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24 LOS LÍMITES DE LA FEMINEIDAD E N SOR JUANA

f e n ó m e n o «Sor Juana» llevan a sus comentaristas en los siglos que si-


guen.
Ángel o mujer, es claro que Sor Juana, como lo indica el grabado
que aparece en la Fama, donde se ve a la «Décima Musa» pluma y l i -
bro en manos, rodeada de una lira, una trompeta y dos libros, en un
conjunto que representa Poesía, Fama y E r u d i c i ó n , tuvo el alcance, en CAPÍT
su acepción de 'capacidad física, intelectual o de otra índole que per-
mite realizar o abordar ciertas cosas o acceder a ellas' (DRAE), para LA E S T R U C T
manejar sabia y públicamente el desde entonces y ya para siempre no RESPUESTA
tan varonil arte de la retórica.
La Respuesta a Sor Pilote
aunque nunca tanto como
cuando en la década de los
uno de los primeros docu
dando lugar a trabajos^ c
^ Dorothy Schons se adelan
World» (1925); ver también Ca
minista de América» (1933) y
Feminista de Latinoamérica» (
o la feminidad de Sor Juana so
1975; Ward, 1978; Fox Lockert
ciente y excelente estudio Ea
Cruz (1999); la edición bilingü
Amanda Powell (1994); Gonzá
San Miguel, 1999... De hecho
Sor Juana el título de «Prim
Respuesta preparada por el Gr
de los trabajos mencionados,
término feminista con relación
recen en la edición de la Res
entendemos a una mujer que
y trata de influir de algún mo
que Juana es feminista, en la m
gunda mitad del siglo xvii». Ta
a favor de emplearlo, diciendo
su sentido a partir de los mo
Aunque, desde esta perspectiv
26 LOS LÍMITES DE LA FEMINEIDAD EN SOR JUANA I I . LA RESP
(Hiriart, 1973), y ocasionando un artículo sobre este tema en la en- los demás con maravilloso
tonces revolucionaria revista norteamericana Ms.-. Novedad aparte, hay el final del siglo José de Je
dos razones principales por las que la carta interesó a los comentaris- pico de la época, los atri
tas desde un principio. En primer lugar, por las revelaciones —cuyo rresponde a la escritura fe
carácter autobiográfico no se empieza a cuestionar sino en años re- («la discreción») de un do
cientes^— que contiene acerca de la formación intelectual, la justifi- te, directo, íntimo, candoro
cación y defensa del aprendizaje literario (el estudio, la escritura) y las mujer, «parece escrito por
tribulaciones de la monja. Además, la carta se abanderó, a partir del
neoclasicismo y hasta bien entrado el siglo veinte, como modelo de Es un estilo transparen
prosa «tersa, limpia y alejada de lo barroco»; prosa que según Antonio co que apenas cubre el
Castro Leal en 1944 «puede oponerse, por su general sencillez, a la tamente y como sola inte
de admirar en estas conm
ornamentada y retorcida que se acostumbraba en piezas de aparato,
su alma encerraba de ca
en oraciones púbhcas y también en sermones»'^. Henríquez Ureña, por
que hubiese vivido en la
ejemplo, admira «su gran valor de sinceridad y de llaneza, poco co-
discreción que en ella a
m ú n en aquellos tiempos» y añade que «así dicen otros comentaris-
tas»^ A u n los que más criticaron a Sor Juana por su barroquismo, por
Estas evaluaciones de l
su excesiva adhesión a Góngora, dejan a un lado sus reparos para ala-
género (la carta autobiográ
bar abiertamente a la Sor Juana de la Respuesta. Entre ellos sobresale
presión femenina-pureza e
Francisco Pimentel, crítico mexicano de finales del siglo diecinueve,
mera mitad del siglo veint
según quien la carta se enfrenta victoriosamente ante el incompren-
dríamos llamar ingenuas p
sible Primero sueño para rescatar a su autora de las aberraciones del ba-
motivaciones hterarias y po
rroco. Felizmente, nos dice, «cuando Sor Juana cuenta sus propios
lo hace Emeterio Valverde
acontecimientos lo hace con naturalidad, sencillez y ternura»^.
gehcal ingenuidad y cand
Estas tres palabras, con ligeras variaciones, se repiten una y otra vez
(p. 189). Más adelante Eliz
en los numerosos estudios que la carta y su escritora suscitan. En 1847
el valor de la carta radica
Gustavo Baz alaba la «poética sencillez» de la misiva (p. 356), unos años
después Emiho Pardo^ observa que «aquella mujer singular se revela a
Se debe tener presen
razón desbordado. No se
hacer frases bonitas, eran
un anacronismo, no por ello es inadecuado su uso. El término expresa, mejor que
otro cualquiera y al margen del momento histórico, los planteamientos que bus-
en forma natural, impregn
can la igualdad de la mujer con el hombre».
