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Seminario: Filosofía y cultura

Universidad de Caldas
Sebastian Zuluaga Salazar

La construcción hegeliana de la religión como fundamento en la cultura.

Pregunta de investigación: ¿Es la religión la clave para la formación de la cultura?


Objetivo general: Demostrar que la verdad se encuentra en el concepto de Dios, que es
el fundamento del conocimiento, con el fin de la formación de la cultura a través de la
religión.
Objetivos específicos: 1). El desarrollo de la verdad desde el concepto del infinito
hegeliano. Este apartado permite crear los fundamentos para la construcción del concepto
de Dios, con el fin de tener el fundamento teórico que ayude a desmitificar la religión 2).
La religión una necesidad para la formación de la cultura desde la teoría critica. El
segundo acápite, ayuda a trasladar el concepto de Dios de un modelo internalista teórico
a una forma externa, donde permite desarrollar un discurso crítico. 3). La implicación de
la verdad en el sujeto como fundamento de la cultura. El desarrollo critico de la
fundamentación de la religión con el concepto de Dios, permite dar cuenta que papel
cumple el sujeto en la búsqueda por la verdad y como puede construir la cultura y
extrañarse de ella.

Tesis: fundamentar y desmitificar la religión a través de la exposición de la verdad en el


concepto de Dios.
Propuesta

El propósito que tiene este texto es mostrar cómo la verdad constituye un factor
vital para la construcción del concepto de Dios, y este a su vez, desde la religión
corresponde a la formación de la cultura. La verdad, que será abordada desde Hegel, debe
de tener como premisa la certeza que se constituye a partir de la razón, la cual es la que
permite trasladar lo subjetivo a lo objetivo sin dejar la correspondencia entre ambas partes
dando por resultado la formación del yo que se reconoce como sujeto-objeto. De tal
manera, que la teoría critica que brinda Horkeimer y Adorno da una nueva mirada de la
ilustración que permite evidenciar el nacimiento de la cultura gracias a la religión que se
desarrolla con la formación tríadica de: la verdad, Dios y el hombre. La ilustración que
tuvo en un principio la intención de quitar el velo de los mitos y la imaginación desde la
ciencia termina posteriormente siendo dogmática, ya que paso de quitar el velo del
pensamiento de los hombres a convertirse en el velo que oscurece la verdad, pero ¿Qué
es la verdad? El desarrollo que se da como verdad es directamente presentado en relación
con la razón, de hecho, no se habla de una razón individual o particular, se trata de la
verdad como razón universal que implica en ella certeza.

En la obra, Dialéctica de la ilustración (Horkeimer y Adorno: 2016), la magia se


expone como aquello que une a un dios o los dioses según sea el caso con la verdad, sin
embargo, se expone que a través de una la religión popular en donde la fe mítica se
subsume ante la razón, expone que los mitos hacen parte del nacimiento de la ilustración,
lo cual permite decir que el mito es necesario para generar unas bases que manifiesten la
necesidad de razonar, por ende, el mito aunque se disuelve en la ilustración no se pierde
totalmente, pero la aparente solución se convierte en el problema, dado que inicia con la
capacidad de romper con la ceguera a través de la ciencia, no obstante, la oscuridad vuelve
gracias a esa misma formación de la ciencia que en su papel de brindar claridad, se
transforma en doctrina argumentando su carácter de verdad con herramientas positivistas
que buscan despojar otros desarrollos de pensamiento, donde mediante señalamientos
intentan mostrar la religión como una fuente de irracionalidad, misticismo y fe.

La búsqueda por eliminar el sesgo científico que se ha convertido la ilustración a


través de la ilustración, que se encuentra en la misma línea de mostrar las implicaciones
que tiene la cultura en la religión que vincula directamente el concepto de Dios, dado que
no se trata de un concepto fabricado desde el misticismo, sino un concepto que se
construye desde fundamentos científicos desarrollados en la razón que encuentra
cimientos en la verdad que se torna equivalente al concepto de Dios.

1). El desarrollo de la verdad desde el concepto del infinito hegeliano.

