Anda di halaman 1dari 12

LOS CUERPOS DE SEGURIDAD DURANTE

EL SIGLO DE LA ILUSTRACIÓN

THE SECURITY FORCES DURING THE AGE OF ENLIGHTENMENT

Francisco Javier García Carrero


IES Bioclimático
Badajoz
tjavimart@telefonica.net

RESUMEN: Al igual que el resto de los siglos modernos, la centuria del XVIII está plagada de
numerosos Cuerpos de seguridad en los que el ejército, ganador de la Guerra de Sucesión, jugó un
papel esencial. Un abigarrado mosaico de instituciones en un doble marco de actuación: rural y
urbano, de efectividad muy limitada y que llevaron a los ministros ilustrados de finales del siglo
a solicitar un único Cuerpo nacional como garante del orden público.

ABSTRACT: Like other centuries in Modern Age, the eighteenth century is full of numerous
Security forces where the army, winner of the War of Succession, placed an essential role. A mot-
ley mosaic of institutions in a double area of action, rural and urban, with a very limited effective-
ness, which forced the enlightened ministers of the end of the century to ask for a single national
Corps as the guarantor of public order.
XVI Jornadas de Historia en Llerena

117
EL SIGLO DE LAS LUCES
El Siglo de las Luces

XVI JORNADAS DE HISTORIA EN LLERENA


Llerena, Sociedad Extremeña de Historia, 2015

Pgs. 117-127

ISBN: 978-84-608-8037-0

118
Los cuerpos de seguridad durante el Siglo de la Ilustración

I. INTRODUCCIÓN
En España, como en cualquier otro país de nuestro entorno, el Estado
siempre ha estado muy preocupado por mantener el orden público y la se-
guridad en el territorio que controlaba. Sobre este aspecto se había estado
trabajando desde hacía varios siglos y, fundamentalmente, desde la implan-
tación de lo que entendemos como Edad Moderna en el inicio de las monarquías
autoritarias luego convertidas en absolutas.
Aunque no son demasiadas las investigaciones de carácter global que nos acer-
can los Cuerpos encargados de velar por el orden público en España, tanto en su
espacio rural como en su espacio urbano, sí que existen algunos trabajos que se
acercan a la problemática de la seguridad. De la misma forma analizan lo inseguro
de su desconexión entre unas instituciones y otras, y sacan a la luz las peticiones
que los ministros ilustrados de los reinados de Carlos III y Carlos IV elevaron a ins-
tancias reales para poder unificar unos Cuerpos como mejora de servicio al súbdi-
to1. Una unificación que nunca llegó a producirse a diferencia de otros ámbitos de la
administración borbónica en el que el centralismo fue la norma básica de gobierno
y cuya normativa más explicita fueron los Decretos de Nueva Planta.
Hubo que esperar a los inicios de la contemporaneidad, y más concretamente
a los albores del reinado de Isabel II, para que aflorara el Cuerpo genuino de la
seguridad en España y de ámbito territorial de todo el Estado: la Guardia Civil. Pero
hasta que ello se produjo, la modernidad está plagada de numerosas instituciones
de seguridad que fueron “levantadas” por iniciativa particular, por señores laicos o
eclesiásticos o bien por alguna iniciativa del poder central o sus aledaños.
Lo particularmente importante en estos Cuerpos es que casi su totalidad es-
taban en permanente desconexión los unos y los otros, la mayor parte de ellos
tuvieron una efectividad tan limitada que el bandolerismo, que era la actividad
que principalmente tenían que combatir, siguió como un mal endémico por toda la
geografía peninsular, un asunto enquistado por todas las regiones españolas y que
llegó languideciendo hasta los inicios del siglo XX.
La llegada de la nueva dinastía francesa a nuestro país trató de abordar esta
problemática. La búsqueda de un modelo policial español sería uno de los asuntos
en los que trabajaron todos los reyes del siglo ilustrado. Es obvio que el punto de
partida en esa búsqueda de la seguridad fue la Guerra de Sucesión a la Corona
española. Como también es cierto que la victoria de las armas borbónicas ofreció
el protagonismo necesario al ejército para que fuese éste el encargado de reprimir
a los posibles disidentes y, además, el que tuviese que afirmar el control del orden
público en todo el territorio nacional.
Y es que, la “traición” que algunos reinos peninsulares manifestaron ante la nue-
va dinastía, les llevó a los Borbones a identificar su propia seguridad con el Estado.
XVI Jornadas de Historia en Llerena

Dos conceptos que estarán inexorablemente unidos a lo largo de todo el siglo


ilustrado del XVIII y que saltará hasta la contemporaneidad de una manera u otra.

