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Este documento analiza la Respuesta de Sor Juana a Sor Filotea de la Cruz, una carta escrita por Sor Juana en 1691. El documento discute cómo la carta ha llamado la atención de comentaristas por siglos debido a las revelaciones autobiográficas que contiene sobre la formación intelectual y defensa del aprendizaje literario de Sor Juana. También, muchos comentaristas han elogiado el estilo sencillo, claro y natural de la prosa de Sor Juana en la carta, en contraste con el estilo más ornamentado que era
Este documento analiza la Respuesta de Sor Juana a Sor Filotea de la Cruz, una carta escrita por Sor Juana en 1691. El documento discute cómo la carta ha llamado la atención de comentaristas por siglos debido a las revelaciones autobiográficas que contiene sobre la formación intelectual y defensa del aprendizaje literario de Sor Juana. También, muchos comentaristas han elogiado el estilo sencillo, claro y natural de la prosa de Sor Juana en la carta, en contraste con el estilo más ornamentado que era
Este documento analiza la Respuesta de Sor Juana a Sor Filotea de la Cruz, una carta escrita por Sor Juana en 1691. El documento discute cómo la carta ha llamado la atención de comentaristas por siglos debido a las revelaciones autobiográficas que contiene sobre la formación intelectual y defensa del aprendizaje literario de Sor Juana. También, muchos comentaristas han elogiado el estilo sencillo, claro y natural de la prosa de Sor Juana en la carta, en contraste con el estilo más ornamentado que era
f e n ó m e n o «Sor Juana» llevan a sus comentaristas en los siglos que si-
guen. Ángel o mujer, es claro que Sor Juana, como lo indica el grabado que aparece en la Fama, donde se ve a la «Décima Musa» pluma y l i - bro en manos, rodeada de una lira, una trompeta y dos libros, en un conjunto que representa Poesía, Fama y E r u d i c i ó n , tuvo el alcance, en CAPÍT su acepción de 'capacidad física, intelectual o de otra índole que per- mite realizar o abordar ciertas cosas o acceder a ellas' (DRAE), para LA E S T R U C T manejar sabia y públicamente el desde entonces y ya para siempre no RESPUESTA tan varonil arte de la retórica. La Respuesta a Sor Pilote aunque nunca tanto como cuando en la década de los uno de los primeros docu dando lugar a trabajos^ c ^ Dorothy Schons se adelan World» (1925); ver también Ca minista de América» (1933) y Feminista de Latinoamérica» ( o la feminidad de Sor Juana so 1975; Ward, 1978; Fox Lockert ciente y excelente estudio Ea Cruz (1999); la edición bilingü Amanda Powell (1994); Gonzá San Miguel, 1999... De hecho Sor Juana el título de «Prim Respuesta preparada por el Gr de los trabajos mencionados, término feminista con relación recen en la edición de la Res entendemos a una mujer que y trata de influir de algún mo que Juana es feminista, en la m gunda mitad del siglo xvii». Ta a favor de emplearlo, diciendo su sentido a partir de los mo Aunque, desde esta perspectiv 26 LOS LÍMITES DE LA FEMINEIDAD EN SOR JUANA I I . LA RESP (Hiriart, 1973), y ocasionando un artículo sobre este tema en la en- los demás con maravilloso tonces revolucionaria revista norteamericana Ms.