La construcción del concepto de verdad desde Hegel implica, la construcción del


concepto de Dios, de tal manera que, en este acápite se va a exponer el desarrollo del
concepto de verdad desde le infinito hegeliano con el fin de llegar a presentar el concepto
de Dios.

Para hablar de verdad desde Hegel, se debe decir que la verdad es la armonía que
se busca en los opuestos, es el tópico que el individuo quiere alcanzar, es la superación
infinita positivamente, es aquella que se fundamenta a sí misma. De hecho, la doble
negación se utiliza como forma primaria del desarrollo de la verdad que tiene un principio
ontológico, es decir, empezar desde lo más simple hasta lo más complejo. De esta manera,
Hegel propone el ser y la nada como formadores del todo, es el inicio de un
comportamiento dialectico en el que adquiere su forma a través del devenir. Solo es
gracias al devenir que encontramos la superación de los opuestos, se evidencia desde los
presocráticos con Heráclito que la vida se mantiene cuando existen sus opuestos, el
mundo adquiere armonía y existencia.

La existencia parte de la construcción del término que utiliza Spinoza y de la cual


se apoya Hegel que es la determinación. A saber, la determinación es negativa debido a
su carácter finito, de hecho, la realidad debe tomarse como una perfección, esto es, como
una doble negación que produce un afirmativo, por esta razón se llega a presentar el
concepto de infinito como producto de la suma de aquellos negativos, volviendo a estos,
positivos. Todo este trayecto que se genera es en principio para mostrar que de allí se
desprende el pensamiento humano no solo determinado desde la sustancia, sino también
como esencia, con miras a una formación de sujeto-objeto que se enriquece cuando
encuentra la presentación de su finitud como objeto y su infinitud como sujeto. En la
diferencia entre sujeto-objeto yace el medio, que lleva a la superación, y a su vez a la
relación que hay entre dos partes que indiferentes una de otra, pero encuentran en-sí la
destinación como el reconocer su opuesto, para Hegel “la destinación del hombre consiste
en la razón que piensa” (2013, pp. 162), dado que retoma el cogito cartesiano que conlleva
a la construcción de otra forma figurativa de la existencia que es la constitución. Tanto
constitución como destinación son diferentes, son extremos que encuentran solución en
el término, en la existencia efímera donde existe y no existe el sujeto-objeto a causa del
devenir.

El devenir es el fundamento mismo que se encarga de elaborar la verdad desde las


formas figurativas básicas de la determinación o existencia, así el pensamiento podrá dar
cuenta de su esencia, de la idea como formación absoluta del infinito que es inherente del
pensamiento siendo portador de la razón. Para iniciar con el descubrimiento de la razón,
se debe identificar que ser/nada son el comienzo de la ciencia, es a su vez el proceso que
se hace para mostrar la verdad en sí misma, porque ella debe ser su propio fundamento,
por eso, cuando Hegel habla sobre el Puro Ser y la Pura Nada se debe analizar “¿Qué está
cambiando en cuál? No es el caso que el Puro Ser cambie en la Pura Nada, si estos son
iguales-no son diferentes- [el] cambio requiere diferencia” 1 (Gray,2006, pp. 15). Pero,

