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Psicopatología II: Apuntes y Resúmenes de textos

Unidad 1: Marco histórico, epistémico e institucional

LANTÉRI - LAURA. ENSAYO SOBRE LOS PARADIGMAS DE LA PSIQUIATRÍA (PSICOPATOLOGÍA) MODERNA

Concepto de paradigma (T.S.Kuhn): Conjunto de conocimientos transmitidos que constituyen la ciencia


normal en tanto que desempeñan bien su papel y que sirve de referencia fundamental y eficaz a todos los
saberes y a todas las cuestiones que se plantean en su seno. Durante la crisis, que por supuesto puede durar a
veces bastante tiempo, el paradigma desaparece y esta crisis no se resuelve hasta que un nuevo paradigma
viene a ocupar el lugar del antiguo y a prestar nuevos servicios, que su predecesor no lograba prestar.
Consecuencias:
* No se alcanza un saber definitivo en las ciencias (relativismo del saber).
* Cuando se estudia no lo que hubiera debido ser, lógicamente, sino lo que realmente fue, se encuentra que
el primero no fue refutado ni el segundo demostrado.
* El anterior dejó de ser usado mientras el sucesor fue establecido. Esto sería pasible de ser estudiado
mediante el método arqueológico (F. Nietzsche; M. Foucault).
Paradigma en psicopatología:
* Trabaja sobre un conjunto articulado de datos semiológicos y clínicos, articulados entre sí.
* Unifica durante un período de mayor o menor duración toda una serie de representaciones teóricas y
prácticas que se acomodan entre sí o que, en otros casos, se excluyen, mientras ese paradigma funcione de
manera efectiva.
* Un paradigma plantea una cuestión fundamental que es incapaz de resolver por sí mismo, e intenta más
tarde pasársela larvadamente al segundo paradigma e incluso al tercero, a modo de aporía insistente.
Paradigma de la alienación mental (1793-1850)
*En el Medioevo la patología se asociaba a la religión. Posteriormente se da la designación de Ph. Pinel para
el Hospicio de Bicêtre. Concepto social y cultural de los hospitales y de la locura hasta ese momento.
* El campo propio de la psiquiatría entraña una Enfermedad única denominada “alienación mental”. Esta
unidad de la afección fue la característica esencial de este primer periodo. La alienación era un proceso morboso
único compuesto por alteraciones del comportamiento y el entendimiento: melancolía o delirio parcial; manía o
delirio generalizado; demencia e idiotismo (en orden de gravedad).
* La alienación contaba con un tratamiento también único, el “Tratamiento Moral”: moderar las pasiones y
destruir los delirios a través del trato amable, la persuasión y el respeto por la autoridad del médico, hacer del
loco un buen ciudadano, un sujeto productivo y autodisciplinado. Estaba dirigido a lo que “resta” de razón en el
alienado y a ocuparlo en un trabajo que pudiera alejarlo de su padecimiento. Realizaban un trabajo provechoso
para su bien y para el de la institución. Para Cabanis, a fines del siglo XVIII, el tratamiento sobre lo físico y lo
moral equivale al trabajo sobre lo consciente, que hacia fines del siglo XX será el tratamiento psicológico.
Pasaje de la noción socio-cultural de “locura” a la concepción médica.
* Nace el dispositivo de internación (Aislar al alienado de sus lazos familiares y de los problemas del mundo).
El asilo se concibe entonces como un ambiente racional que podría devolverle la razón al alienado.
* A medio camino entre la Ilustración y la medicina anatomoclínica (autopsias y clínica de la mirada).
* Esquirol, discípulo de Pienel, plantea la existencia de 4 tipos de locuras: manías; monomanías (delirio en un
solo objeto), lipemanias, demencia (la razón se pierde a causa de una pérdida de energía de los órganos) e

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imbecilidad o idiocia (imposibilidad de razonar, órganos no bien formados). Locuras parciales y función de
responsabilidad en el loco. Articulación con temas jurídicos.
* Alucinación como percepción sin objeto y delirio como sensaciones, pensamientos, juicios, decisiones e
ideas que se encuentran desarticulados entre sí.
* Comienza a romper con este paradigma para que surja el segundo.

Paradigma de las enfermedades mentales (1854-1926)


* En 1854 J.P. Falret, adversario de la unidad de la patología mental, publica “De la no existencia de las
monomanías”. Él notó que se precisaba establecer como enfermedades ciertos síntomas de forma descriptiva,
con hipótesis causales extrañas. Surgen entonces las enfermedades mentales.
* Las enfermedades mentales designan dos modificaciones radicales en relación a lo que significaba
“alienación mental”: la patología mental considera que debe aplicarse para distinguir cierto número de
afecciones irreductibles entre sí cuyo conjunto escapa a la unificación; y por otro lado, esta misma patología
mental renuncia a constituir una extraterritorialidad respecto a la medicina y quiere formar parte de ella.
*Cada una debe tener un nombre, clasificaciones en ciencias humanas devenidas de la taxonomía de Linneo.
* T. Syndenham en el siglo XVII, reformula en concepto de enfermedad a través de la observación, la
especificidad clínica de cada acceso y su evolución. Establece la práctica del diagnóstico positivo y el diagnóstico
diferencial.

Paradigma de las grandes estructuras psicopatológicas (1926-1977)


* En 1926 E. Bleuler presenta en Ginebra el grupo de las esquizofrenias, con evolución crónica o por brotes y
sin restitutioad integrum. Se caracterizan por una escisión más o menos clara de las funciones psíquicas.
Trastorno de las asociaciones y de la afectividad (autismo). Estas esquizofrenias solo pueden abordarse desde el
concepto de estructura psicopatológica.
*A partir de ese momento, bajo las influencias de varias corrientes (psicoanálisis, fenomenología de Jaspers,
Gestalt, etc.), el nuevo paradigma se impone de una forma bastante concreta como el que va a conciliar un
cierto retorno a la unidad, manteniendo ciertas subdivisiones. Esto es lo que lograba el paradigma de las
grandes estructuras psicopatológicas.
* El término estructuralismo aparece en 1945 ligado a la antropología y se entiende por estructura una
organización de elementos irreductible a la suma de sus partes. Relación entre psicopatología con el
estructuralismo desde la antropología, la literatura y la lingüística.
* Se trata de conocer al paciente como sujeto.
* Sincronía y diacronía. G.G. Clérambault y el automatismo mental.
* Crisis del paradigma: para dominar la diferenciación entre psicosis y neurosis es imprescindible manejar el
segundo paradigma. Totalidad del hombre vs. Categoría de lo contingente. Alejamiento de la clínica.

Problemas del paradigma actual


* Sistemas de clasificación (DSM y CIE) y el eclecticismo generalizado (conciliar opiniones sacadas de sistemas
diferentes). Los síndromes que no remiten más que a sí mismos.
* Diáspora contemporánea. Ateoricidad. Lugar de las neurociencias.* Comité invisible. Uno no sabe quién
arma el manual.

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Unidad 2: Las psicosis

Para comenzar, me gustaría presentar el primero de los apartados del texto de J.M. Álvarez, “Los fenómenos
elementales de las psicosis”. En este apartado, llamado “Modelos de la psicosis”, el autor plantea una serie de
antecedentes históricos en cuanto a la comprensión de la psicopatología, y más específicamente de la psicosis.
Ésta es la serie que presenta:
 En 1899, Emil Kraepelin propuso dividir el conjunto sintomático de la demencia precoz en un síndrome
nuclear y unos síntomas accesorios. Los primeros estaban constituidos por los elementos propiamente
deficitarios (debilitamiento afectivo, indiferencia, apatía, desorganización del pensamiento y de la
psicomotricidad, etc.), y los segundos, compuestos por las ideas delirantes, alucinaciones, síndrome
catatónico, etc., proporcionaban la especificidad de las formas clínicas.
 Contribuciones de Chaslin y Clérambault, inscritas en una orientación general que pretende acceder a la
esencia de la psicosis a través de un minucioso análisis de los fenómenos más sutiles. Ellos buscaron, cada
uno a su manera, unos mecanismos generales que pudieran explicar la génesis y las características clínicas
de la psicosis.
 Persiguiendo una visión global del funcionamiento mental trastornado, y ya más alejados de la semiología,
se encuentran H. Ey y E. Bleuler. Inspirándose en Jackson y Janet, Henri Ey brindó un modelo jerárquico de
los niveles de desintegración funcional. En esta orientación órgano-dinámica la patología mental es
concebida como una combinación de signos negativos deficitarios. En relación a la esquizofrenia, Bleuler
describió el mecanismo de la “Spaltung” de las funciones psíquicas, proponiendo un modelo
sintomatológico según el cual los síntomas fundamentales (trastornos de las asociaciones y de la
afectividad, etc.) se oponían a los accesorios (alucinaciones, ideas delirantes, etc.).
 Freud se orientó por la búsqueda de un mecanismo que organice el conjunto de las manifestaciones.
Desde sus primeros escritos psicopatológicos se evidencia esa persistencia en despejar un mecanismo
específico de la psicosis, un mecanismo defensivo que junto con la modalidad del retorno de “eso” que
fue radicalmente rechazado, conformarían dos de los grandes principios en los que se asienta su
psicopatología.
…………………………
El psicoanálisis plantea la existencia de tres grandes estructuras psíquicas, cada una con su modo particular
de sufrir y unas que conllevan más sufrimiento que otras: NEUROSIS, PSICOSIS y PERVERSIÓN. Las tres
estructuras chocan “con la roca viva de la castración”, pero el mecanismo de defensa utilizado frente a esto
definirá la estructura psíquica.
Freud funda el psicoanálisis con un amplio estudio en el campo de las neurosis, con la Represión como su
mecanismo de defensa fundante, y en su trayectoria teórica intenta definir la los procesos de las psicosis. La
represión, VERDRANGUNG, consiste en mantener alejados de la consciencia aquellos aspectos dolorosos o
vergonzosos reprimiendo del contenido psíquico (representación + catexis) su representación. Esto reprimido
retornará mediante diferentes modalidades (síntomas, formaciones inconscientes, etc.).
Para el mecanismo de la Psicosis, Freud realiza un recorrido teórico en relación a lo que llamamos
“VERWERFUNG”: DESESTIMACIÓN, REPUDIO, RECHAZO.

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Antecedentes y recorrido freudiano para definir la Psicosis

1895: “Manuscrito H”. En este texto (anexo de una carta del 24 de enero de 1895) Freud explica el proceso
de la PARANOIA (uno de los tipos de PSICOSIS): “la paranoia crónica en su forma clásica es un modo patológico
de la defensa, como la histeria, la neurosis obsesiva y la confusión alucinatoria. Uno se vuelve paranoico por
cosas que no tolera, suponiendo que uno posea la predisposición psíquica peculiar para ello”. Establece que el
mecanismo de defensa propio de esta afección es la PROYECCIÓN: “…algo era reprimido (…) Luego hubo de oírlo
desde afuera. El contenido positivo se conservó entonces imperturbado, pero algo varió en la posición de toda la
cosa. Antes era un reproche interno, ahora era una insinuación que venía desde afuera (…) Algo se ganaba con
ello. Al juicio pronunciado desde adentro habría debido aceptarlo; al que llegaba desde afuera podía
desautorizarlo. Con esto, el juicio, el reproche, era mantenido lejos del yo. La paranoia tiene, por tanto, el
propósito de defenderse de una representación inconciliable para el yo proyectando al mundo exterior el
sumario de la causa que la representación misma establece”.
A la pregunta sobre cómo se llega a ese traslado Freud responde: “se trata de un ABUSO de un mecanismo
psíquico utilizado con harta frecuencia dentro de lo normal: el traslado o PROYECCIÓN (…) eso que se sabe de
nosotros y que nosotros no sabemos, no podemos admitirlo. Por tanto, abuso del mecanismo de proyección a
los fines de la defensa”.
Por otro lado, en todos los casos de paranoia sucede lo mismo y rige la misma concepción. “En todos los
casos, la idea delirante es sustentada con la misma energía con que el yo se defiende de alguna otra idea penosa
insoportable. Así, pues, aman al delirio como a sí mismos”. De esta manera:
 Contenido y afecto de la representación inconciliable se conservan, pero son proyectados al mundo
exterior.
 Hay ALUCINACIONES que se generan de varias formas y que son HOSTILES AL YO pero permiten SOSTENER
LA DEFENSA; por lo cual hay una “defensa permanente sin ganancia”.
Vemos entonces que idea y afecto se proyectan desapareciendo del aparato psíquico y retornando desde
afuera (no desde lo reprimido como en las neurosis). El resultado es una Idea delirante, que implica una
transformación en lo contrario (ama al delirio con la misma intensidad con la que odió la representación
inconciliable). Los Temas de las ideas delirantes permiten diagnosticar delirio celotípico, de persecución,
megalomaníaco, hipocondríaco, etc. En la paranoia muchas funciones psíquicas se ven afectadas: pensamiento,
juicio, lenguaje, etc. Recordar: la representación inconciliable está siempre en relación con un deseo
inconsciente sexual e infantil.

1894: “Las neuropsicosis de defensa”. En este texto, Freud propone una teoría psicológica de ciertas psicosis
alucinatorias (además de la histeria adquirida y de fobias y representaciones obsesivas) o bien de la
“CONFUSIÓN ALUCINATORIA”. Dice: “existe una modalidad defensiva mucho más enérgica y exitosa, que
consiste en que el yo DESESTIMA (VERWERFEN) la representación insoportable junto con su afecto y se
comporta como si la representación nunca hubiera comparecido. Sólo que en el momento en que se ha
conseguido esto, la persona se encuentra en una psicosis que no admite otra clasificación que “confusión
alucinatoria”.
Agrega luego de un ejemplo que: “el contenido de una psicosis alucinatoria consiste justamente en REALZAR
aquella representación que estuvo amenazada por la ocasión a raíz de la cual sobrevino la enfermedad. Así, es
lícito decir que el yo se ha defendido de la representación insoportable mediante el refugio en la psicosis; el

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proceso por el cual se logró esto (…) corresponde verlo como expresión de una predisposición patológica de
grado más alto (…): El yo se arranca de la representación insoportable, pero esta se entrama de manera
inseparable con un fragmento de la REALIDAD OBJETIVA, y en tanto el yo lleva a cabo esa operación, se desase
también, total o parcialmente de la realidad objetiva. Esta última es la condición bajo la cual se imparte a las
representaciones propias una vividez alucinatoria, y de esta suerte, tras una defensa exitosamente lograda, la
persona cae en confusión alucinatoria”.
Aclara luego una estimación interesante: que los tres modos de la defensa pueden estar reunidos en una
misma persona. En lo que respecta a la psicosis, es común que interrumpa episódicamente la trayectoria de una
neurosis histérica o mixta.
Vemos entonces que esta desestimación de la representación implica una defensa exitosa porque logra
evitar totalmente el contenido rechazado. La consecuencia en este caso es que el sujeto debe también
desprenderse de la porción de la REALIDAD que se asocia con aquella representación y afecto. Todo eso es
rechazado: se pierde la representación pero también información de la realidad. Se trata de un estado de
Irrealidad y de Perplejidad porque la representación retorna como Alucinación. (El paranoico dirá “no soy yo, es
él”, mientras que el esquizofrénico dirá “eso no existe”).
Dato interesante: en este texto Freud ya propone una de sus tesis más importantes que sirven de base a toda
su elaboración posterior: “en las funciones psíquicas cabe distinguir algo (monto de afecto, suma de excitación)
que tiene todas las propiedades de una cantidad; algo que es susceptible de aumento, disminución,
desplazamiento y descarga, y se difunde por las huellas mnémicas de las representaciones como lo haría una
carga eléctrica por la superficie de los cuerpos”.

1911: “Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente”. Capítulo


III: “Acerca del mecanismo paranoico”. Luego de la descripción que Freud hace del caso Schreber, argumenta en
esta sección que “el carácter paranoico reside en que para defenderse de una fantasía de deseo homosexual se
reacciona con un delirio. Ocurre que en la paranoia la etiología sexual no es evidente; en cambio, en su
causación resaltan de manera llamativa mortificaciones y relegamientos sociales, sobre todo en el varón”. Esto
significa que la cualidad de la paranoia está determinada como una DEFENSA frente a un deseo homosexual. Lo
proyectado es el deseo y retorna como idea delirante persecutoria de esa clase.
TODAS las formas principales de la paranoia pueden figurarse como unas contradicciones a una sola frase:
“YO LO AMO”:
 Delirio de persecución: “yo no lo amo, pues yo lo odio”. Esta contradicción no puede devenirle
consciente, porque el mecanismo de la formación de síntoma en la paranoia exige que la percepción
interna, el sentimiento, sea sustituida por una percepción de afuera. Así la frase “pues yo lo odio” se
muda en proyección en: “Él me odia (me persigue) lo cual me justificaría después para odiarlo”. El
sentimiento inconsciente que pulsiona aparece como consecuente de una percepción exterior: “Yo no lo
amo –pues yo lo odio- porque él me persigue”.
 Delirio de Erotomanía: “Yo no lo amo, pues yo la amo”. Esto se muda en “yo noto que ella me ama”, lo
que luego será: “yo no lo amo, yo la amo, porque ella me ama”. Todos estos enamoramientos no se
instalan con la percepción interna del amar, sino con la de ser-amado, que viene de afuera.
 Delirio de Celos:
 El deliro de celos del alcohólico: el alcohol como medio de goce cancela inhibiciones y deshace
sublimaciones. No es raro que el varón sea empujado al alcohol por el desengaño de la mujer, así

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ingresa a la taberna y en la sociedad de los varones, donde halla satisfacción. Y si estos varones
devienen objetos de una investidura libidinosa más intensa en su inconsciente, se defiende de ella
mediante: “yo no amo al varón, ella es quien lo ama”, y sospecha de la mujer con todos los hombres a
quienes está tentado de amar. En este caso, que la mujer ame a los hombres sigue siendo asunto de la
percepción exterior.
 El delirio de los celos en las mujeres: “yo no amo a las mujeres, sino que él las ama”. La mujer celosa
sospecha del hombre con todas las mujeres que a ella misma le gustan, en consecuencia de su
narcisismo predisponente, devenido hiperintenso, y de su homosexualidad.
 Delirio de grandeza: es la cuarta variedad de la contradicción que consiste en una desautorización en
conjunto de la frase íntegra: “Yo no amo en absoluto, y no amo a nadie”. Esto se podría concebir como
una sobretimación sexual del yo propio.
Mecanismo de formación del síntoma y el de la represión. La formación del síntoma en la paranoia es
llamativo, sobre todo la proyección: una percepción interna es sofocada y como sustituto de ella adviene a la
consciencia su contenido, luego de experimentar cierta desfiguración, como una percepción de afuera. Hay que
considerar que la proyección no desempeña el mismo papel en los diferentes tipos de paranoia, y no ocurre solo
en tal afección.
El estudio se centrará en el mecanismo de la Represión en la paranoia: en la consideración psicoanalítica
hacemos derivar universalmente de la represión los fenómenos patológicos. Podemos descomponer el proceso
en tres fases:
1. Primero la fase de Fijación, precursora y condición de cada represión. Una pulsión o componente
pulsional no recorre el desarrollo previsto como normal y a consecuencia de esa inhibición, permanece
en un estadio más infantil.
2. Represión propiamente dicha: parte de los sistemas del yo de desarrollo más alto, susceptibles de
consciencia y puede ser descrita como un “esfuerzo de dar caza”.
3. La más sustantiva para los fenómenos patológicos es el fracaso de la represión, la irrupción o retorno de
lo reprimido. Esta se produce desde el lugar de fijación y tiene por contenido una regresión del
desarrollo libidinal hasta ese lugar. Aquí se da lugar a la formación del síntoma.
El enfermo ha sustraído de las personas de su entorno y del mundo exterior en general la investidura libidinal
que hasta entonces les había dirigido. Con ello todo se le ha vuelto indiferente y sin envolvimiento para él, y
tiene que explicarlo mediante una racionalización secundaria. El sepultamiento del mundo es la proyección de
esta catástrofe interior: su mundo subjetivo se ha sepultado desde que él le ha sustraído su amor.
El paranoico reconstruye este mundo, para al menos poder volver adentro de él. Lo edifica mediante el
trabajo de su delirio. Lo que nosotros consideramos la producción patológica, la formación delirante es en
realidad el intento de restablecimiento, de reconstrucción.

1923-1924: “Neurosis y psicosis”. En el momento en que Freud escribió esta obra, ya había sido publicado su
texto “El yo y el ello” (1923), donde expone una articulación del aparato anímico a partir de tres grandes
instancias: Yo, Ello y Superyó. Ahora, en Neurosis y Psicosis, Freud pretende utilizar aquella división para explicar
la génesis y otros aspectos de la psicosis.
Así, la fórmula que presenta para describir lo que “quizás es la diferencia genética más importante entre
neurosis y psicosis” es la siguiente: “La neurosis es el resultado de un conflicto entre el yo y su ello, en tanto que
la psicosis es el desenlace análogo de una similar perturbación en los vínculos entre el yo y el mundo exterior”.

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Mecanismo de la Neurosis descripto en “El yo y el ello”. Las neurosis de transferencia se generan porque el
yo no quiere acoger ni dar trámite motor a una moción pulsional pujante en el ello, de la cual se defiende
mediante el mecanismo de la Represión. Pero lo reprimido se rebela contra ese destino y se procura una
subrogación sustitutiva que se impone al yo por vía del compromiso: el síntoma. Éste amenaza y menoscaba la
unicidad del yo, por lo cual éste prosigue la lucha contra el síntoma tal como se había defendido de la moción
pulsional. Esto da por resultado el cuadro de la neurosis. Cabe agregar que el yo, cuando emprende la represión,
obedece a los dictados del superyó, cuyos reclamos poseen en él más fuerza que las exigencias pulsionales del
ello. Entonces, el yo ha entrado en conflicto con el ello, al servicio del superyó y de la realidad.
Mecanismo de la Psicosis. En la confusión alucinatoria aguda (“amentia de Meynert”) el mundo exterior no
es percibido o su percepción carece de eficacia. Normalmente, el mundo exterior gobierna al ello por dos
caminos:
 Por las percepciones actuales.
 Por el contenido mnémico de percepciones anteriores.
En la confusión alucinatoria aguda no sólo se rehúsa a admitir nuevas percepciones, sino que también resta
valor psíquico al mundo interior. El yo se crea un nuevo mundo exterior e interior, y hay dos hechos indudables:
 Que el nuevo mundo se edifica en el sentido de las mociones de deseo del ello (el yo se pone al servicio del
ello, contra la realidad).
 Que el motivo de esa ruptura con el mundo exterior fue una grave frustración (denegación) de un deseo
(posteriormente agrega “deseos de la infancia”) por parte de la realidad. Se trata de una frustración
insoportable y que además es siempre una frustración “externa” (en el caso individual puede partir del
superyó).
El efecto patógeno depende de lo que haga el yo en esa tensión conflictiva: si permanece fiel a su vasallaje
hacia el mundo exterior y sujeta al ello, o si es avasallado por el ello y se deja arrancar de la realidad.
Con respecto a la génesis de las formaciones delirantes decimos que el delirio se presenta como un parche
colocado en el lugar donde originariamente se produjo una desgarradura en el vínculo del yo con el mundo
exterior. Con esta afirmación pensamos desde el psicoanálisis que los fenómenos delirantes patológicos son un
medio de curación y reconstrucción.
Frente a este panorama, Freud se pregunta cuáles son las circunstancias y los medios con los que el yo logra
salir sin enfermar de aquellos conflictos que se presentan siempre. En este sentido se pueden destacar dos
aspectos:
 El desenlace depende, por un lado, de “constelaciones económicas”, de las magnitudes de las
aspiraciones en lucha.
 Además, el yo podrá evitar la ruptura hacia cualquiera de los dos lados deformándose a sí mismo,
consintiendo menoscabos a su unicidad y eventualmente, segmentándose.

1924: “La pérdida de realidad en la neurosis y psicosis”. Como se había dicho en el texto anterior, en la
neurosis existiría una hiperpotencia del influjo objetivo en desmedro de las pulsiones del ello, mientras que en la
psicosis existiría una hiperpotencia del ello, en desmedro de un segmento de la realidad. Así, la pérdida de la
realidad estaría en la psicosis, mientras que la neurosis la evita.
Sin embargo, cada neurosis perturba de algún modo el nexo del enfermo con la realidad, es para él un
medio de retirarse de ella y, en sus formas más graves, implica directamente una huida de la vida real. Esto se
explica por la existencia de dos momentos en la neurosis:

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1. El yo reprime la moción pulsional al servicio de la realidad.
2. Proceso de resarcimiento (compensación o reparación) a los sectores perjudicados del ello, lo que
significa una reacción contra la represión y un fracaso de ella. La consecuencia de este segundo paso en la
formación de la neurosis es un aflojamiento del nexo con la realidad.
Ahora bien, en la génesis de la psicosis ocurre algo análogo. Se perfilan en ella dos pasos:
1. En el primer paso se arranca al yo de la realidad.
2. Reparación: se intenta indemnizar los perjuicios y restablecer el vínculo con la realidad. Pero en este
caso, a diferencia de la neurosis, en la psicosis se intenta compensar la pérdida de la realidad, pero NO a
expensas de una limitación del ello (como la neurosis lo hacía a expensas del vínculo con lo real), sino
POR CREACIÓN DE UNA REALIDAD NUEVA.
Con esto vemos que tanto en neurosis como en psicosis el segundo paso tiene las mismas tendencias: sirve
al afán de poder del ello. Se diferencian mucho más en la primera reacción introductoria, que en el siguiente
ensayo de reparación. Esa diferencia inicial se expresa en el resultado final del siguiente modo: en la neurosis se
EVITA, a modo de huida, un fragmento de la realidad, mientras que en la psicosis se lo RECONSTRUYE. La
neurosis no desmiente la realidad, se limita a evitarla y no querer saber de ella, mientras que la psicosis la
DESMIENTE y procura SUSTITUIRLA.
Este remodelamiento de la realidad en la psicosis tiene lugar en las huellas mnémicas, representaciones y
juicios que se habían obtenido de aquella realidad hasta el momento. Pero el vínculo con la realidad nunca había
quedado concluido, sino que se enriquecía y variaba mediante percepciones nuevas. De igual modo, en la
psicosis se plantea la tarea de procurarse percepciones que correspondan a la realidad nueva, lo cual se logra
por la ALUCINACIÓN.
Vemos que en psicosis y neurosis los acentos caen en diferentes aspectos: en la psicosis el acento cae sobre
el primer paso, que es en sí patológico y sólo puede llevar a la enfermedad; en la neurosis, el acento recae en el
segundo paso que es el fracaso de la represión, mientras que el primer paso se logra innumerables veces en el
marco de la salud.
Al final de su texto Freud establece una analogía interesante entre ambas situaciones, porque a pesar de las
diferencias, en la neurosis tampoco faltan intentos de sustituir la realidad por una más acorde al deseo. Esto es
posible gracias a un “mundo de fantasía” que si bien es accesible al yo, sólo mantiene una dependencia poco
rigurosa respecto de él. De este mundo de fantasía toma la neurosis el material para sus neo-formaciones de
deseo y comúnmente lo halla por el camino de la regresión a una prehistoria más satisfactoria. La diferencia con
la psicosis en este sentido es que en ella el nuevo mundo exterior quiere reemplazar la realidad exterior,
mientras que el de la neurosis gusta de apuntalarse en un fragmento de la realidad, le presta un significado
particular y un sentido secreto (simbólico). Así, para ambas, psicosis y neurosis, no sólo cuenta el problema de la
pérdida de la realidad, sino el de un sustituto de realidad.

Psicosis como estructura: articulación de casos clínicos. Al hablar de psicosis hablamos de un


“desencadenamiento” de la misma, lo cual indica que anteriormente hubo algo “encadenado”. De manera que
la psicosis tiene una lógica y un punto de quiebre así como la neurosis.
Mientras que la psicología y la psiquiatría ven al delirio como déficit, el psicoanálisis lo toma como un
dispositivo para mantener un cierto sentido. Al sujeto psicótico se le impone el delirio, por lo tanto se debe
prescindir de la realidad, que poco importa en estos casos; se debe interpretar en lo simbólico y no en lo real. El
psicótico no INTERPRETA, es pasivo frente a lo que se le impone, quedando PERPLEJO.

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Una distinción clave en este sentido es el hecho de que mientras que el Neurótico CREE, el psicótico TIENE
LA CERTEZA (“sujeto de la certeza”).
En la neurosis también hay delirio pero lo que hace sufrir a ese sujeto es la irracionalidad del mismo (como
en el caso del Hombre de las Ratas); en cambio, el psicótico no intenta escapar de su delirio porque no tiene la
posibilidad de hacerlo. En la psicosis la alucinación y el delirio son incapaces de DIALECTIZARSE; la creencia del
neurótico sí. Que sea dialectizable significa que hay algo dirigido al otro y la posibilidad de que eso se
resignifique (“¿Qué dice usted con eso?”). En cambio el psicótico quedará estancando allí y aparecerá la ironía
psicótica. Esto es así porque en el psicótico no hay DESEO, no hay direccionalidad a al OTRO y, por lo tanto
tampoco existe Transferencia; si un sujeto psicótico consulta, efectivamente no viene a Demandar.
Por otro lado, en el sujeto psicótico tampoco existe la posibilidad de hacer BIOGRAFÍA y no hay variación en
el recuerdo: la historia pasa desapercibida, no existe prehistoria. Por esto, se dice que mientras que el neurótico
posee ‘historia’ pasible de resignificación, el psicótico tiene ‘pasado’, desafectivizado y desimplicado.
Fenómeno Elemental. Fenómeno propio de la estructura psicótica que es lo que las formaciones
inconscientes para el neurótico. Se trata de una discontinuidad: marcan un punto de inflexión en la vida de una
persona, es un momento en esa vida en el que todo cambia abruptamente. Son casi imperceptibles y tienen que
ver con la posición que tiene el sujeto frente a determinados hechos.
Los fenómenos elementales aparecen como un VACÍO DE SIGNIFICACIÓN, como UN significante solo que no
significa nada: hay algo que pasa, el sujeto está seguro de que eso pasó y de que lo concierne, pero no sabe qué
es o qué significa. Esto es la Perprejidad.
El delirio aparece en un segundo momento: es una significación de significación que viene a llenar aquel
vacío, llega como un S2, que restituye al S1 para reconstruir algo de SENTIDO:

Pero, a pesar de esto, el Delirio sigue siendo un fenómeno elemental, solo que con otra lógica.
Es importante en la clínica arribar a un diagnóstico presuntivo en las Entrevistas Preliminares para saber qué
tipo de intervenciones realizar. Existen varios rasgos que permiten hablar de fenómenos elementales:
Los fenómenos elementales se pueden clasificar en tres grandes grupos; ellos son: primero, lo que en la
clínica psiquiátrica francesa clásica denomina fenómenos de automatismo mental, los cuales aluden
fundamentalmente a “la irrupción de voces, del discurso de otros, en la más íntima esfera psíquica” (Miller,
1997, p. 24). En estos casos el sujeto dice escuchar una voz, que viene de afuera, que viene del Otro, que le
dice cosas, le ordena hacer algo o lo insulta. Segundo, fenómenos que involucran el cuerpo: “fenómenos de
descomposición, de despedazamiento, de separación, de extrañeza, con relación al propio cuerpo” (Miller).
Es decir que el sujeto psicótico tiene un delirio en el que su cuerpo es percibido como extraño o
fragmentado. También es posible encontrar una distorsión en la percepción del tiempo y el espacio: el sujeto
no sabe dónde se encuentra y en que período del tiempo se halla. Tercero, “fenómenos que conciernen al
sentido y a la verdad” (Miller). En estos casos, el sujeto testimonia tener experiencias inefables o
experiencias de certeza absoluta, ya sea con respecto a su identidad -“yo soy Simón Bolívar”-, hostilidad de
un extraño -“mi familia me quiere envenenar”-, o “expresiones de sentido o significación personal. En otras
palabras, es cuando el paciente dice que puede leer, en el mundo, signos que le están destinados, o que
contienen una significación que él no puede precisar, pero que le están dirigidos exclusivamente a él” (Miller,
p. 25).

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Fenómeno elemental desde J.M. Álvarez

Álvarez se propone en su segundo apartado (“¿Qué son los fenómenos elementales?”) ceñir el marco clínico de
los fenómenos elementales. Su aprehensión, dice, exige adentrarse en el territorio de la micro-fenomenología.
Allí es donde encontraremos ciertos fenómenos sutiles de los cuales podemos puntuar las siguientes
características:

 Son experimentados por el sujeto de una forma particularmente conmocionante. A partir de esa experiencia
advertimos la plasticidad que el fenómeno posee y el impacto que éste causa en el sujeto. Así, es en la
confluencia de la fenomenología y de la subjetividad donde habremos de apuntar la detección de los
fenómenos elementales.
 Se pueden captar esencialmente en tres ámbitos: el pensamiento, la vivencia del cuerpo y los sentimientos,
especialmente los enigmáticos y de perplejidad, los de inefabilidad y las autorreferencias.
 Por ser consustanciales a la psicosis, su discreta presencia nos indica la existencia de una estructura psicótica,
cuyo desencadenamiento clínico puede o no haberse producido.
 Pueden hallarse de una forma constante o recurrente y pueden asimismo estar enmascarados o
ensombrecidos por otras cristalizaciones sindrómicas o por formaciones del carácter y rasgos de personalidad.
De todas maneras, no hay terapia ni neuroléptico que pueda erradicarlos completamente.
 El valor esencial de estos fenómenos viene dado por la relación que el sujeto mantiene con ellos, la cual nos
muestra inequívocamente a un sujeto sumido en la perplejidad o en un inquietante vacío de significación.
 La utilidad clínica de estos fenómenos no se limita al diagnóstico, sino que nos indican la posición de salida y la
orientación con la que el sujeto encara la experiencia de su locura. Son indicadores veraces de los posibles
modos de estabilización hacia los que se pueden orientar a los pacientes psicóticos.
 El autor considera pertinente por la razón anterior establecer una clasificación de los fenómenos elementales
en relación a los tres grandes polos de la psicosis: el paranoico, el esquizofrénico o xenopático y el
melancólico-maníaco.