-. Novedad aparte, hay el final del siglo José de Je dos razones principales por las que la carta interesó a los comentaris- pico de la época, los atri tas desde un principio. En primer lugar, por las revelaciones —cuyo rresponde a la escritura fe carácter autobiográfico no se empieza a cuestionar sino en años re- («la discreción») de un do cientes^— que contiene acerca de la formación intelectual, la justifi- te, directo, íntimo, candoro cación y defensa del aprendizaje literario (el estudio, la escritura) y las mujer, «parece escrito por tribulaciones de la monja. Además, la carta se abanderó, a partir del neoclasicismo y hasta bien entrado el siglo veinte, como modelo de Es un estilo transparen prosa «tersa, limpia y alejada de lo barroco»; prosa que según Antonio co que apenas cubre el Castro Leal en 1944 «puede oponerse, por su general sencillez, a la tamente y como sola inte de admirar en estas conm ornamentada y retorcida que se acostumbraba en piezas de aparato, su alma encerraba de ca en oraciones púbhcas y también en sermones»'^. Henríquez Ureña, por que hubiese vivido en la ejemplo, admira «su gran valor de sinceridad y de llaneza, poco co- discreción que en ella a m ú n en aquellos tiempos» y añade que «así dicen otros comentaris- tas»^ A u n los que más criticaron a Sor Juana por su barroquismo, por Estas evaluaciones de l su excesiva adhesión a Góngora, dejan a un lado sus reparos para ala- género (la carta autobiográ bar abiertamente a la Sor Juana de la Respuesta. Entre ellos sobresale presión femenina-pureza e Francisco Pimentel, crítico mexicano de finales del siglo diecinueve, mera mitad del siglo veint según quien la carta se enfrenta victoriosamente ante el incompren- dríamos llamar ingenuas p sible Primero sueño para rescatar a su autora de las aberraciones del ba- motivaciones hterarias y po rroco. Felizmente, nos dice, «cuando Sor Juana cuenta sus propios lo hace Emeterio Valverde acontecimientos lo hace con naturalidad, sencillez y ternura»^. gehcal ingenuidad y cand Estas tres palabras, con ligeras variaciones, se repiten una y otra vez (p. 189). Más adelante Eliz en los numerosos estudios que la carta y su escritora suscitan. En 1847 el valor de la carta radica Gustavo Baz alaba la «poética sencillez» de la misiva (p. 356), unos años después Emiho Pardo^ observa que «aquella mujer singular se revela a Se debe tener presen razón desbordado. No se hacer frases bonitas, eran un anacronismo, no por ello es inadecuado su uso. El término expresa, mejor que otro cualquiera y al margen del momento histórico, los planteamientos que bus- en forma natural, impregn can la igualdad de la mujer con el hombre». ^ Thurman, 1973, donde describe la Respuesta como «one o f the greatest do- Este énfasis en la supu cuments o f Spanish prose, and perhaps the first manifestó for the intellectual rights cer en estudios conocidos of women». G. Salceda (1957). Lo que 'Ver Luciani, 1995. barrocas» de Sor Juana a En el prólogo a su edición de Sor Juana Inés de la Cruz, Poesía, teatro y pro- sa, pp. X X I I - X X I I I . queza absoluta a una esc Henríquez Ureña, 1932, p. 5. ' Pimentel, 1885, p. 205. ' Pardo, 1853, p. 632. ^ Cuevas, 1872, pp. 178-79 LOS LÍMITES DE LA FEMINEIDAD EN SOR JUANA I I . LA RES 28 tarse a sí misma, ponerle diques al talento, usar de la retórica, la eru- en la argumentación y pr dición y la metáfora disimuladoras»'^ no le parece aplicable a la la carta en esencia viene Respuesta. De ella nos dice que, por el contrario, allí «Juana nos da su encuadra perfectamente Verdad con claridad, naturalidad y casta sencillez en un momento his- En el resto de este cap tórico de máxima oscuridad, de artificio extremo y de retórica» opi- tórica en la organización y nión que inclusive repite Alberto Salceda cuando en 1957 prepara su to de partida las discusione introducción al cuarto volumen de las Obras completas de Sor Juana. en los manuales de retóric AUí el respetado editor del último volumen de la importante edición Antes de proseguir, un crítica de las obras de la escritora mexicana, iniciada por Alfonso ca y de su presencia en l M é n d e z Planearte e interrumpida por su muerte, hace una lectura su- ginalmente significaba cie mamente llana o ingenua no