Eduardo López-Aranguren
Universidad del País Vasco
La conciencia de clase
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Víctor Pérez Díaz (1980: 82-83) ha añadido algún elemento a la concepción de
Touraine, para terminar proponiendo la siguiente definición de conciencia de clase obrera:
Los obreros tienen conciencia de clase cuando: 1. Se identifican a sí mismos como perte-
necientes a la clase obrera (principio de identidad). 2. Se consideran en situación de con-
flicto con una clase burguesa —empresarial o capitalista—, así como con el gobierno y los
partidos que se encuentren vinculados a esa clase (principio de antagonismo). 3. Perciben
y valoran ese conflicto como si definiera al conjunto del orden social (principio de totali-
dad). 4. Creen que existe una alternativa —el socialismo— al orden social establecido, la
cual superaría o suprimiría tal conflicto (principio de alternativa). 5. Ponen su confianza
y delegan su poder en partidos y sindicatos que se presentan a sí mismos como organiza-
ciones de la clase obrera (principio de lealtad).
4
Otros investigadores que han adoptado la formulación de Giddens son Zingraff y
Schulman (1984) y Schulman, Zingraff y Reif (1985).
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bre el tema que nos ocupa. Todavía durante el franquismo (datos de 1972),
Logan (1977) investigaba la conciencia de clase de obreros de la industria
textil de la provincia de Barcelona y obtenía resultados aparentemente con-
tradictorios y de difícil interpretación fuera de aquel contexto político, pues,
por un lado, la prosperidad económica parecía estar directamente relacionada
con la «identificación con la clase media», pero al mismo tiempo era factor
determinante de conciencia de clase en sus dimensiones de «militancia» y «po-
litización». Los datos de la investigación de Pérez Díaz (1980) indican, como
ya he apuntado, una «débil conciencia de clase» de los obreros españoles, pero
realmente no nos dicen nada sobre si ha habido o no aburguesamiento.
Quien más específicamente se ha ocupado de la cuestión del aburguesamiento
de la clase obrera española ha sido Tezanos (1982). En lo que se refiere a
la mejora de las condiciones económicas y sociales, Tezanos nos dice que
«los niveles de ingresos y de posesión de bienes de consumo de los encues-
tados permiten situarlos perfectamente en lo que es la lógica de la sociedad
de consumo» (1892: 51), pero lo que no sabemos es si se ha reducido o no
en este aspecto la distancia respecto a los trabajadores no-manuales de clase
media. Y en lo que se refiere a valores y actividades de la clase obrera,
Tezanos escribe que se percibe una «tendencia hacia la progresiva asunción
de ciertos valores convencionalmente calificados como de "clase media"»
(p. 68). Y aquí, aparte de que los resultados muestran algunas incongruen-
cias, su estudio no incorpora una dimensión temporal, por lo cual no puede
detectar si ha habido o no cambio en la clase obrera hacia el aburguesamien-
to, quedando así limitado a la constatación de la existencia de una simple
asociación en un momento dado.
Las dificultades tanto de tipo teórico como de tipo empírico de la tesis
del aburguesamiento de la clase obrera parecen ser, pues, significativas, lo
cual obliga a replantearse la cuestión de cuáles son los elementos que deter-
minan el estilo de vida, los valores, la mentalidad y las actitudes de la
clase obrera. Goldthorpe y sus colaboradores propusieron hace algún tiempo
una tesis alternativa, la del «instrumentalismo colectivo»: Es cierto que la
elevación del nivel de vida y el desarrollo del consumo han llevado a la clase
obrera a abandonar sus orientaciones solidarias y comunitarias; pero ello no
significa que los obreros se hayan aburguesado, sino más bien que han adqui-
rido —y los sindicatos han fomentado— una orientación instrumentalista di-
rigida hacia la maximización de las recompensas y beneficios de tipo econó-
mico que reciben a cambio de su trabajo 6. Por otro lado, lo que a veces se ha
llamado la teoría del «contexto social» (Dalia y Guest, 1975) destaca el papel
que tienen en el mantenimiento de un sistema de valores y de actitudes
6
Marshall (1983) observa, acerca de esta tesis, que la moderna economía de mercado
hace necesariamente que los trabajadores estén interesados en su salario y que articulen
sus preocupaciones y ambiciones en términos pecuniarios; de modo que puede que sea
cierta la tesis del instrumentalismo de la clase obrera, pero también es, por obvia, trivial.
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TABLA 1
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TABLA 2
* La pregunta era, exactamente, «si los intereses de los patronos y los intereses de los
trabajadores son básicamente opuestos o básicamente los mismos».
** Tanto la categoría «trabajadores ocupados» como la categoría «trabajadores en paro»
incluyen todo tipo de trabajo: manual, no-manual de status alto y no-manual de status
bajo.
FUENTE: Elaboración propia a partir de los datos de Verba y Schlozmann (1977: 308).
