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DOCUMENTO PARA LA UNIDAD IDENTIDAD (Apunte de Cátedra)

¿QUIENES SOMOS?

Desde el punto de vista del lenguaje ordinario escuchamos afirmaciones tales como
“mi naturaleza es ésta”, “yo soy así”, “siempre fui de tal modo”, “la identidad argentina es
ésta”, “qué querés que haga si soy así”. Esta forma de pensar cotidiana postula que hay algo
así como la identidad, lo verdaderamente propio, la naturaleza originaria, y que esta
identidad se muestra de modo variado en la experiencia cotidiana, como si esa
multiplicidad de apariciones o manifestaciones respondiesen a una única identidad, a lo que
cada cosa e individuo es en sí mismo.. Es sintomático en el caso de la “identidad nacional”.
Con esta expresión se apela a una instancia originaria, auténtica, definitoria, pues aunque se
transformen las estructuras institucionales, los modos de sociabilidad, el uso de lengua, etc.,
se sigue afirmando que hay desde siempre algo así como lo propiamente argentino, las
“raíces”. Según esta forma de pensar, considerándola las identidades tanto individuales
como colectivas como “raíces”, son invariantes
Pero en realidad las identidades son invenciones cambiantes, fragmentarias,
aleatorias, etc. Continuamente podemos dejar de ser los que éramos y convertirnos en otros
Las identidades constituyen multiplicidades que continuamente se inventan y
construyen a través de los diversos modos en los que el tejido social y los individuos son
atravesados por distintas fuerzas actuantes en nuestro tiempo.
La construcción de identidades como un todo coherente es el fruto de una
invención, son el resultado de construcciones de las que no somos completamente artífices.
Como ejemplo consideremos el nombre propio. El nombre propio se trata de algo
que me pertenece exclusivamente, que me define como lo que soy. Es un síntoma de mi
identidad personal. Sin embargo, si en un lugar grito “José”, al menos cinco o seis personas
dirán “¿qué pasa?”. ¿Cómo es esto posible? Si me es propio, es porque me singulariza, me
distingue de otros. Entonces, hay un nombre que siento como propio, que me identifica,
pero qué sucede si también identifica a muchos otros. ¿Sigue siendo propio ese nombre
propio? Ese nombre es la consecuencia de una imposición, no ha venido conmigo al
mundo. En todo caso fue impuesto para recordar al abuelo, al perro que ya no está con
nosotros o bien como fruto del azar en un juego de cartas mantenido entre nuestros padres.
Y sin embargo, yo creo que es mío y lo defiendo porque éste es mi nombre. Me molesto
cuando alguien lo escribe mal, cuando alguien no lo entiende. ¿Por qué tanto enojo para
algo que es una mera imposición arbitraria, un resultado del azar, y que sin embargo siento
como propio? Quizá suceda que ese nombre que siento como propio, cuyo origen pudo
haber sido, insisto, el azar, progresivamente ha ido cobrando una suerte de fuerza
trascendental o trascendente al punto de llegar a definirme, a constituirse como en uno de
los pilares de mi identidad. Y si bien cuando era chico aún me era dificultosa la relación
con aquel nombre, porque no respondía siempre que me llamaban, en el transcurso de la
experiencia cotidiana lo he asimilado, al punto de concebirlo como propio y definitorio.
Toda identidad (individual o colectiva) requiere la sanción del reconocimiento social
para que exista social y públicamente. Los elementos constitutivos de una identidad suelen
ser: la pertenencia social, un conjunto de atributos comunes, una narración histórica común,
la distinguibilidad respecto de otras identidades.
Las identidades emergen además, como invenciones que resultan del impacto de las
huellas, vestigios, efectos producidos por el fenómeno de la globalización de la política y
de economía y la mundialización de la cultura en el individuo. Continuamente se modifican
nuestros hábitos, gustos, temporalidades, especialidades, moralidades, percepciones, y, por
tanto, las identidades
Para William Connolly las identidades se constituyen a partir de muchas diferencias
que están reconocidas socialmente, ser diferente a…. me da una entidad, una particularidad,
un ser único, un carácter distintivo. Yo soy yo ya hay otro que es distinto a mí. Los seres
humanos tenemos la tendencia de intentar transformar “lo otro”, “la otredad” en una algo
totalmente distinto a mí con el fin de reafirmar mi particularidad, mi certeza de ser un “ser
único”. La otredad está fuera de mí, es algo diferente a mi
La relación entre “yo” y “vos” se da en una relación de poder. Hay alguien que
ejerce un poder sobre el otro y ese ejercicio va construyendo su identidad. Podemos dar a
lo otro la cualidad de ser complementario, beneficioso, peligroso, negativo, amenazante.
Son opciones políticas que construyen identidad
Por lo tanto identidad y diferencia no son ideas opuestas sino conceptos
interrelacionados. Funcionan habilitando y desalentando prácticas para favorecer su
constitución
La identidad y la diferencia son ideas vinculadas a las prácticas de inclusión y
exclusión. “La identidad en la que queremos incluir no es el producto de una “voz interior”
que es innata en los seres humanos, o de una “evolución natural” de las cosas, sino el
resultado de complejas dinámicas que involucran biografías personales y sociales afectadas
por luchas y conflictos, y cuyo resultado nunca puede darse por sentado. Por lo tanto, la
fijación de la diferencia como negativa o amenazante, su congelamiento como pura
enemistad o maldad, es una decisión ética y política, y en tanto política, histórica, abierta a
cuestionamiento y cambio.”(Dussel)
Por ejemplo en la Argentina se les otorgaron a determinadas personas y grupos que
se consideraron como “los otros”, “ellos” cualidades que resultaban amenazantes,
desvalorizadoras y que autorizaban a realizar acciones de protección de esos grupos o
personas y justificaban incluso acciones de cuidado en relación a nosotros mismos. Los
“otros” pasaron a ser anormales, marginados, etc
Para ser iguales era necesario que todos actuáramos, pensáramos y fuéramos de la
misma forma que tuviéramos los mismos ideales, normas, símbolos. De esta manera
constituiríamos una identidad colectiva que se transforme a muchos en un “nosotros” que
se distingan de “ellos”, los indios, los bárbaros, etc. A esto se le agregó la idea de jerarquía,
es decir la idea que “nosotros” pertenecíamos a una jerarquía superior a la de ellos. Este
proceso es así mismo, un construcción discursiva generador de categorías como: deficiente,
incorregible, etc.
Estas calificaciones y descalificaciones fueron construyendo subjetividad.
La escuela fue uno de los lugares en donde estas prácticas fueron utilizadas más
sistemáticamente.
La identidad se va construyendo en el tiempo, en una narrativa que nos da un
sentido de permanencia en el tiempo y de pertenencia a un grupo determinado.
La construcción de la identidad se va organizando en las experiencias que se
realizan en el tiempo, son vividas a través de discursos que les van dando sentidos al
constituirías. También se construye en un espacio dado en condiciones de posibilidad
económica, cultural social, etc.
Por lo tanto para poder comprender quienes somos sería enriquecedor analizar cómo
fue que nuestra identidad se fue armando en distintos momentos de la historia,
reflexionando sobre las prácticas que ayudaron a conformarla.

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