sólo de la respuesta de Sor Juana sino mente en el arte de ha también de la carta de Fernández de Santa Cruz que ella contesta. deliberativo, o el panegíri Salceda^ ^ insiste en que el obispo no reprende a la monja («ni la per- ca se proyectó sobre toda sigue, ni la acosa. Queda ella tan libre como antes, pero habiendo es- terminar la t r a d i c i ó n y cuchado una sabia y afectuosa voz de cordura»), y que al responder Renacimiento la narrativa Sor Juana no hace sino dar «mil muestras de profundo agradecimien- mal y, por lo tanto, se la ha to y sin una sola palabra de resentimiento o de disgusto». De ahí que En la época de Sor Juana caracterice la Respuesta como «un valiosísimo documento humano por dispensable, y se estudiab los numerosos apuntes autobiográficos que contiene y por la llaneza apoya en la carta su aphc y naturahdad con que están expresados». H o y en día se rechazan afir- mos en el capítulo 1, que maciones como éstas, que aceptan al pie de la letra los enunciados, y pos y locuciones» de la S se investiga la posible presencia de procedimientos de ocultación como También sabemos, a tr los que Arroyo rechaza en el caso de la Respuesta («usar de la retóri- bibhoteca, que Sor Juana ca, la erudición y la metáfora disimuladoras») para comprender su con- obras de Aristóteles, Cice texto, su contenido y su significación. La retórica clásica, como vere- mos en las páginas que siguen, nos puede facihtar una de las vías de acceso a este texto nada transparente de Sor Juana. ^- Chorpenning, 1977, p. l 78. Crane también discute la Bajo la sencillez y naturahdad que se ha percibido en la famosa que componen la obra, señala carta escrita «en un momento histórico de máxima oscuridad, de ar- respecto a la traducción ingle tificio extremo y de retórica». Sor Juana se sirve de sus conocimien- oration» (p. 167). tos de esta última disciphna para encubrir una elaboración cuyo m á - Líneas 319-20. Cito segú ximo acierto consiste precisamente en no hacerse notar. Una lectura IV, pp. 440-75. Las citas subsig atenta advierte la continua selección operada y la maestría de Sor Juana refieren a esta edición; las líne ponden también a ella. Es inte mer catedrático de retórica de una traducción al latín de unos otros suyos donde afirma, com ^Arroyo, 1992 [1952], p. 137. mérito de las demás facultade ^"Arroyo, 1992 [1952], p. 316. En prólogo al volumen I V de las Obras completas de Sor Juana, citas que si- Abreu Gómez, 1934c, p mayor frecuencia son los mism guen en pp. X L I I - X L I I I . 30 LOS LÍMITES DE LA FEMINEIDAD E N SOR JUANA II. LA RESP De hecho, el primer párrafo de la Respuesta termina con una m á - expuesto en su «Sermón xima de Quintihano, a quien Sor Juana cita de nuevo hacia el final vimiento el que este pred de la carta (líneas 1163-64). En el resto de su producción hteraria, las Iglesia— y defiende adm alusiones a la retórica son fi-ecuentes. Por ejemplo, el villancico 7 del exposición está ordenada tercer nocturno de la serie de 1676 a la Asunción (núm. 223), está forense, tal como las pres claramente basado en imágenes y procedimientos retóricos. La Virgen líneas 33-51). La carta se María es la «Retórica nueva» pues en su persona se encuentra el me- Juana hablando de los dis j o r modelo para enseñar este arte: ción... para no confundir mera parte de su carta, el Su exordio fue C o n c e p c i ó n rración (el recuento de lo libre de la infausta suerte; prueba (que contiene tan su Vida la narración, gumento como la refutació la confirmación su Muerte, 898) y la peroración o con su epílogo la Asunción. pedida, que termina con que la escritora denomina Por una parte, la soltura con que Sor Juana emplea el vocabulario más». Esta vez, sin reque retórico para