1
“What is changing into what? It is not the case that Pure Being changes into Pure Nothing, if these are
the same – not different. Change requires difference. (Traducido, Sebastian Zuluaga)
ambos son iguales en la medida que el devenir los hace iguales cuando se convierte en la
herramienta de mediación hegeliana para la superación. Hegel enfatiza que para que
exista la superación debe existir la diferencia, deben existir los opuestos, es decir, el
devenir. Ahora bien, hilvanar ese proceso mediático como algo propio para encontrar en
el sistema hegeliano el camino de la verdad, no es difícil cuando se dilucida que ella debe
ser su propio fundamento.
Solo es en el devenir que se puede generar el infinito. Según esto, es el devenir
como concepto que debe presentar las bases del fundamento propio de la verdad. Este
concepto da cuenta del proceso dado a partir de lo que Hegel presenta como un desarrollo
no solo de carácter ontológico sino también epistemológico. La verdad, se debe observar
de la misma manera en la que Hegel muestra el ser y la nada, en otras palabras, se mira
como un todo y un vacío. El tema de la verdad en Hegel según Georgue di Giovanni es
tratado frecuentemente desde la construcción opuesta entre coherencia y conformidad
(2013, pp. 235). Hegel asume una postura en la que presenta la verdad en el concepto de
Dios como una construcción racional y no como una intuición intelectual. De lo anterior
se puede decir dos cosas, la primera es que Hegel antes de mostrar a Dios como concepto,
muestra la religión como concepto primario de la forma racional del individuo que es un
desarrollo de la formación del infinito en Dios como la cúspide racional del individuo. Lo
segundo que ver observar del tratamiento que Hegel manifiesta en la verdad es el carácter
de infinitud que lo presenta de tres formas: A) infinito general, B) infinito negativo e C)
infinito positivo, éste último atañe a la presente investigación porque es la base de donde
se manifiesta las consideraciones posteriores como Dios y Verdad.
El infinito positivo da cuenta de la elaboración y la función de diferentes conceptos
que operan en el sistema de la Lógica hegeliana, ya que tiene la capacidad de permear las
tres divisiones que presenta la obra del filósofo alemán que son: la doctrina del ser, el
concepto y la esencia. El infinito esboza una estructura sólida donde se tiene en cuenta
cada una de las etapas que hace Hegel, porque en la Ciencia de la Lógica descubre la
mejor forma para hallar la ruta que conlleve a la solución del problema del infinito como
factor teológico en la razón humana.

Con todo, el devenir es un componente fundamental para llegar al infinito y cumple


un rol en la transición del ser y la nada, convirtiéndose en el mediador y el encargado
servir de puente para la consolidación de dicha proposición como unidad, y, a su vez, la
unidad se refleje como multiplicidad. Aquí no sólo se pretende revelar al devenir como
parte fundamental de todo el sistema hegeliano, sino que, además, mostrar que un
concepto dialéctico en sí mismo colabora para determinar el fundamento del infinito con
los traspasos que hay en él. Por tal motivo, el devenir es un factor importante para la
mediación entre el ser y la nada, que genera el traspaso y la unidad entre ser y nada. No
obstante, cuando se presenta la unidad como inseparables hay que tener en cuenta que
tanto el ser como la nada no subsisten por sí mismos, sino que deben de tener el devenir
efectuándose entre ellos. El valor de la existencia como unidad es adquirida por el
devenir, ya que haría parte de un tercer lugar entre la proposición de ser y nada.

“El puro ser y la nada son por lo tanto la misma cosa” (Hegel, 2013, p. 108). Así
comienza Hegel a desarrollar el devenir, donde el ser y la nada son contenidos que se
constituyen en el movimiento que hay entre uno y otro, dado que su verdad consiste en el
movimiento inmediato que se resuelve entre dos partes diferentes. La nada, si bien se
entiende como lo determinado por un algo que se opone a ella, se da porque en ella tiene
que surgir algo, es decir, que hace su traspaso al ser. Sucede de la misma manera con el
ser, quien se encuentra contenido en el comienzo, ya que cuando uno perece, el otro
renace, puesto que la nada se convierte en el complemento generando la unidad. Ambos
–tanto la nada como el ser- deben ser tomados como lo indeterminado, pues lo que se
quiere expresar es la nada pura por sí y no solo mostrarla como la negación del no-ser,
es verla como unidad, se ha el ser y la nada como uno. El propósito de encontrar esa
unidad es lo que permite que aparezca el espacio, también, como la unidad.

