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➧El concepto de “arqueología” en

Michel Foucault
por Teoría de la historia
(Archéologie). Orden. Les Mots et les choses lleva como
subtítulo “Una arqueología de las ciencias humanas”. El prefacio,
en efecto, presenta la obra no como una historia en el sentido
tradicional del término, sino más bien como una arqueología
cuyos problemas de método serán estudiados en una obra
posterior (que será L’Archéologie du savoir). Ya en L’Histoire de
la folie à l’âge classique Foucault concebía su práctica de la
historia como una arqueología del saber. La arqueología no se
ocupa de los conocimientos descriptos según su progreso hacia
una objetividad, que encontraría su expresión en el presente de la ciencia, sino de la
episteme, en la que los conocimientos son abordados sin referirse a su valor racional o a su
objetividad. La arqueología es una historia de las condiciones históricas de posibilidad del
saber. Éstas dependerían de la “experiencia desnuda del orden y de sus modos de ser”. Entre
los “códigos fundamentales de una cultura” y las teorías científicas y filosóficas que explican
por qué hay un orden, existe para Foucault una “región intermedia” –”anterior a las palabras, a
las percepciones y a los gestos que deben traducirla con mayor o menor exactitud […]; más
sólida, más arcaica, menos dudosa, siempre más verdadera que las teorías”– que fija, como
experiencia del orden, las condiciones históricas de posibilidad de los saberes. La arqueología
se propone analizar, precisamente, esta “experiencia desnuda” del orden. En este nivel, el
trabajo de Les Mots et les choses no nos muestra el movimiento casi ininterrumpido de la ratio
europea, sino dos grandes discontinuidades: la que separa el renacimiento de la época clásica
y la que distancia a ésta de la modernidad. Historia, monumento, documento. La arqueología
del saber se sitúa en este cambio (ni reciente ni acabado) por el cual la historia redefine
su posición respecto de los documentos. La tarea primera de la historia ya no consiste en
interpretar el documento, determinar si dice la verdad o señalar su valor expresivo, sino más
bien en trabajarlo desde el interior: “ella lo organiza, lo divide, lo distribuye, lo ordena, lo
reparte en niveles, establece series, distingue lo que es pertinente y lo que no lo es, señala
elementos, define unidades, describe relaciones”. En otros términos, en lugar de tratar los
monumentos como documentos (lugar de la memoria del pasado), ahora los trata como
monumentos. No busca en ellos las huellas que han podido dejar los hombres, sino que
despliega un conjunto de elementos, los aísla, los agrupa, establece relaciones, los reúne
según niveles de pertinencia. Los efectos de superficie de este cambio de posición de la
historia respecto del estatuto del documento han sido, en primer lugar, en el campo de la
historia de las ideas, la multiplicación de las rupturas, y en la historia propiamente dicha, la
aparición de los grandes períodos. Otras consecuencias de este cambio de posición han sido:
la nueva importancia de la noción de discontinuidad; la posibilidad de una historia general, no
de una historia global; nuevos problemas metodológicos (la constitución de un corpus
coherente, la determinación del principio de selección, la definición del nivel de análisis, la
delimitación de conjuntos articulados, el establecimiento de las relaciones entre ellos).
Historia de las ideas. Como respuesta a estos nuevos problemas metodológicos, Foucault
ha elaborado una serie de nociones (formaciones discursivas, positividad, archivo) y ha
definido un dominio de análisis (enunciados, campo enunciativo, prácticas discursivas). “La
arqueología describe los discursos como prácticas específicas en el elemento del archivo”. En
este sentido, la arqueología se distingue de la historia de las ideas. Los grandes temas de la
historia de las ideas son la génesis, la continuidad, la totalización, el pasaje de la no-filosofía a
la filosofía, de la no-cientificidad a la ciencia, de la no-literatura a la obra. La arqueología no es
una disciplina interpretativa; no trata los documentos como signos de otra cosa, sino que los
describe como prácticas. Por ello no persigue establecer la transición continua e insensible
que une todo discurso a lo que lo precede y a lo que lo sigue, sino su especificidad. No está
ordenada a la obra (para encontrar allí la expresión de la individualidad o de la sociedad, la
instancia del sujeto creador –no es ni psicología ni sociología–); define prácticas discursivas
que atraviesan las obras. Finalmente, tampoco pretende establecer lo que ha sido dicho en su
identidad (lo que los hombres han pensado, querido, intentado o deseado decir en el momento
en que proferían sus discursos), sino que es una reescritura de los discursos en el nivel de su
exterioridad. Entre arqueología e historia de las ideas encontramos cuatro grandes diferencias:
1) Respecto de la asignación de la novedad. La arqueología no está en la búsqueda de las
invenciones o del momento en que algo fue dicho por primera vez, sino de la regularidad de
los enunciados. 2) Respecto del análisis de las contradicciones. Las formaciones discursivas,
objeto de la descripción arqueológica, no son un texto ideal, continuo. La descripción
arqueológica quiere mantener sus múltiples asperezas. 3) Respecto de las descripciones
comparativas. Al suspender la primacía del sujeto y, de este modo, no reducir el discurso a la
expresión de algo que sucede en el interior de un cogito, la arqueología no pretende tampoco
ser un análisis causal de los enunciados que permitiría relacionar punto por punto un
descubrimiento y un hecho, un concepto y una estructura social. La arqueología se inscribe en
la historia general; quiere mostrar cómo la historia (las instituciones, los procesos económicos,
las relaciones sociales) puede dar lugar a tipos definidos de discurso. 4) Respecto del
establecimiento de las transformaciones. La contemporaneidad de varias transformaciones no
significa para la arqueología una exacta coincidencia cronológica. Numerosas relaciones son
posibles entre ellas. La ruptura es el nombre que reciben las transformaciones que afectan al
régimen general de una o varias formaciones discursivas. Por ello la época no es la unidad de
base. Si la arqueología habla de época, lo hace a propósito de prácticas discursivas
determinadas […]
Formalización e interpretación. La arqueología define una metodología de análisis de los
discursos que no es ni formalista ni interpretativa. Mientras la unidad de trabajo de las
metodologías formalistas es la proposición-significante y la de la interpretación es la frase-
significado, la arqueología se ocupa de enunciados y formaciones discursivas.
Otras arqueologías. Hasta el momento de la publicación de L’Archéologie du savoir (1969), la
episteme era una modalidad de interrogación de los saberes. En este sentido, se trataba de
arqueologías orientadas a la episteme. De todos modos, Foucault piensa en la posibilidad de
otras descripciones arqueológicas, no orientadas a la episteme: una arqueología de la
sexualidad, de la pintura, de la política.
Geología, genealogía. “Mi objeto no es el lenguaje, sino el archivo, es decir, la existencia
acumulada de discursos. La arqueología, como yo la entiendo, no es pariente de la geología
(como análisis del subsuelo) ni de la genealogía (como descripción de los comienzos y las
sucesiones), es el análisis del discurso en su modalidad de archivo”.
Kant. Ha utilizado el término “arqueología” para referirse a la historia de lo que hace necesaria
una forma de pensamiento. El texto de Kant es: Fortschritte der Metaphysik, en Gesammelte
Schriften, Berlín, Walter de Gruyter, t. XX, 1942, p. 341. Éste es el terreno de la arqueología;
no el de Freud, como piensa Steiner.
[Edgardo CASTRO. El vocabulario de Michel Foucault. Un recorrido alfabético por sus temas,
conceptos y autores. Bernal: Universidad Nacional de Quilmes, 2004]