formular las imágenes en el villancico habla a las claras de su discurso en exordio de la profundidad de su conocimiento. De hecho, Mauricio Beuchot conclusión (Hneas 1112-2 califica su exposición de «toda una lección de retórica» y «muestra de «Iterum vale». Sor Juana pr que Sor Juana tenía un conocimiento nada despreciable de estas cues- po de Puebla encarga la tiones»^^Algo semejante opinaría Ignacio Osorio, pues reproduce este apéndice una carta suya a villancico en Tópicos sobre Cicerón en México como ejemplo de lo pro- Pilotea de la Cruz^^. Aunq fundo que calaba el estudio de la retórica (p. 157). El interés de Sor de los conceptos, la discr Juana por la retórica, como pudimos observar en el capítulo anterior, con que convence el asun se refleja también en su admiración por ciertos oradores de su tiem- rés de Sor Juana en los e po, a quienes dedica varias composiciones. Entre ellas se encuentran las letras divinas: «No pret las décimas al desconocido autor de un s e r m ó n de la C o n c e p c i ó n do a los Hbros, sino que (núm. 105), las dedicadas al «Tuho español» (núm. 106) y el soneto al Padre Mansilla (núm. 201). Por otra parte, las exageraciones de algunos predicadores la llevan Con relación al seudónim a denunciarlos abiertamente, como sucede con el jesuíta portugués convendría recordar que su a Antonio Vieyra, famoso maestro de la oratoria sagrada. En su Carta Mendoza, había escrito en E Peregrinación de Pilotea al Santo atenagórica (1690), Sor Juana rebate la tesis que el padre Vieyra había dice Josefina Muriel: «La obra e jer, «Pilotea», impulsada por la "maestro soberano" cantando más prevalentes en el México colonial: «el pilar básico es Aristóteles porque de (Muriel, 1994, p. 164). Como ob él bebieron todos los retóricos; a su lado se encuentran Quintihano, porque supo Arenal y Amanda Powell, no s organizar su enseñanza y, como compendio de ambos, Cicerón, en quien se en- French bishop and reformer wh cuentra no sólo la doctrina sino también la mejor práctica». to address nuns», así que Sor Beuchot, 1999, p. 48. to a male authority» (p. 106). 32 LOS LÍMITES DE LA FEMINEIDAD EN SOR JUANA II. LA RES Jesucristo»^^ El tono es aparentemente cariñoso —aunque a veces de- rivada de la división del d cididamente sarcástico— pero la recriminación es grave, especialmen- rración, petición y conclu te si tenemos en cuenta que se le está reprobando por no leer nada Respuesta, donde se auna menos que la Biblia. Tres meses después. Sor Juana escribe su Respuesta mos rasgos de ambos gé a la muy ilustre Sor Pilotea de la Cruz. tinatario, Sor Juana a vec A diferencia del de la Carta atenagórica, el tono de su Respuesta es, «religiosa de velo» herman en general, como ella misma dice en el p e n ú l t i m o párrafo, de «casera lenguaje conversacional familiaridad». E n esa sección de la carta Sor Juana se disculpa ante el Fórmulas como «¿qué o obispo, explicándole que la ficción del s e u d ó n i m o t e r m i n ó por apo- Señora», «Y así. Señora», derarse de ella, y que a eso se debe el tono informal de la carta. Se palabras de Beatriz C o l o podría argüir, sin embargo, que la informalidad obedece a otras razo- cambio, y una cierta horiz nes. Recuérdese que el obispo la había recriminado por su excesiva momentos se desvanece erudición profana. Si ahora ella contesta con un desphegue de erudi- gal que se encuentra por ción semejante al de la Carta atenagórica, ordenando sus pruebas según «confirmación», «argumen nos parece estar escuch la argumentación escolástica y asumiendo un tono polémico y for- cuando Sor Juana le dice mal, el resultado hubiera sido contraproducente, pues estaría recalcan- soberano talento, s o m e t i do lo que le convenía aminorar. De