En relación a los aportes de los autores clásicos en esta materia, me interesa resaltar a Neisser, a quien Álvarez
también da mucha importancia. Este autor enfatiza como no se había hecho hasta la fecha (1892) el papel
determinante de lo que él llamó “krankhafte Eigenbeziehung”: “autorreferencia mórbida” o “significación
personal mórbida”. Se trata de una experiencia de certeza en la que el sujeto se siente aludido o designado por
algo que no alcanza aún a pesquisar; es un mensaje enigmático dirigido a su persona. Además de este gran
aporte, nadie se había dedicado como él a argumentar que el delirio es un producto secundario, es decir, una
respuesta a esa perplejidad inicial que se manifiesta en la experiencia enigmática de autorreferencias
enfermizas.

Los fenómenos elementales en la obra de Lacan

La preocupación de Lacan por describir y teorizar el desencadenamiento y la arquitectura de la psicosis está


presente desde sus primeros ensayos psicopatológicos, en especial desde su Tesis Doctoral sobre la paranoia. En
su Seminario dedicado a la psicosis plantea una teoría general sobre la estructura y clínica de tal afección.
Algunas consideraciones que aportaron a tal teoría son:

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 Que la estructura general de la psicosis está ya contenida en el fenómeno elemental. Es decir que la presencia
del fenómeno elemental psicótico nos indicaría infaliblemente la existencia de una psicosis. Metáfora: esos
fenómenos “son elementales de la misma manera que lo es, respecto a la planta, cualquiera de sus hojas, pues
en todas ellas los detalles de la inserción e imbricación de las nervaduras revelan el conjunto de la planta”.
 Como pormenores semiológicos de ese fenómeno se lo puede describir como inicialmente neutro y atemático,
y solo más tarde adquirirá una significación delirante ligada al sujeto.
 No se trata, por lo tanto, de un sentido o significación que se impone abruptamente, sino, por el contrario, de
una experiencia inicial de perplejidad o bien de una suspensión de la significación. Es por esto que la
importancia de estos fenómenos no radica en la significación que adquiera con el trabajo delirante, sino en el
hecho de que el sujeto se siento por completo concernido en esa experiencia por la significación enigmática
que se le impone.
 En ese sentido, la sistematización delirante servirá esencialmente para rellenar de sentido ese angustioso vacío
de significación, sentido que seguirá el itinerario del fenómeno elemental.
 Otro polo del fenómeno elemental se sitúa en la certeza inherente a esa experiencia: “Pero, a diferencia de un
sujeto normal para quien la realidad está bien ubicada, él tiene una certeza: que lo que está en juego le
concierne”. Esto es a lo que se refería Neisser con su krankhafte Eigenbeziehung; esa certeza que se filtra
desde lo real y que no encuentra ninguna pared simbólica con la que hacerle frente.
 En “De una cuestión preliminar…”, Lacan agrega que en el fenómeno elemental se aprecia siempre la
anticipación de una significación que adquiere una dimensión proporcional al vacío de significación inicial, es
decir que a mayor perplejidad o ausencia de significación, mayor consistencia de la certeza de sentirse
concernido.

Ver el caso clínico de Carlos como ejemplo.

Psicosis para Lacan

Lacan retoma el concepto de la VERWERFEN (desestimación, rechazo, repudio) freudiana para trasladarlo al
su concepto de FORCLUSIÓN. Utiliza el caso de El hombre de los lobos, una historia de una neurosis obsesiva
infantil, para hablar de aquel término. Forclusión es un concepto proveniente del ámbito jurídico que significa la
pérdida de un derecho cuando no se presentan las evidencias, pruebas o trámites a tiempo. La analogía en este
caso es la forclusión del Significante Nombre del Padre, porque como no se inscribió a tiempo se pierden ciertos
derechos con los que el sujeto no cuenta.
Es el RECHAZO o expulsión de un primer significante primordial que a partir de ese momento va a faltar en la
cadena. A nivel psíquico un significante es rechazado, que es el significante de la LEY, el significante que da lugar
al deseo.
El NP viene a sustituir al Deseo de la Madre enigmático, significante del goce enigmático de la madre que
pregunta “¿qué quiere el Otro?”. El Nombre del Padre va a dar una Respuesta: lo que quiere el Otro es el Falo.
Es por esto que decimos que en ese momento se instala una significación fálica, se produce la sustitución y
aparece el “Hijo”. Fórmula:
En la Psicosis queda un agujero y el sujeto queda entonces no develado, no se le atribuye una significación y
queda atrapado en el NP; el sujeto no adviene, no se ha predicado sobre él, no hay significación (que también lo
indicaría como hombre o mujer). Sin embargo, esto no significa la muerte del sujeto. Los sujetos psicóticos

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encuentran formas de significarse tomando identificaciones prestadas que le permiten funcional como hombre
o como mujer. Es un “como si” e incluso pueden estar estabilizados sin que aparezca esa carencia de
significante. En estos casos se trata de una ‘psicosis ordinaria’ en la que los remiendos o prótesis son lo
suficientemente estables en el tiempo.
No sabemos por qué un sujeto psicótico desencadena. La hipótesis es que se trata de un momento en que se
enfrenta con una situación que le exige tener ese significante NP para responder de manera que, al no tenerlo,
se devela esa carencia. En este desencadenamiento los remiendos imaginarios se rompen porque son
insuficientes para las exigencias de la realidad.
Posteriormente aparecen los fenómenos elementales, que pueden observarse a partir del efecto clínico, del
comportamiento del sujeto: primero pueden aparecer neologismos, frases ininterrumpidas (no utiliza pausas),
olofrases (significantes sin espacios entre uno y otro), etc. Todo esto es consecuencia del NP forcluido: se pierde
la intencionalidad del significante, no tiene el límite de abrochamiento del significante promovido por el NP, la
cadena se desarma y los significantes están sueltos, por lo que no hay metáfora ni metonimia (el NP es como la
“tanza de un collar” que une la cadena significante). El sujeto nota estos primeros fenómenos pero no sabe por
qué suceden: sabe que le conciernen pero no se devela el significado final de eso. Como otros fenómenos
elementales pueden darse las alucinaciones (auditivas, visuales, etc.), los pensamientos impuestos, etc.
Todos aquellos fenómenos elementales son un intento del psicótico de dar sentido, apresarlo y organizarlo,
busca la manera de unir los significantes, es la búsqueda de un significante que permita una sustitución de la
cadena significante que no será la del NP, sino una posible. El delirio será un segundo momento.
Matema de la Forclusión: P0. Es el cero del significante de la función paterna que, en este caso, no sirve.
Esto tiene efectos en dos grandes sentidos:
 A nivel de la CADENA SIGNIFICANTE. Nivel Simbólico.
 A nivel de la REGULACIÓN DEL GOCE. Nivel Real.
Consecuencias: cuando falla lo imaginario que hacía de parche aparecen los efectos a nivel de la cadena
significante y a nivel de la regulación del goce. En este último caso se refiere a una regulación del sufrimiento.
Los neuróticos pueden regularlo gracias al NP: está acotado gracias a nuestro fantasma que dirá cómo vamos a
sufrir y objeto de qué seremos (por eso siempre sufrimos por lo mismo). Pero si no está el NP el goce está
DESREGULADO: el nivel de sufrimiento es de un nivel descomunal. Además, el goce se DESLOCALIZA: no hay una
lógica anatómica, aparece en cualquier parte del cuerpo, el sujeto siente que flota, que se le sale la cabeza, etc.
en los neuróticos la angustia es localizable (pecho, garganta, estómago) y puede anudarse en el discurso.
Por otro lado, el sujeto psicótico se percibe y se identifica como objeto de goce del gran Otro, como objeto a,
como “desecho”. A partir de la elaboración delirante el sujeto busca restablecer el orden de la cadena
significante y una regulación de ese goce.

Jean Claude Maleval: “La forclusión del Nombre del Padre”, Capítulo 15: La escala de los delirios

En de la estructura evolutiva delirio surge una lógica regida por la sucesión ordenada de 4 fases. Se trata de
una evolución de la relación del sujeto con el goce:
1) P0: “Período de INCUBACIÓN”: período de malestar, de inquietud, de perplejidad, fuertemente
correlacionado con trastornos hipocondríacos, revelador de una carencia paterna fundamental, tiene su
principal característica en una deslocalización del goce. Coincide con una angustia extrema, una posición de

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decadencia y un sentimiento, más o menos confuso, de muerte del sujeto. Se trata de lo que Freud trata de
circunscribir como una ruptura primordial entre el yo y la realidad, y que Lacan llama en 1955 "la entrada en
juego del enigma del Otro absoluto".
2) P1: “Etapa PARANOIDE”: Con el fin de remediar lo insoportable de la situación anterior, se desarrolla un
trabajo de movilización del significante que le permite al delirante construir una explicación propia para
justificar lo que le está ocurriendo. Para conseguirlo, con frecuencia recurre a una función paterna capaz de
atemperar el goce deslocalizado. Sin embargo, el sujeto sigue perplejo, el delirio no consigue suturarse, de
forma que, por lo general, se presenta bajo una forma paranoide. La llamada a un principio paterno cuenta
con encarnaciones muy variables, aunque las figuras del poder, de la Ley y de lo divino sean las más
privilegiadas a este respecto. De hecho, lo que demuestra ser crucial para el psicótico es la búsqueda de un
fundamento adecuado para que se llegue a producir una completud del Otro.
3) P2: “Etapa PARANOICA”: Una vez identificado el goce del Otro (característica esencial de este periodo), es
decir, una vez trasladado al significante, el sujeto revela ser capaz de recuperar un cierto punto de apoyo, a
partir del cual se convierte en el organizador de lo que le está ocurriendo. Sin embargo, en el seno del delirio
que se sistematiza subsiste un eco de la violencia ejercida por las iniciativas del Otro, eco que adquiere la
forma de perseguidores que ahora están ya localizados.
4) P3: “Fase PARAFRÉNICA.MEGALOMANÍACA”: el psicótico ya no tiene aquellas preocupaciones: se encuentra
en pleno acuerdo con la neorrealidad que ha conseguido construir. Consiente al goce del Otro porque tiene
la certeza de que, gracias a esta experiencia, accede a un saber esencial. A menudo, este saber le ha sido
librado por una omnipotente figura paterna de quien se sabe portavoz, incluso su encarnación. El acceso al
conocimiento supremo demuestra ser inseparable del desarrollo de temas megalomaníacos y del
surgimiento de construcciones más o menos fantásticas, mientras que, gracias a la desaparición de los
perseguidores, el sujeto ya no se ve empujado a cometer actos médico-legales. Lo que el parafrénico gana en
pacificación, lo pierde en credibilidad frente a sus interlocutores. En este punto el sujeto entiende lo que le
pasó como algo excepcional y privilegiado. Hay algo del lazo social restituido e incluso el sujeto puede querer
testimoniar y comunicar su experiencia. El delirio parafrénico induce menos que cualquier otro una demanda
terapéutica, y presenta la particularidad de desarrollarse bastante naturalmente fuera del manicomio.

No cabe duda de que estos diversos fenómenos se interpenetran más o menos, por lo que las letras P0, P1, P
2, P3 parecen más adecuadas para subrayar que se trata de una sucesión ordenada, la cual tiene una única
fuente, escrita de forma precisa por Lacan P0, o sea, la forclusión del Nombre del Padre. Estas notaciones
designan sintomatologías psicóticas que se traducen en posiciones subjetivas que en su mayoría son poco
estables. No sólo el desarrollo del delirio raramente llega hasta P3; además, se producen movimientos
retrógrados de P2 a P1, de P1 a P0, incluso de P3 a P0. La letra P resulta estar, pues, abierta a diversas lecturas,
aunque principalmente designe cuatro posiciones subjetivas propias del psicótico. Si P0 connota la carencia
paterna, P1 evoca hasta cierto punto "paranoide", P2 “paranoico" y P3; "parafrénico".

Estudio sobre las psicosis – Colette Soler - ¿Qué lugar para el analista?

Collete Soler presenta en este texto el caso de una psicosis estabilizada bajo transferencia. Se trata de la
psicosis de una mujer revelada desde 12 años, con un automatismo mental marcado.

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La demanda de análisis se produjo al estallar el primer episodio delirante y entonces Soler se pregunta a qué
lugar es llamado el analista tras ese estallido. Responde que “es llamado a suplir con sus predicaciones el vacío
súbitamente percibido de la forclusión. La paciente demanda que el analista haga de oráculo y legisle para ella
(…) Dicho de otro modo, ella le ofrece al analista el sitial de perseguidor (…) Si el analista se instala en él,
sobrevendrá entonces la erotomanía mortífera”.
Así, Soler presenta la maniobra de la transferencia que permitió evitar esa emergencia. No operó con la
interpretación, pues esta no tiene cabida cuando se está ante un goce no reprimido (éste solo puede
elaborarse).
1. Un primer modo de intervención fue un “silencio de abstención” cada vez que el analista es solicitado
como el Otro primordial del oráculo. Este silencio, esta negativa a predica sobre su ser, tiene la ventaja
de dejar el campo a la construcción del delirio. El analista es un testigo, lo cual es poco y mucho porque
un testigo es un sujeto al que se supone no saber, no gozar, y presentar, por lo tanto, un vacío en el que
el sujeto podrá colocar su testimonio. Debemos ser precavidos en nuestras intervenciones para no
convertirnos en perseguidores y no ser un obstáculo en la formación del delirio. Esta es una forma de
transferencia a la que Lacan llamó “Erotomanía mortificante transferencial”.
2. Un segundo tipo de intervención la denomina “Orientación del goce”, de dos tipos: una limitativa que
intenta hacer de prótesis a la prohibición faltante (que en su caso consistió en decir no cuando la sujeto
estaba tentada de dejarse estrangular por un hombre que la pretendía); y otra positiva que sirvió para
impulsar un proyecto (en este caso artístico).
En este caso el analista se hace guardián de los límites del goce, sin los cuales lo que hay es el horror
absoluto. El analista no puede hacerlo sino sosteniendo la única función que queda: hacer de límite de
goce, esto es, la de significante ideal, único elemento simbólico que, a falta de la ley patena, puede
constituir una barrera al goce.
3. La tercera intervención tuvo un alcance decisivo en su caso en tanto provocó un viraje en la relación
transferencial tanto como en la elaboración de la cura. En esta fase es importante lo que llamamos
“Apuntalamiento de los significantes” que el sujeto usa para la depuración y construcción del delirio que
tenga valor de metáfora para construir el lazo social (ej. del excombatiente).

DSM IV: ESQUIZOFRENIA Y OTROS TRASTORNOS PSICÓTICOS

Algunas distinciones importantes:


 Los criterios para diagnosticar tienen diferentes implicancias:
A. Define signos y síntomas del trastorno.
B. Indica cuánta afección o deterioro provoca el trastorno en la vida laboral y social del individuo.
C. Indica tiempo o duración para diagnosticar determinado trastorno.
D. Indica los cuadros que deben excluirse o descartarse en cada caso.
E. Indica la exclusión de enfermedad médica o abuso de sustancias.
 Existen síntomas positivos y negativos. Los primeros aluden a una exacerbación o deformación de las
funciones normales, mientras que los segundos, a una disminución de las funciones normales.

1) ESQUIZOFRENIA

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Las características esenciales de la esquizofrenia son una mezcla de signos y síntomas peculiares (tanto
positivos como negativos) que han estado presentes una parte significativa de tiempo durante un período de 1
mes (o durante un tiempo más breve si ha habido tratamiento con éxito) y con algunos signos del trastorno que
han persistido durante al menos 6 meses (Criterios A y C). Estos signos y síntomas están asociados a una
marcada disfunción social o laboral (Criterio B). La alteración no es explicable por un trastorno esquizoafectivo
o un trastorno del estado de ánimo con síntomas psicóticos y no es debida a los efectos fisiológicos directos de
alguna sustancia o a una enfermedad médica (Criterios D y E). En sujetos con un diagnóstico previo de trastorno
autista (u otro trastorno generalizado del desarrollo) el diagnóstico adicional de esquizofrenia sólo es
pertinente si hay ideas delirantes o claras alucinaciones presentes durante al menos 1 mes (Criterio F). Los
síntomas característicos de la esquizofrenia implican un abanico de disfunciones cognoscitivas y emocionales
que incluyen la percepción, el pensamiento inferencial, el lenguaje y la comunicación, la organización
comportamental, la afectividad, la fluidez y productividad del pensamiento y el habla, la capacidad hedónica, la
voluntad y la motivación y la atención. Ningún síntoma aislado es patognomónico de la esquizofrenia; el
diagnóstico implica el reconocimiento de una constelación de signos y síntomas asociados a un deterioro de la
actividad laboral o social.
Criterio A: “Síntomas característicos”: Los síntomas característicos pueden ser positivos o negativos. Los
síntomas positivos incluyen distorsiones o exageraciones del pensamiento inferencial (ideas delirantes), la
percepción (alucinaciones), el lenguaje y la comunicación (lenguaje desorganizado), y la organización
comportamental (comportamiento gravemente desorganizado o catatónico). Estos síntomas positivos incluyen
dos dimensiones distintas, que, a su vez, pueden estar relacionadas con mecanismos neurales subyacentes y
correlaciones clínicas diferentes: la «dimensión psicótica» incluye ideas delirantes y alucinaciones, mientras que
la «dimensión de desorganización» incluye el comportamiento y el lenguaje desorganizados. Los síntomas
negativos comprenden restricciones del ámbito y la intensidad de la expresión emocional (aplanamiento
afectivo), de la fluidez y la productividad del pensamiento y el lenguaje (alogia), y del inicio del comportamiento
dirigido a un objetivo (abulia). Para diagnosticarse, deben darse Dos (o más) de los siguientes síntomas
característicos, cada uno de ellos presente durante una parte significativa de un período de 1 mes (o menos si ha
sido tratado con éxito):
Síntomas positivos:
 Ideas delirantes: creencias erróneas que habitualmente implican una mala interpretación de las
percepciones o las experiencias. Su contenido puede incluir diversos temas (p. ej., de persecución, que
son las más comunes, de autorreferencia, somáticos, religiosos o grandiosos). Las ideas delirantes se
califican como extrañas si son claramente improbables e incomprensibles y si no derivan de las
experiencias corrientes de la vida. Si las ideas delirantes son juzgadas como extrañas, sólo se necesita este
único síntoma para satisfacer el Criterio A para la esquizofrenia. Las ideas delirantes son irreductibles,
inderivables e incomprensibles.
 Alucinaciones: pueden ocurrir en cualquier modalidad sensorial (p. ej., auditivas, visuales, olfativas,
gustativas y táctiles), pero las alucinaciones auditivas son, con mucho, las más habituales y características
de la esquizofrenia. El contenido puede ser bastante variable, aunque son especialmente frecuentes las
voces peyorativas o amenazantes. Las alucinaciones deben producirse en un contexto de claridad
sensorial. Algunos tipos de alucinaciones auditivas han sido considerados especialmente característicos de

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la esquizofrenia y si estos tipos de alucinaciones están presentes, son suficientes para satisfacer el Criterio
A.
 Pensamiento y lenguaje desorganizado: referido al curso del pensamiento. El lenguaje de los sujetos con
esquizofrenia puede presentar diversas formas de desorganización. El sujeto puede «perder el hilo»,
saltando de un tema a otro («descarrilamiento»); las respuestas pueden tener una relación oblicua o no
tener relación alguna con las preguntas («tangencialidad»); y, en raras ocasiones, el lenguaje puede estar
tan gravemente desorganizado que es casi incomprensible. El síntoma debe ser suficientemente grave
como para deteriorar la efectividad de la comunicación.
 Comportamiento gravemente desorganizado o catatónico: afecta a la función psicomotriz. Puede
manifestarse en varias formas, que comprenden desde las tonterías infantiloides hasta la agitación
impredecible. Cabe observar problemas en cualquier forma de comportamiento dirigido a un fin,
ocasionando dificultades en la realización de actividades de la vida cotidiana como organizar las comidas o
mantener la higiene. El comportamiento catatónico implica una importante disminución de la reactividad
al entorno que, algunas veces, alcanza un grado extremo de falta de atención (estupor catatónico),
manteniendo una postura rígida y resistiendo la fuerza ejercida para ser movido (rigidez catatónica), la
resistencia activa a las órdenes o los intentos de ser movido (negativismo catatónico), el asumir posturas
inapropiadas o extrañas (posturas catatónicas) o una actividad motora excesiva sin propósito ni estímulo
provocador (agitación catatónica). Sin embargo, hay que tener en cuenta que los síntomas catatónicos no
son específicos y pueden ocurrir en otros trastornos mentales o no mentales.
Síntomas negativos:
 Aplanamiento afectivo: es especialmente frecuente y está caracterizado por la inmovilidad y falta de
respuesta en la expresión facial del sujeto, contacto visual pobre y reducción del lenguaje corporal.
 Alogia: se manifiesta por las réplicas breves, lacónicas y vacías. El sujeto con alogia parece tener una
disminución de los pensamientos que se refleja en un descenso de la fluidez y la productividad del habla.
 Abulia: caracterizada por una incapacidad para iniciar y persistir en actividades dirigidas a un fin. La
persona puede permanecer sentada durante largo tiempo y mostrar poco interés en participar en el
trabajo o las actividades sociales.
Los síntomas negativos pueden ser difíciles de evaluar porque ocurren en continuidad con la normalidad, son
inespecíficos y pueden ser debido a varios otros factores (p. ej., ser consecuencia de los síntomas positivos,
efectos secundarios de la medicación, un trastorno del estado de ánimo, hipoestimulación ambiental o
desmoralización). La difícil distinción entre los síntomas negativos y los síntomas depresivos puede resolverse a
través de los demás síntomas acompañantes y por el hecho de que los sujetos con síntomas de depresión
experimentan un estado de ánimo intensamente penoso, mientras que los sujetos con esquizofrenia tienen una
afectividad pobre o vacío afectivo.
El Criterio A para la esquizofrenia requiere que al menos dos de los cinco ítems estén presentes de forma
simultánea durante como mínimo 1 mes. Sin embargo, si las ideas delirantes son extrañas o las alucinaciones
implican «voces que comentan» o «voces que conversan», entonces sólo se requiere un único ítem. La presencia
de esta agrupación relativamente grave de signos y síntomas se denomina «fase activa».
Criterio B: “Disfunción laboral/social”: Durante una parte significativa del tiempo desde el inicio de la
alteración, una o más áreas importantes de actividad, como son el trabajo, las relaciones interpersonales o el
cuidado de uno mismo, están claramente por debajo del nivel previo al inicio del trastorno (o, cuando el inicio es

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en la infancia o adolescencia, fracaso en cuanto a alcanzar el nivel esperable de rendimiento interpersonal,
académico o laboral).
Criterio C: “Duración”: Persisten signos continuos de la alteración durante al menos 6 meses. Este período de
6 meses debe incluir al menos 1 mes de síntomas que cumplan el Criterio A (o menos si se ha tratado con éxito)
y puede incluir los períodos de síntomas prodrómicos y residuales. Durante estos períodos prodrómicos o
residuales, los signos de la alteración pueden manifestarse sólo por síntomas negativos (que en ocasiones
presentan bastante gravedad) o por dos o más síntomas de la lista del Criterio A, presentes de forma atenuada
(p. ej., creencias raras, experiencias perceptivas no habituales).
Criterio D: “Exclusión de los trastornos esquizoafectivo y del estado de ánimo”: El trastorno esquizoafectivo
y el trastorno del estado de ánimo con síntomas psicóticos se han descartado debido a: 1) no ha habido ningún
episodio depresivo mayor, maníaco o mixto concurrente con los síntomas de la fase activa; o 2) si los episodios
de alteración anímica han aparecido durante los síntomas de la fase activa, su duración total ha sido breve en
relación con la duración de los períodos activo y residual.
Criterio E: “Exclusión de consumo de sustancias y de enfermedad médica”: El trastorno no es debido a los
efectos fisiológicos directos de alguna sustancia (p. ej., una droga de abuso, un medicamento) o de una
enfermedad médica.
Criterio F: “Relación con un trastorno generalizado del desarrollo”: Si hay historia de trastorno autista o de
otro trastorno generalizado del desarrollo, el diagnóstico adicional de esquizofrenia sólo se realizará si las ideas
delirantes o las alucinaciones también se mantienen durante al menos 1 mes (o menos si se han tratado con
éxito).

Subtipos de Esquizofrenia

Los subtipos de esquizofrenia están definidos por la sintomatología predominante en el momento de la


evaluación y, por lo tanto, su diagnóstico puede cambiar con el tiempo. Si bien las implicaciones pronósticas y
terapéuticas de los subtipos son variables, los tipos paranoide y desorganizado tienden a ser, respectivamente,
los de menor y mayor gravedad. Además, es frecuente que el cuadro incluya síntomas que son característicos de
más de un subtipo.
 Tipo paranoide: criterios:
A. Preocupación por una o más ideas delirantes o alucinaciones auditivas frecuentes, en el contexto de una
conservación relativa de la capacidad cognoscitiva y de la afectividad.
B. No hay lenguaje desorganizado, ni comportamiento catatónico o desorganizado, ni afectividad aplanada
o inapropiada.
Fundamentalmente, las ideas delirantes son de persecución, de grandeza o ambas, pero también puede
presentarse ideas delirantes con otra temática (p. ej., celos, religiosidad o somatización). Las ideas
delirantes pueden ser múltiples, pero suelen estar organizadas alrededor de un tema coherente. También
es habitual que las alucinaciones estén relacionadas con el contenido de la temática delirante. El inicio
tiende a ser más tardío que en otros tipos de esquizofrenia y las características distintivas pueden ser más
estables en el tiempo. Habitualmente, estos sujetos muestran un deterioro mínimo o nulo en las pruebas
neuropsicológicas y en los tests cognoscitivos. Algunos datos sugieren que el pronóstico para el tipo
paranoide puede ser considerablemente mejor que para otros tipos de esquizofrenia, especialmente en lo
que respecta a la actividad laboral y a la capacidad para llevar una vida independiente.

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 Tipo desorganizado: criterios:
A. Predominan: (1) lenguaje desorganizado (2) comportamiento desorganizado (3) afectividad aplanada o
inapropiada.
B. No se cumplen los criterios para el tipo catatónico.
El deterioro del rendimiento puede apreciarse por medio de diversas pruebas neuropsicológicas y tests
cognoscitivos. Habitualmente, este subtipo también está asociado a una personalidad premórbida,
empobrecida, a un inicio temprano e insidioso y a un curso continuo sin remisiones significativas.
Históricamente, y en otros sistemas clasificatorios, este tipo se denomina “hebefrénico”.
 Tipo catatónico: criterios: al menos dos de los siguientes síntomas:
(1) inmovilidad motora manifestada por catalepsia (incluida la flexibilidad cérea) o estupor.
(2) actividad motora excesiva (que aparentemente carece de propósito y no está influida por estímulos
externos).
(3) negativismo extremo (resistencia aparentemente inmotivada a todas las órdenes o mantenimiento de
una postura rígida en contra de los intentos de ser movido) o mutismo.
(4) peculiaridades del movimiento voluntario manifestadas por la adopción de posturas extrañas (adopción
voluntaria de posturas raras o inapropiadas), movimientos estereotipados, manierismos marcados o
muecas llamativas.
(5) ecolalia o ecopraxia.
Durante el estupor o la agitación catatónica graves, el sujeto puede requerir una cuidadosa supervisión
para evitar que se cause daño a sí mismo o a otras personas. Para diagnosticar este subtipo, el cuadro debe
cumplir en primer lugar todos los criterios para la esquizofrenia y no ser más explicable por otras presuntas
etiologías.
 Tipo indiferenciado: La característica esencial del tipo indiferenciado de esquizofrenia es la presencia de
síntomas que cumplen el Criterio A de esquizofrenia, pero que no cumplen los criterios para los tipos
paranoide, desorganizado o catatónico.
 Tipo residual: criterios:
A. Ausencia de ideas delirantes, alucinaciones, lenguaje desorganizado y comportamiento catatónico o
gravemente desorganizado.
B. Hay manifestaciones continuas de la alteración, como lo indica la presencia de síntomas negativos o de
dos o más síntomas de los enumerados en el Criterio A para la esquizofrenia, presentes de una forma
atenuada (p. ej., creencias raras, experiencias perceptivas no habituales).

2) TRASTORNO ESQUIZOFRENIFORME

Criterios para diagnosticar trastorno esquizofreniforme:


A. Se cumplen los Criterios A, D y E para la esquizofrenia.
B. Un episodio del trastorno (incluidas las fases prodrómica, activa y residual) dura al menos 1 mes, pero menos
de 6 meses. (Cuando el diagnóstico debe hacerse sin esperar a la remisión, se calificará como «provisional».)
Especificar si:
Sin características de buen pronóstico
Con características de buen pronóstico: indicadas por dos (o más) de los siguientes ítems:

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(1) inicio de síntomas psicóticos acusados dentro de las primeras 4 semanas del primer cambio importante en el
comportamiento o en la actividad habitual (2) confusión o perplejidad a lo largo del episodio psicótico (3) buena
actividad social y laboral premórbida (4) ausencia de aplanamiento o embotamiento afectivos.

Además de la diferencia de duración con la esquizofrenia, otro criterio diferencial es que no se requiere que
exista deterioro de la actividad social o laboral durante alguna parte de la enfermedad (aunque puede haberlo).
La duración exigida para el trastorno esquizofreniforme es intermedia entre la del trastorno psicótico breve (en
el que los síntomas duran al menos 1 día, pero menos de 1 mes) y la esquizofrenia (en la que los síntomas se
prolongan durante al menos 6 meses).

3) TRASTORNO ESQUIZOAFECTIVO
Criterios para diagnosticar trastorno esquizoafectivo:
A. Un período continuo de enfermedad durante el que se presenta en algún momento un episodio depresivo
mayor, maníaco o mixto, simultáneamente con síntomas que cumplen el Criterio A para la esquizofrenia.
Nota: El episodio depresivo mayor debe incluir el Criterio A1: estado de ánimo depresivo.
B. Durante el mismo período de enfermedad ha habido ideas delirantes o alucinaciones durante al menos 2
semanas en ausencia de síntomas afectivos acusados.
C. Los síntomas que cumplen los criterios para un episodio de alteración del estado de ánimo están presentes
durante una parte sustancial del total de la duración de las fases activa y residual de la enfermedad.
D. La alteración no es debida a los efectos fisiológicos directos de alguna sustancia (p. ej., una droga de abuso o
un medicamento) o a enfermedad médica.
Codificación basada en tipo:
.0 Tipo bipolar: si la alteración incluye un episodio maníaco o mixto (o un episodio maníaco o mixto y episodios
depresivos mayores)
.1 Tipo depresivo: si la alteración sólo incluye episodios depresivos mayores.

4) TRASTORNO DELIRANTE
Criterios para diagnosticar trastorno delirante:
A. Ideas delirantes no extrañas (p. ej., que implican situaciones que ocurren en la vida real, como ser seguido,
envenenado, infectado, amado a distancia o engañado por el cónyuge o amante, o tener una enfermedad) de
por lo menos 1 mes de duración.
B. Nunca se ha cumplido el Criterio A para la esquizofrenia. Nota: En el trastorno delirante puede haber
alucinaciones táctiles u olfatorias si están relacionadas con el tema delirante.
C. Excepto por el impacto directo de las ideas delirantes o sus ramificaciones, la actividad psicosocial no está
deteriorada de forma significativa y el comportamiento no es raro ni extraño.
D. Si se han producido episodios afectivos simultáneamente a las ideas delirantes, su duración total ha sido
breve en relación con la duración de los períodos delirantes.
E. La alteración no es debida a los efectos fisiológicos directos de alguna sustancia (p. ej., una droga o un
medicamento) o a enfermedad médica.
Especificar tipo (se asignan los siguientes tipos en base al tema delirante que predomine): Tipo erotomaníaco:
ideas delirantes de que otra persona, en general de un status superior, está enamorada del sujeto. Tipo de
grandiosidad: ideas delirantes de exagerado valor, poder, conocimientos, identidad, o relación especial con una

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divinidad o una persona famosa. Tipo celotípico: ideas delirantes de que el compañero sexual es infiel. Tipo
persecutorio: ideas delirantes de que la persona (o alguien próximo a ella) está siendo perjudicada de alguna
forma. Tipo somático: ideas delirantes de que la persona tiene algún defecto físico o una enfermedad médica.
Tipo mixto: ideas delirantes características de más de uno de los tipos anteriores, pero sin predominio de
ningún tema. Tipo no especificado.

