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ROMANOS 3.

21-23
21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los
profetas; 22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no
hay diferencia, 23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,…

INTRODUCCIÓN
Cada amanecer para nosotros es bastante común, sin embargo, no es así para algunos lugares en el mundo.
Hay lugares que o son muy nublados o por su ubicación no gozan de luz solar durante largos períodos en
el año. Hay casos en los que cuando sale el sol es literalmente un día de fiestas y celebraciones. Para
personas que viven en esos lugares tanto los amaneceres como los días de sol son especiales. Rjukan, un
pequeño pueblo al sur de Noruega, está ubicado en un profundo valle y está rodeado de montañas. Por tal
razón, durante 6 meses en el año, de septiembre a marzo, hay mucha oscuridad. Hace algunos años,
instalaron unos grandes espejos para reflejar la luz solar sobre el pueblo durante los meses que no gozan
de ella. Y aunque no cubre toda la ciudad, les beneficia bastante. Un artículo que leí que habla de la
noticia de los espejos titula de forma muy llamativa: el pueblo que se cansó de la oscuridad. Y meditaba
en este título y en lo que hemos estudiado de Romanos y es bastante triste. Porque, hemos denuncia la
densa oscuridad que cubre la naturaleza humana y el mundo en el que vivimos, sin embargo, no vemos
que nuestro mundo se haya cansado de la oscuridad. Todo lo contrario, se han sumido más y más en la
oscuridad. El Señor lo advirtió en Jn. 3.19, 20  Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los
hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace
lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Tal es el hombre,
como un animal de caverna que huye que despunta el alba hacia las densas sombras de sus cuevas de
pecado y de maldad. Sin embargo, el Señor también dice en el vs. 21  Mas el que practica la verdad,
viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Y esto es, porque a muchos el
amanecer de ese nuevo día nos vino bien, y en vez de huir, nos quedamos anonadados, viendo el sol
levantarse en el horizonte majestuoso. Como cantábamos: Cuando perdido en mundanal sendero, no me
cercaba sino niebla oscura, Tú me miraste y alumbrome un rayo de tu luz pura.

Y es que hoy comenzamos a ver el alba majestuoso en ese contraste que Pablo nos presenta entre su
sección anterior, tan oscura y deprimente, y la nueva sección donde predica la luz, la gracia y la esperanza
para aquel que confía en Dios.

La estructura de la Carta a los Romanos es bastante interesante, especialmente, porque tiene algunos
paréntesis temáticos muy amplios, por ejemplo, los cp. 9-11. Ahora, los paréntesis buscan ampliar puntos
que son abordados, que posteriormente son dejados de lado y se continúa con la argumentación. Cuando
comenzamos a estudiar la carta, esta era bastante positiva hasta el cp. 1.17. Sin embargo, desde el cp. 1.18
hasta el cp. 3.20 las cosas se pusieron un poco turbias. Sin embargo, no fue algo accidental, fue algo
intencional en el apóstol para darle mayor luz a su argumento principal, que retoma ahora en el cp. 3.21.
Dice el cp. 1.17  Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito:
Mas el justo por la fe vivirá. Este argumento inicial, fue seguido por uno que lo contrastaba, que era la ira
de Dios revelada contra la pecaminosidad humana. Cerrado este último argumento se puede continuar con
el primero, que en el evangelio la justicia de Dios se revela. Y ese es el tema de la sección que nos
compete ahora que va desde el vs. 21 al 28: la manifestación de la justicia de Dios en el evangelio. Y
quiero que veamos esos puntos iniciales, de esa manifestación para luego, las próximas semanas poder
abordar el tema crucial de toda la carta: la justificación por gracia por medio de la fe. Hoy vamos a ver la
manifestación de la justicia de Dios presentada como un argumento inicial. Y quiera Dios edificarnos por
medio de esta exposición.