ahí que Sor Juana disimule un 840-42). Más adelante reg tanto el aspecto formal o judicial de su Respuesta (o sea, el hecho de ces, ya sea vista como di que lo que ha compuesto es una defensa de sus derechos intelectua- de ambos géneros, está les), que encubra su identidad de oratio bajo el disfraz de confidencia, tructura definida, estructu de carta famihar. De hecho, la carta famihar fue un género muy po- de la retórica. pular durante el Renacimiento. El adjetivo «famihar» por supuesto no significaba que las cartas fueran obras inconsecuentes, escritas a vuelo Observada de conjunto de pluma. A l contrario, la famiharidad se lograba tras una labor cons- que señalamos en la Carta ciente, un esfuerzo premeditado, y existían manuales especiales para 844), prueba (líneas 845- ayudar a conseguir este efecto. El formulario de Erasmo, Libellus de aquí, en armonía con la conscrihendis epistolis, de 1521, por ejemplo, fue una obra de consulta no la prueba— es la secc muy popular^^ Los tratados que preceptuaban el arte de escribir car- mente estructurado. La fu tas o ars dictaminis seguían muy de cerca las teorías de la retórica clá- sica^^ La división de la carta en cinco partes, pues, está claramente de- Macropedius might admit a f they, like other authorities, did La «Carta de Sor Filotea» figura en el Apéndice I I del t. I V de las Obras al rhetoric. A l l letters, accordin completas de Sor Juana, correspondiente a las pp. 694-97. tural divisions of an oration». L Las cartas familiares de Cicerón y las epístolas morales de Séneca también arte de escribir cartas se remo fueron ampliamente utilizadas como modelos. Ver Todd, 1976, espec. pp. 21-22; y de Montecassmo, y se ve afia también Thompson, 1924, cap. «Familiar Letters». Ars Grammatica (Den Haag y Crane (1937, p. 77) lo explica así: «The Renaissance treatises on letter w r i t - bre Montecassino y las retóric ing were almost entirely restatements o f the rules o f ancient oratory, even to the V, espec. pp. 224-25; y Thomp point of classing episdes as deliberative, demonstrative, and judicial. Erasmus or Colombí, 1996, en la pá 34 LOS LÍMITES DE LA FEMINEIDAD E N SOR JUANA II. LA RES ner la benevolencia, atención y docilidad del oyente^^ Los oradores, La hablante añade a p conscientes sin duda de la importancia del exordio, acudían a unos re- da como praeteritio (o sea, pertorios de fórmulas de probada eficacia para los exordios, en busca paso que se dice), que n del tema o de la fórmula introductoria que mejor viniera al caso. Sor han de surtir el efecto co Juana se sirve abundantemente de estos tópicos. La llamada «fórmula es claro que las fórmulas de modestia afectada» se percibe de inmediato. Los manuales aconse- el poema son las mismas jaban que se adoptara desde el principio una actitud humilde y su- carta. plicante, ya que creaba un estado de ánimo favorable en el oyente A lo largo de esa sec (Cicerón, De inventione L X V I . 2 2 ) . Sor Juana comienza disculpándose fórmula de modestia no por su demora en contestar la carta de Sor Filotea, atribuyéndola a su presentándose como una «poca salud» y «justo temor». Este tipo de excusa, por la que el ora- ^ formas. Por una parte en dor alude a su propia debilidad y a su escasa preparación, deriva de la pasaje donde —en un de oratoria forense, y Quintihano la registra en sus Institutos de oratoria yacente— emplea una s (IV.I.8) como fórmula para captar la benevolencia del juez. Debido a de Sor Filotea («vuestra d su popularidad, este tópico pronto pasó a otros géneros, y Curtius lo ma carta», líneas 6-7)". ha trazado en numerosos escritores (pp. 127-30). Sor Juana se mues- «fórmulas de empequeñec tra más que famiharizada con este tópico cuando lo maneja