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PHÍLOS HETAÎROS

Homenaje al profesor Luis M. Macía


© del texto, las/os autores, 2018
© de la edición, UAM Ediciones, 2018

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CRÍTICA TEXTUAL Y MÉTRICA GRIEGAS
Hic non sunt dracones: el γλανις en
Aristóteles y una crux desperationis
en la Historia Animalium vii 602B20-28

Daniel Riaño Rufilanchas


Profesor contratado Programa Ramón y Cajal
Universidad Autónoma de Madrid
danielrianno@gmail.com

Resumen– El artículo trata un pasaje corrupto dentro del séptimo libro de la Historia
Animalium de Aristóteles (602b20-28). Los editores modernos no ven ningún problema
textual en el mismo, pero el autor del artículo argumenta que el texto actual es inde-
fendible, establece la validez de antiguas conjeturas y estudia diversas vías para en-
mendarlo. Para comprender el problema textual y sus vías de solución, el autor estudia
la solidez de las observaciones de Aristóteles referidas a los siluros europeos (Silurus
glanis y/o Silurus aristotelis).
Palabras clave– griego antiguo, crítica textual, tratados biológicos de Aristóteles, His-
toria Animalium, zoología griega, biología antigua, astronomía antigua, ciencia griega,
siluridae, siluros.

Hic non sunt dracones: γλάνις in Aristotle and a crux


desperationis in Historia animalium 602B20-28

Abstract– This paper deals with a passage in the seventh book of Aristotle’s Historia An-
imalium (602b20-28) usually printed by modern editors as unproblematic from the point
of view of the transmission. The author argues that the transmitted text is necessarily
corrupt, assess previous attempts to amend it, and points to several ways to find a solu-
tion to the textual problem. The paper also weighs the validity of Aristotle’s observa-
tions on the behaviour of European catfishes (Silurus glanis and/or Silurus aristotelis).
Keywords– Ancient Greek, Textual criticism, Aristotle’s biological works, Historia
Animalium, Greek Zoology, Ancient Biology, Ancient Astronomy, Greek science,
siluridae, catfishes.

El pasaje que vamos a discutir en esta nota filológica pertenece a la Historia


Animalium (ΗΑ) atribuida a Aristóteles, una obra que presenta enormes dificulta-

Riaño Rufilanchas, D., «Hic non sunt dracones: el γλάνις en Aristóteles y una crux despera- 147
tionis en la Historia Animalium VII 602B20-28», Phílos hetaîros. Homenaje al profesor Luis
M. Macía, Madrid, UAM Ediciones, 2018, 147-156.
Daniel Riaño Rufilanchas

des de edición, debidas tanto a la propia amplitud y complejidad de los asuntos


tratados como a la tradición del texto (cf. la Introducción y el Prefacio a Balme y
Gotthelf 2002). De alguna manera estas dificultades han hecho que, como ocurre
con el texto de la Ilíada, tan querido para mi compañero Luis Macía, sus diferentes
ediciones muestren no solo los progresos de la investigación sobre el texto, sino la
evolución de la misma filología clásica y las transformaciones de lo que la ciencia
espera de ella1.

