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ADOLESCENTES Y TECNOLOGÍA: UNA COMBINACIÓN LETAL

Autora “Mariangela Rodriguez”


Las últimas generaciones son los llamados "nativos digitales". No hay nada más natural
para ellos que andar pegados al celular y al computador. ¿Podría la tecnologia convertirse
en un elemento negativo para los adolescentes?
Hoy en día la tecnología hace parte fundamental en la vida de los jóvenes, lo cual es reflejo
de las transformaciones por las que ha atravesado el mundo moderno. Es un hecho que se
ha vuelto parte importante de las dinámicas sociales, de las posibilidades de entretenimiento
y de los recursos académicos.
Para los adolescentes es sinónimo de facilidad en cuanto a las comunicaciones, de infinitas
posibilidades para conectarse con un mundo globalizado y de un sin número de recursos
innovadores. Sin embargo, si se hace un uso inadecuado de ella, puede significar la
posibilidad de acceder a información inapropiada, de ver o leer sobre temas que en lugar
de aportar pueden dañar, un tiempo de ocio mal administrado y en algunos casos la creación
de una especie de realidad "paralela" que podría entorpecer un sano desarrollo social y
emocional.

Dentro de los posibles peligros a los que pueden estar expuestos los adolescentes está el
impacto negativo que puede tener el acceso a contenidos pornográficos. Aunque esta es
una conducta que podría esperarse en dicha etapa de la vida, es necesario tener en cuenta
que la gran facilidad con la que se accede a estos contenidos puede generar un uso
excesivo.
El cerebro adolescente está en proceso de maduración, en este proceso las aéreas que
regulan la búsqueda de placer están disparadas y las que se encargan del autocontrol, el
razonamiento, la toma de perspectiva y la planeación, están en formación. Por esto el
cerebro adolescente es mucho más vulnerable que el cerebro adulto a desarrollar una
adicción a la pornografía.
Adicionalmente en esta etapa, no está preparado para asimilar todos los mensajes que mas
allá de lo evidente son transmitidos.
Cuando un joven está expuesto a este tipo de estímulos genera una falsa idea y aprende
que lo que ve es una representación real de lo que es la sexualidad, las relaciones y la
intimidad. Como en un ciclo, estas creencias equivocadas, a su vez provocan actitudes y
comportamientos poco sanos.
Hay otro elemento bastante importante a nivel psicológico y tiene que ver con la forma como
la tecnología puede afectar un sano desarrollo emocional y social en los jóvenes. Puede
entorpecer la posibilidad de aprender a enfrentar lo propio de una relación con otro ser
humano; habilidades como la resolución de conflictos y la expresión directa de sentimientos
e ideas se pueden ver en riesgo cuando un adolescente se siente capaz de lograrlas
únicamente si cuenta con un medio tecnológico que le de la seguridad para hacerlo.

Otro ejemplo de un uso bastante inadecuado de la tecnología es el llamado sexting -el


compartir imágenes intimas por medios digitales- del cual se ha hablado recientemente en
algunos medios. El sexting no se puede explicar por una natural curiosidad adolescente,
implica mucho más que esto. Cuando uno una adolescente incurre en esta práctica está
arriesgando su autoestima, le está poniendo un alto costo al querer ser aceptado por otro u
otros y esta exponiéndose a que su reputación se vea afectada lo cual por obvias razones
tiene consecuencias muy dolorosas a nivel psicológico. Así mismo esto implica que las
nociones tan importantes de privacidad e intimidad se pongan en tela de juicio.

Existen otros ejemplos de cómo el uso inadecuado o excesivo de la tecnología puede


impactar negativamente. Tener un mal manejo del tiempo libre, no lograr consolidar hábitos
de estudio eficientes impactando así los procesos de aprendizaje e incluso el desarrollo de
muy pobres habilidades gramaticales y ortográficas son solo algunos.

Sea lo que sea, vale la pena reflexionar sobre como en algunos casos la tecnología ha
generado que la esencia, el valor y la complejidad de las relaciones humanas se desdibuje.
Por tal razón se debe ser un tema que los padres incluyan en sus conversaciones con sus
hijos. Ojala de estas conversaciones salieran guías que con naturalidad les mostraran a los
jóvenes los daños que puede causar la tecnología, si se usa de maneras inapropiadas.

ADOLESCENTES Y TECNOLOGÍA, ¿QUÉ HACEMOS?