tan sabia su insignificancia, usando y burlonamente en el romance que comienza «Estos versos, lector mío» pluma», «mis borrones» y (núm. 1), en el que, hablando de sus poemas, dice: rable Señora, de d ó n d e una pobre monja, la más Bien pudiera yo decirte la más indigna de ocupar por disculpa, que no ha dado ta, entonces, las fórmulas lugar para corregirlos tas de incapacidad, pero la prisa de los traslados; cepticismo de su lector que van de diversas letras, y que algunas, de muchachos, matan de suerte el sentido que es cadáver el vocablo, El dirigirse a Sor Filote y que, cuando los he hecho «Muy ilustre Señora», así com jantes bien puede ser resabio ha sido en el corto espacio propósito de las epístolas de que ferian al ocio las el uso de ciertos títulos segú precisiones de m i estado; unaccustomed to Christian L que tengo poca salud first strange and cumbersome y continuos embarazos, rrespondent depends upon th tales, que aun diciendo esto, pose o f the letter, and the d llevo la pluma trotando, (vv. 33-48) thought proper to assume» (e XXXVIII-XXXIX). Ver Curtius, 1955, quie Según Cicerón (De inventione, I.XIV.20), «Exordium est oratio animum au- de modestia con la afirmació ditoris idonee comparans ad reliquam dictionem; quod eveniet si eum benivo- porque un amigo, protector o lum, attentum docilem confecerit». 130). 36 LOS LÍMITES DE LA FEMINEIDAD EN SOR JUANA II. LA RES las fórmulas de modestia tradicionales), le advierte: « N o es afectada justifica el no dedicarse a modestia. Señora, sino ingenua verdad de toda m i alma» (líneas 44- be «el sexo, la edad y, so 45). no debe ser censurada p El procedimiento de Sor Juana, por cierto, es comparable al de lugar, es un «natural imp Cicerón en el proemio al Orador: le explica a Sor Filotea que res- porque lo que ha escrito ponder a su carta es algo que está por encima de sus fuerzas, que me- Con relación a esto últim j o r sería callar, y al fin accede a continuar sólo porque su destinatario diencia— convendría reco se lo merece. Más adelante, en la prueba. Sor Juana regresa a este p u n - to, recordándole a Sor Filotea que ha decidido responder, pero aña- M u c h í s i m o s son los a de: «Y protesto que sólo lo hago por obedeceros; con tanto recelo, dato de alguien; las histo que me debéis más en tomar la pluma con este temor, que me de- ción como moneda con biérades si os remitiera más perfectas obras» (líneas 984-87). Esta po- un tópico. pular excusa, conocida por el «tópico de la obediencia», a menudo acompañaba a las fórmulas de modestia. Volviendo al exordio, en las Antes de poner fin a líneas 104-105 podemos observar que Sor Juana se dispone a discu- pathos, a la conmiseración rrir («ya no me parecen tan imposibles los [reparos] que puse al p r i n - las dificultades que ella h cipio»), pero antes de hacerlo se asegura de la docilidad de su juez, mula introductoria, el lug alabando su pasada generosidad y, en las líneas 115-16, agradeciéndo- ca antes dichas»-^', cuand le el haberle concedido «benévola licencia» para «hablar y proponer» en su «venerable presencia» (nótese que «proponer» es un t é r m i n o le- Si yo pudiera pagaros gal que significa presentar argumentos en pro y en contra). sólo os pagara con conta cepto para quien debió Siguiendo el modelo de Cicerón, quien sugiere que ya en el exor- par en par las puertas d dio se introduzca la exposición o parte de la exposición del caso. Sor dos secretos, conozcáis Juana comienza su defensa de las acusaciones que Sor Filotea le había vuestra venerable person hecho en su carta. Dado que en este caso su juez y su acusador son la misma persona, procede con cautela. Por una parte, aparenta demos- Habiendo aguzado el trar arrepentimiento y