. Su la restitución de la memori a histórica encuentran su punto de
título era: "Detr ás de la casa del amo: el paisaje cultural dej a partida en de sacu erdos sobre problem~s contemp?ráneos,
plantación" y h abía sido preparada por un antropólogo, pe r o con los que la memoria no deja de tener interferencia s.
fue irritante pa rala memoria de los negros. Ya en el otoño de
1994 había estallado una iolenta controversia en Estado Incluso en África, un a escuela de historiadores se esfue r za por
Unidos acerca de la exposición que el Smithsonian Institute movilizar el recuerdo de la esclavitu d para ex plicar el subde -
había dedi cado al raid del Enola Gay sobre Hiroshima: los s arro llo africano, al menos en las principale regiones de
vete ranos y la Legión americana (con más de tre millones de África occidental. en 1 que se pr acticab a la trata de esclavos.
adherentes ) intieron que la exposición constituía una ofensa Otros, en cambio, con ide ran que la trata t U\'O efectos posit i-
vos al permitir la introd ucción de créditos europeos en una
parasu memoria y finalmente, fue cerrad a en enero de 1995.
economía poco d inám ica . Por cons iguiente, se in tau ran n ue-
Las batallas por la memoria son una tradi ción persistente en vas batallas sob re la memoria. que se plantean en té r minos
Estados Unidos. En 1992, en ocasión del quinto centenario de l si milares en todos los deb ates sobre el colonial ismo . Es proba-
descubrimiento de América se opusieron dos tipos de conme- ble que un a de las condiciones de l éxito de la políti ca ins tau-
moración de Colón: la tradicional record aba la epopeya funda- rad a hoy en ud áfrica por el presidente Nelson I andela
cional: la otra calificaba de holocau sto a la masacre de 10 consista e n la s uperación de los conflictos de memoria en tre los
indígenas -que ahora se denominan "pue blos locales"-. Hubo a nti guos beneficiarios del ap artheid y los qu e no lo eran , sin
quien, inclu o, quiso rebautizar la Columbu s Avenue, en que e la superación implique el olvido. inace ptable para la
Iu eva York , como "avenida del Genocidio"." A fines de los víctimas del sistema de discri minación racial.
a ños '80 hubo debates muy crudo provocados por la neui
uiestern history, que cuestionaban el mito y la memoria del En Hispanoam érica , la Conquista primero y la Indep en-
Oeste y de la "front er a"." Exi sten perm an entes tensiones dencia despu és provoc aron rupturas en la cont inuidad de la
entr e negr os y blancos con respecto a la historia de la esclavi- memoria . Des pu és de la Conquista, en primer lu gar existió el
tud norteamericana. En este caso , en el control de la memoria olvido o I rechazo del pa sado de las civilizacion es y culturas
hist ór ica se ponen en j uego al mi smo tiempo 10 político, lo precolombinas y luego, después de la Independencia , la mis -
social , o cultural, lo identita rio : en contraposición a un estu- ma actitud se produjo res pecto del período coloni al ." Estas
dioso como Ulrich Bonnell Phillips que, a comienzos del siglo, rupturas explican aún hoy ciertos en frent amien tos contem-
se esforzó por justificar el sistema esclavista, ho se encuen- poráneos entre 10 qu e se recu erda, ya sea den tro de América
tran pocos historiadores que defiendan a los dueños de las latina (ent re las poblacion es de or igen europeo y la s de or ige n
indígena o mestizo), ya sea entre los pa íses que hoy son
. ü J or ge Semprún . •.. . Vous auez u ne tombe GIL creux d es nu ages", París.
soberanos y las antigu a s pot enc ia s colon iales. En M éxico, por
Ed . Clirnats, 1995; p. 94. Del mism o a uto r ve r, también , L'écriture ou la uie, ejemplo, el m alinchismo (que pr ovien e del nombr de u~la
P arís, Gallimard , 1994. 322 p. I
princesa indígena, Malinche, qu e fue la a mante de Corte s)
~ . Deri is Lacor ne , "Des Peres fonda t e urs a I'H oloca ust e. De ux s iec les
d e cornm émorat ion s arn ér ica in cs". Le D ébat , en ero -febre ro de 1994. n° 4ll M.l. F inley, op. cit.• p. 43. .
7 S, p. SO. +" Fr a ncois-Xavíer Guerra, Mém oires en deuenir, Amérique Latine , xvr-
.; S. P tersen Cha rles, "Speaking for t he Past", en The Ox[ord History uf xx' siecle, Coloquio in ternacional. Le» enjeux de la m émoire , París, 1-3
T he A merica n I\'est . New Yor k-Oxford , Oxford Unive rsity Pr ess, 1994 , p. diciembre de 1992.Associa tion francaise des sciences socia les pour l'Am érique
743-769. Latine. Bord eaux, Mai son des pays ib ériques , 1994. p. 11.

