Anda di halaman 1dari 10

LAS MEJORAS TÉCNICAS COMO FACTOR DE

COMPETENCIA EN LICITACIONES Y
CONCURSOS
Juan Carlos Morón Urbina(*)

SUMARIO: I. Planteamiento del tema. II. Los factores de evaluación de las ofertas. III. La oferta con
mejoras como factor de competencia en los procesos de selección. IV. Condiciones para la
consideración de las mejoras técnicas. V. La forma de evaluar una mejora en la oferta técnica. VI.
Las ofertas conteniendo mejoras técnicas y sus diferencias con otras formas de ofertas.

MARCO NORMATIVO:

• Texto Único Ordenado de la Ley de Contrataciones y Adquisiciones del Estado


(29/11/2004)

• Reglamento de la Ley de Contrataciones y Adquisiciones del Estado


(29/11/2004): art. 64.

• Ley del Procedimiento Administrativo General, Ley Nº 27444 (publicación:


11/04/2001, vigencia: 11/10/2001): art. IV del Título Preliminar numeral 1.4.

I. PLANTEAMIENTO DEL TEMA

Por la particularidad del ciclo contractual administrativo, el Estado es quien invita y, la


oferta proviene del postor privado quien tiene que ofrecer su mejor oferta posible para hacerse
merecedor del contrato. En este escenario, lo ordinario es que el ofertante se sujete al proyecto
de contrato que el Estado ha propuesto sin poder alterar su contenido, lo cual ha llevado a la
doctrina a realzar el carácter de adhesión de los contratos administrativos. No obstante esta
particularidad, el postor tiene la posibilidad –bajo ciertas circunstancias y reglas que aquí
analizaremos– de presentar a la administración convocante innovaciones, aportes o mejoras que
hagan su oferta más aconsejable de lo inicialmente concebido por la autoridad.

Esta figura es conocida como las “mejoras” de la oferta que se habilitan a presentar al
postor, que debe ser evaluada favorablemente por la autoridad y asignarle un puntaje
precisamente para efecto de ponderar la ventaja de la oferta sobre las competidoras. Nos
encontramos frente a un factor de evaluación particular que permite al postor sin llegar a
constituir una oferta alternativa ni condicionada, una ventaja para el servicio público. A su turno,
le permite a la entidad convocante obtener –sin costo adicional– una innovación o facilidad
adicional al servicio o bien recitado por encima de lo que ha determinado el requerimiento de
servicio y el estudio de mercado, a través de exigir un mayor esfuerzo de los proveedores por la
competencia.
II. LOS FACTORES DE EVALUACIÓN DE LAS OFERTAS

Como reglas del proceso de selección, las bases contienen fundamentalmente tres tipos de
requerimientos a los oferentes:

i) Los documentos de acreditación general: documentos de identidad, poderes, constancias


de inscripción, etc. que no hacen propiamente aspectos técnicos ni económicos de la oferta sino
acreditación de capacidad jurídica.

ii) Los requisitos técnicos mínimos: características técnicas mínimos exigidos a los postores, a
los bienes, a los servicios o a las obras objeto de la convocatoria y cuyo incumplimiento acarrea la
inadmisibilidad de la oferta; y,

iii) Los factores de competencia: que comprenden los elementos técnicos diferenciadores y
la metodología de evaluación de las ofertas (incluyendo los puntajes asignables y sus respectivos
criterios de asignación) que permiten ponderar o calificar aspectos técnicos y económicos de las
ofertas que han superado los requerimientos técnicos mínimos con el objeto de determinar la
mejor propuesta.

Precisamente a través de los factores de competencia o de evaluación de las ofertas, las


entidades explicitan aquellos aspectos técnicos o económicos de las propuestas que se estiman
valiosos para sus fines, y, a su turno, permiten a los postores adecuar sus posibilidades técnicas y
económicas a lo que necesita la entidad para obtener una mejor posición frente a la competencia
y, de este modo, predecir con antelación, el resultado de su postulación.