II. LOS CUERPOS DE SEGURIDAD EN EL SIGLO XVIII


Los Cuerpos de seguridad provenientes del inicio de la Edad Moderna, y aún
antes, llegaron al XVIII como instrumentos poco válidos para asegurar el orden

1 MARTÍNEZ RUIZ, E. Policías y proscritos. Estado, militarismo y seguridad en la España borbónica (1700-1870), Madrid,
Actas, 2014.
119
Francisco Javier García Carrero

público que los Borbones quisieron imponer2. Por otro lado, fueron instituciones que
en muchos casos habían apostado por el pretendiente austriaco en la Guerra de
Sucesión, lo cual provocó que la nueva dinastía los suprimiera una vez que se hizo
con todos los resortes del poder a partir de 1715.
Por consiguiente, la llegada de los Borbones a España provocó, después de la
Guerra de Sucesión (1702-1713), o bien por las derivaciones de la misma, la apro-
bación de los Decretos de Nueva Planta y el inicio de la militarización del orden
público en muchos de los Cuerpos existentes y, especialmente, en la mayor parte
de los que se van a crear a lo largo del siglo XVIII3.
De esta forma, podemos afirmar que fue aquella victoria sobre los reinos “trai-
dores” lo que incorporó al ejército a las esferas del orden público y coadyuvó a su
militarización; es decir se utilizó al ejército en las misiones tanto de seguridad para
la Corona, como en la consecución del orden social. Convirtiéndose de esta forma el
ejército como el gran vertebrador de todas las instituciones de seguridad del siglo
XVIII, quizás con la excepción de los Caudillatos gallegos.
Por consiguiente, los grandes retos que tuvieron todos los Cuerpos creados en
esta centuria, y que analizaremos en los siguientes apartados, fueron, además de
la “paz política”, el control sobre los gitanos, bandoleros, malhechores, ladrones y
contrabandistas. Una dinámica tan abierta, que es lo que probablemente provocó
que estas instituciones sean tan dispares las unas de las otras, y de efectividad
ante los delitos tan limitadas.
Todos los Cuerpos creados por los Borbones desarrollaron instrumentos de ac-
tuación muy diferentes aunque con el mismo objetivo, tratar de conseguir la “paz
social”. En los ámbitos urbanos, especialmente en la capital del reino, serán fuerzas
policiales que derivaron hacia la génesis de la policía, y que serán fuerzas que ten-
dieron hacia la no militarización, generalmente. En los ámbitos rurales, en cambio,
y desde el primer Borbón, fue el ejército sobre el que descansará la búsqueda de
la paz ciudadana por la que estos cuerpos siempre llevaron la impronta del mili-
tarismo. En este sentido es apreciable señalar como cada vez que disminuye la
“delincuencia común” se reduce la militarización, y a la inversa.
Fue entonces cuando surgió, y no es baladí, el debate permanentemente abierto
sobre la naturaleza que deben tener las instituciones de seguridad en España: civil
o militar. Una disputa tan antigua como los años que tienen estos Cuerpos. Se trata
de un debate no resuelto ni siquiera en la actualidad, ya que la institución señera de
la seguridad en España, la Guardia Civil, aún debate en su seno, y en los aledaños
del Instituto armado, la posibilidad de que sea un Cuerpo civil o militar.
Lo más sobresaliente de todo este análisis es que, finalizando el siglo nos encon-
tramos con todo un mosaico de instituciones, todas tendentes a buscar la seguridad
pública, pero que provocaron en los inicios de la contemporaneidad una “atomiza-
ción” de fuerzas a la postre poco prácticas y de tendencias completamente diversas
con gravísimas deficiencias internas y con una ausencia total de coordinación que

2 Las instituciones de seguridad más sobresalientes desde el inicio de la modernidad fueron las Hermandades,
Apellido, Somatén, Guardas del Reino de Aragón o Ballesteros del Centenar, entre otros.
El Siglo de las Luces