El traspaso del ser y la nada es algo parecido al ejemplo que ofrece Hegel en sus
Lecciones sobre la historia de la filosofía universal sobre la transmigración de las almas
cuando expone la universalmente conocida “imagen del fénix, de la vida natural, que se
prepara eternamente su propia pira y se consume sobre ella, de tal suerte que de sus
cenizas resurge una nueva vida rejuvenecida y fresca” (1999, pp.48). La nada se observa
como una vacua tautología que se da desde tiempos remotos. Filósofos como Heráclito y
Parménides han sido precursores de este armazón que se ha ido edificado, con el tiempo.
Hegel posteriormente erigió y curó ese edificio donde se hallaba el ser, el cual, con el
pasar del tiempo se fue agrietando; no obstante, él elucida el camino que muestra un
renacer a través de la concepción del ser y nada, valiéndose de dicha proposición para
decir que no hay ninguna esfera que se quede estancada, sino que, por el contrario, con la
ayuda del devenir provoca el traspaso del uno al otro. La nada merece la exaltación en el
desarrollo del devenir debido a su oposición, pues es en ésta donde el devenir hace un
proceso de activación, al ubicarse como un tercer factor que deja de considerar al ser
como inmediación y lo propone como un ser mediado; Hegel, de esta manera, le asigna
el valor de existencia. Es en el devenir que se presenta el traspaso tanto del ser como en
la nada que deja al descubierto que ambos son lo mismo.

El devenir se halla en el ser y la nada debido a su oposición, es el movimiento que


acoge esta proposición al presentarse como lo uno, pues esta aparente determinación se
proyecta como distinta de lo eventualmente dado. La contradicción que se encuentra en
la proposición entre el ser y la nada, se disuelve para que se realice en ella misma y revele
su contenido; es decir, que mediante el movimiento que se da en ella se produzca el
devenir. Según lo anterior, el devenir que se da tanto en el ser como en la nada se halla
distinto y, por ser distinto, el devenir existe, consagrándose como un tercero por el cual
pueden subsistir tanto el ser como la nada, puesto que ninguna subsiste por sí misma si
se toma meramente desde su pura inmediatez.

En cuanto se concretiza en la existencia el devenir: el tiempo y el espacio, son


factores que afectan la existencia del ser y la nada, que se encuentran en el devenir que
se ha dado como proposición y el hecho de estar indeterminado hace que se pueda
desarrollar posteriormente el ser, ya que si se queda solo como lo toma Parménides o
Spinoza2, no se puede generar un desarrollo de éste. Hegel adopta el principio de Fichte
que consiste en poner la autoconciencia como reconocimiento mediante la expresión de
A=A, que es el resultado de la contraposición de lo incondicionado y lo condicionado; en
otras palabras, se avanza en una reflexión que contiene la parte exterior. Sin embargo,
hay tener en cuenta que aún se gira en torno a una indeterminación y por eso se puede
desarrollar esta reflexión con la ayuda del devenir, dado que es la síntesis de lo propuesto.
Hegel encuentra en Jacobi la estructura que le brinda los cimientos adecuados para probar
que “la conciencia puede sin duda, al abstraerse, llenarse también con aquel
indeterminado, y las abstracciones fijadas son los pensamientos del puro espacio y
tiempo, de la pura conciencia, del puro ser” (Hegel, 1982, p. 128). El ser se presenta como
inmediato al igual que la nada, ambas se disuelven en ellas mismas para poder nacer y
perecer con la ayuda del devenir.

2
En ambos toman el ser como principio y fin.
Pero es justamente por eso, en tanto yo tengo aquí lo contrario en y para sí, es lo
contrario de sí mismo, o tiene, de hecho, lo otro inmediatamente en él mismo. –
Con lo que el mundo suprasensible, que es el mundo invertido, ha invadido, al
mismo tiempo, el otro mundo y lo tiene en sí mismo; es para sí el mundo invertido,
esto es invertido en sí mismo; es, en una única unidad, él mismo y su contrapuesto.
Sólo así es la diferencia en cuanto diferencia interior, o diferencia en sí misma, o es
en cuanto infinitud. (Hegel, 2009, p. 325)

En la afirmación dicha anteriormente por Hegel, en la Fenomenología del espíritu,


propone empezar a buscar la determinación del ser y la nada. Tal como ya se ha visto con
Spinoza una determinación es una negación y, desde Hegel, la negación se toma como
aquella que es algo afirmativo en una existencia dada; pues la negación de la negación es
vista como el resultado que equivale a un valor positivo. Pero ¿por qué hay un interés en
traer a cuento de nuevo la determinación en el ser y la nada? Es a partir del propósito que
se traza este apartado, ya que cuando superan su oposición con la determinación, se
acercan cada vez más a la unidad como multiplicidad, en otras palabras, al infinito. La
multiplicidad que se da como consecuencia de algo tan basto como lo es el ser termina
corroborándose cuando se introduce el concepto de infinitud en él.

