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Modelo atómico de Dalton

Introduce la idea de la discontinuidad de la materia, es decir, esta es la primera


teoría científica que considera que la materia está dividida en átomos (dejando
aparte a precursores de la Antigüedad como Demócrito y Leucipo, cuyas
afirmaciones no se apoyaban en ningún experimento riguroso).

Los postulados básicos de esta teoría atómica son:

 La materia está dividida en unas partículas indivisibles e inalterables, que se


denominan átomos.

Actualmente, se sabe que los atomos sí pueden dividirse y alterarse.

 Todos los átomos de un mismo elemento son idénticos entre sí (presentan


igual masa e iguales propiedades).

Actualmente, es necesario introducir el concepto de isótopos: átomos de un


mismo elemento, que tienen distinta masa, y esa es justamente la
característica que los diferencia entre sí.

 Los átomos de distintos elementos tienen distinta masa y distintas


propiedades.

 Los compuestos se forman cuando los átomos se unen entre sí, en una
relación constante y sencilla.

Al suponer que la relacion numerica entre los atomos era la más sencilla
posible, Dalton asignó al agua la formula HO, al amoníaco la formula NH, etc.

Modelo atómico de Thomson

Introduce la idea de que el átomo puede dividirse en las llamadas partículas


fundamentales:

• Electrones, con carga eléctrica negativa

• Protones, con carga eléctrica positiva

• Neutrones, sin carga eléctrica y con una masa mucho mayor que la de
electrones y protones.

Thomson considera al átomo como una gran esfera con carga eléctrica
positiva, en la cual se distribuyen los electrones como pequeños granitos (de
forma similar a las pepitas de una sandía).
Modelo atómico de Rutherford.

En 1911, Rutherford introduce el modelo planetario, que es el más utilizado


aún hoy en día. Considera que el átomo se divide en:

• un núcleo central, que contiene los protones y neutrones (y por tanto allí
se concentra toda la carga positiva y casi toda la masa del átomo)

• una corteza, formada por los electrones, que giran alrededor del núcleo
en órbitas circulares, de forma similar a como los planetas giran
alrededor del Sol.

Los experimentos de Rutherford demostraron que el núcleo es muy pequeño


comparado con el tamaño de todo el átomo: el átomo está practicamente
hueco.

Experimento de Rutherford.

Consistió en bombardear una lámina muy fina de oro (10-3 cm de espesor) con
un haz de partículas a. (Las partículas a son iones He2+; son uno de los tipos
de partículas que se producen cuando se descompone una sustancia
radiactiva.)

Según el modelo de Thomson, lo que cabía esperar es que el haz de partículas


atravesase la lámina, separándose algo más unas partículas de otras. Sin
embargo, Rutherford obtuvo unos resultados sorprendentes: algunas partículas
sufrían desviaciones considerables y una mínima parte incluso rebotaba en la
lámina y volvía hacia atrás.

El mismo Rutherford describe su asombro ante tal resultado con estas


palabras: "...Esto era lo más increíble que me había ocurrido en mi vida. Tan
increíble como si un proyectil de 15 pulgadas, disparado contra una hoja de
papel de seda, se volviera y le golpeara a uno..."

Las grandes desviaciones de algunas partículas a sólo se podían explicar por


choque contra una partícula de gran masa y elevada carga positiva. Esto hizo
suponer a Rutherford que toda la carga positiva del átomo estaba concentrada
en un pequeño gránulo donde residía además la casi totalidad de su masa. Los
datos experimentales indicaban que el radio del núcleo era más de diez mil
veces menor que el del átomo.

Como el peso atómico de los elementos tenía un valor mucho mayor que el
calculado a base de los protones del núcleo, Rutherford sugirió que en los
núcleos de los átomos tenían que existir otras partículas de masa casi igual a
la del protón, pero sin carga eléctrica, por lo que las llamó neutrones. El
neutrón fue descubierto experimentalmente en 1932 por Chadwick, quien, al
bombardear el berilio con partículas a, observó que se producían unas
partículas que identificó con los neutrones predichos por Rutherford.

Modelo Atómico de Bohr

El modelo atómico de Rutherford llevaba a unas conclusiones que se contradecían claramente con los datos
experimentales. Para evitar esto, Böhr planteó unos postulados que no estaban demostrados en principio,
pero que después llevaban a unas conclusiones que sí eran coherentes con los datos experimentales; es
decir, la justificación experimental de este modelo es a posteriori.

Primer postulado

El electrón gira alrededor del núcleo en órbitas circulares sin emitir energía radiante.

