DE LA
ACADEMIA
NACIONAL
DE LA
HISTORIA
Nº 386
TOMO XCVII
ABRIL-JUNIO
2014
Nº 386
comisióN DE PUBLICACIONES
Manuel Donís Ríos
ElÍas Pino Iturrieta
Pedro Cunill Grau
Inés Quintero
Germán Carrera Damas
DEPÓSITO LEGAL
19123DF132
issn
0254-7325
ÍNDICE
PÁG. 5 Presentación
............................
PÁG. 51 Estudios
...................
PÁG. 53 El Deán de la Catedral de Mérida Francisco Javier De Irastorza
Propone la transformación del Seminario en Universidad
(1800-1806)
Alí Enrique López Bohórquez
5
español y también los beneficios que procuraron obtener por parte de la corona por
los servicios prestados. El autonomismo municipal en los inicios de la emancipación
venezolana: las ciudades fieles a la monarquía española (1810-1812) es un interesante
estudio sobre los cabildos durante la independencia, más aún cuando se centra en el
poco estudiado bando realista.
9
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Profesionalmente se inició como periodista, área en la cual hizo sus estudios uni-
versitarios, y ocupacionalmente se concentró en las relaciones internacionales, mate-
ria en la cual hizo una maestría en la Universidad de Columbia mientras se desempe-
ñaba como embajador.
1
M.T. Romero: El enigma SAC. Travesía vital de Simón Alberto Consalvi. Editorial Alfa. Caracas, 2013.
10
Discurso de Incorporación
hasta enigmático. Pero tal vez esto nos muestra que el buen conversador no es quien
habla mucho sino el más reflexivo y el que sabe escuchar. En definitiva, quien aprecia
el silencio, pero que no vacila en decir lo que corresponde decir en defensa de sus
principios y opiniones, como lo hizo Consalvi.
Comencemos por señalar que tanto el derecho como la historia tienen que ver con
el tiempo, pero de una manera muy diferente.2La historia mira al pasado, el derecho
–o al menos uno de sus instrumentos fundamentales que es la ley- intenta regular
la conducta futura. Tendría muy poco sentido tratar de regular el pasado. Tratar
de hacerlo se denomina efecto retroactivo y es considerado una violación grave de
nuestros derechos fundamentales. Sin embargo, esta oposición en la manera de lidiar
con el tiempo en el derecho y en la historia está construida sobre la identificación del
derecho con la ley y en realidad no es tan radical como parece si se mira al derecho
2
Un análisis general de la relación derecho y tiempo en M.Bretone: Diritto e tempo nella tradizione europea. Lat-
erza. Bari, 1994
11
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
En nuestra época hay una situación que ha replanteado la relación entre la his-
toria y el derecho de la manera más dramática. Es la llamada justicia transicional, o
cambio de un régimen en el cual se han cometido atrocidades, por uno que se plantea
como un estado de derecho. El problema es qué hacer con los responsables de esas
atrocidades quienes generalmente constituyen un grupo relativamente numeroso y
se han creído justificados por el proyecto político autoritario o totalitario que sirvi-
eron. Por una parte, el sistema jurídico está para castigar esas gruesas violaciones de los
derechos humanos y de sus reglas fundamentales y debe buscar los elementos de con-
vicción que permitan decidir con justicia en casos individuales. Pero como se trata de
regímenes políticos, los violadores de los derechos fundamentales son generalmente
muy numerosos y el aparato del derecho no tendrá capacidad para castigarlos a to-
dos. Por otra parte quienes ejecutaron acciones violatorias de los derechos humanos
generalmente pueden invocar decisiones enmarcadas en la legislación o las decisiones
judiciales del propio régimen. Por eso el problema del derecho es cómo escoger entre
aquellas acciones y personas que serán documentadas para castigar a los culpables y
aquellas otras que se perdonan o se olvidan. Los historiadores generalmente están más
interesados en el establecimiento de los hechos y la interpretación de lo ocurrido sin
juicios de culpabilidad individual.3Es bueno advertir que los usos de la historia como
auxiliar del derecho o como rival de éste no será parte de esa reflexión.
3
Para un análisis de este tema ver P. Ricoeur: La memoire, l’histoire, l’oubli. Editions du Seuil. Paris, 2000. C.S. Nino:
Absolute evil on trial. Yale University Press. New Haven, 1996. V. Popovski & M. Serrano (eds): After oppresion:
transitional justice in Latin American and Eastern Europe. United Nations University Press. New York, 2012. N.
Aiken: Identity, reconciliation and transitional justice: overcoming intractability. Routledge. London, 2013
12
Discurso de Incorporación
Comencemos por una definición corriente del derecho, que puede considerarse
dominante en el sentido que es todavía la enseñada en casi todas las escuelas de de-
recho. Según esta definición el derecho sería un conjunto de normas obligatorias y
coercibles. Generalmente se atribuye al estado la capacidad de definir esas normas y
de usar su aparato de coerción para que opere como amenaza de sanción. En otras pa-
labras, el derecho se identifica con las leyes y se identifica también con el estado nacio-
nal. El derecho es venezolano, colombiano, francés, etc.Esta concepción del derecho
se materializó en los siglos xix y xx en los cuales los distintos estados nacionales se
dotaron de sistemas jurídicos de claro alcance nacional. Hoy se ha generalizado tanto
que muchos creen que no se puede pensar al derecho de otra manera.
A partir del siglo iii, la producción del derecho por los jurisconsultos decae y el
Emperador tomó un papel importante en la materia a través de edictos y rescriptos.
Generalmente se considera que esta fue la etapa de decadencia del derecho romano.
Es por esto que los romanistas no pueden usar la definición del derecho como con-
junto de normas coercibles, promulgadas o apoyadas por el poder público.
13
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Desde la Edad Media hasta el siglo xviii, el derecho estudiado en las universi-
dades fue el romano. Se lo estudiaba en una compilación que ordenó el Emperador
Justiniano en el siglo VI, el Corpus Iuris Civilis6. En este cuerpo las opiniones de los
jurisconsultos clásicos compiladas en el Digesto tuvieron un lugar de privilegio. Justi-
niano actuó como legislador, le dio sanción oficial a su compilación y estableció que
ella contenía todo el derecho, con prohibición de incorporar otras fuentes. El corpus
justinianeo no tuvo un impacto directo e importante en su época, pero seis siglos
después fue rescatada y se puso en el centro de los nacientes estudios universitarios de
derecho. Por supuesto Justiniano no tenían ningún poder político en la Europa me-
dieval y moderna y no había manera de hacer coercible el Corpus Iuris Civilis. El de-
recho no era pensado como nacional ni asociado con el poder político. Al contrario,
se habla del ius commune o derecho común europeo aunque Europa carecía de unidad
política, pero el derecho fue asociado con un texto escrito.
4
República 338c ss.
5
Suma Teológica IIaIIae, q. 57, a.1
Peter Stein: Roman law in the European history. Cambridge University Press, 1999. P. Koschaker: Europa y el
6
14
Discurso de Incorporación
Para la época más cercana a nosotros ¿tendría más sentido la referencia a la ley, es
decir, historiar la legislación como vicaria del derecho? En Venezuela tenemos agu-
da conciencia de que las leyes, incluida la constitución, tienen poca relación con las
prácticas sociales y políticas, que los poderes públicos prestan poca atención a esas
regulaciones aunque sean ellos mismos quienes las produzcan. Aunque tengamos un
completo cuerpo de leyes y un aparato estatal supuesto a cumplirlo y hacerlo cumplir,
no ocurre así. La identificación entre ley y derecho es así problemática. La compren-
sión del derecho realmente existente requiere la referencia a las prácticas sociales y a la
producción intelectual referida al derecho, pero entonces debemos tomar conciencia
que estamos usando una manera distinta de pensar al derecho y se requiere también
una forma distinta de historiarlo. De allí que cobre importancia historiar la actividad
y las decisiones de los jueces, el quehacer de los abogados, el pensamiento de los ju-
ristas académicos, la conducta desviada de las personas y las consecuencias que acar-
reaba, el funcionamiento de las policías y las prisiones.
Esto plantea también el tema del método. Hubo una cierta historia del derecho
que se limitó al comentario de los cambios en la legislación. El punto que estoy haci-
endo aquí es que si entendemos a la historia de la legislación como historia de las ideas
estamos obligados a ir más lejos, a atender la discusión metodológica en historia de las
ideas, a reconstruir el clima intelectual que produjo la legislación a estudiar. Mi apre-
ciado colega y amigo Luis Castro Leiva, lamentablemente fallecido en el momento en
que apenas fructificaban sus investigaciones, enfatizaba con sus alumnos el rigor con
el cual debía emprenderse la historia intelectual. La historia de las ideas jurídicas debe
atender a esas preocupaciones.
8
Un análisis de la legislación en perspectiva social y de historia de las ideas en R.Pérez Perdomo:“Teoría y práctica de
la legislación en la temprana República (Venezuela 1821-1870)”. En L’ educazione giuridica. Modelli di legislatore
e scienza del la legislazione. Edizione Scientifiche Italiane. Perugia 1987. Pp. 405-466. Una primera versión con el
mismo nombre publicada en Politeia nº 11. Caracas, 1982 (1987).
15
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Más allá del método está el tema de los actores del derecho. En el enfoque que
privilegia la legislación, los juristas pasan a un segundo plano. La doctrina (que es la
producción de los juristas académicos) no es fuente del derecho o es apenas una fuen-
te auxiliar o secundaria. Ergo, los juristas no son un tema de la historia del derecho. Se
los puede biografiar como personas importantes que fueron y tenemos estudios sobre
sus ideas políticas, pero se los ignora dentro de la historia del derecho. Algunos, como
Miguel José Sanz, Juan Germán Roscio y Andrés Bello se los ha puesto en los altares
de la patria, pero no se estudia su pensamiento en materia de derecho y el impacto que
tuvieron sus ideas en la configuración del orden jurídico. En el proyecto de análisis
cultural del derecho los juristas-intelectuales tienen un papel central. Ellos son los
autores de constituciones y códigos, y los articulan con los proyectos políticos de su
época. Ellos explican las dificultades que encuentran. Ignorarlos es un grave pecado
de la historia del derecho.
También conviene destacar que la historia de las ideas no puede limitarse a los au-
tores nacionales. Por ejemplo, el primer libro de texto, que se usó por décadas en Vene-
zuela y otros países de América Latina, en derecho constitucional o derecho político,
como se denominaba en la época, fue el Curso de política constitucional de Benjamin
Constant9. Se lo usó también en Europa. Aquí lo hemos ignorado. Naturalmente tie-
ne el defecto de no ser venezolano para ser estudiado como parte de las ideas jurídicas
en Venezuela a pesar que los juristas venezolanos aprendieron derecho constitucional
con esa obra al menos por tres décadas, desde el final de la década de 1820 hasta la de
1860. A final del siglo xix el derecho constitucional se estudió por la obra de Floren-
tino González10, un autor colombiano que escribió y enseñó por un tiempo en Buenos
Aires. Por supuesto, también lo ignoramos. Este es el defecto del cuadro nacional.
Más cerca de nosotros tenemos juristas como Roberto Goldschmidt, importante en
la promoción del derecho comparado y del moderno derecho mercantil en Venezuela
y proyectista legislativo muy importante en la segunda mitad de la década de 1950 y
primera de la de 1960. No conozco trabajos sobre la muy importante contribución
de Goldschmidt al derecho venezolano. El punto que deseo destacar es que no tiene
sentido poner fronteras nacionales a la historia del derecho y de las ideas jurídicas.
9
Benjamín Constant: Curso de política constitucional. Taurus. Madrid 1968. Primera edición en español. Sigüenza y
Vera. Madrid 1820.
10
Florentino González: Lecciones de derecho constitucional. 2a ed. Rosa et Bouret. Paris 1871
16
Discurso de Incorporación
son parte de la cultura que se manifiesta en el pensamiento de las elites, pero que
se manifiesta bajo otras formas en las ideas, actitudes y conductas de los ciudadanos
en general. Esto se ha denominado cultura jurídica. La cultura jurídica tanto de los
profesionales del derecho como de la población en general es un objeto muy apro-
piado para la historia del derecho. En esta perspectiva tiene relevancia para la historia
del derecho los estudios que se ha considerado provincia de los historiadores, como
los relacionados con los conflictos de honor (o de pareja)11, o juicios como el de los
conspiradores del caso llamado de Gual y España12, o el de María Antonia Bolívar y el
fabricante de peinetas13. O los estudios sobre los abogados eventualmente en espacios
más reducidos. Por ejemplo, sería deseable contar con una historia de los abogados en
Boconó que sospecho nos depararía sorpresas, pues mi hipótesis es que el quehacer de
un abogado y su rol social pueden ser bastante específicos al lugar y tiempo. Hay estu-
dios magníficos sobre los litigios en Sevilla en los siglos xvi y xvii que han sido muy
importantes para entender la importancia del derecho en el siglo de oro español14.
Podríamos y deberíamos hacer esos estudios en Venezuela. Debo decir que como bo-
conés me siento en falta por no haber emprendido ese estudio sobre los abogados y
cómo se vive y se ha vivido el derecho en Boconó. Más allá de esta confesión de algo
que desearía hacer y no he hecho, lo que planteo es que el estudio del derecho enfo-
cado en la cultura jurídica no tiene por qué ser nacional. Puede usar un cuadro más
amplio o más reducido, y que tal vez es buen tiempo que nos ocupemos del derecho
menos como legislación nacional y más como expresión de cultura.
E. Pino Iturrieta: Quimeras de amor, honor y pecado en el siglo XVIII venezolano. Planeta. Caracas 1994. Ventaneras
11
y casta, diabólicas y honestas. Planeta. Caracas 1993. Contra lujuria, castidad: historias de pecado en el siglo XVIII
venezolano. Alfadil. Caracas 1992. E. Moreno: La ruina de las familias, del estado y la religion: divorcio y conflictos
maritales en Venezuela 1700-1829. Fundación Centro Nacional de Historia. Caracas, 2009. R. Di Mieli Milano: El
divorcio en siglo XIX venezolano: tradición y liberalismo, 1830-1900. Fondo de Cultura Urbana. Caracas, 2006.
R. Pérez Perdomo: “La justicia penal en Venezuela a final del período colonial: El caso de Gual y España”. En Anales
12
de la Universidad Metropolitana. Vol 6 nº 1. Caracas, 2006. También “La represión de la conspiración de Gual y
España” En J.C.Rey, R.Pérez Perdomo, R.Aizpurua Aguirre & A.Hernández: Gual y España, la independencia
frustrada. Caracas. Fundación Empresas Polar, 2008.
I. Quintero: El fabricante de peinetas: último romance de María Antonia Bolívar. Alfa. Caracas 2011
13
R. Kagan: Lawsuits and litigants in Castille 1500-1700. University of North Carolina Press. Chapel Hill, 1981
14
17
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
jurídica y los historiadores del derecho o los estudiosos del derecho en general no
deberíamos ignorarlos.
Antes de desarrollar la idea del derecho como cultura y sus implicaciones para la
investigación histórica y para la política es bueno explicar cómo fue que la legislación
nacional se convirtió en el centro del derecho y de la historia del derecho, y cómo en
nuestra época está dejando de serlo.
Otro gran monumento de la historia del derecho, las Siete Partidas (1265) que
frecuentemente se identifican como legislación por haber sido promulgada por el Rey
Alfonso El Sabio, no fue tampoco una pieza legislativa en sentido estricto. Esta llena
de relatos históricos y de preceptos que no tienen una sanción específica. En general,
los reyes medievales y los papas produjeron una vasta literatura jurídica, pero es abusi-
vo entender su producción como legislación. No se suponía que los reyes y papas pu-
dieran cambiar el derecho16. Sólo podían fijarlo. Era pues una actividad más cercana
a lo que nosotros llamamos jurisdicción, que consideramos propia de los jueces, salvo
que no se limitaba a lo que hoy consideramos el ámbito de lo jurídico.
Peter Stein: “Legislation in English law” En A.Giuliani & N.Picardi (eds): Modelli di legistori e scienza della legis-
16
18
Discurso de Incorporación
Debemos a Hobbes, en el siglo xvii, el haber expresado con claridad que una de
las atribuciones importantes del soberano era legislar en sentido propio, establecer las
reglas de derecho. Lo justo pasó a ser lo establecido en la ley, lo legal, y ésta la voluntad
del soberano17. Pero en su época el pensamiento de Hobbes se consideró una mons-
truosidad. Ser hobbesiano pasó a ser un insulto que descalificaba a cualquiera. Era
sinónimo de ser impío, inmoral, crudo. Locke y Rousseau lograron hacer digeribles la
idea del contrato social y de que la ley, si cumplía el requisito de ser general y dirigida
a regular la conducta futura, podía ser expresión de lo justo18. Rousseau la planteó
como expresión de la voluntad general y gracias a cierta alquimia verbal, la voluntad
general también es racional19.
Thomas Hobbes: El Ciudadano. Universidad Central de Venezuela. Caracas. 1966. Leviathan. Cambridge Univer-
17
sity Press, 1991.A dialogue between a philosopher and a student of the common laws of England. Oxford University
Press 2005 (1681?)
John Locke: Two treatises on civil government. Cambridge University Press. 1967.
18
Jean Jacques Rousseau: Du contrat social. Union Général d’Editions. Paris 1963.
19
A.J. Arnaud: Les origines doctrinales du Code Civil. Libraire Générale de Droit et Jurisprudence, Paris, 1969.
21
19
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
En resumen, el código civil y por extensión los otros códigos que siguieron su mode-
lo, se convirtieron así en obras supuestamente acordes con la razón, hechas obligatorias
por el poder público, y vinculantes en un territorio nacional. Por primera vez el derecho
se hizo nacional y racional, sin que se viera ninguna tensión entre esos dos términos.
Como el código se presenta como sistemático, nova todo el derecho, es decir deroga
todas las leyes y todo el derecho anterior. Tan poderoso instrumento pasó a ocupar el
lugar central del derecho. Se convirtió en el tema de estudio en las escuelas de derecho y
en los libros de cabecera de jueces y abogados. La nueva tarea de los profesores fue expli-
car y comentar los códigos, y la de los jueces, aplicarlos lo más mecánicamente posible.
Es notable lo mucho que se esperó de los códigos. Como son textos supuestamente
sencillos y claros, racionales, todos podemos entenderlos y se convertirían en guar-
dianes de los derechos de todos22. Obviamente no ocurrió así. Ya a final del siglo xix
se comenzó a descreer de su racionalidad. Las mujeres no estaban convencidas que
era conforme a la razón que los maridos dominaran la sociedad conyugal y que se
las sometiera a una considerable incapacidad negocial. Los obreros reclamaban una
legislación más protectora y el derecho del trabajo tuvo que ser desgajado del dere-
cho civil. Los arrendamientos urbanos también se sacaron del código para someterlos
a una legislación especial. Los gobiernos y jueces consideraron razonable introducir
limitaciones importantes a la propiedad. Natalino Irti llamó al siglo xx la época de la
descodificación, l’etá de la decodificazione23.
Pero el asunto es más grave. Los jueces han tomado conciencia que tienen capa-
cidad de interpretar las leyes y que, en definitiva, la ley o la constitución no dicen lo
que creemos que dicen, sino lo que los jueces dicen que dice. Más grave aún, tenemos
conciencia que las leyes son instrumentos de políticas públicas, no expresión de la ra-
zón o la voluntad general. Como las políticas, son cambiantes y no nos merecen más
respeto que las políticas mismas.
Luis Sanojo lo dice de manera muy elocuente: “El Derecho, pues, es condición indispensable del progreso y aun de
22
la vida de los pueblos: verdad vulgar en el día, pues todos saben y comprenden que el Derecho es un grande escudo
que a todos debe defender, que debe rechazar las invasiones de todos.” Instituciones de derecho civil. Tomo I. pág
viii. Imprenta Nacional. Caracas, 1873.
N. Irti: L’etá de la decodificazione. Giuffrè. Milano 1979.
23
F. de Trazegnies Granda: Pensando insolentemente/ Tres perspectivas académicas sobre el derecho. Pontificia Univer-
24
20
Discurso de Incorporación
G. Parra Aranguren: “Los antecedentes de la codificación civil y del derecho internacional privado venezolano
25
(1810-1862)”. Revista de la Facultad de Derecho. Universidad Católica Andrés Bello. # 2. 1966. “Nuevos anteceden-
tes sobre la codificación civil venezolana (1810-1862)”. Academia Nacional de la Historia: La codificación de Páez.
Academia Nacional de la Historia. Caracas, 1974.
21
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
de Páez, tal vez para la mayor gloria de Guzmán. Los presidentes Crespo y Castro
sucumbieron también a la tentación napoleónica de ordenar nuevas codificaciones
para dejar su marca en el derecho. Juan Vicente Gómez dejó la revisión de los códigos
a los doctores a quienes permitió trabajar sin excesiva presión. Los códigos del gome-
cismo, incluyendo el penal, fueron bastante liberales y modernos y pudieron sobrevi-
vir largamente a su régimen. El caso del código penal es notable porque sigue vigente
con reformas relativamente secundarias que le han hecho los gobiernos posteriores,
incluyendo los democráticos y revolucionarios, para hacerlo más represivo.
Estos avatares políticos de los códigos deberían haber puesto en guardia a los his-
toriadores del derecho sobre el punto que el problema no era técnico o que la princi-
pal preocupación de la época fuera lograr un sistema racional y nacional de derecho.
La explicación avanzada para explicar la “demora” era que se requería la estabilidad
política para emprender la tarea delicada de codificar26. Pero esta explicación es in-
satisfactoria, pues había modelos prêt-à-porter y los códigos se redactaron siempre
con premura y en época de gran inestabilidad y conflicto. El argumento que deseo
avanzar es que tampoco había una necesidad práctica social realmente importante. En
Venezuela del siglo xix los abogados nunca pasaron de ser unos pocos centenares27 y
el entero aparato jurídico del estado era muy pequeño28. La desordenada legislación
castellana no era un obstáculo porque no se conocía ni utilizaba. Los abogados usaban
una obra, la muy popular de Juan de Sala: Ilustraciones del derecho español (que el pú-
blico identificaba como el Sala)29 o prontuarios, que eran obras que podemos llamar
de cocina jurídica. El punto era que las ideas de la ilustración habían hecho mella y
había quienes deseaban una racionalización del derecho a través de la legislación.
Pero la tarea no era sencilla. El gran modelo de la codificación francesa era laici-
zante y no era fácil de aplicar a una sociedad con enorme peso de la Iglesia Católica y
con esclavos. Por ejemplo, el carácter absoluto de la propiedad unido a la libertad de
contratos, era contrario a la separación de los atributos de la propiedad que existía en
la práctica porque buena parte de las propiedades más importantes eran de la Igle-
sia y eran de manos muertas, estaban fuera del comercio. El Código Civil también
R. Pérez Perdomo:Los abogados en Venezuela, estudio de una élite intelectual y política 1780-1980. Monte Ávila.
27
Caracas, 1981.
R. Pérez Perdomo: “La organización del estado en el siglo XIX (1830-1899)”. Politeia, nº 14, 1990.
28
Juan de Sala: Sala hispano venezolano, o Ilustración del derecho español. Librería de Vicente Sardá, Paris; Almacén
29
Rojas Hermanos, Caracas, 1845. La obra inicialmente publicada en 1803 en España con el nombre de Ilustraciones
del derecho real de España conoció muchísimas ediciones en el siglo xix.
22
Discurso de Incorporación
Andrés Bello: “Codificación en el derecho civil” (artículo en El Araucano 1833). En Obras Completas de Don An-
30
23
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Los juristas del siglo xix comprometidos con la codificación tenían claro el efecto
transformador del derecho. Sanojo dice que el derecho “se ha hecho para triunfar de
los hábitos e inclinaciones de los hombres, para corregir las sociedades y ejercer sobre
ellas su poderosa influencia”32. En esta perspectiva, la transformación de la sociedad
necesariamente va a producirse porque el derecho es de obligatorio cumplimiento. Y
en definitiva los códigos o leyes moldearían la sociedad. Es cierto que mucha normas
jurídicas no son realmente obligatorias sino facilitadoras de las relaciones entre las
personas. Las reglas sobre la compra-venta no nos obliga a vender o comprar nada, o
las reglas sobre el matrimonio o el divorcio no nos obligan a casarnos o divorciarnos.
Lo que hacen estas reglas es que establecen canales y si deseamos que nuestros actos
produzcan ciertos efectos vamos a seguir esos canales. Como se supone que somos
seres racionales, es eso lo que haremos y la ley produciría los efectos esperados.
Es verdad que Sanojo llama a la prudencia: “Nunca se puede desatender en todo punto los hábitos e inclinaciones de
32
los habitantes en todo esto debe procederse con gran mesura y prudencia para evitar en lo posible las perturbaciones
que acompañan siempre a todo cambiamento” (Luis Sanojo: Instituciones de derecho civil venezolano. Tomo 1, pág.
vi. Imprenta Nacional. Caracas, 1873)
24
Discurso de Incorporación
Pedro Manuel Arcaya: Estudios de sociología venezolana. Editorial América. Madrid, 1917?
33
25
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
los últimos años del siglo xix volvemos a tener datos. Si comparamos los esos datos
con los de la década de 1840, vemos que el sistema jurídico había decaído. El número
de abogados disminuyó en términos relativos a la población34, y el número de juicios
tanto civiles como criminales también bajó35. Estos son los pocos indicadores que
tenemos, pero sugieren un decremento de la importancia del sistema jurídico y esto es
probablemente atribuible a la desorganización social y la reconfiguración del país en
una especie de confederación de estados en guerra. En otras palabras, el orden jurídico
existió en el papel, en la retórica de los gobernantes, en la enseñanza universitaria y en
obras notables. En la práctica el derecho es menos importante y no es generador de
orden en la sociedad36.
He estado hablando del siglo xix, no del siglo xx ni del xxi. Cualquier parecido
parcial con nuestra época es pura coincidencia. El análisis de nuestra época la haremos
en la sección siguiente de este discurso que hemos llamado fortuna e infortunios de la
constitución y del derecho.
El número de abogados en 1840 era de 120 y en 1894 de 246, pero el número por 100.000 habitantes cayó de 12 a
34
26
Discurso de Incorporación
Vivimos pues una época iuriscéntrica, una época de esplendor para el derecho.