72 73
s igue prod uciendo mem oria s a mbiguas y contrad icto rias ." electorales ." En este ca so , 'el pa sad o n o pas a" y provoca
P a r a algunos, el recu erdo de Malin ch e a limen ta un desprecio heridas en la mem oria , lla gas cr uentas m ás o men o doloro-
por todo lo que es mexicano, calificado de vu lgar, y const ituye sas . ·E- mu y difici l r econ ocer que el ca rn po' de los Miles había
la base de una preferencia por las soc iedades occidentales , de sido esta blecido an tes de la derrota par a en cerrar a\1í a las
don d e provenía Cort és . P ara ot ros, denun cia r el mal in chi smo víctimas de la legi sl ac ión fran cesa sob re los "ex t ranj er os
es n o so lamente la es ti grna t iza ción del comportami ento de la enemigos" que luego fu eron liberados cuando se aplicó el
prin ces a ind ígen a ac usada de h aber t rai cion a do a s u s h erma- artículo 19 d el armisticiol'" Con frecuenci a , al E stado le
n os , sino también u na m anera de reafirmar la fuerza y 1gen io cuesta impo ne r un monopolio de la memoria legí tima y
del pu ebl o mexi ca n o. F ran cia se balancea ent re la a mne s ia colectiva o el deb er de
Las con me morac iones de los bombardeos de Hiroshima y la memoria , como sucede , por otra parte, e n ot r os pa í es
de N agasaki r evela ron un mo s aico de re cu erd os, no solamente euro pe os, como Alemania, Espa ña, Italia, la Rusi a poscomu-
en t re Es tad os nid os y J apón (a lgo lógico de es per ar ), sin o ni sta y, ta m bié n , los países liberados de las di ctadura s milita-
tambi én den tro de este últim o p a ís . En las ceremonias oficia - res , como Argentina y Ch ile. En Francia , incl uso cele bracio-
les . Hiroshima es m ejor t r a tada que Naga saki y, a dem ás, las nes qu e a pri mera vi sta parecían a nodinas si em pr fueron
decena, de mi les de irradiados n o j a po nes s no son re corda- pretexto para batallas de la me mor ia : así; el trescientos
dos. Ade m ás . estas con me mo racio nes rea vivaron los deb ates aniver sario de la m uert de La Fon taine, en 1995, dio lugaren
sobre la n at ural eza del con fl icto y Japón t uvo dificultad es s u ciudad n atal (Ch átea u-Th ierry) a a gudos en fren ta m ientos
para recono cer la rea lidad de u n a gue rra de invas ión en Asi a polít ico- en t re los que consideraban qu e el es crit or era un
d urante la egu nda Gu erra Mundial , s in qu e este r econ oci- "pé ta inista" y los qu e acentuaban s u ca rácter universal y
mien t o provocara cr íti cas d en tro de la pobl aci ón y de la clase popu lar .P
políti ca . En cier tos casos, lo que se bu scó fu e a te mpe rar las
mem ori as , como en Okin awa : ni Japón ni Washin gton qui e- Con frecuen cia la memor ia toma ma teri al es de la la rga dura -
ren revivir los t erribles recu e rdos de la primavera de 1945 . ción : en a mbas ri ver as del Med ite rrá neo In memada de las
E n Francia , los an tagonis mos ent re memorias también ru zad a s sigue teniendo peso en la fr actu ra del Isla m y la
for man parte de la tradición nacional, aunqu e a hora pu ed en ri sti and ad y sigue s iendo un refer ente ideológico, como se
parecer menos marcados q ue antes . Exist e un a infi n ida d de pudo com probar en la expedición de Suez de 1956, en la Gu erra
te mas para qu e se e nfren ten recuerdos y contra-recuerdos de l Golfo e n 1991 y tam bién en el no veno centenario del
llamado de Cl e rmont , En el mu ndo ár a be, Salad in - Nasser
fr anceses , plura les y cont rover t ib les: la Revolución Fran cesa
era com parad o con él-«, la ca ída de .Jerusal én y su recuper a-
(Bla n co. contra Az ules , el papel de Robespierre, la con me mo- ci ón, s ig uen n utri endo la mem ori a colect iva e Israe l pu ede se r
ración e n 1987 de un contra-Bi centenario man ifiest o:el 'Mile- asi mil ado a un n uevo Estado cru zad o." Por lo tan to , no debe
n ario de los Capetos"); el bautismo de Clovi ' , J ua na de Arco , so r prende r qu e e l in tegri smo mu sulmán a vece s se a presen ta -
la guerra de l as religi on es, los "Cam isard s", la Comuna, do como una Cr uzada a l revés , con lo qu e se m antie ne e l
Dreyfu s , P étai n , la Resi stencia (con una mem ori a diferente en frentami ento entr e la s me mo rias de Occidente y del Islam .
para la Resi sten cia in t erna y la de Londres , menos valorizad a
en e l caso de las muj eres qu e e n el de los hombres , et c.), la Dado qu e la m emori a es m ás anima muudi que imago
deporta ción (memor ia contrastad a s egú n el orige n de los de- mundi, dado qu e pu ed e actu ar sobre el mundo, los in t entos de
port ados - jud ío, gita no o pol ít icc--), la guerr a de Argelia, los
repatriados los harkis , etc. Así, por ejem p lo, la mem oria sobre st F. Zona bcnd, op , cit.. p. 306.
la Ocupaci ón , sob r e la. delacion es y los arreglos de cue ntas e n "' Alfr od C ro ss cr. "O u bl ic r nos crirne s. L'a mn és ic na t iona le : u ne
el m omento de la Liberación . on r ecurrentes en las ca mpañas sp écificit é fra nca ise?", Au t rem en i , n" 14 4. Par ís. Au t rerne n t . a b ril de
1994, p p . 2 14-21 5.
0
5 Luc Cambrezy , La m émoiro tra h ie d'un e princesse indien nc. enCahie ,. .>:J Le Xlo ntle , :l de febre ro de 1995.
des S cience« humaines , 30 (3 ) 19 94 ,4 97·51 1. '" Amín Maal ou f Les croisades uues par les A rabos , Pa rís, Lar tes . 19 3.
p. 304·305.