1. El libro VII de la Historia Animalium de Aristóteles


El pasaje en cuestión es ΗΑ 602b20-28, dentro del capítulo 20 del libro
numerado como VII en la ordenación original, que de nuevo se sigue tras Balme
y Gotthelf (1991), y que seguiremos nosotros: por razones de temática, este libro
debe ir a continuación del libro VI, y no del VIII, como por insuficientes razones
fue traspuesto por Teodoro de Gaza, a quien siguió primero Bekker y, por la auto-
ridad de éste, otros editores como Louis, Aubert-Wimmmer, etc.
La estructura del libro VII es semejante a la de los seis anteriores: el texto
se desarrolla sobre un tema previamente anunciado, y aunque hay algunas digre-
siones, la exposición sigue la estructura impuesta por el plan de la obra, como
corresponde a este tipo de tratados. Las digresiones se refieren a menudo al valor
cinegético, económico o gastronómico del material tratado, y son especialmente
frecuentes cuando se ocupan de los peces, como ocurre todavía hoy día en los
tratados y guías modernos de ictiología, que abundan en digresiones sobre cues-
tiones de pesca y piscicultura. Hay en la HA algún breve excurso de otro tipo, pero
relacionado con el tema tratado, como la precisión filológica que hace en 601b1.
Como en toda la obra, la extensión de cada sección depende fundamentalmente
del número e interés de las observaciones. Estas parecen deberse a cierta cantidad
de informantes, que tienen a menudo un interés económico en los animales. Estas
observaciones resultan ser especialmente ricas y perspicaces en lo que toca a los
siluros, que son los protagonistas de nuestro pasaje. Llamaré Aristóteles (A.) al au-
tor de la parte principal del texto y el responsable de su estructura y de la mayoría
del contenido hasta este libro VII, sin entrar en más cuestiones de su autoría.

2. Arist. HA 602b20-28 [7.20]

El texto que doy es el de Balme y Gotthelf (2002), al que he incorporado las


cruces philologicae. Lo presento con un aparato mínimo. He empleado las mismas
siglas que usan los editores. La finalidad principal del aparato es mostrar las dis-
crepancias con la edición de Louis, que no hacen en parte a nuestro problema. Mi

1
  Este artículo se ha escrito dentro de los proyectos RYC-2011-09425 «La sintaxis y el
estilo de Filodemo (y de sus editores)» y FFI2017-89110-P (MINECO).

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Phílos hetaîros

traducción aquí y en el resto del artículo pretende ajustarse lo más posible al texto
y poner de relieve algunas de sus particularidades.

τοῖς δὲ ποταμίοις καὶ λιμναίοις λοιμῶδες μὲν οὐδὲ τούτοις οὐδὲν


γίνεται, ἐνίοις δ’ αὐτῶν ἴδια νοσήματα ἐμπίπτει, οἷον γλάνις1 ὑπὸ κύνα
μάλιστα διὰ τὸ μετέωρος νεῖν ἀστροβλής τε γίνεται καὶ ὑπὸ βροντῆς
νεανικῆς καροῦται. πάσχει δέ ποτε τοῦτο καὶ ὁ κυπρῖνος, ἧττον δέ. οἱ
δὲ γλάνεις ἐν τοῖς βραχέσι καὶ †ὑπὸ δράκοντος τοῦ ὄφεως† τυπτόμενοι
ἀπόλλυνται2. ἐν δὲ τῷ βαλλίρῳ3 καὶ τίλωνι ἑλμὶς ἐγγινομένη ὑπὸ
κύνα μετεωρίζει τε καὶ ἀσθενῆ ποιεῖ· μετέωρος δὲ γινόμενος ὑπὸ τοῦ
καύματος ἀπόλλυται.

1. γλάνις: ὁ γ. Ca, Louis. 2. ἀπόλλυνται: ἀπόλλυνται πολλοί α Guil. Sn.


Louis. 3. βαλλίρῳ: βαλλέρω Lc n npr. Ald.; βαλέρω nrc. edd; βαλέρῳ
Louis

A los [sc. peces] de ríos y lagos tampoco les afecta ninguna epidemia
pero a alguno de ellos les sobrevienen enfermedades propias, como al
γλάνις,2 sobre todo durante la canícula [lit.: «durante el Perro»], debido
a que cuando nada cerca de la superficie, resulta golpeado por el astro
y es paralizado por un trueno violento. Lo mismo sufre a veces la car-
pa, pero menos. Los γλάνεις, en aguas someras y golpeados †por la
serpiente dragón† mueren [en la ed. de Louis añad.: en gran número].
En el bálero y el tilón, un gusano que aparece en la canícula sale a la
superficie y les causa debilidad, y al subir [sc. el pez] a la superficie
muere por efecto del calor