humildad, y así le dice: «Recibo en m i alma ha preparado el terreno vuestra santísima amonestación de aphcar el estudio a Libros Sagrados, es la sección que sigue. que aunque viene en traje de consejo, tendrá para mí sustancia de pre- El principio de la narra cepto» (líneas 117-20). Por otra parte, la intensidad con que Sor Juana así: «Prosiguiendo en la n se expresa hace que reaparezca aquí el modo irónico que hemos apun- ro dar entera noticia, digo tado anteriormente. A l énfasis de las preguntas retóricas y la insistente Lo mismo ocurre cuando mención de los pronombres relativos e interrogativos quien y qué (lí- neas 106-10) le sucede la repetición del pronombre personal vuestro, el cual se da ocho veces —siete de ellas en una misma oración— en un Sor Juana vuelve a hac espacio de doce líneas (en las 112-24), y los superlativos santísima y es un don divino— dos vece cuerdísima (líneas 117 y 124, respectivamente). La larga defensa que la 99). Curtius, 1955, p. 130. escritora monta a continuación confirma la ironía que se esconde tras Curtius, 1955, p. 131- sus declaraciones de arrepentimiento y humildad. En ella. Sor Juana (1) Aristóteles {Retorica, III.14.9). 38 LOS LÍMITES DE LA FEMINEIDAD EN SOR JUANA II. LA RES Sor Filotea que concluirá su discusión para no cansarla (el llamado /a5- Sor Juana insiste inequ tidium topos, que es uno de los tópicos de modestia): no es culpable, y que no que se le acusa no es in [Acabaré] por no cansaros, pues basta lo dicho para que vuestra dis- to que se celebra en los creción y trascendencia penetre y se entere perfectamente en todo m i na- ción suya es un don que tural y del principio, medios y estado de mis estudios (líneas 831-34). de acercarse a su destina bamos de ver. Sor Juana Y como si esto no fuera suficiente para indicar el fin de su narra- nos de quien ahora se p ción, en el p r ó x i m o párrafo, donde se introduce la divisio (o sea, la ex- malidad jurídica denomi posición del argumento que se dispone a probar), ella lo repite, d i - soberano talento, s o m e t i ciendo, «pues esto no ha sido más de una simple narración de m i tradicción ni repugnancia» inchnación a las letras». Esta insistencia en subrayar, en marcar los h - ' ad Herennium (IV.33) que mites de su narración, apunta hacia la importancia que esta sección tie- te, se recomienda esta fó ne para Sor Juana. Después de todo, es aquí donde exphca por qué ha tía del auditorio. Aquí sir estudiado, lo mucho que ha sufrido haciéndolo y lo mucho que le está ba. costando el haberlo hecho, y éstas son razones que su oyente tiene que tener bien presentes antes de escuchar su prueba. La estrategia que Sor En esta sección clave Juana sigue aquí al recurrir al ethos (modo de persuasión por el que se derechos de la mujer de trata de ganar el beneplácito del juez enalteciendo el carácter del ora- dos tipos de prueba: la in dor) es básicamente aquélla recomendada por Aristóteles en El arte de do da un catálogo de mu la retórica cuando advierte que es conveniente que el orador narre cual- tigüedad"^, o cuando enu quier cosa que valga para demostrar su virtud (III. 16.5). Sor Juana vuel- ca, han sobresahdo por ve a hacer uso del pathos, la exhortación a los sentimientos del p ú b h - entimemas). La correspon co, señalando las vicisitudes que le ha ocasionado su «negra inchnación» la mujer) al particular (un y los «áspides de emulaciones y persecuciones» (líneas 511-12) que se (1) que el escribir la Carta han levantado contra ella. En esto la escritora coincide con lo aconse- poco lo es el escribir ver jado por Cicerón, quien explica que se ha de lograr la benevolencia co hace que el escribir v del oyente si se amplifica sobre los infortunios que le han sobreveni- toda