La separación absoluta entre el ser y la nada es algo inconcebible, si se mira de


forma inmediata, pero la dialéctica desarrolla un cambio o movimiento racional que
permite el traspaso del uno al otro. Cabe entonces recalcar el punto al que hace referencia
Hegel cuando afirma que tanto la nada como el ser ya en sus respectivos traspasos del
uno al otro por medio del devenir, no los hace iguales, sino que, por el contrario, se
reafirman como algo completamente diferentes, he ahí la paradoja, porque son
inseparados e inseparables, este hecho es fácil de entender si se asume que ambos se
eliminan uno en el otro y nace uno en el otro.

Esta percepción se puede ver mejor si se toma bajo el concepto de la mónada


leibniziana que presenta una contradicción enteramente desarrollada y ligada bajo la
unidad simple que se encuentra dada como totalidad simple en la muchedumbre absoluta.
Si bien se ha llegado al punto de cómo se puede desarrollar el infinito y se ha aclarado
que no se puede dar atribuciones de objeto, se encuentra algo más rico en él que parte
desde lo conformado por el ser determinado para realizarse a sí mismo.
La unidad para Hegel se toma como la reflexión subjetiva de la comparación en la
producción del ser y nada, es decir, de examinar y analizar el ser y la nada como
indeterminados enteramente diferentes siendo al mismo tiempo lo mismo. La reflexión
de la unidad entonces se encuentra en dos objetos diferentes que terminan por expresar
por un lado la igualdad que hay en ella a sí misma, por otro lado, que ella que es totalmente
abstracta. Sin embargo, lo que la hace unidad es que se manifiesta como un ser
determinado.

El ser determinado declara su existencia a partir de su constitución que es la oposición,


es aquella cualidad que le es propia, Hegel con la intención de seguir un proceso dialéctico
lo llama algo. El algo es donde se presentan las formas figurativas de la constitución,
límite, término y deber ser, las cuales interactúan con su opuesto que se manifiesta como
lo otro de la determinación. Cuando se desarrolla éste proceso dialéctico entre el algo y
el otro, nace el infinito general, en consecuencia de un devenir que es aplicado en las
figuraciones del ser determinado, ya que se evidencia un cambio constante y permanente
entre el algo y el otro. Pero solo es en el reconocimiento del límite en el algo y el otro que
se puede llegar a entender la finitud y su unión con lo infinito, dando por resultado el
infinito negativo. Ahora bien, solo es en la doble negación del mal infinito que se halla el
infinito positivo.

“Para entender el infinito positivo debemos entender su relación con lo que Hegel
llama <<realidad>> y lo que él llama <<negación>>. <<Realidad 3>> se refiere al aspecto
de una cualidad determinada que sea inmediata o en la forma de ser” (Carlson, 2005, p.
147). Por ende, para entender el infinito se empieza por entender la caracterización de la
existencia que parte de un ser determinado, que en consecuencia, obtiene como resultado
la expresión de una cualidad. Es importante tener en cuenta el rol que posee la cualidad,
ya que tiene la posibilidad de determinarse a sí mismo y tomar distancia frente a otro que
también está determinado y hace que se encuentren de forma negativa por su carácter
mudable y finito. Ahora bien, la oposición que se encuentra frente a lo finito es lo infinito
(Hegel, 1982, p. 141). Cuando ambas oposiciones aparecen de manera abstracta, el único
camino en el cual pueden resolverse es acudiendo al infinito que es un ser por sí.

3
Se tefiere al término Wirklichkeit, en el que hace parte del tiempo en que se presenta como una
categoría de modalidad que está ligada a la existencia y cuyo esquema marca solamente la presencia de
un algo.
Cuando hay una determinación en el ser, Hegel habla de identificar lo que puede
ser determinado en cuanto tal, para que así se pueda tener un acceso más claro a la
cualidad del mismo, pues se le debe tomar como realidad y negación en ese ser que se
encuentra determinado. En otras palabras, cuando se identifica la cualidad en el ser
determinado, estamos delante de un ser existente, un algo.