3 Sobre este tema, véanse los trabajos de MARTÍNEZ RUIZ, E. “Felipe V y los inicios de la militarización del orden
público en España” en PEREIRA IGLESIAS, J.L. (coord.) Actas del Congreso de San Fernando (Cádiz), del 7 de
noviembre al 1 de diciembre de 2000, Córdoba, Universidad de Córdoba, 2002, pp. 641-654; GIMÉNEZ LÓPEZ,
E. “El debate civilismo-militarismo y el régimen de Nueva Planta en la España del siglo XVIII” en Cuadernos de
Historia Moderna, nº 15, Madrid, Universidad Complutense, 1994, pp.41-75; PALOP RAMOS, J.M. “La militarización
del orden público a finales del reinado de Carlos III. La instrucción de 1774” en Revista de Historia Moderna, nº 22,
2004, pp. 453-486; y MELÓN JIMÉNEZ, M.A. Los tentáculos de la hidra. Contrabando y militarización del orden público
en España (1784-1800), Madrid, Sílex Universidad, 2009.
120
Los cuerpos de seguridad durante el Siglo de la Ilustración

llevaron a los ilustrados de finales del XVIII y principios del XIX a solicitar, en una
serie de expedientes e informes, la creación de un único organismo de seguridad
que abarcase todo el territorio nacional4.
Era evidente que no tenía ningún sentido que mientras los Borbones trataban
de levantar el edificio de una monarquía centralizada en todos sus elementos ins-
titucionales, recuérdese los Decretos de Nueva Planta aragoneses, valencianos y
catalanes, en el aspecto policial y de orden público, la “descentralización” fuese la
norma que imperaba durante los reinados de Carlos III y su hijo Carlos IV5.
Por otro lado, como fue norma habitual durante los siglos de la dinastía de los
Austrias, el grado de efectividad en el sistema de seguridad borbónico fue muy
diferente de unos cuerpos a otros, de tal forma que junto a la eficacia de algunos,
los Mozos de Escuadra, se organizaron otros donde la inoperancia fue el elemento
consustancial al mismo.
Esta situación originó que a finales de siglo, concretamente en 1799, se confec-
cionara un expediente, anteriormente mencionado, que analizaba la información
que se poseía sobre los distintos cuerpos policiales en aquel instante, solicitando, a
su vez, una profunda restructuración de los mismos, cuando no su total supresión
y la creación de un nuevo y único cuerpo policial6.
Entre las instituciones creadas en el siglo XVIII contabilizamos compañías suel-
tas y compañías fijas. Su distribución por zonas geográficas es la que reflejamos
en la tabla número 1. Su número, excesivo, ofrece una idea de la inoperancia que,
en líneas generales, ofrecía el aparato policial de seguridad español de finales del
setecientos. Obviamente, no todas tuvieron la misma trascendencia ni influencia
posterior, pero las mismas conformaron las instituciones policiales más represen-
tativas del siglo de la Ilustración. En las siguientes líneas analizaremos las más
sobresalientes.
TABLA I
CUERPOS DE SEGURIDAD ESPAÑOLES A FINALES DEL SIGLO XVIII

-Compañía Suelta de Fusileros de Aragón


-Compañía Fija de Aragón
ARAGÓN
-Compañía de Voluntarios
-Compañía de Indultados aragoneses

-Compañía de Mozos de Escuadra


-Compañía Fija de Rosas
CATALUÑA -Rondas Volantes del Pirrot.
-Compañía Suelta de Migueletes

-Compañía de Infantería Fija de la Costa de Granada


XVI Jornadas de Historia en Llerena

-Compañía Fija de Almuñécar, Marbella, Niebla, etc.


ANDALUCÍA -Compañía Fija de Escopeteros de Getares
-Compañía Suelta de Escopeteros Voluntarios de Andalucía

4 MARTÍNEZ RUIZ, E. y DE PAZZIS PI CORRALES, M. “Milicia y orden público. Crisis en el sistema de seguridad
español del siglo XVIII y el Expediente de Reforma” en Cuadernos de Historia Moderna, nº 29, 2004, pp. 7-44 (para
esta cita, p. 8).
5 Véase MARTÍNEZ RUIZ, E. “Apuntes sobre la policía de Madrid en el reinado de Carlos IV”, en Cuadernos de
Historia Moderna y Contemporánea, VII, Madrid, Universidad Complutense, 1986, pp. 65-84.
6 MARTÍNEZ RUIZ, E. y DE PAZZIS PI CORRALES, M. “Milicia y orden público…”, pp. 12 y ss.
121
Francisco Javier García Carrero

-Compañía de Fusileros Guardabosques Reales


-Compañía Suelta de Castilla la Nueva
CASTILLA -Compañía Suelta de Castilla la Vieja
-Compañía de Caballería de Castilla

VALENCIA -Compañía Suelta de Fusileros de Valencia

-Caudillatos de Galicia
OTRAS COMPAÑÍAS -Compañía del Señorío de Vizcaya

Fuente: Martínez Ruiz, E. y de Pazzis Pi Corrales, M., “Milicia y orden público…”, pp. 10-12.

