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Caso # 1

Varón de seis años entre cuyos antecedentes familiares destacan que la madre es
profesora de lengua y tuvo enuresis nocturna hasta los doce años. El padre tuvo
enuresis nocturna hasta los doce años y encopresis bajo tratamiento hasta los siete
años; fuma 60 cigarrillos. Es un niño deseado que procede de un embarazo y parto
normales. Entre los antecedentes personales consta un leve problema en la
lactancia que mejoró espontáneamente. Ha sido alimentado con lactancia artificial.
El ritmo intestinal fue normal hasta los dos años, así como la consistencia de las
heces.
El test de Denver y la anamnesis realizada en los exámenes en salud en la edad
escolar mostraban un desarrollo psicomotor normal. La madre le quitó el pañal
durante el día a los dos años, consiguiendo un buen control urinario, pero no fecal,
ante lo que respondió con pautas coercitivas. El niño comienza a retener
voluntariamente las heces, aparece estreñimiento y defecación en su ropa que no
mejoraron con los tratamientos de hábitos y farmacológicos.
El control urinario nocturno se logró a los tres años y medio, y durante tres meses,
apareciendo de nuevo la enuresis durante la noche, así como síntomas de celotipia,
al nacer el hermano. Es un mal comedor habitual (“tiene que darle de comer la
madre”), duerme bien. Según la madre es un niño malhumorado desde los dos años.
Con respecto al ámbito familiar, la madre tiende de a la sobreprotección y a
desautorizar al padre. Éste tiene un papel secundario y distante en la crianza.
El paciente fue derivado a la consulta de gastroenterología infantil donde se le
prescribieron varios tratamientos para el estreñimiento con apenas alguna mejoría
transitoria. A la edad de cuatro años, y coincidiendo con los trámites de separación
de los padres, aparecen cambios bruscos de humor e incontinencia urinaria diurna
añadida a la fecal, así como negativa a defecar a pesar de no tener estreñimiento
en esa temporada. Es valorado por el psicólogo del colegio debido a la situación
familiar, quien detecta alteraciones en la pronunciación y lenguaje infantilizado. La
comprensión verbal es buena.
Se realiza, asimismo, interconsulta a psiquiatría infantil, donde la escala de
inteligencia (WIPPSI) demuestra un CI total normal de 98.
Caso # 2
Zack es un niño de 8 años, llevado para una clínica psiquiátrica infantil ambulatoria
por la madre debido a sus crecientes ataques de rabia y quejas somáticas sin causa
aparente. La madre relató que el surgimiento de los síntomas estaba relacionado a
las noches que pasó con la tía, otra madre soltera con un hijo de la misma edad de
Zack. Él siempre estaba cerca de la tía desde que nació, pero recientemente
empezaba a ir cada viernes por la noche, con ella mientras la madre trabajaba en
el turno de la noche. Durante dos meses antes de la consulta, Zack relató náuseas
y cefaleas los viernes su tía dijo que estaba "Extraño" pero el continuaba asistiendo,
renuente, aunque una vez alla llamó a la madre, pidiendo que lo buscara, alegando
que "los otros niños viven en su propia casa todos los días la semana ". En las
últimas semanas, Zack gritaba y se escondía cuando era hora de ir a la casa de la
tía. Su madre se preocupó de que algo podía haber "sucedido" con él durante una
de las visitas. La madre tenía dificultades en conciliar esa idea con el hecho de que
Zack no le importaba ver a la tía y al primo en otros lugares y que no tenía objeciones
en cuanto al primo dormir en su casa. La hermana siempre había sido "una buena
madre" y siempre estaba en casa cuando Zack pasaba la noche con ella. Ella tenía
un novio, pero Zack parecía tener gusto de él. En realidad, el niño parecía estar
particularmente animado para ir al parque o jugar pelota con el primo y el novio de
la tía. Él nunca había demostrado, anteriormente, tener problemas significativos de
separaciones, comportamentales o emocionales. Alcanzó todos los hitos del
desarrollo en la época adecuada. Siempre había consultado con un médico más allá
de las consultas de rutina y debido a una la gripe fuerte cuando tenía 3 años. Sin
embargo, aún necesitaba alcanzar constancia de continencia de noche, de modo
que mojaba la cama alrededor de dos veces por semana. No tenía síntomas diurnos
de fuga de orina ni de estreñimiento. El pediatra les explicó que eso era "normal" en
la edad de Zack. La madre nunca hizo caso del hecho de que el niño moje la cama,
y él nunca manifestó sufrimiento significativo acerca de eso. La historia familiar era
negativa para enfermedades psiquiátricas por parte de la madre, y ella afirmó que
sus propios hitos desarrollo fueron normales, hasta donde ella sabía. La madre no
sabía mucho sobre el desarrollo de la historia familiar del padre de Zack y no lo ve
desde el nacimiento del hijo. Durante el examen de estado mental, Zack estaba
cooperativo y parecía bien alimentado y bien cuidado. Tenía poca dificultad para
separarse de la madre. Entonces empezó a perder la timidez con el entrevistador,
su discurso fue espontáneo, con vocabulario adecuado para la edad. Mantenía
contacto visual apropiado para la edad. Inicialmente, su afecto era levemente
ansioso, pero se calmó rápidamente. La ansiedad reapareció solamente cuando el
asunto se volvió hacia las noches que pasaba fuera de casa, cuando Zack demostró
estar inquieto, redujo el contacto visual y manifestó una leve irritabilidad dirigida a
la madre. Al ser indagado sobre la orina en la cama, Zack pareció quedarse
avergonzado. Dijo que mojaba la cama en la casa de la tía algunas veces y que el
primo y el novio de la tía se burlaron de él. La tía interrumpió la burla, pero él
describió "tener miedo" de mojar la cama de nuevo

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