^ Thurman, 1973, donde describe la Respuesta como «one o f the greatest do- Este énfasis en la supu
cuments o f Spanish prose, and perhaps the first manifestó for the intellectual rights cer en estudios conocidos
of women».
G. Salceda (1957). Lo que
'Ver Luciani, 1995.
barrocas» de Sor Juana a
En el prólogo a su edición de Sor Juana Inés de la Cruz, Poesía, teatro y pro-
sa, pp. X X I I - X X I I I . queza absoluta a una esc
Henríquez Ureña, 1932, p. 5.
' Pimentel, 1885, p. 205.
' Pardo, 1853, p. 632. ^ Cuevas, 1872, pp. 178-79
LOS LÍMITES DE LA FEMINEIDAD EN SOR JUANA I I . LA RES
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tarse a sí misma, ponerle diques al talento, usar de la retórica, la eru- en la argumentación y pr
dición y la metáfora disimuladoras»'^ no le parece aplicable a la la carta en esencia viene
Respuesta. De ella nos dice que, por el contrario, allí «Juana nos da su encuadra perfectamente
Verdad con claridad, naturalidad y casta sencillez en un momento his- En el resto de este cap
tórico de máxima oscuridad, de artificio extremo y de retórica» opi- tórica en la organización y
nión que inclusive repite Alberto Salceda cuando en 1957 prepara su to de partida las discusione
introducción al cuarto volumen de las Obras completas de Sor Juana. en los manuales de retóric
AUí el respetado editor del último volumen de la importante edición Antes de proseguir, un
crítica de las obras de la escritora mexicana, iniciada por Alfonso ca y de su presencia en l
M é n d e z Planearte e interrumpida por su muerte, hace una lectura su- ginalmente significaba cie
mamente llana o ingenua no sólo de la respuesta de Sor Juana sino mente en el arte de ha
también de la carta de Fernández de Santa Cruz que ella contesta. deliberativo, o el panegíri
Salceda^ ^ insiste en que el obispo no reprende a la monja («ni la per- ca se proyectó sobre toda
sigue, ni la acosa. Queda ella tan libre como antes, pero habiendo es- terminar la t r a d i c i ó n y
cuchado una sabia y afectuosa voz de cordura»), y que al responder Renacimiento la narrativa
Sor Juana no hace sino dar «mil muestras de profundo agradecimien- mal y, por lo tanto, se la ha
to y sin una sola palabra de resentimiento o de disgusto». De ahí que En la época de Sor Juana
caracterice la Respuesta como «un valiosísimo documento humano por dispensable, y se estudiab
los numerosos apuntes autobiográficos que contiene y por la llaneza apoya en la carta su aphc
y naturahdad con que están expresados». H o y en día se rechazan afir- mos en el capítulo 1, que
maciones como éstas, que aceptan al pie de la letra los enunciados, y pos y locuciones» de la S
se investiga la posible presencia de procedimientos de ocultación como También sabemos, a tr
los que Arroyo rechaza en el caso de la Respuesta («usar de la retóri- bibhoteca, que Sor Juana
ca, la erudición y la metáfora disimuladoras») para comprender su con- obras de Aristóteles, Cice
texto, su contenido y su significación. La retórica clásica, como vere-
mos en las páginas que siguen, nos puede facihtar una de las vías de
acceso a este texto nada transparente de Sor Juana. ^- Chorpenning, 1977, p. l
78. Crane también discute la
Bajo la sencillez y naturahdad que se ha percibido en la famosa
que componen la obra, señala
carta escrita «en un momento histórico de máxima oscuridad, de ar- respecto a la traducción ingle
tificio extremo y de retórica». Sor Juana se sirve de sus conocimien- oration» (p. 167).
tos de esta última disciphna para encubrir una elaboración cuyo m á - Líneas 319-20. Cito segú
ximo acierto consiste precisamente en no hacerse notar. Una lectura IV, pp. 440-75. Las citas subsig
atenta advierte la continua selección operada y la maestría de Sor Juana refieren a esta edición; las líne
ponden también a ella. Es inte
mer catedrático de retórica de
una traducción al latín de unos
otros suyos donde afirma, com
^Arroyo, 1992 [1952], p. 137.
mérito de las demás facultade
^"Arroyo, 1992 [1952], p. 316.