74 75
mani pu la rJa son perma nente . Personal o colect iva, la memo- La distor siones de la memoria provocadas por estos con-
r ia se utiliza cons tanteme nte para organizar y reorganizar el flicto nos en señ an prob ablemente má obre una sociedad o
pasado . ¿Por qu é los gobiern os lo' partidos políticos , los un individuo qu e un a memoria fiel. En la deformación obre
grupos de presión dejarían de intentar qu e este proce so fue e el acontecimi ento mem orizado hay qu e ver un esfuerzo por
en un a dirección favorable a ellos? Conocemos el pa pel que ajustar el pas ado a las representacione s del tiem presente.
jugaron la s manipulaciones masivas de la memoria en la En el caso de 10- grandes acontecimientos colectivos, se
aparición y mantenimi ento de los sistemas totalitarios de l adivina el interés conjunto de historiadores y antropólogos
iglo xx. En el conflicto irlandés , los ingl eses y ciertos intelec- por una búsqueda de la memoria: los primeros ay u da n a los
tuales intentaron mod ificar la memoria sobre la gr an h am- segu ndos a medir los deslizamiento de la mem ori a en rela-
bruna de mediados del siglo XIX, utilizada por el IRA como un ción con la realidad histórica ; los segundos proponen a los
arma en contra de los ingleses. Ha ce muy poco en el conflicto primeros una int erpret ación de estos desplazamientos a la luz
de la ex Yugoslavia, e produjeron manipulaciones sistemáti- de lo que est á enjuego en el presente en 10 cultural, en lo social
cas de la memoria con el objetivo de hacer olvidar el recuerdo y en lo simbólico. Pod emos adoptar el mi mo enfoque en el
d olidaridades anteri or e .5.'; Por otra parte, los intento de caso de la dimisión de la m maria, el olvido : la a mnesia
ent urbiar, ens uciar o profanar las memorias se basan en estos colectiva no puede explicarse por completo si n la colabor ación
caso en recu erdo s mu cho m ás antiguos, como los de los de historiadores y a nt ropólogo .
secula res de membramientos hi st éricos (á reas de la ortodo-
xia , ocupación otomana, et c.).
La evocación de la Shoah permite diferenciar bien. las v. Los ABUSO S DE LA MEMORIA, Lo\. NECESIDAD DE OLVIDO
man ipulaciones de la memoria del trabajo ordinario de la Y LA AMNESIA COLECTIV A
rem emoración. Así, por ejem plo la cifra preci sa de la s vícti-
mas se convier te en un "desgarrador trab ajo?" de la memoria Un historiador afir mó que "todo cult o del pa sad o es un abuso
con ist nt e en hacer a dmitir qu e la cifr a de un mill ón de del pasad o" .58 ¿P uede ser abusiva la mem ori a '? Para 1 cin-
mu ertos en Ausch wit z es un a hi pótesis much o más razonable cue nte nario de la Paz de 1945 el con ejo regional de la Baja
que lo. cuatro millones de mu ertos qu e se nombran en una Normandía organizó, el 20 de mayo;de 1995. en Caen, un
placa qu e h ace un tiempo estaba colocada en la entrada del coloquio sobr e "El deber de la memoria , la tentación del
campo. Asimi mo, el que hoy Serge Klarsfeld pue da tomar la olvido". ¿Siempre hay qu e ver ¡¡m el olvido una tentación?
ini ciati va de restablecer la verdad histórica sobre la ca ntidad Jules Renard escribía en su diario: "Tengo una memoria
de integrantes de la Resistencia fusila dos por los nazi en el admirable, tolvi do todo ! 'Es tan cómodo!". Olvidar, ¿es cómo-
Mont e a lé r ie n" representa la culminación de un trabajo do? La mosca mutante amnésica no deja de hacer el amor por
doloroso de la memoria qu e demandó unos cincuenta años . haber olvidado que acaba de hacerlo .P Hel ena, hija de Zeus,
Por el contrario, el proyecto revi ioni ta que intenta negar la había obtenido de Poly darnna, la muj er de Thon, el secreto de
realidad del genocidio no tiene nada que ver con una m ay éu- una droga que mezclada con el vino hacía olvidar los m ales, el
tica de la memori a pu es, por naturaleza, consiste en la dolor y el resent imiento: "El que tomaba esa mezcolanza no
negaci ón de la memoria. De lo que podemos hablar en este dejaba que las lágrimas corrieran por sus mejilla durante
caso es de asesinato de la memoria: antes de manipularl a, la todo el día, aunque se hubieran muerto su madre y s u
parte de verdad qu e h ay en toda memoria es negadaa priori . padre"." Al regr eso de Buchenwald, Jorge Sernprún eligió
una "la rga cura de afasia, de amnesia deliberada , para so-
a.s Cornélia Sorabji, .. Ine guerra tres moderne. M érnoires el identités en brevivi r" y evoca la "felicida d loca", la "beat itud obnubilada
Bosn ie-Herz égovine", Terra in , 23 de octu bre de 1994, p, 137-150. del olvido", la nada deliciosa que lo protegió duran te un
56 Cla ude Lan zrnann, citado en Pierre Vidal-Naquet, Les assasins de la
mémoire, Pa rís . La D écouverte , 1987. p. 185. ;s ~1. L F inle)' . np. cit. , p. 7.
; 7 1.00 7 (cifra que ya es ter rible ) y no 4.500. Ést a es la cifra que aparece ·;' J.-D. Vincent, np. cit. , p. 122.
en la placa conmemorativa colocada en el monte Valérien (Ha uts-de-Sein e). '"'Homero. La' Odisea. can to IV.