El texto ὑπὸ δράκοντος τοῦ ὄφεως es editado sin notas al texto ni conjeturas
por Bekker, y es tenido por auténtico por Louis y Balme, pero considero que las
dificultades textuales, además de las de realia, hacen que sea imposible mantener
como legítimas las palabras que he atetizado. Barthélemy-Saint-Hilaire acepta el
texto pero se hace eco en el comentario de las notas cautelares de Aubert y Wim-
mer (1868) (cf. infra.). Balme-Gotthelf (1991) anotan ad loc. «Dragon-snake: not
identified. Mentioned as a land snake at VIII(IX) 609a4, 612a30». Louis llama a
este δράκων «un serpent… qu’il est difficile de identifier».
Como ya demostré en Riaño (1999) (cf. Aubert y Wimmer 1868 ad loc.)
en la literatura griega no aparece hasta mucho después de A. ningún testimonio de

2
  El γλάνις de este pasaje se refiere sin duda a alguna de las dos especies de siluros eu-
ropeos, (Silurus glanis y Silurus aristotelis), ambos peces de río. Al tratarse de peces alóc-
tonos en la Península, no tienen en español una designación familiar o común. Las especies
americanas de siluro suelen denominarse «bagre», nombre que en español europeo designa a
otras especies, de diferentes familias, tanto de mar como de río. Por ello quizá sea apropiado
traducir γλάνις con el nombre que se está extendiendo en las últimas décadas para denominar a
los siluros europeos «pez gato» (traducción de «catfish»). DGE traduce «siluro», y LSJ «sheat
fish», ambos nombres genéricos.

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Daniel Riaño Rufilanchas

un género de serpiente al que se denomine «δράκων», menos aún referido a una


serpiente de agua: δράκων designa en época de A. la misma especie de animal
que ὄφις, pero connotando los aspectos más sorprendentes, peligrosos o incluso
divinos de algunos de estos animales, reales o fantásticos (Riaño 1999, y cf. DGE
s.v. δράκων). En el Corpus Aristotelicum «δράκων» sólo designa un animal fabu-
loso. Lo más relevante, no obstante, es que incluso si se hubiera desarrollado un
sentido especializado para este término, su aparición estaría completamente fuera
de lugar en este pasaje: A. está hablando sobre las enfermedades de los peces, no
sobre las agresiones entre especies, que es el tema del comienzo del Libro IX de
la HA. Finalmente, no conocemos ningún ejemplo de una serpiente que ataque de
esta u otra manera a los siluros, lo cual, aunque es un dato externo al texto, no es
un argumento desdeñable cuando hablamos de esta especie de pez en concreto,
de la que A. poseía una extraordinaria colección de observaciones veraces, como
veremos a continuación.

3. Sobre la veracidad de los testimonios de la Historia


Animalium acerca de los siluros
Antes de abordar las futuras vías de resolución de este pasaje, y de exponer
las deficiencias de las conjeturas que se han presentado por parte de los estudiosos
que sí han visto un problema en el texto transmitido, haré algunas aclaraciones
sobre hasta qué punto el testimonio de A. sobre los siluros está basado en infor-
maciones exactas sobre la biología de estos peces. Estas notas previas son precisas
porque si pensáramos que el libro VII de la HA no son más que observaciones ca-
suales y sin fundamento sobre el comportamiento de animales que no habían sido
realmente estudiados con cierto rigor, no habría problema en aparcar la cuestión
como otra ocurrencia de un copista que ha sobrevivido el paso del tiempo más allá
de lo que merecía el acumen de su autor.
Me limitaré a los datos que aporta A. en este pasaje en concreto, aunque
la casi totalidad de sus observaciones respecto a los siluros en otros lugares de la
HA han sido validadas por la ictiología moderna, tras un periodo de inmerecida
incredulidad por parte de los expertos3. En realidad, la afirmación, en principio sor-
prendente, de que «ὑπὸ κύνα μάλιστα διὰ τὸ μετέωρος νεῖν ἀστροβλής τε γίνεται
καὶ ὑπὸ βροντῆς νεανικῆς καροῦται» puede ser un intento de explicación de dos