II.1. Mozos de Escuadra


Probablemente sea la institución que mejor conocemos del aparato policial es-
pañol del setecientos7. Según el profesor Martínez Ruiz se trata del cuerpo que
mostró una mayor eficacia a lo largo de su historia. Esta eficiencia sobre las demás
permitió que su modelo organizativo pudiese “exportarse” al resto de la península.
Era evidente que la dependencia orgánica de esta fuerza del Capitán General de
Cataluña les hacía cumplir mejor con su deber de protección de personas y bienes
que las irregulares fuerzas que actuaban en el resto del territorio y dependientes
generalmente de autoridades locales8.
Estas fuerzas dependieron directamente del Capitán General de Cataluña y, por
tanto, aunque fuerza regional, era una representación directa del poder central de
los Borbones en Cataluña, una fuerza estatalizada que, además poseía un carácter
de fuerza auxiliar del ejército en funciones bélicas y de orden público interior, o lo
que Nuria Sales denomina una “força policíaca total” (armada, secreta, militar, ju-
dicial, de costumbres políticas y criminales)9.
II.2. Rondas del Pirrot
Las Rondas Volantes fueron creadas bien avanzado el siglo XVIII, concretamen-
te en 1779, para perseguir malhechores, sobre todo contrabandistas. Su puesta en
funcionamiento fue un tanto particular. Se formaron cuando tres contrabandistas,
Isidro Sansó (a) Pirrot, Mariano Jou y Jacinto Puigmacía, solicitaron del rey Carlos
III un indulto a cambio de organizar unas partidas volantes para perseguir y casti-
gar a los contrabandistas catalanes, es decir a antiguos compañeros de fechorías10.
Conocedores en la manera de operar de sus antiguos compañeros, pronto dieron
con escondites y personas que apoyaban a los delincuentes que eran rápidamente
identificados y detenidos. De ahí sus éxitos en los primeros momentos, resultados
que no pasaron desapercibidos para las autoridades y que fueron ensalzados por el
propio Capitán General de Cataluña, el Conde del Asalto, que valoró la eficiencia de
estas Rondas Volantes de “15 hombres de los Pirrot dirigidas por el antes contra-
bandista D. Isidro Sansó y reclutadas entre sus compañeros indultados”11.
7 Este Cuerpo cuenta con dos estudios que colocan la institución en su contexto histórico. El primero es un
trabajo, ya clásico, de SALES, N. Historia dels Mossos d´esquadra. La dinastía Veciana i la policía catalana del siglo
XVIII, Barcelona, Aedos, 1962; y más reciente de la misma autora, Els Mossos d´esquadra, Barcelona L´avens, 1981.
También pueden consultarse diversos aspectos interesantes de la institución en OTERINO CERVELLÓ, A. “Un
cuerpo hermano: Los Mozos de Escuadra” en Revista de Estudios Históricos de la Guardia Civil, Madrid, nº 8, 1971.
El Siglo de las Luces

8 Sobre la importancia de los capitanes generales en el entramado borbónico con posterioridad a la Guerra de
Sucesión nos remitimos al trabajo de BALTAR RODRÍGUEZ, J.F. La Capitanía General de Aragón (1711-1808),
Zaragoza, El Justicia de Aragón, 2009.
9 SALES, N. Historia dels Mossos…, p.112.
10 MARTÍNEZ RUIZ, E. “Las fuerzas de seguridad y orden público en la primera mitad del siglo XIX” en Cuadernos
de Historia, T. IV, Madrid, Instituto Jerónimo Zurita, 1973, pp. 83-161(para esta cita, pp. 91 y ss.).
11 PALOP RAMOS, J.M. “La militarización del orden público a finales del reinado de Carlos III. La instrucción de
1784” en Revista de Historia Moderna. Ejércitos en la Edad Moderna, nº 22, Anales de la Universidad de Alicante,
122
Los cuerpos de seguridad durante el Siglo de la Ilustración