76 77
tiempo de la angustia de la vida, de las "faltas de cer tezas cuantoolvidamos? Laam nesia de Matsyendranat h unodelos
desgarradoras de la memoria", de las "m et ást asis fulguran t es maestros yoguis m ás popul ares de la E dad Media hindú, le
del r ecuerdo"." ¿Cuál fue el recue rdo que no pudo soportar hizo per der su identidad y casi le cuesta 1.a inm.o r~alida d qu e
Prim o Levi que se suicidó en 198 7, de sp ués de h aber cont ad o sólo pudo se r sa lvada por la a narnnesis, ~sl mllada a un
su terrible experiencia en 10 Lager alemanes?" Elie Wiesel despertar ." Los hombres p~rfectos,.que n o pierden nunc~ ~a
señala qu e el m ás trágico de los personajes bíblicos es el visión de la ve rdad no necesit an la virtud de la r ern emor acion
profeta y el más t rágico de los profetas, J eremías, pues porq ue siempre están des pie rtos: Buda e el que. está.despi~r­
sobrevivió a la traged ia y no pudo olvidarla." ¿E l placer, la to por excelencia y por eso posee, como Mnemosma , l~ omms-
feli cidad o, m ás grave aun, l a s u pervivencia, pasan por el eiencia a bsol uta. Hypn os es el hermano geme lo de Tanatos y
olvido, por la traición a la m emor ia? En Bosnia -Herzegovina si am bos nos asustan , ¿no es porque ambos son portadores de l
al gunos locos m anipularon la m emoria para satisfacer su s olvido uno de mane ra provisoria , el ot ro definitivamente? La
objetivos de depuración étnica . ¿El olvido no permite en vigili~ no es olvi do y, por lo tanto ; no es la m uerte: Gilgamesh
m uch os casos ev itar conflictos en tre los re cuerdos? Según no puede adq ui ri r la inmortalidad por~ue n~ logra estar en
ietzsche, el privilegio del niñ o r eside en qu e todavía no tiene vela seis día s y se is noches. Según el Dlghalllkaya O, 19-22),
de qué renegar de s u propi a vida y esto no sucede con el los dioses caen del ci lo cuando "les falla la memor ia y se les
hom bre que , m ás tarde, se asom bra porque no pu ed e aprender mezcla n los r ecu erdos".6' A causa del olvido, el al ma puede
a olvidar y sigue "agarrado al pas ado", au nq ue cada fiesta de "deja r huir su conteni do" (Gorgias , 493 e), y de este m odo se
Año N uevo pr etend a se r un r en a cim ient o pleno de resolucio- expone a las m a ldicione : uolvi~aste. las ens~~a~zas de t u
nes que t raicionan el deseo de h acer tabula rasa con el pasivo Dios, cuando sea mi t urno m e olvidar é de t u hIJOS (C?s, 4, 6).
de toda vida hu m ana . Y agrega Nictz che : "toda acción exige Olvidar , ¿no es tam bién la pér?id a de l otro? ~lvIdar un
el olvi do. como todo organis mo necesita no solamente luz, sino período de la vi da según Maunce H al bwachs , ,, ~~ perder
también osc uri dad"." ¿La m emor ia pu ed e ser un a cadena, contact o con los qu e en ese moment o no rodeaban . e A veces,
u na traba para la acción y para la libertad? Algunos mo n u- también es abandonar al otro , según afirma desde h ace más
m entos , como el "Vietnam Veterans Memor ial" de Washing- de trein t a años una organi zación como A mnesty Int ernatio-
ton, fuero n cons iderados como instr ume ntos de catarsis por- nal , cuya mi sión es lu ch ar "cont r a el olvido".
que permitían que la memoria colectiva se deshiciera del Todas las sociedades se pl ant ea n estas pregunt as (y tam-
fardo de los recu erd os es pecialmente penosos . ¿La conrnerno- bién to dos los in div iduos ), pero las respuestas no son siempre
r a ci ón es, a veces, un olvi do disfr azad o? Los grandes movi- las mismas. Sin em ba rgo , sería dema siad o sim plist a estable-
mientos histór icos no pu die ron llevarse a ca bo sin la volunt ad cer un a opos ición entre sociedades qu e olvi dan y omi~en , con
de depurar,y ha sta erradic ar, tod a huell a y t odo símbolo de los lo que privilegia n el ca mbio y la inn~vaci ón , Y socl~d ~des
regímenes polít icos anter iores. ¿En ciertos momentos es pre- mem or ios as, que se at an a la re produccIón y al mantem rmen-
ciso poner el pasad o entre parén te si s e, incl uso, llegar a to de las tradicion es , Y a la es ta bilidad de las jerarquías
"olvida r nuestros cr ímenes"?" socia les , es decir, po r un lado, sociedades autónoma~ y,.po: ,e l
Pe ro , entonces, ¿no nos perdemos a nosot ros mi s mos en otro sociedades "h eterónoma s" para r et omar un a distinci ón
de Comelius Castor iadi . El propio ejem plo de la socie dad
"1 J orge Semprún, L'écriture Gil la uie, op. cit., p. 205. 210, 229 Y 236. francesa muestra qu e lo qu e se convino en den om in ar moder-
G~ Pri m oLevi , S i c'est U II hom me , P arís. J ulliard, 198í , 214 p. nidad pued e conj ugarse s in dificultades apar ent es con un
G3 Elie Wiesel, "La m érnoire comm c r ésistence", en Ém ile Ma let (bajo la apego muy marcado por el pa sado. Grose ramente , en el seno
d ir ección de ), R ésistence ct m émoire. D'A uscluuitz ó Sarajeuo, París. Hachet- de una mism a sociedad, es posible distingu ir períodos en los
te , 1993, p, 33.
que se va lor iza m ás el olvido y otros en los que se lo niega , ya
"1Fri edrich Nietz sch e, Considérations inactuelles, JI, en Oeucrcs , Par ís,
Laffont, 1993, p 2 19-220 . . ¡,¡¡M. Eliade, op. cit., p. 145-146.
65 Obra colectiva. "Oublier nos crirnes. L'arnn ésic nat iona le: une s p écifi-
1<1 0 p . cit. p. 147.
cité fr anca ise?", A utr em ent . n" 144, Par ís . Aut re men t, ab ril de 1994 , 2 2 p. ""M. Hal bawch s, La m émoire eollectiue, p. 10.