Notemos cuán atractivo es la carrera de derecho para los jóvenes. El número de estu-
diantes de derecho y de abogados ha crecido aceleradamente en el último medio siglo
en prácticamente todos los países del mundo. Por ejemplo, en Brasil había 30.000
abogados en 1960. En 2011 tenía 679.000.En Venezuela en 1961 teníamos 4.256
abogados. En 2012, si calculamos que sólo los abogados graduados en los últimos
treinta años están vivos y activos, tendríamos alrededor de 167.200 abogados. En ci-
fras relativas son 577 por 100.000 habitantes, uno de los indicadores más altos del
mundo. Tal vez podríamos ganar una nueva medalla al progreso o recibir un diploma
por superar las metas del milenio.
27
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
en cuya disciplina me he formado, una sociedad sin abogados no puede ser un estado
de derecho. Si no hay nadie preparado cuyo apoyo buscar para que defienda mis dere-
chos, alguien que me aconseje sobre el camino legal a seguir, el estado de derecho no es
posible. En Venezuela no sólo hay comparativamente más abogados que en el pasado
sino que hay un número de abogados muy bien preparados, con postgrados, con publi-
caciones en cantidad y calidad que no se conocían en nuestra historia.
¿Cómo explicar esto si venimos de afirmar que los códigos han descaecido, que el
legislador ha muerto? Exactamente es este punto que hemos subrayado de no con-
fundir la legislación con el derecho. La legislación ha descaecido, pero el derecho ha
florecido. El estado de derecho es hoy más importante como desiderátum político que
como lo fue en el pasado. Los derechos humanos son ahora centrales al derecho. El
crecimiento de la profesión es parte de ese florecimiento.
Hace 250 años ningún país en el mundo disponía de una constitución escrita. Por
esto puede decirse con seguridad que las constituciones corresponden a un cambio de
mentalidad sobre el derecho y la política. Son un artefacto cultural y tienen que ser
entendidas en ese sentido.
28
Discurso de Incorporación
Aquí un pequeño excursus porque los juristas que me oyen seguramente dirán que
esto ocurrió mucho antes. Hay una decisión de 1804 de la Corte Suprema de los Es-
tados Unidos que afirmó el poder de ese tribunal para anular actos contrarios a la
constitución, pero durante el siglo xix esa facultad fue escasamente ejercida. A finales
de ese siglo y comienzos del xx, las cortes supremas de los estados y luego la Corte
Suprema de los Estados Unidos empezaron a ejercer con frecuencia esa facultad para
anular la incipiente regulación legal a favor de los trabajadores. El debate rápidamente
Sol Serrano: Universidad y nación. Chile en el siglo XIX. Santiago. Editorial Universitaria. Pag 171.
38
29
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Edouard Lambert: Le gouvernement des juges et la lutte contre la législation sociale aux États Unis. Giard. Paris, 1921
39
Hans Kelsen: La garantie constitutionnelle de la constitution (la justice constitutionnelle). Revue de Droit Public et
40
Science Politique. Vol 35. 1928. Judicial review of the constitution : a comparative study of the Austrian and Ameri-
can constitutions. The Journal of Politics. Vol 4 # 2. 1942
G. Helmke & J. Rios-Figueroa: Courts in Latin America. Cambridge University Press. 2011. J.P. Calderón Villegas,:
41
La constituticionalización del derecho privado. Temis & Universidad de los Andes. Bogotá 2011. C. Ayala Corao:
Del diálogo jurisprudencial al control de la convecionalidad. Editorial Jurídica Venezolana. 2012.
La hipótesis de la escasa demanda de control constitucional en las décadas de 1960 y 1970 se basa en una in-
42
formación informal que me proveyó el Dr. Sánchez Risso, quien fue por mucho tiempo el secretario de la Corte
Suprema (Conversación informal en 1996). La enorme carga de trabajo de casos de control constitucional en la
segunda mitad de la década de 1990 la pude constatar como parte del equipo del IESA que estudió el accionar de la
Corte y por conversaciones con la Dra. Cecilia Sosa, Presidente de la Corte en la época.
30
Discurso de Incorporación
L. Friedman: The human rights culture: A study in history and context. Quid pro Books. New Orleans, 2011,
43
31
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Todos estos estudios muestran también que el respeto a los derechos y al derecho,
la transparencia y la buena conducta de los gobiernos son proyectos en los que falta
mucho camino. En unos países mucho más que en otros. También es cierto que en
algunos países se retrocede en determinados períodos. Estos son los infortunios del
derecho, pero podemos ver el vaso medio lleno o medio vacío. En la época de Guzmán
no había esa cantidad de entidades haciendo evaluaciones. Ni siquiera se pensaba que
tenía sentido hacerlas. Se daba también por descontado que los gobernantes tenían
garantizada la impunidad. Los recientes casos de Pinochet y Fujimori, entre muchos
otros gobernantes o ex gobernantes en apuros, muestra que la impunidad no está ga-
rantizada en el mundo de hoy.
32
Discurso de Incorporación
Y sin embargo, hay motivos para notar un cambio importante. En regímenes au-
toritarios del pasado, como el de Gómez y Pérez Jiménez, juristas de primer rango se
pusieron completamente al servicio del régimen. Hubo también quienes se opusieron
y sufrieron diversos represalias, entre ellas la prisión o el exilio, pero fueron los menos.
Y, especialmente en la época de Pérez Jiménez, hubo quienes se mantuvieron al mar-
gen. En el presente, son escasos los juristas de prestigio que se han puesto al servicio
del régimen o que se han dedicado a lucrar obscenamente aprovechando su conexión
con el régimen. Un número grande se ha mostrado crítico tanto en opiniones en la
prensa como en escritos académicos. Por supuesto, muchos han permanecido al mar-
gen y es comprensible su temor. La oposición o disidencia tiene un costo elevado. No
puede negarse que hay represalias. Esto da más valor a quienes expresan su disidencia.
La gran pregunta es ¿Por qué oponerse si tiene un costo especialmente alto para los
juristas porque el estado ha exagerado su papel regulador y porque él es el propietario
o accionista mayoritario de buena parte de las empresas importantes? ¿Por qué los
juristas del pasado tendían a ponerse al servicio de regímenes autoritarios y la mayor
parte de los de hoy guardan distancia o se oponen frontalmente? Las explicaciones
pueden destacar distintos aspectos. Uno importante es que los regímenes autorita-
rios del pasado buscaron la pacificación del país y generaron un orden, aun cuando
marginando al derecho. La revolución que vivimos le dio prioridad a destruir el or-
den anterior sin tener una idea clara de la alternativa. Ha destruido el estado creando
aparatos paralelos y, en el caso de la seguridad, sin reparar que la manera de buscar la
permanencia del régimen con aparatos armados paralelos y sin control era contraria a
la paz social. Otra dimensión es la material. En la época de Gómez no había muchas
alternativas laborales para un abogado fuera del servicio al régimen. En tiempos de
Pérez Jiménez estas alternativas eran mejores, pues ya había un movimiento econó-
mico que permitía el ejercicio del derecho como profesión liberal. En nuestra época
existe una profesión de abogado activa. Las empresas privadas están haciendo pocas
inversiones y algunas están desinvirtiendo. Otras han sido expropiadas frecuentemen-
te sin compensación. Pero todo esto genera trabajo para los abogados. Por esto varias
firmas jurídicas importantes han reducido su tamaño, pero otras han surgido. Las uni-
versidades han bajado los salarios reales de los profesores, pero los profesores pueden
sobrevivir sin tener que identificarse con el gobierno. En otras palabras, es cierto que
la disidencia está penalizada, pero no es necesariamente mortal.
33
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Kant en una gran visión general de la historia humana veía que el incremento del
comercio y la producción, y la formación de unidades políticas más complejas, se sus-
tentaban sobre el derecho y llevarían a la paz perpetua. Vivió en el siglo xviii y había
Por ejemplo, ver Joachim Lege: “El derecho como bien de la cultura. Por qué es estéril el debate entre el positiv-
44
ismo y iusnaturalismo” En Problema/ Anuario de Filosofía y Teoría del Derecho # 3, 2009 (Universidad Nacional
Autónoma de México).
34
Discurso de Incorporación
razones para ser optimista45. La intuición de Kant era probablemente certera, el co-
mercio, el incremento de la riqueza y de la educación, para lo cual el derecho es tan im-
portante, son constitutivos de la civilización, llevan a la paz y a la civilidad. Pero ahora
sabemos que no es mecánico. Que los instrumentos civilizatorios pueden ser usados
con otros fines. Andrés Bello, en un artículo muy poco citado, hace un análisis muy
apropiado del tema, usando lo que hoy llamamos sociología comparada del derecho46.
Los logros tecnológicos y organizativos tienen usos para la violencia. La inversión de
armas cada vez más mortíferas e inhumanas nos lo revela. Los campos de concentra-
ción y de exterminio funcionaron como organizaciones formidables, lo que revela el
talento organizativo de unos funcionarios. Un avión es un instrumento muy caracte-
rístico de nuestra civilización que aprecia la movilidad y la comunicación, pero puede
ser usado como un arma para generar una catástrofe. El derecho no es muy diferente.
No hay una respuesta sencilla pero sabemos que hay factores importantes. La edu-
cación de quienes van a operar el sistema jurídico y si ha logrado que los valores del
derecho hayan sido internalizado son seguramente a tener en cuenta. Es por esto que
la educación de estas personas excede el interés académico o de las instituciones re-
spectivas y nos concierne a todos.
También sabemos que las organizaciones del aparato estatal son reactivas. Quienes
las manejan responden a la conducta de los ciudadanos. De allí que la educación en
general y en especial la educación cívica, la educación para la ciudadanía y la civilidad,
son tan importantes.
45
Kant, Immanuel: Sobre la paz perpetua (1795). Tecnos. Madrid 2008.
46
Bello, Andrés: Influjo de la civilización en la moralidad (artículo en El Araucano, 1831). Obras Completas de Don
Andrés Bello. Vol XV. Consejo de Instrucción Pública. Santiago de Chile. 1885.
35
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Si volvemos de nuevo al estudio del derecho y a la historia del derecho vemos por
qué la atención a las conductas, creencias y valoraciones de las personas es tan im-
portante y por qué la procedencia, educación y papel social de los profesionales del
derecho son temas que se convierten en relevantes para el estudio del derecho y la
historia del derecho.
Esto no implica que las normas establecidas por el estado salen del campo de lo
jurídico. Siguen siendo importantes pero ya no se las verá como los únicos objetos de
estudio del derecho, y no se dará por supuesto que al ser aprobadas van a ser determi-
nantes de la conducta social. Se puede enriquecer su estudio al verlas en la perspectiva
de historia de las ideas, de los proyectos sociales y políticos que se tratan de imponer
desde el estado. Lo que deseamos rescatar con vigor es que la visión propuesta no
parte del estado, sino de la gente, de sus derechos y conductas.
36
Discurso de Incorporación
o académico del derecho no debe confundirse con el del abogado. Es más similar a la
función del juez, pero a diferencia de éste, no está limitado por los planteamientos y
argumentos de las partes. No trabaja con esos constreñimientos. Lo mismo ocurre
con el historiador y los demás científicos sociales: tampoco pueden convertirse en
abogados de una causa. Están obligados al análisis más imparcial posible, a considerar
todos los hechos y todos los argumentos relevantes.
Hace unos años atrás el Dr. Delgado Ocando me atribuyó tener una visión socio-
logizante del derecho47. Tengo reserva respecto a las etiquetas. Creo con Wallerstein48
que las fronteras entre las distintas ciencias sociales no tienen demasiado sentido. De-
pendiendo del problema y de los propósitos de una investigación debemos usar los
métodos de la sociología, la historia, la antropología, el análisis económico. Es esto lo
que se llama el estudio interdisciplinario. La propuesta que hago no es exactamente
sociologizante, sino interdisciplinaria.
La afirmación está en un breve trabajo publicado en francés años atrás. El trabajo da cuenta del pensamiento ju-
47
Minnesota Press. Minneapolis. 1999. El legado de la sociología, la promesa de la ciencia social. En Wallerstein,
Briceño-León & Sonntag (eds): El legado de la sociología, la promesa de la ciencia social. Nueva Sociedad. Caracas,
1999
Lon L. Fuller: The morality of law. Yale University Press. New Haven, 1979.
49
37
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
estar al servicio del sistema político. Esta es una concepción instrumental del derecho
que puede llevarlos a ponerlo al servicio de cualquier proyecto político que ellos crean
más cercano a sus valoraciones. Esto es lo que explica que algunos grandes juristas,
venezolanos o de otras latitudes, se hayan puesto al servicio de dictaduras o gobiernos
autoritarios que han desconocido al derecho y sus valores. Pero siempre es bueno re-
cordar que en todas las épocas los gobernantes autoritarios también han encontrado
juristas importantes que los han resistido y no subordinaron su saber a esos proyectos
políticos.
“La civilización de los pueblos se gradúa o está en relación directa con la cantidad
de libertad de que gozan los individuos, en virtud de las leyes, cuando éstas son
cumplidas u obligan igualmente a mandatarios y gobernados; por de contado, no
existe tal civilización donde los gobernantes mandan a su capricho y convierten el
poder en beneficio propio, dedicados a acumular dinero por cuanto medio opresivo
encuentran”50.
Muchas gracias.
Julio César Salas: Civilización y barbarie. Ediciones Centauro, Caracas, 1977. Pag 195.
50
38
CONTESTACIÓN DEL ACADÉMICO
DON JOSÉ RAFAEL LOVERA
La obra que el nuevo académico viene llevando a cabo constituye modelo de una
moderna investigación llevada adelante con rigor y reflexión, y ejemplo para las jóve-
nes generaciones. Sus trabajos históricos, lejos de ser simples cronologías o compila-
ciones de legislación antigua, pertenecen al ámbito de la Historia social del Derecho,
39
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Allí están trabajos salidos de su pluma como: El formalismo jurídico y sus funcio-
nes sociales en el siglo XIX venezolano (Caracas, Monte Ávila, 1978); Los abogados
en Venezuela, estudio de una élite intelectual y política 1780-1980 (Caracas, Monte
Ávila, 1981); Los abogados de América Latina. Una Introducción histórica (Bogotá,
Universidad de Externado de Colombia, 2004) y Justicia e injusticias en Venezuela.
Estudios de historia social del derecho (Caracas, Academia Nacional de la Historia y
Universidad Metropolitana, 2011), por citar algunos títulos. Obras estas que junto
con sus muy numerosos ensayos y artículos en revista, capítulos en obras colectivas,
gran parte de ellos dedicados a la Historia del Derecho en Venezuela, dan testimonio
de su constante dedicación a la pesquisa en un ámbito en el cual ha sabido incursionar
con maestría aportando numerosas ideas y realizar muy importantes contribuciones
que permiten catalogarlo como innovador en su especialidad. Adornan merecida-
mente sus desvelos las distinciones honorificas que ha recibido, no solamente por el
contenido de sus obras sino también por la creatividad de ellas y la índole de su prosa
como lo atestiguan: el galardón de Mejor libro en Ciencias Sociales, conferido a su
libro Los abogados en Venezuela, por el Consejo Nacional de Investigaciones Cientí-
ficas y Humanísticas (1981); el Premio Municipal de Prosa, otorgado por el Consejo
Municipal de Caracas (1981) a esa misma obra, o el Premio a la Investigación y Crea-
ción Intelectual que le fue concedido por la Universidad Metropolitana (2005-2006).
40
In Memoria Ramón J. Velásquez
ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
CONSIDERANDO
Que en la mañana del 24 de este mes de junio de 2014 falleció en Caracas don
RAMÓN J. VELASQUEZ, Individuo de Número de la Academia Nacional de la
Historia, que ocupó el Sillón Letra “T”.
CONSIDERANDO
ACUERDA
1.- Unirse al duelo que aflige a familiares y amigos, de don RAMÓN J. VELASQUEZ
y declarar en la Academia Nacional de la Historia durante ocho días con motivo de tan
irreparable pérdida;
3.- Enlutar el sillón que ocupara don RAMÓN J. VELASQUEZ en señal de duelo;
43
Velásquez, el historiador*
Elias Pino Iturrieta**
“No parece casual que los venezolanos hayan fijado los ojos en el autor, Ramón
J. Velásquez, hasta el punto de designarlo Presidente de la República en un pe-
ríodo tan descompuesto como el que estudia. La designación otorga una relevan-
cia inusual a su obra, pero también le ofrece una esperanza a nuestro atolladero.
Gracias a la solvencia del intelectual en el conocimiento de los sucesos que una vez
condujeron a Venezuela hasta el borde del abismo, se puede esperar una gestión de
resultados plausibles. Mejor ocasión no se había presentado de saber para qué sirve
la historia”.
Entonces, y ahora, considero que los aciertos del ciudadano Velásquez dependie-
ron de la obra del historiador que en esencia fue. En consecuencia, trataré de mostrar
hoy algunas de sus contribuciones como indagador del pasado.
*
Artículo publicado en El Nacional, Caracas, cuerpo “7 día”, 29 de junio de 2014.
**
Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia, Sillón Letra “J”.
45
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Si el lector se pregunta cómo pudo hacer tanto sin abandonar sus obligaciones
políticas, se sorprenderá al saber que su bibliografía individual está compuesta por 38
títulos, algunos tan importantes como La caída del liberalismo amarillo, Confidencias
imaginarias de Juan Vicente Gómez, El proceso político venezolano del siglo XIX y La
obra histórica de Caracciolo Parra Pérez. Es evidente que el compromiso de Ramón J.
Velásquez con el bien común, de todos conocido, remite a un vínculo con el republi-
canismo que determinó su conducta desde la juventud, pero la comprensión cabal de
su tránsito obliga a juzgarlo como historiador. En nuestros días, pero también en días
ajenos y remotos, fue el político mejor informado de los antecedentes de la sociedad
porque los estudió con método y sin impaciencia. Cultor empecinado de la memoria
colectiva y ciudadano legítimo de la república de Clío, gracias a su íntima relación
con la obra de los antepasados, con los antiguos y no pocas veces torcidos pasos de los
antecesores, le podemos atribuir un quehacer de entidad que no pueden llevar a cabo
los políticos que a duras penas se interesan por lo que sucede en su presente.
46
Ramón J. Velásquez, el gran samán
de la Venezuela posible
José Alberto Olivar
47
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
grado, ensayos y otros, desfilaron por la mirada crítica del sabio andino, encontrando
el oportuno comentario y las correcciones precisas.
Pocas veces el visitante, se marchaba con las manos vacías literalmente. Siempre ha-
bía un libro, una revista, un folleto que obsequiar, ya sea de autoría propia o de algún
otro historiador conocido. Quienes tuvieron el privilegio de ver sus obras prologadas
por la fina prosa de Ramón J., recibían una lección de desprendimiento sin par. Tales
prólogos, eran profundos ensayos de comprensión histórica en torno al pasado y el
presente de la temática abordada, y en ocasiones opacaba sin proponérselo las líneas
que le proseguían.
Nunca Ramón J., propició la creación de círculos de aduladores. Muy por el con-
trario, formó casi sin proponérselo, una escuela en la que no se rendía culto al “ser
superior”. Allí reinaba el respeto hacia el trabajo del otro, la igualdad de condiciones
si se trataba de practicantes del oficio. Los equipos intelectuales que dirigió para el
levantamiento de las voluminosas colecciones Pensamiento Político Venezolano del si-
glo XIX (15 volúmenes), Venezuela Peregrina (10 volúmenes), Biblioteca de Autores y
Temas Tachirenses (180 volúmenes), Fuentes para la historia republicana de Venezuela
y Pensamiento Político Venezolano del siglo XX (130 volúmenes), dan cuenta de una
labor sostenida y fructífera.
No conforme con ello, estima conveniente dar a conocer al público parte de los
documentos inéditos allí atesorados, y es así como surge gracias a su vocación de pe-
riodista nato, dos publicaciones que hoy por hoy son de obligada consulta para los
investigadores de aquí y más allá de nuestras fronteras por los temas tratados en sus
páginas: El Boletín del Archivo Histórico de Miraflores y el Boletín de FUNRES.
Siempre vio con buenos ojos la calidad de las nuevas generaciones de historiadores
que egresaban de las dos Escuelas de Historia del país, (UCV y ULA), además del
viejo Pedagógico Nacional, donde su padre había dictado clases de latín y griego. Es-
pecial atención brindaba a los investigadores extranjeros que venían hasta estas tierras
48
In Memoria Ramón J. Velásquez
a realizar sus pesquisas académicas. Por eso siempre insistía, a sus colaboradores en el
Archivo Histórico de Miraflores, atender con el mayor esmero a los visitantes y sobre
todo asegurar la correcta organización de las hojas sueltas, telegramas, cartas, memo-
randos, entre otros. Tal era la impresión que se llevaban los visitantes, que lejos de ser
una simple formalidad, siempre en las notas introductorias de sus libros o tesis de
grado, aparecían unas líneas de especial agradecimiento a la gestión del Dr. Ramón J.
Velásquez en favor de la consecución de sus proyectos.
49
ESTUDIOS
EL DEÁN DE LA CATEDRAL DE MÉRIDA FRANCISCO JAVIER
DE IRASTORZA PROPONE LA TRANSFORMACIÓN DEL
SEMINARIO EN UNIVERSIDAD (1800-1806)
Alí Enrique López Bohórquez*
*
Socio Correspondiente de la Academia Nacional de la Historia por el Estado Mérida. Coordinador de la Cátedra
Libre de Historia de la ULA. Autor de un número considerable de libros, ponencias y artículos referidos aspectos
del proceso histórico colonial y republicano de Hispanoamérica y Venezuela. Este artículo forma parte del proyecto
de investigación “El Real Colegio Seminario Conciliar de San Buenaventura de Mérida” financiado por el CD-
CHT bajo el Código H-1366-11-06-B, bajo su coordinación.
53
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
1
Estos son otros datos de su origen que registra Eloi Chalbaud Cardona, Francisco Javier de Irastorza, hombre de
lealtad, Mérida, Talleres Gráficos Universitarios, 1965, p. 2 y en Historia de la Universidad de Los Andes, Mérida,
Ediciones del Rectorado - Universidad de Los Andes, 1965, Tomo I, pp. 230-237, 312-325 y Tomo II, pp. 48-107 y
157-242: “Era hijo de don Ignacio de Irastorza y doña Manuela de Hereña; su padre, natural de la Villa de Anzuela;
y su progenitora, de la dicha Subijana. Fueron sus abuelos paternos don Agustín de Irastorza y doña María Angela de
Urizaz, ambos nativos de la Villa de Anzuela; y los maternos, don Juan Antonio de Hereña, oriundo de Sobijana, y
doña Manuela Bentura de Lasarte y Bela, nativa de la Villa de Bilbao. Fue bautizado al día siguiente, 2 de diciembre,
por el presbítero don Ventura de Hereña, con el poder que le fue conferido por el cura en propiedad don Felipe de Aguaio.
Fueron sus padrinos don José de Salazar, cura y beneficiado en la Villa de Morillas y doña Micaela de Hereña. En el
acto de bautismo figuran además como testigos don Fernando de Sobrevilla, don Santos Ribas y el nombrado don Felipe
de Aguaio.”
54
ESTUDIOS
de 1790 de Fray Juan Ramos de Lora, y en espera de la llegada del nuevo Obispo,
Fray Manuel Cándido de Torrijos, quien había sido designado el 19 de diciembre de
1791. Villamizar, el 25 de enero de 1792 le dio posesión del Deanato. Aunque fue
recibido con “refresco, cena y brindis”, parece que su llegada a Mérida no cayó bien en
la clase criolla que, económica y políticamente, controlaba la ciudad “que preferían los
sacerdotes de genio amabilísimo, espíritu campechano y carácter humilde”2. La reseña
que de Irastorza hizo el Teniente de Justicia Antonio Ignacio Rodríguez Picón en su
diario probablemente expresa la animadversión que generó desde entonces en dicha
clase: “Una observación, y no se tome a mal. Es cuestión, desde el principio, de natural
antipatía. El Licenciado Yrastorza, no me gusta. Me parece orgullosillo, habla áspero,
gasta en tono. Perdóneme Dios si estoy equivocado”3. Esa valoración del Deán la comple-
mentará el Teniente el 16 de septiembre de 1802: “De orden de Monseñor Hernández
Milanés, se encargó del Obispado el Señor Deán Yrastorza. ¿Lo diré? Insisto en que este
sujeto no me gusta. Me parece doble y enemigo de Mérida. ¿Le hemos daño aquí?”4 Dice
Eloi Chalbaud que “[…] este juicio del señor Rodríguez Picón encarnaba el sentir de la
ciudad, ya que Don Antonio Ignacio era uno de sus hombres más notables y sobre sus
apreciaciones, tan sostenidas, debía haber platicado con sus allegados y amigos.”5
Lo cierto es que el Licenciado Francisco Javier de Irastorza tendría una gran in-
fluencia y poder en el gobierno eclesiástico merideño. Además de su cargo de Deán de
la Catedral, el cual desempeñó durante veinticuatro años, el 30 de noviembre de 1794
fue designado Vicario Capitular, al fallecer el 16 de agosto de ese año el Obispo Fray
Manuel Cándido de Torrijos, hasta la llegada del nuevo titular de la Diócesis, y poste-
riormente en julio de 1799. Entre 1796 y 1810 fue miembro y presidente del Cabildo
Eclesiástico. Hacia 1800 se le encuentra cumpliendo, entre otras funciones, las de Juez
General de Diezmos, Comisario Diocesano de la Santa Cruzada, Subcolector Nato
de Medias Anatas y Mesadas Eclesiásticas, y Gobernador de la Diócesis. En 1808 el
Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela Juan de Casas le nombró
para ejercer de Asistente Regio del Colegio Seminario para los actos de conferimiento
de los primeros grados que se otorgarían en ese año. Con la muerte del Obispo Santia-
go Hernández Milanés, como consecuencia del terremoto del 26 de marzo de 1812,
Carlos Chalbaud Zerpa, Compendio Histórico de la Universidad de Los Andes de Mérida de Venezuela, Mérida,
2
55
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Veamos ahora lo que ocurre con la historia del Colegio Seminario entre 1800 y
1806, a partir de las gestiones del Licenciado Francisco Javier de Irastorza para con-
vertir este instituto eclesiástico en Universidad y la decisión que al respecto tomó el
rey Carlos IV. En efecto, el 9 de enero de 1800, Irastorza –entonces Deán de la Santa
Iglesia Catedral de Mérida y Vicario General Gobernador del Obispado en Sede Va-
cante– se propuso convertir al Real Colegio Seminario de San Buenaventura en Real
y Pontificia Universidad al plantear el Cabildo Eclesiástico de Mérida, que si bien
el Rey Carlos IV había ordenado por Real Cédula del 20 de marzo de 1789 que en
el Colegio Seminario por vía de agregación o filiación a la Universidad de Caracas
se admitieran los cursos para obtener los grados correspondientes por parte de los
estudiantes que serían destinados a los curatos del Obispado. Ello no era suficiente
para conseguir los fines que se había propuesto Fray Juan Ramos de Lora, en razón
del corto número de cursantes, las dificultades para obtener los grados incidían en la
búsqueda de otras Universidades, los problemas de distancia y manutención que im-
pedían la venida de otros alumnos. Tales consideraciones le llevaron a proponer como
remedio la erección de una Universidad en Mérida con las facultades de Pontificia y
Real, a fin de que se representara al monarca solicitando el otorgamiento de la gracia
para conferir grados mayores y menores, con la consecuente confirmación papal.