El ser determinado al que se le ha asignado una existencia, no le corresponde tomar


un lugar espacial porque junto a él se encuentra imbricado el no-ser, que corresponde al
conjunto de la determinación del ser como unidad.

Cuando se da la unidad del ser y la nada al expresarse como un ser determinado,


su simplicidad hace que tenga la forma de un inmediato. El conjunto de todo esto es
expresado como determinación del ser, que se muestra como un momento eliminado. De
antemano ya se conoce que, si bien la determinación es una negación, como ya lo había
explicado Spinoza en su Ética, la determinación que se presenta como negativa ya la hace
positiva. En consecuencia, hay que distinguir una de la otra porque “sólo pertenece al
contenido de un concepto lo que está puesto en él” (Hegel, 1982, p. 142); por tal motivo,
la determinación no está puesta todavía en el ser, pues la determinación unilateral se
considera como reflexión exterior, ya que en ella se puede dar una apreciación de la
reflexión que tiene el ser humano en cuanto a la experiencia empírica dada por la realidad.
El ser determinado abre las puertas a futuras determinaciones, gracias a que se da como
un ser concreto dotado de existencia. Sin embargo, Hegel hace una diferencia entre dos
realidades en la cual una puede tomarse desde el ámbito empírico y la otra desde las ideas
platónicas, en el que las ideas puras frente a conceptos puros pueden tomarse como lo
verdadero.

Hegel toma el concepto de Dios4 como el conjunto determinado de todas las


realidades, considerando a Éste como una realidad que no admite ninguna negación por
su carácter afirmativo, hace que las realidades que se desprenden de Él no pueden ser
opuestas o contradecirse, ya que las realidades son el producto del ser determinado;
entonces, la realidad que es tomada en este momento como Dios sigue teniendo el carácter
de cualidad de ser determinado. Es así como el contenido de esta realidad ha de tomarse

4
Se hace ineludible no tocar el concepto metafísico de Dios al hablar de la realidad. Por el
momento sólo buscaré tomar tal ejemplo para tener un poco más de claridad al hablar de la “realidad”.
El concepto de Dios se va a incorporar posteriormente en el siguiente apartado dando la posibilidad de
bruñir todo el aparataje del infinito y así poder esbozar lo que sigue.
como infinito gracias a su carencia de determinaciones, siendo un subconjunto del infinito
que se presenta como Dios. El infinito que es presentado como Dios, según lo establecido
por Hegel, muestra que al ser lo puro real de todas las realidades, tiene el poder de
acaparar de forma absoluta todo el conjunto que se ha presentado como el ser, siendo él
mismo parte del ser. Debido a esto, se puede hacer que todo lo determinado sea un
subconjunto de Él. Ya se ha dicho que la realidad –que es Dios en este caso- se toma
como afirmativo dado su carácter de perfección. La realidad entonces es cualidad, es un
ser determinado; pero el punto crucial es que desde del concepto de Dios se desprende
todo lo demás, como por ejemplo la razón en el hombre.

Para llegar al concepto de Dios se debe reconocer la necesidad de comenzar a


delimitar y aunar lo finito con lo infinito, y mostrar la exposición que hace Hegel sobre
la facultad que tiene el hombre para razonar. Para desarrollar lo finito, se debe iniciar con
la exposición de un término que se conserva inmanente en una continua contradicción de
sí mismo y que es impulsado gracias a él mismo. Es decir que en lo finito se encuentra
un algo que tiene la cualidad de tener una existencia determinada pero que se haya
limitada.