En prólogo al volumen I V de las Obras completas de Sor Juana, citas que si- Abreu Gómez, 1934c, p
mayor frecuencia son los mism
guen en pp. X L I I - X L I I I .
30 LOS LÍMITES DE LA FEMINEIDAD E N SOR JUANA II. LA RESP
De hecho, el primer párrafo de la Respuesta termina con una m á - expuesto en su «Sermón
xima de Quintihano, a quien Sor Juana cita de nuevo hacia el final vimiento el que este pred
de la carta (líneas 1163-64). En el resto de su producción hteraria, las Iglesia— y defiende adm
alusiones a la retórica son fi-ecuentes. Por ejemplo, el villancico 7 del exposición está ordenada
tercer nocturno de la serie de 1676 a la Asunción (núm. 223), está forense, tal como las pres
claramente basado en imágenes y procedimientos retóricos. La Virgen líneas 33-51). La carta se
María es la «Retórica nueva» pues en su persona se encuentra el me- Juana hablando de los dis
j o r modelo para enseñar este arte: ción... para no confundir
mera parte de su carta, el
Su exordio fue C o n c e p c i ó n rración (el recuento de lo
libre de la infausta suerte;
prueba (que contiene tan
su Vida la narración,
gumento como la refutació
la confirmación su Muerte,
898) y la peroración o con
su epílogo la Asunción.
pedida, que termina con
que la escritora denomina
Por una parte, la soltura con que Sor Juana emplea el vocabulario
más». Esta vez, sin reque
retórico para formular las imágenes en el villancico habla a las claras
de su discurso en exordio
de la profundidad de su conocimiento. De hecho, Mauricio Beuchot
conclusión (Hneas 1112-2
califica su exposición de «toda una lección de retórica» y «muestra de
«Iterum vale». Sor Juana pr
que Sor Juana tenía un conocimiento nada despreciable de estas cues-
po de Puebla encarga la
tiones»^^Algo semejante opinaría Ignacio Osorio, pues reproduce este
apéndice una carta suya a
villancico en Tópicos sobre Cicerón en México como ejemplo de lo pro-
Pilotea de la Cruz^^. Aunq
fundo que calaba el estudio de la retórica (p. 157). El interés de Sor
de los conceptos, la discr
Juana por la retórica, como pudimos observar en el capítulo anterior,
con que convence el asun
se refleja también en su admiración por ciertos oradores de su tiem-
rés de Sor Juana en los e
po, a quienes dedica varias composiciones. Entre ellas se encuentran
las letras divinas: «No pret
las décimas al desconocido autor de un s e r m ó n de la C o n c e p c i ó n
do a los Hbros, sino que
(núm. 105), las dedicadas al «Tuho español» (núm. 106) y el soneto al
Padre Mansilla (núm. 201).
Por otra parte, las exageraciones de algunos predicadores la llevan Con relación al seudónim
a denunciarlos abiertamente, como sucede con el jesuíta portugués convendría recordar que su a
Antonio Vieyra, famoso maestro de la oratoria sagrada. En su Carta Mendoza, había escrito en E
Peregrinación de Pilotea al Santo
atenagórica (1690), Sor Juana rebate la tesis que el padre Vieyra había
dice Josefina Muriel: «La obra e
jer, «Pilotea», impulsada por la
"maestro soberano" cantando
más prevalentes en el México colonial: «el pilar básico es Aristóteles porque de (Muriel, 1994, p. 164). Como ob
él bebieron todos los retóricos; a su lado se encuentran Quintihano, porque supo Arenal y Amanda Powell, no s
organizar su enseñanza y, como compendio de ambos, Cicerón, en quien se en- French bishop and reformer wh
cuentra no sólo la doctrina sino también la mejor práctica». to address nuns», así que Sor
Beuchot, 1999, p. 48. to a male authority» (p. 106).