Eloi Chalbaud Cardona, Historia de la Universidad de Los Andes, Tomo II, pp. 51-52 y 54; y Héctor García
6
Chuecos, “Presbítero Licenciado Francisco Javier de Irastorza”, Historia Colonial de Venezuela, Caracas, Tipografía
Americana, 1937, Tomo I pp. 219-220 y El Real Colegio Seminario de San Buenaventura de Mérida, Caracas, Edi-
torial Arte, 1963, pp. 54-56.
56
ESTUDIOS
Cabildo Eclesiástico, por el Secretario de la Curia Juan José Mendoza, quien entonces
era el Rector del Seminario de San Buenaventura. Llama la atención que fuera el Go-
bernador de la Diócesis el que planteara la conversión del Seminario en Universidad,
sin la participación de las autoridades del Seminario, lo cual pudiera entenderse por el
poder que Irastorza tenía dentro de la organización eclesiástica merideña, ya que ade-
más de los cargos indicados era Juez General de Diezmos, Comisario de la Santa Cru-
zada, Juez Exactor Nato de Medias Anatas y Mesadas Eclesiásticas y Juez Provisor. En
la misma fecha, el Secretario de la Curia remitió el auto de Francisco Javier de Irastorza
al Gobernador de Maracaibo, Fernando Miyares, siguiendo instrucciones del Deán.
“[...] tengan las ciencias el mayor incremento con que se logren los más sujetos ins-
truidos que necesita, no sólo para el ministerio de Curas, sino también para opo-
sición a las Canonjías de oficio, Regencia de las Cátedras y recta inteligencia de
Vuestras Leyes en la administración de justicia, y que se verán en todo cumplidas
las Reales piadosas intenciones de Vuestra Majestad a favor de vuestros leales vasa-
llos en esta Diócesis”9.
7
Integraban el Cabildo Eclesiástico, además del Lic. Francisco Javier de Irastorza, el Sr. Canónigo Dr. Luis Dionisio
de Villamizar, el Canónigo Br. Juan Marimón y Enríquez, el Sr. Canónigo Br. Mateo Más y Rubí, estando ausente
el Dr. Hipólito Elías González. El Secretario lo era Domingo Pacheco.
8
“Acta del Cabildo Eclesiástico de Mérida” (Mérida, 28 de enero de 1800), Historia de la Universidad de Los Andes,
Tomo I, pp. 317-318.
9 “Informe del Cabildo Eclesiástico de Mérida a su Majestad el Rey Carlos IV” (Mérida, 31 de enero de 1800),
Historia de la Universidad de Los Andes, Tomo I, pp. 319-320.
57
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
“Carta enviada al Rey Carlos IV por el Licenciado Don Francisco Xavier de Irastorza”, Historia de la Universidad de
10
pp. 322-323.
58
ESTUDIOS
enfermedad de Coto o Papera a que es muy propenso aquel clima y causa principal de
que muchos no se determinen a pasar a ella [...]”, razones que determinaban la solici-
tud de conferimiento de tal gracia para Maracaibo12. Así, el informe de Miyares, que
retomaba las argumentaciones suscitadas entre Mérida y Maracaibo sobre la disputa
de la capitalidad del Obispado, se convertiría inmediatamente en un obstáculo para
la propuesta de Irastorza.
“Informe del Gobernador, Don Fernando Miyares, a su Majestad el Rey Carlos IV”, Historia de la Universidad de
12
nuel de Guevara y Vasconcelos” (Madrid, 21 de marzo de 1801), ”, Historia de la Universidad de Los Andes, Tomo I,
p. 337.
“El Presidente de la Real Audiencia acusa recibo al Gobernador del Obispado del envío del informe que aquel le ha
14
exigido” (Caracas, 6 de septiembre de 1801), Historia de la Universidad de Los Andes, Tomo I, p. 339.
De manera más amplia hemos tratado este aspecto en nuestro artículo “Oposición del Claustro Pleno de Caracas a
15
la creación de una Universidad en Mérida”, “Oposición del Claustro Pleno de Caracas a la creación de una univer-
sidad en Mérida”, Ensayos Históricos. Anuario del Instituto de Estudios Hispanoamericanos, 20 (Caracas, 2008), pp.
99-121.
59
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Los argumentos para tal determinación de los Doctores de Caracas eran: que no
existían en el expediente formado documentos demostrativos de “la necesidad de es-
tablecer Universidad” en Mérida, dado que existía un Seminario afiliado a la Universi-
dad de Caracas; que faltaban los testimonios acerca de los fondos para la dotación de
Cátedras y pago de autoridades; que no se indicaban las becas conferidas en beneficio
de la juventud; que no se hacía saber si existía el necesario número de estudiantes y los
libros suficientes para la enseñanza de las artes y ciencias; que no se dejaba constancia
en los documentos revisados sobre la disposición –vale decir, cualidad– de los cuerpos
eclesiásticos, religiosos y políticos de Mérida para la creación de una Universidad en
aquella ciudad, ya que estos influirían “en el decoro y esplendor de la institución y en la
emulación de la buena literatura”; y, finalmente, que los señalamientos del Goberna-
dor Miyares sobre la “enfermedad de papera y calenturas pestilentes de los caminos” que
conducían a Mérida, no estaban suficientemente demostrados. El asunto se trató nue-
vamente el 12 de marzo de 1802 oponiéndose definitivamente el Claustro Pleno de la
Universidad de Caracas a las aspiraciones del Deán Irastorza y del Cabildo Eclesiás-
tico merideño. Esta vez los argumentos fueron contundentes: la ausencia en Mérida
de una autoridad política con jurisdicción real de alto rango, Virrey o Gobernador y
Capitán General, a la cual el Rey había encargado la protección de las Universidades
en Indias; por esto el Claustro se inclinaba más por el fomento del Seminario y al
aumento de las becas a sus estudiantes, lo cual “traería afluencia de cursantes, concu-
rrencia de maestros hábiles y aumento de rentas; con cuyas bases se establecería al fin una
Universidad de acuerdo con las juiciosas Leyes del Reino”16. Estas consideraciones, y las
actas de las anteriores sesiones del Claustro de Caracas fueron remitidas inmediata-
mente al Gobernador Guevara y Vasconcelos para su conocimiento y parecer.
16 Los extractos de las referidas sesiones del Claustro de Caracas fueron tomados de los realizados por Eloi Chal-
baud Cardona, Historia de la Universidad de Los Andes, Tomo I, pp. 347-349.
60
ESTUDIOS
otros asuntos, y que sería un informante de primera, pues era de su confianza, “de bas-
tante capacidad e instrucción e impuesto en todo lo concerniente al caso”17. Por su parte,
el Ayuntamiento de Mérida dejó sentir también su opinión sobre las apreciaciones
referidas a la erección de una Universidad para la ciudad, realizadas en Maracaibo
y Caracas. Así, el 15 de febrero de 1802, a solicitud del entonces Provisor y Vicario
General de la Diócesis de Mérida, Dr. Juan Marimón y Enriquez, los cabildantes me-
rideños representaron al Rey y al Gobernador de la Provincia de Venezuela a favor de
un instituto de tanta necesidad para ampliar los estudios que se hacían en el Colegio
Seminario. No fue hasta el 24 de abril de 1804 cuando el Gobernador Guevara y
Vasconcelos enviara el informe solicitado por el Secretario del Consejo de Indias en
1801, con los documentos que había recogido desde que se le había exigido la forma-
ción del expediente correspondiente.
Habían transcurrido cinco años desde que el Deán Francisco Javier de Irastorza
hiciera la propuesta de la creación de una Universidad para Mérida. La inconsisten-
cia de sus planteamientos y los de las autoridades eclesiásticas y civiles merideñas, la
interferencia del Gobernador de Maracaibo y, sobre todo, el dictamen del Claustro
Pleno de la Universidad de Caracas fueron determinantes para la decisión final del
asunto de la creación de una Universidad para Mérida, por parte del Rey Carlos IV en
1806. Era el corolario de un proceso que ponía fin a esta primera etapa de la historia
del Seminario y de las aspiraciones de la Iglesia y de la ciudad porque se transformara
en Universidad. Como veremos más adelante, la decisión del monarca español fue
muy clara; sin embargo, la misma ha sido utilizada, tergiversándose su contenido, por
intereses claramente vinculados a la idea de una continuidad directa del Colegio Se-
minario con respecto de la Universidad de Los Andes. Demostrar la inconsistencia
histórica de esta idea es parte de nuestro actual trabajo de reconstrucción de la histo-
ria universitaria merideña.
Por Real Cédula del 18 de junio de 1806, Carlos IV decidió conferir al Seminario
de San Buenaventura de Mérida la prerrogativa de otorgar Grados Mayores y Meno-
res en Filosofía, Teología y Cánones, afiliando esos estudios para los demás grados a la
Real Pontificia Universidad de Santa Fe, como ya lo estaban a la de Caracas. Después
de hacer señalamientos sobre el Colegio Seminario creado por Fray Juan Ramos de
17 “La Carta dirigida al Capitán General de Caracas por el Licenciado Francisco Don Francisco Xavier de Irastorza”
(Mérida, 17 de marzo de 1802), Historia de la Universidad de Los Andes, Tomo I, pp. 350-351.
61
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Lora en 1785, el monarca hizo referencia a la solicitud hecha por el Deán Francisco
Javier de Irastorza para la conversión del Seminario en Universidad, así como de la
propuesta del Gobernador Fernando Miyares para que se estableciera en Maracaibo y
no en Mérida y de las demás diligencias hechas por otras instituciones y funcionarios
al respecto. Visto el expediente formado al efecto en el Consejo de Indias y la opinión
de su Fiscal, Carlos IV determinó que no accedía “[...] al establecimiento una Univer-
sidad en esa ciudad como solicitan en representación de treinta uno de mayo de 1803,
ni en Maracaibo, como propuso el Gobernador Intendente [...]”, por lo que resolvía que
A ello agregaba el Rey que para que los colegiales y cursantes del Seminario no
tuvieran que pasar a recibir los grados en las Universidades de Santa Fe, y Caracas se
confirieran “[...] los grados mayores y menores en Filosofía, Teología, y Cánones, y no en
Derecho Civil, teniendo su valor como si fueran recibidos en las referidas universidades
[...]” 18
La disposición real era muy clara, el Seminario no sería Universidad, con un ele-
mento no tomado en cuenta hasta ahora: el conferimiento de grados mayores y meno-
res se hacía en los cursos particularmente referidos a lo eclesiástico y no a lo temporal,
expresado en el Derecho Civil. El desconocimiento de las normativas sobre el fun-
cionamiento de las Universidades y los Seminarios, entre otros asuntos, ha determi-
nado la idea de que la decisión del monarca fue la creación de una Universidad, que
en efecto no ocurrió19. Nada hubiera costado al Rey decidir sobre el establecimiento
de una institución universitaria en Mérida, pero los argumentos expuestos por los
solicitantes y la situación misma del Seminario fueron insuficientes para que así lo
determinara. Todavía quedan otros aspectos de dicha Real Cédula que no han sido
considerados, cuando no silenciados intencionalmente, por quienes defienden la tesis
“Real Cédula por la cual el Rey Carlos IV concede al Colegio Seminario la gracia de Estudios Generales” (Aran-
18
juez, 18 de junio de 1806), Historia de la Universidad de Los Andes, Tomo I, pp. 390-392.
Al respecto véase Recopilación de las Leyes de Indias de 1680, Libro I, Título XXII: “De las Universidades y Estudios
19
Generales y Particulares de las Indias” y Título XXIII: “De los Colegios y Seminarios”. Eloi Chalbaud Cardona,
por ejemplo, habla de que el Rey confería la gracia de Estudios Generales, al redactar el epígrafe de la citada
Real Cédula del 18 de junio de 1806, lo cual no aparece en ninguna parte del documento. En efecto los Estudios
Generales están identificados directamente con la idea de Universidad.
62
ESTUDIOS
Este es el caso de Jesús Rondón Nucete, “Cuando el Seminario se convirtió en Universidad”, Cambio de Siglo,
20
Mérida, martes 9 y 11 de mayo de 2006, p. 10. Luego publicado con el mismo título Mérida, Vicerrectorado
Académico - Universidad de Los Andes, 2007.
La obra que hace una mayor contribución a ese proceso histórico es la de Eloi Chalbaud Cardona, pues en
21
los Tomos I y II de la citada Historia de la Universidad de Los Andes incluye un notable número de documentos
y comentarios que pueden dar una idea preliminar del funcionamiento de la Casa de Educación y del Colegio
Seminario de San Buenaventura entre 1785 y 1830. La carencia de una obra sobre esas instituciones eclesiásticas
ha motivado la idea de un proyecto colectivo titulado “El Real Colegio Seminario Conciliar de San Buenaven-
tura de Mérida (1785-1832)”, con la participación de los investigadores Alí Enrique López Bohórquez, María
Sobeira Nieto Ardila, Carlos Villalobos León, Yuleida Artigas, Alicia Morales Peña, Robinzon Meza, Zoraima
Guédez Yépez, Pedro Molina Márquez y Mariano Navas, que dará origen un un libro con el mismo título.
63
EL AUTONOMISMO MUNICIPAL EN LOS INICIOS
DE LA EMANCIPACIÓN VENEZOLANA:
Las ciudades fieles a la Monarquía española (1810-1812)*
Robinzon Meza**
*
Estudio elaborado para el proyecto Reformismo borbónico en Venezuela. Planteamientos en lo político adminis-
trativo. Realizaciones y limitaciones, 1776-1810. Financiado por el CDCHTA de la Universidad de los Andes bajo
el código H-1507-15-06-B.
**
Licenciado en Historia por la ULA y Magister en Historia de Venezuela por la UCAB. Profesor de la Escuela de
Historia de la ULA. Autor de: Historiografía del Cabildo colonial venezolano, La lucha por el poder en Venezuela du-
rante el siglo XVIII, Política y gobierno en el Estado Los Andes (1881-1899) y Las políticas del Trienio Liberal Español
y la Independencia de Venezuela (1820-1823).
1
Visiones de conjunto son las de Caracciolo Parra Pérez, Historia de la Primera República de Venezuela, Caracas,
Biblioteca Ayacucho, 1992, pp. 227-228; Ángel Grisanti, Repercusiones del 19 de abril de 1810 en las provincias,
ciudades y aldeas venezolanas, Caracas, Editorial Ávila Gráfica, 1949; Arlene Urdaneta y Germán Cardozo
Galué, “El federalismo durante la Independencia de Venezuela: Rivalidades regionales y negociación política”,
Colectivos sociales y participación popular en la Independencia Hispanoamericana, Maracaibo, Universidad del Zulia/
Instituto Nacional de Antropología e Historia/El Colegio de Michoacán, 2005, pp. 127-146; Ángel Almarza, 19
de abril de 1810, último acto de fidelidad al Rey de España, Caracas, Editorial Libros Marcados, 2010, pp. 114-132
e Inés Quintero, “Juntismo, fidelidad y autonomismo”, en http//www.analitica.com/biblioteca/independen-
cia/8100509.esp.
65
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
papel de los Cabildos para reorganizar al gobierno, informar a las autoridades penin-
sulares, plantear las necesidades de sus distritos, tomar medidas extraordinarias, repri-
mir manifestaciones emancipadoras y enfrentar las acciones militares, por las cuales
se intentó reducir a esas ciudades a la obediencia de la Junta Suprema de Caracas. Se
trató de situaciones condicionadas por las estructuras de los Cabildos, las posiciones
de las elites locales respecto de sus vinculaciones con Caracas y España, el impacto
de las noticias peninsulares relacionadas con el destino de la Monarquía y el propio
estado de las corrientes regionales de lealtad y/o emancipación.
En la reunión capitular del 1 de mayo, con presencia del comandante militar José
Ceballos y con citación del abogado Ignacio Garcés, para que actuase de asesor, se
consideró que todo indicaba un cambio radical del gobierno y era necesaria infor-
mación que lo justificase, acordándose enviar personas a Puerto Cabello y a Mara-
caibo para participar lo ocurrido e investigar más sobre el asunto3. La informalidad
y la falta de noticias oficiales se suplieron al día siguiente cuando llegaron a Coro los
comisionados por la Junta Suprema de Caracas, Vicente Tejera, Diego Jugo y An-
drés Moreno, pero ésto no incidió en la actitud fidelista de los capitulares corianos,
pues los comisionados fueron detenidos e incautada la documentación remitida por
la Junta, además se tomaron medidas político-militares tendientes a evitar el arribo
2
Testimonio de las actas capitulares de la ciudad de Coro con motivo de las novedades ocurridas en Caracas, Archivo
General de Indias (En adelante AGI), Caracas, 181, Coro, 1810.
3
Testimonio de las actas capitulares de la ciudad de Coro con motivo de las novedades ocurridas en Caracas, AGI,
Caracas, 181, Folios 1-2, Coro, 1810.
66
ESTUDIOS
4
Testimonio de las actas capitulares de la ciudad de Coro con motivo de las novedades ocurridas en Caracas, AGI,
Caracas, 181, Folios 2v.-5v., Coro, 1810.
5
Testimonio de las actas capitulares de la ciudad de Coro con motivo de las novedades ocurridas en Caracas, AGI,
Caracas, 181, Folios 5-22, Coro, 1810.
6
Testimonio de las actas capitulares de la ciudad de Coro con motivo de las novedades ocurridas en Caracas, AGI,
Caracas, 181, Folios 22v., Coro, 1810.
7
Actas del Cabildo, AGI, Caracas, 149, Maracaibo, 10 y 11 de mayo de 1810.
Belín Vásquez de Ferrer, “Maracaibo y su espacio histórico (siglo XVIII)”, Tierra Firme, Caracas, abril-junio de
8
67
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
iniciativa, antes que del Cabildo, parte del gobernador José Felipe Inciarte, quien el día
9 de mayo citó a los miembros de mayor rango de las instituciones políticas, militares,
religiosas y económicas, entre quienes estaban los cabildantes, que en la ciudad apenas
eran dos regidores de oficio más los dos alcaldes ordinarios y su síndico procurador. Lo
más importante de la reunión fue imponerse de lo ocurrido en Caracas a través de los
alcaldes ordinarios José de Heres y Juan Crisóstomo Roscio, pues a ellos fueron entre-
gados, por dos comisionados, los documentos de la Junta de Caracas9.
9
Testimonios de los acuerdos de la Junta Superior erigida en esta capital en nombre del Rey Don Fernando VII, desde
su creación en 11 de mayo de 1810, AGI, Caracas, 139, Folios 1-18, Guayana, 11 de mayo al 11 de julio de 1810.
10
Testimonios de los acuerdos de la Junta Superior erigida en esta capital en nombre del Rey Don Fernando VII, desde
su creación en 11 de mayo de 1810, AGI, Caracas, 139, Folios 18-22, Guayana, 11 de mayo al 11 de julio de 1810.
11
Testimonios de los acuerdos de la Junta Superior erigida en esta capital en nombre del Rey Don Fernando VII, desde
su creación en 11 de mayo de 1810, AGI, Caracas, 139, Folios 22-28, Guayana, 11 de mayo al 11 de julio de 1810.
12
Testimonios de los acuerdos de la Junta Superior erigida en esta capital en nombre del Rey Don Fernando VII desde
su creación en 11 de mayo de 1810, AGI, Caracas, 139, Folios 31-33, Guayana, 11 de mayo al 11 de julio de 1810.
13
Testimonios de los acuerdos de la Junta Superior erigida en esta capital en nombre del Rey Don Fernando VII, desde
su creación en 11 de mayo de 1810, AGI, Caracas, 139, Folios 37v.-38v, Guayana, 11 de mayo al 11 de julio de 1810.
68
ESTUDIOS
alcabala14, y las que consideraba necesarias para fomentar la economía como la aboli-
ción del estanco del tabaco, tantas veces solicitado a la Monarquía en el último cuarto
del siglo xviii15.
Testimonios de los acuerdos de la Junta Superior erigida en esta capital en nombre del Rey Don Fernando VII, desde
14
su creación en 11 de mayo de 1810, AGI, Caracas, 139, Folios 52-52v, Guayana, 11 de mayo al 11 de julio de 1810.
Testimonios de los acuerdos de la Junta Superior erigida en esta capital en nombre del Rey Don Fernando VII, desde
15
su creación en 11 de mayo de 1810, AGI, Caracas, 139, Folios 128-131, Guayana, 11 de mayo al 11 de julio de 1810.
Testimonios de los acuerdos de la Junta Superior erigida en esta capital en nombre del Rey Don Fernando VII, desde
16
su creación en 11 de mayo de 1810, AGI, Caracas, 139, Folios 102, Guayana, 11 de mayo al 11 de julio de 1810.
Carta de varios miembros de la Junta Gubernativa de Guayana al Rey, AGI, Caracas, 139, Guayana, 12 de julio de
17
1810.
Carta de varios miembros de la Junta Gubernativa de Guayana al Rey, AGI, Caracas, 139, Guayana, 12 de julio de
18
1810.
69
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
El Ayuntamiento de Coro, pronto hizo ver que una de sus razones para no formar
parte de la Junta caraqueña era debido a que ésta se arrogaba una supremacía que
desconocía el derecho de las demás ciudades a decidir por sí solas, más cuando Coro
había sido la primera capital de Venezuela y una vez sesadas las autoridades colonia-
les ningún Cabildo tenía supremacía sobre otro. Posición que ha sido asumida por
la historiografía para explicar la reacción de Coro, en contra de Caracas, como una
ancestral rivalidad, sobre todo desde las aseveraciones, a principios del siglo xx, de
Pedro Manuel Arcaya, uno de los más conocidos historiadores corianos:
19
Carta del gobernador electo de Guayana Miguel Úngaro al Rey, AGI, Caracas, 139, Guayana, 13 de agosto de
1810.
Bartolomé Tavera Acosta, Anales de Guayana, Caracas, Publicaciones Auyantepuy, 1954, pp. 183-188.
20
70
ESTUDIOS
Pedro M. Arcaya, La guerra de Independencia en Coro y Paraguaná, Caracas, Talleres Cromotip, 1974, p. 5.
21
Ver de Elina Lovera Reyes, “Autonomismo y realismo en la provincia de Coro durante la Independencia”, en
23
Anuario de Estudios Bolivarianos, Caracas, 1990, Número I, pp. 151-213 y De leales monárquicos a ciudadanos
republicanos: Coro 1810-1858, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 2007.
“La Suprema Junta de Venezuela a los Habitantes de los distritos comarcanos de Coro”, Gaceta de Caracas, Caracas,
24
2 de junio de 1810.
71
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
“Respuestas del Ilustre Ayuntamiento de la ciudad de Coro al Marqués del Toro”, en José Félix Blanco y Ramón
25
Azpurúa, Documentos para la historia de la vida pública del Libertador, Caracas, Ediciones de la Presidencia de la
República, 1979, Tomo II, pp. 490-504.
“Refutación a los delirios políticos en que ha incurrido el Cabildo de Coro”, Gaceta de Caracas, Caracas, 10, 17, 24
26
72
ESTUDIOS
terrestres y fluviales para asediar y tomar a Angostura28, las cuales no tuvieron éxi-
to por las efectivas acciones de defensa emprendidas en Guayana, con una amplia
colaboración de sus comerciantes y con participación organizativa desde el Ayunta-
miento, que lograron victorias militares sucesivas el 5 de septiembre de 1811, el 26
de marzo y el 11 de abril de 181229. No obstante, se mantuvo un constante asedio a la
provincia, aún después de recuperado momentáneamente en casi todo el territorio de
la Capitanía General de Venezuela, el poder realista, por ello ofició a las instituciones
peninsulares solicitando recursos y parque militar30.
30
Expediente sobre el estado de la provincia de Guayana de acuerdo con las representaciones del Ayuntamiento
Constitucional, AGI, Caracas, 177, Guayana, 6 de julio de 1813 y Carta del intendente de la provincia de
Guayana al Rey, sobre el mal estado de la provincia para defenderse, AGI, Caracas, 825, Guayana, 23 de octubre
de 1813.
Expediente sobre la recaudación de derechos en Guayana, estipulados por el Ayuntamiento, Guayana, AGI,
31
Expediente sobre la queja de los vecinos de la antigua Guayana por las contribuciones impuestas por la Junta del
33
intendente, el Cabildo y el ministro contador de Hacienda Pública, AGI, Caracas, 825, Madrid, 3 de diciembre
de1814.
73
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
de insurrección entre 1810 y 1812. Las rápidas acciones de las autoridades coloniales,
especialmente los gobernadores Fernando Miyares y Pedro Ruiz de Porras, fueron
claves para develarlas antes que tuviesen efecto las pretensiones de crear una Junta a
semejanza de la caraqueña, de manera que no llegaron más allá de la conspiración34.
El Cabildo tuvo una participación destacable, sólo como colaborador de los goberna-
dores y por ello los méritos de algunos de sus miembros fueron recomendados. Sin
embargo, también es de resaltar que no había total consenso dentro de la institución
municipal, pues algunos capitulares se hallaron incursos en procesos y detenciones
seguidos a los principales cabecillas.
Agustín Millares Carlo, Maracaibo en la Independencia de Venezuela, Caracas, Archivo General de la Nación,
34
1977.