Arqueología Archivista: la arqueología es una descripción de los enunciados que


constituyen un archivo. “El término ‘arqueología’ remite al tipo de investigación que se
dedica a extraer los acontecimientos discursivos como si estuvieran registrados en un
archivo.” (Foucault [1975] 1999: 63) Descripción de formaciones discursivas -objetos /
conceptos / posiciones de sujeto / tácticas.

Arqueología “[…] se trata de considerar el discurso como una serie de acontecimientos,


de establecer y describir las relaciones que estos acontecimientos, que podemos llamar
acontecimientos discursivos, mantienen con otros acontecimientos, que pertenecen al
sistema económico, al campo político o a las instituciones. Considerado bajo este ángulo,
el discurso no es más que un acontecimiento como los otros, incluso si los
acontecimientos discursivos tienen, con relación a los otros acontecimientos, su función
específica.” (Foucault [1975] 1999: 61-62) “La arqueología del saber no es más que un
modo de aproximación” (1992: 115).

Genealogía “…la arqueología sería el método propio de los análisis de las


discursividades locales, y la genealogía la táctica que a partir de estas discursividades
locales así descritas, pone en movimiento los saberes que no emergían, liberados del
sometimiento” (1992: 131). “La genealogía es gris: es meticulosa y pacientemente
documentalista. Trabaja sobre sendas embrolladas, garabateadas, muchas veces
reescritas” (1992: 7). “…se deriva para la genealogía una tarea indispensable: percibir la
singularidad de los sucesos fuera de toda finalidad monótona: encontrarlos allí donde
menos se espera y en aquello que pasa desapercibido por no tener nada de historia –los
sentimientos, el amor, la conciencia, los instintos- […]” (1992:7). “La genealogía exige, por
tanto, el saber minucioso, gran cantidad de materiales apilados, paciencia” (1992: 8).

“Hacer genealogía […] será [… ] ocuparse en las meticulosidades y en los azares de los
comienzos; prestar una escrupulosa atención a su derrisoria malevolencia; prestarse a
verlas surgir quitadas las máscaras, con el rostro del otro; no tener pudor para ir a
buscarlas allí donde están -‘revolviendo los bajos fondos’-; dejarles el tiempo para
remontar el laberinto en el que ninguna verdad nunca jamás las ha mantenido bajo su
protección” (1999: 11) “Llamamos genealogía al acoplamiento de los conocimientos
eruditos y de las memorias locales que permite la constitución de un saber histórico de la
lucha y la utilización de ese saber en las tácticas actuales” (1992: 131). “Y es eso lo que
yo llamaría genealogía, es decir, una forma de historia que da cuenta de la constitución de
los saberes, de los discursos, de los dominios de objeto, etc., sin tener que referirse a un
sujeto que sea trascendente en relación al campo de los acontecimientos o que corre en
su identidad vacía, a través de la historia” (1992: 181).

Genealogía cartografía de las luchas en su emergencia y transformación (cartógrafo)

(a) la indagación genealógica de líneas de múltiples causalidades, transformaciones y


emergencias de los eventos o series de eventos. En oposición a la pesquisa metafísica
del ‘origen’ monolítico y el despliegue teleológico de una entidad trascendental asociados
a ciertas tendencias del análisis histórico.

(b) enfoque genealógico problematiza aquellos análisis predicados en los universales


antropológicos como el de un preexistente, unificado y autónomo sujeto soberano.

(c) eventualiza. La eventualización posibilitaría tomar distancia de lo que nos parece


evidente, de la tendencia a subsumir el acontecimiento en horizontes de inteligibilidad o
unidades predeterminadas

(d) las genealogías son anticiencias ya que constituyen intervenciones en contra de los
efectos paralizantes de las teorías totalitarias y de las maquinas disciplinarias que
encubren contenidos históricos y saberes sometidos

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