78 79
que la do sificación (con scien t e o inconsciente, semiespo ntán a que se había olvidado, como se dice de un hombre q ue olvidó
o cmivoluntaria ) en tre los recuerdos y su amnesia total es porque no supo mantener su rango. Así apar ciero n recuerdo '
iempre una operación s util y delicada. desplegados como en una pantalla que propo rcionaba n una
realidad inaceptable: una Fra ncia combatiente por entero, la
e sabe muy poco sobr el mecanis mo biológico que da origen negación de cualquier participación en el genocidio, etc. Re-
al olvido, salvo las relaciones de causalida d que se pued en cién con ciertos acontecimientos. como la rea lización de la
estab lee r entre casos patológicos de lesiones o de cirugías película Le cluigriti el la p itié, de larcel Oph üls, en 1969 ,
cerebrales ':i ciertas formas de amnesia. ¿Las informaciones expresión de un largo trabajo subterr áneo de la memoria, o la
que se olvida n se borran con lo que su pérdida se ría irrever- publicación de la obra de Robert O. Paxton en 1973,'° se inició
sible o simpleme nte quedan ocultas; o se las borra en ciertos una remem ora ción de esa época histórica, con lo que se puso
casos y se las oculta en otros? ¿Acaso sabemos más que San pa rcialmente fin a un fenómeno de olvido colectivo.
Agustín , para quien el olvido no es nunca total pues "no
podríamos buscar un recuerd o perdido si el olvido fue r a Co n frec uencia el olvid o es t rágico y cua n d o es t otal , G-,om o
ab soluto" (Las confesiones. X" '19)? ¿Por qué y por qué vías en el caso de cie rtas a m nesias pa t ológi cas , puede impedir.
neuronales 9 algunos acontecimientos, denominad os índices ll evar una vida norma l. Lévi-Strau ss señaló la frecuencia del
de recuerdo , inician la-rem emoración y la reactua lización de olv ido en los cuentos y los mitos y os t uvo , con r a z ón, que el o -
un estado 'i ntern o antiguo. proceso que desc ribe maravillo a- vida es meno un de fecto de com u nicación co n e l ot r o qu e con
mente Proust cuando cuenta cómo una cucharita de té en la u no m is m o: "olv id a r e s n o pod er d ecirs e a u n o mismo lo
que ha bía dejado que e ablandara una magdalena "puso en qu e uno debería h aber podid o decirse"." Sin embargo, sería
movimiento" su me moria? o sabemos más que la emoción o
un e r ror d e finir siem p re al olvi do por la fa lta. Los olv id os so n
los sentimientos que desp ierta en nosotros la lect ura de En
busca del tiempo perdido, lo que ya es mucho ... vacíos llenos d e a lgo , com o señala ba R. B a s tide , De s u s
El fenómeno del olvido colectivo es todavía más misterioso: trabajos ~ u rge q u e la cu ltu ra a fro no rteame rica na se con st itu-
como en el caso de la mem oria colectiva, las hipótesis socioló- ye to mando pre s t ados s u m aterial e s del p a sad o de los Bl a n -
gicas , antropológicas o psi coan alíticas sob re su posible 'orige n cos para llenar los agujeros de la me moria colectiva de la
son frágiles , pue lo modelos teóricos que pro pone n dejan de e..clavitud . Esta plenitud de una a usencia tiene un e ntido
lado los problemas que planteae l pas aje del individuo al grupo para el gr u po que , cuando termi ne el "a r r e g lo" va a poder
y a la inversa. Del mismo modo que exis ten tantas memorias organiza r una nueva configuración de la memoria , con mucho
como individuos - lo que rela tiviza la noción de 'memoria más futuro desde el punto de vista de los intere es d e l gru po
colectiva , como vi mos anteriortnente-, probablemente exis- considerado . Traki Za n n ad Bou ch ara señala que no exi te
tan tantas formas de olvido como seres humanos. Además,
olvido para una cult ura, simplemen te "formas d e s u s tit u ción
tomar en cuenta el olvido en un acto de memoria es tan difici l
(y tan importante) como tener en cuenta lo no dicho en un o, si éstas no e xisten , forma s d e r esist en cia"." L a m emori a
discurso. Sin embargo, el olvido colectivo puede verificarse con olvi dadiza n o es ie rnpre u n cam po de ruin a s , t a mbién puede
ma yor facilidad que la memoria colectiva. En efecto , si las ser un l ugar de t r abajo, P or cons iguiente, n o hay q ue percibir
modalidades del olvido varían entre individuos, el enmasca ra - obligatoria mente el olvido como un a pr ivación, u n "d éficit ",
miento o el borramiento de información desemboca sie mp re en expres ión qu e le gusta mucho a la n eurología qu e , segú n
el mismo resultado, observable en prácticamente la totalidad S a cks, tiende a ce ntrarse so b re lo q ue fa lta e n la fun ción
de los miembros de un grupo. De este modo, durante cerca de neurol ógica : a fasia , a lexia, a praxia , atax ia am nesia e tc . El
treinta años la sociedad francesa "olvidó" que el pa pel de Fran- olvido es u na censura pero también puede se r un a cart a d e
cia y de una gran parte de los franceses no siempre había si do
digno y hono rable en la época de la Ocupación . De hecho, ' ;0 Robert O. Paxton, La Fran ce de Vichy . 1940·19 41 . París. Se uil, 1973.
durante todo est e ti empo la sociedad francesa inte ntó olvidar 380 p.
TI Claude Lévi-Strauss, Anthropologie structurale deux, París. Plan ,
09 La es ti mulaci ón eléctrica de ciert as zonas de l córtex provoca la rerninis- 1973. p. 230·231. , .
e ricia de escen as relacionadas con recu erd os de acont ecimi nt os pa sados ;~ Trak i Zannad Bouchara , La uille m émoire. Con tribution a la sQClOlogle
(e xper imento de Pen field. 1963 . op, cit., p. 97 ). du I,)écu. París. J\I éridien KIinck sieck. 1994. p. 24,