La idea de que "el electrón gira alrededor del núcleo en órbitas circulares" existía ya en el modelo de
Rutherford, pero Böhr supone que, por alguna razón desconocida por el momento, el electrón está
incumpliendo las leyes del electromagnetismo y no emite energía radiante, pese a que se trata de una carga
eléctrica en movimiento, que debería emitirla continuamente.

Segundo postulado

Sólo son posibles aquellas órbitas en las que el electrón tiene un momento angular que es múltiplo entero de
h/(2 · ð. )

Puesto que el momento angular se define como L = mvr, tendremos:

m: masa del electrón = 9.1 · 10-31 kg


v: velocidad del electrón
r: radio de la órbita que realiza el electrón alrededor del núcleo
h: constante de Planck
n: número cuántico = 1, 2, 3...
a0: constante = 0,529 Å

Así, el Segundo Postulado nos indica que el electrón no puede estar a cualquier distancia del núcleo, sino que
sólo hay unas pocas órbitas posibles, las cuales vienen definidas por los valores permitidos para un parámetro
que se denomina número cuántico, n.
Tercer Postulado

La energía liberada al caer el electrón desde una órbita a otra de menor energía se emite en forma de fotón,
cuya frecuencia viene dada por la ecuación de Planck:

Ea - Eb = h · n

Así, cuando el átomo absorbe (o emite) una radiación, el electrón pasa a una órbita de mayor (o menor)
energía, y la diferencia entre ambas órbitas se corresponderá con una línea del espectro de absorción (o de
emisión).

Correcciones al modelo de Böhr: números cuánticos.

En el modelo original de Böhr, se precisa un único parámetro (el número cuántico principal, n), que se
relaciona con el radio de la órbita circular que el electrón realiza alrededor del núcleo, y también con la
energía total del electrón. Los valores que puede tomar este número cuántico son los enteros positivos: 1, 2,
3...

Sin embargo, pronto fue necesario modificar el modelo para adaptarlo a los nuevos datos experimentales, con
lo que se introdujeron otros tres números cuánticos para caracterizar al electrón:

• Número cuántico secundario o azimutal (l)

• Número cuántico magnético (m)

• Número cuántico de espín (s)

Número cuántico secundario o azimutal (l).

En 1916, Sommerfeld modificó el modelo de Böhr considerando que las órbitas del electrón no eran
necesariamente circulares, sino que también eran posibles órbitas elípticas; esta modificación exige disponer
de dos parámetros para caracterizar al electrón.

Una elipse viene definida por dos parámetros, que son los valores de sus semiejes mayor y menor. En el caso
de que ambos semiejes sean iguales, la elipse se convierte en una circunferencia.

Así, introducimos el número cuántico secundario o azimutal (l), cuyos valores permitidos son: l = 0, 1, 2, ..., n -
1

Por ejemplo, si n = 3, los valores que puede tomar l serán: 0, 1, 2

Número cuántico magnético (m).

Indica las posibles orientaciones en el espacio que puede adoptar la órbita del electrón cuando éste es
sometido a un campo magnético externo (efecto Zeemann).

Valores permitidos: - l, ..., 0, ..., + l

Por ejemplo, si el número cuántico secundario vale l = 2, los valores permitidos para m serán: -2, -1, 0, 1, 2

El efecto Zeemann se debe a que cualquier carga eléctrica en movimiento crea un campo magnético; por lo
tanto, también el electrón lo crea, así que deberá sufrir la influencia de cualquier campo magnético externo
que se le aplique.

Número cuántico de espín (s).


Indica el sentido de giro del electrón en torno a su propio eje. Puede tomar sólo dos valores: +1/2, -1/2.

Fallos del modelo de Böhr.

El modelo de Böhr permitió explicar adecuadamente el espectro del átomo de hidrógeno, pero fallaba al
intentar aplicarlo a átomos polielectrónicos y al intentar justificar el enlace químico.

Además, los postulados de Böhr suponían una mezcla un tanto confusa de mecánica clásica y mecánica
cuántica..

Química
La alquimia egipcia es conocida principalmente a través de los escritos
de antiguos filósofos griegos, que a su vez han sobrevivido a menudo
sólo en traducciones islámicas. Prácticamente no se ha conservado
ningún documento egipcio original sobre la alquimia. Estos escritos, si
existieron, probablemente se perdieron cuando el emperador
Diocleciano ordenó la quema de libros alquímicos tras sofocar una
revuelta en Alejandría (292), que había sido un centro de alquimia, y de
ciecia en general.

