El olvido también será utilizado por el autor como una técnica desarrollable de creación
literaria. Se manifiesta por medio de silencios y elipsis que se intercalan en el relato y
que serán también elementos característicos para conseguir una relación con la locura,
conforme a la tradición erasmiana de ligar olvido y locura, logrando creaciones
artísticas en base a silencios y omisiones.
·Una vez que el protagonista pierde el juicio se genera una fantasía que provocará en él
el establecimiento de convicciones en base a originales invenciones literarias. La
memoria alimentará su imaginación ocasionando una confusa situación para el
personaje en la que no es capaz de distinguir las situaciones vividas y las leídas. El
problema se fundamenta en la recreación de lecturas que llevan a la fidelización de unos
modelos ficticios a los cuales queda tan obligado como para llegar inventar hasta un
enfermizo amor. Desde luego la memoria no es tan primordial en su función como
cabría esperar, y su tratamiento en el Quijote no es sino una rememoración del modelo
seguido a la hora de establecer las cinco potencias del alma, el entendimiento, la
imaginativa, la reminiscencia, el sentido común y la memoria, según una clasificación
ya consolidada por autores como Santo Tomás, Boecio, y otros.
Los desajustes entre sus recuerdos caballerescos y la realidad nos hacen disfrutar de un
relato más completo y entretenido, aunque el mundo de los libros que dirige sus pasos
no le hará, de todos modos, olvidarse de cumplir con sus necesidades vitales. Sancho
Panza, el escudero, se representa como un acompañante más esperanzado que fortuito,
es decir, desde un principio nos queda claro que el móvil de su fidelidad para con el
caballero no es otro que el recuerdo de la promesa de una ínsula y no realmente ninguna
inicial afinidad que le moviera a creer todas las imaginarias aventuras de su señor. El
conocido pasaje de los molinos de viento sirve perfectamente para ilustrar este
contraste.
·El género pastoril también contará con referencias en esta obra, refiriéndose por
supuesto a los enamorados pastores que vagan recitando y cantando sus dramas. Las
ocasiones también serán propicias para un enfrentamiento cultural ventajoso del
caballero con personajes ignorantes o iletrados, que serán ilustrados sobre un mundo
desconocido para ellos, y donde se les presentarán las autoridades de sus caballeros. En
alguna ocasión el planteamiento se realizará desde un enfoque más igualitario, donde las
posiciones provocarán el debate y la contradicción, llevándonos así al descubrimiento
de la verdad. Una de las técnicas empleadas para perfeccionar el carácter paródico de la
obra consiste en la representación de unos linajes grandilocuentes y extraños que
quedan fuera de todo orden lógico.
Este recurso literario queda perfeccionado en algunos pasajes por medio de la inventiva,
a través de la cual ya no se consigue únicamente representar una transformación mental
de la realidad, sino también unas complicadas creaciones imaginativas que por su
erudición son irrebatibles por Sancho. Este no obstante jugará un papel importante a la
hora de conjugar la memoria de los libros con la memoria de las experiencias reales,
ocasionando así una alteración de los hechos cotidianos y de las esperanzas futuras de
ambos personajes.
A través de Sancho Panza Cervantes realizará al final de la primera parte una síntesis de
todas las aventuras pasadas, síntesis que tiene también una finalidad de recordatorio
para los lectores del libro. Esto no lo podemos entender como una recreación por parte
del autor en resúmenes propios, sino como una serie alusiva exenta de retórica y
encaminada más bien a figurar la naturaleza del personaje que se encarga del relato. Las
acciones son recordadas de forma novelística y con una gran riqueza y variedad no
exenta de retórica, lo que confiere a los recuerdos una viveza que nos ayuda a intuir su
volatilidad y su posibilidad de transformación.
Uno de los particulares contrastes producidos en esta segunda parte de la obra será la
diversión que provoca Sancho frente a la melancolía de su amo. El juego irónico y
paródico se hará así constante, empleándose también una afilada burla entre el recuerdo
y el olvido, el cual no dependerá nada más que del interés personal. Esto lo podemos
observar claramente cuando don Quijote alega no recordar las promesas en que su
escudero insiste verse recompensado. ·Con la evolución de la novela se producirán
curiosos intercambios de papeles entre los personajes, como por ejemplo cuando la
melancolía se apodera también del escudero como consecuencia lógica de su proceso de
quijotización que ya hemos citado con anterioridad. Estos recursos junto con la obligada
participación del lector harán que la relación de éste con el libro no sea simplemente la
de un espectador ajeno a la historia, sino que se involucre y participe activamente de
ella, siendo complicado que se sienta desmotivado a la hora de enfrentarse con un libro
complejo pero a la vez entretenido y con el que fácilmente se puede llegar a considerar
identificado.
Llegará un momento en que don Quijote irá precedido por sus historias, siendo
reconocido por donde va. Tendrá que sufrir burlas y jocosidades, mientras que Sancho
irá acrecentando la memoria heroica y repasando todos los lugares y acciones
recorridos. El narrador a su vez se encargará de avivar la memoria del lector. Con la
derrota de nuestro protagonista por el Caballero de la Blanca Luna se detalla su
melancolía y la creciente esperanza de volver, aunque el hecho de alejarse cada vez más
del pasado hará que se entienda su renuncia al futuro y a una aventura posible, lo que
lógicamente le conducirá a la inacción y a la muerte. Los recuerdos se agolpan y se
recrean, convirtiendo el pasado en pura reliquia. El pasado deja lugar a un futuro
incierto y en el que se esperan malos destinos, aunque Sancho insista reiteradamente en
cambiarlo. Todo esto se produce en el marco de inicio de la obra, en un lugar de la
Mancha.
Tras un sueño solitario cobra su juicio y renuncia a su pasado, acabando con sus
memorias y con su propio nombre. Su muerte será una locura para el escudero que la
considera consecuencia de su abandono a la melancolía. Hasta este final la novela
conservará el doble matiz tragicómico. Cervantes se preocupará de consolidar la fama
de su personaje a través del epitafio de Sansón Carrasco y de la personificación de la
pluma de Cide Hamete. ·El Quijote significó la ruptura con la teoría erasmista que
oponía la figura del sabio melancólico y envejecido a la del necio orondo y satisfecho.
El héroe cervantino fusiona ambas figuras e incluye una imaginativa portentosa que se
une a otras capacidades que facilitan la risa del lector, consolidándose así como una
personalidad evolutiva y realista, capaz de cambiar. La novela no es sino un gran
adelanto en la evolución de la narrativa hacia su desligamiento de todo lo alegórico y
retórico, pudiéndose comprobar como la poética va claramente dirigida hacia la
búsqueda de la invención y a la huida de una imitación servil, convirtiendo al personaje
también en alguien imitable, del que su ingenio es uno de los rasgos más destacables.
Los temperamentos coléricos y melancólicos en relación con los vicios y las virtudes
son genialmente tratados y conjugados en la particular figura del ingenioso hidalgo Don
Quijote de la Mancha. Situándonos ante una de la obras maestras de la literatura
universal no podemos olvidar su valor como invención de la novela moderna y su fama
y memoria imperecederas que, curiosamente, nacieron con voluntad de olvido.