Tratándose de la oferta técnica, los factores de evaluación más comunes son: el plazo de la
prestación (salvo en caso de obras), la existencia y las clases de garantías de los bienes, la
capacidad de personal, la experiencia en la actividad o en la especialidad(1), tanto del oferente
como del equipo propuesto, la organización y capacidad administrativa mediante su equipamiento
o infraestructura, entre otros. En el caso, de la oferta económica, el factor de evaluación común es
su monto total a través del menor precio (no la media aritmética ni geométrica).

Dentro de la relación de factores de evaluación considerados en nuestro ordenamiento, la


entidad convocante elige aquellos factores de evaluación aplicables al tipo de bien, servicio u obra
que necesitan obtener.

Según la propia norma, la opción de adoptar cada factor de competencia debe ser objetiva,
razonable y congruente con el objeto de la convocatoria(2), esto es, debe responder a criterios de
razonabilidad.

Como se sabe, el test de razonabilidad respecto de una decisión pública (como es la selección
de un factor de competencia) conlleva el cumplimiento de sus tres dimensiones: el juicio de
adecuación, el juicio de necesidad y el juicio de proporcionalidad stricto sensu(3)(4).

Por el juicio de adecuación, tenemos que el factor de competencia (entendido en sentido


amplio como comprensivo del factor de evaluación, el puntaje asignado y la metodología para su
distribución o asignación) debe ser un medio jurídico idóneo y coherente para lograr la
identificación de una ventaja importante para la entidad. Por ejemplo, no resistirá el juicio de
adecuación la mayor ponderación del factor experiencia de empresa cuando se trata de contratar
el desarrollo de un aplicativo de una nueva tecnología, esto es el fin u objetivo previsto por el
legislador al habilitar la facultad de establecer factores de evaluación para cada proceso de
selección. Este juicio constituye una valoración sobre la eficacia del factor de competencia a
aplicarse para conseguir la finalidad de seleccionar la mejor propuesta posible.

Por el juicio de necesidad, el factor de competencia elegido debe ser la medida menos lesiva
para los principios de tratamiento igualitario de los postores y de libre competencia, de modo que
no existen otros factores que, siendo más respetuosos de los principios de la contratación estatal,
cumplan con igual eficacia con el fin de la contratación estatal. Estamos frente a un juicio
comparativo entre todos los factores de competencia habilitados a la administración y las formas
de puntuación posibles para diferenciar a los postores en relación con la intensidad de la
afectación a los principios señalados que a su vez son verdaderos derechos de los postores.
Corresponde prevalecer aquellos factores que resulten menos restrictivos al tratamiento
igualitario y a la libre competencia.

Finalmente, el juicio de proporcionalidad consiste en que el grado del puntaje a asignarse o la


metodología de distribución debe guardar una relación equivalente o proporcional –ventajas y
desventajas– con el fin que se procura alcanzar. Por este juicio, se debe realizar una ponderación o
balance de costo beneficio del puntaje a asignarse al factor de competencia, entre los intereses y
principios sacrificados y el fin público que persigue el factor de competencia, pero
contextualizándolo con los hechos y circunstancias determinantes del objeto de la convocatoria.
Es a este juicio, al que se refiere, de manera general, el artículo IV numeral 1.4 del Título
Preliminar de la Ley Nº 27444, cuando indica que toda medida administrativa debe mantener la
debida proporción entre los medios a emplear y los fines públicos que debe tutelar.

Cuando los factores de competencia, sus rangos de puntajes previstos, o la metodología para su
distribución no satisfacen los juicios de razonabilidad señalados muy probablemente estaremos no
solo frente a un proceso de selección irrazonable, sino frente a un direccionamiento del proceso a
favor de determinado postor o grupo de ellos en desmedro de otros.

