El doctor Lipton explicó en su libro que “nos han hecho creer que el cuerpo es una máquina bioquímica
controlada por genes sobre los que no podemos ejercer ninguna autoridad. Eso implica que somos víctimas de
una situación. No elegimos estos genes, los recibimos al nacer y ellos programan lo que sucederá. Yo ya
trabajaba con las células en los años 60 y fui un pionero porque en esa época había muy poca gente trabajando
en ello. Y un experimento que hice en esa época cambió la idea que tenía del mundo. Cogí tres grupos de
células y las puse en tres placas, y cambié el medio de crecimiento y los componentes del medio ambiente en
cada una de ellas. Luego verifiqué que en una de las placas se formó hueso, en otra músculo y, en otra, células
liposas. ¿Qué fue lo que controló el destino de cada una de ellas si eran genéticamente idénticas? Eso
demuestra que los genes no lo controlan todo, es el ambiente. El ser humano es el que controla, dependiendo
de cómo lee el ambiente, de cómo su mente lo percibe. La conclusión es que no estamos limitados por
nuestros genes, sino por nuestra percepción y nuestras creencias”.
El científico agregó que “cuando tú crees que los genes controlan tu vida tienes una excusa para considerarte
una víctima. Hay enfermedades que sí, en efecto, son causadas por un gen, pero estas enfermedades equivalen
a menos del 2% de los malestares que sufre la población mundial. La mayoría de la gente viene a este mundo
con genes que deberían permitirles vivir una vida feliz y saludable. Las dolencias más comunes actualmente,
como la diabetes, los problemas del corazón y el cáncer, son el resultado de la interacción entre múltiples
genes y sobre todo de los factores medio ambientales y no son el resultado de un único gen como se ha venido
sosteniendo. Por eso se cree que la mayoría de las enfermedades tienen una causa genética o hereditaria y que
por tanto no podemos hacer nada para defendernos de ellas o para curarnos. Las personas viven en un
constante miedo esperando el día en que sus genes actúen contra ellos y se enfermen mortalmente. El cáncer
es un buen ejemplo de esto”.
Uno de los planteamientos del biólogo molecular que más llamaron la atención en la comunidad científica fue
que las células de nuestro cuerpo tenían una especie de memoria. “Las células aprenden a través de la
experiencia, de su contacto con el medio que las rodea, y luego guardan una memoria que les permite
adaptarse mejor y anticiparse a los cambios. Es decir, las células son inteligentes. ¡Esta memoria incluso se
mantiene intacta en las células de los órganos que se han donado!”.
Bruce Lipton agrega que “si miras dentro del átomo, hay electrones, protones, neutrones. ¿Y qué hay dentro?
Energía. La ciencia más reciente indica que el cuerpo responde a la física cuántica, no a la newtoniana. La
mente es energía. Cuando piensas transmites energía, y los pensamientos son más poderosos que la química.
Esto, por supuesto, es muy inconveniente para las empresas farmacéuticas mundiales, porque si se aceptara
este postulado no podrían vender sus productos. Las propias creencias se convierten en un campo energético,
una transmisión, y esta se transforma en una señal que es capaz de cambiar el organismo. Por lo demás, así es
como funcionaba la sanación antes del desarrollo de la medicina. La gente sanaba con los chamanes, con las
manos… pero eso no puede vender y por eso la medicina y las empresas farmacéuticas no quieren ir por ese
camino. Saben que el pensamiento positivo, el placebo, puede sanar, y también que el pensamiento negativo
puede matar. Si el médico te dice que tienes cáncer, aunque no tengas cáncer, si lo crees, crearás la química
que generará cáncer”.
El biólogo molecular detalla que la mente humana actúa de manera muy particular, pues “si cierro los ojos, los
abro y veo a alguien a quien amo, entonces mi cerebro segrega dopamina, oxitocina, etc. Lo puedo sentir en
mi cuerpo, puedo sentir el amor, y esa química trae salud a las células. Por eso, quien se enamora se siente tan
bien. Pero si abro los ojos y veo algo que me asusta, segrego hormonas del estrés, que frenan el crecimiento
del cuerpo y apaga el sistema inmunitario. Por eso cuando estás bajo mucho estrés, te enfermas. Y debo decir
que, si tomamos una muestra de sangre de cada persona, descubrimos que todos tenemos células cancerígenas.
Las tenemos siempre, pero si está funcionando el sistema inmunitario, no pueden crecer, y, una vez que se
apaga el sistema inmunitario, proliferan”.
Bruce Lipton afirma también en su libro que, en la mente, quien realmente tiene el poder es el subconsciente,
y que la personalidad y la salud de los individuos se conforma como un «aprendizaje» en el vientre materno y
en la niñez hasta aproximadamente los seis años. “El subconsciente es millones de veces más poderoso y más
importante que la mente consciente. Utilizamos el subconsciente el 95 por ciento del tiempo, pero no lo
podemos controlar. Lo puedes reprogramar. La información del subconsciente se recibe en los primeros seis
años de vida. Eso que aprendiste en esos años se convierte en el conocimiento fundamental de tu vida. Por
tanto, hay muchos estudios que demuestran que las enfermedades que tenemos de adultos, como el cáncer,
tienen que ver con la programación y el entorno que vivimos en los primeros seis años de vida. Es decir, los
niños absorben también sus enfermedades o sus actitudes negativas, y así se “programa” su subconsciente.
¡Qué gran responsabilidad para los padres! Está demostrado que si un niño adoptado vive en su familia casos
de cáncer, en su madurez puede padecer cáncer, aunque su genética sea diferente. Si te enseñaron a maltratar
tu cuerpo con mala información, destruirás el vehículo de tu cuerpo, cuyo conductor es la mente. El futuro es
una mejor educación para los niños, incluso en la etapa prenatal.”