Debemos decir que aquí, más que en el resto del pasaje, podemos notar el contraste entre lo que se dicho y
entre lo que se ha de decir. Lo anterior es presentado como un problema, lo que vemos ahora se presenta
como una solución. Y es interesante, porque el problema inicial es la justicia de Dios que condena al
pecador, pero ¿qué ofrece Pablo como solución? La justicia de Dios que salva al pecador. Dos caras de
una misma moneda la justicia de Dios que condena y la justicia que salva. Pablo nos enseña que la
solución para el hombre pecador no es huir de Dios sino huir hacia Dios. Dios es más peligroso mientras
más lejos estamos de Él, pero es más tierno y amoroso mientras más cerca estamos de Él. Por eso la
solución es huir hacia Él. Por eso titulé este mensaje: HUYENDO HACIA LA JUSTICIA DE DIOS. Y
quiero que veamos tres razones por la cuales huimos hacia la justicia de Dios, esta justicia que salva:
Primero, porque la justicia que salva no es por medio de la ley. Segundo, porque la justicia que salva fue
anunciada por la ley y los profetas. Tercero, porque la justicia que salva es por medio de la fe en
Jesucristo. Y cuarto, porque la justicia que salva es para todos los pecadores.

HUYENDO HACIA LA JUSTICIA DE DIOS

PRIMERO, PORQUE LA JUSTICIA QUE SALVA NO ES POR MEDIO DE LA LEY


21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios,…

Hay peros en la Escritura que son benditos, y uno de esos tantos es este. Pero ahora, después de haber
presentado tan triste panorama, se levanta como el sol en la mañana una solución que disipa la niebla del
pecado. La justicia de Dios se hace manifiesta de manera completa, perfecta. Pero en especial aparte de la
ley. Los cristianos reformados creemos en la vigencia de la ley de Dios, no obstante, no creemos que la
justicia de Dios se alcance por medio de la ley. Ya hemos visto la semana pasada que es imposible
alcanzar la justicia de Dios por medio de la ley porque la ley no fue diseñada para salvar a nadie. El único
propósito que tiene es dejarlos sin excusa y dejarlos bajo el juicio de Dios, porque por medio de la ley es
el conocimiento del pecado. Y pensemos por un momento en esto. El apóstol dedicó 64 versículos para
hablarnos del problema del hombre y la conclusión es que la naturaleza del hombre está profunda y
severamente corrompida por el pecado. I Jn. 3.4 nos dice que el pecado es infracción de la ley. Es decir, el
pecado es en esencia la rebelión contra la ley. ¿Será que podemos concluir que la solución al problema del
pecado es la ley cuando el pecado solo denuncia la pecaminosidad del hombre? De hecho, Romanos 7,
que trata el tema de la santificación, nos dice que al confiar en la ley el pecado, lejos de disminuir,
aumenta. Es por eso que la solución no puede ser normativa, es decir, establecer una serie de lineamientos.
Lo que esta porción del pasaje nos quiere decir es que la solución al problema del pecado, la justicia de
Dios que salva, no viene por medio de las obras.

La mayoría de las religiones son intento de alcanzar el favor divino, sin embargo, todos los sistemas
religiosos del mundo se basan en el mérito humano. Existen solo dos religiones en el mundo: la primera
que confía en la justicia de Dios que salva, y la segunda que confía en la justicia del hombre que trata de
alcanzar el favor de Dios. El legalismo ha sido un problema siempre y es el alma de muchas falsas
religiones. El legalismo consiste en establecer una serie de normas, sean o no bíblicas, como requisitos
para la justificación, la santificación y la vida cristiana práctica. La palabra requisito no está en
concordancia con la justicia de Dios que salva, porque cuando hablamos de requisito suponemos una
obligación, y el cumplimiento de la obligación supone un mérito, pero no puede haber mérito en la justicia
de Dios que salva porque esta viene aparte de la ley. Y si la ley, que según el mismo apóstol Pablo, es
santa y el mandamiento santo, justo y bueno, está excluido de la justicia de Dios que salva ¿por qué
habríamos de pretender que nuestras normas inventadas pueden añadirse al evangelio. Más, como
cantamos debemos decir: No necesito obra hacer, ni rito observar, me basta que Jesús murió, que Jesús
murió en mi lugar. La solución no es una solución legalista, es una solución diferente, es una solución por
medio de la fe. La fe es ahora el requisito, pero un requisito que a la vez no es un requisito. Me explico. La
fe no es un asentimiento intelectual, es decir, no es la aprobación mental de que algo es cierto. Muchas
personas aprueban el evangelio como una religión valiosa, influyente, y transformadora, pero no abrazan
el cristianismo. La fe que es el instrumento para recibir la justicia que salva es aprobar y confiar en la
noticia del evangelio. No es mera aprobación, requiere confianza. Hay un cuento en el que un hombre es
un gran equilibrista. Podía pasar la cuerda floja sin problema alguno y producía el asombro y las
ovaciones de su público. Un día puso una cuerda entre dos despeñaderos, dejando un gran abismo en
medio. Y él preguntaba a su público si creían que él podía pasar por esa cuerda, a lo que ellos asintieron.
Lo hizo. Preguntó si creían que podía pasar sosteniendo una serie de objetos; cada vez asintieron y lo
logró. Luego preguntó si creían que podía pasar sosteniendo una silla en su cabeza con alguien sentado
sobre ella, y asintieron, pero cuando preguntó quién se apuntaba para sentarse en la silla, todos guardaron
silencio. Esa es la diferencia entre aprobar y confiar. El que aprueba cree que puede funcionar, pero no lo
aplica para sí, ni lo intenta. El que confía, aprueba que puedan funcionar y lo hace. Dios nos llama a
sentarnos en la silla y confiar que él puede llevarnos al otro lado. La ley, al final, implica que confíes en
ella y en última instancia en ti mismo. Cuando quieres cumplir la ley o una serie de normas para agradar a
Dios, estás primero pretendiendo que puedes alcanzar el favor de Dios, y segundo, crees que puedes tener
algún mérito por hacerlo, lo cual es imposible.