TABLA 3
* El número de trabajadores manuales en la muestra era 469, de los cuales 236 estaban
ocupados y 233 estaban en paro.
FUENTE: Schlozman y Verba (1979: 144, 376-377).
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TABLA 4
Porcentaje
* Frase exacta: «Hay una oposición fundamental entre los intereses de los empresarios
y de los asalariados».
** Frase exacta: «Los intereses de los trabajadores y de los empresarios en general no
se pueden compaginar bajo ningún concepto».
FUENTES: Pérez Díaz (1980: 121); Tezanos (1982: 110); REÍS (1985: núm. 30), y REÍS
(1988: núm. 41).
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TABLA 5
1985 1988
Población Población
Trabajadores trabajadora trabajadora
en paro ocupada en paro
Los trabajadores mejorarían su situación si
se unieran y actuasen juntos para resol-
ver sus problemas 68 72 78
La única forma que tiene un trabajador de
mejorar su situación es hacer un esfuerzo
individual para salir adelante 19 19 15
No sabe/No contesta 13 9 7
TOTAL 100 100 100
(6.020) (1.013) (225)
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TABLA 6
FUENTE: INE, Encuesta de Población Activa, 1974 (2.° semestre), 1980 (4.° trimestre)
y 1988 (3.cr trimestre).
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TABLA 7
Porcentaje de población
activa en paro
Andalucía 30,6
Extremadura 25,3
Cananas 23,3
País Vasco 22,0
Cantabria 20,5
Asturias 19,3
Murcia 17,9
Cataluña 17,9
Madrid 17,0
Castilla-León 17,0
Comunidad Valenciana 16,9
Castilla-La Mancha 14,3
La Rioja 13,6
Aragón 12,9
Navarra 12,6
Galicia 11,5
Baleares 9,4
Ceuta y Melilla 36,1
TOTAL 19,4
FUENTE: INE, Encuesta de Población Activa. Principales resultados. Julio, agosto y sep-
tiembre de 1988.
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fieos la tasa de paro es mucho más alta que en otros; y, por tanto, en prin-
cipio, es en aquellos grupos más castigados donde sería más probable en-
contrar niveles más altos de conciencia de clase.
Si examinamos, por ejemplo, las estadísticas de paro por edad (véase ta-
bla 8) hallamos que la inseguridad económica es notablemente mayor entre
TABLA 8
Porcentaje de población
activa en paro
16 a 19 años 44,7
20 a 24 años 36,1
25 a 29 años 25,4
30 a 34 años 15,5
35 a 39 años 11,8
40 a 44 años 9,9
45 a 49 años 9,3
50 a 54 años 9,6
55 a 59 años 10,1
60 a 64 años 7,2
65 a 69 años 1,7
70 y más años 0,5
TOTAL 19,4
los jóvenes (16 a 29 años) que entre los no-jóvenes. También encontramos
diferencias apreciables en las estadísticas de paro por ocupación (véase la
tabla 9): aquí vemos que las tasas de paro más altas corresponden a los
trabajadores de la agricultura, ganadería, etc., a los trabajadores de la indus-
tria minera, textil, etc., a los trabajadores de los servicios de hostelería, etc.,
y, sobre todo, a los trabajadores «no clasificables». Respecto a estos últimos,
por un lado parece razonable suponer que son, en su mayoría, trabajadores
no cualificados, que ciertamente no encajan en ninguno de los grupos ocupa-
cionales de alto status (que disfrutan de bajas tasas de paro); y, por otro lado,
el gran número de personas imposibles de clasificar por ocupación obliga a
una crítica metodológica del sistema de categorías ocupacionales que se utiliza
en la encuesta. En cualquier caso, los datos de la tabla 9 apoyan la tesis
de algunos líderes sindicales de que son los trabajadores quienes han sopor-
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TABLA 9
9
El paro no es, ciertamente, el único indicador de inseguridad económica. También es
indicador de inseguridad económica, por ejemplo, el descenso del salario real. Pues bien,
la participación salarial en el reparto de la renta nacional ha estado disminuyendo desde
1982 durante cuatro años consecutivos. El Banco de Bilbao (Informe..., 1985) estimaba
que los sueldos y salarios representaban en 1985 el 40,6 por 100. Aunque la interpreta-
ción más generalizada de estas cifras es que la menor participación de sueldos y salarios
en el PIB se debe, fundamentalmente, al descenso del empleo asalariado, no puede olvi-
darse la moderación salarial, que ha significado un freno del salario real de los traba-
jadores.
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No puede ser aceptado sin más el razonamiento que atribuye el bajo nivel
de conciencia de clase a la moderación, tanto en su discurso como en sus
reivindicaciones, de los líderes de los grandes sindicatos en este período de
recesión económica. Una primera dificultad con este argumento es que la
moderación o el radicalismo de los líderes no siempre son aprobados y
seguidos por la masa sindical. Son frecuentes, y también recientes, los casos
de desvinculación o desconexión entre líderes y afiliados, de manera que las
propuestas o recomendaciones que emanan de los primeros son rechazadas
por los segundos. Pero, en todo caso —y aquí se encuentra una segunda difi-
cultad—, tal tesis no ha sido sometida a prueba y, por tanto, no ha superado
su status de hipótesis, es decir, de conjetura. Y, en última instancia, habría
que explicar las causas de tal moderación del liderazgo sindical.