Acta del Cabildo, AGI, Caracas, 149, Maracaibo, 1 de octubre de 1810,
35
Representación de Manuel Suárez al Rey sobre las conspiraciones de Maracaibo, AGI, Caracas, 385, Maracaibo, 21
36
74
ESTUDIOS
una hermandad religiosa denominada la Escuela de Cristo, que les servía de encubri-
miento para sus reuniones y desde la cual tenían la pretensión de unirse a Caracas;
élite que involucró y contó con el apoyo de otros sectores sociales, que participaban
del pequeño comercio, la milicia y los oficios artesanales. De nuevo los capitulares
Melo, Baralt y Almarza aparecen involucrados. Para el gobernador Ruiz de Porras, el
descontento de parte de la sociedad se debía a: la falta de apoyo del Cabildo Eclesiás-
tico y del obispo Santiago Hernández Milanés; la introducción de papeles sediciosos
y antirreligiosos; la falta de caudales para dar de comer a las tropas y a la suavidad con
la cual fueron tratados los perturbadores del orden.38
Carta del gobernador de Maracaibo, Pedro Ruiz de Porras, al Secretario del Despacho de Gracia y Justicia, AGI,
38
75
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
“…que sus habitantes siempre fieles y leales a la gran nación española de que son
parte a su legítimo soberano el señor Don Fernando séptimo y autoridades que en
su nombre nos gobiernan tan dignamente, jamás han mostrado mejor estos sen-
timientos y adhesión a la santa causa […] como en medio de las agitaciones que
consternaron esta ciudad desde el 14 hasta el 23 de febrero último. Sí Señor en
Maracaibo se experimentaron sucesos desagradables, se intentó siguiendo el crimi-
nalísimo ejemplo de los escandalosos de Caracas, poner en ejecución su sistema,
tan inicuo, como absurdo y quimérico. En Maracaibo existían acaso a favor de
una confianza perjudicial, unos cuantos hombres poseídos del espíritu de rebelión
y sedición que en vano procuraron minar el de fidelidad y patriotismo de sus con-
ciudadanos; pero Maracaibo eludió sus infames seducciones, frustró sus designios
funestos y todas las clases que le componen se prepararon y arrearon contra estos
viles y cobardes rebeldes…”.41
Carta del Cabildo de Maracaibo a las autoridades metropolitanas, AGI, Caracas, 385, Maracaibo, 27 de abril de
41
1812.
Relación de individuos que se distinguieron por su fidelidad, patriotismo y adhesión a la santa causa de la Nación
42
en la rebelión intentada el 14 de febrero de 1812, AGI, Caracas, 149, Maracaibo, 27 de abril de 1812.
La participación americana en las Cortes de Cádiz es un tema ampliamente tratado en la historiografía, visiones de
43
conjunto son las de María Teresa Berruezo León, La participación americana en las Cortes de Cádiz, 1810-1814,
Madrid, Centro de Estudios Constitucionales, 1986; Laure Marie Rieu-Millán, Los diputados americanos en las
Cortes de Cádiz (igualdad o independencia), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1990; Manuel
Chust Calero, La cuestión nacional americana en las Cortes de Cádiz (1810-1814), Valencia, UNEDED/
UNAM, 1999; José Antonio Escudero, (dirección), Cortes y Constitución de Cádiz, 200 años, Madrid, Espasa,
2011 y Heraclio Bonilla, (editor), La Consitución de 1812 en Hispanoamérica y España, Bogotá, Alcaldía Mayor
de Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2012.
76
ESTUDIOS
Actas del Cabildo de Maracaibo de 1810 y 1811, AGI, Caracas, 149. Antes de Rus, la provincia había elegido como
44
diputado a Cortes a Luis Ignacio de Mendoza, canónigo doctoral de la Catedral de Mérida, pero este renunció ante
el Cabildo de Maracaibo el 8 de octubre de 1810, seguramente por la actitud emancipadora que había asumido
Mérida; igualmente el 19 de enero de 1811, en un Cabildo ampliado se eligió al presbítero José Vicente Rodríguez,
quien también renunció. La actuación del diputado está ampliamente tratada en los estudios de Fredérique
Langue, “La representación venezolana en las Cortes de Cádiz: José Domingo Rus”, en Boletín Americanista,
Número 45, Barcelona, 1995, pp. 221-246 y Zulimar Maldonado Viloria y Germán Cardozo Galué, “José
Domingo Rus: su actuación como diputado por la provincia de Maracaibo en las Cortes de Cádiz (1812-1814)”, en
Ágora, Número 4, Trujillo, enero, 2000, pp. 185-204.
Oficio del Comisionado Regio en Puerto Rico a las Cortes, AGI, Caracas, 437-A, Puerto Rico, 4 de abril de 1811
45
y Carta de Antonio Ignacio Cortabarría al Secretario interino de Estado, AGI, Indiferente General, 1524, Puerto
Rico, 24 de abril de 1811.
Solicitud de gracias por los apoderados del Cabildo de Coro José Ignacio Zavala y Juan Antonio Zavala, AGI,
46
Intendente de la provincia de Guayana Feliz Farreras sobre el Estado de la provincia, AGI, Caracas, 136, Guayana,
20 de septiembre de 1811.
77
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Caracas, todo no fue aceptado por la Comisión de Poderes de las Cortes48. No obstante,
desde julio de 1812, el comerciante de Guayana Felipe Pérez y el capitán del ejército José
de Olazarra, comisionados por el Cabildo y Gobierno de Guayana en las Cortes, pedían
gracias administrativas y económicas para la provincia49. Finalmente, en marzo de 1813,
el alcalde y el síndico del Cabildo de Guayana, comunicaron a José María Aurrecochea,
vasco con 16 años de residencia en Venezuela, la designación de que fue objeto por la
provincia como diputado en Corte. Éste manifestó a las mismas Cortes que se había
mantenido pasivo, pero realmente actuó como un comisionado ante las instituciones
del gobierno50.
Las principales aspiraciones de las élites de las tres ciudades indicadas, comuni-
cadas ante las Cortes y otras autoridades, eran: el reconocimiento con honores de la
defensa que habían hecho de la Monarquía, no sólo con las clásicas manifestaciones
de fidelidad, sino también con las resistencias ante las conspiraciones internas y los
asedios militares de Caracas; la autonomía administrativa respecto de Caracas y el
otorgamiento de privilegios para un efectivo desarrollo económico.
Cartas del Cabildo de Guayana al Rey, AGI, Indiferente General, 1524, Guayana, 19 de septiembre de 1811 y 1 de
48
junio de 1812.
Expediente de las solicitudes de los comisionados de Guayana, AGI, Caracas, 18, Cádiz, 26 de abril de 1813.
49
Carta de José María Aurrecochea al Congreso Nacional, AGI,, Caracas, 177, Cádiz, 25 de enero de 1814.
50
Belín Vásquez de Ferrer, El puerto de Maracaibo: elemento estructurante del espacio social marabino (siglo XVIII),
51
Maracaibo, Universidad del Zulia, 1986 y “Maracaibo y su espacio histórico (siglo XVIII)”, en Tierra Firme, Ca-
racas, abril-junio de 1985, número 10, pp. 215-236; Ligia Berbesí de Salazar, Los lazos del poder en el gobierno
local de Maracaibo, 1787-1812, Caracas, Fundación Centro Nacional de Historia, 2009 y Robinzon Meza, Cara-
cas, Maracaibo y Guayana: reformismo borbónico, gobierno local y autonomía (1776-1810), Sevilla, Universidad de
Sevilla, 2003, Trabajo presentado para obtener la suficiencia investigadora del Doctorado Historia y Sociedad en las
Américas, Inédito.
78
ESTUDIOS
Coro, por intermedio de sus apoderados, los hermanos Zavala, planteó las aspi-
raciones que revelaban las concepciones de la elite en la consolidación de un espacio
regional, económico y administrativo, con independencia de Caracas54. La exposición
de la fidelidad durante la sublevación de los negros en 1795, la invasión de Miranda
52
La documentación de la participación ante las Cortes de José Domingo Rus fue publicada por él mismo en 1814 y
reeditada en 1959: Maracaibo representado en todos sus ramos, por su hijo Diputado a Cortes Don José Domingo Rus,
Maracaibo, Publicaciones de la Junta Cultural de la Universidad del Zulia, 1959.
Consulta del Consejo de Indias en virtud de representación del ex diputado por Maracaibo José Domingo Rus del 29
53
de septiembre de 1814, AGI, Caracas, 19, Madrid, 11 de septiembre de 1815. En resumen Rus pidió: 1) El tratamiento
de excelencia para el Ayuntamiento de Maracaibo; 2) El tratamiento de señoría para el Cabildo eclesiástico; 3) el título
de ciudad a las villas de Perijá y San Cristóbal, y el de villa a los pueblos de Altagracia, Santa Rita y Cabimas, San Carlos
del Zulia y San Antonio del Táchira; 4) Aprobación de dos compañías de voluntarios distinguidos y cuatro milicias
urbanas de blancos y castas; 5) la gracia de tres cruces de la orden de Carlos III con dispensa de pruebas para tres
naturales de Maracaibo con notoria fidelidad. Todo lo cual no recomendó el Consejo de Indias.
54
AGI, Estado, 71, Número, 4, El reconocimiento de una mayor jerarquía administrativa para Coro ya lo había
planteado Andrés Boggiero, comandante político y militar de Coro, quien proponía el restablecimiento de la
silla episcopal con Barquisimeto, El Tocuyo, Carora y Araure y la erección de un Gobierno provincial para poder
administrarse mejor sin las disputas que con frecuencia se causaban con Caracas, Expediente sobre la conspiración
de Curazao, 1799-1804.
79
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
en 1806 y sobre todo ante la insurrección de Caracas a partir de 1810, eran méritos
que los corianos argumentaban para hacerse acreedores de determinadas gracias. Des-
tacan las solicitudes siguientes: un título de honor especial a la ciudad y al Cabildo;
la erección de Coro en provincia con agregación de los partidos capitulares de San
Felipe, Barquisimeto, El Tocuyo y Carora; la restitución, con la traslación desde Ca-
racas, de la sede de la Catedral y del Episcopado; la habilitación de varios puertos con
la categoría de menores y dispensa de derechos durante diez años para estimular el
comercio con España y las colonias americanas y, la que consideraban más urgente, la
construcción de un acueducto55. Como era natural en estos casos, Coro se hizo acree-
dora del título de “muy noble y leal”, del uso de un escudo y del lema “Constancia de
Coro”. Los otros asuntos, no fueron concedidos por el gobierno liberal, sino durante
la restauración monárquica de Fernando VII, pues no fue hasta el 25 de septiembre
de 1815, cuando el puerto de La Vela es habilitado con la clase de menor y el 19 de
diciembre del mismo año se ordena establecer la provincia de Coro, haciéndose efec-
tivo esto último en 181856. También en 20 de marzo de 1815, la Monarquía concedió
el cobro de los impuestos necesarios para la construcción del acueducto, sin embargo
los mismos no se pudieron recaudar57.
Solicitud de gracias por los apoderados del Cabildo de Coro, José Ignacio Zavala y Juan Antonio Zavala, AGI,
55
1818.
Informe del Contador General de Indias sobre la construcción del acueducto de Coro, AGI, Caracas, 829, Madrid,
57
19 de mayo de 1818.
Representaciones de Felipe Pérez y José de Olazarra, comisionados por el Ayuntamiento y gobierno de Guayana
58
80
ESTUDIOS
***
Consulta del Consejo de Indias sobre las peticiones del comisionado por Guayana, AGI, Caracas, 826, Madrid,
59
25 de noviembre de 1816 y Expediente de las instrucciones y peticiones del comisionado por Guayana José de
Olazarra a la Regencia del reino, AGI, Caracas, 385, Madrid, 18 de marzo de 1813, Posteriormente en 1814 se unió
a los expedientes señalados otro motivado de la representación de José de Heres en nombre de los comerciantes y
hacendados de Guayana en el cual se pedía: activar mayores planes de colonización; eliminar el estanco del tabaco;
disminución de derechos a los comerciantes; permiso para comerciar con colonias extranjeras; comercio libre entre
Guayana y el Nuevo Reino de Granada y la introducción de negros esclavos.
81
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
unidades de gobierno, pero no hubo consenso y se desataron luchas políticas, las cua-
les retomaron las rivalidades coloniales, producto de las relaciones de dependencias
o por competencias económicas. Así, la autonomía, concebida como la posibilidad
de no depender de otros pueblos, resguardada desde los Cabildos coloniales, es clave
para analizar las diversas posturas de las élites locales, bien apoyando la independencia
o rechazando la misma.
82
EL DELEGADO NACIONAL: DEFINICIONES DESDE SUS
ATRIBUCIONES Y ACTUACIÓN (1870-1903)
Francisco Soto Oráa*
Los delegados nacionales fueron, durante el último cuarto del siglo xix, las piezas
claves del control del gobierno centralista sobre los estados. Estos funcionarios conta-
ban con un conjunto de atribuciones que les permitían gozar de un poder sumamente
amplio dentro de la administración de Estado, teniendo dominio de diversas áreas
del mando político, civil y militar, estando por encima de casi todos los funcionarios
del Ejecutivo Nacional. Creados durante el guzmancismo como un mecanismo de
intervención y control, su vigencia se prolongó hasta la llegada de los andinos al poder
en los albores siglo xx. Pese a la importancia señalada, es escaso el conocimiento que
tenemos sobre este funcionario, existe un vacío desde el punto de vista historiográfico,
que mucho ha profundizado en el estudio de este período, pero sin embargo no ha
abordado a los delegados nacionales. De igual manera, desconocemos las potestades
inherentes a su cargo, pues es poca la legislación que los consideró, por ello pretende-
mos acercarnos a sus atribuciones mediante el análisis de sus actuaciones en las dis-
tintas contiendas políticas entre el gobierno y las regiones. Asimismo, examinaremos
las diferentes contradicciones que generaba el desempeño de sus funciones con la le-
gislación vigente, con lo cual se violaban los preceptos autonómicos plasmados en las
diferentes constituciones de la época. Con ello, ahondaremos en el estudio sobre las
tensiones entre centralismo y federalismo de las últimas décadas del siglo xix.
*
Profesor de la Escuela de Historia de la Universidad de Los Andes. Licenciado y Magister en Historia de Venezuela
por esa misma Universidad. Miembro del Grupo de Investigación sobre Historiografía de Venezuela. Forma parte
del Programa de Estímulo a la Innovación e Investigación-ONCTI desde el 2011.
83
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Facultados para organizar las tropas y aumentar el número de éstas por medio de
reclutamientos, los delegados nacionales podían, entre otras cosas, otorgar ascensos,
emprender operaciones militares de envergadura y firmar tratados de paz. Sin duda,
una de las atribuciones castrenses más notables era recolectar, inventariar y redistri-
buir el armamento diseminado en las regiones. Éste, en buena medida, era uno de los
aspectos más determinantes dentro de las instrucciones dadas a los delegados nacio-
nales, ya que debían asegurarse de desarmar a los bandos en pugna para prevenir futu-
ros levantamientos, no sólo contra las autoridades locales sino también las nacionales.
Si esta medida no tenía éxito, la posibilidad de nuevos enfrentamientos era latente y
ante cualquier impase político implicaría la reanudación de las hostilidades2.
1
Sobre las atribuciones militares de los delegados nacionales pueden observarse en: “Oficio del ciudadano general
presidente del estado Barcelona poniendo en cuenta al gobierno de la situación de aquel estado”, Gaceta Oficial
de los Estados Unidos de Venezuela, Caracas, N° 1168, 14 de Julio de 1877; “Acuerdo aprobando la conducta del
Ejecutivo Nacional respecto de su intervención en las disidencias locales en el estado Los Andes”, Gaceta Oficial de
los Estados Unidos de Venezuela, Caracas, 20 de marzo de 1885, p. 1; Delegación Nacional en el Estado Los Andes,
Archivo General de la Nación (En adelante AGN). Secretaría del Interior y Justicia, tomo mcxxvi, fols. 89-91,
San Cristóbal, 30 de junio de 1886; Comisión a cargo del ciudadano Pedro Vallenilla al estado Los Andes, AGN,
Secretaría del Interior y Justicia, tomo mcxxvii, fols. 269-277, Caracas, 20 de julio de 1886; Nombramiento del
general Pedro Vallenilla de delegado nacional en el estado Los Andes, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo
mcxxviii, fols. 145-149, Caracas, 9 de agosto de 1886; “Documentos oficiales”, El Eco de Bermúdez. Barcelona,
28 de enero de 1888, pp. 2-3; “Resolución por la que se nombra al Gral. Alejandro Ibarra, comisionado especial y
representante del Ejecutivo Nacional en el estado Zulia”, Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, Caracas,
N° 7739, 30 de septiembre de 1899; “El Mensaje”, El Carácter, Caracas, 11 de marzo de 1891, pp. 1-2; Manuel
Caballero, Gómez, el tirano liberal (Anatomía del poder), Caracas, Alfadil Ediciones, 2007, p. 63 y “Juan Vicente
Gómez Comandante en Jefe del Ejército Expedicionario y Delegado Nacional en el Oriente de la República. A los
habitantes del Estado Bolívar”, La Voz del Estado, Cumaná, 8 de agosto de 1903, p. 2.
2
Entre las instrucciones de carácter militar dadas a los delegados nacionales revísese: Comunicación del delegado
nacional en el estado Falcón, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmxxxv, fols. 281-287, Coro, 25 de
diciembre de 1876; Se nombra al ciudadano Gral. Julio Sarría Representante del Gobierno Nacional en el esta-
do Nueva Esparta, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmxxxviii, fols. 171-174, La Asunción, 29 de
diciembre de 1876; Nombramiento del ciudadano Simón Bolívar O’Leary para delegado Nacional en el estado
Los Andes, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo mcxxvi, fols. 147-150, Caracas, 12 de junio de 1886;
Delegación Nacional en el estado Los Andes, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo mcxxvi, fols. 89-91,
San Cristóbal, 30 de junio de 1886; O’Leary participa al ministro de Relaciones Interiores que ha escrito al General
Araujo y al ciudadano consejero encargado de la Presidencia del estado Los Andes que debe retirarse la guarnición
que quedó en San Cristóbal, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo mcxxvii, fols. 51v.-53, San Cristóbal,
10 y 11 de julio de 1886; “La reorganización del estado Bermúdez”, La Unidad Liberal. Aragua de Barcelona,
6 de noviembre de 1888, pp. 1-2; “Crónica”, La Buena Causa, Barcelona, 27 de junio de 1889, p. 2; Resolución
nombrando delegados del gobierno nacional en los estados Los Andes y Zamora a los generales José María García
Gómez y Francisco Batalla respectivamente, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, legajo 02-05-0103, sf.. Caracas,
84
ESTUDIOS
25 de abril de 1892; Tratado de paz en Los Andes AGN, Secretaría del Interior y Justicia, legajo 02-05-0102, sf.,
San Mateo, 30 de mayo de 1892 y “Juan Vicente Gómez Comandante en Jefe del Ejército Expedicionario y Dele-
gado Nacional en el Oriente de la República. A los habitantes del Estado Bolívar”, La Voz del Estado, Cumaná, 8 de
agosto de 1903, p. 2.
3
“El Delegado Nacional”, El Cronista, Aragua de Barcelona, 5 de septiembre de 1888, pp. 1-2; “La reorganización
del estado Bermúdez”, La Unidad Libera, Aragua de Barcelona, 6 de noviembre de 1888, pp. 1-2; Legajo que con-
tiene lo relativo al movimiento revolucionario del estado Bermúdez sucedido el 14 de noviembre, AGN, Secretaría
del Interior y Justicia, legajo 02-05-0050, fols. 285-288, Barcelona, 20 de noviembre de 1888; “El General Gil”, El
Diario, Valencia, 10 de enero de 1889, p. 2; “Crónica”, La Buena Causa, Barcelona, 27 de junio de 1889, p. 2; “El
General F. Batalla”, La Esperanza, Guanare, 14 de febrero de 1891, p. 2; “Ecos de la Legislatura”, La Época, Valencia,
19 de diciembre de 1891, p. 2; “Actualidad”, La Época, Valencia, 2 de enero de 1892, p. 2 y Resolución nombrando
delegados del gobierno nacional en los estados Los Andes y Zamora a los generales José María García Gómez y
Francisco Batalla respectivamente, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, legajo 02-05-0103, sf., Caracas, 25 de
abril de 1892.
85
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Sobre el caso puntual del estado Zulia las fuentes que aportan mayor información son: Juan Besson, Historia
4
del Estado Zulia…, Maracaibo, Hermanos Belloso-Rossell, 1949, tomo III, pp. 289-290; Nombramiento de re-
presentante del Gobierno Nacional en el estado Zulia al Gral. Vicente Amengual en reemplazo del Gral. Jacinto
Gutiérrez, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmxxv, fols. 261-264, Caracas, 30 de mayo de 1876 y
Nombramiento de Vicente Coronado como comisionado del Gobierno Nacional en el Zulia, AGN, Secretaría del
Interior y Justicia, tomo cmxxxiii, fols. 247-257, Caracas, 20 de septiembre de 1876.
5
Nombramiento del delegado nacional en el estado Guzmán, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmxx-
viii, fols. 204-281, Caracas, 22 de agosto de 1876 y Nombramiento de delegado nacional en el estado Nueva Es-
parta, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmxxxi, fols. 96-100v, La Asunción, 22 de agosto de 1876.
6
“Nota del Representante del Ejecutivo Nacional en el estado Yaracuy, acusando recibo de la comunicación en que
se le participa el nombramiento de delegado nacional en los estados Barquisimeto y Yaracuy”, Gaceta Oficial de los
Estados Unidos de Venezuela, Caracas, 9 de julio de 1877, N° 1164, 9 de julio de 1877.
86
ESTUDIOS
depuesto7. Sin embargo, durante este período el hecho militar más resaltante fue la
invasión de los ejércitos del estado Maturín a Barcelona, lo que produjo el nombra-
miento de Joaquín Díaz como delegado nacional para que detuviera los avances de las
tropas y encarcelara a los autores principales de tales sucesos8. El retorno del Ilustre
Americano significó la vuelta a la estabilidad política y militar del país, durante el
Quinquenio sólo dos hechos armados ameritaron el envío de Venancio Pulgar y Juan
Bautista Arismendi como delegados nacionales al Zulia y Maturín, se habían produci-
do levantamientos por problemas políticos y económicos, los cuales fueron resueltos
rápidamente con la intervención de estos funcionarios9.
7
Se nombra al ciudadano Antonio Palacio delegado nacional en el estado Zamora, AGN, Secretaría del Interior y
Justicia, tomo cmlix, fols. 111-119, Caracas, 9 de noviembre de 1877.
8
Se nombra delegado representante del Gobierno Nacional en el estado Barcelona al general Joaquín Díaz, AGN,
Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmli, fols. 69-73, Caracas, 20 de junio de 1877.
Juan Besson, Historia del Estado Zulia. Maracaibo, Hermanos Belloso Rossell, 1951, tomo IV, pp. 28-29 y J. Aceve-
9
do participa al presidente del estado Bermúdez, que por disposición del presidente de la República, el ciudadano Juan
Bautista Arismendi pasa a Maturín con el carácter de delegado del Gobierno Nacional, AGN, Secretaría del Interior
y Justicia, tomo mlxxxix, fol. 289, Caracas, 30 de agosto de 1883.
10
Se participa a los Estados Falcón, Los Andes y a los gobernadores de las secciones Zulia y Trujillo, el nombramiento
de delegado nacional hecho en el general Eladio Lara, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo mcx, fols.
281-285, Caracas, 22 de diciembre de 1884; Relacionado con la comisión confiada al general José V. Guevara
en el estado Los Andes, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo mcxvii, fols. 87-98, Caracas, 8 de julio de
1885; Nombramiento del ciudadano Simón Bolívar O’Leary, para delegado nacional en el estado Los Andes, AGN,
Secretaría del Interior y Justicia, tomo mcxxvi, fols. 147-150, Caracas, 12 de junio de 1886; Nombramiento del
87
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Por su parte, el gobierno de Cipriano Castro, tuvo que enfrentar una de las rebe-
liones de mayor trascendencia de la época: caudillos regionales financiados por po-
tencias extranjeras se alzaron en contra de su gobierno, abriendo frentes armados en
casi todos los estados, lo cual llevó al Ejecutivo Nacional a nombrar, en 1902, a Juan
Vicente Gómez como delegado nacional en Falcón, Lara, Yaracuy, Zulia, Táchira,
Mérida y Trujillo para que derrotara a los jefes militares alzados en el occidente del
general Pedro Vallenilla de delegado nacional en el estado Los Andes, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo
mcxxviii, fols. 145-149, Caracas, 9 de agosto de 1886 y Nombramiento del ciudadano general J. M. Aristiguieta
de delegado nacional en el estado Los Andes, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo mcxxxii, fol. 160,
Caracas, 20 de agosto de 1887.
“Ecos de la Legislatura”, La Época, Valencia, 19 de diciembre de 1891, p. 2; “Sucesos en Carabobo”, Los Ecos del
11
María García Gómez y Francisco Batalla respectivamente, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, legajo 02-05-
0103, sf., Caracas, 25 de abril de 1892.
88
ESTUDIOS
Si bien la pacificación de los estados era una de las preocupaciones principales del
Ejecutivo Nacional, la prevención y vigilancia de los mismos era igualmente impor-
tante. Por ello, la presencia de delegados nacionales en regiones conflictivas fue una
de las políticas empleadas desde los gobiernos de Antonio Guzmán Blanco hasta Ci-
priano Castro. Fundamentalmente, sus atribuciones se basaron en fiscalizar todas las
actividades que realizaran los presidentes de los estados, manteniendo informado al
gobierno nacional sobre sus acciones. Debemos tomar en cuenta que el delegado na-
cional era la representación del presidente de la República en los estados, por tanto
estaba facultado para ejecutar órdenes que creyese convenientes al ser considerado
como la propia figura del primer mandatario nacional15.
“Juan Vicente Gómez Comandante en Jefe del Ejército Expedicionario y Delegado Nacional en el Oriente de la
14
República. A los habitantes del Estado Bolívar”, La Voz del Estado, Cumaná, 8 de agosto de 1903, p. 2.