II.3. Fusileros del Reino de Valencia


Una vez suprimidos los Ballesteros del Centenar, el rey Felipe V creó los conoci-
dos en primer lugar como Migueletes o Miñones y posteriormente, a partir de 1774,
como Fusileros del Reino de Valencia, nombre otorgado fundamentalmente por el
armamento con el que se les dotó a partir de ese año por el rey ilustrado12. No obs-
tante, en fechas tan avanzadas como 1844, todavía podemos leer en documentos
oficiales el término de Miñones para referirse a este cuerpo como perseguidor de
cuadrilla de salteadores de caminos en los campos de Liria13.
En un primer momento, se trataba de un grupo de soldados de tropa ligera
para combatir a los malhechores y delincuentes en general bajo la dependencia del
Capitán General, estableciéndose en pequeños puestos por los distintos pueblos del
reino que previamente habían solicitado su presencia. Estuvieron sufragados por la
Diputación Provincial con un impuesto especial.
II.4. Caudillatos
Los Caudillatos gallegos fueron, quizás, la organización más singular de todas
las creadas por la nueva dinastía borbónica. Se trata del único Cuerpo de seguridad
que no llegó a adquirir fuero militar propio, a pesar de ser una constante aspira-
ción a lo largo de toda su existencia. No obstante, también es cierto que aunque el
Cuerpo no adquirió el deseado fuero, el primero de marzo de 1805 el rey Carlos IV,
en vista de posibles ataques ingleses, otorgó esta distinción por Real Orden a los
jefes de estas milicias después de una petición expresa fechada el 13 de febrero de
ese mismo año y realizada por el Capitán General del Ejército de Galicia14.
Fue, por tanto, otra de las colaboraciones esenciales entre los municipios y los
particulares que desde la Edad Media se habían desarrollado en instituciones como
el Apellido o el Somatén, y que ahora los Borbones recuperaron para la organiza-
ción de los municipios gallegos y que, de una forma u otra, llegaron hasta los inicios
de la contemporaneidad. Se crearon los Caudillatos en el año 1705 con la misión
de vigilar el litoral gallego y prevenir ataques enemigos, sobre todo de ingleses.
Fueron, por tanto, una milicia urbana de paisanos sin uso de uniformes y con ju-
risdicción hasta dos leguas tierra adentro de la costa al mar. Podían servir todos
los hombres entre dieciocho y sesenta años no pudiendo estar exentos ni antiguos
milicianos ni licenciados del ejército15.
II.5. Compañía Fija de Escopeteros de Getares
Surgieron en Andalucía por razones similares, y en el mismo año, que los
Caudillatos analizados en el apartado anterior. Con la compañía de Getares se
quería prevenir los peligros procedentes desde Gibraltar una vez que este pequeño
territorio estuvo bajo control británico. Por tanto, las mayores exigencias en cuanto
al mantenimiento de este Cuerpo empezó con la pérdida definitiva del Peñón, de
XVI Jornadas de Historia en Llerena

ahí que el 2 de enero de 1705, la pequeña partida de milicianos tarifeños estable-


cida en Getares se integrará directamente en el ejército, siendo organizada como
Compañía Fija de Escopeteros. Nos señala Sarriá Muñoz que la argumentación para

2004, pp. 453-486. Separata de la revista, pp. 1-90 (para esta cita, p. 35).
12 Los mejores trabajos sobre este cuerpo lo encontramos en PALOP RAMOS, J.M. “Creación y establecimiento de
la Compañía de Fusileros de Valencia” en Revista Estudis, nº 24,Valencia, Universidad de Valencia, 1998, pp. 339-354;
y del mismo autor, pero mucho más reciente, “Militares y civiles ante el control del orden público: la Compañía
Suelta de Fusileros del reino de Valencia” en Revista Estudis, nº 32,Valencia, Universidad de Valencia, 2006, pp. 321-
362.
13 Gaceta de Madrid, nº 3512, 26 de abril de 1844.
14 COLÓN de LARRIÁTEGUI, F. Juzgados militares e España y sus Indias, t. II, Madrid, Imprenta Real, 1817, p. 464.
15 Ibídem, p. 463.
123
Francisco Javier García Carrero

su creación estuvo íntimamente relacionada con la presencia británica en la nueva


colonia:
“Defensa de Tarifa que está a la lengua del agua, en lo ceñido del es-
trecho, frente a los mahometanos, que de algún tiempo a esta parte, al
parecer insistidos de los enemigos que se hallan en la plaza del Gibraltar,
infestan estas costas con repetidas correrías (…)”16

