Anda di halaman 1dari 2

La Vida Nueva de Dante Alighieri:

Luis Ernesto Rojas Rincón


Universidad Nacional de Colombia

El libro Vida Nueva de Dante Alighieri inicia con una analogía entre “memoria” y “libro” que
podría interpretarse de la siguiente manera: los recuerdos de nuestra vida son un libro que
Dante pretende mimetizar por medio de la escritura. De ese “libro de memoria” “poca cosa
podría leerse” (p. 73) porque gran parte de recuerdos de nuestra primera fase de la vida –la
infancia– se desvanece y nos es imposible de rememorar.

Nos cuenta Dante que a los nueve años (nove fiate) conoció a la “gloriosa dueña de su mente”
(p. 79), Beatriz. Esta es una primera aproximación a Beatriz como un ángel hija de Dios, la
aparición de la beatitud de Dios (expresión esta que deduzco de su mención de la percepción y
los sentidos), lo que nos permite leer a Beatriz no sólo como el ser amado sino también como
la veracidad de la existencia de Dios: <<Ecce Deus fortiorme, qui veniens dominabitur michi>>1
(p. 79). En el capítulo II encontramos también por primera vez la palabra “Amor”: Dante
describe aquí el sentimiento amoroso como una fuerza imponente que se alimenta de la
imaginación y que se adueña del alma de manera que esta se somete a cumplir todos sus
gustos (piaceri): “Desde entonces en adelante digo que Amor se hizo dueño de mi alma, que
fue de inmediato desposada por él” (p. 79).

En el capítulo III se empieza a presentar los sonetos que compone el poeta y que corresponde
a los tiempos en los que se ubican los episodios de su vida. Estos sonetos son explicados por
medio de unas divisiones que estructuran dichos poemas. La relación entre el sentimiento
amoroso que Dante siente por Beatriz se combina con visiones oníricas de apariciones divinas
que son en realidad la premonición de la muerte de su amada y esto impulsa al poeta a
representarlo de alguna manera para que alguien le ayude a interpretar su sueño: Cavalcanti.
Aquí se menciona el arte de los trovadores y sus primeros intentos de hacer sonetos como
monumento al Amor. En estos versos Amor aparece como una fuerza imponente, pero
también como alegría que se apropia del corazón y que lleva a Beatriz, quien ya se ha dignado
a saludarlo, dormida en su regazo:

Parecíame alegre Amor portando


mi corazón, y a mi señora envuelta
en un paño, dormida entre sus brazos (p. 97)

Él mismo nos explica la estructura del soneto: “Este soneto se divide en dos partes: pues en la
primera parte saludo y pido respuesta; en la segunda pongo de manifiesto a qué se debe
responder” (p. 99). Podemos encontrar una relación de Beatriz con la virgen en el capítulo V
en la que se idealiza a tal punto que la concibe como un medio para alcanzar la verdad: “Y de
inmediato pensé hacer de esta noble mujer un parapeto de la verdad” (p. 115). Esto lleva a un
aspecto de la obra, en el capítulo VI, que nos parece necesario no escatimar: Beatriz –o por lo
menos lo que ella y su mimetización representan– se multiplica en muchas mujeres (lo que el
traductor de Cátedra, Luis Martínez de Merlo, llama las mujeres espejo) que son objeto de
deseo que más adelante Dante tratará de sublimar para no caer en pensamiento viciosos y que
son un camino para llegar a ese sentimiento amoroso puro y mesurado. Antes de lograr esto,
el poeta se expresa así: “esta mujer era parapeto de tanto amor, en cuanto a mí se refería, me
vino un deseo de desear recordar (una volontade di volere ricordare) el nombre de muchos
nombres de mujeres, y especialmente de esta noble mujer” (p. 121).

1
<<He aquí un Dios más fuerte que yo, que vendrá y me dominará>>.