En varios nombramientos de delegados nacionales se establecía que se les debía considerar la persona misma del
15
presidente de la Unión. Véase: Nombramiento del Dr. Diego Bautista Urbaneja delegado representante del Gobier-
no Nacional en los estados Cumaná, Maturín, Barcelona y Nueva Esparta, AGN. Secretaría del Interior y Justicia,
tomo cmxxxvi, fols. 182-192, Caracas, 28 de noviembre de 1876; Se nombra al ciudadano Gral. Julio Sarría
representante del Gobierno Nacional en el estado Nueva Esparta, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo
cmxxxviii, fols. 162-170, Caracas, 17 de diciembre de 1876 y Se nombra al ciudadano Gral. Vicente Amengual
representante del Gobierno Nacional en los estados Zulia y Falcón, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo
cmliv, fols. 176-180, Caracas, 7 de marzo de 1877; Se nombra al General José Eusebio Acosta representante del
Gobierno Nacional en los estados Guayana, Maturín, Nueva Esparta y Cumaná, AGN, Secretaría del Interior y
Justicia, tomo cmxlv, fols. 325-332, Caracas, 19 de marzo de 1877.
Nombramiento del Dr. Diego Bautista Urbaneja delegado representante del Gobierno Nacional en los estados Cu-
16
maná, Maturín, Barcelona y Nueva Esparta, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmxxxvi, fols. 182-192,
Caracas, 28 de noviembre de 1876; Se nombra al ciudadano Gral. Julio Sarría representante del Gobierno Nacional
en el estado Nueva Esparta, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmxxxviii, fols. 162-170, Caracas, 17 de
diciembre de 1876 y Resolución nombrando al Gral. Jacinto Gutiérrez representante del Gobierno Nacional en el
estado Falcón, en reemplazo del Gral. Vicente Amengual, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmxxxix,
fols. 347-351, Caracas, 19 de enero de 1877.
89
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
en el gobierno de Linares Alcántara cuando se envió, a casi todas las entidades, dele-
gados nacionales para que las mantuvieran vigiladas e hicieran presencia del gobierno
nacional. En buena medida esto se debía, a que en su mayoría, los presidentes de los
estados eran seguidores de Guzmán Blanco y podían ejercer oposición a las reformas
que se intentaron implementar. Los nombramientos de José Eusebio Acosta a los esta-
dos orientales, Diego Bustillos a Trujillo, Ángel Delfín Ramos a Zamora y Portugue-
sa y Laurencio Silva a Carabobo, en 1877, tuvieron como característica principal la
presencia del Ejecutivo Nacional en esas entidades, así como la vigilancia externa del
funcionamiento y actividades de sus primeros mandatarios17.
Los gobiernos que sucedieron a Guzmán Blanco después del bienio no hicieron
uso de los delegados nacionales para tales funciones, aunque esporádicamente se en-
viaron a observar el desempeño de los presidentes de los estados y prevenir cualquier
movimiento armado que intentara deponer a las autoridades legítimamente consti-
tuidas. Sólo dos delegados nacionales nombró el gobierno crespista para la vigilancia
del territorio, designándose para tal caso a Bartolomé Ferrer a Nueva Esparta y Tomás
María Martínez a la sección Apure18. Con el gobierno de Ignacio Andrade, a finales
del siglo xix, se reformó la división político territorial del país, retornándose a las
veinte entidades existentes antes de 1881; con ello, logró apartar posibles intentos de
derrocamiento, alejando lo más posible a caudillos rivales. Para ello empleó la desig-
nación de delegados nacionales para la vigilancia y presencia del gobierno a distintos
estados, con lo cual pretendía separar cualquier amenaza cercana o las que se pudieran
producir en las regiones, nombró en 1898 a Francisco Díaz Grafe a Guárico, reempla-
zándolo después por Ramón Guerra; Francisco Batalla a Zamora; Diego Bautista Fe-
rrer a Lara y Antonio Fernández a Aragua19. Una vez depuesto Andrade por Cipriano
17
Se nombra al general José Eusebio Acosta representante del Gobierno Nacional en los estados Guayana, Maturín,
Nueva Esparta y Cumaná, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmxlv, fols. 325-332, Caracas, 19 de
marzo de 1877; Delegados del Gobierno Nacional en los estados AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo
cmxlviii, fols. 15-21v, 21 de junio de 1877; Se nombra delegado Nacional en los estado Portuguesa y Zamora al
ciudadano Dr. Ángel Delfín Ramos, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmxlix, fols. 249-251, Caracas,
24 de mayo de 1877; Se nombra delegado nacional en el estado Trujillo al ciudadano Dr. Diego Bustillos, AGN,
Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmxlix, fols. 253-255, Caracas, 24 de mayo de 1877; “Oficio al ciudadano
doctor Ángel Delfín Ramos participándole su nombramiento como delegado nacional en los Estados Zamora y
Portuguesa”, Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, Caracas, N° 1135, 1 de junio de 1877 y “Oficio al
ciudadano doctor Diego Bustillos participándole su nombramiento como delegado nacional en el Estado Trujillo”,
Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, Caracas, N° 1135, 1 de junio de 1877 y Semanario de Anuncios,
Mérida, 19 de julio de 1877, p. 2.
“El Gral. B. Ferrer”, El Ojo. Juan Griego, 13 de abril de 1894, p. 3 y “Regreso”, en La Opinión de Apure. San Fernando
18
Ejecutivo Nacional en la sección Guárico del estado Miranda”, Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela,
Caracas, N° 7486, 10 de junio de 1898; “Resolución por la que se nombra al Gral. Ramón Guerra, comisionado es-
pecial y representante del Ejecutivo Nacional en la sección Guárico del estado Miranda”, Gaceta Oficial de los Estados
90
ESTUDIOS
Unidos de Venezuela. Caracas, N° 7491, 3 de diciembre de 1898; “Resolución por la que se nombra al Gral. Antonio
Fernández, comisionado especial y representante del Ejecutivo Nacional en la sección Aragua del estado Miranda”,
Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, Caracas, N° 7341, 4 de diciembre de 1898; “Resolución por la
que se nombra al Gral. Francisco Batalla, comisionado especial y representante del Ejecutivo Nacional en el estado
Zamora”, Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela. Caracas, 14 de junio de 1898 y “Saludo”, El Trabajo.
Barquisimeto, 14 de septiembre de 1898, p. 2.
“Resolución nombrando Delegado Nacional y Representante del Jefe Supremo de la República al Gral. Ramón Gue-
20
rra, en los Estados Aragua, Guárico y Apure”, Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, Caracas, 7 de diciembre
de 1899, p. ¿?; “Gral. Juan Vicente Gómez”, El Colaborador Andino. Mérida, 7 de septiembre de 1900, p. 2 y “Cartas
inéditas de Juan Vicente Gómez”, Boletín del Archivo Histórico de Miraflores, 8 (Caracas, septiembre-octubre de 1960),
pp. 69-90; “Resolución nombrando Delegado Nacional y Representante del Jefe Supremo de la República al Gral.
José Antonio Velutini, en los Estados Barcelona, Cumaná, Maturín y Margarita”, Gaceta Oficial de los Estados Unidos
de Venezuela, Caracas, N° 7796, 7 de diciembre de 1899 y “El Gral. Velutini”, El Correo de Carúpano. Carúpano, 13 de
diciembre de 1899, p. 2; “Resolución de 21 de marzo de 1900, por la cual se nombra Ministro en comisión, delegado
nacional y representante del jefe supremo de la República en los estados Barcelona, Cumaná, Maturín, Margarita y
Guayana al ciudadano doctor Juan Francisco Castillo”, Leyes y Decretos de Venezuela 1900, Caracas, Biblioteca de la
Academia Nacional de Ciencias Políticas y Sociales, 1989, tomo 23 (Serie República de Venezuela), pp. 47-48.
91
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Los delegados nacionales tenían entre sus funciones principales como árbitro elec-
toral: organizar los circuitos electorales de todo el estado; mantener una irrestricta
imparcialidad durante el proceso; otorgar plenas garantías a los ciudadanos para el
ejercicio de los comicios; recoger todo el armamento antes de la realización de las
elecciones; permanecer en las regiones hasta el ejercicio pacifico de los comicios y por
último, enviar todos los registros de las elecciones a Caracas.21
Sobre las funciones como autoridad electoral de los delegados nacionales revísese: Nombramiento de delegado
21
nacional en el estado Nueva Esparta, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmxxxi, Fols. 120-122, Cara-
cas, 28 de agosto de 1876; Nombramiento de Vicente Coronado como comisionado del Gobierno Nacional en el
Zulia, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmxxxiii, fols. 247-257, Caracas, 20 de septiembre de 1876;
Se nombra al Dr. Canuto García representante del Gobierno Nacional en el estado Carabobo y se le comisiona
para recibir los registros eleccionarios de la Junta General del mismo estado, AGN, Secretaría del Interior y Justicia,
tomo cmxxxiii, fols. 300-304, Caracas, 23 de septiembre de 1876; “Hechos-Maracaibo”, El Republico, La Victoria,
7 de junio de 1880, p. 2; Comunicado del delegado nacional José María García Gómez a los empleados y jefes civiles
del estado Bermúdez y la sección Nueva Esparta, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, legajo 02-05-0046, sf., Bar-
celona, 29 de marzo de 1889; “Al Partido Liberal Independiente del estado”, La Autonomía, Coro, 25 de septiembre
de 1889, p. 4. “Elecciones en Carabobo”, La Patria, Caracas, 21 de octubre de 1889, p. 2.
92
ESTUDIOS
Sin embargo, el panorama electoral del país cambió drásticamente con la promul-
gación de la Constitución de 1881, en la que se estableció en el numeral 22, del artí-
culo 13, que las elecciones debían ser directas y públicas, siendo ejercido el voto de
manera plena, en sesión de la junta respectiva, quedando registrado en los libros co-
rrespondientes, los cuales no podían sustituirse23. En este sentido, este artículo trans-
formó el desenvolvimiento normal de los procesos electorales, ya que los grupos de
poder local presionaron sobre la población por ser el voto público, coaccionándose
para que no se ejercieran acciones en contra del caudillo de peso en la región.
Juan Besson, Historia del Estado Zulia..., tomo III, pp. 291-292 y pp. 329- 331; “Elecciones”, en La Regeneración,
22
Mérida, 3 de noviembre de 1876, p. 2; Nombramiento de delegado nacional en el estado Nueva Esparta, AGN,
Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmxxxi, fols. 165-170, Caracas, 28 de septiembre de 1876; “Margarita”, El
Porvenir, San Cristóbal, 11 de octubre de 1876, p. 805 y Delegados del Gobierno Nacional en los estados, AGN,
Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmxlviii, fols. 12-15, Coro, 9 de junio de 1877 y “Título”, Semanario de
Anuncios. Mérida, 5 de julio de 1877, p. 2.
“Constitución de los Estados Unidos de Venezuela (1881)”, Leyes y decretos de Venezuela 1880-1882, Caracas, Aca-
23
Andes, (1881-1899), Caracas, Biblioteca de Autores y Temas Tachirenses, 1988, pp. 218-220.
93
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
En muchos casos, antes que se llevara a cabo el registro electoral, grupos armados
patrullaban las calles para controlar a los adversarios y bloquear los accesos a las pla-
zas, terminando en algunos casos con violentas batallas callejeras. En ocasiones para
evitar que los rivales ingresaran a los pueblos, se intimidaba a los campesinos para
que no asistieran a los comicios, con desfiles, fuegos artificiales, bandas musicales y
encendidos discursos que arengaban las agrupaciones políticas, lo cual terminaba en
combates entre las facciones en pugna25.
Relacionado con la comisión confiada al general José V. Guevara en el estado Los Andes, AGN, Secretaría del
26
Interior y Justicia, tomo mcxvii, fols.87-98, Caracas, 8 de julio de 1885; Informe que suministra el ciudadano
Simón Bolívar O’Leary, sobre la conducta observada por los empleados de aquel estado durante los últimos acon-
tecimientos políticos AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo mcxxvii, fols. 405–406, Cúcuta, 30 de julio de
1886; Nombramiento del general Pedro Vallenilla de delegado nacional en el estado Los Andes, AGN, Secretaría
del Interior y Justicia, tomo mcxxviii, fols. 170- 179, Trujillo, 22 de agosto de 1886 y Telegrama enviado al general
J. M. Aristiguieta, manifestándole que han recibido su telegrama del 21 del corriente y que el presidente de la Re-
pública se ha impuesto con satisfacción de que reine la paz en este importante estado, practicándose las elecciones
con entera regularidad, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo mcxlviii, fol. 201, Caracas, 24 de octubre de
1887.
“El general Froilán Anzola”, El Óbolo, Aragua de Barcelona, 2 de febrero de 1888, p. 1; “El Delegado Nacional”, El
27
Cronista, Aragua de Barcelona, 5 de septiembre de 1888, pp. 1-2; “Manifestaciones”, La Causa de abril, Caracas,
29 de octubre de 1888, p. 2; Comunicado del delegado nacional José María García Gómez a los empleados y jefes
civiles del estado Bermúdez y la sección Nueva Esparta, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, legajo 02-05-0046,
94
ESTUDIOS
sf., Barcelona, 29 de marzo de 1889; “El General Gil”, El Diario, Valencia, 10 de enero de 1889, p. 2; “El Doctor
Laureano Villanueva”, La Libertad, Caracas, 2 de diciembre de 1889, p. 2; Carabobo y Villanueva”, La Reforma,
Puerto Cabello, 11 de febrero de 1890, p. 2; “El General Nicolás M. Gil”, El Constitucional, Barquisimeto, 9 de
febrero de 1889, p. 3; “Solución política”, El Pabellón Amarillo, Barquisimeto, 20 de febrero de 1889, p. 2; “Plan
armónico celebrado entre los ciudadanos generales Aquilino Juárez y León Colina, Jefes de los dos partidos que
se disputan el triunfo en el actual proceso electoral del estado”, El Criterio Liberal, Barquisimeto, 5 de octubre de
1889, p. 4; “Sueltos”, La Escofina, Carora, 20 de enero de 1890, pp. 2-3; Eleazar Urdaneta”, El Derecho, Coro, 12
de septiembre de 1889, p. 2; “Delegado Nacional”, El Derecho, Coro, 8 de agosto de 1889, p. 2 y El Gral. Jacinto R.
Pachano”, La Autonomía, Coro, 25 de septiembre de 1889, p. 2.
“Lo prudente y necesario”, El Voto de Cojedes, Tinaco, 11 de mayo de 1897, p. 3.
28
David Ruiz Chataing, Un Gentilhombre entre Caudillos (Ignacio Andrade y las luchas por el poder en la Venezuela
29
de finales del Siglo XIX).Trabajo presentado para optar al grado de Doctor en Historia, Caracas, Universidad Cen-
tral de Venezuela – Facultad de Humanidades y Educación, 2005 [Trabajo Inédito], p. 107.
95
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
30
“Oficio del ciudadano general presidente del estado Barcelona poniendo en cuenta al gobierno de la situación de
aquel Estado”, Gaceta Oficial de los Estados Unidos de Venezuela, Caracas, N° 1168, 14 de Julio de 1877; J. Acevedo
participa al presidente del estado Bermúdez, que por disposición del presidente de la República, el ciudadano Juan
Bautista Arismendi pasa a Maturín con el carácter de delegado del gobierno nacional, AGN, Secretaría del Interior
y Justicia, tomo mlxxxix, fol. 289, Caracas, 30 de agosto de 1883; Se participa a los estados Falcón, Los Andes y a
los gobernadores de las secciones Zulia y Trujillo, el nombramiento de delegado nacional hecho en el general Eladio
Lara, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo mcx, fols. 281-285, Caracas, 22 de diciembre de 1884; Nombra-
miento del ciudadano Simón Bolívar O’Leary, para delegado nacional en el estado Los Andes, AGN, Secretaría del
Interior y Justicia, tomo mcxxvi, fols. 147-150, Caracas, 12 de junio de 1886; Nombramiento del general Pedro
Vallenilla de delegado nacional en el estado Los Andes. AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo mcxxviii,
fols. 145-149, Caracas, 9 de agosto de 1886, y Resolución nombrando delegados del Gobierno Nacional en los
estados Los Andes y Zamora a los generales José María García Gómez y Francisco Batalla respectivamente, AGN,
Secretaría del Interior y Justicia, legajo 02-05-0103, sf., Caracas, 25 de abril de 1892.
Se transcribe del ministro de Guerra y Marina, la nota del delegado nacional en los estados Falcón y Zulia, sobre el
31
gasto ocasionado por la conducción del parque aprehendido en el territorio Goajira, procedente de Nueva Colombia,
96
ESTUDIOS
En el estado Los Andes, desde 1884 hasta 1887, una serie de delegados nacionales
fueron enviados a esa región para sofocar la rebelión surgida entre liberales y conserva-
dores; en los dos períodos más relevantes de este conflicto, los presidentes en ejercicio
desaparecen de la política local, no tenemos documentación que dé cuenta de las man-
datos y órdenes realizadas por Rosendo Medina ni por el gobierno de facto que se ins-
tauró tras el derrocamiento de Francisco Alvarado, mientras que las gestiones de la ad-
ministración pública, organización electoral, patrullaje y fiscalización, estructuración
militar y pacificación fueron ejercidas por los delegados nacionales Eladio Lara, José
Victorio Guevara, Simón Bolívar O’Leary, Pedro Vallenilla y Jesús María Aristiguieta33.
AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmlix, fols. 102-104, Maracaibo, 25 de agosto de 1877; Se nombra
delegado nacional en los estados Zamora y Portuguesa, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmlix, fol. 128,
Barcelona, 6 de diciembre de 1877; Informe que suministra el ciudadano Simón Bolívar O’Leary, sobre la conducta
observada por los empleados de aquel estado durante los últimos acontecimientos políticos, AGN, Secretaría del
Interior y Justicia, tomo mcxxvii, fols. 407-408, Cúcuta, 30 de julio de 1886.
Juan Besson, Historia del Estado…, tomo III, pp. 291-292.
32
Se participa a los estados Falcón, Los Andes y a los gobernadores de las secciones Zulia y Trujillo, el nombramiento
33
de delegado nacional hecho en el general Eladio Lara, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo mcx, fols.
281-285, Caracas, 22 de diciembre de 1884; Expediente relacionado con los asuntos de Mérida. Estado Los Andes,
AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo mcxxvi, fols. 114-122. Mérida, 8 y 9 de junio de 1886; Expediente
relacionado con los asuntos de Mérida. Estado Los Andes, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo mcxxvi,
fols. 107-113, Tovar, 10 de junio de 1886 y Ignacio Baralt, Gral. Ignacio Baralt Consejero encargado de la Presiden-
cia del Estado.Biblioteca Nacional – Biblioteca Febres Cordero, Colección de Hojas Sueltas, Mérida, 10 de junio de
1886. Imprenta Juan de Dios Picón Grillet.
97
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
que los jefes de los estados aprobaran con celeridad la reforma, utilizando la persua-
sión o apartando a los caudillos rivales del poder para conseguir el objetivo34.
Otro aspecto para destacar sobre los delegados nacionales es su presencia en territo-
rios federales dependientes del gobierno central, estos se establecieron con la división
político-administrativa de 1881, y a pesar estar bajo el control del Ejecutivo Nacional,
igualmente se enviaron funcionarios con amplias atribuciones para que representasen
al gobierno. El primero de ellos fue Felipe Añez, en 1886, quien por disposición del
presidente de la República se le nombró agente y representante del gobierno nacional
en el territorio Goajira, con instrucciones de defender de los derechos fiscales que co-
rrespondían al gobierno federal en el contrato celebrado con el ciudadano Luis Mar-
cucci, para la explotación de los recursos de ese territorio35.
En 1889, el presidente Rojas Paúl designó al doctor José Ignacio Arnal como co-
misionado especial del gobierno nacional en el Territorio Yuruary, para que hiciera un
estudio práctico de las necesidades políticas, económicas, administrativas, judiciales
y de orden público en ese territorio. Del que debía presentar un informe indicando
cuáles eran las medidas a dictarse a la brevedad36.
Como podemos apreciar, las facultades de gobierno que ejercieron los delegados
nacionales les permitió detentar un poder amplio en los estados, ya que tenían bajo su
dominio el mando militar, el gobierno civil y la máxima autoridad electoral, por tan-
to, su rango de acción sobrepasaba las atribuciones que constitucionalmente estaban
establecidas para los presidentes estadales. El control ejercido por estos funcionarios
menoscababa los fueros autonómicos de las regiones y generó el rechazo de los cau-
dillos locales, agrupaciones políticas y la población en general que protestaba ante las
continuas intromisiones del Ejecutivo Nacional.
34
“Respetuoso saludo”, La Unidad Liberal, Aragua de Barcelona, 1 de septiembre de 1888, p. 1; “El Delegado Nacio-
nal”, El Cronista, Aragua de Barcelona, 5 de septiembre de 1888, pp. 1-2; “El General García Gómez”, Un Periódico,
Carúpano, 17 de octubre de 1889, p. 4.; “Crónica”, El Ojo, Juan Griego, 13 de diciembre de 1889, p. 1; “El General
Gil”, El Diario, Valencia, 10 de enero de 1889, p. 2; “Carabobo”, El Partido Democrático, Caracas, 30 de julio de
1889, p. 2; “El Doctor Laureano Villanueva”, El Sur de Occidente, Guanare, 12 de octubre de 1889, p. 2; El General
Nicolás M. Gil”, El Constitucional, Barquisimeto, 9 de febrero de 1889, p. 3; “El Nuevo Rumbo”, El Constitucional,
Valencia, 27 de febrero de 1889, p. 2; “El Indulto”, El Criterio Liberal, Barquisimeto, 5 de octubre de 1889, p. 3 y
“El Mensajero de la Ley”, La Palabra, Yaritagua, 19 de noviembre de 1889, p. 2.
35
Se nombra al ciudadano Felipe Añez, agente y representante nacional en el Territorio Goajira, AGN, Secretaría del
Interior y Justicia, tomo mcxxi, fols. 308-312, Caracas, 13 de enero de 1886.
36
Se nombra al Dr. José Ignacio Arnal comisionado especial del gobierno nacional en el territorio Yuruary, AGN,
Secretaría del Interior y Justicia, legajo 02-05-0045, sf., Caracas, 24 de febrero de 1889.
98
ESTUDIOS
Decreto del Presidente de la República. Caracas, 22 de agosto de 1874, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo
37
dccclxxxvi, fols. 94-95; Juan Besson, Historia del Estado…, tomo III, pp. 291-292; Se nombra al ciudadano
Antonio Palacios delegado nacional en el estado Zamora, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmlix, fol.
136, Barinas, 23 de diciembre de 1877; “Elecciones en Carabobo”, La Patria, Caracas, 21 de octubre de 1889, p. 2;
“Saludo”, La Patria, Caracas, 2 de diciembre de 1889, p. 2 y “El Doctor Laureano Villanueva”, La Libertad, Caracas,
2 de diciembre de 1889, p. 2.
“Sucesos en Carabobo”, Los Ecos del Zulia, Maracaibo, 27 de enero de 1892, p. 2.
38
99
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Los habitantes de los estados también alzaban su voz en rechazo ante el desem-
peño de los delegados nacionales, quienes se excedían en sus funciones al establecer
impuestos o préstamos forzosos con los cuales la población debía contribuir para el
mantenimiento de los ejércitos emplazados en las distintas regiones; aspectos que des-
embocaron en protestas al señalarse a estas tropas como fuerzas de ocupación que
poco favorecían al mantenimiento de la paz. De igual manera, las expropiaciones de
tierras y ganados de particulares causaron una sostenida desaprobación, las cuales se
denunciaban como una violación al derecho a la propiedad plasmado en todas las
constituciones de finales del siglo xix39.
Sin embargo, las medidas tomadas por los delegados nacionales se mantuvieron a
pesar de las refutaciones presentadas. En tanto que, la disidencia ejercida por los cau-
dillos, agrupaciones políticas y la población en general, eran aplacadas con el encar-
celamiento de sus principales dirigentes; fueron frecuentes el cierre de periódicos y el
arresto de sus directores, así como el sometimiento de políticos locales que se negaran
a cumplir con los mandatos del delegado nacional40. Acciones que hicieron mucho
más conflictivas las relaciones entre el Ejecutivo Nacional y las entidades político-
administrativas, incrementándose el rechazo hacia estos funcionarios y solicitándose
al gobierno central no enviarlos más para la resolución de los problemas41.
Después de haber analizado de los aspectos que caracterizaron las atribuciones para
las que estaban facultados los delegados nacionales, pudiera sorprender que cada una
de ellas estaban prohibidas en los textos constitucionales del último cuarto del siglo
xix. Las funciones de los delegados nacionales contradecían diversos artículos en los
que se establecían los derechos autonómicos de los estados y los cuales no permitían
la ejecución de las medidas para las que estaban instruidos. A pesar de su generalizado
uso en todo el territorio nacional, éstos eran incompatibles con varios artículos de las
constituciones de 1874, 1881, 1891 y 1893.
El delegado nacional en el estado Bermúdez remite presos a esta ciudad al Gral. Crispín Aranguren y al Dr. Eliodoro
39
Ríos Salazar, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, legajo 02-05-0036, sf., Caracas, 20 de septiembre de 1888 y “El
Obrero”, La Dinamita, Barcelona, 27 de abril de 1890, p. 2.
Reporte del delegado nacional sobre los presos políticos en el estado Bermúdez, AGN, Secretaría del Interior y
40
Justicia, legajo 02-05-0032-0033, fols. 299-300, Barcelona, 24 de noviembre de 1888; “Periodistas presos”, La Au-
tonomía, El Callao, 10 de marzo de 1890, p. 1 y “Escandaloso atentado”, Ecos de Benítez, El Pilar (Carúpano), 19 de
septiembre de 1889, p. 1.
“Delegados Nacionales”, El Venezolano, Valencia, 7 de julio de 1877, pp. 2-3; Carta confidencial. Firmada por Juan
41
Bautista Araujo, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo mcxxvii, fols. 120-122, Mérida, 10 de agosto de
1886; “Es grave”, La Legalidad. Caracas, 15 de enero de 1890, p. 3; “Delegaciones”, La Autonomía, Maracaibo, 15
de febrero de 1890, p. 3; “El General Pachano”, El Noticioso, Maracaibo, 24 de febrero de 1890, p. 2; “Boletín”, La
Voz de Montalbán, Montalbán, 2 de enero de 1892, p. 2 y “Lo prudente y necesario”, El Voto de Cojedes, Tinaco, 11
de mayo de 1897, p. 3.