80 1
triunfo que le permita a la persona o al grupo construir o ticas antropológicas, están la razón, la jus tici a, la verdad, la
restaurar una imagen de ellos mismos globalmente satisfac- belleza, que son las mismas para todos. Pero miren qu e esta
toria . Kierkegaard plantea que "el recuerdo no solamenté política etnográfica no es segura. Ustedes hoy la explotan
contra los otros; luego ven cómo se vuelve en contra suya.
debe ser exacto. también debe ser feliz";" Incluso podríamos ¿Quié n puede decir que los alemanes. que levantan tan alto el
decir que un recuerdo de be ser feliz antes de ser exacto lo que estandarte de la etnografia, cuando les llegue el turno, no
supone la facultad de olvidar los aspectos m ás penosos de un vayan a ver a los eslavos analizando los nombres de la s
acontecim iento pasado. Hasta podemos llegar a desear olvi- ciudades de la Saxe y de la Lusace, buscando hu ellas de los
dar el r ecuerdo de un ac ontecim ie n to feliz cuan do sim ultá- Wilt zes o de los Obotr itas y pedir una rendición de cuentas por
neamente evoca el rec ue rdo de su pérd ida . A la invers a , en las masacres y las ventas en masa que los Oton es hicieron de
ciertos casos particu larmen te t rágicos, ne garse a olvidar un su s an tepasados? Par a todos es bueno saber olvida r."
recuerdo doloroso constituye la única r azón para vivir .
No existen letot écnicas n o hay un arte del olvido equiv a - y Ren an agrega qu e el olvido es un factor es encial para la
len te al arte de la mem ori a , a rte que también se r ía ú til, a un cre ación de una nación : "La es enci a de una nación es que to dos
cuando más no fuera pa r a dar dec ididamente la espalda todos los in divi duos tengan muchas cosas en común y t ambién que
los días a todo lo que estorba n uestro pasad o. Sin em bar go, todos h ayan olvidado muchas cosas"." Per o, ¿este olvi do
n uestro cer ebro se dedica a deshace rse de mi llares de infor- necesario puede ser voluntario?
maci ones inútiles. Olvidamos m ás de lo que r ecord a mos , ¡por El individuo pu ed e hacer esfue rzos de m em or ia, pero al
sue rte! La casi imposi bilidad de olvidar qu e se observa e n olvido no se le dan ór denes: como señala J oh n Brown ," "no
algunos sujetos dot ad os de una memoria hipert rofiada (hi - parece di sp oner de ningún equivalente de la tecla qu e permite
permnesi a o me moria "incontinente") pu ede ha cerlo s cae r en borrar en u n grabador' . Las entrevistas real izadas con los que
un universo caótico y e n una confusión a lucinatoria qu e les huyeron del Gu lag muestran q,:e no logran oh:idar cie rtos
im pide poner en orden los aco ntecimientos mem orizad os-o, de tall es de la vida de los ca mpos ." Por el cont ra rio, dent ro de
más grav e aun, darle sentido a la propia vida . Así, por una sociedad , se pu ede "deci dir admitir el pas~do" ,&O ~ceptar
ejemplo, Veniamin, I célebre paciente del neurólogo Alexan- el olvido , amnistiar. En el año 403 a.C ., los a tcm ens es j u r a r on
dre Luria, nos h ace pensar en el Funes de Borges : 74 es ca paz "no recordar los mal es del pasado" de s pu é . de un período r ico
de asociar mil e. de datos me morizados con verso ' declamados en enfrentamientos políticos y militares . Este "olvido en la
en su presencia pero, al mismo tiem po, es incapaz d compren- ciuda d'" ! esti pula que n ad ie, excepto los Treinta .Ti~an os,
der el sentido del poema r ecitado."; El agua de Mnemosina podía ser perseguido por sus ac~os pa~ados ., ~or con slgUl~nt~ ,
pu ed e se r una fuente petrificante. la ciudad ateniense fun dó su existencia polít ica en u na p érdi-
En ¿Qué es una nuci án é, conferen cia pronunciada en La da de la mem or ia . Sin dudas fue la prim era am ni stía, la
Sorbona el 11 de ma rzo de 1882 , Ren an a borda el tem a del primera proh ibición institucional de la memoria , qu e n o hay
olvid o. En un pa saj e brillan te que conviene citar por com pleto
~6 E rnest Re nan , Qu 'est-ce qu 'une nation ], P ar ís. Prcsses Pock et , 1992 ,
ya qu e es totalmente actual, se leva n ta vigorosame nte en
contra de la obsesión por la búsq ueda de las huellas de p.49.
7; Op. cit.. p. 42. . '
per tenencia ét nicas: 7'Richa rd L. Gr egory (bajo la d irección de i.Le Cen'eau un inconnu . París,
Robert LafTont , 1993. p. 93 9.
... No tenemos derecho a ir por el mundo palpando el cráneo de ~9 lri na Sh erbakova . ~The Gulag in Me mory", e n Luisa P asserin i \bajo la
la gente y luego tomarlos por la garganta y decirles : "Eres direcci ón de), Mem ory and Tatn lita rism , O xfo rd/New York . Oxford U nive r-
de nuestra sangre: nos perteneces".l\Iás allá de las caracterís- sitv Pr ess , 199 2. p . 103-115 .
" iO Jean-Louis Deolte, Ou bl iezl Les ruines, l'Europe, fe M us ée , Par ís.
Soren Kierk ega ard, en Vino ueritas , Pa rís . Climats . 1992, p. 12.
;3
L'H arrna ttan. 1994 , p. 2l.
Jorge Luís Borges, FUI/e.'ó el memorioso. en Ficcion es . Buen os Aires.
;4
h\ Nicole Lora ux , L'oublí dans la cité. Le temps d e fa ré/kú()ll , Par ís.
E mecé. led. fran cesa . París. Galli mard. 1957 y 1965 . p. 109-1 181 .
Gall ímard , 1980 , p. 2 13-242 .
), A . L uri a. op. cit .