Lo finito debe hacer parte del proceso de superación, de tal forma que la negación,
es una existencia que se presenta como la nada puesta en-sí dando por sentado que hay
una cualidad en general que no se desliga de la existencia como tal porque en la diferencia
reposa lo determinado. La diferencia no puede dejarse de lado porque en ella existe un ser
determinado que se presenta como un algo. El algo es la clara evidencia de la primera
negación de la negación, dado que está en una relación consigo, y por tanto es existente.
Hegel presenta este término como una inmediata existencia que le va a dar el nombre de
“ algo”, porque se ha distinguido su determinación como cualidad. Por tal motivo, se
debe tener en cuenta que “lo negativo de lo negativo, en tanto algo, es solo el comienzo
del sujeto” (Hegel, 1982, p. 149) De manera que busca determinarse por sí y poseer la
intensidad necesaria para concretarse en el sujeto, en tanto cualidad limitada y finita que
busca que el algo se supere y cumpla su deber ser como mediación del mismo.

A partir de lo que se ha dicho, Hegel diferencia la primera negación de la segunda


que corresponde a la doble negación. El algo expresado por Hegel puede ser tomado como
existente cuando se da esa doble negación que reestablece la relación que tiene consigo
misma dándole el carácter de mediación de sí. La mediación se halla en el algo cuando se
presenta como idéntico, gestando la posibilidad para superarse y pueda dar paso al infinito
mediante una determinación negativa. En otras palabras, la forma en la que se presenta la
determinación del algo como ente existente, muestra, cómo una determinación negativa
hace que aflore de nuevo lo infinito dejando claro cómo se puede presentar una dialéctica
en el desarrollo del proceso evolutivo del concepto.

Hegel busca darle fundamento a la finitud partiendo desde el proceso ontológico


que se manifiesta en el ser que es determinado. Para ello coloca el algo como A y lo otro
como B, y muestra cómo estos crean la necesidad de hallar la comparación en un tercero,
de manera que cada existencia que se encuentra afuera sea determinada gracias a la
comparación con el otro que le da el valor representativo a esa determinación. No obstante,
lo otro5 que está en relación con el algo en primer lugar, está por sí consigo mismo; pero
también está en relación por sí fuera de él.

En otras palabras, el algo se puede dar en la representación de un real, pero se


presenta como existente cuando hay una doble negación. El papel que cumple el algo en
el proceso llevado por Hegel es vital porque busca que sea el medio propicio para el
encuentro con el infinito, pues el algo debe ser tomado como la mediación de sí consigo
mismo. Para refinar un poco más la función que cumple el algo en sí, ha de tratarse
entonces como la mediación consigo en donde no posee determinación concreta y que se
va amoldando cuando se va dando un proceso de superación con el otro en cada etapa tal
como sucede con el ser determinado.

Hegel hace referencia en primera instancia al algo, que es lo que va a permitir que
lo finito y lo infinito se desarrolle de forma dialéctica. Ahora bien, en el ser- para-otro
y en el ser-en-sí, al momento de desarrollarse como determinaciones puestas como
momentos (Hegel, 1982, p. 154) del algo brindan la capacidad que se conserven como
unidad debido a la falta de relación que hay en el algo y otro. Ahora bien, el ser en el algo
es el ser-en-sí, porque al ser el algo una mediación consigo mismo, consigue que a través
del momento que es el ser- en-sí, deja por fuera lo inmediato y actúa como mera relación
del no-ser del ser-otro. De igual forma, pero de una manera más determinada, sucede
con el otro al tener la relación con su no- existir.

¿Qué función cumplen los momentos del algo en el desarrollo de lo finito? El


carácter afirmativo que tiene el algo según la cualidad que se encuentra de manera

5
Es decir, que éste término crea una representación de un tercer valor que se presenta como
abstracto y permite con la mediación la superación del algo.
intrínseca en él ayuda a ver cómo el no-ser que se encuentra en las cosas finitas constituye
la naturaleza y su ser como consecuencia de la realidad que contiene la negación como
existencia. Por tanto, cuando se habla de la negación que se encuentra inmanente en el
algo es porque la realidad que se encuentra en él surge a su vez con los momentos que se
presentan en su cualidad, pues dado que en la naturaleza de lo finito existe la negatividad,
la cual perece en el algo, debido a su carácter negativo. Así pues, Hegel resume que las
cosas finitas cuando nacen también yacen con la hora de su muerte. Una forma más clara
de ver el desarrollo de lo finito es mostrar cómo está fijado hacia-sí teniendo en cuenta
el estado afirmativo en el que se encuentra.