Con el paso del tiempo, en cambio, y descartada la invasión inglesa, los esco-
peteros se emplearon, como otras tantas unidades, en el mantenimiento del or-
den público y colaboraron con el ejército en sus combates en diferentes conflictos
armados como por ejemplo durante la Guerra de la Independencia. A punto de
ser disueltos, en 1819, la compañía apostó abiertamente por el constitucionalismo
durante el Trienio Liberal. De hecho, fue una de las partidas más activas en el sur
peninsular en la defensa de la Constitución de 1812 llegando a ocupar el pueblo de
Jimena que se había declarado absolutista17.
II.6. Compañía de Escopeteros Voluntarios de Andalucía
Se trata de una institución creada en la segunda mitad del siglo. Esta compañía
estuvo específicamente dedicada a combatir el bandolerismo tan característico en
los campos andaluces. Fue fundada en 1776 después que diversos jefes políticos
elevaran diversas peticiones al Consejo del Reino durante el mandato del rey Carlos
III. Se constituyeron dos compañías con sede en las ciudades de Granada y Sevilla.
No obstante, según una nota explicativa del Expediente de Reforma de 1799 es-
tos Cuerpos andaluces recorrían también las provincias de Jaén y Córdoba ya que
estas provincias tenían “espacios y cañadas muy transitables y transitadas por los
contrabandistas a caballo”18. Gozaron, como otras tantas instituciones, del ansiado
fuero militar19. La manutención de los escopeteros según el expediente anterior-
mente aludido correspondía a los pueblos y su importe a finales del siglo XVIII se
cifró en más de 380.000 reales20.
La compañía granadina fue disuelta al concluir el Trienio Liberal en 1823 ya que
la monarquía absolutista de Fernando VII la identificó claramente con la Milicia
Nacional, mientras que su homónima de Sevilla subsistió hasta septiembre de
1845, permitiéndoles a sus integrantes, si lo deseaban, incorporarse al naciente
Cuerpo de la Guardia Civil. Su desaparición fue a propuesta de la Diputación sevi-
llana, tal y como se pone de manifiesto en el siguiente documento oficial:
“Sevilla 30 de diciembre de 1844. Podemos asegurar que la Excma.
Diputación Provincial ha pedido al gobierno la supresión de las compañías
de escopeteros de Andalucía, ya que la creación de la Guardia Civil ha veni-
do a sustituir el servicio que aquellas estaban prestando”21.

II.7. Compañía de Fusileros de Guardabosques Reales


La Compañía de Fusileros de Guardabosques Reales, una de las instituciones que
mejor conocemos gracias a los diferentes trabajos realizados por Enrique Martínez

16 SARRIÁ MUÑOZ, A. Tarifa a comienzos del siglo XVIII, una sociedad conflictiva en la encrucijada de Gibraltar, Málaga,
El Siglo de las Luces

Editorial Sarriá, 1996, p. 379.


17 OCAÑA TORRES, M.L. (coord.) Historia de Algeciras, t. 2, Cádiz, Diputación Provincial, 2001, p. 212.
18 MARTÍNEZ RUIZ, E. y DE PAZZIS PI CORRALES, M. “Milicia y orden público…”, p. 31.
19 Sobre este tema, véase el trabajo de MARTÍNEZ RUIZ, E. y DE PAZZIS PI CORRALES, M.P. “Los escopeteros
voluntarios de Andalucía: fuero militar y jurisdicción militar en conflicto” en Studia Histórica. Historia Moderna, nº
25, 2003, pp. 149-169.
20 Ibídem, p. 28.
21 Gaceta de Madrid, nº 3.767, 6 de enero de 1845.
124
Los cuerpos de seguridad durante el Siglo de la Ilustración