Autor “Íñigo González”
La tecnología se ha convertido en un campo fundamental en la vida de los adolescentes.
Pero lo que puede ser una fuente de desarrollo y conocimiento, se puede transformar en
una trampa emocional para los más jóvenes. Los adolescentes no entienden su vida sin
acceso a Internet, a redes sociales o a dispositivos móviles que les permitan estar
conectados con sus amigos y con el mundo. Pero el acceso sin control a estos dispositivos
puede generar problemas de adicción que, una vez arraigados, son difíciles de superar.
Es fundamental estar presentes en sus primeras experiencias con la tecnología para
enseñarles los peligros que entraña su uso, como el ciberbullying o el grooming. Han de
tener claro que no deben contactar con desconocidos, enviar fotos o datos personales sin
supervisión e, incluso, tapar la cámara integrada en el portátil para no ser víctimas de virus
espía o hackers.
Consensuar un uso máximo de dos horas al día de estas tecnologías, colocar el ordenador
en una estancia de uso común, establecer filtros parentales y fomentar la comunicación con
los adolescentes, son medidas recomendables para evitar que acaben enganchados.
Toda la información que les podamos suministrar nosotros, estará mejor orientada que la
que encuentren ellos en la red, especialmente en temas de sexualidad. Escuchar,
comprender, interesarnos por sus inquietudes y no recurrir al castigo a la primera de cambio
fomentará que los adolescentes confíen en nosotros.

ADOLESCENCIA. NUEVAS TECNOLOGÍAS.