100
ESTUDIOS
En cuatro artículos de estas cartas magnas quedaban fijadas y delimitadas las po-
sibilidades de intervención del gobierno central en los estados. Se estipulaba que las
autoridades civil y militar no podían ser ejercidas por la misma persona; quedaba es-
tablecido que el gobierno federal no tendría en los estados otros empleados residentes
con jurisdicción y autoridad, exceptuando los de Hacienda, los que defendieran for-
talezas, parques, apostaderos y puertos habilitados, teniendo jurisdicción sólo en los
lugares mencionados y que aún por estas funciones no dejaban de estar sometidos a
las leyes del estado en el que residían; se señalaba que el gobierno nacional no podría
situar en un estado a jefes militares con mando, aunque fuese de la misma entidad, sin
el permiso del gobierno del estado en que debían apostar las fuerzas; por último, se ex-
presaba claramente que ni el Ejecutivo Nacional, ni los estados podrían intervenir de
forma armada en las contiendas domésticas de cada entidad, sólo les estaba permitido
ofrecer sus buenos oficios para conseguir una solución pacífica42.
Por ello, la pacificación general de Venezuela, a principios del siglo xx, no se efec-
tuó reconociendo las autonomías, sino con la concentración del poder en el Ejecutivo
Nacional. En tanto que, con la promulgación de la Constitución de 1901, desapareció
el artículo 134 de la Carta Magna de 1893, en el que se prohibía la presencia de jefes
militares del gobierno nacional en los estados, sin el permiso de los mandatarios re-
gionales donde debía situarse las fuerzas. Con ello, Cipriano Castro logró sin ningún
tipo de obstáculo constitucional, movilizar sus ejércitos ante cualquier levantamiento
en el país, quedando instituida la posibilidad de intervención sin objeción alguna43.
“Constitución de los Estados Unidos de Venezuela, de 27 de mayo de 1874, que reforma la de 1864”, Leyes y Decre-
42
tos de Venezuela 1870-1874, Caracas, Biblioteca de la Academia Ciencias Políticas y Sociales, 198, tomo 8, 1989, p.
52; “Constitución de los Estados Unidos de Venezuela (1881)”, Leyes y Decretos de Venezuela 1870-1874, tomo 9,
1989, p. 228; “Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 16 de abril de 1891”, Leyes y Decretos de Vene-
zuela 1870-1874, tomo 15, 1990, pp. 264-265 y “Constitución de los Estados Unidos de Venezuela de 21 de junio
de 1893”, Leyes y Decretos de Venezuela 1870-1874, tomo 17, 1990, pp. 21-23.
Inés Quintero, El Ocaso de una estirpe (La centralización restauradora y el fin de los caudillos históricos). Caracas,
43
101
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
A pesar del rechazo y protestas de los estados por los nombramientos de delegados
nacionales, éstos eran los representantes del Ejecutivo Nacional, tenían instrucciones
precisas otorgadas por el presidente de la República, y en muchos casos, se establecía
en sus designaciones que eran la figura del primer mandatario personificado en este
cargo, por lo que su presencia fue requerida en distintas entidades para la resolución
de problemas locales. Ejemplos de ello lo observamos en la petición que hicieron los
vecinos del departamento Betijoque del estado Trujillo, en 1879, quienes buscando
hacer valer sus derechos y confiados en las garantías que ofrecían el gobierno, solicita-
ron al Ejecutivo Nacional el envío de un delegado nacional y un presidente de estado,
que fuera de la confianza de la localidad, que no permitieran ningún atropello o frau-
de para los comicios que se realizarían el 20 de febrero de 1880, para la elección de los
representantes del estado en el Congreso de la República45.
Proyecto de Ley sobre agentes nacionales en los estados, Archivo Histórico de la Asamblea Nacional, Tomos Histó-
44
102
ESTUDIOS
Desmanes hechos por los gobiernos locales hicieron que los habitantes del Territo-
rio Federal Amazonas solicitaran el envío de un delegado nacional. En su petición ex-
ponían la necesidad del nombramiento de un funcionario que viniera de la capital para
que recorriera la región y estudiara todo lo concerniente a la marcha administrativa, su
progreso moral y material y que luego presentara un informe al gobierno nacional de
todas sus investigaciones. Sobre todo, que examinara la actuación del gobernador del
territorio, que en su criterio, realizaba una gestión deficiente, ya que se encargaba más
al comercio que al gobierno, obligando a los indígenas del Casiquiare a extraer goma
para venderlas a Brasil. Igualmente, los impuestos que establecía a los comerciantes
eran sumamente altos, violando las leyes y malbaratando los fondos para carreteras,
instrucción pública, artesanos para que enseñaran a los indígenas, empleados públicos,
jueces departamentales y de distrito. Por ello, solicitaban la presencia de un funciona-
rio que representara al gobierno nacional y la remoción inmediata del gobernador46.
que presencien las elecciones, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo cmxcvii, fols. 285-288, Betijoque, 28
de agosto de 1879.
Los vecinos abajo firmantes domiciliados en el Territorio Amazonas, participan al Ministro de Relaciones Inte-
46
riores, que piden al gobierno nacional, que se les envíe un delegado, para que recorra los territorios y estudie todo
lo relativo a su marcha administrativa y progreso moral y material, AGN, Secretaría del Interior y Justicia, tomo
mxcii, fols. 103-105, San Carlos de Río Negro, 18 de noviembre de 1883.
103
CONQUISTA Y POBLAMIENTO DE NUEVOS ESPACIOS EN
LA PROVINCIA DE GUAYANA, 1724-1777
William Roa Barraza
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
DE LA CAPITANÍA GENERAL DE VENEZUELA
“Un conjunto de reformas conducentes a hacer saltar el viejo pacto colonial, es-
tablecido y mantenido a lo largo de muchos años, entre las antiguas autoridades
metropolitanas y los poderes locales andinos, cada vez más poderosos, y sustituirlo
por una nueva política, el llamado reformismo borbónico: una serie de medidas
administrativas y gubernativas mediante las cuales la monarquía española desea-
ba –y necesitaba con urgencia– reencauzar, redirigir y controlar al orden colonial,
fuertemente instalado y guarnecido en el tiempo y el espacio.”1
Para poder explicar de manera clara cuál fue la segunda conquista de América, se
hace necesario comprender el absolutismo español, que inició de la unión de Castilla
y Aragón, por el matrimonio de Isabel y Fernando II en 1496.
Sin embargo, las exageradas diferencias de los reinos impidieron un coherente sis-
tema fiscal y una fusión administrativa, la única institución que logró unificarse fue
la Inquisición la cual sirvió como aparato ideológico del Estado. El reino de Castilla
contaba con una población de 6.000.000 de habitantes, poseía numerosas ciudades,
algunas de estas tenían contactos comerciales con las industrias textiles de Flandes, la
nobleza era propietaria de grandes extensiones de tierras que utilizaban para la agri-
cultura y cría de ovejas. Pero políticamente era muy débil ya que las Cortes fueron
siempre ocasionales. Por el contrario en Aragón el sistema señorial era el más represivo
1
Juan Carlos Garavaglia y Juan Marchena Fernández, América Latina. De los orígenes a la Independencia,
Barcelona, Editorial Crítica, Tomo I, 2005, pp. 31-32.
105
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
De manera general, esta era la situación de España cuando los Borbones llegan al
poder a principios del siglo xviii, lo cual llevó que la visión y filosofía hacia estos terri-
torios cambiara. Si con los Habsburgo se trataba del «rey de España y de las Indias»,
con los Borbones se trataba del «rey de España y el emperador de las Indias» desde
entonces, se habló ya no de reinos, sino de colonias, en otras palabras, se iniciaba un
2
Perry Anderson, El Estado Absolutista, Buenos Aires, Editores Siglo Veintiuno, 1990, pp. 57-62.
Ibídem. pp. 66, 75-77.
3
4
Véase: http://biblioteca.itam.mx/estudios/estudio/estudio02/sec_41.html (Consulta realizada 12-oct-2014).
5
Pedro Cunill, Fabricio Vivas Ramírez, Et Al., Los tres primeros siglos de Venezuela 1498-1810, Caracas,
Editorial Grijalbo, 1993, p. 125.
106
ESTUDIOS
nuevo proceso administrativo que traería consigo una serie de trasformaciones cono-
cidas como las reformas borbónicas6.
Estas reformas tenían como objetivo solucionar los inconvenientes ya antes men-
cionados, también reducir el poder de los virreyes y las audiencias, aumentar la pro-
ductividad fiscal, y la diversificación de productos, realizar un cambio profundo en
el ámbito educativo inspirado en la ilustración, mejorar el sistema de defensa y segu-
ridad contra la invasión extranjera, desamortizar los bienes de la iglesia, promover la
libertad de comercio y ejercer un mayor control sobre el poblamiento disperso7.
6
Margarita Garrido, “Precursores de la independencia”, Gran Enciclopedia de Colombia, Santa Fe Bogotá, Círculo
de lectores, 1993, pp. 211-212.
Ibíd. pp. 212-214.
7
David Bushell, Colombia una nación a pesar de sí misma. Nuestra Historia desde tiempos precolombinos hasta hoy,
8
nardo Rotella, S.J, Caracas, Biblioteca de la Academia Nacional de Historia, 2013, pp. 184.
10
Ricardo Cierbide, “La Compañía Guipuzcoana de Caracas y los vascos en Venezuela durante el siglo XVIII”,
Revista Internacional de Estudios Vasco, 1997, número 42, p. 64.
11
Ibíd., p. 65.
107
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Parte de estos grupos humanos vivían dispersos y “sin Dios ni ley” por tanto a par-
tir de las primeras décadas del siglo xviii la gobernación o Provincia de Guayana ocu-
pó la atención en términos poblacionales de la Corona española y son precisamente
las reformas iniciadas por los reyes Borbones, quienes mediante un “nuevo” proceso
poblacional buscan reunir o incorporar a dichos grupos arrochelados y amancebados
a la estructura urbana colonial.
Las misiones, al igual que la conquista armada, llamada “pacificación” estaba in-
tegrada por un sistema de elementos políticos, religiosos, culturales y sociales que se
compenetran de tal manera que es casi imposible separarlos, no obstante se puede
establecer una gran diferencia entre las misiones que llegaron al territorio venezolano.
La misión carismática y la misión institucional, esta última fomenta el reparto de los
indios en encomienda, mientras que las carismáticas promovían el tributo del indio
durante diez años, terminado este periodo pasarían a ser labradores libres14.
George Duby, Histoire de la France urbaine, (5 Tomos), París, Editorial Seuil, Tomo I, 1980, p. 13. Esta definición
12
de ciudad es válida para el periodo colonial y principios de la época republicana ya que a medida que se trasforman
las estructuras económicas y sociales se desvirtúa el determinismo político.
Pablo Ojer, Las Misiones Carismáticas y las Institucionales en Venezuela, San Cristóbal, Universidad Católica del
13
108
ESTUDIOS
En 1776 se crea la Intendencia General del Ejército y real Hacienda, poco tiempo
después la Capitanía General de Venezuela en 1777, las cuales permitieron la centra-
lización de las provincias de Cumaná, Venezuela, Guayana, Maracaibo, Margarita y
Trinidad desde un ámbito fiscal, militar y territorial, espacio donde se encontraban
los núcleos urbanos recién fundados17.
Jorge Conde Calderón, Espacio, sociedad y conflictos en la Provincia de Cartagena, 1740-1815, Barranquilla,
15
109
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Desde lo político-territorial esta gobernación tuvo sus orígenes en el siglo xvi con
la capitulación otorgada a Antonio de Berrío, quien con sus expediciones logra fun-
dar la población de San José de Oruña en Trinidad; y Santo Tomé (1565) a las orillas
del Orinoco, la última aunque con muy pocos habitantes llegó a tener encomiendas
en el Caura y Mazaruni, estás pequeñas poblaciones no prosperaron en el tiempo lo
cual ocasionó que no se fundaran más núcleos urbanos, ni se hicieran repartimientos
de encomiendas, salvo los pueblos de misión, no obstante la dificultad que traía con-
sigo la baja densidad poblacional de la ciudad de San Tomé, seria destinada a conver-
tirse en la capital de la Provincia de Guayana19.
Ya en la segunda mitad del siglo xvii se inicia la labor misional en Guayana, pero
por las características geográficas y el poco poblamiento propio de la región no tuvo
gran éxito, es decir, sus caudalosos ríos, su extensa selva, los pantanos, la economía
de subsistencia, su lejanía con la costa norte, el poco abastecimiento y la resistencia
indígena frenaron la penetración del territorio21.
Manuel Donís, La Provincia de Guayana para mediados del siglo XVIII, p. 29.
19
Manuel Donís, Guayana. Historia de su Territorialidad, Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 2002, pp. 77.
20
Manuel Donís, “Fray Benito de la Garriga. Promotor del desarrollo y expansión de las misiones Capuchinas en
21
Guayana”, Manuel Donís (compilador), Historia territorial y cartografía histórica venezolana, p. 95.
110
ESTUDIOS
Sin embargo, con la llegada de los Capuchinos Catalanes a principios del siglo
xviii comenzó a tener éxito el proceso de conquista y de poblamiento en esta pro-
vincia, pues con la fundación de la misión en Suay, cerca la desembocadura del río
Caroní exploraron parte del territorio, reconocieron el clima, en especial la calidad de
los suelos de la región y establecieron un hato que les permitió a la misión resolver el
problema de la falta de alimentación. Este hato en Suay (1724), constituyó el motor
o base que hizo posible que las distintas misiones capuchinas en Guayana pudieran
poblar y avanzar hacia el interior del territorio guayanés. Así lo expresaron los capu-
chinos “considerare esta diligencia, verá que todo resulta en beneficio del rey, y gloria de
Dios, por que dichas reses sirven para las conquistas de los Indios, ya para mantener toda
la gente de la Provincia.”22
Es significativo cambio logró que a partir de 1724 los capuchinos impulsaran va-
rias misiones que se adentraron en esta gobernación, partieron de la cuenca del Ca-
roní y a medida que se aseguraba la economía agropecuaria y artesanal conquistaron
nuevos espacios que se consolidación en la fundaron varias poblaciones: Santa María
del Yuruari, San Francisco de Altagracia, Aima, Guasipati, entre otras.23
Manuel Donís, La Provincia de Guayana para mediados del siglo XVIII, pp. 30 y 115.
22
Manuel Donís, Guayana. Historia de su Territorialidad, p.104. Véase también: Historia territorial y cartografía
23
en pro de las misiones de esta última provincia y de cuanto en ellas habían trabajado los religiosos capuchinos
111
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
En esta última carta también se puede leer que muchos indios Caribes andan muy
bien armados con escopetas y quieren atacar otras misiones, pues Don Agustín de
Arredondo ordenó a los indios guayanos ahorcar cuatro caribes.
(Purísima Concepción de Suay, 3 marzo 1731), en: Buenaventura De Carrocera, Misión de los Capuchinos en
Guayana, Caracas, Academia Nacional de la Historia, Tomo I, 1979, pp. 261-264.
Manuel Donís, Guayana. Historia de su territorialidad, p. 110.
25
Petición del P. Prefecto para que pasen algunas familias a los pueblos de misión para que sirviesen de seguri-
26
dad y escolta a los misioneros (diciembre, 1732), en: Buenaventura De Carrocera, Misión de los Capuchinos en
Guayana, Tomo I, pp. 278-279.
Carta del P. Benito de Moya al gobernador de Cumaná D. Carlos de Sucre, pidiéndole ayuda ante el peligro de
27
112
ESTUDIOS
Estos enfrentamientos de los indios Caribes con las misiones Capuchinas también
fueron relatados por el Padre Manuel Román, quien para el año de 1742 se desempe-
ñaba como Vice Superior de las Misiones de la Compañía de Jesús. El padre aseveró
que los caribes no se atrevieron a quemar el pueblo de San Antonio de Caroní ya que
este contaba con suficientes defensas, pero pasaron a las playas del Orinoco donde
hallaron a un grupo de indios pacificados de este pueblo, los cuales fueron atacados
con tantas crueldades que murieron veinte seis indios guayanos28. La recomendación
que hacia el Padre Román a su majestad el Rey era ir a la raíz del problema, que era
someter a los caribes y apoderarse de los territorios donde habitaban para que rindan
vasallaje o dejen este espacio para que los misioneros puedan predicar el Santo Evan-
gelio y ganar almas para Dios29.
Sin ninguna duda con los ejemplos antes descritos se puede afirmar que la resisten-
cia de los indios Caribes y grupos humanos dispersos ocasionó una lenta conquista y
colonización del espacio, a la vez un constante desafió para los misioneros que denun-
ciaron el problema con los caribes durante todo el siglo xviii.
José Del Rey Fajardo, Escritos Varios, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1970, p. 309.
28
Ibídem,. p. 311.
29
Informe del P. Benito de la Garriga al Rey, manifestándole la situación de la misión en relación sobre todo con
31
los holandeses de Esequivo (Altagracia, 6 julio-1769), en: Buenaventura De Carrocera, Misión de los Capuchinos
en Guayana, Tomo II, pp.99-101.
113
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Manuel Donís, Fray Benito de la Garriga. Promotor del desarrollo y expansión de las misiones Capuchinas en
32
Guayana, p. 104.
ibíd., p. 114.
33
María Isabel González del Campo, “La política de poblamiento en Guayana, 1766-1776”, Antonio Gutiérrez
34
Escudero y María Laviasa Cuetos (compiladores), Estudios sobre América, siglos XVI-XX, Sevilla, Asociación Espa-
ñola de Americanistas, 2005, p. 1193.
Claudio Briceño Monzón, “De la centralización Borbónica al Estado-Nación en Venezuela”,, p. 67.
35
114
ESTUDIOS
Hay que destacar en este proceso la Expedición de Límites de 1754, esta tenía
como objetivo principal establecer las fronteras limítrofes entre España y Portugal
en sus colonias en América. Ya que el Delta de Orinoco se constituyó en un punto
estratégico de primer orden para el dominio de toda la región, en otras palabras, era
la puerta de entrada al interior del país, esto explica la urgencia de la Corona española
por expulsar a los holandeses y frenar los propósitos expansionistas de Portugal al
sur de la provincia. A cargo se encontraba Don José de Iturriaga, Primer Comisario,
para explotar y reconocer el vasto territorio. Como resultado de esta expedición se
evidenció el atraso y abandono de la Provincia de Guayana en todos sus órdenes, lo
cual cambiaría radicalmente pues se crearían dos comandancias. La primera fue la
Comandancia general de Guayana en 1762, al frente se encontraba Joaquín Moreno
de Mendoza y la segunda la Comandancia general de nuevas poblaciones y del todo
el río Orinoco, creada en septiembre del mismo año y dirigida por José de Iturriaga36.
María Isabel González Del Campo, La política de poblamiento en Guayana 1766-1776, pp.1194-1195.
36
Manuel Lucena Giraldo y Antonio E. De Pedro, La expedición caríbica: Expedición de Límites al Orinoco,
37
115
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
En este sentido, en el mes de agosto de 1754 Iturriaga envía una avanzada de explo-
ración, colocando a cargo al Comisario Don Eugenio de Alvarado, para el respectivo
reconocimiento del territorio. Alvarado se embarca en Cumaná hacia el Orinoco, con
un grupo de militares que llevan consigo 12 cañones, 2 goletas y 12 chalanas; entra por
el río Manamo y visitan algunas poblaciones extranjeras, posiblemente francesas, las
destruye y toman a sus vecinos como prisioneros, ya que estos estaban haciendo pre-
sencia en los dominios que el monarca español consideraba y reclamaba como suyos.39
En palabras de Alvarado,
“[…] Aunque el modo de hacer las entradas a los bosques por la solicitud y conver-
sión de las almas infieles correspondía al […] modo religioso de vivir los Padres, […]
correrá como precisa digresión, porque la verdad es más necesaria la política que el
Evangelio, respecto que los barbaros respetan más el fusil que al Santo Cristo, y la
palabra divina la ignoran”40.
ibídem, p. 34.
38
Marc De Civrieux, Los Caribes y la conquista de la Guayana Española, Caracas, Universidad Católica Andrés
39
Padres, indios y demás agregaciones, por D. Eugenio de Alvarado (20-abril-1755), en: Buenaventura De Carroc-
era, Misión de los Capuchinos en Guayana, Tomo I, p. 343.
Manuel Donís, “Significación del mapa geográfico de América meridional de Juan de la Cruz Cano y Olmedilla
41
en la historia cartográfica de Guayana”, Historia territorial y cartografía histórica venezolana, Caracas, Academia
Nacional de la Historia, 2010, p. 21.
Manuel Lucena Giraldo y Antonio E. De Pedro, La expedición caríbica, p. 42.
42
116
ESTUDIOS
aprovecha las diferencias triviales entre los indígenas y funda el poblado de San Fer-
nando, en la desembocadura de Atabapo, desde allí envía sus lugartenientes, teniente
Simón López y el sargento Francisco Bobadilla hacia la región del Río Negro, donde
consiguen fundar el poblado de San Carlos a las orillas del mismo río. Asimismo, para
el año de 1759 otra expedición al mando de Don Apolinar Díez de la Fuente, trajo
como resultado la fundación del fuerte de Buena Guardia al comienzo del Casiquia-
re.43 De estas expediciones al Alto Orinoco, no tenemos un documento que permita
de forma precisa enunciar los lugares donde estuvieron los expedicionarios, pero en
un pequeño fragmento de un informe de Diez de la Fuente, publicado por Ángel
Altolaguirre, encontramos algunos nombres de los soldados que acompañaron al sar-
gento Bobadilla, estos eran el cabo Agustín Fernández y los fusileros Carlos Nuñes,
José Gabriel Linares, Cristóbal de Rojas, Salvador Evora y Juan Carlos Zapata44.
Manuel DONÍS, Significación del mapa geográfico de América meridional de Juan de la Cruz Cano y Olmedilla en la
43
Ibídem., p. 63.
46
117
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
“Cada año salían dos y hasta cuatro expediciones cada vez más numerosas y mejor
armadas, con aceros y armas de fuego […] durante todo el siglo XVIII se advierte
esta gran actividad religiosa-militar en toda la extensión del país, no sólo en los
llanos, sino simultáneamente en la región del meta y el Orinoco, Cumana, en la
región central, y hacia el occidente hasta Maracaibo y la Goaira”.47
Las fundaciones de los distintos pueblos, las expediciones armadas, la derrota de los
indios Caribes y su repliegue al interior del continente permiten hablar de un avance
que llevó casi a la consolidación del territorio y a garantizar una red urbana de apoyo
para la explotación de nuevas riquezas y búsqueda de grupos humanos dispersos.
En este proceso y con las comandancias establecidas, el Monarca Carlos III me-
diante cédula real de 1768 decide unificar las dos comandancias, llamándolas “de
Guayana, de nuevas poblaciones y del todo el río Orinoco” colocando al oficial y aho-
ra gobernador Manuel Centurión Guerrero de Torres. Desde el inicio el gobernador
Centurión, pone en marcha su política de reordenamiento la cual tenía como pre-
misas: la población y defensa, es decir, asegurar una población estable en los núcleos
urbanos recién fundados y defender la integridad territorial. Para conseguir estos
objetivos podemos mencionar brevemente los siguientes cinco mecanismos: Fomen-
tar la agricultura y cría de ganado; facilitar herramientas de trabajo para los nuevos
pobladores para asegurarle beneficios; mejorar la comunicación entre los pueblos ya
existentes y recién fundados; impulsar el traslado de familias españolas de las gober-
naciones vecinas a la Provincia de Guayana para que trasmitieran sus conocimientos
en ganadería y agricultura a los indígenas; fomentar los pueblos mixtos, así como los
matrimonios entre españoles e indígenas49.
Miriam Zambrano, Las Misiones y su Incidencia en la Formación Socioespacial en la Provincia de Guayana (Tesis
47
para obtener título de Doctor en Historia), Caracas, Universidad Católica Andrés Bello, 1998, pp. 59-60.
Manuel Donís, “Hernann González S.J. o la pasión por la cartografía histórica”. Manuel Donís (compilador),
48
Historia territorial y cartografía histórica. Caracas, Academia Nacional de la Historia, 2010, p.198.
María Isabel González Del Campo, La política de poblamiento en Guayana, 1766-1776, pp. 1195-1197.
49
118
ESTUDIOS
Estas ideas no sólo revelan una nueva mentalidad, sino un nuevo sistema de go-
bierno económico y comercial para las colonias, ya que se buscó convertir al indio y
grupos dispersos en seres productores de bienes de consumo para América y España.
Según Joseph del Campillo y Cosío el “comercio es el que mantiene el cuerpo político,
como la circulación de la sangre el natural; pero en la América, donde es el comercio un
estanque general, no puede producir sino enfermedades y muerte políticas”50.
“Por más activo y celoso que sea, llámese cura o misionero, puede inspirar a todo
un pueblo el amor y conocimiento verdadero de Dios y de la religión, porque, no
habiendo ellos tenido antes idea alguna de esto ni considerarlo preciso para nada,
oyen la doctrina cristiana más por miedo al castigo que por devoción” 53.
Joseph DEL Campillo Y Cosío, Nuevo Sistema de Gobierno Económico para la América. Mérida, Universidad de
50
los Andes, 1971, p. 70. Esta obra fue escrita en 1743 por este funcionario español durante el reinado de Felipe V,
ocupó cargos en la Secretaria de Hacienda, de Guerra, de Marinas y de Indias, por tanto este libro es fundamental
para entender la nueva mentalidad económica española a mediados del siglo XVIII para América.
Consuelo Cal Martínez, La defensa de la integridad territorial de Guayana en tiempos de Carlos III, Caracas,
51
Carta del Comandante general de Guyana D. Manuel Centurión al secretario del Consejo de Indias, dándole cuen-
53
ta de los resultados de la traslación de cuatro pueblos de misiones (Guayana, 20 abril de 1771), en: Buenaventura
De Carrocera, Misión de los Capuchinos en Guayana, Tomo II, p. 133.