III. LA OFERTA CON MEJORAS COMO FACTOR DE COMPETENCIA EN LOS PROCESOS DE


SELECCIÓN

Nuestro ordenamiento de contrataciones, contempla la posibilidad de que el postor presente,


en su oferta técnica, alguna mejora al requerimiento técnico mínimo, entendido como aquel
beneficio, facilidad adicional, innovación o valor agregado cuantitativa o cualitativa, pero
cuantificable, relacionado con el objeto de la convocatoria, que superando el requerimiento
mínimo establecido en las bases, constituye una real ventaja en la prestación a favor de la entidad
convocante por coadyuvar a la eficiencia de la prestación esperada.

En ese orden de ideas, constituyen mejoras técnicas las siguientes: la mejora de valores
nutricionales de un menú en un proceso de selección para suministrar alimentos a comedores o
establecimientos penitenciarios, una mejora en el plazo de garantía de los bienes ofrecidos, un
mejor rotulado a envases de productos vendidos al Estado, un mayor número de agentes a los
previstos en las bases para prestar el servicio de seguridad, mayores sumas aseguradas o menores
deducibles o coberturas adicionales a las solicitadas (en los procesos de contratación de seguros),
un menor plazo de entrega, un servicio posventa por un tiempo más prolongado del ordinario o
una adición de nuevas tecnologías para el proceso contratado.

IV. CONDICIONES PARA LA CONSIDERACIÓN DE LAS MEJORAS TÉCNICAS

Como todo factor de evaluación, las mejoras deben ser consideradas de manera objetiva,
razonable y congruente con el objeto de la convocatoria. Sin embargo, de manera adicional deben
considerarse que por su propia naturaleza, las mejoras deben reunir como condiciones especiales,
conforme a la posición establecida –de manera uniforme por el Consucode(5)–, las siguientes:

i) Cada mejora debe estar contemplada y descrita en su contenido desde las bases del
proceso.

ii) Cada mejora debe tener incidencia directa y relevante sobre el objeto de la convocatoria.

iii) Cada mejora debe ser de aplicación inmediata desde el inicio de la prestación.

iv) Cada mejora no debe significar mayor costo para la entidad.

v) Cada mejora debe estar predeterminada desde las bases y no ser de libre iniciativa del
postor.

La predeterminación implica no solo que las bases del proceso consideren la admisibilidad de la
mejora técnica como factor de evaluación, sino que aquella debe describir claramente el
contenido de aquello que la entidad considera como tal y la forma como le asignará el puntaje. De
este modo, cada mejora admisible debe estar descrita enumerativamente en las bases para
poder medirlas objetivamente, tratar igualitariamente en la comparación de las ofertas y
determinar concretamente el puntaje y la forma en que asignará a cada una de ellas dependiendo,
de su complejidad, mayor beneficio o costo inversión(6). El señalamiento deberá ser establecido
por el comité “indicando los criterios objetivos para su identificación o enumerar las actividades
que serán consideradas como mejoras a la prestación”(7).

No resulta objetivo ni coherente –con principio de tratamiento igualitario a los postores– que
sea cada postor quien determine la pertinencia de presentar mejoras puntables al proceso y
señalar –disimilmente cada uno– aquello que ofrecerá como ventaja a la entidad y cuantas
ofrecerían. Si así procediesen “(…) quedaría a criterio del comité especial determinar cuándo una
determinada oferta constituye una mejora así como en qué supuesto dicha mejora resulta
aceptable a efectos de la asignación de puntajes”(8).

Por otro lado, la mejora debe tener incidencia directa y relevante sobre el objeto de la
convocatoria y no consistir en otro objeto de contrato. Como ha manifestado el Consucode: “En
las precitadas innovaciones, se podría contemplar como criterios de calificación, elementos como
mejoras y/o facilidades adicionales, las mismas que se pueden definir como aquellos elementos o
aspectos que coadyuvan a la prestación del servicio de manera que este sea el resultado de una
ejecución más eficiente, por lo que deberán estar relacionados directamente con el objeto de la
convocatoria”(9).
No puede bajo la denominación de mejoras, incorporarse requerimientos de bienes, servicio u
obras adicionales ni ampliaciones al objeto del proceso(10).