32 LOS LÍMITES DE LA FEMINEIDAD EN SOR JUANA II. LA RES
Jesucristo»^^ El tono es aparentemente cariñoso —aunque a veces de- rivada de la división del d
cididamente sarcástico— pero la recriminación es grave, especialmen- rración, petición y conclu
te si tenemos en cuenta que se le está reprobando por no leer nada Respuesta, donde se auna
menos que la Biblia. Tres meses después. Sor Juana escribe su Respuesta mos rasgos de ambos gé
a la muy ilustre Sor Pilotea de la Cruz. tinatario, Sor Juana a vec
A diferencia del de la Carta atenagórica, el tono de su Respuesta es, «religiosa de velo» herman
en general, como ella misma dice en el p e n ú l t i m o párrafo, de «casera lenguaje conversacional
familiaridad». E n esa sección de la carta Sor Juana se disculpa ante el Fórmulas como «¿qué o
obispo, explicándole que la ficción del s e u d ó n i m o t e r m i n ó por apo- Señora», «Y así. Señora»,
derarse de ella, y que a eso se debe el tono informal de la carta. Se palabras de Beatriz C o l o
podría argüir, sin embargo, que la informalidad obedece a otras razo- cambio, y una cierta horiz
nes. Recuérdese que el obispo la había recriminado por su excesiva momentos se desvanece
erudición profana. Si ahora ella contesta con un desphegue de erudi- gal que se encuentra por
ción semejante al de la Carta atenagórica, ordenando sus pruebas según «confirmación», «argumen
nos parece estar escuch
la argumentación escolástica y asumiendo un tono polémico y for-
cuando Sor Juana le dice
mal, el resultado hubiera sido contraproducente, pues estaría recalcan-
soberano talento, s o m e t i
do lo que le convenía aminorar. De ahí que Sor Juana disimule un
840-42). Más adelante reg
tanto el aspecto formal o judicial de su Respuesta (o sea, el hecho de
ces, ya sea vista como di
que lo que ha compuesto es una defensa de sus derechos intelectua-
de ambos géneros, está
les), que encubra su identidad de oratio bajo el disfraz de confidencia,
tructura definida, estructu
de carta famihar. De hecho, la carta famihar fue un género muy po-
de la retórica.
pular durante el Renacimiento. El adjetivo «famihar» por supuesto no
significaba que las cartas fueran obras inconsecuentes, escritas a vuelo Observada de conjunto
de pluma. A l contrario, la famiharidad se lograba tras una labor cons- que señalamos en la Carta
ciente, un esfuerzo premeditado, y existían manuales especiales para 844), prueba (líneas 845-
ayudar a conseguir este efecto. El formulario de Erasmo, Libellus de aquí, en armonía con la
conscrihendis epistolis, de 1521, por ejemplo, fue una obra de consulta no la prueba— es la secc
muy popular^^ Los tratados que preceptuaban el arte de escribir car- mente estructurado. La fu
tas o ars dictaminis seguían muy de cerca las teorías de la retórica clá-
sica^^ La división de la carta en cinco partes, pues, está claramente de-
Macropedius might admit a f
they, like other authorities, did
La «Carta de Sor Filotea» figura en el Apéndice I I del t. I V de las Obras al rhetoric. A l l letters, accordin
completas de Sor Juana, correspondiente a las pp. 694-97. tural divisions of an oration». L
Las cartas familiares de Cicerón y las epístolas morales de Séneca también arte de escribir cartas se remo
fueron ampliamente utilizadas como modelos. Ver Todd, 1976, espec. pp. 21-22; y de Montecassmo, y se ve afia
también Thompson, 1924, cap. «Familiar Letters». Ars Grammatica (Den Haag y
Crane (1937, p. 77) lo explica así: «The Renaissance treatises on letter w r i t - bre Montecassino y las retóric
ing were almost entirely restatements o f the rules o f ancient oratory, even to the V, espec. pp. 224-25; y Thomp
point of classing episdes as deliberative, demonstrative, and judicial. Erasmus or Colombí, 1996, en la pá
34 LOS LÍMITES DE LA FEMINEIDAD E N SOR JUANA II. LA RES
ner la benevolencia, atención y docilidad del oyente^^ Los oradores, La hablante añade a p
conscientes sin duda de la importancia del exordio, acudían a unos re- da como praeteritio (o sea,
pertorios de fórmulas de probada eficacia para los exordios, en busca paso que se dice), que n
del tema o de la fórmula introductoria que mejor viniera al caso. Sor han de surtir el efecto co
Juana se sirve abundantemente de estos tópicos. La llamada «fórmula es claro que las fórmulas
de modestia afectada» se percibe de inmediato. Los manuales aconse- el poema son las mismas
jaban que se adoptara desde el principio una actitud humilde y su- carta.