5) TRASTORNO PSICÓTICO BREVE


Criterios para diagnosticar trastorno psicótico breve:
A. Presencia de uno (o más) de los síntomas siguientes:
(1) ideas delirantes (2) alucinaciones (3) lenguaje desorganizado (p. ej., disperso o incoherente) (4)
comportamiento catatónico o gravemente desorganizado
Nota: No incluir un síntoma si es un patrón de respuesta culturalmente admitido.
B. La duración de un episodio de la alteración es de al menos 1 día, pero inferior a 1 mes, con retorno completo
al nivel premórbido de actividad.
C. La alteración no es atribuible a un trastorno del estado de ánimo con síntomas psicóticos, a un trastorno
esquizoafectivo o a esquizofrenia y no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., una
droga, un medicamento) o de una enfermedad médica.
Codificación basada en tipo:
.81 Con desencadenante(s) grave(s) (psicosis reactiva breve): si los síntomas psicóticos se presentan poco
después y en aparente respuesta a uno o más acontecimientos que, solos o en conjunto, serían claramente
estresantes para cualquier persona en circunstancias parecidas y en el mismo contexto cultural.
.80 Sin desencadenante(s) grave(s): si los síntomas psicóticos no se presentan poco después o no parecen una
respuesta a acontecimientos que serían claramente estresantes para cualquier persona en circunstancias
parecidas y en el mismo contexto cultural.
Especificar si: De inicio en el posparto: si el inicio se produce en las primeras 4 semanas del posparto.

6) TRASTORNO PSICÓTICO COMPARTIDO


Criterios para diagnosticar trastorno psicótico compartido:
A. Se desarrolla una idea delirante en un sujeto en el contexto de una relación estrecha con otra(s) persona(s)
que ya tiene(n) una idea delirante establecida.
B. La idea delirante es parecida en su contenido a la de la persona que ya tenía la idea delirante.
C. La alteración no se explica mejor por la presencia de otro trastorno psicótico (p. ej., esquizofrenia) o de un
trastorno del estado de ánimo con síntomas psicóticos, y no es debida a los efectos fisiológicos directos de
alguna sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) o a una enfermedad médica.

7) TRASTORNO PSICÓTICO DEBIDO A ENFERMEDAD MÉDICA


Criterios para diagnosticar trastorno psicótico debido a enfermedad médica:
A. Alucinaciones o ideas delirantes acusadas.
B. A partir de la historia clínica, la exploración física o las pruebas de laboratorio, hay pruebas de que la
alteración es un efecto fisiológico directo de una enfermedad médica.
C. La alteración no se explica mejor por la presencia de otro trastorno mental.
D. La alteración no aparece exclusivamente en el transcurso de un delirium.

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Código basado en el síntoma predominante:
.2 Con ideas delirantes: si predominan las ideas delirantes [Para CIE-9-MC .81 Con ideas delirantes]
.0 Con alucinaciones: si predominan las alucinaciones [Para CIE-9-MC .82 Con alucinaciones]
Nota de codificación: Se debe incluir el nombre de la enfermedad médica en el Eje I, por ejemplo, F06.2
Trastorno psicótico debido a neoplasia pulmonar maligna, con ideas delirantes [293.81]; codificar también la
enfermedad médica en el Eje III.
Nota de codificación: Si, como parte de una demencia previa, se presentan ideas delirantes, indicar las ideas
delirantes codificando, si es posible, el subtipo de demencia, por ejemplo, F00.11 Demencia tipo Alzheimer, de
inicio tardío, con ideas delirantes [290.20].

8) TRASTORNO PSICÓTICO INDUCIDO POR SUSTANCIAS


Criterios para diagnosticar trastorno psicótico inducido por sustancias:
A. Alucinaciones o ideas delirantes. Nota: No incluir las alucinaciones si el sujeto es consciente de que son
provocadas por la sustancia.
B. A partir de la historia clínica, la exploración física o los exámenes de laboratorio, hay pruebas de (1) o (2):
(1) los síntomas del Criterio A aparecen durante o en el mes siguiente a una intoxicación por o abstinencia de
sustancias (2) el consumo de un medicamento está etiológicamente relacionado con la alteración.
C. La alteración no se explica mejor por la presencia de un trastorno psicótico no inducido por sustancias. Las
pruebas de que los síntomas no son atribuibles a un trastorno psicótico no inducido por sustancias pueden ser
las siguientes: los síntomas preceden al inicio del consumo de la sustancia (o al consumo del medicamento); los
síntomas persisten durante un período sustancial de tiempo (p. ej., alrededor de 1 mes) tras la abstinencia
aguda o la intoxicación grave, o son claramente excesivos en relación con lo que cabría esperar por el tipo o la
cantidad de la sustancia utilizada o la duración de su uso, o hay otros datos que sugieren la existencia de un
trastorno psicótico no inducido por sustancias (p. ej., una historia de episodios recidivantes no relacionados con
sustancias).
D. La alteración no aparece exclusivamente en el transcurso de un delirium.
Nota: Debe realizarse este diagnóstico en lugar del diagnóstico de intoxicación por sustancias o abstinencia de
sustancias únicamente si los síntomas son excesivos en relación con los habitualmente asociados al síndrome
de intoxicación o abstinencia y cuando los síntomas son de suficiente gravedad como para merecer atención
clínica independiente.
Especificar si (v. la tabla de la pág. 183 para comprobar si es aplicable a la sutancia): De inicio durante la
intoxicación: si se cumplen los criterios para la intoxicación por la sustancia y los síntomas aparecen durante la
intoxicación. De inicio durante la abstinencia: si se cumplen los criterios para la abstinencia de la sustancia y los
síntomas aparecen durante o poco tiempo después del síndrome de abstinencia.

9) TRASTORNO PSICÓTICO NO ESPECIFICADO


Esta categoría incluye una sintomatología psicótica (p. ej., ideas delirantes, alucinaciones, lenguaje
desorganizado, comportamiento catatónico o gravemente desorganizado) sobre la que no se dispone de una
información adecuada para establecer un diagnóstico específico o acerca de la cual hay informaciones
contradictorias, o trastornos con síntomas psicóticos que no cumplen los criterios para alguno de los trastornos
psicóticos específicos.

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Unidad 3: Melancolía vs. Trastornos del estado de ánimo

Freud: Duelo y Melancolía

El texto freudiano “Duelo y melancolía” (1917) forma parte de los textos de la “metapsicología de Freud”, en
los que el autor busca explicar todos los actos psíquicos desde un punto de vista tópico, dinámico y económico.
En este texto puntualmente, Freud se propone dilucidar la naturaleza de la Melancolía comparándola con un
afecto normal, el Duelo.
Definición de Duelo: “reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus
veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc.”. A pesar de que el duelo trae consigo graves desviaciones de la
conducta normal, no se considera un estado patológico y se espera que pasado cierto tiempo se lo superará.
Por esto es inoportuno e incluso dañino perturbarlo.
Definición de Melancolía: se singulariza en lo anímico por:
 una desazón profundamente dolida (hay tristeza vital; pudo haber un suceso pero es desproporcionado
en relaciona la debacle subjetiva),
 una cancelación del interés por el mundo exterior (repliegue libidinal de los objetos),
 la pérdida de la capacidad de amar,
 la inhibición de toda productividad (abulia)
 y una rebaja en el sentimiento de sí que se exterioriza en autorreproches y auto denigraciones y se
extrema hasta una delirante expectativa de castigo.”
Lo interesante en este punto es que, según Freud, el duelo muestra los mismos rasgos que la melancolía,
excepto por uno: falta en él la perturbación del sentimiento de sí.
¿En qué consiste el trabajo que el duelo opera? El examen de realidad ha mostrado que el objeto amado ya
no existe más, y de él emana ahora la exhortación de quitar toda libido de sus enlaces con ese objeto. A ello se
opone una comprensible renuencia que puede alcanzar tal intensidad que produzca un extrañamiento de la
realidad y una retención del objeto por vía de una psicosis alucinatoria de deseo. Lo normal es que prevalezca el
acatamiento a la realidad pero esto se ejecuta poco a poco con un gran gasto de tiempo y energía de
investidura. Cada uno de los recuerdos y las expectativas en que la libido se anudaba al objeto son clausurados,
sobre-investidos y en ellos se consuma el desasimiento de la libido y su transferencia a otros objetos (por
desplazamiento y condensación).
La Melancolía también parte de una pérdida; puede reconocerse que esa pérdida es de naturaleza más ideal
y, en otras circunstancias, no se puede discernir con precisión lo que se perdió. Es por eso que en estos casos el
enfermo sabe “a quién perdió” pero no “lo que perdió en él”. Esto nos lleva a referir la melancolía a una
pérdida de objeto sustraída de la consciencia, a diferencia del duelo, en el cual no hay nada inconsciente en lo
que atañe a la pérdida.
Consecuentemente a esta pérdida aparece un tipo de delirio con el objetivo de explicarse esa catástrofe,
pero éste no tiene un efecto apaciguador (como en el paranoico o esquizofrénico que logra una reparación
simbólica y real). Esa función curativa y reparadora del delirio no se desarrolla en este caso. El delirio propio de
la Melancolía es el DELIRIO DE INSIGNIFICANCIA. Esta es otra de las diferencias que podemos marcar entre este
fenómeno y el Duelo normal. En la melancolía existe una extreordinaria rebaja en el sentimiento yoico, un
enorme empobrecimiento del yo. En el duelo el mundo se ha hecho pobre y vacío; en la melancolía eso le

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ocurre al yo. El enfermo describe a su yo como indigno, estéril y moralmente despreciable; se denigra y espera
repulsión y castigo. Este cuadro se acompaña de un desfallecimiento de la pulsión a aferrarse a la vida, es decir,
de la pulsión de vida, lo cual se traduce en una desvitalizacion o inhibición vital: hay insomnio y dificultades
para conciliar el sueño y repulsa al alimento.
Una de las características propias de la melancolía es que no hay correspondencia alguna entre la medida de
la auto-denigración y su justificación real. Esto se acompaña también de una franqueza que se complace en el
desnudamiento de sí mismo. Es decir que el melancólico no muestra vergüenza en presentar ante otros su
situación.

La cuestión de la melancolía, dice Freud, nos pone ante una contradicción: el sujeto ha sufrido una pérdida
de objeto; pero de sus declaraciones surge una pérdida en su YO. Pero escuchando al paciente se puede
discernir que las quejas más fuertes se adecúan muy poco a su propia persona y muchas veces se ajustan a otra
persona a quien el enfermo ama, ha amado o amará. Así, se entiende que los autorreproches son reproches
contra un objeto de amor, que desde éste han rebotado sobre el yo propio.
Explicación de dicho Proceso: hubo una elección de objeto, una ligadura de la libido a una persona
determinada; por obra de una afrenta real o un desengaño de parte de la persona amada sobrevino un
sacudimiento de ese vínculo de objeto. La investidura de objeto fue cancelada, pero la libido libre no se
desplazó a otro objeto sino que se retiró sobre el Yo. Esto sirvió para establecer una IDENTIFICACIÓN del yo con
el objeto resignado: “La sombra del objeto cayó sobre el yo”. De esa manera, la pérdida de objeto hubo de
mudarse en una pérdida del yo, y el conflicto entre el yo y la persona amada, en una bipartición entre el Yo
crítico y el Yo alterado por la identificación.
Sin embargo, existen cuestiones implícitas que permiten esclarecer ese proceso:
 Tiene que haber existido una fuerte fijación en el objeto de amor.
 Tiene que haber existido, contradictoriamente, una escasa resistencia de la investidura de objeto.
Esta contradicción exige que la elección de objeto se haya cumplido sobre una base narcisista, de forma que
la investidura de objeto pueda regresar al narcisismo si tropieza con dificultades. Así, la identificación narcisista
con el objeto se vuelve sustituto de la investidura de amor. Esta sustitución es un mecanismo importante para las
afecciones narcisistas y corresponde a una regresión desde un tipo de elección de objeto al narcisismo originario
y, con él, a la fase oral de la libido.
De esta forma vemos cómo la melancolía es una reacción frente a la pérdida del objeto de amor pero que
depende de una condición que falta al duelo normal: la ambivalencia de los vínculos de amor. Es por esto que las
ocasiones de la melancolía abarcan todas las situaciones de afrenta en virtud de las cuales puede instalarse una
oposición entre amor y odio o reforzarse una ambivalencia preexistente. Esta ambivalencia no debe pasarse por
alto: si el amor por el objeto se refugia en la identificación narcisista, el odio se ensaña con ese objeto sustitutivo
insultándolo, denigrándolo, haciéndolo sufrir y ganando en ese sufrimiento una satisfacción sádica. Ese
automartirio de la melancolía, inequívocamente gozoso, implica la satisfacción de tendencias sádicas y
tendencias al odio que recaen sobre un objeto y experimentan una vuelta hacia la propia persona. Así, la
investidura de amor del melancólico en relación con su objeto ha experimentado un destino doble:
 Ha regresado a la identificación
 Bajo la influencia de la ambivalencia, fue trasladada hacia atrás, hacia la etapa del sadismo más
próxima a ese conflicto.

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Explicación del suicidio: ese sadismo del cual hablamos permite revelar algo de la inclinación por el suicidio.
El análisis de la melancolía demuestra que el yo sólo puede darse muerte si en virtud del retroceso de
investidura de objeto puede tratarse a sí mismo como objeto, si le es permitido dirigir contra sí mismo esa
hostilidad que recae sobre un objeto y subroga la reacción originaria del yo hacia objetos del mundo exterior.
Explicación de la Manía: en ocasiones la melancolía puede volverse manía, aunque no toda melancolía tiene
ese destino. Otros casos muestran una alternancia de fases melancólicas y maníacas. La manía no tiene un
contenido diverso de la melancolía, ambas afecciones pugnan con el mismo “complejo”, al que el Yo sucumbe
en la melancolía, mientras que en la manía lo ha dominado o lo ha hecho a un lado. En todos los estados de
alegría o júbilo entra en juego un influjo externo por el cual un gasto psíquico grande se vuelve por fin superfluo,
de suerte que queda disponible para múltiples aplicaciones y posibilidades de descarga. La manía no es otra
cosa que un triunfo así, sólo que en ella otra vez queda oculto para el yo eso que él ha vencido y sobre lo cual
triunfa. Así, resulta lo siguiente: en la manía el yo tiene que haber vencido la pérdida del objeto y entonces
queda disponible el monto de contrainvestidura que la melancolía había atraído sobre sí desde el yo.

Lacan

Para Lacan la melancolía es una psicosis y un efecto de la forclusión del significante NP. No la desencadena el
encuentro de un padre en lo Real sino una Pérdida que va a producir efectos de MORTIFICACIÓN (perplejidad,
angustia extrema, hipocondría, etc., todo lo cual da muerte al sujeto).
En “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis” Lacan expresa respecto de la
melancolía que “se produce un trastorno en la articulación más íntima del sentimiento de la vida”, se trata de
los efectos mortíferos que tiene la falta de la significación fálica.
Lacan sigue a Freud en cuento al repliegue narcisista y habla de los efectos de la inhibición vital: indiferencia,
anorexia, insomnio, abulia, etc. La subjetivación de esta pérdida es captada como “dolor moral” porque hay la
presencia de un superyó juzgando al propio Yo (lo que Lacan le llama “el puro dolor de existir”).
Por otro lado, Lacan destaca la diferencia entre Melancolía y Paranoia en relación a cómo se subjetiva en
cada afección la pérdida o el daño: como desencadenamiento o como muerte subjetiva:
 El melancólico asume la culpa de ese daño. Es este caso hay una CERTEZA de que se es culpable: “hay
una idea de responsabilidad delirante, toma la culpa a su cargo, hay certeza causal, no dialéctica y
psicótica que lo convierte en el más grave culpable de todos los tiempos” (es irreductible,
incomprensible e inderivable).
 El paranoico culpa al otro (proyección).
Es por esto que se habla de la “indignidad melancólica” y de la “inocencia paranoica”.

Colette Soler: Estudio sobre las psicosis

Pérdida y culpa en la Melancolía

La exposición de Soler tiene la intención de tratar la melancolía como efecto de la forclusión. Lacan hizo de la
forclusión, en tanto ella es “rechazo del inconsciente", la causa primera de la psicosis. De esta forma Soler
intenta dar a entender que los diferentes fenómenos de la melancolía, si se los toma desde la perspectiva de
este rechazo del inconsciente, pasan a ser Inteligibles.

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¿Cómo se desencadena el episodio melancólico? Todos los clínicos concuerdan en un punto: hay una
pérdida, invocada u observable en los hechos. Como psicosis, la melancolía no se desencadena tanto por el
encuentro de un padre como por el de una pérdida. Esta pérdida introduce al sujeto en algo que va mucho más
allá del sentimiento de pérdida; esto es a fenómenos de mortificación bien reales. Sabemos de sujetos que un
buen día no quieren levantarse más de la cama, presos de indiferencia y abulia. La modificación libidinal se
traduce en conductas de desapego respecto de los objetos, en repliegue sobre la persona, como si el vector de
la apetencia, que va del sujeto hasta sus objetos, diera media vuelta en su trazado, en un verdadero movimiento
de involución sobre el cuerpo propio (ver esquema).
Aunque el repliegue de la libido no es exclusivo de la melancolía, en ella se añade un daño que se extiende
más allá de la libido de objeto y que involucra a la vida misma y a la conservación del organismo (insomnio,
anorexia, etc.). Estos aspectos participan de una mortificación que afecta a la homeostasis vital y conduce al
sujeto a diversas formas de petrificación.
¿Cómo se refieren estos fenómenos a la causa del lenguaje y al mecanismo de la forclusión?
Hay que partir de lo que Lacan enfatizó: la negatividad esencial del lenguaje, que procede al asesinato de la
cosa. El nombre de esta negativización, tal como es revelada por la neurosis, es castración, que se significa como
renuncia al goce masturbatorio. Se trata de una mutilación de goce, en efecto, pero de una mutilación parcial y,
además, compensada: es una pérdida que reclama una “condición de complementariedad”, promoviendo ésta
al objeto, precisamente en su valor compensatorio.
En la melancolía se observa que la instancia de la sola pérdida se ha desencadenado y absolutizado. La inercia
estuporosa del melancólico no es sino el estado de un sujeto para quien ya no opera la condición de
complementariedad y que cae bajo la exclusiva acción de la negatividad del lenguaje. El lazo con la forclusión se
deja adivinar: lo que retorna en lo real es la castración forcluida. Lo que la melancolía acentúa en forma
exclusiva es el retorno en lo real del "filo mortal del lenguaje". La melancolía, al absolutizar esa instancia, nos
permite distinguir, con mayor claridad, que la forclusión del falo condiciona una doble serie de fenómenos: de
negativización y de positivización del goce. La función fálica tiene precisamente el efecto de articularlas, de
combinarlas, mientras que la psicosis las disocia.
Esto lleva a una característica que Freud entiende como esencial en la melancolía: el “dolor moral”. Es un
sujeto para quien la falta adopta la significación de la culpa, y por eso es adecuada la expresión "delirio de
indignidad". Es más que "delirio de pequeñez", pues se le suma una idea de responsabilidad delirante. El sujeto
eleva la falta a la culpa y toma la culpa a su cargo. Esta es la definición misma de la culpabilidad. De ahí que sea
lo opuesto del paranoico, siempre fundamentalmente inocente pues, incluso cuando se hace reproches, se
imputa nada más que errores.
Lacan no utiliza la expresión "dolor moral"; habla del “dolor de existir”, diciéndonos en "Kant con Sade" que
en el melancólico se encuentra en estado puro. Claro está que el dolor de existir no es patrimonio del sujeto
melancólico, pues este dolor reside en el hablanteser, pero casi nunca se encuentra en estado puro sino mixto o
dividido, y ello por una razón estructural concreta: el Falo, significante del goce, que no va sin la castración, hace
también las veces de significante de la vida, y al constituir una mediación entre la falta del Otro y el ser del
sujeto, alivia a éste, por lo menos en parte, del pathos de su dasein.
Entre este pathos de existir y el sentimiento de culpa opera exactamente la incidencia de una posición
subjetiva: la que hace asumir el mal.
En el delirio de culpa está obrando una certeza causal, no dialéctica, psicótica. El sujeto no sólo sitúa al mal
en posición de causa, reduciendo todo el registro del sentido al de la culpa, culpa casi siempre oscura, primordial

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y que él cree encarnar, sino que no duda de que se trata también de una culpa de excepción, inmensa y única
que a veces lo convierte en el más grande culpable de todos los tiempos. El sujeto melancólico trata a su ser
como la hediondez del mundo en el que él reconoce el goce malo (ese que el paranoico identifica en el lugar del
Otro), y en este sentido podemos decir que se identifica con la cosa. Es a ella a quien insulta dentro de sí.
La diferencia entre melancolía y paranoia se impone en la etapa siguiente, en la subjetivación de este daño
primario. El melancólico asume la culpa, el paranoico la carga sobre el Otro. El primero se difama, el segundo
dice, por ejemplo, "asesinato del alma".

Inocencia paranoica e indignidad melancólica

La búsqueda del culpable es una de las formas mayores del pensamiento causalista. El sentimiento de
culpabilidad es una respuesta que consiste en hacerse cargo de la culpa. No es la única respuesta posible: otra es
la persecución. Esta plantea un “a causa del Otro", del Otro malvado; es decir que la persecución supone un
Otro que existe, ella hace existir al Otro.
Paradojas del sentimiento de culpabilidad:
 El sentimiento de culpabilidad va mucho más allá de la responsabilidad factual.
 Presencia de un hiato patente que la experiencia indica entre los actos culpables y el sentimiento de
culpabilidad.
 La culpabilidad es impotente. No entraña garantía alguna de que el sujeto hará frente a sus
responsabilidades y muchas veces sucede lo contrario.
 La culpabilidad empuja al crimen. Freud lo descubrió muy pronto: hay delitos cuya finalidad es el castigo
efectivo que procura un alivio en el sentimiento inmotivado de culpabilidad.
Precisiones sobre el estatuto del sentimiento de culpabilidad:
Este sentimiento es el único que Freud consiente llamar inconsciente. No se trata de una culpabilidad
“vivida" sino una culpabilidad deducida, deducida precisamente de las conductas de fracaso. Todo se presenta
como si determinado sujeto buscara fracasar; de ahí la noción freudiana de una necesidad de castigo, que él
refiere a un sentimiento inconsciente de culpabilidad. En realidad, estos últimos fenómenos atestiguan sólo lo
siguiente: que el sujeto no quiere sólo su bien, sino que hay un goce más allá del principio de placer que lo
cautiva más allá de sus intenciones. En cuanto a la culpabilidad propiamente dicha, no es tanto un sentimiento
como una posición del sujeto que acepta considerarse responsable de lo que le sucede. Es la condición misma
del psicoanálisis.
A partir de esto Colette Soler se propone diferenciar estos fenómenos de la culpabilidad. Para esto se
pregunta ¿de qué es uno culpable? La culpa es una culpa de goce, el goce que cargamos en la cuenta de lo real,
frente al límite, que cargamos en la cuenta de lo simbólico.
Dos polos extremos: el paranoico inocente y el melancólico culpable. El paranoico se siente víctima, no se
siente culpable. Perseguido, afirma en todos los tonos su inocencia, y acusa. Es un sujeto habitado por la
convicción de su bondad. No cesa de afirmar su "natural amante y tierno", y se postula como "el mejor de los
hombres". Esto es lo que Freud llama el Unglauben del paranoico. Es decir que el paranoico no cree, en cierto
modo, en los reproches que a él apuntarían; no cree en la cosa que lo habita. Lacan relaciona este Unglauben
freudiano con la forclusión. Este rechazo de la culpabilidad es la negativa a admitir en lo simbólico a los
significantes que constituirían la huella de la Implicación del sujeto: negativa a responder de ellos.

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El melancólico es aparentemente todo lo contrario de un paranoico. A la postulación de inocencia de éste él
opone su postulación de culpabilidad. Mientras que el paranoico arroja la culpa sobre el Otro, el melancólico se
la apropia toda. Ambos absolutizan un extremo de lo que en la neurosis se dialectiza y se mixtura: reivindicación
y culpabilidad. Pero el postulado de la culpabilidad no es toda la melancolía, es solo su vertiente delirante. Lo
prioritario en la melancolía es la inhibición vital y la convicción poderosa y dolorosa de pérdida.
Estos fenómenos deben ser distinguidos de las elaboraciones delirantes, a las que ellos más bien motivan, y
bien podemos suponer, según la vía indicada por Lacan, que se trata de fenómenos de retorno en lo real. El
“rechazo del inconsciente” se trata de ese trastorno en “la articulación más íntima del sentimiento de la vida”,
pues el rechazo del inconsciente descubre la incidencia mortificante del lenguaje. Es ésta, según Colette Soler, la
que se impone aquí en lo real a través de fenómenos que van de la inhibición vital del melancólico a la
excitación maníaca, que perturba la homeostasis del organismo.
Diferencia entre el delirio de pequeñez del delirio de infamia. El primero, desplegando toda la paleta de la
falta-en-tener y de la falta-en-valer, supone siempre la medida de los significantes ideales del Otro. El segundo
importa un reproche más radical, no sometido a los valores del Otro, y que apunta a otra cosa: al corazón
mismo, invisible e invaluable, de "la Cosa". Para sorpresa de Freud, el melancólico es el que se reconoce como
infame. Pero único. El es excepción, pero en la indignidad.
Pero, ¿cómo definir un deber que no esté dictado por el Otro? el psicoanálisis, en lo que le compete, define
un deber sin Otro, pues ahí donde el Otro no responde, esto es, sobre el goce, sólo el sujeto puede responder, y
a él le incumbe la carga del goce. Así pues, ¿de ese goce cuya falta hace al Otro inconsistente, tengo yo la carga?
Si. Ahora bien, si la forclusión implica el rechazo de la regulación fálica y de la castración de goce que ella
implica, se plantea la cuestión de lo que el sujeto psicótico hace con el goce así liberado, sobre el cual el Otro no
ha tenido influjo. El paranoico inocente es el que se niega a responder de él y lo elabora como persecución por
imputación al Otro.
En el melancólico, su posición en cuanto tal es la opuesta y va más bien a contrario de la elaboración
sublimatoria. El delirio de indignidad en sí mismo, que es todo lo que resta de elaboración simbólica en la
melancolía, se propone en la fijeza de la conciencia culpable, cuya inercia contrasta con el dinamismo
Interpretativo del delirio paranoico.

DSM – IV: Trastornos del Estado de Ánimo

La sección de los trastornos del estado de ánimo incluye los trastornos que tienen como característica principal
una alteración de la afectividad o humor. La sección se divide en tres partes:
 Descripción de los episodios afectivos.
 Descripción de los trastornos del estado de ánimo.
 Especificaciones que describen el episodio afectivo más reciente o el curso de los episodios recidivantes.

Episodios Afectivos

Episodio Depresivo Mayor: Criterios

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A. Presencia de cinco (o más) de los siguientes síntomas durante un período de 2 semanas, que representan
un cambio respecto a la actividad previa; uno de los síntomas debe ser (1) estado de ánimo depresivo o (2)
pérdida de interés o de la capacidad para el placer (anhedonia).
Nota: No incluir los síntomas que son claramente debidos a enfermedad médica o las ideas delirantes o
alucinaciones no congruentes con el estado de ánimo.
(1) estado de ánimo depresivo la mayor parte del día, casi cada día según lo indica el propio sujeto (p. ej., se
siente triste o vacío) o la observación realizada por otros (p. ej., llanto). Nota: En los niños y adolescentes el
estado de ánimo puede ser irritable o abúlico.
(2) disminución acusada del interés o de la capacidad para el placer en todas o casi todas las actividades, la
mayor parte del día, casi cada día (según refiere el propio sujeto u observan los demás)
(3) pérdida importante de peso sin hacer régimen o aumento de peso (p. ej., un cambio de más del 5 % del
peso corporal en 1 mes), o pérdida o aumento del apetito casi cada día. Nota: En niños hay que valorar el
fracaso en lograr los aumentos de peso esperables
(4) insomnio o hipersomnia casi cada día. Puede haber capacidad para conciliar el sueño pero ser éste de
mala calidad (despertarse en la noche, etc.).
(5) agitación o enlentecimiento psicomotores casi cada día (observable por los demás, no meras sensaciones
de inquietud o de estar enlentecido)
(6) fatiga o pérdida de energía casi cada día
(7) sentimientos de inutilidad o de culpa excesivos o inapropiados (que pueden ser delirantes) casi cada día
(no los simples autorreproches o culpabilidad por el hecho de estar enfermo). En este caso es necesario
diferenciar que no se trate del tránsito por un duelo normal y si existe la posibilidad de cuestionar esos
sentimientos (diferencia entre certeza o creencia).
(8) disminución de la capacidad para pensar o concentrarse, o indecisión, casi cada día (ya sea una atribución
subjetiva o una observación ajena)
(9) pensamientos recurrentes de muerte (no sólo temor a la muerte), ideación suicida recurrente sin un plan
específico o una tentativa de suicidio o un plan específico para suicidarse.
B. Los síntomas no cumplen los criterios para un episodio mixto.
C. Los síntomas provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas
importantes de la actividad del individuo.
D. Los síntomas no son debidos a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., una droga, un
medicamento) o una enfermedad médica (p. ej., hipotiroidismo).
E. Los síntomas no se explican mejor por la presencia de un duelo (p. ej., después de la pérdida de un ser
querido), los síntomas persisten durante más de 2 meses o se caracterizan por una acusada incapacidad
funcional, preocupaciones mórbidas de inutilidad, ideación suicida, síntomas psicóticos o enlentecimiento
psicomotor.
 Diferenciar si ha tenido un Episodio único o si es Trastorno Depresivo Mayor Recidivante (2 o +
episodios), es decir, si se trata de episodios de dos semanas. En este último caso son interepisódicos sin
episodios maníacos.

Episodio Maníaco: Criterios

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A. Un período diferenciado de un estado de ánimo anormal y persistentemente elevado, expansivo o
irritable, que dura al menos 1 semana (o cualquier duración si es necesaria la hospitalización).
B. Durante el período de alteración del estado de ánimo han persistido tres (o más) de los siguientes
síntomas (cuatro si el estado de ánimo es sólo irritable) y ha habido en un grado significativo:
(1) autoestima exagerada o grandiosidad
(2) disminución de la necesidad de dormir (p. ej., se siente descansado tras sólo 3 horas de sueño)
(3) más hablador de lo habitual o verborreico (taquilalia)
(4) fuga de ideas o experiencia subjetiva de que el pensamiento está acelerado
(5) distraibilidad (p. ej., la atención se desvía demasiado fácilmente hacia estímulos externos banales o
irrelevantes)
(6) aumento de la actividad intencionada (ya sea socialmente, en el trabajo o los estudios, o sexualmente) o
agitación psicomotora.
(7) implicación excesiva en actividades placenteras que tienen un alto potencial para producir consecuencias
graves (p. ej., enzarzarse en compras irrefrenables, indiscreciones sexuales o inversiones económicas alocadas)
C. Los síntomas no cumplen los criterios para el episodio mixto.
D. La alteración del estado de ánimo es suficientemente grave como para provocar deterioro laboral o de las
actividades sociales habituales o de las relaciones con los demás, o para necesitar hospitalización con el fin de
prevenir los daños a uno mismo o a los demás, o hay síntomas psicóticos.
E. Los síntomas no son debidos a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., una droga, un
medicamento u otro tratamiento) ni a una enfermedad médica (p. ej., hipertiroidismo).
Nota: Los episodios parecidos a la manía que están claramente causados por un tratamiento somático
antidepresivo (p. ej., un medicamento, terapéutica electroconvulsiva, terapéutica lumínica) no deben ser
diagnosticados como trastorno bipolar I.

Episodio Mixto: Criterios

A. Se cumplen los criterios tanto para un episodio maníaco como para un episodio depresivo mayor (excepto
en la duración) casi cada día durante al menos un período de 1 semana.
B. La alteración del estado de ánimo es suficientemente grave para provocar un importante deterioro laboral,
social o de las relaciones con los demás, o para necesitar hospitalización con el fin de prevenir los daños a uno
mismo o a los demás, o hay síntomas psicóticos.
C. Los síntomas no son debidos a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., una droga, un
medicamento u otro tratamiento) ni a enfermedad médica (p. ej., hipertiroidismo).
Nota: Los episodios parecidos a los mixtos que están claramente causados por un tratamiento somático
antidepresivo (p. ej., un medicamento, terapéutica electroconvulsiva, terapéutica lumínica) no deben ser
diagnosticados como trastorno bipolar I.

Episodio Hipomaníaco: Criterios

A. Un período diferenciado durante el que el estado de ánimo es persistentemente elevado, expansivo o


irritable durante al menos 4 días y que es claramente diferente del estado de ánimo habitual.

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B. Durante el período de alteración del estado de ánimo, han persistido tres (o más) de los siguientes
síntomas (cuatro si el estado de ánimo es sólo irritable) y ha habido en un grado significativo:
(1) autoestima exagerada o grandiosidad
(2) disminución de la necesidad de dormir (p. ej., se siente descansado tras sólo 3 horas de sueño)
(3) más hablador de lo habitual o verborreico
(4) fuga de ideas o experiencia subjetiva de que el pensamiento está acelerado
(5) distraibilidad (p. ej., la atención se desvía demasiado fácilmente hacia estímulos externos banales o
irrelevantes)
(6) aumento de la actividad intencionada (ya sea socialmente, en el trabajo o los estudios o sexualmente) o
agitación psicomotora
(7) implicación excesiva en actividades placenteras que tienen un alto potencial para producir consecuencias
graves (p. ej., enzarzarse en compras irrefrenables, indiscreciones sexuales o inversiones económicas alocadas)
C. El episodio está asociado a un cambio inequívoco de la actividad que no es característico del sujeto cuando
está asintomático. No presenta ideas delirantes.
D. La alteración del estado de ánimo y el cambio de la actividad son observables por los demás.
E. El episodio no es suficientemente grave como para provocar un deterioro laboral o social importante o
para necesitar hospitalización, ni hay síntomas psicóticos.
F. Los síntomas no son debidos a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., una droga, un
medicamento u otro tratamiento) ni a una enfermedad médica (p. ej., hipertiroidismo).
Nota: Los episodios parecidos a los hipomaníacos que están claramente causados por un tratamiento
somático antidepresivo (p. ej., un medicamento, terapéutica electroconvulsiva, terapéutica lumínica) no deben
diagnosticarse como trastorno bipolar II.