Es determinante para no distorsionar su naturaleza de “mejora” que se trate de una ventaja


técnica vinculada al mismo objeto convocado, sin poder consistir en una variación del
requerimiento ni en una prestación distinta a la que ha sido materia del requerimiento y estudio
del mercado, por ejemplo, si se tratara de dar puntaje a quien entrega un equipo de aire
acondicionado cuando la convocatoria es el suministro de medicamentos, o quien ofrece realizar
un tramo de un camino, adicional al que es objeto de la convocatoria(11). En principio, el beneficio
o la innovación que constituye el centro de la mejora a la prestación debe estar conectada
esencialmente al mismo objeto del contrato pues podría tratarse de un requerimiento de bien,
servicio u obra más bien debería ser convocado mediante otro proceso de selección(12).

En suma, tenemos como límite natural a la posibilidad de considerar como mejora a una
determinada prestación, siempre y cuando esta no se trate de una variación al requerimiento
original ni de una prestación esencialmente distinta, lo cual debería ser materia de otro proceso
de selección o de su consideración como objeto del mismo proceso, pero desde un estudio del
mercado.

Vinculado con este condicionante, tenemos que la mejora debe ser de aplicación inmediata al
inicio del contrato a favor de la prestación y no con posterioridad. La idea es que aquello que es
objeto de puntaje adicional por tratarse de una mejora beneficie en concreto y de manera
inmediata a la entidad, no pudiendo considerarse como tales a supuestas ventajas, pero que serán
recibidas si se cumplen determinadas condiciones o, peor aún, si son de realización aleatoria o al
final de la prestación. Así sucedería si se considerara como mejora la cobertura de un riesgo
adicional, pero de imposible o improbable realización en un proceso de servicios de seguros.

Por otro lado, la mejora no puede significar un mayor costo para la entidad, por lo que debe
estar considerada dentro de la propuesta económica presentada. Como se aprecia, la mejora es
una posibilidad que las bases otorgan al postor para que ofrezca a la entidad algún beneficio
adicional, una innovación o un valor agregado cuantificable relacionado con el objeto de la
convocatoria, pero siempre referido al aspecto técnico de su oferta, y no, aplica a la oferta
económica. Por ello, el ofertante en su propuesta económica consigna el monto económico que
espera como retribución por su oferta técnica, que incluye –de optar por ello– la mejora
económica.

En este sentido, la mejora, en ningún caso, debe significar un mayor costo para la entidad a lo
que el ofertante ha planteado en su propuesta económica, de modo que ni puede plantear dos
ofertas económicas alternativas (una sin mejora y otra con mejora), ni plantear una oferta
económica por la propuesta técnica básica, con cargo a luego negociar un nuevo monto, por la
inclusión de la mejora solicitada.

V. LA FORMA DE EVALUAR UNA MEJORA EN LA OFERTA TÉCNICA

Como todo factor de competencia, la previsión de la mejora técnica comprende la indicación


clara, objetiva y específica en las bases del puntaje que corresponderá a cada mejora propuesta y
la forma como le será asignado este a cada uno de los proponentes. En principio, “(....) el empleo
de criterios adicionales como la determinación concreta de que tipos de innovaciones esperan y
que puntaje se otorgara a cada una de ellas dependiendo, ya sea de su complejidad, mayor
beneficio, o costo de inversión. En este sentido, corresponderá al Comité Especial definir
claramente la metodología de evaluación a emplear para el otorgamiento de puntajes a los
factores mencionados”(13).