82 83
qu~ ~on fu~di.r ~on el perd?n. En efecto, con la amnistía, a cto cuan do se denuncia "la memoria crispada y conservadora
pol ítico y jurídico, se considera que el hecho no s ucedió se lo par a aprender el in dispensable olvido ... que r itu aliza el duelo
bor.rad7J~ m~mqr~~ q~e, d eli be!,~damente, queda apa~ada. necesario y q ue perm ite pertenecer a s u t iompo"."
La amnist ía es radical en e~en iEo eñ quese arranca T aráíz Las sociedades mo dernas parecen tent a das por la capitali-
del.re cuerdo o es , en to do caso lo q ue la sociedad se esfuer za zación al in fini t o de la memoria, huida h acia delan t e que las
en creer - - -' dispensa de inscribi r el pasad o en el presente para llevar a
--~
cabo el duelo.As í, no hay más for m a presente de un a m em oria
~or lo tanto , ~s p os.ible desear el olvido. "Odio al comensa l que en fu nción de expectativas hacia el futu ro , sino un inmenso
tiene m emo n~ , dice un proverbio griego, que de este modo arch ivo que , en cierto modo , es vacío. E s una m em oria literal,
recuerda I ~ virtudes del olvido entre comensales que, bajo el es téri l, a men u do hecha de resenti m ientos, prision era del
e~ecto de.1 vm~, pueden hacer confidencias o ser indiscretos. En
Ciertas sIt~aclOn es hay que sab er olvidar, olvidar por ejemplo aco ntecimient o p asado que, para ella, sigue sie nd o "un h ech o
la ~emona del dolor o de la mue rte de un semejante. Si el intransitivo, q ueno ll eva a ni ngún lado m ás all á de él mis m o ',
olvi do hac: I?al es porque sigue siendo una forma de memoria: al q ue Todorov le opone la memoria ejem plar, para la qu e el
la paz espiritual se logra únicamente cuando olvidamos q ue pas ad o, domest icado, se vuelve "princip io de acc ión pa r a
hemos olvidado. Esto es lo que pasa con los males de amor. .. el pres ente".f;.'; E sta m em ori a potencialme nte libe radora s u-
Todos.los ~ec u erdo5 se ev~l ú an e~ función de su olvido posible pone un trabajo de duelo que es posible realizar, au n que
y. el tt abajo de la memona consiste precisamente en olvidar s iem pr e sea peli g roso r" esto pas ó, por eje mplo, con el desfile
ciertos acon~ecim~entos y en privilegiar otros . El olvido, lejos de los carros ale manes por los Campos Elíseo ' el 14 de julio de
de ser la a~tmoml8 de la memoria, es la esencia misma y se le 1994, O con la pr es en cia del President e alem án en la conme-
reservan ciertos momentos . moración del cin cu entenario del leva nt amiento de Varsovia
del l a de agosto de 19 44 o, t ambién , con la "ca de na de lu ces"
Del mism o m.odo que se pi den espacios libr es , P ierreSan sot
organizada en Be rlín la noche del 30 de ene ro de 199 3, en
reclam a "du raciones libres" en las q ue solamente sucederí~el
r espu esta al desfile de a ntorcha del 30 de ene ro de 1933 con
. presente," e? l a~ que el f~turo s ería irres pira ble, es decir , un el qu e se celebró la ll egada de Hitler al pode r ." Si n esta
t iempo provisoriamente hberado del peso de n uestras acci o-
as unción del pasado, la me moria se dilat a indefin idame nte, a
nes pas ad as que tienden a saturar nuestras vi das . Al ponerse
tal pun to q ue pierde t oda consistencia y to da signi ficación . El
a f~vor de lo "n o conmemorativo", [qué a nadie le preocupe
t rabajo de du el o, se ñala Semprún, pasa j ustamente p or Bu-
ol~rl~ars e de un cu.mple años! se ac uer da de lo qu e dijo Claude
~lvIere sobr e el ri to: no puede ser vivid o plenamen t e sin un chenwald.
c~~rto grado de olvid o, si n ignor ar la s r a zon es de su institu- Toda vida humana es un aprendizaje de la pérdida por el
~1O~ . E l pes o de los recordatorios , el recuerdo dem asi ado olvido activo de ésta: pérdi da de la juvent ud, de la sal ud, de las
l?Slst ente d ~l carácter hi stóri co de u n a fiesta , arruinan 10 qu e ilusiones , de las ambiciones, de los amores, de los padres, de
ti enen de v it al. Es t as preocupacion es son compartidas por los am igos, hasta llegar a la fase última en la que "la edad se
Cl audette M ~rque t que se r efier e a la multip licación de las neva todo, incluso la memoria". Este apre ndizaje parece más
co nme~oraclOnes protestantes: "ca da añ o, cada mes, casi
cad a d ía , de~o recordar u n h echo p asado. Todo parece organ i- 5t Bern ard Crettaz, La beauté d u rest e. Confeesion d 'un. COllseruate ur de
za do pa r a distraerme del pres ent e y de sus im perativos"." mus ée sur la p er(edion et l'enfermement de la Su isse et des Alpes . Carouge-
Bern ard Crett az, cu rador del M useo Et n og ráfi co de Ginebra Geneve, Éditions Zoé , 1993. p. 27.
se r efiere una vez m ás a la t iranía posible de la memori a sOTzvela n Tod orov, Les abus de la m émoire, Pa rís , Arl éa, 1995, p. 30-31.
f6 Una pru eba de ello es la emoción que provocó la particip aci ón del
~ P ierre Sansot, "Du bon el du rnoin s bon usage de la comm érnorat ion" presidente Rea gan y del canciller Koh l en una ceremonia organizada en el
en H.P. J eudy, op. cit .. p. 286 . '
cementerio mi litar de Bi tburg en 1985.
83 Cita.do en Yves BizeuJ. "Idc nt.i t é prote stante et r éférence a u pas s é", A7 Étienne F rnnco is. L'Allemagne des comm émoration s. Le d ébai , ene ro-
Ethn olog le d es [aits relig ieux en Europe, París CTHS 1993 p. 420 .
! t t
febrero, 199,1, n" 78 , p. 67 .

84 85
I dificil para las socied~des qu e para los ind ividuos, Aqué llas
duda~ ent re la memona total, sumis ión sin límites al pasado
e~ olVIdo. total , s um isión absoluta al futuro y dos formas bie~
C a p ítu lo VI
EL CAMPO DE LA ANTROPOLOGÍA
diferenciadas ~el olvido parcj¡~.I : una es el olvido act ivo, acep- DE LA MEMORIA
~do -que no ,hay qu e confundn- con la falsificación orwel ía na
"e l,a me~on a .0 "con lo que Primo Levi llamó la guerra del
Reich nll.le~ano._ contra la memoria: destrucción de docu-
mentos publIcas,"'. retoques de fotografías , autos de fe. etc. -
q~e es u~~ amnesia fundadora de l futuro , porqu e este olvido
e~ asuncI~n del pas~d~; el otro, el olvid o pasivo, atenta contra
la m;mona de lasvfctimas (el."olvido culpable" de que ha bla
Ren~ C~ar), es ~l SIgnO de un encadenamiento con una histori a
repri mida , actitud exact~mente simétrica de la repetición
machacadora de la memoria qu e manifiesta el encarcelamien-
to a un pasado obsesivo. En los capítulos anteriores se presentaron varias ori entacio-
n es de inv esti gaciones que pueden ser interesantes para la
antropología: medios mnemotécni cos, a m plia ción de la me-
moria , memoria y amn esia colectivas, et c.
En es te último capítulo vamos a intentar delimitar de
manera más si stemática lo qu e podría ser el campo d e la
antropología de la m emoria, sin pretender, sin embargo, ser
exhaustivos pues. como intentamos mostrar, esta fac ultad se
presenta en todos los momentos de la vida in dividual y social
y , por consi guiente , podría ser estudiada de sde muchos otros
puntos de vista que los que propondremos en las pági na s
siguientes . o obstante, h emos decidid o se lecciona r una cier-
ta cantidad de campos concretos de es t udio para no diluir
demasiado nuestro, objeto y correr el ri esgo de perderlo.
El curador de un mus eo de etnografía, anim ado por el
proyecto de ser el "es cr iba" de la memoria campesina de Suiza,
comprobó que és ta "n o es una facultad m ás o menos fiel , sino
una a ct ividad compleja que, seg ún lo que esté en juego y los
conflictos personales y sociales, con serva , transmite, olvida ,
abandona, exp ulsa, destruye, censura, embellece o sublim a el
pasado" , 1 La memoria, señala , es objeto de u na lucha en el pre-
sente. porq ue ciertos grupos intentan apropiarse de ella, Esto
es lo mismo qu e decir qu e una an tropología aplicada de la
m emoria no debe confundi rse con un a exploración del pa sado,
aunque no hay que descui dar es t a dimensión . Ya qu e la
m emoria se vive en el presente, la antropología, qu e r echaza
todo placer por el pasado, debe esfor za rse por de scribir y, si
, e ,,~ Ph ilippe
O"
Morca d ' \." t: '
,u escruno a ]Silicaciones de es te tipo desde el sig lo I fuera posible, elucidar, la s manifestaciones contemporáneas
a. '. en ora colectiva. L a lTI émo ire p -d A1 I
UII Ó!" " bll , , . e, ue. r , a rec ierche d es orchioes de esta fac ultad hum ana .
p . 1 ;~~ ~:[!.¡1I 1'11/1'1; el prtcee s, d e la R Uf1/ e al/tique . Pa r ís. La Sorbo nne. 1994.