Trastornos del Estado de Ánimo

Trastorno Depresivo Mayor, episodio único

A. Presencia de un único episodio depresivo mayor.


B. El episodio depresivo mayor no se explica mejor por la presencia de un trastorno esquizoafectivo y no está
superpuesto a una esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, un trastorno delirante o un trastorno
psicótico no especificado.
C. Nunca se ha producido un episodio maníaco, un episodio mixto o un episodio hipomaníaco. Nota: Esta
exclusión no es aplicable si todos los episodios similares a la manía, a los episodios mixtos o a la hipomanía son
inducidos por sustancias o por tratamientos o si se deben a los efectos fisiológicos directos de una enfermedad
médica.
Codificar el estado del episodio actual o más reciente: .0 Leve .1 Moderado .2 Grave sin síntomas psicóticos.
3. Grave con síntomas psicóticos .4 En remisión parcial/en remisión total .9 No especificado

Trastorno Depresivo Mayor, recidivante

A. Presencia de dos o más episodios depresivos mayores.

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Nota: Para ser considerados episodios separados tiene que haber un intervalo de al menos 2 meses seguidos
en los que no se cumplan los criterios para un episodio depresivo mayor.
B. Los episodgios depresivos mayores no se explican mejor por la presencia de un trastorno esquizoafectivo y
no están superpuestos a una esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, un trastorno delirante o un
trastorno psicótico no especificado.
C. Nunca se ha producido un episodio maníaco (v. pág. 338), un episodio mixto (v. pág. 341) o un episodio
hipomaníaco (v. pág. 344). Nota: Esta exclusión no es aplicable si todos los episodios similares a la manía, a los
episodios mixtos o a la hipomanía son inducidos por sustancias o por tratamientos, o si son debidos a los efectos
fisiológicos directos de una enfermedad médica.
Codificar el estado del episodio actual o más reciente (v. pág. 384): .0 Leve .1 Moderado .2 Grave sin
síntomas psicóticos .3 Grave con síntomas psicóticos .4 En remisión parcial/en remisión total .9 No especificado

Trastorno Distímico

A. Estado de ánimo crónicamente depresivo la mayor parte del día de la mayoría de los días, manifestado por
el sujeto u observado por los demás, durante al menos 2 años. Nota: En los niños y adolescentes el estado de
ánimo puede ser irritable y la duración debe ser de al menos 1 año.
B. Presencia, mientras está deprimido, de dos (o más) de los siguientes síntomas:
(1) pérdida o aumento de apetito (2) insomnio o hipersomnia (3) falta de energía o fatiga (4) baja autoestima
(5) dificultades para concentrarse o para tomar decisiones (6) sentimientos de desesperanza
C. Durante el período de 2 años (1 año en niños y adolescentes) de la alteración, el sujeto no ha estado sin
síntomas de los Criterios A y B durante más de 2 meses seguidos.
D. No ha habido ningún episodio depresivo mayor (v. pág. 333) durante los primeros 2 años de la alteración
(1 año para niños y adolescentes); por ejemplo, la alteración no se explica mejor por la presencia de un
trastorno depresivo mayor crónico o un trastorno depresivo mayor, en remisión parcial.
Nota: Antes de la aparición del episodio distímico pudo haber un episodio depresivo mayor previo que ha
remitido totalmente (ningún signo o síntoma significativos durante 2 meses). Además, tras los primeros 2 años
(1 año en niños y adolescentes) de trastorno distímico, puede haber episodios de trastorno depresivo mayor
superpuestos, en cuyo caso cabe realizar ambos diagnósticos si se cumplen los criterios para un episodio
depresivo mayor.
E. Nunca ha habido un episodio maníaco, un episodio mixto o un episodio hipomaníaco y nunca se han
cumplido los criterios para el trastorno ciclotímico.
F. La alteración no aparece exclusivamente en el transcurso de un trastorno psicótico crónico, como son la
esquizofrenia o el trastorno delirante.
G. Los síntomas no son debidos a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., una droga, un
medicamento) o a enfermedad médica (p. ej., hipotiroidismo).
H. Los síntomas causan un malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas
importantes de la actividad del individuo.

Trastorno Bipolar I: leer las distintas variaciones (episodio maníaco único, episodio más reciente hipomaníaco,
episodio más reciente maníaco, episodio más reciente mixto, episodio más reciente depresivo, episodio más
reciente no especificado)

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Trastorno Bipolar II:

A. Presencia (o historia) de uno o más episodios depresivos mayores.


B. Presencia (o historia) de al menos un episodio hipomaníaco.
C. No ha habido ningún episodio maníaco ni un episodio mixto.
D. Los síntomas afectivos en los Criterios A y B no se explican mejor por la presencia de un trastorno
esquizoafectivo y no están superpuestos a una esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, un trastorno
delirante o un trastorno psicótico no especificado.
E. Los síntomas provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social/laboral o de otras áreas
importantes de la actividad del individuo.

Trastorno ciclotímico

A.Presencia, durante al menos 2 años, de numerosos períodos de síntomas hipomaníacos y numerosos


períodos de síntomas depresivo que no cumplen los criterios para un episodio depresivo mayor. Nota: En los
niños y adolescentes la duración debe ser de al menos 1 año.
B. Durante el período de más de 2 años (1 año en niños y adolescentes) la persona no ha dejado de presentar
los síntomas del Criterio A durante un tiempo superior a los 2 meses.
C. Durante los primeros 2 años de la alteración no se ha presentado ningún episodio depresivo mayor,
episodio maníaco o episodio mixto.
Nota: Después de los 2 años iniciales del trastorno ciclotímico (1 año en los niños y adolescentes), puede
haber episodios maníacos o mixtos superpuestos al trastorno ciclotímico (en cuyo caso se diagnostican ambos
trastornos, el ciclotímico y el trastorno bipolar I) o episodios depresivos mayores (en cuyo caso se diagnostican
ambos trastornos, el ciclotímico y el trastorno bipolar II).
D. Los síntomas del Criterio A no se explican mejor por la presencia de un trastorno esquizoafectivo y no
están supuerpuestos a una esquizofrenia, un trastorno esquizofreniforme, un trastorno delirante o un trastorno
psicótico no especificado.
E. Los síntomas no son debidos a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., una droga, un
medicamento) o a una enfermedad médica (p. ej., hipertiroidismo).
F. Los síntomas provocan malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras áreas
importantes de la actividad del individuo.

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Unidad 4: Perversiones, violencias y perspectivas sobre nuevas presentaciones de la sexualidad

La concepción clásica de las perversiones

El acceso al universo de las perversiones requiere siempre una prudencia muy grande, ya que en verdad aun
se inscriben en esta categoría consideraciones a veces muy extrañas al campo propiamente psicopatológico.
Sería un error pensar que el referente psicoanalítico subvirtió de una vez por todas las concepciones
etiológicas clásicas que conciernen al proceso perverso. En el mejor de los casos, cuando el referente freudiano
se introduce en la comprensión del proceso perverso, a menudo queda expurgado o purificado de sus
implicaciones más originales.
Retengamos, como ilustración, el conjunto de argumentos propuesto en el Manual Alphabétique de
Psychiatrie, donde se encuentran lado a lado, a propósito de las perversiones, amalgamas teóricas y clínicas
totalmente insuficientes. Detenerse en ellos un momento es la ocasión de situar el aporte extraordinariamente
fecundo que el psicoanálisis en la comprensión del lugar estructural donde se organiza y se despliega el proceso
perverso. Primero hay que distinguir entre “perversión” y “perverso”.
La PERVERSIDAD se refería a un tipo de malignidad actuante, en el individuo, en algunos de sus actos y sus
conductas. Se nos remite al lugar de las apreciaciones morales del comportamiento. ¿Qué se entiende por
perversidad? Según Henry Ey, se trataría de una elección inmoral en las reglas normativas del comportamiento:
“El perverso no solo se abandona al mal, sino que lo desea”.
Este desajuste desarrollado con respecto a las normas se explicaría por una inmadurez de la persona “fijada
en un estadio del desarrollo cuya estructura afectiva se convirtió en la ley de su existencia”. Parecería como si la
perversidad resultara de una orientación episódica del comportamiento, limitada pero identificable incluso en
los individuos “normales”. Por ejemplo, actos de crueldad física y/o moral cometidos bajo el imperio de las
pasiones, actos de vandalismo diverso, gusto por la subversión, la provocación, el escándalo, etc. La perversidad
queda subordinada a una discriminación que se funda exclusivamente sobre criterios sociales o medicolegas.
Henry Ey va más lejos ya que centra directamente el problema de la perversidad en la cuestión de la libertad,
al plantear el espinoso dilema de la intencionalidad deliberada o no del acto perverso correlativa del designio,
premeditado o no, de dañar, en el sentido de una “liberación voluntaria de varias tendencias de la naturaleza”.
Las PERVERSIONES entran en un campo de aptitudes patológicas permanentes del ser, es decir una
desviación de las tendencias normales. Se remite a esa vertiente del inconsciente que se conviene en llamar
instinto, y de allí las definiciones genéricas de “perversiones instintivas”. Pero desde que el campo de las
perversiones se asocia a los procesos de desviación de los instintos, el problema surge al tener que circunscribir
su naturaleza.
Las perversiones estarían igualmente con mucha frecuencia combinadas con déficits intelectuales del tipo de
estados de retraso mental o a desequilibrios constitucionales (hipermotividad, inestabilidad). También podrían
exteriorizarse por medio de psicosis intercurrentes.
El comportamiento social del perverso parecería depender igualmente de su nivel intelectual: su grado de
adaptación social variará en función de su carácter. Una serie de otros componentes patológicos podrían
interferir favorablemente en el sentido de las perversiones. Sería tanto el caso de las epilepsias que agravarían
peligrosamente las reacciones perversas, como el de la histeria que constituiría un catalizador importante en
razón de la anomalía de los instintos y de las crisis que le son específicas.

33
El proceso perverso se detectaría muy temprano en la evolución de la personalidad, dada la presencia de
signos precursores tales como: malignidad, crueldad, violencia de carácter, indisciplina, disimulación y la
mentira.
El perverso regula su conducta sobre la realización de sus deseos, sin consideración por lo que se puede
llamar el sentimiento de la dignidad individual y el respeto del otro, o por carencia de estos elementos
moderadores habituales. En realidad el sentido moral no existe ciertamente como tal. El individuo se adapta
más o menos bien a la vida social, es más o menos apto para conocer y comprender las restricciones que se le
imponen, otorga más o menos consentimiento a sus restricciones.
La perversión se aprehende así en un registro idéntico al de la delincuencia. En este sentido le corresponde el
mismo tipo de “cuidados”.
Subsiste un aspecto de las perversiones que todavía no es abordado: las perversiones sexuales: “toda
tendencia a buscar la satisfacción sexual fuera del acoplamiento fisiológico de un sujeto de la misma especie y
de sexo opuesto”. Se podrían ordenar en 3 géneros:
 Perversiones con respecto a su objeto (homosexualidad, pedofilia, necrofilia y bestialismo).
 Perversiones con respecto a su medio (fetichismo, sadismo, masoquismo).
 Perversiones que obtienen su satisfacción sexual “completa” con los actos preliminares de acoplamiento
(voyeuristas, exhibicionistas y menoseadores).
Los autores parecen concordar sobre la hipótesis de una etiología psicogenética de las perversiones sexuales.
Hipótesis: fijación en particular en la etapa de maduración de la pubertad, en donde el sujeto al experimentar
una activación masiva de la pulsión instintiva sexual, puede dejar de seguir su orientación normal por el
recuerdo de experiencias infantiles que asocian los elementos más variados a una emoción fundamentalmente
ligada a la sexualidad polimorfa, incierta o inconsciente.
A veces la perversión es aceptada sin lucha interior por el sujeto que es entonces un depravado y que se
organiza para satisfacerla haciendo más o menos concesiones a las reglas morales y a las leyes. Muy a menudo
es vivida como una condición dolorosa, como una obsesión.
Esta concepción de las perversiones, por más contemporánea que sea, constituye una ilustración ejemplar de
la inconsciencia clínica que a menudo acompañan no solamente el enfoque del proceso perverso, sino también
a su comprensión. Todo este análisis de las perversiones mantiene una evidente confusión entre rasgos
perversos y manifestaciones perversas.
Las perversiones no pueden ser aprehendidas de otro modo que por referencia a un universo de normas.
Esta debilidad clínica demuestra el desconocimiento evidente del único lugar de inteligibilidad en el que pueden
circunscribirse las perversiones: el campo psicosexual.
Laplanche y Pontalis no dejan de recordar que no se puede hablar de perversiones sino en relación a la
sexualidad. Aun si Freud distingue un cierto número de pulsiones, sin embargo se refiere a la dinámica del
proceso perverso siempre con respecto a las pulsiones sexuales. La concepción psicoanalítica de las perversiones
se revela más económica y más rigurosa por su carácter operatorio e instrumental.
La teoría analítica de las perversiones se funda sobre una organización de conceptos que remiten a
elaboraciones metapsicológicas. Ésta abre una posibilidad de reflexión realmente clínica y teórica.

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El concepto de pulsión en el proceso perverso

El concepto de pulsión, central en la metapsicología freudiana, es un elemento decisivo de la economía


psíquica característica de las perversiones; porque la pulsión es una pieza clave constitutiva de la evolución de la
sexualidad infantil; por otra, porque es el vector psíquico que actualizará el proceso perverso. El concepto de
pulsión le permitirá a Freud definir específicamente el lugar de las aberraciones sexuales (“Tres ensayos sobre
teoría sexual”, 1905) según una doble determinación:
 Desviación respecto al objeto (inversión, impúberes y animales como objeto)
 Desviación relativa al fin sexual (transgresiones anatómicas, fijación de los fines preliminares).
Sobre el enfoque se pueden hacer observaciones:
 En primer lugar, bajo el título de “aberraciones sexuales” Freud retoma una perspectiva de enfoque
absolutamente clásica: “Las perversiones se dividen en dos grandes grupos: primero, aquellas en las que el
fin de la acción es perverso (sadismo, masoquismo, fetichismo, exhibicionismo) y aquellas en las que el
objeto es perverso y en las que la acción es generalmente una consecuencia (homosexualidad, pedofilia,
zoofilia y autoerotismo). La originalidad freudiana reside en el hecho de que desde un principio, las
aberraciones sexuales se apoyan en el concepto de pulsión.
 En segundo lugar, el término perversión solo lo introduce Freud explícitamente en el capítulo de las
desviaciones relacionadas con el fin sexual: “como fin sexual normal se considera la conjunción de los
genitales en el acto denominado coito, que conduce a la solución de la tensión sexual y a la extinción
temporal de la pulsión. Pero aun el acto sexual más normal integra visiblemente aquellos elementos cuyo
desarrollo conduce a las desviaciones que hemos descrito como perversiones. Las perversiones son o a)
transgresiones anatómicas de los dominios corporales destinados a la realización de la unión sexual; o b)
detenciones en aquellas relaciones intermedias con el objeto sexual que, normalmente, deben ser
rápidamente recorridas para alcanzar el fin sexual definitivo”.
La perversión no solo se le presenta a Freud como un proceso que se manifiesta por una desviación del fin de
la pulsión, sino también como una inflación del fin sexual normal. Freud se separa de modo decisivo de todas las
concepciones clásicas de las perversiones entendidas como desviaciones con respecto a normas. Para Freud la
perversión se inscribe directamente en la norma misma. Para Freud no deja de señalar una cierta plasticidad del
proceso de la pulsión sexual. Además, esta modificación en el fin del proceso pulsional encuentra un lugar casi
legitimo en la vida sexual normal de los sujetos.
El psicoanálisis nos muestra que los síntomas no se desarrollan nunca a costa de la pulsión sexual
denominada sexual, sino que representan una conversión de aquellas pulsiones que deberían ser llamadas
“perversas”. Los síntomas se originan en parte, a costa de la sexualidad anormal. La neurosis es, por decirlo asi,
el negativo de la perversión.
 En tercer lugar, confirma el carácter complejo de la pulsión sexual: “podemos deducir que la pulsión
sexual no es, quizás, algo simple sino compuesta, y cuyos componentes vuelven a separarse unos de
otros en las perversiones”. El estudio de las perversiones conduce a Freud a la idea de la pulsión parcial.
En los neuróticos como en los niños, las pulsiones parciales dialectizan el conjunto de la dinámica sexual.
La famosa perversidad polimorfa se instituye en el nucleo de la organización sexual infantil porque la
sexualidad perversa está sujeta a la predominancia de las pulsiones parciales.
Estos componentes pulsionales de la sexualidad, en un principio autónomos, se organizaran
secundariamente, en el momento de la pubertad, bajo el primado de la zona genital. En razón del

35
funcionamiento de sus componentes parciales, la sexualidad del niño es necesariamente perversa puesto que el
juego de las actividades sexuales parcelarias impone otros objetos y otros fines que el objeto y el fin sexual
normal. Estas pulsiones parciales pueden sin embargo persistir como tendencias perversas en el acto sexual
normal bajo la forma del placer preliminar. La organización de las perversiones en el adulto encuentra entonces
su explicación legitima en la reaparición de uno o varios componentes de la sexualidad infantil. Estas resultan de
una regresión a un estado anterior de la evolución libidinal donde el sujeto quedaría electivamente fijado.
En la perspectiva freudiana la sexualidad perversa es, algo que está en el fundamento mismo de la sexualidad
normal como disposición inevitable en el desarrollo psicosexual de todo sujeto. De esta manera de sustrae de
las apreciaciones ideológicas en la medida que ya no es considerada como una deviación o aberración de este
proceso sexual.
En 1905 en su texto “pulsiones y destinos de pulsiones” Freud define muy rigurosamente el fin y el objeto de
la pulsión. Estas nuevas consideraciones permiten comprender las manifestaciones perversas de la sexualidad,
especialmente desde el punto de vista de la plasticidad de los modos de la satisfacción pulsional: “el fin de la
pulsión es siempre la satisfacción que sólo puede ser alcanzada por la supresión de estado de excitación de la
fuente de la pulsión”. Y además introducirá otra precisión con respecto al objeto de la pulsión sexual, un objeto
totalmente variable y solo se elige como objeto de satisfacción posible en función de la historia del sujeto: “el
objeto de la pulsión es aquel en el cual, o por medio del cual, la pulsión puede alcanzar su satisfacción. Es lo mas
variable y no necesariamente algo exterior del sujeto. Es susceptible de ser sustituido indefinidamente. Este
desplazamiento de la pulsión desempeña la función más importante; cuando un objeto aparece ligado de un
modo especialmente intimo y estrecho a la pulsión se habla de una fijación.
El estudio de la sexualidad infantil es la prueba de que no existe esa especificidad sino más bien una
pluralidad de objetos y fines; “las pulsiones sexuales, son muy numerosas, proceden de múltiples y diversas
fuentes orgánicas, actúan al principio independientemente unas de otras y solo ulteriormente quedan reunidas
en una síntesis más o menos perfecta. El fin al que cada una de ellas tiende es la consecución del placer orgánico
y solo después de una síntesis entra al servicio de la procreación, con lo cual se evidencian entonces como
pulsiones sexuales. Se caracterizan por la facilidad con la que se reemplazan unas de otras y por su capacidad de
cambiar indefinidamente de objeto”.
Freud determina cuatro tipos de destinos pulsionales:
 La represión;
 La sublimación;
 La transformación en lo contrario: la cual se resuelve en dos procesos diversos por una lado la vuelta de
una pulsión de la actividad a la pasividad (solo atañe a las metas de la pulsión en donde la meta activa es
reemplazada por la pasiva) y el trastorno en cuanto al contenido (es el caso de la mudanza del amor en odio);
 Orientación contra la propia persona: lo esencial en este proceso es entonces el cambio de via del
objeto, manteniendo inalterada la meta.
Las últimas dos constituyen dos vicisitudes pulsionales directamente activas en las perversiones. Con esta
distinción se suprime la de Inversiones sexuales y perversiones sexuales planteadas en las aberraciones sexuales
en relación a la desviación ya sea del objeto como del fin.
La elaboración conceptual del concepto de pulsión será en el origen de una pluralidad de explicaciones
fundamentales en el campo de las perversiones. Todo el conjunto de concepciones ideologicas y normalizadoras
asociadas a las perversiones se ve invalidado. En este estadio de las elaboraciones freudianas, las perversiones
son especificadas en la medida en que aparecen como la contrapartida de las neurosis. Deja entender que las

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perversiones actualizan en la realidad, modos de satisfacciones sexuales bastante idénticos a los que actúan en
todas las psiconeurosis. El perverso no reprimirá, puesto que actuaría directamente en la realidad, lo que el
neurótico refrena en beneficio de la formación sustitutiva de los síntomas patológicos.
“Pulsiones y sus destinos”- Freud: un concepto básico convencional es el de PULSION, desde el lado de la
fisiología se proporciona el concepto de del estimulo y el esquema del reflejo en donde el estimulo aportado al
tejido vivo desde afuera es descargado hacia afuera mediante una acción. En este sentido, la pulsión seria un
estimulo para lo psíquico. El estimulo pulsional no proviene del mundo exterior, sino del interior del propio
organismo. Por eso opera diversamente sobre el alma y se requieren diferentes acciones para eliminarlo. La
esencia de la pulsión se halla en su proveniencia de fuentes de estimulo situadas en el interior del organismo y
su emergencia como fuerza constante y de ahí derivamos uno de sus ulteriores caracteres, que es su
incoercibilidad por acciones de huida.
Algunos términos relacionados con el de pulsión son:
 Esfuerzo (Drang) es el factor motor, la suma de fuerza o la medida de la exigencia de trabajo que ella
representa. Es una propiedad universal de las pulsiones y aun su esencia misma.
 Meta (Ziel) siempre es la satisfacción, que solo puede alcanzarse cancelando el estado de la estimulación
en la fuente de la pulsión. Los caminos pueden ser diversos, para una pulsión pueden presentarse metas
más próximas o intermediarias, también se puede hablar de pulsiones de “meta inhibida”.
 Objeto (Objekt) aquello en o por lo cual puede alcanzar su meta. Es lo mas variable, no necesariamente
es un objeto ajeno.
 Fuente (Quelle) es aquel proceso somático, interior a un órgano o a una parte del cuerpo cuyo estimulo
es representado en la vida anímica por la pulsión.

“Negación de la realidad, negación de la castración y escisión del yo”

En primer momento introduce le termino negación en relación directa con la castración, “el niño llega a
descubrir que el pene no es un atributo común a todos los seres semejantes a él. Ya es conocido cómo
reaccionan a la primera percepción de la falta del pene en las niñas negando la falta, creen ver el miembro y
salvan la contradicción entre observación y el prejuicio pretendiendo que el órgano es todavía pequeño y
crecerá, poco a poco van llegando a la conclusión de que la niña poseía al principio un órgano análogo al suyo,
del cual fue luego despojada. La carencia de pene es interpretada como el resultado de una castración,
surgiendo entonces en el niño el temor a la posibilidad de una mutilación análoga”. En este pasaje se supone
que la negación se presenta aquí como un proceso de defensa respecto a la castración. La negación no parece ni
rara ni peligrosa para la vida mental de los niños pero en los adultos introduciría una psicosis, en este sentido la
negación actua sobre la realidad exterior, “la neurosis desvaloriza la modificación de las circunstancias reales,
reprimiendo la pulsión de que se trataba; la reacción psicótica hubiera constituido en negar el hecho real”. La
negación se pone en paralelo con la represión: la represión aparece como el mecanismo inductor de las neurosis
y la negación la describe como un proceso inductor de la psicosis. La represión se refiere selectivamente a
formaciones psíquicas que se presentan como exigencias del Ello, mientras que la negación es una recusación de
ciertos aspectos de la realidad.
En su análisis del “Fetichismo” de 1927 Freud pone a prueba ciertas conceptualizaciones metapsicológicas
decisivas sobre la cuestión de las perversiones. Aca plantea que la negación de la realidad no es específica de las

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manifestaciones psicóticas, puesto que se la encuentra ilustrada de una manera ejemplar en una perversión
como el fetichismo. Así mismo, él asociara la negación de la realidad con otro proceso metapsicológico: la
escisión del yo. En el caso del fetichismo, la negación de la realidad actúa electivamente sobre la ausencia del
pene en la madre (mujer), en este sentido se remite a la negación de la castración. En esta perversión, lo que
reina es la persistencia de esta actitud infantil. Esta idea viene así a reforzar la hipótesis de la persistencia del
funcionamiento de las pulsiones parciales. El proceso era: el niño se había negado a tomar conocimiento de la
realidad de su percepción “la mujer no posee pene”. No eso no puede ser verdad, porque si la mujer esta
castrada, una amenaza pesa sobre la posesión de su propio pene, contra lo cual se rebela esa porción de
narcisismo.
El proceso pulsional, se agrupa esencialmente con el de la negación. Una pulsión no puede nunca ser
conocida por el sujeto sino en la medida en que se sostiene en una representación. Puesto que al representante
de la pulsión es una doble entidad: el representante-representación asociado a un quantum de afecto, en el
caso del fetichismo, hay que convenir en que la negación apunta electivamente al representante-
representación. En este caso, se trata de una moción representativa que recusa la falta de pene. La negación,
específicamente centrada en la realidad de la castración en el fetichismo, inaugura así una actitud contradictoria
con la que tiene en cuenta la realidad.
La elaboración del objeto fetiche es la formación de compromiso que interviene entre dos fuerzas psíquicas
en conflicto: en el conflicto entre el peso de la percepción no deseada, y la fuerza del deseo opuesto. “la mujer
posee pene, pero este no es el que era antes. Otra cosa ocupo su lugar como un sustituto y se volvió heredera
del interés que el pene había tenido antes”.
Freud propone como función de la negación en el fetichismo lo siguiente: “esta anomalía se basa en el hecho
de que el paciente, se rehúsa a creer en la falta de pene en la mujer, siéndole esta falta muy penosa porque
representa la prueba de la posibilidad de su propia castración. Por eso rehúsa admitir y se aferra a la convicción
opuesta. Pero la percepción, aunque negada, ha actuado lo mismo y el sujeto, a pesar de todo, no osa pretender
que vio verdaderamente un pene. ¿Qué hace? Elige alguna otra cosa, un objeto al que atribuye el rol de ese
pene del que no puede prescindir. El sujeto se ha creado un fetiche a fin de descubrir toda prueba de una
posibilidad de castración y para escapar así al temor de esta castración”.
Otro aspecto importante respecto del fetichismo es la escisión psíquica del sujeto, en razón de la existencia
de dos representaciones inconciliables entre sí, esta escisión no se le presenta como un proceso activo
solamente en el fetichismo, Freud introduce esta dimensión de la escisión en la descripción metapsicológica de
los estados psicóticos: en lugar de una actitud psíquica, hay dos: una la normal que tiene en cuenta la realidad,
mientras que la otra bajo la influencia de las pulsiones, separa el yo de esta última.
La negación de la realidad en el fetichista pone en evidencia de manera irrecusable que dos actitudes
persisten a lo largo de la vida sin influenciarse mutuamente. Decir que coexisten dos contenidos psíquicos sin
influencia reciproca, es admitir que el perverso no llega totalmente a separar su yo de la realidad exterior. Si la
perversión es una persistencia de uno o de varios rasgos de la perversión polimorfa del niño, ella no impide de
ninguna manera que el proceso sexual pueda encontrar por otro lado soluciones satisfactorias al nivel del
comportamiento normal. La perversión no se explicita solamente como una fijación de la evolución sexual en un
estadio infantil. Según Freud el fetichismo no determina enteramente la elección de objeto, pero autoriza en
mayor o en menor medida, un comportamiento sexual normal.
Freud insiste en que la distinción radical entre las perversiones y las neurosis supone una diferencia de orden
topográfico y estructural. En la neurosis estamos en el seno de una topografía intersistémica puesto que las

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representaciones inconciliables se sitúan entre el yo y el ello. Con el fetichismo y más generalmente en las
perversiones, nos situamos en una topografía intrasistémica porque las representaciones inconciliables
cohabitan en el interior de un mismo sistema, en este caso el proceso de defensa es la negación.
Desde la negación de la realidad, de la castración hasta la escisión del yo, todo ocurre como si, en las
perversiones, los sujetos lograran mantener esa paradoja psíquica que consiste en saber algo de la castración, al
mismo tiempo que no quieren saber nada. La negación de la castración sostenida por la escisión que se le
asocia, inscribe directamente la organización del proceso perverso en la problemática fálica.

Fetichismo (1927) Freud

El fetiche es discernido como una anormalidad por sus adictos pero rara vez lo sienten como un síntoma que
provoque padecimiento. El fetiche es un sustituto del pene. No es el sustituto de uno cualquiera, sino de un
pene determinado, que ha tenido gran significatividad en la primera infancia, pero se perdió más tarde. Para
decirlo con mayor claridad: el fetiche es el sustituto del falo de la mujer (de la madre) en que el varoncito ha
creído y al que no quiere renunciar. El varoncito rehusó darse por enterado de un hecho de su percepción, a
saber que, que la mujer no posee pene. Si la mujer esta castrada, su propia posesión de pene corre peligro, y en
contra de ello se revuelve la porción de narcisismo a ese órgano. A diferencia de la represión, el fetiche hace una
desmentida (Verleugnung) de la percepción que tuvo. La percepción permanece pero realiza una acción muy
enérgica para sustentar su desmentida.
En lo psíquico la mujer sigue teniendo un pene, pero este pene ya no es el mismo que era antes. Algo otro lo
ha reemplazado, fue designado su sustituto que entonces se hereda el interés que se había dirigido al primero.
Ese interés experimenta un extraordinario aumento porque el horror a la castración se ha erigido un
monumento recordatorio con la creación de este sustituto.
Permanece la enajenación respecto de los reales genitales femeninos que no falta en ningún fetichista.
Perdura como el signo del triunfo contra la amenaza de la castración y de la protección contra ella, y le ahorra al
fetichista el devenir homosexual, en tanto presta a la mujer aquel carácter por el cual se vuelve soportable,
como objeto sexual. El fetichista cree gozar todavía de otra ventaja de su sustituto genital. Los otros no
disciernen la significación del fetiche, y por eso no lo rehúsan, es accesible con facilidad y resulta cómodo
obtener la satisfacción ligada con él. Lo que otros varones requieren y deben empeñarse en conseguir, no
depara al fetichista trabajo alguno.
En la instauración del fetiche parece serlo la suspensión de un proceso. Se detiene como a mitad de camino;
se retiene como fetiche la última impresión anterior a la traumática, la ominosa. Entonces, el pie o el zapato
deben su preferencia como fetiches a la circunstancia de que la curiosidad del varoncito fisgoneó los genitales
femeninos desde abajo, desde las piernas. Pieles y terciopelo fijan la visión del vello pubiano. Las prendas
interiores detienen el momento del desvestido.
Hay numerosas e importantes pruebas de la bi-escindida actitud del fetichista frente al problema de la
castración de la mujer. En la construcción del fetiche mismo se han encontrado cabida tanto la desmentida
como la aseveración de la castración. La ternura y la hostilidad en el tratamiento del fetiche se mezclan en
diferentes casos en proporciones desiguales.
Enunciado: El modelo normal del fetiche es el pene del varón, así como ese órgano inferior, el pequeño pene
real de la mujer, el clítoris.