En este sentido, las bases pueden identificar en qué consistirá cada una de las ventajas
esperadas por la entidad y cuál será el puntaje por cada una de manera concreta, y además –para
promover la competencia– pueden evaluar las mejoras por comparación entre sí (por ejemplo, si
se considera que el puntaje total por la mejora se aplique al monto de mayor deducible y distribuir
el puntaje proporcionalmente a los demás ofertantes de mejoras). Lo que es importante es que en
caso de que no se haya identificado con claridad en qué consistirá y la metodología de asignación
de puntaje el proceso devendrá en nulo indefectiblemente(14).

Cuando la entidad no ha identificado previamente aquello que considera aceptable como


mejora al requerimiento técnico se encontrará en la particular situación de tener que evaluar
antes del puntaje a asignarle, si se encuentra verdaderamente frente a una mejora y si esta
cumple las condiciones señaladas para ser ponderada favorablemente. Como ha establecido el
Tribunal de Consucode:

“(…) En el caso de las mejoras es necesario conocer si las que han sido catalogadas como
tales por los postores representan, en verdad, ventajas adicionales a las características mínimas
consideradas por la entidad en las bases. Ello requiere una constatación de su realidad, lo que
debe causar el convencimiento técnico de la entidad de que está frente a una mejora, operación
que requiere un juicio de valor en cada caso. Esta razón es precisamente la que impide que las
entidades acepten, sin más, todo aquello que los postores consideren mejoras, pues de lo
contrario la evaluación carecería de todo sentido, constituyéndose más bien en una simple
aceptación de mejoras que podrían no serlo. Por ello, es claro que en este caso no se aplica el
principio de presunción de veracidad, por lo que se requiere que el postor interesado no
solamente debe exigir que se le acepten las mejoras que considera tales, sino que debe
sustentarlas y, en caso de que la entidad tenga un criterio distinto, estar en condiciones de
argumentar técnicamente su posición”(15).

VI. LAS OFERTAS CONTENIENDO MEJORAS TÉCNICAS Y SUS DIFERENCIAS CON OTRAS
FORMAS DE OFERTAS

Como se sabe, la estructura de los procesos de selección (licitación, subasta, concurso,


adjudicaciones, etc.). que deben seguir las entidades de la administración pública para elegir a sus
contratistas está diseñada bajo el esquema general de una invitación a ofrecer. En este esquema,
las entidades, mediante sus bases o términos de referencias y avisos de convocatorias, invitan a
quienes se interesen en el negocio propuesto; los interesados presentan sus ofertas con sujeción a
las bases o términos de referencias; y, finalmente, le entidad adjudica el contrato a la mejor oferta
recibida.

En el caso concreto de los contratos sujetos al régimen del TUO de la Ley de Contrataciones y
Adquisiciones del Estado, las entidades públicas aprueban sus bases conteniendo de manera
general, impersonal y con resguardo de la igualdad de los potenciales postores, la descripción de
aquello que desean contratar, sus requerimientos técnicos mínimos, la metodología de evaluación
de las ofertas, la descripción de la secuencia del procedimiento de selección y las condiciones para
el perfeccionamiento del contrato y su ejecución. Desde el punto de vista de la entidad
convocante, las bases tienden a asegurar la eficacia en la selección de la mejor propuesta, otorga
transparencia al proceso de selección y favorece el control concurrente y posterior sobre la
legalidad del proceso. Desde la óptica de los interesados, la existencia de las bases está dirigida a
darle la información necesaria para la formulación de su oferta (que se necesita, cuanto puntaje
puede obtener, etc.), darle previsibilidad sobre el trato igualitario que recibirá su oferta en
relación con los demás postores.