plicante, ya que creaba un estado de ánimo favorable en el oyente A lo largo de esa sec
(Cicerón, De inventione L X V I . 2 2 ) . Sor Juana comienza disculpándose fórmula de modestia no
por su demora en contestar la carta de Sor Filotea, atribuyéndola a su presentándose como una
«poca salud» y «justo temor». Este tipo de excusa, por la que el ora- ^ formas. Por una parte en
dor alude a su propia debilidad y a su escasa preparación, deriva de la pasaje donde —en un de
oratoria forense, y Quintihano la registra en sus Institutos de oratoria yacente— emplea una s
(IV.I.8) como fórmula para captar la benevolencia del juez. Debido a de Sor Filotea («vuestra d
su popularidad, este tópico pronto pasó a otros géneros, y Curtius lo ma carta», líneas 6-7)".
ha trazado en numerosos escritores (pp. 127-30). Sor Juana se mues- «fórmulas de empequeñec
tra más que famiharizada con este tópico cuando lo maneja tan sabia su insignificancia, usando
y burlonamente en el romance que comienza «Estos versos, lector mío» pluma», «mis borrones» y
(núm. 1), en el que, hablando de sus poemas, dice: rable Señora, de d ó n d e
una pobre monja, la más
Bien pudiera yo decirte la más indigna de ocupar
por disculpa, que no ha dado ta, entonces, las fórmulas
lugar para corregirlos tas de incapacidad, pero
la prisa de los traslados;
cepticismo de su lector
que van de diversas letras,
y que algunas, de muchachos,
matan de suerte el sentido
que es cadáver el vocablo, El dirigirse a Sor Filote
y que, cuando los he hecho «Muy ilustre Señora», así com
jantes bien puede ser resabio
ha sido en el corto espacio
propósito de las epístolas de
que ferian al ocio las
el uso de ciertos títulos segú
precisiones de m i estado; unaccustomed to Christian L
que tengo poca salud first strange and cumbersome
y continuos embarazos, rrespondent depends upon th
tales, que aun diciendo esto, pose o f the letter, and the d
llevo la pluma trotando, (vv. 33-48) thought proper to assume» (e
XXXVIII-XXXIX).
Ver Curtius, 1955, quie
Según Cicerón (De inventione, I.XIV.20), «Exordium est oratio animum au- de modestia con la afirmació
ditoris idonee comparans ad reliquam dictionem; quod eveniet si eum benivo- porque un amigo, protector o
lum, attentum docilem confecerit». 130).
36 LOS LÍMITES DE LA FEMINEIDAD EN SOR JUANA II. LA RES
las fórmulas de modestia tradicionales), le advierte: « N o es afectada justifica el no dedicarse a
modestia. Señora, sino ingenua verdad de toda m i alma» (líneas 44- be «el sexo, la edad y, so
45). no debe ser censurada p
El procedimiento de Sor Juana, por cierto, es comparable al de lugar, es un «natural imp
Cicerón en el proemio al Orador: le explica a Sor Filotea que res- porque lo que ha escrito
ponder a su carta es algo que está por encima de sus fuerzas, que me- Con relación a esto últim
j o r sería callar, y al fin accede a continuar sólo porque su destinatario diencia— convendría reco
se lo merece. Más adelante, en la prueba. Sor Juana regresa a este p u n -
to, recordándole a Sor Filotea que ha decidido responder, pero aña- M u c h í s i m o s son los a
de: «Y protesto que sólo lo hago por obedeceros; con tanto recelo, dato de alguien; las histo
que me debéis más en tomar la pluma con este temor, que me de- ción como moneda con
biérades si os remitiera más perfectas obras» (líneas 984-87). Esta po- un tópico.