No obstante, recientes expediciones arqueológicas han desenterrado


evidencias de análisis químico durante los periodos Naqada. Por
ejemplo, el proceso de curtir pieles animales ya se conocía en el VI
milenio a. C., si bien posiblemente fuera descubierto por accidente.

Otras evidencias indican claramente que los primitivos alquimistas del


antiguo Egipto habían inventado el mortero de cal ya en el 4000 a. C. y
el vidrio en el 1500 a. C., y se fabricaban cosméticos, fayenza y también
pez para la construcción naval. El papiro también había sido inventado
en el 3000 a. C.

Uno de los alquimistas egipcios más famosos era Marik Alu-Kurard. Lo


llamaban sobre todo para fabricar piedras y fue el primero que propuso
la idea de la piedra filosofal, lo que se relata en fragmentos de escritura
encontrados en la tumba del rey Tutankamon.
Las Ciencias y los Mesopotamicos
El cálculo floreció en Mesopotamia mediante un sistema decimal y sexagesimal, cuya
primera aplicación fue en el comercio. Además de suma y resta conocían multiplicación y
división y, a partir del II milenio a. C. desarrollaron una matemática que permitía resolver
ecuaciones hasta de tercer grado. Conocían asimismo un valor aproximado del número π,
de la raíz y la potencia, y eran capaces de calcular volúmenes y superficies de las
principales figuras geométricas.

La evolución astronómica floreció de igual forma. Los sumerios sabían distinguir entre
planetas –objetos móviles– y estrellas. Pero fueron los babilonios quienes más desarrollaron
este campo, siendo capaces de prever fenómenos astronómicos con antelación. Este
conocimiento de la astronomía les llevo a adoptar un preciso calendario lunar, que incluía
un mes suplementario que lo ajustaba al solar.

También se han encontrado tratados de medicina y listados sobre geología, en los que se
trataba de clasificar los diferentes materiales

Griegos y la Química

Los orígenes de la química se pierden en la noche de los tiempos. Estos orígenes son técnicos y mágicos a la
vez. Cuando se funda la civilización griega, ya se conocen el cobre, el bronce y el hierro; el oro y la plata se
usan para ornamentos y el plomo fácil de trabajar está lejos de ser ignorado. Se conoce la manera de obtener
tintes (púrpura del múrex), de fundir los esmaltes y desde la más remota antiguedad, se extrae el cinabrio
(sulfuro rojo), un líquido brillante como la plata, muy pesado y que posee todas las propiedades de un metal.

Los primeros filósofos griegos, cuyo método de planteamiento de la mayor parte de los problemas era
teóricoeamiento de la mayor parte de los problemas era teórico y especulativo, llegaron a la conclusión de que
la tierra estaba formada por unos cuantos elementos o sustancias básicas. Empédocles de Agriento, alrededor
del 430 a.C. estableció que tales elementos eran cuatro: tierra, aire, agua y fuego. Un siglo más tarde,
Aristóteles supuso que el cielo constituía un quinto elemento, el éter. Los griegos creían que las substancias
de la tierra estaban formadas por las distintas combinaciones de estos elementos en distintas proporciones.

Los griegos se planteaban la cuestión de si la materia era continua o discontinua, es decir si podía ser dividida
y subdividida indefinidamente en un polvo cada vez más fino, o si, al término de este proceso se llegaría a un
punto en el que las partículas fuesen indivisibles. Leucipo de Mileto y su discípulo Demócrito de Abdera
(aprox 450 a.C.) insistían en que la segunda hipótesis era la verdadera. Demócrito dio a éstas partículas el
nombre de átomos (o sea no divisible). Llegó incluso a sugerir que algunas substancias estaban compuestas
por diversos átomos o combinaciones de éstos. También pensaba que una sustancia podía convertirse en otra
al convertirse en otra al ordenar sus átomos de diferente manera. Si tenemos en cuenta que es sólo una sutil
hipótesis, es sorprendente la exactitud de esta intuición. Pese a que la idea pueda parecer hoy evidente, estaba
muy lejos de serlo en la época en que Platón y Aristóteles la rechazaron.

En el 600 a.C. el filósofo griego Tales de Mileto descubrió que una resina fósil descubierta en las playas del
Báltico, a la cual nosotros llamamos ámbar y ellos llamaron electrón tenía la propiedad de atraer plumas, hilos
o pelusa al ser frotada con un trozo de piel.
El pensamiento alquímico de la antigua Grecia se basó en teorías y especulaciones y muy pocas veces en la
experimentación. Muchas de las escrituras griegas del tema se conservaron y despertó el estudio de ésta
ciencia en la edad media.

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