Por su parte, la oferta del postor es la proposición firme y concreta para celebrar un contrato,
es decir, la manifestación de voluntad dirigida a la entidad convocante, de querer concluir con él
un contrato, mediante su sola aceptación. Conforme a lo mencionado, entre los caracteres o
exigencias de la oferta en los procesos de selección estatal, señala Dromi(16) los siguientes:

• Unilateralidad, aunque provenga de varios sujetos que actúan de forma conjunta y


coordinada, en cuanto es la expresión de un solo interés;

• Inicial, por ser cronológicamente la primera expresión de voluntad apta para formar el
contrato, distinta de las meras negociaciones y del precontrato;

• Completa, porque ha de contener lo necesario para la configuración del contrato, se trata


de proponer lo esencial que permita conocer con certeza la intención del oferente;

• Firme, pues constituye la manifestación de voluntad del oferente, sin reservas, ni


condicionamientos de obligarse por el contrato, con solo la aceptación del licitante. La firmeza de
la oferta está dada, tanto por su carácter definitivo (inmodificable) e incondicionada.

• Recepticia, por cuanto no puede alcanzar su fin sin llegar al conocimiento de la otra parte.

En el procedimiento licitatorio la oferta de los particulares se presenta en respuesta a la


invitación efectuada por el licitante(17). Por ello, en cuanto su objeto, la oferta debe ajustarse
íntegramente a todas y cada uno de los puntos contenidos en las bases de la convocatoria.

Esta necesidad de adecuación se justifica doblemente: en primer término, la entidad


convocante sobre la base de sus estudios y evaluaciones técnicas y financieras, plasma
racionalmente sus necesidades en las bases; por lo cual, se puede decir que las propuestas que no
se ajusten a estas bases no son idóneas para satisfacer los requerimientos de la entidad
convocante. Como afirma la doctrina, “se trata de evitar que la presentación de proposiciones
inconvenientes para la Administración o que el procedimiento licitatorio se convierta en una
patente de corso que les permita a los oferentes, motu proprio, configurar unilateralmente el
objeto del contrato, introduciendo prestaciones o factores extraños a las necesidades
públicas”(18). En segundo lugar, la adecuación a las bases es un imperativo del principio de
igualdad de los proponentes, que solo se puedan habilitar las ofertas de aquellas personas que se
han ajustado integralmente a los términos de referencia, porque en caso contrario, se le estaría
otorgando un privilegio a quienes formularon ofertas incompletas, alternativas o diferentes, en
detrimento de aquellos que diligentemente prepararon sus ofrecimientos.

Pues bien, en el caso de la oferta con mejoras, no nos encontramos frente a una oferta que
presenta una innovación propia y creativa del postor, sino en el caso de una oferta que también se
sujeta a las bases proponiendo una ventaja que la propia entidad convocante ha preestablecido y
difundido entre los postores, previamente.

A diferencia de ella, la oferta con variantes o variaciones se trata de la propuesta que se refiere
a la prestación demandada por la entidad, pero con el agregado de ofrecimientos no previstos en
las bases subordinados al pedido principal de la administración(19). En este caso, el agregado no
puede ser objeto de puntaje adicional, ni puede ser desestimada la oferta por este motivo si en lo
sustancial se ciñe a lo requerido por la entidad. La ventaja o el beneficio no previsto o superior a lo
contemplado en las bases no perjudican al licitante. En principio, se tienen como no puesto para
los fines de la asignación de puntaje y la evaluación de la oferta, pero será considerado en el
perfeccionamiento del contrato como obligación ofrecida por el postor y aceptada en la buena
pro(20).

NOTAS

(1) Al momento de la evaluación de las ofertas debe de diferenciarse entre la experiencia como factor de
evaluación, per se de aquello que se considera como su indicador, y de los medios calificados en la norma, como medios
idóneos para probarla. De este modo, los indicadores de la existencia de experiencia son los montos facturados
acumulados en un determinado periodo, mientras que los medios de prueba son los comprobantes de pago cancelados,
o la copia del contrato, la conformidad de servicios, etc.

(2) Reglamento del TUO de la Ley de Contrataciones y Adquisiciones del Estado

“Artículo 64.