y Magdalena de Pazzis22. Se crearon por Real Decreto de 4 de agosto de 1761 en


Cataluña para ser posteriormente trasladados a Madrid, cuartel de Aravaca, y re-
partida en pequeños destacamentos situados en los núcleos de población próximos
a los bosques de los Sitios Reales23. A partir de 1784, año en que se publicó su
reglamento, la plantilla del Cuerpo fue incrementada notablemente, momento que
fue aprovechado para atender también a la seguridad pública así como a la captura
de los malhechores que pululaban por la zona que tenían encomendadas.
II.8. Compañía Suelta de Castilla la Nueva
Con la misión de perseguir malhechores y contrabandistas en las orillas del
río Tajo, proximidades de Madrid y Reales Sitios se fundó en las postrimerías del
siglo XVIII, concretamente su fecha de creación está datada en 1792, una de las
últimas compañías destinada a velar por el orden público. Tomó el nombre de
Compañía Suelta de Castilla la Nueva y su plantilla, mixta, la componían cien plazas
de Infantería y treinta de Caballería que estaban a las órdenes de un capitán, un
primer teniente, un segundo teniente y un subteniente.
El reglamento de esta compañía fue considerado como una pieza perfecta, útil y
digna de ser imitada, y aplicada, en el resto de las instituciones que anteriormente
hemos estudiado. Tenía sede en la villa de Vallecas, dependiendo económicamente
de la Superintendencia General de la Real Hacienda y en cuanto a disciplina y go-
bierno, del gobernador de la plaza de Madrid24.
Sin embargo, pocos años después en el Expediente de Reforma de 1799 se se-
ñalaban varias cuestiones que no funcionaban bien en este Cuerpo de seguridad
y que, por tanto, había que solucionar en los próximos años. Se señaló en este
estudio que aunque la creación del Cuerpo era para solucionar problemas de las
cercanías de Madrid y los Reales Sitios, en aquel momento varias compañías se
encontraban muy alejadas de su zona natural de actuación y ello provocaba una
escasa vigilancia por parte de sus jefes naturales:
“La tropa se vicia y pierde la buena disciplina, permaneciendo por mucho
tiempo lexos de la vista de los xefes”25.

II.9. Compañía Suelta de Fusileros del Reino de Aragón


Suprimidas en los inicios del siglo XVIII las Guardas del Reino de Aragón por su
apoyo al pretendiente austriaco, el 11 de septiembre de 1766 se creó, después de
una petición realizada por Jerónimo de Torres, la Compañía Suelta de Fusileros del
Reino de Aragón26, cuya misión no difiere de las anteriormente señaladas: perse-
cución de vagos, mal entretenidos, desertores y ladrones. Además de ello, también

22 Para un mejor conocimiento de este cuerpo remitimos a los siguientes estudios: MARTÍNEZ RUIZ, E. y de
XVI Jornadas de Historia en Llerena

PAZZIS PI CORRALES, M.P. “Creación y organización de la Compañía de Fusileros y Guardabosques Reales” en


Actas del Coloquio Internacional Carlos III y su siglo, t. II, Madrid, 1990, pp. 61-74; “Los Guardabosques Reales y su
entorno (1762-1784)” en Studia Histórica. Historia Moderna, nº 6, 1988, pp. 579-587; “Precedentes de la creación
de la Guardia Civil. La compañía de Fusileros Guardabosques Reales” en Cuadernos de la Guardia Civil, Madrid,
1989, pp. 119-124; “Los Guardabosques Reales: inicio de funcionamiento y dotación de equipo” en Espacio,Tiempo
y Forma, Historia Moderna, serie IV, Vol.7, 1994, pp. 447-466; y recientemente Protección y seguridad en los sitios
reales desde la Ilustración al liberalismo, Alicante, Universidad de Alicante, 2010.
23 MARTÍNEZ RUIZ, E. y DE PAZZIS PI CORRALES, M.P. “Los Guardabosques Reales: inicio…”, p. 447.
24 DE PAZZIS PI CORRALES, M.P. “El Estado contra el delito en Madrid y su entorno: la compañía suelta de Castilla
la Nueva (1792)”, en Revista de Historia Moderna, nº 22, Alicante, 2004, pp. 487-508. Separata de la revista, pp. 1-61
(para esta cita, p. 24).
25 MARTÍNEZ RUIZ, E. y DE PAZZIS PI CORRALES, M. P. “Milicia y orden público…”, p. 32.
26 ARMILLAS VICENTE, J.A. “La Compañía Suelta de Fusileros de Aragón (1762-1788)” en Homenaje al Doctor
Sebastián García Martínez, t. I,Valencia, 1989, pp. 367-381.
125
Francisco Javier García Carrero

tuvieron la obligación de auxiliar a la justicia obedeciendo todo lo que mandase el