119
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Otro aspecto a destacar del gobernador era que según él los Capuchinos se con-
sideraban amos, dueños y señores de las labranzas y bienes de los indígenas, por lo
tanto se les había olvidado la dependencia y sujeción a las autoridades establecidas
por el Rey, y sus deberes como súbditos de la Corona57. Este pensamiento muestra que
Centurión como funcionario ilustrado buscó reafirmar el poder del Estado sobre las
autoridades misionales y por ende sobre la institución eclesiástica en esta provincia.
Robinzon Meza, “Las preocupaciones económicas de los Capitulares de Guayana frente al reformismo y el liberal-
54
ismo 1764-1814”, Presente y Pasado, 2010, año 15, número 30, p. 226.
ibíd., p. 228.
55
Noticias sobre la misión dadas por el P. de Villanueva al P. Jaime de Puigcerdá (Cupapuy 15 de septiembre
56
1772), en: Buenaventura De Carrocera, Misión de los Capuchinos en Guayana, Tomo II, p. 172.
María González Del Campo, Guayana y el gobernador Centurión, 1766-1776. Caracas, Academia Nacional de
57
120
ESTUDIOS
María González Del Campo, La política de poblamiento en Guayana 1766-1776, pp. 1200-1201.
59
Joseph Del Campillo Y Cosío, Nuevo Sistema de Gobierno Económico para…, p. 134.
60
Carta de Manuel Centurión al Bailío frey D. Julián de Arriaga (Guayana, 28 de diciembre de 1771), en: Manuel
61
Lucena Giraldo, Viajes a la Guayana ilustrada, El hombre y el territorio. Caracas, Editorial Arte, 1999, p. 194.
Carta de Manuel Centurión al Bailío frey D. Julián de Arriaga (Guayana, 30 de diciembre de 1772), en: Manuel,
62
121
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Tacutú, navegando por éste último llegaron hasta el río Mao. En estos espacios los
españoles fundaron tres poblaciones: San Juan Bautista, Santa Barbara y Santa Rosa
de Curariara. La tercera expedición fue en 1775, los expedicionarios llegaron a varios
pueblos de españoles y recorrieron el Tacutú durante diez días donde avistaron la
presencia de portugueses.63
“Los indios de esta misión (del cumamo) hicieron una entrada a las cercanías de
Esequivo y traxeron del monte ciento setenta y dos almas caribes; asimismo en el
mismo año, los caribes de Guasiapati hicieron otra entrada y trajeron ciento setenta
y seis caribes”64.
Manuel Donís, Significación del mapa geográfico de América meridional de Juan de la Cruz Cano y Olmedilla en la
64
misioneros en orden a fundación de nuevos poblados y otras cuestiones a fin (Guayana, 22 septiembre de 1789), en:
Buenaventura en De Carrocera, Misión de los Capuchinos en Guayana, Tomo III, pp. 58-59.
122
ESTUDIOS
CUADRO N°1
Algunas fundaciones en la Provincia de Guayana durante el siglo xviii, realizadas por Capuchinos
Catalanes, La Expedición de Límites y Manuel Centurión
CIUDAD –
FUNDACION CIUDAD – PUEBLO-VILLA FUNDACION
PUEBLO-VILLA
Concepción de 1724 1759
San Carlos
Suay Capuchinos C. Expedición de L
123
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
No obstante, los caribes jamás dejaron de resistirse durante toda esta dinámica,
pero no fue suficiente ya la corona española logró unificar el territorio de esta provin-
cia a través de la Capitanía General de Venezuela en 1777, institución que simboliza
la conquista realizada en lo político, militar y territorial.
124
DOCUMENTOS
Parte oficial de la batalla de la Victoria
A la siete de esta mañana, me dio parte la descubierta, que el enemigo con todas
sus fuerzas de infantería y caballería se aproximaba a esta Villa; efectivamente a
las 8 de nuestra avanzada rompió el fuego, y a las 8 y media se había ya empe-
ñado la acción con todas las tropas: el enemigo hizo desplegar por San Mateo
500 hombres de caballería y 200 fusileros, que al acto de cerrar el fuego se
apoderaron del Río y del Calvario, y con 2.000 hombres de caballería y 700 de
fusil atacaron con el Pantanero: inmediatamente con su numerosa caballería me
cerraron por todas partes; y en aquel momento decidí a que perecieran primero
todas las tropas que estaban a mi mando, que abandonar la Plaza. Efectivamente
continuó de ambas partes un fuego horroroso; pero bien sostenido hasta las 4
y media de la tarde, que no quedándome ya la mitad de mis tropas, y muerta y
herida la mayor parte de la oficialidad, vi levantar un humo por el camino de San
Mateo; y luego debí creer sería el Comandante Campo Elías, que con su fuerza
había llegado. Entonces hice salir 100 hombres de caballería y 50 cazadores,
que rompiendo la línea enemiga protegiesen la entrada de las tropas auxiliares,
y de que no, volviesen a replegar sobre mi línea. Afortunadamente esta división
encontró empeñada la acción de las tropas enemigas con el Comandante Elías;
pero atacando aquellas, hubo de facilitar la entrada de aquel valiente Gefe. Re-
forzado yo con este auxilio, hice tomar varias de las posiciones que ocupaba el
enemigo, y a las 5 y media de la tarde, este huyó precipitadamente por todas
partes, quedando cortadas varias de sus Divisiones, por Aragua arriba, la Calde-
ra; y las demás encumbrándose en los Cerros del Pantanero, huyeron sin con-
cierto; y sin haberse podido reunir una tercera parte de sus fuerza, tiraron por las
montañas que caen hacia el Pao. En aquel momento los hice perseguir por todas
partes, pero entrando la noche, ha sido preciso reunir las tropas para que vinie-
sen a desayunarse, y los caballos tomen algun pienso. El ha dexado cubiertas
de cadáveres las calles de esta villa; mucha parte de sus caballos han quedado
en nuestro poder. Sus municiones, y bastante número de fusiles hemos recogido
hasta ahora; pero la noche no nos ha permitido, ni hacer sus enumeración, ni
hacer recorrer el Campo de batalla. No hemos hecho prisioneros, porque nuestra
Tropa no ha dado quartel. Por nuestra parte hemos perdido como cien hombres,
y cerca de 400 heridos; entre los primeros tenemos que llorar la muerte del in-
trépido Comandante de soberbios dragones C.L. María Ribas Dávila; el Teniente
127
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Soldados
128
DOCUMENTOS
Volad, vencedores, sobre las huellas de los fugitivos: sobre esas bandas de tárta-
ros, que embriagados de sangre, intentaban aniquilar la América culta, cubrir de
polvo los monumentos de la virtud y del genio; pero en vano, porque vosotros
habéis salvado la patria.
SIMON BOLIVAR
Tomas Montilla
129
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Situado nuestro exército a las nueve y media de la mañana del 31 del pasado
en Boca –Chico, S.E. hizo adelantar hacia la Villa de Cura, a las órdenes del
Teniente Coronel Mariano Montilla, a las compañías de cazadores de Barloven-
to y Valencia, y un escuadrón con el objeto de que descubriesen al enemigo.
En efecto a las once se le vió avanzar sobre esta línea formado en columna, y
en el mismo instante el Teniente Coronel Montilla rompió el fuego y empezó a
replegar conforme a las órdenes que tenía sobre nuestra línea de batalla, cuyo
movimiento executo con el orden más admirable. Habiéndose hecho firme a
cierta distancia en una posición ventajosa, fue atacado por el exército enemigo,
compuesto de más de tres mil hombres mandados por Boves, el cual trató de
cortarle, desplegando sus alas, y de romper sus línea, cargando sobre ella con
sus centro formado en columna. Reforzado entonces por el mayor del batallón
de Barlovento Anzoátegui, se empeñó un fuego vivísimo que sostuvo por hora
y media en que el enemigo para envolver aquella línea agotó todas sus tentati-
vas, con la enorme superioridad de sus fuerzas, acometiendo tres veces con la
caballería y siendo otras tantas rechazado con grandísima pérdida. El intrépido
Coronel Bermúdez con la división de su mando y un cañón, atacó con el mayor
acierto la izquierda del enemigo, y se apoderó de la altura que ocupaba, des-
alojándole y obligándole a huir en desorden. El Coronel Leandro Palacios con
el batallón de Valencia, auxilió al Teniente Coronel Montilla y victoriosamente
hizo retroceder a la caballería española cuantas veces la atacó.
130
DOCUMENTOS
131
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
S.S.E.E, el General Bolívar y el General Mariño se han juntado hoy en esta ciu-
dad. Algunas divisiones de este exército marchan ya para Valencia.
132
DOCUMENTOS
alhajas en el reparo que se ha estado haciendo y aun se han concluido por falta
de proporciones a su edificio arruinado.
Con el gran terremoto del año doce, y que ya tiene entregada a consecuencia
del anunciado Concordato para Socorro de las urgencias del Estado, con calidad
de reintegro cuando este se halle capaz de hacerlo, sin embargo de que las mis-
mas alhajas enajenadas eran necesarias y aun no suficientes para esplendor del
culto como corresponde en una Iglesia Metropolitana, unánimemente se acor-
dó: que no obstante el ser de las más precisas las alhajas de plata que han acor-
dado existentes, se entreguen desde luego al expresado efecto y con la indicada
calidad el triángulo o sol de plata que sirve para las tinieblas de Semana Santa,
y una Araña también de plata que es la única que ha quedado, precediendo la
licencia y consentimiento del sobre dicho Illmo. Señor Arzobispo, que dice a Su
Señoría Ilma, este Cabildo por esta carta de que se le pasará testimonio con el
correspondiente oficio: y que verificado sin óbice, se procede desde luego a la
entrega de las referidas alhajas por el Sacristán Mayor de esta Santa Iglesia con
intervención del sobredicho Doctoral que fue el comisionado para la anterior
entrega, tomándose por ambos el competente documento de resguardo. Con lo
que se concluyó y firmaron, de que certifico. Dr. Martinez, Dr. Suárez Dr. Blan-
dín. Dr. Osio. Juan José Guzmán Secretario del Cabildo.
Caracas, veinte de junio de mil ochocientos catorce. Visto: atenta la urgente ne-
cesidad que se expresa en la acta celebrada por nuestro Venerable Déan y Cabil-
do que calificamos en todas partes, concedemos la licencia que pide. Y para que
desde luego pueda proceder a lo acordado devuélvase con el oficio de estilo.
Narciso Arzobispo de Caracas. Así lo decreto el Illmo. Señor Dr. Dn. Narciso
Coll y Prat, mi señor Digmo. Arzobispo y Metropolitano de este Arzobispado de
Caracas y Venezuela y lo firmo de que certifico. Juan José Guzmán, Secretario.
133
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Primera: que posesionado S.S. de la plaza, será libre á cada uno el subsistir en
la provincia o el extrañarse de ella para países extranjeros, juramentados unos y
otros de no tomar armas contra el Gobierno español.
Cuarta: que serán salvadas las vidas y propiedades de todos los que estuvieren
dentro de la plaza, bien sean militares o paisanos, bien queden existentes en la
provincia o emigren a países extranjeros.
Quinta: que garantiza las anteriores proposiciones con su vida y con su hogar.
134
DOCUMENTOS
3a. Que mientras se concluye este tratado cesen todas las hostilidades, sin per-
mitir que se comuniquen entre si los oficiales y soldados de una y otra parte.
Juan de Escalona
Contestación,
Concedido; pero deberá ser concluido este tratado á las 12 de este día, en que
cesará el armisticio, ó se entregará la plaza.
135
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
que las cinco proposiciones con que debe entregarse esta plaza son concedidas
en gracia especial de sus actuales habitantes, debe entenderse por ellos toda la
guarnición, todos los oficiales y soldados, eclesiásticos y seculares, en cualquier
parte que sean nacidos, siempre que estén dentro de la misma plaza.
Segundo: que concederá libre y franco pasaporte á todos los que lo pidan, den-
tro del término de quince días á los que quieran embarcarse por Puerto Cabello,
y de diez y nueve á los que le verifiquen por el de la Guaira, con arreglo á las
distancias.
Tercero: que tratará á los enfermos y heridos de los hospitales, de la misma ma-
nera de su ejército.
Noveno: que los paisanos, mujeres, y demás personas que no hayan estado des-
tinadas á las armas, saldrán á la sabana del Morro, donde serán protegidas de
cualesquiera insultos.
136
DOCUMENTOS
Señor Gobernador:
Como aún estoy viendo circular los papeles seductivos que salieron de la im-
prenta de Valencia y esta capital, cuyas máximas son contrarias a la santa causa
que defiendo, y de consiguiente opuestas á la tranquilidad y seguridad pública;
en esta virtud espero se servirá U.S. tomar cuantos providencias conceptúe ne-
cesaria, imponiendo pena de muerte, el que dentro del plazo que U.S. señale
no entregue todos los impresos que hayan publicado desde la entrada BOLIVAR.
Conviene también oficie U.S. al R.R. señor Arzobispo para que tome sus me-
didas á fin de hacer recoger los libros y papeles que estén prohibidos, pues de
su lectura resulta el desorden de las casas y familias, de que dimanan los males
que hoy lloramos.
BATALLA DE URICA
A las doce del día 5, se ha batido nuestro ejército en el puesto de Urica, con
el enemigo que se componía de tres mil ochocientos combatientes. La acción
en todas sus partes fue gloriosa a nuestras armas. Duró una hora, dejando el
137
BOLETÍN DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Dionisio Franco.
138
VIDA DE LA ACADEMIA
Ante el fallecimiento del Dr. Santos Rodulfo Cortés, en Sesión General de la Aca-
demia Nacional de la Historia, se llevó a cabo la elección de la Dra. Inés Quintero,
como Segunda Vicedirectora provisional hasta mayo 2015.
141
igual forma, ocupó varios cargos relevantes en la administración pública, el más re-
cordado es el de haber sido presidente designado en 1993, luego de la destitución del
presidente Carlos Andrés Pérez.
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COLECCIÓN BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA
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COLECCIÓN BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA
153
aviso
BIBLIOTECA DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Serie Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela
Distribución: Palacio de las Academias. Bolsa a San Francisco, planta baja.
Distribuidora: Telf.: 482.27.06
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quez. Tomo I.
Vol. 55: Descubrimiento y conquista de Venezuela.. Advertencia del compilador: Joaquín Gabal-
dón Márquez. Tomo II.
Vol. 56: Tratado de Indias y el doctor Sepúlveda. Fray Bartolomé de las Casas. Estudio preliminar
de Manuel Giménez Fernández.
Vol. 57: Elegías de varones ilustres de Indias. Juan de Castellanos. Estudio preliminar de Isaac J.
Pardo.
Vol. 58: Venezuela en los cronistas generales de Indias. Estudio preliminar de Carlos Felice Cardot.
Tomo I.
Vol. 59: Venezuela en los cronistas generales de Indias. Tomo II.
Vol. 60: Arca de letras y teatro universal. Juan Antonio Navarrete. Estudio preliminar de José Anto-
nio Calcaño.
Vol. 61: Libro de la razón general de la Real Hacienda del departamento de Caracas. José de Li-
monta. Estudio preliminar de Mario Briceño Perozo.
Vol. 62: Recopilación historial de Venezuela. Fray Pedro de Aguado. Estudio preliminar de Guiller-
mo Morón. Tomo I.
Vol. 63: Recopilación historial de Venezuela. Fray Pedro de Aguado. Tomo II.
Vol. 64: Actas del cabildo eclesiástico de Caracas. Estudio preliminar de Manuel Pérez Vila. Tomo
I (1580-1770).
Vol. 65: Actas del cabildo eclesiástico de Caracas. Tomo II (1771-1808).
Vol. 66: Noticias Historiales de Venezuela. Fray Pedro Simón. Edición restablecida en su texto ori-
ginal, por vez primera por Demetrio Ramos Pérez, con Estudio preliminar y notas. Tomo I.
Vol. 67: Noticias Historiales de Venezuela. Fray Pedro Simón. Idem, también anotado por Deme-
trio Ramos Pérez. Tomo II.
Vol. 68: El Orinoco ilustrado. José Gumilla. Comentario preliminar de José Nucete Sardi y Estudio
bibliográfico de Demetrio Ramos Pérez.
Vol. 69: Los primeros historiadores de las misiones capuchinas en Venezuela. Presentación y estu-
dios preliminares sobre cada autor de P. Buenaventura de Carrocera, O.F.M.
Vol. 70: Relaciones geográficas de Venezuela durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Estudio preliminar
y notas de Antonio Arellano Moreno.
Vol. 71: Ensayo de historia americana. Felipe Salvador Gilij. Traducción y estudio preliminar de
Antonio Tovar. Tomo I.
Vol. 72: Ensayo de historia americana. Felipe Salvador Gilij. Tomo II.
Vol. 73: Ensayo de historia americana. Felipe Salvador Gilij. Tomo III.
Vol. 74: Documentos para la historia de la Iglesia colonial en Venezuela. Estudio preliminar y se-
lección del Padre Guillermo Figuera. Tomo I.
Vol. 75: Documentos para la historia de la Iglesia colonial en Venezuela. Tomo II.
Vol. 76: Instrucción general y particular del estado presente de la provincia de Venezuela en los
años de 1720 y 1721. Pedro José de Olavarriaga. Estudio preliminar de Mario Briceño
Perozo.
Vol. 77: Relato de las misiones de los padres de la Compañía de Jesús en las islas y en Tierra Firme
de América Meridional. P. Pierre Pelleprat, S.J. Estudio preliminar del Padre José del Rey.
Vol. 78: Conversión de Píritu. P. Matías Ruiz Blanco. Tratado histórico. P. Ramón Bueno. Estudio
preliminar y notas de P. Fidel de Lejarza, O.F.M.
Vol. 79: Documentos jesuíticos relativos a la historia de la Compañía de Jesús en Venezuela. Estu-
dio preliminar del P. José del Rey S.J.
Vol. 80: Protocolo del siglo XVI. Estudio preliminar de Agustín Millares Carlo.
Vol. 81: Historia de la Nueva Andalucía. Fray Antonio Caulín. Estudio preliminar y edición crítica
de P. Pablo Ojer, S.J. Tomo I.
Vol. 82: Estudio de la Nueva Andalucía. Fray Antonio Caulín. (Texto y Notas). Tomo II.
Vol. 83: Las Misiones de Píritu. Documentos para su historia. Selección y estudio preliminar de
Lino Gómez Canedo, O.F.M. Tomo I.
Vol. 84: Las Misiones de Píritu. Documentos para su historia. Tomo II.
Vol. 85: Historia de la provincia de la Compañía de Jesús del Nuevo Reyno de Granada en la Amé-
rica. P. Joseph Cassani. S.J. Estudio preliminar y anotaciones al texto del P. José del Rey, S.J.
Vol. 86: La historia del Mundo Nuevo. M. Girolano Benzoni. Traducción y Notas de Marisa Vanni-
ni de Gerulewicz. Estudio preliminar de León Croizat.
Vol. 87: Documentos para la historia de la educación en Venezuela. Estudio preliminar y compila-
ción de Ildefonso Leal.
Vol. 88: Misión de los capuchinos en Cumaná. Estudio preliminar y documentación seleccionada
por el R.P. Fray Buenaventura de Carrocera, O.F.M., Cap. Tomo I.
Vol. 89: Misión de los capuchinos en Cumaná. Estudio preliminar y documentación seleccionada
por el R.P. Fray Buenaventura de Carrocera, O.F.M., Cap. Tomo II.
Vol. 90: Misión de los capuchinos en Cumaná. Estudio preliminar y documentación seleccionada
por el R.P. Fray Buenaventura de Carrocera, O.F.M., Cap. Tomo III.
Vol. 91: Historia documentada de los agustinos en Venezuela durante la época colonial. Estudio
preliminar de Fernando Campo del Pozo, Agust.
Vol. 92: Las instituciones militares venezolanas del período hispánico en los archivos. Selección y
estudio preliminar de Santiago-Gerardo Suárez.
Vol. 93: Documentos para la historia económica en la época colonial, viajes e informes. Selección
y estudio preliminar de Antonio Arellano Moreno.
Vol. 94: Escritos Varios. José Gumilla. Selección y estudio preliminar de José del Rey, S.J.
Vol. 95: Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771‑1784). Obispo
Mariano Martí. Libro personal. Estudio preliminar de Lino Gómez Canedo, O.F.M. Tomo I.
Vol. 96: Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771‑1784). Obispo
Mariano Martí. Libro personal. Tomo II.
Vol. 97: Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771‑1784). Obispo
Mariano Martí. Libro de inventarios. Tomo III.
Vol. 98: Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771‑1784). Obispo
Mariano Martí. Libro de inventarios. Tomo IV.
Vol. 99: Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771‑1784). Obispo
Mariano Martí. Libro de Providencias. Tomo V.
Vol.100: Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771‑1784). Obispo
Mariano Martí. Compendio de Juan José Guzmán. Tomo VI.
Vol. 101: Documentos relativos a su visita pastoral de la diócesis de Caracas (1771‑1784). Obispo
Mariano Martí. Compendio de Juan José Guzmán, Tomo VII.
Vol. 102: La Gobernación de Venezuela en el siglo XVII. José Llavador Mira.
Vol. 103: Documentos para el estudio de los esclavos negros en Venezuela. Selección y estudio
preliminar de Ermila Troconis de Veracoechea.
Vol. 104: Materiales para la historia de las artes decorativas en Venezuela. Carlos E. Duarte.
Vol. 105: Las obras pías en la Iglesia colonial venezolana. Selección y estudio preliminar de Ermila
Troconis de Veracoechea.
Vol. 106: El real consulado de Caracas (1793-1810). Manuel Nunes Días.
Vol. 107: El ordenamiento militar de Indias. Selección y estudio preliminar de Santiago-Gerardo
Suárez.
Vol. 108: Crónica de la provincia franciscana de Santa Cruz de la Española y Caracas. José Torrubia.
O.F.M. Estudio preliminar y notas de Odilio Gómez Parente, O.F.M.
Vol. 109: Trinidad, Provincia de Venezuela. Historia de la administración española de Trinidad. Jes-
se A. Noel.
Vol. 110: Colón descubrió América del Sur en 1494. Juan Manzano Manzano.
Vol. 111: Misión de los Capuchinos en los Llanos de Caracas. Introducción y resumen histórico.
Documentos (1657‑1699). de R. P. Fray Buenaventura de Carrocera. O.F.M. Capuchino.
Tomo I.
Vol. 112: Misión de los Capuchinos en los Llanos de Caracas. Documentos (1700‑1750). de R. P.
Fray Buenaventura de Carrocera. O. F. M. Capuchino. Tomo II.
Vol. 113: Misión de los Capuchinos en los Llanos de Caracas. Documentos (1750-1820). de R. P.
Fray Buenaventura de Carrocera. O. F. M. Capuchino. Tomo III.
Vol. 114: Población de origen europeo de Coro en la época colonial. Pedro M. Arcaya.
Vol. 115: Curazao hispánico (Antagonismo flamenco-español). Carlos Felice Cardot.
Vol. 116: El mito de El Dorado. Su génesis y proceso. Demetrio Ramos Pérez.
Vol. 117: Seis primeros obispos de la Iglesia venezolana en la época hispánica (1532-1600). Mons.
Francisco Armando Maldonado.
Vol. 118: Documentos jesuíticos relativos a la historia de la Compañía de Jesús en Venezuela. José
del Rey Fajardo, S. J. Tomo II.
Vol. 119: Documentos jesuíticos relativos a la historia de la Compañía de Jesús en Venezuela. José
del Rey Fajardo, S. J. Tomo III.
Vol. 120: Hernández de Serpa y su “Hueste” de l569 con destino a la Nueva Andalucía. Jesús María
G. López Ruiz.
Vol. 121: La Provincia Franciscana de Santa Cruz de Caracas. Cuerpo de documentos para su histo-
ria (1513‑1837). Selección, estudio preliminar, introducciones especiales, edición y notas
de Lino Gómez Canedo.
Vol. 122: La Provincia Franciscana de Santa Cruz de Caracas. Cuerpo de documentos para su histo-
ria. Consolidación y expansión (1593-1696). Selección, estudio preliminar, introduccio-
nes especiales, edición y notas de Lino Gómez Canedo.
Vol. 123: La Provincia Franciscana de Santa Cruz de Caracas. Cuerpo de documentos para su histo-
ria. Florecimiento, crisis y extinción (1703-1837). Selección, estudio preliminar, introduc-
ciones especiales, edición y notas de Lino Gómez Canedo.
Vol. 124: El sínodo diocesano de Santiago de León de Caracas de 1687. Valoración canónica del
regio placet a las constituciones sinodales indianas. Manuel Gutiérrez de Arce. Tomo I.
Vol. 125: Apéndices a el sínodo diocesano de Santiago de León de Caracas de 1687. Valoración
canónica del regio placet a las constituciones sinodales indianas. Manuel Gutiérrez de
Arce. Tomo II.
Vol. 126: Estudios de historia venezolana. Demetrio Ramos Pérez.
Vol. 127: Los orígenes venezolanos (Ensayo sobre la colonización española en Venezuela). Jules
Humbert. Traducción Feliciana de Casas
Vol. 128: Materiales para la Historia Provincial de Aragua. Lucas Guillermo Castillo Lara.
Vol. 129: El Oriente venezolano a mediados del siglo XVIII, a través de la visita del Gobernador
Diguja. Alfonso F. González González.
Vol. 130: Juicios de Residencia en la provincia de Venezuela. I. Los Welser. Estudio preliminar de
Marianela Ponce de Behrens, Diana Rengifo y Letizia Vaccari de Venturini.
Vol. 131: Fortificación y Defensa. Santiago-Gerardo Suárez.
Vol. 132: Libros y Bibliotecas en Venezuela Colonial (1633-1767). Siglo XVII (1633-1699). Ildefonso
Leal. Tomo I.
Vol. 133: Libros y Bibliotecas en Venezuela Colonial (1633-1767). Siglo XVII (1727-1767). Ildefonso
Leal. Tomo II.
Vol. 134: Las acciones militares del Gobernador Ruy Fernández de Fuenmayor (1637-1644). Lucas
Guillermo Castillo Lara.
Vol. 135: El Régimen de “Las Gracias al Sacar” en Venezuela durante el período hispánico. Santos
Rodulfo Cortés. Tomo I.
Vol. 136: El Régimen de “Las Gracias al Sacar” en Venezuela durante el período hispánico. (Docu-
mentos anexos). Santos Rodulfo Cortés. Tomo II.
Vol. 137: Las Fuerzas Armadas Venezolanas en la Colonia. Santiago-Gerardo Suárez.