1
En el capítulo XIII encontramos un dialogo entre el Amor, que ya está personificado como
señor y maestro del poeta, y el autor que supera por mucho el plano de la autobiografía al
darle cierto tono novelesco a su narración a la presentación de sus sonetos. Lo que nos
interesa resaltar en este diálogo es una autodefinición de amor que nos presenta Dante por
medio de este personaje Amor: “Y él me dijo estas palabras <<Ego tanquam cetrum circuli, cui
simil modo se habent circumferentie partes, tu autem non sic>>2” (p. 163). En esta definición
del sentimiento amoroso podemos evidenciar su dominio sobre la mente y el cuerpo del
poeta. En el capítulo XIV se evidencia un cambio en el objeto de la poesía que escribe Dante en
sus sonetos provocada por una decepción que le causa gran dolor, es probable que el término
“transfiguración” que utiliza Dante en este capítulo esté relacionado con este cambio de
perspectiva: <<si esta mujer supiese mi condición, no creo yo que se burlase de mi persona
(…)>> (p. 187). Beatriz le ha destruido y lo ha llevado a un plano muy patológico y doloroso del
deseo en el que ha generado dependencia en ella alabándola y ofreciéndole toda su creación
poética tan solo a cambio del “gesto de su saludo”. Esto lleva al poeta a una decisión: no le
dedicará nunca más la palabra a Beatriz. En lugar de eso, se propondrá dedicar su creación
poética a la belleza y la verdad universal que esta mujer representa. Esto nos lleva a
interesarnos con especial atención en el capítulo XVIII.

Un grupo de mujeres que conocen a Beatriz y están enteradas del amor que siente Dante por
ella le preguntan <<¿Con qué fin amas tú a esa mujer, si no puedes soportar su presencia?
Dínoslo, pues cierto es que el fin de este amor debe de ser singularísimo>> (p. 211). La
respuesta de Dante manifiesta abiertamente el cambio del objeto de sus sonetos. Antes de la
burla inconsciente de Beatriz “el fin de mi amor fue en otro tiempo el saludo de esta mujer”
(ibíd.) y cambió su fin a este: “En las palabras que alaban a mi señora, (…) me propuse tomar
para siempre como asunto de mi hablar aquello que fuese alabanza de esta nobilísima” (p.
213). Dante se propone con esto renunciar a dirigirse a Beatriz con el fin de alcanzarla y
completar su deseo para sublevar su verdadero amor por ella por medio de la alabanza con
plena conciencia de que en este punto su Beatriz es inalcanzable. A este respecto se refiere
Martínez de Merlo (2003): El mismo Dante, el capítulo XV, se pregunta el por qué la sigue
buscando si le provoca tanto dolor, y esta pregunta “pone al descubierto la paradoja del
deseo, que consiste en buscar obsesivamente la visión de una persona cuya presencia
desencadena la más violenta y funesta pasión” (p. 198). ¿Por qué la ama y si sabe que es
inaccesible? Esto nos lleva a la idea de que esta paradoja es un elemento constitutivo de la fin`
amor: amar sublevando la belleza y la verdad de esa mujer inaccesible. Sin embargo, este amor
verdadero es difícil de mantener en el sentido que el deseo siempre está al acecho: “hablo de
los ojos, que son principio del amor, y (…) digo de la boca, que es la meta del amor. Y a fin de
que se disipe en esto cualquier vicioso pensamiento, recuerde quien nos lee, que más arriba
está escrito cómo el saludo de esta mujer, el cual era operación de su boca, fue la meta de mis
deseos mientras lo pude recibir (p. 227). Aquí, en el capítulo XIX, aún se siente el dolor de ese
deseo patológico que se propone abandonar, pero que en realidad nunca deja de estar
presente.

2
<<soy como el centro del círculo, en relación con el cual todos los puntos de la circunferencia son
equidistantes; tú en cambio no eres así>>

Anda mungkin juga menyukai