CONTENIDO:El reconocido tratadista Guillermo González Charry conversa sobre el desarrollo que ha tenido el derecho laboral
en Colombia durante los últimos 50 años.
AUTOR:Pedro Antonio Molina Sierra, Claudia Janeth Wilches Rojas
PAÍS DE ORIGEN:COLOMBIA
TEMAS GENÉRICOS:LABORAL
REVISTA ACTUALIDAD LABORAL N°:112, jul.-ago./2002, pág. 16
G.G.Ch.: A mí me parece que quedó muy bien porque el Estado tiene que estar por encima de
cualquier tipo de relación laboral. Debe ser un mecanismo de mando que no se puede manejar con la
ligereza o con la generosidad con que se manejan algunas empresas privadas. El Estado está hecho
para mandar, para organizar el país y no para desorganizarse y crear caos. Por eso no había
convenciones colectivas ni derecho a la huelga en los servicios públicos.
A.L.: ¿Cómo ve la evolución que ha tenido el derecho laboral colombiano?
G.G.Ch.: Creo que esa evolución ha tenido varias consecuencias. En primer lugar, ha permitido
extender la legislación privada a zonas del Estado e incorporar una serie de medidas para beneficiar a
los empleados oficiales. En segundo lugar, dividió a los trabajadores oficiales en dos rangos: la franja
vinculada con las relaciones de derecho público, y la franja vinculada por contratos de trabajo, que se
consolidó con la expedición de un decreto en 1968 que tuve la oportunidad de redactar junto con Adán
Arriaga. Con esa norma se extendieron una serie de prebendas para los trabajadores oficiales, pero
hubo otras como el derecho a la huelga y la firma de convenciones, que no se extendieron. Por esa
razón fue necesario especificar el tipo de trabajador para saber sus derechos. Estas circunstancias
demuestran la riqueza normativa que ha tenido el derecho laboral.
A.L.: ¿Cuál ha sido el éxito de esas iniciativas que aún hoy siguen vigentes?
G.G.Ch.: Considero que sorteó muy bien toda la evolución laboral y se consiguió un estatuto que sirvió
de instrumento muy eficaz para el equilibrio social. Sin embargo, ha habido golpes muy duros como la
reforma de 1990, que transformó una serie de instituciones importantes como el salario integral, el
salario mínimo, las cesantías y que, de paso, abrió las puertas para lo que hoy llaman la flexibilización
laboral, que es acabar con lo que queda.
A.L.: ¿La Constitución Política de 1991 qué le aportó al derecho laboral?
G.G.Ch.: Considero que antes de la Constitución de 1991, debe mencionarse la gran reforma de López
en 1936 a la Constitución de 1886, porque con ella se le dio una solidez tremenda al derecho laboral y
se dictaron pautas más concretas sobre el derecho a la huelga. En cuanto a la Constitución de 1991, es
de destacar que modificó varios conceptos relacionados con los derechos de negociación colectiva de
quienes trabajan en empresas de servicios públicos, y creó otras instituciones como el Estatuto del
Trabajo que aún no ha sido desarrollado por el Congreso de la República. En general, los aportes de
esta Carta Política fueron buenos.
A.L.: En desarrollo de la nueva Carta ha adquirido gran protagonismo la jurisprudencia de la Corte
Constitucional en materia laboral. ¿Cómo ve esta situación?
G.G.Ch.: Creo que a la Corte se le ha ido un poco la mano en su jurisprudencia. Para no ir muy lejos,
hay una sentencia reciente sobre un mecanismo de reflexión que no comparto, en donde legitima la
huelga de solidaridad, alegando que, a raíz de la ausencia de la prohibición taxativa por parte de las
normas, es posible realizarla. En la práctica, hasta donde yo recuerdo, no ha prosperado en ninguna
parte del mundo ni siquiera en Inglaterra. El problema es que la Constitución de 1991 le entregó a la
Corte Constitucional una serie de deberes que prácticamente la proclamaron como la última palabra en
materia de derecho. Yo pertenecí a la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y me parece
que esa Corte tenía funciones muy concretas en relación con el organismo constitucional, contrario a lo
que pasa hoy en día con la Corte Constitucional.
A.L.: ¿ Cuál es su opinión sobre la reciente reforma al Código de Procedimiento Laboral?
G.G.Ch.: En principio quisiera mencionar dos nuevos instrumentos que se le incorporaron al régimen
procesal laboral: el establecimiento de recursos especiales, como el de revisión, y el principio de la
consonancia, aun cuando este último aspecto me parece realmente inútil porque es algo que nace de la
naturaleza de las cosas; el que va a emitir un fallo necesariamente tiene que fallar según la demanda,
no puede inventarse hechos que no existen o que no están probados.
A.L.: La reforma asignó la solución de los conflictos de la seguridad social a la jurisdicción del trabajo.
¿Cuál es su opinión al respecto?
G.G.Ch.: Yo creo que debe haber una justicia especial, atendida por jueces especiales, para la
seguridad social. No es lo mismo examinar un contrato de trabajo que empezar a examinar si se
pagaron las cuotas del seguro social, si se tenía derecho o no se tenía derecho en salud o en
pensiones. En Colombia tenemos una seguridad social tan grande que deben existir jueces especiales
en este sentido, para que manejen el lenguaje y los hechos propios de la jurisdicción.
A.L.: ¿El derecho laboral puede participar en la generación de empleo?
G.G.Ch.: Existen una serie de factores económicos y sociales que van más allá de las normas y que
son los que en realidad provocan el estancamiento del empleo en Colombia. No veo cómo puede hacer
parte la legislación laboral en la generación de empleo, porque éste es un problema que radica
fundamentalmente en lo político y en lo administrativo y no en la justicia.
A.L.: ¿Cómo ve los procesos de integración del derecho laboral en el ámbito latinoamericano?
G.G.Ch.: Soy muy poco optimista frente a ellos. En el caso Andino, la creación del Tribunal Andino
terminó siendo un rotundo fracaso. En materia laboral, a pesar de que éste organismo es de carácter
obligatorio, no sirvió. Otras cosas que se tratan de hacer para unificar la legislación laboral han
resultado inútiles, porque no se tienen en cuenta las características propias de cada país. Yo creo que
eso es fruto de las necesidades y de las costumbres de los diferentes pueblos. Hoy hay una tendencia
a unificar la cuestión penal, pero para hacerlo han tenido que crear organismos oficiales internacionales
y darles estatutos especiales distintos en cada país.
A.L.: En el marco internacional, ¿cómo le parece la labor de unificación del derecho que viene
desarrollando la Organización Internacional del Trabajo (OIT)?
G.G.Ch.: Tengo mis reparos. Yo fui a varias reuniones a Ginebra sobre derechos sociales. En la OIT
uno se encuentra con unos convenios irrisorios. Cómo es posible que en pleno siglo XXI se invite a
congregarse alrededor de unas normas que existen hace 100 años. Algunos tratados desconocen las
legislaciones de cada país, de ahí que uno encuentra convenios de la OIT que son inaceptables porque
escogen patrones de Irlanda e Inglaterra y se aprueban de manera mecánica. Los funcionarios
colombianos deben tener más cuidado al aprobar los convenios, tienen que prepararse más, informarse
más y denunciar ante la Cancillería cuando se aprueben cosas ilógicas.