3
  Cf. por ejemplo el comentario en Cuvier y Valenciennes 1839: 350-351 a Arist.HA
568a22-568b23 [6.14] y 621a20-26 [9.37] a la observación por parte de Aristóteles de que el
γλάνις macho protege los huevos de sus crías introduciéndolos en la boca para ponerlos a
salvo de predadores «ce qu’Aristote rapporte avec détail, et en deux endroits, du soin que le
silure mâle prend des oeufs de sa femelle, tient un peu du merveilleux». La observación de
Aristóteles es exacta («perhaps the most perfect bit of outdoor natural history in all Aristot-
le» Thompson 1947: 45) y constituye el primer testimonio de la llamada «incubación bucal»
(Blüm 1986: 232-233).

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Phílos hetaîros

fenómenos distintos, que fueron anotados por A. (como la mayoría de los datos so-
bre este pez) gracias a una agudeza y capacidad de observación fuera de lo común4.
Los siluros europeos son peces de río o lacustres bentónicos dotados de
un sistema sensorial que les permite localizar el alimento y los peligros en aguas
con muy poca luz (Bruno y Maugeri 1995: 156-157; Copp et al. 2009: 256-258).
Las precisiones que hace A. en este pasaje sobre sus hábitos (διὰ τὸ μετέωρος νεῖν
«swimming near the surface» Balme y Gotthelf 1999) y el hábitat (ἐν τοῖς βραχέσι
«in the shallows» Balme y Gotthelf 1999, «les bas-fonds» en Louis 1969) presentan
problemas para la identificación de la especie, dado que mientras Silurus aristotelis
(la especie con la que se suele identificar el γλάνις desde Agassiz 1856) cuida los
huevos en nidos a 2-3 m. de profundidad (Kottelat-Freghof 2007: 340), es el Silurus
glanis el que prefiere un lugar más semejante al aquí descrito para cuidar los huevos
(«[Silurus glanis] spawns in shallow, warm and well vegetated riverine habitats
without current» Kottelat-Freghof 2007: 340-341). La freza de ambas especies de
siluros europeos depende de la temperatura del agua, que debe alcanzar para ello
los 20º-23º, por lo que su momento puede oscilar desde abril hasta comienzos de
agosto, según la especie y la latitud (Leonardos et al. 2007; Kottelat-Freghof 2007:
340-341; Copp et al. 2009: 264-269). Los siluros se alimentan preferentemente
en el fondo de los ríos, pero suben ocasionalmente a la superficie. Los pescadores
conocen bien este hábito de los siluros de ascender hasta las capas más superficiales
del agua, más ricas en oxígeno, al comienzo del verano (Sutton 1999: 108).
Sobre la afirmación de que el siluro ὑπὸ βροντῆς νεανικῆς καροῦται, moder-
nos estudios sobre los siluros europeos (cf. Kottelat et al. 2007) hacen notar su gran
sensibilidad hacia los ruidos exteriores. La razón de ello es que en los siluros, la veji-
ga natatoria está conectada al aparato de Weber, conectado a su vez con el otolito, lo
que les hace especialmente sensibles a los sonidos de alta frecuencia. Más relevan-
temente para este pasaje en concreto, los siluros disponen de unos poros a lo largo
de su línea lateral, provistos de células sensibles a las vibraciones (neuromastos), y
conectadas al cerebro (Bleckmann 1986: 182 ss.). Esto les hace mucho más sensibles
que la mayoría de los peces (y que los mamíferos terrestres) a las vibraciones de baja
frecuencia dentro y fuera del agua (cf. Hawkins 1986: 134 ss.; Tucker y Robinson
1990: 16; Copp et al. 2009: 258). La muerte como resultado de stress ha sido veri-
ficada modernamente5. Esta observación había sido hecha por los primeros natura-
listas y sin duda antes que ellos por los pescadores: Cuvier y Valenciennes (1839:
339) se hacen eco de la noticia del naturalista Leonard Baldner de un ejemplar de
Silurus glanis que pereció en 1620 durante una tormenta («qu’un temps orageux le
fit périr»). Los mismos autores recogen una observación de unos pescadores en Pru-
sia sobre la relación entre la aparición de truenos y el número en que pueden pescar
a los siluros (Silurus glanis). Esta observación se recoge de una manera que recuerda