pular excusa, conocida por el «tópico de la obediencia», a menudo
acompañaba a las fórmulas de modestia. Volviendo al exordio, en las Antes de poner fin a
líneas 104-105 podemos observar que Sor Juana se dispone a discu- pathos, a la conmiseración
rrir («ya no me parecen tan imposibles los [reparos] que puse al p r i n - las dificultades que ella h
cipio»), pero antes de hacerlo se asegura de la docilidad de su juez, mula introductoria, el lug
alabando su pasada generosidad y, en las líneas 115-16, agradeciéndo- ca antes dichas»-^', cuand
le el haberle concedido «benévola licencia» para «hablar y proponer»
en su «venerable presencia» (nótese que «proponer» es un t é r m i n o le- Si yo pudiera pagaros
gal que significa presentar argumentos en pro y en contra). sólo os pagara con conta
cepto para quien debió
Siguiendo el modelo de Cicerón, quien sugiere que ya en el exor-
par en par las puertas d
dio se introduzca la exposición o parte de la exposición del caso. Sor
dos secretos, conozcáis
Juana comienza su defensa de las acusaciones que Sor Filotea le había
vuestra venerable person
hecho en su carta. Dado que en este caso su juez y su acusador son la
misma persona, procede con cautela. Por una parte, aparenta demos-
Habiendo aguzado el
trar arrepentimiento y humildad, y así le dice: «Recibo en m i alma
ha preparado el terreno
vuestra santísima amonestación de aphcar el estudio a Libros Sagrados,
es la sección que sigue.
que aunque viene en traje de consejo, tendrá para mí sustancia de pre-
El principio de la narra
cepto» (líneas 117-20). Por otra parte, la intensidad con que Sor Juana
así: «Prosiguiendo en la n
se expresa hace que reaparezca aquí el modo irónico que hemos apun-
ro dar entera noticia, digo
tado anteriormente. A l énfasis de las preguntas retóricas y la insistente
Lo mismo ocurre cuando
mención de los pronombres relativos e interrogativos quien y qué (lí-
neas 106-10) le sucede la repetición del pronombre personal vuestro, el
cual se da ocho veces —siete de ellas en una misma oración— en un Sor Juana vuelve a hac
espacio de doce líneas (en las 112-24), y los superlativos santísima y es un don divino— dos vece
cuerdísima (líneas 117 y 124, respectivamente). La larga defensa que la 99).
Curtius, 1955, p. 130.
escritora monta a continuación confirma la ironía que se esconde tras
Curtius, 1955, p. 131-
sus declaraciones de arrepentimiento y humildad. En ella. Sor Juana (1)
Aristóteles {Retorica, III.14.9).
38 LOS LÍMITES DE LA FEMINEIDAD EN SOR JUANA II. LA RES
Sor Filotea que concluirá su discusión para no cansarla (el llamado /a5- Sor Juana insiste inequ
tidium topos, que es uno de los tópicos de modestia): no es culpable, y que no
que se le acusa no es in
[Acabaré] por no cansaros, pues basta lo dicho para que vuestra dis- to que se celebra en los
creción y trascendencia penetre y se entere perfectamente en todo m i na-
ción suya es un don que
tural y del principio, medios y estado de mis estudios (líneas 831-34).
de acercarse a su destina
bamos de ver. Sor Juana
Y como si esto no fuera suficiente para indicar el fin de su narra-
nos de quien ahora se p
ción, en el p r ó x i m o párrafo, donde se introduce la divisio (o sea, la ex-
malidad jurídica denomi
posición del argumento que se dispone a probar), ella lo repite, d i -
soberano talento, s o m e t i
ciendo, «pues esto no ha sido más de una simple narración de m i
tradicción ni repugnancia»
inchnación a las letras». Esta insistencia en subrayar, en marcar los h - '
ad Herennium (IV.33) que
mites de su narración, apunta hacia la importancia que esta sección tie-
te, se recomienda esta fó
ne para Sor Juana. Después de todo, es aquí donde exphca por qué ha
tía del auditorio. Aquí sir
estudiado, lo mucho que ha sufrido haciéndolo y lo mucho que le está
ba.