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Fundamentos de la perversión (Miller)

El perverso puede presentarse como capaz de revelar la verdad del goce al no-perverso. Y a veces, un
perverso sufre al detentar un conocimiento del goce sexual que no `puede comunicar.
Esta perversión, esta vuelta al padre, en ningún lugar es más patente, más explícita, que en las homosexuales
femeninas, quienes constantemente vienen con el testimonio de una intensa relación de amor con el padre que
legitima, en este caso, el uso de la palabra freudiana “fijación”, eterna fijación de la homosexual femenina. Una
fijación con una memoria de insatisfacción encontrada por este amor del padre, encontrada con el padre como
objeto de amor, una insatisfacción de este amor seguido por un alejamiento del objeto de amor que se troca en
identificación con él.
Cuando el sujeto se define a sí mismo como homosexual puede esperar un cambio de elección de su objeto o
puede esperar curar sus síntomas, o sea varias insatisfacciones, angustia, depresión, que él cree que se deben a
esta elección de objeto. El analista no puede prometer un cambio de objeto.
El neurótico está en la incertidumbre fundamentalmente sobre la gratificación sexual; el neurótico no sabe
dónde atraparla, lo que mejor sabe es que hay una dificultad en algún lado a este respecto, que hay un déficit en
algún lado acerca de la gratificación sexual. Así que el neurótico busca el objeto perdido en una persecución
laberíntica y esto es lo que llamamos deseo, la verdadera palabra deseo, en su origen. El perverso ha
encontrado el objeto, éste es su problema, él tiene certidumbre sobre su modo de obtener gratificación sexual
pero, cuando viene a análisis, quizás siente que no es lo que debería ser, ha encontrado la gratificación sexual y
no es bueno. Así que, o no la encuentran o la encuentran y no es bueno. Ellos no vienen a vernos para buscar el
objeto perdido, de algún modo lo han encontrado y no tienen nada que esperar del análisis, podemos decir que
la perversión se eclipsa en el diván o el paciente abandona el diván. Con el verdadero perverso, el efecto
conocido desde Lacan como sujeto supuesto saber no surge. El efecto llamado SSS siempre surge en lugar del
goce sexual. El perverso tiene la respuesta, la respuesta que se produce de lo real de su constitución subjetiva.
Tiene una constante inmutable, una acción siempre lista para ser usada “un goce a mano”.
El deseo supone una tolerancia de la ausencia, un no tener, y el deseo, en este sentido, es esencialmente una
pregunta.
El perverso expresa certidumbre respecto de los modos y medios de su goce sexual y eventualmente sufre de
esta certidumbre; al mismo tiempo argumenta la cuestión de su deseo. Como si a otro nivel no estuviera
satisfecho con su cabal satisfacción.
Ésta es la paradoja del perverso analizante: alguien que tiene, en un cierto nivel, una respuesta segura y que,
sin embargo, está perplejo y trabaja, es su perplejidad.
La perversión es un empuje instintual básico, es una estructura altamente compleja, tan sofisticada como
plena de intrincaciones como una neurosis. Reconocemos al perverso como un sujeto. La perversión es un
concepto clínico acompaña toda clase de comportamiento sexual aberrante o anormal. No llamamos perversión
a todos los problemas de la relación con el otro sexo.
Diría que la perversión involucra la noción de acción. Los neuróticos tiene fantasías perversas pero que esto
no es similar ni es un diagnóstico de perversión. Lo que necesitamos es una dimensión del acto, es decir, un sexo
más amplio. Diría que la fantasía no es suficiente para ningún diagnóstico de perversión.
Si es concepto biológico de sexo implica una complementariedad de los dos sexos, en una tesis de libido
sexuada, la perversión es un testimonio de que los seres humanos, los sujetos, pueden buscar la gratificación
sexual fuera del normal acoplamiento biológico del sexo. Freud creo con la libido un concepto para la

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gratificación sexual que puede ser realizada de varias maneras, no diría de infinitas maneras, pero sí de muchas
maneras.
Objeto de libido, es un objeto de libido para el objeto libidinal. Al objeto de libido podemos creer que lo
vemos materialmente, el fetichismo significa que esta belleza no es nada, sino es sostén para el objeto de libido
y hasta el punto de que este objeto de libido tomara el lugar de este objeto de la elección. Primero, la mujer con
tacos altos y luego sólo los tacos altos. Debemos distinguir entre objeto de la elección y objeto de libido.
El objeto a de Lacan es satisfacción como objeto, o sea, al mismo tiempo que distinguimos entre instinto y
pulsión, debemos distinguir entre objeto de la elección de objeto de libido que es la satisfacción como objeto.
La perversión polimorfa del niño como algo que ya sabemos, significa que para Freud la perversión es
“natural”, o sea, que la perversión es primara, que la perversión es más primitiva que la norma, que la norma es
secundaria, eventualmente cultural para Freud (no para Lacan). Pero esto no tiene sentido si no admitimos que
la pulsión es perversa como tal y que la perversión es la norma de la pulsión. La tesis de Lacan sobre esto es que
no hay pulsión hacia el otro sexo como tal, sólo hay pulsión hacia el objeto de libido, sólo hay satisfacción parcial
como objeto. Entonces, tomar a una persona entera como objeto no se relaciona con la pulsión, sino que
introduce el amor.
Lacan va a decir: si no hay relación sexual, si no hay fórmula sexual fija, hay perversión en el lugar de lo que
no existe como fórmula sexual fijada. Y eso es la perversión, es decir: innovación, invención de caminos de
relación con el otro sexo; la perversión es también un camino para relacionarse con el otro sexo.
Si decimos que las pulsiones son esencialmente perversas, tenemos un nivel de perversión generalizada, de
una perversión primaria y generalizada, perversión para todos.
El fin de al cura según Lacan no es completar la normalización o reabsorber los residuos no normalizados, el
fin de la cura es soberanía para la perversión. El normalizador del psicoanálisis es presentado como el complejo
de Edipo. La perversión está ligada a la pulsión que no ha pasado por el normalizador. Y diría que la perspectiva
psicoanalítica clásica sobre la perversión se opuso a cualquier aproximación biológica a la perversión, pero
también a muchos enfoques psicoanalíticos crípticos.
El enfoque psicoanalítico clásico es que el operador “n” funciona siempre (es decir en la perversión), o sea,
que la perversión se enfoca fundamentalmente desde el complejo de Edipo, así como el complejo de castración.
Cuando no se tiene más nada para interpretar podemos decir surge la pulsión, la cual es el instrumento de
interpretación. Y la pulsión no pregunta el camino, por eso se puede decir que la perversión es cuando no piden
permiso, a diferencia del neurótico, que para el deseo pedir es esencial, tiene que preguntar su camino, el
objeto “a” más esencial es la neurosis es la demanda. El deseo es el que va planeando, mientras que la pulsión
conoce su camino. Pero en verdad, la pulsión sabe su camino hacia la satisfacción como objeto.
Podemos conectar satisfacción y castración, ¿qué es castración en Freud? Es un sacrificio de satisfacción. Y,
precisamente, es el sacrificio de la satisfacción a mano, es precisamente el sacrificio de la masturbación como
pre condición de la apertura al otro sexo.
Lacan situó precisamente la castración como el efecto fundamental del lenguaje sobre la satisfacción.
Cuando hablamos de la perversión como restringida, como una estructura clínica, la presentamos primeramente
como un modo especial de negar la castración, es decir, rechazo del necesario sacrificio de la satisfacción. Lacan
califica la operación perversa como retornar el goce al Otro, o sea devolver el objeto “a” al Otro. La perversión
puede ser referida como miedo a la castración, miedo a la castración del Otro.
Para Lacan hay dos modos que el distingue en la perversión, califica estos elementos necesarios para
suplementar al Otro: primero, en el registro del deseo; segundo en el registro del goce. O sea, primero ser el falo

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que falta al Otro y esto es el tópico de la identificación al objeto imaginario del deseo como falo, segundo en el
nivel del goce y es fórmula para la perversión; la primera es ser el falo, la segunda fórmula en el nivel del goce es
ser el objeto “a”.
Si ustedes toman la fórmula de que hay negación del Otro en la perversión, es una falsa aproximación; por el
contrario, el perverso necesita que el otro exista. Por ejemplo, el perverso necesita al otro mucho más que un
obsesivo, un neurótico obsesivo no necesita a nadie y es muy difícil para un obsesivo abrirse. Y el obsesivo pasa
mucho tiempo hablando consigo mismo, por ejemplo, intrasubjetividad diría y no intersubjetividad.
EL exhibicionista necesita al otro. Es interesante mostrar los propios genitales a una mujer y tratar de
producir vergüenza en el otro, la vergüenza por no ser igual. Asique el exhibicionista trata de hacer existir a la
mujer, podemos decir que la mujer solo existe para el exhibicionista.
El voyeurismo es tratar de ver a la mujer dedicada al goce de su propio cuerpo y sbaiendo que aun sola es
mirada por otro.
La interpretación lacaniana del exhibicionismo y del voyeurismo es así: el exhibicionismo es hacer aparecer
en el otro la mirada, hacerla aparecer en el otro.
El voyeur pone la mirada para obstruir el agujero del otro, pone la mirada para ser el todo del otro. Si la
sublimación supone que le objeto no existe y se puede crear algo, y la perversión, al contrario, debe hacer existir
al otro para ser el instrumento de su goce. Por eso la sublimación a menudo es la salvación de la perversión.

Apuntes de clase: Perversión

Según Freud: en relación a la psiquiatría clásica la idea de perversión estaba en relación a la sexualidad desviada
de los fines normales. Cualquier desviación del objeto o meta sexual definía el tipo de perversión.

 Normal: aquello en relación a un objeto determinado, del sexo contrario y maduro y la meta era la
reproducción sexual.
 Desviación: respecto al objeto, no como una estructura sino como una animalia en lo sexual (pedofilia,
homosexualidad zoofilia, necrofilia). Con respecto a la meta en donde no se unían los genitales
(fetichismo, voyeurismo, sadismo).

Existiría un objeto y una meta especificado que sería un instinto diferente de lo que Freud planteaba como
pulsión, concepto fronterizo entre lo psíquico y lo somático representante de los estímulos que provienen del
interior. El concepto está compuesto por una meta y un objeto, y una fuente.
No tiene un objeto determinado, hay una soldadura entre la pulsión y el objeto, no es una unión natural sino
contingente y hace que el objeto sea incierto, este depende de que ese deseo surja y se enlace y así se suelde a
la pulsión.
En el apartado de las aberraciones sexuales se plantea otra característica que es que la pulsión en un
comienzo es parcial y se satisface con objetos parciales hasta que después en algún momento estas se sinteticen
en una total, cerca de la pubertad, para formar el placer previo de la relación sexual.
Para Lacan lo que permite salir de la perversión es el amor, el yo elige al otro porque tiene algo que a mí me
falta y esto se llama condición fetichista del amor, esto hace que totalicemos en un mismo objeto se podrían
sintetizar las corrientes de amor y la sexual. “el amor es dar lo que no se tiene a quien no lo es”
Según Freud tendríamos que considerar patología si hay fijeza y exclusividad, siempre eso y exclusivamente
eso. No hay otra cosa que cause placer. Lo contingente se hizo necesario, exclusivo y fijo. El desarrollo de la

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pulsión requiere que diferentes partes del cuerpo vallan tomando protagonismo. Lo sexual es lo que va en busca
de la satisfacción. Lo que es imposible se vuelve posible: el goce, el perverso goza de verdad.
El perverso tiene certeza en relación a su goce sexual.
En “Fetichismo” plantea que el mecanismo propio de la perversión es el de la desmentida, no significa en el
sentido psicótico sino que acepta la falta pero la desmiente y a partir de este momento se crea una escisión para
toda la vida. Por un lado el Yo sostiene la realidad y por otro plantea lo contrario. Él acepta la ley pero sostiene
el deseo opuesto: clivaje del yo. El acepta pero desmiente y como consecuencia se produce la escisión del yo
Lacan en el seminario V dice que la perversión tergiversa quien es el que dicta la ley.la madre usurpa la ley
paterna y hace las dos cosas, interdicta y lo convoca para su propio deseo, lo seduce. Por otro lado el niño elige
entre quedarse en esa ambivalencia o no. Lacan ya habla de una posición del ser y no de características de la
sexualidad para hablar de un modo de subjetivar o resolver la castración.
Fantasma: es la primera respuesta que el sujeto se da cuando se enfrenta a la castración.
Lacan en un primer momento conceptualiza sobre el matema de la perversión. Lo que completa al otro es el
falo, lo que haría que la madre sea fálica:

En un segundo momento plantea que el perverso se hace objeto a instrumento para el goce del Otro. Lo que
busca es el goce del Otro, trabaja para el goce del otro.

El perverso va más allá del goce. El perverso sabe como instrumentar cual es la necesidad del gran Otro.
Busca que el gran Otro goce pero esto causa angustia. El efecto es siempre en el Otro sino la angustia se vuelve
hacia él. Lo que quiere sacarse de encima es la división subjetiva por eso divida al Otro
Fantasma de la perversión:
Algunas características: el perverso sabe y sabe hacer, hay desafío y transgresión, mas saben de la ley para
poder transgredirlas.
Voluntad de goce: es el nombre que recibe el deseo en la perversión: cómo este se las arregla para saber que
él no desea sino que está dirigido por una voluntad de hacer gozar al Otro. Es la forma perversa de desmentir
que estaría habitado por algún deseo. Intenta asimilar el deseo a una voluntad, el que sujeto se dirige siguiendo
esa voluntad, por ello no se hacen responsables ni sienten culpa. Se intenta ir más allá del placer hacia una
experiencia de dolor.

Trastornos de la Personalidad – DSM IV

Definición de un “Trastorno de la personalidad” (antiguamente denominado “psicopatía”): “Un trastorno de


la personalidad es un patrón permanente e inflexible de experiencia interna y de comportamiento que se aparta
acusadamente de las expectativas de la cultura del sujeto, tiene su inicio en la adolescencia o principio de la
edad adulta, es estable a lo largo del tiempo y comporta malestar o perjuicios para el sujeto.”
Trastornos de personalidad incluidos en esta sección:
 El trastorno paranoide de la personalidad es un patrón de desconfianza y suspicacia que hace que se
interpreten maliciosamente las intenciones de los demás.
 El trastorno esquizoide de la personalidad es un patrón de desconexión de las relaciones sociales y de
restricción de la expresión emocional.

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 El trastorno esquizotípico de la personalidad es un patrón de malestar intenso en las relaciones
personales, distorsiones cognoscitivas o perceptivas y excentricidades del comportamiento.
 El trastorno antisocial de la personalidad es un patrón de desprecio y violación de los derechos de los
demás.
 El trastorno límite de la personalidad es un patrón de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la
autoimagen y los afectos, y de una notable impulsividad.
 El trastorno histriónico de la personalidad es un patrón de emotividad excesiva y demanda de atención.
 El trastorno narcisista de la personalidad es un patrón de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de
empatía.
 El trastorno de la personalidad por evitación es un patrón de inhibición social, sentimientos de
incompetencia e hipersensibilidad a la evaluación negativa.
 El trastorno de la personalidad por dependencia es un patrón de comportamiento sumiso y pegajoso
relacionado con una excesiva necesidad de ser cuidado.
 El trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad es un patrón de preocupación por el orden, el
perfeccionismo y el control.
 El trastorno de la personalidad no especificado es una categoría disponible para dos casos: 1) el patrón de
personalidad del sujeto cumple el criterio general para un trastorno de la personalidad y hay características
de varios trastornos de la personalidad diferentes, pero no se cumplen los criterios para ningún trastorno
específico de la personalidad; o 2) el patrón de personalidad del sujeto cumple el criterio general para un
trastorno de la personalidad, pero se considera que el individuo tiene un trastorno de la personalidad que
no está incluido en la clasificación (p. ej., el trastorno pasivo-agresivo de la personalidad).

Los trastornos de la personalidad están reunidos en tres grupos que se basan en las similitudes de sus
características:
 El grupo A incluye los trastornos paranoide, esquizoide y esquizotípico de la personalidad. Los sujetos con
estos trastornos suelen parecer raros o excéntricos.
 El grupo B incluye los trastornos antisocial, límite, histriónico y narcisista de la personalidad. Los sujetos
con estos trastornos suelen parecer dramáticos, emotivos o inestables.
 El grupo C incluye los trastornos por evitación, por dependencia y obsesivo-compulsivo de la
personalidad. Los sujetos con estos trastornos suelen parecer ansiosos o temerosos.

Criterios diagnósticos generales para un trastorno de la personalidad:


A. Un patrón permanente de experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las
expectativas de la cultura del sujeto. Este patrón se manifiesta en dos (o más) de las áreas siguientes:
(1) cognición (p. ej., formas de percibir e interpretarse a uno mismo, a los demás y a los acontecimientos)
(2) afectividad (p. ej., la gama, intensidad, labilidad y adecuación de la respuesta emocional)
(3) actividad interpersonal
(4) control de los impulsos
B. Este patrón persistente es inflexible y se extiende a una amplia gama de situaciones personales y sociales.
C. Este patrón persistente provoca malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral o de otras
áreas importantes de la actividad del individuo.

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D. El patrón es estable y de larga duración, y su inicio se remonta al menos a la adolescencia o al principio de
la edad adulta.
E. El patrón persistente no es atribuible a una manifestación o a una consecuencia de otro trastorno mental.
F. El patrón persistente no es debido a los efectos fisiológicos directos de una sustancia (p. ej., una droga, un
medicamento) ni a una enfermedad médica (p. ej., traumatismo craneal).

Trastorno Antisocial de la personalidad

Es equivalente a lo que en psicoanálisis llamamos “perversión”, y antiguamente ha sido denominado como


“psicopatía” o “sociopatía”. Tres características importantes en estos casos son: 1) Falta de CONSCIENCIA de
enfermedad, el padecimiento es “egocintónico” (el trastorno está en sintonía con el yo) y el conflicto siempre
aparece en el lazo con el otro; el sujeto tiene un modo de ser estable y se trata de una afección más bien
crónica; es muy difícil de modificar ya que no se presentan a consulta ni hay lugar a la demanda.
El trastorno Antisocial de la personalidad se define como un patrón general de desprecio y violación de los
derechos de los demás que se presenta desde la edad de 15 años, como lo indican tres (o más) de los siguientes
ítems:
(1) fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como lo indica
el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención
(2) deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener un
beneficio personal o por placer
(3) impulsividad o incapacidad para planificar el futuro
(4) irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones
(5) despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás
(6) irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o de
hacerse cargo de obligaciones económicas
(7) falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber dañado, maltratado o
robado a otros.
B. El sujeto tiene al menos 18 años.
C. Existen pruebas de un trastorno disocial que comienza antes de la edad de 15 años.
D. El comportamiento antisocial no aparece exclusivamente en el transcurso de una esquizofrenia o un
episodio maníaco.

En el trastorno antisocial de la personalidad HAY consciencia del ACTO que se lleva a cabo, lo cual es
diferente de no tener consciencia de la enfermedad que se padece. Por esta razón, el sujeto con trastorno
antisocial de la personalidad es imputable por los delitos que cometa (a diferencia de un psicótico, por ejemplo).
El engaño y la manipulación son las características principales de este trastorno. Otra de sus características es
que es “egocintónico”, por lo cual el individuo no subjetiva su modo de ser como un problema. Por esta razón,
una de las principales precauciones a tener en cuenta es la posibilidad de entrevistar al medio social del sujeto,
ya que son ellos quienes sufren las consecuencias. Esta es también la razón por la cual las personas con esta
afección no llegan al sistema de salud pública a menos que sean denunciados por otros.
Este trastorno puede comenzar en la infancia, aunque en este caso no se denomina automáticamente como
trastorno antisocial, sino que se lo diagnostica como trastorno “DISOCIAL”. Esto se argumenta lógicamente

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según el hecho de que en la infancia aún se están asimilando las normativas y leyes sociales. Un ejemplo podría
ser maltratar a los animales, robar algo de alguna tienda, etc.

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Unidad 5: Las Neurosis y la ansiedad

Neurosis obsesiva

Las neurosis obsesivas son parte de las psiconeurosis freudianas. En ellas reconducimos el síntoma a un
conflicto inconsciente: un síntoma de un sujeto histérico u obsesivo es reconducible a un conflicto psíquico por
la vía de las palabras. Si alguien habla podemos llegar a un conflicto inconsciente gracias a que alguien habla de
ese síntoma y cuando lo hace se deja llevar, es decir que no lo hace solo desde el Yo y la consciencia (cuando
esto sucede estamos ante un mecanismo de racionalización).

Fenomenología de la neurosis obsesiva (síntomas)


En la neurosis obsesiva existe la presencia de una IDEA OBSESIVA (p. ej. “Cada vez que veo un perro tengo
que decir de qué raza es porque sino algo malo le sucederá a mi novia) parasitaria, es decir, que se le impone al
sujeto sin que él lo predisponga y que puede conllevar ANGUSTIA y ser verdaderamente displacentero. Cuando
el sujeto siente que esto dificulta demasiado su vida cotidiana y la situación se hace insostenible, lleva a cabo un
ACTO OBSESIVO para que esa idea no aparezca (“Ahora, cada vez que veo un perro, para que esa idea no se me
ocurra, tengo que atarme los cordones”). Esto forma parte de lo que llamamos COMPULSIÓN porque mediante
ese acto se logra conjurar, disolver, evitar o evadirse de aquella idea obsesiva. Entonces, ante el temor de que
ésta aparezca, se lleva a cabo el acto obsesivo. Ambos se constituyen como síntomas.
Es importante resaltar que la idea se le IMPONE al sujeto en la consciencia pero pertenece a su Yo, proviene
‘desde dentro de su yo’, la persona reconoce esa idea como propia. Si esa idea proviniera ‘desde fuera del yo’
hablaríamos de un Fenómeno Elemental (una Alucinación), por eso es importante poder diferenciarlos. Otro
aspecto que debemos tener en cuenta para hacer esta distinción es si esa idea comporta una CERTEZA o no. Si
comporta una certeza el sujeto que la padece no solo la va a vivir como que viene de afuera del yo sino que le
resulta totalmente natural y obvia la situación: no hay DUDA.
En el DSM esto se denomina TRASTORNO OBSESIVO COMPULSIVO (TOC). “Obsesivo” por las ideas,
“Compulsión” por el acto que se le impone y que no puede evitarse. Aunque esta fenomenología no esté tan
marcada, sí tiene que haber una DUDA instalada a nivel del pensamiento que implique un GOCE en el
pensamiento muy superior a cualquier otra manera de gozar: el goce del pensamiento de un neurótico obsesivo
es significativo, crucial y está determinado por la duda. Es un sujeto que duda de todo lo que puede aunque no
tenga estrictamente la forma fenomenológica de la neurosis obsesiva. Freud adelanta esto en su texto sobre el
hombre de las ratas con su frase “Quien duda de su amor duda de todo”: esto es lo que el sujeto neurótico
obsesivo más padece.
En cuanto al tratamiento de un sujeto neurótico obsesivo, no se le puede proponer, por ejemplo, que
sustituya un pensamiento por otro más adecuado, porque eso produciría una asunción cada vez mayor en la
escalada de pensamientos: si nos ponemos a pensar con él nunca saldrá de la maraña de pensamientos que él
mismo se propina porque goza con eso.
Entonces en cuanto a la neurosis la idea sería que teniendo en cuenta estos y otros elementos, logramos que
una persona reconduzca sus ideas o sus cavilaciones hacia lo REPRIMIDO. Una de las posibles formas de llegar a
ese contenido inconsciente (que ya forma parte de la clínica) sería asociando las palabras de aquella idea
obsesiva que se le impone (p. ej. “¿qué se te ocurre con ‘perro’?”). Una de las maneras sería, según Freud, a
partir de una “asociación por el sentido” o “asociación externa” (“Soy un perro jugando al fútbol), donde se

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produce asociación por el sentido de la palabra. Cuando es una “asociación por el sonido” o “asociación
interna”, el sujeto debe evocar aquello que le suena en relación con la palabra (p. ej. perro: “erro”; siempre me
equivoco, cuando tengo que hacer las cosas bien me salen mal, etc.). Esto sirve para advertir que en la neurosis,
tanto histérica como obsesiva, esto es posible gracias a que el síntoma se constituye con el mecanismo de la
REPRESIÓN y por eso también podemos intentar hacer ese trabajo de desciframiento. Cuando hablamos de
“levantar la represión” hacemos alusión a esta serie de asociaciones que se pueden ir dando. Por ejemplo, que
la primera asociación sea “me decían que soy un perro jugando al fútbol” (erro, errar, etc.), pero que luego
aparezca otra escena sádica con un exceso de satisfacción que también pone en escena el significante “perro”;
p. ej. una escena infantil sádica con un exceso de satisfacción que consistió en tomar a un perro y golpearlo
fuertemente. Esto, en su inconsciente quedó grabado con un exceso de satisfacción pero que debió reprimirse.
Entonces se debió producir una separación de la REPRESENTACIÓN (perro) y el AFECTO (satisfacción). Entonces
la representación quedará libre mientras que el afecto se desplaza a la angustia en la idea obsesiva o (…): no
están unidos porque eso se torna insoportable, el sujeto no puede contactarse fácilmente con su sadismo. Esto
se da en la neurosis obsesiva. En la neurosis histérica en la escena primordial existe un menos de afecto, un
déficit de satisfacción: el menos implica que el exceso está del otro lado, que se goza del sujeto, que se siente
satisfacción cuando se goza de ella y se la toma como objeto. Ambas se reprimen. Posteriormente, cada
representación que entra en contacto con ese núcleo va a ser reprimida.
En el texto de 1896 “Nuevas puntualizaciones sobre neuropsicosis de defensa” Freud va a explicar la neurosis
obsesiva mediante 4 pasos (apartado “Naturaleza y mecanismo de la neurosis obsesiva”).
1. Primer episodio, Escena primordial.
2. Cómo el sujeto se defiende de eso.
3. Estabilización
4. Sobrevienen los síntomas y cómo se intenta conjurarlos nuevamente (en el hombre de las ratas esto es
el “desencadenamiento”). A cada descompensación de la vida psíquica el sujeto le responde intentando
defenderse de eso, pero defendiéndose enfermo. Con la primera defensa se forman los rasgos de
carácter y con la segunda, los síntomas.
En la etiología de la neurosis obsesiva tienen las experiencias sexuales de la temprana infancia la misma
significación que en la histeria; pero no se trata ya de la pasividad sexual, sino de agresiones de este orden,
llevadas a cabo con placer o de una gozosa participación en actos sexuales; esto es, de actividad sexual.
Por otra parte, en el fondo de todos mis casos de neurosis obsesiva he hallado síntomas histéricos, que el
análisis demostraba dependientes de una escena de pasividad sexual anterior a la intervención sexual activa. A
mi juicio, esta coincidencia es regular y la agresión sexual prematura supone siempre una experiencia pasiva
anterior (la hipótesis será entonces que el factor que decide si de los traumas infantiles ha de surgir una histeria
o una neurosis obsesiva se halla relacionado con las circunstancias temporales de la libido).
La esencia de la neurosis obsesiva puede encerrarse en una breve fórmula: las representaciones obsesivas son
reproches transformados, retornados de la represión, y referentes siempre a un acto sexual de la niñez ejecutado
con placer. Para explicar esta fórmula será necesario describir el curso típico de una neurosis obsesiva:
1) Los sucesos que contienen el germen de la neurosis se desarrollan en un primer período, al que podemos
dar el nombre de «la inmoralidad infantil». Primero, en la más temprana infancia, tienen efecto las
experiencias pasivas, que más tarde hacen posible la represión, sobreviniendo luego los actos de agresión
sexual contra el sexo contrario, los cuales motivan ulteriormente los reproches.

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2) A este período pone fin la iniciación de la «maduración» sexual. Al recuerdo de aquellos actos placenteros se
enlaza entonces un reproche, y la conexión en que se hallan con las experiencias iniciales de pasividad hace
posible luego su represión y sustitución por un síntoma primario de defensa.
3) Los escrúpulos, la vergüenza, la consciencia moral, la desconfianza en sí mismo son síntomas de este orden
(síntomas primarios de la defensa), con los cuales comienza el tercer período: el de la salud aparente y, en
realidad, de la defensa conseguida. [Esto ya puede observarse como signos de carácter en algunos sujetos;
por eso son defensas “logradas”, porque son muy funcionales en la vida de un individuo, por supuesto que
al precio de una rigidez notable].
4) El período siguiente -el de la enfermedad- se caracteriza por el retorno de los recuerdos reprimidos, o sea,
por el fracaso de la defensa. Los recuerdos reanimados y los reproches de ellos surgidos no pasan nunca a la
consciencia sin sufrir grandes alteraciones, y así, aquello que se hace consciente como representaciones y
afectos obsesivos, sustituyendo para la vida consciente el recuerdo patógeno, son transacciones, las
FORMACIONES DE COMPROMISO entre las representaciones reprimidas y las represoras.
Esta formación de compromiso es el resultado de dos tendencias contrapuestas (la formación de compromiso
es una de las tantas maneras por las que Freud define el síntoma).
Al lado de estos síntomas transaccionales, que significan el retorno de lo reprimido, y con ello el fracaso de la
defensa primitivamente conseguida, forma la neurosis obsesiva otros, de un origen totalmente distinto. El yo
intenta, en efecto, defenderse de las ramificaciones del recuerdo, inicialmente reprimido, y crea en esta lucha
defensiva síntomas que podríamos reunir bajo el nombre de «defensa secundaria». Son estos síntomas, en su
totalidad, «medidas preventivas», que prestan buenos servicios en la lucha contra las representaciones y los
afectos obsesivos. Si estos elementos auxiliares consiguen efectivamente en la lucha defensiva reprimir de
nuevo los síntomas del retorno, impuestos al yo, la obsesión se transferirá a las medidas preventivas mismas, y
creará una tercera forma de la «neurosis obsesiva»: los actos obsesivos. Estos actos no son nunca primarios ni
contienen otra cosa que una defensa y jamás una agresión.
Esto está relacionado al acto obsesivo y a la “Manía de duda” (término psicopatológico muy importante en
esa época), por ejemplo, la manía de dudar siempre lo mismo (cerré o no el auto, etc.). Freud propone que en
cada una de esas manías habría que preguntarse por qué se duda con eso y conformar una narrativa que
reconduzca a la cadena de pensamientos inconscientes.

A propósito de un caso de neurosis obsesiva (1909): caso HOMBRE DE LAS RATAS

Por un lado está el nombre que Freud le pone al caso, “El hombre de las Ratas”, por lo cual podemos
preguntarnos por qué lo llama de esa manera y si en esa palabra “ratas” se juega algo importante.
“Ratas” entonces es el “Ratten” que tiene, por un lado, el goce de la tortura (que está asociada a sus peores
temores pero entonces también hay un goce muy fuerte implicado allí) y todo lo devenido, en términos
pulsionales, de la pulsión anal predominante: hay una satisfacción de la pulsión anal predominante además de la
otra pulsión predominante en la neurosis obsesiva que es la mirada (lectura lacaniana) que libidiniza todo lo que
puede con la mirada. Pero por otro lado, está toda la cadena de significantes que conducen al “ratten”: uno de
ellos es “Spiel Ratte” que alude a la deuda del padre, la cual es muy importante porque el hombre de las ratas
arma toda su duda respecto del pago que debía hacer en función y asociativamente a esa deuda. Otro es
“Raten” que significa ‘cuota’ o ‘dinero’, y también “Heiraten” que significa ‘casamiento’. Estos y todos los demás
significantes estaban incluidos en los significados que él iba dando en su relato, pero el significante en cuestión

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era “ratten”, que de todas formas está incluido en todas las demás palabras. Entonces tenemos por un lado el
significante y por otro lado todos los demás significados; y ESE significante comporta un GOCE: eso es un
síntoma. Tenemos aquí una nueva definición: tenemos el ratten en tanto y en cuanto implica UN significante, Un
goce y Múltiples significados, pero ese significante está en todas las otras palabras, es decir que el significante es
uno, pero sus significados cambian.
La pulsión anal retiene y descarga y esto sucede a nivel corporal, por lo tanto eso puede valer para la pérdida
no solo del objeto anal sino también las pérdidas en diferentes zonas del cuerpo, por ejemplo, el ceder la
palabra hablando (retiene sus palabras y de paso prolifera su pensamiento). Por eso la PÉRDIDA en el neurótico
obsesivo está jugada en la RETENCIÓN que tiende a hacer del OBJETO o bien en la PURA PÉRDIDA, algo que se
expulsa y se pierde y, por ejemplo, le cuesta localizar el valor de sus producciones.
Por otro lado esto va de la mano con lo que llamamos la PROCRASTINACIÓN: siempre dejar lo que se tiene
que hacer para más adelante; el acto siempre se deja para después, mediante diferentes justificaciones. Esto
también es una consecuencia de no hacer y de pasar todo por el campo del pensamiento.
También existe un anclaje de la AGRESIVIDAD del obsesivo casi constitutiva porque en esa primera escena
hay placer en la agresión, entonces posteriormente este sujeto debe enfrentarse a eso, porque ante
determinadas cosas, el exceso, la satisfacción y el goce se los juega desde este punto, por ejemplo, el goce de las
ratas es un goce en la tortura. Es decir que siempre va a tener que vérselas con el sadismo, hacia los demás y
hacia sí mismo inevitablemente. Esto se da al nivel de las relaciones: será un sujeto que despliegue su
agresividad o bien que la redirija hacia sí (a partir de mecanismos como trasformación en lo contrario, vuelta
hacia sí mismo e inversión de contenido: amor-odio).
El conflicto esencial del sujeto neurótico obsesivo en términos de las pasiones se juega entre el AMOR y el
ODIO.
En el apartado “El complejo paterno y la solución de la idea de las ratas”, Freud realiza una construcción de
cuando el niño tenía 6 años. Hacía estas construcciones juntando elementos e hipotetizando. Entonces escribe:
“Apoyado en este y parecidos indicios, me atreví a formular una construcción: de niño, a la edad de 6 años, él ha
cometido algún desaguisado sexual entramado con el onanismo, y recibió del padre una sensible reprimenda.
Este castigo habría puesto fin al onanismo, sí, pero por otra parte dejó como secuela una inquina inextinguible
contra el padre y fijó para todos los tiempos su papel como perturbador del goce sexual”. Aquí podemos
encontrar un punto donde se aclara la relación del hombre de las ratas con su padre que, por supuesto, era un
padre castrador, porque censura el acto masturbatorio y entonces se erige como perturbador del goce sexual.
Luego prosigue: “Para mi gran asombro, el paciente informó entonces que su madre le había contado repetidas
veces un suceso así de su primera infancia, y evidentemente no había caído en el olvido porque se anudaban al
suceso cosas bien singulares. Pero su propio recuerdo no sabía nada de eso. Ahora bien, he aquí el relato:
Cuando él era todavía muy pequeño (…) debe haber emprendido algo enojoso, por lo cual el padre le pegó. Y
entonces el pilluelo fue presa de una ira terrible e insultaba todavía bajo los golpes del padre. Pero como aun no
conocía palabras insultantes, recurrió a todos los nombres de objetos que se le iban ocurriendo, y decía: “¡Eh,
tú, lámpara, pañuelo, plato!”, etc. El padre, sacudido, cesó de pegarle y expresó: “¡Este chico será un gran
hombre o un gran criminal!”. Esta puede considerarse como una escena fantasmática en la que hay un dicho del
padre que sanciona y prohíbe el goce sexual. Esto despierta su furia y la respuesta a esa ira es la frase “serás un
gran hombre o un gran criminal”. Esta frase SIGNA de alguna manera el destino de este chico. Por supuesto que
la palabra “criminal” está a la base de sus fantasías agresivas y torturadoras: el síntoma de ratten es

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perfectamente compatible con ese fantasma donde figura el término criminal y, por otro lado, todas sus
aspiraciones serán compatibles con el “gran hombre”.
Ahora bien, el articulador lógico de esta frase es “O”: el articulador de la DUDA. Entonces en aquella frase no
solo hay una aspiración y un dicho del padre que se articula a su fantasma sino también este articulador que
estará a la base de la duda. Desde un punto de vista lacaniano, el fantasma (a partir de su Seminario VI) es una
construcción: hay muchos fantasmas que se van resumiendo y recortando en un “fantasma fundamental” que
está fuera de tiempo, es decir que no importa cuando sucedió, no es necesariamente fechable; lo importante es
el valor de goce que tiene eso. Por eso el fantasma fundamental es compatible con lo que Freud llama
construcciones, aunque no son exactamente lo mismo. Todas nuestras fantasías se reducen a esta fórmula que
es el fantasma fundamental, el cual se construye para después atravesarlo y poder vivir la pulsión de otra
manera.
Respecto del PERO, que también está asociado a la duda, se vincula mucho con un mecanismo sumamente
utilizado por el sujeto neurótico obsesivo: la ANULACIÓN RETROACTIVA: afirmar algo y desdecirse (“sí pero no”)
Deconstruir algo que se dijo anteriormente.
Otro importante mecanismo en la neurosis obsesiva es la ELIPSIS (supresión de una o más palabras de una
frase que, desde un punto de vista gramatical, deberían estar presentes pero sin las cuales se comprende
perfectamente el sentido de la frase). Le falta un nexo lógico. Este mecanismo está a la base del pensamiento
obsesivo.
Otro mecanismo es la RACIONALIZACIÓN: explicación mental a algo que sería angustioso. Implica separar
representación y afecto.
La DUDA, característica y crucial para la neurosis obsesiva, aísla y sustrae al sujeto de la realidad; él está
siempre pensando en otra cosa. Por la duda y por la actividad del pensamiento se AÍSLA de la realidad.
Como ya vimos, en este caso está muy presente la DEUDA del padre. A su vez, hay varias escenas donde se
presenta el padre MUERTO, de quien, de todas formas, el hombre de las ratas habla como si estuviera vivo. Hay
delirios en torno al padre muerto.
Ya en “psicología de las masas y análisis del yo”, Freud anticipa que este padre muerto es un padre que goza
de todas las mujeres, dejando a los hijos sin ninguna mujer. En este caso del hombre de las ratas la situación se
asocia a ese padre que no lo dejaba gozar: él se quedaba con todo ese goce y por lo tanto no lo dejaba gozar a
él. Esta es la lógica del “padre muerto” y se erige esa representación cuando él va a gozar.
En esta lógica hay algo importante: el sujeto GOZA en tanto ODIA al padre que no lo dejaba gozar; necesita
de ese aval para poder gozar.
Así, se instalan dos conflictos:
 Conflicto AMOR-ODIO
 Conflicto por saberse VIVO o MUERTO: hay una pregunta y temas en torno a la existencia.

