A lo largo de este texto, Peter Sloterdijk realiza una crítica abierta a autores
filosóficos como Heidegger y sus términos del ser-ahí (Dazein) y el tiempo en tanto
dimensión que es finita para la humanidad, pues no hay hombre inmortal, sino que
este, al final de su periodo vital, habrá de morir, por lo que sólo podría aceptar tal
destino. Sloterdijk critica a Heidegger pues comenta que su filosofía destructora de
la metafísica está basada en posturas que acaban por ser incompetentes para
describir ontológicamente a objeto y sujeto, conduciendo a “la reducción inevitable
sin esperanza y a la abreviatura” (2009, p. 135).
Por otra parte, el autor también realiza comentarios acerca de los avances
tecnológicos desarrollados en las últimas décadas del siglo XXI, mismas que, a la
vez ejemplifican la inmensa capacidad creativa del hombre y de sus saberes
científicos, aunque, por otra parte, igualmente ponen de manifiesto el peligroso
alcance que estos desarrollos pueden tener en tanto que sea utilizadas para fines
bélicos, como ha solido ser durante la historia de la humanidad (pasando desde el
uso de arcos y flechas, hasta las actuales “guerras informáticas” libradas sin
armas mortales pero con fines devastadores social y económicamente).
Para Sloterdijk, se trata de que se busca el dominio sobre el objeto, ese objeto
naturaleza, ese objeto hombre, y de tal manera se apela ya a la ética de las
prácticas científicas que se desembarazan de las responsabilidades morales (y a
veces jurídicas) respecto de los efectos que pueden producir bajo el nombre del
“progreso”, estandarte que ha enmascarado miles de experimentos atroces y que
pueden, en realidad, poner sobre la mesa la capacidad creativa del ser humano
como el destructor del ser humano mismo.