El comité especial determinará los factores de evaluación técnicos y económicos a ser utilizados, los que deberán
ser objetivos y congruentes con el objeto de la convocatoria, debiendo sujetarse a criterios de razonabilidad,
racionalidad y proporcionalidad. Dichos factores no podrán calificar el cumplimiento del requisito técnico mínimo
exigido, sin perjuicio de lo cual, se podrá calificar aquello que lo supere o mejore, siempre que no desnaturalice el
requerimiento efectuado”.

(3) En estas líneas seguimos los planteamientos expuestos por los profesores CIANCARDO, Juan. “El principio de
razonabilidad. Del debido proceso sustantivo al moderno juicio de proporcionalidad”. Editorial Ábaco. Buenos Aires,
2004; y SARMIENTO RAMÍREZ-ESCUDERO, Daniel. “El control de proporcionalidad de la actividad administrativa”. Tirant
lo Blanch. Valencia, España, 2004.

(4) El Tribunal Constitucional ha caracterizado estos subprincipios del modo siguiente: “El principio de
proporcionalidad, como ya se adelantó, está estructurado por tres subprincipios: de necesidad, de adecuación y de
proporcionalidad en sentido estricto. “De la máxima de proporcionalidad en sentido estricto se sigue que los principios
son mandatos de optimización con relación a las posibilidades jurídicas. En cambio, las máximas de la necesidad y de la
adecuación se siguen del carácter de los principios como mandatos de optimización con relación a las posibilidades
fácticas”. Esto supone que cuando el Tribunal se enfrenta a un caso donde existe conflicto entre dos principios
constitucionales, deberá realizar no solo un ejercicio argumentativo enjuiciando las disposiciones constitucionales en
conflicto (ponderación), sino también deberá evaluar también todas las posibilidades fácticas (necesidad, adecuación), a
efectos de determinar si, efectivamente, en el plano de los hechos, no existía otra posibilidad menos lesiva para los
derechos en juego que la decisión adoptada” (STC Nº 2192-2004-AA/TC).

(5) Por ejemplo, tenemos los Pronunciamientos Nº 7-2005-GTN, 90-2004-GTN, 86-2004, 74-2004-GTN, 185-2003-
GTN, 160-2003-GTN, 123-2003-GTN, 121-2003-GTN, En ellos se establece expresamente: “Por su parte, en relación con
las innovaciones tecnológicas además de señalar expresamente en las bases que elementos serán considerados
innovaciones, el comité especial debe tener presente, los siguientes criterios: las innovaciones deben ser sobre aspectos
no previstos en las especificaciones técnicas, deben resultar de aplicación inmediata al inicio del contrato, no deben
significar un mayor costo para la entidad, deben tener incidencia directa sobre el objeto de la convocatoria mejorando la
calidad del servicio” (Pronunciamiento Nº 7-2005-GTN).
(6) Pronunciamientos Nºs. 212-2003-GTN y 120-2003-GTN.

(7) Pronunciamiento Nº 212-2003-GTN.

(8) Pronunciamiento Nº 120-2003-GTN.

(9) Pronunciamiento Nº 90-2004-GTN.

(10) Pronunciamientos Nº 150-2003-GTN y 104-2003-GTN.

(11) A título ilustrativo tenemos que Consucode se ha pronunciado descalificando la posibilidad de considerar como
mejora válida, pretender asignar puntaje a quien se obligue a realizar un servicio o entregar un bien distinto a lo que es
materia del proceso. Así, afirmó: “Este Consejo Superior ha decidido acoger la observación formulada. En este sentido,
cabe señalar que el factor de mejoras al servicio, la prestación de servicio de limpieza en otras vías no previstas en las
especificaciones técnicas, no significa una mejora cuantitativa o cualitativa al servicio que se pretende contratar, sino
una ampliación al requerimiento inicial. En otras palabras, se estaría pretendiendo que bajo la figura de mejoras al
servicio, se ejecuten prestaciones que debieron ser materia de otro proceso o en todo caso debieron ser incluidas
dentro del presente proceso considerándolo para el efecto, la inclusión de su costo dentro del valor referencial,
resultando a todas luces desproporcionado e incongruente, en la medida que no implica un beneficio directo a lo que es
objeto de la convocatoria (limpieza de las vías rápidas e intercambios viales definidas en las bases), por lo que adolece
de las características mínimas para ser considerado como factor de evaluación” (Pronunciamiento Nº 104-2003-GTN).