esta terminología le do o las dificultades que le acosan al orador {De inventione, 1.16.22). o por lo menos, mitigar la defensa, y a esto dedica A u n cuando Sor Juana dé inicio a la prueba, necesariamente la par- do gran parte de su carta te más rigurosa o formal de su discurso, lo hará sutilmente, con un nero de cosas, nunca to tono muy distinto al de la Carta atenagórica, evitando el vocabulario ella no se tiene por impu escolástico y jurídico (o sea, los tecnicismos que subrayarían su eru- humilde que había emple dición a despecho de las recriminaciones del obispo) dentro de lo po- sible. La divisio (o proyección de los puntos principales), por ejemplo, está formulada indirectamente: Sor Juana no se limita corresponsal, actualiza la nar Si éstos. Señora, fueran méritos (como los veo por tales celebrar en ca que Aristóteles denomina los hombres), no lo hubieran sido en m í , porque obro necesariamente. Si «Veo adorar por diosa de las son culpa, por la misma razón creo que no la he tenido. (Hneas 835-38). Pola Argentaría [...]Veo a un 40 LOS LÍMITES DE LA FEMINEIDAD EN SOR JUANA II. LA RES SU deseo es callar, y que su deber como católica es ser tolerante (lí- particular los que le ofre neas 1321-52). Con esta vuelta al tono de la introducción —a su m o - defenderlas de forma co destia— va preparando a su corresponsal para la conclusión. Antes de pontaneidad», «naturalidad entrar en ella, vuelve a valerse del ethos, subrayando los aspectos favo- cordar que se trata de un rables de su carácter, su generosidad, su indiferencia ante la fama, etc. ta, que trata de encubrir Esta nota final produce el pathos necesario para llevar a la escrito- deuda con el arte de la ra a su peroración. En lugar de la tradicional recapitulación de los ar- gumentos (que sin duda hubiera destruido el efecto de intimidad tan cuidadosamente creado). Sor Juana utiliza la conclusión para reforzar sus vínculos con el lector. En sus Institiítos de oratoria, Quintihano se- ñala que en ocasiones es más provechoso tratar de convencer al juez apelando a sus emociones que por medio de un recuento de los he- chos del caso (IV.Pr.6;VI.I.23).Y esto es precisamente lo que Sor Juana hace. Hacia la despedida, el tono, ayudado por los juegos de palabras, se torna informal, casi travieso, como en el pasaje que comienza en la línea 1426: Si os pareciere incongruo el Vos que yo he usado por parecerme que para la reverencia que os debo es muy poca reverencia la Reverencia, mu- dadlo en el que os pareciere. Habiendo salvado la distancia entre juez y reo, entonces. Sor Juana mantiene el acercamiento afectivo que le permite poner fin a su car- ta con una nota de famiharidad muy eficaz. Las observaciones sobre la estructura de la Respuesta que se han apuntado aquí comprueban la familiaridad de Sor Juana con los pre- ceptos retóricos y la habilidad con que se sirvió de ciertos elementos para lograr la perfecta trabazón de su discurso. Ahora bien, el hecho de que en la carta se pueda observar esta estructura de por sí ni eli- mina ni confirma la espontaneidad u originahdad de la obra. Después de todo, las reglas de la retórica fueron originalmente formuladas i n - ductivamente: del análisis de los discursos de los mejores oradores na- cieron los preceptos que los demás luego imitaron. La ordenación del discurso de Sor Juana pudo por lo tanto haber sido fruto de una ela- boración inconsciente, intuitiva. Habiendo dicho esto, y tomando en consideración lo que se ha visto aquí y en lo que precede, podemos aventurar nuestro parecer de que en el caso de Sor Juana, teniendo en cuenta su erudición, su producción hteraria y el momento histórico en que vivió, fueron la retórica en general y el discurso forense en