Neurosis Obsesiva desde Lacan (años ’50 aproximadamente). Texto: “El mito individual del neurótico”
(Apartado 2-año 1952).
Uno de los puntos que destaca Lacan en este texto es que, al igual que la psicosis, la neurosis es un
“desencadenamiento”. En el caso del Hombre de las Ratas el desencadenamiento se produce cuando el padre lo
empuja a casarse con una mujer rica y actualiza el conflicto en el propio paciente respecto de si esta con una
mujer rica o con una mujer pobre. Esto se relaciona entonces con aquella frase “Quien duda de su amor, duda
de todo”: el conflicto sobre casarse con la mujer rica o la mujer pobre que lo desencadena da perfectamente en

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ese blanco que es la duda respecto del AMOR, aquello más evidente que puede tener alguien. Entonces aquel
empuje del padre a casarse con una mujer actualiza este conflicto y se desencadena la neurosis. Así, ciertos
momentos o acontecimientos de la vida desencadenan una neurosis por activar un conflicto inconsciente; por
eso, para comenzar a tratar algo de esa neurosis debemos preguntarnos qué suceso o hecho propició ese
desencadenamiento y a qué conflicto inconsciente remite.
Lacan también habla de DOS PLANOS que se superponen: el plano de la deuda que contrae el padre, el
significante “ratten” y de lo que le pasa al padre con las mujeres y el plano de cómo el mismo sujeto reproduce
esas cosas: hay una NOVELA FAMILIAR del padre que este muchacho calca, al menos en lo que atañe a la
relación al dinero y a las mujeres. Estas cosas pueden verse en un sujeto neurótico obsesivo: está el plano de la
novela familiar y el plano de lo que el mismo sujeto vive. Los primeros pasos del inconsciente siguen este
camino, pero el dilema del sujeto neurótico obsesivo es que, a pesar de darse cuenta de esto, no lo puede
reconocer. Esto resulta paradójico pero es una característica en la neurosis obsesiva: el sujeto razona tanto y
goza tanto en el pensamiento, que el afecto se escinde y entonces, a pesar de sacar conclusiones muy lógicas
respecto de su vida, eso no lo toca, no tiene efecto sobre él.
Dice Lacan: “Para esquematizar, tratándose de un sujeto de sexo masculino su equilibrio moral y psíquico
exige la asunción de su propia función. Hacerse reconocer como tal, es decir, como hombre con su función viril y
con su trabajo; asumir los frutos de ese trabajo sin conflicto, sin tener el sentimiento de que es algún otro quien
lo merece o que él mismo no lo tiene más que de carambola, sin que se produzca esta división interior que hace
del sujeto el testigo alienado de los actos de su propio Yo”.
En este fragmento encontramos varios temas a atender, entre ellos, la función viril del hombre. Es un tema
que ya podemos encontrar en Freud respecto de la sexualidad del hombre y de la distinción que hace entre la
“Mujer” y la “Puta”: tiene que ver con que por razones edípicas el niño se ‘enamora’ de la madre, reprime lo
sexual y queda el lazo meramente afectivo. Luego, en su relación de pareja reproduce el lazo afectivo y la parte
más sexual la canaliza con otras mujeres. Entonces, el Edipo escindiría, al menos en los neuróticos, la corriente
sexual por un lado y la corriente tierna por el otro. Se pone en un lugar de admiración y veneración a una mujer
que se ama pero con la cual no se goza; para poder descargar la libido sexual se debe buscar a otra mujer
diferente, en términos de goce. Entonces aquí se produce la escisión entre quien queda en el lugar de la madre y
a quien el varón ama, y aquella con la cual goza (amante, etc.). Esa escisión es parte de la misma operación: no
tomar contacto con lo reprimido, siendo lo reprimido la figura de la madre (fórmula). Esto es casi una separación
tajante entre el amor y la libido. Entonces cuando Lacan habla de asumir la virilidad del sujeto neurótico
obsesivo empieza a poner en danza todas estas cuestiones en torno a cómo ama ese sujeto: el conflicto de la
mujer pobre y la mujer rica no es exactamente esto pero podemos pensar que también se juega esto en el
sujeto neurótico obsesivo. [Esto “puede” ser así, pero de todas maneras siempre podemos pensar que un
hombre no quiere tener tan escindida su vida amorosa y que padece de esto; es decir, alguien puede trabajar
sobre sí mismo para reunir en un mismo objeto el amor y el goce].
Otro de los temas importantes es la cuestión de “asumir los frutos de su trabajo”. El sujeto neurótico
obsesivo puede hacer muchas cosas pero no sentirlas como propias, no valorarlas, no sentirse lo
suficientemente bien luego de haber adquirido ese logro. Puede trabajar muchísimo para obtener determinadas
cosas y cuando lo obtiene se separa de eso que quería. Hay varias formar de explicar esto: puede sentir que no
lo merece, que lo obtuvo de casualidad, etc. Es decir, esa obra, ese producto, ya no es de él. Se trata de la
relación del sujeto neurótico obsesivo con sus producciones o con sus “objetos”. Es por esto que Lacan dice que

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“se produce una división interior que hace del sujeto el testigo alienado de los actos de su propio yo”: es testigo
de algo que parece que lo hubiera hecho otro, toma distancia de ello.
El otro aspecto es lo que Lacan expresa como: “un goce que puede ser calificado de apacible y unívoco del
objeto sexual una vez que este es elegido y se une a la vida del sujeto”: la vida sexual del sujeto se desdobla
(mujer/puta). Esto podría enmarcarse dentro de la “clínica de la sexuación”. Se trata de una persona que al
momento de amar tiene problemas para amar y gozar en un mismo lugar.
De una manera u otra el sujeto neurótico obsesivo se desdobla (a la hora del amor, a la hora de obtener lo
que quiere, etc.), se divide. Primero está de un lado y luego está del otro. A esto Lacan le llama “desdoblamiento
narcisista del drama neurótico”, porque todos estos temas están ligadas al narcisismo (quiero eso para mí), se
juegan al nivel del yo: la libido esta puesta en tal lado en tanto que es libido yoica, libido que se lleva muy bien
con la propia imagen y los propios objetos; si me desdoblo y le quito importancia a lo que obtuve, aquella libido
pasan a otro lado.
Texto: “El estadio del espejo como formador de la función del yo tal como se nos revela en la experiencia
psicoanalítica” (1949).
Con ese texto Lacan entra al psicoanálisis, caracterizado en esa época por una atención a lo imaginario. En
este texto, a respecto del sujeto neurótico obsesivo dirá: “Correlativamente, la formación del yo [je] se simboliza
oníricamente por un campo fortificado, o hasta un estadio, distribuyendo desde el ruedo interior hasta su
recinto, hasta su contorno de cascajos y pantanos, dos campos de lucha opuestos donde el sujeto se empecina
en la búsqueda del altivo y lejano castillo interior, cuya forma (a veces yuxtapuesta en el mismo libreto)
simboliza el ello de manera sobrecogedora”.
“La formación del yo [je] se simboliza por un campo fortificado”: el sujeto obsesivo forma su yo a modo de
campo fortificado que lucha con otro y el sujeto se empecina en esa lucha por buscar un lejano y altivo castillo
interior. Esto significa que en ese castillo que el sujeto busca podemos ubicar al ello, y por consiguiente, al ello y,
por lo tanto, al goce. Por eso, esa búsqueda por el lejano y altivo castillo interior es una lucha por intentar
GOZAR, por permitirse acceder al goce; es la famosa indicación clínica de decirle al sujeto obsesivo “¿Por qué no
lo hace?”. Entonces, el goce lo ubica en ese lejano castillo interior.
Posteriormente prosigue: “Y parejamente, aquí en el plano mental, encontramos realizadas estas estructuras
de obra fortificada cuya metáfora surge espontáneamente, y como brotada de los síntomas mismos del sujeto,
para designar los mecanismos de inversión, de aislamiento, de reduplicación, de anulación, de desplazamiento,
de la neurosis obsesiva”. Aquellas estructuras de obra fortificada son los mecanismos de defensa que utiliza el
sujeto neurótico obsesivo, y se defiende de una manera muy fuerte. El aislamiento (del afecto, del mismo sujeto
respecto de sí mismo, de los otros, etc.); anulación (mecanismo del “pero”); desplazamiento.

Texto: “El informe de Roma” o “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis” (1953)
Aquí Lacan entra en la teoría del significante.

Pág. 292: “El histérico cautiva a su objeto en una intriga refinada, y su yo, su ego, está en el tercero por cuyo
intermedio el sujeto goza de ese objeto en el cual encarna su pregunta”. Entonces el sujeto histérico arma una
pregunta (como en el triángulo de Dora y de la bella carnicera), su ego está en un tercero (perfectamente puede
estar en identificación con el varón de la escena); la última frase alude a que la identificación con la otra es
poner su yo en la otra o, en la identificación con el varón, permite gozar del objeto en el cual encarna su
pregunta. ¿Cuál es esa pregunta? La pregunta por el ser mujer, por la femineidad, qué es ser mujer, cómo se es

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mujer, los enigmas de la femineidad. Eso puede ser puesto en juego desde la identificación con un varón, por
supuesto. Pero si abrimos un poco más el campo, rápidamente se pone en juego la triangulación, la cual puede
ser también una triangulación edípica: padre-madre-sujeto histérico: se identifica con uno para formular la
pregunta por la femineidad en relación a la mujer de la escena y la condición es que se arme esa escena sino no
puede formular este conjunto de preguntas, debe tejer, armar esa intriga. La pregunta histérica es un concepto
más lacaniano (¿qué es ser una mujer?); el anclaje freudiano tiene que ver con el hecho de que no hay una
representación de qué es ser mujer en el inconsciente, por lo tanto el sujeto histérico tiene que armar de alguna
manera una escena para poder hacer algo con ese enigma. También al hombre le pasan cosas debido a que no
existe tal representación.
Ante la pregunta de por qué una mujer se relaciona con otra mujer, e imaginando la situación hipotética en la
que el marido de una mujer la engaña con su mejor amiga, enojándose aquella mucho más con su amiga que
con su marido, cabe preguntarnos por qué esto se da así y qué tipo de lazo une a las dos mujeres para que la
situación se desenvuelva de esta manera. Entonces Lacan se hace la pregunta de por qué se precisa, en la
neurosis histérica, armar esa triangulación en la que no solo es importante el objeto amoroso sino también el
tercero. Tiene que ver con la novela familiar, pero ese triángulo entraña algo más. Debemos partir de la idea
principal de que una MUJER no es lo mismo que un HOMBRE (por eso la preeminencia de histéricas y de
obsesivos). Debemos atender al “ser mujer” para captar la pregunta del sujeto neurótico histérico. Primero
contamos con esto: no hay en el inconsciente algo que diga qué es ser una mujer; tampoco lo hay respecto del
hombre, PERO el hombre se identifica mucho más fácilmente en todos los avatares del falo, entra rápidamente
por la vía del goce fálico a contestar las cosas de su virilidad, y si no se detiene un poco cree que efectivamente
hay una representación de qué es ser un hombre, pero en realidad tampoco la hay; cada hombre debe construir
su posición viril. Pero teóricamente, para Lacan, decir que no hay representación de LA mujer significa que todo
lo que pase por el lado del goce consiste en un goce que se llama “goce fálico”, son goces contables,
significables, que pueden ser articulados entre el goce y la palabra, que pueden ser sintomatizados, porque
están bajo la SIGNIFICACIÓN FÁLICA, la cual es responsable, luego de la metáfora paterna, de articular el cuerpo
con las palabras por la vía del inconsciente. Se abrocha el Edipo, queda la significación fálica que permite aquella
articulación palabras-cuerpo (somatización); entonces el goce en juego es el goce fálico. Cuando tenemos una
relación neurótica al FALO todo aquello es posible. PERO ese goce fálico hace referencia al FALO, al pene
simbólico; pero cuando alguien no tiene esa referencia al goce fálico, cuando NO-TODO ES FALO,
definitivamente nos lleva a decir que no todo el goce es fálico y esto para Lacan tiene que ver con una MUJER,
pero al no estar regulado por la significación fálica, NO LO PODEMOS DECIR, y al no poderlo decir no tiene
representación, pero sin embargo ES. Esto significa que no hay una representación en el inconsciente para
alguien que puede gozar de otra manera que no es la manera fálica. Quien no goza de manera fálica se llama
MUJER. Esto está puesto en juego en esta básica intriga; la identificación con la otra es, como no hay en el
inconsciente una representación que diga cómo es ser mujer y como goza una mujer, nos prendemos a la otra
para preguntarle cómo es ser una mujer, que queda parcialmente respondida. Entonces la pregunta histérica
remite a este principal hecho. La forma clínica que adopta esto tiene que ver con la intriga y la pregunta de qué
es ser mujer, así como para el sujeto neurótico obsesivo la pregunta sobre la existencia es la base de todo su
dudar.
La lógica del obsesivo en términos de “jaula” es que cuando el objeto está fuera de la jaula, el sujeto lo quiere
obtener y eso lo pone como objeto imposible, pero cuando está dentro de la misma, eso deja de interesarle.
Este sujeto goza de ese objeto en el cual encarna su pregunta.

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“La coartada multiplicada de figuras mortales (son figuras en las cuales puede suscitarse la agresión
imaginaria o puede suscitarse el conflicto entre la vida y la muerte) y domesticando su alta voltereta (esto, en
términos de Lacan es hacer algo acrobático como una especie de prueba, de gran demostración para el otro)
dirige su homenaje ambiguo hacia el palco donde él mismo tiene su lugar, el del AMO que no puede verse”. Esto
último es: eso que se quiere demostrar se dirige hacia otro que está en un lugar elevado que observa, que mira
la escena, pero ese otro ES ÉL MISMO. Entonces toda esa prueba es dirigida a uno mismo para verse desde otro
lugar al cual pasas una vez que la realizaste; todo ese trabajo y esa hazaña para él mismo, que se está viendo
desde el palco, palco al cual pasa una vez que ha realizado todo, por lo tanto no toma contacto con todo aquello
que hizo y perdió relación con esa hazaña. Después puede querer volver a esa posición, con lo cual se abre el
círculo nuevamente. Ese homenaje y proeza que se hace a él mismo en posición de otro es AMBIGUO: lleva
amor y lleva odio; es un homenaje pero también implica odio porque “estoy haciendo todo esto para vos”. Esta
también es una figura clásica del sujeto neurótico obsesivo: hay una extrema obediencia a ese “él mismo”
superior pero también hay un rechazo por estar haciendo todo eso por él. Finalmente, en la última parte de la
frase tenemos una indicación precisa de la DIVISIÓN DEL SUJETO OBSESIVO: cuando hace todo ese trabajo NO
PUEDE VERSE; está en el fragor de la batalla dirigiéndose a ese amo que al mismo tiempo no puede verse.
¿Cuándo puede verse? Cuando perdió contacto con todo aquello que estaba haciendo. Esta es la forma de hacer
jugar la división en el campo del narcisismo en el obsesivo, esa es su división: por un lado trabajar para el Amo y
no verse en ese mismo trabajo y luego ser ese amo y no tomar contacto con todo lo que se hizo; y el trabajo
para el amo comporta una ambigüedad en términos de amor-odio. Entonces podemos adelantar la relación que
tendrá el sujeto neurótico obsesivo con ese amo, con la autoridad en general, que también se relaciona con la
relación que tiene el sujeto neurótico obsesivo con el padre. Este conflicto de relación ambigua con un amo y
estando el padre en ese lugar de amo, si lo remitimos a esa escisión y llevándolo al historial del Hombre de las
Ratas, tiene que ver con una relación amor-odio con ese padre y con cómo se erige ese padre en AMO estando
MUERTO. El hombre de las ratas hablaba de su padre como si estuviera vivo e incluso presentaba aquellas ideas
delirantes cuando se miraba frente al espejo y se le ocurría que estaba el padre viéndolo, etc. Ese gran peso que
tiene el sujeto obsesivo con el padre está dado por la figura del padre muerto, porque esa figura de alguien que
muere puede darse como idealización (se queda todo lo bueno) o como superyó, a la manera del peso de ese
padre muerto, de los imperativos de lo que esa persona hubiera querido. Entonces el padre muerto tiene este
lugar de amo, pero tiene que estar MUERTO (tomar las características del padre muerto en tanto puede bajar
los ideales con el peso del superyó en la figura de un amo al que se tiene que responder y para el cual se debe
trabajar). Es un peso que solo puede tener un muerto porque al vivo se le ven las fallas, se le ve el deseo, etc.
Todo esto explica una figura importantísima para el sujeto neurótico obsesivo que es su amo, porque se
trabaja a destajo para ese amo. Pero ese amo, si bien se explica por la figura del padre muerto, si lo ponemos en
términos de narcisismo es un lugar que el propio sujeto tiene y se mira desde ahí, solo que no advierte que ese
lugar de amo es de él. Está su propia mirada en un palco, es decir, arriba, en su posición de amo funcionando
imperativamente.
En relación a la transferencia, podemos pensar que si se trata de un sujeto neurótico obsesivo varón, puede
ponernos en el lugar de amo con mucha facilidad; de cualquier manera, la forma de hacerle llegar el hecho de
que “no soy su padre” debe ser cauta, pues si lo decimos de esa forma respondemos queriendo corrernos de
ese lugar transferencial, pero al mismo tiempo respondiendo un poco desde allí y quedando en un plano
particularmente imaginario. El manejo de la transferencia tiene más que ver con lo que uno puede actuar desde
el semblante y no con decir determinadas cosas que son también una pauta muy imaginaria.

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Posteriormente, en el texto, Lacan presenta una frase en latín que significa “a cada uno lo arrastra su
pasión”, tanto para la neurosis histérica como para la obsesiva. “Uno se identifica al espectáculo, el otro hace
ver”; el sujeto histérico ‘se identifica con el espectáculo’ mientras que el sujeto neurótico obsesivo hace ver
desde el lado del amo. “En cuanto al primer sujeto teneis que hacerle reconocer dónde se sitúa su acción (hacerle
reconocer qué es lo que hace, cuál es su acto, su movimiento en todo el tejido de esa escena ‘de la cual se
queja’); al otro teneis que hacerlo reconocer en el espectador invisible de la escena a quien le une la mediación
de la muerte” (es decir, el lugar del palco, ese espectador que es él mismo, lo cual habla de su disociación, de no
estar donde está).
Pág. 302: Lacan habla del trabajo forzado para el sujeto neurótico obsesivo y dice: “En ese sentido está
sostenido (el trabajo forzado) por su relación subjetiva con el amo en tanto lo que espera es su muerte (la del
amo). El obsesivo manifiesta en efecto una de las actitudes que Hegel no desarrolló en su dialéctica del amo y el
esclavo. El esclavo se ha escabullido entre el riesgo de la muerte donde viera ofrecida la ocasión de (…) por una
lucha de puro prestigio. El esclavo es esclavo porque no soportó una lucha a muerte por puro prestigio; esto es
Hegel. Pero puesto que sabe que es mortal sabe también que el amo puede morir; desde ese momento puede
aceptar trabajar para el amo y renunciar al propio gozo mientras tanto. Y en la incertidumbre del momento en
que se producirá la muerte del amo, espera. “Trabajo para vos, renuncio a mi gozo, pero hasta que te mueras,
luego voy a gozar”. Entonces vemos que no es que el sujeto no tiene idea de cómo gozaría, sino que eso es
puesto en un futuro en el que el amo se va a morir, entonces allí podrá gozar. Tal es la razón intersubjetiva tanto
de la duda como de la procrastinación; dos características del sujeto neurótico obsesivo. Este trabajo es
doblemente enajenante pues no solo la obra del sujeto le es arrebatada por otro sino que el reconocimiento por
el sujeto de su propia esencia de su obra donde este trabajo encuentra su razón también se le escapa; porque él
no está en ese momento sino que está anticipando la muerte del amo. Entonces esto también remite de los
juegos de la vida y la muerte en el neurótico obsesivo: “viviré cuando el amo se muera”.
Texto: “La dirección de la cura” (1958)
Apartado 2 (“Cuál es el lugar de la interpretación”) - Punto 7 - Pág. 576: “He subrayado desde hace mucho el
procedimiento hegeliano de la inversión de las posiciones del “alma bella” en cuanto a la realidad que acusa”. El
alma bella hegeliana es “me quejo de todos los desórdenes del mundo y quien tiene la posta soy yo”; es un
movimiento dialéctico, es decir, yo me quejo de lo mal que andan las cosas y en ese mismo movimiento se
entiende que yo sé cómo deberían ser; a esto último se le llama la “alma bella”. A esto, Lacan lo ubica en Dora:
“no se trata de adaptarla a ella sino de demostrarle que está demasiado bien adaptada (a ese desorden del cual
se queja) puesto que concurre a su fabricación” (arma esa escena en la cual se instala como alma bella).

Aclaración: mientras que en el sujeto obsesivo opera más la escisión Amor/Goce, en el sujeto histérico opera
más bien la escisión Deseo/Goce. El deseo para él es bastante asequible, funciona, son necios con el deseo, es
un deseo insatisfecho, tiene más claro por dónde va ese deseo. Todo esto se complica en el obsesivo por su
duda y por el tipo de escisión. El punto en el histérico es que Pueda gozar (remite a la frase: “¿Qué pretende
usted de mí?”; sería como decirle que vea lo que está armando y se desentiende). A más histeria, más armado
de la escena con más desconocimiento de lo que se está armando. El deseo está y se mueve, pero no goza.
Aclaración: al mismo tiempo, para la mujer histérica no es nada sencillo ser objeto de goce de un varón,
rechaza quedar como objeto de goce del fantasma de un varón. Entonces este conflicto sucede para ambos: en
el varón se trata de unificar en un mismo partener el amor y el goce, y por el lado del partener femenino se trata
de cómo consentir ese goce (tiene que ver con el goce de privación).

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DSM: Trastorno Obsesivo Compulsivo

Un patrón general de preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control mental e interpersonal, a


expensas de la flexibilidad, la espontaneidad y la eficiencia, que empieza al principio de la edad adulta y se da en
diversos contextos, cuatro (o más) de los siguientes ítems:
* preocupación por los detalles, las normas, las listas, el orden, la organización o los horarios, hasta el punto
de perder de vista el objeto principal de la actividad.
* perfeccionismo que interfiere con la finalización de las tareas (p. ej., es incapaz de acabar un proyecto
porque no cumple sus propias exigencias, que son demasiado estrictas).
* dedicación excesiva al trabajo y a la productividad con exclusión de las actividades de ocio y las amistades
(no atribuible a necesidades económicas evidentes).
* excesiva terquedad, escrupulosidad e inflexibilidad en temas de moral, ética o valores (no atribuible a la
identificación con la cultura o la religión).
* incapacidad para tirar los objetos gastados o inútiles, incluso cuando no tienen un valor sentimental.
* es reacio a delegar tareas o trabajo en otros, a no ser que éstos se sometan exactamente a su manera de
hacer las cosas.
* adopta un estilo avaro en los gastos para él y para los demás; el dinero se considera algo que hay que
acumular con vistas a catástrofes futuras.
* muestra rigidez y obstinación

Fobia: Análisis de la fobia de un niño de 5 años (1909)

• Juanito
Juanito es un niño de 5 años que solamente vio a Freud en terapia una vez. El resto de la dirección de la
terapia se lleva a cabo entre Freud y el padre de Juanito mediante correspondencia, intercambiando
observaciones sobre las experiencias de Juanito que, posteriormente, Freud le respondía dando sus puntos de
vista. Para este momento, Freud ya había escrito sus “Tres ensayos sobre teoría sexual”.

• Características de Juanito
 Cuando se relata el caso, se encuentra ubicado en la etapa fálica (5 años).
 Encuentra gran curiosidad en todo lo que se refiere a la sexualidad. Principalmente siente interés por su
propio pene. Él llama al pene por el nombre de “hace pipí”.
 En sus observaciones, él piensa que todos los seres animados, tanto hombres como mujeres, tienen
“hace pipí” (Premisa universal del pene) y los seres inanimados no lo tienen. Observa que los animales
tienen un “hace pipí” más grande y conjetura lo mismo para sus progenitores.
 Su interés por el hace-pipí no es meramente teórico. Juanito tiene tendencia a tocarse su pene cuando
se acuesta para dormir porque le produce placer. A la edad de 3 años y medio, su madre lo encuentra
con la mano en el pene, a lo que le replica: “Si haces eso, llamaré al doctor A., que te corte el hace-pipí”.
Posteriormente, incluso desea que su madre le toque el pene en una ocasión mientras lo baña; actitud
que a la madre le resulta criticable y castigable (ambos casos son Amenaza de castración).

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 Al principio, no le hacen efecto las amenazas de castración perpetradas por la madre al verlo tocarse su
pene (no aparece la angustia), aunque posteriormente sí surgen efectos, es lo que Freud llama “efecto
retardado” o “efectividad retroactiva” (resignificación).
 Sus padres lo describen como alegre y sincero. De hecho, mientras podía llevar adelante sus
investigaciones, se comunicaba sin reservas. En la época de la enfermedad y análisis empiezan para él
las incongruencias entre lo que dice y lo que piensa, fundada en la existencia de un material
inconsciente que no sabe dominar, sumado a la desinformación sobre ciertos contenidos, por parte de
los padres.
 Juanito es homosexual en el sentido de que “solo tiene noticia de una variedad genital”, un genital como
el suyo.

• Sucesos claves en la vida de Juanito


 En el año 1907, junto con el citado suceso de la amenaza de castración, se produce posteriormente otro
suceso importante en la vida de Juanito: nace su hermana, Hanna, cuando él tenía 3 años y medio. Al
principio se muestra muy celoso con ella y al cabo de medio año se vuelve tierno y consciente de su
superioridad. Este suceso le aparejó muchas cosas a Juanito: separación de la madre y disminución de
los cuidados y atención; una reanimación de sus vivencias placenteras en la infancia; el planteo del
enigma de saber de dónde vienen los hijos; todo lo cual contribuyó a la generación de la fobia.
 En algún momento, cuando Juanito observa desnuda a Hanna, se da cuenta que no tiene pene. Utiliza la
desmentida o negación, diciendo que “en realidad lo tiene, pero es muy pequeño y que después le
crecerá”.
 Tiempo más tarde, estos dos sucesos unidos comenzarán a generar la idea en Juanito de que Hanna
perdió su pene al hacer algo malo y que, por lo tanto, él también puede perderlo.
 Además de los rasgos autoeróticos de su vida sexual, Juanito también establece vínculos de amor con
otros niños, de los que se desprende una “elección de objeto”: siente atracción por distintas niñas y
algunos niños. Incluso en una ocasión expresa su deseo de “dormir” con una de las niñas.
Posteriormente y en consonancia con el comienzo de la enfermedad, estas tendencias se aplacan,
destinando toda su carga libidinal a la madre.

• Se genera la angustia
 Freud plantea que los primeros indicios de la angustia fueron en el verano, donde Juanito,
exteriorizando dicho sentimiento, fue tomado por su madre en su cama. Desde esta época Freud
supone una excitación sexual acrecentada en Juanito cuyo objeto es la madre (hay intentos de seducirla)
y que se aligera con la masturbación en la noche. Esta excitación sexual posteriormente volcaría en
angustia.
 El siguiente hecho es el sueño de angustia de Juanito. Un día se despierta llorando y cuando le
preguntan qué le sucede, él responde que soñó “que ya no estaba la mamá y que ya no podía hacerle
cumplidos (o mimitos)”.
 Este hecho se relaciona con un paseo que Juanito tuvo junto a su niñera, en donde se angustia y pide
regresar a su casa. Juanito se niega a dar razones.

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 Al día siguiente, sale a pasear con su madre y le sucede nuevamente lo mismo: se angustia. Aunque esta
vez se le hace tolerable seguir con el paseo. Esta vez, Juanito le responde a su madre que se asustó
porque había visto un caballo y tenía miedo de que lo mordiera.
 Otro de los miedos de Juanito era que un caballo entrara en su habitación y lo mordiera. Freud comienza
a relacionar el papel del padre en este miedo: es el padre el que puede entrar a la habitación y llevar a
cabo la castración. El padre era ese caballo a quien le tenía miedo; ciertos detalles, lo negro en la boca y
lo que llevan en los ojos los caballos son equivalentes del bigote y las gafas del padre.
 Juanito describe este miedo como “la tontería”.

• Cómo se genera la angustia


• Por un lado, hay una actitud que es castigable y que está mal (Juanito se toca su “hace pipí”). El castigo
ante esta conducta es la castración.
• Por otro lado, está su gran afecto por la madre y el padre que funciona como obstáculo para poder estar
con la madre (Edipo). Se genera un sentimiento de ambivalencia hacia el padre: por un lado amor y por
otro, rivalidad y el deseo hostil de que el padre desaparezca, que además es también un deseo
castigable por medio de la castración. Lo que genera angustia en Juanito.
• Juanito también siente hostilidad hacia su hermana, lo cual se refleja en su angustia en la bañera, que
representa su deseo de muerte contra Hanna. Tanto ella como su padre lo perturbaban para estar solo
con su madre.
• Otro factor que Freud nombra al final de su texto es la represión de dos mociones que nunca pudieron
exteriorizarse: sentimientos de hostilidad y celos hacia el padre e impulsiones sádicas hacia la madre,
correspondientes a ciertas vislumbres sobre el coito.
• También hay represión de dos componentes sexuales, que anteriormente habían sido gratos: placer en
la zona genital y placer excrementicio. Le da vergüenza orinar delante de otros, se acusa de pasarse el
dedo por el hace-pipí, quiere resignar el onanismo y le produce asco el “Lumpf” (excremento), el pipí y
todo cuanto los recuerde.