(12) Por ejemplo, Consucode se manifestó negativamente cuando las bases de un proceso cuyo objeto del proceso
era el servicio de cortes, reconexiones, instalaciones, lectura de medidores y reparto de recibos, considero como mejora
propuesta la prestación del servicio de “Actualización de datos de clientes”. Ahí, se pronunció afirmando: “Se debe
señalar que si bien es posible que la entidad evalúe determinadas actividades de carácter adicional a las prestaciones
objeto de la convocatoria, estas deberán guardar estrecha relación con las mismas de modo tal que signifiquen una
mejora a las prestaciones a contratar; en tal sentido las mejoras o actividades adicionales que se soliciten no deben
disfrazar un requerimiento completamente distinto al que es objeto de la convocatoria” (Pronunciamiento Nº 150-2003-
GTN).

(13) Pronunciamiento Nº 212-2003-GTN.

(14) Al respecto, el Tribunal de Consucode (Resolución Nº 511-2006.TC-SU) ha tenido ocasión de pronunciarse


sobre esta situación pronunciándose por la nulidad del proceso. Ahí se manifestó que “(…) el factor de evaluación
denominado mejoras técnicas no fue definido en su alcance ni en los criterios y metodología de evaluación; es decir, no
se precisó en que debía consistir las mejoras para ser consideradas como tales (ampliación de la suma asegurada, de las
coberturas o de los deducibles); tampoco se indicaron las cantidades mínimas o dentro de que rango debían ofertarse
las mejoras para acceder al total de la puntuación o a parte de ella y, lo mas importante, no se estableció una categoría
de las mejoras de acuerdo a la importancia de las coberturas, sumas aseguradas y cantidad de deducibles de modo tal
de asignárseles a cada uno de ellos un puntaje proporcional a su trascendencia en el servicio del seguro que se pretende
contratar. Esta falta de precisión y coherencia entre lo que debe entenderse como mejora y lo que se pretendía con su
calificación, ha determinado finalmente que el comité especial haya evaluado las propuestas con reglas distintas de las
que habían sido incluidas en las bases, en las que se señaló que mejora sería la oferta de aumentar las sumas aseguradas
en las distintas coberturas, pero interpretó que, en realidad, era todo el beneficio para la entidad”.

(15) Resolución Nº 252/2006.TC-SU.

(16) Ibídem. Págs. 355-356.

(17) DROMI, Roberto. “Licitación pública”. 2ª edición. Ed. Ciudad Argentina. Buenos Aires, 1995. Págs. 353-354.

(18) ESCOBAR GIL, Rodrigo. “Teoría general de los contratos de la Administración Pública”. Editorial Legis. Pág. 186.
(19) FIORINI, Bartolomé y MATA, Ismael. “Licitación pública. Selección del contratista estatal”. Abeledo Perrot. Pág.
126.

(20) Esta no es la situación aplicable a la oferta alternativa, en la que el postor presenta en su propuesta dos tipos
de bien, servicio u obra distintos, lo cual deviene necesariamente en la descalificación del postor (si la oferta en tales
condiciones fuera su iniciativa propia) o en la nulidad del proceso (si las bases habilitaran esta forma de propuestas) por
transgredir los principios de trato justo e igualitario. (Véase Resoluciones Nº 211-2005-TC-SU, 680-2004-TC-SU, 429-
2004.TC-SU, y 197/2005-TC-SU.

Anda mungkin juga menyukai