costando el haberlo hecho, y éstas son razones que su oyente tiene que
tener bien presentes antes de escuchar su prueba. La estrategia que Sor En esta sección clave
Juana sigue aquí al recurrir al ethos (modo de persuasión por el que se derechos de la mujer de
trata de ganar el beneplácito del juez enalteciendo el carácter del ora- dos tipos de prueba: la in
dor) es básicamente aquélla recomendada por Aristóteles en El arte de do da un catálogo de mu
la retórica cuando advierte que es conveniente que el orador narre cual- tigüedad"^, o cuando enu
quier cosa que valga para demostrar su virtud (III. 16.5). Sor Juana vuel- ca, han sobresahdo por
ve a hacer uso del pathos, la exhortación a los sentimientos del p ú b h - entimemas). La correspon
co, señalando las vicisitudes que le ha ocasionado su «negra inchnación» la mujer) al particular (un
y los «áspides de emulaciones y persecuciones» (líneas 511-12) que se (1) que el escribir la Carta
han levantado contra ella. En esto la escritora coincide con lo aconse- poco lo es el escribir ver
jado por Cicerón, quien explica que se ha de lograr la benevolencia co hace que el escribir v
del oyente si se amplifica sobre los infortunios que le han sobreveni- toda esta terminología le
do o las dificultades que le acosan al orador {De inventione, 1.16.22). o por lo menos, mitigar la
defensa, y a esto dedica
A u n cuando Sor Juana dé inicio a la prueba, necesariamente la par-
do gran parte de su carta
te más rigurosa o formal de su discurso, lo hará sutilmente, con un
nero de cosas, nunca to
tono muy distinto al de la Carta atenagórica, evitando el vocabulario
ella no se tiene por impu
escolástico y jurídico (o sea, los tecnicismos que subrayarían su eru-
humilde que había emple
dición a despecho de las recriminaciones del obispo) dentro de lo po-
sible. La divisio (o proyección de los puntos principales), por ejemplo,
está formulada indirectamente: Sor Juana no se limita
corresponsal, actualiza la nar
Si éstos. Señora, fueran méritos (como los veo por tales celebrar en ca que Aristóteles denomina
los hombres), no lo hubieran sido en m í , porque obro necesariamente. Si «Veo adorar por diosa de las
son culpa, por la misma razón creo que no la he tenido. (Hneas 835-38). Pola Argentaría [...]Veo a un
40 LOS LÍMITES DE LA FEMINEIDAD EN SOR JUANA II. LA RES
SU deseo es callar, y que su deber como católica es ser tolerante (lí- particular los que le ofre
neas 1321-52). Con esta vuelta al tono de la introducción —a su m o - defenderlas de forma co
destia— va preparando a su corresponsal para la conclusión. Antes de pontaneidad», «naturalidad
entrar en ella, vuelve a valerse del ethos, subrayando los aspectos favo- cordar que se trata de un
rables de su carácter, su generosidad, su indiferencia ante la fama, etc. ta, que trata de encubrir
Esta nota final produce el pathos necesario para llevar a la escrito- deuda con el arte de la
ra a su peroración. En lugar de la tradicional recapitulación de los ar-
gumentos (que sin duda hubiera destruido el efecto de intimidad tan
cuidadosamente creado). Sor Juana utiliza la conclusión para reforzar
sus vínculos con el lector. En sus Institiítos de oratoria, Quintihano se-
ñala que en ocasiones es más provechoso tratar de convencer al juez
apelando a sus emociones que por medio de un recuento de los he-
chos del caso (IV.Pr.6;VI.I.23).Y esto es precisamente lo que Sor Juana
hace. Hacia la despedida, el tono, ayudado por los juegos de palabras,
se torna informal, casi travieso, como en el pasaje que comienza en la
línea 1426:
Si os pareciere incongruo el Vos que yo he usado por parecerme que
para la reverencia que os debo es muy poca reverencia la Reverencia, mu-
dadlo en el que os pareciere.
Habiendo salvado la distancia entre juez y reo, entonces. Sor Juana
mantiene el acercamiento afectivo que le permite poner fin a su car-
ta con una nota de famiharidad muy eficaz.
Las observaciones sobre la estructura de la Respuesta que se han
apuntado aquí comprueban la familiaridad de Sor Juana con los pre-
ceptos retóricos y la habilidad con que se sirvió de ciertos elementos
para lograr la perfecta trabazón de su discurso. Ahora bien, el hecho
de que en la carta se pueda observar esta estructura de por sí ni eli-
mina ni confirma la espontaneidad u originahdad de la obra. Después
de todo, las reglas de la retórica fueron originalmente formuladas i n -
ductivamente: del análisis de los discursos de los mejores oradores na-
cieron los preceptos que los demás luego imitaron. La ordenación del
discurso de Sor Juana pudo por lo tanto haber sido fruto de una ela-
boración inconsciente, intuitiva. Habiendo dicho esto, y tomando en
consideración lo que se ha visto aquí y en lo que precede, podemos
aventurar nuestro parecer de que en el caso de Sor Juana, teniendo en
cuenta su erudición, su producción hteraria y el momento histórico
en que vivió, fueron la retórica en general y el discurso forense en

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