• La fobia de Juanito
• En el síntoma fóbico, aparece el caballo como objeto fóbico y posteriormente Juanito detalla sus miedos
más puntualmente: miedo a los caballos que muerden, a los carruajes, carros mudanceros, diligencias
(carga pesada), caballos en movimiento, caballos grandes y pesados, los que viajan rápido, miedo a que
se tumben, etc.
• Freud encuentra dos situaciones que se relacionan con esta fobia y que pueden vincular al padre con un
caballo:
A. El primero es durante un paseo en el que un caballo se cae y se agita en el suelo, haciendo pensar a
Juanito que el caballo ha muerto. A partir de esto, se genera en Juanito la fantasía de que le pase eso
mismo al padre para que simplemente desaparezca y pueda quedarse con su madre.
B. Otra escena se lleva a cabo un día mientras Juanito juega con sus amigos. Uno de ellos juega a ser un
caballo y, en un momento, se golpea la rodilla y se lastima. Esto hace recordar a Juanito que hace
tiempo atrás jugó con su padre a que éste era un caballo. Esto le hace asociar los dos sucesos,
generando la fantasía de que si el padre es como el caballo, también se puede golpear y puede morir.
Esto hace que reemplace al padre por el caballo, encontrando cierta solución al conflicto de

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ambivalencia. La corriente amorosa sigue intacta hacia el padre, mientras que el caballo funciona como
objeto substituto al cual dirigir la corriente hostil hacia el padre.
• Tras la angustia primero exteriorizada de que el caballo lo morderá, se ha descubierto esta angustia de
que los caballos se tumben (basada en las experiencias A y B). Ambos, el caballo que muerde y el que se
cae, son el padre que habrá de castigarlo por tener malos deseos contra él.

• Sesión con Freud


Juanito asiste a una sesión con Freud en la que éste le explica su situación: su afecto por su mamá que no
le puede confesar al padre. Posteriormente Juanito logra hablar con su padre y él lo deja tranquilo y le dice que
puede contarle todo sin miedo. Esto cambia la actitud de Juanito, permitiéndole contar cosas que antes no
podía. Pasa de un rol pasivo a un rol activo. Le confiesa que él querría hacer con la madre lo que el padre hace
con ella, aunque Juanito no sepa exactamente qué es lo que hace el padre con su madre, pero es algo que está
prohibido.

• Fantasías y su interpretación
 Cuando el padre, viendo el empeño de Juanito por ver el hace-pipí de la mamá, le comunica que las
mujeres no tienen hace-pipí, Juanito reacciona con una primera fantasía: ha visto cómo la madre le
enseñaba su hace-pipí. Además agrega que su hace-pipí ya estaba crecido. Esto fue un efecto de la
amenaza de castración hecha un año antes.
 Tras haber dominado parcialmente el complejo de castración, Juanito expresa sus deseos hacia la madre,
por medio de la fantasía de las dos jirafas (que serían los padres), una de las cuales grita porque él
(Juanito) toma posesión de la otra (el padre grita cuando Juanito se apropia de la madre).
 Dos fantasías que pertenecen al complejo de tomar posesión de la madre son: una en la que Juanito se
mete en un recinto prohibido del zoológico y otra en la que rompe una ventanilla del ferrocarril. En ambas
el padre es cómplice. Se interpreta como algo prohibido que quisiera hacer con la madre (posesión); son
fantasías simbólicas del coito. La complicidad del padre se entiende como algo que él hace con la madre.
 Cuando toma a su hermanita como tema principal, interpreta que Hanna es un Lumpf, que todos los niños
son Lumpf y que son paridos como Lumpf. Con esto se entiende que los carruajes y diligencias sean cestas
de cigüeñas y que el tumbarse de los caballos pesados representa el parto (además del padre que muere).
 La fantasía de que Hanna ya estuvo con ellos el verano anterior a su nacimiento demuestran cómo Juanito
en lo inconsciente, y en oposición a sus dichos oficiales (de que creía en la cigüeña), ha sabido de dónde
venía la niña y dónde moraba antes. Esta fantasía también le sirvió como venganza hacia el padre por
engañarle con el cuento de la cigüeña y ocultarle que él tenía algo que ver con el nacimiento.
 Las dos últimas fantasías representan la curación de la fobia.

• Solución de la fobia
La fobia de Juanito se soluciona a partir de dos fantasías:
 Hay una primera fantasía, donde Juanito imagina que un instalador llega a su casa para cambiarle su
hace-pipí y su cola por unos más grandes, dándole la posibilidad de ponerse a la altura de su padre y de
evadir la frustración de tener un hace-pipí pequeño. Es una fantasía de deseo triunfante y contiene la
superación de la angustia de castración.

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 En la última fantasía, el padre encuentra jugando a Juanito a que tiene hijos y que mientras Juanito es el
papá, su madre es la mamá de sus hijos. En tanto, su padre ahora es el abuelo de Juanito y vive con la
abuela de él. Es decir, Juanito se queda con su mamá y su padre vive con su propia madre en otra casa.
En esta fantasía, en vez de matar al padre, lo vuelve inofensivo poniéndolo como marido de la abuela y
dándole la misma satisfacción que él pero con su propia madre. Para Freud, con esta fantasía concluyen
la enfermedad (curada) y el análisis.
• El análisis no deshace el resultado de la represión: las pulsiones sofocadas siguen siendo las sofocadas,
pero se sustituye el mecanismo de la represión (automático y excesivo) por el de “dominio” (mensurado
y dirigido a una meta); se sustituye la represión por el juicio adverso. Con los años, Freud relata que
Juanito crece y, siendo un hombre adulto, ya no tiene recuerdo de estas fantasías infantiles.

• La teoría de la castración de Freud


A partir de estos hechos, Freud empieza a teorizar con respecto a la castración:
1) La castración tiene muchas manifestaciones, no sólo el hecho de la pérdida del pene, sino todo lo que
tenga que ver con una pérdida (en el caso de Juanito, que su madre, por la que siente un gran afecto, ya
no estuviera allí para hacerle mimitos, lo que le genera una gran angustia).
2) Otros derivados de la castración vienen de la etapa de lactancia, donde se pierde la posibilidad de seguir
tomando de la teta de la mamá o en la etapa anal, donde se observa que al defecar, algo se pierde.
Estas pérdidas tienen que ver con lo que Freud llama “El complejo de castración”.
• Un nuevo modelo de la teoría de la angustia
• Tomando como modelo el caso Juanito, Freud comienza a teorizar respecto a la angustia. Esta puede
estar dada no sólo por procesos fisiológicos, como menciona en su teorización de 1895 acerca de la
angustia, sino que también se pueden agregar mecanismos psíquicos.
• Esto genera otra forma en la que se puede dar la angustia, en la cual Juanito tiene que tomar la decisión
de seguir deseando a su madre a riesgo de ser castrado o renunciar a los deseos hostiles hacia el padre y
los deseos incestuosos hacia la madre. Juanito responde con una fobia al reprimir sus deseos
incestuosos hacia la madre y los hostiles hacia el padre, lo que produce angustia. Es decir, la represión
produce angustia.
• En la teoría psicoanalítica de Freud, los afectos no se reprimen. Lo que se reprime son las
representaciones. Existe una idea que el Yo no puede aceptar y que no permite que entre en asociación
con otras ideas, por lo tanto se reprime. El afecto, por otra parte, busca asociarse a otra representación
que no tenga ningún tipo de sanción y sea aceptable para el Yo, permitiéndole acceder a la conciencia.
Esto es lo que generará un síntoma.

“Introducción a la lógica de la cura de Juanito, según Lacan” – Miller (1993)

En este texto, Miller intenta esclarecer algo de la “lógica de la cura” a partir del Seminario 4 de Lacan.
Cuando Lacan elabora el grafo del deseo da algo de una lógica de la cura, que podría representarse, dice
Miller, con la siguiente fórmula: la cura es, fundamentalmente, la transformación del término A en término A
(tachada) o también del pasaje de lo imaginario a lo simbólico. Y es así como se podría resumir la lógica de la

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cura en Juanito: como un proceso de simbolización y, todavía más, como un proceso de simbolización sobre un
elemento esencial: el FALO.
“Se podría, por lo tanto, resumir la cura de Juanito como: del falo como imaginario al falo simbólico, y ubicar
el motor de la enfermedad misma de Juanito, o de su síntoma, en la aparición del falo como real, ya sea en su
goce fálico, ya sea en la aparición de la hermanita, que son los dos elementos desestabilizadores de su posición.
(…) la fórmula de la lógica de la cura es asimismo: del falo imaginario al falo simbólico”. (Miller)
El privilegio de la cura de Juanito es que es casi una cura por excelencia: hay un síntoma fóbico que
desaparece, hay una resolución curativa. Pero al mismo tiempo la cura de Juanito tiene la limitación de lo que
podemos aprender de eso porque, en este caso, la lógica de la cura se confunde con la elaboración de la
Metáfora Paterna. Y se trata en esta cura de que el dominio simbólico del significante “padre” sustituya al
dominio imaginario de la madre; y se puede decir también (es opinión de Lacan) que en el caso de Juanito, la
metáfora paterna no se constituye de manera plena sino oblicua, desviada. Pero si se tratase de una cura
analítica propiamente dicha, habría debido empezar después de la resolución curativa para restablecer el
equilibrio, la orientación de esa metáfora paterna desviada.
En el Seminario 4, Lacan dice que el síntoma fóbico tiene el papel del Nombre-del-Padre (de esto sale la idea
de que si un síntoma puede ser usado como Nombre-del-Padre, quizás éste no es más que un síntoma); la
posición de Lacan en este seminario es que Juanito elabora un “Nombrecito-del-Padre”.
El imperio de la madre. La madre es el personaje central en el Seminario 4; el hilo que lo recorre se trata de
las consecuencias clínicas terribles de la sexualidad femenina para todo sujeto en la medida en que cada sujeto
es hijo de madre. El centro del seminario 4 es lo que en la metáfora paterna Lacan escribe Deseo de la Madre. Se
refiere al Deseo de la Madre como mujer. Es decir, se refiere a la castración femenina, a la madre como sujeto
correlativo de una falta, no la falta de ser sino la falta de un objeto. Tampoco se trata de la mujer en relación a
su goce, sino en relación con el significante falo que hace de ella un ser en falta. Entonces ¿cuál es la finalidad de
Lacan en este seminario? Desarrollar la tesis según la cual es determinante para un sujeto la relación de la mujer
con su falta; la cuestión fundamental del psicoanálisis de niños es cómo el niño se inscribe en esa relación.
La madre lacaniana busca a quien devorar, Lacan la toma como el cocodrilo, el sujeto con las fauces abiertas.
De modo que el elemento central es la devoración, la relación oral con la madre como devoración, a la vez
devorar a la madre y ser devorado por ella. Así en todo lo que hay en el complejo del caballo, el elemento que le
parece a Lacan merecer un matema es la mordedura (m). Entonces, tal como Lacan la ubica, la cuestión infantil
es cómo saciar el deseo de la madre con respecto a su falta.
En el caso de Juanito, la transformación central en este punto es la de la mordedura de la madre en el
desmontaje de la bañera; la bañera de Juanito que en un momento es desmontada es casi lo que encarna el
pasaje de lo imaginario a lo simbólico: “No es lo mismo morder a la madre, tener miedo de su mordedura que
encarna el caballo o desmontar a la madre, de tal manera que ella entre en el sistema como un elemento
movilizado equivalente a otros”. Así, el punto más avanzado que ha logrado Juanito es la transformación de la
mordedura en desmontaje de la bañera. La madre de potencia opaca, que se va y se lleva con ella toda la casa,
ese irse amenazante de la madre, se transforma en el desmontaje de un aparato que no es toda la casa, es la
bañera.
Este seminario es también un seminario sobre el niño en la medida en que éste es una solución a esa falta
femenina. Lacan se refiere a la ecuación niño=falo. Pero no es más que un sustituto que, precisamente, tampoco
es suficiente. De tal manera que la cuestión es saber cómo el niño descubre que no es suficiente para colmar el
agujero, cómo descubre que el partenaire de la madre como mujer es su falta.

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La doble madre de Juanito. Lacan ubica la desviación de la metáfora paterna en Juanito en el punto en que
en lugar de acceder de manera plena al Nombre-del-Padre, desdobla a la madre entre su madre y la madre del
padre, la abuela que tiene la autoridad. Esa abuela es el lugar de la autoridad, que dicta la ley del padre, dado
que cada domingo el padre y Juanito la van a visitar; Lacan en ese rasgo ubica la fuerza y la autoridad. Así
concibe Lacan la metáfora paterna desviada, o sea, cuando no hay forclusión propiamente dicha del Nombre-
del-Padre, pero cuando la transmisión del Nombre-del-Padre parece no pasar por el padre real. La doble madre
responde a una invención del niño que le permite obtener como una derivación femenina del Nombre-del-
Padre. Podemos ver en el caso de Juanito lo que Lacan llama una carencia del padre real y una constante
llamada al Nombre-del-Padre, una constante llamada a tener un padre terrible más que este padre suave que
apenas le ha dicho algo. Se puede decir que encontramos la doble madre cada vez que se realiza la metáfora
paterna con los elementos femeninos de la historia del sujeto.
Por otro lado, a pesar de esto, Juanito será heterosexual. Pero esto no impide que esté en una posición
fundamentalmente femenina, a tal punto que Lacan lo ubica como hija de dos madres. Juanito no sale del
dominio de imperio de la madre.

Otras apreciaciones desde el punto de vista lacaniano (apuntes de clase)

 El cuerpo de la madre se presta como un objeto libinizado por el niño.


 Hay una MADRE FÁLICA: Juanito le atribuyó un gran falo. Entonces ese gran Otro tenía. ¿Qué sucede
cuando el niño se enfrenta con que ese falo no está?
 Hay un TEMOR A LA CASTRACIÓN, A SER DEVORADO. Este es un fantasma clásico en Lacan en relación a la
“Madre cocodrilo”. Lo que impide que la madre devore al niño es ese palito en la boca: el falo. Este
fantasma se observa en Juanito por el miedo a que lo muerda un caballo.
 Hay una pregunta por el padre: ¿qué es un padre? Es una pregunta importante en el niño. ¿Qué tiene que
ver el padre con el hijo? Para darle el lugar se precisa de lo simbólico.
 Síntoma fóbico: implica que hay que ordenarle el mundo al niño, porque el padre no alcanzó. Que sería la
función del padre según Lacan.
 A partir de la construcción del síntoma se crean las construcciones míticas (obsesión) estas permiten
elaborar inconscientemente eso que requiere elaboración porque insisten. Son tanto los sueños como las
ensoñaciones diurnas.
 Resolución sintomática: gracias a las construcciones míticas, a través de una fantasía, aparece esta
resolución, donde se pudo elaborar algo. Hubo fantasía de curación.
 Represión secundaria: a partir del NO se puede instaurar y es el NP quien lo dice pero también la madre. El
niño puede quedar más expuesto a la ley materna que es una ley caprichosa, es más difícil para el nene es
quien dice SI o No y se inscribe la ley del lado de la madre o la Ley Paterna.
 Madre fálica: mucho apego libidinal con el hijo: de su lado resalta el falismo materno quien la tiene es
mamá. Juanito según Lacan se queda como el falo de la madre. “mi mamá esta castrada y no lo tiene a no
ser que yo valla al lugar”. En donde se completaría la gran Otro.
 El enfrentamiento con la castración implica enfrentarnos a que el gran Otro esta castrado. Esto según Lacan
pasa en todos los neuróticos.

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 Uno de los fantasmas que está detrás del objeto fóbico de Juanito es el de la madre mordedora; ella está
como gran Otro que puede devorarlo. Esto es lo que lo expone a este tipo de fantasmas.
 1965, Lacan: en ciertos seres… en esta etapa aparece el goce fálico (encuentro con la propia erección). Pero
la prohibición no resuelve el goce, sino que éste está ahí, ya que puede quedarse con lo simbólico pero el
goce sigue. El no saber qué hacer con el goce hace que se forme la fobia. La condición fóbica sintomática
permite que el goce sea ordenado y configurado. Esto demuestra que lo que el padre hace no alcanza para
ordenar el goce del sujeto. El síntoma indica que hay que ordenar ese mundo porque la función fálica no lo
hace. Este objeto que ordena es, en lo simbólico, un SIGNIFICANTE en el lugar del significante que no puede
ordenarlo.
 La fobia según Lacan es una estructura de viraje. Esto termina de configurar la neurosis ya sea en histeria u
obsesión, pero aparece en todos los neuróticos. Si alguien queda fijada a ella puede vivir a condición de
evitar los objetos fóbicos (con un precio importante, claramente).
 Fantasía de curación: apunta a resolver el complejo de castración. La resolución simbólica le pone fin al
síntoma: diferencia generacional instalada en una fantasía (fragmento del texto en donde habla de que él
está casado con la madre y su padre con la abuela del pequeño).
 Lacan: la salida de Juanito en cuanto a su virilidad es fallida. Él está identificado con el falo materno y por lo
tanto responderá al ideal de masculinidad de su madre: tener la pauta de qué es la virilidad en función de lo
que piensa la madre de lo que es la virilidad; Juanito tendrá una virilidad pasiva (una mujer lo tendrá que
buscar, etc.). Juanito se coloca en el lugar del Ideal de la Madre. La identificación del sujeto se produce por
la identificación del deseo materno.
 Si el síntoma fóbico no se resuelve solo, se crea la fobia.

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 El gran apego libidinal de la madre hacia el hijo tuvo como consecuencia el “falicismo materno”. Del lado
del hijo ese es el lugar ocupado por la madre: “ella lo tiene, y más largo que el padre”. Juanito, según Lacan
queda posicionado como el falo de la madre: “mi madre está castrada, no lo tiene a no ser que vaya yo a su
lugar”. Con esto, va a completar la falta del Otro.

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Unidad 6: Introducción a la Psicopatología Infanto Juvenil

Lo primero que cabe preguntar a este respecto es si los cuadros psicopatológicos son similares o iguales en
niños y adolescentes y adultos, y en caso contrario, en qué se diferencian. Efectivamente, hay diferencias. La
primera de ellas parte de dos instancias dentro del desarrollo donde se juegan coordenadas que son
determinantes para la vida psíquica de los sujetos:
 Complejo de Castración: momento en torno a los 4 o 5 años en donde se juegan las condiciones de la
elección de objeto, aquello por lo cual fantasmáticamente un sujeto se dirigirá al otro sexo. Esto, por
supuesto, se inscribe en una trama edípica.
 Pubertad: metamorfosis que Freud describe en 1905 en los tres ensayos que después retoma lacan en el
despertar de primavera. Que dice cómo después de la etapa de latencia, cuando se despierta lo real de
los órganos, que empujan al sujeto a una elección u otra. Esto implica que se reelabore todo ese trabajo
de la elección de objeto que se había hecho a la altura del Edipo, para encontrar la manera de acercarse
al Otro sexo. En ese momento se apela al fantasma para ver qué se hace con eso (los títulos en el
bolsillo, la función del padre se pone en juego). Fragmento del seminario V, del año 45.

El hecho de que estén presentes los dos momentos o uno solo, son factores a tener en cuenta para el
diagnostico. Siempre que hablemos de psicopatología infantil debemos tener en cuenta estas dos coordenadas,
es fundamental no soslayar la edad del niño siempre hay que tenerla en cuenta. Y no dejar de lado que implican
para cada sujeto estas dos coordenadas.
Otra nota que se puede tener en cuenta es pensando en la Psicosis, los síntomas en ésta no son los mismos
que en la psicosis adulta porque no tienen tanto tiempo de elaborar aquello que se ve en los adultos.
Los síntomas en la psicosis infantil son mínimos, razón por la cual hay que estar muy preparados para poder
diagnosticar. La formación para esto es muy fina, prestar atención tanto en la escucha como en la mirada.
Cuando se presenta algo insoportable, inquietante que viene del exterior y que tiene que ver con el propio
sujeto, el delirio va a construir algo con eso. En una escala temporal un sujeto psicótico adulto va elaborando el
delirio, ha tenido el tiempo suficiente para elaborarlo en el caso de que ese desencadenamiento haya sido
cuando niño, en cambio en sujetos psicóticos niños esto no sucede entonces es difícil, aunque no imposible,
observar construcciones delirantes mas bien es posible observar fenómenos elementales que no deben
evaluarse bajo un criterio de realidad sino mas bien en las características de certeza, justamente porque en el
niño prima el pensamiento mágico, etc.
Otro indicador clínico de la psicosis infantil, que los primeros psiquiatras pensaban como un imaginación
demasiada frondosa e inconexa, son casos en donde el discurso del chico va de un lado al otro sin conexión y es
muy difícil anclarlo a un sentido, es muy difícil que puede decir qué está diciendo; es un dificultad para significar
lo que dicen. Estos no son fenómenos elementales pero podrían ser considerados en la puntuación que sirve
para el análisis.
Por otro lado tenemos todos los fenómenos imaginarios que son fenómenos de no reconocimiento en el
espejo, que habla de una dificultad en la formación del yo. Esto daría una pauta de una psicosis infantil
esquizofrénica en donde lo que está más afectado es la conformación del cuerpo, y cómo el lenguaje puede
afectar este. Es cuando el cuerpo en algún o algunos puntos no está regulado por el lenguaje.

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Un campo atendible son las dificultades con el lazo que puede tener un niño psicótico, el aislamiento y que
puede tener que ver con algo de lo persecutorio al estilo delirante, como se ve en los adultos, jugado en el lazo
al otro. El otro campo se podría pensar en relación a los trastornos de conducta.
Un punto importante es saber qué hacer con este diagnostico frente a padres y maestros, se debe tratar con
mucho trato porque puede tener rasgos estigmatizantes para el niño.
La estructura psicótica en los niños, aunque no acabada, no se puede modificar pero puede ser muy distinto
el destino del niño que realizó un análisis del que no. Por ejemplo el análisis puede ayudar a que no
desencadene, se le puede facilitar su relación con el lenguaje, con sus compañeros, en el aprendizaje, escritura,
etc. Si el niño desencadenó el trabajo estará orientado a reconstruir esa relación con el lenguaje, cambia la
relación del cuerpo con las palabras.
Tanto psicosis como autismo se encuentran en el CIE 10 y DSM como Trastornos Generalizados del
Desarrollo, y en el DSM V con la sigla Trastornos del Espectro Autista.
El rechazo al Otro es una característica fundamental del Autismo pero no significa que sea un rechazo a todos
y que no se pueda establecer un vínculo particular con Otro. Es un rechazo a la enunciación.

Dos notas sobre el niño – Jacques Lacan

En este texto Lacan presenta tres posiciones que el niño puede adquirir:
 Puede ser objeto del fantasma materno. El cuerpo mismo del niño está tomado como objeto en el
fantasma de la madre sin que medie representación alguna. Esto hace a una Psicosis infantil. “Cuando la
distancia entre la identificación con el ideal del yo y el deseo de la madre no tiene mediación (lo que
asegura normalmente la función del padre), el niño queda expuesto a todas las capturas fantasmáticas.
Se convierte en el “objeto” de la madre y su única función es entonces revelar la verdad de este objeto.
El niño realiza la presencia de eso que Jacques Lacan designa como objeto a en el fantasma”.
 Puede ser el falo de la madre. En este caso el niño queda tomado en el lugar de falta de la madre (no
necesariamente ese es el lugar de una perversión). Lacan deja planteado en el Seminario 4 que, desde
este punto de vista, la clínica con niños es una clínica de la sexualidad femenina, en relación con el lugar
que la madre le da al niño y éste a aquella.
 Puede ser síntoma de la pareja parental. El niño queda en un lugar de síntoma entre los padres, en el
punto de conflicto entre ambos, el niño hace síntoma. Este es el caso de los niños neuróticos, en cuyo
análisis es crucial investigar la relación entre los padres. la dirección de la cura en estos casos se orienta
a que el niño fabrique “su propio síntoma”. “El síntoma del niño está en posición de responder a lo que
hay de sintomático en la estructura familiar. El síntoma, y este es el hecho fundamental de la
experiencia analítica, se define en este contexto como representante de la verdad. El síntoma puede
representar la verdad de la pareja familiar. Este es el caso más complejo pero también el más abierto a
nuestras intervenciones”.

Lacan y la psicosis en la infancia

Apartado 2: El “autismo” de Kanner

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En 1943 Leo Kanner introdujo el término “autismo infantil precoz” para nombrar los casos de retraimiento en
niños menores de un año. A pesar del parecido con la esquizofrenia infantil, distingue este cuadro por su
existencia desde el nacimiento. El innatismo que postula no es orgánico sino que constituye un déficit intelectual
(no “debilidad mental”) y añade en la causalidad la relación particular con sus padres (padres obsesionados por
los detalles pero poco afectivos).
Se caracterizan por:
 Imposibilidad de establecer conexiones ordinarias con personas y situaciones desde el inicio de la vida.
 Inclinación a la soledad autista, alejando todo lo externo que se acerca al niño. El exterior es vivido como
una amenaza no localizable que se vuelve el estatuto propio de lo exterior. Toda acción del otro es vivida
como una intrusión (incluso alimentación, cuidados corporales, o la simple presencia de otro).
 En este cuadro el déficit se impone fenomenológicamente: no hablan, manipulan objetos
estereotipadamente, y rechazan cualquier intrusión en su “juego”. No entran en contacto con su entorno,
las coordenadas espacio-temporales están alteradas, se golpean no tienen noción del peligro, actúan
como si carecieran de cuerpo, cualquier cambio introducido en su rutina los desespera.
 Presentan también fenómenos “positivos”, como una memoria prodigiosa, con la cual suplen la
incapacidad para utilizar el lenguaje con otras funciones.

Apartado 4: Autismo y psicosis

Debate del medio analítico de orientación lacaniana: ¿el autismo es una forma de psicosis o debe ser
diferenciado? Posturas:
 Rosine y Robert Lefort distinguen el autismo de la psicosis: dado el fracaso masivo de de la metáfora paterna
en el autismo no hay Otro ni objeto a (no hay inscripción de la falta). El niño autista se encuentra en relación a
otro masivo y total, por lo que queda un lazo “cuerpo a cuerpo” sin división de un lado ni del otro. El Otro se
reduce a una ausencia y también falta la imagen especular. El niño “está por entero en el sitio del objeto a en
tanto que no especularizable”.
En el autismo el goce se dirige al Otro (voluntad de goce) que apunta a dividir al Otro. La psicosis manifiesta un
goce masoquista que intenta completar al Otro (es instrumento de goce del partenaire). En la psicosis el niño
ocupa un lugar en el fantasma materno, en el autismo no: el niño es un objeto autoerótico, fuera del fantasma,
por lo que queda excluido el lugar del padre. La salida del autismo es por el lado de la paranoia o de la
debilidad.
 Pierre Brunon no distingue autismo de esquizofrenia: el autismo infantil precoz es una esquizofrenia
desencadenada tempranamente. El autismo es para él una “forma extrema en el sentido de variante de la
esquizofrenia, sin que se pueda hablar de una diferencia cualitativa de estructura entre esquizofrenia y
autismo”.
 Colette Soler opina que no existen autismos puros. Deben ser más bien considerados como un polo, “un
rechazo de entrar en la alienación, deteniéndose en el borde”, que hace que los autistas aparezcan como
“significados del Otro” (hablan por ellos y buscan un significado a su conducta). Pero tanto en autismo como
en esquizofrenia es legítimo hablar de forclusión del Nombre-del-Padre.
 La posición de Eric Laurent consiste en plantear la acción de la forclusión del Nombre-del-Padre también en el
autismo (lo cual explica sus estados alucinatorios) y la estabilización posible, sin la necesidad de un pasaje

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hacia la paranoia. En el autismo el significante Nombre-del-Padre no solamente está forcluido, sino que todo lo
simbólico se vuelve real. Sin embargo, en cierto sentido Laurent incluye el autismo en la esquizofrenia, porque
en ambos casos se pone en juego el retorno del goce en el cuerpo.
 De forma general, podemos considerar que en cierta manera el autismo es una forma extrema de la
esquizofrenia infantil. De ahí la utilidad de plantearlo como un polo en tanto que nombra un “estado” más que
una posición en relación a la estructura. Esto explica por qué estos niños pueden salir de su retracción autista y
entrar en contacto con su analista.

Apartado 5: Los fenómenos psicóticos en la infancia

La descripción del fenómeno psicótico en niños se asemeja a la del adulto: a partir de la emergencia de
fenómenos elementales y de alucinaciones se construye el delirio. Muchas veces las fabulaciones ideativas que
no se organizan como delirio dificultan el diagnóstico diferencial. El problema se agudiza cuando se intenta
establecer un diagnóstico en niños autistas. Es por ello que, junto a las características enumeradas por Kanner
para los autistas, hay que apuntar también a detectar los fenómenos elementales: orden monolítico de la
cadena significante (frases fijas usadas para cualquier ocasión); palabras que poseen un sentido originario y
unívoco (no cambia su significado al unirse a otras); alucinaciones que, aunque son más difíciles de captar dado
el aislamiento de los niños autistas, numerosas descripciones permiten suponer su existencia.

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Unidad 7: Trastornos de personalidad. Patologías del consumo. Trastornos de alimentación

TOXICOMANÍA

La tesis freudiana sobre la adicción (Fabián Naparstek)

En la “Carta 79” Freud plantea: “Se me ha abierto la intelección de que la masturbación es el único gran
hábito que cabe designar ‘adicción primordial’ y las otras adicciones solo cobran vida como sustitutos y relevos
de aquella” (alcoholismo, morfinismo, tabaquismo, etc.). La tesis más fuerte en Freud es entonces que hay una
sustitución de la masturbación por esas adicciones segundas.
¿A qué se refiere Freud con esta masturbación como adicción primordial? Lo primero que indica es que esa
adicción está en íntima relación con el AUTOEROTISMO.
En “Fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad” Freud plantea que: “el acto masturbador se dividía
por entonces en dos partes: la evocación de la fantasía, y, llegada ésta a su punto culminante, los manejos
activos conducentes a la satisfacción sexual. Esta composición es más bien una soldadura. En un principio la
acción presentaba un carácter puramente autoerótico; más tarde esta acción se fusionó con una representación
optativa”. Por lo tanto, lo que encontrábamos en algún tiempo eran solo los movimientos activos mecánicos, a
lo cual él llama “puro autoerotismo”, y que sería un tocamiento sin ninguna connotación significante, momento
previo a que el significante mueva el órgano; en un segundo momento, a eso se le fusiona o se le agrega la
fantasía. Esta fusión tiene que ver con un momento que podemos llamar “cero” respecto de un momento “uno”,
un momento que se deduce a partir de la fusión:

Tiempo 0 Tiempo 1
Puro autoerotismo Onanismo como soldadura

Posteriormente Freud plantea que para que haya SÍNTOMA hacen falta tres condiciones necesarias:
 Primero hay que dejar de masturbarse: no hay masturbación y síntoma a la vez; sigue la lógica de la teoría
energética.
 En segundo lugar hace falta que esa energía no sea derivada de otra manera o sustituida por otra cosa, es decir
que no haya una satisfacción sustitutiva (sublimación).
 En tercer lugar, hace falta que la fantasía pase a ser inconsciente.

Tiempo 0 Tiempo 1 Tiempo 2


Puro autoerotismo Onanismo como soldadura Síntoma

Entonces la tesis de Freud se puede entender ubicando la adicción en el lugar de sustitución de un puro
autoerotismo sin sentido alguno, sin que esté aún articulado a la fantasía o a la palabra. Por otro lado, no parece
seguir el camino del síntoma, ya que hemos destacado que masturbación y síntoma son respuestas
estructuralmente diferentes. Más bien, Freud plantea una ecuación directa entre adicción y autoerotismo.

La tesis lacaniana sobre la droga (Fabián Naparstek)

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La tesis fuerte de Lacan sobre la droga es: “La droga es lo que permite romper el casamiento del cuerpo con
el ‘pequeño pipí’”.
Para poder comprender, es necesario partir de varios puntos. En primer lugar puntuar qué significa la
“inscripción del falo”. Según Lacan, “el falo es la conjunción de ese parásito, el pequeño cabo de cola en
cuestión, con la función de la palabra”. Se trata de que el pene responda al significante, eso es lo que
comúnmente llamamos “falo”. Para que el falo esté inscripto no alcanza con que alguien tenga pene, hace falta
además que ese órgano responda en cierta manera a la palabra. Entonces, la inscripción del falo coincide, con
esa relación entre un órgano y la palabra. Esto es lo que Lacan después llamó “hacer de un órgano un
instrumento”. Esto responde a que el órgano pueda ser utilizado como herramienta, en este caso podría ser
relacionarse con el otro sexo.
Hay un “error común” en confundir lo real del órgano con su articulación al significante en tanto
instrumento”. Para diferenciar claramente órgano e instrumento, pene y falo, podemos escribirlo de la siguiente
manera dentro del cuadro:
Tiempo 0 Tiempo 1 Tiempo 2
Puro autoerotismo Onanismo como soldadura Síntoma
Pene, órgano Inscripción del falo, instrumento

Otro rasgo que permite identificar al falo es la posibilidad del órgano (pene) de tumescencia y
detumescencia, es decir que posea capacidad de erección. Entonces si en lo real hay un órgano que tiene esa
alternancia real, eso encaja muy bien imaginariamente con la alternancia simbólica de la presencia y ausencia,
característica esencial del falo. Lacan señala que el falo es más importante por su ausencia que por su presencia;
ya que a partir de esa ausencia se instala el complejo de castración. Consecuentemente, y a partir del Edipo, esa
alternancia del órgano es leída como falo-no falo o como presencia-ausencia.
Lo que para Freud es el puro autoerotismo, Lacan lo llama “Goce Real”, que no se encuentra anudada al falo,
es una satisfacción fuera de la regulación fálica. El autor considera que esta sería la verdadera toxicomanía,
donde efectivamente, la droga permite romper con el falo y se pierde toda medida. El exceso propio de la
toxicomanía muestra muy bien ese fuera de regulación fálica; si hay una función que tiene el falo es poner
medida a las cosas. La sobredosis habría que pensarla como fuera de la medida fálica.
De este modo, se pueden considerar diferentes usos de la droga:
 Hay un uso de la droga que permite mantener una satisfacción onanista estancada, conservando el
casamiento con el órgano.
 Hay otro uso que permite tomar coraje y enfrentar al Otro sexo y poner en función el falo. En este caso
parece más bien una muleta para el falo.
 Por último, aquello que puede empezar en un intento de mantenerse casado con el falo, o en un intento de
ponerlo en función, finalmente se desamarra, se suelta del falo y provoca la manía por el tóxico.