1 B. Cre ttaz. op. cit ., p. 26.


86
87
CONCLUSIÓN Mi libro , dice Proust en las últimas páginas de Le temps
retrouué, es un medio que les proporciono a los lectores para
leer en ellos mismos. Un act o de memoria es ante t odo est o:
una aventura personal o colectiva que consiste en ir a descu-
brirse uno mismo gracias a la retrospección. Viaj e a zaroso y
¡peligroso!, porque lo que el pasado les r eserva a los hombres
es indudablemente más incierto que lo que les reserva el
futuro. Su observación no es menos apasionante para la
antropología , que no deja de asombrarse de las vueltas que
puede dar Mnernosina.

Conscientemente o no, los individuos y las sociedades siempre


dieron forma a las representaciones de su propio pasado en
función de lo que estaba en juego en el presente. Evidente-
mente, la antropología debe prestar atención a estos mecanis-
mos de elaboración de las modalidades de la memoria que se
sitúan en un nivel ,totalizador de las diversas representacio-
nes sociales. En esto consi ste todo el proyecto de una antropo-
logía de la memoria , qu e se esforzará por conjugar dos mira-
das diferentes .
La primera es la del etnógrafo que en el marco de los
trabajos de campo metódicos y sistemáticos se dedique a
describir de la manera más precisa posibl e el trabajo de la
memoria (recuerdos y olvidos) en diversas escalas: la familia,
el barrio, un taller, un pueblo, etc. Esta etapa de la investiga-
ción es indispensable para evitar quedar atrapado en un
discurso muy general sobre las modalidades de la memoria
que, a falta de competencias, no sería más que una pálida
imitación de lo que pueden enseñarnos los filósofos. Desde
este punto de vista, los "estudios de casos" como Les lieux de
m émoire son ejemplos a seguir.
En un segundo momento, esta mirada debe ampliarse
pues, para intentar aprehender el proceso de la memoria en
el seno de una sociedad no bastará con centrarse solamente
en algunos casos. La complejidad de este proceso es tal, los
niveles posibles de explicación tantos (in dividual, colectivo,
nacional, local , privado, público, etc. ), que para intentar
comprenderlos hay que aprehender las relaciones que man-
tiene cada elemento de un dispositivo de memoria con todos
los demás, hay que ponerse en la situación de oír los ecos qu e
se emiten mutuamente las múltiples formas de la anamnesis
y de la amnesia. ¿Par a encon tr a r qu é?

122 123
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- - Les France. 1. Conflits el partages, París, Gallimard, 1992, il. ,
988 p .

124 12 5
ÍNDICE

I NTRODUCCIÓN 5
1. LA ANTROP OLOGíA Y Lo\S BASES AJ."ATÓl\tICAS
y BIOLÓGICAS DE LA MEMORIA 9
1. El cerebro 11
11. Bioquímica de la memoria 12
I l , F ACULTAD DE MEMORIA Y APARATO PSÍQUICO 15
1. La especificidad de la memoria humana 15
11. Enfoque psicoanalítico de la memoria 16
III . El aporte de la psicología 19
III. Los FUN DA.MENTOS ~[ÍTI COS y FILOSÓ FICOS 21
l. Mnernosina 21
II . El inmenso palacio de la memoria (San Agustín ) 26
III. Referencias filosófica s: materia,
duración y memoria 28
IV. MEMORIA y RAZÓN PRAcTICA 36
L Las a rt es de la memori a 36
Il. La med ida del tiempo 38
IlI. La exteri ori za ción del pensamiento
y de la memoria 41
IV. Memoria genealógica, memoria generacional 49
V. lVIEl\lORIAS y ~[NESIAS COLECTIVAS 56
1. Memoria e historia 56
Il. La noción de memoria colectiva 60
TIl . Derecho, deber y necesidad de memoria 68
IV. Conflictos y manipulaciones de la memoria.
Recuerdos plurales y en competencia 71
V. Los abusos de la memoria , la necesidad
de olvido y la amnesia colectiva 77
VI. EL CAMPO DE LA A?ITROP OLOGiA DE LA MEMORIA 87
1. Memoria y patrimonio 88
Il . Los monumentos 92

127
IIL Las casas de memoria 95
IV. Los relatos (o memorias) de vida 99
V. Tradiciones, costumbres , ritos 104
VI . La transmisió n socia l 107
VII. Lugares de memoria 111
VIII . Memoria e identidad 116
IX. Otras perspectivas 119
C ONCLUSIÓN.... . .. ....... .. .. .. ......... 122.

... ...

Esta edicion de ' .000 ejemplares


se termino de imprimir en Febrero de 2006
en imor esiones Sud Amé rica
Andrés ~erreyra 3767/6 9. Bueno s Aires.

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