Hegel describe el proceso que tienen las cosas finitas, cuando muestra que lo finito
no puede rehuir de su afirmativo haciendo que las cosas perezcan en él, entonces como
resultado hace que éste siga siendo finito. Tras haber expuesto el panorama de lo que se
entiende por finito, se puede comenzar a entender el infinito que es el opuesto y la
resolución de lo finito. No obstante, para conocer lo que atañe al infinito hay que mirar
la forma en la que actúa el deber ser y los limites en lo finito, porque la cualidad inmutable
que le es propia a lo finito no traspasa a su otro lo cual lo hace eterno. El deber ser y el
límite son reconocidos como momentos de lo finito.

La relación entre el deber ser y el límite es lo que hace que se genere lo finito, el cual
contiene a ambos en su ser-dentro-de-sí. Estos dos momentos que se encuentran en lo
finito están opuestos cualitativamente, estos dos están determinados como negativos
dando por resultado que lo finito tenga una contradicción interna que se elimina a sí
misma y por tanto perece. Pero este resultado negativo de lo negativo que se ha visto en
el desarrollo de lo finito lleva a que lo que perece no perezca aún, sino lo que lleve a otro
finito en el momento de traspasar al otro y así hasta el infinito. La explicación que Hegel
da acerca de por qué se genera ese traspaso, es que el deber ser supera el límite; y en
consecuencia se supera a sí mismo.

Para encontrar el desarrollo dialéctico y ver el fundamento que tiene el infinito,


hay que volver al cogito cartesiano para empezar a concebir y dilucidar de forma
adecuada el concepto de infinito. Así pues, se debe dar inicio con el método de búsqueda
que presentó Descartes, pues su filosofía no debe pasar de largo ya que la empresa que
levantó en la época moderna fue de vital importancia para los pensamientos venideros.
El yo que Hegel toma es el planteamiento del cogito cartesiano, sin embargo, con la ayuda
de Ficthe pudo retomar ese yo de una forma diferente dado que este planteamiento
evidencia que el ser para otro es el primer yo. Cuando se analiza desde Ficthe el resultado
de este Yo, se concluye que se hace referencia a sí mismo. Ahora bien, dado lo anterior
hay una connotación con el algo que implica que carecer de ser; no obstante, con Hegel
empieza a dar dirección pues se busca una superación que conlleve al ser-en-sí. Al mostrar
las diferentes las formas de concebir el yo como tal, es posible notar la diferencia entre el
ser-en sí y el ser- para-otro. Por tal motivo, cabe aclarar, que “el infinito positivo no es,
un contraste del infinito negativo, es una serie que continúa infinitamente” (Hartnack,
2007, p. 22), pues ello indica una vez más que ese infinito positivo es un círculo donde
no solo se implica a él mismo sino también a los demás círculos que se encuentran en él
buscando que se ancle al sujeto, y allí es donde el algo entra para hacer su parte.

En conclusión, la verdad debe ser tomada como la superación dialéctica del infinito
mismo, pues se ha visto, que en él se presenta como un absoluto que se desarrolla gracias
a sí mismo. El infinito negativo se compone del desprendimiento del infinito positivo, pues
su producto corresponde a lo finito porque al colocar un límite solo permite ver el infinito
negativo. Un ejemplo de ello es que tal como lo hizo Kant con los conceptos puros que
deja entrever que el infinito del entendimiento “sigue siendo finito en la medida en la que
no engloba a su opuesto y lo tiene como límite” (Álvarez, 2001, p. 112). El infinito
negativo se debe concebir como una “…progresión de lo finito que, al avanzar, cede sin
cesar sus límites, pero que no deja, por tanto, de fijarse nuevos límites” (Serrau, 1993, p.
30), es entonces un progreso indefinido.

Referencias bibliografías (borrador)


Adorno, Th. W. (2005), Dialéctica Negativa – Jerga de la autenticidad, tr. Alfredo
Brotons Muñoz, ed. Akal: Madrid.
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