Vol. 138: La Pedagogía Jesuítica en la Venezuela Hispánica. José del Rey Fajardo, S. J.
Vol. 139: Misión de los Capuchinos en Guayana. Introducción y resumen histórico. Documentos,
(1682‑1785. R. P. Fray Buenaventura de Carrocera, O. F. M. Capuchino. ). Tomo I.
Vol. 140: Misión de los Capuchinos en Guayana. Documentos (1760-1785). R. P. Fray Buenaventu-
ra de Carrocera, O. F. M. Capuchino. Tomo II.
Vol. 141: Misión de los Capuchinos en Guayana. Documentos (1785-1819). R. P. Fray Buenaventu-
ra de Carrocera, O. F. M. Capuchino. Tomo III.
Vol. 142: La defensa de la integridad territorial de Guayana en tiempos de Carlos III. María Consuelo
Cal Martínez.
Vol. 143: Los Mercedarios y la política y social de Caracas en los siglos XVII y XVIII. Lucas G. Castillo
Lara. Tomo I.
Vol. 144: Los Mercedarios y la vida política y social de Caracas en los siglos XVII y XVIII. Lucas G.
Castillo Lara. Tomo II.
Vol. 145: Juicios de Residencia en la Provincia de Venezuela. II - Juan Pérez de Tolosa y Juan de Ville-
gas. Recopilación y estudio preliminar de Marianela Ponce y Letizia Vaccari de Venturini.
Vol. 146: Las salinas de Araya y el origen de la Armada de Barlovento. Jesús Varela Marcos.
Vol. 147: Los extranjeros con carta de naturaleza de las Indias, durante la segunda mitad del siglo
XVIII. Juan M. Morales Alvarez.
Vol. 148: Fray Pedro de Aguado: Lengua y Etnografía. María T. Vaquero de Ramírez.
Vol. 149: Descripción exacta de la Provincia de Venezuela. Joseph Luis de Cisneros. Estudio preli-
minar de Pedro Grases.
Vol. 150: Temas de Historia Colonial Venezolana. Mario Briceño Perozo.
Vol. 151: Apuntes para la Historia Colonial de Barlovento. Lucas Guillermo Castillo Lara.
Vol. 152: Los comuneros de Mérida (Estudio). Edición conmemorativa del bicentenario del movi-
miento comunero. Tomo I.
Vol. 153: Los censos en la Iglesia Colonial Venezolana (Sistema de préstamos a interés). Estudio
preliminar y recopilación de Ermila Troconis de Veracoechea. Tomo I.
Vol. 154: Los censos en la iglesia Colonial Venezolana (Sistema de préstamos a interés). Recopila-
ción de Gladis Veracoechea y Euclides Fuguett. Tomo II.
Vol. 155: Los censos en la iglesia Colonial Venezolana (Sistema de préstamos a interés). Recopila-
ción de Euclides Fuguett. Tomo III.
Vol. 156: Hombres y mujeres del siglo XVI venezolano. Ismael Silva Montañés. Tomo I (A-C).
Vol. 157: La ocupación alemana de Venezuela en el siglo XVI. Período llamado de los Welser (1558-
1536) de Jules Humbert. Traducción y presentación de Roberto Gabaldón.
Vol. 158: Historia del periodismo y de la imprenta en Venezuela. Tulio Febres Cordero G.
Vol. 159: Hombres y mujeres del siglo XVI venezolano. Ismael Silva Montañés. Tomo II (CH-K).
Vol. 160: Juicios de Residencia en la Provincia de Venezuela. I- Don Francisco Dávila Orejón Gas-
tón (1673-1677). Estudio introductorio, recopilación y selección documental de Letizia
Vaccari S. M.
Vol. 161: Juicios de Residencia en la Provincia de Venezuela. II- Don Francisco Dávila Orejón Gas-
tón (1673-1677). Estudio introductorio, recopilación y selección documental, de Letizia
Vaccari S. M.
Vol. 162: Juicios de Residencia en la Provincia de Venezuela. III- Don Francisco Dávila Orejón Gas-
tón (1673-1677). Estudio introductorio, recopilación y selección documental de Letizia
Vaccari S. M.
Vol. 163: La aventura fundacional de los isleños. Panaquire y Juan Francisco de León. Lucas Guiller-
mo Castillo Lara.
Vol. 164: Hombres y mujeres del siglo XVI venezolano. Ismael Silva Montañés. Tomo III (L‑P).
Vol. 165: La unidad regional. Caracas-La Guaira-Valles, de 1775 a 1825. Diana Rengifo.
Vol. 166: Hombres y mujeres del siglo XVI venezolano. Ismael Silva Montañés. Tomo IV (Q-Z).
Vol. 167: Materiales para el estudio de las relaciones inter-étnicas en la Guajira, siglo XVIII. Docu-
mentos y mapas de P. Josefina Moreno y Alberto Tarazona.
Vol. 168: El contrabando holandés en el Caribe durante la primera mitad del siglo XVIII. Celestino
Andrés Araúz Monfante. Tomo I.
Vol. 169: El contrabando holandés en el Caribe durante la primera mitad del siglo XVIII. Celestino
Andrés Araúz Monfante. Tomo II.
Vol. 170: Guayana y el Gobernador Centurión (1766-1776). María Isabel Martínez del Campo.
Vol. 171: Las Milicias. Instituciones militares hispanoamericanas. Santiago-Gerardo Suárez.
Vol. 172: San Sebastián de los Reyes. La ciudad trashumante. Lucas Guillermo Castillo Lara. Tomo I.
Vol. 173: San Sebastián de los Reyes. La ciudad raigal. Lucas Guillermo Castillo Lara. Tomo II.
Vol. 174: Los Ministros de la Audiencia de Caracas (1786-1776). Caracterización de una élite buro-
crática del poder español en Venezuela. Alí Enrique López Bohorquez.
Vol. 175: El control de la gestión administrativa en el juicio de Residencia al Gobernador Manuel
González Torres de Navarra. Marianela Ponce. Tomo I.
Vol. 176: El control de la gestión administrativa en el juicio de Residencia al Gobernador Manuel
González Torres de Navarra. Marianela Ponce. Tomo II.
Vol. 177: El control de la gestión administrativa en el juicio de Residencia al Gobernador Manuel
González Torres de Navarra. Marianela Ponce. Tomo III.
Vol. 178: Historia de Colombia y de Venezuela. Desde sus orígenes hasta nuestros días. Jules Hum-
bert. Traducción de Roberto Gabaldón.
Vol. 179: Noticias historiales de Nueva Barcelona. Fernando del Bastardo y Loayza. Estudio prelimi-
nar y notas de Constantino Maradei Donato.
Vol. 180: La implantación del impuesto del papel Sellado en Indias. María Luisa Martínez de Sali-
nas.
Vol. 181: Raíces pobladoras del Táchira: Táriba, Guásimos (Palmira), Capacho. Lucas Guillermo
Castillo Lara.
Vol. 182: Temas de Historia Colonial Venezolana. Mario Briceño Perozo. Tomo II.
Vol. 183: Historia de Barinas (1577-1800). Virgilio Tosta. Tomo I.
Vol. 184: El Regente Heredia o la piedad heroica. Mario Briceño-Iragorry. Presentación de Tomás
Polanco Alcántara.
Vol. 185: La esclavitud indígena en Venezuela (siglo XVI). Morella A. Jiménez G.
Vol. 186: Memorias del Regente Heredia. José Francisco Heredia. Prólogo de Blas Bruni Celli.
Vol. 187: La Real Audiencia de Caracas en la Historiografía Venezolana (Materiales para su estudio).
Presentación y selección de Alí Enrique López Bohorquez.
Vol. 188: Familias coloniales de San Carlos. Diego Jorge Herrera-Vegas. Tomo I (A-H).
Vol. 189: Familias coloniales de San Carlos. Diego Jorge Herrera-Vegas. Tomo II (I-Z).
Vol. 190: Lenguas indígenas e indigenismos - Italia e Iberoamérica. 1492-1866. Ana Cecilia Peña
Vargas.
Vol. 191: Evolución histórica de la cartografía en Guayana y su significación en los derechos vene-
zolanos sobre el Esequibo. Manuel Alberto Donis Ríos.
Vol. 192: Elementos historiales del San Cristóbal Colonial. El proceso formativo. Lucas Guillermo
Castillo Lara.
Vol. 193: La formación del latifundio ganadero en los Llanos de Apure: 1750-1800. Adelina C. Ro-
dríguez Mirabal.
Vol. 194: Historia de Barinas (1800-1863). Virgilio Tosta. Tomo II.
Vol. 195: La visita de Joaquín Mosquera y Figueroa a la Real Audiencia de Caracas (1804-1809).
Conflictos internos y corrupción en la administración de justicia. Teresa Albornoz de Ló-
pez.
Vol. 196: Ideología, desarrollo e interferencias del comercio caribeño durante el siglo XVII. Rafael
Cartaya A.
Vol. 197: Fundadores, primeros moradores y familias coloniales de Mérida (1538-1810). Los Funda-
dores: Juan Maldonado y sus compañeros (1559). Roberto Picón-Parra. Tomo I.
Vol. 198: Fundadores, primeros moradores y familias coloniales de Mérida (1538-1810). Los funda-
dores: Juan Rodríguez Suárez y sus compañeros (1558). Roberto Picón‑Parra. Tomo II.
Vol. 199: Historia de Barinas (1864-1892). Virgilio Tosta. Tomo III.
Vol. 200: Las Reales Audiencias Indianas. Fuentes y Bibliografía. Santiago-Gerardo Suárez.
Vol. 201: San Cristóbal, Siglo XVII. Tiempo de aleudar. Lucas Guillermo Castillo Lara.
Vol. 202: Las Encomiendas de Nueva Andalucía en el siglo XVII. 1688. Traslado y estudio preliminar
de Antoinette Da Prato-Perelli. Tomo I.
Vol. 203: Las Encomiendas de Nueva Andalucía en el siglo XVII. 1688. (Traslado y estudio prelimi-
nar). Antoinette Da Prato-Perelli. Tomo II.
Vol. 204: Las Encomiendas de Nueva Andalucía en el siglo XVII. 1688. (Traslado y estudio prelimi-
nar). Antoinette Da Prato-Perelli. Tomo III.
Vol. 205: Las Encomiendas de Nueva Andalucía en el siglo XVII. 1688. (Traslado y estudio prelimi-
nar). Antoinette Da Prato‑Perelli. Tomo IV.
Vol. 206: Simón Rodríguez maestro de escuela de primeras letras. Gustavo Adolfo Ruiz.
Vol. 207: Linajes calaboceños. Jesús Loreto Loreto.
Vol. 208: El discurso de la fidelidad. Construcción social del espacio como símbolo del poder regio
(Venezuela siglo XVIII). Carole Leal Curiel.
Vol. 209: Contribución al estudio de la “aristocracia territorial” en Venezuela colonial. La familia
Xerez de Aristeguieta. Siglo XVIII. Elizabeth Ladera de Diez.
Vol. 210: Capacho. Un pueblo de indios en la Jurisdicción de la Villa de San Cristóbal. Inés Cecilia
Ferrero Kelleroff.
Vol. 211: Juan de Castellanos. Estudios de las Elegías de Varones Ilustres. Isaac J. Pardo.
Vol. 212: Historia de Barinas (1893‑1910). Virgilio Tosta. Tomo IV.
Vol. 213: La Nueva Segovia de Barquisimeto. Nieves Avellán de Tamayo. Tomo I.
Vol. 214: La Nueva Segovia de Barquisimeto. Nieves Avellán de Tamayo. Tomo II.
Vol. 215: El Régimen de la Encomienda en Barquisimeto colonial, 1530‑1810. Reinaldo Rojas.
Vol. 216: Crítica y descolonización. El sujeto colonial en la cultura latinoamericana. Beatriz Gonzá-
lez Stephan y Lucía Helena Costigan (Coordinadoras).
Vol. 217: Sobre Gobernadores y Residencias en la Provincia de Venezuela. (Siglos XVI, XVII, XVIII).
Letizia Vaccari.
Vol. 218: Paleografía Práctica (su aplicación en el estudio de los documentos históricos venezola-
nos). Antonio José González Antías y Guillermo Durand González.
Vol. 219: Tierra, gobierno local y actividad misionera en la comunidad indígena del Oriente venezo-
lano: La visita a la Provincia de Cumaná de don Luis de Chávez y Mendoza (1783-1784).
Antonio Ignacio Laserna Gaitán.
Vol. 220: Miguel José Sanz. La realidad entre el mito y la leyenda. Lenín Molina Peñaloza.
Vol. 221: Historia de Barinas (1911-1928). Virgilio Tosta. Tomo V.
Vol. 222: Curazao y la Costa de Caracas: Introducción al estudio del contrabando en la Provincia
de Venezuela en tiempos de la Compañía Guipuzcoana 1730-1780. Ramón Aizpúrua.
Vol. 223: Configuración textual de la recopilación historial de Venezuela de Pedro Aguado. José
María Navarro.
Vol. 224: Fundadores, primeros moradores y familias coloniales de Mérida (1558-1810). Roberto
Picón Parra. Tomo III.
Vol. 225: Fundadores, primeros moradores y familias coloniales de Mérida (1558-1810). Roberto
Picón Parra. Tomo IV.
Vol. 226: El ordenamiento jurídico y el ejercicio del derecho de libertad de los esclavos en la provin-
cia de Venezuela 1730-1768. Marianela Ponce.
Vol. 227: Los fiscales indianos origen y evolución del Ministerio Público. Santiago-Gerardo Suárez.
Vol. 228: Misiones capuchinas en Perijá. Documentos para su Historia 1682-1819. Ana Cecilia
Peña Vargas. Tomo I.
Vol. 229: Historia social de la región de Barquisimeto en el tiempo histórico colonial 1530-1810.
Reinaldo Rojas.
Vol. 230: Misiones capuchinas en Perijá. Documentos para su historia 1682-1819. Ana Cecilia Peña
Vargas. Tomo II.
Vol. 231: El Teniente Justicia Mayor en la Administración colonial venezolana. Gilberto Quintero.
Vol. 232: En la ciudad de El Tocuyo. Nieves Avellán de Tamayo. Tomo I.
Vol. 233: En la ciudad de El Tocuyo. Nieves Avellán de Tamayo. Tomo II.
Vol. 234: La conspiración de Gual y España y el ideario de la Independencia. Pedro Grases.
Vol. 235: Juan Picornell y la conspiración de Gual y España. Casto Fulgencio López.
Vol. 236: Aportes documentales a la historia de la arquitectura del período hispánico venezolano.
Carlos F. Duarte.
Vol. 237: El mayorazgo de los Cornieles. Zulay Rojo.
Vol. 238: La Venezuela que conoció Juan de Castellanos. Siglo XVI (Apuntes geográficos). Marco
Aurelio Vila.
Vol. 239: Nuestra Señora del Rosario de Perijá. Documentos para su historia. Ana Cecilia Peña Var-
gas. Tomo I.
Vol. 240: Nuestra Señora del Rosario de Perijá. Documentos para su historia. Ana Cecilia Peña Var-
gas. Tomo II.
Vol. 241: Nuestra Señora del Rosario de Perijá. Documentos para su historia. Ana Cecilia Peña Var-
gas. Tomo III.
Vol. 242: Testimonios de la visita de los oficiales franceses a Venezuela en 1783. Carlos Duarte.
Vol. 243: Dos pueblos del sur de Aragua: La Purísima Concepción de Camatagua y Nuestra Señora
del Carmen de Cura. Lucas Guillermo Castillo Lara.
Vol. 244: Conquista espiritual de Tierra Firme. Rafael Fernández Heres.
Vol. 245: El Mayorazgo del Padre Aristiguieta. Primera herencia del Libertador. Juan M. Morales.
Vol. 246: De la soltería a la viudez. La condición jurídica de la mujer en la provincia de Venezuela en
razón de su estado civil. Estudio preliminar y selección de textos legales. Marianela Ponce.
Vol. 247: Las bibliotecas jesuíticas en la Venezuela colonial. José del Rey Fajardo, S. J. Tomo I.
Vol. 248: Las bibliotecas jesuíticas en la Venezuela colonial. José del Rey Fajardo, S. J. Tomo II.
Vol. 249: Catecismos católicos de Venezuela hispana (Siglos XVI-XVIII). Compilación de los textos,
notas y estudio preliminar de Rafael Fernández Heres. Tomo I.
Vol. 250: Catecismos católicos de Venezuela hispana (Siglos XVI-XVIII). Compilación de los textos,
notas y estudio preliminar de Rafael Fernández Heres. Tomo II.
Vol. 251: Catecismos católicos de Venezuela hispana (Siglos XVI-XVIII). Compilación de los textos,
notas y estudio preliminar de Rafael Fernández Heres. Tomo III.
Vol. 252: Aristócratas, honor y subversión en la Venezuela del Siglo XVIII. Frédérique Langue.
Vol. 253: Noticia del principio y progreso del establecimiento de las misiones de gentiles en río
Orinoco, por la Compañía de Jesús. Agustín de Vega. Estudio introductorio de José del Rey
Fajardo, S. J. y Daniel Barandiarán.
Vol. 254: Patrimonio hispánico venezolano perdido (con un apéndice sobre el arte de la sastrería).
Carlos F. Duarte.
Vol. 255: Nortemar Aragüeño. Las querencias de Azul y Oro. Noticias coloniales de Choroní, Chuao
y Zepe. Lucas Guillermo Castillo Lara. Tomo I.
Vol. 256: Nortemar Aragüeño. Las querencias de Azul y Oro. Noticias coloniales de Choroní, Chuao
y Zepe. Lucas Guillermo Castillo Lara. Tomo II.
Vol. 257: Separación matrimonial y su proceso en la época colonial. Antonietta Josefina De Rogatis
Restaino.
Vol. 258: Niebla en las sierras. Los aborígenes de la región centro-norte de Venezuela 1550-1625.
Horacio Biord.
Vol. 259: Asentamiento español y articulación interétnica en Cumaná (1560-1620). Ricardo Igna-
cio Castillo Hidalgo.
Vol. 260: Francisco de Miranda y su ruptura con España. Manuel Hernández González.
Vol. 261: De la Ermita de Ntra. Sra. Del Pilar de Zaragoza al convento de San Francisco. Edda Samu-
dio.
Vol. 262: La República de las Letras en la Venezuela Colonial (la enseñanza de las Humanidades en
los colegios jesuíticos). José del Rey Fajardo S.J.
Vol. 263: La estirpe de las Rojas. Antonio Herrera-Vaillant B.
Vol. 264: La estirpe de las Rojas. Antonio Herrera-Vaillant B.
Vol. 265: La artesanía colonial en Mérida (1556-1700). Luis Alberto Ramírez Méndez.
Vol. 266: El Cabildo de Caracas. Período de la colonia (1568-1810). Pedro Manuel Arcaya.
Vol. 267: Nuevos aportes documentales a la historia de las artes en la provincia de Venezuela (pe-
ríodo hispánico). Carlos R. Duarte.
Vol. 268: A son de caja de guerra y voz de pregonero. Los Bandos de Buen Gobierno de Mérida.
Venezuela 1770-1810. Edda O. Samudio y David J. Robinson.
Vol. 269: El Nudo Deshecho: compendio genealógico de el Libertador. Antonio A. Herrera-Vaillant B.
Vol. 270: Los Jesuitas en Venezuela. Nosotros también somos gente. Indios y Jesuitas en la Orinoquia.
José del Rey Fajardo.
Vol. 271: El cabildo de Caracas durante el período de los Borbones: cartas del cabildo de Caracas
1741-1821. Lila Mago de Chópite.
Vol. 272: La provincia de Guayana para mediados del siglo XVIII. Manuel Alberto Donís Ríos.
BIBLIOTECA DE LA ACADEMIA NACIONAL DE LA HISTORIA
Serie Fuentes para la Historia Republicana de Venezuela
INDIVIDUOS DE NUMERO
I. GUILLERMO MORÓN
II. ILDEFONSO LEAL
III. ERMILA DE VERACOECHEA
IV. CARLOS F. DUARTE
V. MARIO SANOJA OBEDIENTE
VI. TOMÁS ENRIQUE CARRILLO BATALLA
VII. MARIANELA PONCE
VIII. RAMÓN TOVAR LÓPEZ
IX. JOSÉ DEL REY FAJARDO, S.J.
X. MANUEL RODRÍGUEZ CAMPOS
XI. ELÍAS PINO ITURRIETA
XII. JOSÉ RAFAEL LOVERA
XIII. PEDRO CUNILL GRAU
XIV. GERMÁN JOSÉ CARDOZO GALUÉ
XV. INÉS QUINTERO
XVI. GERMÁN CARRERA DAMAS
XVII. MARÍA ELENA GONZÁLEZ DELUCA
XVIII. MANUEL DONÍS
XIX. EDGARDO MONDOLFI GUDAT
XX. María Elena Plaza
XXI. Diego Bautista Urbaneja
XXII. Rogelio Pérez Perdomo
Los Académicos de Número y los Miembros Correspondientes son colaboradores natos de este Boletín. La colaboración
de otros autores sólo se publicará cuando sea solicitada. Ni la Academia ni la Comisión Editora de su Boletín son necesari-
amente responsables de las ideas expresadas por los colaboradores.
Publicación arbitrada, propiedad de la Academia Nacional de la Historia de Venezuela.
ISSN: 0254-7325
SUCESIÓN DE ACADÉMICOS
A. J.P. Rojas Paúl, Fundador de la Academia como Presidente de la República. (No provista después de su muerte).
B. Vicente Coronado - Rafael Villavicencio - Lisandro Alvarado - Mario Briceño Iragorry - Alfredo Boulton - Pedro
Grases - Héctor Bencomo Barrios - María Elena Plaza (20).
C. José de Briceño - Manuel María Urbaneja* - León Lameda* - Pablo Giusseppi Monagas - Alfredo Jahn - Julio
Planchan - Jesús Sanabria Bruzual* - Héctor Parra Márquez - Santiago Gerardo Suárez - Simón Alberto Consalvi -
Rogelio Pérez Perdomo(22).
D. Julián Viso - José Manuel de los Ríos* - R. López Baralt - Andrés Ponte - Héctor García Chuecos - José Carrillo
Moreno - Lucas Guillermo Castillo Lara - Germán José Cardozo Galué (14).
E. Ezequiel María González - Jesús Muñoz Tébar - Pedro Manuel Arcaya - Edgar Sanabria - Marianela Ponce (7).
F. Laureano Villanueva - José Ladislao Andara - José E. Machado - Pedro Emilio Coll - Mariano Picón Salas - Jerónimo
Martínez Mendoza - José Luis Salcedo-Bastardo - Manuel Caballero - Manuel Donís (18).
G. Martín J. Sanabria - Andrés Mata - César Zumeta - Luis Beltrán Guerrero - José Rafael Lovera (12).
H. Jacinto Regino Pachano - Ricardo Ovidio Limardo* - Heraclio Martín de la Guardia* - Ángel César Rivas
- Caracciolo Parra León - Cristóbal Benítez - José Núcete Sardi - Osear Beaujón - Ramón Tovar Lopéz (8).
I. Amenodoro Urdaneta - F. Tosta García - Vicente Dávila - Carlos Felice Cardot - Carlos F. Duarte (4).
J. Jacinto Gutiérrez Coll - Guillermo Tell Villegas* - Julio Calcaño - Felipe Francia - Excelentísimo Nicolás E. Navarro
- Eminentísimo Cardenal José Humberto Quintero - Rafael Fernández Heres - Edgardo Mondolfi Gudat (19).
K. J. M. Nuñez de Cáceres - José Gil Fortoul - Jesús A. Cova - Blas Bruni Celli - Diego Bautista Urbaneja (21).
L. Diógenes A. Arrieta - Félix Quintero - Luis Correa - Augusto Mijares - Tomás Polanco Alcántara - Inés Quintero
(15).
LL. Francisco González Guinán - Rafael Requena* - Pedro José Muñoz - Mario Sanoja Obediente (5).
M. Andrés A. Level - Pedro Ezequiel Rojas* - Vicente Lecuna - Eduardo Picón Lares* - Mario Briceño Perozo - Manuel
Rodríguez Campos (10).
N. Andrés Silva - Manuel Fombona Palacio - R. Villanueva Mata - Diego Bautista Urbaneja* - Enrique Bernardo
Nuñez - Carlos Manuel Möller - José Antonio Calcaño - José Antonio de Armas Chitty - Elías Pino Iturrieta (11).
O. Rafael Seijas - Eduardo Calcaño* - José María Manrique - Eloy G. González - Jesús Arocha Moreno - Ángel Francisco
Brice - Ildefonso Leal (2).
P. Telasco A. Mac Pherson - Manuel Diez - Santiago Key-Ayala - Guillermo Morón (1) actual Decano.
Q. Marco Antonio Saluzzo - Francisco Jiménez Arráiz - Cristóbal L. Mendoza - Ermila de Veracoechea (3).
R. Teófilo Rodríguez - Juan José Mendoza - Joaquín Gabaldón Márquez - Manuel Pérez Vila - Manuel Alfredo
Rodríguez - Pedro Cunill Grau (13).
S. Eduardo Blanco - Laureano Vallenilla Lanz - Esteban Gil Borges* - Diego Carbonell - Antonio Alamo - Ramón
Díaz Sánchez - Tomás Pérez Tenreiro - José del Rey Fajardo (9)
T. Felipe Tejera - M. Díaz Rodríguez - Luis Alberto Sucre - Caracciolo Parra Pérez - Ramón J. Velásquez**.
V. Luis Level de Goda - Ángel Rivas Baldwin* - Carlos F. Grisanti - Rufino Blanco Fombona - Ambrosio Perera -
Nicolás Perazzo - Tomás Enrique Carrillo Batalla (6).
X. Antonio Parejo - Pbro. Ricardo Arteaga - Rafael Cabrera Malo - Plácido Daniel Rodríguez Rivero - Lucila L. de Pérez
Díaz - Rafael Armando Rojas - Germán Carrera Damas (16).
Y. R. Andueza Palacio - Manuel Clemente Urbaneja* - José Santiago Rodríguez - Virgilio Tosta - María Elena González
Deluca (17).
Z. Pedro Arismendi Brito - Manuel Segundo Sánchez - Eduardo Röhl - Arturo Uslar Pietri - Santos Rodulfo Cortés**.