4
  El adjetivo νεανικῆς con el sentido «violento» sólo aparece en este pasaje, y no sería
extraño que se debiera a una corrupción del texto.
5
  Cf. Tucker y Robinson 1990: 17 «Stress may be manifested in several ways, ranging
from shock and sudden death to more subtle behavioral changes».

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Daniel Riaño Rufilanchas

los testimonios de los que se hace eco el propio A.: «Les habitudes du silure sont pa-
resseuse… Les pêcheurs de la Sprée disent que l’on n’en prend de gros que lorsqu’il
tonne» (Cuvier y Valenciennes 1839: 348). Hoy podemos anotar, no obstante, que el
fenómeno del repentino ascenso de estos peces hacia la superficie no tiene que ver
con el volumen del sonido, sino con el descenso de la presión barométrica que se
produce justo antes de una tormenta con truenos (Copp et al. 2009: 269).
La expresión ὐπὸ κύνα «durante el Perro» indica un periodo relativamente
extenso durante la estación cálida que puede traducirse con la vaga expresión «ca-
nícula». Κύων se identifica sin duda con la estrella Sirio, en la constelación Canis
Maior. En Grecia el orto heliaco de esta estrella se ponía en relación con la llegada
de la estación más cálida de un modo que ha ido cambiando por la precesión de los
equinoccios. El giro ὐπὸ κύνα, quizá por ir seguido del adjetivo ἀστροβλής y caer
cerca del verbo ἐμπίπτω, fue varias veces incorrectamente interpretado como una
expresión agentiva (que hubiera exigido el genitivo) referida a la acción a distancia
de una estrella. Así ocurre, por ejemplo, en las traducciones de Taylor «the, glanis,
in consequence of swimming on the surface of the water, is injured by the deadly in-
fluence of the dog-star» y en la de Creswell: «…appears to be star-struck by the dog-
star» (Gill: 731-732). Tal traducción es sin duda un error, pero ejemplifica bien el
tipo de dificultades interpretativas a que se enfrentaron los copistas y que pudieron
dar lugar al texto corrupto actual. D’Arcy Wentworth Thompson, uno de los mejores
estudiosos y traductores de las obras biológicas de A., traducía ὑπὸ κύνα como «just
before the rising of the Dog-star», pero esta precisión temporal no está garantizada
por el texto. A partir de pasajes como ἀφανίζεται αὐτὸν ὑπὸ κύνα περὶ τριάκονθ᾽
ἡμέρας (566b22) el sintagma preposicional puede traducirse con una expresión com-
parable a «durante la canícula». Louis traduce «au moment de la canicule».
El adjetivo ἀστροβλής debió significar, en su sentido lato «sometido a la
acción de un astro» (cf. el uso de ἀστροβολῆσαι αὐτὸν μαγεύσας ἐπεχείρησεν «in-
tentó atraer sobre él mediante hechizos la influencia de un astro» Porph.Plot.10).
En las obras de historia natural en que se nos han transmitido las palabras de esta
familia léxica (especialmente en Teofrasto) esta «influencia» del astro es clara-
mente de tipo físico y el sentido de la expresión es generalmente traducible por
«agostar». Sin embargo, incluso en las expresiones donde entendemos que el ad-
jetivo significa «agostado» no podemos hoy decir si el astro responsable de ello
es el propio Sol o la estrella Sirio, a quien se le solía atribuir no sólo la función de
anunciar la canícula, sino ser su origen.
Modernamente está testimoniado el cambio de comportamiento de los silu-
ros durante el verano: «The best conditions for spawning are reported to be on
warm sultry evenings characterized by a sudden drop in barometric pressure…,
often just before a thunderstorm…. Leading up to this, competition for spawning
areas increases with males developing aggressive behaviour and some individuals
may become injured as a result» (Copp et al. 2009: 269). En resumen, lo que
sabemos hoy sobre la biología del apareamiento y alimentación de los siluros, es-
trechamente dependientes de la temperatura y la duración de las horas del día, es
plenamente consistente con las observaciones de Aristóteles.