La justicia que salva no es por medio de la ley, es por medio de la fe. Pero eso no es algo novedoso, no es
algo del Nuevo Testamento. Salvarse por medio de la fe ha sido el patrón DESDE EL PRINCIPIO, porque
el problema del pecado ha sido el mismo desde el principio.

SEGUNDO, PORQUE LA JUSTICIA QUE SALVA FUE ANUNCIADA POR LA LEY Y LOS
PROFETAS
21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los
profetas;…

Dios anunció desde el principio que la justicia que salva sería recibida por medio de la fe. No es algo
extraño al Antiguo Testamento. Tanto en los cinco libros de Moisés, como en Gn. 15.6, donde se nos
habla de la justicia que recibió Abraham por medio de la fe, como en los Salmos, como en el Sal. 32.1, 2,
en el que el salmista habla de la bienaventuranza de aquel a quien Dios perdona, y en los Profetas se habla
de la justicia de Dios salva, por ejemplo, Is. 61.10; 62.1, 2; y Hab. 2.4. Y que como mencioné, la ley no
fue dada para salvar, a nadie, no fue su propósito al principio y no lo es ahora. En Gal. 3.19-23 Pablo
explica para qué fue dada en un principio  Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las
transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa; y fue ordenada por medio de
ángeles en mano de un mediador. Y el mediador no lo es de uno solo; pero Dios es uno. ¿Luego la ley es
contraria a las promesas de Dios? En ninguna manera; porque si la ley pudiera vivificar, la justicia fuera
verdaderamente por la ley. Mas la Escritura lo encerró todo bajo pecado, para que la promesa que es por
la fe en Jesucristo fuese dada a los creyentes. Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la
ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. La ley fue dada como algo temporal, incluso, dada
como una especie de cárcel, para mantenernos a todos bajo ella y bajo el juicio de Dios. Y si la ley no
tenía el propósito de salvar en la antigüedad, y creemos que los santos del pasado alcanzaron salvación,
esa salvación fue enteramente por gracia por medio de la fe, tal como nosotros. No fue un invento de
Pablo, era el patrón desde el principio de los tiempos.

TERCERO, PORQUE LA JUSTICIA QUE SALVA ES POR MEDIO DE LA FE EN


JESUCRISTO
22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él.