Capitán General del reino, quedando, por tanto, bajo su autoridad directa.
Esta compañía es una de las mejor estudiadas en el Expediente de Reforma
de 1799, en el mismo se solicitó que los mandos fueran todos aragoneses porque
se decía que el soldado aragonés “y aún más estos fusileros sirven con disgusto
mandados por oficiales de otras provincias, y mucho más si son extranjeros”27. En
este mismo informe se resaltó algunas de las deficiencias que la misma tenía. Es
significativo como este documento veía conveniente la creación de una compañía
de Caballería con el fin de “remediar la fuga de los malhechores que estando a ca-
ballo, lo consiguen con frecuencia”28.
Durante la Guerra de la Independencia, la compañía mostró su lado más heroico
cuando gran parte del colectivo que lo integraba estuvo participando en los sitios
que sufrió la capital aragonesa durante esta contienda. Finalizada la guerra y des-
pués de diversas supresiones y restablecimientos, en 1843 se produjo su disolución
definitiva por Real Orden de 21 de octubre de 1843 después de haber tomado parte
en los sucesos políticos de ese mismo año.
II.10. Superintendencia General de Policía de Madrid
Hasta este momento, la práctica totalidad de los Cuerpos estudiados perseguían
los delitos que fundamentalmente se desarrollaban en ámbitos rurales. Por ello,
los deseos de cubrir la seguridad pública en las zonas urbanas llevó a Carlos III en
1782 a crear una institución que velase, y vigilase, el orden público en la capital de
su reino. Este fue el sentido que tiene la fundación de la Superintendencia General
de la Policía que fue configurada como un Cuerpo separado del resto de organismos
que velaban por la seguridad en la capital de España. De esta forma durante el
reinado de Carlos III se creó la figura de un “superintendente general de la policía
para Madrid, su jurisdicción y rastro con antigüedad y plaza efectiva en mi consejo
(…) corrigiendo a los contraventores, multándolos y aplicándoles los destinos pre-
vistos en las mismas”29.
Este superintendente asistiría con categoría de ministro a la Sala Primera de
Gobierno del Consejo por lo que chocó, en el terreno jurisdiccional, con la Sala
de Alcaldes de Casa y Corte y con el corregidor de Madrid. Por ello, cuando
Floridablanca, su verdadero valedor, fue destituido los días de la Superintendencia
General de Policía estaban contados. Fue suprimida en junio de 1792, reinando
Carlos IV, y significó claramente la vuelta a la situación existente en 1768, tal y
como se refleja en la documentación oficial de la Gaceta de Madrid:
“Se ha publicado una Real Cédula de S.M. y Señores del Consejo, por
la cual se suprime la Superintendencia general de Policía de Madrid y su
rastro, creada en el año de 1782, y se manda observar el reglamento de
1768, en que se dividió la población de esta Corte en ocho cuarteles; dada
en Aranjuez a 13 del presente mes de junio”30.

III. CONCLUSIÓN
El Siglo de las Luces

Durante las primeras décadas del siglo XIX, y hasta que se cree el Cuerpo único
de seguridad y que abarcaba toda España en 1844, la Guardia Civil, tanto el rey

27 MARTÍNEZ RUIZ, E y DE PAZZIS PI CORRALES, M.P. “Milicia y orden público…” p. 25.


28 Ibídem, p. 26.
29 MARTÍNEZ RUIZ, E. “Apuntes sobre la policía de Madrid en el reinado de Carlos IV”…, pp. 65-84 (para esta cita,
p. 66).
30 Gaceta de Madrid, nº 5, 26 de junio de 1792.
126
Los cuerpos de seguridad durante el Siglo de la Ilustración

francés José I, como el último de los reyes absolutistas españoles, Fernando VII,
continuaron buscando esa institución que pusiese equilibrio en uno de los aparta-
dos básicos para la estabilidad de cualquier Estado, el de la seguridad y el orden
público.
Fueron intentos, al igual que todos los que hemos señalados para este artí-
culo poco provechosos y edificantes. Ni la Milicia Nacional ni, por supuesto, los
Voluntarios Realistas, o los Salvaguardas Nacionales fueron Cuerpos de trascen-
dencia duradera y verdaderamente efectivas para la historia de España en materia
de seguridad, aunque por motivos completamente distintos.
Por consiguiente, hubo que esperar a los inicios del reinado de Isabel II, ins-
tante en el que el liberalismo moderado se hizo con las riendas del Estado (Década
Moderada), cuando se pudo hacer realidad, el anhelo de aquellos ilustrados que
apostaron por ese Cuerpo único que sustituyese a todas las instituciones inoperan-
tes a las que hemos hecho referencia.

XVI Jornadas de Historia en Llerena

127

Anda mungkin juga menyukai