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Phílos hetaîros

4. Vías de solución de una crux philologica


Aubert y Wimmer (1968: ad loc) sí vieron una dificultad insalvable en este
pasaje, que consideraron espúreo desde οἱ δὲ γλάνεις hasta πολλοί. Pero aunque las
razones para sospechar una posible corrupción son acertadas, el expediente adop-
tado por estos editores no puede ser aceptado en su drasticidad.

Den letzten Satz dieses Paragr[aph] οἱ δὲ – πολλοί haben wir als unecht
bezeichnen zu müssen geglaubt. Hienach würde A. nimlich vorausge-
setzt haben, dass es mehrere Thiere des Namens δράκων gegeben habe,
von denen eines eine Schlangenart gewesen sei. Aber daraus sieht man
den fremden Urheber dieser Stelle: dieser gehörte einer späteren Zeit
an, und um zu verhüten, dass man nicht an einen anderen fabelhaften
δράκων denke, setzte er die Erläuterung τοῦ ὄφεως hinzu. A. kennt den
Namen δράκων nicht als Bezeichnung einer Schlange.

A su última observación no podemos sino añadir, como dijimos antes, que


no es solo A. el que no reconoce una especie de serpiente llamada «dragón», sino
que tal especie no aparece en la literatura que conservamos anterior a A. Respecto
al origen de τοῦ ὄφεως como interpolación de un autor posterior a A., que habría
querido desambiguar la posible interpretación del referente de δράκων dejando cla-
ro que el referente pertenece al mundo animal (y no al ámbito mitológico), creemos
que bien podrían estar en lo cierto, pero al atetizar como interpolación posterior
todo el pasaje, se añade el problema de cómo se podría explicar que se incorporara
un texto factualmente erróneo, con una terminología disparatada, en un lugar que
no responde por sentido al contenido, a pesar de que remite a una situación previa-
mente mencionada (cf. infra). Sin ser imposible, no parece una solución necesaria.
Thompson se detiene en la frase que estamos analizando para afirmar
(1947: 44):

The last clause is very obscure and probably corrupt. In Isaiah XI 9


‘the dragon’ is a mythical expression for an earthquake, but I am not
aware of its being used for thunder of lightning; it is possible that ὑπὸ
δράκοντος should be read ὑπὸ βροντῆς and the whole phrase may have
been something like ὑπὸ βροντῆς τῇ φλογί.

Este intento de restitución del sentido es, en mi opinión, lo más cerca que
hemos estado de acercarnos al sentido auténtico del texto de A., desde al menos los
tiempos de Dionisio Gaza. El problema es que, además de que la reconstrucción
(presentada como exempli gratia) es paleográficamente difícil de explicar, el texto
que resulta es poco más que una repetición de lo dicho anteriormente, y por tanto
un añadido innecesario.
Llegados a este punto, lamento si el lector ha llegado hasta aquí pensando
que el autor del presente donum amicitiae se estaba guardando para el final la reso-
lución de un misterio que ha entretenido a filólogos de la talla de Aubert y Wimmer