John McDowell en una entrevista dijo: la mayor herejía es decir que somos justificados por la fe. El
entrevistador se quedó pasmado. Pero McDowell continuó diciendo que somos justificados por gracia y
por medio de la fe en el Señor Jesucristo. Ya hablaremos después de la gracia de la justificación, por ahora
debemos resaltar que la única razón por la que existe una justicia de Dios que salva es JESUCRISTO. Él
vino a la tierra a morir por nuestros pecados, fue sepultado y se levantó de entre los muertos al tercer día.
La justicia de Dios se manifiesta por medio del evangelio según Ro. 1.17 y según Ro. 1.1-4 el evangelio
nos habla de Jesús. Jesucristo es NUESTRA JUSTICIA, él es la justicia que salva. Al manifestarse Él,
manifestó la justicia de Dios de una vez y para siempre. Tan así, que se convierte Él en el camino mismo
de la salvación. Jn. 14.6  Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Cristo es la razón por la que Pablo tan vehementemente defiende el evangelio en sus cartas. Tergiversar el
evangelio implica atentar contra la persona de Cristo. Pablo dice en Ga. 2.21  No desecho la gracia de
Dios; pues si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo. Y esa es la realidad, Cristo
vino como la gran alternativa a la ley, como cantamos: Un gran salvador es Jesús el Señor, mi horrendo
pecado quitó… Y ¿cómo lo hizo? Muriendo. La justicia de Dios ha de recibirse por gracia y solo por
medio de la fe en Él porque dio su vida para garantizar nuestra justicia. Ya hablaremos a detalle de lo que
logró con su muerte la próxima semana si el Señor lo permite. Por ahora puedo decir, que no hay obra, ni
cosa que hagamos que amerite que seamos salvados, sino solamente confiar en Jesucristo para salvación.
Y esto no es solo para algunos, sino para todo aquel que cree.

CUARTO, PORQUE LA JUSTICIA QUE SALVA ES PARA TODOS LOS PECADORES


22... Porque no hay diferencia, 23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,…

Normalmente usamos este pasaje de forma incorrecta, solemos usarlo fuera de su contexto. Si bien es
cierto que el pasaje es claro en afirmar la universalidad del pecado, por lo que aún el uso
descontextualizado es completamente legítimo, es cierto que dentro de su contexto tiene mayor fuerza.
Entre los romanos había tensión, una tensión entre los judíos y los gentiles. Por eso Pablo se esfuerza tanto
en enfatizar que el pecado los cobija a ambos, pero al igual como el pecado los cobija a ambos la solución
también es ofrecida a ambos. Y es que el sentido del pasaje es decir que a TODOS se les ha ofrecido el
evangelio, porque el evangelio fue ofrecido para los pecadores. Ahora, esto tiene dos sentidos: por una
lado, a todos se les ofrece la justicia que salva, y por el otro lado para todos el estándar de la justicia que
salva es igual. Es decir, no eran los gentiles los que necesitaban a Jesús solamente, también lo necesitaban
los judíos. Los judíos podrían seguir confiando en la ley, pero no era sensato. Debían confiar en Jesucristo.
Ya que TODOS PECAMOS, TODOS TENEMOS QUE ACCEDER A LA MISMA SOLUCIÓN PARA
SER SALVADOS.

ENSEÑANZAS
Aprendemos de este pasaje entonces que la salvación no viene por medio de obras, y como iremos viendo,
ni la justificación, ni la santificación, ni muchos aspectos de la vida cristiana son por obras, son todos por
gracia, y cuando las obras se nos presentan no son méritos, sino evidencias de que hemos recibido la
justicia de Dios que salva.
Aprendemos que la justicia de Dios por la fe no es algo nuevo, sino que viene desde el pasado.
Aprendemos que esta justicia solo puede ser recibida por medio de Jesucristo. Y finalmente que el
ofrecimiento está abierto para todos los pecadores, porque todos pecaron.

CONCLUSIONES
No nos creemos una sistema de normas para ganar algo de mérito, sigamos los lineamientos de la
Escritura por gratitud y no para sentirnos realizados. Solo podemos sentirnos realizados si hemos confiado
en Jesucristo. En especial, no lo hagamos, porque cuando creamos un sistema de reglas para decir que
somos salvos, o que somos santos o que somos devotos, estamos poniendo en vergüenza la obra de
Jesucristo. En vano murió Él si podemos hacer una sola cosa que represente un mérito para nosotros
delante del trono de Dios.

Y finalmente, si no has confiado en Jesucristo, te animo a que vengas a él. El sol alumbra en el horizonte.
Tú decides si corres hacia la luz o te encierras en la profundidad de tu cueva. Tú eliges si huir de la justicia
de Dios o hacia la justicia de Dios. Si huyes de ella te aplastará, si huyes a ella te levantará. Tú has
pecado, por ello la única solución es que atiendas a este mensaje, que apruebes que es cierto y en tu
corazón confíes que es verdad.

Que el Señor nos ayude. Amén.

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