Autor “Manuel Hernanz Ruiz”
Psicólogo clínico. Psicoterapeuta. Profesor de la Facultad de Psicología y Educación de la
Universidad de Deusto. Psicólogo Clínico del Centro de Salud Mental Infanto Juvenil de la
Comarca Uribe Osakidetza Servicio Vasco de Salud.
Los conceptos de Adolescencia y “nuevas tecnologías” tienen algún punto en común que
es interesante resaltar. Sin embargo tiene otros que son pueden ser nunca asemejados.
Adolescencia y Nuevas Tecnologías tiene en común a un compañero de viaje que no les
permite estar o mantener una quietud. El conflicto coexiste y convive tanto en uno como en
el otro.
No hace falta que nos detengamos en los conflictos con los que el adolescente tiene que
vérselas,tanto los corporales como los que deben de situarse dentro de su psiquismo como
los que tienen que ver con sus padres en concreto y con lo social en el sentido más amplio.
Los conflictos de las nuevas tecnologías quizás nos sean un poco más difíciles de
mencionar pero también tienen que ver con lo corporal (el tamaño y su capacidad de
contener que ha de ser cada vez más grande pero con menos volumen), con los conflictos
internos (todo debe de ser lo más sencillo posible, sin ningún error que haga perder energía
o calentarse el circuito) y conflicto con los padres o la sociedad que no hace sino
revolucionarla y trastoca hasta los planes de expansión más diseñados.
Así el adolescente se ha de enfrentar a un nuevo cuerpo, la nueva tecnología a un nuevo
diseño que haga que el modelo anterior sea realmente caduco y obsoleto por sus
características y apariencias.
Así el adolescente se ha de enfrentar a nuevos retos que le hagan constatar y verificar su
cambio y dominio de lo externo. Las nuevas tecnologías también han de estar aceptando
esos nuevos retos de forma continua. Buscando nuevas técnicas que resuelvan los
problemas de calentamiento, conectividad, resistencias, etc.
El adolescente ha de ser capaz de aprender desde ese nuevo estado a través de la
depresión y aceptación de sus limitaciones. Y las nuevas tecnologías serán a partir de la
observación de sus dificultades como podrá mejorar y presentar sus innovaciones.
Adolescencia y Nueva tecnología. Dos hermanos gemelos en cuanto a sus retos. A ambos
lo que mejor les puede definir es la incertidumbre y el cambio, la duda sobre sí mismos y la
incertidumbre que generan en el exterior.
Hay que señalar sin duda, una diferencia importante: La adolescencia es un estado nuevo,
el niño se enfrenta a ella tras numerosos avisos. A pesar de estar “teóricamente” preparado
para ello, no puede dejar de vivirla como una amenaza a su anterior estado. La nueva
tecnología se presenta sin aviso “no puede ser, parece que es magia”
Hoy en día vivimos en un mundo que no hace mucho parecía imposible, de “película”. Hoy
la “película” la hacemos con la “nueva tecnología”.
La relación adolescencia – nuevas tecnologías, nos hace tener presente una reflexión
importante. No hay duda de que todos los que estamos aquí, ya hemos sido adolescentes,
sabemos o recordamos aspectos de esa fase. Cuando estamos con los pacientes podemos
ponernos en su lugar y revivir contratransferencialmente todos esos momentos pasados.
El adolescente se enfrenta a ese nuevo estado con herramientas que paradójicamente
domina de forma muy habilidosa cuando la sociedad aún se encuentra luchando por
entender esas nuevas tecnologías.
El adolescente de hoy no sabe de lo analógico. No tiene ni noción de qué pudo suponer la
incertidumbre de no saber si se podría hablar por teléfono con un familiar después de haber
solicitado la conferencia a primera hora de la mañana. Ni de lo que era la carta de ajuste de
la TV, ni de lo que era esperar una carta postal no digamos si estaba enviada de una
localidad pequeña a otra.
Y si hay que decir que el adolescente de hoy no tienen no ni idea de todo eso, hay que decir
también que la sociedad de hoy no sabe que cuando hablamos por teléfono nuestra
conversación está siendo grabada, analizada o valorada por muy pocas personas pero
muchas máquinas que van a obtener todo tipo de información.
El adolescente de hoy suma su incertidumbre a la posesión de una herramienta que sin
divinizadla ni endemoniarla, le potenciará de manera inimaginable.
FUERZA DEL TRABAJO FEMENINO
La fuerza laboral femenina
La conmemoración del Día de la Mujer no debe dejarse pasar sin una reflexión sobre los
esfuerzos que está realizando la sociedad en su conjunto para garantizar el desarrollo
económico de las mujeres en condiciones equitativas.
Son importantes las conquistas que se han producido hasta ahora en la batalla por alcanzar
la equidad de género en el plano laboral, pero un vistazo a las estadísticas del país deja ver
que persisten sendas injusticias y desequilibrios por las cuales todavía es largo el camino
por recorrer.
El empleo femenino presenta diferencias respecto del masculino en los distintos planos de
la estructura ocupacional: ramas de actividad económica, categorías ocupacionales o
grupos profesionales.
Durante las décadas de crecimiento económico, la fuerza de trabajo femenina se distribuyó
de acuerdo a una estructura clásica: un tercio trabajaba en la industria, más de la mitad en
la rama de servicios y apenas un 13% en agricultura (si bien esa composición variaría de
no existir el fuerte subregistro del trabajo femenino en el agro).
Con la crisis socioeconómica de los ochenta, se redujo el empleo femenino en la industria y
se amplió en el sector servicios. La recuperación moderada de fines de los ochenta volvió a
incrementar el empleo femenino en la industria, así como su ocupación asalariada en la
agricultura.
La proporción de asalariados existente en la fuerza laboral guatemalteca es aún moderada
en el contexto latinoamericano. Las sucesivas encuestas sociodemográficas (1987 y 1989)
muestran que trabajan como asalariados algo menos de la mitad de los ocupados, en torno
a un tercio por cuenta propia, un 16% son familiares no remunerados y un 1,5% patronos.
En este contexto, las mujeres presentan una distribución semejante a la de los hombres, si
bien se ocupan como asalariadas algo más que éstos: en 1989 trabajaban como asalariadas
el 51,4% de las ocupadas, en tanto lo hacía el 47,7% de los varones.
La segunda diferencia está referida al hecho de que una alta proporción de mujeres se
ocupa en servicios personales (en 1989 el 21% de las ocupadas), mientras apenas lo hace
el 3% de los ocupados varones. La tercera se refiere a la notable cantidad de guatemaltecas
que se ocupan como vendedoras y empleadas de oficina (un 28% de las ocupadas), en
tanto sólo trabaja así el 8% de los ocupados.
Sin embargo, en Guatemala se repite el conocido fenómeno latinoamericano de que la PEA
femenina tiene una proporción apreciable de técnicas y profesionales (el 9,3% de las
ocupadas), mayor que en el caso de la PEA masculina (sólo un 3,8%). Ello hace que, al
analizar la composición por sexo de cada grupo, las mujeres sean el 45% de los técnicos y
profesionales.

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