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Daniel Riaño Rufilanchas

o a un naturalista como Thompson. No hay tal colofón, pero a cambio propondré


las que creo son las consideraciones previas a cualquier intento de resolver esta
auténtica crux desperationis.
Las enfermedades que describe A. en este capítulo de la HA son bien de
etiología visible (parasitarias) o invisible (enfermedades de cualquier tipo), y el
origen de unas y otras se atribuye por su autor a alteraciones climáticas en el senti-
do más amplio. De estas, las más importantes son las alteraciones de temperatura,
la frecuencia e intensidad de las precipitaciones, la influencia de los meteoros y
la dirección de los vientos. A su vez, las alteraciones de temperatura son, para el
autor del tratado, fenómenos ligados principalmente al cambio de las estaciones y,
por tanto, al movimiento de los astros. El resto de los fenómenos tiene un origen
sublunar. La consecuencia que sacamos de todo esto es que el sentido del texto οἱ
γλάνεις ἐν τοῖς βραχέσι καὶ †ὑπὸ δράκοντος τοῦ ὄφεως† τυπτόμενοι ἀπόλλυνται
πολλοί tiene casi necesariamente que referirse a una morbilidad producida bien por
parásitos, bien como efecto de alguna alteración climática (en sentido aristotélico).
Podríamos pensar que una solución vendría por sanar el pasaje después de
otorgar al sustantivo δράκων un sentido en alguna de estas direcciones, y en rea-
lidad ambos caminos son teóricamente posibles, aunque no hayamos encontrado
cuál de ellos podría llevar a una solución satisfactoria. En primer lugar, están bien
testimoniados los casos de morbilidad en los siluros debidos a ataques de parásitos,
y la relación estrecha de tal morbilidad con los cambios de temperaturas (Copp
et al. 2009: 270-271; Craig y Robinson 1990: 347-379). En este sentido tenemos
testimoniado el diminutivo δρακόντιον (cf. DGE s.v.), que designa a un nematodo
endoparásito (Dracunculus medinensis) que alcanza gran tamaño y que afecta a
los seres humanos, pero no tenemos ningún testimonio del uso de un término se-
mejante aplicado a otro parásito visible a simple vista que por su forma elongada o
alguna otra semejanza con la serpiente pudiera recibir un nombre relacionado con
«dragón».
También conocemos el uso de δράκων para designar a diversos astros y
constelaciones, pero ninguno de ellos parece idóneo para servir como referencia
estacional a los pescadores en la Grecia de los ss. V-III a.C., como sí lo son Si-
rio, Arturo o las Pléyades. El más notable nombre astronómico relacionado con
δράκων y testimoniado en nuestro textos es el de la constelación del Dragón, una
constelación circumpolar, y por ello inútil para un uso calendárico ordinario basa-
do en la simple observación del cielo abierto. Los otros entes supralunares que re-
ciben el nombre de «dragón» no destacan suficientemente en el cielo para servir de
referencia estacional popular6: la constelación de la Serpiente (Vet.Val.9.24, Sch.
Arat.86, Arat.Comm.158.44, Manil.5.386) o la de la Hydra (Hypparch.108.13)7.
Finalmente, y aunque en la ciencia natural de A. las lluvias de meteoros (un fenó-

6
  La magnitud visual de sus estrellas más destacadas no es especialmente grande: α Ser-
pentis posee una magnitud de 2.63 y la de α Hydrae es de 2.0 (Sirio es 1.42).
7
  Todas estas identificaciones con otras constelaciones son ignoradas por LSJ y aparecen
confundidas con las referidas a la constelación de Draco en DGE.

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Phílos hetaîros

meno sublunar) tienen definitivamente relación con el clima (Mete.339a33-346b15)


no cabe pensar en relación alguna entre nuestro pasaje y las lluvias de meteoritos
visibles en diversas estaciones y bautizadas como Dracónidas, que son conocidas
con relación a la constelación del Dragón sólo desde época reciente.
Varios peces reciben el nombre δράκων en griego (cf. DGE s.v.), pero no
pueden aportar la solución a la interpretación de nuestro pasaje en ningún caso ya
que, como dijimos, este capítulo habla de las enfermedades de los peces, y no de
sus rivalidades.

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