Tiempo 0 Tiempo 1 Tiempo 2


Puro autoerotismo Onanismo como soldadura Síntoma
Pene real. La pulsión más Inscripción del falo Puesta en función del falo
elemental
Goce real Goce fálico: estancado Goce fálico: desplazamiento

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Los goces y la toxicomanía (Fabián Naparstek)

En esta sección el autor se propone especificar qué tipo de satisfacción se encuentra en la toxicomanía y el
alcoholismo, ya que constituye un dato clínico el hecho de que se obtiene algún tipo de satisfacción en el
consumo. También presenta el concepto de goce y sus diferentes implicancias.
Si bien lo que Lacan llama “goce” no figura en tanto tal como un concepto en Freud, es de él de quien extrae
esa idea y la hace un concepto central de su enseñanza. Freud sostiene, rompiendo con la idea del hedonismo,
que hay muchas cosas que nos dan satisfacción y que no implican ningún bien para el individuo. A partir de esto
Lacan se pregunta qué es el goce, respondiendo que “se reduce aquí a no ser más que una instancia negativa”.
El goce es lo que no sirve para nada, se trataría de un plus de satisfacción que no sirve para nada. Lo que Lacan
llama goce no es más que la pulsión de muerte freudiana.
Otra noción de goce proviene del discurso jurídico y es la de Usufructo, lo cual implica el disfrute de la cosa
en tanto se transforma en un objeto de apropiación. Uno puede gozar como quiere, jurídicamente hablando, de
aquello que posee; por supuesto, con ciertas restricciones, siempre y cuando no invada el campo de los otros.
Entonces se plantea la cuestión de qué es lo primero de lo cual uno puede hacer usufructo. Freud pone de
manifiesto toda la gama del goce, incluso su cuerpo, es decir que hay una relación estrecha entre el goce y el
cuerpo. La idea de Lacan es que el lugar del goce es el cuerpo. En este sentido, Lacan define el goce como la
relación del ser parlante con su cuerpo.
En el recorrido de Lacan se plantean diferentes tipos de goce, entre ellos el goce sexual y el goce a secas.
Al tratar de situar de qué satisfacción se trata en la toxicomanía y el alcoholismo, el primer planteo de Miller
es la idea de que hay cierto goce del toxicómano y del alcohólico que no pasa por el Otro, que no pasa por el
campo del Otro. En la toxicomanía no se pasa por el Otro sexo, que supone tener que pasar por el encuentro
con el cuerpo del otro y que implica la diferencia. A su vez, ese pasar por Otro supone poner en función al falo.
Finalmente, Miller agrega que “existe otro tipo de goce que no pasa por el cuerpo del Otro sino por el propio
y que se inscribe bajo la rúbrica del autoerotismo, digamos que es un goce cínico, que rechaza al Otro, que
rehúsa que el goce del cuerpo propio sea metaforizado por el goce del cuerpo del Otro y que opera como un
cortocircuito llevado a cabo en el acto de masturbación, que precisamente asegura al sujeto su casamiento con
el pequeño pipí”. No pasa por el otro y tampoco por un otro semejante en el sentido de la homosexualidad, se
queda consigo mismo y asegura su casamiento con el pequeño pipí. Así, vemos desprenderse la especificidad del
goce toxicomaníaco, que en efecto no pasa por el Otro, pero tampoco por el goce fálico. El goce de la
toxicomanía rompe con lo fálico, es la “huída” ante el hecho de plantearse problemas sexuales; es un goce que
lleva a la muerte literalmente, es el goce a secas.
Se puede hacer uso de la droga para:
 Insubordinarse al servicio sexual, lo cual es considerado como la verdadera toxicomanía, cuando se suelta
del Otro y de lo fálico y va a parar a un sin límites maníaco.
 Para mantenerse estancado en el goce del onanismo como soldadura.
 Para tratar de acceder al otro sexo como una muleta, cuando el falo tiene sus limitaciones y el sujeto no
soporta estas e intenta levantarlo para acceder al otro sexo.
Son diferentes usos, diferentes funciones de la droga que hay que tratar de situar en cada caso clínico. En la
clínica es necesario que hagamos un diagnóstico de lo que ubicamos como la función que cumple esa droga para

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el sujeto. Esto es independiente de neurosis, psicosis o perversión, aunque se va a articular de modos diferentes
en cada estructura. Hay que poder articular estas dos cuestiones: estructura y función de la droga.
La tesis lacaniana de la ruptura retoma la idea freudiana de la masturbación como adicción primordial y la
especifica con su concepción de goce. Precisamente, con la aclaración de Miller en términos de un goce que
prescinde del Otro y de lo fálico. Esto muestra una satisfacción que no sirve para nada, que el sujeto no puede
soltar y que lo lleva a la muerte. La toxicomanía y el alcoholismo son dos modos patológicos que exhiben esa
característica del goce a secas de una manera terrible y con consecuencias funestas para quien lo padece.

Tres observaciones sobre la toxicomanía (Eric Laurent)

DSM: Trastorno por consumo de sustancias

Dependencia de sustancias

Un patrón desadaptativo de consumo de la sustancia que conlleva un deterioro o malestar clínicamente


significativos, tres (o más) de los ítems en algún momento de un período continuado de 12 meses:
1. Tolerancia, definida por cualquiera de los siguientes ítems:
(a) una necesidad de cantidades marcadamente crecientes de la sustancia para conseguir la intoxicación o el
efecto deseado
(b) el efecto de las mismas cantidades de sustancia disminuye claramente con su consumo continuado
2. Abstinencia, definida por cualquiera de los siguientes ítems:
(a) el síndrome de abstinencia característico para la sustancia (v. Criterios A y B de los criterios diagnósticos
para la abstinencia de sustancias específicas)
(b) se toma la misma sustancia (o una muy parecida) para aliviar o evitar los síntomas de abstinencia
3. La sustancia es tomada con frecuencia en cantidades mayores o durante un período más largo de lo que
inicialmente se pretendía
4. Existe un deseo persistente o esfuerzos infructuosos de controlar o interrumpir el consumo de la sustancia
5. Se emplea mucho tiempo en actividades relacionadas con la obtención de la sustancia (p. ej., visitar a
varios médicos o desplazarse largas distancias), en el consumo de la sustancia (p. ej., fumar un pitillo tras otro) o
en la recuperación de los efectos de la sustancia
6. reducción de importantes actividades sociales, laborales o recreativas debido al consumo de la sustancia
7. se continúa tomando la sustancia a pesar de tener conciencia de problemas psicológicos o físicos
recidivantes o persistentes, que parecen causados o exacerbados por el consumo de la sustancia (p. ej.,
consumo de la cocaína a pesar de saber que provoca depresión, o continuada ingesta de alcohol a pesar de que
empeora una úlcera)
Especificar si: Con dependencia fisiológica: signos de tolerancia o abstinencia (p. ej., si se cumplen cualquiera
de los puntos 1 o 2) Sin dependencia fisiológica: no hay signos de tolerancia o abstinencia (p. ej., si no se
cumplen los puntos 1 y 2)

Abuso de sustancias:

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A. Un patrón desadaptativo de consumo de sustancias que conlleva un deterioro o malestar clínicamente
significativos, expresado por uno (o más) de los ítems siguientes durante un período de 12 meses:
1. Consumo recurrente de sustancias, que da lugar al incumplimiento de obligaciones en el trabajo, la escuela
o en casa (p. ej., ausencias repetidas o rendimiento pobre relacionados con el consumo de sustancias; ausencias,
suspensiones o expulsiones de la escuela relacionadas con la sustancia; descuido de los niños o de las
obligaciones de la casa)
2. Consumo recurrente de la sustancia en situaciones en las que hacerlo es físicamente peligroso (p. ej.,
conducir un automóvil o accionar una máquina bajo los efectos de la sustancia)
3. Problemas legales repetidos relacionados con la sustancia (p. ej., arrestos por comportamiento
escandaloso debido a la sustancia)
4. Consumo continuado de la sustancia, a pesar de tener problemas sociales continuos o recurrentes o
problemas interpersonales causados o exacerbados por los efectos de la sustancia (p. ej., discusiones con la
esposa acerca de las consecuencias de la intoxicación, o violencia física) B. Los síntomas no han cumplido nunca
los criterios para la dependencia de sustancias de esta clase de sustancia.

Diferencias entre Dependencia y Abuso:

* La dependencia de sustancias suele ser una respuesta física del cuerpo cuando una sustancia es consumida
con cierta regularidad, mientras que el abuso de sustancias tiene que ver con el consumo de sustancias sin
moderación o prescripción de un profesional de la salud.
* La dependencia de sustancias es más peligrosa que el abuso de las mismas.
* En el caso del abuso de sustancias el único tratamiento que se recomienda es el apoyo social y la búsqueda de
información, mientras que en el caso de la dependencia además de los antes mencionados, también es
importante que la persona sea sometida a un proceso de desintoxicación.

ANOREXIA Y BULIMIA

Apuntes de clase: trastornos alimenticios

Según Lacan cuando el bebé llora la mamá transforma eso en demanda, a partir de esto comienza a
incorporarlo en el lenguaje. La interpretación desencuentra deseo y necesidad. En la anorexia y bulimia la
interpretación esta alrededor del alimento y esto genera no un vacio, sino algo que está lleno por eso el mismo
sujeto procura el vacio. El contexto cultural influye en lo síntomas de cada época, ahora hay una pérdida de
limite.
La bulímica AUN MAS nunca es suficiente la demanda no tiene fondo, no se encuentra en el consumo. La
bulímica no come comida sino de lo que la comida hace singular. Esto tiene que ver con la demanda de amor
diferente en la anorexia reclama su derecho a su amor en donde ningún objeto lo alcanza jamás. No tiene que
ver con el objeto sino con el vacio, está en juego el objeto simbólico no real y las maneras son la bulimia y la
anorexia.
El síntoma es en relación al otro. Le da un triunfo al yo imaginario. Podría pensarse que en la anorexia puede
perderse al gran Otro y el síntoma se pensaría como una certeza más ligado a lo psicótico. Los síntomas
contemporáneos (anorexia, bulimia, etc.) tiene un efecto de división, esto genera sufrimiento y obstaculiza

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contiene un enigma, el síntoma se presenta como un mensaje simbólico, esta demanda está en la transferencia
simbólica. También puede ser un síntoma en la psicosis acompañando una idea delirante o una certeza con la
imagen del cuerpo.
Es la demanda de amor lo que moviliza a estos sujetos. La dirección de la cura: el bebe hace y el gran Otro
sanciona eso como demanda, es necesario que el bebé entienda que eso que él hace es una demanda, esta
también luego se convierte en una demanda de la madre: demandas cruzadas. El amor está relacionado con la
madre en trastornos alimenticios.
El gran Otro real luego se transforma en omnipotente, no siempre se puede satisfacer la demanda: desde
ahora las demandas si son de presencia o ausencia van a ser siempre demanda de amor. Es importante que el
otro este (no es tanto la necesidad sino la demanda de amor ejemplo ya no importa la leche sino que la madre
este).
¿Por qué se produce un trastorno? Puede que la madre confunda sus cuidados con el don del amor, la
demanda del niño es siempre de alimento, siempre se le da todo y el niño juega con el rechazo como un deseo:
anorexia si no hay lugar para lo que no se responde (siempre alimentándolo) al negarse a satisfacer la demanda
de la madre, el sujeto con el síntoma se niega a eso para salvaguardar su deseo. Para que la madre tenga un
deseo fuera de él: clínica del estrago.
No es una estructura sino un síntoma: anorexia mental. No es un no comer es COMER NADA, esto existe en el
plano simbólico por otro es un lugar que se trata hacer equivaler a un deseo. Se saborea ese nada y gracias a
esto ella depende de él, relación dirigida al gran Otro.

La última cena: anorexia y bulimia (Recalcatti)

Apartado 1: Aun más.

Aun más… es la demanda que insiste sin palabras y en una forma desesperada en el ataque bulímico. El “mal
infinito” de la demanda bulímica (no existe nunca otro suficiente que pueda colmarla) muestra en su punto
extremo, la intersección con la demanda de amor en cuanto tal. Lo que sabe la anoréxica es que eligiendo comer
la nada rechaza el mundo del tener y reclama su derecho a ser, su derecho al amor.
La demanda de amor no tiene fondo. Es ésta una de las verdades que la bulímica encarna. En el caso de la
protesta de la anoréxica ningún objeto vale el amor, ningún objeto puede retener eso que no está en el orden
del tener, ningún objeto puede colmar el vacío de ser del sujeto, ningún objeto alcanza jamás. Es ésta la función
de la “nada” en la anoréxica: nada vale si no es signo del amor. Nada, ni siquiera el objeto-comida puede suturar
la falta que habita al sujeto. No obstante, el “todavía más” de la bulímica indica la presencia en el objeto comida
de algo de lo real que no es posible simbolizar, indica el resto puramente pulsional del objeto oral. Indica la cifra
del goce de la pulsión oral, goce enlazado no a la realidad de la sustancia sino al vacío, porque la pulsión oral no
se resuelve en la absorción del objeto, sino en bordearlo, circundando la falta dejada por la pérdida del objeto.
Porque cuando la bulímica come no come comida sino come aquello que no se puede comer, como eso de lo
que la comida hace simulacro, el objeto perdido, come el vacío, esa cosa que padece del significante.
El punto donde esta búsqueda sin aliento del tener, encuentra la inconsistencia del ser; el vacío otra vez, en
lugar de la plenitud.

Apartado 2: El último banquete

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La última cena es un drama donde el consumo comunitario del alimento está suspendido en el cumplimiento
de un destino fatal; después caerá la noche fría de la soledad. Se rompe el pacto con el Otro. Es el lamento
constante de la anoréxica bulímica: el Otro traiciona, abandona, es el Otro del no-amor. La noche de la anorexia
bulímica es la noche de una soledad infinita.
El espiritualismo de la anoréxica está vinculado a la estética de la imagen, al culto mundano y moderno del
cuerpo delgado. Esto responde a la exigencia de un dominio de un control integral del ideal sobre la pulsión.
Es por esto que la bulimia es obscena porque muestra el resto real del goce que la acción sublimatoria de la
cocina y de la comensalidad (disposición o gusto de sentarse a comer a la mesa con alguien) no logran jamás
inscribir en su totalidad dentro del campo del lenguaje. Porque la pulsión apunta a satisfacerse, apunta a comer
no la comida sino el vacío como cavidad, como residuo.
La última cena no es jamás verdaderamente la última. La mesa del Otro es abandonada y se ofenden sus
reglas: la anoréxica con su rechazo radical de la comida y la bulímica con su voracidad sin límites, resaltan la
ruptura de la comensalidad con el otro. La anoréxica-bulímica acepta la oferta del Otro pero solo para
rechazarla, para decir que no. ¿A quién? Al Otro que no la quiso, aquel que la inscribió en modo forzado en un
orden ya escrito.
La anoréxica-bulímica, a diferencia de lo que cree, no traiciona solo a los otros que, como ella están invitados
al banquete, sino que traiciona sobre todo al Otro. Quiere sustraerse al Otro del lenguaje y a sus leyes para
preservar la propia integridad en modo absoluto. La anoréxica-bulímica imputará siempre al Otro la causa de su
mal. Se transformará en un esqueleto viviente para hacérsela pagar al Otro, para chantajear su voluntad, para
extorsionar al Otro de cuyo amor se sintió privada, a ese Otro que la echó de su mesa.

“El cuerpo en la clínica psicoanalítica”-Tizio, H.

Anorexia y bulimia.
El aspecto variable del síntoma es lo que nos lleva a hablar de nuevas formas de síntoma y ubicar algo en la
época. Para tomar una de las envolturas actuales del síntoma hablaremos de una forma de malestar: anorexia y
bulimia.
Estamos acostumbrados a manejar la referencia de Lacan “la anorexia come nada”. El primer paso es
contextualizar, este fragmento se extrae del seminario IV, pero cuando se recorta se pierda de vista cómo hace
funcionar Lacan, en ese momento, este sintagma “la anorexia come nada”. Y luego ¿qué es esa nada?
Cuando Lacan dice “come nada” lo hace porque hay predominio de lo simbólico. Este nada existe solamente
en el plano de lo simbólico como tal, es algo absolutamente diferente a la negación de la actividad. ¿Cómo hace
funcionar ese comer nada? Frente a lo que tiene delante, es decir la madre de quien depende, hace uso de esa
ausencia que saborea y gracias a este nada consigue que ella dependa de él. Es decir que este comer nada lo
hace funcionar en relación al Otro. Es un “nada” porque la función del significante, en ese momento, es anular
borrar la sustancia. Entonces, este objeto nada es producido como anulación simbólica del objeto real.
En el seminario VIII toma esta misma frase pero con un matiz diferente porque lo hace en relación con la
doble demanda: la demanda de ser nutrido que es la demanda de amor y por otro, la demanda de dejarse
nutrir, que es la demanda que viene del Otro y que pone en primer plano la cuestión del objeto.

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La conducta anoréxica testimonia de la presencia ciega del deseo, deseo innombrado y ciego. ¿Qué es este
deseo? Lacan dice que en la realidad la demanda oral tiene un trasfondo que es demanda sexual y que Freud la
remitió al tema del canibalismo.
He visto varios episodios anoréxicos en adolescentes que aparecen como un impasse a lo que se podría
llamar el segundo tiempo freudiano de la sexualidad, el encuentro con el Otro sexo.
Otra referencia es la relación de anorexia- saber. En donde en el seminario XXI Lacan aborda la cuestión de
que no hay deseo de saber sino horror a saber; primeramente hay un deseo de saber atribuido al Otro. Freud
pone en evidencia que no hay deseo de saber. Que se trata de la construcción de una respuesta, mejor dicho, de
una respuesta que se construye. El sujeto no pregunta para saber sino porque supone que el Otro quiere saber.
Existe el desalentar el saber, porque hay horror de saber sobre el goce. No es una relación con el saber en el
sentido que le damos al término, sino que es una relación de conocimiento, un conocimiento que trabaja para
no saber, un conocimiento que pone obstáculos al saber.
Cuando hablamos de anorexia o bulimia tenemos que ubicar su funcionamiento.
Referencia de Miller y Laurent: El otro que no existe.
Miller ubica la anorexia del lado del sujeto y se podría decir que es la estructura misma de todo deseo,
mientras que la bulimia one en primer plano la función del objeto. Desde este perspectiva podemos pensar en la
anorexia el rechazo del otro. Tanto la bulimia como la anorexia se pueden pensar en relación con la alienación y
la separación. La bulimia del lado de la alienación y la anorexia como rechazo, del lado de la separación.
La bulimia, es decir, la ingesta y el vomito es una lógica de positivar y negativizar el objeto. Abordar estas,
parece obligado cuando se toma el síntoma como acontecimiento del cuerpo, pero podemos ver que tiene una
complejidad interesante.
Lacan de bulimia en uno de sus seminarios hace referencia a la frase: “el que come no esta solo”. Se puede
pensar esto en una observación de la clínica, en relación con el vacio.
A partir del estudio de estos casos se podría pensar que en realidad muchos de estos síntomas son llamados
al Otro, como regulador en un momento, donde hay un encuentro con el goce. Son adolescentes que están en
un momento de impasse del encuentro con el Otro sexo, donde hay una gran oferta de goces auto eróticos y
serias dificultades de pasar por el Otro. Estos síntomas plantean las modalidades actuales de la evitación o
postergación del cuerpo a cuerpo.

DSM: Trastornos de la conducta alimentaria

ANOREXIA NERVIOSA

A. Rechazo a mantener el peso corporal igual o por encima del valor mínimo normal considerando la edad y
la talla (p. ej., pérdida de peso que da lugar a un peso inferior al 85 % del esperable, o fracaso en conseguir el
aumento de peso normal durante el período de crecimiento, dando como resultado un peso corporal inferior al
85 % del peso esperable).
B. Miedo intenso a ganar peso o a convertirse en obeso, incluso estando por debajo del peso normal.
C. Alteración de la percepción del peso o la silueta corporales, exageración de su importancia en la
autoevaluación o negación del peligro que comporta el bajo peso corporal.

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D. En las mujeres pospuberales, presencia de amenorrea; por ejemplo, ausencia de al menos tres ciclos
menstruales consecutivos. (Se considera que una mujer presenta amenorrea cuando sus menstruaciones
aparecen únicamente con tratamientos hormonales, p. ej., con la administración de estrógenos.).
Especificar el tipo: Tipo restrictivo: el individuo no recurre regularmente a atracones o a purgas (p. ej.,
provocación del vómito o uso excesivo de laxantes, diuréticos o enemas). Tipo compulsivo/purgativo: el
individuo recurre regularmente a atracones o purgas (p. ej., provocación del vómito o uso excesivo de laxantes,
diuréticos o enemas).

BULIMIA NERVIOSA

A. Presencia de atracones recurrentes. Un atracón se caracteriza por:


1. ingesta de alimento en un corto espacio de tiempo (p. ej., en un período de 2 horas) en cantidad superior a
la que la mayoría de las personas ingerirían en un período de tiempo similar y en las mismas circunstancias
2. sensación de pérdida de control sobre la ingesta del alimento (p. ej., sensación de no poder parar de
comer o no poder controlar el tipo o la cantidad de comida que se está ingiriendo)
B. Conductas compensatorias inapropiadas, de manera repetida, con el fin de no ganar peso, como son
provocación del vómito; uso excesivo de laxantes, diuréticos, enemas u otros fármacos; ayuno, y ejercicio
excesivo. C. Los atracones y las conductas compensatorias inapropiadas tienen lugar, como promedio, al menos
dos veces a la semana durante un período de 3 meses.
D. La autoevaluación está exageradamente influida por el peso y la silueta corporales.
E. La alteración no aparece exclusivamente en el transcurso de la anorexia nerviosa.
Especificar tipo: Tipo purgativo: el individuo se provoca regularmente el vómito o usa laxantes, diuréticos o
enemas en exceso. Tipo no purgativo: el individuo emplea otras conductas compensatorias inapropiadas, como
el ayuno o el ejercicio intenso, pero no recurre regularmente a provocarse el vómito ni usa laxantes, diuréticos o
enemas en exceso.

Valor del diagnóstico para cada sujeto (casos clínicos)

Caso G.

En la primera presentación de G. él menciona expresamente que es alcohólico, luego de lo cual relata la


historia de su adicción y las consecuencias que ha tenido en su vida. Pudimos notar que ese diagnóstico de
“alcohólico”, a pesar de provenir del ámbito médico/psiquiátrico, realmente representa al sujeto, o mejor dicho,
él se deja representar por ese significante, se identifica con él y le da paso al momento de nombrar su síntoma.
Es decir que detrás de esa palabra hay un malestar que aqueja fuertemente al sujeto y que tiene relación directa
con el consumo de alcohol y con la imposibilidad de controlarlo. Creemos que G. sabe qué dice cuando dice que
es alcohólico (a pesar de que como categoría diagnóstica no signifique nada en cuanto a lo particular) ya que
todo el valor que él pone en esa palabra tiene un correlato vivencial cargado, como dijimos, de mucha angustia.
Esto se puede notar en el hecho de que decide internarse por su problemática.

Caso L.

A diferencia del caso anterior, L. no llega por cuenta propia a consulta sino por imperativo de su madre; de
hecho al llegar menciona que no quiere estar allí. Lo interesante de este caso es cómo la adolescente responde

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ante la pregunta de qué significa ser anoréxica: se ríe y luego de unos instantes en silencio comienza a hablar,
pero no de la comida ni de su condición de “anoréxica”, diagnóstico emitido desde el paradigma médico.
A partir de esto podemos considerar que esta chica no se identifica con ese diagnóstico a pesar de que sus
síntomas coinciden con los criterios de tal afección. Ese significante, proveniente del campo del Otro, no la
representa, no dice nada de ella en su singularidad. Ella decide hablar de otras cosas, menciona la presencia de
una madre asfixiante y deja claro que su familia está “encima de ella” con respecto a la comida. Pero el
diagnóstico en sí mismo tiene poco valor al momento de funcionar como identificación.

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Unidad 8:
Singularidad

Teniendo en cuenta los casos clínicos vistos en clase en relación a toxicomanías y trastornos alimenticios,
resulta importante tanto como interesante dar cuenta de cómo un nombre o denominación sirve para
identificarse con él y cómo influye eso en el diagnóstico que se está emitiendo. Es decir que en este caso
tratamos de pasar desde el nombre común, universal propio de las clasificaciones, a algo más particular y
acotado, propio de cada cual. Todos los sujetos podemos ubicar algo de uno mismo que es completamente
diferente a los demás.
En este mismo sentido Miller desarrolla su conferencia inaugural del ICBA, denominada “El ruiseñor de
Lacan”. En ella da cuenta de esta cuestión de la SINGULARIDAD, partiendo de la idea de que en la clínica y su
transmisión debemos priorizar lo singular, más que lo general o universal: “Quizás en este aspecto somos
clínicos posmodernos. Si privilegiamos el caso particular, el detalle, lo no generalizable, es en la medida en que
ya no creemos en las CLASES (las de los sistemas de clasificación)”.
Existen varios fundamentos por los cuales Miller, en representación del psicoanálisis, sostiene esta tesis:
 Nuestros sistemas de clasificación son MORTALES porque son HISTÓRICAS. Sabemos que estas
clasificaciones tienen algo relativo, artificial, artificioso, que son solamente SEMBLANTE; esto es, no se
fundamentan ni en la naturaleza, ni en la estructura, ni en lo real. Foucault ya lo propuso en el prólogo a
“Las palabras y las cosas” en la década del 60. A partir de un cuento de Borges demuestra hasta qué punto
las clasificaciones son irrisorias. Las ciencias las utilizas y en algún punto son instrumentales y funcionales,
pero en sí mismas son irracionales.
Estas clases solo se presentan hoy fundamentadas en la verdad, que VARÍA. Es decir que nuestras
clasificaciones producen efectos de verdad, pero el fundamento en ella no es el fundamento en lo real. La
verdad siempre es de un lugar, un tiempo y un proyecto particular. Estamos en una cultura del
HISTORICISMO, que muestra que cada categoría que utilizamos tiene una historia.
 En estas clasificaciones a partir de signos patológicos podemos ubicar una clase a la cual se pertenece. De
manera que es inherente a toda práctica del diagnóstico que el individuo se vuelva un EJEMPLAR dentro de
una clase.
 También existe el logicismo o las paradojas de la lógica que nos hacen dudar de las clases, que ridiculizan la
inducción. Además, las clasificaciones no se construyen puramente a nivel teorético y contemplativo, donde
se puede dar lugar a esas paradojas, sino que siempre refieren a una práctica efectiva que ya existe:
tenemos confianza en los predicados que permiten predicciones que ya se han verificado hasta hoy. Es
decir que elegimos nuestras teorías de clasificación no en función de lo datos sino de nuestra práctica
lingüística. Esta no es una garantía absoluta sino específicamente pragmática.
En este sentido lo que distingue a nuestra época es que sabemos de esto, sabemos del artificio de estas
categorías y de su fundamento en la práctica lingüística.
 Miller indica que el espíritu del DSM se caracteriza por una alianza entre el nominalismo (que afirma que
solo existe el individuo particular y que todos los nombres son artificiosos) y el pragmatismo, ya que en él la
nosografía evoluciona en función de nuestros modos de actuar. Esto habla de un semblante, de un
“atificialismo absoluto y un pragmatismo constante”. Consecuencia: el individuo se encuentra APARTADO,
disyunto de este juego y juega su partida, hace sus cosas, al lado de este caos artificioso.

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 Lo universal de la clase nunca está completamente presente en un individuo: éste puede ser el ejemplo de
una clase, pero siempre será un ejemplo con una “laguna”. Este déficit de toda clase universal en un
individuo es el rasgo que hace que justamente este sea SUJETO. Hay sujeto cada vez que el individuo se
aparta de la especie, del género, de lo universal. Esto es algo que hay que recordar en la clínica, para no
aplastar al sujeto con las clases que utilizamos. A partir del cuento borgeano que plantea la cuestión del
ruiseñor de Keats, Miller afirma nuevamente que “llamamos sujeto al efecto que desplaza sin parar el
individuo, que aparta al individuo de la especie, que aparta lo particular de lo universal, y el caso de la
regla”. “Hoy estamos en un mundo donde las ovejas se clonan y en el cual no es imposible que las gallinas
tengan dientes. Es entonces la clínica para nuestra época, en un mundo que podemos experimentar que ha
vuelto a la contingencia y a sus sorpresas. En este, un caso particular no es nunca el caso de una regla o de
una clase. Solo hay excepciones a la regla: he aquí una fórmula universal, paradójica, que creo poder
formular”.
 Diferencia entre el diagnóstico como un arte, el arte de juzgar un caso sin regla y sin clase prestablecida, y
un diagnóstico automático que refiera cada individuo a una clase patológica. Esta es, de alguna manera, la
utopía del DSM.
¿Cuáles son las reglas, las clases, los universales que se inventan en el psicoanálisis? El sujeto analizante
inventa la manera según la cual él subsume su propio caso bajo la regla universal de la supuesta especie de los
sujetos. Esta regla se trata de un universal muy particular: la AUSENCIA DE UNA REGLA. Éste es el universal
negativo, es la ausencia de un programa, la ausencia de una programación sexual: es lo que Lacan llamó al NO
RELACIÓN SEXUAL. Y esto se deduce también de lo que permitió acumular como dato la experiencia freudiana.
El sujeto está siempre obligado a inventar su modo de relación con el sexo, sin estar guiado por una
programación natural. Ese modo de relación particular y peculiar, es el SÍNTOMA y viene al lugar de esa
programación natural que no hay. Por esto el sujeto se constituye siempre como excepción a la regla, y esa
invención de la regla que le falta la hace bajo la forma del síntoma.
El síntoma en este sentido sería la regla propia de un sujeto, según la cual se distribuye su libido. En el
transcurso de la experiencia analítica el síntoma se purifica hasta ser desinvestido al final. Sin embargo, siempre
queda un residuo investido del síntoma, lo que Lacan llamaba el OBJETO PEQUEÑO a.

Este planteo de Miller tiene consonancia con lo que hemos visto en clase en relación el punto de falla de
cualquier estructura: ese es el punto donde se aloja lo particular, un punto que no se deja definir ni detectar por
ninguna estructura, de otra manera todos los sujetos seríamos igualmente estructurados. Lo que clasificamos no
da singularidad, eso nos sirve justamente para saber donde NO BUSCAR.
¿Qué es eso que no entra en las categorías? Es lo que llamamos lo “singular por la vía positiva” (ya que
permite identificarlo), es aquello que no se puede modificar, aquello que será SIEMPRE así, algo de lo que no se
puede escapar. Es lo que podemos llamar “LO INVARIABLE”.
Lacan intenta llegar hasta donde estaba eso singular. Cerca de los años 60 trabaja con el “Estilo”, concepto
proveniente del campo literario y que designaba el modo de escribir de alguien. Lacan dirá que “el estilo hace al
hombre”, y que el estilo es el OBJETO a.
En el Seminario X el objeto es entendido como CAUSA, a partir del cual se BUSCA. En la constitución subjetiva
este objeto debe ser cedido al Otro (le cedo el pecho, pero luego se buscará en el campo del Otro, luego se lo
pido). Si este objeto no es cedido, ese agujero real queda tapado, por lo tanto si se cede deja abierto un lugar
para seguir buscando en el campo del otro; esto es lo que determina el circuito de la pulsión. El ESTILO entonces

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será la relación que cada uno tiene con sus OBJETOS: allí aparece lo singular porque toca lo REAL, que afecta
también al cuerpo.
Del Seminario I al IX Lacan trabajó otro concepto en este mismo sentido: el NOMBRE PROPIO, que será
entendido como el punto de máxima singularidad de alguien. En el Seminario I es conceptualizado como aquello
que alguien puede ubicar al final de la cura. En el seminario IX el Nombre Propio hace una “marca” que por un
lado deja una inscripción inaugural inscrita en el cuerpo y para siempre, pero por otro lado deja un vacío.
Ese nombre llega a partir del Otro y es por eso que el Nombre Propio tiene connotaciones del deseo de la
madre, de la novela familiar, del mito individual del neurótico. Sin embargo, esto no alcanza a ser lo que Lacan
denomina el RASGO UNARIO, que es aquello variante en cada sujeto.
Al final de su enseñanza, Lacan dirá que lo que NO CAMBIA ES EL SÍNTOMA: esto incluye un significante que
dice sobre la manera de gozar y, a su vez, incluye significaciones. Cada sujeto encontrará ese rasgo unario
representado por el síntoma en el transcurso del Análisis. De esta forma, el Nombre Propio ES EL NOMBRE DEL
SÍNTOMA; es un punto en el que, durante el tratamiento, algo se detiene, está fijado y es inamovible.
La pregunta que surge es: si es invariable, ¿qué se debe hacer con eso? Sabemos de ese goce (satisfacción en
la insatisfacción) pero cómo se lo tratará. Justamente el final de análisis consiste en poder “Arreglárselas” con
eso, es decir, SABER HACER ALLÍ CON ESO. Se trata de poder hacer que eso implique menos sufrimiento, lo cual
de todas formas incluye los puntos de falla.

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