Otro tipo de explicaciones asocian la conciencia de clase de los traba-
jadores a sus actitudes respecto al mundo que les rodea y a sus ideas respecto
a la manera en que ese mundo funciona. En este razonamiento, la conciencia
de clase estará en función de factores como los siguientes: a) la percepción
de las oportunidades que el sistema ofrece; b) la percepción de las oportuni-
dades personales en un contexto temporal y espacial determinado; c) la con-
fianza que se tenga en el futuro. De forma que cuanto menores sean las
oportunidades que los trabajadores perciben en el sistema, cuanto menores
sean las oportunidades que se vislumbran en la vida personal, y cuanto menor
sea la confianza en el futuro, más desarrollada estará la conciencia de clase.
En este terreno sí que contamos con algunos —pocos— datos con los
que podemos examinar tales hipótesis. Por lo que se refiere a la percepción
de oportunidades, las encuestas ya citadas de Schlozman y Verba (1979) y
del Centro de Investigaciones Sociológicas (1985) contienen indicadores que
son parecidos, cuando no idénticos, como puede comprobarse en el cuadro 1.
CUADRO 1
Indicadores de percepción de oportunidades utilizadas por Schlozman
y Verba, en 1979, y por el CIS, en 1985
Schlozman y Verba
as
Oportunida- Cuánta oportunidad tiene el hijo Cuántas oportunidades tiene un jo-
des que ofrece de un obrero fabril de llegar a ven que comienza a trabajar en
el sistema ser un ejecutivo o un profesional una empresa de llegar a ser direc-
(pregunta 55) tivo de la empresa (pregunta 34).
Oportunidades de los padres para Oportunidades que tuvieron los pa-
triunfar en comparación con las dres en comparación con las opor-
Oportunida- oportunidades de uno mismo (pre- tunidades que uno mismo ha teni-
des en la vida S u n t a 6 °)- do (pregunta 35).
personal Oportunidades de los hijos para Oportunidades que tienen o han
triunfar en comparación con las tenido los hijos en comparación
oportunidades de uno mismo (pre- con las oportunidades que uno
gunta 63). mismo ha tenido (pregunta 36 b).
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TABLA 10
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que se perciben; o, en otras palabras, hay una relación inversa entre concien-
cia de clase y oportunidades percibidas. En el caso español, los resultados
no son tan claros como en el americano, no sólo porque las diferencias por-
centuales son pequeñas en el indicador «oposición de intereses», sino, sobre
todo, porque en el indicador «unidad y actuación conjunta» la relación que
aparece es directa en lugar de inversa y, por tanto, contraria a lo que la
hipótesis establece.
Por lo que se refiere a la relación entre los indicadores de «percepción
de oportunidades en la vida personal» y los indicadores de conciencia de
clase, Schlozman y Verba (1979: 153) hallaron que los coeficientes de aso-
ciación Gamma indicaban ausencia de relación en tres de los cuatro casos
(siendo la excepción una asociación modesta entre «oportunidades de los
hijos» y «oposición de intereses»). Algo similar ocurre en el caso español.
Los resultados que contiene la tabla 11 muestran que la mayor o menor
percepción de oportunidades en la vida personal no tiene efecto alguno sobre
la conciencia de clase, excepto en un caso, en el que la relación que encontra-
mos es la anticipada por la hipótesis: cuanto peor parado sale uno de la
comparación de las oportunidades de los hijos con las oportunidades propias,
TABLA 11
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TABLA 12
Optimismo respecto al futuro y conciencia de clase
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de las decisiones que tienen un gran impacto sobre nuestra economía son
tomadas en centros de decisión localizados en los grandes países capita-
listas, ¿tiende más bien a asignarse la responsabilidad de la crisis a fuerzas no-
nacionales?
2. La percepción de los trabajadores sobre qué clases o grupos sociales
se encuentran más dañados por la crisis económica. ¿Se encuentran empresa-
rios y trabajadores igualmente afectados o, por el contrario, es la clase traba-
jadora la que fundamentalmente padece las consecuencias de la problemática
situación económica?
3. La percepción de los trabajadores sobre qué clases o grupos sociales
soportan principalmente los sacrificios que requiere la recuperación econó-
mica. Teniendo en cuenta que en el caso español la recuperación económica
está en sus comienzos, no cabe duda de que el papel del liderazgo sin-
dical en la difusión de la percepción del protagonismo obrero en los sacri-
ficios que la recuperación implica va a adquirir una gran importancia en el
desarrollo de la conciencia de clase obrera en un futuro inmediato.
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